Está en la página 1de 12

Traducido del inglés al español - www.onlinedoctranslator.

com

Vea discusiones, estadísticas y perfiles de autor para esta publicación en:https://www.researchgate.net/publication/335149803

Lesión de vena cava retrohepática: ¿cuál no podemos olvidar?

Artículo· Agosto 2019


DOI: 10.30574/wjarr.2019.3.1.0047

CITACIÓN LEE
1 12,522

11 autores, incluyendo:

Irami Araújo-Filho Amália Cinthia Meneses Rêgo


Universidade Federal do Rio Grande do Norte Universidad Potiguar (UnP)

291PUBLICACIONES657CITAS 228PUBLICACIONES558CITAS

VER EL PERFIL VER EL PERFIL

Algunos de los autores de esta publicación también están trabajando en estos proyectos relacionados:

INVESTIGACIÓN EN CIRUGÍAVer Proyecto

testosterona en odontologíaVer Proyecto

Todo el contenido que sigue a esta página fue subido porAmália Cinthia Meneses Rêgoel 14 de agosto de 2019.

El usuario ha solicitado la mejora del archivo descargado.


Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas


e-ISSN: 2581-9615, referencia cruzada DOI: 10.30574/wjarr

Revista Página de inicio:https://www.wjarr.com

(REV I EWART Í CLEO)

Lesión de vena cava retrohepática: ¿cuál no podemos olvidar?

Melo y Silva Bruna Balbina1, Dantas Elza Araújo1, Arboés Henrique Eduardo Romão1, Oliveira Larissa
Queiroz1, Veras de Freitas Mayane Abrantes1, Rego Amália Cinthia Meneses2y Araújo-Filho Irami3, *

1UnP - Universidad Potiguar - Laureate International Universities – Natal/Brasil.


2Programa de Posgrado en Biotecnología de la Universidad Potiguar/UnP - Laureate International Universities –
Natal/Brasil.
3Profesor Titular del Departamento de Cirugía de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte. Programa de Posgrado en
Biotecnología de la Universidad Potiguar/UnP - Laureate International Universities – Natal/Brasil.

Historial de publicaciones:Recibido el 26 de julio de 2019; revisado el 06 de agosto de 2019; aceptado el 09 agosto 2019

Artículo DOI:https://doi.org/10.30574/wjarr.2019.3.1.0047

Resumen
Las lesiones vasculares son la principal causa de muerte después de un traumatismo abdominal. Entre ellas, la lesión de la vena cava inferior (VCI), especialmente su porción retrohepática, es uno de los tratamientos más severos, raros y

complicados. El difícil acceso y las delicadas relaciones anatómicas no favorecen la hemostasia. La etiología de la lesión es variable, como resultado de un traumatismo penetrante (transección y/o laceración), contuso o, más raramente, de

causas iatrogénicas. Tras el abordaje inicial del paciente politraumatizado, la identificación del daño vascular debe ser precoz, para que el tratamiento quirúrgico de aquellos pacientes que presenten un shock hipovolémico severo pueda ser

exitoso. Las opciones terapéuticas incluyen el taponamiento de la lesión mediante un empaquetamiento hepático adecuado, la compresión digital o la reparación de las lesiones después de la exposición del área retrohepática. En lesiones

que no han sido controladas con taponamiento, la exclusión vascular hepática total es el tratamiento de elección. En casos extremos se puede realizar la derivación auriculocava; sin embargo, en comparación con la técnica de aislamiento

vascular, esta última mostró una mejor tasa de supervivencia. Además, el tratamiento conservador en casos seleccionados de lesiones traumáticas de la VCI hepática retrógrada es factible y prioritario debido a la alta mortalidad intrínseca

del procedimiento quirúrgico. En este sentido, la presente revisión refuerza la necesidad de una mejora clínica y quirúrgica continua para obtener resultados con un mejor pronóstico, especialmente en lesiones de vena cava retrohepática.

en comparación con la técnica de aislamiento vascular, esta última mostró una mejor tasa de supervivencia. Además, el tratamiento conservador en casos seleccionados de lesiones traumáticas de la VCI hepática retrógrada es factible y

prioritario debido a la alta mortalidad intrínseca del procedimiento quirúrgico. En este sentido, la presente revisión refuerza la necesidad de una mejora clínica y quirúrgica continua para obtener resultados con un mejor pronóstico,

especialmente en lesiones de vena cava retrohepática. en comparación con la técnica de aislamiento vascular, esta última mostró una mejor tasa de supervivencia. Además, el tratamiento conservador en casos seleccionados de lesiones

traumáticas de la VCI hepática retrógrada es factible y prioritario debido a la alta mortalidad intrínseca del procedimiento quirúrgico. En este sentido, la presente revisión refuerza la necesidad de una mejora clínica y quirúrgica continua

para obtener resultados con un mejor pronóstico, especialmente en lesiones de vena cava retrohepática.

Palabras clave:Trauma abdominal; Vena cava inferior; Lesión; Trauma; Heridas y lesiones; Heridas penetrantes

1. Introducción
La lesión vascular sigue siendo la principal causa de muerte después de un traumatismo abdominal [1, 2]. Cualquier paciente con lesión abdominal que
llegue in extremis debe considerarse como portador de una lesión vascular abdominal. Las lesiones vasculares son un problema común en los centros
traumatológicos urbanos y se presentan en el 10 al 20% de todos los pacientes sometidos a laparotomía por traumatismo penetrante en la población civil
urbana [3].

Particularmente peligrosas, las lesiones venosas abdominales más significativas tienen una mortalidad de entre el 50 y el 90% y
requieren un conocimiento exhaustivo de los diversos patrones de lesiones vasculares abdominales y las múltiples estrategias
quirúrgicas disponibles. Factores como la presencia de shock al ingreso, comorbilidades, lesiones viscerales, así como una lesión en la
vena cava inferior (VCI) son predictores de mortalidad y elevan la morbilidad [3].

El daño a la porción retrohepática, aunque raro, es uno de los más serios y difíciles de manejar, a pesar de todas las mejoras en las
habilidades técnicas y la atención hospitalaria [2, 4]. Este tipo de lesión desafía a los cirujanos más experimentados [5], tanto por el
complicado acceso, las relaciones anatómicas, como por la dificultad de controlar el sangrado en una zona posterior y estrechamente
relacionada con el hígado [6].

-Autor correspondiente
Dirección de correo electrónico:

Copyright © 2019 Los autores conservan los derechos de autor de este artículo. Este artículo se publica bajo los términos de Creative Commons Attribution Liscense 4.0.
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

El punto final primario de las lesiones de la VCI es la mortalidad. Los resultados secundarios dependen de variables relacionadas con el sistema de salud y
el paciente, como el tiempo desde el trauma hasta la primera atención, las condiciones del hospital, las habilidades técnicas del equipo quirúrgico, la
estancia en la unidad de cuidados intensivos, las complicaciones durante la hospitalización y las comorbilidades [7] . Dichos factores serán determinantes
para el pronóstico y evolución del paciente.

En la mayoría de las indicaciones terapéuticas a partir de estudios retrospectivos de tamaño muestral reducido, e incluso en los protocolos clínicos que
proponen soluciones técnicas para los distintos tipos de lesiones, el número de muertes sigue siendo importante [8].

Entre las variables que intervienen en la conducción de casos complejos, la necesidad del reconocimiento precoz de la lesión y la mejora del
manejo clínico y quirúrgico para una intervención eficaz ha convertido a la lesión retrógrada de la VCI hepática en un reto para todos los
profesionales que trabajan en centros de trauma [7-9].

Teniendo en cuenta tales argumentos y en ausencia de un consenso sobre el mejor tratamiento para estas lesiones graves, el
presente estudio realiza una revisión y replantea los enfoques terapéuticos actuales.

2. Material y métodos
Los estudios fueron buscados en las bases de datos Pubmed, Scopus, Web of Science, Embase y Scielo, así como
en la búsqueda de literatura gris a través de Google Scholar. Se utilizaron los siguientes términos o descriptores/
palabras clave MESH: traumatismo abdominal, vena cava inferior, lesión, trauma, heridas y lesiones, heridas
penetrantes, terapéutica, donde se seleccionaron artículos en inglés, español y portugués. Se identificaron un
total de 117 artículos, incluyendo 37 publicaciones sobre el tema en el período comprendido entre 1971 y 2019,
en las categorías de informes de casos, revisión de la literatura, estudio longitudinal retrospectivo, estudio de
cohortes, transversal, ensayo clínico aleatorizado, revisión sistemática, y metanálisis, cuando lo hubo. Los
artículos fueron seleccionados en pares, a ciegas, con un tercer autor en caso de conflicto para decidir si el
estudio sería incluido o no.

3. Resultados y discusión

3.1. Anatomía

La VCI comienza anterior a la quinta vértebra lumbar por la unión de las venas ilíacas comunes, a la derecha del
plano medio, inferior a la bifurcación de la aorta y posterior a la parte proximal de la arteria ilíaca común. La VCI
asciende a la derecha de los cuerpos vertebrales lumbares, sobre el músculo psoas derecho, a la derecha de la
aorta [10]. A medida que asciende, recibe numerosos afluentes, incluida la vena suprarrenal derecha, las venas
renales derecha e izquierda, la vena gonadal derecha (testicular u ovárica), la tercera y cuarta venas lumbares y
las venas frénicas inferiores. Las venas suprarrenal y gonadal izquierdas drenan indirectamente a la VCI porque
son tributarias de la vena renal izquierda [11]. Estos afluentes corresponden al par de ramas visceral y parietal de
la parte abdominal de la aorta.

El VCI es un vaso delicado de paredes delgadas con un diámetro de aproximadamente 2,5-3,75 cm, tiene un alto flujo y una presión
intraluminal de aproximadamente 5 cmH2O (3,67 mmHg) [9, 10]. No tiene válvulas en toda su longitud, a excepción de una válvula
variable no funcional en un ostium ubicado en la aurícula derecha del corazón [8].

2
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

Figura 1Anatomía de la vena cava inferior.1A-Vista retroperitoneal de la vena cava.1B-Relaciones anatómicas


entre la vena cava, la aorta abdominal, los riñones, las venas suprahepáticas y el diafragma.
Fuentes: a.https://www.earthslab.com/anatomy/vena-cava-inferior-ivc/ B. Cambridge Prensa de la Universidad de Cambridge. doi:10.1017/CBO9781107045156.032.

La VCI se puede dividir en cinco porciones, cada una con peculiaridades anatómicas que afectan la exposición quirúrgica y el control
de la lesión en estas localizaciones: la sección inferior es la bifurcación, la infrarrenal, perineal, suprarrenal/subhepática y
retrohepática, siendo esta última el foco de el presente estudio (Figura 2 A/B) [9-12].

Figura 2Anatomía de la vena cava retrohepática.2A-Vista diafragmática del hígado y sus relaciones anatómicas
tridimensionales que involucran la vena cava, el pedículo hepático y sus ramas, el árbol biliar y las venas suprahepáticas.2B-
Vista de la cara visceral del hígado y sus relaciones anatómicas tridimensionales que involucran la vena cava, la hepática
pedículo y sus ramas, el tracto biliar y las venas suprahepáticas.

El segmento de la VCI retrohepática tiene características anatómicas peculiares. Es la porción de la VCI que se ubica superior a la vena
suprarrenal derecha, inferior a las venas frénicas y en la cara posterior del hígado, ocupando una longitud de 7-10 cm. Esta área está
completamente circunscrita por los ligamentos suspensorios hepáticos, con el diafragma en la parte posterior y el hígado en la parte
anterior [12, 13]. Las venas hepáticas, formadas por la unión de las venas colectoras que, a su vez, drenan las venas centrales del
parénquima hepático, desembocan en el segmento retrohepático, por debajo del diafragma. La fijación de estas venas a la VCI ayuda
a mantener el hígado en su posición anatómica [8, 14] (Figura 3 A/B).

3
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

Figura 3A -Segmentación hepática según Couinaud;3B-Maniobras de acceso a la vena cava retrohepática.


Fuentes:Hepatobiliary Surg Nutr 2014; 3 (3): 149-153. doi: 10.3978 / j.issn.2304-3881.https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-1-4939-1200-1_10

3.2. Epidemiología

La lesión de la VCI se encuentra entre las lesiones vasculares más frecuentes, con una mortalidad en torno al 33-66% [12, 13]. Las
lesiones traumáticas de la VCI se asocian con altas tasas de morbilidad y mortalidad. Más de la mitad de los pacientes son declarados
muertos al llegar al hospital, y entre los que llegan al servicio con signos de vida, las tasas de mortalidad son muy altas [15].

Algunos factores contribuyen favorablemente o no al pronóstico del paciente, como la localización de la lesión en los
diferentes segmentos de la vena cava [2, 7]. Las lesiones de la VCI retrohepática y de las venas hepáticas son las de peor
pronóstico [16, 17]. En un estudio retrospectivo realizado por Maciel et al., se observó que las lesiones de la VCI retrohepática,
aunque poco comunes en el contexto general, eran las más comunes entre los pacientes que fallecieron [7].

3.3. Etiología

La etiología de la lesión retrohepática de la VCI es variable y en la mayoría de los casos se presenta como una lesión penetrante
(transección y/o laceración). Casi todos los pacientes que sufren este tipo de lesiones tienen traumatismos en otras vísceras, grandes
vasos o ambos. Las lesiones simultáneas de hígado, duodeno, páncreas, intestino y colon son comunes [6, 9, 14, 15].

Las lesiones pueden derivar de un mecanismo romo. En estos casos, son causados por fuerzas cortantes en accidentes de
desaceleración violenta [14, 15].

Otro tipo de afectación de la VCI retrohepática es la de etiología iatrogénica, con alta mortalidad, que requiere un rápido
reconocimiento y reparación [5].

Las lesiones hepáticas están clasificadas por la American Association of Trauma Surgery (AAST), distribuidas en grados del I al VI, variando
desde hematomas de proporciones reducidas hasta lesiones vasculares significativas. La lesión del segmento retrohepático de la VCI se define
como grado V por la clasificación de la AAST, así como las lesiones vasculares relacionadas con las venas únicamente hepáticas (Tabla 1) [18].

4
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

tabla 1Clasificación de la lesión hepática basada en la Asociación Estadounidense de Cirugía para Traumatismos (AAST)19

Calificación Escribe Descripción de la lesión

I Hematoma Subcapsular, sin expansión, <10 cm de área de superficie Desgarro

Laceración capsular, sin sangrado, <1 cm de profundidad parenquimatosa

Yo Hematoma Subcapsular, sin expansión, 10 a 50 % de área de superficie; intraparenquimatoso no expansivo <10 cm de


diámetro

Laceración Desgarro capsular, sangrado activo, 1–3 cm de profundidad parenquimatosa <10 cm de longitud

tercero Hematoma Subcapsular, >50% del área superficial o en expansión; hematoma subcapsular roto con sangrado
activo; hematoma intraparenquimatoso > 10 cm o en expansión

Laceración > 3 cm de profundidad parenquimatosa

IV Hematoma Hematoma intraparenquimatoso roto con sangrado activo


Laceración Rotura del parénquima que afecta del 25 al 75% del lóbulo hepático o de uno a tres segmentos de
Couinaud dentro de un solo lóbulo

V Laceración Alteración del parénquima que afecta >75% del lóbulo hepático o >3 segmentos de Couinaud dentro de un
solo lóbulo

Vascular Lesiones venosas yuxtahepáticas (es decir, vena cava retrohepática/venas hepáticas principales centrales)

VI Vascular Avulsión hepática

4. Aproximación inicial

Toda víctima de trauma debe ser asistida de acuerdo con el protocolo preconizado por Advanced Trauma Life Support (ATLS). Se debe
realizar una evaluación primaria secuencial de la condición clínica del paciente para el tratamiento prioritario de las lesiones que
involucran lesiones que amenazan la vida [18-20]. Las etapas de la atención primaria son la evaluación y mantenimiento de las vías
aéreas, la respiración, la ventilación, así como la circulación con control hemorrágico. Se advierte, por tanto, que la conducta a adoptar
dependerá de la situación encontrada [19].

Los pacientes con lesión retrógrada de la VCI hepática presentan inestabilidad hemodinámica y necesidad de reposición de volumen [15]. Un
estudio de Klein et al. demostraron que se utilizaron más bolsas de sangre en las lesiones retrohepáticas en comparación con las lesiones
extrahepáticas de la vena cava [17].

La inestabilidad hemodinámica, la hipotermia y la coagulopatía son consecuencias del sangrado intenso y la identificación tardía de
lesiones en el segmento retrohepático. Estos signos reducen la eficacia final del tratamiento quirúrgico. Por lo tanto, el reconocimiento
temprano de la lesión es fundamental para adquirir éxito en el manejo quirúrgico de pacientes con pérdida excesiva de volumen [20,
21].

5. Manejo del traumatismo abdominal


El trauma abdominal cerrado es un reto en la práctica clínica. En el paciente hemodinámicamente estable y sin lesiones en
otros sistemas, el examen físico es suficiente para el diagnóstico de lesión intraabdominal grave [3-5]. Sin embargo, muchas
veces no es posible identificar si hubo una lesión intraabdominal solo con el examen físico. En estos casos es necesario el uso
de pruebas complementarias, como el Peritoneal Diagnostic Washout (PDW), FAST (Focused Assessment Sonography for
Trauma) y la Tomografía Computarizada (TC) [7-9].

La contraindicación absoluta para la realización de PDW o FAST es la indicación de laparotomía exploradora, neumoperitoneo,
exploración física compatible con peritonitis/irritación peritoneal, traumatismo penetrante con evisceración o traumatismo
abdominal abierto [19-22]. FAST se utiliza en la sala de traumatología y ha reemplazado con éxito a PDW. Es útil en la
evaluación inicial de la lesión, lo que permite una evaluación rápida al lado de la cama en busca de hemoperitoneo y
hemopericardio. Presenta sensibilidad del 63-100% y especificidad del 95-100% para la presencia de sangre [18, 23].

En pacientes hemodinámicamente inestables con PDW o FAST positivo, está indicada la laparotomía exploradora. En pacientes estables, PDW o
FAST positivos, el siguiente paso es realizar una tomografía computarizada del abdomen [19, 24]. La TC permite la evaluación detallada

5
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

de lesiones de órganos sólidos y retroperitoneales. Para lesiones hepáticas tiene una sensibilidad del 92-97% y una especificidad del 98,7%. La
extravasación de contraste en la TC requiere angiografía de emergencia y angioembolización en pacientes hemodinámicamente estables. La
sensibilidad y especificidad para la identificación de sangrado activo en lesiones hepáticas es del 75% y 68-93%, respectivamente [18, 25].

Por lo tanto, en pacientes con peritonitis está indicada la laparotomía exploradora. En pacientes sin signos de peritonitis e
inestabilidad hemodinámica, la laparotomía se muestra en presencia de FAST o PDW positivo. En la laparotomía, si se observa
un hematoma retroperitoneal en la zona 1 sin otras causas de inestabilidad, está indicada la operación del hematoma. Si
existen otras causas de inestabilidad, o no existen indicaciones quirúrgicas para abordar el hematoma; no debe ser explorado
[1, 10-13].

En pacientes sin signos de peritonitis, que tienen estabilidad hemodinámica, hay indicación de Tomografía si PDW o FAST es
positivo. Una vez realizada la TC, en presencia de hematoma pericava, sólo observación26. Si la TC muestra otras causas
quirúrgicas, está indicada la laparotomía. En pacientes hemodinámicamente estables con FAST o LPD negativos, no hay
necesidad de TC y solo la observación clínica es adecuada (Figura 4) [21].

Figura 4Manejo del traumatismo abdominal

6. Tratamiento

6.1. Taponamiento de lesiones / reparación quirúrgica

En el caso de lesión retrohepática de la VCI, la hemorragia activa requiere una decisión rápida y una opción es un
adecuado empaquetamiento hepático, con posterior compresión del hígado contra la VCI, para amortiguar la
lesión; o incluso utilizando la técnica de compresión digital, mediante la compresión del punto de sangrado [22,
26]. Si este abordaje no controla el sangrado, será necesaria la exposición de la VCI retrohepática para la
reparación de la lesión. En este sentido, el origen de la lesión se identifica mediante la maniobra de Pringle, que
consiste en la oclusión temporal de la tríada portal - arteria hepática, colédoco y vena porta ubicada en el
ligamento hepatoduodenal [23]. La persistencia del sangrado confirma la VCI retrohepática como probable
fuente de lesión,

La laparotomía mediana no es suficiente para una visualización adecuada de la superficie posterior del hígado y el retroperitoneo. Así,
tras una decisión de exploración hemorrágica, se asocia la laparotomía a una incisión subcostal derecha y se seccionan los ligamentos
hepáticos, ampliando la visualización de la VCI retrohepática. Después del control de la hemorragia, la reparación de la lesión se puede
realizar bajo visión directa [24].

6
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

Reportes en la literatura respecto al uso de técnicas que apuntan a un campo sin sangre que facilitan la visualización de las
estructuras a manipular17, 18. Una opción es la técnica de parada circulatoria asociada a hipotermia profunda, utilizada en
pacientes con traumatismo hepático penetrante y VCI retrohepática. Esta técnica está contraindicada en casos de lesiones
asociadas y heparinización sistémica. Durante el procedimiento, se permite que un campo sin sangre mantenga una
reparación precisa y segura en hasta 1 h [25, 28].

Otra opción es el uso de circulación extracorpórea, en la que el flujo sanguíneo se desvía del área lesionada utilizando
el circuito extracorpóreo, con o sin bomba mecánica activa (Figura 5) [18,24].

Figura 5Manejo quirúrgico de la lesión traumática de la vena cava retrohepática

6.2. Exclusión vascular hepática total

Para lesiones que no han sido controladas con taponamiento, la exclusión vascular hepática total es el tratamiento de elección. El
procedimiento consiste en realizar, en asociación con la maniobra de Pringle, pinzamiento de la VCI por encima y por debajo de la
lesión [21-23]. Superiormente, se aísla la vena cava suprahepática infradiafragmática; inferiormente, se produce pinzamiento de la
vena cava suprarrenal. Posteriormente, se secciona la vena cava suprahepática y se retrae el hígado anteriormente para permitir un
abordaje posterior a la vena cava retrohepática y retrohepática [24, 26].

El uso de pinzamiento vascular tiene la complicación de reducir la precarga cardíaca y aumentar el riesgo de arritmias por el
levantamiento compensatorio de la poscarga [17]. Algunos autores advierten que el riesgo de paro cardiorrespiratorio es mayor
debido a la reducción brusca de la precarga cardíaca; sin embargo, otros autores no han descrito este resultado (Figura 6) [27-29].

Figura 6Exclusión vascular hepática total


Fuente:https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-1-4939-1200-1_10

7
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

6.3. Derivación auriculocava

En casos extremos se puede realizar la derivación auriculocava, a pesar de las altas tasas de mortalidad, extendiendo la laparotomía a
una esternotomía mediana. La desventaja del shunt está relacionada con el error técnico, que es difícil de realizar, y con el tiempo del
procedimiento, que es el doble en comparación con el pinzamiento, además de conferir una pérdida de volumen más significativa [17].

La técnica consiste en realizar un bypass introduciendo un catéter a través de la auriculotomía derecha. Se secciona un orificio lateral en el
extremo proximal del catéter a la altura de la aurícula derecha, y el extremo distal descansa justo por encima de las venas renales, permitiendo
así que la sangre de la vena cava regrese al corazón. De esta forma, las pinzas vasculares se colocan alrededor de las porciones intrapericárdica
y suprarrenal de la VCI [30].

La derivación permite suficiente retorno venoso continuo para mantener las presiones de llenado ventricular requeridas para mantener el
gasto cardíaco y, al mismo tiempo, proporciona un campo "sin sangre" para la reparación de la estructura vascular lesionada [23].

Aunque el uso de la derivación auriculocava es útil en el tratamiento del traumatismo hepático penetrante, su uso en la vena hepática o en las
lesiones retrohepáticas de la VCI por traumatismo cerrado no tuvo éxito y resultó mortal, con pocos casos de supervivientes [29, 30].

Las complicaciones de la inserción de una derivación son pocas pero graves. La embolia gaseosa es una sola, requiriendo, por tanto, un
cuidado extremo en la introducción del catéter. Las complicaciones adicionales incluyen la perforación de las estructuras vasculares en la
inserción, la embolia pulmonar y la trombosis [31].

La técnica de aislamiento vascular mostró una mejor tasa de supervivencia en comparación con la derivación auriculocava [32]. Durante la
reparación quirúrgica, si el paciente desarrolla coagulopatía, acidosis o hipotermia, se debe considerar la cirugía de control de daños (Figura 7/
AC) [18, 24].

Figura 7A/B -Apertura atrial con paso de balón por la vena cava inferior. 7C - Funcionamiento de la derivación auriculocava
después de la fijación del tubo en la aurícula y la vena cava inferior infrahepática con un balón inflado
Fuente:https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-1-4939-1200-1_10

6.4. Tratamiento quirúrgico de las lesiones iatrogénicas

En el contexto de las lesiones iatrogénicas de la VCI retrohepática, la reparación suele requerir cirugía abierta a expensas de una alta
morbimortalidad para el paciente. Para describir un enfoque alternativo, Briggs et al. comunicaron el sexto caso conocido en la
literatura de tratamiento endovascular en una lesión retrohepática de la VCI [5]. Su reporte corrobora con los hallazgos de las
situaciones descritas anteriormente: la colocación de stent en el control de la lesión es efectiva [5-7].

Como riesgos potenciales de la inserción de dispositivos endovasculares, Erzurum et al. enfatizaron la erosión de la vena cava,
la ruptura venosa, los procesos infecciosos y la oclusión [33]. Sin embargo, debido a la escasez de casos y datos en la literatura,
aún no es posible estimar las repercusiones que estos materiales podrían causar en el sistema venoso a largo plazo, lo que
justifica la necesidad de un seguimiento e imagen a corto plazo. vigilancia. Otro punto controvertido es la anticoagulación, su
indicación y duración en el seguimiento de estos pacientes [5, 34].

8
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

7. Complicaciones postoperatorias

Las complicaciones postoperatorias en pacientes con lesión retrógrada de la VCI hepática son más frecuentes que aquellos
con lesiones en otras topografías. Hemorragias, necrosis hepática parcial, síndrome de Budd-Chiari17, síndrome
compartimental abdominal27, abscesos subfrénicos, hemobilia y fístulas biliares [34-36].

8. Tratamiento conservador

Aunque reciente, es posible inferir que es factible realizar un tratamiento no quirúrgico en casos seleccionados de lesiones
traumáticas de VCI retrohepática [4, 37].

No cabe duda de la necesidad de un abordaje quirúrgico inmediato ante un paciente que presente sangrado activo o
inestabilidad hemodinámica con signos de peritonitis4, dado el riesgo inminente de desenlace letal en estos casos [32,33].

Sin embargo, existe una alta tasa de mortalidad inherente a la realización del procedimiento quirúrgico. A pesar de las
controversias en cuanto a la posibilidad de ruptura y muerte posterior en pacientes no sometidos a cirugía, es necesario
considerar la decisión a tomar, individualizada para los diferentes tipos de lesión y gravedad de los casos [37].

Por lo tanto, en pacientes con sangrado localizado o presencia de solo hematoma local, es prudente evaluar la
posibilidad de un manejo conservador mediante soporte hemodinámico en una unidad de cuidados intensivos,
monitoreo invasivo y radiológico [4-6, 37]. Se deben realizar técnicas de imagen como venocavografía o ultrasonografía
dúplex para evaluar posibles complicaciones en el sitio de la lesión4. El momento ideal para la realización de las
imágenes aún es incierto, dada la escasez de información en la literatura sobre el tema [37].

Las complicaciones a largo plazo asociadas con el manejo conservador incluyen estenosis, trombosis o pseudoaneurisma en la VCI
retrohepática [4].

9. Conclusión
En conclusión, existe una alta tasa de fracaso inherente a la ejecución de la cirugía para el tratamiento de la lesión hepática
retrógrada de la VCI y, a pesar de las controversias en cuanto a la posibilidad de ruptura posterior y muerte en pacientes no
sometidos a procedimiento operatorio, es necesario individualizar cada caso, sugiriendo la posibilidad de una terapia
conservadora. Además, dada la alta tasa de mortalidad y las diversas complicaciones derivadas de esta lesión, es necesaria
una mejora clínica y quirúrgica continua para obtener resultados satisfactorios con mayor frecuencia.

Cumplimiento de normas éticas

Expresiones de gratitud

Los autores agradecen al Prof. Dr. Aldo Medeiros, Profesor Titular del Departamento de Cirugía - UFRN, por la supervisión de esta revisión,
actuando como consultor experto en el levantamiento bibliográfico, análisis y asesoramiento científico. También agradecemos a todos los
componentes del estudio por su dedicación y esfuerzo para construir una revisión de calidad validada científicamente.

Revelación de conflicto de interés

No existen conflictos de interés que declarar por parte de ninguno de los autores de este estudio.

Referencias

[1] Kashuk JL, Moore EE, Millikan JS y Moore JB. (mil novecientos ochenta y dos). Trauma vascular abdominal mayor un enfoque unificado. J
Trauma, 22(8), 672-679.

[2] Sullivan PS, Dente CJ, Patel S, Carmichael M, Srinivasan JK, Wyrzykowski AD, Nicholas JM, Salomone JP, Ingram WL,
Vercruysse GA, Rozycki GS y Feliciano DV. (2010). Resultado de la ligadura de la vena cava inferior en la era
moderna. Am J Surg, 199(4), 500-506.
[3] Millikan JS, Moore EE, Cogbill TH y Kashuk JL. (1983). Lesiones de la vena cava inferior: un desafío continuo. J Trauma,
23(3), 207-212.

9
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

[4] Khan IR, Hamidian Jahromi A, Khan FM y Youssef AM. (2012) Manejo no quirúrgico de la lesión cava
retrohepática contenida. Ann Vasc Surg, 26(3), 420, 9-12.
[5] Briggs CS, Morcos OC, Moreira CC y Gupta N. (2014) Tratamiento endovascular de la lesión iatrogénica de la vena
cava inferior retrohepática. Ann Vasc Surg, 28(7), 1794, 13-5.
[6] Cogbill TH, Moore EE, Jurkovich GJ, Feliciano DV, Morris JA y Mucha P. (1988). Trauma hepático severo: una
experiencia multicéntrica con 1335 lesiones hepáticas. J Trauma, 28(10), 1433–1438.
[7] Maciel JD, Plurad D, Gifford E, deVirgilio C, Koopmann M, Neville A, Putnam B y Kim DY. (2015). predictores de
mortalidad en pacientes con lesiones penetrantes de vena cava inferior que sobreviven al quirófano. Am Surg,
81(10), 1000-1004.
[8] Huerta S, Bui TD, Nguyen TH, Banimahd FN, Porral D y Dolich MO. (2006). Predictores de mortalidad y manejo de
pacientes con lesiones traumáticas de vena cava inferior. Am Surg, 72(4), 290-296.
[9] Buckman RF, Pathak AS, Badellino MM y Bradley KM. (2001). Lesiones de la vena cava inferior. Surg Clin North Am,
81(6), 1431-1447.
[10] Zheng W, Zi-hai D, Jie Z, Shi-zhen Z, Jian-hua L y Yi-xiong L. (2017). Anatomía del túnel retrohepático en
población china y su aplicación clínica en cirugía hepática. Informes científicos, 21(7), 44977.
[11] Tenório NJ, Goldenberg A y Triviño T. (2002). A exposição do contorno lateral direito da veia cava inferior na cirurgia
hepática. Acta Cir Bras, 17(2), 95-101.
[12] Rosengart MR, Smith DR, Melton SM, May AK, Rue LW 3rd. (1999). Factores pronósticos en pacientes con lesiones de vena
cava inferior. Am Surg, 65(9), 849-856.

[13] Ombrellaro MP, Freeman MB, Stevens SL, Diamond DL y Goldman MH. (1997). Predictores de supervivencia tras lesiones
de vena cava inferior. Am Surg, 63(2), 178-83.

[14] Netto FA, Tien H, Hamilton P, Rizoli S, Chu P, Maggisano R, Brenneman F y Tremblay LN. (2006). Diagnóstico y resultado de
lesiones cavas contusas en el centro de trauma moderno. J Trauma, 61(5), 1053–1057.

[15] Hansen CJ, Bernadas C, West MA, Ney AL, Muehlstedt S, Cohen M y Rodriguez JL. (2000). vena cava abdominal
lesiones: los resultados siguen siendo sombríos. Cirugía, 128(4), 572–578.

[16] Clark JJ, Steinemann S y Lau JM. (2010). Uso de una derivación auriculocava en un paciente traumatizado: Primer caso informado
en Hawai'i. Hawaii Med J, 69(2), 47-48.

[17] Klein SR, Baumgartner FJ y Bongard FS. (1994) Estrategia de manejo contemporánea para las principales lesiones de la vena cava
inferior. J Trauma, 37(1), 35-41.

[18] Ahmed N y Vernick JJ. (2011). Manejo del trauma hepático en adultos. J Emerg Trauma Shock, 4(1), 114-119.
[19] Comité de Trauma del Colegio Estadounidense de Cirujanos. Manual del curso para estudiantes de soporte vital avanzado en
trauma (ATLS), 10eled, Colegio Americano de Cirujanos, Chicago 2018.

[20] Beal SL y Ward RE. (1989). Derivación auricular caval exitosa en el manejo de lesiones venosas retrohepáticas.
Am J Surg, 158(5), 409-413.
[21] Van Rooyen PL, Karusseit VO y Mokoena T. (2015). Lesiones de la vena cava inferior: una serie de casos y revisión de la
experiencia sudafricana. Lesión, 46(1), 71-75.

[22] Ai-Jun L, Meng-Chao W, Guang-shun Y, Han C y Fen S. (2004). Manejo de la lesión retrohepática de la vena cava inferior
durante la hepatectomía por neoplasias. World J Surg, 28(1), 19-22.

[23] Pringle JH. (1908). Notas sobre la detención de la hemorragia hepática por traumatismo. Ann Surg, 48, 541-549.

[24] Bardes JM, Grabo D, Lam L, Tadlock MD, Strumwasser A e Inaba K. (2017). Algoritmo de tratamiento y manejo de las
lesiones de la vena cava retrohepática. J Trauma Acute Care Surg, 83(2), 340-344.
[25] Hartman AR, Yunis J, Frei LW y Pinard BE. (1991). Paro circulatorio hipotérmico profundo para el tratamiento de una
lesión venosa retrohepática penetrante: informe de un caso. J Trauma, 31(9), 1310-1311.
[26] Buechter KJ, Gómez GA y Zeppa R. (1990). Una nueva técnica para la exposición de lesiones en la confluencia de las venas
retrohepáticas y la vena cava retrohepática. J Trauma, 30(3), 328-331.

10
Melo y Silva et al. / Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 2019, 03(01), 001–011

[27] Rogers FB, Reese J, Shackford SR y Osler TM. (1997). El uso del bypass venovenoso y el aislamiento vascular total del hígado en el
manejo quirúrgico de las lesiones venosas yuxtahepáticas en el traumatismo hepático cerrado. J. Trauma, 43(3), 530–533.

[28] Weber S, Murphy MM, Pitzer ME y Davis K Jr. (1996). Manejo de lesiones venosas retrohepáticas con derivaciones
atrial cava. AORN J, 64(3), 376-382.
[29] Yellin AE, Chaffee CB y Donovan AJ. (1971). Aislamiento vascular en el tratamiento de lesiones venosas yuxtahepáticas.
Arch Surg, 102(6), 566-573.

[30] Depinto DJ, Mucha SJ y Powers PC. (1976). Ligadura de la vena hepática mayor requerida por un traumatismo abdominal cerrado.
Ann Surg, 183(3), 243-246.

[31] Bricker DL, Morton JR, Okiec JE y Beal AC Jr. (1971). Manejo quirúrgico de las lesiones de la vena cava: cambios en los
patrones de lesión y nuevas técnicas de reparación. J Trauma, 11(9), 725-735.

[32] Yilmaz TH, Ndofor BC, Smith MD y Degiannis E. (2010). Un enfoque heurístico y una visión herética de la técnica.
Problemas y peligros en el tratamiento de las lesiones abdominales penetrantes. Scand J Trauma Resusc Emerg Med,
14(18), 40.

[33] Erzurum VZ, Shoup M, Borge M, Kalman PG, Rodríguez H y Silver GM. (2003). Endoinjerto de vena cava inferior para
controlar hemorragia inaccesible quirúrgicamente. J Vasc Surg, 38(6), 1437-1439.

[34] Pachter HL, Spencer FC, Hofstetter SR, Liang HG y Coppa GF. (1992). Tendencias significativas en el tratamiento del trauma
hepático. Experiencia con 411 lesiones. Ann Surg, 215(5), 492-500.

[35] Baumgartner F, Scudamore C, Nair C, Karusseit O y Hemming A. (1995). Bypass venovenoso para traumatismos hepáticos
y cavas mayores. J. Trauma, 39(4), 671–673.

[36] Gao JM, Du DY, Zhao XJ, Liu GL, Yang J, Zhao SH y Lin X. (2003). Trauma Hepático: Experiencia en 348 Casos. World J Surg,
27(6), 703-708.

[37] McGreevy CM, Anjaria DJ y Kunac A. (2016). Tratamiento conservador de una lesión penetrante de la vena
cava inferior retrohepática. Am Surg, 82(8), 212-213.

Cómo citar este artículo

Melo e Silva BB, Dantas EA, Arboés HER, Oliveira LQ, Veras de Freitas MA, Rêgo ACM y Araújo-Filho I. (2019). Lesión de vena
cava retrohepática: ¿cuál no podemos olvidar? Revista mundial de investigación y revisiones avanzadas, 3(1), 01-11.

11

Ver estadísticas de publicación

También podría gustarte