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INTRODUCCION A LA VERSION

CASTELLANA
POR

MANUEL UBEDA PURKISS, O, P.


P r o fe s o r de la E scu ela de P a le o lo g ía de la U n iversid a d d e M adrid
D ire c to r d el C oleg io M a y or “ A Q U IN A S ’ V C iud ad U n iversitaria (Aladrití;

El estudio de los procesos psíquicos en sus estructuras, mecanismos y


comportamientos, es objeto hoy de numerosos trabajos de carácter experi­
mental, inductivo y estadístico. Bajo este punto de vista, las abras de psico­
logía, inspiradas en el pensamiento de S a n i o T o m ás , son a menudo fruto de
una inducción no pocas veces insuficiente y una experiencia rudimenta­
ria, forzosamente limitada a la mera observación de datos groseros y con una
documentación a todas luces elemental.
Por otra parte, la ciencia actual, y en primer lugar la Psicología, que ha
llegado a una increíble depuración y especialización técnica, siente cada día
con mayor urgencia la necesidad de retornar a la unidad del hombre, im­
pulsada por una visión más dinámica de su realidad integral.
La psicología escolástica se preocupó de estudiar los fenómenos psíquicos
desde el punto de vista de su causalidad formal. Busca definiciones esencia­
les y procura encajar sus explicaciones dentro de la dinámica de los princi­
pios del ser en general y del ser móvil en particular (tránsito de la potencia
al acto). El substratum fisiológico u orgánico es reconocido, pero acerca de él
no se hace sino afirmaciones vagas.
La psicología experimental en sus distintas ramas ha avanzado> por él
contrario, en la línea de la causas material y eficiente, y, siguiendo el método
hipotético-deductivo, trata de alcanzar la máxima posibilidad de predicción,
de formular hipótesis con viabilidad experimental o técnica y de obtener
datos susceptibles de ser manipulados por la metodología estadística. Esta
orientación, ademást negó licitud científica, o simplemente otorgó un valor
histórico, a los postulados fundamentales propios de la psicología racional,
desarrollados por el pensamiento tradicional escolástico.
La escolástica, que nunca negó legitimidad al estudio experimental de
la mayoría de los problemas que trata la psicología, rara vez les prestó
la debida atención, y a menudo se preocupó más de la refutación de las
“ metafísicas" implicadas en las formulaciones teoréticas de los experimen-
talistas, que de intentar una verdadera integración de sus halla,zgos con
los principios de verdadera vigencia psicológica.
Esta tarea de integración es la que se propuso el P . B r e n n a n en la presen­
te obra, dedicada a estudiantes que por primera vez toman contacto con las
disciplinas psicológicas. A través de sus capítulos va discurriendo con cla­
ridad de conceptos sobre los problemas fundamentales de la psicología,
armonizando las ideas claves del pensamiento tomista con la interpreta­
ción que, de los fenómenos psíquicos, ofrecen las obras fundamentales de
la psicología experimental. El carácter escolar de la obra de B r e n n a n hace
que la orientación crítica y la investigación más profunda sobre problemas
BREN N AN , 1
2 Introducción

psicológicos fundamentales, que debe abordar todo intento de verdadera


integración, hayan tenido que quedar subordinados a la sencillez y claridad
pedagógicas. Por esto, y dada la escasez de publicaciones de esta índole al
alcance de los estudiantes de habla española, nos ha parecido que, en ser-
vicio a ellos, y teniendo también en cuenta la fecha ya avanzada desde
que se escribió el original de esta obra, la actualización en un breve resu­
men introductorio, de algún problema de los que plantean hoy las obras de
psicología experimental, y su análisis desde el punto de vista de lo que
podríamos llamar pensamiento psicológico tomista al día, podrá servirles
de ejemplo y orientación para ulteriores y más profundos estudios.

La revolución cartesiana escindió totalmente él mundo del espíritu del


de la materia, haciendo que toda psicología quedara reducida alternativa­
mente por unos u otros a metafísica idealista, a biología, o, más exacta­
mente, a fisiología del sistema nervioso o, en sus interpretaciones teoréti­
cas, a meros sistemas o " modelos" mecanicistas.
Esta última orientación fue la que dominó los tratados de psicología
experimental de inspiración behaviorista y, en buena parte también, algu­
nas interpretaciones de la psicología guestaltista. Gran parte de las obras
de psicología experimental hasta hace años, estaban inspiradas en el plan­
teamiento o interpretación que, de los fenómenos psíquicos, hacia el beha-
viorismo. En la actualidad el pensamiento psicológico se va abriendo cami­
no hacia interpretaciones más amplias, en las cuales el objeto de la
psicología trata de abarcar la integridad del hombre en su doble realidad
psíquica y somática.
La psicología significaba antiguamente, afirman los autores contem­
poráneos, tratado de la mente (no dirán del alma), pero hoy, continúan
diciendo, con visión estrictamente científica, constituye la ciencia de la
conducta, o, si se quiere, el estudio de la actividad observable de los suje­
tos. Es decir, que si la definición original de psicología se explícita en todo
su contenido, alcanzará no sólo al estudio de la mente en sí misma consi­
derada, sino en todas sus actividades que, tomadas conjuntamente, reciben
hoy la denominación de conducta.
En una primera y general mirada, nada habría que oponer a esta afir­
mación, salvo aclarar que la psicología “ antigua”, a menos que se desconoz­
ca su verdadero sentido, hecho harto frecuente en los autores modernos, si
bien tenia por objeto primordial el estudio del alma, incluía también el de
sus facultades o funciones, tanto superiores o intelectuales como senso­
riales, y en su doble vertiente cognoscitívo-tendencial, responsables en
último análisis, de los fenómenos de conducta. Pero, además, cuando se
analiza el valor que en el contexto de los autores modernos tiene el término
" mental” o "mente”, fácilmente se comprueba que ha sido reducido a mera
actividad del sistema nervioso, despojado de todo contenido psíquico.
El término "behavíoristícs” (denominación más actuat y menos radical
que la ya clásica de "behavíorism,')i se escribe hoy, se refiere al conoci­
miento de estos dos aspectos mente-conducta, objeto de la psicología; por­
que para alcanzar un conocimiento de la actividad de los sujetos (conduc­
ta) se requiere un conocimiento de lo que pasa por su mente, o más propia­
mente dicho, de las actividades correspondientes del sistema nervioso. Es
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decir, que según esta interpretación, común hoy entre los psicólogos, ¡os
llamados procesos mentales son identificados con la actividad más com­
pleja del sistema nervioso, con lo cual en la ecuación psiquissoma (cuerpo-
alma) la actividad psíquica queda reducida a los términos de un proceso
meramente nervioso. Hasta aquí condujo el dualismo cartesiano al pensa­
miento psicológico contemporáneo.
Consecuentes con esta interpretación, los grandes capítulos de la psi­
cología han sido despojados de su verdadero valor psíquico y reducidos a
mera reacción neuro-hormonal provocada por un estimulo simple o por una
situación estimulante compleja, sin que contenido subjetivo alguno, es de­
cir, de valor psíquico, intervenga en la respuesta.
El avance conseguido en estos últimos años por la psicología fisioló­
gica, obligó al behaviorismo a rectificar sus postulados más radicales y
admitir que entre el estimulo (S), recibido por los órganos sensoriales, y la
respuesta (R), ejecutada por los sistemas motor o visceral, existe un proce­
so llamado "central", “ autónomo”, "intrínseco” o, más recientemente, "in­
termediario”, del cual son responsables las estructuras más complejas del
sistema nervioso central. En virtud de este proceso, toda respuesta a una
situación-estimulante compleja tiene un carácter opcional, es decir, que
en ella interviene un factor llamado de "plasticidad” del sistema nervioso,
en virtud del cual la respuesta escapa en algún sentido a la determinación
tiránica y rígida que, según la interpretación mecanicista del behaviorismo,
imponía el estímulo.
La psicología conciencista actual ha sentido también la necesidad de
superar sus postulados más radicales, afirmando que el hombre no es pura
conciencia, y que, por tanto, no agota su realidad psíquica en la pura
intencionalidad; su conducta se revela como intencionalidad inserta en un
mundo de objetivaciones.
Así la psicología actual desde estas dos perspectivas, y desde otras a las
que se podría hacer alusión, pone de relieve el equívoco fundamental que se
encubría bajo la aparente simplicidad del dualismo cartesiano, al divorciar
los dos componentes que constituyen esa realidad psicofisiológica que es el
hombre; conciencia y cuerpo, psiquis y soma.
Si se recurre a los datos proporcionados por la experimentación animal,
tan cultivada actualmente, también la interpretación estrictamente meca­
nicista del behaviorismo radical se ha visto superada al comprobarse que
la cortesa cerebral, en la mayor parte de su actividad funcional, no operar
como se pretendía, a manera de una central que recibe "llamadas" de estí­
mulos y automáticamente funciona con respuestas preestablecidas, sino que
la cortesa cerebral en su actividad es "equipotencial”, es decir, que cada
zona puede funcionalmente sustituir a otras, haciéndose responsable de las
actividades de éstas. Es decir, que la corteza cerebral, que representa la
parte más diferenciada, o por así decir, más perfecta del sistema nervioso,
se adapta funcionalmente y en todo momento a las situaciones estimu­
lantes, que solicitan su actividad mediadora de una respuesta, tanto como
a circunstancias subjetivas.
Estas dos cualidades del sistema nervioso—equípot'encialidad y plasti­
cidad—son las que garantizan el carácter opcional, autónomo o indetermi­
4 Introducción

nado del conjunto de respuestas que, debidamente coordinadas, constitu­


yen los fenómenos de expresión de la conducta. —
La psicología actual se orienta, pues, por nuevos cauces; desde una
revisión de la posición concieneista, desde un behaviorismo renovado, y
desde las adquisiciones puramente experimentales de la psicología fisioló­
gica, la psicología se define hoy como ciencia de la conducta, entendida ésta,
no como mera actividad somática fneuro-hormonal principalmente), ni como
puro acto de conciencia, sino como actividad subjetlvada.
Estas nuevas tendencias no evitan que desde el campo de la pura expe­
rimentación, muchos autores sigan planteando, y hasta intentado resolver,
problemas psicológicos que, en su contenido, así como en 2a metodología
que le es adecuada, trascienden por completo los limites, síevipre reducidos,
de la técnica experimental.

Son muchas las obras de psicología experimental en las que el proble­


ma fundamental de la naturaleza de las relaciones del alma con el cuerpo
se plantea en los siguientes o similares términos:

“ El propósito de nuestra obra es cubrir todo el campo de la psi­


cología fisiológica: las reacciones de una célula nerviosa aislada o de
la fibra muscular; el tiempo de reacción de las articulaciones existen­
tes entre las células nerviosas (sinapsís); los niveles del sistema
nervioso; las reacciones plásticas del sistema nervioso en relación con
los fenómenos de aprendizaje; las reacciones de la corteza cerebral;
y, finalmente, las relaciones entre el cerebro y la mente.”
Y a continuación:
"He aquí algunas de las cuestiones fundamentales que nos plan­
teamos: Qué tipo de seres somos nosotros. Si estamos realmente
compuestos de dos “ substancias", espíritu y materia. Procesos que
intervienen en los fenómenos de percepción y volición. Cómo se re­
lacionan los estados de conciencia con las actividades cerebrales.
Cómo se relaciona esa entidad denominada el “yo” con esa cosa que
llamamos "cuerpo” .*
« D e sc a r t e s fracasó en su intento de dar respuesta a estos proble­
mas, porque su ciencia, demasiado primitiva, desacreditó a su sistema
dualísta-interaccionista. Los importantes avances conseguidos con
la técnica electrónica hacen posible que intentemos responder a estas
cuestiones, al menos en alguno de sus aspectos. Para este propósito
el dualismo cartesiano se hace válido como hipótesis de trabajo,
puesto que lo que se intenta obtener es un conocimiento científico
más profundo acerca de la naturaleza del hombre." *.

La lectura detenida de esta extensa cita dará al estudiante una idea de


cómo la ausencia de conocimientos epistemológicos, la ignorancia de lo que
a la elaboración científica aporta la lógica y la falta de ideas claras sobre
lo que es la estructura de la ciencia, lleva a tantos autores a mezclar, sin
discriminación alguna, cuestiones que pertenecen ya a la pura técnica
* Eccles, j. C.: The Neurophysiological Basis of Mind, 1952, Introduc­
ción.
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experimental, ya a las especulaciones de la ciencia filosófica y de la psico­


logía racional, campos Que exigen hábitos mentales y métodos científicos
bien diversos.

Al estudiar los mecanismos de la conducta, la primera cuestión que se


plantea la psicología es conocer cómo influyen en ella los procesos sensoria­
les y en qué medida son capaces de dirigirla y controlarla. Se sabe que su
influencia y control lo ejerce por medio del sistema nervioso, que, en esen­
cia constituye una sistema transmisor. El sistema nervioso, en su actividad
más elemental (movimiento reflejo), se comporta como simple “ línea” de
comunicación entre un estimulo (interno o externo) que, actuando sobre
los órganos de los sentidos, da origen a una actividad (neuro-sensorial),
que a través de las estructuras más complejas del cerebro, pone en función
actividades de respuesta a cargo de músculos y glándulas. Esta simple
acción transmisora puede complicarse con un determinado número de fac­
tores, dando lugar a mecanismos de respuesta mucho más complejos. El
análisis de estos procesos sensoriales lleva al psicólogo a plantearse qué
relación existe entre la complejidad de los mecanismos sensoriales y los
diversos niveles de conducta.
Esta inquisición, que a primera vista parecería fácil, encuentra serías
dificultades. Los hallazgos experimentales de las últimas décadas han con­
tribuido poderosamente al esclarecimiento del papel mediador que el sis­
tema nervioso juega en los procesos psíquicos; pero se está aún muy lejos
de poseer un conocimiento satisfactorio de la relación que existe entre
procesos neuro-hormonales y actividades sensoriales. Merced a las técnicas
experimentales, escribe A d r iá n , s e pueden seguir los impulsos nerviosos
desde los órganos receptores sensoriales hasta el cerebro, y desde éste a los
órganos ejecutores. Pero cuando se intenta descubrir los mecanismos últi­
mos de las funciones cerebrales en virtud de las cuales tieTie lugar la “ tra­
ducción” de las actividades propias de un estímulo sensorial a r e s p u e s t a s
s ig n if ic a t iv a s d e u n a c o n d u t a , "comienzan a surgir curiosas e intangibles
dificultades que las técnicas no llegan a alcanzar"'. Sobre estas “ curiosas
e intangibles dificultades” , la opinión de los psicólogos contemporáneos se
encuentra dividida: algunos creen que el desarrollo progresivo de las téc­
nicas electrónicas o similares pondrán con el tiempo en manos del cientí­
fico los instrumentos adecuados para descubrir hasta sus últimas conse­
cuencias los secretos de los fenómenos psico-somáticos; otros, más juiciosos
en el enfoque de estas cuestiones, afirman que el conocimiento último de
estos fenómenos, es decir, el llegar a alcanzar la n a t u r a le z a de ¡o s mismos,
es problema que, trascendiendo los límites del científico experimentalista,
compete a la filosofía de la naturaleza.
Y es que en este problema, como en casi todos los que se plantea la
psicología, subyace la eterna cuestión de la constitución del hombre en su
doble realidad corporal y anímica o psico-somática, como se enuncia hoy,
cuestión que compete a la psicología racional o, si se quiere, a la antropolo­
gía, ramas de la filosofía de la naturaleza que entienden en el estudio de las
r a z o n e s ú lt im a s de los fenómenos psíquicos que definen la conducta del
hombre.
6 Introducción

En él estudio de los d in a m is m o s s e n s o r ia le s en sus formas más comple­


tas, por ejemplo en los p r o c e s o s d e p e r c e p c ió n , la psicología experimental
implica, sin solución de continuidad, p r o c e s o s que pertenecen a niveles psí­
quicos diversos: el sensorial u orgánico y el intelectivo, estrictamente racio­
nal. Cierto que la realidad observable ofrece todos estos procesos confun­
didos y como expresión de la totalidad integral y unitaria que es el hombre.
Función propia de la ciencia es analizar esa realidad en su diversidad
fenomenológica, para mejor comprender cada uno de los componentes que
la integran, pero sin confundir funciones o procesos que pertenecen a nive­
les distintos. Después, y bajo los principios de la psicología racional, debe
reestructurar el resultado de dichos análisis en la totalidad integral con
que se ofrecen en la realidad.
Pero la psicología experimental desestimó el valor científico y hasta
negó licitud a los principios de la psicología racional, sin ayuda de los
cuales se hace difícil esa reestructuración de los fenómenos analizados en
la totalidad integrada del sujeto.
Lo cierto es que cuanto más a fondo se estudian estos principios, tal y
como fueron concebidos y formulados en las obras de S a n to T o m á s , y a la
vista de los estudios e interpretaciones de la psicología experimental actual,
más se llega al convencimiento de que entre ambos, y por estar situados
en un distinto nivel de conocimiento científico, lejos de existir contradic­
ción, se da una armonía que resplandece tanto más cuanto mayor y más
profunda es la comprensión de estos respectivos puntos de vista.
Una de las grandes dificultades que se presentan para realizar una
verdadera i n t e g r a c i ó n entre los principios psicológicos formulados por S anto
T o m á s , y ¡a s interpretaciones de la psicología experimental actual, está en
que precisamente por situarse en niveles distintos de conocimiento cientí­
fico no se pueden, como casi todos los autores intentan, establecer yuxta­
posiciones o paralelismos entre los términos y conceptos psicológicos utili­
zados por ambos puntos de vista. Las categorías psíquicas en ambos extre­
mos no son paralelas y es preciso “inventar” una terminología nueva que,
conservando el sentido verdadero de los conceptos, acerque entre si a los
que son a fin e s , por referirse a una misma realidad psíquica. Este ha de ser
el primer paso para poder alcanzar ulteriores entendimientos.
Un ejemplo: la psicología actual es eminentemente dinámica; al analizar
un fenómeno lo hace en función del p r o c e s o , es decir, del contexto de facto­
res o funciones en que se da dicho fenómeno. Esto es muy claro en cualquier
capitulo de la psicología. Así, se habla de los p r o c e s o s perceptivos, de la
motivación o del aprendizaje. Pues bien: cuanto más a fondo se estudia la
exposición que S an to T om ás hace de las teorías o interpretaciones que en
su sistema doctrinal corresponden a estos p r o c e s o s , s a lv a d a s las diferencias
que acabamos de s e ñ a la r , más se llega al convencimiento de que u n p r i n c i ­
p i o d e d in a m is m o i n t e g r a d o r d e d iv e r s a s f u n c i o n e s preside toda la concep­
ción formulada por S a n t o T om ás sobre estas cuestiones. Esto es a s í porque,
como ya se dijo, la psicología actual estudia los fenómenos psíquicos desde
el punto de vista de su causa material, es decir, analizándolos en sus detalles
morfológicos, estructurales o funcionales, mientras que la psicología d e s a r r o ­
ll a d a por S an to T om ás estudia la realidad psíquica desde el punto de vista
de Za causa formal, e s decir, de las r a z o n e s ú lt im a s , del p o r q u é, de la n a t u ­
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raleza, de todos los mecanismos que constituyen la “ materialidad teñóme-


nológica” de la realidad psíquica. Pero es precisamente en el conocimiento
de la formalidad que se encierra en todo fenómeno, donde verdaderamente
encontramos su contenido psíquico. Por esta razón las interpretaciones y
los conceptos de la psicología actual están tantas veces desprovistos de
contenido psicológico verdadero. Se trata, podríamos decir, de una psico­
logía extrínseca, esto es, planteada y vista desde los factores que determinan
la realidad psíquica, pero no desde esa realidad misma.
El tema de las bases orgánicas, y más concretamente nerviosas, de la
conciencia ha sido recientemente abordado en diversas reuniones científi­
cas y ■publicaciones colectivas.
En todas ellas se aprecia que la realidad experimental a la que se refie­
ren los distintos autores es radicalmente diversa y que el concepto de
conciencia tiene para cada uno significados totalmente distintos. Baste con
recoger algunas definiciones:
Conciencia es:

“El estado de excitabilidad general del organismo" (H e s s ).

“La integración misma, la relación de una parte funcionante con


otra” (S . C obb ).

“Es una integración experimentada o vivenciada” ( F ess a b d ).

“La existencia de algo llamado conciencia es una venerable hipó­


tesis; no un dato directamente observable, sino una inferencia de
otros hechos" (H ebb ).

“La conciencia de algo implica y depende de la habilidad de dife­


renciar el mundo del Yo, del mundo del no Yo” ( K übie ).

A partir de esta disparidad de conceptos, los experimentálístas intentan


responsabilizar a una determinada estructura del sistema nervioso central
de ser el substratum mediador de funciones tan diversamente concebidas.
De aquí podemos deducir: primero, que cuando distintos autores emplean
el término de conciencia están refiriéndose a funciones o realidades com­
pletamente diversas. Segundo, si esto es así, ¿cómo se puede afirmar que
funciones o realidades tan dispares puedan tener como substratum orgáni­
co la misma estructura o la misma base funcional en el sistema nervioso?
Se incurre en estas contradicciones por aplicar el término de conciencia en
un sentido univoco, tanto a la conciencia inferior o experiencia sensorial,
como a la superior o experiencia de la propia realidad subjetivo-personai.
A la vista de estas definiciones podemos observar también cómo se
confunden, como si se tratara de una sola y única realidad, la conciencia
sensorial, es decir, la experiencia que el sujeto tiene de “ haber sentido" algo,
con la conciencia de orden superior, en virtud de la cual el sujeto se expe­
rimenta o vivencia como un ser cerrad o sobre sí mismo, capaz de volver
sobre sus actos, y abierto a la realidad circundante; es decir, la experiencia
de ser un “yo” .
La psicología de S an t o T om As estudia con profundidad el concepto aná­
8 Introducción

logo de la conciencia. A la concieticia sensorial llega, mediante un minucioso


análisis de los elementos funcionales (pie integran el proceso de la síntesis
perceptiva.
Acerca del proceso perceptivo, la psicología actual se esfuerza por descu­
brir la naturaleza de la síntesis perceptiva. Reduciendo este problema a
términos neuronales, investiga acerca de la interrelación de los complicados
circuitos cerebrales, y en el conocimiento de estos procesos intenta encon­
trar respuesta satisfactoria a este problema. Hoy por hoy, todo lo que sabe­
mos es que la actividad de los órganos de los sentidos se proyecta sobre unas
determinadas zonas de la corteza cerebral y que allí, en una red de compli­
cados circuitos neuronales, con funciones integradoras más complejas todar-
vía, tiene lugar el proceso que denominamos intermediario, de carácter
psicofisiològico, en virtud del cual el sujeto percibe la unidad del objeto,
que en su realidad física está constituido por una serie de cualidades sensi­
bles (forma, color, peso, olor, etc.).
S an to T om ás estudia el proceso perceptivo, pero naturalmente no desde el
punto de vista de las estructuras y funciones nerviosas que intervienen en él,
sino desde su formalidad y realidad psíquica sensorial, en la cual intervie­
nen determinados órganos (causa material).
Esta primera y rudimentaria experiencia del orden subjetivo, que es la
síntesis perceptiva, corresponde al llamado “ sensus communis” , que es
concebido como proceso de integración objetivo-subjetivo-sensorial prima­
rio. Por definición competen a este proceso dos funciones:

Primera. Función de integración objetiva, en virtud de la cual las


diversas cualidades se7 isib les, r e c ib id a s independientemente por ios
distintos sentidos externos, son experimentadas y distinguidas por el
sujeto como diferentes unas de otras, y son, además, reconocidas por
él en una primera síntesis perceptivo-objetíva, como pertenecientes a
una única realidad física: el objetivo-estímulo.

Segunda. Función de integración subjetiva primaria. La síntesis


comparativa-abstractiva de las diversas cualidades sensibles es posible
porque la actividad de los diversos sentidos es resumida o integrada
por una función superior—la del sensus communis—en virtud de la
cual la actividad de los distintos sentidos es referida a la unidad del
sujeto sentiente: las diversas inmutaciones sensoriales que me llegan
a través de mis diversos órganos de los sentidos me afectan y las
percibo incorporadas o integradas en la unidad viviente, o vital, de mi
propio ser sentiente.

Por la síntesis sensorial o integración primaria que realiza el sensus com­


munis, la actividad sensorial original se perfecciona, se inmaterializa (con­
cepto característico de la psicología de S an to T o m á s ), al hacerse consciente
y revelar, por una parte, la dualidad implícita en la unidad acto-objeto, y,
por otra, evidencia también la unidad del sujeto que percibe y reconoce la
pluralidad de cualidades sensibles en la síntesis perceptiva del objeto total.
Es decir, que, en último análisis, la unidad del objeto (diverso en cuanto
a sus cualidades sensibles como cosa o realidad física) es reconocido en vir­
M. Ubeda Purkiss 9

tud de la función integradora perceptiva que supone la experiencia subje­


tiva de la unidad vital de un sujeto sentiente. Y es en esta síntesis, encuen­
tro o asimilación subjetivo-objetiva en donde está, para la psicología de
S a n t o T ocias , la razón última del proceso perceptivo-sensorial.
Claro £stá que siendo la actividad sensorial común al hombre y a los ani­
males, cabe preguntarse si la experiencia sensorial, tal y como la hemos
descrito, es aplicable también al animal. La cuestión es importante, porque
una de las objeciones más serias que puede y debe hacerse a la psicología
experimental, sobre todo a la de antecedentes behavioristas, es la de aplicar,
sin solución de continuidad, las conclusiones experimentales obtenidas en
animales, al ser humano.
La filosofía natural (y aquí del valor orientador de sus principios para
la ciencia experimental pura) afirma, que la naturalesa animal es de diversa
especie que la naturaleza humana, y que todas las funciones, por inferiores
que sean, se realizan participando de la naturalesa a la cual pertenecen. Es
decir, que la sensación que experimenta un animal no puede identificarse
con la sensación, fenómeno humano. Esta última participa de la superior
dignidad ontològica, racional, de la naturaleza humana. Y es precisamente
en la capacidad rudimentaria reflexiva o de “ subjetivación" de las cualida­
des sensibles donde se distinguen radicalmente la sensación humana y la
del animal. Aquélla, en virtud de la dignidad superior de la naturaleza racio­
nal, refleja o participa¡ bien que rudimentariamente, de la posibilidad que
tienen las facultades intelectuales de volver sobre sus propios actos, es decir,
de ser reflexivas.

El estudio de las funciones y actividades dei sistema nervioso central rea­


lizado en estos últimos años ha proporcionado datos de indudable valor,
relativos al conocimiento de lo que la psicologia escolástica denomina la
causa material de los procesos sensoriales.
Estos hallazgos revelan que la inmutación provocada por el estímulo
sigue a lo largo del sistema nervioso un doble recorrido. Uno ràpido, y en
virtud del cual el estímulo sensorial, " traducido” en forma de corriente de
impulsos nerviosos, llega hasta la corteza del cerebro y alli " proyecta” una
imagen que representa una réplica del objeto estimulante. Es decir, que la
forma de un objeto que, por ejemplo, se toca, es reproducida en la corteza
que denominamos táctil o somestésica, con dimensiones proporcionadas con
las de la realidad física de dicho objeto.
Igualmente la “figura que vemos’' tiene su correspondiente réplica en la
corteza visual: bien que en este caso, como en el de la audición, la corres­
pondencia proporcional entre el estímulo y su representación en la corteza
sensorial, visual y auditiva, se establezca según el factor temporal, esto es,
en términos de una determinada frecuencia.
Además de esta proyección estrictamente objetiva, se da otra, más lenta
que la anterior, es decir, que la primera le precede en unas décimas de mili-
segundo que, siguiendo vías nerviosas diferentes, alcanza estructuras del
sistema nervioso central que están en la vecindad de los centros vegetativos
o neuro-hormonales que regulan el ritmo vital del sujeto. Y, naturalmente,
ambas estructuras se relacionan funcionalmente de tal manera que la acti-
10 Introducción

vidad provocada por el estimulo sensorial, a través de estas vías, se integra


en la actividad que regula el ritmo vital del sujeto.
Finalmente, ambas actividades, la objetivante y la vital, se integran y
relacionan entre si en los dinamismos de integración última proye d ivo-
representativa y vegetativo-vital que se dan en la corteza cerebral como
estructura superior del sistema nervioso que actúa como substratum media­
dor en el proceso psico-fisiológico de síntesis subjetivo-objetiva.

Los análisis que acabamos de hacer no suponen más que un simple inten­
to de acercamiento entre los puntos de vista de la psicología de S an to T omás
y él estado actual de los conocimientos experimentales acerca del proceso
sensorial. Como se ve, este acercamiento no sólo es posible, sino fructífero,
pues con él ambos puntas de vista se enriquecen y completan mutuamente.
Ello exige un conocimiento crítico, y no de tal o cual dato o conclusión
experimental, más o menos provisional e insuficientemente verificada, sino
de la marcha general de la ciencia experimental en sus conclusiones adecua­
damente valoradas en su contexto experimental y en su interpretación
hipotético-deductiva. También exige una indagación de los principios de la
psicología de S an to T om á s , no limitándose al análisis textual de fórmulas
repetidas una y otra vez por sus comentaristas, o a consideraciones exegéti­
cas de valor puramente histórico de los textos de S an to T omás
En materia psicológica, y sobre todo en lo que se refiere a la psicología
de funciones orgánicas o sensoriales, la interpretación última de la doctrina
de S a n t o T om ás exige, si quiere ser científicamente fecunda, un conocimien­
to de primera mano de la ciencia experimental de nuestros días.

M. ü. P., o. p.

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