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Guatemala, un espacio imaginario: Monterroso

y la literatura guatemalteca
An VanHecke
UNIVERSITEIT ANTWERPEN UIA

Los AUTORES EN EXILIO siempre han experimentado con varias formas de escritura a fin
de reconstruir, a través de la memoria, la ficción o la reinvención, la imagen de su país
de origen. A raíz de un exilio de más de cincuenta años en México, la Guatemala de
Augusto Monterroso parece haberse convertido en un espacio imaginario. El autor habla
poco de su exilio, así que en gran parte de su obra son escasas las referencias a
Guatemala 1. Sin embargo, su autobiografía Los buscadores de oro ( 1993) ha revelado el
deseo de recrear el país de su infancia, y nos incita a analizar las referencias a Guatemala
en toda su obra. Así descubrimos a menudo al autor escrutando el mapa, como si tuviera
que asegurarse de la existencia geográfica y real de Guatemala y de Centroamérica: «El
mundo conoce poco la historia de Centroamérica y apenas intuye su lugar en el mapa>?.
3
En otro texto llama a Guatemala «ese diminuto territorio, casi invisible en el mapa» , y
cuando nos confiesa en Los buscadores de oro su angustia al tener que trazar en la
4
escuela el dibujo de un mapa de Centroamérica según el modelo colgado en la pared ,
sospechamos que todos estos mapas monterrosinos simbolizan simultáneamente la
dificultad y la necesidad de ubicarse. ¿Cómo recrear entonces la imagen de Guatemala?
Los mapas guían, la memoria reinventa, pero uno de los caminos más fecundos es
indudablemente la lectura de autores guatemaltecos, y más precisamente de sus obras
sobre Guatemala. Si bien es cierto que Monterroso, según Ángel Rama, «ha puesto punto

1
Analizamos las siguientes obras de Augusto Monterroso: Obras completas (y otros cuentos),
México: Ediciones Era, 1990, 19591. La oveja negra y demás fábulas, Barcelona: Anagrama, 1991,
19691. Movimiento Perpetuo, Madrid: Alfaguara Bolsillo, 1999, 19721. Lo demás es silencio (La
vida y la obra de Eduardo Torres), ed. de J. Ruffinelli, Madrid: Cátedra, Letras Hispánicas, 1986,
19781. Viaje al centro de la fábula, México: Ediciones Era, 1989, 19811. La palabra mágica,
Barcelona: Muchnik Editores, 1985, 19831. La letra e (Fragmentos de un diario), Madrid:
Alfaguara, 1998, 19871. Los buscadores de oro, Barcelona: Anagrama, Narrativas hispánicas,
1993. La vaca, Madrid: Alfaguara, 1998. Incluimos en este estudio también los discursos de
Montyrroso, ya que los consideramos de alto nivel literario.
Augusto Monterroso, La letra e (Fragmentos de un diario), ed. cit., p. 280.
3
Augusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», La Jornada Semanal, México,
!
17 4, 1 de octubre de 1992, p. 18.
Augusto Monterroso, Los buscadores de oro, ed. cit., p. 43.

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final al mito del tropicalismo literario», siendo de Guatemala, «país de los quetzales, los
vibrantes huipiles, la suntuosa poesía maya, la verba inflamada de Miguel Ángel Asturias
5
[ ... ]» , creemos que al mismo tiempo Monterroso es digno descendiente de esta tradición.
Su largo exilio no le impide que la tradición literaria en la que se inscribe obstinadamente
en textos y discursos sea, entre otras, la guatemalteca, desde el Popal Vuh, pasando por
Rafael Landívar, José Batres Montúfar y Enrique Gómez Carrillo, hasta llegar a Miguel
6
Ángel Asturias y Luis Cardoza y Aragón . Es obvio que los autores guatemaltecos en
Monterroso, con referencias muy reducidas que varían entre 6 para Batres Montúfar y 12
para Asturias, quedan eclipsados por autores como Cervantes o Shakespeare, a los que
se menciona explícitamente en 70 y 30 ocasiones respectivamente. Sin embargo, por muy
limitada que sea, la presencia de los autores guatemaltecos no deja de intrigamos.
7
Monterroso suele rendirles homenaje en discursos pronunciados al recibir un premio ,
pero la importancia que les concede se deduce también de sus otros textos. Amy
Kaminsky estima que los escritores exiliados recuperan un sentido de lugar por medio del
lenguaje, creando un espacio ficticio o poético 8 . En el caso de Monterroso, esta
recuperación espacial no sólo se hace por medio de la escritura, sino también por medio
de la lectura. El siguiente análisis se centra pues en Monterroso como lector y crítico.
El Popal Vuh es a menudo el primer libro que surge al hablar de Guatemala.
Entrevemos en varios fragmentos un intento de reivindicar, con or~ullo, el lugar de
Guatemala en el mundo, por medio del libro sagrado de los mayas . También en su
discurso pronunciado al recibir el Premio Príncipe de Asturias expresa su admiración por
«el libro nacional de los quichés, mitológico y poético y misterioso» 10 . La resonancia
poética del Popal Vuh llega hasta los personajes de Miguel Ángel Asturias, que hablan
11
«como desde los remotos tiempos del Pofol Vuh» , y hasta Luis Cardoza y Aragón, al
1
que llama «heredero» del libro sagrado . Pero no termina ahí. Monterroso observa en
La letra e a Rumen Stoyanov recorriendo bibliotecas para poder traducir la versión

5
Ángel Rama, «Un fabulista para nuestro tiempo», Monterroso, ed. de J. Ruffinelli, Xalapa:
Universidad Veracruzana, Texto Crítico del Centro de investigaciones lingüístico-literarias, Anejo
1, 1966,p.24.
La selección de estos autores se basa en un cálculo estadístico. Son los más frecuentes en
la lista de todos los autores guatemaltecos citados en la obra completa de Monterroso. Se trata de
cifras absolutas: Popo! Vuh: 9, Landívar: 7, Batres Montúfar: 6, Gómez Carrillo: 7, Asturias: 12,
Cardoza y Aragón: 1O. Otros guatemaltecos menos frecuentes (pero no por eso menos interesantes)
son Berna! Díaz del Castillo («guatemalteco» según Monterroso), José Milla y Vidaure, Rafael
Arév~lo Martínez o Alaíde Foppa.
Es el caso para el Doctor Honoris Causa d~ la Universidad de San Carlos de Guatemala
(1996), el Premio Nacional de Literatura Miguel Angel Asturias (1997) o el Premio Príncipe de
Astu~as (2000).
Amy K. Kaminsky, After Exile. Writing the Latin American Diaspora, Minneapolis,
Lon~n: University ofMinnesota Press, 1999, p. 58.
Hf.ugusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», art. cit., p. 17.
Augusto Monterroso, «Discurso pronunciado por Augusto Monterroso el año 2000».
Premio Príncipe de Asturias de las Artes y las Letras, Internet, I 8 de diciembre de 2000,
http:/{'f':YW·fpa.es/esp/premios/discursos/2000letras.html: p. 2.
Augusto Monterroso, La palabra mágica, ed. cit., p. 48.
12
Augusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», art. cit., p. 18.

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castellana del Popal Vuh al búlgaro . Esto revela la atracción de la cultura maya y
demuestra que la literatura traspasa las fronteras gracias a las traducciones: del quiché al
español y del español al búlgaro. Las traducciones son para Monterroso juegos amenos
de la lengua en un movimiento sin fin, ya desde su origen, cuando «el primer indígena
cakchiquel [ ... ]le enseñó [a Thomás de Coto] que Vuh significaba Libro a cambio de
aprender que Libro era Vuh, en un (supongo que debió de haberlo sido) divertido
14
intercambio que aún no termina» . Este optimismo a nivel de los textos deja paso a un
tono serio, cuando, en el avión a Managua, Monterroso ve «pasar» Guatemala, en estado
de guerra, y defiende la causa popular «de los arrasados indígenas mayas y su Popal Vuh
. do por s1g
depos1ta . 1os en sus mentes» 15 .
Del lejano Popal Vuh saltamos al siglo XVIII, en el que el jesuita Rafael Landívar
compuso su Rusticatio Mexicana, según Monterroso, «el mejor poema mundial
16
neolatino» . En casi cada referencia a su compatriota, Monterroso reitera que Landívar
escribió esta obra durante su exilio en Bolonia, debido a la expulsión de los jesuitas de
América en 1767. No sorprende entonces que Monterroso compare su propio destierro
7
con el del poeta Landívar y que cite a veces algunos versos emotivos de la invocación
a la ciudad de Guatemala, destruida por el terremoto de 1773: «Salve cara parens, dulcis
18
Guatemala, salve [ ... ]» . Las citas de estos hexámetros, que aprendió de memoria siendo
joven, no sólo sugieren su pasión por el latín, sino también la trascendencia del poema.
Al insistir tantas veces en el carácter melancólico del texto, Monterroso nos revela algo
de LA propia melancolía que tiñe su obra.
A mediados del siglo XIX surge en Guatemala otra figura de gran valor para
Monterroso: José Batres Montúfar. Sus Tradiciones de Guatemala le impresionan tanto
que sólo puede hablar de ellas en superlativo: «obra maestra de la lengua española» 19 ,
20
escrita en «prodigiosas octavas reales» , compuestas de «elaboradísimos, perfectos,
insuperables e insuperados endecasílabos» 21 . Gran admirador de la literatura italiana,
Monterroso aprecia en esta obra la influencia de Boccaccio, Ariosto y Casti. En Batres
Montúfar, el «máximo poeta satírico de Guatemala» 22 , se encuentran además algunas
claves de interpretación para la destacada presencia de la sátira en Monterroso. Por ende,
no es nada extraño que el humor satírico y la tristeza, que en la obra monterrosina van tan
aparejados, se unan también en el poeta decimonónico a quien Monterroso califica varias
veces como el «triste» José Batres Montúfar.

~!Augusto Monterroso, La letra e (Fragmentos de un diario), ed. cit., p. 132.


15 lbid., p. 230.
16 Jbid., p. 154.
Augusto Monterroso, Los buscadores de oro, ed. cit., p. 15.
17
18
Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., p. 87.
19 !bid., p. 86.
Augusto Monterroso, «Guatemala va conmigo» (texto leído en la ceremonia del Premio
Literario Internacional del Instituto Italo-Latinoamericano), La Jornada, México, 2 de junio de
199321?· 24.
21
Augusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», art. cit., p. 18.
Augusto Monterroso, «Retomo del proscrito», La Jornada Semanal, México, 21 de julio
de 1996, Internet. 4 de agosto de 1998. http://www.ece.orst.edu/~rodrigfr/Tito/sem­
mont1woso2.html: p. 3.
Augusto Monterroso, «Guatemala va conmigo», art. cit., p. 24.

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Siempre han existido grandes escritores cuyas vidas extravagantes siguen siendo
fuente de inspiración. Enrique Gómez Carrillo, escritor modernista y sensual, a caballo
entre el siglo XIX y el XX, amante de Raquel Meller y Mata Hari, no puede faltar en el
universo literario de Monterroso. Su vida de bohemio parisino se asocia con la supuesta
bohemia del padre de Monterroso, comentada en Los buscadores de oro 23 . Las crónicas
de viaje de Gómez Carrillo sin duda han seducido a Monterroso, viajero impetuoso él
también. No sólo la vida de Gómez Carrillo es fascinante, sino también su obra, porque,
junto con Darío y Valle-Inclán, y a diferencia del pobre Henri Murger, Gómez Carrillo
logró «convertir sus días de bohemia en obras maestras que en mucho cambiaron el
24
destino de la literatura en nuestra lengua, y aún del idioma mismm> . Los elogios se
acumulan y se centran finalmente en el periodismo. Cuando Monterroso declara en 1981
que le gustaría escribir artículos para periódicos, añade que estaría «en buena tradición
guatemalteca», en la que incluye a Gómez Carrillo, que es más recordado como periodista
25
que como novelista . Al igual que muchos otros escritores latinoamericanos, Monterroso
opina que periodismo y literatura no se diferencian, y el argumento lo halla en el
periodismo de Gómez Carrillo que «con el tiempo se convierte en literatura del más alto
26
nivel» .
El reconocimiento del acervo cultural y literario de Guatemala se intensifica con un
autor como Miguel Ángel Asturias. Monterroso no esquiva la crítica velada al régimen
político cuando observa con ironía que «la exportación del cerebro de Miguel Ángel
Asturias le ha deJado a Guatemala beneficios más notables [que los plátanos], un Premio
7
Nobel incluido» . Monterroso aprecia en Asturias la recuperación del pasado indí¡ena
cuya magia sólo el poeta logra percibir en comunicación directa con la naturaleza2 • Lo
dificil, y tal vez lo hermético, de muchas obras de Asturias se explica al situarlo en un
contexto más amplio. Al contrario de Gómez Carrillo-a quien podríamos calificar de
eurocentrista-, Asturias, dice Monterroso,

con todo su amor por lo francés [ ... ] dedicó tanta atención a lo indígena, quiso
profundizar tanto en el alma de los primitivos habitantes de Guatemala, usó un
lenguaje tan enraizado en la idiosincrasia de los indígenas, que hoy a las mismas
clases medias guatemaltecas les resulta trabajoso leerlo y descifrarlo. En el abismo
de estos dos extremos se debaten nuestros escritores y críticos jóvenes. 29

30
En dos ensayos sobre El señor Presidente , Monterroso se fija sobre todo en la
alusión a Manuel Estrada Cabrera. Según Monterroso, uno de los valores de esta novela

;! !bid.,
25
Augusto Monterroso, Los buscadores de oro, ed. cit., pp. 80-85.
pp. 83-84.
Augusto Monterroso, Viaje al centro de la fábula, ed. cit., p. 92.
26
Augusto Monterroso, «Palabras de Augusto Monterroso (Ceremonia de la entrega de la
presa). Del periodismo a la literatura», La hora, Guatemala, 13 de diciembre de 1996, Internet. 4
de agptto de 1998. http://lahora.com.gt/13121996/paginas/cult8.htm: p. l.
Augusto Monterroso, Movimiento Perpetuo, ed. cit., p. 49.
28
Augusto Monterroso, La palabra m~gica, ed. cit., pp. 71-72.
29
Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., pp. 66-67.
30
Augusto Monterroso, La palabra mágica, ed. cit., pp. 45-48, 71-75.

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radica en haber demostrado que el señor Presidente «es apenas un ser que huye de su
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propio miedo erigiendo el miedo» . Además del valor ideológico, Monterroso parece
aún más atraído por otro: el poder de la palabra. Al citar las primeras palabras «Alumbra
lumbre de alumbre[ ... ]» refuerza el hechizo ya presente diciendo que son «palabras
infernales» como las del grito de Plutón en el Infierno de Dante: «Papé Satán, papé Satán
Aleppe!». Añade que es «la forma de expresión de un submundo que pugna por hacerse
32
oír, no por hacerse entendern . Monterroso, tan racional en otros textos donde trata de
descifrar, analizar y entender, se deja llevar aquí por la palabra poética sin pedir ni dar
explicaciones.
El recuerdo de Guatemala se vivifica cuando Monterroso evoca la figura de Luis
Cardoza y Aragón, con quien ha compartido el exilio en México. Hablar de Cardoza y
Aragón es hablar de su crónica Guatemala, las líneas de su mano de 1955. Al recordar
la década democrática de 1944 a 1954, Monterroso insiste en la famosa frase «Diez años
33
de primavera en el país de la eterna tiranía» . Monterroso admira mucho al «gran poeta,
34
ensayista y hombre íntegro, mi ami~o de muchos años» , cuya obra es «sutil, incisiva,
5
y de resplandeciente originalidad» . En un ensayo de La vaca opta casi por situar a
Cardoza y Aragón en un lugar intermedio entre Gómez Carrillo y Asturias, solucionando
así el dilema entre lo universal y lo local, pero se niega a hacerlo, porque finalmente el
universo de Cardoza y Aragón es distinto, complejo y dificil de aprehender, según
Monterroso 36 . La misma vacilación en ubicarlo se observa en la siguiente cita: «Quise
antes situarlo en Guatemala porque ésa es su tierra, y de ahí viene, y a él le gusta venir
de ahí; pero viene también del resto del mundm>3 7 . Monterroso no logra clasificar a
Cardoza y Aragón, pero quizá en él esté la prueba de que uno puede ser a la vez
guatemalteco y cosmopolita, sin caer en contradicciones.
Coincidimos con Dante Liano cuando considera: «En Guatemala no se puede escribir
impunemente, en ningún sentido de la palabra. Las sombras enormes de sus mayores
38
escritores imponen una calidad literaria que pocos pueden alcanzarn . Monterroso es
muy consciente del peso de estas sombras y las admira, pero al mismo tiempo
vislumbramos una diferencia entre su admiración por la tradición antigua y la que siente
por los contemporáneos. Respecto a la primera, hay encantamiento puro (el Popal Vuh),
intereses comunes (el latín de Landívar), influencias (la sátira de Batres Montúfar),
géneros afines (las crónicas de viajes y el periodismo de Gómez Carrillo). En cambio,
Asturias y Cardoza y Aragón son demasiado contemporáneos para poder hablar de
influencias, ni hay temas ni géneros comunes. Monterroso habla de ellos con un enorme
respeto y hasta con cierta distancia. Con asombro lee a Asturias, y muy humildemente

~~!bid., p. 73.
33 !bid., p. 72.
34
Augusto Monterroso, «Retomo del proscrito», art. cit., p. 1.
35 !bid.
Augusto Monterroso, «Palabras de Augusto Monterroso ... », art. cit., p. l.
36
37
Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., p. 67.
38 !bid., p. 68.
Dante Liano en Augusto Monterroso, ed. de W. H. Corral, Madrid: Ediciones de Cultura
Hispánica, 1997, p. 93.

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confiesa que los que no somos poetas «no alcanzamos a percibir» aquel mundo mágico
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del poeta con la misma plenitud . Si Monterroso nos habla del «lejano pero cada vez
más cercano Popal Vuh» º, podríamos parafrasear sobre el «cercano pero cada vez más
4

lejano Asturias». Pasa algo parecido con Cardoza y Aragón sobre quien admite que es
«una cumbre literaria inaccesible», «un ser misterioso y de lucidez diabólica», en una
41
palabra una «leyenda» . Sean autores del pasado o contemporáneos, el hecho es que
cada autor guatemalteco es integrado en el mundo de Monterroso bajo alguna forma de
homenaje, que implica a veces una identificación entre ambos, reforzada por el exilio que
la mayoría de ellos ha sufrido al igual que Monterroso.
La búsqueda de ubicación de Monterroso, señalada en la introducción, se refleja en
sus apreciaciones sobre los autores guatemaltecos. La cuestión geográfica de estos
exiliados--estar dentro o fuera, ser guatemalteco o cosmopolita-se vincula a la
polémica sobre el regionalismo o el universalismo de sus obras. Parece que Monterroso
busca en ellos respuestas a su propio desarraigo, a su vida dominada por la frase que
42
escribió en una pared en la Ciudad de Guatemala en 1944: «No me ubico» . La falta de
ubicación se percibe también respecto a su obra, dificil de clasificar bajo ningún género,
pero en cuanto surge entre los críticos la discusión entre regionalismo y universalismo,
nadie duda en llamar su obra universal. Monterroso sería el primero en haber dejado atrás
43 44
«todos los amarres vernáculos» y en haber roto con el modelo criollista . No rebatimos
esta tesis, pero al mismo tiempo queda claro que Guatemala está mucho más presente en
su obra de lo que se suele pensar, hasta en su obra de ficción. Sería conveniente, pues, ser
igual de escéptico y cauteloso que Monterroso cuando él se distancia de las dicotomías
demasiado restrictivas. En Monterroso, cualquier intento de delimitación entre
regionalismo y universalismo fracasa, tal vez porque su obra pertenece a una nueva
realidad descrita por Femando de Toro: «The object now is nomadic, cartographic,
45
rhizomatic. It is here and there at the same time» .
A fin de captar la imagen de Guatemala en Monterroso, resulta que, además de la
memoria y de la ficción, es imprescindible incluir su lectura de autores guatemaltecos,
porque forman parte de cierta conciencia de identidad nacional. Podemos concluir, por
un lado, que la lectura de estas obras, sean ficticias o no, refuerza el carácter imaginario

!~ Augusto Monterroso, La palabra mágica, ed. cit., p. 71.


Augusto Monterroso, «Retomo del proscrito», art. cit., p. 3.
41
Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., pp. 61 y 65.
42
Esta frase conlleva muchas interpretaciones (la referencia al dictador Ubico, la falta de
ubicación política de Monterroso, la brevedad ... ) y no queda claro que si Monterroso realmente
la escribió o si es una leyenda (algo que el mismo Monterroso sostiene). De todos modos la frase
empezó a teneruna vida propia, como vemos por ejemplo en José-Miguel Ullán, «Tampoco quiero
engañarlos». Prólogo a Augusto Monterroso. Cuentos, fábulas y Lo demás es silencio, México:
Alfa~ara, 1996, p. 18.
Sergio Ramírez, «La narrativa centroamericana», El Pez y La Serpiente, Nicaragua:
Institlí!º Nicaragüense de Desarrollo, 12, invierno 1972, p. 130. ,
Francisco Albizurez Palma, Grandes momentos de la literatura guatemalteca. Indice
biobi~~iográjico de la literatura guatemalteca, Guatemala: Ed. José de Pineda !barra, 1983, p. 42.
Femando de Toro, «Explorations on Post-Theory: New Times». Explorations on Post-
Theory: Toward a Third Space, F. de Toro (ed.), Madrid, Frankfurt: Vervuert, Iberoamericana,
1999, p. 11.

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de Guatemala en Monterroso, más aún porque la mayoría de estos escritores escribieron


sus obras desde el exilio. Por otro lado, la exploración intertextual de algunos autores a
través de todos los textos de Monterroso ofrece otra perspectiva de su obra. Por su
carácter fragmentario y por la gran diversidad de géneros, sus textos se estudian
generalmente por separado. Al considerar su obra en su conjunto y desde un ángulo
intertextual, se descubren varios hilos conductores, temáticos, estilísticos y otros, con
bases sólidas en la tradición.

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