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Tema 1
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Índice Tema I
1.1. Concepto.
2. Clases de personas.
3.1.1. Nacimiento.
3.1.2. Extinción.
4.L Concepto.
4.3. Clasificación.
4.4. Nacimiento.
4.5. Extinción.
5.1. Capacidadjurídica.
6. Representación.
6.1 . Teoria general.
6.2.1. Su concepto.
6.4.1 . Su conceplo.
6.5.1. Su concepto.
1.1 . Introducción.
8. E1 extranjero.
Íruorcr Trun 1
;Eli= oposiciones
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TEMA 1
y extinción' Perso-
El concepto de persona. Clases de personas. Personas físicas: nacimiento personas jurídi-
nas jurídicas: concepto, naturaleza y cla§es. constitucién
y extinción de las
Adquisición y pérdida de la
cas. capacidad jurídica y capacidad de obrar. Representación'
nacionalidad española. El extranjero'
1.1. CONCEPTO.
del término y
A la hora de ofrecer un concepto de persona suele considerarse un doble significado
en consecuencia se formulan dos conceptos:
En sentido jurídico, la persona se define como <<todo ente con aptitud para ser titular de derechos
y obligaciones>>.
La personalidad como aptitud para ser persona, en la forma que venimos exponiendo, se predica o
atribuye en la actualidad a todos los humanos, por su propia nahxaleza, pero además por extensión se
atribuye a otros entes no individuales.
2. CLASES DE PERSONAS.
Establecido el concepto de persona, cabe señalar que existen diversas clases de personas, estable-
ciéndose la clasificación de las mismas en función de los diversos criterios de referencia que a tal fin
se adopten. Así suelen distinguirse:
a) Por su regulación cabe establecer varias divisiones siendo la principal la que distingue entre
personas de Derecho público y personas de Derecho privado, según que 1as noÍnas regulado-
ras de las mismas, se integren respectivamente en e1 ámbito de uno u otro Derecho. También
en base a este criterio cabe dividirlas en personas nacionales o extranjeras.
c) Por su composición se distingue entre personas naturales, físicas o individuales y personas jurí-
dicas o colectivas. A esta distinción, que es, sin duda, la sustancialmente más trascendente, va-
mos a referirnos a continuación.
La condición de personas se atribuye como hemos dicho no solo al ser humano sino también a
otros entes distintos del mismo.
Pero mientras el ser humano ostenta su condición de persona en todo caso, por su propia esencia o
como emanación consustancial a su propia nataraleza,los otros entes que pueden tener la condición de
persona, solo la adquieren por una especial concesión o reconocimiento del ordenamiento jurídico. De
aquí que se establezca una distinción entre unas y otras personas que, teniendo en cuenta el distinto
origen de su aptitudpara ser conceptuadas como tales, se denominan en el primer caso personas nafu-
rales o fisicas y en el segundo personasjurídicas.
Por otra parte, mientras que las personas naturales son personas en su propia individualidad, las
personas jurídicas se manifiestan como un conjunto o agrupación de personas naturales, o de cosas,
por lo que a unas y otras, atendiendo a su composición, se les denomina también personas individuales
y personas colectivas respectivamente.
Personas naturales son, pues, todos los seres humanos. A todo individuo se le reconoce como apto
para ser sujeto de derechos y obligaciones. Como al principio del Tema exponíamos, las teorías positivis-
ta e iusnaturalista discrepan a la hora de indicar de dónde surge esa aptitud; mientras que 1os primeros en-
tienden que es el ordenamiento jurídico quien la otorga, los segundos mantienen que coresponde por na-
Como señalábamos anteriormente se entiende por personalidad la aptitud para ser persona. Por
ello, al ocuparnos ahora, como exige el programa, del nacimiento y extinción de esta aptitud nos esta-
mos refiriendo, al propio tiempo, a los momentos de comienzo y término de la propia persona, por
cuanto que por definición esta no existe más que cuando concurre, en un ente individual o colectivo,
dicha aptitud y se extingue precisamente cuando la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones
desaparece.
3.1.1. Nacimiento.
Los seres humanos ostentan la condición de persona, como sabemos por su propia naturaleza,
luego desde el momento en que existen como tales seres son personas y en consecuencia el comienzo
de la personalidad en las personas naturales se inicia con el nacimiento. Así lo reconoce nuestro Có-
digo Civil al establecer el artículo 29.1: «El nacimiento determina la personalidad». Esta declaración
absoluta, exige, sin embargo, establecer ciertas precisiones que el propio Código formula respecto al
nacimiento.
El artículo 30 del Código Civil, antes de la modificación de este artículo llevada a cabo por la
Ley 20/2011, de 21 de julio establecía que «para los efectos civiles sólo se reputará nacido el feto que
tuviera figura humana y viviese 24 horas enteramente desprendido del seno materno». Así pues, son
dos los requisitos que la ley exigía para que el ser humano se entienda nacido y en consecuencia os-
tente la condición de persona: que tenga figura humana y que viva 24 horas enteramente desprendido
del seno materno. Sin embargo, tras la reforma del artículo 30 por la Ley 20/2011, de 21 de julio, ya
no se requieren para la adquisición de la personalidad tales requisitos, sino sólo el nacimiento con vi-
da y el entero desprendimiento del seno materno. Así lo establece expresamente el artículo 30 cuando
dice: «la personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el ente-
ro desprendimiento del seno materno».
La concurrencia de los citados requisitos supone, como indica el artículo 30, el nacimiento y por
lo tanto la adquisición de la personalidad. La importancia de este extremo es fundamental, pues desde
ese mismo momento empiezan a considerarse todas las consecuencias de su condición como persona.
Así el momento del nacimiento determinará su edad, su capacidad de obrar, de heredar, su estado ci-
vil, etc. Pues bien, el momento del nacimiento es aquel en que el feto queda enteramente desprendido
del seno materno y más concretamente el del corte del cordón umbilical. El propio Código se encarga
en el artículo 31 de poner de manifiesto la importancia del momento del nacimiento al establecer: «La
prioridad del nacimiento, en el caso de partos dobles, da al primer nacido los derechos que la ley reco-
nozca al primogénito». Este precepto, que por analogía se extiende en general a los partos múltiples,
tiene especial aplicación, por ejemplo, a efectos de sucesión en títulos nobiliarios y en determinados
supuestos en los que la ley establece preferencia entre hermanos en función de la edad (por ejemplo,
para ser tutor).
Un extremo de gran trascendencia, respecto al nacimiento, por los efectos que a éste atribuye el
ordenamiento jurídico es el relativo a la prueba del mismo. La prueba oficial del nacimiento es la ins-
cripción en el Registro Civil que hace fe del hecho del nacimiento, de la fecha, hora y del lugar del
mismo, del sexo del nacido y en su caso de la filiación del inscrito. En la inscripción se hace constar el
nombre que se le da al nacido y para promoverla se exige una declaración de conocimiento cierto del
hecho del nacimiento, por parte del padre, madre, pariente más próximo u otra persona en su defecto,
que haya tenido conocimiento del mismo y un parte escrito de carácter técnico del profesional médico
que haya asistido al parto.
Como el comienzo de la personalidad se inicia con el nacimiento, los seres concebidos, en tanto
no nazcan no serán personas y en consecuencia no podrán adquirir derechos ni obligaciones. Ahora
bien, en la práctica este principio llevaba a situaciones de injusticia en el campo del Derecho heredita-
rio donde la sucesión se opera en el momento de la muerte del causante o transmitente, momento en el
que quien tuviese derecho a la herencia, en principio, aun estando concebido no podría adquirir tales
derechos por no haber nacido. Para obviar estas situaciones de injusticia, ya en el Derecho Romano se
establecían excepciones a aquel principio general y en nuestro Código Civil, siguiendo lo establecido
en las Leyes de Partidas de Alfonso X el Sabio se establece en favor del concebido la excepción al
principio general que el propio artículo 29 formula de que el nacimiento determina la personalidad, pe-
ro el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca
con las condiciones que expresa el artículo siguiente.
Las medidas que adopta el Código con el fin de hacer efectiva esa protección que establece el ar-
tículo 29 son fundamentalmente:
3. Además de en los supuestos de herencia a que nos terminamos de referir, la defensa de los de-
rechos del concebido se formula también respecto a las donaciones que pudieran hacer a favor
del mismo. Y en este sentido señala el artículo 627 del Código Civil: «Las donaciones hechas a
los concebidos y no nacidos podrán ser aceptadas por las personas que legítimamente los re-
presentarían si se hubiese verificado ya su nacimiento».
1–4 Oposiciones
1. Por nacimiento con los requisitos del artículo 30'
3.1.2. Extinción.
estos desaparecen se
Como la condición de persona es consustancial a los seres humanos, cuando
el artículo 32 del Código señala:
extingue al propio tiempo la personalidad atribuida a los mismos. Así,
ota p""r.orutidá¿ civit ," por la muerte de las personas>>. Esta disposición tiene un doble sen-
"riirgrr" de derechos y obligaciones de
tido: de un lado, señala que la Á*"rt" extingue la aptitud para ser titular
personalidad cuando se trata de perso-
otro, que la muerte es la'única causa admitida de extinción de la
nas naturales.
es la inscripción
Lo mismo que en el caso del nacimiento el medio de prueba oficial de la muerte
persona y de la fecha, hora y lu-
de la defunción en el Registro Civil, que hace fe de la muérte de una
pues el propio cadá-
gar en que acontece. La ñrscripción nórmal ha de hacerse antes del enterramiento,
Para llevarla a efecto se exige co-
ver es la prueba más segura dét hecho y de la identidad del fallecido.
certificación médica de se-
mo en el nacimientor *u declaración de conocimiento de la muerte y una
ñales inequívocas de muerte.
3. t . 2. 2. Premoriencia y comoriencia-
general, sino
El momento de la muerte es indudable que tiene trascendencia no solo con carácter
entre sí, respecto a la
en particular cuando se trata de la muerte dá dos o más personas relacionadas
(como padre e hi-
transmisión de derechos hereditarios, en especial si se trata de derechos recíprocos
jos). Frecuentemente se plantea el supuesto del fallecimiento de varias personas, ligadas por vínculos
jrridl"or, en un mismo áccidente o de otros supuestos en 1os que es simultáneo el fallecimiento' Ocu-
.r" estas hipótesis que es imposible determinar por medios científicos, cuál de los fallecimientos
"r, primero. A faltá de pruebas las legislaciones sientan determinadas presunciones.
ocurrió
El Derecho Romano estableció un orden de premoriencia, es decir, que unas personas se en-
muere con
tendían muertas antes que otras. Así el hijo varón adulto sobrevive al hijo menor cuando
é1, estableciendo el ord", de la premoriencia sobre la base de la mayor
o menor debilidad corporal'
Un sistema de presunciones de premoriencia es también, como señal a Castétn, el adoptado por el
supervi-
Código Civil francés, cuyo sistema descansa en la base de que debe presumirse siempre la
suponü legalmente, teniendo en cuenta
vencia del más fuerte, y que el grado de fortaleza se puede
la edad y e1 sexo.
que el fallecimien-
Sin embargo, el sistema de la presunción de comoriencia, es decir, de presumir
to fue simultáneo, presenta a su favor razones de orden lógico que lo hacen más aconsejable:
;Elilt 'l -5
Oposiciones JULIO 201 3
1. Porque la supervivencia, en los casos de accidente, no depende tanto de motivos de mayor o
menor fortaleza fisica como de otras diversas razones (lugar donde se encontraban, motivo in-
mediato determinante de la muerte, etc.).
2. Porque la mayor o menor fortaleza a su vez no es solo consecuencia de la edad o el sexo, sino
que son cualidades sumamente personales y una estimación adecuada de la misma, solo es po-
sible efectuarla en cada caso particular.
Nuestro Código Civil establece acertadamente una presunción de comoriencia al disponer el artí-
culo 33 que <<si se duda entre dos o más personas llamadas a sucederse, quién de ellas ha muerto pri-
mero, el que sostenga la muerte anterior de una o de otra debe probarla; afalta de prueba, se presumen
muertas al mismo tiempo y no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a otro>>.
Si como hemos visto las personas naturales no presentan problemas fundamentales en cuanto a su
definición y caracterización, no sucede lo mismo respecto a las personas jurídicas. Ello nos exige esta-
blecer de un lado, su concepto y, de otro, precisar su naturalezajurídica.
4.1. CONCEPTO.
Por 1o que se refiere a su concepto, Sánchez Román, aludiendo al origen legal de su personalidad,
las define como «un ser de existencia legal, susceptible de derechos y obligaciones o de ser término
subjetivo en relaciones jurídicas>> (Relación jurídica: cada situación jurídica en la que se encuentran
una o varias personas, organizaday caracterizada unitariamente conforme a un principio normativo).
Castán, por su parte, tiene en cuenta la composición estructural de las perconas jurídicas y las de-
fine señalando las dos notas que han de determinar su existencia y así indica que la persona jurídica
presenta estos dos requisitos esenciales:
1. Que aparezcauna entidad independiente de sus elementos componentes, incluso de los indivi-
duos humanos que pueden constituirla.
4. 2. NATURALEZ AruNÍPTCA.
Los principales problemas que a los tratadistas han presentado las personas jurídicas han girado
en torno a su naturaleza juridica, es deciq a la determinación de cuáles la esencia de tales entes, que
justifica la atribución a los mismos de la cualidad de persona. Dado que estos entes no aparecen im-
puestos por la naitraleza sino que son fruto de las elaboraciones doctrinales o construcciones jurídicas
de los hombres, se comprende la diversidad de puntos de vista a la hora de señalar la esencia jurídica de
los mismos.
sobre el problema,
Cabe observar que, en cada una de estas tres grandes posiciones doctrinales
concretos del mismo'
existen a su vez matizaciones y soluciones particulares sobre aspectos
4.3. CLASIFICACIÓN.
público y de Derecho
Aparte de la clasificación genérica que hacíamos entre personas de Derecho
tradicional de estas
privadá, que lógicamente ss aplicable u l,u, p"rronas jurídicas, la clasificación más
es la qoe ias distingue en función de la naturaleza del sustrato base de la entidad entre:
de personas indivi-
Corporaciones o asociaciones, cuya base está constituida pof un conjunto
duaies y se rige por la voluntad de los miembros, que pueden constituirlas
y disolverlas: carac-
terística: colectividad de individuos.
a la
Fundaciones o Instituciones cuyo sustrato se constituye por un conjunto de bienes ¿dscritos
consecución de un fin determinado y se constituyen por un tercero que es quien fija sus reglas
de gobierno: característica: la voluntad del fundador'
2. Las asociaciones de interés particular, sean civiles, mercantiles o indusffiales, a 1as que la ley
conceda personalidad propia, independiente de la de cada uno de los asociados'
4.4. NACIMIENTO.
nacen de
Las personas jgrídicas, como realidades jurídicas que son y no entes físicos o naturales,
que da vida jurídica a las mismas' Respec-
actos jurídicos, denominiándose acto de constitución a aquel
to a esta constitución caben fundamentalmente tres sistemas normativos:
3. Sistema de reconocimiento por concesión que exigiría un acto expreso de una autoridad del
Estado para su reconocimiento. Sistema que rigió durante los siglos XVII y XVIII.
En nuestro Derecho se sigue, por 1o general, el segundo de los sistemas, según se desprende:
1. Del artículo 35.1 del Código Civil, que señala en cuanto a 1as asociaciones de interés público:
<<Su personalidad empieza desde el instante mismo en que, con arreglo a Derecho, queden váli-
damente constituidas>>.
2. De las disposiciones del Código Civil y del Código de Comercio que regulan las compañías ci-
viles y mercantiles, que establecen además la necesidad para las sociedades mercantiles de ins-
cribirse en el Registro corespondiente.
Por su parte,la Constitución de 1978 en su artículo 22 dice <<Se reconoce el derecho de asocia-
ción». Y según el artículo 10.2: «Las nornas relativas a los derechos fundamentales y a las liberta-
des que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de
Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados
por España>.
El régimen vigente para las asociaciones en general se encuentra contenido en la reciente Ley Or-
gánica 112002, de 22 de marzo, reguladora del Derecho de Asociación, que deroga la vieja Ley de Aso-
ciaciones de 1964 y que regula este derecho desde una perspectiva constitucional y democrática, con
las excepciones indicadas en su artículo 1. Dentro de su ámbito de aplicación se incluyen todas las aso-
ciaciones que no tengan fin de lucro y que no estén sometidas a un régimen asociativo específico, par-
tiendo la ley del principio de que el derecho de asociación comprende la libertad de asociarse o crear
asociaciones, de que nadie puede ser obligado a constituir una asociación o permanecer en ella y que
su organización y funcionamiento deberán ser democráticos dentro del marco de la Constitución, de la
ley y del resto del ordenamiento jurídico.
El derecho de asociación está regulado, además, por la reciente Ley Orgánica 612002, de 27 de ju-
nio, de Partidos Políticos.
Por 1o que se refiere a las fundaciones, no hay ningún precepto que imponga como requisito de su
nacimiento la aprobación por el Estado, determinando la reciente Ley 5012002, de 26 de diciembre, de
Fundaciones, que estas tendrán personalidadjurídica desde la inscripción de la escritura pública de su
constitución en el correspondiente Registro de Fundaciones. Las fundaciones del sector público estatal
deberán ser autorizadas por Acuerdo del Consejo de Ministros.
definitivamente
La extinción puede ser instantánea o con duración sucesiva, según que se extinga
o se traslade ,, putri*onio a otra persona jurídica que continúe su labor.
de extinción:
Nuestro Código Civil en el artículo 39 contempla las siguientes causas
los artícu-
Respecto a las sociedades, las causas de disolución serán las que prevén al respecto
civil
los 1.70ó y l.7¡l del Código Civil o 221 y 222 del Código de Comercio, según la natutaleza
o mercantil de las mismas, y el Real Decreto Legislativo ll20l}, de 2 de
julio, por el que se aprue-
de Capital, que recoge las causas de extinción de es-
ba el texto refundido de la Ley de Sociedades
tas sociedades.
Como vemos una y otra implican aptitud paralatitularidad de derechos y obligaciones. Sin em-
en 1o an-
bargo, junto a esta nota común existen diferencias entre ambas que han quedado evidenciadas
teriormente expuesto y así tenemos que:
por otra parte, una y otra gozande la protección del ordenjurídico, ya que todo el ordenjurídico
y la responsabilidad patrimonial descansan sobre ellas'
del conte-
A continuac ión analizaremos más detenidament e cadauna de estas dos manifestaciones
nido jurídico de la personalidad.
titular de
La define De Castro como la cualidad intrínseca de la persona que la habilita para ser
general, o aptitud de una
relaciones jurídicas. Distingue este autor dos clases: la capacidadjurídica en
para sff titular
persona p-u ,", titular de ielaciones jurídicas; y capacidad jurídica especial, o aptitud
de una determinada clase de relaciones jurídicas.
jurídica'
a) Es una cualidad esencial de la persona: no es persona quien carezca de capacidad
Tratándose por otra parte de personas naturales es consustancial ala misma de tal
forma que
la negación a c.ralqrrie, ser humano de tal capacidad o la limitación de la misma iría contra
el
ámbito la autonomía de la voluntad, pues
Derecho natural,y por lo mismo queda fuera del de
se trata de una condición no negociable.
perso-
c) Tiene una eficacia unificadora, en cuanto centraliza las relaciones jurídicas en torno a la
na que es titular de las mismas.
La capacidad de obrar es, como decíamos, la aptitud para ejercitar los derechos o cumplir las obli-
gaciones de que la persona es titular. Se define como la cualidad jurídica de la persona que determina,
conforme a su estado civil, la eficacia de cada uno de sus actos.
Como en la capacidad jurídica, se distingue aquí entre: la capacidad de obrar general o aptitud de
requerida
una persona para rializar actos con eficacia jurí dica, y capacidad de obrar especial, o aptitud
pararealizar con eficacia jurídica un determinado acto.
que esté
Desde otro punto de vista la capacidad de obrar se clasifica en: plena o limitada según
afectada o ,ro poi circunstancias que la modifiquen o restrinjan. Finalmente, autores como Ferrara, di-
de obrar atendiendo al objeto sobre el que 1a capacidad se refiere en negocial, o con
viden la
"upu"idud actos de disposición o administración; procesal, o capacidad de obrar en
juicio;
facilidad pararcalizar
y penal, o aptitud para incurrir en responsabilidad.
c) Es variable, porque depende del estado civil. Se llama capacidad plena o normal 1a del emanci-
de las causas que
pado por mayoría de edad siempre que no estuviese incapacitado por algUna
en alguna manera' como
señalá la ley, pero incluso esta capacidad puede apafecer restringida,
etc.).
consecuencia de determinadas situaciones de estado civil (extranjería,
en tantas otras'
Nuestro Código Civil adolece de imprecisión de tecnicismo en esta materia, como
32, de personalidad ci-
Así, los artículos 9 y 15 hablan de capaciáad; la rubrica del Título II y el artículo
civil, y los artículos 322, 666' 745 y
vlli el29 y el 35, dé personalidad simplemente; el 37 , de capacidad
que se da con preferencia
lsg, de cápacidado incapacidad. Pero en medio de esta falta de fijeza,parece
el nombrete personalid id ulu capacidadde derecho, y el de capacidad, a
la de obrar'
ESPECIALES'
5.4. INCAPACIDADE,S, LIMITACIONES DE LA CAPACIDAD Y PROHIBICIONES
ejercicio. Se fundan entircunstancias subjetivas de ciertas personas, que obligan a la ley aretardat o
jurídicos, remediando,
s:uspender, por un cierto tiempo o tiempo iiimitado, la aptitud para realizar actos
entre tanto, su defecto de capacidad cÁn instituciones o medios supletorios, especialmente
el de la re-
que no han
presentación (patria potestad, tutela y curatela). Son caso típico de incapaces de obrar los
o deficiencias psíquicas o fi-
alcat,,ado cierta edad (menores) y los que padecen ciertas enfermedades
sicas de carácter persisiente que impidan a la persona gobernarse por sí misma
(art.200 del CC)'
Se consideran asimismo como incapacidades las que afectan ala capacidad de derecho,
en aque-
llos casos en que se priva alincapazde ciertos derechos, a causa de no ser susceptibles de ser actuados
por representación. ia incapacidád priva, en tales supuestos, del goce o disfrute del derecho, a diferen-
Ll, d"^tu incapacidad de obiar que priva del ejercicio, pero no del goce. Es ejemplo la incapacidadpara
contraer matrimonio de los *"ror.r de 14 años (art. a8) o la del menor de 14 años para hacer testa-
mento (art. 663.1.').
Las limitaciones de la capacidad se refieren siempre ala de obrar, pero se diferencian de las inca-
para
pacidades propiamente dichas en que el limitadamente capaz obra por sí, necesitando únicamente,
judi-
la validezde ciertos actos, que presten su concurso a los mismos otras personas o La autotización
del menor
cial (asistencia, attonzaciOn, hómologación). Es un ejemplo de limitación de capacidad la
Finalmente, no deben confundirse con las incapacidades las prohibiciones impuestas por la ley
para realizat determinados actos o negocios jurídicos, armque a veces se denomina a estas, no con gran
propiedad, incapacidades especiales. Las incapacidades se fundan, como hemos visto, en circunstan-
cias subjetivas de ciertas personas; mientras que las prohibiciones están fundadas más bien en razones
de moralidad.
Las prohibiciones constituyen un obstáculo legal para la eficacia de1 acto, determinando la nuli-
dad de este a virlud del artículo 6.3 del Código Civil.
6. REPRESENTACIÓN.
Las declaraciones de voluntad pueden hacerse por el mismo interesado en el negocio jurídico o
por medio de otro. En este segundo caso, caben las siguientes hipótesis:
1.' Que se realice el acto mediante sustitución en la simple manifestación de la voluntad, actuan-
do el tercero como instrumento de transmisión de la voluntad ajena (caso del nuncius o men-
sajero, a quien una persona confía el encargo de comunicar a otra su propia declaración).
2.' Que se realice mediante sustitución en la determinación interna, emitiendo el sustituto la de-
claración como propia, pero ocupando el lugar del interesado en el negocio (caso de la repre-
sentación).
Ahora bien, se puede ocupar el lugar de otro de dos modos, que dan lugar a dos clases diversas de
representación: una, la representación indirecta, en la que el representante realiza el acto en nombre
propio, aunque por cuenta de otro, de tal modo que 1os derechos y obligaciones se producen en el re-
presentante, siendo preciso un nuevo acto (cesión, asunción de deuda, novación, etc.), para derivar
esas consecuencias en el representado; otra, la representación directa, en la que el representantercaliza
el acto a nombre del representado, de tal modo que los efectos se producen de manera automática para
este último.
En contra de tal afirmación, De Buen cree más exacto afirmar que la representación indirecta es
una representación que produce efectos entre las partes, pero no respecto de tercero. Añade que, en su
opinión, el representante indirecto queda obligado con la persona con quien convino; el representado no
crea con esta, en principio, vínculo alguno; pero entre representante y representado se producen todos
los efectos de la representación. Así lo ha entendido, asimismo, la jurisprudencia del Tribunal Supremo
al interpretar el artículo 1.717 del Código Civil referido al denominado mandato no representativo.
6.2.1. Su concepto.
Es la representación directa, como acabamos de ver, el medio por el cual una persona realiza tn
acto jurídico a nombre de otro y para que los efectos se produzcan exclusiva e inmediatamente en la
persona del representado.
a) La del nuncio, portavoz o mensajero, que actúa según ya hemos dicho, como mero instrumento
de transmisión de la voluntad ajenay emite la declaración ajena.
b) La de las personas que se limitan a aconsejar a las partes (como los abogados) o a mediar en-
tre ellas (agentes mediadores), o ayudarles en la manifestación de la voluntad (como los intér-
pretes).
El Código Civil reconoce esta figura del testaferro con la denominación de persona interpuesta
o peffiona intermedia (arts. 628,755 y 1.459). El testaferro obra en nombre propio, sin perjui-
cio de las relaciones jurídicas que medien entre él y la persona oculta, en cuyo interés intervie-
ne. Se hace preciso, aun con brevedad, hacer un examen de los negocios fiduciarios, que se
realiza al final de esta enumeración.
d) La de los contratos en favor de tercero, puesto que en estos el autor del acto 1o otorga por sí
mismo, aunque para producir algún efecto en otro o aprovechar a otro.
El negocio fiduciario (que se llama así porque está fundado en la conftanza o «fiducia» que se
pone en el comportamiento de aquella persona a la que se hace una atribución patrimonial) tiene como
característica 1a divergencia entre el fin económico que se persigue y el medio jurídico que se ttlliza, de
tal modo que las partes se proponen obtener un efecto distinto y más restringido del que es propio del
medio jurídico que ponen en juego.
Consta el negocio fiduciario de la unión de dos negocios de índole y efectos diferentes, colocados
en oposición recíproca. Consta, en definitiva:
1." De un contrato real positivo, la transferencia de la propiedad o del crédito, que se realiza de
modo perfecto e irrevocable (se habla así, en la jurisprudencia, de fiducia cum amico y
de fiducia cum crediter).
2." De un contrato obligatorio negativo; la obligación del fiduciario de usar tan solo en una cierta
forma el derecho adquirido, para restifuirlo después al transferente o a un tercero. Este segrrn-
do contrato tiende a roservar al que otorga la fe una cierta influencia sobre la cosa transmitida
en cuanto puede imponer al fiduciario que use tan solo de su imposición jurídicapara fines de-
terminados, y obligarlo a la restitución del derecho o de la equivalencia obtenida, y, en caso de
violación, obtener el resarcimiento del daño; esta influencia, sin embargo, es puramente indi-
recta, por cuanto no la limita ni la subordina -el traspaso de la propiedad o del crédito subsiste
puro e incondicionado-, sino que ffata de proteger indirectamente al favorecido, por medio de
Los negocios fiduciarios han tenido y conservan aplicaciones prácticas muy variadas. La
doctrina
de los
ha venido señalando cuidadosamente sus principales tipos y hasta ha intentado 1a clasificación
mismos. Destacan, entre dichos tipos:
a) La transmisión de la propiedad para fines de garantía (1a clásica fiducia del Derecho Romano)'
b) La transmisión de la propiedad ligada al empleo o destino que, según la intención del enaje-
nante, ha de dar el fiduciario a los bienes transmitidos'
para
e) La cesión de acciones de una sociedad, con el fin económico único de la representación
ejercitar los derechos sociales de carácter personal'
0 Las formas fiduciarias, tan frecuentes, de las instituciones de cambio, tales como la lefra de ga-
rantíay el endoso de efectos a la orden con fines de gararúía o de simple comisión de cobtanza.
El negocio fiduciario es válido en sí, salvo cuando pueda estar viciado por la ilicitud o el fraude.
Sus efectos hay que considerarlos en el aspecto real o externo (frente a terceros) y en el aspecto obliga-
cional o interno. En el primero, el negocio fiduciario produce la transferencia plena y absoluta del de-
recho: el fin limitado para el cual se realizano limita jurídicamente la disposición. El fiduciario devie-
ne propietario y acreeáor respecto de todos y puede usar como crea oportuno el derecho adquirido.
En
el segundo aspecto, el fiduciario está obligado (pero con efectos meramente obligacionales) a hacer
.r.o d" su posición de derecho en los límites que coffesponden al verdadero fin del acto; si traspasa
esos límites, es responsable, frente a1 fiduciante, de los daños y perjuicios que se originen a este.
En el Código Civil español, si bien no se contemplan los negocios fiduciarios, ningún precepto
hay que se oponga al reconocimiento y validezde los mismos. Lapráctica,por otra parte, presenta fre-
cuentes casos de negocios de esta clase, que tienen su reflejo en la jurisprudencia.
Se han formulado muchas teorías para explicar el efecto propio de la representación directa, o sea,
el de que los efectos del negocio celebrado mediante ella afecten al representado.
La explicación más exacta y que tiene hoy mayor número de partidarios es la denominada teoría
de la representación,la cual está también admitida por nuestros más modernos escritores.
1.o Que es el representado quien debe reunir la capacidad especial requerida para el acto, ya que
se trata de negocio jurídico suYo.
Cabe distinguir, en primer lugar, la representación en la emisión (representación activa), que con-
siste en hacer la declaración de voluntad en nornbre de otro, y la representación en la recepción (repre-
sentación pasiva), que consiste en recibir la declaración de voluntad ajena. La primera es la más im-
portante y la que suele ser disciplinada por las leyes y la doctrina científica.
Desde otro punto de vista, se divide la representación en necesaria (o legal) y voluntaria, según se
tenga su origen en la ley o en un acto de voluntad del representado.
Obedecen estas dos clases de representaci1n aprincipios muy diferentes. La representación legal
tiene por función suplir la falta de capacidad. La voluntaria, por el contrario supone necesariamente la
del representado, y su finalidad es ensanchar la esfera de acción de este, superando 1os obs-
"rpu"idud
táóulos de hecho que le impone la limitación fisica del hombre. En consecuencia, el objeto de la repre-
sentación legal son negocios que legalmente no puede concluir el representado, mientras que en 1a re-
presentación voluntariá nada puede hacer el representante que por sí no pudiera hacer el representado'
Én la primera, el representante no recibe del representado la facultad de emitir declaración de voluntad
qrr" oúligr" a este último, sino que la recibe de la ley, y, por ende, no puede ser privado de su facultad
de repreientación por la simple voluntad de representado. En la segunda, en cambio, todo el poder
que
pueda correspondÁr al representante viene directamente de la voluntad del representado, que puede,
cuarrdo quiera, privar a aquel de todo su poder, y que puede, además, seguir realizando actos
jurídicos
en aquel asunto concreto para el que ha concedido poder a su representante, pues la representación no
agota las facultades del representado. Por último, en la representación voluntaria cabe, en términos ge-
nárales, la sustitución de poder, o sea, el nuevo apoderamiento que el primer apoderado otorgue, en
virhrd de supoder de representación, anombre del poderdante (cfr. arts.l.72I y 1.722 del CC espa-
ñol), al pu.o qr" en la representación legal no cabe, por 1o común, que el representante transmita o de-
l"gu" sg persánalidad de tal, ya que esta representación se muestra como un deber forzoso e ineludible
que la ley atribuye a personas determinadas.
1.o Que el representante tenga capacidad suficiente. Como es é1 el qtte realiza el acto y emite la
declaración de volgntad ,hace falta que tenga la capacidad general pata realizar actos jurídicos.
Pero como los efectos del acto se producen para el representado, no es necesario que tenga el
representante la capacidad especial requerida paralavalidez del acto concreto de que se trate;
asi, si el acto es de enajenación de bienes inmuebles, la facultad de libre disposición habrá de
tenerla el representado, y no el representante.
3.o Que el representante obre en concepto de tal, es decir, a nornbre del representado. Este requisi-
to supone que quien actua lo haga externamente como tal representante; mas, como dice Oert-
-^, no hay que tomar esto en su sentido demasiado rígido; es indiferente que la declaración
se haga expresamente a nombre de otro o que así se deduzca de las circunstancias del caso. Si,
de todos modos, aun obrando por cuenta de otro, el representante deja ignorar ala otra parte
su cualidad, no manifiesta, de intermediario, no hay verdadera representación (sino repre-
sentación indirecta); el negocio se forma entre las dos partes contratantes (véase art- l-717
del CC). Esto es 1o que sucede de ordinario, en materia comercial, en el contrato de comisión
(arts.245 y 246 del C. de Co.).
En el Derecho actual -que continúa en este punto la tradición canónica- eslá reconocida, como
principio general, 1a posibilidad de la representación. Señala Ruggiero que es siempre posible que otro
,eulice poi nosotros 1,o q.r" podríamos realtzar nosotros mismos. Y solo excepcionalmente no es admi-
tida tal delegación de váluntad cuando lanataraleza del acto se oponga a ello o una disposición legal
exija una declaración personal.
En la esfera de los actos ínter vivos patrimoniales apenas suscita dificultades la admisión de 1a re-
presentación. Expresamente nuestro Código Civil la attorizapara adquirir la posesión (art. 439) y para
contratar @rt.1.259).
Los derechos de familia, por el contrario, se avienen mal con el principio de representación, y, co-
mo observan PérezGonzálezy Algte4 aunque no siempre se rechace por e1Código Civil, ha de proce-
derse con cautela antes de admitir su eficacia, pues la mayoría de los derechos de1 orden familiar son
potestades o funciones que se basan en deberes de carácter personalísimo, y sería contrario a la finali-
áad de la ley que los otorga e impone admitir la delegación del ejercicio de esos derechos-deberes. No
obstante, nuestro Código a|ltonza la celebración del matrimonio por poder, siquiera se trate de un po-
der especialísimo (art. 55).
En los actos mortis causa la regla general es también la no admisión de la representación. No ca-
be esta, en efecto, en materia de testamentificación (por ejemplo, art. 670) ni en 1a mejora (art. 830); si
bien, está excepcionalmente admitida en algunos aspectos limitados de las disposiciones sucesorias del
Derecho común (arts.67I,831, 1.056 y 1.057).
6.4.1. Su concepto.
Se llama representación legal o necesaria aquella que es conferida por la ley a ciertas personas
que, por virtud de un cargo u oficio o de una posición familiar, obran en nombre de otras que están im-
pedidas para hacerlo por sí. No hay que confundirla con la asistencia de personas parcialmente incapa-
ces (porejemplo, la intervención de los padres o del curador en determinados actos de los menores
por la cual se integra su defecto de capacidad, pero sin sustituir su voluntad por la de
"*u*lpuáos),
otra persona.
1.o La de los hijos no emancipados, que corresponde a los padres (art' 162).
3." La de los concebidos y no nacidos, que corresponde, paralo relativo ala aceptación de dona-
ciones, a las personas que legítimamente los representanan si ya hubieran nacido (art.627).
b) Al hijo mayor de edad y siendo varios, con la preferencia de los que convivían con el au-
sente y el mayor al menor.
e) En defecto de las personas expresadas, a la persona solvente que el Juez, oído el Ministerio
Fiscal, designe a su prudente arbitrio (art. 184).
Todas estas personas pueden contratar a nombre de sus representados, aunque con las limita-
ciones y requisitos que 1a ley establece para garantizar los intereses de quienes no pueden hacerlo
por sí.
Igualmente son representantes legales: el administrador de la herencia, en el caso del artículo 1.026
del Código Civil, y los adminisbadores concursales en el concurso de acreedores.
a) Que el representante tenga la capacidad requerida (que depende de circunstancias diversas, se-
gún los casos), sin que sea preciso (a diferencia de lo que sucede en la representación volunta-
ria) la capacidad del representado.
c) Que este sea suficiente para realizar el negocio de que se trate, ya por concederla la ley
con carácter general, ya por estar dicho negocio comprendido en la hipótesis general a que
la ley se refiere. Para determinar todo ello hay que estar a los preceptos que regulan la pa-
tria potestad, la tutela, la ausencia y las demás instituciones que encarnan la representación
legal.
6.5.L. Su concepto.
Representación voluntaria es la que se confiere por medio de un acto de voluntad del representa-
do, que recibe el nombre de poder, apoderamiento o autorización representativa, y puede ser deflrnido
que concluya
,rou declaración unilateral de voluntad por la que una persona attoriza a otrapara
"ornó
en su nombre uno o varios negocios jurídicos, que han de producir sus efectos como
si la primera, por
represen-
sí misma, hubiese operado. El declarante se designa con las denominaciones de poderdante,
tado, principal o dueño del negocio. El facultado paraactuar en nornbre ajeno, apoderado, representan-
te, prócr.raáor o gestor. El negocio que el representante ha de concluir, a virtud del
poder, se llama acto
o negocio representativo.
La doctrina tradicional identifica el poder con el contrato de mandato; pero la doctrina civilística
más reciente, especialmente en Alemania, ha demostrado que se trata de dos instituciones diferentes'
Entre ellas pueden señalarse las siguientes diferencias:
1., eue el mandato origina una relación obligatoria personal e intema entre mandante y mandata-
rio, mienha, q.r" suministra un poder jurídico de obrar con eficacia a nom-
"iupoderamiento
bre del poderdante (Oertmann).
2.u eue, por ende, e1 apoderamiento tiene necesariamente como finalidad la representación, mien-
tras que el mandato puede existir sin ella (caso del art.1.7I7),y
3." eue el mandato, como contrato que es, requiere la aceptación expresa o tácita del mandatario,
mientras que el poder es un acto jurídico unilateral, que solo requiere la declaración de volun-
tad del poderdante, dirigida a los terceros, sin que sea necesariala aceptación, ni siquiera el
conocimiento del aPoderado'
La ac¡¿ción negocial a nombre de otro, por virtud de apoderamiento, exige las siguientes condi-
ciones (aparte las ya señaladas antes como comunes a toda representación):
Examinémoslas brevemente.
a) Capacidad de1 apoderado. Según nuestro Código, tienen capacidad para ser mandatarios no so-
1o ios mayores de edad, sino, además, según el artículo 1.7l6,los menores emancipados. Aho-
ra bien: en la relación interna entre el representado y el menor representante, aquel solo tendrá
acción contra este, como dice el propio artículo 1.716 <<en conformidad a lo dispuesto respecto
a las obligaciones de los menores>>.
1- 18
;EEf, oposiciones
el
b) Forma del poder. Han de constar en documento público: el poder para contraer matrimonio,
general para pleitos y los especiales que deban presentarse en juicio; el poder para administrar
úi"r", y cualquiera otro que tenga por objeto un acto redactado o que deba redactarse en escri-
no se re-
tura pública o haya de perjudicar a un tercero (art. 1.280, núm. 5). En los demás casos
quieie ninguna fárma espécial, pudiendo ser el apoderamiento verbal o escrito, y aun tácito.
Es
práctica constante en nuestra ,ridu.¡*idi"a que el poder se otorgue no por acto bilateral' sino
por declaración unilateral recepticiá (cfr. S. de27 de octubre de 1909), pudiendo ser conferido
tanto por declaración hacia el apoderado, como es 1o normal y corriente, cuanto
por comunica-
se trate.
ción al tercero con quien el representante haya de celebrar los negocios de que
al
c) Suficiencia del poder. Preceptua el Código que el mandato (refiriéndose con esta expresión
poder) concebiáo en términás generales, no comprende más que los actos de administración;
que pam transigir, enajenar, hipotecar o ejecutar cualquiera otro acto de riguroso dominio se
necesita manduio expreso (es áecir, especial), y que la facultad de transigir no aulotiza
para
comprometer en árbitros o en amigables componedores (art. 1.713).
Dedúcese de ello que hay que atenerse al texto del poder para apreciat su suficiencia,
y que las
facultades conferidas en el mismo son de interpretación estricta.
d) Subsistencia del poder. Dada la confusión que en nuestro Código Civil existe entre el mandato
y e1 poder, pueden considerarse como causas de extinción de este último las que el Código se-
ñala como causas de extinción del mandato, o sea, la revocación, la renuncia o incapacitación
del mandatario y la muerte, declaración de prodigalidad o el concurso o insolvencia del man-
dante o del mandatario. También se extinguira por la incapacitación sobrevenida del
mandante
a no ser que en el mismo se hubiera dispuesto su continuación o el mandato se hubiera dado pa-
ra el caso de incapacidad del mandante apreciadaconforme a 1o dispuesto por este (art. 1.732).
Se ha de tener en cuenta sin embargo, que el poder extinguido, como a continuación veremos, si-
gue siendo efrcaz, en algunos casos, fiente a las personas que han podido confiar legítimamente en la
subsistencia del mismo.
El poder extinguido sigue siendo efrcaz, en algunos casos, frente a la persona que ha podido con-
fiar legítimamente en la subsistencia del mismo.
Emeccerus, con referencia al Derecho alemán, separa en dos distintos grupos los casos en los que
la ley establece disposiciones de protección contra los daños que pudiera causar el desconocimiento
de la extinción del poder. Uno de ellos solo atiende a favorecer a los terceros, a los que ha llegado por
obra del poderdanté una declaración de poder o una notificación sobre el poder. E1 otro grupo tiende a
favorecer, en primer término, a1 propio apoderado, pero favorece también mediatamente a los terceros
de buena fe.
Al primer grupo coffesponde, en efecto, el artículo I.734 del Código Civil, a cuyo tenor, <<cuando
el mandáto se haya dado para contratar con determinadas personas, su revocación no puede perjudicar
a estas si no se les ha hecño sabeo>. El sentido y alcance de este precepto -a juicio dePérez Gonzálezy
Alguer- es que <<la revocación no puede alegarse contra quienes la desconocieran. Aunque no medie la
notificaciórrespecial a que se refiere el artículo, entendemos -dicen- que igual efecto que la notifica-
ción produciráil conocimiento que de la revocación tengan esos terceros interesados, por cuanto es de
«lo
En el segundo de los indicados grupos encaja perfectamente el artículo 1.738, según el cual
de las causas que hacen
hecho por el áandatario, ignorando 1á muerte del mandante u otra cualquiera
que hayan contratado con
cesar e1 mandato, es válido-y surtirá todos sus efectos respecto a los terceros
primer
él de buena fe»>. Este pr"""pto -escriben los citados anotadores de Enneccerus- constituye, en
la causa de revocación, cualquiera
término, una disposición de protección del apoderado que ignore
que sea esta, pero además, piotege a los terceros que de buena fe contraten con é1. No hay duda, en
cuanto a las consecrren"ias, tanto el apoderado como el tercero ignoren la revocación del poder,
"orrrJo
y si bien la solución no es tan segura cuando el apoderado corrozcala revocación y el tercero la ignore,
doc-
po.qrr" el artículo parece condicionar lavalidezde «1o hecho» a esa doble ignorancia, creen estos
prác-
io, óirilirtus que dicha solución no puede considerarse satisfactoria ni ajustada a las necesidades
por sí
ticas de ,"gu.idud del tráfico. La buena fe de los terceros -concluyen- es fundamento suñciente,
la buena fe
solo, para que sean protegidos, sin necesidad de considerar requisito ulterior y concurrente
del apoderado.
7.1. INTRODUCCIÓN.
Con el fin de adecuar la regulación del Código Civil a los preceptos constitucionales, la Ley de
13 de julio de l9B2 modificó los artículos 17 a26 del Código Civil, en materia de nacionalidad. Estos
pr"""ptor fueron objeto de nueva modificación por la Ley de 17 de diciembre de 1990, que aun respe-
tando las líneas esenciales de la regulación de 1982 introdujo determinadas alteraciones en la normati-
va de nacionalidad, siendo objeto e1 artículo 26 deunanueva modificación por la Ley de 2 de noviem-
bre de 1995. Finalmente, la Ley 3612002, de 8 de octubre, de modificación del Código Civil en materia
de nacionalidad, reforma 1os artículos 20 y 22 a26 del Código Civil, con el principal objetivo de faci-
litar la conservación y transmisión de la nacionalidad española de los trabajadores españoles en el ex-
tranjero, en congruencia con el mandato contenido en el artículo 42 de la ConstituciónEspañola que
encomienda al Estado la misión de velar por la salvaguarda de los derechos económicos y sociales de
1os trabaj adores españoles en el extranj ero, al que af,ade la obligación de orientar su
política hacia su
retorno.
Puede ser:
7.2.1.1. Porfiliación.
Conforme al artículo 17: <<Son españoles de origen: a) Los nacidos de padre o madre españoles>>.
1. Los nacidos en España de padres exffanjeros si, al menos, uno de ellos hubiera nacido también en
España. Se exceptuan los hijos de frrncionario diplomático o consular acreditado en España.
Los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada. A estos efectos, se presumen na-
cidos en territorio español los menores de edad cuyo primer lugar conocido de estancia sea te-
rritorio españob>.
Dado que la atribución automática de la nacionalidad española por filiación o por nacimiento en
España es una consecuencia excesiva y perturbadora muchas veces para el interesado, cuando tales he-
chos se descubren después de los 18 años de edad, porpoder afectar entonces aperconas cuyavincula-
ción con España sea inexistente o muy escasa, el último párrafo del artículo 17 dispone:
«La filiación o el nacimiento en España, cuya determinación se produzca después de los 18 años
de edad, no son por sí solos causa de adquisición de la nacionalidad española. El interesado tiene en-
tonces derecho a optar por la nacionalidad española de origen en el plazo de dos años a contar desde
aquella determinación>.
Se regula en el artículo 19, cuyo tenor, el extranjero menor de 18 años adoptado por un español
adquiere, desde la adopción, la nacionalidad española de origen.
Constituye una novedad de la Ley de 17 de diciembre de 1990. Según el artículo 18: «La posesión
y utilización continuada de la nacionalidad española durante 10 años, con buena fe y basada en un tí-
tulo inscrito en el Registro Civil, es causa de consolidación de la nacionalidad, aunque se anule el tí-
tulo que la originó».
Con ello se pretende evitar cambios bruscos y automáticos de la nacionalidad, impidiéndose que
la eftcaciaretroactiva de la nulidad se lleve a sus últimas consecuencias en materia de nacionalidad.
Esta adquisición puede tener lugar por opción y por naturalización. A su vez la adquisición por
naturalización puede ser por carta de nataralezay por residencia'
Tienen derecho aoptar por la nacionalidad española las personas que estén o hayan estado suje-
tas a la patriapotestad de un español, aquellas cuyo padre o madre hubiera sido originariamente es-
pañol y nacido en España, así como las que se hallen comprendidas en el último apartado de los artí-
culos 17 y 19, a los que ya nos hemos referido.
. Por el propio intcresado, asistido por su reprcscntante legal, cuando aquel sca mayor de 14 años
o cuando, aun estando incapacitado, así 1o pcrmita la scntencia de incapacitación.
. Por cl interesado por sí solo, si está emancipado o es mayor de l8 años. En cste caso la opción
caducará a los 20 años.
. Por cl interesado, por si solo, dcntro de los dos años siguientes a la recuperación de 1a plena ca-
pacidad.
No obstante lo dispucsto aquí, cl ejercicio del derecho de opción por las personas cuyo padre o
madrc hubiera sido originariamcnte español y nacido en España, no estará sujeto a límite algu-
no dc edad (art.20. apartado 3).
. El que al ticmpo de la solicitud llevare un año casado con cspañol o española y no cstuviesc
scparado legalmente o dc hecho.
. El nacido fucra dc E,spaña de padre o madre, abuelo o abucla, que originariamente hubieran
sido españolcs.
En todos los casos de adquisición por residcncia, el interesado deberá justificar bucna conducta
cívica y suficiente grado dc intcgración en la sociedad española.
La conccsión o denegación de la nacionalidad por rcsidcncia deja a salvo la vía judicial conten-
c ioso-administrati va.
Además de los exigidos para cada caso, el artículo 23 exige para la validez de la adquisición de la
nacionalidad española por opción, carta de naturalezay residcncia:
. eue cl mayor dc 14 años y capazpara prestar una declaración por sí, jure o prometa fidclidad al
Rey y obediencia a la Constitución y a las leyes.
Conforme a los artículos 24 y 25, se distingue enffe causas generales y causas particulares aplica-
bles, únicamente, a españoles que no lo sean de origen.
2. En todo caso, pierden la nacionalidad española 1os españoles emancipados que renuncien ex-
presamente a ella, si tienen otra nacionalidad y residen habitualmente en el extranjero.
3. Los que habiendo nacido y residiendo en el extranjero ostenten la nacionalidad española por
ser hijos de padre o madre españoles, también nacidos en el extranjero, cuando las leyes del
país donde residan les atribuyan la nacionalidad del mismo, perderán, en todo caso, la naciona-
lidad española si no declaran su voluntad de conservarla ante el encargado del Registro Civil
en el plazo de tres años, a contar desde su mayona de edad o emancipación.
Según elartícllo25:
b) Cuando entren voluntariamente al servicio de las armas o ejerzan cargo político en un Esta-
do extranjero contra la prohibición expresa del Gobierno.
Los requisitos para recuperar la nacionalidad española se regulan en el artículo 26, a cuyo tenor:
1. Quien haya perdido la nacionalidad española podrá recuperarla cumpliendo los requisitos si-
guientes:
a) Ser residente legal en España. Este requisito no será de aplicación a los emigrantes ni a los
hijos de emigrantcs. En los demás casos podrá ser dispensado por el Ministro dc Justicia
cuando conculran circunstancias cxccpcionalcs.
b) Dcclarar antc cl cncargado del Registro Civil su voluntad de rccupcrar la nacionalldad cspa-
ño1a.
8. EL EXTRANJERO.
Según el artículo 1 de la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los
extranjeros en España y su integración social, modifrcada por la Ley Orgánica 812000, de 22 de di-
ciembre, <<se consideran extranjeros a los efectos de la aplicación de lapresente ley, a los qtJe carezcan
de nacionalidad española. Lo dispuesto en esta ley se entenderá, en todo caso, sin perjuicio de lo esta-
blecido en leyes especiales y en los Tratados Internacionales en los que España sea parte.
Este criterio de igualdad 1o confirma el artículo 27 del Código Civil, según el cual <<los extranje-
ros gozan en España de los mismos derechos civiles que los españoles, salvo lo dispuesto en las leyes
especiales y en los Tratados>>, y el artículo 3.1 de laLey Orgánica 412000, de 11 de enero, sobre dere-
chos y libertades de los extranjeros en España y su integración social que determina que los extranje-
ros gozarán en España de los derechos y libertades reconocidos en el Título I de la Constitución en los
términos establecidos en los Tratados Internacionales, en esta Ley y en las que regulen el ejercicio de
cada uno de ellos. Como criterio interpretativo general se entenderá que los extranjeros ejercitan los
derechos que les reconoce esta ley en condiciones de igualdad con los españoles.
Sin embargo este régimen de igualdad no es tan absoluto que no vaya acompañado de algunas ex-
cepciones establecidas por diversas leyes. Así:
3. Se hace depender del criterio de reciprocidad el reconocimiento a los extranjeros de los dere-
de la
chos de propiedad intelectual, .*".pto si se trata de nacionales de Estados miembros
Unión Europea.
) La prioridad del nacimiento, en el caso de partos dobles, da al primer nacido los derechos
que la ley reconozca ala primogenitura. El nacimiento se prueba por la inscripción en el
Registro Civil, que hace fe del hecho del nacimiento, de la fecha, hora, lugar, sexo del na-
cido y en su caso de la filiación del inscrito. La inscripción a que nos referimos es decla-
r ativ a y no constitutiva.
3. Aunque no se es persona sin cumplir los requisitos del artículo 30 del Código Civil, se es-
tablece un sistema de protección al concebido y no nacido. Así, el Código Civil en su ar-
tíctlo 29 establece que el nacimiento determina la personalidad, pero al concebido se le
tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las
condiciones del artículo 30.
4. Extinción: según nuestro Código Civil (art. 32): <<La personalidad civil se extingue por la
muerte de las personas» y continúa estableciendo el artículo 33 que si se duda de entre
dos o más personas llamadas a sucederse, quién de ellas ha muerto primero, el que sosten-
ga la muerte anterior de una o de otra debe probarla; a falta de prueba, se presumen muer-
tas alavezy no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a otro.
Capacidad jurídica es la aptitud parala simple tenencia o titularidad de los derechos y obli-
gaciones; capacidad de obrar es la aptitud para el ejercicio de los mismos y para concluir ac-
tos jurídicos.
8. Las declaraciones de voluntad pueden hacerse por el mismo interesado en el negocio jurí-
dico o por medio de otro, es decir, por medio de la representación. La representación puede
ser legal, que es aquella conferida por la ley o ciertas personas que, por virtud de un cargo
u oficio o de una posición familiar, obran en nombre de otras que están impedidas panha-
cerlo por sí, y voluntaria, que es la que se confiere por medio de un acto de voltmtad del
representado que recibe el nombre de podeq apoderamiento o autorización representativa.
Por filiación.
Originaria Por nacimiento en España.
Por adopción.
Adquisición de
Adquisición por posesión de estado.
la nacionalidad
Por opción.
Derivativa Por caria de naturaleza.
Por residencia.
10. Er z,xrntNm,no.