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Jon Sobrino

(Nació en Barcelona, 1938) Fue un jesuita, sacerdote y doctor en teología, es uno de los
grandes impulsores de la teología de la liberación. De origen español, Jon Sobrino cursó el
bachillerato en Indauchu y pasó luego a Centroamérica; estudió lenguas clásicas en Cuba y
posteriormente obtuvo la licenciatura en filosofía y una maestría en ingeniería mecánica en la
St. Louis University (Estados Unidos). Prosiguió su formación en Frankfurt, Alemania, donde
residió siete años y se doctoró en teología. En 1969 fue ordenado sacerdote. Establecido en El
Salvador desde 1972, ejerció la docencia en la Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas y entró en contacto con religiosos afines a la teología de la liberación, por entonces en
pleno desarrollo, entre los que figuraba el mismo rector de la Universidad, el también jesuita
Ignacio Ellacuría, que sería asesinado junto con otros jesuitas en 1989.

Importante figura de la teología de la liberación latinoamericana, su obra, manifiesta sus


profundas preocupaciones sociales y orienta el mensaje evangélico hacia un compromiso en la
lucha contra la pobreza y la injusticia. La amplitud de la obra de Sobrino y el impacto de la
Teología de la Liberación hacen suponer que el debate sobre estos y otros temas conectados
permanece esencialmente abierto fuera de la Iglesia Católica oficial.

El 11 de marzo de 2007 el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz dio a conocer la sanción
de la Congregación para la Doctrina de la Fe, contra Sobrino, la cual implica la prohibición de
enseñar en instituciones católicas -Sobrino es profesor de la Universidad Centroamericana de
El Salvador- y el retiro del nihil obstat (visto bueno eclesial) a sus obras. Consecuentemente
con la resolución de la Congregación de la Fe, las autoridades eclesiásticas quedarían
habilitadas para sancionar a Jon Sobrino con la prohibición de dar clases en centros eclesiales o
de publicar libros sin permiso previo de la autoridad eclesiástica.

Pregunta: "¿Qué es la Teología de la Liberación?"

La teología de la liberación es una corriente teológica cristiana integrada por varias vertientes
católicas y protestantes, nacida en América Latina que se caracteriza por considerar que el
Evangelio exige la opción preferencial por los pobres y por recurrir a las ciencias humanas y
sociales para definir las formas en que debe realizarse aquella opción.

Sencillamente, la Teología de la Liberación es un intento de interpretar las Escrituras a través


de la crisis económica de los pobres. Es en gran medida una doctrina humanista. Comenzó en
América del Sur en la turbulenta década de 1950 cuando el marxismo estaba haciendo grandes
ganancias entre los pobres debido a su énfasis en la redistribución de la riqueza y su promesa a
los campesinos pobres para compartir la riqueza de la élite colonial y así mejorar su situación
económica. Como una teología, tiene muy fuertes raíces católicas.

La Teología de la Liberación fue reforzada en 1968 en la segunda Conferencia Latinoamericana


de Obispos, que se reunió en Medellín, Colombia. La idea era estudiar la Biblia y luchar por la
justicia social en las comunidades cristianas (católicas). Puesto que el único modelo
gubernamental para la redistribución de la riqueza en un país sudamericano fue un modelo
marxista, la redistribución de la riqueza para elevar el nivel económico de los pobres en
América del Sur tuvo un sabor definido de marxista. Puesto que los que tenían dinero eran
muy reacios a desprenderse de él en cualquier modelo de redistribución de riqueza, una
rebelión populista fue alentada por los que trabajaban más estrechamente con los pobres.
Como resultado, el modelo de la Teología de la Liberación estaba sumido en el dogma marxista
y causas evolucionarias.
Como resultado de sus inclinaciones marxistas, la Teología de la Liberación según lo practicado
por los obispos y sacerdotes de América del Sur fue criticada en los años ochenta por la
jerarquía católica, del Papa Juan Pablo hacia abajo. La alta jerarquía de la Iglesia Católica acusó
a los teólogos de la liberación de apoyar a las revoluciones violentas y la lucha rotundamente
marxista de las clases. Esta perversión es generalmente el resultado de una visión humanista
del hombre siendo codificado en la doctrina de la iglesia por obispos y sacerdotes celosos y
explica por qué la alta jerarquía católica ahora quiere separarse a sí misma de la doctrina
marxista y de la revolución.

Sin embargo, la Teología de la Liberación ha cambiado de los campesinos pobres en América


del Sur a los negros pobres en América del Norte. Los Estados Unidos tiene ahora la Teología
de la Liberación Negra siendo predicada en la comunidad negra. Es la misma filosofía marxista,
revolucionaria, y humanista encontrada en la Teología de la Liberación Sudamericana y no
tiene más derecho a reclamar una base bíblica que tiene el Modelo Sudamericano. La falsa
doctrina es todavía falsa, no importa qué nombre está ligado a ella. De la misma manera que
se despertó el fervor revolucionario en América del Sur, la Teología de la Liberación está
intentando despertar el fervor revolucionario entre los negros en los Estados Unidos. Si la
iglesia en América reconoce la falsedad de la Teología de la Liberación Negra como la Iglesia
Católica lo hizo en el Modelo Sudamericano, la Teología de la Liberación Negra sufrirá el
mismo destino que la Teología de la Liberación de América del Sur; es decir, se verá como una
falsa doctrina humanista expresada en términos teológicos.

"La injusticia e inhumanidad crece en los países industrializados, la globalización de la


economía lleva claramente a la falta de solidaridad de nuestras sociedades. La teología de la
liberación en Latinoamérica es la primera alternativa contra el capitalismo. La mercantilización
global de todas las cosas. Ya no solo es una teología contextual latinoamericana, sino que, con
el desarrollo mencionado, se convierte en teología contextual universal". Uno de sus máximos
exponentes, el jesuita y mártir Ignacio Ellacuría reclama una nueva civilización, la civilización
de la pobreza, contrapuesta a la de la riqueza, puesto que ésta se ha revelado como un nuevo
Moloch que devora a las personas y el planeta. Ellacuría y Sobrino, comparan la muerte de
personas en el mundo pobre, en el sur, con el Siervo de Yaveh, y afirman que poseen una
santidad elemental, jesuánica.

La relación del cristianismo y la pobreza, ha sido fundamental para la historia y la difusión de la


religión en todos los tiempos. Apoyada a veces, criticada en otras ocasiones, la teología de la
liberación se ha dedicado a difundir el evangelio cristiano con un peculiar estilo al igual en
países en desarrollo que en aquellos menos favorecidos en lo económico, afirmando "la
necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con
miras a su liberación integral". "Esta opción, exigida por la realidad escandalosa de los
desequilibrios económicos en América Latina, debe llevar a establecer una convivencia
humana digna y fraterna y a construir una sociedad justa y libre".

Su filosofía es de condena a la situación de empobrecimiento que sostiene la pobreza y de


apego al pobre. Se atribuye el comienzo de la teología de la liberación a la publicación del libro
Teología de la liberación (1971) de Gustavo Gutiérrez Merino, sacerdote diocesano peruano
más tarde dominico, quien había sido uno de los consultores de la II Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968). Dado que en la Conferencia Episcopal del
CELAM en Medellín se había hecho énfasis en el compromiso de la Iglesia católica con los
pobres, el libro de Gutiérrez se interpretó como la respuesta y el detonante. Ese mismo año,
sacerdotes de villas populares ocuparon la Catedral de Santiago de Chile y extendieron un
lienzo en su frontis con la leyenda "junto con el pueblo y su lucha", acogiendo los principios de
la teología de la liberación, y dando forma a la Iglesia Joven.

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