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West side story

Confieso que no vi la versión original de 1961 dirigida por Robert Wise y Jerome Robins así que
no puedo poner un punto de comparación con esta nueva versión dirigida por Steven Spielberg.
Lo que sí puedo decir son algunos detalles que me parecieron valiosos y notables de esta
propuesta que la convierten no solo en una gran película de su director sino también en un gran
musical, tal vez el mejor de los últimos años.

El primer detalle es que sorprende que recién a esta altura, con más de cincuenta años de
carrera, Spielberg se haya atrevido a embarcarse en un musical. Si es cierto que su cine siempre
conto con secuencias musicales, pero no deja de ser llamativo. Hay también algo de capricho en
su decisión de hacer una remake de esta película, pero tampoco se puede negar que la
experiencia dada por los años termino generando una obra que se siente fluida y cuyo ritmo y
timing envidiaría el mismo Edgar Wright, un director obsesionado con el musical que con Baby
driver (2017) hizo uno encubierto que lamentablemente terminaba siendo fallida por repetir
Menciono a Wright, porque ambas películas comparten a Ansel Elgort, actor que logra darle
corporiedad y presencia a su personaje, sino vean el primer encuentro con Maria en un baile en
el gimnasio. Que sea más alto que su interés romántico (la increíble Rachel Zegler) no lo veo
como un problema teniendo en cuenta que se trata de una película que trabaja sobre la idea de
las distintas barreras que deben romper los protagonistas.

Si su historia de amor funciona es porque Spielberg no necesita subrayarla constantemente. De


hecho necesita solo una escena y una mirada entre los dos personajes para que lo entendamos.
En épocas de series y de constante desarrollo de personajes volver a la simpleza de que un
plano diga todo es valioso. Spielberg no se corre del guion original, y esa decisión termina
siendo una toma de posición ante el cine moderno. A su vez la película derrocha la marca
autoral de su director, el detective que separa a ambas bandas remite a Tom Hanks en Catch
me if you can (2002) y ese barrio destruido donde transcurre la trama recuerda al de Ready
player one (2019)

Pero sobre todo West side Story opera de manera contraria al musical más famoso de los
últimos tiempos. Me refiero a La La Land que venía a demostrar porque los musicales ya no
podian hacerse hoy en día (por falta de actores o por falta de directores que conozcan el
género). La La Land era una película que hablaba sobre la muerte del musical, que se apoyaba
en una historia de amor infantil y bastante superflua y que sobre todo copiaba todo de los
grandes musicales para construir su mundo. Si había algún momento bello era de casualidad,
algo que resultaba irónico teniendo en cuenta el background como músico de su director
Damien Chazelle. En fin se trataba más de una de esas películas evento homenaje al cine. Por
suerte en West side story sin necesidad de alarde, ni actores convocantes demuestra que hay
gente que puede hacer musical con ritmo, fluidez y emoción.

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