El horror de Dunwich, la fascinación, la atracción y la manía por el apocalipsis.
OPERADOR LOCUTOR Entrada de capsula 20 segundos Bienvenidos, amantes del horror, a esta mazmorra de lo oculto y extraño, grabando Pista 1 minuto desde el sótano de los infiernos. Los invito Fade out en nombre del señor Azrael, del príncipe Belial y del rey Asmodeus a escuchar esta historia del retorcido conocedor de las artes oscuras y malignas, el mago, sumo sacerdote y traductor del indecible Necronomicón, Howards Philips Lovecraft. Él mismo me cuenta una historia desde la mesa médium en que lo invoco. Los horrores que contiene no pueden ser expresados en lenguaje humano. Yo mismo tiemblo y me contorsiono desde mis adentros, siento a mis entrañas revolverse y a mis sienes palpitar con sólo escuchar lenguaje tan horrísono y secretos tan recónditos e inalcanzables para el entendimiento humano. No puedo sino proceder a referirles con voz apenas firme, como un pescado en mis manos, estas blasfemias y ensalmos que para la ciencia y la razón son proscritos. Pónganse cómodos, revisen debajo de la cama, corran la cortina y asegúrense de que nadie los observa, y háganlo tres veces. Uno nunca sabe si los malignos rondan invisibles en el armario. Estarán escuchando El horror de Dunwich, sólo aquí en Con las luces apagadas. Corre cortinilla. 10 segundos de música tenebrosa. Narro el cuento desde el capítulo Vll hasta el X. Corte. Cortinilla de música macabra Ahora, mis convocados, después de la una vez finalizado el relato.10 corriente gélida que ha recorrido segundos nuestra piel, y el nudo que se atoró en nuestra garganta, pasaremos a analizar ya con la cabeza más fría y el corazón tranquilo, ¿qué es lo que nos asusta de este cuento?, ¿cuál es la sombra subconsciente que repta desde la oscuridad hasta la esquina del cuarto de nuestro cerebro? Desde esta perspectiva, el principal demonio que nos nubla el juicio y nos posee de un sentimiento de inquietud y zozobra es el vaticinio del fin del mundo. Cantamañanas se le dice a una persona que dice profetizar lo que ocurrirá en el futuro. Hay varias versiones del fin del mundo que provienen desde las distintas religiones que diferentes grupos humanos sostienen de acuerdo a su comprensión de la vida en la Tierra, en los cielos y en los infiernos. Quizá el radioescucha esté más familiarizado con la versión cristiana de donde se extrajo el término apocalipsis. En ella la bestia, o el demonio, toma el control de las fuerzas del universo y establece un reinado de injusticias y crueldades que harán pasar a los hombres por tormentos expresados en lenguaje metafórico que van desde centauros escorpiónicos y antropoides hasta plagas, guerra, hambre y meteoros del espacio exterior que convertirán los océanos y ríos en azufre y sangre, las estrellas se caerán del firmamento y en los astros se observarán calamidades apenas imaginables para el vidente que las augura, el cual se llamó a sí mismo Juan, prisionero en la isla de Patmos. Pero él no ha sido ni de lejos el único que ha hablado sobre este inminente fin de todos los tiempos. En 1978 ocurrió la masacre de Jonestown, un evento trágico en el que un pastor de iglesia evangelista, que había fundado su propio culto separado de su iglesia y basado en la ideología marxista y los movimientos de izquierda, llevó a 918 personas al suicidio colectivo en una aldea que él había fundado en Sudamérica. El registro que se conserva de la grabación de su último discurso, realizada por uno de sus esbirros, en el que convence a casi un millar de fieles suyos a quitarse la vida por medio de la ingesta de una bebida de cianuro mezclada, de manera muy poco diestra, según algunos expertos en toxicología, con refresco, es de los testimonios presenciales más desgarradores y desesperanzados de la crueldad y la ceguera que puede dominar a la raza humana a causa del miedo del mundo. Se escucha en esta grabación las incoherencias paranoicas y las absurdeces amenazantes que, desde la elocuente boca de Jim Jones, conducen a los oyentes a un estado de paranoia e inseguridad que en última instancia, acaban por llevarlos al suicidio. Entre las amenazas que profirió se repetía una y otra vez el vaticinio de que el gobierno estadounidense enviaría un escuadrón de paracaidistas desde un avión a aniquilarlos a ellos y a sus hijos. En ningún momento se adujo una prueba de lo que decía. Pero no se necesitó. Las personas que estaban presentes fueron presas de una histeria colectiva que se propagó como una epidemia en cada una de las mentes. Ninguno de los que escucharon en persona el discurso y vieron a la cara oculta por anteojos a Jim Jones sobrevivió para narrarnos lo que pasaba ese día por las mentes de las víctimas. Sólo sabemos por las voces que emergen entre la perorata del psicópata que hubo algunos que trataron de resistirse, pero según la expresión de algunos comentaristas del hecho, “no fueron capaces de detener el mal”. Se aconseja al radioescucha tener un fuerte estado de ánimo y discreción si es que planea escuchar las grabaciones de ese evento, pues más que lo que se puede oír, lo terrorífico está en la consciencia de que fue un hecho real y son personas reales y comunes y corrientes las que hablan a través de los subterfugios del miedo. Y hablando de eso, ¿por qué es que nos produce tanto desasosiego esta obra de Lovecraft? Es posible que la respuesta yazca en el futuro. Y no, no me refiero a leer las cartas del tarot. Sino a la razón por la que vamos a leer los horóscopos en primer lugar. La incertidumbre sobre el mañana. Ése es uno de los principales miedos del hombre. No saber qué sucederá en el futuro y saber, sin embargo, con certeza que todo acabará algún día es lo que lleva a la imaginación a representarse criaturas que llegan para acabar con todo lo que hemos conocido y construido a través de nuestra historia. La filosofía de Lovecraft en sus libros se llama cosmicismo, y es una especie de existencialismo extremo en el que el hombre es avasallado y enratonecido frente a las fuerzas astronómicas del universo. Es una especie de pensamiento que se hace muy comprensible y actual cuando consideramos los descubrimientos que ha hecho la ciencia en cuanto a la vastedad y fascinante desproporción que nos desplaza de ser el centro del universo a no ser más que “miserables habitantes de una retorcida pequeña macula en el traspatio de un universo microscópico”, según declaraba sombrío Lovecraft en sus cartas. Lo más preocupante para este autor es el tremendo impacto que tiene la epifanía de la dimensión del espacio exterior. No por nada una categoría de la clasificación que hicieron de sus dioses es la de las divinidades exteriores, los seres más poderosos y monstruosos de toda la mitopoiesis lovecraftiana. Aquellos entes son la representación de todo lo que podría existir fuera del horizonte de percepción humano. Y es terrorífica tan sólo la idea de que ni siquiera sabemos si es posible que seres así puedan existir. No sabemos nada sobre los espacios extrasensoriales que existen más allá de nuestro universo observable. Por ende no podemos saber si está vacío. Ni siquiera si por ventura no será que nos estén vigilando en este momento abominaciones que nos preceden por eones y seguirán estando allí cuando nosotros desaparezcamos, “como el inverno sucede al verano, y el verano al invierno” reza cierto pasaje del Necronomicón. La ciencia, en lugar de hacernos sentarnos más a gusto sobre un universo cristalino como una bola de cristal, nos atrapa en un vendaval de tormenta a merced de las olas de un océano infinito, oscuro y habitado que hace retemblar la frágil barcaza de nuestro entendimiento y autoconfianza. Pero, si bien todas estas posibilidades son muy dignas de considerarse, también deberíamos de sopesar por el otro lado que la humanidad además de enemigos alienantes y omnipotentes, también tiene aliados. Los valores. Y, ahora, esto va en contra de todo lo establecido por el cosmicismo, que no funciona cuando uno se pone a pensar las cosas desde esta vertiente, pero es de notar que esta filosofía hace omiso deliberadamente a la manera en que el ser humano ha logrado adaptarse a las revelaciones contundentes que ha atestiguado en materia de conocimiento. Ha creado hombres valientes que están dispuestos a cambiar su noción del mundo y a abrazar la nueva situación en que los pone este saber. Y ha desarrollado con entusiasmo ramas del conocimiento que repercuten en la forma en la que vive, trabaja y piensa, produciendo revoluciones que lo ayudan a moverse a una nueva costa y lo convierten en aventurero y buscador de nuevas tierras, como veía Nietzsche a su superhombre. La humanidad es fuerte y adaptable. Es cierto que no hemos estado aquí más que un ínfimo granito de segundo y que no ocupamos sino la pata de un microbio dentro del cosmos, pero en ese período y en esa insignificante canica que es el planeta Tierra, el hombre ha conseguido abatir más récords que cualquier ser que haya existido antes. Incluso los dinosaurios, los más parecidos amos del mundo a los monstruos lovecraftianos no fueron capaces en sus cientocincuenta millones de años de existencia de crear una civilización y mantenerla siquiera por más de una década. Y sería soberbio pensar que esto lo hemos hecho solos. La naturaleza, sea lo que sea, nos ha proveído de esta capacidad. Más que como un cefalópodo gigante y diabólico que sólo piensa en grande y nos deja a un lado y nos podría pisar y hacernos desaparecer para siempre sin siquiera darse cuenta, el mundo en el que vivimos se ha portado como un aya providente, si se me permite la expresión. Somos los niños mimados de la naturaleza, tomando todo en consideración y si existen esos monstruos ciclópeos e indiferentes en algún lugar ajeno del universo, también es cierto que tenemos los dioses interiores, los sabios ancianos, los señores de la tierra benevolentes. Hay que reaprender eso de las antiguas culturas, que veían caos y orden en todos los aspectos de la naturaleza y sabían convivir con ellos. Así que si nos sentimos lovecraftianos y eso nos abruma, sólo hay que recordar que, como dijo él mismo, así como viene el invierno, viene el verano, y después del fin quizá exista otro comienzo. Cortinilla. 10 segundos de música inspiradora. Fade out pista Mi nombre es Christian Kosniowski y Salida de capsula esto fue Con las luces apagadas. Buenas noches y felices y terríficos sueños.