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Cristina no le apetecía nada ir a ese cumpleaños, pero por no dejar sola a Bea, se arregló y quedó con ella en la
puerta del local. Enseguida vieron a lo lejos a Rafa, el chico que a su amiga le gustaba y se acercaron a saludarlo.

- ¡Hola, chicas! Os presento a Daniel - dijo antes de que ellas pudieran hablar.

Daniel se volvió con un refresco en la mano. Vestía una camisa blanca y un jean azul. Cuando Cris lo miró sintió

algo que no supo explicar. El recién llegado le gustó desde el minuto uno. Era moreno, con hoyuelos en la cara,

ojos azules, y parecía muy simpático.

Cristina y Daniel se sintieron muy a gusto uno lado del otro.

- ¡Daniel te gusta! - le dijo Bea un momento que se quedaron a solas.

La risa nerviosa de Cris la delató.

A la semana ya salían juntos. Daniel iba casi todos los días a buscar a Cristina a la salida del instituto. Cuando

Cristina lo veía a lo lejos sentía que el estómago se le encogía y su corazón latía más fuerte.

- ¡Estás enamorada! - le dijo Bea riendo semanas más tarde.

Ese fin de semana habían quedado, las dos parejas, para ir a escuchar música en un centro comercial al aire libre.

Cristina se puso una minifalda marrón que le favorecía mucho y una camiseta ajustada. Se miró en el espejo y se

vio muy guapa. Seguro que a Daniel le gustará, pensó. Cogió su bolso y bajó al portal. Daniel la miró de arriba

abajo. No dijo lo que Cristina esperaba.

- ¡No pensarás salir así! - exclamó.

Cristina se quedó desconcertada. El tono de voz de Daniel la asustó un poco.

- ¿Así? ¿A qué te refieres? - dijo.

- ¡Con esa falda vas enseñando las bragas! Si quieres que vaya contigo subes a cambiarte de ropa - le dijo él

muy serio.

Cris se quedó petrificada y lo miró durante unos segundos. Subió a casa, muy nerviosa, y bajó de nuevo con un

vaquero. La tarde transcurrió normal y ninguno de los dos volvió a comentar el incidente.

¿No me habías dicho que te ibas a poner la minifalda marrón? - le preguntó Bea al llegar, pero Cristina no

contestó.

Cuando Daniel la acompañó a casa, la besó suavemente en los labios y le dijo por primera vez que la quería.

Cristina esa noche, confundida, tardó en conciliar el sueño recordando lo sucedido.


A las dos semanas Cristina celebró en casa su diecisiete cumpleaños; estaba pletórica. Entre todos los regalos que

recibió había una barra de labios, de un color intenso, y un pantalón ajustado que resaltaba su figura. Cristina se

pintó los labios contenta y salió con el pantalón puesto.

- ¿Qué tal me sienta? - le dijo a Bea y a sus amigos sacando el morro divertida posando como si fuera una modelo.

Los chicos y chicas al verla empezaron a aplaudir y a lanzar silbidos de admiración.

Cuando se volvió, al ver la cara de Daniel, supo que algo no le había gustado.

- ¡Pareces una cualquiera vestida y pintada así! ¿Te gusta provocar?- le dijo más tarde el chico agarrándola por

el brazo con fuerza, llevándola a un rincón para seguir increpándola.

Cris se quedó helada; tan fría como la mirada de Daniel. Entró en casa, llorosa, se quitó la pintura de los labios y

se cambió de ropa. Daniel había arruinado el día de su cumpleaños. Cuando se despidieron, como si no hubiera

ocurrido nada, él se acercó a besarla y le dijo cuánto la quería. Cristina apartó la cara y no le contestó.

- ¿Te pasa algo? - preguntó Bea al día siguiente al verla tan ausente. Cristina abrió su corazón y contó a su amiga lo

que había pasado.

- ¡No dejes que te domine! ¿Quién se ha creído que es para tratarte así? La próxima vez no le hagas caso - le dijo

muy enfadada Bea.

Cuando llegó Daniel a recogerla Cristina se sentó en un andén.

- ¿Qué te ocurre? ¡Ven que te quito ese enfado, preciosa! - le dijo abalanzándose sobre ella intentando besarla.

- ¿Qué haces? - gritó ella apartándolo de un empujón.

Él se quedó mirándola desconcertado.

- ¡No quiero que me trates así! - le dijo manteniendo la mirada.

- ¿Cómo? - le dijo él cambiando la expresión de la cara.

- Tú no decides cómo visto o cómo me pinto. Si no te gusto así, ya sabes lo que tienes que hacer - le dijo

agitada.

Daniel hizo una mueca de desprecio.

- ¡Has hablado con tu amiga Beíta! ¿Verdad? El otro día os vi cuchichear. Esa chica no te hace ningún bien. Más vale

que dejaras de verla.

Cristina no podía creer lo que estaba escuchando. Se volvió a mirarlo y muy serena dijo:

- ¡Olvídame!
Y se levanto del anden tirando una manilla que el le había regalado . Nunca más volvió a ver a Daniel.

su opinión sobre las relaciones tóxicas y el feminismo. Aquí te proponemos


algunas preguntas que podrían serviros de guía en esta conversación.

1. ¿Qué te ha parecido el cuento?

2. ¿Qué opinas de la relación entre Cristina y Marcelo?

3. ¿Tú también crees que Cristina no debería vestirse de esa forma tan provocativa?

4. ¿Crees que Marcelo, como novio de Cris, puede decirle cómo vestirse?

5. ¿Por qué crees que Marcelo se comporta así?

6. ¿Por qué Marcelo se cree en la potestad de poder controlar a Cristina?

7. ¿Qué es una relación tóxica? ¿Cuáles crees que son sus características?

8. ¿Qué hubieras hecho tú si fueras Cristina? ¿Y si fueras Bea y tu amiga te cuenta


este problema?

9. ¿Qué es el feminismo para ti?

Este es un cuento que debes leer con tus hijos adolescentes (ya sean niños o niñas) para que
sentar las bases del amor sano, del amor que cuida y quiere lo mejor para ambas partes. Se
trata de una historia feminista que ayudará a concienciar a tus hijos y abrirá el debate de qué
es violencia machista o violencia de género.

¡Lali, te he dicho mil veces que recojas tu habitación!

- Mil y una. Mamá, estoy harta de que me lo repitas. La recogeré cuando quiera.

Lali acaba de cumplir catorce años y está harta de su madre, de su padre, de su hermano pequeño y, a
veces, hasta de su perro, Tini, y de ella misma. En el instituto no iban mejor las cosas... Lali percibía que
sus profesoras y profesores la tenían demasiado controlada.

- El trabajo de Biología lo recogeré el próximo martes. La exposición oral será el viernes, a las doce y para
el fin de semana...

'Pero por qué no me dejará la gente en paz. Cada uno que viva y haga lo que le dé la gana. ¡Qué manía de
organizarlo todo!', pensó Lali. La mejor amiga de Lali era Sandra, otra adolescente rebelde sin causa,
que ahora también protestaba:
- Pues yo voy a mandar todo a la m... Mi padre dice que si no apruebo todas, este verano me quedaré en la
ciudad. Pero me da igual, que se fastidie, me es indiferente irme o quedarme.

- Ya somos dos - expresó Lali -. Haz la cama, recoge la ropa, ayuda algo en las tareas de casa, acompaña
a tu hermano al parque... Y, sobre todo... ¡Pasas demasiado tiempo delante del móvil!

- Bueno, esa es la canción de siempre. Como ellos no tuvieron móviles a nuestra edad...

- Mi padre me ha dicho que acabará quitándomelo. Ese será el último día que me vería por casa. Además,
él se pasa el día trabajando y cuando llega a casa también se pega al ordenador... Y odio a mi hermano,
a él siempre le consienten todo, y en cuanto yo abro la boca, ¡zas! Todo lo que hago les parece mal: cómo
visto, cómo hablo, los amigos con los que voy últimamente, las notas que saco... ¡Ahhhhhh!

- ¡Bah! Lo dicen, amenazan, pero luego nada de nada. Nosotras a lo nuestro, tenemos catorce años y
tenemos que disfrutar de la vida; tenemos que disfrutar de nuestra adolescencia.

- Eso, a disfrutar y pasando de todo. Con decir NO a todo, suficiente razón.

[Leer +: Conductas de los adolescentes que causa conflicto]

Esa misma noche, Lali se encontraba en su habitación, con el libro de biología abierto, pero conectada a
sus redes sociales y hablando con su amiga Sandra, en otros.

- ¡Lo que faltaba, Sandra! Ahora me dice Alberto que pasa de mí, que como amigos... muy bien, pero que
no soy su tipo. Este es un engreído.

- No le des más vueltas, Lali, pasando de Alberto. ¿Vas a estudiar Biología? Yo me quedaré por aquí sin
hacer nada, me da igual sacarme un 4 que un 1, total... no voy a aprobar.

- Ni yo tampoco. El profesor me tiene manía, está claro: 'Lali, para de hablar cuando explico, no dibujes
cuando exponen en clase, no te sientes así, quítate la cazadora en clase...'. Estoy harta, ¡ahhhhhh!

Con el grito, Lali cortó la comunicación con su amiga Sandra, como si de un adiós se tratara. Estaba muy
claro que Lali era un hervidero de emociones y no sabía controlar todas, o ninguna. Habían tenido lugar
muchos cambios en su cuerpo en poco tiempo. Y también en su cabeza, en su forma de actuar.

En cualquier caso, Lali no era feliz porque se sentía incomprendida y tampoco sabía muy bien cómo
remediarlo. Si es que tenía remedio... En una crisis de histeria y nerviosismo, lanzó el móvil hacia arriba,
hacia el techo, y no le dio tiempo a recogerlo con las manos. El móvil impactó en su cabeza. El golpe contra
el cráneo sonó: ¡truc!

El móvil había golpeado violentamente en la zona denominada corteza prefrontal. Lali quedó sumida
en un profundo sueño en el que las imágenes se hacían cada vez más nítidas.
Se contempló a ella misma, en todas las situaciones que le producían insatisfacción. Pero algo había
cambiado, una sensación de tener el control, de paz interna, se adueñó de Lali. Su madre ya no le
ordenaba hacer la cama o recoger la ropa. Y, mucho menos, con gritos.

- Llegamos a un acuerdo y tú misma te organizas la habitación y tu armario.

Su padre parecía tener la cara mucho más relajada. Parecía haber asumido que Lali vestiría como quisiera
y que el móvil formaba parte de su vida. Se sorprendió al escucharse cuando se dirigía a su padre.

- Papá, yo creo que tú también deberías trabajar menos y desconectar del trabajo en casa.

¿Cuánto tiempo hacía que no hablaba con su padre más de tres o cuatro segundos, y discutiendo?

Vio a su hermano jugando en el parque con Tini, el perro. Enseguida comprendió que eran parte de su
familia. Que ni a ella le iban a cambiar ni ella podía pretender cambiarlos. Eran su hermano y su perro,
simplemente.

En escena apareció el profesor de Biología, tan serio como era en realidad, apartó sus lentes de sus ojos y
escribió en la pizarra lo mismo que había escrito el primer día de curso: Trabajo y respeto, curso completo.

'Tampoco es tan malo estudiar biología, además me da igual si el profesor es guapo o feo, si tengo actitud
positiva, lo pasaré mucho mejor en sus clases', pensó Lali. Y hablando de guapos o feos... ¿Puedo hacer
algo si mi exnovio no quiere ya salir conmigo? Alegrarme por ser sincero y no fastidiarme la vida. Adiós,
amigo, hasta la vista.

Apareció Sandra, su mejor amiga, protestando por todo e incitando a la rebeldía adolescente con o sin
causa. ¡Vamos, Lali, rebelémonos! ¡Seamos rebeldes!

'Hay tiempo para todo, Sandra, somos adolescentes y claro que tenemos que rebelarnos...'.

En el sueño, las imágenes se fueron difuminando: las caras de su madre y su padre, su hermano, el perro,
su profesor, la mejor amiga... Lali dio un respingo y volvió a verse con el móvil entre las manos.

Miró al techo sin comprender muy bien qué había sucedido durante ese tiempo. Simplemente, cerró los ojos
y se durmió

Qué opinas sobre la actitud de Lali y Sandra al principio del cuento?

- ¿Te sientes identificado o identificada con algo de lo que estas dos chicas dicen?

- ¿Todos los adolescentes son rebeldes? ¿Qué significa para ti ser rebelde? ¿Es algo malo?

- ¿Qué crees que le ocurre a Lali cuando le cae el móvil en la cabeza?

- ¿Qué opinas sobre la nueva visión de Lali?


Que no se te olvide recordar que tú también fuiste adolescente e, incluso, es posible que tú también
fueras un adolescente rebelde. Pregúntate: cuando yo era adolescente, ¿cómo me hacía sentir esto?,
¿qué habría necesitado de mis padres en este momento?

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