Calderón de la barca

El Mago
Prodigioso

Grupo Teatral Gaudete

CIPRIANO
DEMONIO
ESTEBAN
MARCO
DELIA
CLARÍN
PRIMERA JORNADA
(Salen CIPRIANO, vestido de
estudiante, y CLARÍN y DELIA,
de gorrones, con unos libros.)
CIPRIANO
Déjenme ya en la soledad de este
bosque, dejando conmigo los
libros que mandé sacar de casa;
que yo, mientras que en Antioquía
se celebran las fiestas del templo
de Júpiter, huyendo del gran ruido
que hay en sus calles y plazas,
quiero pasar estudiando lo que
queda del día.
Vayan los dos a Antioquía, gocen
de sus fiestas, y vuelvan a este
sitio cuando ya sea la tarde. Aquí
me hallaréis.
DELIA
No puedo. ¿Es posible que, en un
día de tanta festividad y contento,
te salgas al campo solo con tus
libros?
CLARÍN
Hace mi señor muy bien; que no
hay cosa más agotadora que un
día de fiesta.
DELIA
En fin, Clarín, tú alabas lo que
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El GOBERNADOR de Antioquía
JACOBO
ALEJANDRA
JUSTINA
LIVIA
hace, y nunca dices lo que
piensas.
CLARÍN
Tú te engañas. Yo digo lo que
siento.
CIPRIANO
Ya basta, Delia; ya basta, Clarín.
Salgan de aquí, y, como digo,
vuelvan cuando caiga la noche.
DELIA
Tú que defendías que es bueno no
ver las fiestas ¿vas a verlas?
CLARÍN
Así es. Nadie hace lo que aconseja
que hagan los otros.
(Vanse DELIA y CLARÍN.)
CIPRIANO
Ya estoy solo, ya podré estudiar
esta cuestión que me trae tan
preocupado. He leído una
definición de Dios que da Plinio,
con misteriosas palabras.
Pero mi ingenio no encuentra
quién es este Dios.
(Pónese a leer. Sale el
DEMONIO, de galán, y lee
CIPRIANO.)
DEMONIO (Aparte)
(Cipriano, jamás llegarás a
encontrarlo, que yo te lo
esconderé.)
CIPRIANO
Ruido siento en estas ramas.
¿Quién va por ahí? ¿Quién es?
DEMONIO
Caballero, un extranjero soy, que
anda perdido por este monte.
A Antioquía me dirigía; y
apartándome de toda la gente que
me acompañaba, perdí el camino.
CIPRIANO
Mucho me asombra de que viendo
las altas torres de Antioquía, estés
tan perdido. No hay ninguno,
entre todos los caminos que
encuentres, que no vaya a dar en
sus muros. Por cualquiera que
tomes vas bien.
DEMONIO
Sí, pero no es bien que entre yo en
ciudad extraña, donde no soy
conocido. Hasta que sea tarde,
aquí estaré todo lo que falta.
Por los libros que te acompañan
pienso que debes de ser un gran
estudiante.
(Siéntase.)
CIPRIANO
¿Has estudiado?
DEMONIO
No; pero sé lo suficiente para no
ser ignorante.
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CIPRIANO
Pues ¿qué sabes entonces?
DEMONIO
Mucho.
CIPRIANO
Aun estudiándose una cosa mucho
tiempo, eso no se alcanza, ¿y tú
sin estudiar tanto sabes?
DEMONIO
Sí, que soy de una patria donde las
ciencias más altas se saben sin
estudiarse.
CIPRIANO
¡Oh, quién fuera de esa patria!
Que acá mientras más se estudia,
más se ignora.
DEMONIO
Verdad es ésta, que sin estudios
tuve tan grande arrogancia que a
al Rey mismo me opuse; y,
aunque perdí, me basta haberlo
intentado; que hay pérdidas con
alabanza.
Si no lo quieres creer, dime qué
estudias.
CIPRIANO
Un lugar de Plinio, porque habla
de un dios que no sé quién es.
DEMONIO
¡Ah! bien me acuerdo estas
palabras, “Dios es una bondad
suma, una esencia, una sustancia;
todo vista y todo manos”.
CIPRIANO
Así es. Pero no logro hallar el dios
de quien Plinio habla; que, si ha
de ser bondad suma, aun a Júpiter
le falta bondad, pues le vemos que
es pecador en tantas ocasiones.
DEMONIO
Ésas son falsas historias, usadas
para dejar enseñanza.
CIPRIANO
Esa respuesta no basta, pues la
bondad de Dios debiera ser tal,
que no llegaran a Él las culpas,
aun siendo falsas; y aún más, si
suma bondad se llaman los dioses,
siempre tienen que querer lo
mejor; pues ¿cómo unos quieren
una cosa y otros quieren otra?
Todos tendrían que querer lo
mismo, elegir lo mismo, ser lo
mismo.
DEMONIO
Dime, ¿qué sacas de eso?
CIPRIANO
Pensar que hay un solo Dios,
suma bondad, suma gracia, todo
vista, todo manos, infalible, que
no engaña, superior, que no
compite, Dios a quien ninguno
iguala, un principio sin principio,
una esencia, una sustancia, un
poder y un solo querer; y cuando
como éste haya una, dos o más
personas, una deidad soberana ha
de ser sola en esencia, causa de
todas las causas.
DEMONIO
¿Cómo te puedo negar una
evidencia tan clara?
(Levántase.)
3
Y aunque pudiera responderte,
dejo de hacerlo, porque es hora de
proseguir mi camino a la ciudad.
CIPRIANO
Vete en paz.
DEMONIO
Queda en paz.
(Aparte) (Yo haré que el estudio
olvide, absorbido por una belleza
sin igual. Pues también quiero
perseguir con mi rabia a Justina,
sacaré de un hecho dos
venganzas.)
(Vase el DEMONIO.)
CIPRIANO
Jamás vi un hombre tan notable.
Pero como mis criados tardan,
quiero volver a repasar la causa de
tanta duda.
(Salen MARCO y ESTEBAN.)
MARCO
Aquí está bien.
ESTEBAN
Saca la espada; que aquí son las
obras, y allí fueron las palabras.
MARCO
Ya sé que en el campo se cambia
de lengua a espada.
(Riñen.)
CIPRIANO
¿Qué es esto? Marco, detente;
Esteban, apártate; que basta que
esté yo en medio, aunque esté sin
armas.
MARCO
¿De dónde has salido, Cipriano, a
estropear mi venganza?
ESTEBAN
¿Te dieron a luz estos troncos y
estas ramas?
(Salen DELIA y CLARÍN.)
DELIA
Corre, que con mi señor han sido
las cuchilladas.
CLARÍN
Para acercarme a esas cosas no
suelo yo correr nada; mas sí para
apartarme.
LOS DOS
Señor...
CIPRIANO
No hablen más palabra.
Pues ¿qué es esto? Dos amigos,
uno hijo del gobernador de
Antioquía, y otro de una noble
familia, ¿así se pierden dos vidas
que pueden ser de tanto honor a su
patria?
MARCO
Cipriano, tú sabes de ciencias más
que de duelos, y no entiendes que
a dos nobles en el campo no hay
honor que los haga amigos, pues
sólo se acabará al morir uno en la
lucha.
ESTEBAN
Lo mismo te digo, y ruego que
con tu gente te vayas.
CIPRIANO
Se engañan, que nací con
4
obligaciones como los dos; y así,
díganme cuál es la causa de esta
pelea; que yo, si reconociere, que
alguno de los dos tiene algo que la
justifique, les doy la palabra de
dejarlos a los dos solos.
MARCO
Pues con esa condición, yo me
apuro a contarla.
Yo quiero a una dama, y Esteban
quiere a esta dama. ¡Mira tú cómo
podrás hermanarnos!
ESTEBAN
Yo quiero a esta dama, y quiero
que no se atreva a mirarla ni aun
el sol; y pues nos has dado la
palabra de dejarnos luchar, hazte a
un lado.
CIPRIANO
Esperad, ¿es esta dama posible?
MARCO
Tan principal es, tan noble, que, si
el sol causa celos a Esteban, aun
yo presumo que el sol no se atreve
a mirarla.
CIPRIANO
¿Te casarías tú con ella?
ESTEBAN
Ahí está mi confianza.
CIPRIANO
¿Y tú?
MARCO
¡Quiera el cielo que a tanta dicha
llegara!
Que, aunque es muy pobre, la
virtud me basta.
CIPRIANO
Pues si a casaros con ella aspiráis
los dos, ¿qué dirá el mundo, si
alguno de los dos con ella se casa
después de haber muerto al otro
por ella?
Digo yo que averigüéis de cuál de
los dos se agrada, y, luego...
MARCO
Detente, espera; que es acción
cobarde ir a que la dama diga a
quién escoge.
ESTEBAN
Yo confieso que esa opinión es
buena; y así, hoy voy a pedírsela a
su padre. Y pues me basta haber
sacado la espada, con bastante
agrado la vuelvo a la vaina,
Marco.
MARCO
En parte me ha convencido tu
razón; hoy se la pediré a su madre.
CIPRIANO
Pero decidme quién es esta dama,
pues que confesáis los dos su
virtud y su constancia; que yo por
los dos quiero ir a hablarla, para
que esté prevenida cuando a eso
vaya su madre.
MARCO
Dices bien.
CIPRIANO
¿Quién es?
ESTEBAN
Justina, la hija de Alejandra.
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CIPRIANO
Al nombrarla he conocido cuán
pocas fueron vuestras alabanzas;
que es virtuosa y es noble.
Luego voy a visitarla.
ESTEBAN
El cielo me sea favorable.
(Vase ESTEBAN.)
MARCO
Corone el amor mis esperanzas.
(Vanse MARCO, CIPRIANO,
DELIA y CLARÍN. Salen
JUSTINA y ALEJANDRA.)
JUSTINA
No me puedo consolar de haber
hoy visto, señor, la fiesta que le
hacen a una imagen, que jamás
podrá ser dios; pues que no dudo
que al fin, es el demonio.
ALEJANDRA
No fueras, Justina, quien eres, si
no lloraras esa tragedia, esa ruina
que padece hoy la religión divina
de Cristo.
JUSTINA
Es cierto, pues al fin soy hija tuya,
y no lo fuera si no llorara estos
lamentables errores.
ALEJANDRA
¡Ay, Justina! No es por ser tú mi
hija, no, que yo no tengo esa
alegría. Pero ¿cómo he roto
secreto tan escondido?
JUSTINA
¿Qué dices, madre?
ALEJANDRA
No sé. Confusa estoy y turbada.
JUSTINA
Muchas veces te he escuchado lo
que ahora te escuché; pero,
aunque sea culpa grave, te pido
que cuentes tu secreto.
ALEJANDRA
Justina, viéndote a ti que ya eres
mujer mayor, y viéndome a mí
que, al ir con este bastón dando en
la tierra, voy llamando a las
puertas del morir, no te puedo
dejar sin saber la verdad, no,
porque no cumpliría con mi
obligación si lo callase: y así,
escúchame.
JUSTINA
Conmigo lucha un temor.
ALEJANDRA
Mi pena es mucha.
JUSTINA
Madre, rescátame de esta
confusión.
ALEJANDRA
Pues escucha. Yo soy, hermosa
Justina, Alejandra... de mí no
sabes más que mi nombre.
Alejandra soy, natural de aquella
ciudad, capital hoy del imperio
romano. En la religión cristiana
crecí educada, de suerte que en su
defensa daré la vida una y muchas
veces.
Joven era, cuando a Roma llegó
en secreto nuestro papa Alejandro.
Me mandó, pues, que a Antioquía
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me partiese a predicar la ley de
Cristo. Obediente, a Antioquía
vine; y cuando de aquella noble
ciudad salí, el sol se oscureció.
Con el sol perdí el camino, y,
vagando tristemente, me detuve en
un lugar apacible.
Allí estaba, dispuesta a esperar
que otra vez el sol saliese, cuando
oí un suspiro leve que se acercaba
tímidamente. Llevé al oído todos
mis sentidos juntamente, y volví a
oír aquel aliento.
De mujer era el gemido. Entonces
quise yo llegar a ayudar. Se
escuchaba que débilmente decía,
gimiendo y llorando, “Mártir
muero, pues muero por cristiana e
inocente”.
Apenas me sintió cuando dijo,
esforzándose, “Vamos, sangriento
homicida mío, acaba ya lo que
comenzaste”.
“Yo no soy,” le dije, “sino quien
viene, quizás guiada del cielo, a
ayudarte en tan dura ocasión”.
“Ya que es imposible,” dijo, “que
cumplas con ayudarme, pues que
no queda mucha vida en este
pecho, toma en tu custodia a quien
hoy yo pierdo, hija de mis
entrañas”.
Y, cuando hubo muerto, vi...
(Sale LIVIA.)
LIVIA
Señor, el gobernador, a quien
debes mucho dinero, viene a
buscarte. Dije que no estabas en
casa.
Vete rápido por aquella puerta.
JUSTINA
¡Cuánto me duele que te marches
ahora! Pero, vete. Que no te
encuentre la justicia.
ALEJANDRA
¡Ay de mí! Justina, perdona este
sufrimiento.
(Vase ALEJANDRA.)
JUSTINA
Sin duda entran hasta aquí, porque
siento ahí fuera gente.
LIVIA
No son ellos; es Cipriano.
JUSTINA
Pues ¿qué quiere Cipriano aquí?
(Salen CIPRIANO, CLARÍN y
DELIA.)
CIPRIANO
Servirte solamente, oh señora.
Salió la justicia de tu casa, y entra
ahora mi amistad, buscando
estaba… (Turbado) a Alejandra…
si es que se encuentra por aquí…
JUSTINA
Ella no está ahora en casa.
CIPRIANO
Luego bien, señora, puedo decirte
el motivo que aquí me trae.
JUSTINA
Pues ¿qué mandas?
CIPRIANO
Que me oigas. Seré breve,
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Hermosísima Justina, en quien
hoy muestra la naturaleza humana
tantos destellos de divina.
Marco, de su amor movido...
(Turbado)... Esteban, de su amor
llevado... el uno y el otro han
querido por ti matarse los dos.
Me ofrecí, pues, a hablarte,
señora, para que tú escojas de los
dos cuál queréis... (Turbado).
Esto pretendo; pero mira...
(Turbado) que es injusto... que
esté por ellos hablando y yo esté
sufriendo; comprendo el amor que
ambos te tienen, pues es el mismo
que en mi pecho siento.
JUSTINA
Ni a Esteban ocasión he dado, ni a
Marco, para que así tú vengas
aquí: y bien puedes entender que,
así como los rechazo a los dos, así
te rechazo a ti.
CIPRIANO
¿Qué diré a Marco?
JUSTINA
Que rompa ya los engaños de un
amor de tantos años.
CIPRIANO
¿Y a Esteban?
JUSTINA
Que no me vea.
CIPRIANO
¿Y a mí?
JUSTINA
Que tu amor no sea tan atrevido.
(Vase JUSTINA. Se encuentran Clarín, tráeme luego la espada; ya
MARCO y ESTEBAN con ni libros ni estudios quiero, para
CIPRIANO.) que digan todos que el amor es
homicida del ingenio.
MARCO
¿Y?, hombre de bien, ¿a cuál de (Sale CIPRIANO.)
los dos ha elegido?
CLARÍN
ESTEBAN Señora Livia
¿Y?, Cipriano, ¿A cuál de los dos
DELIA
ha preferido?
Señora Livia.
CIPRIANO
LIVIA
Rechazo solamente he
¿Qué queréis vosotros?
conseguido, duro para vosotros y
duro para mí. CLARÍN
¿Sabe usted, bella dama, qué
MARCO
pretende la noble Justina, o hacia
¿Puede esto tolerarse? Ésta no es
qué hombre se dirige su noble
más que una sucia artimaña del
corazón?
sucio Esteban.
LIVIA
ESTEBAN
El corazón es tan engañoso que es
¿Mía?
muy difícil saberlo.
MARCO
DELIA
Sí. Que yo reconozco tus engaños.
Todo acabará bien, yo lo aseguro.
Tú la obligaste a que esto dijera.
LIVIA
ESTEBAN
¿Cómo lo sabes?
Tus palabras no dicen más que lo
que has hecho con ella. ¡Las DELIA
trampas de Marco! No acabarán Mi amo, Cipriano, lo solucionará
hasta que mueras al filo de mi todo. No hay nada que se haya
espada. dispuesto y que no lo logre.
(Vanse MARCO y ESTEBAN, LIVIA
cada uno a su tiempo.) No sé si aquí podrá. Mi ama,
Justina, guarda tan celosamente su
CIPRIANO
castidad que ni las más elevadas
¿Qué es esto, cielos? ¿Qué
ciencias de Cipriano creo que
escucho? ¿El uno del otro tienen
podrán conquistarla.
celos, y yo de uno y otro los
tengo? DELIA
Delia, prepárame mis vestidos; El tiempo lo dirá.
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(Vanse todos.) Si días, si meses, si años, si
incluso siglos vienes, no
CIERRE DE TELÓN
cambiarás lo que es imposible.
FIN DE LA PRIMERA Imposible es quereros, Cipriano,
JORNADA hasta la muerte.
SEGUNDA JORNADA (Vanse JUSTINA y LIVIA.)
(Salen CIPRIANO, DELIA y CIPRIANO
CLARÍN, vestidos de galanes.) La esperanza que me das ya
CIPRIANO (Aparte) dichoso puede hacerme. Si en
(Vi a Justina... ¡Ah, ojalá nunca la muerte has de quererme, eso es
viera! muy corto plazo.
Dos amantes la pretenden, uno del Yo le acepto, y si entiendes cuán
otro ofendido; y yo… sólo sé que poco falta para la muerte, empieza
mis celos me arrastran tras ella.) ya a querer, que yo ya empiezo a
Delia. morir.
¡Ay de mí! ¡Que tanto, Amor,
DELIA desconfíes!
Señor.
(DELIA y CLARÍN acompañan a
CIPRIANO CIPRIANO.)
Fíjate si está en casa Alejandra.
CLARÍN
CLARÍN ¿Adónde vamos, Delia?
Ya Justina viene hacia su casa.
DELIA
(Salen LIVIA y JUSTINA, con Cuando lleguemos lo sabremos.
mantos, por una puerta.)
CIPRIANO
JUSTINA Clarín, vete a casa.
¡Ay de mí! Livia, Cipriano está
aquí. DELIA
¿Y yo?
CIPRIANO
Señora, vengo para que pueda CIPRIANO
servirte, a vuestros pies rendido, Déjenme los dos.
pues que no me dejas amarte. (Vanse CLARÍN y DELIA.)
JUSTINA CIPRIANO
De poco han valido mis palabras ¡Ay de mí! Ya tanto esta pasión
¿De qué manera quieres que te arrastra mi pensamiento, que diera
diga, Cipriano, que de nada sirve mi alma al mismo infierno, sólo
tu insistencia? por gozar de esta mujer.

9
(Dentro.)
DEMONIO
Yo te la acepto.
(Suena ruido de truenos como
tempestad y rayos. Sale el
DEMONIO, mojado, como que
sale del mar.)
DEMONIO
Dulce madre, amada tierra, por fin
piso tus seguros pasos, luego de
tan duro naufragio. Noble barco,
que hasta aquí me trajiste, ¡qué
pena! ¡qué triste! En el mar has
sucumbido.
¿Quién eres tú, a cuyas plantas he
caído?
CIPRIANO
Quien desea ayudarte, para aliviar
tus desgracias. Dime quién eres, y
de dónde vienes arrastrando tantas
penas.
DEMONIO
Soy, en la magia que conozco, el
mayor entre todos los magos,
aunque náufrago me ves,
expulsado de estos iracundos
mares.
A tus plantas quiero pedirte ayuda
hoy; y quiero pagarte tus
servicios, sacando del banco de
mis estudios, concediéndote traer
a ti, si así lo deseas, lo que más
quieras, y que alcanzar no puedas.
CIPRIANO
Al mar le agradezco enormemente
que te hayas perdido, y a este
monte llegaras.
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Y así vente conmigo; que te
tendré siempre por gran amigo.
Mi huésped has de ser.
DEMONIO
¿Me recibes?
CIPRIANO
No lo dudes ni un instante.
(Aparte) (¡Oh, deseo alcanzar de
este hombre la magia que profesa!
Pues con ella quizá mi amor
podrá, por fin, saciarse).
(Salen CLARÍN y DELIA, cada
uno por su puerta, corriendo.)
CLARÍN
¿Estás vivo, señor?
DELIA
Claro que lo está, mírale, que está
vivo.
CLARÍN
He hablado, noble sirvienta, de un
modo que expresa la admiración
del milagro que fue no darle un
rayo de tantos como vinieron a
esta montaña.
DELIA
Y al mirarle ¿no te desengañas?
CIPRIANO
Éstos son mis criados.
DEMONIO
Tienen alegre humor.
CIPRIANO
A mí me tienen cansado, porque
siempre vienen peleando.
DELIA
¿Quién es este hombre, señor?
CIPRIANO JUSTINA
Un huésped mío, no os asombre. Calla, calla, no hables más. ¿Tan
ciego estás, tan atrevido y tan
(Al DEMONIO.)
loco? ¿Hombre en mi casa?
Vente conmigo.
MARCO
DEMONIO Sí.
Voy a obedecerte.
JUSTINA
CIPRIANO ¿En mis umbrales?
Descansa ya.
MARCO
(Vanse CIPRIANO, el DEMONIO, Mi dolor lo diga, ingrata.
CLARÍN y DELIA. Sale MARCO.)
(Sale el DEMONIO por la puerta
MARCO que está a las espaldas de
En fin, vuelvo a esta calle, en JUSTINA.)
donde habita la ingrata Justina.
DEMONIO (Aparte)
En fin, mi padre es gobernador de
(A fin de destruir a los dos,
Antioquía; bien podré, con su
introduciré la calumnia en esta
favor y la furia que en mí tengo,
casa).
entrar en su casa, y quejarme de
su injuria. (Hace como que va a salir, y en
viéndole MARCO, se reboce; y
(Sale JUSTINA.)
vuelve a entrarse por donde
JUSTINA salió.)
¿Quién está ahí?
JUSTINA
MARCO ¿Qué ves, que de nuevo te has
Yo soy. mudado?
JUSTINA MARCO
Pues ¿qué novedad, señor, te trae Los engaños tuyos veo. Di ahora
por aquí...? que mi deseo mis ofensas ha
MARCO inventado. Un hombre de este
Justina, si hasta aquí vengo, has aposento iba a salir: como vio
de saber la causa. Sé tu amor por gente, asustado volvió a retirarse.
Esteban, por ese desgraciado. JUSTINA
Negaste mi amor por el de un Te engañan tus fantasías e
pobre “don nadie”. ilusiones.
Sé, también, que él se oculta entre
los umbrales de tu casa.

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(Quiere entrar, y detiénele.
Apártala, y éntrase por donde
estaba el DEMONIO.)
MARCO
Si es engaño o no es engaño,
ahora lo veremos.
JUSTINA
En mi casa no encontrarás otra
cosa que mi noble inocencia.
(Sale ALEJANDRA.)
ALEJANDRA
Justina.
JUSTINA (Aparte)
(Esto me faltaba. ¡Ay de mí, si
Marco sale, estando Alejandra
aquí!)
ALEJANDRA
Mis desdichas, mis dolores vengo
a consolar contigo.
JUSTINA
¿Qué tienes, que en el rostro
muestras disgusto y tristeza?
ALEJANDRA
El llanto no me deja ya continuar.
(Va a salir MARCO, y viendo a
ALEJANDRA, se detiene.)
MARCO (Aparte)
(No pude hallarlo. No tuvo por
dónde escaparse el hombre que
vi).
(JUSTINA habla aparte a
MARCO.)
JUSTINA
No salgas, Marco, que está aquí
mi madre.
MARCO
Esperaré a que se ausente.
(Retírase MARCO.)
JUSTINA
¿De qué lloras? ¿Qué tienes,
señora?
ALEJANDRA
Tengo el dolor más sensible,
traigo la pena más pesada, que es
la crueldad bañada en sangre
inocente. Al gobernador envía el
César Decio un decreto
inviolable... Hablar no puedo.
JUSTINA (Aparte)
(¿Quién vio pena semejante?
Alejandra, compadecida del dolor
de los cristianos, habla conmigo,
sin saber que Marco, el hijo del
Gobernador, puede escucharle.)
ALEJANDRA
En fin, Justina...
JUSTINA
No sigas adelante con el discurso,
señora.
ALEJANDRA
Déjame que le repita; que contigo,
es aliviarle.
En el decreto manda...
JUSTINA
No prosigas…
ALEJANDRA
Cuando deseo contarte el decreto

12
más cruel que vieron las murallas busca a muerte. Esto basta que
de Roma ¿me detienes? De otra diga.
manera solías, Justina,
ALEJANDRA (Aparte)
escucharme.
(Sin duda que Esteban sabe que
JUSTINA yo soy cristiana, y viene a
Señora, no son los tiempos avisarme de mi peligro.)
iguales. Prosigue, Esteban, y nada me
calles.
(Sale ESTEBAN por la otra
parte.) (Sale LIVIA.)
ALEJANDRA LIVIA
¿Quién pisa estos umbrales? Señora, el gobernador me ha
mandado que te llame, y a la
ESTEBAN (Aparte)
puerta está esperando.
(¡Oh!, no esperaba encontrarme
con la noble Alejandra. Ahora no ESTEBAN
puedo irme. ¿Qué les diré?) Será mejor que yo aguarde;
Yo soy. (Aparte) (Pensaré en tanto el
engaño).
ALEJANDRA
¿Tú en mi casa? ALEJANDRA
Aquí volveré al instante.
ESTEBAN (Pensante)
A hablarte vengo sobre un (Vanse ALEJANDRA y LIVIA.)
negocio importante.
ESTEBAN
JUSTINA (Aparte) Justina, ahora que estamos solos,
(¡Ay de mí! ¿Qué será ahora?) quiero que oigas lo que siento. Sé
a quién has preferido antes que a
ALEJANDRA
mí, aunque con mentiras y
Pues ¿qué mandas?
engaños nos has hablado a todos.
MARCO (Aparte)
JUSTINA
(¡Esteban en casa de Justina entra
Esteban, detente…
y sale con libertad! Ya mis celos
son verdades.) MARCO (Aparte)
(Esteban no fue. Sin duda que hay
ALEJANDRA
otro amante, puesto que ni él ni yo
Mudado traes el color.
lo somos).
ESTEBAN
JUSTINA
No te admires, no te espantes, que
Pues tienes ilustre sangre, no
vengo a darte un aviso importante,
ofendas una noble mujer.
de un enemigo que tienes, que te
13
ESTEBAN (Sale el GOBERNADOR,
¿Noble mujer? cuando a tus JACOBO y ALEJANDRA.)
brazos admites a ese necio. Te
JUSTINA
admiró su poder; que como es su
¡Ay de mí!
padre gobernador, te llevó la
vanidad de ver que mande a toda GOBERNADOR
Antioquía... ¿Qué es esto? Pero si es suficiente
ver las espadas desnudas para que
MARCO (Aparte)
conozca las faltas.
(De mí habla).
JUSTINA
ESTEBAN
¡Qué desdicha!
...sin mirar otros defectos más
grandes, que en sí lleva, aunque la ALEJANDRA
autoridad se los encubre. Pero ¡Qué pesar!
no... GOBERNADOR
(Sale MARCO.) Basta, Marco, basta.
¿Tú luchando, siendo mi hijo?
MARCO
¿Tú de mi favor te vales para
Esteban, detente, y no me agravies
alterar a Antioquía?
en mi ausencia. Y salgo a que no
prosigas tus insultos, que muchos MARCO
han pasado, sin que en ninguno te Señor,...
mate. GOBERNADOR
ESTEBAN Jacobo, llévatelos; que no ha de
Cuanto yo dije de ti detrás, te lo haber excepción ni privilegios de
diré delante, y es verdad muy sangre para cambiar los castigos,
cierta lo que digo. pues son las culpas iguales.
JUSTINA (Llévalos.)
Detente, Marco; Esteban, ¿qué GOBERNADOR
haces? En diferentes prisiones, y con
MARCO gente que los guarde, a los dos
Tomar venganza donde escucho el encarceladlos.
ultraje. Y tú, Alejandra, ¿cómo es posible
que permitas que esto suceda en tu
(Empuñan las espadas.)
casa?
ESTEBAN
ALEJANDRA
Yo, sostener lo que dije donde lo
¿Yo, Señor?
dije.

14
GOBERNADOR CIPRIANO
Sí, noble Alejandra. Nunca No habrá magia algo tan
olvides que yo soy el Gobernador. imposible.
Mi oficio aquí no es otro que el de
DEMONIO
cuidar la paz de esta ilustre ciudad
Por tu amistad confiésamelo.
de Antioquía.
No toleraré jamás los disturbios CIPRIANO
que se puedan ocasionar aquí. El Quiero a una mujer.
Emperador mismo ha mandado DEMONIO
castigar a los líderes de todo ¿Y es ése el imposible que dices?
disturbio: los cristianos. Ellos son
el principio del mal, el término de CIPRIANO
todo bien, en nuestro Imperio Si tú supieras quién es...
Romano. Estoy tan ciego y perdido…
Cuídate, te ruego. Lo digo por tu Mis estudios di al olvido y al
bien. Mientras más paz busques, desprecio mi razón.
Alejandra, más amistad Dije, y haré lo que dije, que
encontrarás en tu Gobernador. ofreciera completa el alma por
este amor que me aflige, porque es
(Vanse el GOBERNADOR.) el alma muy poco, si se compara
ALEJANDRA con ella.
¡Qué dolor grande! Cuánta sangre DEMONIO
inocente corre y correrá a manos ¿Quieres lograr tus deseos?
del Imperio. Incluso la mía se
hiela al pensar en poder algún día CIPRIANO
tener que ser derramada por Cristo Por supuesto.
¡Oh, Justina! ¿Qué será de ti? DEMONIO
JUSTINA Pues envía fuera esos criados, y
Pierda yo la vida a tus pies; pero quedemos los dos solos.
no me desampares. CIPRIANO
(Vanse. Salen el DEMONIO, Váyanse afuera los dos.
CIPRIANO, DELIA y CLARÍN.) DELIA
DEMONIO Yo obedezco.
Desde que entré en tu casa, te he CLARÍN
visto sin alegría: una profunda Y yo también.
tristeza se ve en tu rostro. (Aparte) (El tal huésped es el
diablo.)
(Escóndese CLARÍN.)
15
CIPRIANO CIPRIANO
Ya se fueron. ¿Qué quieres ahora? Mucho cielo y mucho prado, un
bosque, un arroyo, un monte.
DEMONIO
¿Dijiste que darías el alma por DEMONIO
gozar de esta mujer? ¿Qué es lo que más te agrada?
CIPRIANO CIPRIANO
Sí. El monte.
DEMONIO DEMONIO
Pues yo te acepto el contrato. Mira tú si a una dama podré traer,
si yo a un monte traigo.
CIPRIANO
¿Qué dices? (Múdase un monte de una parte a
otra del tablado.)
DEMONIO
Que yo le acepto. CIPRIANO
¡No vi más confuso asombro! ¡No
CIPRIANO
vi prodigio más inaudito!
¿Cómo?
CLARÍN (Aparte)
DEMONIO
(Con el espanto y el miedo estoy
Te enseñaré una ciencia con que
dos veces temblando.)
podrás traer la mujer que adoras.
La escritura hagamos ante CIPRIANO
nosotros dos. ¡Tráeme a Justina! ¿Qué esperas?
CIPRIANO DEMONIO
Lo que ofrecí está en mi mano, Detente, que hasta que firmes, no
pero lo que tú me ofreces no está puedes tocarla.
en la tuya.
CIPRIANO
DEMONIO Ya creo tus ciencias, ya confieso
Haz el contrato con tal condición. que soy tu esclavo. ¿Qué quieres
que haga por ti?
CLARÍN (Aparte)
(Según lo que he visto, no es muy DEMONIO
bobo este diablo.) Un contrato firmado con tu sangre
y de tu mano.
DEMONIO
Quiero darte en testimonio de lo CLARÍN (Aparte)
que yo puedo. ¿Qué ves por aquí? (Yo daría el alma por no haberme
quedado.)

16
CIPRIANO convivir, sirviéndonos solamente
Pluma será este puñal, papel este a los dos este criado,
lienzo blanco, y tinta para
(Saca a CLARÍN.)
escribirlo la sangre.
que curioso se quedó.
(Escribe con la daga en un lienzo,
habiéndose sacado sangre de un CLARÍN
brazo.) ¡Ojalá nunca me hubiese quedado!
(Turbado) Digo yo, el gran CIPRIANO
Cipriano, que daré el alma Está bien.
inmortal... a quien me enseñare DEMONIO
ciencias... con que pueda atraer a Vamos, y en lo oculto de este
mí a Justina; y lo firmé de mi monte oirás la primera lección de
nombre la magia.
DEMONIO CIPRIANO
¿Has escrito? Vamos, que, con tal maestro, mi
CIPRIANO amor me transformará en el
Sí, y firmado. prodigioso mago: Cipriano.
DEMONIO CIERRE DE TELÓN
Pues tuyo es el sol que adoras. FIN DE LA SEGUNDA
CIPRIANO JORNADA
Tuya por eternos años es el alma TERCERA JORNADA
que te ofrezco.
(Sale CIPRIANO, solo, de una
DEMONIO como cueva.)
Alma con alma te pago, pues por
tuya te doy la de Justina. CIPRIANO
Llegó el feliz, llegó el dichoso día,
CIPRIANO por fin, día en que se consumirá
¿Cuánto tiempo necesitarás para mi amor. Ya salido de esta cueva
enseñarme la magia? oscura, para mí dura escuela
DEMONIO donde la magia aprendí, tanto, que
Un año, con una condición... puedo dar lección a mi maestro.
Atended cielos puros. Es tanto mi
CIPRIANO
saber, que no hay cosa bajo el sol
Nada temas.
o sobre él que no alcance con mis
DEMONIO conjuros; que no es en vano el
...que, en una cueva encerrados, estudio infernal de Cipriano.
sin estudiar otra cosa, hemos de
17
(Sale el DEMONIO.)
DEMONIO
Cipriano.
CIPRIANO
¡Oh sabio maestro mío!
DEMONIO (Enojado)
¿Por qué sales a ver el rostro del
sol?
CIPRIANO
Considerando que hoy se cumple
el plazo de un año, que habíamos
concertado: deseo ya atraer a mi
voz el bien que tanto amo.
Hoy la divina, hoy la hermosa
Justina, atrapada en mis lazos,
hechizada de mi amor, vendrá a
mis brazos.
DEMONIO
Sí, ve, ¡vamos! Escribe el conjuro
en el suelo, clama el hechizo en el
cielo, y quédate a tu amor atento.
(Vase CIPIANO.)
Yo sé que tu ciencia y la mía
podrán entregarte a la hermosa
Justina.
(Sale CLARÍN de la cueva.)
CLARÍN
Ingrata diosa mía, Livia, llegó el
día, luego de haber estudiado la
magia con tanto cuidado, en que
espero alcanzar tu amor.
Aguados cielos atended a mis
oscuros conjuros: montes...
DEMONIO
Clarín, ¿qué te sucede?
18
CLARÍN
¡Oh sabio maestro!
Quiero ver si por la magia que
aprendí, Livia, tan ingrata como
bella, se convierte hoy en mía.
DEMONIO
Deja esas locuras, y en lo
profundo de esa cueva, ayuda a tu
señor, que quiero estar solo.
CLARÍN
Si no me haces caso es porque no
he hecho contrato con sangre, lo
haré en este lienzo ahora...
(Saca un lienzo sucio y escribe en
él con el dedo, habiéndose hecho
sangre.)
por más que te escandalices,
dándome un sonido de narices;
que no es problema si sale de las
narices o del brazo.
Digo, el gran Clarín, que, si
alcanzo el amor de Livia, que al
diablo ofrezco...
DEMONIO
Ya te digo que me dejes, y que
con tu señor de aquí te alejes.
CLARÍN
Ya lo haré, no te alteres.
(Vase CLARÍN.)
DEMONIO
Imperio portentoso del duro
Infierno, desata tu poder sobre la
virgen Justina.
Porque, sin que tenga defensa en
su fe, hoy venga a buscar a
Cipriano, invocada de su hechizo
y guiada de mi oscuro espíritu.
(Se va entrando el DEMONIO por
una puerta, y sale por otra
JUSTINA huyendo.)
Después de todo, no hay persona
en quien no se estampe la llama
del amor, pues el hombre vive
más donde ama que donde está su
alma.
JUSTINA
¿Cuál es la causa de este fuego, de
este ardor, que en mí por instantes
crece?
(Cóbrase.)
¡Amor! ¿A quién le he tenido yo
jamás? Pues nunca he dado más
que olvido: Marco, Esteban y
Cipriano.
¿A Marco no desprecié? ¿A
Esteban no aborrecí? Y a
Cipriano...
(Párase en el nombre de
CIPRIANO, y desde allí
representa inquieta otra vez.)
Desde que pronuncié su nombre
ausente, no sé, ¡ay de mí!, no sé
qué pena es la que sentí.
(Sale el DEMONIO.)
DEMONIO
Ven, que yo te lo diré.
JUSTINA
¿Quién eres tú, que has entrado
hasta aquí, estando todo cerrado?
19
DEMONIO
Yo soy quien hoy te ha vencido, y
quien ha prometido llevarte
adonde está Cipriano.
JUSTINA
No triunfarás de mí; que esta pena
que afligió mi pensamiento, no
alcanzará jamás al
consentimiento.
Para haberte de seguir, el pie
tengo de mover, y esto puedo
resistir, porque una cosa es hacer
y otra cosa es consentir.
DEMONIO
¿Cómo has de vencer, Justina, si
te inclino con tanta fuerza?
JUSTINA
Ayudándome de mi libertad.
DEMONIO
La forzará mi poder seductor.
JUSTINA
No sería libertad si se dejara
forzar.
(Tira de ella, y no puede
moverla.)
DEMONIO
Ven donde un delicioso gusto te
espera.
JUSTINA
Es muy costoso ese gusto.
DEMONIO
Es una paz nunca soñada.
JUSTINA
Es una prisión injusta.
DEMONIO ALEJANDRA
Es dicha feliz. ¡Hombre aquí!
JUSTINA JUSTINA
Es desdicha cruel. ¿No le habéis visto?
DEMONIO LIVIA
¿Cómo te has de defender, si te No, señora.
arrastra mi poder?
JUSTINA
(Tira más.) Pues yo sí.
JUSTINA LIVIA
Mi defensa en Cristo Dios ¿Cómo puede ser, si ha estado
consiste. todo este cuarto cerrado?
(Suéltala.) ALEJANDRA
No es más que tu imaginación,
DEMONIO
Justina mía.
Venciste, mujer, venciste.
Mas ya que estás defendida de LIVIA
Dios, mi rabia fiera te llevará Mi señora tiene razón.
fingida, pues no puede verdadera.
JUSTINA
Formaré un espíritu de tu forma,
No ha sido ilusión. Algún hechizo
de donde todos pensarán que tu
mortal se está haciendo contra mí,
amor pertenece a Cipriano.
y, si no hubiera Dios, habría caído
(Vase el DEMONIO.) en aquel mal.
Mas Él me ha de defender.
JUSTINA
Livia, el manto, porque tengo de ir
Al cielo ruego que desvanezca esa
al templo santo.
horrenda figura mía.
¡Alejandra, madre, señora! ¡Livia! (Saca el manto, y pónesele; que le
vea con él la gente.)
(Sale cada uno por su puerta.)
LIVIA
ALEJANDRA
Aquí está el manto.
¿Qué es esto?
ALEJANDRA
LIVIA
Yo te quiero acompañar.
¿Qué es esto?
JUSTINA
JUSTINA
¡Oh Dios! En ti mi esperanza
¿Visteis un hombre que salió de
pongo, en ti sólo confío.
aquí?

20
ALEJANDRA
Vámonos de aquí.
(Vanse las dos, y sale DELIA.)
DELIA
Livia, ¿qué ha sucedido?
LIVIA
¿Eras tú el que aquí fue vista?
DELIA
¿Yo? ¡Si recién llego!
LIVIA
Un hombre entró aquí, estando las
puertas cerradas, y Justina nos
llamó a voces.
Si tú no, ¿quién era aquel hombre?
DELIA
El mismo diablo habrá sido.
(Suspira DELIA.)
Algo me trae preocupada.
LIVIA
¿Qué será?
DELIA
Qué habrá sido de Clarín. Ya hace
un año que ha desaparecido de
aquí.
LIVIA
No está bien preocuparse tanto por
él. Ya verás cómo acaba esto.
Volverá, te lo aseguro. Mientras
tanto, vayamos a descansar, que
no conviene retrasar el descanso.
(Vanse, y sale CIPRIANO, con
asombro, y CLARÍN, acechando,
tras él.)
21
CIPRIANO
Sin duda se han rebelado contra
mí las estrellas, pues me niegan
gozar de mi Justina bella.
CLARÍN
Yo, igual. Pues una y mil veces
hago en la tierra dibujos, una y
mil veces el viento a gritos aturdo,
y tampoco viene Livia.
CIPRIANO
Una vez más volveré a invocarla.
Escucha, bella Justina.
(Sale la que hace a JUSTINA, con
manto, como turbada, por una
puerta, y éntrase huyendo por la
otra, y va tras ella CIPRIANO,
turbado, y CLARÍN, turbado,
dando vueltas con miedo.)
FIGURA
¿Qué quieres? ¿Qué quieres,
Cipriano?
CIPRIANO
¡Justina!
(Cúbrese el rostro con el manto, y
vase.)
CIPRIANO
Espera, aguarda, Justina.
(Vase.)
CLARÍN
Ya la ha alcanzado, y, aferrándola
con sus brazos, a este mismo sitio
vuelven.
Por aquí me esconderé; ya que
deseo saber cómo termina esto.
(Escóndese, y sale CIPRIANO, CIPRIANO
trayendo abrazada una persona ¿Qué sucedió?
cubierta con manto y con vestido
CLARÍN
parecido al de JUSTINA, que es
Se deshizo.
fácil, siendo negro este manto y
vestido; y han de venir de suerte CIPRIANO
que con facilidad se quite todo y Busquémosla.
quede un esqueleto, que ha de CLARÍN
volar o hundirse, como mejor No, no busquemos.
pareciere, como se haga con
velocidad; si bien será mejor CIPRIANO
desaparecer por el viento.) Investigaré qué engaño es éste.

CIPRIANO CLARÍN
Ya, bellísima Justina, en este sitio Yo no, señor.
oculto, es trofeo tu belleza de mis (Sale el DEMONIO, sin verle.)
mágicos estudios; que por
conseguirte, nada temo, nada DEMONIO (Aparte)
dificulto. (¿Qué ha sucedido? ¿Quién ha
El alma, Justina bella, me cuestas. desbaratado mis designios?)

(Descúbrela, y ve el cadáver.) CIPRIANO

¡Lucero, sabio maestro!
Mas, ¡ay infeliz!, ¿qué veo?
¡Un cadáver mudo! CLARÍN
No le llames.
ESQUELETO
Así, Cipriano, mueren todas las DEMONIO
glorias del mundo. ¿Por qué me buscas?

(Desaparece, y sale CLARÍN, CLARÍN (Aparte)

huyendo, y abrázase con él (Yo de aquí me voy.)
CIPRIANO.) (Vase CLARÍN.)
CLARÍN (Aparte) CIPRIANO
(Si alguien necesita miedo, yo Justina vino, la abracé, y al punto,
tengo mucho para compartir.) ¡ay de mí!, en su belleza descubro
CIPRIANO un esqueleto, que a grandes voces
¿Quién eres? me dijo, “Así, Cipriano, mueren
todas las glorias del mundo”.
CLARÍN Tu magia yo seguí punto por
No sé ya ni quién soy. punto. Luego, tú me has

22
engañado, pues sólo fantasmas CIPRIANO
hallo donde busco hermosuras. Yo te conjuro que me digas quién
ha sido.
DEMONIO
Cipriano, ni hubo defecto, ni en ti DEMONIO
ni en mí. Esto se debe a una causa Un Dios, que a su cuidado tuvo a
superior… Justina. Este Dios tiene el poder
Mas no importa; yo te haré dueño de todos.
de Justina por otros medios.
CIPRIANO
CIPRIANO Luego solamente es uno, pues
Ese ya no es mi deseo, y, pues no obra más que todos juntos.
has cumplido las condiciones que
DEMONIO
puso mi amor, devuélveme el
No sé nada, no sé nada.
contrato, porque ahora es nulo.
CIPRIANO
DEMONIO
Ya renuncio al pacto que hice
Yo me obligué, Cipriano, sólo a
contigo; y en nombre de ese Dios
traerla.
te pregunto: ¿Por qué le ha
CIPRIANO protegido?
No es verdad; a dármela te
(Haciéndose fuerza para no
obligaste.
decirlo.)
DEMONIO
DEMONIO
Yo la vi en tus brazos.
Para guardar puro su honor.
CIPRIANO
CIPRIANO
Fue una sombra.
Luego Él es suma bondad, pues no
DEMONIO permite insultos.
Fue un milagro. Pero ¿perdería Justina el honor si
aquí se quedaba oculto?
CIPRIANO
¿Y quién lo hizo? DEMONIO
Sí, si se enteraba el pueblo.
DEMONIO
Lo hizo su protector. CIPRIANO
Luego ese Dios es todo ojos, pues
CIPRIANO
vio los daños futuros. Pero ¿no
¿Y quién es ese protector?
podíamos vencerle con nuestros
(Temblando.) conjuros?
DEMONIO DEMONIO
No te lo quiero decir. No, porque su poder es mucho.

23
CIPRIANO CIPRIANO
Luego ese Dios es todo manos, Así.
pues pudo hacer todo lo que quiso.
(Saca la espada, tírale y no le
Dime, ¿quién es ese Dios, en
topa.)
quien encuentro juntos ser una
suma bondad, ser un poder DEMONIO
absoluto, todo vista y todo manos, Aunque me ataques con la espada,
que hace tantos años que busco? no me herirás; y para que
desesperes por completo, quiero
DEMONIO
que sepas que tu dueño es el
No lo sé.
Demonio.
CIPRIANO
CIPRIANO
Dime quién es.
¿Qué dices?
DEMONIO
DEMONIO
¡Con cuánto horror lo pronuncio!
Que yo lo soy. Para que veas, no
Es el Dios de los cristianos.
sólo que eres esclavo, pero
CIPRIANO también para que sepas de quién
Pero ¿Por qué se alzó contra mí? eres esclavo.
DEMONIO CIPRIANO
Porque Justina es cristiana. ¡Esclavo yo del Demonio! ¿Yo de
un dueño tan injusto?
CIPRIANO
¿Tanto cuida a los cristianos? DEMONIO
Sí, que el alma me ofreciste, y es
(Con rabia.)
mía para siempre.
DEMONIO
CIPRIANO
Sí, mas ya es tarde, ya es tarde
¿No tengo esperanza que me
para ti, pues, siendo tú mi esclavo,
pueda ayudar?
no puedes ser servidor suyo.
DEMONIO
CIPRIANO
No.
¡Yo tu esclavo!
CIPRIANO
DEMONIO
Ya no tengo salvación. Con este
En mi poder está tu firma.
acero agudo me quitaré esta vida,
CIPRIANO que para nada sirve ya.
La quitaré de tu poder. Pero ¿qué estoy diciendo? Quien
DEMONIO pudo librar a Justina ¿no podrá
¿Cómo? librarme también a mí?

24
DEMONIO (Arrójale de sus brazos.)
No, Él no cuida a los que cometen
DEMONIO
delitos, sí a los que obran virtudes.
Dios te ha dado la vida.
CIPRIANO
CIPRIANO
Si es grande su poder, el perdonar
No solo eso me dará, pues a Él me
y el premiar será en Él una cosa.
entrego.
DEMONIO
(Vase cada uno por su puerta, y
También lo será el premiar y el
sale el GOBERNADOR con
castigar, pues es justo.
JACOBO, criado.)
CIPRIANO
GOBERNADOR
Nadie castiga al que se rinde.
Bien hecho, Jacobo, buen servidor
DEMONIO mío. Los llevamos a todos a la
Eres mi esclavo, y no puedes ser cárcel; y, en fin, hoy hemos
de otro dueño. capturado a la hermosa Justina y a
Alejandra, su madre. Todos en su
CIPRIANO
iglesia estaban escondidos, donde
Sí puedo.
daban adoración a su Dios.
DEMONIO
JACOBO
La firma de tu sangre lo impide
Eximio Gobernador, hoy a tus
CIPRIANO pies deseo pedir un pequeño
Él que es poder absoluto y no favor.
depende de otro vencerá sobre ti.
GOBERNADOR
DEMONIO Dime.
¿De qué manera?
JACOBO
CIPRIANO La libertad de Esteban y Marco,
Todo es vista, y verá el medio más que tienes presos.
conveniente. Todo es manos. Él
GOBERNADOR
sabrá romper tus nudos.
Si te debo decir la verdad,
DEMONIO humilde criado mío, la causa por
Yo te dejaré primero muerto entre qué Marco y Esteban han vivido
mis brazos. presos un año, es que estando los
(Luchan.) dos celosos en su amor, temí que
habían de volver de nuevo a la
CIPRIANO pelea.
¡Grande Dios de los cristianos! Andaba buscando algún motivo
¡Sálvame! con que echar a Justina del lugar;

25
pero nunca lo encontraba.
Y ahora no sólo tengo ocasión de
desterrarla, sino incluso de
quitarle la vida.
No estén más presos; y así a sus
prisiones irás, y con brevedad
traerás a Marco y a Esteban aquí.
JACOBO
Beso mil veces tus pies.
(Vase el JACOBO.)
JACOBO
Ya está en mi poder Justina, presa
y vencida; pues muera ya en las
sangrientas manos de un verdugo.
(Salen el JACOBO, MARCO y
ESTEBAN.)
JACOBO
Los dos que llamaste están ya a
tus plantas.
GOBERNADOR
Marco, Esteban, mis castigos
fueron justos, porque, si no los
castigara, no sería ni padre ni juez.
Pero ya quitada la causa de la
discordia, intento ahora hacerlos
amigos.
En muestra de la amistad dense la
mano.
MARCO
Yo hoy llego a ser amigo de
Esteban.
ESTEBAN
Y yo doy palabra de que lo seré.
GOBERNADOR
No dudo que lo seréis.
26
(Dentro.)
JACOBO
¡Cuidado con el loco! ¡Cuidado
con el loco!
GOBERNADOR
¿Qué es esto?
MARCO
Yo iré a ver.
(MARCO va a la puerta, y vuelve
luego.)
Este ruido, señor, es Cipriano, que
al cabo de muchos días ha vuelto
loco a Antioquía.
JACOBO
¡Cuidado con el loco! ¡Cuidado
con el loco!
(Sale JACOBO, y CIPRIANO,
medio desnudo.)
CIPRIANO
Nunca yo he estado más cuerdo;
vosotros sois los locos.
GOBERNADOR
Cipriano, ¿qué es esto?
CIPRIANO
Prestadme todos atención; que
vengo al palacio para hablarles.
Yo soy Cipriano. Engañado por el
amor a Justina, mi alma vendí a
un mago náufrago, con la
condición de enseñarme su magia
y poder así enamorar a mi amada.
El gran Dios de los cristianos la
protegió de mis conjuros; y
aunque yo ahora soy esclavo del
infierno, servidumbre que sellé
con mi sangre, con mi misma
sangre he de borrarla en el
martirio que deseo.
Si tú a los cristianos persigues
duro y sangriento, yo lo soy; soy
bautizado y no lo niego.
¿Qué esperas? Yo estoy decidido
a morir dos mil muertes, porque
ahora sé que, sin este gran Dios,
que adoro y que reverencio, las
glorias humanas son polvo y
ceniza.
(Déjase CIPRIANO caerse boca
abajo en el suelo.)
GOBERNADOR
Cipriano, tan sorprendido estoy de
tu valor que no me decido qué
muerte te he de dar.
(Pisándole.)
muertos, pues sólo un cadáver me
hace compañía.
¡Oh tú, feliz eres, si has muerto
por la fe que yo profeso!
CIPRIANO
¿Qué esperas que no me quitas ya
la triste vida...?
(Vela CIPRIANO, y levántase.)
(Aparte) (¿No es Justina la que
miro?)
JUSTINA (Aparte)
(¿No es Cipriano el que veo?)
(Recelándose uno de otro.)
CIPRIANO
Sombra de mi imaginación...
JUSTINA
Ilusión de mi triste tentación...

Levántate. CIPRIANO
...asombro de mis sentidos...
(Sacan presa a JUSTINA.)
JUSTINA
DEMONIO ...horror de mis pensamientos...
Señor, aquí está Justina.
CIPRIANO
GOBERNADOR ...¿qué quieres?
¡No quiero verla a la cara!
Vámonos de aquí. Si ellos no JUSTINA
adoran mis dioses, morirán. ...¿qué quieres?

(Vase el GOBERNADOR, CIPRIANO

MARCO y ESTEBAN.) Ya no te llamo. ¿Por qué vienes?

JUSTINA JUSTINA
¿Todos se van sin hablarme? ¿Por qué tú me buscas? Ya en ti
no pienso.
(Yendo tras ellos, ve a
CIPRIANO.) CIPRIANO
Yo no te busco, Justina.
Parece ser que mi muerte
consistirá en morir junto a los
27
JUSTINA JUSTINA
Ni yo vengo a tu llamado. Sin duda.
CIPRIANO CIPRIANO
Pues ¿cómo estás aquí? ¿Cómo, si he entregado el alma al
demonio?
JUSTINA
Me han encarcelado. ¿Y tú? JUSTINA
No hay tantas estrellas en el cielo,
CIPRIANO
tantas arenas en el mar, como
También estoy preso.
Misericordia en su pecho.
Pero tú, Justina, dime, ¿qué delito
has hecho? CIPRIANO
Así, Justina, creo, y por Él daré
(Cóbranse los dos.)
mil vidas.
JUSTINA La puerta han abierto
Ha sido por el odio a la fe de
(Saca JACOBO a CLARÍN,
Cristo, a quien reverencio como a
DELIA y LIVIA.)
mi Dios.
JACOBO
CIPRIANO
Entrad, con vuestros amos aquí
Bien se lo debes agradecer,
debéis quedar presos.
Justina; que tienes un Dios tan
bueno. Haz tú que escuche mis (Vase JACOBO.)
ruegos.
LIVIA
JUSTINA Si ellos quieren ser cristianos,
Lo hará, si con fe le llamas. ¿qué culpa tenemos nosotros?
CIPRIANO DELIA
Con ella le llamo; pero temo a mis Mucha; porque los que servimos
grandes culpas. en todo seguimos a nuestros
dueños.
JUSTINA
Confía. CLARÍN
¿Cuándo se me acabarán los
CIPRIANO
males?
¡Ay, qué inmensos son mis
crímenes! (Sale JACOBO.)
JUSTINA JACOBO
Más inmensos son sus favores. El gobernador Aurelio llama a
Justina y a Cipriano.
CIPRIANO
¿Habrá para mí perdón?

28
JUSTINA
No te acobardes, Cipriano.
CIPRIANO
Tengo fe, ánimo y valor; quien el
alma dio por ti, ¿no dará por Dios
el cuerpo?
(Vanse, y quedan los tres solos.)
DELIA
¡Qué contentos van a morir!
LIVIA
Mucho más contentos vamos los
tres a vivir.
CLARÍN
No mucho; que, en fin, morir
moriremos todos. Pero morir para
luego vivir, solo es de ello.
Mas ¿qué es esto?
(Suena gran ruido de tempestad, y
salen TODOS, alborotados.)
LIVIA
La casa se viene abajo.
DELIA
¡Qué confusión! ¡Qué portento!
GOBERNADOR
Sin duda se desploma el mismo
cielo.
(Durando la tempestad.)
MARCO
Apenas el verdugo cortó los
cuellos de Cipriano y de Justina se
estremeció toda la tierra.
(Sale el DEMONIO enojado.)
DEMONIO
Oíd, mortales, oíd lo que me
29
manda el Dios del cielo que en
defensa de Justina diga a todos.
Cipriano, que con ella yace en
feliz sepulcro, fue mi esclavo; mas
borró con la sangre de su cuello el
contrato que me hizo; y los dos, a
mi pesar, viven ahora junto al
sagrado trono de Dios, felices,
contentos, con el mayor gozo que
puede vivir un mortal.
Ésta es la verdad, y yo la digo,
porque Dios mismo me obliga a
decirlo.
(Cae velozmente, y húndese el
DEMONIO.)
GOBERNADOR
Todos estos son conjuros que este
mago ha hecho en su muerte.
ESTEBAN
Yo no sé qué pensar.
MARCO
A mí me admira pensarlo.
CLARÍN
Yo solamente opino que, si él es
mago, ha sido el mago del cielo.
DELIA
Este mago prodigioso hoy ha
hecho el mayor prodigio: con su
sangre borró sus culpas, con su
muerte entró en el Cielo, donde,
junto a la virgen Justina, que
cuidó su alma para Dios hasta el
final, vivirá feliz la vida eternal.
FIN DE LA COMEDIA