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Pablo Rosales
La verdad es que la banalidad del bien me pareció un título con gancho. Pero ahora estoy
un poco arrepentido. Me gustaría no tener que explicarlo. Elegiría, de ser posible, un Sin
título, pero solo las artes visuales permiten esta suspensión nominal.
La banalidad del bien está implícita en la noción de la banalidad del mal. Sin embargo, la
fascismo– minimiza y posterga la apreciación de este otro problema: el del bien absoluto,
es decir, el del arte. Quiero referirme a cierta tendencia de los artistas a moralizar su labor y
ubicarse lógicamente del lado del bien; total el arte no jode a nadie. Pienso en el ensayo
fascismo, a la que “El comunismo le responde con la politización del arte” (2011:52); para
actualizar la sentencia, podríamos sustituir la palabra comunismo por nosotros, los justos.
El arte contemporáneo es un lenguaje, “un virus del espacio exterior” que no aspira al
sentido, más bien, como dice Suhail Malik, “promulga en la sociedad la voluntad sin razón”
(2017: 41). Sin querer caer en el relativismo, ¿no es cierto que el arte contemporáneo
malentendidos comunicacionales en el arte, pero ¿cómo?, ¿el arte comunica? “Vamos por
la calle y hay cosas que nos molestan”, dijo Diego Bianchi en una entrevista televisiva. Yo
quisiera parafrasearlo y decir: vamos por el arte y hay cosas que nos molestan. Bueno, la
cosa que a mí me molesta, en el arte de hoy, es la comunicación, esa intrusa. Es decir, esto
Comuniqué y por eso estoy hoy aquí. ¿Podría haberlo evitado? Yo era un artista feliz y
estaba trabajando durante unos meses en una gran instalación en Francia. El espacio en el
que preparaba mi muestra cerraba a las cinco y me aburría un poco en el pequeño pueblo
en el que me hospedaba. Algo tenía que hacer. Entonces, con total ingenuidad, abrí una
cuenta de Facebook. Ya saben: para compartir mi arte-vida con otros usuarios en red. En
ese entonces ya había hecho una muestra, Del pop al op (2010), para la cual escribí un
largo texto en el que daba explicaciones. Aunque podría nombrar otros antecedentes, lo
Hubo un antes y después de Facebook para mí. Comencé escribiendo breves textos que
con el que me invitaron a escribir en algunos medios. Y así llegué hasta aquí, por la
interesante.
La actualidad de la paranoia crítica
allá por los años cincuenta. Luego contó en una entrevista que el paisaje mediático de la
realidad externa, en la que el surrealismo se sustentaba. Dice Ballard: “La potencia del
shock se ha agotado. El mundo exterior es tan extraño, está tan lleno de fantasía, que el
sociabilidad actual. Los límites entre arte y otras formas de imagen son indistintos para la
informaciones.
Una pregunta que me hago muchas veces es ¿cómo un objeto artístico puede seguir
diciendo lo que queremos, en distintos contextos y más allá de nuestra existencia física? La
frase anterior –que aquí utilizo como subtítulo– se me ocurrió porque me había llamado la
atención, en una feria de arte local, la cantidad de obras que interpelaban al espectador a
través de textos. ¿Qué nos estaban queriendo decir estas obras? O acaso: ¿son los artistas
quienes quieren decirnos algo a través de ellas? Ya no esperan que la obra “hable por sí
mínimo la ambigüedad, hablar por sí mismos antes que la obra hable por ellos, o por algún
tercero. Y además, si aumentan los intermediarios entre artista, obra y público, también
autor.
Vuelvo a la frase “Vamos por la calle y hay cosas que nos molestan”. El colega Diego
feria arteBA en mayo de 2013. Las obras que presentaba eran piezas performáticas que
formaban parte de la muestra Estado de spam inaugurada una semana antes en la galería
Stephen, un joven inmigrante nigeriano que vendía relojes como lo haría habitualmente en
el barrio de Once donde fue reclutado por Bianchi. En aquel momento los jóvenes
sido narrada. Bianchi tomó la iniciativa a su modo, sabiendo que menos es menos y más es
más. Pero la frase de Bianchi, en la nota de color del noticiero vespertino, ilustrada con
salían un brazo agitando un trapo y otro empuñando un secador limpia vidrios, se convirtió
en un video viral que generó expresiones de rechazo entre distintos usuarios que lo
entender como una afirmación del artista lo que era una ironía sobre un lugar común. Es
mal. Una vez pasada la semana de la feria, la muestra volvió a inaugurar en la galería
repercusiones mediáticas en las que se lo tildaba injustamente, con la impronta hater de las
redes sociales, de artista facho. Luis Lindner, otro artista, reclamaba por los mediadores:
críticos, periodistas culturales, curadores, que pudieran interceder entre los artistas y la
sociedad. Pero ¿acaso no han sido justamente estas mediaciones las que han empujado al
por el interés en llegar a un público masivo con estrategias de marketing artebarero, choca
con los tiempos de los artistas y sus obras, cuyos discursos se desarrollan protegidos por
Con la escalada mediática que tomó el tema, Diego aceptó una riesgosa invitación al
televisiva generó un manto de piedad en la turba de panelistas, por suerte salió airoso y la
polémica se diluyó.
situación de los artistas visuales, que intentan producir imágenes distinguidas en medio de
elemento más en una composición informalista. Las personas –o partes de ellas– aparecen
Hito Steyerl describe lo que llama la imagen spam. Más allá del éter, a través de las
ondas de radio, televisión y wi-fi, surcan el cosmos infinitas imágenes emitidas diariamente
que llevan su mensaje. Steyerl contrasta la proliferación de estas imágenes basura con el
dibujo grabado en un disco de oro, que describe a una pareja de seres humanos y un
cápsula Pioneer en los años setenta. Ella se pregunta: ¿qué idea se haría una hipotética
Así, entre obra y obra, los artistas generan imágenes gratuitas de difusión, flyers, memes
lecturas de una humilde imagen spam concedida por Marta Minujín. La artista con más
todos los medios, su mensaje contundente: “Arte Arte Arte”. El año pasado, Minujín
recreó su icónica obra El Partenón de libros (1983), pero esta vez recuperó un aspecto
libros es El Partenón de libros prohibidos. En la primera versión, los libros fueron donados
repartieron entre una multitud, no sin algún incidente debido a la masividad del evento. En
esta nueva edición, se hizo una campaña en distintas ciudades del mundo para recolectar
libros prohibidos por los más diversos regímenes del amplio abanico antiliberal (de la
En Buenos Aires, los libros fueron recolectados a través de una convocatoria al público
con el auspicio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que aportó una logística de
de basura reciclable. Por eso, Marta apareció en una imagen publicitaria con el Nunca más
las redes. Además, muchos notaron que ese libro nunca ha sido prohibido hasta el día de
hoy.
Podríamos decir, no sin malicia, que politizar a Marta es una política de Estado. Porque
ante el fracaso del proyecto internacionalista del arte de vanguardia en la Argentina, lo que
hace relevante una obra como la de Marta en el paisaje mundial pasa por la paradójica
neoregionalización del arte sudamericano, provocada por los relatos poscoloniales, que
vuelven a situar, en una periferia, a la vanguardia más adelantada, con sus temas locales
Buenos Aires realizó sobre Marta Minujín tiene la particularidad de que (con la sola
excepción de un reportaje que le hiciera Daniel Molina) la totalidad de los textos que
compila son notas periodísticas. Este constante eco mediático, además de comprobar el
“suceso” que generó su trabajo, también da cuenta de la atención que la propia Marta da a
los comentarios sobre su obra y de cómo la artista se autorrepresenta como figura pop a
Comunicados
Raúl Escari, Roberto Jacoby y Eduardo Costa abrió una era en la que ya no importa que
una obra exista si existe su relato mediático. Como se decía en la época: “se adelantó a su
Luego, en los años setenta el CAyC (Centro de Arte y Comunicación) funcionó, en gran
medida, como una agencia de publicidad de actividades artísticas. Su mailing era un capital
alcance internacional y, cuándo no, de su existencia misma. Como ironiza Claudio Iglesias
acerca de los artistas de hoy: “El artista puede dejar de pintar, o dejar de hacer
Luis Camnitzer: “El museo es una escuela: el artista aprende a comunicarse, el público
aprende a hacer conexiones”. Terrible destino: aprender a comunicarse parece ser el único
modo que tiene el artista de vencer la apropiación discursiva que de sus obras hacen las
instituciones y, entonces, poder decirle a ellas y, por qué no, al público lo que tienen que
hacer. Está claro que, fuera de los museos, los artistas y el público se confunden sin
Una propuesta interesante, que creo que no se entendió bien en su momento, hizo Suhail
“el arte debe asumirse como un actor estatal” (2017:41).Lo que me gustó de su intervención
arte escrita por Federico Manuel Peralta Ramos Misterio de Economía. Retrotrayéndose a
crítica a la razón instrumental, la construcción semántica del arte está por fuera de la
promulga, en lo social, la autoridad sin razón. Malik propone la descartelización del arte
como bien público y la asunción por parte de los artistas de tareas instrumentales para el
En los artistas hay algo de la lógica empresaria en la relación capitalismo-Estado: sin ser
anti-Estado, los artistas lo conciben como “asunto separado” de su credo artístico. Creo que
el malentendido comunicacional se produce por esta relación ambigua del artista con el
Estado y la divergencia de sus fines. El artista construye un público afín al sobreentendido,
para justificar las necesidades de producción de las obras que los artistas se proponen,
Coda
las cartas que en 1997 León Ferrari le envió al papa Juan Pablo II para solicitarle la
abolición del infierno. Tras el fallecimiento del artista y la asunción del papa Francisco I,
esta sutil intervención epistolar fue recordada y homenajeada por grupo Etcétera en 2014.
Change.org, inspirados quizás por los tan mentados “gestos del papa”. Tal ha sido la suerte
de esta correspondencia que, quien cuando era obispo de la ciudad de Buenos Aires fue
enemigo público del artista, recientemente llegó a darle la razón a Ferrari al realizar
declaraciones a la prensa, a principios de este año, en las que sostuvo que el infierno no
existe como tal y que las almas que no se arrepienten no son confinadas en el averno, sino
Me parece que pude haber sido un poco injusto con el pensamiento político de Marta, así
referencia más o menos explícita a la crisis económica griega (algo así como el 2001
nuestro del cual, claramente, no aprendimos mucho).
Alemania tiene atragantada a Grecia con la deuda, cuando toda la cultura occidental
proviene de Grecia, donde se inventó la política, las leyes. Todo lo inventaron los griegos
hace cuatro mil años. Alemania y Europa no serían lo que son si no hubiesen existido los
griegos. ¿Cómo pueden pretender cobrarle una deuda a alguien que los hizo existir? (Papa
Orfano, 2018).
Y luego recordó que América del Sur alimentó a Europa durante la Primera y Segunda
foto-performance en la que simula pagar la deuda externa a Andy Warhol con choclos, el
oro americano; un gesto de ofrenda del granero más remoto (y endeudado) del mundo a su
griega a una doble de Angela Merkel con aceitunas en una performance pública (Where the
● Ballard, James Graham (2013). Para una autopsia de la vida cotidiana. Buenos Aires: Caja
Negra.
● Benjamin, Walter (2011). La obra de arte en la era de su reproducción técnica. Buenos Aires:
El Cuenco de Plata.
● Iglesias, Claudio (2015). Rubias teñidas. Rosario: Baltasara.
● Malik, Suhail (2017). “El arte debe ser un actor estatal”. En Katzenstein, Inés e Iglesias,
Claudio (comps.), ¿Es el arte un Misterio o un Ministerio?, Buenos Aires: Siglo XXI, pp.
42-52.
● Minujín, Marta (2015). Happenings y performances. Buenos Aires: Ministerio de Cultura del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
● Papa Orfano, Belén (2018). “Minujín: ‘No hace falta el FMI, las deudas están pagadas con el
oro latinoamericano, el maíz’”. El Cronista, 31 de julio.
● Disponible en:
https://www.cronista.com/clase/checklist/Minujin-No-hace-falta-el-FMI-las-deudas-estan-paga
s-con-el-oro-latinoamericano-el-maiz-20180720-0002.html [consultado: 31 de octubre de
2018].
● Steyerl, Hito (2014). Los condenados de la pantalla. Buenos Aires: Caja Negra.