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TOMO I
BAJO LA DIRECCIÓN DE:
MARÍA DORA MARTINIC G.
Y MAURICIO TAPIA R.
Arnoldo Wald
Profesor de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro*
“El contrato es un muerto que está bien, ubicándose en el centro de una batalla
política y filosófica que lo sobrepasa”.
(Philippe Jestaz, Rapport de sinthèse del coloquio sobre la crisis del contrato
realizado por la Universidad de Lille en 14.5.2001)
* Los editores agradecen al profesor Arnoldo WALD, que preparó esta contribución y
I. INTRODUCCIÓN
4 Jeremy RIFKIN, The age of access, New York, edición de Jeremy P. TACHER y G. P. PUTNAM ’S
SONS, 2002.
5 John KENNETH GALBRAITH, A era da incerteza (traducción brasileña), São Paulo, Pioneira,
1982.
6 Peter DRÜCKER, The age of discontinuity: guidelines to our changing society, New York,
mismo autor, A era da transformação (traducción brasileña), São Paulo, Makron BOOKS, 1997, y, aún,
Karl POLYANI, La grande transformation (traducción francesa), París, Editions Gallimard, 1983, así
como Francis Fukuyama, A grande ruptura (traducción brasileña), Río de Janeiro, Rocco, 2000.
8 Frances CAIRNCROSS, The death of distance, Boston, Harvard Business School Press, 1997,
p. 303.
9 Ilya PRIGOGINE, La fin des certitudes, Paris, Editions Odile Jacob, 1996.
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10 Peter DRÜCKER, Post-capitalist society, New York, Harper Business, 1993, p. 232.
11 Alvin TOFFLER, A empresa flexível (traducción brasileña), São Paulo, Record, 1985.
12 Arnoldo WALD, “O governo das empresas”, in Revista de Direito Bancário, do Mercado de
13
Art. 154 de la ley (brasileña) Nº 6.404 de 1974.
14
Robert B. REICH, The work of nations, New York, Vintage Book, 1992; Frederic L. PRIOR,
The future of U.S. capitalism, New York, William MORROW and Cy, Inc., 1996, y J. Rogers
HOLLINGSTWOTH y Robert BOYER (organizadores), Contemporary capitalism, Cambridge, Cambridge
University Press, 1997.
15 Peter DRUCKER, “The next society”, in The Economist, suplement especial, 03.11.2001, p. 3.
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elemento fundamental del cambio en las economías capitalistas, decurrentes del desplazamiento de
un producto o de un proceso tecnológico, en virtud de la actuación de un empresario que, de esa
forma, substituye aquél que anteriormente dominaba una cierta área del mercado. A ella también
se refiere Robert Heilbroner (Twenty-first century capitalism, UCL Press, 1992, p. 38).
578 ARNOLDO WALD
18Rudiger DORNBUSCH, “Não dê a nova economia como morta”, in Folha de São Paulo de
11.6.2000, p. A3.
19 Eric HOBSBAWN, entrevista intitulada “Sociedade de incertezas”, in Folha de São Paulo de
11.6.2000.
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el Estado y las empresas privadas, entre los proveedores, unos con los otros
o con consumidores, entre empresas de países distintos, entre distribuido-
res de mercancías, entre instituciones de fin lucrativo u otras sin esa fina-
lidad20 .
29. Otro efecto relevante de las recientes transformaciones econó-
micas fue el surgimiento de una verdadera revolución cultural, en
virtud del abandono del texto escrito y firmado manualmente como
siendo el único documento vinculante del punto de vista jurídico.
Efectivamente, la idea del texto escrito está relacionada al origen de la
historia de la humanidad, pues hasta los Diez Mandamientos presupo-
nían un texto escrito. Cuando la inscripción se hacía en la piedra, en el
papiro o en el papel, a mano o utilizando la impresión, el documento
escrito y firmado era condición básica de cualquier pacto, compromiso
o contrato que se revistiera de importancia y seriedad. Por más relevan-
tes que pudiesen ser las palabras rituales, que eran exigidas, en nume-
rosos casos, en el derecho antiguo, y que actualmente sólo son impera-
tivas en casos excepcionales (como el del artículo 1535 del Código
Civil brasileño de 2002, que se refiere al casamiento), el documento
escrito se convirtió, desde hace muchos siglos, en la principal forma de
manifestación de las partes. Así, el acto de declaración de voluntad de
los contratantes figuraba siempre en un documento por ellos subscripto.
La nueva economía, admitiendo la firma electrónica y los e-mails,
constituyó, pues, una modificación cultural de gran importancia, con
reflejos en la propia formación y educación de las nuevas generaciones,
pasando a exigir profunda alteración legislativa.
30. Finalmente, es necesario señalar que no hay antagonismo, pero
simple complementación entre la nueva y la vieja economía. Es lo que se
evidencia por medio de la utilización de los instrumentos de la nueva
economía por empresas tradicionales y, además, por la fusión o incorpo-
ración, especialmente en el ámbito de la información y del ocio, de
entidades pertenecientes, cada una, a uno de esos dos grupos (de la nueva
y de la vieja economía). Se puede afirmar, así, que existe un puente, una
especie de simbiosis, cada vez más amplia, entre las dos economías, pues
en una –la vieja– se da mayor énfasis al pasado de la empresa y a sus bienes
materiales actuales, mientras que en la otra –la nueva– se valora básica-
mente su participación de mercado y su creatividad, su capacidad de
21 Peter DRÜCKER, “Além da revolução da informação”, in Management Nº 18, en-feb. 2000, p. 55.
22 Jeremy RIFKIN, op. cit., pp. 105 et seq.
EL NUEVO CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO Y EL SOLIDARISMO CONTRACTUAL 581
36. Surge, así, una nueva visión del derecho en la cual prevalece el
derecho de no ser excluido, o sea, el derecho de acceso y el consecuente
poder de usar el bien, pasando la propiedad a tener una importancia
relativamente menor y estableciéndose una interdependencia entre los
varios usuarios de la misma cosa. La nueva libertad consiste, pues, en tener
autonomía para usar el bien, con o sin exclusividad y de acuerdo con
criterios propios, en cada caso, considerando la finalidad económica del
objeto sobre el cual recaen los derechos23.
37. La transposición, en el campo jurídico, de la transformación de la
economía piramidal en economía de red fue interpretada de modo aún más
amplio. Así, en reciente obra, François Ost y Michel Van de Kerchove
vislumbraron un mundo futuro en el cual las soberanías serán relativas y
adoptarán un pluralismo de valores. Habrá una pirámide, que, sin embargo,
no será sinónimo de tiranía, o sea, una trascendencia sin dogmatismo, sin
que el predominio de las redes lleve al caos o a la inseguridad jurídica24.
38. Para los mencionados autores, la doctrina de Hans Kelsen, que
concibió las normas jurídicas como constituyendo una pirámide, se basó
en un mundo caracterizado por el orden y por la estabilidad, en el cual
prevalecían la soberanía, en las relaciones internacionales, y el orden
jurídico estatal del Estado de derecho, en el plano interno. Tenía sentido,
en aquella época, la concepción de las normas que se confundía con el
propio Estado25.
39. Los cambios que el mundo sufrió hicieron que sociólogos y juristas
reconocieran una alteración básica en las relaciones jurídicas. Mientras, en
la filosofía, se pasaba de los conceptos absolutos a los relativos, adoptándose
las varias formas de pluralismo, y Einsten revolucionaba la geometría
euclidiana y la física de Newton, introduciendo su teoría de la relatividad,
el derecho también cambió sus paradigmas. Lo que ocurrió fue una especie
de “mutación genética”, en virtud de la cual el paradigma jurídico tradicio-
nal (la pirámide kelseniana) pasó a ser superado por lo que se denominó
“una multiplicación de conceptos híbridos”, o sea, un “pluralismo jurídi-
co”, decurrente de la complejidad y creciente democratización de la
sociedad.
40. Para François Ost y Michel Van de Kerchove, ocurrió también un
cambio de valores, pasando el derecho a cultivar no sólo la seguridad
“Resulta más fácil sustituir, en las usinas, material envejecido por máquinas
nuevas que sustituir un aparataje jurídico tradicional por el nuevo orden
jurídico”.
Georges Ripert29
26
François OST y Michel VAN DE KERCHOVE, op. cit., p. 15.
27
François OST y Michel VAN DE KERCHOVE, op. cit., p. 26.
28 François OST y Michel V AN DE KERCHOVE, op. cit., p. 39.
29 Georges RIPERT, Aspectos jurídicos do capitalismo moderno (traducción brasileña), Río de
“No debemos permitir que nuestro pasado, por más glorioso que sea, interfiera
en nuestro futuro”.
Charles Handy30
47. Nuevas fórmulas jurídicas tendrán que ser creadas, otros equili-
brios deben ser encontrados, en el campo de los contratos, de la familia, de
la sociedad y del propio Estado, para que el derecho no se convierta en una
especie de camisa de fuerza que impida la buena utilización de nuevas
tecnologías y de la propia globalización, debiendo, al contrario, ser
construido y garantizado un clima de cooperación, dominado por la ética
entre hombres y países. Se trata de sustituir las murallas que protegían las
ciudades, en el pasado, por puentes que aproximen los individuos, las
empresas y las naciones.
48. Como desapareció el mundo de la seguridad que aparentemente
existía a fines del siglo XIX35, en el momento en que fue concebido el
proyecto del Código Civil brasileño de 1916, hubo que hacer una adapta-
ción a las condiciones del siglo XXI, a través de la elaboración y
promulgación del nuevo Código brasileño de 2002, manteniendo lo que se
consideraba duradero y que podía permanecer, abandonándose lo que se
había tornado obsoleto y creando las nuevas estructuras jurídicas que la
sociedad exigía.
49. Si la revolución económica y tecnológica es innegable, cabe al juez
acompañarla, reviendo incluso las premisas de la dogmática jurídica. Debe
reconocer los cambios que están ocurriendo y adoptar las nuevas medidas
que se imponen en un mundo en el cual muchas de las situaciones
conflictivas del pasado, entre naciones, empresas e individuos, están
siendo sustituidas por acuerdos y partenariados, por ellos realizados en
nombre del interés común, que exige nuevas reglas jurídicas.
50. En el campo profesional, las universidades se unen a las empresas;
magistrados y abogados se encuentran con profesores y congresistas para
intentar, por medio de soluciones consensuales, encontrar los nuevos
caminos que, también en el ámbito del derecho, Brasil necesita implantar,
con urgencia y coraje, para dejar de ser el país del futuro36 y de las
esperanzas, y pasar a ser el de las realizaciones37.
51. Del mismo modo que el nuevo capitalismo se caracteriza por la
existencia de una “destrucción creadora” en el ámbito económico, se puede
pensar que el nuevo derecho se caracteriza por una verdadera creación o
construcción. Esta, según el caso, complementa o sustituye las normas
vigentes o la interpretación que la doctrina y la jurisprudencia le daban, o
35
Stefan ZWEIG, O mundo que eu vi, Río de Janeiro, Guanabara, 1942, pp. 15 et seq.
36
Stefan ZWEIG, Brasil, país do futuro, traducción de Odilon Gallotti, Río de Janeiro,
Guanabara, 1941, p. 323.
37 Ivan PEDRO DE MARTINS, O amanhã é hoje, Río de Janeiro, Record, p. 197.
EL NUEVO CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO Y EL SOLIDARISMO CONTRACTUAL 585
41Es un motivo que explica la razón por la cual la globalización posibilitó la aplicación
generalizada del derecho anglo-americano en los contratos internacionales. En seminario realizado
en París y organizado por el Senado Francés, se destacó que la modernización del derecho pasó a
ser un factor de competitividad económica (Les Echos, 7.3.2000).
42 Arnoldo WALD, “Novas perspectivas da empresa”, in Digesto Econômico, feb. 1995, pp. 2
et seq.
EL NUEVO CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO Y EL SOLIDARISMO CONTRACTUAL 587
43F. C. DE SANTIAGO DANTAS, “Nova dogmática jurídica”, in Revista Forense, n. 98, p. 293.
44F. C. DE SANTIAGO DANTAS, “Evolução contemporânea do direito contratual”, in Revista
Forense, n. 139, pp. 5-12, y René DAVID, Traité élémentaire de droit comparé, Paris, Librarie
Générale de Droit et de Jurisprudence, 1950, p. 328.
588 ARNOLDO WALD
nomía de la voluntad fue, poco a poco, siendo substituida por las concep-
ciones socialistas y solidaristas que hacían tanto de la propiedad como del
contrato verdaderas funciones sociales46.
71. En consecuencia, surgieron, paulatinamente, las limitaciones tanto
a la libertad de contratar, como a la libertad contractual, o sea, a la deter-
minación del contenido del contrato. Aunque se mantuviese, como regla
general, la libre manifestación de la voluntad individual, con la posibilidad
de creación de los más variados contratos innominados, atípicos y mixtos,
el legislador, ampliando el área del orden público económico, fue restrin-
giendo el contenido de la autonomía de la voluntad en determinadas áreas
de negocios jurídicos.
72. La libertad, en el ámbito contractual, viene sufriendo amplias
restricciones, especialmente con respecto a la facultad de establecer el con-
tenido del contrato (libertad contractual), pues muchos son actualmente los
contratos de adhesión, cuyo texto depende de la previa aprobación de los
organismos gubernamentales o en los cuales el adherente, tratándose de
contratos de masa, no tiene condiciones de discutir las cláusulas. Con
relación a la libertad de contratar, ésta viene siendo mantenida en términos
generales, aunque, en determinados casos, el hecho de dejar de vender cier-
to producto puede constituir infracción a la ley, por considerar el sistema
legislativo vigente tales omisiones como contrarias al orden económico.
73. En tesis, la libertad contractual sufre restricciones únicamente en
virtud del orden público, que representa la proyección del interés social en
las relaciones interindividuales. El ius cogens, el derecho imperativo,
defiende las buenas costumbres y la estructura social, económica y política
del país. En determinada fase, la injerencia del orden público con relación
a los contratos se notaba solamente, o principalmente, a través del combate
a la usura. Así, por ejemplo, las leyes medievales prohibieron las diversas
formas de agio. Respecto a los otros contratos, las limitaciones, hasta el
siglo XIX, eran en menor número.
74. La hipertrofia del Estado llevó, sin embargo, el derecho al dirigismo
contractual, expandiéndose el área de las normas de orden público desti-
nadas a proteger los elementos económicamente débiles, favoreciendo el
empleado, por medio de la creación del derecho laboral, el inquilino, con
la legislación sobre locaciones, y el consumidor, por medio de una
legislación específica en su favor. Desde otro punto de vista, el dirigismo
46 Léon DUGUIT, Les transformations générales du droit privé depuis le code Napoléon, 2ª ed.,
reimpresión de la edición de 1920, París, La mémoire du droit, 1999, pp. 112 y 113, que se inspira
en las lecciones de Émile DURKHEIM, pp. 26-27.
590 ARNOLDO WALD
47 René DEMOGUE llegó a caracterizar la relación entre el acreedor y el deudor como siendo un
verdadero microcosmos, una sociedad en la cual ambas partes deben trabajar para atingir un fin
común, surgiendo entre ellos un deber de colaboración (René DEMOGUE, Traité des obligations en
général, Paris, Librairie Arthur Rousseau, 1931, t. VI, n. 3, p. 9).
48 J. MESTRE, “L’évolution du contrat en droit privé français”, in L’évolution contemporaine
des contrats, Journées Savatier de 1985, Paris, Presses Universitaires de France, 1986, pp. 45 et seq.;
Cathérine GHIBIERGE GUELFUCCI, “Libres propos sur la transformation du droit des contrats”, in
RTDCiv., n. 2 de 1997, pp. 357 et seq.; Denis MAZEAUD, “Loyauté, solidarité, fraternité: la nouvelle
devise contractuelle”, in L’avenir du droit, Paris, Dalloz, 1999, pp. 603 et seq.
592 ARNOLDO WALD
Pasa a ser vínculo entre las partes, por ser obra común de las mismas, y, por
otro lado, entidad constituida por un conjunto dinámico de derechos,
facultades, obligaciones y eventuales otros deberes, que evoluciona como
la vida, de acuerdo con las circunstancias que condicionan la actividad de
los contratantes, o sea, del contexto en el cual actúan los contratantes.
84. Así, en vez del contrato irrevocable, fijo, estático y cristalizado de
ayer, conocemos un contrato dinámico y flexible, que las partes deben
adaptar para que él pueda sobrevivir, superando, incluso por medio del
eventual sacrificio de algunos de los intereses de los contratantes, las
dificultades encontradas durante su existencia. La plasticidad del contrato
transforma su propia naturaleza, haciendo que los intereses que, en el
pasado, eran divergentes sean ahora convertidos en un verdadero
partenariado, en el cual todos los esfuerzos son válidos y necesarios para
hacer subsistir el vínculo entre los contratantes, respetándose, evidente-
mente, los derechos individuales, o sea, la estructura y el equilibrio econó-
mico iniciales.
85. Dentro de ese concepto de partenariado, se admite la anulación del
contrato por lesión, su resolución o su revisión en virtud de la excesiva
onerosidad, la eventual cesión del contrato y la asunción de la posición
contractual, la oponibilidad de las cláusulas contractuales a terceros no
contratantes, la vinculación o la relación de dependencia que se establece
entre contratos conexos y subordinados unos a los otros49, incluso con la
posible sustitución de cláusulas y la mitigación de las sanciones. El
Supremo Tribunal Federal brasileño admitió que determinados contratos
estaban tan relacionados unos con los otros que podrían ser considerados
como verdaderos “hermanos siameses50”.
86. Se trata de una nueva concepción del contrato, ya ahora como ente
vivo, como vínculo que puede tener un contenido variable, complementa-
do por las partes, por árbitros o hasta por el Poder Judiciario, y, en el cual,
al contrario de lo que solía ocurrir, la eventual nulidad o sustitución de una
cláusula no pone necesariamente en peligro toda la estructura de la relación
jurídica. Esas modificaciones surgieron tanto en la jurisprudencia como en
virtud del trabajo doctrinario realizado por la extensión que se dio al
n. 81, y Estudos e pareceres de direito comercial, São Paulo, Revista dos Tribunais, 1979, pp. 184
et seq.
EL NUEVO CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO Y EL SOLIDARISMO CONTRACTUAL 593
51 Judith MARTINS-COSTA, A boa-fé no direito privado, São Paulo, Revista dos Tribunais, 1999,
y Arnoldo WALD, “La bonne foi dans l’exécution du contrat, rapport brésilien”, in Travaux de
L’Association Henri Capitant, XLIII, La bonne foi, (journées louisianaises), Paris, Litec, 1994, pp.
252-264.
52 Arnoldo WALD, “O equilíbrio econômico e financeiro no direito brasileiro: a contribuição
do professor CAIO TÁCITO”, in Carlos Alberto MENEZES DIREITO (org.), Estudos em homenagem ao
Prof. CAIO TÁCITO, Río de Janeiro, Renovar, 1997, pp. 75-97.
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“el contrato es más o menos obligatorio, más o menos oponible (a terceros), más
o menos sinalagmático o más o menos aleatorio y una nulidad o una resolución
es más o menos extensa53”.
de voluntad, pero simple ratificación y especificación de los planes quinquenales. Las sanciones
también no son pecuniarias, pero disciplinares y penales siendo las infracciones consideradas como
formas de sabotaje de la economía nacional (René DAVID, ob. cit., pp. 326 a 330).
EL NUEVO CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO Y EL SOLIDARISMO CONTRACTUAL 595
94. Ya en el inicio del tercer milenio, hay que reconocer que el contrato,
para sobrevivir, exige que se le dé, además de su función económica, una
función social y una nueva estructura, extrayéndose de ellas las consecuen-
cias necesarias. Efectivamente, el número de excepciones a la aplicación
de los principios generales del contrato clásico ya alcanza un nivel que no
permite más hacer con que prevalezcan solamente las reglas generales que
existían anteriormente bajo pena de posibilitar el predominio de la ficción
sobre la realidad.
derechos que también se incluyen entre los bienes– sin el debido proceso
legal (due process of law). Con esa interpretación, que es la única aceptable
en nuestro régimen constitucional, la innovación del nuevo Código no
pone en riesgo la supervivencia del contrato, como manifestación de la
voluntad individual y acuerdo entre las partes interesadas para alcanzar un
determinado objetivo, por ellas definido en todos sus aspectos, desde que
respetados el equilibrio contractual y el orden público.
98. Sin embargo, hay que señalar que la función social del contrato no
debe ser interpretada como protección especial del legislador con relación
a la parte económicamente más débil. Significa la manutención del
equilibrio contractual y el servicio a los intereses superiores de la sociedad
que, en determinados casos, pueden no coincidir con el del contratante que
adhirió al contrato y que, por eso, no ejerció plenamente su libertad
contractual. Así, en reciente decisión, el Poder Judiciario reconoció que
también el adherente a un contrato de adhesión, del cual participan diversas
otras personas, debe aceptar ciertos sacrificios para que los demás intere-
sados no tengan un perjuicio mayor. La idea básica es, pues, servir a los
intereses sea de la propia sociedad, sea de un grupo mayor de interesados,
sea de uno de los contratantes que no puede sufrir las consecuencias de un
comportamiento abusivo del otro.
99. Es, por lo tanto, necesario distinguir la función social del contrato
de la mayor protección dada a la parte económicamente más débil, a pesar
de que, en ambos casos, las consecuencias de esas situaciones pueden ser
idénticas. El cumplimiento de la función social, en el área del derecho civil
no constituye, pues, una especie de acción afirmativa en virtud de la cual
los intereses del contratante más débil tuviesen que merecer mayor
protección. Significa únicamente que la finalidad del contrato no debe ser
distorsionada en interés de una de las partes y en detrimento de la otra. En
ese particular, la posición del derecho civil es equilibrada y no se confunde
con la adoptada sea por el derecho laboral, sea por el derecho del
consumidor, como veremos, a seguir, al analizar los efectos tanto de la
buena fe como de la excesiva onerosidad.
100. En una interpretación auténtica, el Profesor Miguel Reale acaba de
aclarar el sentido exacto de la función social del contrato, afirmando que:
abiertas propicias a soluciones equitativas y concretas. No hay duda que fue esa
tercera opción la preferida por el legislador del Código Civil de 200255”.
B) La lesión
55 Miguel REALE, “Função social do contrato”, in O Estado de São Paulo de 22.11.2003, p. A.2.
56 Christophe JAMIN, “Quelle nouvelle crise du contrat”, in La nouvelle crise du contrat, op. cit.,
p. 19.
598 ARNOLDO WALD
D) El solidarismo contractual
E) La revisión contractual
61 Arnoldo MEDEIROS DA F ONSECA, Caso fortuito e teoria da imprevisão, 3ª ed., Río de Janeiro,
Forense, 1958.
62 Arnoldo WALD, A cláusula de escola móvel, São Paulo, Max Limonad, 1956, pp. 63 et seq,
y del mismo autor, Aplicação da teoria das dividas de valor, Río de Janeiro, Ed. Nacional de Direito,
1958, pp. 19 a 37.
EL NUEVO CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO Y EL SOLIDARISMO CONTRACTUAL 603
F) La buena fe
québécois” in Le contrat au début du XXIe siècle, études offertes à Jacques Ghestin, Paris, LGDJ,
2001, pp. 29 et seq., y Georges FLÉCHEUX, “Renaissance de la notion de bonne foi et de loyauté dans
le droit des contrats”, en la misma obra, pp. 341 et seq. En el mismo sentido el relatorio de Diana
Dankers-Hagenaars sobre la buena fe en la ejecución de los contratos en derecho holandés, in La
bonne foi, anales de las Jornadas Henri Capitant de 1992, Paris, Litec, 1994, pp. 311 et seq.
64 Miguel REALE, O sentido do novo Código Civil, un proyecto especial de la Editora Brasil
“Hace medio siglo, les bastó a los jueces alemanes la regla legal de que los
contratos se ejecutan de buena fe para que en ese contexto firmaran la concesión
de revaloración de deudas, forzando al legislador a la disciplina del tema65”.
dominado por la lealtad, solidariedad y fraternidad (art. ya citado). Philippe JESTAZ opone la lealtad,
conmutatividad y cooperación, como fundamentos básicos de los acuerdos entre las partes (La
nouvelle crise du contrat, op. cit., p. 246).
67 Clóvis COUTO E SILVA, A obrigação como processo, São Paulo, José Bushasky ed., 1976, p.
VII. CONCLUSIONES
70 Louis JOSSERAND, “Aperçu général des tendances actuelles de la théorie des contrats”, in
Luiz OLAVO BAPTISTA y otros, Direito e comércio internacional: tendências e perspectivas (Estudos
em homenagem a Irineu Strenger), São Paulo, Ltr, 1994, p. 306, y A. V. M. Struycke, “La Lex
Mercatoria dans les contrats internationaux”, in L’évolution contemporaine du droit des contrats
(Journées René Savatier de 1985), Paris, Presses Universitaires de France, 1986, p. 207.
608 ARNOLDO WALD
76Grant GILMORE, The death of contract, 2ª ed., Columbus, Ohio State University, 1995.
77P. S. ATIYAH, The rise and fall of freedom of contract, Oxford, Clarendon Press, 1979.
78 Georges RIPERT, Le déclin du droit, Paris, Librairie Générale de Droit et de Jurisprudence,
1949.
79 Philippe JESTAZ, op. cit., p. 259.
80 Grant GILMORE, op. cit., p. 112.
81 René SAVATIER, Les métamorphoses économiques et sociales du droit civil d’aujourd’hui,
83 Arnoldo WALD, Obrigações e contratos, 15ª ed., São Paulo, Malheiros, pp. 625 et seq.
84 Gustav RADBRUCH, Relativismo y derecho traducción española, Bogotá, Temis, 1999, p. 74.
610 ARNOLDO WALD
85 Stefano RODOTÀ, “Ideologia e tecnica della riforma del diritto civile”, in Rivista di Diritto