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RESEÑAS

BREVE TRATADO DEL PAISAJE


Carmen Gavira

A lain Roger es profesor de estética en


la Universidad de Clermont-Ferrant
donde se encarga del curso «Jardines,
alidad física, sino que la transformación de un
país en un paisaje supone siempre una meta-
morfosis, una metafísica, entendida en sentido
paisajes y territorios» en la Escuela de Arqui- dinámico». Es decir, el paisaje no es nunca na-
tectura París-la Villette. Entre sus numerosas tural. «La percepción histórica y cultural de 141
obras sobre el paisaje, además de su polémica todos nuestros paisajes (campo, montaña, mar,
tesis «Desnudos y paisajes. Ensayo sobre la desiertos ... ), no requiere ninguna intervención
función del arte», destaca su espléndida obra mística o misteriosa, sino que tiene lugar en lo
«Teoría del paisaje en Francia (1974-1999)», que Roger, tomando la palabra de Montaigne,
llamó Artialisation, cuyos mecanismos pone
Este «corto tratado» que nos ofrece ahora, no
al descubierto en este libro».
es un manual de difusión ni mucho menos un
texto de síntesis. Es un libro provocador, suge- Es necesario retrazar una historia filosófica,
rente, lleno de ideas que a lo largo de sus once teológica y epistemológica de la naturaleza,
capítulos rompe con todos los tópicos al uso pero también su historia estética.
sobre la noción del paisaje en occidente. Pero
a pesar de ser un denso tratado teórico y siste- Si vemos la bruma, no es sólo porque haya
mático, su lenguaje va dirigido a un amplio bruma, sino porque poetas, pintores y escrito-
público. res la han cargado de misterio y ensoñación.
La mirada del artista nos ha enseñado mucho
No se trata pues, como advierte el autor, de más de lo que creemos.
«hablar del paisaje», sino de tratarlo sistemáti-
camente con unos instrumentos conceptuales «Al igual que la desnudez femenina, que no es
rigurosos. «El paisaje no es reducible a su re- juzgada bella más que a través del desnudo,

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que varía según las culturas, un lugar natural otra condición, que los elementos naturales se
no es estéticamente percibido más que a través organicen como grupo autónomo, con el ries-
del paisaje, que ejerce así, en este campo, la go de perjudiciar la homogeneidad del conjun-
función de artialisation». A la dualidad des- to, como se puede constatar en numerosos
nudez/desnudo, el autor propone asociar su ho- cuadros del Quattroccento italiano, en los que
mólogo conceptual, la dualidad país/paisaje. el disparate entre el fondo y la escena es ma-
nifiesto.
El país surge de alguna forma como el grado
cero del paisaje en la mayoría de las lenguas La invención de la ventana como marco del
(land-landscape en inglés, land-landschaft en paisaje occidental, es otro de los capítulos más
alemán, país-paisaje en castellano ... ) apare- acertados del texto, igual que el consagrado al
ciendo por primera vez en un diccionario fran- campo como elemento fundamental del paisa-
cés en 1549. je al que se añade la montaña a partir del siglo
Antes de inventar el paisaje a través de la pin- xvm, rompiendo así su tópico de «lugar mal-
dito» de superstición, tras su conquista por
tura y de la poesía, el hombre crea el jardín
como «tatuaje» y escarificación que modifican «las luces» a través de un alpinismo a la vez
el país en un lugar para su propio placer. Saint- estético y atlético.
Simon en «L'Organisateur» (1819) plantea El mismo proceso lo veremos analizado con el
con toda seriedad convertir todo el suelo fran- mar, que a partir del siglo xvm ofrecerá una
142 cés en un jardín a la inglesa «embellecido con nueva visión violenta, salvaje, sublime ... , o el
todo lo que las Bellas Artes pueden aportar a desierto que alcanzará la categoría de paisaje a
la naturaleza». partir del siglo XIX desempeñando un papel
Evidentemente, antes de comenzar el paisaje fundamental en la formación del imaginario
europeo, tal y como hoy lo entendemos a par- del Oeste de los EE.UU.
tir del siglo xv, hay unos trazos esenciales que
«La muerte del paisaje» es el capítulo donde lo
surgen del modelo pictórico y que van mode-
que se afronta es el futuro. «Hace ya cuarenta
lando la percepción occidental. «No es que la
años», nos recuerda el autor, «Francastel, fren-
pintura induzca el paisaje, afirma A. Roger,
te al espacio euclidiano, veía surgir en los
pero es esta pintura la que inventa un nuevo es-
pintores nuevos espacios heterogéneos, espa-
pacio a partir del Quattroccento y que inscribe
cios/curvos, espacios/fuerza, espacios/polisen-
progresiva y laboriosamente este paisaje».
soriales ... » [ ... ] «Nuestra época, afirmaba se
Se puede afirmar así que la invención del pai- esfuerza en adquirir una especie de experien-
saje occidental supone la reunión de dos con- cia directa de las fuerzas de la naturaleza.· Ya
diciones. De una parte la laicización de los no se considera que el universo fuese hecho
elementos naturales, árboles, rocas, ríos, etc ... para el hombre-rey, a su imagen, y que la figu-
Que cuando estaban sometidos a la escena re- ra de la tierra sea por hipótesis, la figura del
ligiosa figuraban únicamente como signos y la mundo. Se abandona la idea de que el univer-

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so sea la ampliación al infinito del cubo esce- Escamotear el paisaje en la ecología, ¿Que
nográfico en el centro del cual se desplaza el queda realmente del paisaje cuando se le sepa-
hombre/actor [ ... ] La figuración espacial, mo- ra de su percepción? Toda la historia del pai-
derna está fundada sobre el análisis de reflejos saje occidental, así como la del extremo orien-
y figuraciones psicofisiológicas y no ya sólo te, lo muestra con evidencia: el paisaje es ante
ópticas en el sentido euclidiano del termino». todo producto de una operación perceptiva, es
decir, de una determinación sociocultural.
La invasión del audiovisual, la aceleración de
las velocidades, las conquistas del espacio y de El paisaje no es un concepto científico. En
los abismos nos obliga a vivir y a crear nuevos otras palabras, no hay, y no se sabrá hacer
paisajes de la realidad, olfativos, sonoros y re- ciencia del paisaje, lo cual no significa, sino al
gistros todavía inexplorados. contrario, que no pueda sostenerse un discurso
coherente a propósito de él.
Pero sin duda el apartado clave, provocativo y
desmitificador de este texto de A. Roger es el El hecho de que desde hace casi un siglo, en
dedicado al Paisaje y Medio Ambiente. Se da nombre del rigor científico, la geografía y la
por supuesto que el paisaje forma parte del ecología hayan querido apropiarse y casi fago-
medio ambiente, del que constituye uno de sus citar el paisaje, y no constituye ninguna con-
aspectos, una de sus especies y que por lo tradicción la irreductibilidad estética de éste,
tanto merece ser protegido de la misma forma sino que por el contrario nos impone, refutar
que se debe salvaguardar el medio ambiente. este ecolonialismo y esta geofágia, si se me 143
Esta posición, dice el autor, que parece de sen- permiten estos neologismos, y contener a la
tido común, es tan falaz en su origen como ecología y a la geografía en los límites de sus
perniciosa en sus efectos. competencias.

Hablando en sentido estricto, el paisaje no El paisaje, nuestros paisajes, son adquisicio-


forma «parte» del medio ambiente. Este últi- nes relativamente recientes, una invención his-
mo es un concepto reciente, de origen ecoló- tórica y esencialmente estética.
gico y justamente por ello ha de ser tratado
La cuestión de la toma en cuenta del paisaje,
científicamente. El paisaje, a su vez, es una
lleva a pensar en la transformación del paisaje
noción más antigua, de origen artístico que
como una evolución, y no sólo como algo que
surge, como tal, de un análisis esencialmente
uno conserva y protege. En lugar de hablar en
estético.
términos de protección, sería mejor compren-
Ignoro, nos dice el autor, lo que quiere decir der los fenómenos que hacen evolucionar los
«ecología del paisaje», si no es la absorción paisajes y, a partir de este conocimiento, tratar
del paisaje en su realidad física, la disolución de otra manera su ordenación, su gestión, pro-
de sus valores en variables ecológicas, es tegiendo el conjunto de fenómenos que de-
decir, su naturalización , mientras que un pai- sembocan en la creación de la identidad de un
saje no es nunca natural, sino siempre cultural. territorio.

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«¡Cuántos ecologistas con una visión bucólica Tomemos otro ejemplo, continúa el autor, la
y arcaica del paisaje francés, pretenden preser- protección de la diversidad biológica. Ésta se
var un modelo cultural obsoleto del siglo XIX!» puede considerar de dos maneras. La primera
es teológica: el hombre, vicario de Dios toma
Muchos técnicos e ingenieros ceden hoy a la
a su cargo su Creación [... ]. La segunda es
ecolatría después de un período bastante bru-
pragmática. Se sabe, en efecto que las revolu-
tal, culpabilizados en exceso por los paisajes
ciones farmacéuticas están frecuentemente li-
que han desfigurado. Si el diseñador de una
gadas al descubrimiento de las propiedades
autopista considera que su proyecto sólo
medicinales que existen en ciertas especies ve-
puede tener un impacto negativo sobre el pai-
getales [ ... ]. Se dice también que los bosques
saje, recurrirá al paisajista para camuflarlo.
tropicales albergan el 60% de doscientas cin-
«Hay que abandonar esta visión vergonzante cuenta mil especies repertoriadas. La defores-
de la autopista, ya que se puede crear un autén- tación, aunque sea de interés económico inme-
tico paisaje como el del tren de alta velocidad. » diato, constituye en realidad la dilapidación
No se trata de esconder ni de decorar, sino de insensata de una reserva de la cual no pode-
convertirlos en auténticos nuevos paisajes. mos hoy evaluar su importancia.
Es de forma unilateral que el hombre se com- No nos extenderemos más sobre este texto que
promete a respetar los bosques, el mar, la An- sin duda el lector ha anotado ya para su con-
tártida, la capa de ozono, etc. El pretendido sulta, y terminaremos con una de las últimas
144 contrato con una pretendida naturaleza no es y frases del autor, «No hay belleza natural, o más
no será nunca más que una obligación jurídica exactamente, la naturaleza no se vuelve bella a
que los hombres se imponen a sí mismos, con nuestros ojos más que a través del arte».
relación a un objeto o sector natural bien defi-
nido, del cual deciden en su interés concreto, • ALAIN ROGER: Court traité du paysage. Editions
asegurar la salvaguarda. Gallimard, Mayenne, 1999. •

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