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PARA UN DICCIONARIO DE LA IMAGINACION

Título : Merolico Programa No. 1277

OP ENTRA RUBRICA
MARU (EN FRIO) MEROLICO
OP ENTRA MUSICA Merolico 1
El Código Penal vigente de 1871 a 1928, en su
artículo 425, establecía que: “El que cometa un
fraude, explotando en su provecho las
preocupaciones, la superstición o la ignorancia
del pueblo, por medio de una supuesta evocación
de espíritus, o prometiendo descubrir tesoros, o
hacer curaciones, o explicar presagios, o
valiéndose de otros engaños semejantes, sufrirá
la pena de arresto mayor y multa de segunda
clase”.

De nada sirvió tal advertencia puesta en


términos legales, pues los charlatanes
abundaban, aprovechándose de la ignorancia e
ingenuidad de las personas, para ofrecerles
productos milagro, curaciones asombrosas,
formas de ganar dinero rápido o maneras de
comunicarse con los espíritus.

Uno de estos charlatanes fue un suizo


avecindado en México de nombre Rafael Juan de
Meraulyock, quien ejerció su supuesta profesión
de médico en las ciudades de Puebla y México,
entre 1879 y 1887.

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Entre sus remedios maravillosos ofrecía


malvaviscos, que vendía a buen precio porque,
según él, era eficaz contra las lombrices (las
tenias) y curaba los callos. También ofrecía un
bálsamo milagroso vegetal: “para todas las
enfermedades” y para “extender la juventud”, al
precio de tres pesos, y su famoso aceite de San
Jacobo, para “la curación de todos los flatos,
dolencias, cólicos, malos humores, asperezas de
la piel y, extirpación completa de callos y
callosidades”.

OP TRANSICIÓN Merolico 2
El nombre de Rafael Juan de Meraulyock empezó
a hacerse famoso. Pero, como su apellido
extranjero era difícil de pronunciar, la gente optó
por pronunciarlo a su manera y comenzó a
llamarlo merolico. Al propio Meraulyock le
pareció una buena idea, y él mismo empezó a
nombrarse Doctor Merolico.

Es de este Doctor Merolico que tenemos nuestra


palabra merolico, que hoy nos sirve para
nombrar lo mismo a una persona que es muy
parlanchina o muy habladora (hablas como
merolico, decimos), que a un “vendedor callejero
que atrae a los transeúntes con su verborrea”. El
Diccionario del español de México abunda al dar
esta definición de merolico: “Persona que vende

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medicamentos y baratijas en las plazas públicas


anunciándolas con una retahíla de promesas,
relatos de curaciones”.

OP TRANSICIÓN Merolico 3
De acuerdo al investigador Guillermo Murillo-
Godínez, el Doctor Meraulyock o Doctor Merolico,
a quien se le achaca también la nacionalidad
polaca, llegó a México en la segunda mitad del
siglo XIX. “Era ‘de extraña y agitada melena
rubia, largos mostachos y espesa barba que le
caía sobre el pecho’, tenía un ojo de vidrio y solía
colgarse numerosas medallas. Llegó a Veracruz
en un barco con bandera francesa, procedente
de Sudamérica; afirmaba ser un ilustre médico,
un diestro dentista y poseer fármacos infalibles
para todas las enfermedades conocidas y por
conocer; vestía una larga túnica ‘entre griega y
oriental’, viajaba en soberbia carroza con
acompañamiento de música y distribuía volantes
de propaganda por las calles.

Entre los “milagros” que ofrecía el Doctor


Merolico, pueden enlistarse trabajos de cirugía
“clásica u ordinaria”, como el que se anunciaba
en el periódico El correo del lunes, del 12 de
enero de 1880, donde publicitaba: “Para las
personas de ambos sexos, de cualquier edad,
que tienen el defecto o la deformidad natural de

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tener los ojos chicos, o mejor dicho, que no los


tienen bien abiertos por causa de tener los
músculos de los orbiculares muy cerrados, se
consigue reparar satisfactoriamente esta
deformidad cortando hábilmente los indicados
músculos y epidermis de los orbiculares, sin que
por esta célebre y magnífica operación cause el
más mínimo dolor ni tenga ningún inconveniente
peligroso”.

OP CHISPAZO
En otro anuncio, pregonaba: “Para las personas
de ambos sexos, de cualquier edad, que tengan
el defecto o la deformidad natural de tener –
como se dice vulgarmente– la boca grande, se
consigue reparar satisfactoriamente esa
grandísima y notable deformidad, practicando
una operación de cirugía clásica, que consiste en
reunir cuanto necesitan los rincones de los labios
y el músculo orbicular de los mismos, sin que por
esta célebre y magnífica operación se cause
dolor al paciente ni tener ningún inconveniente
peligroso. Se sacará con diestra y hábil mano
toda clase de lobanillos y tumores en cualquier
parte del cuerpo que se encuentren, sin causar
ningún dolor”.

OP TRANSICIÓN Merolico 4

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Según otro investigador, Jesús Guzmán


Urióstegui, lo que hacía el Doctor Merolico “para
unos era un milagro, para otros representaba la
revolución científica, el dominio de la física y la
química, y el triunfo del magnetismo. Varios más
decían que no era sino un charlatán, un
sinvergüenza, un ladrón y estafador’, y le
gritaban, al concluir el anuncio de cada droga:
‘¡Merolico, Merolico! ¿Quién te dio tan grande
pico?’. Lo cierto es que no pasó desapercibido;
inmediatamente comenzaron a surgir imitadores,
lo que obligó a un debate acerca de la regulación
de las profesiones y a la asignación de un
espacio público único para que hiciera sus
presentaciones. Éste fue en la Plaza del
Seminario, a un costado de la Catedral, donde
por varios años ‘pico, pico, Merolico’ siguió
promoviendo sus panaceas”.

OP CHISPAZO
Además de doctor en medicina, el Doctor
Merolico también se distinguió como dentista.
Vendía un “polvo vegetal para restaurar las
muelas y dientes, boca y encías, la mejor y la
única preparación para el esmalte”. Su precio, un
peso, y los interesados debían acudir al Portal del
Coliseo Viejo, número 8. También sacaba muelas
mediante este procedimiento: en el momento en

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que realizaba una extracción, uno de sus ayu-


dantes disparaba una pistola, para sorprender al
paciente y, de esta manera, enmascarar su
dolor. Según los periódicos de la época, llegó a
extraer 4,500 muelas, en tan sólo 15 días”.

OP TRANSICIÓN Merolico 5
En 1880 fue publicado en México un libro titulado
Memorias de Merolico, con el subtítulo, “Páginas
arrancadas a la historia de su vida”. Su autor se
firmaba con las letras X,Y,Z, aunque se sospecha
fue de la autoría de un tal José Negrete, quien se
aprovechó de la fama del Doctor Merolico para
escribir un libro sobre él. El Doctor Merolico un
buen día desapareció y nunca más se volvió a
saber de él. Sólo nos legó su recuerdo, la palabra
merolico y la necesaria cautela de cuidarnos de
los charlatanes.

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