Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
Para otros usos de este término, véase Independencia del Perú (desambiguación).
Fecha 28 de julio de 1821 (Declaración de
Independencia del Perú). La guerra se desarrolla entre
1811 y 1826, pasando por la victoria definitiva de Ayacucho
en 1824
Beligerantes
Independentistas: Realistas:
República Peruana Virreinato del Perú
Provincias Unidas del Río Reino de España
de la Plata Gobierno de Chiloé1
República de Chile
Capitanía General de
Provincia Libre de
Chile2
Guayaquil
Virreinato del Río de la
Gran Colombia
Plata3
República de Bolívar
Virreinato de Nueva
Granada 4
Figuras políticas
Fernando VII
Comandantes
Levantamientos autónomos del José Fernando de Abascal
Perú:
Joaquín de la Pezuela
Francisco Antonio de Zela
José de la Serna
Juan José Crespo y Castillo
José Angulo mostrar
Mateo Pumacahua
Otros
mostrar
Otros
Corrientes libertadoras de
América:
1) Del Sur:
mostrar
Otros
2) Del Norte:
Simón Bolívar
Antonio José de Sucre
Fuerzas en combate
Patriotas peruanos Ejército Real del Perú
Ejército del Norte Real Armada Española
Ejército Unido Libertador
Primera Escuadra Nacional de
Chile
[ocultar]
Independencia del Perú
1811-1824
Levantamientos autónomos
Campañas Realistas
Tacna (1.°)
Huánuco
Tacna (2.°)
Camiara
Cuzco
Huanta
Chacaltaya
Apacheta
Matará
Umachiri
Aymaraes
Expedición Libertadora
Paracas
Aznapuquio
Ataura
Quiapata
Campaña de Miller
Maynas
Ica
Paras
Caucato
Torata
Moquegua
Motín de Balconcillo
Zepita
Arequipa
Republiquetas
Alzuri
Rebelión de Olañeta
Junín
Bellavista
Corpahuaico
Ayacucho
Alto Perú
Guerra de Iquicha
Guerra naval
Expedición de Brown
Campaña de Cochrane
Expedición de Guruceta
Rafael del Riego conduciendo a las tropas expedicionarias sublevadas en el año 1820 y con ello
desapareció la amenaza de invasión española del Río de la Plata y Venezuela. Esto posibilitó la
convergencia de las corrientes libertadoras al Perú.
1º Todo el que robe o tome por violencia de dos reales por arriba, será pasado por
las armas, previo proceso verbal que está observado en el ejército.
2º Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será
castigado con la pena del Talión.
3º Todo insulto contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será
castigado hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las circunstancias.
4º Todo exceso que ataque la moral pública o las costumbres del país, será
castigado en los mismos términos que previene el artículo anterior”.
Posteriormente, un destacamento del ejército libertador, tomó posesión de la
ciudad de Chincha, al norte del puerto de Pisco.33
Las conferencias de Miraflores[editar]
Artículo principal: Conferencias de Miraflores
Placa referente a la independencia de Huamanga, hecha por las referencias del opúsculo de Jervasio
Álvarez y Montaño del año de 1847.
Juan Antonio Álvarez de Arenales, militar rioplatense de origen español que participó en las guerras de
la independencia de Argentina, Chile y Perú.
Arenales siguió camino a la sierra. El día 31 de octubre entró en Huamanga y el
20 de noviembre lo hizo en Huancayo. Luego llegó a Jauja, desde donde envió
una avanzada a Tarma, al mando del coronel Rojas. Este entró en Tarma el 23 de
noviembre, produciéndose el desbande realista. En Tarma se juró la
independencia el día 29 de noviembre.
Arenales continuó camino a Cerro de Pasco, que era su objetivo. El 6 de
diciembre de 1820 se enfrentó a las tropas realistas, comandadas por el general O
´Reilly, que contaba con 1300 efectivos. La batalla de Cerro de Pasco fue una total
victoria patriota. La división realista de O´Reilly tuvo 58 muertos y 18 heridos
durante la batalla. «La acción se resolvió a favor de los patriotas, y en la
persecución que éstos emprendieron, seguidamente, capturaron 380 prisioneros,
la bandera del “Victoria”, los estandartes de caballería, el armamento y cuanto
tuvieron que perder», según la expresión empleada por Arenales en el parte que
elevó al general San Martín. Los prisioneros aumentaron en los días
subsiguientes, obteniéndose la captura del mismo general O´Reilly, que poco
después, fue remitido a Huaura como prisionero de calidad. Una vez que los
patriotas se apoderaron de Cerro de Pasco, tuvieron expeditas sus
comunicaciones con el Cuartel General del Ejército Libertador en Huaura. 35
Campaña del Norte peruano[editar]
La escuadra chilena del almirante Thomas Cochrane bloqueando por tercera vez el puerto del Callao.
José Bernardo de Tagle, más conocido como el Marqués de Torre Tagle, ganó para la causa libertadora
la extensa Intendencia de Trujillo, en el Norte del Perú (1820).
Óleo de Juan Lepiani que representa la entrevista de Punchauca, entre el virrey del Perú José de la
Serna y el Libertador José de San Martín.
En abril de 1821, el virrey de La Serna, mal de su grado, pero obligado por las
instrucciones traídas desde España por el comisionado Abreu, en el sentido de
llegar a un acuerdo pacífico con los patriotas, invitó oficialmente a San Martín a
entrar en negociaciones, lo que el general argentino aceptó. Como sede de estas
reuniones se designó la casa hacienda Punchauca, situada a 25 km al norte de
Lima, en la jurisdicción de Carabayllo.
En la primera fase de estas conferencias, se reunieron los delegados de San
Martín: Tomás Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; y los
delegados del virrey: Manuel de Llano y Nájara, José María Galdeano y
Mendoza y Manuel Abreu (4 de mayo de 1821). Los delegados patriotas fueron
instruidos para que se abstuviesen de llegar a algún acuerdo en tanto que no
fuese reconocida la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
Chile y Perú. Como ya había ocurrido en las anteriores conferencias de Miraflores,
los españoles se mantuvieron inflexibles en no reconocer la independencia, lo que
hacía que ambas partes se enquistaran en posiciones insalvables. Se decidió solo
un armisticio de 20 días y se programó una entrevista personal entre los jefes
adversarios, es decir entre de La Serna y San Martín.
La entrevista entre de La Serna y San Martín se realizó el 2 de junio.
Acompañaban al virrey, el general José de la Mar y los brigadieres José de
Canterac y Juan Antonio Monet. Por su parte, San Martín estaba acompañado por
el general Gregorio de las Heras, Mariano Necochea y Diego Paroissien.
Según testimonio del comisionado Abreu, el plan que San Martín expuso al virrey
consistía esencialmente en lo siguiente: que se instalaría una regencia, de la que
de La Serna sería Presidente y que estaría, además, integrada por un vocal
nombrado por el virrey, y otro nombrado por San Martín. Los dos ejércitos
beligerantes deberían unificarse y se declararía la independencia. Luego, San
Martín en persona viajaría a Madrid para solicitar de las Cortes que escogieran a
un infante de España, un príncipe Borbón, que debía ser proclamado Rey del
Perú. En un primer momento, a de La Serna no le pareció inaceptable este plan y
consideró incluso la voluntad de San Martín de ir a España como un gesto de
buena voluntad. Al parecer, esa también fue la primera impresión de sus oficiales,
que departieron con los delegados patriotas en medio de brindis y chanzas. El
virrey pidió dos días para consultar a todos sus oficiales y, según parece, se
impuso entonces el criterio de sus dos oficiales más importantes, Canterac y
Valdés, que vieron en el plan de San Martín solo un pérfido ardid para ganar
tiempo. De La Serna se abstuvo de dar una respuesta a San Martín, aduciendo
que no tenía instrucciones para decidir en asuntos tan trascendentes.
No obstante, las conversaciones continuaron, nuevamente entre delegados. El
clima insalubre del valle de Chillón obligó a que la sede de las conferencias se
trasladara nuevamente al pueblo de Miraflores, al sur de Lima. Allí, el 8 de junio,
los diputados del Virrey de La Serna, Manuel del Llano, José María Galdiano,
Manuel Abreu, con su secretario Francisco Moar y los diputados de San
Martín, Tomás Guido, Juan García del Río, José Ignacio de La Rosa, con el
secretario Fernando López Aldana, reiniciaron las conferencias. No se logró
ningún resultado. Desde el 20 de junio, las reuniones continuaron a bordo del
buque neutral Cleopatra, igualmente sin resultado en lo que respecta a los puntos
centrales. Lo único rescatable que se acordó en todas estas reuniones fue
prorrogar el armisticio hasta el 30 de junio, así como un canje de prisioneros. 42
Tras las conferencias de Punchauca el virrey José de la Serna observó que
mantenerse en Lima le era totalmente desfavorable desde todo punto de vista, por
lo que tomó la decisión de retirarse de la ciudad capital del virreinato con sus
tropas, acción que ejecuta el 6 de julio de 1821. Empero, dejó un destacamento al
mando del general José de La Mar, para que custodiara la Fortaleza del Real
Felipe, en el Callao.
La ocupación de Lima por los patriotas[editar]
Ante la cercanía del Ejército Libertador, dice Pedro Escribano:
«Lima se convirtió en una fuente inagotable de rumores tremebundos. Las puertas
de tiendas, pulperías y negocios fueron cerradas ante el temor de un inminente
saqueo. Los limeños, corrían por las calles, en tumulto, desconcertados. Muchos
buscaron refugio al conocer la noticia. La insurgencia emancipadora, no era un
movimiento con muchos adeptos en la capital del virreinato. El pánico, por ello, fue
generalizado. Miles de familias se dejaron arrastrar por una ola de histeria y
desesperación. El rumor de la Independencia, fue asumido, y no por pocos, como
si se tratara de la inminencia de un cataclismo. Circulaba el rumor que el Ejército
Libertador, era extremadamente violento y sanguinario, que estaba compuesto por
hordas de indios, negros y resentidos sociales, que su sed de venganza contra los
sectores pudientes que residían en Lima desataría una matanza nunca vista.
Todos vivían la sensación de estar en la víspera del fin del mundo».
El ejército realista al mando del general José Canterac, ya había dejado Lima,
rumbo a la sierra, el 25 de junio de 1821. En su persecución fue enviado Arenales.
Este destacamento patriota ya estaba a punto de enfrentarse a las fuerzas de
Canterac, pero desistió por órdenes de San Martín. Indudablemente, el general
argentino no deseaba un enfrentamiento frontal con los españoles.
El 5 de junio de 1821, el virrey José de la Serna anunció a los limeños que
abandonaba la capital para refugiarse en el Callao, en la fortaleza del Real Felipe.
Lima quedaba abandonada a su suerte. Según el marino inglés Basil Hall, que se
hallaba entonces en Lima: «los timoratos eran presa fácil de los temores más
extraños; los audaces y fuertes no sabían de qué modo utilizar su coraje; los
vacilantes estaban en el estado más calamitoso». Como la fortaleza del Real
Felipe, según el virrey, era el sitio más seguro, «multitudes se precipitaron hacia el
castillo, y al ser interrogadas sobre las razones que les empujaban a abandonar la
ciudad, no daban otra que el miedo». Mientras tanto, parte del pueblo limeño,
representado por algunos notables (españoles y criollos), hizo llegar una invitación
a San Martín para que ingrese a Lima, el 9 de julio de 1821. 43 En efecto, el
Libertador del Sur, mandó un pequeño destacamento de patriotas e hizo su
entrada a Lima en la noche del 12 de julio de 1821. «En vez de venir con pompa
oficial, como tenía derecho a hacerlo, San Martín esperó que oscureciese para
entrar a la capital a caballo y sin escolta, acompañado por un simple ayudante»,
continúa diciendo Basil Hall. Dos días después lo hizo el grueso del ejército
libertador, «siendo recibido con mucho fervor patriótico».
Sobre el ánimo de los limeños al tiempo del ingreso del Ejército Libertador a Lima,
Pedro Escribano, nos dice: «parece mentira. En los días siguientes Lima se fue
reanimando lentamente. Poco a poco la población tomó confianza en los
emancipadores y comprobó que no había razón para el temor. Mucho había
pesado, en todo caso, la mala conciencia»
Por su parte, sobre lo mismo, Basil Hall, dice: «Era inconcebible que tanta gente
pudiera estar encerrada tan largo tiempo sin tentarse siquiera una vez a curiosear,
especialmente cuando el peligro no era inminente o cierto».
Proclamación de la independencia del Perú[editar]
Artículo principal: Declaración de Independencia del Perú
Video externo
Atención: este archivo está alojado en un sitio externo, fuera del control de
la Fundación Wikimedia.
Basil Hall, capitán de la marina británica, que por entonces se hallaba en Lima, al
comentar la ceremonia culmina diciendo:
Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y las calles adyacentes,
mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de artillería entre aclamaciones como nunca
se había oído en Lima.50
Cabe destacar que hay cuestiones históricas que dicen que San Martín ya había
jurado la independencia peruana el 27 de noviembre de 1820 en la ciudad
de Huaura (al norte de Lima), en el denominado Balcón de Huaura, aunque este
tema es muy debatido, lo cierto es que en Huaura el Libertador reorganizó su
ejército y comenzó el plan para el asedio de la capital del virreinato. 51
El Protectorado del Perú[editar]
Artículo principal: Protectorado del Perú
Primer Escudo de la República peruana.
1º Lima, el norte y un sector del centro del país estaban en manos de los patriotas.
2º Y la sierra sur y centro y el Cusco estaban en manos de los realistas.
Luego, el título de Protector fue cambiado por el de Protector de la Libertad del
Perú. El Perú debe al Protectorado, que duró apenas un año y 17 días, las
siguientes realizaciones político administrativas:
1º En una medida francamente conservadora, San Martín respetó todos los títulos
de la nobleza colonial, cambiando la denominación de Títulos de Castilla por la de
Títulos del Perú.
2º Quedó fundada la Sociedad Patriótica de Lima, con la intención de defender la
instauración de un régimen monárquico peruano, del que San Martín era partidario;
pero, en la práctica, sus integrantes abogaron por el sistema republicano.
3º Se creó la Orden El Sol del Perú para reconocer la labor de los peruanos más
distinguidos y darles un estatus parecidos al de los Títulos del Perú.
4º Una comisión especial, integrada por García del Río y Paroissien, viajó
a Europa por orden de San Martín para buscar un príncipe que viniera al Perú como
rey. Estos dos personajes salieron del Perú en diciembre de 1821 y arribaron
a Londres en septiembre de 1822, época en que se terminaba el Protectorado de San
Martín. Aunque fueron reemplazados por Ortiz de Zevallos y Juan Parish Robertson,
en el Perú se había consolidado la idea del sistema republicano, por tanto, los
comisionados tanto de la primera como de la segunda, fracasaron en su intento.
5º Los primeros miembros del gabinete sanmartiniano fueron: Juan García del Río,
ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo Monteagudo, ministro de Guerra y
Marina; e Hipólito Unanue, ministro de Hacienda. El primero era colombiano, natural
de Cartagena de Indias; el segundo, argentino, de la provincia de Tucumán; y el
tercero, peruano nacido en Arica.
6º Prefecto de Lima fue nombrado José de la Riva Agüero, un joven y rico
aristócrata de Lima, que había colaborado intensamente por la causa de la libertad.
Independencia de Maynas[editar]
Artículo principal: Guerra de Independencia de Maynas
Sitio donde se libró la batalla de Habana en 1822, mapa del actual departamento de San Martín.
Mientras que en Lima, San Martín se dedicaba a fundar el nuevo estado peruano,
el virrey La Serna, aprovechando el retiro de Álvarez de Arenales de la sierra
central, empezó a recuperar posiciones. Reforzó sus posiciones en Jauja y
Huancayo, puntos desde donde planeó hostigar a Lima, pero esta operación no
era fácil, por la resistencia que oponían los peruanos andinos. Como en los
castillos del Callao permanecía una guarnición española apostada con gran
cantidad de armamentos, el virrey planeó hacer una incursión allí. La temeraria
expedición española se preparó en Jauja, seleccionándose a 2500 infantes y 900
de caballería, al frente de los cuales fue puesto el general Canterac.
Canterac partió de Jauja el 25 de agosto de 1821, rumbo al valle del Rímac (Lima
y Callao). En el trayecto sufrió el ataque de los montoneros peruanos, que le
ocasionaron numerosas bajas. Impresionado por este ataque, Canterac dividió sus
fuerzas en dos columnas, una bajo su mando, que marchó por la ruta de San
Mateo, y otra bajo el mando de Lóriga, que siguió la ruta de Lurín. Ambos se
encontraron en Cieneguilla, unos km al sur de Lima. Los realistas se encontraban
en condiciones desastrosas, tanto física como moralmente. En esas condiciones
habría sido posible que los patriotas los acorralaran y exterminaran. No obstante,
San Martín, que desde su emplazamiento estaba al tanto de los movimientos de
los realistas, no quiso atacarlos.
Los realistas empezaron el 8 de septiembre a desplazarse de Cieneguilla con
dirección al Callao, dispuestos en tres unidades, mandadas por Valdés, Monet y
Carratalá, mientras que Canterac iba al frente de la caballería. Los 7000 soldados
de línea del Ejército Libertador y los más de 3000 montoneros peruanos, que
contemplaban atónitos tal avance, ardían por entrar a combate, pero San Martín,
pese a los ruegos de su jefe de estado mayor, general Las Heras, se negó a dar la
orden de ataque. Hasta el mismo almirante Cochrane visitó a San Martín y le pidió
que le pusiera al mando de 2000 soldados, con los que prometió aniquilar a todas
las fuerzas realistas. Pero San Martín se volvió a negar, siendo recriminado por
Cochrane; fue en ese momento en que se produjo la ruptura entre ambos. Se
afirma que la actitud de San Martín, de no querer atacar a los realistas, se debía a
la esperanza que depositaba en que estos aceptarían las ofertas que les había
planteado en la conferencias de Punchauca para llegar a un acuerdo de paz; de
ser cierto ello, se equivocaba rotundamente.
Fue así que, en una maniobra sorprendente, y sin que las tropas patriotas los
obstaculizaran, los realistas de Canterac llegaron hasta el Callao y se encontraron
con las fuerzas del general José de La Mar, que custodiaba la Fortaleza del Real
Felipe (10 de septiembre de 1821). Luego de hacerles conocer las nuevas
órdenes del virrey La Serna, y de entregarles avituallamiento militar, Canterac
regresó a la sierra el 16 de septiembre.
El alto mando del ejército libertador, reaccionó tarde, cuando Canterac ya se
hallaba rumbo a la sierra. Se dispuso que las tropas patriotas al mando del
general Guillermo Miller (que era nacido en Inglaterra e incorporado a las filas
patriotas desde 1817, en Buenos Aires) le siguieran produciéndose escaramuzas
entre la vanguardia del ejército patriota y la retaguardia del ejército realista. Como
consecuencia de estos enfrentamientos armados, se produjeron bajas
considerables en el ejército de Canterac, principalmente por desbande y por la
acción heroica de los montoneros peruanos. Canterac se reunió con La Serna en
Jauja, el 1 de octubre de 1821, 35 días después de que iniciara la osada
expedición al Callao.
El retiro del almirante Cochrane[editar]
El almirante Cochrane se retiró a sus navíos, muy molesto por la actitud de San
Martín de desaprovechar una magnífica oportunidad para infligir un duro golpe a
los realistas. El marino británico fue enfático en considerar a San Martín como de
un intelecto militar inferior al suyo y que el Protectorado que estaba ejerciendo
carecía de decisión y se mostraba dubitativo.
Como a los marinos de su escuadra no se les había pagado desde la salida de
Chile, pese a los reiterados pedidos, Cochrane confiscó el tesoro público que
resguardaba en uno de los navíos, con el cual hizo el pago de los sueldos y los
premios, pero haciendo las cuentas claras y devolviendo a la Casa de Moneda los
saldos que quedaban. No obstante, San Martín se enojó y ordenó a Cochrane que
volviera a Valparaíso. El marino expresó que no le debía obediencia y enfiló su
escuadra hacia el norte, para perseguir al resto de los flota española. Retornó al
Callao, en donde tuvo algunas fricciones. Finalmente, zarpó el 10 de mayo de
1822, para no volver más al Perú, considerando que su contribución a la causa
independentista no era realmente apreciada ni aprovechada.
Conjura de los oficiales patriotas contra San Martín[editar]
El militar rioplatense Juan Gregorio Las Heras.
El problema mayor para San Martín, era, indudablemente, la guerra contra los
realistas. Hay quienes le han reprochado el no emprender una ofensiva total sobre
los realistas, como lo había hecho en Chile, pero el Libertador tenía sus razones
para proceder así. En primer término, ganar tiempo iba a su favor, ya que el poder
virreinal perdía legitimidad por las controversias entre liberales y absolutistas del
gobierno peninsular. En segundo lugar era consciente de la inferioridad numérica
de sus fuerzas, comparada con la de los virreinales, a los que esperaba atraer a
favor de la independencia. Pero los realistas dominaban el interior del país, desde
Jauja hasta el Alto Perú, y sumaban un total de 23.000 soldados, mayormente
hombres andinos y mestizos reclutados a la fuerza. San Martín solo contaba con
4.000 efectivos. Un importante triunfo para los patriotas fue la rendición de
las fortalezas del Callao, el 19 de septiembre de 1821, cuyo jefe, el mariscal
peruano José de la Mar, se sumó a la causa patriota. Mientras tanto, el virrey La
Serna reorganizaba sus fuerzas en la sierra central y sur del Perú y en el Alto
Perú, desde donde realizó atrevidas incursiones sobre la costa, que sorprenden y
destruyen un ejército independiente en la batalla de Ica o de La Macacona, el 7 de
abril de 1822.
Campaña auxiliadora de la independencia de Quito[editar]
Artículo principal: Independencia de Quito
Batalla de Camino Real. Después de su independencia, el gobierno de la provincia guayaquileña formó
un ejército de 1500 hombres para liberar al resto de la Real Audiencia, se llamó División Protectora de
Quito.
San Martín envía una división auxiliar peruana al mando de Andrés de Santa Cruz
para la independencia de Quito. El 24 de mayo de 1822, tropas peruano-
colombianas derrotaron a los realistas en la batalla de Pichincha (actual territorio
del Ecuador) y ocuparon Quito el 25 de mayo. El contingente peruano que
intervino en esta batalla, estuvo compuesto por 1,600 efectivos al mando del
coronel Andrés de Santa Cruz y se unió a la tropa patriota colombiana en
Saraguro, el 9 de febrero de 1822. Este suceso es memorable, pues por primera
vez confluían las dos corrientes libertadoras, la del Norte y la del Sur.
Posteriormente, el general Simón Bolívar invadió Guayaquil, con el afán de
anexarla a la Gran Colombia, de la que era su caudillo indiscutible. Tanto el
Libertador del Norte, Bolívar, como el Libertador del Sur, San Martín, estaban
convencidos que la definición de la independencia americana, tenía que darse en
suelo peruano.
Entrevista de Guayaquil[editar]
Artículo principal: Entrevista de Guayaquil
San Martín, no pudo, sin embargo, culminar la guerra contra los españoles. Si bien
todo el norte del Perú se había sumado voluntariamente a la causa patriota, el
centro y el sur del país permanecían ocupadas por las tropas virreinales. San
Martín consideró necesaria la ayuda militar externa y en pos de ella fue a
entrevistarse en Guayaquil con Bolívar. En la entrevista de Guayaquil, realizada
entre los días 26 y 27 de julio de 1822, los Libertadores discutieron tres
importantes cuestiones:
La suerte de Guayaquil, que siendo territorio peruano, fue anexado por Bolívar a la
Gran Colombia.
La ayuda que debía prestar Bolívar para el fin común de la independencia del
Perú.
La forma de gobierno que debían adoptar las nacientes repúblicas
hispanoamericanas.
La entrevista no llegó ningún resultado concreto. En lo que respecta al primer
punto, Bolívar ya había decidido que Guayaquil perteneciera a la Gran Colombia y
no admitió ninguna discusión al respecto. En cuanto al segundo punto, Bolívar
ofreció enviar al Perú una fuerza auxiliar grancolombiana de 2000 hombres, que
San Martín consideró insuficiente. Y en lo referente al tercer punto, Bolívar era
decididamente republicano, contraponiéndose así al monarquismo del Libertador
rioplatense. Desilusionado, San Martín retornó al Perú, ya convencido de que
debía retirarse para dar pase al Libertador del Norte.
San Martín abandona el Perú (Primer Congreso Constituyente)[editar]
Primer Congreso Constituyente del Perú (1822).
Puertos intermedios en un detalle del mapa de Samuel Augustus Mitchell publicado en 1839
Mapa de las campañas de independencia en Ecuador, Perú y Bolivia entre 1823 y 1826.
Véase también: Campañas del Sur
Tras la proclamación de independencia del Perú, el proceso parecía estancado
por la resistencia militar española y la inestabilidad de los primeros gobiernos
independientes. Así, mientras la costa y el norte del Perú eran independientes, la
sierra peruana y el Alto Perú seguían siendo realistas. El virrey La Serna había
establecido su sede de gobierno en el Cuzco. Dos campañas militares
emprendidas por los gobiernos de Lima para acabar el rincón de la resistencia
realista en el sur peruano (Campañas de Intermedios), culminarían en sendas
derrotas. La anarquía amenazaba al naciente Estado Peruano, que vio producirse
el primer golpe de estado de su historia (Motín de Balconcillo).
La conclusión de la guerra independentista del Perú vendría con la intervención
de Simón Bolívar y la Gran Colombia.
José de la Riva Agüero y el motín de Balconcillo [editar]
Artículo principal: Motín de Balconcillo
Los oficiales patriotas al mando de las tropas que guarnecían Lima, ante el temor
de una ofensiva española, firmaron una solicitud ante el Congreso, fechada el 23
de febrero de 1823 en Miraflores, invocando la designación de un solo Jefe
Supremo «que ordene y sea velozmente obedecido», en reemplazo del cuerpo
colegiado que integraba la Junta; se sugería incluso el nombre del oficial indicado
para asumir el gobierno: el coronel José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete.
La crisis se ahondó al ser presentada otra solicitud al Congreso por parte de las
milicias cívicas acuarteladas en Bellavista y una tercera encabezada por Mariano
Tramarría. El día 27 de febrero las tropas se movilizaron desde sus
acantonamientos hasta la hacienda de Balconcillo, a media legua de Lima, desde
donde exigieron la destitución de la Junta. Estos sublevados estaban
encabezados por el general Andrés de Santa Cruz. Fue el primer golpe de estado
de la historia republicana peruana, conocido como el Motín de Balconcillo, con el
que se inauguró la sucesión de gobiernos de facto que jalonaron el transcurso de
la vida republicana.56
Disolución de la Junta y elección de Riva Agüero[editar]
Ante tal presión, ese mismo día, el Congreso acordó cesar a la Junta Gubernativa
y encargar interinamente la máxima magistratura al jefe militar de mayor
graduación, que era José Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle. El 28 de
febrero, el Congreso ordenó poner en libertad al general José de La Mar, que
había sido arrestado en su domicilio, y citó al general Andrés de Santa Cruz, quien
hizo una exposición oral de la posición de los jefes y terminó diciendo que
acataban la orden del Congreso pero que si no se nombraba a Riva Agüero como
Presidente de la República, él y los jefes militares renunciarían y se irían del país.
Ante lo expresado por Santa Cruz, el Congreso nombró a Riva Agüero como
Presidente de la República por 39 votos a favor de un total de 60; no se le asignó
funciones ni plazos. Pocos días después el mismo Congreso lo ascendió a Gran
Mariscal y dispuso que utilizara la banda bicolor como distintivo del poder ejecutivo
que administraba (4 de marzo de 1823). Desde entonces todos los Presidentes del
Perú han lucido dicha banda presidencial.
Gobierno de José de la Riva Agüero[editar]
Riva Agüero puso en marcha una gran actividad para poner al Perú en
condiciones de terminar por cuenta propia la guerra de la Independencia. Su obra
gubernativa se concretó en los siguientes puntos:
Andrés de Santa Cruz, fue el general que comandaba la Segunda Campaña de Intermedios, lo que
concluyó en un fracaso para los patriotas.
La batalla se produjo en la llanura ubicada al norte de Zepita, a orillas del lago Titicaca, entre el Ejército
Real del Perú, bajo las órdenes del general peninsular Jerónimo Valdés, y el ejército patriota al mando
del general paceño Andrés de Santa Cruz.
El ejército realista, al mando de José Ramón Rodil, aprovechando que las tropas
patriotas se encontraban lejos, tomó Lima. Fue en ese contexto que ocurrió el
sacrificio de José Olaya, un humilde pescador de la villa de San Pedro de
Chorrillos.
Sucre necesitaba imperiosamente comunicarse con los patriotas de Lima, ya que
quería conocer los movimientos de los realistas y los pertrechos con los que
contaban. Olaya se ofreció a ser el portador de los mensajes. Se contactó en Lima
con Juana de Dios Manrique, una aristócrata y patriota que era sobrina de Antonio
Riquero, antiguo contador mayor y uno de los refugiados en el Callao; este
personaje era el nexo con Sucre.5960 Olaya llevaba ocultamente los mensajes
escritos, cubriendo la ruta entre Chorrillos y Lima, simulando llevar pescado para
su venta en la ciudad; esa ruta, de 15 km, estaba muy vigilada por los realistas, de
modo que el riesgo era muy grande. No obstante, Olaya hizo el recorrido muchas
veces; se ignora cuántas exactamente. Los realistas empezaron a sospechar que
alguien filtraba informaciones y redoblaron la vigilancia. 61El 27 de junio de 1823,
cuando llevaba, entre otros recados, una carta de Sucre para Narciso de Colina
(un patriota limeño), Olaya fue descubierto. Emboscado por un piquete de
soldados realistas en la calle de Acequia Alta (actualmente en el cruce de la
cuadra 5 de los jirones Caylloma y Moquegua), antes de ser apresado arrojó las
cartas en una acequia; otra versión, menos creíble, dice que se comió las
misivas.59
Llevado al palacio virreinal ante la presencia de Rodil, éste intentó que delatara a
los patriotas comprometidos con las cartas, ofreciéndole a cambio premios y
mucho dinero; como no diera efecto, recurrió a las amenazas. Como Olaya
permaneciera incólume, fue torturado. Sufrió doscientos palazos, le arrancaron
las uñas y lo colgaron de los pulgares. Pero Olaya no se amilanó ante el dolor y
permaneció en silencio.60 Se dice que, en medio de las torturas, pronunció su
célebre frase:
«Si mil vidas tuviera gustoso las perdería, antes de traicionar a mi patria y revelar a los patriotas».
Dispuestos a entablar la batalla definitiva, los realistas ocuparon las faldas del
cerro Condorcunca y los patriotas se desplegaron en la Pampa de la Quinua. Los
primeros contaban con 9.310 hombres y los segundos con 5.580.
La Pampa de la Quinua se ubica a 12 km de la ciudad de Huamanga; los
indígenas la denominan Ayacucho. Es un área de suave declive que prolonga las
faldas del cerro Condorcunca (cuello de cóndor), montaña que se destaca en el
Ande de esa región. Descendiendo de las faldas de este cerro de este a oeste y
continuando por la pampa, que tiene una longitud de 1,600 m, se llega al pueblo
de artesanos de La Quinua, situado al término de la pendiente. En la parte más
ancha la pampa tiene 600 m y se encuentra limitada al norte por un barranco, y al
sur por una abrupta quebrada. En la época de la batalla y a mitad de la pampa,
existían enormes piedras, producto de avalanchas o lloclla, que cortaba el campo
de norte a sur.
El virrey La Serna formó su ejército de la siguiente manera:
La batalla se inició a las diez de la mañana. Como consecuencia del plan seguido
por los españoles, la Legión Peruana de La Mar fue la que afrontó el ataque más
fuerte de los realistas, a manos de la división Valdés. La Mar y sus bravos
soldados resistieron a pie firme, pero cuando empezaron a ceder y requerir auxilio,
Sucre les envió dos batallones para sostenerlos. La Legión Peruana pudo
entonces contener a Valdés, lo que fue un hecho crucial para el resultado final de
la batalla.
En el otro flanco, el coronel español Joaquín Rubín de Celis, que mandaba el
Regimiento primero del Cuzco, y que debía proteger el emplazamiento de la
artillería, que descendía despiezada y cargada en sus mulas, se adelantó
impetuosamente al llano prematuramente, interpretó defectuosamente órdenes
directas del Virrey "se arrojó solo y del modo más temerario al ataque" donde su
unidad fue destrozada y él mismo muerto. Al mismo tiempo, Sucre ordenó avanzar
a Córdova, quien al grito lacónico de «¡Adelante! ¡Armas a discreción! ¡Paso de
vencedores!», y convenientemente reforzado por caballería, inició un contraataque
que desorganizó la izquierda realista al mando de Villalobos, llegando hasta el
Condorcunca.
La caballería española descendía al llano pero poder sin formar eran acometidos
sable en mano por la caballería de Miller. Empezó entonces el repliegue de los
realistas. Canterac no consiguió rehacer la línea. La Mar se repuso y, a su vez,
avanzó contra Valdés, quien resistió desesperadamente. El virrey La Serna, que
bregó en el campo, resultó herido y cayó prisionero. Canterac asumió entonces el
mando.
La batalla terminó en la cima del Condorcunca a la una de la tarde, con una
completa victoria de los independientes.
Obelisco en Pampa de Quinua, Ayacucho, Perú. En honor y reconocimiento a los combatientes
independentistas de la batalla.
La batalla fue sangrienta. Los realistas tuvieron 1800 muertos y 700 heridos,
quedando prisioneros entre 3000 y 2000 combatientes. Los patriotas tuvieron 370
muertos y 609 heridos. La cuarta parte de los combatientes resultaron muertos o
heridos, lo que nos da una idea de la fiereza de la lucha. A Canterac, Valdés y a
los altos jefes españoles, no les quedó otro recurso que aceptar la oferta de
honrosa capitulación que La Mar les hizo llegar. La rebelión de Pedro Antonio
Olañeta en la retaguardia hacía que la retirada fuese impracticable.
En teoría, en Ayacucho combatieron en filas patriotas unos 4.000 colombianos y
unos 1500 peruanos (más una escasa fracción de chilenos y rioplatenses). Sin
embargo, hay que tener en cuenta que las bajas en los escuadrones o batallones
colombianos eran cubiertas con los naturales del país, por lo que el número de
peruanos debió ser más elevado.67
La Capitulación de Ayacucho[editar]
Artículo principal: Capitulación de Ayacucho
Capitulación de Ayacucho, óleo del pintor peruano Daniel Hernández.
artículo 3º: que si verificada la demarcación según el artículo constitucional resultaren las provincias
Altas separadas de esta república el gobierno a quien pertenecieren indemnizará al Perú los costos
causados en emanciparlas.
Otro militar español que se negó a acatar los términos de la capitulación fue José
Ramón Rodil quien, al mando de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao, se
mantuvo tercamente leal al rey de España. Como recordaremos, dicha fortaleza
había vuelto a poder realista en febrero de 1824. Bolívar acentuó el sitio de dicho
bastión, cortándole todo género de suministros, tanto por tierra como por mar.
Tras meses de empecinada resistencia, recién el 23 de enero de 1826, Rodil
aceptó capitular, entregando la Fortaleza al gobierno peruano. De 6 mil refugiados,
entre militares y civiles, salieron después de la rendición, 2400. Fueron los únicos
sobrevivientes de una acción desesperada por conservar el colonialismo. De ese
grupo, solo 400 eran militares. El general Rodil, el último paladín de los realistas
en Sudamérica, se embarcó hacia España en la fragata inglesa Briton. De esta
manera culminaba el proceso independentista de la América española. 73
Fin de la guerra y acontecimientos posteriores[editar]
Artículo principal: Guerra de Iquicha (1825-1828)