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Como fotógrafos la luz, es nuestra “primera materia” básica de comunicación. Nos transmite
información sobre objetos que quedan fuera del alcance de otros sentidos: tacto, olfato, y oído.
Canaliza información sobre objetos a través del objetivo de la cámara, hacia el material
fotográfico sensible. Después del revelado, nuestra impresión fotográfica sería inútil si la luz no
comunicara su contenido a la vista.
En este mismo instante, la luz que refleja esta página transmite a nuestros ojos la forma de las
palabras, del mismo modo que lo haría el sonido si estuviésemos hablando. Pero como hemos
vivido con luz desde el mismísimo momento del nacimiento, no damos importancia a esta
silenciosa e impalpable forma de energía. ¿Qué es exactamente la luz?
Energía electromagnética
Los físicos saben que la luz no es más que una forma de “energía electromagnética”.
Como si fuera miembro de una enorme familia de “transmisores de energía”, la luz está
relacionada con la radio, el radar, los rayos X y los rayos cósmicos. Todas estas formas de energía
electromagnética poseen las siguientes propiedades en común:
Longitud de onda
El punto importante del movimiento de las ondas es que, si bien toda la “familia” de
radiaciones electromagnéticas parecen desplazarse de este modo, cada tipo de radiación
tienen su propia longitud de onda. Estas diferencias de longitud son grandes, y dan a cada
forma de radiación electromagnética sus peculiares propiedades, muy diferentes de todas las
demás. Por ejemplo, algunas ondas pueden medir más de un kilómetro y medio de cresta a
cresta, y son conocidas como ondas largas en radiotelefonía. Otras pueden tener menos de
una diez mil millonésima de milímetro (Rayos gamma).
Las radiaciones electromagnéticas que tienen longitudes de onda comprendidas entre 1 y 100
unidades X (diez mil millonésimas de milímetro) poseen propiedades entre las cuales figura la
posibilidad de penetrar metales densos o destruir los tejidos humanos. A medida que
aumentan las longitudes de onda en millares de unidades X, las radiaciones cambian, pasando
de rayos gamma y rayos X «duros» hasta la radiación X «suave», rayos que poseen potencia
menos penetrante y de reducidos efectos mortales, por lo cual se utilizan en medicina. Las
longitudes de onda más largas suelen calibrarse en unidades Angstrom o milimicras.
La radiación con longitudes de onda superiores a unos 50Å hasta 4.000Å tiene poca capacidad
de penetración, y, en cambio, posee la posibilidad de blanquear colorantes y producir
CARRERA: TÉCNICO SUPERIOR EN FOTOGRAFÍA
ESPACIO CURRICULAR: EXPRESIÓN FOTOGRÁFICA I (GALERÍA) COMISIÓN: 1RO C
PROFESORA: MARÍA EMILIA TALJAME
El cuerpo humano no puede sentir la presencia de los rayos gamma, X, o ultravioleta, si bien
todos ellos pueden ser nocivos para los tejidos humanos. Afortunadamente, la mayoría de
estas radiaciones procedentes de focos “naturales”, situados en el espacio exterior, ven
interceptado su camino hasta nosotros por las capas ionizadoras que se encuentran en la
atmósfera superior de la Tierra. Los focos hechos por la mano del hombre se utilizan en
circunstancias rigurosamente controladas, para fines médicos o industriales. La radiación
electromagnética dentro de la estrecha franja comprendida entre 4.000Å y7.000Å tiene la
capacidad de estimular la retina que hay en el fondo de nuestros ojos, dándonos la sensación
de luz. De ahí que tal radiación se conozca con el nombre de luz visible.
A partir de 7.000Å y hasta una longitud de onda de 1/10 mm, la radiación ya no estimula al
ojo, sino que se hace cada vez más sensible a la piel en forma de sensación de calor. Se conoce
con el nombre de radiación infrarroja y de calor radiante. Más allá de 1 cm de longitud de
onda, la radiación va cambiando gradualmente de naturaleza hasta adquirir la forma que se
utiliza en el radar. Esta radiación sólo puede percibirse mediante equipo electrónico, si bien
algunas de las radiaciones de radar de mayor longitud de onda pueden ser perjudiciales para
los tejidos humanos. Es peligroso acercarse a un potente disco transmisor de radar. La
radiación de longitudes de ondas superiores a 10 m se emplea progresivamente como ondas
de radio cortas, medias y largas.
Parece extraño que no podamos percibir biológicamente una cantidad tan importante del
espectro electromagnético. Sin embargo, a pesar de existir en la naturaleza longitudes de
onda de radio, infrarrojas, ultravioletas, rayos X y rayos gamma, procedentes del espacio
exterior, el hombre ha evolucionado sin necesidad de dispositivos de detección (o de defensas
biológicas) para estos tipos de radiación. Pudiera darse el caso de que seres existentes en otro
planeta, con un medio ambiente diferente, disfrutaran de órganos capaces de sentir, por
ejemplo, las ondas de radio, pero ser completamente ciegos a la luz visible, tal como la
conocemos los nosotros.
El espectro visible
La luz, tal como la conocen nuestros ojos, es una faja relativamente estrecha de energía
electromagnética irradiada, con longitudes de onda que van desde unos 4,000Å hasta7.000Å
(Å = Angstrom). Pero dentro de este “espectro visible” cada longitud de onda produce un
estímulo ligeramente diferente en la parte posterior de nuestros ojos. Cada tipo de estímulo
es reconocido por el cerebro como un «color». Una mezcla de todas las longitudes de onda, o
de las más visibles, es considerada la luz “blanca”.
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Imaginando que nos encontráramos en una habitación oscura mirando a un foco que irradiara
luz de sólo una longitud de onda cada vez, pero que variase de modo que recorriera todo el
espectro visible, veríamos lo siguiente:
Trabajando a 4.000Å, la luz aparece como un rico color violeta oscuro, haciéndose cada vez
más azul a medida que va cambiando la longitud de onda para pasar a 4.500Å. En 5.000Å, el
azul empieza a ceder al azul-verde: entre esta longitud de onda y unos 5.800Å, nuestra
impresión del verde va haciéndose cada vez menos azul y cada vez más amarilla. En 6.000Å, el
amarillo empieza a volverse anaranjado, y hacia los 6.500Å el color naranja ha perdido todo el
amarillo para dejar paso al rojo. Este rojo pierde amarillo, sube de intensidad, se
oscurece hasta que al llegar a 7.000Å es tan oscuro y difícil de identificar como la luz de
4.000Å.
El espectro visible da una «mezcla» continua de impresiones de color, tal como lo vemos
nosotros, sin que presente divisiones abruptas en longitudes de onda determinadas. Sin
embargo, por razones de comodidad, solemos dar por supuesto que el «violeta» es una faja de
longitudes de onda comprendida entre unos 4.000 Å y 4.500 A; el «azul», de 4.500 a 5.000 Å;
el «verde», de 5.000 a 5.800 Å ; el «amarillo», de 5.800 a 6.100 Å ; y el «rojo», de 6.100 a
7.000 Å. Es importante recordar estos colores, su distribución en el espectro y sus longitudes
de onda aproximada.
Distribución de la luz
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Dado que la luz se desplaza en línea recta, los rayos procedentes de un manantial puntiforme
(con forma de punto) se difunden cada vez más separados entre sí, a medida que aumenta la
distancia respecto al manantial luminoso. Dicho con otras palabras, divergen (se separan).
Debido a esta constante divergencia, una pequeña superficie sostenida cerca del manantial de
luz recibirá la misma cantidad de energía luminosa que otra superficie mayor, sostenida a
mayor distancia. Cuanto más cerca está la superficie pequeña del manantial luminoso, más
rayos intercepta. Hágase un sencillo experimento. Sosténgase una cartulina blanca de 15 x 15
cm a 25 cm de distancia de un manantial de luz intenso, pero de reducidas proporciones (tal
como una bombilla blanca de 100 vatios). Tómese una lectura con el exposímetro de la luz que
refleja esta cartulina. Ahora desplácese la misma hasta situarla a 50 cm de la lámpara, y
tómese otra lectura con el exposímetro. Esta segunda lectura será la cuarta parte la primera.
El motivo de esta debilitación está en que la luz que fue capturada por la cartulina de 15 x 15
cm a 25 cm de distancia ha divergido hasta difundirse por una superficie de 30 x 30 cm en el
momento en que se encuentra a 50 cm de distancia de la lámpara. Nuestra cartulina no ha
cambiado de tamaño y ocupa tan sólo una cuarta parte de la superficie total que está ahora
iluminada: por lo tanto, recibe tan sólo una cuarta parte de la luz original.
Esta proporción en que se reduce la intensidad de la luz a medida que aumenta la distancia
tiene importantes aplicaciones prácticas. Nos permite calcular cambios de exposición cuando
desplazamos las luces del estudio o preparamos nuestro flash. Ello significa que (considerando
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al objetivo como un foco de luz puntiforme dentro de la cámara) debemos dar exposición
extra cuando fotografiamos objetos cercanos, por cuanto el objetivo se ha apartado más de lo
corriente de la película. Ya trataremos de estas y otras aplicaciones más adelante. Por el
momento será suficiente recordar el coeficiente y causa de esta reducción de la luz.
Su efecto general se resume en la ley del cuadrado inverso, que dice: «Cuando una superficie
está iluminada por un manantial puntiforme de luz, la intensidad de la iluminación de la
superficie es inversamente proporcional al cuadrado de su distancia respecto al foco
luminoso».
Sería absurdo aprenderse esta ley física simplemente de memoria, sin comprender lo que
quiere decir. Al efecto, vamos a analizarla punto por punto:
La ley se aplica a manantiales pequeños a partir de los cuales divergen rápidamente los rayos
luminosos como si procedieran de un punto. No tiene estrictamente aplicación a las lámparas
situadas en reflectores. El Sol es un caso de manantial luminoso situado a una distancia tan
grande que la diferencia que puede haber entre dos superficies terrestres cualesquiera
iluminadas por él no tiene importancia en comparación con la distancia que las separa del Sol.
Cuanto mayor es la distancia, menor es la iluminación que recibe una superficie de un mismo
tamaño.
¿Qué ocurre cuando la energía luminosa llega finalmente a la superficie de una materia?
Cuando esto ocurre, la luz puede ser:
a) Absorbida
d) Refractada
e) Dispersada.
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ABSORCIÓN:
Puesto que la energía no puede ser destruida, la aparente «captura» o absorción de la luz por
una materia opaca, tal como un paño negro, es en realidad una conversión de la longitud de
onda. La luz absorbida suele convertirse en calor. Así, un coche negro se calienta más
rápidamente al ser expuesto a los rayos del sol que un coche blanco; en un proyector, las
transparencias oscuras se calientan más que las claras.
REFLEXIÓN:
La luz puede ser reflejada «especularmente» (como en un espejo) cuando incide en sustancias
lisas, tales como agua, vidrio, cromados pulimentados, etc. Cada rayo que llega hasta la
superficie es reflejado en una dirección determinada por su «ángulo de incidencia».
Reflexión difusa
La luz que incide en un papel fotográfico blanco mate, o bien en una superficie de nubes
iluminadas por el sol, suele ser reflejada de un modo difuso.
La propiedad que tienen los reflectores difusores en orden a la dispersión de la luz incidente es
particularmente útil para atenuar las sombras violentas que proyectan las lámparas de
bombilla pequeña o los rayos solares. Una gran hoja de papel blanco mate colocada de modo
que refleje esta violenta iluminación direccional, la dispersa sobre las zonas oscuras del sujeto,
sin que llegue producir sombras complementarias propias. La reflexión especular y difusa
procedente de distintas superficies de papel para el positivado fotográfico tiene una influencia
importante sobre la calidad de la copia positiva final.
TRANSMISIÓN:
La transmisión de la luz, o paso de la misma a través de una sustancia no opaca, se dice que
es difusa cuando los rayos se dispersan en muchas direcciones.
Esto ocurre con los materiales translúcidos, como el vidrio deslustrado, el vidrio opal y
muchos plásticos. Por razón de esta dispersión, los rayos luminosos directos procedentes de
un pequeño manantial pueden ser dispersados por un material translúcido, de modo que la luz
producida pueda ser vista por observadores que pueden encontrarse fuera de la trayectoria
directa de la luz original.
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De ahí que se empleen pantallas translúcidas detrás de las transparencias en color, cuando se
las mira en visores manuales. Como fondo iluminado por debajo, ofrecen una superficie
uniforme y sin sombras para fotografías de bodegones. También se emplea en los accesorios
de los flashes de estudio (en concreto las ventanas o "softbox") para crear una iluminación con
sombras difusas.
Las ampliadoras provistas de placas difusoras entre la lámpara y el negativo proporcionan una
iluminación uniforme, sin necesidad de que la columna de la linterna tenga demasiada altura
para separar el foco de luz y el negativo.
La luz se transmite de forma selectiva (difusa o directamente) por materiales de color que
absorben ciertas longitudes de onda. Un filtro de color verde intenso absorbe las longitudes de
onda rojas y azules de la luz blanca, transmitiendo en su mayoría las verdes. Como en el caso de
los reflectores de color, los materiales transmisores de color cambian de aspecto según el
contenido de la luz incidente en longitud de onda. Así, un vidrio teñido de azul, por ejemplo,
parece negro cuando se mira contra el anaranjado del sol en un ocaso.
REFRACCIÓN:
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Una propiedad de la luz que es de primera importancia en fotografía puede apreciarse cuando un
rayo luminoso atraviesa oblicuamente un material transparente para penetrar en otro. El cambio
de dirección que se produce entonces se conoce
con el nombre de «refracción».
Cuando la luz pasa desde el aire en ángulo recto y penetra en un bloque de vidrio transparente,
disminuye también la velocidad de todo su frente de ondas. No se produce ningún cambio de
dirección. Sólo disminuye imperceptiblemente la velocidad.
La refracción de la luz es la clave de la óptica fotográfica, porque sin ella los objetivos no podrían
desviar la luz para formar imágenes fotográficas.
Suponiendo que proyectamos un estrecho haz de luz oblicuamente para hacerlo penetrar en un
bloque de vidrio, las posiciones de la superficie aire/vidrio y la dirección de la luz incidente y la
refractada las podemos registrar en un gráfico.
Se traza una línea «normal», perpendicular a la superficie del vidrio, en el punto de contacto.
Como en el caso de la reflexión, el ángulo descrito por el rayo de luz incidente con esta normal
recibe el nombre de «ángulo de incidencia». El ángulo formado por el rayo refractado con la
normal dentro del vidrio se conoce con el nombre de “ángulo de refracción”), el cual es (por razón
de ser el vidrio más denso que el aire) menor que el ángulo de incidencia.
Por lo tanto, puede decirse que el «poder de desviación de la luz» de un material transparente
viene indicado por su índice de refracción. La luz que incide en la superficie del nuevo material y
formando ángulo recto (o sea, desplazándose a lo largo de la normal) no se refracta nada, por
cuanto resulta afectado uniformemente el frente de ondas. Cuando aumenta el ángulo de
incidencia con la normal, aumenta también el cambio en dirección por refracción.
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Resumiendo:
«Refracción» es la desviación de la luz que pasa oblicuamente desde un medio transparente a otro
de densidad distinta. La luz se desvía hacia la normal en el medio más denso.
DISPERSIÓN:
El tratamiento separado de las longitudes de onda por la refracción aunque ligero, «dispersa» la
luz blanca en sus colores componentes del espectro. El arco iris es un ejemplo clásico de
dispersión. La luz solar que atraviesa la lluvia es refractada por este medio más denso, y su
contenido azul sigue un curso más alterado que las longitudes de onda rojas. Por lo tanto, este
color dispersado se hace visible en forma de fajas distintas.
Por razones de comodidad, hemos venido examinando algunos de los cambios que producen en la
luz la absorción, la reflexión, la transmisión, etcétera, como si ocurrieran totalmente por separado
con unos materiales dados. De hecho, nunca es posible producir uno solo de estos fenómenos sin
que por lo menos se produzca alguno de los demás.
Observemos algún material bien conocido. El papel blanco puede reflejar el 90% de la luz
incidente: el resto puede ser absorbido y transformado en calor, o ser transmitido a la superficie
inferior.
La placa de enfoque de una cámara transmite la mayor parte de la luz, refleja otra parte hacia el
interior de la cámara y absorbe el resto. Un filtro de vidrio rojo transmite la mayor parte de las
longitudes de ondas rojas (refractando rayos oblicuos), refleja una parte de esta luz roja y absorbe
una pequeña cantidad, calentándose. Otras longitudes de onda son absorbidas en su mayor parte,
un porcentaje de ellas es reflejado, y tal vez un diminuto porcentaje es transmitido.
Otro ejemplo: La superficie exterior del fuelle de la cámara de gran formato absorbe la mayor
parte de la luz, refleja algo de ello y (por lo menos, así lo esperamos) no transmite nada de ella.