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El Espacio Urbano Como Dispostivo de Control Social1
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vación a las áreas suburbanas del Gran cia los aspectos instrumentales ligados a un
Oporto, dando cuenta de la evolución de los estilo de vida en el que aquéllas tienen un
territorios psicotrópicos y de las reacciones papel importante. Se configuran como terri-
de control social que suscitan. torios a través del reconocimiento de las
Como es común en otras metrópolis del funciones que desempeñan y de los com-
capitalismo avanzado, son diversas las sus- portamientos de defensa en relación a ex-
tancias psicoactivas ilegalmente consumidas traños por parte de los actores que se apro-
en Oporto. Todas ellas poseen matices parti- pian de dichos territorios. Se estructuran
culares en la forma como toman vida en el como intersticio espacial, constituyendo el
seno de las dinámicas sociales, así como en eslabón final de la maquinaria de distribu-
su vertiente espacial. En estas líneas aborda- ción de las drogas. Un territorio psicotrópi-
remos aquellas que frecuentemente hacen de co es un escenario de conducta de acuerdo
la calle su casa y que fueron el blanco prefe- con el concepto propuesto por la psicología
rente de la problematización en las últimas ambiental: tiene como función importante
décadas: la heroína y la cocaína. clarificar los papeles y las expectativas de
En términos simbólicos, ambas fueron los actores en presencia, a través del inter-
objeto de un recorte selectivo en relación a conocimiento de su repertorio comporta-
los consumos que de ellas se hacen y al esti- mental. El escenario de conducta concibe a
lo de vida a ellas asociado: se destacaron sus los individuos como anónimos y equipoten-
facetas más problemáticas y se omitieron las ciales, no dependiendo para su funciona-
relaciones más funcionales que es posible miento de algún actor en concreto, lo cual
establecer con ellas. Quien consiguió consu- explica su resistencia a las embestidas del
mirlas de esta forma se escondió de las mira- control social.
das ajenas, y quien no lo hizo se tornó visi- Comenzaremos por interrogar a la geo-
ble por su degradación. El junkie vendría a grafía psicotrópica portuense. Se trata de
ser la figura corpórea de este tipo de deca- describir la anatomía de estos territorios y
dencia, y la heroína y la cocaína fueron aso- las relaciones que la ciudad establece con
ciadas a su imagen haciendo, en gran parte, ellos, dando cuenta también de la existen-
suyos los lugares del junkie. cia de una nueva figura de marginalidad: el
Es de esos lugares de los que ahora nos aparcacoches. Enseguida exploraremos la
ocuparemos: los lugares urbanos de vida de producción simbólica que el discurso domi-
la heroína y de la cocaína en su expresión nante ha difundido insistentemente a tra-
de la calle. Les hemos llamado, a lo largo de vés de la comunicación social a propósito
nuestros trabajos etnográficos, territorios de estos lugares y la consecuente reacción
psicotrópicos: seductores de individuos que de los poderes públicos en relación a aque-
tienen intereses en torno a las drogas, con llo que entienden por transgresión y desor-
un programa comportamental orientado ha- den.
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descubierto en espacios intersticiales. Los Implica también una elección del lugar de
vendedores son frecuentemente toxicode- venta en base a criterios específicos (por
pendientes u otros actores que ven en esa ejemplo, de acuerdo con la inaccesibilidad
actividad una alternativa económica tentado- que tiene en relación a las redadas policia-
ra, pero que lo hacen de manera poco estruc- les), así como la contratación de servicios,
turada, con un volumen de negocios modes- como el del almacenamiento del producto de
to. Esta falta de profesionalismo es a veces tal forma que el vendedor no tenga consigo
tan grande que llegamos a presenciar la es- enormes cantidades, en el caso de una em-
cena siguiente: varios clientes y el propio bestida sorpresa por parte de la policía2.
vendedor esperaban ansiosamente la llegada En el fondo, constituyen pequeñas em-
del producto. Entretanto se aproximaron dos presas de trabajo informal que mueven miles
personas con un aspecto algo distinto que, de euros por día y alrededor de las cuales se
desde luego, no causó desconfianza y que monta también todo un circuito comercial
permanecieron también allí a la espera, como paralelo, que beneficia financieramente a
si de compradores se tratase. Cuando las una parte de la población marginal que habi-
sustancias finalmente llegaron y el negocio ta en las cercanías. Un ejemplo claro de eso:
se estableció, sucedió lo más imprevisible: una de las vecinas de uno de los más conoci-
los policías se identificaron como tales. Esto dos dealers de Oporto aprovechaba la gran
sería imposible en un mercado más «profe- afluencia nocturna de enganchados y los lar-
sionalizado». gos períodos de tiempo que perdían en la
En paralelo a este comercio hay otro, de cola de espera (que a veces serpenteaba por
mayores dimensiones, que se instala casi las escaleras desde el 5º piso hasta la calle)
siempre en los barrios sociales degradados y para venderles «bifanas» (conocida comida
cuyo volumen considerable de negocios se típica portuense). Otro ejemplo ilustrativo es
debe a la totalidad de pequeñas dosis de he- la posibilidad que los autóctonos tienen de
roína y cocaína vendidas a una enorme pro- comprar a los resacados todo tipo de bienes
fusión de clientes. Supone la contratación de por precios irrisorios. Para personas de par-
varios trabajadores (muchas veces drogadic- cos recursos esta es una oportunidad nada
tos) y la existencia de jerarquías entre ellos: despreciable.
desde los «capiadores» (que atraen clientes Estos mercados de mayor dimensión pro-
buscando desviarlos de la concurrencia), a pician una clara diferenciación entre los que
los vigías (que hacen sonar la alarma en compran y los que venden, entre los resaca-
caso de sospecha de presencia policial), a los dos y los camellos, como se designan mutua-
preparadores (muchas veces niños que ha- mente. Estos, incentivados por la rivalidad
cen, por ejemplo, el empaquetamiento del con los vecinos que compiten en la misma
producto), a los transportadores (que reco- actividad, ostentan muchas veces su poder
gen las sustancias de los abastecedores), etc. económico, que contrasta nítidamente con la
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donde los otros paran: los aparcacoches. Al el momento de la compra siguiente, los pa-
contrario de estas prostitutas, se concentran peles se invierten. Hay también reglas que
casi siempre en el centro de la ciudad. Priva- aseguran la distribución igualitaria de los
tizan el asfalto. Lo vuelven suyo. Incluso beneficios. Por ejemplo, la alternancia en el
cuando la entidad municipal cree que los lu- abordaje a los clientes.
gares de aparcamiento son suyos y allí insta- El estudio de estas dinámicas revela una
la los parquímetros para rentabilizarlos, he intrincada tela de reglas y trucos que son
aquí que los «hombres del asfalto» le hacen cuidadosamente aplicados con vista a la ren-
competencia: «Deme la moneda a mí. Si vie- tabilización de la actividad: desde la coloca-
nen los fiscales del Ayuntamiento yo pongo ción, en ocasión de cada aparcamiento, de
algún dinero en la máquina». Los aparcaco- tablas que faciliten la subida a las aceras sin
ches no hacen más que privatizar un espacio dañar las suspensiones de los coches, hasta
que antes era público exigiendo, de forma la ropa que se viste (un aspecto cuidado es
más o menos evidente, más o menos educa- menos rentable). La presencia prolongada de
da, una retribución monetaria por la ocupa- un grupo de aparcacoches en una determina-
ción de aquel espacio ahora rentabilizado. Y da zona habitualmente origina una ética y
esta privatización queda, además, sujeta a una metodología de trabajo comunes y la pe-
las leyes del mercado, de la oferta y de la de- nalización de las transgresiones. Por ejem-
manda: las áreas de mayor interés estratégi- plo, si un aparcacoches, en estas circunstan-
co desde el punto de vista del aparcamiento cias, robase a alguien en la zona, sería
(por ser las más buscadas por los automovi- penalizado -normalmente con violencia físi-
listas) tienen una gran cotización en el mer- ca- por los colegas, pues eso les traería mala
cado, llegando a ser alquiladas por el aparca- fama y ahuyentaría a los clientes.
coches que detenta su propiedad a otros que Esta preocupación por el bienestar de los
de ella necesiten cuando él no está. clientes, con la adopción de una actitud
Puesto que son espacios altamente valio- agradable que conquiste la confianza de los
sos (que pueden generar ganancias diarias automovilistas, es uno de los principios más
del orden de los 75 euros), no es raro que se respetados por los aparcacoches con más
hagan sociedades entre dos o tres aparcaco- años de carrera. Se ven como profesionales
ches que llevan a cabo entre ellos una ges- que aprecian su actividad y que buscan, de
tión del sitio. Así el lugar nunca está despro- hecho, prestar un servicio que consideran
tegido, a merced de una ocupación útil. Y es entonces y allí -donde los desorde-
competencial. Para que esto no pase y para nados ordenan- donde el junkie ordena el lu-
que no existan períodos de rentabilización gar que deberá ocupar cada automóvil en el
nula del aparcamiento, mientras uno de los espacio urbano común, que a veces algunos
miembros de la sociedad va a comprar el de los más enraizados preconceptos acerca
producto, el otro permanece aparcando y, en de estos que caminan en el polvo se desha-
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cen en polvo. Por ejemplo, cuando personas en su anillo periférico de barrios sociales,
de estratos sociales favorecidos entregan la tendrá un fuerte impacto en los medios de
llave de su Volvo al aparcacoches que ya co- comunicación de masas. El ciudadano co-
nocen para que éste les estacione el vehículo mún no tiene, en general, experiencia direc-
cuando surja un lugar y, mientras tanto, van ta de esta realidad y construye su represen-
tratando de sus negocios. tación a partir de las propuestas mediáticas.
Como se comprenderá por todo lo dicho, En esta sección exploraremos los principa-
la instalación de un mercado psicotrópico en les efectos simbólicos producidos por la na-
un barrio social crea complejas relaciones de rrativa de los «barrios de las drogas». Por
dependencia entre los diversos actores que su parte, estos efectos simbólicos acabaron
en él participan y que gravitan en su entor- por producir consecuencias a nivel de los
no. Parte de la comunidad local se adapta a mecanismos de control social sobre la mar-
esa realidad y aprende a conseguir benefi- ginalidad, visibles tanto en la alteración de
cios; los dealers y los junkies funcionan en las estrategias policiales como en la gestión
interdependencia; y hasta los técnicos de ca- urbana de los «espacios problemáticos».
lle necesitan establecer relaciones de colabo- Dedicaremos el tercer punto a la identifica-
ración con estos tres vectores que, por otro ción de los trazos fundamentales de este
lado, también acaparan su intervención. No proceso.
debemos olvidar que, en esta intrincada tela, Los territorios psicotrópicos resultan del
las fuerzas políticas y represivas también cruce de varias circunstancias: la inclusión
pueden obtener dividendos cuando quieren de Portugal en las rutas internacionales de
impresionar a los electores haciendo visitas distribución de heroína y cocaína, pocos
de campaña o aparatosas operaciones poli- años después de la revolución de Abril y de
ciales de efímeros efectos. la abertura del país a la comunidad interna-
Dedicaremos la próxima sección precisa- cional; el aumento del número de consumi-
mente a la reacción social a los territorios y a dores de drogas y la escalada, a finales de
los actores que acabamos de analizar, cen- los años 70, hacia productos y usos más du-
trándonos en dos instancias: la comunica- ros; la fidelidad de una serie de usuarios a
ción social y los «decisores» políticos locales. la heroína, en crecimiento simétrico con el
de la profesionalización del mercado mino-
rista de este producto y la consolidación de
Efectos simbólicos de los territorios una extensa red de puntos de venta en calle.
psicotrópicos: la imagen predatoria Estos lugares funcionaban simultáneamente
de la ciudad como placas giratorias de la convivencia
junkie.
La proliferación de territorios psicotrópi- De este modo, los años 80 llevan los te-
cos por la ciudad de Oporto, principalmente rritorios psicotrópicos a las candilejas mediá-
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ticas, por lo cual, en la amalgama típica de desagregador: del individuo, del territorio y
los estereotipos, correspondía etiquetar como del cuerpo social. El individuo compromete
problemática toda aquella zona en que se su propia trayectoria de vida, fracturada por
implantaban. Emerge en la representación el acontecimiento-droga; la conquista de es-
colectiva la figura de «barrio social degrada- pacios públicos por parte de los traficantes y
do», transformado por su territorio psicotró- las respectivas reacciones populares, organi-
pico en «hipermercado de las drogas»7. El zadas en ocasiones bajo la forma de mili-
efecto mítico-simbólico de la amplificación cias, fragmentan el barrio social y éste, a su
mediática de los territorios psicotrópicos no vez, aumenta la distancia que mantiene con
se hizo esperar: la asociación periferia-dro- el centro; la probabilidad de victimización
ga, clases desfavorecidas-toxicodependencia, proclamada por el rumor insegurizante afec-
barrios sociales-tráfico; la asociación droga/ ta al vínculo social y potencia la segrega-
toxicodependencia/tráfico-delincuencia/inse- ción.
guridad urbana. La droga es principio de desorden y la
Si los años 80 fueron los de la instala- ciudad, con su vida cotidiana duramente to-
ción y consolidación de los territorios psico- cada por el junkie de la calle, construye de sí
trópicos alrededor de la heroína, los años misma una imagen predatoria. La comunica-
90, como efecto de la intensa mediatización ción social, que había colocado a los barrios
de este fenómeno, serían los del crecimien- en el mapa mental del ciudadano de Oporto,
to del rumor insegurizante: una narrativa comienza a difundir la idea de que hay un
tejida en el día a día de la ciudad, al sabor «atlas del miedo» (lenguaje de los periódi-
de las conversaciones ordinarias, que la re- cos) que tiene como topos principales los
lataba plena de nuevos peligros protagoni- más conocidos barrios degradados de la ciu-
zados por el resacado (el toxicodependiente dad, que a su vez sólo son conocidos porque
en síndrome de abstinencia buscando a tra- la propia comunicación social los sacó del
vés de la violencia lo que no conseguía por anonimato. A partir de ellos la droga irradia-
las vías legales: el dinero para la dosis)8. El ría hacia el restante espacio urbano, irra-
rumor insegurizante es una especie de in- diando con ella la peligrosidad del toxicode-
sistencia generada a partir de acontecimien- pendiente de la calle.
tos discretos, como el asalto con la jeringui- La imagen predatoria actúa, a nivel indivi-
lla infectada como arma, multiplicándolos y dual, a través de una creencia en la peligrosi-
difundiéndolos hasta los confines de lo so- dad del espacio urbano. Es como si el indivi-
cial. duo regulase sus interacciones con descono-
En síntesis, los años 80 y 90 construyen cidos a través de una hipótesis predatoria:
una narrativa de la ciudad en crisis con base funciona como un esquema interpretativo de
en la asociación droga-criminalidad-perife- tales interacciones, condicionando la libertad
ria urbana degradada. La droga tiene poder de circulación en el hábitat urbano9.
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banisticamente en los «hábitats de la droga» droga es, una vez más, un ritual mágico de
se interviene en la ecología de la ciudad. conjuración del problema, según la fórmula
«se corta la selva, se mata el bicho». En S.
João de Deus, al final de la operación de re-
Nota final conversión, el barrio habrá pasado de 4.000
habitantes a cerca de 800. ¿A dónde fueron
En síntesis, en Lisboa el Bairro do Casal los otros? ¿Cómo se reorganizan en los nue-
Ventoso y en Oporto los Bairros da Sé y de vos hábitats residenciales? ¿Se reconstituye-
S. João de Deus eran los más poderosos sím- ron allí territorios psicotrópicos nuevos?
bolos de la instalación de las drogas en la ¿Continuarán desplazándose a zonas donde
ciudad, constituyendo una especie de fortifi- se hace el deal, pudiendo incluso alquilar allí
caciones casi impermeables al control repre- espacios? ¿Fueron a competir con los que allí
sivo y vistas por la opinión pública como había, o cambiaron de actividad? Con la
una especie de santuarios junkie. Delante de neutralización espacial de un territorio psico-
la ineficacia de la acción policial en la desar- trópico otros se recomponen y sustituyen a
ticulación de las actividades ligadas a las aquél. En ocasiones él mismo se recompone
drogas, se optó por una nueva estrategia parcialmente. Este movimiento ya es hoy
consistente en modificar el espacio volvién- perceptible en Lisboa, después de la neutrali-
dolo menos permeable a las actividades des- zación espacial del Casal Ventoso. Suscribi-
viantes y más accesible al control social. mos el análisis de uno de los más conocidos
El control de la droga es ahora simboliza- criminólogos de Portugal cuando afirma que
do a través del poder sobre el espacio públi- «no creemos que la intervención urbanística
co. Los planes de reconversión, que comien- que este barrio está sufriendo sea una con-
zan invariablemente por las demoliciones, tribución para extirpar la toxicodependencia.
son la exhibición ritual de la reconquista de Es una lectura simplista, bastante populista,
aquello que la droga había robado: la propia que relaciona de forma desdichada el urba-
calle. El control del espacio estaba perdido, en nismo con la droga»17.
una guerra en que dealers y junkies callejeros Esta estrategia centrada en el espacio co-
se habían revelado más resistentes que la po- rresponde al cierre del célebre triángulo sus-
licía. Ésta comenzaba, incluso, a ser blanco tancia-individuo-contexto. Se intervino en el
de ataques al penetrar en algunos territorios control de la oferta, pero la sustancia resistió
más famosos -enfrentamientos ampliamente y proliferó; se intervino en el control de la de-
cubiertos, a veces en directo, por las televi- manda, pero los actores de las drogas resis-
siones. Vencer a la droga es ahora, en el dis- tieron, se multiplicaron; se interviene ahora
curso público de los dirigentes, retomar el en el contexto, pero comienza a haber la evi-
control sobre los sitios de las drogas16. dencia de que los territorios psicotrópicos se
Esta nueva estrategia de combate a la fragmentan, pulverizándose por la ciudad.
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