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Agradecimientos.

Este libro se lo dedico, especialmente, a mi abuela porque es


mi pilar en la vida. Sí ser madre soltera es complicado,
imagínense ser madre y padre a la vez sin siquiera serlo.

Un agradecimiento corto pero enorme a Emiliano (Patito),


Georgina, Sofía y Henry que han sido mi apoyo psicológico en
este proyecto y me han dado muchas ideas primordiales.
Realmente, sin mis amigos no valgo nada.

Y por último, un agradecimiento a ti que lo lees, quiero que lo


leas y reflexiones. Nadie está tan solo como para morir. Si yo
no estoy sola, tú tampoco, dalo por hecho.

Atentamente, tu ángel mortal que espera quedar


inmortalizada,

Catalina De León.
Ángeles Mortales

PRÓLOGO

Era un día bastante lluvioso, de esos días grises que a Ariana


le encantaban para sentarse en el pequeño sofá que tenía
en su habitación junto a la ventana. Ese día no sería la
excepción. Ella bajó y tomó una taza, chocolate y leche, se
preparó un chocolate caliente y, rápidamente preparó un
sándwich de jamón, queso cheedar, lechuga, tomate y algo
de mostaza. Subió corriendo las escaleras hasta su
habitación, la cual era la tercera a la derecha.
Tomó una cobija de adentro de su armario y se envolvió en
ella. Con la taza de chocolate caliente en la mano, se sentó
en el sofá y vio caer las gotas de lluvias por la ventana sin
más. Sólo mirando a lo lejos.

Ariana vivía con su hermana mayor, la cual nunca estaba, así


que simplemente, ella amaba estar así. Amaba la soledad.
No tenía otra opción.

Para sus cortos dieciséis años de edad era demasiado


centrada, pero a su vez, era tan adolescente. Era
relativamente normal.

Este día era un sábado, el último sábado de vacaciones de


verano, lo que en realidad la desanimaba porque su
hermana la obligaba a cambiarse de escuela este año
después de la catástrofe del año anterior.

Paso alrededor de media hora mirando las pequeñas gotas


de lluvia caer, y algunas, por accidente tocar el vidrio de la
ventana y caer suavemente por él, como caía el ánimo de
Ariana al pensar que tendría una vida nueva sin desearlo.

Luego de una hora, se cansó de la posición en la que estaba


y decidió recostarse en su cama a leer una de las tantas
novelas que su amiga Ellena le había dado para el verano,
todas de romance y aventura. Eso apestaba para ella. Ella
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amaba la ficción. El amor con ficción. Terminó dormida luego


de leer un dialogo que decía:

“- Puedo ser todo lo que tú me pidas. – contestó. -Eres un


tonto. – ella, rió. –También puedo serlo si lo deseas.”

Dos horas más tarde su hermana Lucy llego de la casa de su


nuevo novio, oliendo a tabaco y alcohol.

-Despiértate perezosa, es hora de que comamos algo. Tengo


mucha hambre, pero no de carne, de carne ya tuve
suficiente por hoy – con un gesto de sofoco se dirigió a Ariana
que todavía estaba somnolienta.

-Hay comida congelada en el refrigerador y también unas


sopas instantáneas, solo hazlas, sé que puedes. – realmente la
estaba animando irónicamente, siempre considero que su
hermana era muy inútil.

-No, ve tú. Y tráemela al cuarto. – termino de hablar y salió del


umbral de la puerta directo a su habitación que era la
segunda subiendo las escaleras.

Ariana, sacudió su cabeza con signo de decepción y se


encaminó hacia la cocina. Cuando bajaba las escaleras
notó que faltaba un cuadro en la pared. El cuadro de sus
padres. No trato de sentirse muy alarmada por ello, sólo
quedaban dos por toda la casa, bueno, ahora sólo una, la
que estaba encima de la chimenea, una foto familiar.

Ariana se sentía cansada así que preparo una sopa


instantánea para su hermana y subió a dársela. En el camino
tomo unas uvas que había en el frutero para comerlas
mientras miraba hacia afuera otro momento o mientras leía.

Al llegar al cuarto de su hermana, golpeo la puerta, ella


contestó con un grito muy fuerte tratando de que resonara
por encima de la música que tenía muy alta. Entró y cada vez
que entraba a esa habitación le daba escalofríos, era toda
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negra, con posters de bandas donde el noventa por ciento


de las personas en ellas tenían sangre en la boca. Cosas
como de vampiros.

-Aquí está tu sopa. Me iré a mi habitación a disfrutar mi último


sábado libre de tareas.

-¡Que aburrida eres, enana! No puedo creer que seas mi


hermana. Toma – extendió su mano para darme tres boletos
de algo – ve a la fiesta VIP de Anthony White, te regalo los
pases de mi novio, su hermana y el mío. No iremos porque no
pasan música agradable para nosotros.

-No creo que me sienta cómoda yendo, ni siquiera sé quién


es. – contesto Ariana muy insegura, algo típico de ella.

-Va a la misma escuela a la que Ethan, Ellena y tú irán. –


agregó Lucy – podrás conocer gente que quizás te agrade y
hagas nuevos amigos.

-¡Vamos! ¿Qué me pedirás a cambio?

-Que por una vez, trates de ser normal. Ve con tus amigos y
diviértete, hazlo por papá y mamá.

-Está bien. Llamare a los chicos a ver qué opinan.

Ariana, realmente no estaba contenta con la idea.


Realmente odiaba las fiestas, y más aún cuando no conocía
a nadie además de sus dos mejores amigos. Pero creo que
desde aquí en adelante merece ser contada por ella misma.

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CAPITULO 1

Me repetí a mí misma unas mil veces que no debería ir a una


fiesta, odio las fiestas. La música demasiado alta, chicos
ebrios, chicas vomitando y en el noventa por ciento de esas
fiestas habían drogas que provocaban, siempre, algunas
especies de orgias que luego aparecían en internet.

De inmediato llame a Ellena, creía que ella me iba a decir


que no.

-Hola, Elly.

-Hola, Ari, ¿qué pasa? – hizo una pausa – nunca llamas antes
de las diez que es nuestra hora de charla telefónica
tradicional.

-Es que… - se me trababa la voz, ahora sabía que ella querría


ir para que yo saliese de mi "baticueva". – mi hermana me dio
entradas para la fiesta VIP de un tan Anthony no sé qué.
Debe de ser de los chicos más populares de nuestra nueva
escuela.

Con Ellena y Ethan somos amigos inseparables desde los seis


años, cuando les dije que me iba a cambiar de escuela no
dudaron ni un segundo, ni ellos ni sus padres, en ir a la misma
que yo iría. Por más que fuese una pública y la anterior fuese
una de las mejores del país.

-Pues, vayamos, así conocemos gente. Necesitas salir, nena. –


ahí estaba mi miedo, iba a salir porque quería que yo saliese,
interrumpió mi pensamiento - ¿Hay una extra para Eth?

-Sí, tengo tres.

-Bueno, ponte linda, más de lo que eres obvio, y te pasamos


a buscar a las nueve, ¿Esta bien?

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-Bueno, ten en cuenta que lo hago por ti solamente. – quería


recalcar que no quería ir y que si lo hacía era por ella.

-Ok, nos vemos, nena. – colgó luego de eso.

Ellena sí que puede convencerme con dos palabras, amo eso


de ella. Me lleva a hacer cosas muy locas.

Mire el reloj, faltaban siete minutos para las ocho, lo que me


daba una hora para arreglarme.

En seguida fui al cuarto de mi hermana que ya estaba un


poco más sobria y le pedí que me acompañe a mi
habitación, necesitaba asesoramiento de moda. En realidad,
nunca había ido a una fiesta.

Entre las dos comenzamos a sacar mi ropa más nueva de las


perchas. Lucy dijo que debería usar un vestido veraniego, así
que optamos por uno sin breteles de color bordo y unas
bailarinas negras.

De inmediato entre a bañarme, lave mi cabello y luego me


aplique aceite de peinar. Tengo el cabello largo y con risos
así que no es muy complicado peinarme, solo humedecerlo,
pasar el peine y dejar que mis risos se formen
armoniosamente. Esta vez opte por lo seguro, le aplique el
aceite así no podría llegar a tener un desperfecto con la
humedad. Salí del baño y me pase crema depilatoria y
mientras esperaba me aplique crema humectante en el resto
del cuerpo. En menos de cinco minutos más, estaba
plenamente lista.

Estaba lista para ir a un lugar al que no quería. Pero mi


hermana logro hacer que me sintiera mejor.

-Te vez ardiente, hermanita. No entiendo cómo puedes


esconder esos senos y ese trasero. ¡Muéstralos más seguido! –
y ahí venia la frase que odiaba – Eres hermosa, realmente.

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-Bien, bien. Sin rodeos, ¿Qué tienes ahí? – señale a su palma.

-Oh, ¿Esto? Es algo que quiero que te pongas esta noche.

Se acercó a mí y me extendió la mano abriéndola para dejar


ver un collar.

-Era de mamá, es como una especie de herencia familiar.


Quiero que lo uses. – aclaró luego de ver mi asombro.

Era algo extraño. La cadena era sumamente delgada de oro


y el dije era un símbolo, como de una corporación, pero
dudo que sea una herencia familiar si es de una corporación.
Era una huella de lobo en dorado y negro. A su vez este
símbolo estaba dentro de una especie de espiral que al final
tenía la cabeza de una serpiente extendiendo en su boca
una manzana y la cola de la serpiente era una pluma negra.
Era extraña, pero por una extraña razón me atraía y quería
usarla.

-Claro, me parece exótica, hermosa. – no lograba cubrir mi


asombro.

-¡Lo sabía! Esto te pertenece a ti y no a mí. – me asombro sus


palabras, ¿Qué quería decir con que era a mí a la que le
pertenecía? Antes de seguir con mi duda contesto – Mamá
me lo dio creyendo que yo era la indicada a poseerlo, pero
nunca me agrado, me da una mala vibra, pero a ti si te
agrado. Así que es tuyo. Que te diviertas. Y haz amigos.

Un segundo después se fue. Mire el reloj, faltaban diez minutos


para las nueve, tenía tiempo de pasarme un poco de
maquillaje. Me pare frente al espejo del baño y me coloque
la alhaja que me había dado mi hermana. Era horrenda y a la
vez hermosa.

Pase un poco de corrector de ojeras, un poco de rímel y


delineador, para resaltar mis ojos verdes y en menos de lo que
canta un gallo, escuche a Eth y Elly subir las escaleras. Como
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buenos amigos de la infancia, tenían una copia de las llaves


de la puerta de atrás.

Eth grito desde la escalera si él podía entrar, si ya estaba


vestida. Cuando conteste que sí, ambos entraron.

-¡Madre mía! Te ves hermosa, Ari. Esta noche de seguro


consigues novio. – Elly, siempre pensando en chicos.

-Realmente, ¿dónde tenías escondidas esas curvas del


infierno, amiga? Si te toco un solo centímetro de piel, me
quemaría, estas AR-DIEN-TE. – Eth es siempre exagerado para
levantarme el ánimo.

-Ah, veo que estas usando muñequeras anchas, combinan


muy bien con tu collar.

-Gracias, las muñequeras son de mi hermana, nunca se las


devolví. Y bueno, el collar era de mamá. – los tres nos
entristecimos.

-¡Bueno, bueno, bueno! Levantando el velorio que hoy


tenemos ¡FIESTA! – grito Elly lo que provocó que mi hermana
gritase que nos calláramos.

-Bueno, en marcha mis Ladys. – Eth siempre es así de


caballeroso con nosotras.

Bajando las escaleras volví a ver dónde estaba el cuadro de


mis padres. No estaba más, como ya lo había notado. Creí
que mi hermana, quizás en alguna de sus borracheras lo tiro y
se rompió, así que no me preocupe demasiado. Caminamos
al automóvil de Ethan. Aunque el odiaba decirlo, tenía
muchísimo dinero, tanto así, que cambiaba de automóvil
cuando quería. Esta vez tenia uno deportivo modelo del año
de color negro. Elly insistió en que me subiese delante y así
fue. Y fue ahí cuando nos dimos cuenta de que ninguno sabía
dónde vivía ese tal Anthony, así que volví a bajar a
preguntarle a mi hermana. Cuando volví, Eth estaba
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sonriéndole a la nada mientras hablaba por su celular. Entre


al automóvil y pregunte con quien hablaba y Elly me contesto
con vos muy baja “con una tal Mary”. Dedujimos que sería
otra de sus tantas chicas “en la lista”.

Nos encaminamos hacia la fiesta y cuando llegamos al lugar,


me dije a mi misma “realmente, preferiría haberme quedado
a leer un libro y no venir”.

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CAPITULO 2

-¿Qué caraj…? – Ethan dijo lo que todos estábamos


pensando.

Todos los chicos y chicas iban con máscaras que cubrían su


rostro entero o una parte de él. Nosotros estábamos a cara
descubierta, en conclusión, no encajábamos para nada en
esta fiesta.

-Mejor, vamos. No tengo mascara, ni aquí, ni en mi casa, ni en


ningún lado. – dije insegura, aunque mayoritariamente lo era.

-Ni en broma, nena. Ya estamos aquí. – Elly realmente quería ir


a esa fiesta llena de chicos musculosos y elegantes.

-Un minutos, déjenme pensar… - Eth freno un segundo y se


apoyó al capot del automóvil. Después de unos minutos
anidio - ¡Ya se! Voy a comprar unas. Sé que aquí a la vuelta
hay un salón de disfraces.

-Buena idea, nunca dejas de sorprenderme Eth-stein. –


contestó mi amiga con entusiasmo – Te esperaremos justo
aquí, no demores. Si no consigues ninguna, vuelve por
nosotras y nos iremos.

Él asintió con la cabeza, se subió en el asiento del conductor


y lo vimos irse doblando la esquina.

Ellena y yo nos quedamos de pie junto a un árbol que había


justo al lado de donde estaba el automóvil de Eth. Cuando
los primeros cuatro minutos transcurrieron Elly rompió el
silencio contándome cosas banales sobre cosas escolares,
planeaba anotarse en el club de periodismo y en el de
psicología. Nada de lo que yo tenía planeado, en realidad ni

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había pensado en ello. También comento sobre su nuevo


bolso para sus cuadernos y sobre sus nuevos jeans.

-Todo te queda hermoso, Elly. Tienes un cuerpo perfecto. – le


dije como señal para que dejara de quejarse que se tuvo que
probar cinco jeans distintos hasta que dio con el indicado.

Pasaron otros cinco minutos y Eth no llegaba. Mire mi celular


unas siete veces en todo ese tiempo. Pero en el segundo que
me fije por última vez dos chicos con máscaras negras se
acercaron a nosotras.

-¡Mira lo que tenemos aquí, Chaz. Dos bellas damas solitarias.


– se dirigió hacia nosotras y ambos se pararon frente a
nosotras.

-Muy bellas, realmente, Dylan.

-¿Disculpen? ¿Nos hablan a nosotras? – dijo Elly con un tono


de soberbia muy digno de ella.

-Sí. – afirmo el presunto Dylan. - ¿Acaso estoy mintiendo?

-No, pero ya estamos acompañadas, así que ADIOS. – Elly


esta vez se notó irritada. Pero medio segundo después Dylan
la había tomado de la muñeca y la había impulsado hacia él.

-¿Acaso las princesas como tú no buscan un príncipe como


yo?

-No, realmente, las princesas como yo tratamos de salir con


campesinos, gente normal, no príncipes. Suelen ser soberbios
los príncipes, ¿sabes? – y ahí comenzó un debate entre Elly y
su nuevo “pretendiente”.

Trate de no escuchar y Chaz me sostuvo la mirada por una


eternidad hasta que al final dijo la primera palabra.

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-Hola, soy Chaz. Perdona a mi amigo, suele ser así. Cree que si
utiliza su personalidad de chico rudo las chicas se derretirán
por él. – aclaro.

-Ah, hola, me llamo Ariana. Y no te preocupes, a mi amiga le


encantan esos chicos que se hacen los rudos. – proseguí – si
dentro de dos minutos él dice que estuvo en prisión, ella se
emocionara, y mucho.

-Como la mayoría, igual – se inclinó hacia mí como para


susurrar algo – él nunca ha hecho nada rudo en su vida, es
más, le corta la corteza al pan porque teme que le lastime el
paladar.

-¡Uy! Que malote que es. – y comenzamos a reír.

Era mi primera interacción con alguien además de Eth y Elly


en tres meses, no quería arruinarlo así que deje que el volviera
a hablar. No lo hizo más. No hasta que Eth llego.

-¡Ves! Mi cita está llegando justo ahora, no quiero que me vea


contigo, vete, renacuajo. – en este momento Elly estaba
gritando, tan exagerada como siempre.

-Mejor vayamos a la fiesta, Dylan. No queremos generar


problemas. – dijo Chaz y se llevó a su amigo lejos dentro de
los portones de hierro negro.

Ethan se bajó del automóvil luciendo una hermosa mascara


que cubría toda su parte izquierda del rostro, era de color azul
marino, el mismo que el de sus ojos. Se acercó a nosotras y
nos extendió dos antifaces, uno negro y otro verde. Como Elly
tenía una blusa verde clara con una pollera negra, ella tomo
el verde, y como yo tenía bailarinas negras, tome el negro.

-Se ven esplendidas, mis ladys. ¿Entramos? – dijo Eth, y eso


hicimos.

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Mientras entrabamos Elly le hizo todo el relato a Eth sobre lo


que había pasado, obviamente exagerando en todo, y
cuando digo todo, es todo. Paso de ser una agarrada de
muñeca a una agarrada de la cintura, y en vez de decir que
ellos habían comentado que éramos lindas, dijo que nos
habían propuesto sexo. Si, Elly es hermosa pero un poco
exagerada. Ethan ya la conoce así que solo hacia
comentarios como “que espanto”, “que descortés” o “si
hubiese sido tú, lo hubiese golpeado”.

Cuando levante mi mirada detrás de mí antifaz logre divisar


una locura. Una fiesta enorme donde había, por lo menos
trecientas personas, todas de mi edad aproximadamente.

La piscina era el centro de la fiesta, había dos barras y un DJ


sobre el balcón del segundo piso. Muchas luces y muchas
personas.

-¿Quieren beber algo? – pregunto Eth, obviamente que lo


hizo luego de ver a la morena que estaba haciendo los tragos
en la barra.

-Quiero un daiquiri de durazno. – dijo Elly, ni siquiera sabía que


era eso.

-Yo quiero un refresco, de sabor limón en preferencia. Ya


sabes, por la cafeína.

Él se deslizo entre las personas directo a la barra. Demoro


unos diez minutos en volver con las bebidas y el número de la
chica.

-Tienen al amigo con la mejor labia del mundo, nuevo record,


tres minutos y diecisiete segundos.

-¡Wow! Eso sí que fue rápido, Eth. Pero, ¿tampoco las llamaras
mañana? – pregunte.

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-No, obvio que no, ya sabes, lo hago solo para que las chicas
se sientan bonitas. En el fondo todas son hermosas. – contesto
él.

Realmente, Ethan lo hacía por eso, no había nada oculto tras


ello. Solo quería que todas las chicas se sintieran hermosas
aunque sea por ese instante. Desde que se había dado
cuenta de su belleza externa es que decidió utilizar su belleza
interna y creo este plan, el cual, había veces que se le iba de
las manos. Chicas que lo reconocían en la calle o que
conseguían su número y lo acosaban. A esas chicas las
nominábamos “las de la lista negra”.

Pero si de belleza hablamos, Elly ganaba el primer premio.


Cuando teníamos doce, todo indicaba que yo iba a ser la
más hermosa de las dos pero la pubertad hizo lo suyo y hoy
en día todas las miradas iban hacia ella. Rubia, alta, de ojos
celestes, con un físico esplendido.

De todos modos nunca me queje de mi físico ni de mi rostro.


No soy una muñequita pero tampoco soy un monstruo. Estoy
un poco pasada de peso pero mi trasero y mis senos
disimulaban muchísimo mi físico. No me quejo.

Elly y yo nos pusimos a caminar por medio de la gente rumbo


a la casa. El patio era inmenso, digno jardín de una casa tan
grande como esa. Era de esas casas de dos plantas, con
ático y quizás sótano, que tenía más de dos baños de seguro.
Por un segundo mire hacia una de las ventanas de la planta
superior, una que estaba del lado izquierdo de la casa. Por un
instante vi a alguien sentado en un sofá frente a la ventana,
con una posición como de espectador. Un sonido que hizo
Elly me hizo distraer de la ventana y cuando volví a ver una
cortina estaba en medio de mí y ese espectador.

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CAPITULO 3

Estábamos paradas en el umbral de la puerta principal, esa


habitación era un descontrol total, me preguntaba por qué
los padres de este chico no lo reprendían por ello o por qué
ellos no estaban aquí. Como leyéndome la mente, se
aproximó a nosotras un chico alto, esbelto, con el cabello
castaño y con rizos, nos habló.

-No se preocupen chicas, no hay adultos presentes y no los va


a haber. La policía no aparece a menos que yo los llame y
mientras tengan un boleto, están dentro.

-Si…tenemos boletos, en si tengo tres porque mi amigo anda


por ahí ya. – extendí mi mano para entregarle los boletos. Él
los tomo y los miro.

-Estos son para Lucy, Kimberly y Kevin. Ustedes no son ni Lucy


ni Kimberly. ¿Qué hacen con sus boletos? – estaba con una
postura incorruptible, estaba algo molesto.

-Es que Lucy es su hermana y como no ha podido venir nos ha


dado sus pases para nosotras y Ethan, nuestro amigo.
Discúlpanos… - Elly freno por un segundo haciendo un
ademan con sus manos como indicándole “¿quién diablos
eres?”

-Ah, claro. Tú eres Ariana. Lucy me comento que te pasaras a


mi escuela este año. Pues bienvenida. Soy Anthony, el
anfitrión, gusten servirse lo que quieran. – esta vez fue amable
y muy agradable.

-Un gusto, Anthony. Yo soy Ellena pero puedes decirme Elly. –


lo dijo con su coqueteo habitual, muy seductor – ella es
Ariana, como ya lo sabias.

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-Un gusto chicas. Pues, que la pasen genial y las veré el lunes.
– nos saludó con la mano y antes de girar del todo dijo –
Disculpen, ¿podrían sacarse el antifaz un segundo para poder
reconocerlas en la escuela?

-Claro. – dijo Elly y me dio un codazo para que lo hiciera.

Cuando lo hicimos el quedo perplejo y dijo en voz muy baja


“son ustedes hermosas”. Se dio media vuelta y se fue.

-Raro, ¿no? – dije incrédula.

-Rarísimo, pero es un rarito muy ardiente.

Comenzamos a caminar otra vez por medio del vestíbulo y


hacia lo que parecía un living. Mi hermana Lucy siempre me
decía “No bebas nada que no esté plenamente sellado,
nunca sabes si no te meten algo en la bebida”, así que
cuando tenga sed de nuevo, procuraré buscar una lata de
refresco cerrada.

Me aleje de Elly demasiado para mi gusto, un segundo


después ya no la veía. Eran demasiadas mascaras como para
buscarla desde mi altura.

Salí hacia el patio y encontré a Ethan, no lo moleste porque vi


que estaba con una chica entablando una conversación
“bondadosa”. Era en estos momentos que creía que Eth en
realidad no estaba haciendo algo bueno, quizás esas chicas
realmente esperaban que el llamase al otro día, quizás ellas
se entusiasmaban demasiado con los piropos de él y eso las
lastimaba más de lo que les hacía que nadie las viera
atractivas.

Ya que había optado por no molestar a Ethan quede frente a


él a unos metros durante unos minutos hasta que termino y
me vio. Le dije que se me había perdido Elly y que me daba
algo de pánico estar sola a ese lugar.

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-Bueno, ven, entremos juntos. Quizás podamos encontrarla.


Ya sabes, ella es muy, digamos…¿sociable?

En realidad a lo que él se refería es que ella era una chica


adicta al sexo y a los chicos en general. Todo tipo de chico le
gustaba, sea moreno, blanco, de descendencia asiática, no
importaba. De manera vulgar, mientras tuviera su miembro
reproductor masculino en su lugar, a ella le atraía.

A penas entramos a la casa, Eth dejó escapar un “Wow” muy


bajo, él también se asombró del descontrol de dentro.
Buscamos a Elly por todos lados. En ningún lugar la
encontrábamos.

Eth quiso llamar a su celular pero estaba fuera de servicio.


Seguimos buscando.

-¿Y si subes a la segunda planta y yo voy hacia la cocina o el


patio trasero? – dije, no muy segura – si la encuentras me
llamas y si yo la encuentro, te llamo.

-¿Estas segura de que estarás bien sola? No quiero que…ya tú


sabes. – estaba preocupado.

-Sí, lo estaré. Ve arriba. – le dije pero él seguía preocupado así


que añadí – Cualquier cosa prometo llamarte.

-Está bien. Ve.

Fui primero a la cocina, no estaba ahí. Fui en medio de un


montón de chicos, los cuales ni me miraron y tome una lata
de refresco, me cerciore de que estuviera bien sellada y la
abrí, bebí un poco y seguí caminando por el lugar.

Ya en el patio trasero, no vi a Elly. Lo que si vi fue a más de


una chica en ropa interior dentro de la piscina con otros
chicos jugando guerrillas, las chicas en los hombros de los
chicos. Era una guerra campal. No entiendo como mi
hermana pudo creer que me iba a gustar ir a un lugar como

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este. Si algo era seguro, ella me mando aquí para que


conozca gente, pero yo no quería conocer a este tipo de
gente.

Llame a Eth unas tres veces y no contesto, así que decidí subir
a la segunda planta a buscarlo a él también.

Entre nuevamente en la habitación principal, ya todos


estaban un poco más calmados, juraría que ese olor que
sentía era a cabello quemado o a sahumerio muy fuerte,
pero los rostros de los chicos sobre el sofá me daba otra
opción. Subí dos o tres escalones y me di cuenta de que
podría ver a Elly desde allí arriba, subí uno más y mire
alrededor de la habitación.

-¡Ari, me quede sin batería en el celular, ella está en una de


las habitaciones! – grito Eth desde la cima de la escalera.

Cuando quise dar la vuelta para poder mirarlo, mis


engañosas bailarinas se resbalaron con un líquido que había
en ese escalón.

Por un segundo, creí que iba a caer y me iba a morir, mi


padre siempre decía “si te caes de las escaleras te puedes
quebrar el cuello”. Realmente, no le temo a la muerte pero…

Un segundo más tarde, mi espalda estaba posada en los


brazos de alguien. Abrí mis ojos y se encontraron con otros de
color miel, suaves y cálidos, una mirada profunda y misteriosa
a la vez. Nos miramos atreves de las máscaras, el uno a otro
por unos segundos. Para mí, fue una eternidad.

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CAPITULO 4

-¿Puedo soltarte ya o prefieres que te bese? – contestó el


chico misterioso con un tono de ironía y una hermosa pero
extraña sonrisa en el rostro.

-Eh…disculpa. Sí, suéltame. – dije muy insegura, por primera


vez en toda mi corta vida tenia deseo de que un chico no me
soltase.

Como un rayo, apoye mis pies en el suelo firme y medio


segundo después estaba Eth, parado junto a mí.

-¿Estás bien?

-Sí, lo estoy. Gracias a él. – añadí señalando al chico que era


aún más alto que Eth, el cual media un metro con setenta y
ocho centímetros. – Gracias. – esta vez me dirigí al joven tras
la máscara.

El no contesto, y como si nada hubiese pasado, desapareció


en medio de las personas. Tenía un caminar muy sensual, un
caminar muy, ¿Cómo decirlo? ¿Ardiente? No, basta, estoy
empezando a sonar como Elly. Y en ese preciso momento
recordé mi objetivo, Elly.

-¿Encontraste a Elly? – dije temblorosa, todavía no podía


creer esa escena tan romántica y cursi que había vivido, pero
menos podía dejar de pensar en lo patética que habían sido
mis respuestas. Soy patética en mi totalidad.

-Ya te dije, está en una habitación con un tan Antonio o algo


así. – dijo Eth tratando de llamar mi atención. - ¡Hey, estoy
aquí, hablándote!

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-Perdón, ¿con quién? – no podía parar de mirar el lugar por


donde ese chico misterioso de había ido.

-Que Elly está en una habitación con un tal Antonio o algo así.
– añadió, sin más preámbulos dijo – No necesitas ni decírmelo,
te gusto ese chico. Ven, vamos a buscarlo antes de que se te
pierda.

-No, para, no voy a perseguir a un chico, no lo quiero ver,


basta. – dije muy decidida, más de lo que había sido antes,
dos segundo después dije – Anthony.

-¿Qué?

-Anthony, se llama Anthony el chico con el que Elly está, es el


anfitrión, estuvieron coqueteando apenas entramos. – aclaré
tratando de cambiar de tema.

-Ah, bien. Pues, ¿qué hacemos nosotros sin Elly? – dijo Eth.

-No sé, caminar por los alrededores. Sentarme en algún lado


mientras tú sigues con la misión de tu vida. – dije
irónicamente.

-Aunque no lo creas, adore esa idea, Ariana. – dijo él,


uniendo su puño con su cadera formando un arco e
insinuándome que lo tome de él.

Comenzamos a caminar infantilmente, como lo hacíamos


cuando teníamos seis años. Caminamos por el jardín hasta
que encontramos una banca. Me senté y él se despidió de mí
con una reverencia muy elegante, digna de él, y se fue hacia
un grupo de señoritas que estaban justo frente a mí y
comenzó con su misión.

Mientras estaba allí sentada, observe todo a mi alrededor.


¿Realmente mi hermana no podía creer que no me gustasen
las fiestas? Eran estúpidas.

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Solo son un montón de chicos con las hormonas


sobresaltadas que buscan sexo, alcohol y descontrol. En la
mayoría pasaba eso.

En esta solo se podía decir que las chicas iban bien vestidas y
los chicos muy elegantes, pero después de ello, era igual, la
misma basura. ¿Qué sentido le encontraban a escuchar
música tan fuerte si ni siquiera saben que dice el artista?
Bueno, si se le puede decir artista a eso que está sonando en
este momento.

No podía creer que mi hermana me pidiese que fuese una


adolescente normal cuando ser normal significaba ser esto.
No quería ser esto. Me gustaba ser como soy, aunque no sea
alguien interesante ni cautivadora. Solo escuchaba música
clásica, sabia tocar el piano y estudiaba lo suficiente como
para asegurarme una beca en una buena universidad y
poder independizarme y, no sé, casarme, tener hijos, mi
propia casa.

Ver a todas esas chicas consumiendo drogas y alcohol,


dejando que otros chicos en ese mismo estado las tocaran de
manera sexual y luego hacer cosas que quizás después ni se
acuerden, me generaba una sensación de nauseas. Si
quieres olvidarte de algo por un momento, lee un libro,
metete en la historia y vive esa historia alterna, o de última
opción, cree que tú mismo eres el narrador de ese libro.

Luego de pensar esto por más o menos treinta minutos me di


cuenta que en realidad soy yo la que no es una adolescente
normal. Tengo dieciséis y medio y ni siquiera he dado mi
primer beso cuando hasta mi mejor amiga ya había dejado
de ser virgen con su primer novio hace un año y medio, Alex
creo que era que se llamaba.

Quizás era algo idealista y conservadora sobre esas cosas,


pero en realidad era que no quería hacerlo. No quería besar
a nadie ni nada por el estilo. Solo quería ser yo. Vi como Elly
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Catalina De León
Ángeles Mortales

cambio después de su primer beso y era lo que es ahora.


También vi como Eth se volvía este chico obsesionado por
esa absurda misión. No estaba segura de cambiar. Sin
embargo, tengo que admitir que el sexo opuesto me intimida
demasiado, bueno, la gente en general me cohíbe. Digamos
que no soy la chica más sociable del planeta.

Aleje mis pensamientos negativos y mire otra vez a Eth que


casualmente volvía hacia mí con dos papeles pequeños en
su mano derecha.

-¿Y bien? – le dije.

-Dos números en treinta minutos, eso fue muy lento, pero la


chica de la blusa amarilla realmente me simpatizo, creo que
la llamare realmente mañana. No es muy linda pero es muy
soñadora y simpática. – dijo con algo de nostalgia. No quería
que siguiese hablando porque los dos sabíamos en que iba a
terminar esto.

-Sí, entiendo. Pues llámala mañana. – dije cerrando el tema. -


¿Elly habrá acabado? Creo que quiero irme, ya son las once
treinta.

-Mmm…lo dudo, ella es de pack completo. Si quieres damos


unas vueltas recorriendo, puedo presentarnos a algunas
personas y después que veamos a Elly, nos iremos. – propuso
Ethan.

-Eh…Esta bien. Pero tú nos presentas. – aclare con una mirada


inquisidora.

-Eso ni se discute, ya te conozco, Ari. – se rio y me extendió la


mano para que me parece y comenzamos nuestro paseo,
esta vez, sueltos.

Pasamos por el jardín frente de la casa y observamos a más


chicos en situaciones comprometedoras. Todo era igual hasta
que encontramos a un grupo de chicos, relativamente
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Catalina De León
Ángeles Mortales

normales. Nos detuvimos y comenzamos a charlar con ellos.


Bueno, en si solo Eth hablaba y yo sonreía y miraba sin
ninguna dirección en particular.

Eth hablo sobre que nos cambiaríamos de escuela y que


evidente que dos de los cinco de esos chicos iban a ser
nuestros compañeros de curso quizás, los otros eran un año
mayor. Hablaron de música y de deportes, sigo sin hablar
hasta que una de las chicas me reconoció.

-Un segundo, ya sé de donde te conozco, te vi en la televisión


hace unos meses, eres…- el pánico me invadió con esas
palabras y comencé a respirar muy rápido y agitada. Mi
cuerpo temblaba, Eth lo notó y proseguí.

-¿Saliste en televisión? No, no lo creo, apenas sales. – y volvió


a cambiar de tema hablando de que ayer había visto en la
televisión a una chica tirar una flecha con el arco en los pies.

Todo ya pasó, nadie te reconoce con la máscara, nadie te


reconoce con el pelo largo y suelto, nadie te reconoce con
este nuevo look en el que tu pelo es negro y castaño en las
puntas. Nadie te reconoce con este tipo de atuendos.

Por un segundo mire disimuladamente mis muñecas y sacudí


la cabeza para alejar todo los pensamientos negativos de mi
cabeza y comencé a pensar en el posible final del libro que
leía. Quizás el y ella no terminarían juntos, o quizás si lo
hicieran pero no de la manera que esperábamos. Trate de
despejarme y decidí ir al baño, le dije a Eth que estaría bien
en el baño sola, que nada me pasaría y comencé a caminar
rumbo al baño.

Dos minutos después sentí como alguien tomaba mi muñeca


por la expanda, me acercaba a sí mismo y me decía al oído:

-Sé todos tus secretos, Ariana Slicolds.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 5

Comencé a temblar, a sudar y sentir escalofríos. Solo esas


pocas palabras provocaron en mí una sensación de miedo.
Mis secretos eran míos, nadie podría saberlos además de mí,
Otra vez mi pasado me perseguía con afiladas uñas.

Tomando valor y me di la vuelta, mi cuerpo se compenso de


golpe.

-¿Qué carajos crees que estás haciendo, Elly? – ella comenzó


a reír como niña.

-¡Hey! Que malhumorada, era solo una broma. – se excusó.

-Pues no me estoy riendo. – me acerque un poco a ella –


estas ebria y hueles a sexo. Mejor busquemos a Eth otra vez y
llévenme a casa. Esto dejó de ser divertido.

-No seas tan mala, este olor lo llevo en mí con orgullo. Ni


siquiera pudo levantarse de la cama. – su voz era en tono de
triunfo.

-Bien, vamos. Ethan está afuera. – Elly seguía parada – Dije


que vamos, Ellena. – cuando comenzó a caminar tras de mí,
sin mascara, añadí – por cierto, el sentido de las máscaras es
el anonimato. No quiero que divulgues mi nombre sin mi
consentimiento.

-Bien, bien, vamos. – refunfuño y se fue delante de mí, pero yo


aún necesitaba ir al baño, así que me di media vuelta y fui
allí.

Me saque la máscara para lavarme el rostro, lave mis manos


y luego volví a colocarme la máscara. En el instante en el que
salía del baño, lo vi. El chico de la máscara, el que me salvó

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Catalina De León
Ángeles Mortales

en las escaleras. Mi instinto me decía que debía seguirlo, que


debía preguntarle su nombre o si por lo menos iba a ir a la
misma escuela que yo. Nunca un chico había logrado
atraerme físicamente, y cuando me refiero a nunca
realmente es nunca, por ello, tenía que ir tras él.

Antes de haber terminado de pensarlo lo estaba siguiendo


por medio de la gente. Ese aroma era más fuerte que el del
alcohol, vomito o marihuana. Ese perfume era tóxico pero
moriría feliz intoxicada con él.

Luego de pasar a través de la cocina y la entrada, se dirigió a


las escaleras. Subí tras de él, pero en la cima lo perdí de vista.
Mire a ambos lados de las escaleras y no lo veía. Mire en la
primera habitación que estaba abierta y él no estaba. Me
asome al umbral para ver mejor dentro de la habitación,
nada.

-¿Buscas algo, muñeca? – una voz venia de detrás de mí. –


Quizás buscas el beso que no te di luego de tu gloriosa y
dramática caída de las escaleras, que por cierto, yo te
rescate.

-No eres un príncipe ni nada por el estilo. – conteste al mismo


tiempo que me di vuelta, era el chico de la máscara. Igual no
era precisamente necesario darme vuelta para saber que era
él. Con lo que había dicho era obvio que lo era.

-No, no lo soy, los príncipes están sobrevalorados. Además, no


tengo corcel blanco ni traje azul. – señalo su atuendo, era
todo negro.

Apoyo un hombro sobre el umbral de la puerta y espero. No


sé qué, pero esperó. Me observó durante varios minutos, yo
temblaba, estaba nerviosa. Era mi primera interacción con
alguien ajena a mi hermana o mis amigos y sus familias
después de lo de hace unos meses. Bueno y ese chico que
conocí al inicio de la fiesta, Chaz.
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Ángeles Mortales

Esta vez solo nos miramos, el observaba directamente a mis


ojos. Sentía un dolor intenso, angustiante. Sentía como si su
mirada pudiera tocar mi alma y ver mi dolor. Era absurdo
pero me angustiaba cada vez más. ¿Cómo podían esos ojos
tan lindos provocarme esa sensación? Queriendo terminar
con esto, mire hacia otro lado.

El noto mi incomodidad y habló, después de lo que fueron los


cinco minutos más largos de mi vida.

-¿Te intimido? – dijo con vos incrédula.

-Quizás… - mi voz era apenas audible.

-Es obvio que sí. Es extraño, muchos estuvieron hablando de ti


esta noche. Creí que no eras tímida.

Un segundo después me toque las muñecas, había perdido


un brazalete. Era evidente que todos se habían dado cuenta
de mi penosa marca color rojo en mi piel blanca.

-¿Qué hablaron de mí? – mi voz era temblorosa y necesite


sentarme en la cama que estaba detrás de mí para no
caerme. Estaba mareada.

-Nada que ya no supiese yo de ti. Se todo sobre ti.

-Eres raro, sal de aquí o llamare a mis amigos. – dije con voz
firme pero sentía miedo, no quería que lo dijese.

-¿Qué amigos? ¿Ethan Miller o Ellena Collins? – dijo con una


risa media – No te preocupes, están en el borde inferior de las
escaleras buscándote, de seguro en tres minutos estarán
aquí.

¿Cómo podía saber eso? Tenía un amigo que le daba esa


información por medio de algún auricular que yo no veía, eso
tenía que ser. No había otra opción. Se acercó a mí un paso y
cruzó sus brazos con irritación.

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Ángeles Mortales

-Mira, hagámoslo fácil. Seremos compañeros en la escuela de


cuatro clases así que mejor que nos llevemos bien, pero por
dios, tapate esa cicatriz para el lunes si no quieren que las
personas de esta fiesta se den cuenta que la chica hermosa
de vestido bordo que tenía una cicatriz en la muñeca eras tú.
Son muy prejuiciosos. – se dio vuelta y añadió – No diré nada,
no me incumbe, la que se puede ir al infierno eres tú, no yo,
muñeca.

Sin darme tiempo a nada se fue. Comencé a llorar, todos


habían visto mis horribles marcas, todos.

Odiaba a Lucy por obligarme a venir aquí, no quería venir, no


quería que me vieran, no quería ver personas. Me quería ir
para mi casa. Maldito el día en el que mi hermana me
prohibió estudiar en mi casa y no ir a una escuela. No quiero
esto, quiero encerrarme en mi cuarto y que nadie me viera
nunca más.

Elly y Eth me vieron.

-¡Ahí estas, lady! – dijo Eth sin ver mis lágrimas, camino hacia
mí pero Elly lo detuvo.

-Espera, Eth…está llorando. – Elly comenzó a ponerse nerviosa.


– Lucy nunca me dijo que decir o hacer cuando Ari tiene una
“situación”.

Eth comenzó a caminar hacia mí lentamente y se hincó ante


mí, empezó a hablar pausadamente.

-Ariana, mírame, soy Ethan, tu amigo. No estás sola. – tomó mi


mano y levanto mi rostro. – te quitare la máscara, ¿está bien?

Asentí.

-Bien, Elly, alcánzame un pañuelo – miro hacia mi muñeca y


agregó – y tu brazalete, el azul.

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Era obvio que vio mi cicatriz descubierta y quiso taparla. Elly le


dio el brazalete que era aún más grueso que el que tenía y
Eth lo puso en mi muñeca muy despacio. Luego me seco las
lágrimas. Se sacó su chaqueta y la envolvió en mis hombros.
Me preguntó si me podía poner de pie y asentí. Me abrazaron
los dos y me volvieron a colocar la máscara. Me llevaron al
automóvil y me llevaron a casa. Después de unos diez minutos
de viaje, dije.

-Fue la peor fiesta de mi vida, quiero que se me olvide todo.

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CAPITULO 6

Cuando llegue a casa, mi hermana estaba en el pórtico con


una cobija en las manos, Era evidente que Elly la había
llamado. Eth, se bajó lo más rápido que pudo del automóvil y
lo rodeo para poder abrirme la puerta y poder salir. Me
ofreció llevarme en sus brazos y dije que no con mi cabeza.
Le devolví la chaqueta y camine hacia casa. Mi hermana me
abrazo y me envolvió en la cobija.

Después de un intento de abrir la puerta de un minuto, Elly


vino corriendo hacia mí y me abrazó. Ella también lloraba.

-Ya llame a casa, explique la situación y me dijeron, mejor


dicho, me exigieron que me quedara contigo, Ari. – dijo entre
su sollozo.

-Te lo agradecería, Ellena. Ella no me tiene tanta confianza


como a ti o a Ethan. – dijo Lucy.

Eth se mantenía parado en el pórtico envolviéndose a sí


mismo en su chaqueta. Asintió a lo que Lucy dijo.

-¿Quién controlo la “situación”? – preguntó ella.

-Ethan. Yo no sabía qué hacer, lo siento mucho. – y me


abrazó más fuerte.

-Bien, entremos todos. – dijo mi hermana.

-¿No hay problema de que me quede también esta noche? –


preguntó Eth.

-Obviamente que no, eres el que sabe cómo ayudarle. Pasa.

Me sentía rara, me sentía mal. No quería que todos rompieran


sus rutinas por mi culpa, que yo no tuviera vida no significaba

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que los demás no la tuvieran, ellos la tienen. Me senté en el


sofá frente a la estufa apagada. Me envolví en la cobija y
cruce mis piernas sobre el sofá. Llore desconsoladamente
mientras Eth, Elly y Lucy estaban sentados junto a mí. Cuando
comencé a calmarme ya había pasado una hora desde que
llegue a casa. Era muy tarde. Así que Lucy le dijo a los chicos
que si querían podían subir y dormir. Como Lucy le tenía
mucha confianza a Ethan, lo dejaba dormir en mi cuarto en
la cama adicional que había, y Elly siempre dormía conmigo
en mi cama. Igualmente, ellos se negaron a hacerlo y se
quedaron ahí. Lucy se inclinó frente a mí y me pregunto si
quería algo.

-¿Puedo quedarme a solas con Eth y Elly? – mi voz era muy


agitada y entrecortada.

Lucy asintió. Se despidió de los chicos, le dio indicaciones de


dónde podían encontrar ropa de dormir, para Elly uno de mis
pijamas y para Eth uno pijama viejo de uno de los exnovios de
ella, y cobijas adicionales ya que había vuelto a llover y, por
más que fuera aun verano, el otoño ya estaba resonando en
el clima. Me beso la frente y me acaricio el pelo, murmuro
“todo estará bien pequeña paloma” y subió las escaleras
encerrándose en su habitación con la música un poco alta
ya que se escuchaba un poco abajo también. Realmente me
quería dar privacidad.

Cuando se oyó la puerta del cuarto de Lucy, Eth comenzó a


hablar.

-Y bien, ¿Qué paso?

-Es mi culpa, le hice una broma muy mala y grosera. – dijo Elly.

-¿Qué le hiciste? – dijo Ethan con voz inquisidora.

-Me puso espaldas a ella y le murmure “Se tu oscuro secreto,


Ariana Slicolds” – su voz era baja y temblorosa. Ella sabía que
el dulce Ethan ya no estaba.
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Ángeles Mortales

-¿Qué diablos te paso por la cabeza para decir eso, Ellena?


¿No entiendes la complejidad de las circunstancias? Mientras
tú estabas encerrada en una habitación con un chico, el cual
ni conocías, Ari casi cae de las escaleras desesperada
buscándote. Ya había tenido un sobre salto. Por una vez en tu
vida, ¡Se madura! – Ethan estaba casi gritando, estaba muy
molesto. Pero mi voz no podía salir, no podía hablar. Así que
comencé a tartamudear antes de que Elly comenzara a llorar
sus disculpas. Cuando logre hablar decidí explicar la
situación, lo mejor que pude.

-Un chico…el de la máscara…él

-¿Qué te hizo? – dijo Ethan, esta vez estaba calmado.

-¿Qué chico?

-Cuando Ari cayó de las escaleras, un chico la atrapó y evitó


que se golpeara. Pero no lo volví a ver en el resto de la
noche. – aclaro Eth a Elly. - ¿Tú si, Ari?

-Si, en la habitación donde estaba. Él… - no podía decirlo.

-¿Él te invito a ir a la habitación y cuando estaban en una


situación comprometedora te vio la muñeca y se fue?

-¡ELLENA! – Esta vez sí estaba furioso.

-No, lo seguí. No sé por qué y terminé en la habitación con él.


– empecé a hablar pausadamente evitando recordar
detalles. – me dijo que todos habían visto mi muñeca
descubierta en la fiesta y estaban hablando de mí, que el
lunes la cubriera bien así nadie podía descubrir que era yo la
chica del vestido bordo y que en la escuela eran muy
prejuiciosas.

-Ahora entiendo, tu “situación” se generó porque ese chico te


dijo que ya todos habían visto tu marca y que si no la cubres
sabrán de tu problema. – agregó Elly – Oh, cariño, todo estará

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bien, tengo muchas muñequeras, brazaletes y quizás un poco


de polvo puedan cubrirlas, no te preocupes.

-Él me dijo que me conocía, que íbamos a tener clases en


común. – agregué – y me dijo “muñeca”.

-Ahora yo si entiendo, le gustaste a ese chico pero se ve que


no sabe cómo decírtelo, por eso te advirtió eso. Pero es solo
una marca, muchos adolescente han hecho…tu sabes qué. –
agrego Eth.

-Pero él me dijo que sabía todo sobre mí. Todo. – volví a


temblar.

-Tranquila, quizás era solo una expresión, nadie sabe todo de


ti, excepto nosotros e hicimos el juramento de sangre contigo,
nadie lo sabrá de nosotros.

-Sí, quizás sabe “esa” parte de tu vida, pero cariño, la historia


de vida de las personas están llenas de marcas, por eso se
resume en una sola palabra: “Pasado” y el tuyo está
enterrado en nosotros.

Los dos se acercaron más hacia mí y me abrazaron fuerte, lo


más fuerte que pudieron y me sentí llena otra vez. Tuvimos
una guerra de cosquillas muy extensa y después de un minuto
de comenzar a reír Lucy bajo corriendo las escaleras gritando
“gracias, gracias, gracias” y me abrazo también, y a los
chicos. Fue raro y agregó que había llamado al delivery para
que trajera tres pizzas y un refresco para que hiciéramos
sesión de películas esta noche. Como no tenía televisión en
mi cuarto ella llevo la de ella hasta el mío y conecto el
decodificador de la señal satelital en mi cuarto. No era tan
mala como parecía, solo era algo desorganizada, pero era su
manera de canalizar las cosas. Yo lo canalice de una manera
y ella de otra, estaba en su derecho de hacerlo, si eso la
hacía feliz.

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Catalina De León
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Veinte minutos después llego la pizza, mi hermana había


dicho que sacara el dinero del cajón del dinero para
emergencias y eso hice, bueno, en sí lo hizo Elly. Ethan y yo
fuimos a la cocina, tomamos tres vasos, tres platos y un juego
de cubiertos, Elly no comía pizza con las manos ni de
casualidad. Tomamos servilletas y vi que había helado en el
refrigerador y le dije a Ethan que teníamos un delicioso postre
de menta y limón. Él rió. Por una extraña razón su risa me
daba risa. Era algo extraño.

Cuando subimos Elly ya se había cambiado y estaba muy feliz


sentada en mi cama con el control remoto en la mano y
diciendo uno por uno el número de canal que pasaba, hasta
que al final dijo:

-Trecientos veintiún canales de pura televisión chatarra, como


amo esto. – y comenzamos a reír los tres.

-Voy a tomar una ducha rápida y a cambiarme, ladys, no


empiecen sin mí, solo serán cinco minutos.

Asentimos las dos al mismo tiempo y comenzamos a buscar


alguna película interesante hasta que apareció una que
llamo mi atención.

-Espera, esa es la película que está basada en el libro que me


prestaste de Nicholas Sparcks. Mirémosla. - dije
entusiasmada.

-Está bien, empieza en siete minutos, le diré a Eth que tiene


siete minutos o comeremos sin él. – Elly, de un salto, salió de la
cama y corrió en puntas de pie hacia el corredor y le gritó a
Ethan frente a la puerta del baño - ¡Te quedan siete minutos o
te quedas sin pizza! – riendo volvió a la habitación.

Dos minutos después Ethan estaba en la habitación con un


ridículo pijama negro con nubes blancas y celestes.

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-Ni se les ocurra, la primera que se ría recibirá una paliza de


cosquillas. El Eth bueno no está. – igualmente no evitamos reír,
se veía ridículamente ridículo. – Se los advertí.

Y en menos de un segundo estaba sobre nosotras


haciéndonos cosquillas hasta el cansancio. Pero mis risas
frenaron apenas escuche que estaba empezando la película.

-Basta, empezó la película. ¡Shhhh! – y los tres nos sentamos


en cuclillas en mi cama y miramos la película.

-Odio mirar películas cursis, yo soy un machote, solo miro


películas de acción. – dijo Ethan.

-Cállate y ve la película, ni tú te crees ese verso del


“machote” – dijo Elly y nos reímos nuevamente.

Por el resto de la noche no me acorde de la “situación”, que


mi psiquiatra denominaba como ataques de pánico.

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CAPITULO 7

Nos dormimos alrededor de las cinco de la madrugada, entre


la película, la cual nos hizo llorar a los tres, la pizza y el helado
quedamos tan llenos que nos dormimos los tres en mi cama.
Agradezco que mi cama sea de tamaño matrimonial porque
si no, sería una situación vergonzosa para mí dormir con Eth
pegado a mí, pero Elly estaba en medio.

Cuando despertamos, eran las once treinta de la mañana y


mi hermana también seguía durmiendo. En sí, el primero que
despertó fue Eth. Cuando me desperté él no estaba, baje a
buscarlo y estaba en la cocina, haciendo un desayuno para
cuatro. Se veía muy adorable con el pelo alborotado y ese
pijama de nubecitas.

-Buen día, Eth. – dijo algo somnolienta todavía.

-Buen día, Ari. ¿Estás bien? – su voz era preocupada.

-Sí, lo estoy, y quería decirte que…gracias por lo de anoche.


Realmente sabes decir las palabras justas en el momento
justo. – estaba apenada por la situación.

-Si me hubiese molestado no lo hubiese hecho, ¿para qué son


los amigos sino? – esta vez esbozaba una sonrisa. – ¿Café o
chocolate?

-Chocolate, y eres el mejor amigo no gay que una chica


puede pedir.

-Basta que me vas a hacer sonrojar.

-La falsa humildad no va contigo, Eth. – me reí. Sonó el timbre.

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-Bueno, al fin. – se dirigió a la puerta y un repartidor le entregó


una caja de una pastelería, pagó, dio una propina bastante
generosa y cerró la puerta.

Quise abrir la caja y no me dejó, no hasta que Elly despertara.


Así que subí rápido las escaleras pero me percate de algo
extraño, la foto de mis papas estaba en su lugar, cuando ayer
no lo estaba. Era extraño, pero seguía con la teoría de que
Lucy lo habría quebrado en alguna de sus borracheras y
recién lo había arreglado.

Le hice cosquillas en la planta de los pies a Elly y ella despertó


de golpe.

-No, no quiero más, basta.

-¿Qué soñabas, Elly? – mi sorpresa era muy evidente.

-Emm…nada. ¿Qué hora es? – miró el reloj – Wow, casi medio


día.

-Bajemos, Eth nos hizo un almuerzayuno especial.

Bajamos en puntas de pies las escaleras y Eth había


preparado la mesa con un florero con jazmines, mi flor
preferida. La mesa estaba llena de deliciosos bocadillos pero
lo que más adore de todo eso fueron los muffins que decían,
letra por letra “Feliz No Cumpleaños, Ari”. Me emocioné y
abrace a Eth lo más fuerte que pude. Luego de leer eso me di
cuenta que era una fiesta de té como la del Sombrerero de
Alicia cuando festeja su “No cumpleaños”. Amo esto.

-¡Eres el mejor, mejor, mejor amigo no gay que una chica


puede desear! – lo repetí mil y un veces. Adoro a este chico.

-Muy detallista, Eth. Muy digno de ti. – agrego Elly sentándose


en una silla y observando el plato frente a ella. Se rio muy
fuerte y realmente estaba haciéndolo en serio – Así que mi
pastelillo es por lo de anoche.

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Me incline para leer lo que decía su gran pastelillo y decía


“Feliz 183° noche de sexo”. Realmente Eth pensaba en todo.

-Llevas la cuenta, que detallista, te adoro amigo. – ella


también lo abrazo.

-¡Wow! Un segundo…ciento ochenta y tres veces y yo sigo


siendo virgen, dios, no me hagan sentir mal. – dije haciendo
una voz penosa pero burlona.

-Es que tú tienes que esperar al amor de tu vida, no a


cualquier tonto. La primera vez es la única que realmente
nunca vas a olvidar. Tiene que ser especial, cariño. No hagas
como yo que mi primera vez fue en la parte trasera de un
automóvil. – Elly realmente sabe que decir para animarme y a
la vez no.

-No quiero un príncipe, los príncipes están sobrevalorados.


Quiero un chico sencillo, que me quiera. Nada más. – no
tenía muchas ambiciones realmente.

-Ya que hablamos de amor, apenas me levante, justo antes


de llamar a la pastelería, llame a la chica de la blusa amarilla.
Se llama Sophie Trazenko y la veré mañana en la escuela. Es
maravillosa.

Tuvimos que explicarle a Elly quién era y cómo la conoció ya


que ella estaba teniendo sexo con el chico más popular de
toda la escuela mientras eso pasaba, y hablando de roma, el
teléfono de Elly sonó y era él.

Se alejó de nosotros para hablar con él. Unos diez minutos


después volvió hacia nosotros.

-Necesito un favor de ustedes. Necesito ir a la playa esta


noche, va a ver un fogón para despedir las vacaciones, todos
los chicos populares irán y Anthony, el más popular de todos
me invito personalmente, tenemos que ir, ¡porfa! – Elly se
notaba entusiasmada.
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Ethan me miro atentamente, él sabía que yo no quería ir, no


después de lo de anoche. Así que dijo.

-Si Ari va, yo iré para no dejarla sola ni un segundo, pero si no,
no. No me interesa ser popular. Igual si voy a la escuela en mi
automóvil, de por sí sé que voy a ser popular.

-Humildad ante todo, querido. – agregó Elly – y bien, ¿Qué


harás, Ari? ¿Vienes o no? Todos los chicos de anoche
vendrán, me lo aseguro Anthony.

Esas palabras generaron mi duda. Ahora quería ir, tan solo


para descubrir quien había sido el chico de la máscara, el
chico que sabía todos mis secretos. Necesitaba saberlo.

Me apure a terminar mis minimuffins y con un suspiro profundo


conteste.

-Iré, pero esta vez iré vestida a mi modo.

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CAPITULO 8

Luego de nuestro almuerzayuno, ayudamos a Eth a levantar


la mesa y a limpiar todo. Estuvimos media hora más
conversando hasta que el celular de Elly volvió a sonar y era
su mamá diciéndole que cuando yo estuviese estable,
volviera a su casa a tener un almuerzo familiar. Elly solo se iría
a fingir que estaba feliz comiendo cuando en realidad ya
estaba llena. Dos minutos después Elly se despidió con un
abrazo grupal y se fue.

Quedamos a solas con Eth y nos pusimos a hablar de mi


nuevo acosador de la máscara. Pero en último momento
cambiamos drásticamente a mi situación amorosa. Me sentí
incomoda hablando de amor cuando nunca había dado mi
primer beso siquiera. Así que solo hablamos de un chico que
me gustó cuando iba a primero de secundario, en aquel
entonces no era muy atractivo ni nada por el estilo. Me
gustaba porque era inteligente y elocuente, siempre tenía un
tema de que hablar, eso de poder hablar con alguien de lo
que quieras era extraordinario. Amo a las personas cultas.

A las tres, Eth se fue. En la puerta de su automóvil me grito:

-Ponte sexy y te paso a buscar a las ocho con Elly.

-Bien, me pondré una súper minifalda y un top, y quizás botas


de prostituta barata. – contesté irónicamente, el rio.

-Bien, me conformo con que te vistas algo coqueta, sino no


podrás ser mi lady – los dos reímos y él se fue.

Entre y trate de llamar a mi hermana pero ella no estaba,


seguramente se había ido a mitad de la noche, al ver que ya
estaba estable, a la casa de su novio, Martin, bueno, creo

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Catalina De León
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que se llama así. Cambian de nombre muy frecuentemente


el novio de mi hermana.

Era aún temprano y estaba con el estómago lleno así que


tome un largo baño y decidí alisar mi cabello. No es que no
me guste mi cabello, amo mis risos pero hoy quería cambiar a
como estaba ayer. Me llevo alrededor de cuarenta minutos
secar y alisar mi cabello. Me recosté un poco en mi cama y
me quede dormida.

Cuando quise acordar eran las siete diez de la tarde. Me


levante de golpe de la cama y fui directo a mi armario. Opte
por ponerme unos jeans negros, una blusa de manga larga y
cuello redondo de color rosa ajustada al cuerpo, la cual puse
por dentro de mis jeans, y por encima una chaqueta negra.
Había tomado muy en cuenta los comentarios de Elly y Lucy
sobre mi cuerpo, tenía que mostrarme más.

La chaqueta me quedaba un poco larga de mangas, al igual


que la blusa, pero por si acaso, decidí ponerme unas
muñequeras color piel para camuflar mis muñecas. Opte por
ponerme unas bailarinas rosas. Amo las bailarinas, son
casuales pero también formales y a la vez cómodas, son
simplemente perfectas, por ello tenía más de diez pares.

Faltando dos minutos para las ochos, tome una cartera rosa
de mi hermana y coloque un perfume, unos tampones, por si
acaso, mi celular y mi billetera. Me pare en el pórtico y esperé
a la llegada de los chicos.

Tal y como lo esperaba. A las ocho, siempre puntual,


estaciono Eth en mi casa. Corrí hasta el automóvil, esta vez,
estaba usando el del padre y no el de él. Supongo que es
porque este es más discreto.

-Te ves fan-tás-ti-ca, cariño. Adoro que por fin decidas mostrar
tus dotes – me alago Elly antes de que entre al vehículo. –

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espero que no me robes a todos los chicos lindos. – las dos


reímos.

-Coincido con Elly pero quería verte con la minifalda y el top.


– dijo Eth y luego volvió a reír – No, mejor no. Prefiero a esta
Ariana.

-Basta chicos, en serio, estoy al borde de cohibirme de la


manera más humillante. – cerré la puerta tras de mí y
agregue – además, ¿qué dices de Elly? Ella sí que está muy
hermosa.

-Pero ella siempre luce hermosa y bien arreglada, pero tú solo


te ves hermosa, nunca, mejor dicho, rara vez te veo así de
arreglada. – agrego él.

-Pero si ni maquillaje me puse. – me encogí de hombros


mientras el automóvil aceleraba.

-Mujeres como tú, Ariana, no necesitan maquillaje. El


maquillaje solo crea una máscara para esconder la
verdadera belleza. Es como ponerle revestimiento al corazón.
¿Qué necesidad hay de esconder las cosas como son? Por
eso trato de que todas las chicas se sientan bien consigo
mismas. Es que realmente, son hermosas. Cada cual con sus
virtudes o sus defectos.

Las palabras de Ethan nos dejaron sin habla. A Elly por el


hecho de que ella utiliza mil y un kilogramos de maquillaje. Yo,
por el simple hecho de que el término de “belleza” no me
simpatizaba. Odio ese maldito prototipo de mujer bella. Igual
el término de “belleza” de Eth me gusta. Me hace sentir
menos mierda de lo que soy.

El viaje hacia la playa fue en silencio hasta que llegamos a la


playa en cuestión. Había una multitud de chicos como la
noche anterior, pero esta vez, sin mascaras. Cuando Ethan
salió del automóvil para ir a abrirnos las puertas tan
caballerosamente como es usualmente le grite a Elly
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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¡Cierra! – y ella cerro las puertas de su lado, y yo cerré las del


mío, necesitaba hablar con ella. Sin Ethan.

-Bien, ¿Qué necesitas mi lady? – lo dijo imitando la voz de


Ethan ridículamente.

-Tengo que encontrar al chico de la fiesta. Tiene cabello


negro, necesita un corte, pelo lacio, espalda grande, cuerpo
trabajado, definitivamente iba al gimnasio, tiene ojos color
miel, mide media cabeza más que Ethan y, por lo menos
anoche, estaba de negro.

-Suenas muy psicópata. – después de una pausa dijo - ¡ME


ENCANTA! Yo iré con Anthony y le describiré al chico
diciéndole que quedaste enamoradísima de él a ver si logra
ubicarlo de la escuela o algo.

-Bien, gracias.

Destrancamos las puertas y Eth se veía enojado.

-Odio que me dejen fuera de sus complots psicomaniáticos.


Quiero saber.

-Cosa de chicas. – dijo Elly agitando en el aire un tampón que


tomo de mi bolso sin que me dé cuenta.

No cruzamos más palabras y caminamos hacia la playa.


Comenzamos a acercarnos al fuego, por más que fuese
verano, hacia frio. Agradecía haber traído mi chaqueta.

Elly salió corriendo donde estaba Anthony y lo beso


apasionadamente. Nada fuera de lo normal. Eth me dijo para
caminar alrededor y conocer gente. Hablamos con unos
chicos y chicas que parecían ser un club de escuela, todos
con remeras que decían “él es mi libro preferido”, una flecha
a la derecha y más abajo decía el nombre de algún libro. En
el fondo me pareció original y gracioso. Igual no cruce
muchas palabras con ellos.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Todo iba normal hasta que Ethan vio, a lo lejos, a la chica que
ayer llevaba la blusa amarilla, Sophie, que ahora llevaba
puesta un hermoso vestido veraniego con flores en tonos
rojos. Eth, la vió y dijo “Es ella” y la miré, realmente no era una
de esas chicas que dijeras que tiene un cuerpo perfecto o un
rostro hermoso, era todo lo contrario. Pero él se veía feliz, y le
dije que la fuese a saludar, que estaría bien sin él.

Camine un poco, sin alejarme de Ethan más de quince


metros a la redonda. Vi a Elly y fui donde ella.

-Es él. – dijo en voz baja y pausada.

Me di vuelta para mirar a la dirección que ella señalaba,


estaba a unos diez metros e irónicamente, había una hilera
plena sin personas en medio de él y yo. Un chico de pelo
negro, alto y hermosamente bello estaba levantando un vaso
al aire y diciendo en voz muy poco audible sobre la música.
“Por tu salud, Slicolds.”

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 9

-¿Tú también lo viste y oíste, Elly? – dije con vos entrecortada y


preocupada.

-Sí, sabe tu apellido, que raro. Pero es lindo. – ella sonaba


entusiasmada de una situación que a mí me daba nervios. –
ve y háblale.

-¿Estás loca? No, no voy a ir.

Cuando volví a mirar hacia él estaba de espaldas hablando


con el chico que estaba encargado de la cantina, una
cantina muy provisoria y precaria. Se sirvió otro trago y volvió
a girar a verme. Nuestros ojos estuvieron detenidos, fijos uno
en el otro. Su mirada me inquietaba pero a la vez, me
agradaba demasiado para mi gusto.

Por un extraño instinto, comencé a frotarme las muñecas y


me asegure de que estuvieran bien cubiertas.

-Se llama Blacke. Es un año mayor que tú pero va un año


atrasado. No es mala persona pero es algo extraño. Pasa
cambiándose de clases y salteándoselas, sin embargo, es el
chico con las mejores calificaciones. – dijo Anthony White
como si le hubiese preguntado. Era obvio que estar tanto
tiempo mirando a alguien era una pregunta no dicha: ¿Quién
es?

-Entonces es cierto que tendré algunas clases con él. – le


comenté a Elly.

-Lo que quiere decir ella es que ya lo conoce, de anoche.


Gracias por la información, bebé. – le dijo ella a Anthony. –
Ve y háblale, ya sabes que no es mala persona ni un criminal.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Asentí y comencé a caminar hacia él, otra vez estaba de


espalda, pero por más que la música estuviese alta, cuando
estuve a unos metros de él, se dio vuelta, como si supiera que
estaba detrás de él.

-Ariana Slicolds, en persona ante mí, y sin que yo la buscase. –


dijo irónicamente.

-Mira, hagamos las cosas simples, ni yo entiendo qué carajo


hago hablándote después de lo de anoche. – dije lo más
segura que pude, es decir, muy insegura. - ¿Qué sabes de mí?

-Tu vida entera, Ariana. Desde que te caíste del columpio del
parque, el rojo que tanto de gustaba, cuando tenías cinco
años, hasta la “situación” de anoche.

-¿Qué situación? – traté de poner una postura de incrédula,


como fingiendo que anoche no pasó nada.

-No sabes mentir, eres igual a tu madre. – en el segundo que


nombro a mi madre me estremecí. Esta vez sí estaba enojada
– ¿Qué puedes saber tú de mi madre? Lávate la boca diez
mil veces antes de hablar de mi madre.

-También se todo de ella. – contestó con voz suave y


pausada. - ¿Ella te dio ese collar? – señalo el collar que mi
hermana me había dado la noche anterior.

-No, fue mi hermana, herencia familiar. ¿Qué pasa con ello?

-No sabes que es ese collar, ¿cierto? – dijo algo


decepcionado.

-Sí, es herencia familiar. Era de mi madre.

Abrió un poco su camisa y sacó de ella una cadena con el


mismo dije que el mío. El mismo modelo de cadena, todos los
detalles, hasta el más mínimo, eran iguales.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿De dónde lo sacaste? ¿A quién se lo robaste? ¡Dámelo! –


grité llena de prepotencia e ira.

-Este es mío. Y ese, de ahora en más, es tuyo. – se pausó por


un segundo, luego continuó – Por culpa de tu pasado, ahora
eres como yo, ahora tu futuro será todo culpa de tu pasado.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 10

Esas palabras me habían dejado hipnotizada, perpleja. ¿Qué


quería decir? Si era una especie de broma no me estaba
causando nada de risa. Por un momento pensé que él había
visto el collar la noche anterior y que había tratado de
conseguir uno igual para hacerme la broma. Por mi cabeza
pasaron miles de opciones menos la correcta. O por lo menos
eso me hacía pensar la mirada decidida de esos ojos color
miel que no dejaban de mirarme.

Estuvimos, uno frente al otro, por más de cinco minutos pero


ninguno de los dos hablamos. No hasta que él se dio vuelta y
dijo en voz baja.

-Mejor vete, he hablado demás. Habla con la Jefe, ella te


explicará cómo son las cosas.

-¿Disculpa? ¿Jefe? ¿Qué cosas? No me voy a ir. Estoy


odiando esta broma. ¿Qué te hice para que te ensañes
conmigo? – vi como unas lágrimas caían por mis mejillas.

-Mucha información por una noche, muñeca. – secó mis


lágrimas con la manga de su buzo – soy muy grosero. Me
llamo Blacke.

Vio que no conteste. Esto era demasiado extraño. Él sabía


todo de mí y el creía que me iba a satisfacer solo con
decirme su nombre de pila, sin apellido ni nada.

-Escucha, no se quien rayos eres pero te quiero lejos de mí.


Lejos, muy lejos. – camine hacia atrás, me di vuelta y me fui.
Esta vez estaba llorando más aún.

-Ariana, espera. – me tomo de la muñeca con su dedo índice


sobre mi cicatriz y me estremecí. – tengamos un nuevo
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Catalina De León
Ángeles Mortales

comienzo. Creí que ya sabias de tu designación. No sabía


que no lo sabias. Discúlpame.

Cinche mi muñeca, lo mire con odio y me fui, frene a mitad


del camino, seque mis lágrimas y camine hacia Elly. Él no se
me acerco, siquiera ni me hablo.

Llegue donde Elly y le dije que no había sido él el de la


habitación, que lo habíamos confundidos, pero ella estaba
tan entretenida con Anthony que no me presto demasiada
atención. Después de un largo tiempo y de que mi corazón se
normalizara, le dije a Elly que iba a caminar un poco. Busque
a Ethan y lo vi que seguía con la chica.

Esta noche no había misiones, esta noche era de ella. Y como


era de ella, no quise interrumpirlos, pero Ethan me ganó.

-¡Ari! – camine hacia él.

-¿Qué tal todo, Eth? – le dije lo más sumisa posible.

-¡Esplendido! – dijo con una enorme sonrisa y mirando a


Sophie directamente. – Que descortés de mi parte. Sophie,
ella es una de mis dos mejores amigas, Ariana. Ariana ella es
Sophie, de la que te hable.

-Sí, la chica de la blusa amarrilla. Un gusto conocerte. – dije sin


mirarla a los ojos.

-El gusto es mío, Ariana. – contestó sumamente amable.

Los siguientes minutos Eth se dedicó a contarme de que


habían hablado todo el tiempo que estuvieron a solas. Ella
me hizo algunas preguntas que Ethan contesto por mí. Y
comenzamos a hablar de cosas banales, en sí, solo ellos
hablaban de música y noticias y yo solo asentía con la
cabeza.

No podía soltar mi collar, me daba una sensación horrenda


cada vez que pensaba que ese chico, Blacke, tenía uno igual
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Catalina De León
Ángeles Mortales

al mío. Creí que era único, tenía aspecto de ser algo único. Y
cómo sabía que era de mi madre era el mayor misterio en mi
cabeza. Trate de actuar como si nada hubiera pasado y
quise empezar a hablar con ellos pero me sentí incomoda.
Esto de ser la tercera en discordia no me estaba agradando
mucho que digamos.

Le hice una seña con la cabeza a Ethan para decirle que iba
a caminar un poco y me asintió. Escuche como le decía a
Sophie “No es que le hayas caído mal, es solo que ella es así,
no es muy comunicativa. Pero no te preocupes, veras que te
caerá mucho mejor cuando la conozcas en la escuela.”

Escuela, había olvidado eso por completo. Escuela nueva,


vida social nueva, por ende, vida social inexistente nueva, eso
era tan motivador para mí, deseaba ya empezar esa dulce
tortura.

Dejando el sarcasmo de lado, comencé a acercarme hacia


el borde de la ruta y me senté en el borde de un montoncito
de arena. Mire hacia donde Elly y ella estaba feliz con su
nuevo “novio”, Anthony, que no tenía aspecto de ser un mal
chico. Luego Ethan, estaba con esa chica, Sophie, que
realmente era muy agradable. Y yo, estaba aquí. Sola. En una
playa, en un lugar que suele ser escenario de hermosas
historias de amor. Hubiese deseado que Ellena no me hubiese
dado tantas novelas de amor para leer en vacaciones,
gracias a ellas tenia este vacío horrendo que se estaba
instalando junto al que ya tenía. Mirar al vacío del mar, igual,
me tranquilizaba y me sentía bien.

-¿Te molesta si me siento?

Mire hacia arriba de mí, un chico muy guapo con ojos verdes
como los míos estaba mirándome fijamente, inclinado sobre
mí. Sus manos estaban en los bolsillos de su pantalón de vestir
que colgaba sobre sus caderas.

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Ángeles Mortales

-No. – conteste muy cortante, él me rodeo y se sentó de todos


modos. – Dije que no, ¿no oíste?

-Mal comienzo, otra vez. Ariana. Soy Chaz, nos conocimos


anoche en la fiesta de Anthony White. – dijo él estirando su
mano, me pareció algo agradable y extendí mi mano
también.

-Sí, claro, el amigo del “chico malote” que corta la corteza


del pan para no cortarse el paladar. – dije entre una
pequeña risa. El rio conmigo también.

-¿Qué hacías?

-Nada concreto, solo miraba al infinito. – hice una pausa – Ah,


y a mis amigos con sus respectivas parejas. – él rio
plenamente.

-Pues, te voy a hacer compañía mirando al infinito y a tus


amigos teniendo acciones adolescentes normales. – echo sus
brazos hacia atrás y comenzó a mirar al vacío.

Después de unos minutos me anime a hablarle. Por primero y


única vez, decidí ser la primera en hablar.

-¿Te puedo preguntar cómo… - Chaz me corto la pregunta.

-¿Cómo te reconocí sin la máscara? Es que te he visto antes,


mi padre trabajaba con el tuyo hasta…bueno. En fin, te he
visto en las fiestas de la oficina y en las cenas que mi madre
insiste en hacer todos los años en septiembre por el cambio
de estación. – él me miró y sonrió – Ayer cuando me acerque
a ti y tu amiga, en realidad fue para sacarme la duda de si
eras tú. Tu cabello es inconfundible, además tu compleción
física, en fin. Soy muy detallista.

-Sí, recuerdo una que otra cena. Pero hoy tengo el cabello
distinto. – dije apuntando la conversación a no sé dónde.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Sí, hoy no tienes los risos inconfundibles de siempre pero el


mismo rostro que hace un año. Aunque un poco más
delgada o quizás más arreglada.

-Puede ser. – conteste tratando de cortar el tema de mí.

-Oí que iras a mi escuela este año. – cambio de tema.

-Sí.

-Lástima que voy un año avanzado, sino seriamos


compañeros. – dijo, lo observe muy seriamente, parecía
mayor a mí, no de mi edad.

-Yo creí…

-¿Qué era mayor que tú? Sí, todos lo creen. Pero es bueno
saber que tengo aspecto de hombre con tan solo dieciséis
años. Me deja ir a lugares que no puedo ir con mi edad. –
encontró mi mirada y me guiño un ojo. Reí como niña.

Ahora éramos nosotros lo que hablábamos de cosas banales.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 11

Hablamos sobre música, arte, en cómo pasa el tiempo y otras


tantas cosas que ya ni sé. Su voz era muy suave y calmada,
me encantaba escucharlo hablar y por eso me limitaba a
contestar frases cortas y concretas. Luego de unos cuarenta
minutos hablando mi celular sonó.

-Discúlpame, es mi amiga, la de anoche. – el asintió y me hizo


una señal con sus manos como diciéndome “adelante”. Me
pare, sacudí un poco la arena y camine tres pasos y atendí.

-¿Dónde estás, nena? – Elly gritaba despavorida, como


asustada.

-Aquí, como a veinte o treinta metros de donde esta Ethan


con Sophie. Al borde de la playa. – pause mirando a mi
alrededor. – Mira, a mi derecha hay un cartel que dice “Playa
limpia, mar seguro”.

-A ver… - ella pauso un segundo. – ya te veo, nena. ¿Qué


haces allí? Voy para ahí.

Colgó antes de que le dijera que estaba con un chico y que


por primera vez en meses me sentía una adolescente normal,
no quería que me lo arruinaran. Volví donde estaba e intente
disculparme con Chaz otra vez.

Sin darme cuenta Elly apareció junto a mí, sola, con lo ojos
rojos.

-Sin preguntas, me quiero ir a mi casa, todo mal con Anthony.


Ve, busca a Ethan y su tortolita y dile que me quiero ir. – no
hizo pausa ninguna, dijo todo lo más rápido que pudo.

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Catalina De León
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-Bueno. Espera. – busque en mi cartera la llave de repuesto


que tengo del automóvil de Ethan pero recordé que
habíamos venido en el de su padre pero se la di igual – Ve y
espera en el automóvil, un momento a solas te va a hacer
bien.

-¿Quieres que te acompañe a buscar a tu amigo, Ariana? –


dijo Chaz que se estaba poniendo de pie y limpiando la
arena de su pantalón.

-¿Y este quien carajos es? – dijo Elly con un tono de rabia
señalándolo con desprecio.

-Chaz, el chico de anoche. – aclare.

-Sin la máscara lo único. – Chaz estiro su mano para dársela a


Elly pero ella se cruzó de brazos y lo miró con más desprecio
aun.

-Los espero en el automóvil. Cinco minutos, Ariana, o


enloqueceré. – se fue a paso acelerado.

-Escucha, iré a buscar a Ethan. Creo que Elly está en una de


sus crisis post-ruptura. – le dije a Chaz como disculpa mientras
caminaba hacia atrás señalando donde estaba Ethan.

-Pues, adelante, iré contigo.

Medio segundo después estaba caminando conmigo hacia


Eth. En el encuentro de mi amigo le conté la situación y,
como se había ofrecido a llevar a Sophie, nos iríamos los
cuatro. Pero en ese momento.

-Disculpen mi intromisión, pero ya que es temprano todavía y


noto que ustedes dos están pasando genial, me ofrezco a
llevar a Ellena y a Ariana a sus casas. – dijo Chaz con sus
manos en los bolsillos del pantalón. – Claro, si a ellas no les
molesta.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Ethan y Chaz me estaban mirando, estaban esperando que


yo contestase, era evidente que estaban pendientes de que
yo aceptase o no esa propuesta.

-Bueno, está en Ariana eso. Ella es algo quisquillosa en los


asuntos de viajar con extraños. – dijo Ethan sin saber que ya lo
conocía.

-No, está bien, con Chaz nos conocemos hace mucho,


nuestros padres trabajaban juntos. – agregue – Además, no
quiero arruinar su momento. – Le di un guiño a Ethan y me
despedí con un “adiós” con mi mano y camine con Chaz
hacia el automóvil de Eth. Elly estaba afuera de él gritando.

Le explique que Eth estaba en una situación semi romántica


con Sophie y que preferí no arruinar su momento, le dije que
Chaz nos llevaría y solo dijo “con este chico voy hasta el fin
del mundo”. Ya se le había pasado toda su crisis y estaba
pronta para atacar otra vez. El viaje hacia lo de Elly fue corto,
así que no le dio mucho tiempo de coquetear con Chaz. Ella
se sentó en el asiento del acompañante y yo atrás, así que no
hable mucho con ellos, eran más charlas entre ellos a la que
les prestaba atención solamente.

Me entere que Chaz quería ser fisioterapeuta aunque su


padre desease que estudiara finanzas como él. Elly le dijo que
ella seria periodista y que Ethan quería estudiar Ciencias
Políticas, con su carisma e inteligencia llegaría lejos.

Luego que dejamos a Elly en su casa, Chaz me dijo que me


cambiase, pase para el asiento del acompañante, así fue.
Me llevo a mi casa y no hablamos en todo el trayecto. Él
sabía mi dirección porque Elly se la había dicho antes de
bajarse, muy de ella.

Cuando estaciono en mi casa fue que dijo las primeras y


únicas palabras que me dijo en todo el viaje:

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Me das tu número? Quizás desee llamarte mañana para


que almuerces conmigo, así conocerás personas. – antes de
que dijese algo, él añadió – Si, tus amigos también.

Así que asentí, le dije mi número y él lo anoto en su celular. De


pronto vi un flash en mi cara.

-¡Hey! – me queje.

-Es para que cada vez que no pueda verte, pueda ver
aunque sea tu foto.

Cerro la puerta, hizo un “adiós” al estilo militar y se alejó de mi


casa, muy despacio. Camine al interior de mi casa y ya
dentro no pude evitar sonreír como tonta.

En ese segundo bajo Lucy en puntitas de pie, con una sonrisa


muy amplia.

-Te estas riendo, no llorando. ¡Dios! ¿Quién era? Dile que le


debo un milagro. – me acaricio el rostro y me abrazo.

-Es un nuevo amigo. No te preocupes, estoy bien, entera, tal


cual como salí de aquí. – le conteste alejándola de mi un
poco, el olor a cigarro me agobiaba.

-Así que… - me miro con una mirada que insinuaba cosas


pervertidas.

-No, sigo siendo la misma Ariana que hace unas horas, antes
de salir de casa. – la decepcioné.

-Bueno, pero es lindo, ¿no?

-Quizás, es simpático y muy inteligente. Definitivamente me


parece interesante. – después de ver la reacción de su rostro,
le aclare – como un nuevo amigo.

-Bueno, por lo menos es un avance. Mañana tendrás con


quien sentarte en el almuerzo además de Eth y Elly.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Era tarde ya y todavía no había aprontado las cosas para el


día siguiente. Mi día de tortura. Primer día en la escuela como
la chica nueva.

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CAPITULO 12

Esa noche logre dormir normal, sin pesadillas, sin sueños raros,
sin cosas extravagantes. Soñé cosas normales. Mejor dicho,
cosas que comúnmente son consideradas normales. El
despertador sonó a las siete y apenas sonó una vez, me
desperté, me senté en la cama y me dije a mi misma “hoy va
a ser un gran día”.

Tome una ducha de diez minutos, me tomo cinco minutos


peinar mi cabello y solo cinco más ponerme el uniforme. En
ese segundo me di cuenta que ya no tenía uniforme. Las
escuelas del estado suelen no tenerlo. Me lo saque y lo tire a
la basura, simplemente, ¿para qué lo quería si ya no iba a ir a
ese colegio nunca más?

Busque en mi armario hasta que encontré unos jeans claros


que me gustaban. La convine con una remera celeste que
tenía una imagen de la torre Eiffel en ella de mangas largas,
muy largas. Había visto un programa hacia unos días que
decía que usar las remeras por dentro de los jeans era el
último grito de la moda y decidí hacerlo. Tome un suéter
negro y lo guarde en mi bolso-mochila junto a tres cuadernos
y un estuche lleno de bolígrafos y marcadores.

Fui al baño y tome mi estuche de medicinas y cosas para


emergencias que siempre trataba de llevar a mi colegio en
caso de incidentes. Tranquilizantes, pastillas para dolores de
todo tipo, tampones, ropa interior extra e hilo y agujas en
caso de tener percances con la ropa. Sí, soy demasiado
precavida.

Baje ya pronta. Mi hermana no estaba, como de costumbre


pero esta vez había dejado una nota en la nevera:

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Catalina De León
Ángeles Mortales

“Toma dinero del cajón, creo que hay más que suficiente,
llévatelo todo por si decides que quizás necesitas ropa nueva
o no sé, quizás, salir con el chico de anoche a desayunar. En
la nevera hay sándwiches para que comas. Hoy es mi primer
día de trabajo. Decidí tomar el puesto de mamá. Creo que
ya ha pasado demasiado tiempo.

Te quiero estúpida. Con cariño, Lucy.

P.D: No aceptes drogas en tu escuela, sabré si lo haces.”

Me reí con parte de la nota pero me sorprendí con que mi


hermana decidiese tomar el lugar de mamá en la empresa.
Ella odia las responsabilidades, dudo dos semanas si podía
hacerse cargo de mí o no, ¿Cómo se iba a hacer cargo de
toda una empresa ella sola? Bueno, por lo menos ahora no
olerá a alcohol tan seguido y quizás la vea más tiempo. En fin,
el lugar de mi madre no lo ocupaba nadie, en si ella iba a
tratar de hacer el trabajo que ella hacía.

Tome dos sándwiches y me di cuenta que tenía hambre. No


había comido nada desde la fiesta de té que Eth hizo para
mí. Así que comí tres al final y un poco de jugo. A las ocho
veinte. Los chicos estaban en la cocina conmigo. Elly entro
algo enojada.

-Me puse el uniforme. Me quedaba horrendo, menos mal que


en la escuela esta no necesito un uniforme y puedo ir sexy
como me gusta. – se dio una vuelta para que la
admiráramos.

-Sí, te ves muy sexy. – añadí.

-Sí, te ves muy zorra. – dijo Ethan con tono de broma.

-Bueno, logre lo que quería, verme muy zorra. – los tres reímos.

-Y bien, ¿estas lista? – me pregunto Eth y yo asentí.

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Saque mi cartera del cajón de la cocina y vi que había


muchísimo dinero pero solo la cerré y la guarde en mi bolso-
mochila.

Salimos y esta vez Elly me dijo que yo iría en el asiento del


acompañante. No quería que pensaran que ella era novia de
Ethan. Los tres nos reímos y comenzamos a hablar de la fiesta
de la noche anterior.

-Anthony me dijo que le parecía hermosa pero que la


inteligencia no era lo mío, así que le dije que si no tuviera que
cambiarme de escuela seguiría siendo la segunda mejor de
todo el colegio y me dijo que era una nenita de papá porque
iba a colegio. Igual me llamo hace un rato y me dijo que lo
perdonara, que estaba algo ebrio y que en realidad él
también podría haber ido a un colegio pero no quiso. – he ahí
la razón del mal estar de Ellena a la noche. Ethan rio y dijo.

-Sophie y yo quedamos en salir a cenar el sábado. Por si les


interesa.

Elly y yo comenzamos a gritar de emoción. Por primera vez en


toda la vida de Ethan, iba a tener una cita, con una chica, sin
ser alguna de nosotras dos. Una cita real. Estábamos muy
emocionadas y comenzamos a decir como tontas “Ethan
tiene novia, Ethan tiene novia”, más que como tontas
sonábamos como niñas. Bueno, como tontas es mejor.

-Bueno, no exageren. Es solo una cita. Bueno, mi primer cita. –


pauso un segundo – Bueno, festejen si, festejen. Ella es
asombrosa.

Y comenzamos a cantar otra vez y luego gritamos


nuevamente. Estábamos demasiado emocionadas. Y todo
iba genial hasta que Elly comenzó a hablar sobre mí.

-¿Y qué hay de Chaz?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Chaz? ¿El chico que las llevo a casa? Que por cierto,
lamento eso. – dijo Ethan.

-¿Qué hay con él? – dije y luego agregue – Y no te


preocupes. Chaz fue muy amable.

-¿Se besaron?

-¡¿Qué?! – soné realmente sorprendida por la pregunta, Elly sí


que era demasiado directa.

-No te asombres, es normal si te hubiera besado. Tú eres linda,


él es lindo, te llevo a tu casa luego de tener una romántica
charla en la playa…

-Basta, exageras. Solo hablamos de cosas tontas, no


coqueteamos ni nada. – pause – Me llevo a casa y me dijo
que podíamos almorzar juntos él, sus amigos y nosotros. Y… le
di mi número.

Elly grito aún más fuerte de lo que lo había hecho cuando Eth
dijo de su cita.

-Exijo detalles. – dijo Ethan mirando por el rabillo de su ojo


hacia mí.

Comencé a relatar la historia, cuando me pidió mi número,


cuando tomo mi foto, lo que dijo, la reacción que tuve y la
reacción que tuvo mi hermana. Ellos estaban emocionados
diciendo que él estaba interesado en mí y bla, bla, bla. Yo
solo me apoye en el posa brazos de la puerta y baje un poco
la ventanilla para tratar de no escucharlos. El aire era fresco y
agradecí haber traído algo de abrigo.

Luego de unos minutos comencé a ver la escuela de lejos.


Mire hacia el frente y Ethan freno de golpe el automóvil. Los
tres quedamos boquiabiertos por la estructura edilicia que
había frente a nuestros ojos. Elly añadió de la nada.

-Este año será interesante.


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CAPITULO 13

La escuela no era nada de lo que yo esperaba, ni nada de lo


que Eth o Elly esperaban. Era una absoluta maravilla. Su
estructura no era muy buena pero los chicos. Era el primer día
de clase y estaban leyendo, estaban estudiando cuando
siquiera sabían que había que estudiar.

A simple vista parecía que todos eran chicos de mi colegio


anterior, chicos que solo estudiaban y estudiaban.
Obviamente, habían chicos que solo estaban sentados en las
escaleras o en el césped sin hacer nada, pero aun así tenían
libros a su alrededor.

Este año no me iba a sentir tan extraña, parecía que todos


eran nerds, como yo. Aunque odio ese término y suelo utilizar
el de “chica decidida a un futuro mejor”.

Eth, estaciono, y él tenía razón, él iba a ser popular por su


automóvil en primer lugar. Todos nos observaban mientras
bajábamos, odiaba llamar la atención, adoraba ser
ignorada.

Caminamos hacia el interior de la escuela y ahí si se desato la


sorpresa. Paredes que estaban en ruina, casilleros graffiteados
y chicos que tenían aspecto horrendo. Era un lugar en el que
no encajábamos ninguno de los tres. Eth estaba usando
camisa y pantalones de jeans como siempre, pero Elly estaba
usando una minifalda, una blusa sin mangas rosa y unos tacos
del infierno. Todos volteaban a verla. Ella era sexy y
provocadora. Ella era hermosa.

Ethan se dio cuenta de mi sensación y me dijo.

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Catalina De León
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-Tú sin escotes ni minifaldas, cautivas, de eso estate segura. –


me sonrió y yo le sonreí de vuelta.

Sacamos de nuestras mochilas nuestros horarios. En todas las


clases estaba con alguno de ellos dos o incluso había dos
clases que íbamos juntos los tres. Pero había una clase que yo
estaba sola, Literatura Clásica. No me molestaba tener que
estar sola esa clase, requería mucha lectura y atención, así
que dudaba que me fuese a ir mal. Además era mi última
clase de todos los días. Así que estaría con Eth y Elly el resto
del día, todos los días.

Fuimos a la oficina del director a pedir nuestras nuevas


asignaciones de casilleros, y por las buenas influencias del
padre de Elly, nos dieron unos casilleros en el pasillo principal,
donde estaban todos los chicos populares. Punto en contra
para mí.

Nuestra primera clase fue Ciencias Sociales, en esa materia


íbamos los tres juntos. Nos sentamos como lo hacíamos en
nuestro antiguo colegio. Yo en la fila de medio, en el primer
asiento, Ellena a mi derecha y Ethan detrás de mí. Las horas
pasaron muy rápido, más de lo que esperaba, cuando quise
darme cuenta, ya era hora del almuerzo y mi celular sonó.

-¿Hola? – respondí con duda, no tenia en mi lista de


contactos ese número.

-¡Hey! Soy Chaz. – contesto él entusiasmado. - ¿Almorzamos?

-Un segundo, Chaz…- tape la bocina del teléfono y le dije a


los chicos si querían almorzar con Chaz, Elly iba a almorzar
con Anthony y Ethan con Sophie, pensaban que podíamos
almorzar los seis. - ¿Chaz, sigues ahí?

-Sí. ¿Y bien?

-¿Quieres almorzar con Elly, Ethan, sus respectivos “casi


novios” y yo?
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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Es que tengo que almorzar con Dylan y Amy…- dijo él, sabía
que Elly con Dylan juntos era algo imposible.

-Mmm…déjame hablar con mis amigos y te mando un


mensaje, ¿sí? – dije al final.

-Bien, lo espero entonces. – dijo y colgó.

Respire hondo y le dije a los chicos lo que él me había dicho,


Elly dijo que por ningún motivo se iba a sentar con Dylan, que
era un descortés y grosero. Le dije que no exagerara, que ella
exagero un poco en las cosas que los chicos nos habían
dicho el día de la fiesta, que en realidad ellos nunca se
comportaron groseros con nosotras, pero ella me dio un no
rotundo. Eth, por otra parte me dijo que a él no le molestaría ir
con Sophie a almorzar con nosotros pero que ella quería
presentarles a sus amigas. Así que Ellena tuvo la brillante idea
de decir.

-Almorcemos, solo por hoy, separados. La siguiente clase que


tengo no estoy con ustedes, así que Ethan puede ir por ti,
para ir a ella.

-Me parece bien, solo si Ari se siente cómoda a solas con ese
chico. – dijo Eth con su mirada inquisidora.

-Sí, estaré bien, van a haber dos personas más. Pues hagamos
eso.

Nos dimos un adiós rápido con la mano y comencé a


redactar un mensaje para Chaz.

“Chaz, ¿te incomodaría que vaya sola a almorzar con


ustedes? Mis amigos van a tener una acción normal
adolescente con sus respectivas parejas y bueno, eso de ser
la tercera en discordia no me agrada. Soy Ariana.”

En menos de un minuto tenía el mensaje de respuesta:

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Catalina De León
Ángeles Mortales

“No necesitas ni preguntar. Te espero en la puerta de la


cafetería. Y no necesitas aclararme que eres tú, te tengo en
mis contactos con tu foto. Jajaja”

Reí y camine hacia la cafetería, estaba a menos de diez


metros de allí cuando me di cuenta que no había traído
almuerzo, que tendría que comprar algo. Así que entre
directo en la cafetería y tome una bandeja. Mire hacia la
puerta pero Chaz no estaba. Así que compre comida y
apoye la bandeja en una mesa vacía. Tome mi celular y le
escribí a Chaz:

“Tuve que comprar mi almuerzo. Lo siento, me perdí.”

En una milésima de segundo él estaba tras de mí.

-¡Taran! – dijo entre risas. No evite reír.

-Que tonto. – seguí riéndome.

-Si es lo que te hace feliz, si, lo soy y mucho. – dijo con una
gran sonrisa. - ¿Vamos? – señalo el camino ante mí. – La
tercer mesa contra las ventanas. – me aclaro.

-¿Leíste algún libro de Nicholas Sparcks? – pregunte de la


nada.

-Todos.

-Lo que dijiste me sonó a una frase de uno de ellos.

-“- Puedo ser todo lo que tú me pidas. – contestó. -Eres un


tonto. – ella rió. –También puedo serlo si lo deseas.” – Chaz lo
dijo como si supiera que era exactamente a lo que me
refería.

-Me fascinó ese libro. – agregue, sentía como el color carmesí


invadía mi rostro.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-A mí también. Es de mis preferidos. – agregó – Bien, aquí


estamos. – señalo a dos chicos que estaban sentados en la
mesa frente a nosotros.

-¡Hey, Chaz! Trajiste visitas. – dijo Dylan, él no me reconocía al


parecer.

-Algo así, ella es Ariana, la amiga de la chica a la que


acosaste antes de entrar a la fiesta el sábado. – le dijo él a
Dylan.

-Un gusto, Ariana. Ven siéntate, puedo acosarte también a ti.


– quede muy sorprendida, el comenzó a reír. – solo
bromeaba. Siéntate.

-No te tomes a pecho todo lo que este tonto dice. – dijo la


chica – Soy Amy, la mejor amiga de estos imbéciles.

-Un gusto conocerlos a ambos. – dije y me senté frente a Amy


y Chaz frente a Dylan.

-Desde ya les digo, es muy tímida, nada de bromas pesadas o


cosas sin sentido. – Chaz miro directamente a Dylan con
mirada severa. - ¿Entendido? – ambos asintieron.

Comenzaron a hablar de cosas banales, como de las nuevas


modas absurdas de este año o que solo tendrían una clase
en común Amy y Dylan este año. Ellos eran un año mayor que
yo, eran compañeros de Chaz, pero no tenían ninguna clase
en común. Todas las clases de Chaz eran avanzadas, iguales
que las mías a excepción de que las mías era de un grado
menor que las de él. Me hicieron algunas preguntas
superficiales como cuál era mi banda preferida o si me había
gustado la escuela. Conversaciones normales. Yo solo asentía
con la cabeza o negaba. Cosas simples. Dylan y Amy
discutían mucho, en una de sus discusiones Chaz se acercó a
mí y me susurro al oído:

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Ellos se gustan por más que no lo admitan. Al no admitirlo ni


asimilarlo prefieren tratarse mal y discutir. Por eso, desde ya te
digo, odio las discusiones, prefiero la parte de asimilación.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 14

No sabía cómo tomar esa frase de Chaz, no sabía cómo


confrontar lo que él me había dicho. No sabía si se refería a
que no le agradaba que dos personas que se gustan se
traten mal o si se me estaba declarando indirectamente. Esa
frase me sonaba muy a “prefiero que nos digamos ya que nos
gustamos y no estemos como ellos”. No, era imposible, no le
podía gustar, era como creer que podía llegar a odiar a Eth o
a Elly. No le gusto, solo lo dijo para hacerme saber que
detestaba esa faceta de sus amigos, que negaran lo que
sentían. Si era eso.

Cuando la hora del almuerzo estaba por terminar, Ethan me


envió un mensaje de texto preguntando dónde estaba. Lo
llame y le dije dónde pero me dijo que mejor me esperaba en
la puerta de la cafetería.

-Debo irme. – le dije a Chaz en voz baja. – Ethan me espera


para nuestra próxima clase.

-Oh, claro. Te acompaño.

-No es necesario, pero gracias. – dije con una media sonrisa,


hasta ahora el primer día de clases no había sido para nada
malo. – Fue un gusto conocerlos chicos. – les dije a Amy y
Dylan.

-El gusto fue nuestro. – dijo Dylan.

-Sé que somos geniales, por eso mañana almorzaras con


nosotros otra vez. – dijo Amy.

-Yo lo pienso y tú lo dices Amy. – dijo Chaz entre risas.

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Ángeles Mortales

-Hare lo posible. Gracias por todo, nos vemos. – me despedí,


tome mi bandeja y me fui hacia la barra de comidas a
depositarla.

Camine hacia la puerta donde Ethan estaba despidiendo a


Sophie, ella ya se iba hacia sus clases, cuando me vio, me
saludo amablemente y yo también lo hice a lo lejos.

-Te ves muy alegre, Ariana. Cuéntame qué pasó con detalles.
–dijo Eth mientras caminábamos hacia nuestra clase.

-Nada en sí, solo almorcé con Chaz y sus amigos. Son


geniales. – sonreí.

El resto del viaje hasta el salón y luego que nos hubiéramos


ubicado en nuestros asientos fue una charla sobre Sophie y
sus amigas. Él estaba emocionado así que no le comente
nada sobre lo de Amy y Dylan y lo que Chaz me había dicho
al respecto. Cuando sonó el timbre nuestra profesora entro a
la clase y Eth y yo hicimos silencio.

Las siguientes clases no fueron muy interesantes, fueron muy


normales ciertamente. Solo una o dos veces tuve que
explicarle a cada profesor cómo se pronunciaba mi apellido,
por una extraña razón todos decían “Slinconsd o Sliconds”
cuando en realidad se pronuncia tal cual se escribe, Slicolds.

En la clase de Biología nos aburrimos un poco Elly y yo, así que


comenzamos a enviarnos cartas en pequeños trozos de
papel. Ella me conto que sentarse con los chicos más
populares era genial y que Chaz era uno de ellos, pero que
rara vez almorzaba en el patio, le gustaba más almorzar en la
cafetería. Yo le conté lo de Chaz y cuando lo termino de leer
grito suavemente y el profesor que estaba de espaldas a la
clase se dio la vuelta y se dirigió hacia Elly.

-Señorita Collins, ¿cierto? – Elly asintió – Bien, no quiero más


interrupciones en mi clase. Si no le gusta el tema en cuestión,

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Ángeles Mortales

quizás le interese los temas que están siendo dictados en la


oficina del director.

-Disculpe, Señor Smith, no volverá a pasar. – Elly se disculpó y


él volvió hacia el pizarrón y siguió con su clase.

Elly me escribió otra carta y me dijo su opinión al respecto, por


más que no se la pidiese.

“Ese chico esta loquito por ti, amiga. Aunque es demasiado


directo para ti. Tú eres de esas chicas que se conquistan en
largos lapsos de tiempo, no en dos días. Que se esmere un
poco más. Igual, sí que es una frase genial para declarársele
a una chica indirectamente.”

Me reí muy bajo pero la profesora no escucho y seguí


escribiendo mis apuntes. Esa hora se hizo eterna luego de
todo lo que ella me había dicho en esa última carta. Por
primera vez en mucho tiempo, sentía una sensación rara al
pensar en Chaz. Nunca me había pasado antes a no ser
cuando me sentía atraída por Ethan.

Si, estuve atraída por él hace dos años, pero fue algo muy
tonto, solo fue por unos meses y luego se me paso. Es que
nadie me puede culpar, él es el chico perfecto, sin contar su
afición por su misión, por suerte ya había encontrado a
alguien de quien se sentía atraído y ya no tenía que hacerlo
más.

Cuando finalizo mi penúltima clase me junte con los chicos en


el pasillo principal. Ellos tenían Ingles y yo Literatura Clásica.
Así que teníamos que ponernos de acuerdo en donde nos
íbamos a encontrar para ir a casa.

Optamos porque Elly y Ethan me esperaran a la salida en el


estacionamiento y que yo iría a su encuentro cuando saliese
o viceversa.

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Ángeles Mortales

Entre en clase y éramos muy pocos chicos, era mi única


materia que no era avanzada. Así que técnicamente era mi
única clase normal. Sin contar que no conocía a nadie en esa
clase. Me senté en el primer asiento de la hilera contra las
ventanas. Las últimas dos filas de atrás estaban vacías. El
timbre toco y una profesora mayor entro a clase.

Era una mujer mayor, de unos cincuenta y tantos años, pelo


canoso y despeinado, con aspecto de persona distraída y
torpe. Venía con un alto de siete libros que se veían pesados
y un compañero se paró para ayudarla.

Cuando tomo asiento miro la lista, le pidió a un chico de


nombre Phil que cerrase la puerta y continúo mirando la lista.

-¿Slinconds? ¿Ariana Slinconds? – levanto la mirada y


encontró la mía. – Tú eres Ariana Slinconds. Es la primera vez
que te veo en una de mis clases. Siempre somos los mismos
cada año.

-De hecho, - aclare – Se pronuncia “Slicolds”, tal cual se


escribe. – mi voz era muy poco audible.

-¿Disculpa? Estoy algo mayor ya, no te oí – dijo – ¿Qué dijiste?

-Dijo que su apellido se pronuncia “Slicolds”, tal como se


escribe.

Un chico había contestado por mí, mire hacia la puerta y era


él. El chico de la máscara, Blacke, quien esta vez, lucia su
collar fuera de su camiseta, al igual que yo.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 15

Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, como si el mismísimo


Señor de las Tinieblas hubiese pasado dentro de mí. Era
demasiado absurda la situación. Justo en la única clase que
no tenía con ninguno de mis dos amigos él estaba aquí. ¿Qué
carajo estaba pasando? Y, ¿desde cuándo uso ese
vocabulario?

Trate de mirar al frente y no mirarlo a los ojos, sabía


perfectamente lo que generaba en mi esos ojos, pero sé que
su mirada estaba buscándome. Sé que él estaba
buscándome.

La profesora se puso de pie y miro a Blacke que estaba frente


a mí, de espaldas, con las manos apoyadas en el escritorio.

-¿Por qué será que no me asombra tu impuntualidad,


chiquillo? – dijo la profesora.

-No le voy a inventar escusas absurdas, ya todos sabemos


cuál es la correcta. Me da pereza caminar hasta este salón
así que lo hago despacio. – se dio vuelta y se apoyó contra el
escritorio, exactamente frente de mí. Baje la mirada y
comencé a garabatear mi cuaderno. – Pero si hubiera sabido
que este año esta clase iba a ser un poco más interesante,
hubiese llegado temprano. Pero ya saben cómo es – busco
mi mirada hasta que logro que lo mirase. – lo bueno, se hace
esperar.

Sentí como el calor subía a mi rostro y me invadía la agonía


de la vergüenza. Este chico estaba provocándome. Para mi
suerte, la profesora le pidió que se sentase y que dejara el
teatro para otro día.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Sutilmente se sentó en el asiento detrás de mí. Sus rodillas


rosaban mi espalda por medio de la rendija del respaldo de
mi asiento. Él lo sabía y se aprovechaba. Constantemente las
movía y provocaba que yo me moviese también.

-¿Algún problema, Señorita Slicolds? – pregunto la profesora


directamente mirándome a los ojos.

-No, lo siento. – dije en mi voz normal: apenas audible.

-Si va a tomar esta clase le voy a pedir que hable fuerte y


claro, los años no vienen solos y mi audífono esta al máximo
ya. – aclaro ella con un tono de abuela, ese tono en el que
ellas te hablan para que hagas caso o termines tu comida,
sumamente calmada y tranquila.

-Dijo que no tenía ningún problema, que lo siente. – dijo


Blacke detrás de mí.

-Gracias, querido, pero no quiero que hagamos este jueguito


de teléfono descompuesto, prefiero que ella me hable
directamente, como me lo merezco. – dijo con voz muy
fuerte. – Slicolds, por favor, podría hablar fuerte y claro.

-Sí, disculpe, es que soy algo tímida, es mi primer año en esta


escuela. – creo que esta vez si había logrado escucharme
claramente porque asintió y siguió dando la clase.

Escribió en el pizarrón una lista de libros los cuales ya había


leído, todos sin acción o suspenso. Pero estaba uno de mis
libros preferidos así que no sería tan malo, además a lo que
ya los había leído sería más simple para mí.

Cuando termino explico su forma de puntuar y su manera de


dar las clases, era un monologo amplio, la única que no lo
conocía era yo, así que ella cortaba su monologo cada tanto
diciendo cosas como “Si, habrán exámenes sorpresa” o “No,
no quiero que ustedes den clases de exposición” como si

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Catalina De León
Ángeles Mortales

todos los años le preguntasen lo mismo, ella ya tenía las


respuestas.

Mi problema fue cuando Blacke comenzó a susurrar a mi


oído.

-¿Sabes que es lo que más me gusta de todo esto? – no


conteste pero levante la cabeza apenas él habló. – Que te
veré todos los días en esta clase y sin guardias de seguridad.

-Cállate. – susurre.

-¿Realmente quieres que lo haga? – toco mi cuello del lado


izquierdo y saco mi cabello hacia atrás. – Te estremeces con
mi presencia, me encanta provocar eso.

-Déjame en paz o le diré a la profesora. – dije con un tono


aún más bajo que el normal.

-¿Qué le dirás? ¿Qué te sientes atraída por mi tacto, por mi


voz o por mi simple presencia?

-Disculpe, Profesora. – dije lo más alto que pude - ¿Podría


cambiarme de lugar?

-¿Razón? – dijo ella mirándome por encima de sus gafas.

-Me siento incomoda en este lugar. – conteste.

-Blacke, deja a la chica nueva en paz. – dijo un chico en el


otro extremo del salón.

-No hice nada. – dijo Blacke recostándose en el respaldo de


su silla, yo voltee para verlo, estaba con una media sonrisa
inclinada hacia su lado derecho.

-¿Así que estas molestando a la chiquilla, Blacke? Eso sí que es


nuevo. – dijo la profesora acomodándose las gafas. – este
año será interesante.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

¿Qué le pasaba a todo el mundo con esa frase? Yo solo


quería un año normal y todos estaban insistiendo con que
este año sería interesante. ¿En que lo seria? Solo es otro año
escolar, fin. Una alumna nueva no hace la diferencia.

La profesora me miro y dijo que si no me molestaba que me


quedase en ese lugar porque si me sentaba en el fondo del
aula no podría oírme y ahí por lo menos tenía la traducción
de Blacke. Asentí y me calle. Blacke rio, como diciéndome
“gane” pero lo menos que quería era tener una estúpida
rivalidad escolar. Trate de ignorarlo, solo quedaban unos
minutos de clase.

La profesora hablo un poco más hasta que dijo lo que me


temía en esta clase.

-Este año volveremos a utilizar el sistema de parejas para las


monografías y ya que este año somos numero par, Blacke no
tendrás que hacerlo solo. Lo harás con Slicolds.

-¡¿Qué?! – los dos lo dijimos a la vez pero su expresión fue de


alegría sínica, la mía fue de sorpresa y enfado.

-Sí, y no quiero escusas ni dramas, pónganse de acuerdo


porque para el jueves quiero una monografía de los cinco
poemas de Baudelaire que escribí en el pizarrón. Y como sé
que Blacke siempre entrega las mejores y para asegurarme
que ambos trabajen, tendrán que hacer una conclusión y
opinión personal ambos. Por separado pero juntos, como un
debate. ¿Qué tal? – se acomodó las gafas y se puso de pie
frente al escritorio.

El timbre toco y una chica de la clase se acercó a mí y me


dijo cosas como que odiaba las monografías escritas por
computador y que ella conocía demasiado la tipografía de
Blacke y su vocabulario como para engañarla así que tenía
que trabajar con él. Fue decepcionante. Le agradecí a la
chica y Blacke seguía sentado detrás de mí.
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Catalina De León
Ángeles Mortales

Junte mis cosas y encendí mi teléfono. Tenía un mensaje de


Eth.

“Nuestro profesor de inglés nos dejó salir diez minutos antes


del timbre. Estamos en el café del centro, el de siempre. ¿Te
molestaría tomarte un taxi o quieres que te vaya a buscar?”

Conteste lo más de prisa que pude mientras colgaba mi


bolso-mochila de mi hombro y caminaba hacia la puerta y
después a mi casillero.

“Tomare un taxi, no te preocupes.”

En mi casillero junte mis otros cuadernos y me puse el suéter


que había llevado porque afuera estaba nublado y notaba
que había viento. Cuando cerré mi casillero fue que me
sorprendí con unos ojos mirándome fijamente.

-¿En tu casa, a las siete? – dijo Blacke.

-No, tú analiza los dos primeros y yo los otro tres. Luego te


paso mi crítica y opinión personal, la criticas y listo. – dije,
tranque mi casillero y me aferre a mi bolso cuando salí. Hacia
frio y había más viento de lo que pensé.

-Vi, por error obviamente, que tus amigos te dejaron varada. –


tomo mi muñeca, otra vez su dedo índice sobre mi cicatriz. –
Ven, te llevare.

-No, gracias. Tomare un taxi. – dije cinchando de mi muñeca.


Estaba siendo agresiva, yo no soy así.

-¡Ja! Suerte con eso, no pasan taxis por aquí. – dijo en tono
sínico y agrego – Además no te estaba preguntando, te iras
conmigo. Tú y yo necesitamos hablar por esto, muñeca. –
señalo nuestros collares.

Negué con la cabeza y en menos de dos segundos me había


tomado en brazos y me colgó en su hombro derecho. Me
arrastro al auto. Grite como una maniática “auxilio”,
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“socorro”, “es un secuestro” pero el lugar estaba desierto. Me


llevo una calle hacia el lado oeste de la escuela y me soltó
frente a la puerta abierta de un automóvil muy lujoso.

-Sube, no te resistas más. – dijo con voz de cansado.

-Odio a los chicos como tú, se hacen los malotes cuando


cortan la corteza del pan por miedo a cortarse el paladar. –
dije parándome frente a la puerta y tratando de que él se
corriera.

-¿Qué se hacen los “malotes”? – dijo haciendo signo de


comillas con sus manos, comenzó a reír y añadió. – No me
hago el chico rudo, lo soy, muñeca. Créeme, lo soy. Pero es
culpa de tu pasado que yo esté en tu vida. Ahora sube.

Sin más, subí, era mi oportunidad de que el me dijese que


pasaba con nuestros collares. Volvió a señalar su collar y miro
el mío. Los miraba con desprecio. Casi el mismo desprecio
que estaba sintiendo yo por él.

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CAPITULO 16

Dentro del automóvil, solo tome asiento y él subió junto a mí,


un hombre de unos aproximados cuarenta años estaba al
volante.

-¿A dónde? – me preguntó Blacke.

-Al café Preta, en el centro. – mi voz era apenas audible, me


puse el cinturón de seguridad y mire fijo hacia adelante.

-Ya escuchaste, Edgard. – dijo al presunto chofer. Él asintió y


arrancó el automóvil.

Por los primeros segundos el tranco su puerta y apoyo la


espalda directamente en ella, su pierna derecha estaba
flexionada por debajo de su otra pierna y tenía los brazos
cruzados. Su mirada estaba clavada en mí. Por mi parte, tenía
el pelo hacia adelante consecuencia de tener la cabeza
baja. Él no podía, no quería que viera, mejor dicho, mis ojos y
boca con nervios ni mis mejillas tan rojas como la suela de sus
tenis.

-¿Y bien? – comenzó a hablar. - ¿Sigues pensando que no


tenemos nada en común?

-No lo tenemos. – conteste en voz sumamente baja.

-¿No has soñado nada raro o has visto a alguien extraño en


los últimos días? Después del día que recibiste ese collar me
refiero.

-¿Además de ti? No…- dude, pensé un momento, él quedo


callado. Luego de un momento que no fue por más de diez
segundo añadí – De hecho, el día de la fiesta de máscaras vi
a alguien observarme desde una de las ventanas de la casa

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Catalina De León
Ángeles Mortales

de Anthony. En ese momento creí que quizás era uno de los


padres de Anthony pero él aseguro que no había ningún
adulto presente, además, no llevaba mascara.

-¡Bingo! – grito Blacke. – ¿Que aspecto tenia?

-No sé, parecía un hombre pero tenía rasgos de mujer a la


vez, tenía cabello de color rubio, ondulado y más largo de un
lado que del otro pero aun así era corto. No le preste mucha
atención. – dije, esta vez con la cabeza alta, mi color rojo ya
no estaba. – Solo lo vi por un momento y un segundo
después, la cortina de esa habitación estaba cerrada.

-Bien, era Gabriel.

-¿Cómo lo conoces? – dije, esta vez sí lo mire.

-Es mi Jefa designada. Esta encargada de mí. – pausó un


segundo – Y ahora de ti.

Yo misma me estaba asustando con lo que había dicho. Lo


que creía que era un espectador era la Jefa de la que él me
había hablado el día anterior. Esto es extraño.

-¿Cuál es su encargo? No comprendo. – dije asustada,


despavorida.

-De que te revindiques. Por lo de tu intento de suicidio y esas


cosas. – dijo de la nada.

Era la primera vez en meses que escuchaba esas palabras.


Era como el momento en que uno de los doctores le dijo a mi
hermana “Su hermana intento suicidarse” y mi hermana no
paraba de llorar mientras yo me hacia la dormida. ¿Cómo
sabia él de eso? No lo sabía nadie. Lucy le pagó una fortuna
al hospital para que no pusiese eso en mi historial clínico y
para que ni el doctor ni la enfermera que me atendieron
dijesen nada de eso. Solo supieron los Collins y los Miller, y solo

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lo supieron porque les deje una carta a Eth y a Elly la cual ellos
vieron, pero nunca dijeron nada. Ni siquiera me juzgaron.

-¿Cómo sabes de eso? – dije temblando, mis ojos estaban


llenos de lágrimas.

-Te toque, se todo de ti.

-¿Qué? - mi voz había sido tan insegura y desconcertada que


él se acercó a mí y me tomo del mentón. Levanto mi cabeza
y me obligo a mirarlo. Estaba muy confundida - Si es una
broma, me está pareciendo pésima, me está asustando y
demasiado. – dije entre sollozos. - Es porque soy la nueva,
¿verdad? ¿Qué te hice?

Seco mis lágrimas con sus pulgares y me tomó el rostro con sus
dos manos. Me miro a los ojos y pude ver los suyos con
profundidad, tras esos ojos color miel había mucho dolor,
mucha mierda, como en mi alma.

Me quede perpleja mirando hacia el vacío de sus ojos. Él se


limitó a mirarme también. Después de unos veinte segundos,
una eternidad para mí, él dijo.

-Esta noche, a las diez, nos reuniremos con Gabriel. Quiero


que ella misma te diga que está pasando. – dijo alejándose
un poco de mí. – Y por ahora, solo tienes que saber que
desde el sábado eres una de nosotros, una Blefmanser. Una
Guardiana del Equilibrio.

No sabía que decir, no sabía cómo reaccionar, estaba tan


mareada y confundida que opte por mirar hacia adelante.
Me di cuenta de que el chofer estaba ahí.

-¿Usted también es parte de esta mentira? ¿Tan bien le


pagan? – me dirigí a él directamente. Miró por el espejo
retrovisor y contestó con un leve tono británico.

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-Me pagan por conducir, no para opinar. Pero ya que insiste,


Señorita, le informo que no es una mentira. El señor odia
hablar del tema, si lo hace con usted, es porque es parte.

-No quiero más comentarios, Edgard. – dijo Blacke y él asintió.


– No estoy mintiendo. ¿Qué gano con mentir, Ariana? Dime, si
conoces una razón coherente te dejare que te des contra la
pared tú sola.

Comencé a pensar, abrace mi cabeza por un minuto y me di


cuenta que no tenía razones para hacerlo. Que tenía que ser
verdad. No podía quedarme con la intriga, necesitaba saber
que estaba pasando. Necesitaba respuestas.

-Si contestas una última pregunta accederé a ver a esa


chica-chico, Gabriel. – dije en voz baja.

-De acuerdo, dispara. – dijo el apoyándose nuevamente en


la puerta.

-Si soy una Blef-nosequecarajo por culpa de mi pasado, por


intentar…ya sabes que, ¿Qué hiciste tú, Blacke? ¿Qué hiciste
para ser uno también?

-Morir, pero mi historia es distinta a la tuya. Tú solo piensa


ahora que nadie debería ver tu collar así siempre – señalo mi
collar que estaba por encima de mi suéter. – En realidad,
ningún otro Blefmanser debe saber que tú también lo eres.

-¿Y por qué tu si sabes? – lo mire, estaba confundida.

-Porque soy tu compañero de misión. – dijo con un tono


irónico – En sí, tú eres mi nueva compañera. Mi misión
comenzó hace un mes, ahora tú debes ayudarme también.

-¿Compañera? Sí, claro, de Literatura Clásica. – mi tono era


aún más irónico.

-Sí, compañera. ¿O prefieres el término pareja? – sonrió.

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-No.

-Bueno, ya respondí. A las diez, Edgar pasara por ti. – dijo


cortante – Gabriel ya sabe que iras, si faltas se enojara, y no
quieres conocer a un ángel enojado.

-¿Ángel? – esto ya era demasiado raro, estaba comenzando


a creer que estaba loco.

-Sí, muñeca, Gabriel es un ángel, en realidad está viendo


todo esto. Pero solo se presenta cuando la llamo. Y este no es
el momento. – agregó y el automóvil freno. – tus amigos están
allí, ellos no pueden saber, Ariana. Es irónico que te lo diga,
pero confía en mí hasta esta noche, solo hasta esta noche,
después ya no necesitare que te lo pida, confiaras en mí
ciegamente. Veras que no miento.

Estuve varios segundos con la cabeza baja meditando todo


esto, tome mi collar y lo quise sacar de mi cuello, no pude,
cada vez que hacia el intento por quitármelo no podía.

-Es tu marca. Es como tus cicatrices, no se van a ir. – contestó


Blacke por mi reacción.

-A las diez nos veremos. Y si es mentira te denunciare a la


policía por acosador. – dije muy cortante mientras me
sacaba el cinturón y abría la puerta. Él se sentó derecho y se
puso el cinturón de seguridad.

-Lo sé, muñeca. No te puedes resistir a mis encantos.

-Odio a los chicos como tú.

-¿Qué te mueven hasta la más pequeña molécula del


cuerpo?

Cerré la puerta y camine hacia Eth y Elly que estaban


sentado, esperándome.

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CAPITULO 17

Ethan se puso de pie cuando vio que entre. Le hice seña para
decirle que iba hacia el baño y ya iba a su encuentro.

Entre en el baño, me apoye en la puerta y comencé a llorar


deslizándome hacia abajo hasta que quede en cuclillas. Esta
situación era muy extraña, era demasiado para mí, no sabía
qué hacer. Llore por unos minutos y luego me puse de pie.
Camine hacia el espejo, mi aspecto no era muy malo. Lave
mi rostro, me puse corrector de ojeras para que no se notase
que estuve llorando. Tenía la esperanza de que los chicos no
me hayan visto bajar del automóvil de Blacke. Cuando creí
que estaba casi normal, salí del baño.

Camine hacia la mesa pero para mí pesar Elly me conocía


demasiado. Los dos se pusieron de pie. Eth por cortesía, como
siempre, pero Elly, como muy buena futura periodista, estaba
lista para disparar su asombroso y extenso cuestionario.

-¿Cómo llegaste? – dijo Elly.

-En taxi. – dije fríamente mientras me sentaba. – Si, hola para ti


también Elly.

-Hola. – dijo y continuó - ¿Desde cuándo los taxis son


automóviles lujosos?

-Desde hoy. – mi tono fue más en tono de pregunta que de


afirmación.

-¿Quién te trajo, Ariana?

-Un compañero de Literatura Clásica.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Es broma cierto? – dijo con tono irónico – Así que en la


única clase que no estamos juntos, Blacke está contigo. Que
interesante.

-No es interesante, es tedioso. No me agrada para nada y él


lo sabe. – dije enojada – No quiero hablar más de ello así que
hablaremos de otras cosas. Blacke no es tema de
conversación.

-Estas muy sobresaltada, Ari. Dinos qué pasa. – Eth estaba con
sus codos apoyados en la mesa y con sus manos sobre el
rostro.

-Nada, es un patán, deje que me trajera porque no encontré


taxi. Es soberbio, engreído y pretencioso. Fin. – esta vez sí tuve
la última palabra en la situación.

Elly se sentó, Ethan la siguió y los tres terminamos


compartiendo una misma mesa sin dirigirnos ni una palabra
por varios minutos. Pero Eth logro romper el hielo y hablo
primero.

-¿Mozo? – llamo a uno de los chicos detrás del mostrador, el


chico vino en menos de un segundo con papel y lápiz en
mano. - ¿Puede ser un café doble, un té rojo y un chocolate
caliente para beber?

-Por supuesto. – dijo el chico no muy mayor a nosotros


mientras anotaba - ¿Algo para comer?

-Para mí quiero unas magdalenas. – Eth nos miró y el chico


que estaba tomando el pedido también lo hizo.

-Yo quiero dos croissants rellenas y cambia el té rojo por una


taza de café cortado. – dijo al final Elly.

-¿Podrías traerme uno para mí también? – dije y el chico


asintió. - Gracias.

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Ángeles Mortales

El chico se puso el lápiz tras la oreja y guardo la libreta en su


delantal, se encamino a la cocina y los tres nos volvimos a
mirar.

-Bien, está bien. – dije después de un minuto, tratando de


pensar una excusa coherente de porque me trajo Blacke. – Es
que nos tocó ser compañeros en una tarea de clase y como
no conseguí taxi para venir, él se ofreció a traerme y así en el
camino hablábamos de la tarea y no teníamos necesidad de
encontrarnos dos veces, con una sola más ya bastara.
Accedí y aquí estoy. – dije respirando profundamente. Antes
de que Ethan hablara conteste su pregunta no formulada. – Y
dije y reafirmo que es un patán porque lo es. Se me insinuó
muchas veces ya. Y todo por mi boba caída desde las
escaleras.

-Wow, espera… - dijo Ethan – ¿Es el mismo chico?

-Aja, pero Ari no quería que supieras. Debe ser porque sabía
que te enojarías con él y lo enfrentarías por lo que pasó el
sábado en la habitación, ya sabes, lo de la situación. – dijo
Elly. Me limite a asentir y Eth quedó callado.

Los próximos minutos no hablamos, Elly jugaba con su


teléfono, Eth estaba mirando hacia afuera con sus codos
sobre la mesa y las manos en su rostro, y yo, solo estaba
inclinada en mi silla hacia atrás y pensaba sobre las palabras
de Blacke. No podía ser todo real. Sus palabras pasaban por
mi cabeza como fugaces pantallazos. “Bien, era Gabriel.”, “Es
mi Jefa designada. Esta encargada de mí. Y ahora de ti.”, “Y
por ahora, solo tienes que saber que desde el sábado eres
una de nosotros, una Blefmanser. Una Guardiana del
Equilibrio.” Todo era tan confuso, tan extraño; pero a la vez
sentía esa adrenalina que invadía mi cuerpo, era algo
emocionante, no sabía por qué, pero lo era. Toque mi collar y
recordé que él había dicho que tratara de que no lo viese

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Ángeles Mortales

nadie más, que ningún otro Blefmanser podría saber que


también yo lo era.

-¡Ariana! – grito Elly y me trajo a la realidad. Me sobre salte y


ellos rieron - ¿Es por tu almuerzo con Chaz? Apuesto que sí.

-Basta, me hacen sonrojar. – dije entre risas, me había


olvidado de Chaz por completo. – No fue nada del otro
mundo, solo almorzamos con sus dos mejores amigos. Al
contrario que nosotros, ellos son dos hombres y una mujer. Es
gracioso si lo piensan. Justo son tres. Y ninguna de las letras
iniciales de ellos coinciden con las nuestras a excepción de
Amy y yo, y ella es la única mujer en ese grupo y yo soy la
única mujer normal en este. – Ethan comenzó a reír a
carcajadas, Elly al principio trato de fingir estar ofendida y
después rio con nosotros.

-Buen detalle mi querida amiga, buen detalle. – dijo Ethan –


Pero estas nerviosa, nunca hablas tanto en tan poco tiempo.

-Lo sabía, por algo estas nerviosa. – añadió Elly – ¿Te gusta
Chaz? – calle, la mire con mi mejor cara de asombro, es que
realmente estaba asombrada por la pregunta. - ¡Lo sabía! El
que calla, otorga.

-O quizás no quiere discutir con tontos. – añadió Eth y


comenzamos a reír nuevamente. Ahora ya era todo normal.

Nuestro pedido llego y nos lo tomamos mientras hablábamos


de que la escuela no era tan mala como parecía y de cómo
nos había ido a cada uno con sus respectivas “parejas” de
almuerzo. Hablando de almuerzo quedamos que al día
siguiente le pediríamos a Sophie, Anthony y Chaz que no
almorzasen con sus amigos por un día y lo hicieran con
nosotros. Así podíamos conocernos todos de una vez.

En menos de un segundo Elly estaba llamando a Anthony


para decirle, él le dijo que si luego de que ella insistiese varias
veces. Eth le escribió a Sophie y ella contesto con un “Por
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Ángeles Mortales

supuesto, cuesta con eso.” Siempre tan amable, era ideal


para Eth, sonrió plenamente después de leer el mensaje, solo
su nombre lo alegraba. Por mi parte le escribí a Chaz un
mensaje corto y concreto:

“¿Almuerzas con mis amigos, sus correspondientes parejas de


“acciones adolescentes normales” y conmigo?”

En menos de un minuto tenía su respuesta, Elly se acercó a mí


para leer también y coloqué el teléfono entre nosotras para
que pudiera hacerlo.

“Por supuesto que sí, un día que deje a Dylan y a Amy solos
no creo que se maten. Aunque mientras sea contigo, ellos
entenderán.”

Elly comenzó a gritar y a reír como niña.

-¿Qué dijo?

-Dijo que si, Eth. – dije yo sumisamente.

-¡Muéstrale, muéstrale! – insistió Elly y le pase mi teléfono a Eth.

-Este chico es de los míos. – dijo luego de reír. - ¡Síganme los


buenos!

Comenzamos a reír y el resto de la siguiente media hora


hablamos sobre cómo sería el día siguiente. No quise decir
que al día siguiente también tenía Literatura Clásica, sola, con
Blacke pero sacando cuentas me di cuenta que él había
dicho que compartiríamos cuatro clases, era obvio que en las
otras tres estarían Eth y Elly también. Eso me tranquilizaba
muchísimo.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 18

Cuando llegaba a mi casa, vi que las luces estaban


encendidas así que deduje que mi hermana estaba en casa.
Así que me despedí de los chicos en el automóvil. Usualmente
se quedaban conmigo hasta que Lucy llegara o iba a la casa
de alguno de ellos. Tenía prohibido estar mucho tiempo sola.

Entre y un olor raro me invadió. Olor a comida casera. Me


sentí rara y camine hacia la cocina tirando mi bolso en uno
de los sofá del living y la vi. Lucy estaba cocinando pastas
con salsa boloñesa. Del alma las palabras salieron de mí.

-¿Qué carajo? ¿Estas cocinando?

-Sip. Mi nueva secretaria me dio la receta. Es genial cocinar


cuando tienes el paso a paso. – contesto muy entusiasmada.
Me acerqué y probé la salsa, estaba deliciosa.

-Y yo que te tenía como una inútil.

-Yo también pensaba lo mismo. – comenzamos a reír juntas


por primera vez de verdad después de un año.

Eran muchas primeras veces después de un año. No olía a


alcohol, ni a cigarrillo, ni a drogas. Estaba riendo conmigo,
estaba riéndose de sí misma, estaba feliz. Por primera vez en
un año estaba usando ropa normal, esta vestida como solía
hacerlo mamá para ir a trabajar, hasta tenía el cabello
recogido en un lindo y elegante moño. En ese instante me di
cuenta que algo pasaba.

-Espera un segundo… - medite mientras ella me miraba


sorprendida. – Viene un chico de la oficina a cenar, ¿no?

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-Tenía razón papá, tienes el don de la intuición. – comenzó a


reír. – Me di cuenta que soy linda, a mi manera, y que no
necesito esa música que escucho o vivir drogada o
alcoholizada para llenar el vacío de mi alma, con solo tratar
de ser normal es suficiente. Así que decidí trabajar y bueno,
soy la nueva presidenta de la compañía de papá y el puesto
de mamá se lo reasigne a quien era su asistente. Lo conocí
hoy y me invitó a cenar pero le dije que tenía una hermana
pequeña que alimentar así que por qué no cenábamos en
casa y accedió. – volvió a reír. – Hace años que no tengo
citas.

-Y eso que tienes 22 ya. – reí otra vez – Igual no cenare en


casa, ahora que miro el reloj, son las nueve y quede con mi
nuevo compañero de Literatura Clásica ir a la casa a las diez
para hacer un trabajo.

-Te llevare y te iré a buscar. – dijo ella un poco preocupada. –


Amo que seas normal y hagas amigos y esas cosas pero, ¿no
es muy tarde?

-Es que él tenía muchas actividades. – puse la escusa más


tonta del mundo, pero me creyó. – Además, mandara a su
chofer, Edgard, a buscarme y él me traerá.

-Creo que es hora de que comiences a conducir. – agregó


de la nada – Use el automóvil de mamá hoy, por primera vez
en un año. – las dos quedamos en silencio varios minutos. –
Puedes aprender y usar el de papá. – la mire con desprecio,
ahora si entendía su juego.

-¿A qué juegas? ¿Quieres cubrir el espacio que dejo mamá?


Bueno, no lo vas a lograr. Y sacando las fotos de ella no lo vas
a obtener tampoco. Eres estúpida. – comencé a llorar.

-Espera… Creí que tú habías sacado los cuadros de papá y


mamá. – dijo.

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-¿Qué? No te hagas la que no sabes, en tus borracheras has


roto más de uno. Los he encontrado en la basura. – estaba
muy enfadada a este punto.

-Yo no he sido, si sabes que entre todos mis posters tengo un


cuadro de ellos en mi habitación. Además, fue mi idea colgar
el cuadro de la escalera. – tenía razón. Estaba aún más
confundida, no sabía que decir ni que hacer. Opte por el
silencio y ella volvió a hablar después de un momento muy
extenso. – Bien, así que tendré una cita de verdad, sin
hermanitas menores revoloteando.

-Exactamente. – agregué un poco más calmada – Me iré a


cambiar y si Edgard llega antes que haya bajado, hazlo
pasar, no seas descortés.

Ella asintió y subí a tomar una ducha rápida que al final duro
más de veinte minutos. Cuando salí del baño, era tanto el
vapor que invadió todo mi cuarto también. Me pregunté por
qué Ethan no se había duchado en el baño de mi habitación
cuando se quedó aquí, medio segundo después lo olvide.

Seque un poco mi cabezo con la toalla y busque en mi


armario. Hacia frio para ser los primeros días de otoño, así que
opte por una camisa de mangas largas, unos jeans oscuros y
un par de botas. Peine mi cabello que estaba rebelde, me
hice una trenza y me di cuenta que lo tenía muy largo, me
llegaba por debajo del medio de la espalda. Me hice el
trenzado hacia la derecha y busque en mi armario una
chaqueta abrigada, una pañoleta y un gorro. Amo mi gorro
de lana blanco con una pompa.

Baje y Edgard estaba parado en la sala esperándome. Lucy


caminó hacia mí y me hablo en voz muy baja.

-Me dijo que vive a unas pocas cuadras de aquí, ¿si te llevo
mejor? Me da una sensación rara este señor.

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-Es buena persona, es muy amable, estate tranquila, de todos


modos mi teléfono tiene toda la carga así que te llamare
cualquier cosa. – agregué mientras tomaba mi bolso-mochila
– Que tengas una cena muy linda, hermana.

-Que estudies lo suficiente, hermanita. - dijo ella – Ah, Señor


Edgard, mi hermana no ha comido nada, por favor,
asegúrese de que coma algo, anda con las defensas un
poco bajas.

-Por supuesto, Señorita. – dijo él – Y dígame Edgard sin


problemas.

Mi hermana asintió y la saludé con la mano. Medio segundo


después mi teléfono sonó. Era la llamada de todos los días
que teníamos con Elly, la tradición de hablar a las diez, así
que no conteste hasta subir al automóvil. Hablamos por dos o
tres minutos y luego le dije que me dolía la cabeza y que iría a
dormir. Ella sospecho que algo pasaba pero no dije nada,
solo que no me sentía bien. Ella por fin me creyó y se despidió
y quedó en que pasarían por mí al día siguiente a la hora de
siempre. Colgué y mire a Edgard por el espejo retrovisor.

-¿Edgard?

-¿Si? – encontró mi mirada en el espejo retrovisor.

-Este año sí que será interesante en verdad.

-Así lo será, Señorita Ariana, así lo será.

Dio una vuelta media brusca y estacionó en una casa aún


más grande que la mía, y eso que la mi casa era de las más
grandes de la ciudad. En la puerta había dos personas
esperándome. Cuando baje, me di cuenta que era Blacke y
otro joven, que por el parecido deduje que era su hermano.
Cuando me acerqué a ellos Blacke me hablo.

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-Él es John, es nuestro mentor. Gabriel no ha llegado pero


cuando entremos la llamare.

-¿Mentor? Te debe de haber salido cara esta broma, pagar a


tantos actores… - dije en voz muy baja. John me escucho de
todos modos y dijo.

-Un actor no hace estas cosas. – se acercó y me toco la


muñeca.

Sentí que me desmayaba y Blacke me tomo en brazos.


Estaba viendo mi vida en imágenes fugaces. Él estaba
recorriendo mis pensamientos, mis memorias, él estaba dentro
de mí.

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CAPITULO 19

Era un día frio, extremadamente frio para ser un día de otoño.


Solo faltaba que nevara para poder afirmar plenamente que
era invierno. El año escolar había comenzado hacia unas dos
semanas. Ariana estaba feliz porque sus compañeros la
habían elegido como presidenta de la clase y decidió, con
sus dos amigos, Ethan y Ellena, ir a celebrar a Preta, su café
preferido.

Ethan y Ellena querían convencer a Ariana de tomar un poco


de vino o de alguna otra bebida alcohólica, solo un poco,
para poder festejar al nivel correcto que ella merecía. El café
estaba completo, ellos estaban en una mesa en el frente del
lugar, en una de las que dan para la calle. Ariana los
convenció de que solo tomaran chocolate caliente y que
pidieran unos pastelitos de chocolate con arándanos.

Durante dos horas estuvieron allí hablando de cosas banales,


de cosas tontas. No paraban de reír. Dos chicos de su colegio
entraron y miraron hacia la mesa donde estaban ellos
sentados y los saludaron, felicitaron a Ariana a lo lejos y ella,
en medio del ruido de la multitud, les dijo “gracias”.

Ariana comenzó a escuchar a sus amigos hablar de amor y


miro por la ventana, extrañaba ver a Max, hacía ya dos días
que no iba al colegio. Max era el chico que le gustaba hace
dos años, y él, hace cinco meses atrás se le había declarado
y comenzó a ir a verla a escondidas todas las noches a su
casa. Sus padres ni su hermana sospechaban nada. Ariana
sacó su móvil y le escribió un mensaje de texto para contarle
de su nuevo cargo escolar.

“Hola Max, no has ido a clase y quería decirte que soy la


nueva presidenta de la clase. Sin tu voto, pero lo soy. Si estas
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Catalina De León
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aburrido puedes venir al café a festejar con nosotros. No


quiero ser muy obvia pero, te extraño.”

Ariana, leyó el mensaje unas tres otra vez, lo leía y lo leía para
buscar imperfecciones y no las encontró. Lo envió y le contó
a los chicos que lo hizo. Luego de ello, volvió a mirar hacia
afuera. No había mucha gente.

Pasaron diez minutos y él no contestó. Ella miro su celular


muchas veces pero no había mensajes nuevos. La última vez
que se fijó, miro por la ventana y reconoció a Max. Por un
segundo ella creyó que él no había contestado porque había
decidido ir directamente, se entusiasmó y se acomodó en la
silla. Pero fue entonces que vio a Max abrazar a alguien, a
una chica, a otra chica. Ariana se puso de pie y tomó su
abrigo.

Ethan salió tras ella gritando su nombre. Ella no contesto. Solo


caminó muy rápido mientras se ponía el abrigo y la bufanda.
Abrió la puerta y siguió a la pareja por media cuadra.
Cuando doblaron en la esquina reconoció la bufanda de la
chica. Le costaba creerlo. Siguió caminando y no fue hasta
que el chico beso a la chica que Ariana se desesperó. Era su
hermana Lucy con Max. Ariana les grito muchas cosas, cosas
poco agradables, pero lo que más resalto fue la frase
“¿Cómo tienes el coraje de decirme “hermanita” y salir con el
chico que me gusta? No eres más mi hermana, y tú, tú eres un
bastardo.”

Ethan tomó a Ariana con sus manos y le dijo que se calmara,


que todo estaría bien. Lucy trato de hablarle y Ariana le dijo
que se alejara. Ellena llegó y vio la situación, ella quedó muy
sorprendida, no sabía que decir. Agarró a Ariana de un brazo
y la cincho junto a Ethan hacia el automóvil de él. Ethan
trancó las puertas y corrió hacia el café a pagar. Ariana lloro
durante todo ese tiempo, Ellena solo se limitó en decirle que

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Ángeles Mortales

se calmara y por dentro pensaba que si Ethan no llegaba


pronto no sabría qué hacer con ella.

Llevaron a Ariana a su casa y sus padres no estaban. Los tres


se quedaron en el living durante dos o tres horas conversando
y mirando televisión, Ariana ya estaba calmada. De pronto
sonó el teléfono de la casa y ella contestó.

Era la policía, estaban buscando a Lucy y ella dijo de muy


mal humor que no estaba en casa y que ella era la hermana
menor. La policía dijo que necesitaba hablar con la mayor lo
antes posible y como si todo no fuera suficiente un letrero
apareció en la televisión. Un cartel que decía “Último
Momento” y solo lograba ver las imágenes, no escuchaba lo
que la periodista decía, pero las imágenes la atraparon. Un
coche estaba volcado y se lograba ver la matricula, era la
matricula del automóvil de la empresa, el que sus padres
usaban para viajar de la empresa a casa. Bajo el cartel
principal había otro cartel que decía que las dos personas
que iban en el vehículo estaban muertas.

La bocina del teléfono calló repentinamente al piso y el


policía seguía hablando pero Ariana había comenzado a
llorar. Se calló y comenzó a gritar. Eran sus padres. Estaban
muertos. Ethan y Ellena reconocieron el automóvil y dijeron
que no era posible, que no podía estar pasando esto. Algo
estaba mal.

Lucy atravesó la puerta destrozada, corrió hacia donde


estaba Ariana y la levanto del piso, la abrazó lo más fuerte
que pudo y decía en voz baja “todo va a estar bien, todo va
a estar bien” y lloraron por un momento que pareció eterno.
En menos de una hora, los padres de Ethan y de Ellena
estaban en la casa. No querían que ellas pasaran esto solas.

Ariana se sentía la mierda más grade que existía sobre la


tierra. Su chico la engañaba con su hermana y ahora sus
padres estaban muertos. Ella trato de recordar que fue lo
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Catalina De León
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último que le dijo a sus padres, sabía que había discutido con
su madre la noche anterior porque no la había dejado ir a
una fiesta con Ellena y Ethan, pero estaba tranquila de que a
su padre le había dicho que lo quería mucho, antes de que
se fueran a dormir. Esto no podía estar pasando para ella. Era
una situación muy extraña. Demasiado extraña.

Una semana después, Ariana seguía sin ir al colegio, sus


amigos iban todos los días para que ella no se sintiese sola, su
hermana había comenzado a beber alcohol en exceso y a
drogarse. Ariana solo lloraba y estaba sola.

Era jueves y Ariana se levantó de su cama, tomó del botiquín


y de las mesitas de noche de sus padres todas las pastillas
que encontró. Entro en el baño de sus padres y sacó la
navaja de afeitar de su papá. Ya en su habitación y puso su
CD de música clásica predilecta, un mix que le había hecho
Ethan hacia unos meses. Comenzó a ingerir pastilla tras
pastilla. Cuando tomo la última se dijo a si misma que sería
demasiado fácil, que si alguien la encontraba, sobreviviría, y
ella no quería eso, empezó a llorar profundamente mientras
cortaba sus muñecas.

Dos horas después de que Ariana lo hiciese, Lucy entró en su


habitación quejándose de la música. Un lago de sangre
invadía el piso y su hermana estaba fría. Llamo al novecientos
once y pidió ayuda pero ella sabía que era tarde. Ella sabía
que su hermana estaba muriendo.

En el hospital no le daban esperanzas, decían que Ariana iba


a morir. Ellena y Ethan con sus familias estaban en la sala de
espera, irónicamente, esperando que el doctor diera el parte
médico. Lucy pagó una fortuna para que la atendieran en un
ala del hospital privada, donde nadie sabría qué pasaba. No
quería que supieran que su hermana era una chica suicida.

Pasaron tres horas y los médicos seguían sin decir nada, nadie
sabía que estaba pasando de la puerta hacia dentro. Ellena
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y su familia estaban rezando tomando la mano de Lucy que


no paraba de llorar. Ethan caminaba de allá y para aquí
tratando de calmar su nerviosismo mientras sus padres
estaban sentados llorando en voz baja.

Luego de la quinta hora de espera, una enfermera salió y dijo


que si Ariana no recibía donaciones de sangre del tipo
universal en grandes cantidades en menos de dos horas, no
sobreviviría. Ellena comenzó a llorar desesperada junto a
Lucy. Ethan era el único que ellos conocían que tenía sangre
universal, además del papá de Ariana, pero Eth no podía
donar, estaba resfriado.

Las esperanzas de todos ya eran casi inexistentes. Todos se


sentían culpables, todos sentían que se iban muriendo poco
a poco junto a Ariana.

Cuando había pasado una hora, Lucy había conseguido tres


cuartos de la sangre que su hermana necesitaba, pero no era
suficiente. Ningún banco de sangre le podía dar las
cantidades que ella necesitaba sin recibir un suministro antes.

Ya no quedaban esperanzas cuando un chico de apellido


Andruskievicz, que estaba en la sala de espera junto a ellos
dijo que hacia doce horas que no comía y que no tenía
ningún tipo de enfermedad. Su tipo de sangre también era
universal. Él estaba allí porque su madre estaba dando a luz
en ese instante y su padre no había llegado aún, pero a
pesar de ello, él se ofreció a donar lo que fuese necesario
para que esa chica se recuperase. En ese instante Ariana
murió pero el médico insistió lo máximo que pudo, hizo la
transfusión y por más que, literalmente, ella estaba muerta
hacia dos minutos y treinta y dos segundos, su corazón
comenzó a latir nuevamente.
En menos de diez minutos, Ariana ya había recibido toda la
sangre que necesitaba, cerrado sus heridas y el lavado
estomacal que le habían hecho había sido un éxito. En
menos de tres horas Ariana estaba estable. Es algo a lo que
las personas normalmente le llaman milagro o toque divino.
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En ocho días Ariana estaría en su casa si lograba despertar en


menos de tres días. Como Lucy lo había nominado, había
sido un día catastrófico pero con algo de suerte. Ariana le
debía su vida a un chico que lo único que hizo fue ir a
acompañar a su mamá que estaba por dar a luz una bebé la
cual el chico le pidió a la madre que le pusiese Ariana como
segundo nombre.

La madre escucho la historia y le dijo a su hijo que la bebé se


llamaría Ariana Andruskievicz, sin otro nombre. La razón de su
madre fue simple, ella quería que algún día su hija encontrase
un chico tan bondadoso como el suyo que la ayudase en
una situación tan extrema como esa por más que no la
conozca. Quería que su hija tuviera un ángel en su vida como
lo tuvo Ariana.

Ariana despertó después de dos días pero no podía hablar


fluidamente, solo palabras sueltas. Cuando vio a sus amigos y
vio que llevaban la misma ropa que la tarde en que los vio
antes de que ella tratara de suicidarse, se dio cuenta de que
ellos habían estado todo ese tiempo junto a ella, que no
estaba sola realmente. Se arrepentía de haber hecho lo que
hizo. Y hasta el día de hoy lo hace cada vez que ve sus
cicatrices en las muñecas.

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CAPITULO 20

-¿Ariana? ¿Me escuchas? – oía la voz de Blacke suavemente.


Abrí los ojos y estaba recostada en un sofá. – Esta bien. –
aseguró – Eres un imbécil, John. ¿Cómo puedes hacer esas
cosas?

John estaba sentado en otro sofá con las piernas sobre el


posa brazos y la espalda en el otro, estaba jugando con un
dado negro y letras blancas. Me senté en el sofá y una
punzada atravesó mi cabeza de lado a lado.

-¿Qué me pasó? Me siento fatal. – dije cuando el dolor paso.

-John te mostro uno de sus poderes. Odia que no crean en él.


– dijo Blacke en voz pausada mientras se sentaba junto a mí y
me daba un vaso de jugo. – Es uno de sus dones.

-El pasado de las personas está señalado con marcas, tu


pasado está marcado con varias marcas pero tienes
solamente dos marcas evidentes en tu cuerpo, ambas en tus
muñecas. Cuando toque tu muñeca pude ver la razón de por
qué están ahí. – dijo John mientras lanzaba el dado al aire.
Cuando lo capturo, continúo. – Salió la “S”, suicidio. Vi todo lo
que sucedió, aunque varias de esas cosas que vi, no las
sabes. Como por ejemplo que no fue Ethan quien donó
sangre para salvarte.

¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo podía hacer lo que me


había pasado? No lo conocía ni él a mí. Esto ya no era una
broma, era real. Ese chico sabía realmente quién era y qué
me había ocurrido concretamente. No era broma, él
realmente había invadido mi mente.

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-Pero no tienes por qué hablar de cosas que no son


necesarias, John. Así que discúlpate y luego cállate. – dijo
Blacke con algo de ira en su voz, aunque era muy baja
todavía.

-Bien, bien. Discúlpame, Ariana. Odio que desconfíen de mí,


igual, tu mente es interesante. – por un segundo freno y se
sentó correctamente en el sofá, estábamos pensando lo
mismo. – Pero no diré nada de lo que piensas de Blacke, ni
que te parece apuesto ni de qué te parece ardiente cuando
te toca. Mi boca está cerrada.

Blacke y John comenzaron a reír. Comencé a sentir el calor


en mi rostro, estaba sumamente avergonzada. Me puse de
pie y le pedí a Edgar que estaba parado en la puerta que me
indicara dónde estaba el baño. Fui al baño y me lave las
manos y moje mi rostro. Esto era incomodo, pero me dije a mi
misma que debía concentrarme, que debía calmarme y
pensar solamente en las cosas por las que vine. Vine a
conocer la verdad.

Cuando regrese al living solo estaba Blacke.

-Ven, cenaremos todos. – me indicó el camino hacia el


comedor. – Le pediré a Gabriel que venga. Espérame allí.

Asentí y camine hacia el comedor, la mesa estaba


preparada para cuatro personas, una por cada lado de la
mesa. Me senté en donde Edgar me indico, John estaba en
una de las cabeceras de la mesa, así que deduje que quizás
Gabriel se sentaría en la otra y Blacke frente a mí.

En menos de un minuto Blacke se sentó en el lugar que creí.

-¿No ha llegado? – le dijo a John.

-Nop. – estaba sentado de la misma forma en la que estaba


en el sofá. No era muy educado al parecer. Me hacía
acordar a un niño.
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-¡Gabriel, sé que estas aquí! – gritó Blacke - ¡Déjate de juegos,


algunos nos jugamos el cielo aquí!

No entendía las palabras de Blacke, mucho menos que


quería decir pero, como si ya no hubiese tenido suficiente, se
materializo ante nuestros ojos, en el umbral de la puerta, la
chica-chico que había visto en la casa de Anthony.

-Sabía que vendrías, Ariana. Tu intuición es mayor a tus


miedos. – me dijo Gabriel directamente. Su voz era de mujer.
Se sentó en la mesa y continúo. – Y bien, ¿Cómo haremos
esto? ¿Preguntas y respuestas? ¿Cuento todo sin más?

-Preguntas y respuestas. Sera más simple. – dijo Blacke y me


miro. – Ariana, comienza.

-Emm… - baje la cabeza y no sabía que decir, no sabía por


dónde empezar.

-Esto no será simple así. – dijo John. – Di todo y si tiene dudas


que pregunte. Blacke, dile que no sea tan irritante. – me sentí
ofendida pero Blacke lo hizo callar. Gabriel me miro y asentí,
quería mi aprobación para continuar.

-Bien, como ya sabes mi nombre es Gabriel y soy un Ángel, su


Ángel designado. No sé si sabias pero hay un pecado que no
está claramente especificado en ningún lugar y te impide ir al
cielo por más que hayas sido un buen humano: el suicidio. –
mire mis muñecas y me estremecí, nunca tuve una vida
católica así que esas cosas no las sabia, ella continuó. – Bien,
ya todos sabemos que tú, hace trecientos cuarenta y nueve
días exactamente, moriste. Pero aquí estas, viva. ¿Por qué?
Bueno, yo soy la razón. Soy tu Ángel Guardián y confié en ti.

-¿Confiaste en mí? – mi voz era apenas audible.

-Sí, viví cada momento contigo y sé muy bien que eres un


humano valioso, de esos humanos que hacen falta en el
mundo. Confiaba en que eres una buena persona, nunca
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hiciste nada malo, solo cometiste un error y como lo sabía,


creí que te merecías seguir viviendo. – pausó un segundo y
continuó – Como Ángel Guardián tengo beneficios, puedo
salvar tres vidas humanas durante mi trabajo antes de
convertirme en otro tipo de Ángel, como Ángel de la Muerte
o Ángel de la Luz. Blacke y tú fueron dos de esos casos. Pero
no todo es bueno y aquí es donde aparecen sus amuletos.

Toque mi collar y sentí el deseo de sacarlo hacia afuera,


cuando levante la mirada Blacke había hecho lo mismo.
Gabriel siguió.

-En el momento que decidí salvarlos, ustedes quedaron como


deudores en el cielo. El Jefe les dio otra oportunidad, pero al
contrario que con la primera, esta se la tienen que ganar, o
mejor dicho, pagar. Y a su vez, ganarse el derecho a entrar al
cielo, porque al haber querido terminar con su vida, significa
que cuando mueran van a ir al infierno. Por eso su tarea será
doble. – apoyo sus codos sobre la mesa y entre cruzo sus
dedos para que su mentón pudiera apoyarse. – De ahora en
más son Guardianes del Equilibrio. Pero a su vez, son
Blefmansers.

-¿Entiendes hasta aquí, Ariana? – me dijo Blacke, y asentí,


estaba entendiendo todo, ahora también entendía porque
Blacke me había dicho que su culpa por esto era haber
muerto. Todas las piezas encajaban por más que sonara tan
irreal todo.

-Bien, existen dos tipos de Guardianes del Equilibrio, o eres


Blefmanser o eres Neldmanser. Ustedes son Blefmansers. – dijo
Gabriel.

-Explícale la diferencia, Gabriel. – dijo John.

-A eso iba mi querido John. – dijo con voz algo exasperada,


Gabriel – Bien, cuando hablamos de equilibrio, hablamos de
las cosas buenas y las cosas malas. Algo equitativo seria si
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Catalina De León
Ángeles Mortales

todo momento malo tuviera algo bueno y si todo momento


bueno tuviese algo malo. Y ese es su trabajo, buscar el
equilibrio. Los Blefmansers son los encargados de que en
todos los momentos malos haya cosas buenas y los
Neldmansers se encargan de poner cosas malas en los
momentos buenos.

-Es decir, ¿los Neldmansers son malos y nosotros buenos? – dije


algo confundida.

-No, pero ellos están vivos porque sus Ángeles Guardianes


tenían fe de que cambiasen. – dijo Gabriel en voz
sumamente sumisa - Ustedes están vivos porque los suyos
creían que no se merecían morir.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 21

Me sentía algo agobiada, habían utilizado demasiado la


palabra “muerte” y “suicidio” para mi gusto. Era la primera
vez que podía hablar de ello con alguien sin tener que decirlo
realmente, ellos ya lo sabían, pero había una cosa que me
inquietaba. No quería interrumpir la cena, estábamos todos
comiendo ya algo delicioso que había preparado Edgard,
que al parecer no era chofer sino mayordomo multifunción.

Cuando vi que todos habían terminado me decidí a


preguntar.

-No entiendo algo… - mi voz era apenas audible.

-¡Dios! – dijo John – Blacke, pídele que hable fuerte y claro.

-Dijo que hay algo que no entiende. – aclaró él - ¿Cuál es tu


duda, Ariana?

-¿En los momentos malos de quiénes tenemos que poner


cosas buenas? – dije y Blacke lo repitió fuerte para John.

-Es aquí donde John interviene. – dijo Gabriel – Él les asignara


a ambos dos caso de posibles suicidas. Ustedes tienen que
ver que es lo que a ellos les está pasando, por qué tienen ese
deseo de morir y tratar de que eso no suceda.

-Pero ahí viene la parte difícil… - dijo Blacke.

-Exactamente, lo complicado es que no pueden interferir


directamente en sus casos. Tienen que ser meramente
observadores y utilizar sus dones asignados para que en su
camino, en su destino, pase algunas cosas que los haga
querer seguir vivos. – contesto Gabriel llevándose a los labios
una copa de vino.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Pero cuidado, un poco de esperanza los hará sentir vivos de


nuevos, mucha esperanza los puede agobiar y decepcionar
tiempo después. Tienen que ser muy precavidos. – agregó
John.

-¡Wow! Esperen un segundo… - esta vez sí estaba hablando


fuerte. - ¿Dones? ¿Qué dones?

-¡Eso es! Habla así siempre, muchachita. – exclamo John


mientras se sentaba en una posición normalmente correcta y
apoyaba sus manos sobre la mesa.

-Entendimos, John, créeme que entendimos. Termina tu


problema y compra audífonos. – contestó Blacke algo
agresivo.

-Contestando tú pregunta, Ariana. – Gabriel me miro


directamente. Note que sus ojos eran muy azules,
extremadamente azules, tanto que parecían de cristal – Al
recibir el Collar de la Ambigüedad, recibes además de
deberes, derechos. Tienes tres dones claves. Primero y
primordial, puedes manipular la mente de las personas con
solo pensar que lo puedes hacer. Segundo, puedes viajar en
la memoria de las personas con solo tocar sus marcas
primordiales.

-Como lo hizo John contigo antes de que Gabriel llegase. –


dijo Blacke.

-Sí, lo note, después hablaremos de ello, John. – Gabriel lo


miro con mirada de “estas en problemas” y continúo. – Y por
último, puedes teletransportarte a donde quieras con solo
tocar la pluma de ángel que hay en de tu collar y poner el
lugar que quieres ir en tu mente.

-¡Wow! Solo sabía dos de ellos. – se asombró Blacke - ¿Por qué


recién me entero que puedo manipular a la gente?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Porque ya eres manipulador por naturaleza, solo te dimos el


don por cortesía. – dijo Gabriel.

-Lo sé, soy irresistible, ¿no? – me miro directamente a los ojos,


y por más que trate de esquivar su mirada no pude.

-No te hagas el superado, chiquito, que lo único irresistible


que hay en esta habitación es mis ansias por saber más del
tema. – no podía creer lo que había dicho. ¿Desde cuándo
yo hablaba así? Esto sí que es raro, muy raro.

-¡Auch! Eso dolió, muñeca. – respondió Blacke con un tono


sarcástico mientras se apretaba exageradamente con las
manos el pecho, donde está el corazón.

-Bien, ¿qué más quieres saber, Ariana? – prosiguió Gabriel.

-¿Por qué mi hermana me dio el collar y me dijo que era de


mi madre? Dijo que era herencia familiar.

-La manipule.

-¿Así de simple? – me sorprendí.

-Sí, así de simple. Sabía que no ibas a aceptar algo de un


extraño y mucho menos si es algo que no es de tu estilo.
Entonces decidí invadir la mente de tu hermana para que te
lo diese y dijese lo que dijo. – Gabriel se acomodó en su
asiento – Yo también tengo dones, pero prefiero llamarlos
beneficios de Ángel Guardián.

-¿No puedo hablar con mis amigos de esto verdad?

-No, con nadie. Si lo haces, tu misión será desechada y


cuando mueras iras al infierno por toda la eternidad.

-Es decir, estoy sola con ustedes tres. – pause un segundo –


Pero, ¿Por qué Edgard lo sabe?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-La situación de Edgard es distinta, él le juro lealtad a Blacke


en otras circunstancias, ahora es un mero observador sin
importancia. – contesto.

-Y bien, ¿Quiénes son nuestras misiones? – cortó Blacke


nuestra charla – Dijiste que eran dos casos.

-Exactamente, son dos casos. Una joven de quince años y un


chico de diecisiete.

-Nombres, Gabriel. Nombres. – Blacke estaba irritado.

-Bien, bien. Eso es cosa de John, creo que ya no soy más útil
así que me retiro. – contestó Gabriel mientras se ponía de pie.
– Ha sido un gusto poder hablar contigo finalmente, Ariana.
Solo resta decirte que tienes que ser fuerte, esto no será fácil,
ni para ti, ni para nadie. Suerte y voluntad. O mejor dicho,
destino y voluntad.

-Espera…- dije con mi voz baja. - ¿Cómo hago para llamarte


como lo hace Blacke?

-Solo frota tu collar y di en voz fuerte y clara: “Quiero que mi


Ángel Guardián me guie y camine conmigo en este
momento, Jefe” y yo vendré. Necesito que el Jefe sepa que
es tu deseo verme, no que vengo por capricho, si apareciese
por capricho ante ti, bueno. Me arrancarían las alas. – inclino
la cabeza y luego dijo. – Me voy. Hasta que me necesiten.

Y como una sombra desapareció, sin más. No tenía


preguntas, no por ahora, pero sabía que cuando me fuese a
dormir tendría muchas.

-John, hazlo simple. Dinos de una vez los nombres. – insistió


Blacke.

-Bien, son un tal Dylan Lombardi y una chica llamada Sophie


Trazenko.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 22

No podía creer lo que estaba escuchando. Esto era


demasiado a este punto. El mejor amigo de Chaz y la nueva
novia de Ethan eran futuros suicidas. ¿Qué carajo está
pasando aquí? Debe de ser una broma. ¿Por qué no nos
asignan a personas que no conozcamos? Personas en las que
sería más fácil involucrarte sin mezclar emociones.

Blacke estaba con su mirada en mí. Estaba reclinado hacia


atrás en la silla y se veía neutral. Solo me miraba pero parecía
ausente, estaba pensativo. Creo que él estaba pensando lo
mismo que yo. Esto era extraño.

-Tengo un pregunta… - trate de hablar fuerte y mirar a John.


Él me escucho esta vez.

-Bien, estas progresando. – dijo irónicamente – Pregunta.

-¿Cómo nos comunicaremos contigo? – Blacke me miro esta


vez seriamente, no entendía lo que estaba haciendo. Supuse
que creería que preguntaría si podrían reasignarme o si podía
morir ya. Cosas relacionadas a que quiero estar lejos de él,
pero en este momento, juro que lo único en lo que no pienso
es en él.

-Yo estoy siempre. No me puedo ir. No hasta que terminen.


Las muertes de esos chicos están programadas para dentro
de trecientos setenta y dos días. Exactamente, dentro de un
año y una semana. – dijo John.

-Espera ahí…justo esa fecha. – Blacke estaba conmocionado.


Y no fue hasta que me puse a pensar de por qué le
molestaría la fecha que me di cuenta de que dentro de una
semana haría un año de mi presunta muerte.

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Ángeles Mortales

-¿Tú también te quisiste suicidar el mismo día que yo? – mi voz


era baja, muy baja. Pero él siempre podía escucharme. –
Pero no fue hace un año, ¿verdad?

-No, fue hace más tiempo. Eso no importa. – Blacke miro


hacia John - La cuestión es que creo que es obvio que vamos
a terminar antes con todo esto. Pero no entiendo por qué
justo esa fecha. ¿Cuál es el afán por ese día?

-No lo sé, eso es lo que el Jefe me dijo. Fin. – dijo John.

-Está bien, Ariana, necesitamos hablar. – Blacke me miro –


John, vete.

-Bien. – y él desapareció.

-¿Cuándo digas “ven John” el vendrá? – Blacke asintió con la


cabeza.

-Necesito que me digas por qué te conmocionaste con los


nombres. ¿Los conoces?

-Sí, Dylan es el mejor amigo de un amigo y Sophie es la casi


novia de Ethan, mi mejor amigo.

-Bien, buen comienzo – se puso de pie y comenzó a caminar


por toda la habitación – Hagamos lo siguiente. Averigua la
vida de Dylan, trata de que Chaz te diga cosas de él. Yo
averiguare de Sophie, no quiero que lo hagas personas y sé
que con Dylan no son amigos. En cambio, Sophie es la primer
novia de tu mejor amigo, es obvio que lo puedes hacer
personal.

-¿Cómo conoces a Chaz?

-No era broma cuando dije que se todo de ti, muñeca. – me


miro con una sonrisa casi maléfica. – Prosigamos. Somos
compañeros en Literatura Clásica, Matemáticas Avanzadas,
Historia Universal y Español, así que no será raro que nos

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Ángeles Mortales

juntemos unas dos veces por semana para poder ver nuestros
avances.

-¡Wow! Espera. ¿Vernos dos veces a la semana?

-Tienes razón, es una locura, mejor que sean tres. – agrego él.

-Me refería a que con una alcanzaría…

-No, muñeca. Necesitamos mucho tiempo. Está en juego


nuestra eternidad. – no proteste y seguí escuchando – Bien,
¿Dónde iba? – pausó – Ah, sí. No puedes hablar con tus
amigos de esto así que tendrás que decir que somos amigos
ahora, que solucionamos nuestras diferencias y que nos
llevamos bien. Usare mi don para que los profesores manden
todas las semanas trabajos a dúo y ellos irán juntos y tú y yo
también.

-Bien, pero nuestros encuentros pueden ser en mi casa, ¿no?


Es que…

-Sí, te sientes más segura. Lo sé, dos en tu casa y una en la


mía. Aquí tenemos más libertad.

-¿Vives solo?

-No, con Edgard. – se sentó y se tranquilizó. – Bien, ya tenemos


un plan, muñeca.

-Deja de decirme así. No me agrada. – mi voz fue suave y


baja, muy baja. Pero él siempre me escuchaba.

-¿Prefieres que te llame linda, hermosa, preciosa…? Tengo mil


maneras de llamarte.

-Ariana me gusta más.

-Bien, te diré “muñeca” de todos modos. – contesto y se cerró


el tema.

-Puedo irme, ¿no? – me puse de pie y él se acercó a mí.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Claro, yo mismo te llevare a casa. Ya paso tu toque de


queda supongo. – luego que lo dijo mire mi reloj, eran más de
media noche. Lucy iba a matarme.

Edgard estaba en la puerta con mi abrigo y gorra y con el


abrigo de Blacke. Cuando Edgard opto por salir tas nosotros,
Blacke le dijo que él me llevaría y fue gracioso el momento,
Edgard lo trato de tonto al decir “¿estás seguro de que
podrás conducir a estas hora? ¿Solo?” me reí en voz baja y
Blacke me oyó. Por más que quise ponerme seria cuando me
miro no pude, era más fuerte que yo. Quiero un mayordomo
así, me dije a mi misma y seguí a Blacke hasta el garaje.
Esperaba ver el taxi lujoso pero en su lugar vi, además de ese
automóvil, dos coches más, un convertible plateado y
camioneta todo terreno negra. Pero a pesar de todo ello,
Blacke continuo caminando hacia atrás de los vehículos y tiro
de una manta blanca dejando al descubierto una
motocicleta negra.

-¿Es broma? Dios, dime que es broma. – esta vez sí estaba


gritando.

-¿Crees que soy del tipo de chicos que bromea, muñeca? –


puso la llave en contacto y me hizo señas con su cabeza
para que subiese a la motocicleta.

Luego de un segundo pensé que iba a ser la primera vez en


toda mi corta vida que me iba a subir a una motocicleta y
tenía miedo. Pero luego de un momento Blacke agrego:

-¡Vamos! No será la cosa más extraña que te pase en tu vida,


bueno, ni siquiera será la cosa más rara que te pase esta
noche.

-Buen punto. – él tenía un buen punto. Así que subí a la


motocicleta y me aferre de Blacke apenas arrancó.

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Ángeles Mortales

Mientras Blacke aceleraba su motocicleta, mi mente se


despejaba y me sentía liberada. Sentía que no todo era tan
malo, que las tinieblas no eran todo lo que estaba en mi vida.

-¿Ves, muñeca? – dijo Blacke. – No todo es tan malo.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 23

Cuando nos adentramos en la calle de mi casa me di cuenta


de que mi hermana me vería sobre una motocicleta, con un
chico con chaqueta de cuero, expresión de chico malo,
llegando a media noche a mi casa. Me esperaban
problemas pero cuando llegamos a casa había un automóvil
negro estacionado en la entrada y recordé que mi hermana
tenía una cena con un chico de la oficina.

-Ya puedes soltarme. – dijo Blacke - ¿o quieres que esta vez si


te bese? Digo, por lo de las escaleras.

Me baje de la motocicleta lo más rápido que pude pero


cuando lo solté me sentí rara, me sentí vacía. Trate de
enfocarme en que era porque estaba asustada por todo lo
que había pasado esta noche, y por más que estuviese tan
roja como un tomate, trate de disimular.

-Lo siento, me da miedo esas cosas. – señale


despreciablemente a la motocicleta y me cruce de brazos.

-No hagas eso, muñeca. – dijo con los codos sobre la moto, la
cabeza baja y una sonrisa plena. – No me tientes. Los
humanos solemos caer bajo las tentaciones.

-No estoy haciendo nada. – dije con voz firme, poniendo mis
puños en la cintura. – Además, tenemos que evitar las
tentaciones, estamos tratando de reivindicarnos.

-Entonces no hagas más eso. – dijo él señalándome desde la


cabeza hasta los pies.

-No estoy haciendo nada. Deja de molestarme. – conteste y


el rio. – No me estoy riendo, ¿Qué es lo que hago?

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Ángeles Mortales

-Existir, Ariana. Simplemente eso.

-No estoy para que me tomes como proyecto de "futura


tonta que quiero que se enamore de mi". Hasta mañana,
Blacke y gracias por traerme a casa. – fue mi última palabra
antes de darme la vuelta y caminar hacia mi casa. El insistió y
me grito.

-Hasta mañana, muñeca. Te veo en Historia Universal. –


encendió la motocicleta y se fue. No voltee a verlo en ningún
momento.

Cuando entre en mi casa, quede de pie en el living y grite


“Llegue Lucy” para no encontrarme con ninguna situación
incómoda. Ella contesto con un “Estamos en el comedor” y
camine hasta allí. Cuando llegue me encontré con mi
hermana y un apuesto hombre de no más de veinticinco o
veintiséis años de edad, con gafas y cabello rubio.

-Buenas noches. – dije al entrar. Ambos contestaron, la voz de


ese hombre era gruesa y firme.

-Creo que llegas algo tarde, Ariana. – me recrimino Lucy.

-Lo siento, es que entre que cenamos e hicimos el trabajo se


nos fue la hora. – trate de justificar. Ella me creyó, no sabía si
era porque estaba ese chico allí o porque no había asumido
su papel de adulta todavía.

Me presento al chico. Se llama Nicholas y le dije que mi


escritor favorito se llamaba así. Estuvimos unos minutos
hablando hasta que me di cuenta que estaba siendo muy
interesante y culta como para que mi hermana pudiese
involucrarse en la conversación. Me despedí y subí a mi
habitación. Tenía mucho en que pensar. Tenía muchas cosas
que asimilar.

Cerré la puerta tras de mí y toque mis bolsillos. Había olvidado


mi bolso en la casa de Blacke. Que oportuno, Ariana, que
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Catalina De León
Ángeles Mortales

oportuno, pensé. Ahora no tenía mis cosas para las clases de


mañana. Mire el reloj ya era la una de la madrugada, no
podía ir por ellas y no tenía mi teléfono para llamar a Blacke,
bueno, de todos modos no tengo su número. Pensé que
quizás él se daría cuenta y me lo traería o quizás mañana
temprano me lo daría en la escuela.

En este momento no me preocupaba tanto por ello. Tenía


que empezar a razonar que soy una Guardián del Equilibrio,
una Blefmanser. Pero aunque fuera irónico todo, lo único en
lo que podía pensar en este segundo era en por qué Blacke
no quería que un Neldmanser supiera que era una Guardiana
también.

Estaba en pijama y pronta para acostarme, pero no me


sentía cansada, no tenía ni el más mínimo deseo de dormir.
Había muchas cosas cruzando por mi cabeza. Todo era
demasiado absurdo para asimilarlo. Pero era tanta mi
confusión que solo podía pensar en por qué Blacke también
había cometido el mismo error que yo el mismo día. Eran
demasiadas coincidencias como para que esto fuera algo al
azar. Teníamos el mismo Ángel Guardián, vivíamos a unas
pocas calles de distancia y para completar íbamos a la
misma escuela y teníamos las mismas clases. Era demasiado
irónico todo.

Trate de no pensar por un segundo y tome mi mp5 y


comencé a escuchar música. Una lista de reproducción ya
armada con canciones de Justin Bieber, Miley, Lady Gaga,
Selena Gómez y Rihanna. Música pegadiza, no quería
escuchar canciones que hablasen de cosas tristes o
situaciones extrañas, solo quería escuchar música alegre.

Los minutos y canciones pasaban, como pasaba esta noche


por mi cabeza. Deseaba que todo fuese un sueño pero nada
lo era, nada era mentira ni una broma. Pero por más que
tratase de concentrarme en pensar en todos los hechos, mis
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Catalina De León
Ángeles Mortales

preguntas eran todas sobre Blacke. Mire mi reloj despertador


y eran las dos y trece minutos de la madrugada.

Voltee para ponerme sobre mi espalda y poder mirar el


techo. Nadie podía verlo a no ser que se acostase en mi
cama. El techo tenía muchas vigas de madera y una de ellas
era más ancha que las otras y es donde mi mamá había
puesto una cortina de tul para que mi cama pareciese la de
una princesa. Esa viga hacia que nadie pudiese ver el techo
sobre mi cama a no ser que se acostase en ella. El techo
estaba lleno de fotografías de mi familia, mis amigos y yo e
imágenes de cantantes o bandas que me gustaban. Trataba
de mirar las fotos de mis padres todas las noches y no llorar. A
este punto no lloraba más por ellos, solo los extrañaba y les
pedía perdón por cometer esos errores sin sentido que cometí
hace un año. Pero sabía que ellos me perdonaban y fue ahí,
justo en ese momento que lo decidí. Voy a ser una Blefmanser
por ellos, voy a hacer todo esto solo para poder estar la
eternidad con ellos y no en otro lugar. Los amaba demasiado
como para querer pasar la eternidad lejos de ellos.

Un segundo después el teléfono de la casa sonó. Mi hermana


no lo escucho y atendí la extensión que había en mi cuarto.

-¿Hola? – dije asustada y fingiendo que estaba dormida.

-¡Hey, Ariana! Soy Chaz. – escuche su voz algo extraña y


forzada.

-Hola Chaz, ¿Qué pasa? Son casi las tres. – contesté - ¿Cómo
conseguiste el número de mi casa?

-Llame a tu teléfono pero me mandaba al buzón de voz.


Conseguí el número de Ethan y él me dio el de tu casa. –
aclaró – Escucha, quiero verte. Mejor dicho, necesito verte.

-¿No puede ser mañana? ¿Qué es tan urgente? – sonaba


muy preocupada y asustada.

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Ángeles Mortales

-Nou. Mañana será tarde. Bueno, relativamente tarde. –


pausó – Quiero que desayunes conmigo. Pasare por ti a las
siete treinta.

-Pero es que…

-Ethan y Ellena te verán en la escuela. Ya le dije a Ethan. Así


que, ¿Qué piensas? – dijo y sonreí. Era algo dulce, trato de
conseguir mi número por todas partes y todo para decirme
que quería desayunar conmigo. Sonreí como tonta.

-Está bien. Pero nada formal, no quiero tener que ir de vestido


a la escuela. – reí.

-No está mal la idea del vestido pero te prefiero al natural. –


antes de que pudiese contestar a eso es continuo – Bueno,
que descanses y bueno, nada. No sé, hasta dentro de cuatro
horas. Chau.

-Hasta mañana, Chaz. – colgué y me estremecí. Comencé a


sonreír como idiota y a sacudirme en la cama. Iba a tener mi
primera cita. Este año estaba lleno de primeras veces. Mi
mente estaba tan despejada que me dormí en menos de dos
minutos. Iba a ser el mejor día de mi vida.

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CAPITULO 24

Me desperté con el ruido de un automóvil bajo mi ventana.


Mire mi reloj y eran las siete y veintisiete.

-¡Me quede dormida! – grite. Me levante de un salto y mire


por mi balcón, era Chaz.

Corrí hacia abajo y atendí la puerta.

-¡Hey, Ariana! – dijo Chaz sorprendido por mi atuendo y sonrió.


– Dije que nada formal pero creo que eso es muy informal.

-Hola, perdón, me quede dormida. – dije justificándome - ¿Te


molestaría pasar y esperarme? En cinco minutos bajo
cambiada.

-Mientras no sean como los “cinco minutos” de mi mamá, por


mi está bien. – dijo riéndose y avanzando en el pórtico.

-Pasa, siéntate, ponte cómodo. En cinco minutos bajare. Los


siento. – antes de que él pudiese contestar, estaba corriendo
escaleras arriba y me metí en mi habitación.

Saque de mi armario una blusa manga tres cuartos de color


celeste, unos jeans claros y una pañoleta negra que convine
con unas bailarinas negras. Coloque corrector de ojeras bajo
mis ojos, tenía muchas ojeras. Y tome un saco de hilo azul
para tapar mis muñecas y una chaqueta abrigada para el
presunto día frio que se asomaba tras esas nuevas grises.
Humedecí mi cabello y lo peine, aplique un poco de aceite
de peinar.

Estaba lista, mire mi reloj y era las siete treinta y tres. Cinco
minutos exactamente.

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Baje corriendo las escaletas y le grite a Lucy que me iba. Ella


no contesto. Cuando llegue abajo, Chaz estaba de pie.

-¿Lucy es tu hermana? – dijo algo confuso.

-Sí, la mayor. – conteste - ¿Por qué?

-Bajo las escaleras, me saludo y me dio su número. Es muy


extraña – dijo él – Ah. Dijo que te dejo una nota en la nevera.
Ya se fue.

-¡Dios! Discúlpala, ella es algo inmadura para la edad que


tiene. – dije mientras caminaba hacia atrás rumbo a la
cocina. Había una nota en la nevera.

“Tenemos que hablar, quiero saber cómo haces para


conseguir chicos así. En fin, me fui a desayunar con Nicholas,
hay comida en la nevera y deje más dinero en el cajón,
tómalo todo. Llegare a las cinco, te quiero en casa antes de
que llegue. Que tengas buen día, hermanita.

Lucy”

Tome del cajón el dinero y recordé que no tenía mi billetera,


ni mi teléfono, ni mis cuadernos. Camine hacia la entrada
donde estaba Chaz.

-¿Lista? – dijo con voz tonta.

-Lista.

-Pero, ¿y tú mochila?

-La tiene Elly – nunca había mentido tan descaradamente de


una forma tan rápida.

-Oh, bien. Vamos entonces. – puso su brazo de forma para


que enlazara el mío con el de él. Dude unos segundos y el
inclino su cabeza hacia su brazo otra vez, esta vez y pase mi
brazo por el de él.

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Caminamos hacia afuera y un automóvil como él de Ethan


pero en negro estaba estacionado. Subimos y nos
encaminamos hacia Preta, mi café preferido.

-Pero, ¿Cómo sabes que…

-¿Qué Preta es tu café preferido? – se adelantó y yo asentí –


Desayuno ahí todos los días. Mi padrino es el dueño. Te he
visto todos los días ahí. Si no es por la tarde es por la mañana.
O por lo menos en época escolar.

-Nunca te vi.

-Pero yo a ti sí, siempre. – desvió la mirada del camino por un


segundo y me miro con una sonrisa gigantesca y hermosa. Se
la devolví y señale el camino y el volteo a mirarlo
nuevamente.

Cuando llegamos el café estaba cerrado. Caminamos hacia


la puerta y Chaz golpeó la puerta graciosamente. Uno de los
mozos se asomó y nos dejó entrar. Una de las mesas, la del
fondo a la izquierda con más exactitud. Estaba preparada
para dos personas. Llena de cosas que amo como chocolate
caliente, malvaviscos, croissants y jugo de naranja. Nos
dirigimos hacia allí y Chaz hizo una seña muy exagerada
inclinándose para que me sentase, sonreí como tonta, como
lo hacía siempre que estaba con él.

-¿Es tarde para decir “tatan”? – negué con la cabeza, él se


puso de pie y dijo – Entonces. ¡TATAN! – agitaba sus manos
como lo hacen los magos y reí bobamente.

-Y bien, ¿Qué opinas?

-Bueno, me parece muy lindo todo, principalmente los


jazmines en el centro de la mesa. – dije con algo de pena. –
Es mi…

-¿Flor preferida? Lo sé.

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-¿Cómo lo haces?

-¿El qué? Esta vez sí que no logre anticiparte. – los dos reímos.

-Justamente eso, anticiparme.

-No lo sé, es como si pensase igual que tú. Si estuviera en tu


lugar preguntaría esas cosas. – hizo un ademan con sus
manos que me sorprendió. – Soy raro, lo sé.

-Por nosotros los raros. – dije levantando mi chocolate


caliente, él me imito.

-Por nosotros. Y no eres rara, solo algo tímida.

Me sonroje y comenzamos a hablar de cosas sin sentido por


los siguientes minutos. Su voz era muy hermosa y sus ojos
verdes eran demasiado bellos como para no evitar mirarlos
fijamente por más de un minuto. Él sabía que era tímida así
que se limitaba a hacerme preguntas cortas que pudiese
contestar con un “si” o un “no”. Igual fue la conversación más
larga que tuve con alguien sin ser Elly o Eth, en mucho
tiempo.

Todo iba muy bien, más que bien, excelente. Hasta Hank, el
dueño, vino a saludarme y presentarse como el padrino de
Chaz. Lo salude y me trajo otra taza de chocolate caliente
con malvaviscos. Le agradecí y ambos dijimos que era el
mejor padrino que se podía pedir.

La hora de irnos llego y Chaz tomo de mi muñeca y cincho de


ella arrastrándome hasta la puerta.

-Espera… - dije frenando.

-¿Qué?

-¿Cuál es el apuro? Falta más de media hora para que


entremos a clase.

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Ángeles Mortales

-Sí, pero quiero darte algo que deje en el automóvil y luego


pasear un rato.

-Ah, claro. – reí y lo seguí al automóvil.

Había muchas golosinas en el asiento de atrás y unas sodas


gigantes. Realmente sabía que era lo que me gustaba.
Amaba su “tatan” cada vez que había una sorpresa.

Luego de estar frente a la bahía comiendo dulces por media


hora nos encaminamos a la escuela. Cuando me baje del
automóvil vi a Elly y Eth parados junto al de Eth esperándome.
Me despedí de Chaz y él me dijo:

-No me he olvidado del almuerzo, esta vez no compres la


comida. – asentí y camine hacia ellos pero una motocicleta
se puso frente a mí.

-Dejaste esto en mi casa anoche. – mi bolso estaba extendido


entre Blacke y yo.

-Gracias… - lo tome y camine sacándolo de mi camino.


Cuando mire hacia atrás, Chaz había visto eso. ¿Cómo le iba
a explicar que mi bolso estaba en lo de Blacke y no con Elly
como dije? Que estúpida fui al creer que iba a ser el mejor
día de mi vida.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 25

El timbre sonó y con Eth nos encaminamos hacia nuestra


primera clase. ¿Adivinen qué? Nuestra primera clase del
martes era Historia Universal. No podía ser la segunda o la
tercera, no, tenía que ser la primera. Cuando dejamos a Elly
en el salón de Biología, le conté a Ethan todo lo que había
pasado la noche anterior y esta mañana. Obviamente que le
di la versión censurada, fui a lo de Blacke a hacer nuestro
trabajo de Literatura Clásica.

-Pero, ¿Cuál de los dos chicos te gusta?

-¿Qué? ¿Gustarme? ¿A mí? ¿Un chico? – estaba muy


sorprendida por la pregunta.

-No me digas que eres…

-No, me gustan los chicos pero no me gusta ningún chico en


este momento – anticipe su duda sobre mi orientación sexual.

-Entonces no veo el problema. – dijo el confundido.

-Es que fue tan lindo lo que me paso con Chaz que no quiero
que Blacke lo arruine. Lo hizo con intención de arruinar esa
conexión que estábamos teniendo. – dije sonando rara –
Ayúdame, dime que diré en el almuerzo. ¿Qué le digo a
Chaz?

-Dile que lo dijo en broma, que Elly creyó que a primera hora
tenías Literatura y quizás no te vería para darte el bolso antes
de las clases y se lo dio a Blacke para que te lo de, que es el
único chico que conoce de tu clase de literatura.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Genial. Eso diré, dile a Elly. Un segundo… ¿Desde cuándo te


has vuelto tan buen mentiroso? – el rio – Oh, Ethan, me
sorprendes. – y comenzamos a reír.

Entramos a clase y nos sentamos como nos sentábamos


siempre. Pero para mi pesar, el banco que estaba detrás de
mí estaba vacío y Blacke no había entrado, le pedí a Eth que
se sentase detrás de mí así Blacke, estando en el frente, no
me molestaría. Lo que no tuve en cuenta fue nuestros nuevos
dones.

Cuando la clase iba tan solo diez minutos, el profesor pidió


que hiciéramos pareja con nuestro compañero de al lado y
sabía que Blacke estaba detrás de esto, lo mire y sonrió.
Nunca había usado mis poderes pero mire a la profesora y
pensé “sería mejor que las parejas sean de más alumnos o
aún mejor, que ellos eligiesen a sus parejas”. Medio segundo
después el profesor lo estaba diciendo y gire para decirle a
Eth que seriamos pareja. Blacke me miro y esta vez su sonrisa
era más agresiva.

-Esperen un segundo, que clase de profesor de Historia seria si


no opto por el equilibrio y por la democracia. ¿Qué tal si lo
hacemos al azar? – la mayoría de la clase dijo que estaban
de acuerdo. – No, mejor, diré sus nombres y me dirán con
quién lo quieren hacer y listo. – mire a Blacke, esto era una
guerra.

Mire al profesor y me enfoque en él, trate de que dijese el


nombre de Ethan primero, lo intente con todas mis fuerzas
pero Blacke tenía más tiempo de práctica, eso era obvio.

-¿Blacke? – dijo el profesor. - ¿Tu pareja? – todas las chicas


que habían en el salón se morían por él, todos querían que él
las eligiera. La chica que estaba detrás de él le susurró al
oído, una chica rubia y hermosa, él negó con la cabeza.

-Ariana Slicolds, profesor. – sin dudarlo.


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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Ariana Slinconds? – el profesor levanto la mirada y yo


levante la mano tímidamente. Todas las chicas me miraban
con desprecio, principalmente la rubia que estaba detrás de
Blacke.

-Se pronuncia “Slicolds”, como se escribe. – le dije y el


profesor se corrigió a sí mismo y siguió con la lista.

Cuando nombro a una chica llamada Stella ella dijo “el chico
lindo que está detrás de la novia de Blacke” y él me miro y yo
conteste que no era mi novio, ni siquiera sabía quién era. Era
obvio que nadie me creía. Ethan me susurro al oído “por lo
menos a ti te toco con alguien interesante, a mí me tocó con
una chica superficial y linda. Dios, justo ahora que encontré a
alguien especial.” Reí tontamente, pero no era la misma risa
que tenía cuando estaba con Chaz. Esa si era una risa
especial.

-Disculpe, Profesor. – dije en voz medianamente alta - ¿Puedo


ir al baño?

Él asintió y señalo la puerta, tome mi teléfono de mi bolso y


salí. Cuando lo encendí, tenía tres mensajes de voz, los tres de
Chaz, y un mensaje de texto de Elly. Nada interesante. Le
escribí a Chaz, me sentía una estúpida pero sentía que
debería hacerlo.

“Pensaras que soy estúpida pero me he reído recién con algo


que dijo Eth y me di cuenta de que no rio igual a lo que lo
hago cuando estoy contigo. No sé, soy rara.”

Camine por el pasillo hacia donde estaban los baños y mi


celular sonó, era Chaz llamándome. Atendí con miedo.

-¿Hola? – temía que el profesor lo haya visto con el celular y


se lo haya sacado.

-¡Hey, Ariana! – era su voz – ¿Qué haces fuera de clase?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Cómo sabes que no estoy en clase?

-¡Tatan! – y estaba parado detrás de mí. – Salí de clase para


poder leer tu mensaje y me pareció adorable. Quería
contestarte pero que mejor que decírtelo en persona.

-Qué casualidad. – dije nerviosa y apoyándome contra la


puerta del baño. - ¿Qué piensas…

-¿De tu mensaje? – me anticipo, otra vez – Lo adore. ¿Te soy


sincero?

-Claro. – tartamudeé.

-Fue el mensaje más lindo que me mandaron en mucho


tiempo. – se acercó a mí y tomo uno de mis rulos y se lo
enrosco en el dedo. – Me asombra que lo hayas escrito tú,
pero sé que lo hiciste porque estás aquí y Ellena y Ethan en
clase. Así que, bueno.

-¿Qué? – Lo mire a los ojos y se me tenso la piel, estaba


nerviosa.

-¿Qué? – repitió él y se acercó más a mí.

-Chaz, espera… - conteste mientras estiraba mis brazos para


apartarlo de mí.

-No te asustes, Ariana. Solo quiero abrazarte. Tu primer beso


no va a ser en la escuela, frente a los baños. – sonrió y avanzó
hacia mí y me abrazo por la cintura y mi cabeza quedo
apoyada en su hombro, me tuve que poner en puntas de pie
para que quedáramos a la misma altura. Simplemente fue
hermoso. Cuando me soltó respiro profundo y me dijo – nos
vemos en el almuerzo, supongo.

-Claro. Ahí estaré. – conteste y se despidió mientras se iba con


sus manos en los bolsillos sacudiendo la cabeza y sonriendo,
se dio vuelta y camino silbando hasta su salón.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Yo volví al mío y cuando entre mi celular vibro pero el profesor


estaba ocupado mirando las listas así que leí el mensaje.

“¿Qué me hiciste, Ariana? Me tienes como estúpido, le estoy


sonriendo a mi profesor de Química Avanzada. No sé, igual
me gusta estar así. Gracias. Te veo en el almuerzo con tus
amigos.”

Descaradamente le mostré el mensaje a Ethan, igual el


profesor no lo noto. Él rio y dijo en voz algo fuerte.

-Lo tienes loco, amiga. – agarre mi teléfono haciéndole seña


con mi dedo de que se callara. Cuando di vuelta para mirar
hacia adelanten, Blacke me sostuvo la mirada. Pero en este
momento Blacke no me importaba. Chaz había invadido mi
mente.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 26

Las horas pasaron sumamente lentas. En Química no hicimos


nada, solo presentarnos y hablar de cosas de años anteriores,
así que con Elly nos dedicamos a mandarnos cartitas y en
ellas le conté todo lo que paso con Chaz y lo de la mentira
que iba a decir del bolso en caso que él preguntara. De
todos modos, después de lo que había pasado en el pasillo
no creía que él me fuese a decir algo.

Por fin había terminado la hora y el timbre del almuerzo toco.


Le dije a Elly para ir al baño y mientras la arrastraba hasta allá,
ella le escribió a Eth diciéndole que nos veríamos en la puerta
de la cafetería. En el baño me retoque el corrector de ojeras
y un poco el cabello. Le hice toda la explicación visual a Elly y
nos reímos un rato. Fuimos hasta la cafetería y mire hacia la
mesa donde nos habíamos sentado ayer pero estaba Amy y
Dylan solos, los salude con la mano y ellos me saludaron, Amy
con mejor ánimo que Dylan. Creo que no le gustaba mucho
la idea de que Chaz almorzaba conmigo y no con ellos.

Tome mi teléfono y le iba a escribir a Chaz y justo él me llamo.

-¡Hey, Ariana! – dijo como lo hacía siempre. – ¿Dónde estás?

-En la puerta con Ethan, Elly, Sophie y Anthony. – contesté – ¿y


tú?

-Voy por ti. Quédense ahí. – colgó. Sin más.

-Dice que ya viene. – le dije a los chicos.

Mire a Sophie y no entendía por qué ella podía ser mi misión,


como ella puede ser una propensa suicida. Despeje mi misión
por un momento y mire alrededor hasta que vi a Chaz.

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Ángeles Mortales

-Y bien, ¿vamos? – dijo Chaz y caminamos tras él. Llegamos a


una mesa al otro extremo de la que habíamos estado ayer y
había dos almuerzos puestos, es decir, mi almuerzo y el de él.

Nos sentamos uno frente al otro. Quede entre Sophie y Elly y


Chaz entre Ethan y Anthony.

-Bueno, comienzo. Me llamo Chaz. – dijo Chaz sonriendo.

-Yo ya te conozco y fue un desagradable comienzo. – dijo Elly


de manera cortante – Me llamo Ellena pero díganme Elly.

-Soy Ethan, dígame Eth.

-Anthony, pero dudo que tenga que decirlo. ¿Quién no me


conoce? – rio soberbiamente.

-Yo. – dijo Ethan. – Un gusto. – Anthony se sintió ofendido pero


a Eth no le importo.

-Me llamo Sophie Trazenko. – dijo Sophie, era tímida pero no


tanto como yo.

-Soy Ariana. Hola. – A mí sí me conocían todos aquí.

Comenzamos a comer y a hablar de cosas banales, Anthony


y Sophie no se conocían. Ella era la típica marginada y él era
el chico más popular de la escuela. A Chaz si lo conocían
todos pero solo porque tenía dieciséis y estaba en la misma
clase que Anthony, además por ser extremadamente
apuesto.

Chaz y Ethan tenían mucho en común, eran muy


apasionados por la música. Ethan toca el violín desde los
cinco y en este momento me estaba enterando que Chaz
toca la guitarra y un poco el piano.

-Yo toco el piano. – dije y me arrepentí dos segundos después.

-¡Genial! Tocaremos juntos esta tarde. – dijo Chaz.

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Ángeles Mortales

-¿Esta tarde? – dije sorprendida.

-Si cuando merendemos juntos. – amaba esa personalidad


que tenia de invitarme a hacer cosas de una manera en la
que no pudiera negarme. Realmente amaba eso. Antes de
que pudiera hacer planes, él ya los tenía hechos, para estar
conmigo.

-Ah, bueno. Claro. – dije sorprendida. Nos miramos con Elly y


ella estaba tan sorprendida como yo.

La hora pasó muy rápido, cuando el almuerzo termino Ethan


dijo que acompañaría a Sophie a clase y luego iría a su clase,
Elly y Anthony se despidieron y Elly me dijo que nos veríamos
en clase. Así que, Chaz y yo quedamos solos.

-Y bien, ¿Cómo estuve? – dijo Chaz.

-Bien, les caíste muy bien a los chicos y Sophie y Anthony, a


pesar de todo, son muy bueno. – conteste.

-Sí, hacemos un buen equipo. – pausó – Igual creo que no te


gusto la idea de la merienda. ¿Voy muy rápido verdad?

-No, para nada. Es que me sorprendiste. – dije – No estoy


acostumbrada a estas cosas.

-¿A tener citas o a tener acciones adolescentes normales? –


sonrió.

-Ambas, supongo.

-Entiendo, la merienda la dejamos para el desayuno de


mañana. ¿Qué te parece? – asentí – Te acompaño a clase,
¿sí?

-Claro, ahora tengo… - saque de mi bolso mis horarios. –


Español. – tenía con Blacke y Elly.

Comenzamos a caminar por el pasillo hasta que llegamos a


mi clase. Nos despedimos con un beso y me tomo de sorpresa
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el pequeño abrazo que me dio. Le dije adiós y entre en clase.


Elly estaba guardando un lugar para mí, lejos de Blacke, por
suerte.

-¿Qué fue eso? – dijo Elly sorprendida.

-¿Eso qué? – me hice la tonta.

-¡No! ¿Estas saliendo con Chaz? – comenzó a gritarlo. -


¡Cariño, tú sí que no eliges al azar!

Toda la clase estaba mirándonos y murmurando, creo que


habían escuchado todo. Solo oí un murmuro claro que
decían dos chicas “creí que en Historia, Blacke había dejado
en claro que eran novios” pero no me preocupe. Si no me
veían más con él sabía que todo iba a acabar.

En esta clase no tuvimos mucha interacción, el profesor solo


comenzó a decir frases al azar y las analizamos oralmente. Lo
extraño comenzó cuando en mi mente empezaron a
aparecer voces. Mejor dicho, una voz.

“En mi casa, a las ocho. Tengo información de Sophie


muñeca.” – sabía que era él. Trate de concentrarme y pensar
que estaba en su mente y pensé.

“En MI casa a las ocho treinta. Tienes una hora.” – creo que lo
había logrado.

“No, en mi casa esta vez. Sin reproches” - Contesto.

“En mi casa o no nos veremos y ya.” – reproche.

“Bien. En tu casa. Me gustan las chicas caprichosas,


muñeca.” – escuche como reía. Dios, era demasiado
vanidoso para mi gusto.

La clase termino y Chaz me llamo.

-¿Te llevo a casa?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-No, me voy con Eth. Gracias igual. – conteste sonriendo.

-¿Nos vamos, muñeca? – Blacke apareció en su motocicleta


en el estacionamiento. Le hice señas de que se fuera. Dos
segundos después Chaz dijo.

-¿Ese es Blacke? ¿Qué haces con él?

-Es mi compañero en unas clases. Me voy con Ethan así que


luego hablamos Chaz. – él dijo “Claro” y colgó. Esquive a
Blacke y me subí al automóvil de Eth. Pero él freno junto a la
ventana y golpeo.

-En tu casa entonces. A las ocho treinta, muñeca. Ponte


hermosa. – y desapareció como una ráfaga de viento. Es tan
irritante pero ¿por qué se me erizaba la piel junto a él?

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Ángeles Mortales

CAPITULO 27

Mi hermana llego a casa a las cinco, como dijo. No quería


tener problemas con ella, así que me puse a hacer la tarea.
Para las siete treinta ya no tenía más tarea y subí a tomar un
baño.

Para las ocho ya estaba lista para el encuentro con Blacke.


Para mi fortuna, Lucy iba a salir a cenar con Nicholas, así que
estaría sola esta noche. Blacke no tendría que poner ninguna
excusa para tener que ir a su casa.

A las ocho mi hermana ya se había ido y llame a Elly para


contarle que Blacke venía a casa, ella se sobresaltó y me dijo
“uno a la vez, cariño”. Reímos como tontas y después colgué
con ella. Quince minutos más tarde el timbre sonó.

-Hola. – dijo Blacke mientras entraba a mi casa. – Es linda tu


casa.

-Gracias. – dije - ¿Podemos ir al punto?

-Bien. Averigüé cosas de Sophie que quizás te interesen. – dijo


el mientras se sentaba en uno de los sofás del living.

-¿Qué?

-Sophie es hija de padres divorciados. Es hija única y vive con


su padre, el cual es alcohólico y tiene muchas deudas de
juego. – dijo sin inmutarse.

-Pobre chica. Con razón es tan tímida. – comente, me había


angustiado escuchar eso.

-Pero no todo es malo, desde que Ethan apareció en su vida


ella está más alegre. Pero creo que él va a ser parte de la
razón por la cual ella va intentar terminar con su vida dentro
de un año. – dijo, noto mi asombro. – No es que Ethan la vaya

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Ángeles Mortales

a lastimar, es que creo que ellos van a terminar, ya sabes,


diferentes vidas, diferentes estatus sociales y económicos.
Pero ya tengo un plan.

-Oh, pobre Ethan, pobre Sophie. – agregué – Esta bien, ¿Cuál


es tu plan?

-Tenemos que tratar de que Ethan conozca la vida de Sophie


desde ya. Creo que estos poderes que tenemos podemos
diseñar un juego, una trampa para que Sophie salga de ese
infierno en el que vive.

-Espera, vas muy rápido. ¿Qué planeas exactamente?

-Ya que el papá de Sophie tiene tantas deudas, va a tener


otra deuda pero con Ethan. El plan lo llevaremos a cabo el
sábado. En el baile de Bienvenida.

-¿Qué baile?

-Ah, un baile que hacen los populares con la excusa de darles


a todos los chicos de primer año una “bienvenida”. En
realidad es para coronar a una chica y a un chico como
Reyes. El año pasado lo fue Chaz y Melody. Este año, andan
los rumores de que lo será Anthony y Ellena o tú y yo.

-Wow, ¿desde cuándo esto se convirtió en una charla de


nosotros? Cuéntame el plan y deja de alucinar. No seré reina
de nada, ni siquiera iré. – no sabía nada de un baile y menos
de que Chaz había sido el rey el año anterior. En mi cabeza
solo había una pregunta: ¿Quién era Melody?

-Bien, el plan es el siguiente… - cada palabra que decía sobre


el plan me daba escalofríos. Era algo demasiado retorcido
como para que pudiera siquiera asimilarlo. Cuando termino
de explicarme la situación. Le hice una pregunta.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Pero, ¿y si me pongo nerviosa y arruino todo? Sabes que


todavía no se usar muy bien mis poderes. Bueno, solo los he
probado hoy por primera vez.

-Intenta teletransportarte, yo lo hago todo el tiempo, de mi


habitación al baño o de mi casa a la tuya. – ahora que lo
pienso no había escuchado ningún vehículo llegar.

-Bien. – toque la pluma de mi collar y pensé en que estaba


parada en la cima de las escaleras. Cerré mis ojos y respire
profundo, cuando abrí los ojos escuche gritar a Blacke.

-¡Ariana! ¿A dónde fuiste?

-A tu conciencia. Muy fea por cierto. – reí bajando las


escaleras. – Es más simple de lo que pensé.

-La práctica hace al maestro. Bueno. Me voy. – dijo mientras


se ponía de pie. – ¿Cenamos el viernes?

-No. – conteste rotundamente.

-Para repasar el plan, muñeca. Dijimos tres veces por semana


y vamos dos nomas. – él tenía un punto.

-Te hare saber en estos días si puedo el viernes, quizás el


jueves. No sé. – él ya estaba junto a la puerta. – Hasta
mañana, Blacke.

-Hasta dentro de unos momentos, muñeca. – lo mire sin


entender – Cuando te vea en mis sueños. – me dio un beso en
la mejilla y desapareció entre sombras. Es tan irritante.

Fui a la cocina y comí un sándwich. Subí a mi habitación y


mire un poco de televisión. Desde que mi hermana era un
proyecto de chica adulta responsable, la televisión estaba en
mi habitación. A las diez mi teléfono sonó y era Elly para
nuestra charla tradicional de esa hora. Hablamos de cosas sin
sentidos por veinte minutos y luego colgó. Pero mi teléfono
volvió a sonar. Era Chaz.
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Ángeles Mortales

-¡Hey Ariana! – dijo él – Llamaba para saber cómo estabas.

-Hola Chaz, estoy bien y ¿tú? – dije mientras me acostaba en


la cama sonriendo plenamente.

-Bien, bueno, en realidad. Bueno, sabes que suelo ser muy


directo, ¿no? – conteste con un “supongo” y el continuo –
Bien. Quería saber qué relación tiene con Blacke. Es que
primero lo de la fiesta, los vi entrar a una habitación juntos.
Luego en la playa hablaste con él largo rato. También hoy, lo
del bolso y lo de que te llevaría a casa. Es que…no quiero
entrometerme entre él y tú.

-No, espera. Es que bueno, en la fiesta tuve un pequeño


incidente y él me ayudo pero más tarde fue muy grosero. En
la playa solo lo enfrente por lo de la fiesta. Y mi bolso es que
Elly se lo dio a él creyendo que a primer hora tenia Literatura
Clásica, la única clase que tengo sola. – justifiqué – Lo de esta
tarde, no tengo ni idea porque lo hizo, solo sé paró delante
de mí y dijo eso. Vine a casa con Ethan.

-Entonces… - dijo el riendo.

-Entonces, ¿Qué? – dije.

-Desayunamos mañana, a las ocho esta vez. ¿no? – dijo el


riendo – Los pijamas no capturan del todo tu esencia. –
comenzamos a reír.

-¿Ves? Esto es lo que amo de ti. – dijo de la nada - ¿Qué es? –


me anticipó como siempre - Que me haces sonreír por más
que tengas ganas de llorar en este momento.

-¿Llorar? ¿Por qué? – se limitó a decir “por nada especifico” y


desenfocó la conversación de ello.

Cuando colgamos me di cuenta de que no había sido un día


tan malo. Que había sido un gran día. Uno de los mejores.

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CAPITULO 28

La semana paso muy rápido. Esos almuerzos con Chaz y los


chicos eran geniales. Las siguientes veces Amy y Dylan se nos
unieron y por más que con Chaz y Ethan pensáramos que iba
a ser un completo desastre que Dylan y Elly estuvieran juntos
en la misma mesa, se llevaron bien, a tal punto que hablaban
más entre sí que con Amy o Anthony.

El viernes llego y las expectativas del baile del sábado eran


muchas. Veíamos a los chicos del Consejo Escolar correr de
aquí para allá con adornos y luces. La temática era “Noche
bajo las estrellas”, una temática muy romántica pero Chaz no
me había invitado todavía, así que con Elly diseñamos una
manera de que él me invitase. En el almuerzo de ese día Elly
comento.

-Anthony y yo vendremos al baile mañana. ¿Ustedes?

-Sophie y yo vendremos. – dijo Ethan - ¿No es así? – ella asintió


con la cabeza.

-¿Qué hay de ti, Chaz? – preguntó Elly muy directamente, no


negaba sus instintos de periodista. Estaba con los codos
apoyados en la mesa y su mentón sobre sus manos
enlazadas.

-Planeaba no ir y hacer algo más interesante con Ariana pero


ya que todos irán, ¿Qué piensas, Ariana? – dijo Chaz.

-Bueno, lo que tú quieras. – dije algo apenada. Estaba


sentado a mi lado así que le fue fácil el susurrarme al oído.

-La idea de verte nuevamente en un hermoso vestido me


encanta pero bien podemos salir a cenar. Está en ti. – sonrió y
me miro a los ojos.
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Ángeles Mortales

-¿Elly? –dije algo temblorosa.

-¿Si?

-¿Podemos ir de compras esta tarde? Necesito un vestido


nuevo. – la mire y sonreímos. Asintió.

-Claro, cariño. Amy, Sophie, ¿quieren ir de compras? – dijo


Elly.

-Sí, salgamos de compras, hace mucho que no voy siquiera a


ver tiendas. – ellas dudaron – ¡Vamos chicas! Tenemos que
darle un buen uso a mi nueva adquisición además de libros. –
mostré la tarjeta que me había dado esta mañana mi
hermana. – ¡Por favor!

-De acuerdo, ¿qué más da? – dijo Amy mientras escuchaba


música con un solo auricular.

-Bueno, creo que podría acompañarlas. No necesito un


vestido nuevo pero si quizás algún accesorio. – dijo al final
Sophie.

-Bien, tarde de chicas. – dijo Dylan irónicamente. – Tengamos


tarde de chicos. ¿Qué tal billar y videojuegos?

-¡Genial! – dijo Anthony y todos comenzaron a hablar de


nuestra tarde de chicas y chicos.

Cuando el almuerzo termino, Chaz me acompaño hasta mi


clase de Literatura Clásica. No le había dicho a Chaz que
Blacke había estado en mi casa la noche anterior y que
habíamos hecho la tarea juntos. Pero temía que Blacke se lo
dijese cuando nos viera juntos en el pasillo. Por suerte él no
nos vio, Chaz se fue y no hubo ningún problema.

El día escolar culminó pacíficamente. Cuando tome mi


teléfono para escribirle a Elly ya tenía un mensaje de ella.

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“Te esperamos en el estacionamiento, cariño. Amy nos


llevara.”

Conteste.

“Voy para ahí”

Luego mire otro mensaje que tenía. Era de Chaz.

“Según mi mamá, con tu color de piel, queda esplendido los


colores como violeta, bordo, rojo, negro, azul marino y fucsia.
En mi opinión, todo te queda hermoso, hasta la remera verde
manzana que tenías puesta ayer con el ridículo búho azul. No
sé, nada. Que te diviertas.”

Sonreí como tonta y mire mi teléfono muchas veces mientras


caminaba hacia el estacionamiento. Escribí lo más rápido
que pude.

“Optare por el negro, azul marino o violeta, pero un violeta


oscuro. Y por dios, no pidas tacos. Las bailarinas no se van a ir.
¿No te gusta mi remera del búho? Gracias por decírmelo
después de que la usé. Que te diviertas también.”

Cuando vi a las chicas Elly grito.

-¡Tarde de chicas! ¡Compras, compras, compras! – se subió al


automóvil.

-¿Es así siempre? – me susurro Sophie al oído.

-Se llama el mal de Elly. Afecta a una chica en mil billones. Es


decir, solo a Elly – reímos en voz baja y subimos en la parte
trasera.

Cuando llegamos a una boutique Elly tomo tres vestidos y fue


al probador arrastrando a Amy. Sophie y yo miramos algunos
y encontré mi vestido ideal. Un vestido sin breteles con una
faja que iba justo debajo del busto, luego era suelto, amplio y

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Ángeles Mortales

sombre la tela tenía otra muy fina y trasparente del mismo


color pero algo brillante. El color era azul marino.

Convencí a Sophie de que se probara uno con unos finos


breteles de color verde claro y le quedaba hermoso. Por más
que se negó a muerte se lo comprase, de todas formas, sabía
que ella no tenía el dinero como para comprarlo y sabia
también que ese vestido le había fascinado.

Elly se compró un vestido plateado muy llamativo, digno de


ella. Amy, escogió un vestido negro, muy discreto.
Obviamente que con Elly nos peleamos por pagar pero le
volví a mostrar mi tarjeta y le dije.

-Que mi hermana me pague por todas las veces que me tuve


que levantar de madrugada para darle de comer. – Elly rio y
termine ganando.

Los zapatos fueron más simples. Yo ya tenía demasiadas


bailarinas así que no me compre nada. Pero a Sophie le
compré unas hermosas sandalias que combinaban
perfectamente con su vestido. Y Elly se compró unos tacos de
diez centímetros de color negro. Amy, opto por unos zapatos
con un taco de tres centímetros, Dylan no era muy alto que
digamos.

Cuando la tarde termino, Amy y las chicas me dejaron en


casa. Baje con las bolsas y note que la luz de mi habitación
estaba encendida. Entre furiosa creyendo que era Lucy pero
para mi asombro en la mesa del living había una nota de ella
que decía que llegaría a las once. Entonces subí lentamente
las escaleras y entre a mi habitación.

-Tenemos que hablar. – dijo Blacke algo nervioso – Estamos en


problemas, muñeca.

-¿Qué? – dije asombrada – Estoy empezando a odiar tus


métodos de arruinar mi día.

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-Dylan planea suicidarse esta noche. Si lo hace, adiós


Blefmansers, hola infierno.

-¡Wow! Espera… - dije asustada, se me había acelerado el


corazón.

-Siéntate, tenemos que hablar, muñeca.

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CAPITULO 29

Luego de unos minutos, cuando mi pulso se normalizo y


Blacke me tranquilizo, continuamos la charla. La idea de que
Dylan cometiese suicidio no me agradaba para nada, no
solamente por el hecho de que yo perdería toda oportunidad
de pasar la eternidad con mamá y papá, sino porque no
podría creer que él estuviese pasando por un momento tan
duro como para tener la necesidad de hacerlo y no pidiese
ayuda.

-¿John? ¿Podrías venir un momento, por favor? – dijo Blacke


no muy alto. Un segundo después se materializó ante nosotros
en mi sofá.

-¿Qué quieres ahora? – dijo de mal humor.

-Dile todo a ella. Lo mismo que me dijiste a mí.

-Bien – dijo – Dylan va a morir esta noche, a las diez con


treinta y siete minutos, más exactamente. Se suicidara
ingiriendo cantidades alarmantes de cloro. Si muere, su misión
será considerada como fallida y se les borrara la memoria
sobre ella. Sus vidas volverán a la normalidad pero cuando
mueran, irán directo al infierno.

-¿Entiendes, Ariana? – me dijo Blacke, estaba desorientada.


Esas palabras me suenan demasiado fuertes.

-Sí, pero no sé cómo ayudarlo. No sé nada de su vida. No he


cumplido con mi parte, no sé nada de él. – comencé a llorar,
estaba arruinando nuestra eternidad por un chico, por haber
pasado tanto tiempo con Chaz.

-Tranquila, Ariana, tranquila. Tienen tres horas y cuarenta y dos


minutos. – dijo John – No pueden intervenir directamente y no
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pueden invadir la mente de sus “jóvenes suicidas”, así que


busquen una solución. Adiós. – desapareció.

-¡Siempre tan útil tú, John! – dijo Blacke irónicamente. – Bien,


pensemos.

Corrí a mi bolso, sequé mis lágrimas, respire profundo y tome


mi teléfono, disque el número de Chaz y lo llamé.

-¡Hey, Ariana! – contestó.

-Oye, Chaz, necesito un favor. – le dije algo tranquila. -


Escucha, Amy me dio un cuaderno que Dylan dejó en la
escuela para que se lo dé, pero no me dio su dirección,
¿podrías dármela?

-Claro, ¿tienes donde anotar? – me la dio y la anoté en un


cuaderno que encontré sobre mi escritorio. - ¿Listo? – dijo.

-Sí, muchas gracias. Perdón por interrumpir lo que estuvieses


haciendo. – me disculpe.

-No era nada importante. Solo una cena de negocios de mi


papá y tu hermana. ¿Sabías que sale con mi hermano? Lo
que es el destino. – dijo – Por cierto, dice tu hermana que
llegara a la media noche más tardar. ¿Mañana almorzamos?

-No sabía que Nicholas era tu hermano, es muy agradable,


creo que es de familia. – contesté – Y claro. Almorzamos sí.
¿En el muelle?

-Si es lo que quieres, claro. Hasta mañana, Ariana. – colgó.

-Listo, vamos. – le dije a Blacke mientras tomaba la dirección y


volvía a tomar mi abrigo.

-¿Quieres ir así como así a la casa de Dylan? Arruinaras todo.

-Confía en mí, ¿puedes? Vamos. – me siguió por las escaleras.


- ¿Cómo llegaste a mi casa?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Ya conozco tu casa, solo me teletransporte. – contesto.

-Toma. – le lance las llaves del deportivo de papá – Tú


conduces.

Ya de camino a casa de Dylan decidí que quizás Gabriel


podría ayudarme a aclarar algunas dudas.

-¡Quiero que mi Ángel Guardián me guie y camine conmigo


en este momento, Jefe! – frote mi collar y Gabriel apareció en
el asiento trasero.

-Hola, Ariana. – me dijo – ¿En qué te soy útil?

-¿Puedes darnos información de Dylan? – Blacke me miraba


atentamente por el rabillo de su ojo. Le indique que mirase el
camino y me voltee para hablar con Gabriel.

-No mucha, no más de la necesaria. Solo puedo contestar


unas pocas preguntas y con unos simples “si” o “no”.

-Bien, me basta eso. – dije decidida - ¿Dylan tiene problemas


de personalidad?

-No.

-Bien te hare unas preguntas y dime las respuestas de la


misma manera. – aclare.

-Claro.

-¿Su problema es por su pasado que vuelve? ¿Por su familia?


¿Hay hermanos involucrados? ¿Está ahora en su casa?
¿Puedo controlar a la familia?

-Sí, sí, sí, sí y sí. – contestó – Debo irme, termino mi tiempo y


confío en ustedes, sé que pueden con esto mis Ángeles
Mortales. – desapareció un segundo después.

-Adoro tu poder de intuición. Ese no vino con el amuleto, es


de tu madre claramente. – dijo Blacke sonriendo.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Se puede controlar la mente de alguien para que te cuete


algo sobre otra persona por teléfono? – pregunte a Blacke.

-Supongo. – contesto y llame a Amy.

-Amy, soy Ariana. – comencé a focalizar “necesito contarte,


Ariana, todo sobre Dylan”. Ella comenzó a contarme todo.

-Hace dos años el hermano de Dylan murió en un accidente


de tránsito y él venía en el automóvil conduciendo. No fue
culpa de él, un borracho se le atravesó en el camino y lo
golpeó del lado del acompañante. Hoy hace fecha de su
muerte y no lo dejan visitar la tumba de su hermano porque
creen que no se lo merece. El hermano tenía tres años más
que él.

-Gracias, Amy por pasarme el número de la casa de Chaz,


nos vemos mañana.

-Claro, no hay problema. – trate de plantar en su mente que


lo había hecho y colgó.

-¿Escuchaste? – le dije a Blacke.

-Sí. Tengo un plan. Pero lo tendrás que hacer tú. Dylan solo me
conoce de verme en la escuela, que tú lo vayas a visitar va a
ser más normal. – dijo él – Y Ariana, claro que confío en ti. Mi
eternidad está en tus manos, muñeca.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 30

La casa de Dylan estaba en los suburbios, un lugar poco


agradable para un automóvil como el de papá. Pero eso ya
no importaba. Solo quería irme a casa lo antes posible pero
no sin haber ayudado a Dylan. Black estaciono frente a su
casa y me baje del automóvil.

-¿Lista? – me preguntó Blacke. Asentí, comencé a caminar


hacia la casa y toque timbre. La puerta se abrió y era Dylan.

-¿Ariana? – dijo asombrado - ¿Qué haces aquí?

-Hola, discúlpame por venir hasta tu casa a interrumpir tu


privacidad sin previo aviso. – conteste.

-No importa, pasa. – dijo él dejándome entrar.

-Es que…necesito que hablemos sobre Chaz. Estoy nerviosa


por lo de mañana.

-Claro. – dijo y una voz de mujer salió desde la cocina -


¿Quién es? – y él contestó – Una amiga.

-¿Quién es? – dije señalando a la cocina.

-Mi madre, Sussan. – contestó - ¿Quieres que te la presente?

-Me encantaría. – comenzó a caminar hacia la cocina y lo


seguí.

-Mamá, ella es Ariana. Es amiga de Chaz. – dijo Dylan.

-Un gusto señora. – respondí.

-Encantada querida. – contestó y comencé con el plan.

Mire fijamente a los ojos de la Señora Lombardo y puse mis


pensamientos sobre su boca.
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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Dylan, ve hasta el Supermercado y cómprame lo que hay en


la lista de la heladera, se me había olvidado y ya es tarde. No
te preocupes, yo me quedare con tu amiga hasta que
vengas. – Dylan obedeció y se fue.

Comenzamos a hablar de tonterías con la madre de Dylan y


cuando el teléfono sonó sabía que era la señal. Cuando ella
se voltio a mirar hacia donde estaba el teléfono, me puse de
pie rápidamente y toque con mi mano derecha su cabeza y
con la izquierda mi collar. Una secuencia de imágenes de
Dylan muerto, la tumba de los dos hermanos, de Dylan
diciendo “Solo quería que me quisieran, solo quería que
dejaran de culparme.” y de cómo había sido el accidente se
antepuso entre nosotras.

Realmente Dylan no había tenido la culpa del accidente. Ella


lo veía en las imágenes. Mantenía mis ojos cerrados
enfocándome en las imágenes que tenía en la mente. Como
había dicho Blacke, si abría mis ojos la conexión se cortaría y
ella iba a descubrir lo que hacía, pero me costaba mantener
los ojos cerrados. Esos recuerdos de Dylan me estaban
sobrepasando. Imágenes de él y su hermano peleando
cuando eran niños y de cómo eran sus papás antes de que
Charlie muriera, todo contraponiéndose con la actualidad.

Cuando las imágenes terminaron, la Señora Lombardo se


desmayó y dije en voz baja junto a su oído.

-Esto tiene solución mamá. Ya no estoy pero si Dylan, él te


necesita. Amalo, él existe, él está junto a ti. No lo abandones y
no lo culpes, el accidente fue eso, un accidente.

Cuando ella estaba desmallada llame a Blacke.

-Creo que salió todo bien. Solo queda esperar.

-¡Eso es! – dijo con entusiasmo – Llama a Dylan y dile lo de su


mamá. – colgó y llame a Dylan.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Dylan? Soy Ariana. Tome el teléfono de tu madre porque no


sé qué hacer. Ella esta tirada en el suelo, fui al baño y cuando
vine estaba así. Ven por favor. – no le di tiempo a Dylan de
hablar, estaba llorando y temblando, él no dudo ni una
palabra.

Tres minutos después Dylan llego. Lo ayude a poner a la


Señora Lombardo en el sofá del living y corrió a buscar agua.
Cuando ella comenzó a despertar acaricio a Dylan y le
susurro.

-¡Oh, hijo! Te amo tanto.

-¿Qué está pasando, mamá? Estas mal pero ¿de qué? – dijo
él asombrado.

-Disculpen, creo que estoy demás aquí. Perdón la interrupción


Dylan y Señora Lombardo. Espero que se mejore. – dije algo
más calmada. Abrace a Dylan y le dije “todo estará bien” y él
sonrió y dijo “gracias”.

Cuando salí pude ver por la ventana que se estaban


abrazando muy fuerte. Abrí la puerta del automóvil y respire
profundamente.

-Lo hice. Ella se despertó y dijo “Te amo tanto” a Dylan. – volví
a respirar profundamente – Creo que funcionó.

-Eso espero, lo hiciste genial, Ariana. Deja de llorar. – saco las


lágrimas de mis ojos y me abrazo. Ni siquiera sabía que estaba
llorando. Lo abrace fuerte.

-Su vida es horrible, todos los días lo torturan con la memoria


de su hermano. Lo obligan a leer la biblia y a orar en voz alta
todas las noches por su alma, para no ir al infierno por haber
matado a Charlie. – comencé a llorar aún más.

-Tranquila, muñeca. – tomo mi rostro y me dio una sonrisa. -


¿Vamos? No quiero que sospechen de por qué no te has ido

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Catalina De León
Ángeles Mortales

todavía. – puso el automóvil en marcha hacia mi casa. Mire


mi reloj, eran las diez y veinticinco minutos, estábamos a once
minutos de la hora de su muerte. Cuando faltaban dos
minutos Blacke estaciono, estábamos en el centro.

-Escucha – me dijo en voz baja – faltan dos minutos, si él no lo


hace. John aparecerá junto a Gabriel. Si podemos evitarlo
esta vez, significa que podremos con cualquier cosa que el
Destino tenga marcado. – Asentí y él me volvió a abrazar. -
¿Estas más tranquila?

-Sí, es que no quería ver la vida de Dylan ante mis ojos. Fue
algo muy doloroso – conteste – Pero, ¿Cómo sabias que si
tocaba los hombros de Dylan, encontraría sus marcas físicas?
Mejor dicho, ¿Cómo sabías que se autofragelaba?

-Fue duro, lo sé. – contestó – Lo sabía porque John me había


dado una pista. Me dijo que lo mirase muy atentamente
durante sus ratos libres y así fue. No sabía que se pegaba con
un látigo todos los meses para autotorturarse por lo de su
hermano, pero si note que pasaba tocándose los hombros,
era evidente que por algo lo hacía, solo me arriesgue a
adivinar. Es como tú, estás todo el tiempo frotando tus
muñecas instintivamente.

Cuando llegue a la casa en primer lugar y salude a Dylan,


toque su hombro izquierdo y mi collar a la vez, según Blacke,
si hacia esto Dylan no se iba a desmayar y así fue, él no salió
afectado. Luego de que vi todo, lo que para mí fue una
eternidad y en la vida real solo una fracción de milésima de
segundo, tenía ganas de llorar pero me contuve hasta que
salí de la casa. Las imágenes que le mostré a la Señora
Lombardo eran recuerdos y montajes de Dylan, de su propia
cabeza.

-Arriesgado pero espero que eficaz. – mire mi reloj y era la


hora. Gabriel y John no estaban aquí.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-No vienen. – dijo - ¿Por qué carajo no vienen? – Blacke


golpeo el volante del automóvil y apoyo la cabeza en él.

Cerré mis ojos y escuche en silencio como la manecilla del


reloj seguía andando. Ni Gabriel ni John aparecían.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 31

Un segundo después, cuando abrí mis ojos eran las diez y


treinta y siete minutos. Levante mi mirada y vi dos siluetas que
se materializaban frente al automóvil. Comencé a llorar y a
reír desesperada.

-¡Blacke! ¡Blacke! – grité - ¡Lo logramos! – señale hacia afuera


y él levanto la mirada.

-¡Oh, dios! – dijo entre risas - ¡Les gusta hacernos pasar malos
momentos!

De pronto Gabriel y John aparecieron en los asientos traseros


del automóvil.

-Bien hecho, chicos. – dijo Gabriel, muy sumisamente – Sabia


que podían hacerlo.

-Genial, un muerto menos. Algo bien que hacen. – dijo John


mientras tiraba su dado al aire y lo atrapaba con su mano –
Salió “V”, vida.

-¡Fue horrible! Ese chico tenía mil razones para hacer lo que
quería hacer. – dije – Me alegro de haber podido poner un
puntito blanco en todo su lado oscuro.

-Es parte de la misión, Ariana. Es parte de ser una Blefmanser –


dijo Gabriel.

-¿Crees que ya está preparada para saberlo? – dijo Blacke


hacia Gabriel, ella asintió.

-Ariana, el objetivo de tu misión no es solo tratar de que esos


dos chicos no cometan tu mismo error, sino que también es
para que veas el sufrimiento de los demás y veas cómo ellos
llegaron a ese punto. A ti te paso en un solo día todo, a ellos
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Catalina De León
Ángeles Mortales

es con el paso del tiempo. – contestó Gabriel – El Jefe cree


que si logras terminar la misión sin renunciar o sin volver a
cometer suicidio o intento de dañarte a ti misma, serás una
luchadora, una verdadera Guardiana y te merecerás esta
oportunidad y el derecho de entrar al cielo.

-Es decir que tengo que sufrir más y a su vez lograr que ellos
dejen de sufrir para poder estar libres de culpas, ¿no?

-Algo así. Es más complejo pero podrías resumirlo así. – dijo


Gabriel – Bueno te lo estas tomando muy bien y hacen un
dúo esplendido.

-Sí, realmente. Superaron mis expectativas. Creí que Blacke


iba a hacer todo y tú solo ibas a mirar y llorar, Ariana. – dijo
John.

-¡Que poco caballero eres, John! – dijo Gabriel – La intuición e


inteligencia de Ariana son un pilar en este dúo.

-Lo logramos, muñeca. – me dijo Blacke con una sonrisa. Yo


asentí y le devolví la sonrisa.

-De todos modos falta un año para terminar su misión. Que


hayan evitado un presunto intento de suicidio no quiere decir
que el destino de Dylan Lombardo no siga marcado por la
muerte impura dentro de un año. – dijo Gabriel – John
aparecerá cada vez que exista una alerta, exactamente seis
horas antes. Es decir, estén preparados, puede pasar en
cualquier segundo. Son solo seis horas. – pausó y se miró con
John – De todos modos confiamos en ustedes. Lo hice antes y
lo seguiré haciendo. Hasta la próxima mis Ángeles Mortales.

Un segundo después ambos desaparecieron. Estaba tan


contenta de que Dylan estuviese bien. Estaba feliz por él.
Blacke comenzó a conducir hacia mi casa. Mi celular sonó y
era Elly.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Hola Elly, ¿Qué paso que me llamas tarde hoy? – estaba


sorprendida de que me hubiera llamado tarde, siempre era
puntual.

-Hola, cariño. – contestó – Es que estoy con Anthony en un


bar y se me había pasado.

-Bueno, disfruta y mañana hablamos.

-Está bien, gracias. Te adoro, cariño. – contestó.

-De nada, soy la mejor. Te adoro también, - colgué y respire.


Estaba demasiado feliz.

-¿Qué harás mañana a la noche? – dijo Blacke rompiendo el


silencio.

-Iré al baile con Chaz. – contesté - ¿Y tú?

-Creí que no irías, así que va en serio lo de Chaz. – dijo algo


asombrado – También iré.

-Que bien, te veré allí mañana entonces. – estacionó el


automóvil en la cochera y le dije – ¿Necesitas entrar para
teletransportarte?

-Si, en posibilidad al living, es a lo que más me habitué. –


entramos y nos despedimos.

Él se fue y yo subí a mi habitación. Tome un largo baño


mientras escuchaba música. Era tan relajante el agua
caliente descendiendo por mi espalda. Cuando salí del baño
con la cabeza envuelta en una toalla y en bata mi teléfono
sonó. Era Chaz.

-¡Hola Chaz! ¿Cómo estás? – conteste.

-¡Hey Ariana! Bien, ¿y tú?

-Bien, recién tome un baño. – contesté – ¿culmino la cena?

-No lo sé.
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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Cómo que no sabes? ¿No estabas en una cena con mi


hermana y tu papá?

-Sip. Estaba. – respondió.

-Y, ¿Qué haces ahora? – escuche un golpecito en mi balcón.


Mire mi teléfono y mire hacia el balcón. Abrí la cortina y ahí
estaba.

-¡Tatan! – lo escuche a través del teléfono mientras hacía un


ademan con una mano. Abrí la puerta entre nosotros y
colgué el teléfono.

-Estás loco, Chaz. ¿Mira si te caías mientras subías? – le


reproche pero sonriendo - ¡Vamos! Pasa.

-No me iba a caer, porque estaba pensando en ti.

-¿Qué tiene que ver eso? – conteste mientras sonreía.

-Porque eres mi Ángel Guardián, sé que no me dejarías caer


nunca. – sonrió – Amo tu nuevo atuendo. – me señalo
mientras se sentaba en el sofá. En menos de seis horas habían
estado sentados tres chicos distintos. Bueno, dos chicos y John
que no sabía lo que era en realidad.

-Me cambiare en dos segundos. – tome ropa de mi armario y


me fui a vestir al baño. Un pantalón deportivo y una blusa de
mangas largas serían suficientes. – Lista.

-Te ves hermosa, siempre. – me sonroje y él rio.

-Bien, ¿Qué haces aquí? – dije al final mientras me sentaba en


la cama.

-Vine a verte. – contestó - ¿Está mal?

-No, al contrario. Me gusta tu espontaneidad. – dije sin más.

-¿En serio? Genial entonces. – se puso de pie. – Porque


planeo tener una.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Qué? – conteste.

-Me gustas, Ariana. – dijo - Como nadie. No es broma


cuando dije que me tienes estúpido. Ni yo entiendo algunas
cosas que hago pero amo esto, amo la espontaneidad pero
a su vez siento que debo planear mi día para que sea
perfecto…junto a ti. – se acercó a mí y me tomo una mano
mientras se ponía en cuclillas ante mí, - Te quiero, Ariana.

-Y yo a ti, Chaz. – lo abrace tan fuerte como pude y le susurre


al oído. – Te quiero como a nadie.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 32

La mañana siguiente me desperté esplendida. Había tenido


una noche tranquila la cual dormí por completo. Luego de
que Chaz se fuese la noche anterior, me puse mi pijama y me
acosté, por más que la situación de Dylan me haya
sobrepasado, que Chaz viniese a verme me hizo sentir
demasiado bien. En este momento me sentía completa.
Cuando baje a desayunar Lucy estaba en bata haciendo el
desayuno para ambas. No dejaba de sorprenderme.

-Buenos días. – dije mientras me sentaba en la barra de la


cocina.

-Buenos días para ti también. – contestó amablemente -


¿Chocolate caliente?

-Claro. – me dió una taza - ¿A qué hora volviste?

-A media noche aproximadamente. Fue aburridísimo pero era


eso o trabajar todo el día de hoy y es sábado. – estaba
sonando más responsable de lo normal - ¿No tienes que
contarme nada? – me miro con una mirada inquisidora.

Tenía mil cosas que contarle pero ningunas de ellas le iban a


agradar. Ni que hubiera venido Blacke a casa, entrado a mi
habitación y que después hayamos ido a los suburbios.
Tampoco le agradaría que Chaz haya venido a verme tarde
en la noche ni que hubiese entrado por el balcón hacia mi
habitación. No sabía que tenía que decirle.

-¡Vamos, Ariana! Las llaves del automóvil de papá no están


en el cajón. Estuviste manejando. – sonrió plenamente. Había
olvidado ese pequeño detalle, las llaves habían quedado
puestas en el automóvil.

156
Catalina De León
Ángeles Mortales

-Es que Blacke, mi compañero de Literatura Clásica, me está


enseñando a manejar y como dijiste que podía usar el
automóvil de papá, tome las llaves y se ve que las deje en el
la ranura. – lo cierto es que se manejar desde los catorce,
Ethan nos enseñó a Elly y a mí a hacerlo cuando teníamos esa
edad. Así que no le asombraría tanto que de repente
empezase a usar el automóvil y tampoco el hecho de que
saliese en él con Blacke. Tenía dos cosas a mi favor ahora.

-Me alegro que estés tratando de seguir adelante, enana. –


froto su mano sobre mi cabeza. – Y quería preguntarte algo.

-¿Qué?

-El martes hace fecha de papá y mamá, si quieres puedes


faltar a clases, eso está en ti. Los padres de Ethan y Ellena
dijeron que si faltas ellos también podrán hacerlo, así no
estarás sola. – me sorprendió que fuese tan considerada
conmigo, el año anterior no me había dejado faltar al colegio
por más que estuviese recién recuperándome. Estaba
comenzando a entenderme. Creo que esta semana había
sido una semana de demasiadas primeras veces - A la tarde
iremos a visitar sus tumbas si quieres. ¿Qué quieres hacer?

-Bueno, creo que no será necesario que no asista a clases.


Podre con ello, tengo muchos amigos ahora. – le sonreí y ella
me abrazo sin más.

-Sí, Chaz es uno de ellos. Su madre me lo dijo anoche. Han


estado desayunando juntos todas estas mañanas. – su sonrisa
era algo perversa.

-Sí, Chaz es mi amigo, me presento a sus amigos Amy y Dylan,


además Elly conoció a un chico que se llama Anthony y por
más de ser el chico más popular de la escuela es muy
amable. Y Ethan está saliendo con una chica llamada Sophie
que es muy dulce. Por cierto – dije – Quizás te enojes conmigo
pero ayer salimos de compras con las chicas y compre
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Catalina De León
Ángeles Mortales

vestidos para todas con la tarjeta que me diste. Es que Sophie


y Amy no tienen el mismo poder adquisitivo que nosotras y
necesitaba un vestido para el baile de esta noche.

-¡Wow, nena! Espera un segundo… - me calmó, no me había


dado cuenta pero estaba hablando tan rápido y
nerviosamente. – Tranquila, si te la di es para que la uses. Lo
que si me gustaría que si haces gastos muy grandes me avises
así le digo al contador antes de que se tope con alguna
sorpresa. – asentí y ella continuó – Así que tienes una fiesta.
¿Cuándo?

-Es el Baile de Bienvenida e iré con Chaz. No hagas


comentarios. – empezó a saltar de la alegría. – Hermanas
saliendo con hermanos. – le sonreí.

-Anoche me entere que Nicholas y Chaz eran hermanos. –


agregué – Y unos días atrás él se presentó a mi diciéndome
que su padre trabajaba con papá y me cae muy bien.

-Nuestros chicos son geniales. – dijo mientras tomaba mis


manos.

-Chaz no es “mi chico”, es mi amigo. – ella rio.

-Claro, Nicholas y yo también somos “amigos” – comenzamos


a reír porque ambas sabíamos que, por más que yo no
hubiese dicho nada, anoche ella había llegado con él y
habían estado en su habitación hasta las tres, cuando él se
fue.

-Por cierto, dile que su automóvil es muy ruidoso. – reímos aún


más y el timbre sonó. Eran Elly y Eth.

Termine de desayunar y subimos a mi habitación para charlar


de sus citas de la noche previa. Ethan había tenido su primera
cita. Había llevado a Sophie a cenar a uno de los restaurants
de su padre, le pidió a Josh, el gerente, que les preparase
una mesa en el balcón del piso superior, a solas. Dice que en
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Catalina De León
Ángeles Mortales

la cena la pasaron genial. Para que ella no se sintiese mal le


entrego un menú sin precios y sin embargo ella le dijo que
preferiría comer pizza o hamburguesas, él sonrió como tonto y
dice que optaron por ambas opciones. Lo que había
comenzado como una cena muy elegante, terminó en una
cena informal de dos adolescentes que hablaban de
deportes, música y cosas tontas.

-Sin dudas, salió mucho mejor de lo que planee. Ambos


estábamos relajados y felices. – la sonrisa no se le borraba del
rostro.

Luego nos dijo que se besaron por primera vez y que ella le
confeso que era su primer beso. Fue muy emotivo porque
Ethan se sentía genial, se llamó a si mismo patán por lo que
hacía antes cuando estaba entusiasmado por su “misión en
la vida” y que ahora si se sentía completo realmente.

Por otro lado Elly no tenía mucho para contar. Solo fueron a
un bar, se embriagaron y lo terminar haciendo en los asientos
traseros del automóvil de Anthony. Hasta ese momento le
dolía la cabeza.

Cuando les conté lo que me había pasado con Chaz, todos


esperaban que nos hubiésemos besado pero eso no había
pasado. Solo nos abrazamos por largo rato y luego nos
habíamos sentado en el piso a mirar televisión chatarra,
obviamente, abrazados. Antes de irse me volvió a abrazar y
dijo todo lo feliz que era, que me quería como a nada más en
el mundo y me dio un beso, pero en la mejilla y me susurro al
oído “tu primer beso será más especial que esto, lo prometo”
y por dentro pensaba que podría ser más perfecto que estar
juntos.

Cuando la hora del almuerzo se acercaba Ethan y Elly se


fueron porque tenían almuerzos familiares. Por mi parte tenia
almuerzo con Chaz, se lo había prometido antes de que la
situación de Dylan fuese prioridad.
159
Catalina De León
Ángeles Mortales

Me preparé y esperé que Chaz llegara. Faltaban unas horas


para el baile y además de eso tenía un almuerzo con él.
Técnicamente, iba a ser mío casi todo el día.

-Me encanto tu idea de venir aquí. – dijo él mientras


comíamos en el muelle – ¿Cómo se te ocurrió?

-Venía con mi padre todos los sábados. Adoro este lugar.

-Y ahora yo también. – cuando terminamos de comer, salimos


a caminar por la costa.

En un momento Chaz me invito a sentarnos y mirar al infinito,


como lo habíamos hecho la primera vez que hablamos si
contamos que esta vez sí sabía quién era.

-¿Sabes una cosa? – dijo.

-¿Qué?

-No entiendo por qué dicen que Paris es el lugar más


romántico del mundo. Míranos, estamos a cientos de
kilómetros de allí y sin embargo esto no puede ser más
romántico.

-Esto es romántico, pero prefiero Paris. – contesté riendo.

-Te puedo hablar en francés si quieres. Será lo mismo.

-No es necesario, esto ya es perfecto. – puso su brazo sobre


mis hombros y me envolvió entre sus brazos. Realmente todo
era perfecto. Solo él y yo.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 33

La hora del baile se acercaba y mis nervios estaban a flor de


piel. Había invitado a Sophie a que viniese a arreglarse a mi
casa. Así que tres horas antes de la fiesta fuimos con mi
hermana a buscarla a la casa. Ella también vivía en los
suburbios pero a unas diez cuadras de lo de Dylan. Su casa
estaba en peores condiciones, cuando mi hermana hizo
sonar la bocina del automóvil, en menos de dos segundo
Sophie había abierto la puerta dejando ver el interior de la
casa por dos segundos, un caos. Grito “¡Me voy, papá!
¡Pasare la noche en lo de una amiga, no me esperes!”, nadie
contestó y ella cerró la puerta.

Ya en casa comenzamos por bañarnos. Luego nos pusimos


barniz de uñas, las mías azules y las de Sophie de verde claro.
Mientras se secaba el barniz, nos pusimos a mirar televisión.

-Esa Lily es una arpía. – dijo ella haciendo referencia a la


malvada de una serial que nunca había visto en mi vida. – Yo
no tengo madre y no soy así con los demás.

-Yo tampoco tengo a mi mamá, bueno, ni a mi papá. – dije.


Note su lastima.

-¿Qué les paso? – preguntó.

-Murieron en un accidente el año pasado. – contesté – Creí


que lo sabias, mi apellido no es tan común que cuando lo
pasaron en las noticias supieran que eran mis papás.

-No lo sabía, lo siento mucho. – respondió algo avergonzada.

-No importa. Pero, ¿Qué hay de tu madre?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Ella…Bueno, ella murió hace dos años, luego mi papá


decidió mudarse para aquí y desde entonces no he ido a su
tumba. El mes que estuvimos allí, la fui a visitar todos los días.

-¿Puedo preguntar cómo murió? – pregunte en voz muy baja.

-Bueno…es algo complicado para mí pero no importa. Eres mi


primer amiga en mucho tiempo – me sonrió y lo hice de
vuelta. – Mi mamá fue asesinada pero nunca se encontró a
quién lo hizo. Solo nos dijeron que habían entrado a robar y
que el o los ladrones se sorprendieron de verla, por eso le
dispararon.

-¡Que inutilidad, por dios! – reproché realmente enojada –


Igual, no te preocupes, creo que tu mamá debe de ser
amiga de la mía en el cielo y por eso han unido nuestros
caminos. – nos abrazamos y no pudimos evitar soltar algunas
lágrimas.

-Bien, hora de peinarnos. – dije rompiendo el mal momento. –


Tú primero.

Se sentó en la silla que tenía frente a mi escritorio-tocador y le


empecé a decir los peinados que le podría hacer, al final nos
decidimos por una trenza cascada del lado derecho y
uniéndola atrás con una pequeña trenza del lado izquierdo y
así poder dejar al descubierto su oreja izquierda y lucir sus
hermosos pendientes. Como tenía el pelo liso no precisaría
nada más.

Luego fue mi turno. Sophie alisó mi cabello tomo dos


mechones del frente y los trenzo para unirlas atrás. Habíamos
quedado divinas.

-Cámbiate aquí y yo iré al baño, no quiero que te sientas


incomoda. – ella agradeció y yo entre al baño con mi
vestido.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

En realidad lo hice así para que no viese mis cicatrices en las


muñecas. Luego de ponerme el vestido me coloque las
muñequeras de color piel y unas muñequeras plateadas
encima. Al ser de noche no se iba a notar.

Cuando salí del baño Sophie estaba colocándose las


sandalias, estaba hermosa. Fui a mi armario y tome un par de
bailarinas azules oscuras. Estaban casi nuevas porque las
había usado dos veces antes, no tengo mucha ropa con que
combinarlas. Nos comenzamos a maquillar. Solo use un poco
de corrector de ojeras, delineador, rímel y brillo de labios.
Sophie no sabía maquillarse así que llame a Lucy, realmente
yo tampoco sabía. Lucy le puso una pequeña capa de polvo
de su color de piel y luego maquillo sus ojos. Un poco de
rubor, un hermoso labial rosa y ya estaba lista.

Sophie no había llevado abrigo apropiado pero Lucy lo


soluciono, le presto una hermosa chaqueta negra y una
pequeña cartera también. Yo solo tome una chaqueta negra
y un bolso pequeño también negro. Cuando bajamos las
escaleras y los chicos nos vieron estaban asombrados.

-Cierren sus bocas, por favor. – se burló Lucy. Ethan camino


hacia nosotras.

-Se ven hermosas, mis ladys. Sophie, te ves aún más hermosa
que cualquier otro día, y creí que era imposible eso. – ambos
rieron.

-Todo es gracias a Ari y a la Señorita Lucy. Han sido muy


amables conmigo y me han dejado así. – Sophie estiro sus
brazos y dio medio giro para cada lado.

-Te ves esplendida Sophie, y no me digas “Señorita Lucy”,


dime solo Lucy, tengo unos pocos años más que tú. – Sophie
asintió.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Eth puso su brazo de forma que ella pudiese tomarlo y se


despidieron. Ellos irían en su automóvil y Chaz y yo en el de
Chaz.

-Ariana, no tengo palabras. Definitivamente, amo como te


ves con vestidos. – me sonrió.

-No exageres, es solo un vestido. Azul marino por cierto. –


contesté.

-¿Les tomo una foto chicos? – dijo Lucy. Asentimos y ella nos
indicó que nos colocásemos en el borde de la escalera. Chaz
me tomo por la cintura y nuestras sonrisas fueron plenas. –
Listo. Quedaron divinos. Diviértanse. – dijo al final, cuando
Chaz y yo caminamos hacia la puerta, volvió a hablar – Ah,
por cierto Chaz. No vuelvan muy tarde y si es posible en buen
estado. Puedes quedarte aquí si quieres. Ariana tiene dos
camas en su cuarto. – Asentimos y nos fuimos.

-Le pedí al chofer de mamá que nos lleve así no me pierdo


de mirarte ni un segundo. – dijo Chaz. Subimos al automóvil y
en el viaje no hablamos mucho.

-Disculpa a Lucy, es algo extrovertida cuando quiere. Bueno,


no está acostumbrada a lo que conlleva ser una hermana
mayor responsable. Hace lo que puede. – la justifiqué.

-No importa, es muy divertida y hace lo que puede. Lo


entiendo. – contestó – Igual voy a considerar su propuesta de
quedarme a dormir. Mirar televisión chatarra contigo, ambos
en pijamas sería divertido. – ambos reímos. Pero realmente me
generaba nervios la situación, no podía imaginar a Chaz
durmiendo en la cama junto al armario. Mucho menos si yo
estaba en mi cama a unos escasos dos metros de distancia.
Era incómodo.

Cuando llegamos a la escuela Ethan y Sophie estaban


charlando con Elly, Amy, Anthony y Dylan junto a la entrada.
Nos dirigimos hacia ellos.
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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¿Pero qué carajo te pasa, Chaz? – dijo Dylan riéndose -


¿Tienes puesto un traje?

-Me queda muy bien, ¿no? – contestó él – Lo compré hoy.

-Te queda genial. – dijo Elly, quien camino hacia mí para


hablarme – Me están haciendo ver como una prostituta.
Ustedes muy discretas y yo muy llamativa.

-Te ves genial, apuesto que serás la reina. – le dije.

-¿Qué? ¿No lo saben? – se sorprendió Anthony – Ustedes son


los favoritos para ganar.

Con Chaz nos sorprendimos y miramos a Elly, era evidente


que era cosa de ella. Quien más podría hacer campaña
para que gane algo. Lo hizo el año anterior para que fuese la
presidenta, ¿por qué no ahora?

Cuando decidimos entrar, un automóvil muy familiar para mí


estaciono y una hermosa chica rubia de largas piernas bajo
de él. Dos segundos después lo hizo Blacke quien iba con un
traje completamente negro. Se acercaron a nosotros, era la
chica rubia que se sienta atrás de él en Literatura Clásica.

-Hola Ariana. – me dijo cuándo se paró junto a mí.

-Hola Blacke. – le sonreí y voltee a tomar el brazo de Chaz.


Todo iba bien hasta que Chaz volteo y los vio.

-¿Melody? ¿Qué haces con Blacke? – era la chica con la que


había sido coronado el año anterior. La chica de la que me
hablo Blacke.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 34

Chaz tomó mi mano más fuerte cuando hizo la pregunto. Ella


era la chica que se sentaba detrás de Blacke en Literatura
Clásica. Ella era Melody, la chica con la que Chaz, hace
exactamente un año, fue coronado Rey del Baile. Pero, ¿Qué
sucedía con ellos?

-¿Tengo que dar explicaciones? – contestó ella en tono muy


cortante.

-No, realmente no, ya no me importa. – apretó mi mano y me


sonrió. Volteo y continuó en la fila, trate de ignorar mi
curiosidad y mi instinto pero perdí. Decidí hablar con Blacke
indirectamente, con nuestro don.

-¿Qué pasa con Melody y Chaz? – visualice en su mente.

-Terminaron el día de la fiesta de Anthony. – respondió sin más


– Tendrías que saberlo, según Gabriel, tú eres la causa de esa
ruptura.

-¡¿Qué?! – antes de darme cuenta, estaba hablando en voz


alta.

-¿Qué sucede, Ariana? – me dijo Chaz.

-Nada. – tomé mi teléfono de mi bolso torpemente. – Deje la


estufa encendida y no le avise a Lucy, ella iba a salir, no
quiero catástrofes. – me justifique. Él sonrió, veía que me
había creído.

-Disimula, muñeca. Él menos que nadie puede saber que eres


una Blefmanser. – dijo Blacke en mi mente. – Por cierto, ¿no te
ha preguntado por qué tienes una cadena en medio de los
senos?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-¡Blacke! – dije en tono cortante, no era de su incumbencia.


Solo me había dicho que tenía que ocultarlo y como no
puedo sacármelo, opte, gracias a su larga cadena, fina y
delicada, por meter el dije bajo mi sujetador en medio de mi
escote. – Siguiendo con nuestra conversación. – cambie de
tema - ¿Qué te dijo Gabriel de la situación de Chaz y
Melody?

-Chaz te vio antes de entrar a la fiesta, ¿cierto?

-Sí, claro. Estábamos con Elly esperando las máscaras que Eth
había ido a conseguir.

-Bien, tu misma dijiste que viste a Gabriel mirando todo como


espectadora desde una de las habitaciones de la casa, ¿no?

-Sí. Ve al punto. – exigí.

-Chaz ya te conoce desde hace años, eso lo sabes, siempre


estuvo enamorado de ti. Pero tú nunca salías a lugares que él
pudiese ir. Él iba a la escuela y tú al colegio por más que,
como Anthony, tengan buen poder adquisitivo, así que no
tenían las mismas fiestas en común ni amigos, solo las fiestas
que hacia sus padres hasta que los tuyos murieron. – frenó de
hablar, sabía cómo me conmocionaba todavía saber que
mis padres estaban muertos y él no es muy bueno con las
palabras, no es muy bueno expresándose correctamente,
siempre dice cosas delicadas de maneras no adecuadas. Y
se dio cuenta de que me conmociono aún más saber que los
padres de Chaz dejaron de hacer sus fiestas por lo sucedido
con los míos. Luego de unos segundos, él volvió a hablarme. –
Perdón, ya sabes…soy algo descortés cuando quiero. En fin,
cuando él te vio en la fiesta y escucho que Elly le decía a
Dylan que irían a la escuela de aquí, Chaz sintió que era una
señal. Entró a la fiesta, busco a Melody y terminó con ella, lo
de ellos era superficial, relaciones por popularidad. Como Elly
y Anthony ahora. Y bueno, el resto de la historia ya la sabes.

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Ángeles Mortales

-¿Asi que puedes llamar a Gabriel para decirse chismes? Que


agradable de su parte. – dije entre enojada y feliz. Chaz
realmente estaba enamorado de mí y todo lo que me dijo él
día que subió mi balcón no eran solo palabras.

Lo que parecieron horas hablando con Blacke mentalmente


fueron solo dos minutos. Cuando entramos, una horda de
chicas y chicos se acercaron a nosotros. Todos preguntando
si éramos novios o solo éramos amigos. Yo no hable, soy
demasiado tímida.

Fuimos a la pista a encontrarnos con los chicos. Lo cierto es


que en una semana nos habíamos vuelto un grupo de chicos
muy distintos que se llevaban muy bien. Sophie hablaba con
Amy sobre sus vestidos. Ethan estaba sumamente agradecido
conmigo por ayudar a Sophie en todo, por apoyarla y no
dejarla sola. Era su primer baile y no tiene hermanos ni amigos
además de nosotros. Me contó que eran novios. Elly y
Anthony también dijeron que eran novios. Amy y Dylan se
miraron e hicieron el mismo gesto de disgusto al pensar que
ellos podrían llegar a ser novios. Y Chaz y yo…

-No somos novios, no oficialmente. Pero es un buen momento


para hacerlo oficial, creo. – dijo Chaz entre risas a la pregunta
de Elly. Dylan y Amy estaban a su lado mirándome
sorprendidos.

-¿De qué hablas? – dije en voz baja.

-¿Te sigue gustando mi espontaneidad? – pregunto él.

-Claro, es lo que más me gusta de ti. – contesté algo


avergonzada, sentí el calor subir por mis mejillas.

-Bien… - dijo. Tomo mi mano y me arrastro hacia la pista, a


una sección muy cercana a donde estaba el DJ, le hizo una
seña y él puso una canción lenta. - ¿Bailarías conmigo,
Ariana? – extendió su mano ante mí.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Por supuesto. – dije y comenzamos a bailar.

Por más que hubiese usado tacones, no hubiese llegado a su


altura, nunca había notado lo alto que es. Nunca había
notado lo cálido que es. Tenía mi cabeza apoyada en su
hombro, solo nos llevábamos unos pocos centímetros. Él
comenzó a susurrar la letra de la canción en mi oído, Beautiful
de Christina Aguilera. Me abrazo un poco más fuerte mientras
lo hacía y sentí como su corazón latía aún más fuerte, ¿o era
él mío? Cerré los ojos y desee que esto nunca terminase, las
manos cálidas de Chaz en mi cintura y su mentón en mi
hombro. Su voz tenue, solo audible para mí. Él era solo para
mí. Cuando termino la canción Chaz se alejó de mí un
centímetro, me acarició el rostro y el cabello, sonrió hasta que
me habló.

-Eres hermosa, pero más que esto…- me señalo en cuerpo


entero – Eres hermosa aquí…- tocó mi pecho, donde está mi
corazón – y aquí… - señaló mi sien. – Amo lo que hay dentro
de ti. Amo todo de ti.

-Eres muy dulce, él más dulce del mundo. – lo abrace.

-¿Estas segura de que te sigue gustando mi espontaneidad? –


dijo, pero esta vez me asustó un poco. Sonaba algo inseguro,
sin embargo asentí.

-Bien…- les señalo a los chicos que vinieran cuando llegaron a


donde estábamos nosotros. Salió corriendo y se subió al
escenario sin más.

-¿Qué carajo hace? – dijo Dylan. Todos quedamos atónicos.


Le hizo una señal al DJ y agarró el micrófono.

-Bueno, todos me conocen pero quizás a ella no. – dijo Chaz y


me señaló. – Ella es Ariana Slicolds y quiero que a partir de
ahora sea mi novia. No la chica con la que salgo a veces,
sino mi novia. ¿Qué dices, Ariana?

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Sabíamos que era osado y no es del tipo de persona que


piensa sus acciones demasiado pero nunca imaginamos que
haría algo así. Mire al escenario y Chaz se bajó, tomo una flor
de una de las mesas y me la dio.

-Te querré hasta que esta flor muera. – dijo tomándome


ambas manos.

-Pero…es de plástico. – me sonrió y entendí que era su


manera de decir “para siempre” – Si, acepto ser tu novia. - Lo
siguiente que recuerdo fue que Chaz me abrazo fuerte y
todos comenzaron a gritar y a aplaudir. Tengo el novio más
dulce sobre la faz de la tierra.

-Gabriel quiere hablar nosotros. Algo va mal, muñeca. –


Blacke me hablo.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 35

Era un momento muy lindo como para que Blacke no lo


arruinara.

-¿Qué sucede? - dije sumamente irritada. - ¿no puede


esperar un momento?

-No, tiene que ser antes de la coronación, si no te coronan a


ti, me coronaran a mí. Somos los dos únicos candidatos a
ganar, Elly hizo campaña para ti y Melody para nosotros. –
dijo a modo de respuesta.

-Bien, en dos minutos, en el estacionamiento. – contesté de


mal humor - ¿nadie puede ver a Gabriel?

-No, en dos minutos junto a mi automóvil.

No sabía que escusa iba a darle a Chaz, no me soltaba ni un


segundo y no quería invadir su mente y plantar las palabras
que yo quería.

-Iré al baño. – dije tímidamente.

-No demores demasiado, en quince minutos darán los


resultados de los Reyes. – Chaz beso mi frente y me fui hacia
el baño.

Ya en el baño me apresure a salir hacia el estacionamiento.


Busque el automóvil de Blacke, creí que estaba estacionado
junto a la puerta pero no, estaba en el último espacio.
Caminé lo más rápido que pude hasta allí y llamé a Blacke.

-Adentro, muñeca. – me dijo bajando la ventanilla del lado


del conductor.

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-No quiero que, ahora que tengo novio, me vean contigo. –


contesté pero él ni se inmuto. Entré.

-Quiero que mi Ángel Guardián me guie y camine conmigo


en este momento, Jefe. – frote mi collar y Gabriel se
materializó en el asiento trasero del automóvil. – Rápido y
concreto, por favor.

-Bien, si es lo que quieres. – dijo ella con tono calmado. –


Ustedes tenían un plan para esta noche y él destino está
cambiando demasiado en lapsos muy cortos de tiempo, así
que díganme, ¿Qué harán?

-¡Sophie! – dijimos simultáneamente con Blacke. Entre la


adrenalina del día anterior y mi hermosa tarde con Chaz, me
había olvidado del plan que teníamos para que la próxima
fecha de Sophie no se cumpliese.

-Exacto, mis Ángeles Mortales. – contestó Gabriel. Blacke miro


su reloj.

-Aún tenemos tiempo, déjame hacer unas llamadas. – me


dijo.

-Blacke, sabes lo que pienso de esto. – dijo Gabriel.

-Ya lo sé…nada de deber favores. – contestó mientras


sacaba su teléfono de la chaqueta. – Pero en mi trato no
dice nada de que tengo que portarme bien también en esta
vida, solo dice que tengo que ser un buen Blefmanser.

Me retumbaba en la cabeza las palabras “también en esta


vida”. Trate de centrarme en Sophie. Blacke puso el alta voz a
la llamada.

-¿Rick?...Soy Blacke. – comenzó a hablar con él, me limite a


escuchar. Todo era exactamente lo que habíamos planeado.
– Quedamos así entonces, Rick. Te pagare la deuda mañana

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a la tarde, en efectivo con diez por ciento de interés. – luego


de eso cortó.

-Listo, primera parte cumplida. Volvamos a la fiesta y


esperemos a que todo empiece. – dije por último – Gabriel,
¿Por qué John no está aquí?

-Quiso venir pero es algo malcriado y el Jefe le prohibió venir


si ustedes no lo llaman. – me comunicó Gabriel.

-Pero, si no te llamamos tampoco podemos hablar contigo,


¿cómo hiciste para decirle a Blacke que querías hablar con
nosotros?

-Señales, pequeñas señales, pero me llevo años poder


amaestrar a Blacke a que las entienda. – respondió. – Muy
bien, me voy.

Desapareció antes de que le pudiera decir “adiós”. Me baje


del automóvil de Blacke y me apresure a ir donde estaba
Chaz y los chicos. La profesora de Literatura Clásica estaba
en el escenario dando un discurso. Cuando Chaz me
preguntó por qué demoré le dije “cosas de chicas” y le guiñe
un ojo. Esto de ser una Blefmanser me estaba volviendo una
mentirosa.

-Sin más preámbulos, llamaremos al escenario a los


nominados a Rey y Reina del Baile de este año. – dijo la
profesora – Melody y Blacke y Ariana y Chaz.

Caminamos hacia el escenario y Blacke no pudo evitar


susurrarme en la mente. “Estas hermosa, muñeca. Digna de tu
apodo”, lo ignoré. Me daba algo de pánico estar en el
escenario pero Chaz estaba conmigo, nada más era
necesario.

Melody no paraba de mirarme de una manera despreciable


y Blacke solo se quedó allí parado pensando quién sabe qué.
Una de las veces que lo mire estaba mirándome y riendo de
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Catalina De León
Ángeles Mortales

una manera, de que si Elly lo notara diría que es al estilo


“chico malo”, la sonrisa inclinada hacia un costado. Por una
extraña razón me incomodaba, sus ojos me erizaban la piel,
su mirada me hacía sentir extraña. Sentí como el color rojo se
acumulaba en mis mejillas y miré hacia abajo.

La profesora comenzó a decir cosas sobre que es solo un


premio figurativo, que todo somos reyes y reinas, nada del
otro mundo hasta que de repente…

-Sin más, la nueva Reina de Bienvenida es…Ariana Slicolds y


su Rey es Chaz Abysz. – sonreí plenamente y abrace a Chaz
muy fuerte. Melody bajo del escenario furiosa, Blacke se
quedó contemplándonos y aplaudiéndonos.

Las coronas eran hermosas, era Reina del Baile y ni siquiera


iba a venir, bueno, ni siquiera sabía que había sido nominada.
Una horda de aplausos y silbidos invadió el gimnasio y Chaz
tomó mi mano y bajamos lentamente las escaleras; era hora
del vals.

Comenzamos a bailar lentamente, no podía evitar sonreír


como idiota. Poco a poco, otras parejas invadieron la pista
bailando tan lento como nosotros pero aun así, seguía
pensando que solo éramos él y yo.

-Creo que esto es lo más especial que puedo lograr. – me


susurro al oído – Te quiero más de lo que parece, desde antes
de lo que piensas. – pausó y me miró fijamente. – Te amo. – y
me beso. Fue un beso muy dulce. Fue un beso cálido y dulce.
Era mi primer beso. No mi primer beso con Chaz, sino mi
primer beso con un chico y esta situación era más que
especial, era perfecta. Ahora era su novia y me estaba
besando. Sus labios eran carnosos y los míos también, sentí
como todo mi cuerpo se estremecía. Sentí como mi corazón
latía tan fuerte que se me iba a salir del pecho.

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Ángeles Mortales

Cuando el beso termino, lo mire a los ojos, acaricio mis


mejillas.

-¿Por qué lloras? – me preguntó, no había notado que estaba


llorando - ¿Qué hice mal?

-Nada, todo es perfecto. – lo abrace fuerte colgándome de


su cuello, lo bese muy infantilmente. – Te quiero tanto.

Cuando el vals termino, nos reunimos con los chicos, estaban


más felices por nuestro beso que por nuestro reinado.

-Elly, realmente te pasaste esta vez pero es la mejor noche de


mi vida. – le dije mientras Ethan le hablaba a Chaz sobre
“cuídala o se me ira lo de caballero” y las chicas estábamos
todas juntas.

-Soy la mejor, lo sé. – contestó Elly – Iba a nominar a Sophie y


a Eth pero sé que él odia estas cosas, pero para el baile de
graduación quizás lo convenza.

-Eres un caso, Elly. – dijo Amy mientras reía, no había notado


la hermosa sonrisa que tiene.

El teléfono de Sophie sonó.

-¿No contestaras? – le pregunte.

-Si…Si, claro. – tímidamente atendió. Comenzó a llorar en


menos de treinta segundos hablando. - ¿Ethan? – exclamó
entre sollozos.

-¿Si, querida? – respondió él.

-Era papá. Van a matarme si no paga. – comenzó a entrar en


crisis - ¡Me mataran si para la media noche no paga!

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Catalina De León
Ángeles Mortales

CAPITULO 36

Todos quedamos sorprendidos con lo que Sophie había


dicho. Bueno, no todos, yo no. Eth la abrazó y nos indicó con
la cabeza que saliéramos hacia el estacionamiento norte.

-Está en marcha. - me dirigí mentalmente a Blacke que, en


ese momento estaba abrazando a Melody quien está furiosa
por no ser la Reina del Baile, que por cierto, soy yo. Pero esto
no trata de mí, no directamente.

Cuando llegamos al estacionamiento norte Ethan sentó a


Sophie en el capot de su automóvil, esta vez una camioneta
todoterreno negra, y le pidió que se calmase.

-Es por los problemas de juego de tu padre, ¿cierto? – dijo Eth


casi con desprecio. - ¡Es un desgraciado! No te merece como
hija. – ahora Amy y yo estábamos abrazando a Sophie
mientras Ethan estaba desahogándose caminando de aquí
para allá entre Anthony, Dylan, Chaz y Elly.

-Basta Ethan…- la voz de Sophie era apenas audible pero él la


escucho de todos modos.

-Sí, tengamos calma. – dijo él tomándose la cabeza. - ¿Qué


te dijo exactamente? – se puso de cuclillas frente nosotras.

-Me dijo que uno de los muchachos a los que él le debe un


poco de dinero le dijo para jugar un doble o nada pero mi
padre no tenía más nada y me aposto a mí, aposto mi vida
y…perdió – comenzó a llorar aún más fuerte, esta vez no
podía ni respirar adecuadamente. Elly le dio un pañuelo y
comenzó a ponerse nerviosa, estaba jugando con sus
pendientes, por eso lo noto.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

-Dime la cifra, llamare a mi padre. Él me dará el dinero que


necesitemos para sacarte de este embrollo. – dijo Eth
secando las lágrimas del rostro de Sophie - No morirás, no lo
permitiré.

-No quieren dinero, me quieren a mí. – respondió ella


desesperanzada – Quieren usarme de tiro al blanco - él se
puso de pie.

-Llama a tu padre, quiero hablar con él. – y ella lo hizo.

-¿Hola? Señor Trazenko, le habla Ethan Miller, quiero saber


qué está ocurriendo. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa
por su hija…y ¿monetariamente?... ¿cómo pudo jugar esa
cantidad?...huir no es una opción ni de broma…Bien, si usted
no hará nada, yo sí. Su hija se ira conmigo. – colgó el teléfono
y todos quedaron sorprendidos por la actitud de Ethan, todos
menos yo. Estaba poniendo esas palabras allí.

-Hare algunas llamadas y nos iremos, tenemos una hora antes


de que tu padre tenga que pagar la deuda. – se dio vuelta y
se alejó de nosotros acompañado de Elly, Anthony y Dylan.

La primer parte de nuestro plan iba bien, Ahora teníamos que


lograr que Sophie lograse acceder a ir a vivir a la casa de
Ethan. Quieran o no, los padres de él accederían a que ella
viviese con ellos, es más, se lo pedirían de por favor.

Tome mi teléfono y tenía un mensaje.

“Felicitaciones por lo de reina. ¿Cómo va el plan, muñeca?”

No tenía el número grabado en mi teléfono celular pero era


evidente que era Blacke. Conteste con un simple “Gracias y
bien” y continué con mi parte. Cinco minutos después vi el
automóvil de Blacke irse, eso indicaba que el resto del plan
comenzaría en veinte minutos.

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Catalina De León
Ángeles Mortales

Cuando Ethan colgó su última llamada y se aproximó a


nosotros junto a los demás.

-Elly te dará algo de ropa, nos quedaremos en un hotel en la


ciudad cercana, camas separadas pero en la misma
habitación. Entre el efectivo que tengo, el de Anthony y mis
tarjetas podremos sostenernos por esta noche. Mañana
iremos a mi casa, la seguridad está en camino, nos
acompañaran toda la noche y a partir de mañana
tendremos guardaespaldas, mis papás ya accedieron. – dijo
sin respirar Eth – No acepto un no por respuesta. Tu padre se
vuelve al pueblo donde ustedes vivían en veinte minutos, en
el autobús de las once y treinta. No quiere que te vayas con
él porque saben que lo van a seguir buscándote.

-¿Me estás diciendo que mi padre me está dejando sola


cuando están queriendo matarme? – respondió Sophie
comenzando a llorar otra vez.

-No, te estoy diciendo que te voy a sacar de esa vida que


tienes, a la que tú misma llamas miserable y mediocre, junto a
tu padre y te estoy brindando una vida mejor. – contestó Eth
– La policía ya está buscando a tus asechadores.
Apresurémonos y vayamos a despedir a tu padre de camino
al hotel. Y perdóname…prometí que sería una noche
mágica. – la abrazó fuertemente.

En mi mente sabía que esto era algo mágico. Pero no de ese


tipo de magia que Eth pretendía.

Blacke estaba de camino a la estación de autobuses a


intersectar al padre de Sophie, tenía que intervenir en él antes
de que Sophie llegara. Queríamos lograr que Sophie supiese
todo esta noche y lograr que, gracias a la contención de
Ethan y la nuestra, no llegara a tratar de suicidarse. Sabíamos
que no sería nada fácil si todos los días tiene algo nuevo con
que lidiar. “Tenemos que descubrir su vida entera en minutos
para lograr que si se quiebre, que sea por completo teniendo
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Ángeles Mortales

su apoyo y no de a poco y sin que nadie la pueda detener


después.” Esas eran las palabras exactas de Blacke.

Cuando Ethan subió al automóvil, Chaz y yo corrimos hacia el


suyo y una fila de dos coches se hizo ante nosotros y un
automóvil detrás. Elly y Anthony iban detrás y Amy, Dylan,
Ethan y Sophie, delante. Elly iba a ir hasta su casa por ropa y
nos encontraría en el hotel más tarde.

-Cálmate, ¿sí? – dijo Chaz poniendo su mano en mi rodilla. –


Todo saldrá bien, llamé a mi casa y avisé que no dormiría ahí
y también llamé a la tuya. Los amigos son más importantes. –
me sonrió y me miró por menos de un segundo, no se
desenfocaba del camino.

-¿Blacke? – trate de contactarme con él pero no respondía,


estábamos a menos de diez minutos de la estación y si él no
terminaba pronto podrían verlo y nuestro plan se vendría
abajo. Intente unas tres o cuatro veces más pero no podía. Él
no estaba. Faltando dos minutos para llegar él seguía sin
contestarme.

Estacionamos y todos comenzamos a correr detrás de Sophie


hasta que encontró a su padre, estaba a punto de subirse a
un autobús hacia quién sabe dónde. No podía ver a Blacke
por ningún lado. Nos alejamos un poco para que Sophie y su
padre pudiesen tener privacidad y vimos como Sophie
lloraba a mares, su padre sólo hablaba y hablaba, Ethan se
limitó a abrazarla. Blacke no había llegado a cumplir su parte.
Habíamos quedado que estacionaria a unas cuadras de la
estación y que se iba a teletransportar hasta aquí, pero su
automóvil estaba en el estacionamiento, lograba verlo,
lograba ver a Edgard pero no a Blacke.

Si todo hubiese salido bien Sophie tendría que estar queriendo


matar a su padre, John nos había asegurado días atrás que
su vida era un infierno: “Cuando sepa su verdad nadie querrá
estar en sus zapatos, es una pobre marioneta del destino.”
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Caminé unos pasos hacia atrás sin que nadie lo notase y sentí
que me desmayaba. John estaba jugando conmigo otra vez.

En mi mente escuche la frase “Blacke me las va a pagar una


por una” y todo se volvió negro.

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CAPITULO 37

Era una tarde oscura y fría, demasiado fría para ser mediados
de verano. El día anterior las personas usaban sandalias y
remeras sin mangas y ahora estaban con zapatos y
chaquetas. Erin estaba sentada en la hamaca del fondo de
su casa tejiendo una bufanda, quería que cuando llegase el
primer día de otoño su hija tuviera una nueva para la escuela.

Sus ingresos eran mínimos así que no podían darse muchos


lujos y los que podían eran puros y exclusivos para su hija. Ella
y su esposo Eric se desvivían por su hija. O por lo menos eso
era lo que la gente de su pequeño pueblo creía.

Eric trabajaba en una panadería durante toda la noche y Erin


era modista así que hacia pequeños arreglos a la ropa de
otras personas por pequeñas cantidades de dinero. Su hija,
Sophie, era la mejor de la escuela, valoraba todos los
esfuerzos de sus padres, todo el pueblo la consideraba un
ejemplo a seguir para sus hijos y las personas mayores la
adoraban. Nadie podría decir algo malo de ella porque
nunca hacia algo malo, es más, nunca rompía las reglas ni
nada por el estilo. Era la hija perfecta.

Ese día, Sophie tenía que quedarse en la biblioteca hasta un


poco más de lo normal porque había tenido problemas para
prender una computadora en la biblioteca. De todos modos,
siempre que llegaba su padre ya estaba dormido, solo lo veía
a la hora del desayuno porque era la hora en la que él
llegaba de trabajar y ella se iba a la escuela.

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Erin prepararía estofado para la cena porque Eric se lo había


exigido. Al igual que el hecho de que limpiase el patio trasero
lo más rápido posible, odiaba el césped largo.

Todas las tardes, Eric se sentaba en su sofá frente a la


televisión a beber y beber. Todos los días a la misma hora, Erin
le tenía que preparar un bocadillo o él se enojaba al punto
de insultarla o golpearla, algo de lo que su hija no sabía o,
mejor dicho, no notaba, a la hora que ella volvía de la
escuela sus padres estaban normales, cenaban y él se iba a
trabajar. Para Sophie su vida era normal, tenía muy buenas
notas, su amiga de la niñez estaba siempre con ella y el chico
que le gustaba la había invitado a salir. Nunca le faltó nada,
tampoco derrochaba lujos pero no pasaba necesidades.

Ese día el drenaje se rompió, Erin llamo al fontanero el cual


trato de repararlo lo antes posible, antes de que Eric llegase a
casa, no podía ver ese desorden y descontrol, además, era
viernes y las finales de futbol soccer comenzaban a penas él
llegara.

Cuando el fontanero termino la puerta del living se abrió, Erin


comenzó a entrar en pánico, realmente Eric se enojaría por
ese embrollo. Comenzó a decirle al plomero que juntara sus
cosas rápidamente, que se fuera por la puerta trasera, le dio
mucho dinero, casi el doble de lo que correspondía pero Eric
entró a la cocina y vio todo. Se contuvo hasta que el plomero
se fue, luego, el caos comenzó.

“Eres una perra”, le decía Eric a Erin mientras la golpeaba. La


estaba culpando de haberle sido infiel, la estaba culpando
de adulterio. Erin solo lloraba y susurraba “Era el plomero,
perdóname” y “No quería que vieras este desorden”. Eric
comenzó a enloquecer, el desorden, el juego ya había
empezado y su mujer le estaba siendo infiel. Estaba
equivocado, pero no se dio cuenta hasta unos minutos
después. Minutos después de haberla matado.
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Catalina De León
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Erin estaba fría en el suelo, la sangre estaba esparcida por


todos lados, él quiso limpiarla y fue ahí cuando noto que el
drenaje estaba roto, ella no mentía, realmente era un
plomero, no su amante. Se lamentaba pero en su cabeza no
paraba de pensar que de todos modos ella era una perra, no
hacía del todo bien su trabajo que era mantener el orden,
trabajaba él para que ella no hiciera esfuerzos por demás, le
daba una vida de reina.

Miro el reloj y sabía que al ser viernes Sophie volvería antes y


que no podía ver eso. Comenzó a limpiarse en el baño y se
cambió de ropa, rompió la puerta y tomó algunas de las
pocas cosas de valor que tenían para simular un robo.

Salió lo más rápido que pudo rumbo a su trabajo, fingiría que


se había olvidado algo ahí y tendría la coartada perfecta. A
unas seis cuadras de su casa tiro las cosas de valor que había
sacado de su casa dentro de un contenedor y continuo
caminando.

Cuando Sophie llegó a casa acompañada de una amiga vio


que la puerta estaba abierta y estaba rota, cuando entró
noto una pequeña línea de un líquido espeso rojo provenir de
la cocina. Se detuvo y llevó sus manos a la boca cubriendo
un llanto que comenzaba a convertirse en gritos ahogados.

Caminó hacia la cocina muy lentamente mientras sus


lágrimas caían por sus mejillas, esperaba ver una bolsita de
salsa rota pero el charco cada vez se hacía más grande
hasta que de un momento vio a su madre en el suelo.

La amiga de Sophie llamo al novecientos once y comenzó a


llorar de nervios. Sophie agarro la mano de Erin y lloró como
nunca antes en la vida.

Unos minutos después, su padre entró y monto una escena


haciendo de cuenta que nada había pasado media hora
atrás.
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Ángeles Mortales

Los días pasaron hasta que un día Eric le comunicó a su hija


que se irían de ahí, que necesitaba reiniciar su vida, lo que no
sabía Sophie es que, en realidad, lo que quería hacer su
padre era sacarse el fantasma de Erin de encima. Quería huir
de ese asesinato feroz que había cometido sin sentido. No
quería cargar más con la culpa de que su mujer muerta.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 38

Desperté dentro del automóvil de Blacke. Él y John estaban


sentados a mis lados y Edgard estaba tras el volante, sentía
que mi cabeza iba a estallar.

-¿Qué me paso? – dije tartamudeando. Mi cabeza estaba


sobre el regazo de Blacke, sus manos se sentían tibias y
suaves.

-John te mostró lo que yo no me animaba a contarte. –


contestó Blacke acariciando mi cabello – Nos tocaron dos
misiones bastantes comprometedoras.

-Esa…esa es la vida de Sophie realmente. – dije tratando de


convencerme a mí misma – Su padre es la peor escoria de
todas.

-¿Escoria? – dijo John - ¿Escoria, en serio? ¡Vamos! Hay insultos


más groseros para ese tipo y a ti se te ocurre “escoria”.

-Basta John, no le hace bien ni tu voz, cállate. – impuso


Blacke mientras acariciaba mi cabello sin parar. – Todo está
bien, muñeca. Sophie está con Ethan y tus amigos cada cual
en su casa. Ya tengo el dinero de la deuda y Rich no se
meterá con la chica.

Cuando Blacke termino de decir eso en voz baja, mi cabeza


dejó de punzar y mi pulso se normalizó. Pero un segundo
después caí en cuenta de que no sabía qué hacía con
Blacke en vez de con Chaz.

-Un segundo… - me senté bruscamente en el automóvil - ¿Y


Chaz?

-Ese patán se fue, piensa que te dejó en tu casa luego que


todo terminó. Tus amigos piensan lo mismo.

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Ángeles Mortales

-No le digas así, no te ha hecho nada. – contesté en voz


tenue.

-Le hizo más de lo que piensas, Ariana. Pero…Ya hable


demasiado. – dijo John – Bueno, debo irme. Gabriel me
espera. Nos vemos. – le di un amable adiós con la mano y
desapareció.

-¿Sería mucho pedir que me lleves a casa? Tengo miedo de


que si me teletransporto me desconcentre y vaya a otro
lugar. – dije.

-No, pensaba llevarte de todos modos. – contestó – Vamos,


Edgard. A la casa de Ariana. – Edgard encendió el automóvil
y lo puso en marcha.

-Sophie se enteró de todo eso esta noche, de una sola vez. –


seguía sin convencerme a mí misma del mal que ella pasaba.

-Sí, ese era el plan desde el principio. Pero lo está asimilando


bien estando Ethan a su lado. Tuvimos suerte en que el
destino los uniera. Según John, esa noche, él estaba
destinado a irse a casa sin conocer a nadie especial pero fue
tu decisión de sentarte en el banco que hizo que él la
conociera. – dijo con un raro brillo en los ojos – Rompiste las
reglas, cambiaste el destino al igual que lo hiciste con
nosotros. Yo no te iba a conocer en las escaleras, te iba a
conocer en la escuela, pero cuando vi que te caerías no
pude resistirme.

-Pero, ¿Por qué hiciste lo que hiciste en la habitación? Tuve


una crisis por tu culpa. – reproché y él se puso serio.

-Solo quería poner los puntos claros, quería protegerte de


algún modo. – se resguardó – Además, tú estabas
buscándome desesperada, yo solo te facilite las cosas.

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-No estaba desesperada buscándote. – recriminé – Solo


quería agradecerte de una buena manera. Pero siempre sale
tu lado de chico malo que detesto y arruina todo.

-¿Qué es lo que arruina? ¿No tienes novio? – dijo mientras


pasaba su dedo pulgar por su labio inferior en una sonrisa
algo macabra.

-Arruina una posible amistad. – respondí – Y sí, tengo novio y


es sumamente romántico. Hoy me dio mi primer beso.

-¿Qué? ¿Nunca habías besado a nadie? – sonrió - ¿A nadie?

-No soy una cualquiera, no ando repartiendo mis besos por el


mundo como si fueran flores o caramelos. – dije avergonzada.

-No sabía que todavía existían chicas como tú.

-¿Cómo yo? ¿A qué te refieres?

-Si, como tú, una niña bien, con buenas calificaciones, que no
le gusta las fiestas, que guardo su primer beso para el chico
indicado. Dime que te duermes a las diez y te declarare
única. – dijo entre risas, no sé si era una broma o un alago.

-En realidad me duermo a las diez treinta. A las diez hablo con
Elly por teléfono. – dije con una sonrisa.

-Lo has dicho todo. – dijo levantando sus manos.


Comenzamos a reír.

Hace unos momentos atrás estábamos en una situación


crítica, estábamos luchando contra reloj para salvar a largo
plazo la vida de una chica inocente y ahora estábamos
riendo. Blacke no era tan irritante como parecía, era
algo…Bueno, bastante, agradable.

-¿Qué te parece si mañana nos tomamos el día libre y vamos


a practicar nuestros poderes a otra ciudad? – dijo después de
un silencio no muy prolongado.

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-¿Qué? – continuaba riéndome.

-Sí, podemos ir a alguna ciudad y probar nuestros poderes


con extraños. Sé que con personas que conoces no
accederás pero necesitamos practicar. Me costó mucho
plantar la información sobre ti en la mente de Chaz. Lo tuve
que tocar. – dijo algo repugnado al final – Estúpido pedante.
– continuó en voz baja.

-Basta con eso. Es mi novio.

-Ok, solo por ti, compañera. – golpeó suavemente mis


muñecas.

-¿Dónde están las tuyas? – dije de la nada.

-¿Mis muñecas? – se rio – Están aquí. – las sacudió en el aire.

-No, tus marcas, ¿dónde están?

-No tengo. – su cara se transformó a algo sombrío y frio.

-Pero John dijo que…

-¡John que se meta en su vida!

-Lo siento, no quería incomodarte, era solo curiosidad. – me


avergoncé muchísimo, y a la vez me intimido, el Blacke de
siempre estaba de vuelta en su lugar.

-Discúlpame. Es algo de lo que no quiero hablar. No ahora. –


dijo con un tono más bajo pero aun hablando fuerte –
Llegamos. ¿Te acompaño a la puerta?

-No, mi hermana estará esperando y no quiero que vea que


volví con otro chico que no sea Chaz. Pero, gracias de todos
modos. – dije abriendo la puerta. - ¿Qué te parece mañana a
las ocho? Tú eliges la ciudad.

-A las ocho de la noche estaré aquí entonces. – contestó un


poco más animado.

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-No, de la mañana.

-¿Eh? ¿Tendré que madrugar? No es justo. – hizo un puchero


muy trágico y fingido.

-Sí. Hasta mañana Blacke. – dije mientras me bajaba. – Hasta


mañana Edgard, gracias por traerme. – él solo asintió.

Esta noche había sido la noche más loca de mi vida, tantas


emociones cruzadas, tantas sorpresas y todavía faltaba pasar
por el cuestionario de Lucy de cómo me había ido.

Después de resistir lo que fue la guerra más larga de


preguntas y respuestas con Lucy, me di un largo baño. Llame
a Ethan para ver cómo estaba Sophie, la cual estaba bien y
luego me puse mi pijama. Al cerrar mis ojos, esta vez solo
soñaría y no sería poseída por John.

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CAPITULO 38

La canción “Welcome to my life” comenzó a sonar y abrí los


ojos encandilada por la luz que entraba por el balcón, era
una luz muy brillante. De la nada, una silueta se antepuso al
balcón y me senté de golpe en la cama.

-¿Chaz? – Por el tamaño no podía ser Lucy.

-¡Tatan! – dijo sentándose – Tu hermana me dejo subir y no me


anime a despertarte así que hice que tu teléfono sonara. No
sabía que te gustaba ese tipo de música.

-Sí, me gusta desde siempre. Pero, ¿Qué haces aquí? – dije


mientras terminaba de caer en cuentas de que él estaba
realmente allí.

-Quería ver cómo estabas. ¿Estas mejor?

-¿Mejor? ¿De qué? – dije sin pensar.

-Anoche me hiciste ir a casa porque estabas con mucho


dolor de estómago y de cabeza, ¿recuerdas? – dijo
poniéndose de pie.

-Oh, sí, claro. – contesté tratando de disimular que no sabía


de qué demonios me estaba hablando – Por suerte tomé una
ducha y se me calmó. Dormí toda la noche. – reafirmé, el
estúpido de Blacke no me había dado detalles de lo que
había plantado en la mente de Chaz.

Después de pedirle que saliera para poder cambiarme me


sumergí en unos jeans y una camiseta de mangas largas y un
buzo de la universidad a la que Lucy iba. Cuando bajé, Chaz
me sonrió y dijo que hasta de ese modo me veía adorable.

-¿Qué haremos hoy? – me dijo ilusionado – Es nuestro primer


día como novios oficiales.

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-De hecho… - titubeé – Tengo que hacer mucha tarea con


Blacke.

-Me da mala sangre ese chico, desde siempre. – dijo algo


decepcionado – Pero si no puedes, no puedes y ya.

-Pero, ¿Qué te parece si cenamos?

-Eso iba a decir pero no me animé, me ganaste, Slicolds. –


ambos reímos. - ¿A las ocho?

-A las ocho. – asentí.

-Pasare por ti a esa hora entonces. Por cierto, vístete de gala,


iremos a un lugar especial.

-De acuerdo. – dije. Me beso apasionado pero dulcemente a


la vez por unos largos segundos, hermosos segundos, y se fue.

Fui a la cocina a comer algo y luego a llamar a Ethan para


ver cómo seguía Sophie.

-No se ha querido levantar todavía pero dejo de llorar, ahora


solo esta callada y come mucho chocolate. Mande a buscar
a una de las sucursales de papá, tres docenas de muffins
diciendo “Siempre estaré contigo mi amor” y unos cuantos
corazones a ver si logro levantarle el ánimo. Elly vendrá por la
tarde a estar con ella un rato mientras yo voy a mi casa por
ropa para ambos.

-Está bien, con tus detalles y tu cariño mejorara un poco pero


es algo de lo que no te recuperas así como así. – respondí -
Cualquier cosa me llamas, ¿sí?

-Claro. – luego de una pausa incomoda – Gracias por estar


con nosotros en esto, Ari.

-Cuando nosotros decimos siempre, es siempre. – sonreí al


acordarme de cuando teníamos siete e hicimos esa promesa
de estar siempre los unos para los otros.

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-Siempre… - colgó.

En el fondo me sentía feliz de que Sophie tuviera a Ethan que


la ayudase en esta situación pero en realidad estaba
consternada, ella tenía mil razones para querer morir sin
embargo siguió adelante y yo pase un momento doloroso y
no quise vivir más. Tuve una segunda oportunidad pero ella
quizás no la tenga. Me sentía absurda. Me sentía como una
niña que como no supo superar un problema recurrió a lo
más simple, a lo más rápido, a la muerte.

Primero Dylan, ahora Sophie. Sus vidas eran un caos


comparado con mi vida de princesa. Ellos Vivian en un
inestable reino de cristal y yo vivía en una fuerte fortaleza, no
estaba sola, nunca lo estuve y ellos si lo estaban hasta ahora.
Ahora me tienen a mí y a Blacke.

Como si me leyera la mente, lo cual no puede hacer, mi


teléfono sonó y era él.

-¿Estas lista, muñeca? – dijo con una felicidad anormal.

-No me digas así, tengo novio. – le exigí – Y según a dónde


vayamos es si estoy lista o no.

-Espera un segundo, muñeca. – dijo sin hacer caso a mi


exigencia. Un segundo después estaba parado en mi living.

-¿Qué carajo haces? – le dije en voz tenue - ¿Qué pasaría si


mi hermana te ve aparecer de la nada?

-Tranquila chiquilla, no te alteres, está todo bien. Cualquier


cosa, Edgard me trajo y se fue. Y con ese aspecto podríamos
ir a los suburbios y tendríamos éxito. – se apoyó a la pared y
comenzó a burlarse.

-Me cambiare, ya bajo. – dije mientras corría por las escaleras.


Me puse una chaqueta en vez del buzo universitario y cambié
mis pantuflas por unas bailarinas grises que hacían juego con

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Ángeles Mortales

mi blusa. Acomode un poco mi cabello y me coloque un


poco de corrector de ojeras. Cuando baje, Lucy estaba
hablando con Blacke.

-Asi que tienen mucha tarea y les llevara todo el día. – dijo
ella con algo de duda. - ¿Tu novio lo sabe, Ariana? – hizo
énfasis en las palabras “tu novio”.

-Sí, y está de acuerdo porque sabe que es para la escuela,


igual iremos a cenar esta noche. – aclaré.

-Bueno, ¿Nos vamos, Ariana? Edgard ya está afuera. – dijo


Blacke.

-Claro, tomo mi bolso y vamos. Cualquier cosa me llamas,


Lucy. – ella asintió.

El viaje que haríamos era exclusivamente por la misión, como


obligación de guardianes que teníamos. Todavía quedaba
mucho tiempo y el riesgo seguía pendiente.

-¿Alguna vez me vas a decir por qué lo hiciste? – dije de la


nada y Edgard frenó de golpe.

-No te incumbe, muñeca. – contestó con la mirada baja y la


voz tenue – continúa Edgard.

El automóvil continuó su rumbo y no hablamos más hasta que


llegamos a destino donde la sorpresa fue demasiada y el
miedo me invadió.

-Es broma, ¿cierto?

-No, muñeca, no lo es.

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CAPITULO 39

-Creí que…

-Creíste mal, Ariana. Este es nuestro verdadero destino. –


Blacke me miro con una sonrisa torcida. – He aquí la
biblioteca de la ciudad, que dada la casualidad, el comienzo
del laberinto del Segundo Reino.

-¿De qué carajo me estás hablando?

-Es muy largo de explicar, pero en pocas palabras, debajo de


la gran biblioteca, se encuentra la biblioteca de los
Blefmansers y Neldmansers. Aquí se encuentran las respuestas
a todas las dudas que se te pueden llegar a generar sobre
nosotros y lo que somos. – comienza a caminar lentamente
hacia las escaleras, ya ha estado aquí, eso es claro. Bueno,
yo también.

Cuando me dirijo hacia la puerta principal, me toma del


brazo y me dirige hacia la izquierda del edificio.

-¿Crees que la entrada a algo tan majestuoso y poderoso va


a estar a la vista de cualquiera? – se ríe vivazmente. – Por
aquí.

Cuando llegamos a un árbol, el mismo árbol que ha estado


del lado izquierdo de la biblioteca desde que tengo
memoria, Blacke se detiene y mira hacia todas partes. Le da
una señal a Edgard, quien nos estaba siguiendo. ¿Desde
cuándo? No lo sé. Él saca desde dentro de su muy lujosa y
arreglada camisa de lino blanca, un medallón, con una
serpiente y una manzana, tal cual al mío, pero este no tenía
la misma huella que el mío, ni tenía la pluma, solo la serpiente
y la manzana.

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Edgard lo tomó con sus dos manos y el medallón comenzó a


brillar con un color extraño. Las raíces del árbol comenzaron a
hacer un ruido extraño y a abrirse en forma de arco en el
suelo. Escaleras, forzosamente, surgieron desde la tierra
dejando ver un pasillo que a simple vista parecía muy
extenso.

-Es un laberinto bajo la biblioteca, literalmente. – dijo Blacke


en un tono muy bajo, tan así que fue difícil que Edgard lo
llegase a escuchar.

-Literalmente…

-Las damas primero, por primera vez. – Blacke hizo una


reverencia hacia el túnel.

-Nunca…

-No, eres la primera mujer que entra aquí. Ni siquiera Gabriel


sabe de su existencia.

-Es decir que…

-Odio cuando no logras terminar tus frases por el asombro. A


esta altura de las circunstancias, no te tendría que asombrar
nada.

-Buen punto. Muy buen punto.

Caminamos por los pasillos yendo de izquierda a derecha, de


arriba abajo. Era, literalmente un laberinto, que por lo que
pude percibir, tenía forma de círculo. Cuando llegamos a lo
que parecía el final, una enorme puerta nos separaba de
nuestro destino. Hubiera preferido ir a cualquier otro lugar a
practicar nuestros poderes. Pero no, aquí estoy, en un túnel,
con dos personas extrañas que usan medallas con
superpoderes de otro mundo y dejando plantado a mi novio.
Genial, Ariana, Genial. Me recrimino a mí misma por hacerlo.

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-Su amuleto, señorita. – Edgard me extiende la mano y de mi


parte, lo saqué fuera de mi blusa donde estaba sumergido
entre mis pechos. Blacke parece interesado en eso último.
Cuando Edgard tiene mi suculento medallón en sus manos,
toma el de Blacke desde dentro de su camiseta y con un
pequeño cinchón a ambos, los posiciona en dos huecos en la
puerta donde encajan perfectamente. En el abrupto tirón de
Edgard, mi rostro queda frente al de Blacke, no evite
ruborizarme.

-¡Vamos, Edgard! – alegó Blacke, supongo que incomodo por


la posición en la que estábamos.

Edgard le mostró su cara de irritación y siguió con el proceso.


Se quitó su amuleto y lo colocó en un hueco que se hallaba
un poco más arriba que el de los nuestros.

La puerta estaba finamente labrada con formas de plumas


grandes y hermosas, pero lo más extraño era que habían
plumas de color plata y otras de color negro. Pero en este
momento, no es lo más extraño que me ha pasado esta
semana. Bueno, en mi vida.

El chofer de Blacke, luego de colocar su amuleto, gira hacia


la derecha el de él y hacia el centro los nuestros. Nuestros
amuletos se desprenden de la puerta y comienzan a levitar
frente a nosotros, las plumas comienzan a moverse
apartándose de lo que sería la unión entre ambas puertas y
comienza poco a poco a abrirse.

-¿Ves las cosas que hago por ti, muñeca? – reclama Blacke –
Te traje al lugar más seguro y más peligroso que existe en el
universo. Pero tranquila, Edgard es el bibliotecario.

Mire a Edgard algo confusa. Si es el bibliotecario de un lugar


tan poderoso como este, con todos los secretos del mundo,
¿por qué es el chofer de Blacke? Algo no concuerda. Edgard
se abrió camino entre nosotros y camino hacia el centro de la
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Catalina De León
Ángeles Mortales

ostentosa estructura subterránea. Seis pilares de unos cinco


metros de mármol negro sostenían una cúpula de cristal en la
que solo se veían nubes y, a su vez, el suelo era también de
cristal, pero por él solo se veía figuras rocosas y llamas
ardiendo con gran intensidad.

El chofer-bibliotecario se puso de pie justamente en el centro


donde había un pedestal de mármol blanco y cristal. –
Bienvenida al Limbo, Señorita Slicolds. Bienvenida al centro
entre el cielo y el infierno.

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CAPITULO 40

Mi asombro era demasiado evidente. Muy evidente. Limbo.


Creí que eso era cosa para asustar a los creyentes, además,
por lo que tenía entendido era algo que existía solo cuando
estabas muerto y no tenías definido tu lugar en el lado de los
muertos.

-Un segundo…

-¿Asombrada? – dijo Blacke entre risas mientras caminaba


lentamente hacia el pedestal donde estaba Edgard.

-El Limbo es uno de los tres lugares en los que puedes ir


después de la muerte y nosotros estamos vivos. ¿no? – me
agobia el solo pensar que quizás, solo quizás…

-No, Señorita, no está muerta. Eso es algo que los de arriba


inventaron para que el mundo creyese que este lugar no
existe en realidad, pero aquí estamos. – contestó Edgard por
mi inquietud. – Simplemente, el Limbo es la intersección de
ambos mundos en un solo lugar. El lugar más peligroso sobre
la faz de la tierra. Aquí está el arma más poderosa de todas:
el saber.

Seguía algo confundida, todavía no entiendo que tiene que


ver este lugar con nuestra misión.

-Te la hare corta, muñeca. – añadió Blacke recorriendo con


sus dedos los libros de una de las bibliotecas detrás del
pedestal. – Edgard fue un Blefmanser y logró su misión, y
como fue el primer y único hasta ahora, lo han convertido en
el único que posee la llave para entrar aquí.

-Pero nosotros somos Blefmansers todavía. ¿Cómo es que


podemos entrar?
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Ángeles Mortales

-Edgard nos da esa facilidad, como cualquier otro Nordial.

-¿Nordial? – cada día entiendo menos esto.

-Señorita, Ariana si me lo permite. – asentí con la cabeza algo


dudosa, es la primera vez que oigo claramente la voz de
Edgar. Él prosiguió. – Cuando un Blefmanser o Neldmanser
termina su misión, hasta el momento en el que muere se
convierte en un Nordial. Los Nordials permanecemos como
mentores de los nuevos. A mí me tocó ser el de Blacke, y
ahora el tuyo también. Aunque en realidad John es el
encargado de ambos, él ya murió, por ende, y según el
acuerdo, solo uno aún vivo puede ser su mentor, lo soy yo.
John solo está pagando algún que otro error que cometió
estando vivo, nada grave, obviamente, pero es lo que el Jefe
decidió.

-A ver si logro comprender. Tú eres nuestro mentor, John es, a


su vez, el mío por hacer tonterías y Gabriel es quien supervisa
todo.

-Así es, muñeca. Estas comprendiendo.

-Ahora, ¿Qué hacemos aquí?

-Te explicaré, Ariana. Queremos averiguar que está tramando


Gabriel.

-¿Qué? – Gabriel es la supervisora, no haría nada malo, es un


ángel.

-Ariana, por siglos, los Neldmansers y Blefmansers han estado


en una constante guerra. Ustedes ponen situaciones buenas
en situaciones malas y los Neldmansers hacen lo contrario.
Pero como en todo, el bien siempre triunfa. Aunque el mundo
este consumido en una gran atrocidad de acontecimientos,
al infierno van muy pocos, el de abajo busca la manera en la
que los suicidios sean más comunes y así poseer más almas
gracias a los Neldmansers pero para ello están ustedes, los
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Catalina De León
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Blefmansers. Creo, es decir, Blacke cree que Gabriel está


tramando algo con los Neldmansers. Los últimos dieciocho de
ustedes han fallado y fue por los Neldmansers.

-¿Me están diciendo que la única persona en la que se ha


preocupado por mí y porque no termine en el infierno, en
realidad está planeando mi juicio final?

-Algo así, muñeca. Ahora, lee. – Blacke ignora mi conmoción


por los acontecimientos y me da un libro de tapa dura
forrado de color carmesí. Lo abro y noto que está escrito con
pluma y tinta. Estos libros han de tener muchísimos años.

-¿Qué buscamos exactamente?

-Dinos tú. Por algo te traje aquí.

-Explíquele mejor, Señor. – alega Edgard.

-Bien, bien, bien…- inhala y exhala muy bruscamente, con


irritación – Tenemos una conexión anormal, muñeca. En
realidad, los Blefmansers no pueden leer los pensamientos de
otros como ellos. Solo tú y yo lo podemos hacer y creo que
eso nos puede ayudar aquí.

-¿Cómo?

-Ven, toma mis manos. – dudo mucho en hacerlo - ¡Vamos!


No va a pasar nada de lo que no quieras. Pero sí en cambio
tú quieres…bueno…

-¡Blacke!

-Bien, dame tus manos, vamos. – se irrita y accedo.

Solo el rose de sus manos me erizan la piel, siento como un


gran escalofrió recorre mi columna vertebral y de la nada,
siento el deseo de besar al estúpido, autoritario y sexy Blacke.

Sus ojos están brillando con gran intensidad, se tornan de un


color más intenso, ese color miel tan hermoso que me cautivo
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Catalina De León
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cuando caí de las escaleras. Siento que puedo morir en


brazos de Blacke y que nada me pasara en absoluto.

-Concéntrate, Ariana. No es momento, aunque tus


pensamientos me agradan.

-Sal de mi mente, tonto.

-Bien, cierra los ojos y piensa en un libro, piensa en un libro


donde se puede encontrar la respuesta a nuestra inquietud.

Cerré los ojos como me ordenó y traté de concentrarme,


cuando los abrí, nuestros amuletos estaban levitando
enlazados entre ellos señalando una de las seis puertas que
había en esa habitación.

Soltándome una sola mano, Blacke comienza a caminar


hacia allí y nuestros amuletos abren la puerta donde un
enorme libro negro con puntas de plata está saliendo del
estante más alto de la biblioteca central y colocándose
abierto en un pedestal de mármol negro.

-¿Cómo diablos consiguieron hacer eso? – exclama con


asombro Edgard. – Cuando me dieron mi amuleto, no me
dieron uno para abrir el resto de las puertas, es la primera vez
desde que estoy aquí que esa puerta se abre.

Cuando Blacke y yo caminamos dentro de la habitación, la


puerta se cierra tras nosotros. Quedamos encerrados pero
aun así, Blacke no suelta mi mano. Nuestros amuletos dejan
de flotar y vuelven a su lugar.

-Esto es muy extraño, Blacke.

-¿Y aun te parecen extrañas las cosas? Eres una especie de


ángel guardián, tienes poderes ¿y te asombra esto?

-No, es extraño ese libro. No tiene nada escrito.

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Ángeles Mortales

CAPITULO 41

Sin pensar en nada más que ese libro, Blacke y yo quedamos


de pie juntos frente a él a un de la mano.

Miré unas diez veces a mí alrededor tratando de conseguir


respuestas a esta serie de eventos desconcertantes y nada se
me venía a la mente.

-Blacke, tengo miedo hasta de hablar. – pronuncié en su


mente.

-¡Vamos, muñeca! Hay que intentar cosas. Si seguimos aquí


parados sin hacer nada, nada pasara de todos modos.
Tenemos que intentar.

-Ok…

Blacke tomó mi otra mano y cerró sus ojos delicadamente,


nunca había notado sus largas pestañas. Abrió un ojo y me
miró detenidamente. Luego de un segundo caí en cuentas
de que quería que lo hiciese también. Al cerrarlos, comencé
a sentir como mi collar se alejaba de mi cuerpo.

-Blacke…

-No hables, Ariana. Concéntrate.

Una luz intensa nos rodeó, podría sentirlo, podía sentir el brillo
a través de mis parpados. Abrimos los ojos y el libro seguía en
blanco.

-Bueno, no funcionó. ¿Qué hacemos ahora? – dijo Blacke


algo irritado. Su perfume invadía mis fosas nasales como un
suave algodón rodeándome.

-No sé, no tengo ni la más remota idea de qué hacer. – Su


aroma me desenfocaba de mi deber abruptamente.

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Ángeles Mortales

Blacke tocaba el libro, intentó levantarlo varias veces sin


poder, quiso cerrarlo y tampoco pudo. Frotó sus manos por
todas las esquinas para tratar de encontrar algún botón o
sensor que hiciese ver lo que había escrito. Nada funcionó.

Cuando finalmente Blacke se rindió, y estando cansada de


estar tanto de pie, apoye mi mano izquierda, la que Blacke
había dejado libre, sobre el borde del libro. Sentí una
corriente de viento correr por mi cuerpo.

-Blacke, apoya tu otra mano en el libro.

-Ya lo intente y no funcionó…

-¡Hazlo!

Las pupilas de Blacke se dilataron por el asombro y


suavemente bajo su mano hacia el libro. Un segundo después
de que tocó el libro nuestros amuletos levitaron y el libro
comenzó a irradiar luz, una luz muy brillante.

-Hazme acuerdo de no ignorar nunca más alguna de tus


ideas.

Una leyenda apareció en la primera hoja, escrita a mano con


pluma y tinta.

“Quien posea el don de pensar como el prójimo y ser


benevolente, poseerá el control del mundo.

He aquí, el inicio de una nueva guerra. He aquí la creación


de las nuevas especies dominantes. Que el juego empiece.”

-¿Leíste esto Blacke? ¿Entiendes lo que significa? – mi voz era


áspera y amarga, tal como me sentía. El infierno me estaba
esperando.

El pánico me abrumó. Que el juego empiece. Esto no es real.


Guerra. Especies dominantes. Esto no puede ser verdad, es
demasiado irreal.

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Primero, ángeles mortales, luego las misiones, luchar por la


entrada al paraíso, por ende irme con mis padres por la
eternidad, poderes mágicos, un ángel llamado Gabriel que
parece mujer, John y sus dados, Dylan y Sophie teniendo
vidas tétricas, Blacke y yo siendo amigos. Una innumerable
lista de cosas raras y ahora esto. Una Guerra, pero, ¿contra
quién? ¿para qué?

-Blacke… - dije con voz tenue – no entiendo nada de lo que


está pasando.

-Tu pulso te deja en evidencia, tranquilízate, mujer. Ya


entenderemos más cuando salgamos de aquí. – su voz era
serena, como si ya esperase esto.

-Pero… - mi voz tiembla - ¿Cómo vamos a salir de aquí?

Su rostro se puso sombrío, él tampoco había pensado en ello.


De la nada comenzaron a escucharse ruidos del otro lado de
la puerta. Con Blacke nos soltamos las manos y el libro se
cerró, levitó y se fue a su lugar. La puerta comenzó a ser
golpeada. Edgard debe de estar preocupado en serio por
nosotros. Pero los golpes se intensificaban, y Blacke comenzó
a tocar uno y cada uno de los libros.

-Tiene que haber algo por aquí… - estaba nervioso y no lo


disimulaba para nada.

-¿Qué está pasando, Blacke? ¿Qué son esos golpes? ¿¡Qué


carajo está pasando!? – tuve que gritar mi última pregunta,
repitiendo la primera porque los golpes no dejaban oír nada.

-¡Bingo! – un pequeño hueco en el suelo se abrió y Blacke


comenzó a bajar. – ¿Qué esperas, muñeca? ¡Vamos!

Sin pensarlo dos veces baje las pequeña escalera y pronto el


piso se cerró sobre nuestras cabezas. Mi amuleto brillaba lo
suficiente como para poder ver esa pequeña cueva. Blacke
toco el ala de su amuleto pero un extraño ruido salía del
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amuleto y no podía teletransportarse. Froto el techo que


antes era suelo y este se volvió transparente.

-¿Cómo hiciste eso? – dije con voz a pena audible, todo me


asombraba aunque ya no tenía derecho a hacerlo con todo
lo que me ha pasado en una semana.

-Trucos que me enseño Edgard cuando era pequeño. –


explicó – Habla bajo, pueden escucharnos cuando esta
transparente el suelo, techo, suelo, lo que sea.

Asentí y comencé a mirar hacia arriba. Minutos después de


nuestro encierro forzado, la puerta se abrió, y seis personas
con sotanas y capuchas entraron a la habitación.

-¡NO ESTAN AQUÍ! – grito una chica sacándose la capucha,


no tiene más de dieciséis años.

-¿Quiénes son? – pregunte en el oído de Blacke.

-Neldmansers, comenzó la Guerra.

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Catalina De León

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