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Cápsula Radio, 5 de julio de 2022.

El horror de Dunwich, la fascinación, la atracción y la manía por el apocalipsis.


OPERADOR LOCUTOR
Entrada de capsula 20 segundos Bienvenidos, amantes del horror, a esta
mazmorra de lo oculto y extraño, grabando
Pista 1 minuto
desde el sótano de los infiernos. Los invito
Fade out
en nombre del señor Azrael, del príncipe
Belial y del rey Asmodeus a escuchar esta
historia del retorcido conocedor de las artes
oscuras y malignas, el mago, sumo
sacerdote y traductor del indecible
Necronomicón, Howards Philips Lovecraft.
Él mismo me cuenta una historia desde la
mesa médium en que lo invoco. Los
horrores que contiene no pueden ser
expresados en lenguaje humano. Yo mismo
tiemblo y me contorsiono desde mis
adentros, siento a mis entrañas revolverse y
a mis sienes palpitar con sólo escuchar
lenguaje tan horrísono y secretos tan
recónditos e inalcanzables para el
entendimiento humano.
No puedo sino proceder a referirles con voz
apenas firme, como un pescado en mis
manos, estas blasfemias y ensalmos que
para la ciencia y la razón son proscritos.
Pónganse cómodos, revisen debajo de la
cama, corran la cortina y asegúrense de que
nadie los observa, y háganlo tres veces. Uno
nunca sabe si los malignos rondan invisibles
en el armario.
Estarán escuchando El horror de Dunwich,
sólo aquí en Con las luces apagadas.
Corre cortinilla. 10 segundos de
música tenebrosa.
Narro el cuento desde el capítulo Vll
hasta el X.
Corte. Cortinilla de música macabra Ahora, mis convocados, después de la
una vez finalizado el relato.10
corriente gélida que ha recorrido
segundos
nuestra piel, y el nudo que se atoró en
nuestra garganta, pasaremos a
analizar ya con la cabeza más fría y el
corazón tranquilo, ¿qué es lo que nos
asusta de este cuento?, ¿cuál es la
sombra subconsciente que repta
desde la oscuridad hasta la esquina
del cuarto de nuestro cerebro?
Desde esta perspectiva, el principal
demonio que nos nubla el juicio y nos
posee de un sentimiento de inquietud y
zozobra es el vaticinio del fin del
mundo.
Cantamañanas se le dice a una
persona que dice profetizar lo que
ocurrirá en el futuro.
Hay varias versiones del fin del mundo
que provienen desde las distintas
religiones que diferentes grupos
humanos sostienen de acuerdo a su
comprensión de la vida en la Tierra, en
los cielos y en los infiernos.
Quizá el radioescucha esté más
familiarizado con la versión cristiana de
donde se extrajo el término
apocalipsis.
En ella la bestia, o el demonio, toma el
control de las fuerzas del universo y
establece un reinado de injusticias y
crueldades que harán pasar a los
hombres por tormentos expresados en
lenguaje metafórico que van desde
centauros escorpiónicos y antropoides
hasta plagas, guerra, hambre y
meteoros del espacio exterior que
convertirán los océanos y ríos en
azufre y sangre, las estrellas se caerán
del firmamento y en los astros se
observarán calamidades apenas
imaginables para el vidente que las
augura, el cual se llamó a sí mismo
Juan, prisionero en la isla de Patmos.
Pero él no ha sido ni de lejos el único
que ha hablado sobre este inminente
fin de todos los tiempos.
En 1978 ocurrió la masacre de
Jonestown, un evento trágico en el que
un pastor de iglesia evangelista, que
había fundado su propio culto
separado de su iglesia y basado en la
ideología marxista y los movimientos
de izquierda, llevó a 918 personas al
suicidio colectivo en una aldea que él
había fundado en Sudamérica.
El registro que se conserva de la
grabación de su último discurso,
realizada por uno de sus esbirros, en
el que convence a casi un millar de
fieles suyos a quitarse la vida por
medio de la ingesta de una bebida de
cianuro mezclada, de manera muy
poco diestra, según algunos expertos
en toxicología, con refresco, es de los
testimonios presenciales más
desgarradores y desesperanzados de
la crueldad y la ceguera que puede
dominar a la raza humana a causa del
miedo del mundo.
Se escucha en esta grabación las
incoherencias paranoicas y las
absurdeces amenazantes que, desde
la elocuente boca de Jim Jones,
conducen a los oyentes a un estado de
paranoia e inseguridad que en última
instancia, acaban por llevarlos al
suicidio.
Entre las amenazas que profirió se
repetía una y otra vez el vaticinio de
que el gobierno estadounidense
enviaría un escuadrón de paracaidistas
desde un avión a aniquilarlos a ellos y
a sus hijos. En ningún momento se
adujo una prueba de lo que decía.
Pero no se necesitó. Las personas que
estaban presentes fueron presas de
una histeria colectiva que se propagó
como una epidemia en cada una de las
mentes. Ninguno de los que
escucharon en persona el discurso y
vieron a la cara oculta por anteojos a
Jim Jones sobrevivió para narrarnos lo
que pasaba ese día por las mentes de
las víctimas. Sólo sabemos por las
voces que emergen entre la perorata
del psicópata que hubo algunos que
trataron de resistirse, pero según la
expresión de algunos comentaristas
del hecho, “no fueron capaces de
detener el mal”.
Se aconseja al radioescucha tener un
fuerte estado de ánimo y discreción si
es que planea escuchar las
grabaciones de ese evento, pues más
que lo que se puede oír, lo terrorífico
está en la consciencia de que fue un
hecho real y son personas reales y
comunes y corrientes las que hablan a
través de los subterfugios del miedo.
Y hablando de eso, ¿por qué es que
nos produce tanto desasosiego esta
obra de Lovecraft?
Es posible que la respuesta yazca en
el futuro. Y no, no me refiero a leer las
cartas del tarot. Sino a la razón por la
que vamos a leer los horóscopos en
primer lugar.
La incertidumbre sobre el mañana. Ése
es uno de los principales miedos del
hombre. No saber qué sucederá en el
futuro y saber, sin embargo, con
certeza que todo acabará algún día es
lo que lleva a la imaginación a
representarse criaturas que llegan para
acabar con todo lo que hemos
conocido y construido a través de
nuestra historia.
La filosofía de Lovecraft en sus libros
se llama cosmicismo, y es una especie
de existencialismo extremo en el que
el hombre es avasallado y
enratonecido frente a las fuerzas
astronómicas del universo.
Es una especie de pensamiento que
se hace muy comprensible y actual
cuando consideramos los
descubrimientos que ha hecho la
ciencia en cuanto a la vastedad y
fascinante desproporción que nos
desplaza de ser el centro del universo
a no ser más que “miserables
habitantes de una retorcida pequeña
macula en el traspatio de un universo
microscópico”, según declaraba
sombrío Lovecraft en sus cartas.
Lo más preocupante para este autor es
el tremendo impacto que tiene la
epifanía de la dimensión del espacio
exterior.
No por nada una categoría de la
clasificación que hicieron de sus
dioses es la de las divinidades
exteriores, los seres más poderosos y
monstruosos de toda la mitopoiesis
lovecraftiana.
Aquellos entes son la representación
de todo lo que podría existir fuera del
horizonte de percepción humano. Y es
terrorífica tan sólo la idea de que ni
siquiera sabemos si es posible que
seres así puedan existir. No sabemos
nada sobre los espacios
extrasensoriales que existen más allá
de nuestro universo observable. Por
ende no podemos saber si está vacío.
Ni siquiera si por ventura no será que
nos estén vigilando en este momento
abominaciones que nos preceden por
eones y seguirán estando allí cuando
nosotros desaparezcamos, “como el
inverno sucede al verano, y el verano
al invierno” reza cierto pasaje del
Necronomicón.
La ciencia, en lugar de hacernos
sentarnos más a gusto sobre un
universo cristalino como una bola de
cristal, nos atrapa en un vendaval de
tormenta a merced de las olas de un
océano infinito, oscuro y habitado que
hace retemblar la frágil barcaza de
nuestro entendimiento y autoconfianza.
Pero, si bien todas estas posibilidades
son muy dignas de considerarse,
también deberíamos de sopesar por el
otro lado que la humanidad además de
enemigos alienantes y omnipotentes,
también tiene aliados.
Los valores.
Y, ahora, esto va en contra de todo lo
establecido por el cosmicismo, que no
funciona cuando uno se pone a pensar
las cosas desde esta vertiente, pero es
de notar que esta filosofía hace omiso
deliberadamente a la manera en que el
ser humano ha logrado adaptarse a las
revelaciones contundentes que ha
atestiguado en materia de
conocimiento.
Ha creado hombres valientes que
están dispuestos a cambiar su noción
del mundo y a abrazar la nueva
situación en que los pone este saber.
Y ha desarrollado con entusiasmo
ramas del conocimiento que
repercuten en la forma en la que vive,
trabaja y piensa, produciendo
revoluciones que lo ayudan a moverse
a una nueva costa y lo convierten en
aventurero y buscador de nuevas
tierras, como veía Nietzsche a su
superhombre.
La humanidad es fuerte y adaptable.
Es cierto que no hemos estado aquí
más que un ínfimo granito de segundo
y que no ocupamos sino la pata de un
microbio dentro del cosmos, pero en
ese período y en esa insignificante
canica que es el planeta Tierra, el
hombre ha conseguido abatir más
récords que cualquier ser que haya
existido antes.
Incluso los dinosaurios, los más
parecidos amos del mundo a los
monstruos lovecraftianos no fueron
capaces en sus cientocincuenta
millones de años de existencia de
crear una civilización y mantenerla
siquiera por más de una década.
Y sería soberbio pensar que esto lo
hemos hecho solos. La naturaleza, sea
lo que sea, nos ha proveído de esta
capacidad. Más que como un
cefalópodo gigante y diabólico que
sólo piensa en grande y nos deja a un
lado y nos podría pisar y hacernos
desaparecer para siempre sin siquiera
darse cuenta, el mundo en el que
vivimos se ha portado como un aya
providente, si se me permite la
expresión.
Somos los niños mimados de la
naturaleza, tomando todo en
consideración y si existen esos
monstruos ciclópeos e indiferentes en
algún lugar ajeno del universo, también
es cierto que tenemos los dioses
interiores, los sabios ancianos, los
señores de la tierra benevolentes. Hay
que reaprender eso de las antiguas
culturas, que veían caos y orden en
todos los aspectos de la naturaleza y
sabían convivir con ellos.
Así que si nos sentimos lovecraftianos
y eso nos abruma, sólo hay que
recordar que, como dijo él mismo, así
como viene el invierno, viene el
verano, y después del fin quizá exista
otro comienzo.
Cortinilla. 10 segundos de música
inspiradora.
Fade out pista Mi nombre es Christian Kosniowski y
Salida de capsula
esto fue Con las luces apagadas.
Buenas noches y felices y terríficos
sueños.

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