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Servicio Bíblico Latinoamericano

Semana del 4 al 10 de Noviembre de 2018 – Ciclo B

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Domingo 4 de noviembre de 2018


31º ORDINARIO
Carlos Borromeo (1584)

Dt 6,2-6: Amarás al Señor con todo el corazón


Salmo 17: Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza
Heb 7,23-28: Tiene el sacerdocio santo
Mc 12,28b-34: No estás lejos del Reino

E n las estepas de Moab, Moisés da sus últimas instrucciones al pueblo que se prepara
para entrar a la tierra de Canaán. Atrás quedó Egipto, debió quedar. Y atrás quedó
también el desierto donde supuestamente el pueblo tuvo que haber aprendido muchas
cosas que tendrán que ser muy útiles para su proyecto como pueblo en la tierra de la
libertad. Egipto será un lugar para nunca volver, al desierto será necesario volver
cuando el pueblo olvide o pierda su horizonte ya que ése es el espacio ideal para el
reencuentro con su Dios, para dejarse reconquistar por él (cf. Os 2,14). Aquí, pues, en
su despedida, Moisés insiste en lo más importante para que el pueblo tenga vida:
cumplir las instrucciones y normas que el Señor ha dado. El texto del Deuteronomio
que leemos hoy es el alma, la guía, la hoja de ruta que Israel no puede descuidar ni
cambiar por otra cosa so riesgo de perderse y perecer como nación. La connotación en
hebreo del verbo shemá lleva implícito el imperativo de obedecer, poner en práctica, y
eso era lo que tenía que haber hecho el pueblo: escuchar obedeciendo, escuchar
poniendo en práctica.
La redacción de este pasaje, aunque aparenta ser de una época previa a la
conquista y posesión de la tierra, en realidad es de una época en la cual Israel ha
probado y experimentado en carne propia lo que significa no escuchar poniendo en
práctica los mandatos y preceptos del Señor. Estamos en la llamada época del post-
exilio, Israel ha pasado por las experiencias históricas más crueles y difíciles:
desaparición del sistema solidario tribal, aparición de la monarquía (punto de partida de
todos sus pecados), división del reino, destrucción de ambos reinos, deportación... En
todo momento Israel fue instruido por medio de los profetas que siempre lo invitaban a
reorientar su camino, pero la queja de Dios fue siempre constante: «Israel no me
escucha» (Sof 3,2), no me obedece, va camino a la perdición...
Las experiencias históricas obligan a Israel a aprender qué significa escuchar a su
Dios y poner en práctica su Palabra, su instrucción. Con base en todo lo que le ha
pasado, Israel descubre que los mandatos del Señor no buscan atarlo, cerrarle horizontes
ni poner a todo un pueblo bajo la dirección de un Dios caprichoso. No es un Dios
cualquiera el que libre y espontáneamente ha optado por este pueblo, es un Dios de
Vida que sólo busca orientar al pueblo por sendas de vida. Israel no entendió siempre
así el propósito de Dios y se fue detrás de otros dioses, y cuando se metió en el proyecto
de otras divinidades empezó a perderse, se confundió y resultó siendo peor que otros
pueblos que no conocían al verdadero y único Dios. Así pues, después de sobrevivir a
las más duras experiencias, Israel vuelve a recordar cuál era desde el principio la
propuesta de su Dios: amarlo sólo a él, buscarlo sólo a él y no confiarse de ninguna otra
propuesta por más llamativa que fuera para no volver a caer en un fracaso peor.
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El evangelio nos presenta la versión «marquiana» (de Marcos) de la pregunta a


Jesús sobre el mayor y más importante de los mandamientos. La versión mateana (Mt
22,34-40) tuvimos oportunidad de reflexionarla hace unos días. Ambas versiones están
ubicadas en el mismo contexto de la discusión de los saduceos con Jesús a cerca de la
resurrección de los muertos. Cuando los fariseos ven que Jesús ha callado a los
saduceos, se juntan con los escribas para ponerlo ellos también a prueba, pensarán que
con ellos tal vez no saldrá tan bien librado. Y es que «pasar el examen» con los fariseos
y maestros de la ley, seguramente no era fácil dado que para ellos la ley no era sólo
aquella que Dios había dado a su pueblo por medio de Moisés, recordemos que en
tiempos de Jesús esta gente manejaba ¡más de medio millar de mandatos y preceptos!
Dependiendo de su forma de ver y de pensar, un mandato podía variar de importancia
para unos y para otros, pues como es normal había distintas tendencias o escuelas,
alguna muy liberal, y otras no tanto. ¿Cuál de ellas está representada aquí? No lo
sabemos. Por la respuesta del escriba a Jesús, uno podría pensar que se trataba de una
tendencia bastante liberal (vv. 32-33), al punto que a Jesús le pareció simpática su
respuesta y le advierte lo cerca que está del reino de Dios.
Jesús se encuentra con que su pueblo cumple con una norma de varios siglos.
Todos los días, tres veces al día todo israelita varón recita el «Shemá Israel, escucha
Israel: el Señor nuestro Dios es uno sólo, a él amarás...», el shemá, pero ese shemá se
quedó sólo en el campo auditivo, al campo de la práctica no se ve, y eso es lo que Jesús
denuncia a lo largo de su ministerio, muchas palabras, muchas normas y preceptos,
mucho apelo a Dios para todo, muchas frases de la ley en los bordes del manto, en el
marco de la puerta, en el brazo, en la frente, pero nada en el corazón y menos aún en la
vida ordinaria, en la práctica cotidiana.
En la comunidad de Marcos se están presentando situaciones similares a las del
judaísmo. Las normas y preceptos que conocen los primeros cristianos son
necesariamente aquellas que vienen del mundo judío; ahora, ¿serán de obligatorio
cumplimiento todos esos preceptos en esta nueva experiencia de vida que se supone está
animada por la presencia viva del Señor resucitado? Lo primero y más importante que
los creyentes deben tener en cuenta es que no se trata de una adhesión a una divinidad
distinta a la del judaísmo. Es el mismo Dios revelado a pueblo de Israel y en la
Escritura, es el mismo Dios de Jesús, por tanto lo que primero tiene que hacer el
cristiano es profesar su fe, amor y adhesión a ese Único Dios en términos de «escuchar»
su Palabra y ponerse en función de obedecerle. Ese es el proyecto de vida de Jesús, eso
fue lo que movió toda su vida y su obra y eso es lo que tiene que mantener vivo al
cristiano, su adhesión a ese único y verdadero Dios a quien no le interesa otra cosa que
el amor y adhesión a El lo vivan sus fieles en el amor mutuo y fraterno. No tiene sentido
para Jesús hablar del amor a Dios sin tener en cuenta la ÚNICA puerta de acceso a Él:
el prójimo.
El evangelio de hoy no está recogido en la serie «Un tal Jesús», pero pueden
buscarse otros episodios relacionados, en https://radialistas.net/serie-un-tal-jesus/

Para la revisión de vida


También yo soy invitado a «escuchar», escuchar y obedecer la Palabra. ¿Qué
valor doy a la Palabra de Dios que escucho frecuentemente? ¿Me impulsa de
verdad a obedecer, a cambiar mis actitudes?
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Para la reunión de grupo
- La exigencia fundamental, la que está a la base de todo compromiso religioso es
el amor a Dios, pero que debe estar mediatizado por el amor a los hermanos.
Ésta es la base primordial de la espiritualidad de Jesús, la que le permite aquella
absoluta sintonía entre su opción por Dios como Padre, y su consecuente opción
por el Reino del Padre que en la percepción es la preocupación por los débiles y
marginados. En este sentido, nuestra espiritualidad no puede cambiar de
referente, ¡a no ser que queramos cambiar el evangelio! Traten por todos los
medios posibles de tomar y leer el artículo «’Creer como Jesús’: la espiritualidad
del Reino», de José María Vigil, se puede tomar de
http://servicioskoinonia.org/relat/191.htm Leerlo por bloques, confrontándolo
con nuestra experiencia actual de creyentes y de trabajadores del Reino.

Para la oración de los fieles


- Por las iglesias del mundo, para que sean las primeras en obedecer a la Palabra,
oremos.
- Por los gobernantes, políticos y dirigentes sociales, para también ellos sientan
que sus proyectos deben estar en línea con la Palabra de Dios, oremos.
- Por nuestros grupos y nuestras comunidades para que sus programas y acciones
sean la concreción obediente de la Palabra que los convoca y los motiva, oremos.
- Por cada uno de nosotros para que en el diario vivir seamos capaces de
mantener una actitud de escucha obediente a la Palabra de Dios, oremos.

Oración comunitaria
Oh Realidad suprema y trascendente, que escapas de nuestra capacidad de
percepción, pero que estás presente y a la vez trasciendes la historia de nuestros
pueblos, que te buscan desde el inicio de su peregrinar en este mundo. Te
reconocemos como el Misterio que late en toda vida, que inspira en toda
búsqueda, que acompaña todo amor. Nos sentimos felices contemplando cómo
todos los pueblos, de una manera u otra, Te sienten cercano y reciben tu Luz.
Nosotros concretamente, nos acercamos a Ti por medio de Jesús, nuestro
Hermano Mayor, Transparencia tuya. Amén.
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Lunes 5 de noviembre de 2018


Isabel y Zacarías (s. I)

Fil 2,1-4: Manténganse unidos


Salmo 130: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
Lc 14,12-14: Invita a pobres y lisiados

L o que Pablo recomienda a los cristianos sigue teniendo vigencia, y resulta


revolucionario en muchos ambientes. La sociedad que alentamos, consumista y regida
por el mercado, empuja a lo contrario, imponerse a los demás, y “dividir para vencer”,
como susurra la estrategia del poder. Los medios eclesiales no están exentos de ese afán
de dominio que se ha infiltrado en algunos de ellos, donde la frivolidad y la vanagloria
sofocan al Evangelio. Jesús enseña algo contrario a la reciprocidad en el honor social
que mantiene el equilibrio o el estatus quo entre iguales. En el banquete se expresaba la
solidaridad y la comunión sociales. Jesús critica ese modo de solidaridad social porque
deja fuera a los más necesitados de integración social, y de comida. Pobres, mancos,
cojos y ciegos estaban excluidos de las liturgias del templo, que era la expresión mejor
de la salud y santidad. La santidad promovida por Jesús va en sentido contrario a la
convencional. El punto de quiebre está en la deuda que aquellos excluidos contraen con
su benefactor, cuando éste los transforma en comensales suyos, en sus prójimos.
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Martes 6 de noviembre de 2018


Severo (303)

Fil 2,5-11: Se humilló, por eso Dios lo exalto


Salmo 21: El Señor es mi alabanza en la gran asamblea
Lc 14,15-24: Vengan, todo está preparado

H oy escuchamos hablar de autoconfianza, como clave para una vida armoniosa y


equilibrada. La falta de ella tiene consecuencias deplorables en nuestro desarrollo
personal. De una parte, nos conducimos como dependientes permanentes, es decir,
incapaces de lograr algo por nosotros mismos, y, de otra, cultivamos una actitud de
inferioridad al compararnos con los demás. Lo que conseguimos con esto es una fuente
de dolor emocional que desemboca en desequilibrios y frustración. Cuando Pablo pide a
los creyentes humillarse como Cristo, no quiere que el cristiano pierda la seguridad en sí
mismo, ni que se suma en el dolor, sino que renuncie a ir tras el honor y la gloria
propios, sometiéndose a la gloria y honor de Dios. Ese sometimiento a Dios nace de una
conciencia clara y libre, que puede estar empañada. Preguntémonos, por ejemplo, si
Cristo muerto y resucitado es el ideal de nuestra vida; identifiquemos los ingredientes
culturales y mediáticos que son contrarios a la obediencia de Cristo; transformemos los
pensamientos y actitudes negativos que alimentamos por otros que nos hagan valorarnos
como hijos del mismo Dios.
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Miércoles 7 de noviembre de 2018


Wilibrordo (739)

Fil 2,12-18: Dios produce los buenos deseos


Salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación
Lc 14,25-33: Carga con tu cruz y sígueme

L as sentencias y parábolas del evangelio de hoy muestran lo exigente que es el


seguimiento de Jesús. Optar por Jesús se convierte en el eje central de la vida al que
todas las demás opciones, la casa y la vida, le quedan supeditadas. Por si fuera poco, se
trata de una opción marcada con la ignominia y la muerte. Esta decisión debe ser
ponderada cuidadosamente. El discipulado de Jesús no es un asunto para menores de
edad. El evangelio lo deja claro, sólo que el evangelio de hoy concluye de una manera
desconcertante. A la doble reflexión de las parábolas sobre la capacidad para llevar a
buen término la opción adoptada, se compara la renuncia de los bienes. La pobreza es
parte integral del seguimiento de Jesús. Sin renunciar a los bienes no hay discipulado.
Ser discípulo implica vivir en continuo aprendizaje del Maestro. Los bienes y los
honores impiden aprender de él, lo mismo la seguridad que brinda el entorno familiar e
incluso, el amor a sí mismo. ¿Qué estamos aprendiendo de Jesús este día? Salgamos de
nuestra zona de confort.
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Jueves 8 de noviembre de 2018


Isabel de la Trinidad (1906)

Flp 3,3-8a: Lo que era ganancia lo consideré pérdida


Salmo 104: Que se alegren los que buscan al Señor
Lc 15,1-10: Habrá alegría en el cielo por un pecador convertido

E l conocimiento supremo de Cristo Jesús es la máxima aspiración de Pablo; lo demás


puede asumirse como pérdida. Esas frases paulinas penetran la inteligencia porque
transmiten lo que hay en el corazón y están trenzadas en su experiencia de vida. El
Apóstol es convincente porque está convencido del Evangelio. Asimismo, cada uno de
los cristianos hemos de afanarnos por el conocimiento supremo de nuestro Señor, al
grado de considerar basura lo demás. Pablo no habla de que ese conocimiento sublime
de Cristo sea esotérico o accesible a unos cuantos. Él habla de lo que constata en su
propia persona, en dos características: el poder de la resurrección y la solidaridad en sus
padecimientos. El sello cristiano distintivo es justamente el de la fe pascual. Los dolores
y limitaciones ahora experimentados, no son sino invitación a la gracia de la
resurrección. Se quedan inutilizados si no nos transforman en el Resucitado. Hay
muchos lugares y muchos corazones que aguardan conocer a Cristo, no en su cruz, sino
en la fuerza de su resurrección. Hasta allí hay que llevar el Evangelio.
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Viernes 9 de noviembre de 2018


Basílica de Letrán

1Cor 3,9c-11.16-17: Ustedes son templo de Dios


Salmo 45: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios
Jn 2,13-22: Hablaba del templo de su cuerpo

E l ansia de trascendencia que alienta en el ser humano, lo ha llevado a otorgar un


carácter diferente a ciertos espacios, tiempos, objetos y personas. Lo otro, lo
extraordinario, lo que está más allá de mí y me rebasa se manifiesta en ese ámbito
exclusivo, delimitado como sagrado. Los santuarios son eso, espacios exclusivos donde
se manifiesta lo trascendente. Si exprimimos el relato de Juan, Jesús reprueba
violentamente una sacralidad que hace del mercado su patrón. Lo sacro se constituye
con la vigencia de las Escrituras que exigen del templo ser un espacio de encuentro, un
lugar donde se activa la memoria discipular al leer y compartir las Escrituras, y donde el
cuerpo del Resucitado es el patrón de vida. Esto es todo un programa para nuestras
comunidades eclesiales. Pablo, por su parte, aviva la conciencia de que la sacralidad es
personal, porque el creyente ha sido cimentado en Cristo resucitado y participa de él,
con la recepción de la Buena Nueva y su incorporación a la comunidad de salvación, el
templo de Dios. ¿Se manifiesta en nosotros la vida del Resucitado?
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Sábado 10 de noviembre de 2018


León Magno (461)

Flp 4,10-19: Todo lo puedo en aquel que me conforta


Salmo 111: Dichoso quien teme al Señor
Lc 16,9-15: ¿Quién les confiará lo que vale?

L a generosidad es una virtud encomiada por las culturas y sociedades más diversas.
Se le llama caridad, limosna, también solidaridad. Conocemos decenas de refranes que
encierran verdades profundas y que empujan a ser generosos: “Quien mucho da, mucho
recibe”, “Tarde da quien espera que le pidan”, “Mejor es saber dar que mucho dar”.
Jesús busca que los bienes sean compartidos, y Pablo ha experimentado el socorro
solidario de los filipenses, a los que encomia su atención. Es preciso educarnos en esta
virtud. La generosidad obliga a mirar a alguien en necesidad. Allí anida la oportunidad
para la misericordia. El movimiento es hacia la persona, primero, pero simultáneamente
a remediar oportunamente la carencia. “No es lo mismo predicar que dar trigo”, reza el
dicho. Es preciso dar algo que sea significativo para el necesitado, de otra manera
nuestra acción será más autocomplacencia que solidaridad. Hay que abrir el espíritu a la
reacción del beneficiado, dejemos que se exprese. Tampoco reprimamos la sensación de
bienestar que nos produce ser generosos. Repitamos esto hasta que se nos vuelva
habitual y virtuoso.
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