Está en la página 1de 24

Unidad 2  ¿Qué es el Bullying? Sus características.

Bullying  Tipos de Bullying. Sus causas.

 Identificar los actores implicados: agresor, víctima y testigos.

¿Qué es el Bullying o acoso escolar?

El bullying es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y continuado que recibe un niño por

parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con el objetivo de someterlo y

asustarlo, con vistas a obtener algún resultado favorable para los acosadores o simplemente a

satisfacer la necesidad de agredir y destruir que éstos suelen presentar.

El bullying implica una repetición continuada de las burlas o las agresiones y puede provocar la

exclusión social de la víctima.

La escuela debería ser siempre un espacio en el que sentirse seguro. Sin embargo, para

muchos niños, la escuela se ha convertido en la fuente de un tipo de violencia del que son

víctimas y que ejercen sus propios compañeros, se trata del acoso escolar o bullying. Hay niños

que, por distintas razones, sufren maltrato físico o psicológico por parte de otros niños a través

de actitudes como la represión, la discriminación, la homofobia, la violencia sexual o el castigo

corporal.

El acoso escolar o bullying tiene efectos negativos en la salud física, el bienestar emocional y el

rendimiento académico de los niños, especialmente si dicha violencia se repite en el tiempo o

es severa, además de influir en el clima escolar del centro educativo.

Características del Bullying

- Suele incluir conductas de diversa naturaleza (burlas, amenazas, agresiones físicas,

aislamiento sistemático, etc.).

- Tiende a originar problemas que se repiten y prolongan durante cierto tiempo.

Página 1 de 24
- Suele estar provocado por un alumno, apoyado por un grupo, contra una víctima que se

encuentra indefensa.

- Se mantiene debido a la ignorancia o pasividad de las personas que rodean a los agresores y a

las víctimas sin intervenir directamente.

- La víctima desarrolla miedo y rechazo al contexto en el que sufre la violencia; pérdida de

confianza en sí mismo y en los demás y disminución del rendimiento escolar.

- Disminuye la capacidad de comprensión moral y de empatía del agresor, mientras que se

produce un refuerzo de un estilo violento de interacción.

- En las personas que observan la violencia sin hacer nada para evitarla, se produce falta de

sensibilidad, apatía e insolidaridad.

- Se reduce la calidad de vida del entorno en el que se produce: dificultad para lograr objetivos

y aumento de los problemas y tensiones.

Causas

Las causas que originan el bullying dependen de cada caso concreto, aunque suelen tener unas

características comunes: el acosador escolar no tiene empatía y, por tanto, es incapaz de

ponerse en el lugar del acosado y ser sensible a su sufrimiento

El origen de la violencia del acosador puede venir causado ante la ausencia de un padre o que

éste tenga una conducta violenta. Situaciones como esta pueden provocar que el niño

desarrolle una actitud agresiva y que en la adolescencia sea violento.

Otros factores que pueden incidir son una situación socioeconómica mala en casa, poca

organización en el hogar o tensiones en el matrimonio

Página 2 de 24
Tipos de Bullying

En ocasiones es difícil de detectar, no solo porque tenga lugar lejos de la presencia física y

visibilidad de los adultos, sino porque tiende a diversificarse y, en el caso del ciberbullying,

aprovecha las nuevas tecnologías para amplificar los actos de humillación a la víctima

preservando, además, el anonimato de los acosadores. Hasta el momento se han tipificado 6

tipos de bullying, dándose frecuentemente situaciones de varios tipos de acoso contra la

misma víctima durante mucho tiempo: meses, todo un curso escolar e incluso varios años.

Podemos hablar de varios tipos de acoso escolar que, a menudo, aparecen de forma

simultánea:

Bullying físico

Es el tipo de acoso más común, especialmente entre chicos. Incluye golpes, empujones e

incluso palizas entre uno o varios agresores contra una sola víctima, En ocasiones, se produce

también el robo o daño intencionado de las pertenencias de las víctimas.

Bullying psicológico

En este caso existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje, manipulación y amenazas

al otro. Son acciones que dañan la autoestima de la víctima y fomentan su sensación de temor,

con el problema añadido que son las más difíciles de detectar por parte de profesores o padres

porque son formas de acoso o exclusión que se llevan a cabo a espaldas de cualquier persona

que pueda advertir la situación. Frecuentemente, los agresores utilizan esta forma de acoso

con el fin de subrayar, reforzar o resaltar acciones llevadas a cabo con anterioridad,

manteniendo así latente la amenaza. Incrementan la fuerza del maltrato, pues el acosador

exhibe un poder mayor al mostrar que es capaz de amenazar, aunque esté presente una figura

de autoridad. En el agredido, aumenta el sentimiento de indefensión y vulnerabilidad, pues

percibe este atrevimiento como una amenaza que tarde o temprano se materializará de

Página 3 de 24
manera más contundente. Pueden consistir, por ejemplo, en una mirada, una señal obscena,

una cara desagradable o un gesto.

Bullying verbal

Son acciones no corporales con la finalidad de discriminar, difundir chismes o rumores, realizar

acciones de exclusión o bromas insultantes y repetidas del tipo poner apodos, insultar,

amenazar, burlarse, reírse de los otros, generar rumores de carácter racista o sexual, etc. Es

más utilizado por algunas chicas a medida que se van acercando a la adolescencia.

Bullying sexual

Se presenta un asedio, inducción o abuso sexual o referencias malintencionadas a partes

íntimas del cuerpo de la víctima. Incluye el bullying homófobo, que es cuando el maltrato hace

referencia a la orientación sexual de la víctima por motivos de homosexualidad real o

imaginaria.

Bullying social

Pretende aislar al niño o joven del resto del grupo, ignorándolo, aislándolo y excluyéndolo del

resto Puede ser directo: excluir, no dejar participar a la víctima en actividades, sacarlos del

grupo o indirecto: ignorar, tratar como un objeto, como si no existiera o hacer ver que no está

ahí.

Ciber-bullying o bullying cibernético

Con la penetración de las nuevas tecnologías, cada vez es más frecuente este tipo de actos. Es

un tipo de acoso muy grave y preocupante por la gran visibilidad y alcance que se logra de los

actos de humillación contra la víctima y el anonimato en que pueden permanecer los

acosadores. Los canales son muy variados: mensajes de texto en móviles, tablets y

ordenadores, páginas web y blogs, juegos on line, correos electrónicos, chats, encuestas on

line de mal gusto, redes sociales, suplantación de identidad para poner mensajes, etc. El

Página 4 de 24
contenido del acoso va desde los típicos insultos a montajes fotográficos o de vídeo de mal

gusto, imágenes inadecuadas de la víctima tomadas sin su permito, críticas respecto al origen,

religión, el nivel socioeconómico de la víctima o de sus familiares y amigos, etc. Todo vale con

el fin de humillarla. Con independencia del tipo de bullying, el perfil del acosador suele ser el

de una persona físicamente fuerte, impulsiva, dominante, con conductas antisociales y con

una ausencia total de empatía con sus víctimas.

¿Cuáles son los tipos más frecuentes?

El hostigamiento, la agresión física, las amenazas, contar mentiras o manipular el entorno para

excluir o perjudicar a la víctima. Las redes sociales no están ajenas a este problema, son

espacios propensos a la mentira y la usurpación de identidad. A esto se lo conoce como

cyberbullying. Los agresores virtuales utilizan internet para hacer creer a sus víctimas

afirmaciones que no son ciertas, poner a la gente en su contra o agredir a otro en su nombre

para generar una pelea. Es una forma de manipulación más sofisticada y sutil porque

generalmente se utilizan nombres falsos con la idea de perjudicar a un tercero.

Participantes en los casos de acoso

No es difícil intuir las características de la figura del agresor y de la figura de la víctima en este

proceso.

A nivel internacional, la OMS (Organización Mundial dela Salud), dicta tres criterios

diagnósticos para categorizar el bullying:

La existencia de una o más de las conductas de hostigamiento internacionalmente reconocidas

como tales. (El desprecio, el odio, la ridiculización, la burla, el menosprecio, los motes, la

crueldad, la manifestación gestual del desprecio, la imitación burlesca son los indicadores de

esta escala).

Página 5 de 24
La repetición de la conducta que ha de ser evaluada por quien la padece como no meramente

accidental, sino como parte de algo que le espera sistemáticamente en el entorno escolar en la

relación con aquellos que lo acosan.

La duración en el tiempo, con el establecimiento de un proceso que va a ir minando la

resistencia del niño y afectando significativamente a todos los órdenes de la vida: académico,

afectivo, emocional y familiar.

Participantes

Los participantes de toda situación de Acoso Escolar son tres: los acosadores, la víctima y los

espectadores. Se trata del denominado “Triángulo del Bullying”.

Agresor o Victima activa

Cabe aclarar que en la mayoría de los estudios realizados sobre este tema se menciona la

necesidad de diferenciar distintos tipos de víctimas, incluyendo como victima al agresor.

Normalmente, el agresor tiene un comportamiento provocador y de intimidación permanente.

Posee un modelo agresivo en la resolución de conflictos, presenta dificultad de ponerse en el

lugar del otro, vive una relación familiar poco afectiva, y tiene muy poca empatía.

Según los expertos criminalistas y psicólogos (Avilés, J.M.), un niño puede ser autor de Bullying

cuando solo espera y quiere que hagan siempre su voluntad, cuando le gusta probar la

sensación de poder, cuando no se siente bien o no disfruta con otros niños, si sufre

intimidaciones o algún tipo de abuso en casa, en la escuela o en la familia, cuando es

frecuentemente humillado por los adultos, o cuando vive bajo constante presión para que

tenga éxito en sus actividades. Los agresores ejercen su acción contra su víctima de diversas

formas: les golpean, les molestan, provocan, acosan con empujones y golpes, les nombran de

una forma desagradable o despectiva, les generan rumores, mentiras o bulos, les aíslan del

grupo, les ofenden y les anulan.

Página 6 de 24
Normalmente, los jóvenes agresivos no agreden delante de los adultos, por lo tanto los

profesores y padres desconocen la existencia de estos comportamientos agresivos y

desafortunadamente no pueden hacer algo para detener a los agresores o ayudar a los jóvenes

que están siendo agredidos. El comportamiento agresivo no es normal y no debe ser

considerado como que “es cosa de niños.”

Tiene tendencia al abuso de poder y el deseo de intimidar y dominar, apoyados en una

sensación de superioridad -sobre todo física hacia la víctima. Esta tendencia es persistente y

termina provocando la consolidación de la conducta, con lo que se supera lo que podrían ser

situaciones meramente episódicas. Es decir, los alumnos bully se caracterizan por una

agresividad estable, que se configura como característica conductual y da como resultado,

entre otros, la desadaptación y el distanciamiento de los objetivos escolares.

La materialización de lo anteriormente señalado es muy expresiva: agresiones a estudiantes

débiles o indefensos, episodios de intimidación, la colocación de motes, las conductas

ridiculizadoras, los golpes y empujones, los daños a las pertenencias de los compañeros. De

nuevo debemos advertir que los alumnos bully pueden ser, en muchos casos, los meros

organizadores, instigadores u ordenadores para que otros alumnos sean los actores directos

de las conductas agresivas (no es impensable que alumnos víctimas se vean obligados a ello,

dentro de su proceso de opresión y como búsqueda de un medio que les permita congraciarse

con el agresor).

En definitiva, el alumno bully es físicamente fuerte, de igual o mayor edad que la víctima

(recuérdese lo señalado acerca de su necesaria conciencia de superioridad cierta); necesita

dominar, tener y sentir su poder. Por otra parte, su comportamiento presenta características

que también pueden ayudar a su localización: tienen un temperamento fuerte, dado al enojo,

poco dúctil al diálogo o a la modificación de pautas (lo asumen como una debilidad que atenta

a su posición de dominio), lo que se materializa en una impulsividad que concreta actitudes

Página 7 de 24
desafiantes hacia los adultos; baja tolerancia a la frustración (lo que puede provocar un mayor

ensañamiento con las víctimas si éstas oponen algún tipo de resistencia); su autoestima es

baja, aunque ellos están convencidos de que sus actos les fortalecen y de que persistir en ellos

ratifica y potencia su fortaleza, su capacidad de autoafirmación. Todo ello no es de extrañar

que provoque otras consecuencias: las víctimas los ven como malvados y duros (en el fondo

esto refuerza al alumno bully), es normal su temprana participación en otros comportamientos

antisociales ajenos a la agresión concretada sobre una o varias víctimas.

Todo ello les hace poco soportados por el resto de los alumnos, aunque su popularidad puede

ser variable (no olvidemos que en determinados niveles y en determinados colectivos de

alumnos la capacidad de oposición a la jerarquía académica o la capacidad de presión sobre los

semejantes de los alumnos bully puede despertar cierta admiración, aunque no se comparta

su manera de ser). Además, sobre todo en los cursos elevados de secundaria, una clara actitud

negativa hacia la escuela pueda ser apreciada en estos alumnos.

El perfil de un agresor o víctima activa suele ser el siguiente:

 Es frecuente que sean repetidores y de edad superior a la media de la clase.

 Su rendimiento escolar es bajo.

 Muestran una actitud negativa hacia la escuela.

 Suelen ser más fuertes físicamente que sus víctimas.

 Muestran poca empatía hacia las víctimas.

 Presentan altos niveles de impulsividad.

 Sienten la necesidad de dominar a otros mediante el poder y la amenaza.

 Toleran mal las frustraciones.

 Les cuesta aceptar las normas sociales.

 Presentan una actitud hostil y desafiante con padres y profesores.

 Perciben escaso apoyo y supervisión parental.

Página 8 de 24
 Informan de frecuentes conflictos familiares, de autoritarismo y hostilidad.

 No acatan las normas sociales.

 Tienen una opinión relativamente positiva de sí mismos: presentan una autoestima

media o incluso alta.

 Tienen un grupo pequeño de amigos (dos o tres) que les apoyan.

 Son más populares entre sus compañeros que las víctimas

Además, el agresor suele presentar cuatro necesidades básicas que se resumen en el siguiente

esquema (Rodríguez, 2004):

1) Necesidad de protagonismo: El agresor suele tener la necesidad de ser visto y

aceptado, de que le presten atención.

2) Necesidad de sentirse superior: La mayoría de los agresores sienten un enorme deseo

de ser más fuertes y poderosos que los demás.

3) Necesidad de sentirse diferente: Los agresores suelen crearse una reputación y una

identidad particular en el grupo de iguales que les rodea; pretenden ser diferentes y

rechazan todo aquello que no es igual o similar a la imagen que han creado.

4) Necesidad de llenar un vacío emocional: Los agresores no son capaces de emocionarse

o reaccionar con afecto ante los estímulos diarios; por el contrario, persiguen

constantemente nuevas vivencias y sensaciones que muchas veces logran únicamente

cuando crean su propio “espectáculo”.

Los comportamientos y actitudes con los que hemos caracterizado al agresor hacen que su

personalidad tenga las siguientes características:

 Agresivo y fuerte impulsividad.

 Ausencia de empatía.

 Poco control de la ira.

Página 9 de 24
 Percepción errónea de la intencionalidad de los demás: siempre de conflicto y

agresión hacia él.

 Autosuficiente

 Capacidad exculpatoria. Sin sentimiento de culpabilidad.

 Bajo nivel de resistencia a la frustración.

 Escasamente reflexivo o hiperactivo.

 Incapacidad para aceptar normas y convenciones negociadas.

 Déficit en habilidades sociales y resolución de conflictos

 Su evolución en el futuro puede derivar si no se trata hacia la delincuencia o la

agresión familiar.

Agredido o Victima pasiva

Habitualmente, son niños que no disponen de recursos o habilidades para reaccionar, son

poco sociables, sensibles y frágiles, son los esclavos del grupo, y no saben revirar por

vergüenza o por conformismo, siendo muy perjudicados por la amenazas y agresiones.

La personalidad del agredido, más difícil de precisar y que no justifica que sea objeto de

vejaciones, suele ser la de un niño identificado como víctima, débil, inseguro y con bajos

niveles de autoestima. Se caracterizan por falta de competencia social, la cual se refleja en una

carencia de asertividad; es decir, dificultad para saber comunicar sus necesidades.

Posiblemente sea un niño sobreprotegido en el ámbito familiar.

El perfil de un agredido o víctima pasiva suele ser el siguiente:

 En su apariencia física suelen presentar algún tipo de desventaja (complexión débil,

obesidad…).

 Su rendimiento académico es superior al de los agresores y no tiene por qué ser peor

al del resto de los compañeros.

 Muestran poca asertividad, mucha timidez, inseguridad y ansiedad.

Página 10 de 24
 Se sienten sobreprotegidos por sus padres y con escasa independencia.

 Suelen ser ignorados o rechazados por sus compañeros en clase.

 Tienen dificultades para imponerse y ser escuchados en el grupo de compañeros.

El niño agredido vive normalmente en una situación social de aislamiento (con frecuencia no

tiene ni un solo amigo entre los compañeros); en relación a lo cual cabe considerar su escasa

asertividad y dificultad de comunicación, así como su baja popularidad, que según algunos

estudios llega a ser incluso inferior a la de los agresores. Para explicarlo, conviene tener en

cuenta que la falta de amigos puede originar el inicio de la victimización, y que ésta puede

hacer que disminuya aún más la popularidad de quién la sufre.

Estos niños suelen tener una conducta muy pasiva, miedo ante la violencia y manifestación de

vulnerabilidad (de no poder defenderse ante la intimidación), alta ansiedad (a veces incluso

miedo al contacto físico y a la actividad deportiva), inseguridad y baja autoestima;

características que cabe relacionar con la tendencia observada en algunas investigaciones en

las víctimas pasivas a culpabilizarse de su situación y a negarla, debido probablemente a que la

consideran más vergonzosa de lo que consideran su situación los agresores (que a veces

parecen estar orgullosos de serlo), (Salmivalli et al., 1996).

Las victimas pasivas suelen poseer cierta orientación a los adultos, que cabe relacionar con el

hecho observado en algunos estudios entre las víctimas pasivas de haber sido y/o estar siendo

sobreprotegidas en su familia. Los comportamientos y actitudes con los que hemos

caracterizado al agresor hacen que su personalidad tenga las siguientes características:

Personalidad insegura.

Baja autoestima (causa y consecuencia del acoso escola

Alto nivel de ansiedad.

 Débiles y sumisos.

Página 11 de 24
 Introvertidos, tímidos y con dificultades de relación y de habilidades sociales.

 Inmaduro para su edad.

Manifiestan o padecen indefensión aprendida. Algunos chicos/as parecen entrar en una espiral

de victimización después de sufrir uno o dos episodios de agresión por parte de otros.

Seguramente su incapacidad para afrontar un problema poco serio. Les lastimó la autoestima y

empezaron a considerarse víctimas antes de serlo.

Comienza teniendo trastornos psicológicos y trata de escaparse de la agresión. Protegiéndose

con enfermedades imaginarias o somatizadas. Lo que puede derivar posteriormente en

trastornos psiquiátricos. (Depresión, Ansiedad,…)

La conducta de las víctimas pasivas coincide con algunos de los problemas asociados al

estereotipo femenino, como la fragilidad y la debilidad (Bosch Fiol, Esperanza; Ferrer Pérez,

Victoria A., 2008). La situación de acoso es sufrida por igual por los chicos (que probablemente

serán más estigmatizados por dichas características) y por las chicas (entre las que las

características son más frecuentes pero menos estigmatizadoras). La asociación de dichas

características con conductas infantiles permite explicar, por otra parte, por qué las víctimas

pasivas disminuyen con la edad.

Dentro de las victimas, se han distinguido, al menos, dos subgrupos: los rechazados agresivos y

los rechazados sumisos o no agresivos (Parkhurst y Asher, 1992). En la década de los 80

numerosas investigaciones constataron la estrecha relación entre el rechazo y la violencia

(Bierman, 1986; Coie y Kupersmidt, 1983; Dodge, 1983), llegándose incluso a asumir que la

conducta violenta constituía la principal causa de rechazo por el grupo de iguales (Dodge, Coie,

Petit y Price, 1990), sin embargo, como venimos diciendo, en la actualidad el rechazo se ha

vinculado, además de con la participación en comportamientos violentos, con las siguientes

conductas problemáticas: la baja implicación en comportamientos prosociales, el

Página 12 de 24
comportamiento inmaduro, las conductas evitativas y los niveles elevados de síntomas

depresivos y de ansiedad (Bierman, 2004).

Los adolescentes rechazados agresivos muestran un estilo comportamental

fundamentalmente violento, mientras que los rechazados sumisos se caracterizan

principalmente por la falta de asertividad social, el aislamiento social y la no participación en

comportamientos violentos

Reflejan dos maneras distintas de reaccionar frente al acoso y agresión por parte de sus

compañeros:

Por un lado, la víctima puede interpretar la victimización como una experiencia crítica muy

traumática que, junto con su tendencia al retraimiento, mine su autoconcepto y desemboque

en síntomas depresivos y sentimientos de soledad; esta víctima se conoce con el nombre de

víctima pasiva o sumisa.

Por otro lado, es posible que la víctima desarrolle actitudes tan negativas hacia sus iguales que,

junto con una tendencia a la impulsividad, desencadene una reacción agresiva hacia sus

propios agresores; ésta sería la víctima provocativa o agresiva (Crick, Grotpeter y Rockhill,

1999).

Ambos tipos de víctimas presentan algunas características en común, como su situación social

de aislamiento en la escuela y su impopularidad entre los compañeros, y algunas

características propias, como vemos en las descripciones anteriores donde se recogen los

resultados obtenidos en los trabajos de Criado, del Amo, Fernández y González (2002),

Defensor del Pueblo (1999), Díaz-Aguado (2002) y Griffin y Gross (2004).

Los alumnos elegidos como víctimas por los bully lo pasan verdaderamente muy mal, y sufren

daños morales y físicos. La situación que les atenaza les provoca, de un modo duradero, altos

Página 13 de 24
niveles de ansiedad y una considerable tensión nerviosa, materializada en síntomas físicos

como dolores de estómago y de cabeza, pesadillas, ataques de ansiedad…, que pueden ir

acompañados por trastornos de su comportamiento social tales como rabietas, negativismo,

acentuación de su timidez, fobia y miedo hacia la escuela. Es perfectamente comprensible que

una personalidad en formación, caracterizada por su falta de agresividad, sus dificultades de

resistencia a la contrariedad o la presión, no pueda responder “contra” el agresor y canalice

hacia sí misma la incomodidad, el miedo o el terror que siente.

Los adolescentes rechazados socialmente en la escuela son aquellos que resultan

desagradables para la mayoría de sus iguales. En diversas investigaciones se ha mostrado que

estos adolescentes se implican con mayor frecuencia en comportamientos violentos que

suponen la violación de reglas institucionales y suelen presentar relaciones más conflictivas

con sus compañeros y profesores, en comparación con aquellos adolescentes sin problemas de

rechazo escolar (Coie, Dodge y Kupersmitdt, 1990; Gifford-Smith y Brownell, 2003; Maag, Vasa,

Reid y Torrey, 1995; Newcomb, Bukowski y Pattee, 1993). Estos estudios también han

mostrado que, sin embargo, la agresión no es la única causa de que estos adolescentes sean

rechazados, sino que más bien se trataría de la combinación de elevados niveles de violencia

con bajos niveles de competencia social. Además, los adolescentes rechazados presentan

normalmente más problemas de aislamiento social, depresión y ansiedad, lo que también

puede contribuir a que el adolescente sea poco aceptado socialmente en el aula. (Cava y

Musitu, 2000; Estévez, Martínez y Jiménez, 2003; Ladd, 1999):

Los compañeros espectadores

Los espectadores o testigos del maltrato entre iguales son de forma mayoritaria los

compañeros de las víctimas y de los agresores. Entre los espectadores suele producirse una

inhibición a intervenir ante las situaciones de maltrato. Esta inhibición está motivada por el

miedo a ser incluido en la agresión o en el círculo de la victimización. En las respuestas a una

Página 14 de 24
encuesta, el 30% de los testigos “intentó ayudar a la víctima”, mientras que el 70% no intentó

intervenir. Desglosada esta cifra, el 40% no hizo nada porque “no era de su incumbencia”, y el

30% no ayudó aunque “sintieron que deberían hacerlo”, probablemente por temor a ser

víctimas13. Hay una intención que no se traduce en conducta, lo que podría ser modificado.

(Glew, Rivara, Feudtner, 2000).

Los agresores necesitan del silencio y la complicidad de los espectadores para continuar con su

conducta. La violencia que ejercen sobre las víctimas tiene en los espectadores un efecto

disuasorio que les impide denunciar, pero en numerosas ocasiones llega incluso a producirse

un contagio social que hace que los espectadores se impliquen directa o indirectamente en la

agresión.

Es frecuente la falta de apoyo por parte de los compañeros que, en el mejor de los casos

observan sin intervenir (espectadores neutrales) y con demasiada frecuencia se añaden a las

agresiones y amplifican el proceso (espectadores antiprosociales). Esto se explica desde dos

vertientes: por una parte el miedo a sufrir las mismas consecuencias si apoyan a la víctima,

(mientras le agreden a él, no se meten conmigo) y por otra por el fenómeno de contagio social

que fomenta la participación en los actos de intimidación. También hay un grupo de

compañeros (espectadores prosociales) que tratan de ayudar a la víctima.

Algunos expertos indican que el cambiar la actitud de los niños que son testigos, pero que no

son víctimas del comportamiento agresivo, puede tener un gran impacto en los agresores.

Debido a que a los agresores les encanta tener una audiencia, el espectador o también

conocido como mirón, que alienta o tolera hace que el agresor se sienta más fuerte y popular.

La persuasión por medio de la dramatización puede ayudar a la juventud a reconocer una

posible situación peligrosa. El mirón puede parar al agresor al decir simplemente: “Eso no es

guay.” “No me impresiona.”

Página 15 de 24
Es normal apreciar en sus conductas pautas de victimización “estable”, es decir, se trata de

alumnos cuya manera de ser o de comportarse parece una “invitación” a que sus compañeros

les hagan objeto de sus burlas o incluso de sus agresiones.

En una investigación de la Universidad de Murcia, Fuensanta Cerezo Ramírez trata de evaluar

las variables de personalidad asociadas en la dinámica bullying (agresores versus víctimas) en

niños y niñas de 10 a 15 años. Utiliza el Cuestionario de Personalidad para niños EPQ-J.

(Eysenck y Eysenck. Adap. Seisdedos y Cordero), que contempla las siguientes escalas: N=

Neuroticismo; E= Extraversión; P= Psicoticismo; S= Sinceridad además de La Batería de

Socialización BAS-3, de Silva y Martorell, cuyas escalas son: Autocontrol, Ansiedad-Timidez,

Liderazgo y Sinceridad, para cada uno de los subgrupos.

En las situaciones de aprendizaje escolar se generan con frecuencia dinámicas de agresión y

victimización que parecen contribuir a la conformación de estos patrones estables de

conducta. En nuestro trabajo hemos analizado la asociación entre dimensiones de

personalidad y de sociabilidad junto con variables específicas de la dinámica bullying para cada

lado de la moneda. Los resultados nos permiten afirmar que, algunas dimensiones de la

personalidad se revelan claramente diferenciadoras para cada uno de los sujetos implicados en

una dinámica de agresión y victimización.

Precisando algunos elementos del perfil de los agresores, nuestras conclusiones apuntan a

que, junto a algunos aspectos de tipo físico como el ser varón (en una proporción de tres a

uno) y poseer una condición física fuerte, estos jóvenes establecen una dinámica relacional

agresiva y generalmente violenta con aquellos que consideran débiles y cobardes. Se

consideran líderes y sinceros, muestran una alta autoestima y considerable asertividad,

rayando en ocasiones con la provocación.

Rasgos de Personalidad de Agresores y Victimas

Página 16 de 24
La personalidad es un constructo psicológico, con el que nos referimos a un conjunto dinámico

de características de una persona. También es conocida como un conjunto de características

físicas, sociales y genéticas que determinan a un individuo y lo hacen único.

En cuanto a las variables de personalidad, encontramos que suelen presentar algunas

dimensiones de personalidad específicas: elevado nivel de Psicoticismo, Extraversión y

Sinceridad, junto a un nivel medio de Neuroticismo. (Variables de personalidad asociadas en la

dinámica bullying en niños y niñas de 10 a 15 años, 2001)

Los sujetos que están en el otro lado de esta dinámica, -los víctimas-, los que suelen ser el

blanco de los ataques hostiles sin mediar provocación, por el contrario, muestran rasgos

específicos significativamente diferentes, incluyendo un aspecto físico destacable: su

complexión débil, acompañada, en ocasiones, de algún tipo de handicap. Viven sus relaciones

interpersonales con un alto grado de timidez que, en ocasiones les llevan al retraimiento y

aislamiento social. Se autoevalúan poco sinceros, es decir, muestran una considerable

tendencia a tener una alta puntuación en Neuroticismo junto con altos niveles de Ansiedad e

Introversión, justo alcanzando valores opuestos a los agresores.

Según estos resultados, comparándolos con los obtenidos por Slee y Rigby (1993), se confirma

la alta tendencia al psicoticismo, en los agresores. En cuanto a las víctimas, si hemos

encontrado asociación entre víctimización y neuroticismo que estos autores no contrastaron y,

por el contrario, nuestros datos no confirman la asociación con baja autoestima. Además

disimulo. Entre los rasgos de personalidad des aparece la variable sinceridad como aspecto

destacado de la personalidad del agresor, frente a las altas tasas de ansiedad y timidez del

víctima.

Edad y género

Respecto del curso o edad en el que es más probable que se den este tipo de

comportamientos, no existe consenso en la literatura científica actual. Los resultados

Página 17 de 24
aparentemente contradictorios sobre la edad de mayor incidencia del bullying pueden tener a

la base en distintas concepciones y medidas del bullying que los investigadores deben tener en

cuenta.

Algunos autores sostienen que las conductas de bullying o victimización son más frecuentes en

la educación primaria (6-11 años) que en la secundaria (12-16 años) (Olweus, 1998; Borg,

1999), mientras que otros afirman que es estable a lo largo de toda la educación obligatoria o

incluso más frecuente en la educación secundaria (Pellegrini, Bartini y Brooks., 1999).

Por otro lado, dentro de la educación secundaria, son numerosas las investigaciones que

señalan el segundo ciclo (entre los 14 y los 16 años) como el más conflictivo

Parece existir acuerdo en la idea de que después de los 16 años, generalmente, desciende la

frecuencia de implicación en comportamientos de este tipo

Algunos autores como Eslea y Rees (2001) sugieren que a medida que el niño va entrando en la

adolescencia concede más importancia a las agresiones directas, mientras que las indirectas

pasan a un segundo plano y, por tanto, no las incluyen en su definición particular de bullying (y

puede que no las reflejen en los cuestionarios o entrevistas de los investigadores). De hecho,

parece ser que existe una escalada en el tipo de actos violentos cometidos por los

adolescentes, de modo que normalmente participan en primer lugar en conductas que

implican formas menos serias de agresión como molestar a los compañeros, para pasar

posteriormente (sobre los 14-16 años) a comportamientos que implican más el contacto físico

o la violencia abierta

Por otra parte, es posible que el predominio masculino en el bullying encontrado en la mayor

parte de los trabajos, obedezca a un sesgo en las medidas de los estudios. Este hecho podría

explicar por qué en aquellas investigaciones en las que se toman medidas de bullying

Página 18 de 24
considerando exclusivamente conductas agresivas directas y físicas, los chicos presenten una

frecuencia de implicación muy superior a las chicas, mientras que aquéllas en las que se tiene

en cuenta tanto la agresión directa como la indirecta (principalmente, la difusión de rumores y

la exclusión social), las diferencias en función del sexo tienden a desaparecer (por ejemplo,

Ahman y Smith, 1994; Andreou, 2000; Craig, 1998; Hoover y Juul, 1993). En este sentido, sería

posible que chicos y chicas utilicen preferentemente distintos tipos de agresión pero en niveles

similares, de modo que las diferencias entre ambos sean más cualitativas que cuantitativas

(Kochenderfer-Ladd y Wardrop, 2001; Martín et al., 1998).

Distintas investigaciones ofrecen datos a favor de esta hipótesis y ponen de manifiesto que los

chicos suelen utilizar más frecuentemente que las chicas la agresión física directa y el daño a

pertenencias de otros compañeros, mientras que las chicas se decantan por formas de

agresión más sutiles e indirectas como la intimidación, la manipulación y el aislamiento social;

por último, chicos y chicas utilizan por igual la agresión verbal como poner motes o dejar en

ridículo (Mynard y Joseph, 1998; Olweus, 1998; Ortega y Mora- Merchán, 2000).

Síntomas de la victima

Existen una serie de indicadores que el niño acosado puede presentar y alertar a los padres y

profesores en caso de que esté sufriendo bullying escolar:

o Problemas de memoria, dificultad en la concentración y atención y descenso del

rendimiento escolar.

o Depresión, ansiedad, irritabilidad, falta de apetito, dolor de cabeza, malestar

generalizado, cansancio, sensación de ahogo, etc.

o Dificultades para dormir, pesadillas o insomnio.

o Aislamiento social, apatía e introversión.

o Mantenerse en estado de alerta de manera constante.

Página 19 de 24
o No querer ir al colegio, ni juntarse con otros niños.

o Faltar al colegio de forma recurrente.

o Sentimientos de culpa y asunción de responsabilidad de los hechos.

o Conductas de huida y evitación.

o Negación de los hechos e incongruencias.

o Llanto incontrolado, respuestas emocionales extremas.

o Miedo a perder el control o a estar solo.

o Síntomas como temblores, palpitaciones, inquietud, nerviosismo, pesimismo, etc.

o Amenaza e intento de suicidio.

Estadísticas – 2018

En los últimos 12 meses se registraron casi 3 mil casos que generaron al menos 120 intentos de

suicidio en chicos de primaria, secundaria y hasta jóvenes que van a la universidad, según la

ONG Bullying sin Fronteras. En los últimos 12 meses los casos de bullying se incrementaron un

33% y con mayores niveles de violencia, provocando al menos 120 intentos de suicidio en

chicos de primaria, secundaria y hasta jóvenes universitarios, de acuerdo a un estudio privado

que calificó a esto como “una situación alarmante”. En total, desde noviembre del año pasado

hasta principios de este mes, las autoridades registraron casi 3 mil hechos, un panorama

impulsado principalmente por la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires, donde ocurren

el 40% de los episodios, según establece el relevamiento realizado por la ONG Bullying Sin

Fronteras. El informe dio cuenta que durante el año pasado hubo 2.236 denuncias por

bullying, mientras que en 2018 hay hasta ahora 2.974. “Todos los años hay un crecimiento

importante en las cifras, pero este 33% nos habla de una situación alarmante”, resaltó el titular

de la entidad, Javier Miglino. Al referirse a las conclusiones, Miglino insistió: “Son

preocupantes porque, a la vez que tenemos más casos denunciados, también hay más

violencia, con al menos 120 intentos de suicidio entre niños de primaria, adolescentes de

secundaria y jóvenes universitarios, que ya no podían soportar la tortura cotidiana del acoso

Página 20 de 24
escolar”.A su turno, alertó sobre las modalidades cibernéticas vía redes sociales. “Cada vez se

reportan más casos de hostigamiento y abusos en Facebook, Twitter e Instagram a niños y

jóvenes, llevando las ofensas a niveles insostenibles, las 24 horas del día, los 365 días del año”,

destacó, mientras diferenció: “Hay legiones de trolls pagos para atacar a aquellos que, por

ejemplo, cuestionan las políticas del gobierno de Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y

Horacio Rodríguez Larreta. Pero también hay otros que solo atacan por pura maldad”.

Sobre la metodología de las estadísticas, el especialista valoró el “trabajo maratónico” que

realiza desde 2013 el Equipo Multidisciplinario de Bullying Sin Fronteras, que se nutre de

presentaciones ante la justicia y los ministerios de educación, reportes de hospitales públicos y

denuncias en correos y redes sociales de la ONG. Por esto, advirtió que “la cifra total de casos

de acoso escolar y ciberacoso en la Argentina puede ser aún mayor”. Y añadió: “Tomamos el

primero de noviembre de cada año como fecha de corte porque nos muestra una tendencia de

casos de bullying que difícilmente vaya a cambiar nuestros guarismos anuales. Así podemos

informar con suficiente antelación para que padres, docentes y estudiantes tomen conciencia.

Si fuera en vacaciones, sería poco lo que podrían hacer”. El titular de Bullying sin Fronteras

desmenuzó los números geográficamente y sentenció que “más de la mitad de los casos se

produjeron en escuelas públicas y privadas de la Provincia de Buenos Aires (654), Capital

Federal (527), Santa Fe (377), Córdoba (298), Mendoza (191), San Luis (177), San Juan (159),

Formosa (191), Corrientes (177) y Misiones (159)”. Más atrás aparecen Mendoza (149), San

Luis (64), Santiago del Estero (62), San Juan (43), Tucumán (31), Neuquén (30), Río Negro (29),

Entre Ríos (28), Chubut (24), Catamarca (22), Salta (21), Jujuy (20), La Pampa (19), La Rioja (17),

Neuquén (14), Santa Cruz (10) y Tierra del Fuego (8). “Cada día son más los casos de chicos que

terminan con golpes, fracturas y heridas luego de un continuado acoso escolar. En Provincia,

son testigos el hospital Gandulfo en Lomas de Zamora; el Mi Pueblo en Florencio Varela; el

Evita en Lanús; el Paroissien en La Matanza; el Central de San Isidro y el Iriarte de Quilmes. En

Capital pasa con el Penna en Pompeya; el Piñero en Flores; el Zubizarreta en Villa Devoto; el

Página 21 de 24
Fernández en Palermo; el Pirovano en Colegiales y el Durand en Parque Centenario”, dijo

Miglino. Finalmente, repasó que este flagelo es “causa directa de más de 200 muertes anuales

entre suicidios y homicidios en América Latina y España” y recordó: “Desde 2013 sufrimos los

homicidios de Nayra Cofreces, cuyas asesinas fueron condenadas en Junín el pasado 2 de mayo

y Facundo en Salta. Más los suicidios en La Pampa de Milton, de Francisco Rodríguez en el

Instituto ORT del barrio porteño de Núñez, Oriana Belén Picotti el año pasado en Entre Ríos;

José en la Escuela Técnica 3 de Zárate; y Lara Tolosa en La Plata”.

Bibliografía virtual

 Las diversas formas de bullying: físico, psicológico, verbal, sexual, social y ciberbullying

Recuperado de: https://www.universidadviu.com/las-diversas-formas-de-bullying-fisico-

psicologico-verbal-sexual-social-y-ciberbullying/

 Definición de bullying

Recuperado de: https://definicion.de/bullying/

 Acoso escolar o bullying

Recuperado de: https://www.savethechildren.es/donde/espana/violencia-contra-la-

infancia/acoso-escolar-bullying

 Bullying

Recuperado de: https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/psicologicas/bullying.html

 ¿Qué es el Bullying o acoso escolar?

Recuperado de: http://www.universia.es/bullying-acoso-escolar/bullying/at/1121975

 Triste estadística: Argentina lidera el ranking de bullying en los colegios | Bullying

Página 22 de 24
Recuperado de: https://www.eltribuno.com/salta/nota/2015-6-7-13-33-0-triste-estadistica-

argentina-lidera-el-ranking-de-bullying-en-los-colegios-bullying

 Tratamiento al acoso escolar en Argentina

Recuperado de: https://www.fundacionparalademocracia.org/2018/06/25/acoso-escolar-

argentina/

 Informe | El bullying creció 33% y con un mayor nivel de violencia

Recuperado de: https://www.diariopopular.com.ar/general/informe-el-bullying-crecio-33-y-

un-mayor-nivel-violencia-n374754

 Preocupante: Argentina, primero en el ranking de chicos que dejan la escuela por el

bullying

Recuperado de:

https://infocielo.com/nota/87367/preocupante_argentina_primero_en_el_ranking_de_chicos

_que_dejan_la_escuela_por_el_bullying/

 Advierten un aumento en los casos de bullying en Argentina

Recuperado de: https://www.infobae.com/sociedad/2016/08/29/advierten-un-aumento-en-

los-casos-de-bullying-en-argentina/

 Estadísticas de Bullying 2018 en ARGENTINA. Informe del Dr. Javier MIGLINO y Equipo

Internacional de B.S.F.

Recuperado de: https://bullyingsinfronteras.blogspot.com/2014/09/estadisticas-de-bullying-

en-argentina.html

Página 23 de 24
Página 24 de 24

También podría gustarte