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Goblin Slayer
Volumen 07

SINOPSIS:
“Yo solo pienso en Goblins.”
Esta es la historia de un hombre que solo se dedicaba a matar goblins y consiguió convertirse
en un aventurero.
“No puedo salvar el mundo. Solo puedo matar goblins.”
Se decía que, en un gremio cerca de la frontera, había un hombre que solo asesinaba goblins
y logro ascender al Rango de Plata (el Rango 3). Él era ese tipo de persona…
Durante la primera aventura de una sacerdotisa en su primer grupo, cuando estuvo en peligro,
ese hombre, “Goblin Slayer” (El Asesino de Goblins), la ayudó.
“Haré todo lo posible para exterminar a los Goblins.”
La sacerdotisa fue salvada por él, la recepcionista del gremio estaba agradecida con él y su
amiga de la infancia, una pastora de ganado, estaba esperando su regreso.
Fue entonces que una joven elfa, junto con un enano y un hombre lagarto, que había
escuchado de sus hazañas apareció y le hizo una petición… ¡Tengamos una aventura!

GENERO:
Acción, Adulto, Aventura, Fantasía, Harem, Seinen, Tragedia
TIPO:
Novela Ligera
AUTOR:
Kumo Kagyu

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TRADUCTOR:
https://novelasligeras.net/

RECOPILADO POR:
http://nlspace.blogspot.pe/

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Capítulo 1: Un Envío Para Ella
El amor es el destino, el destino es la muerte.
Incluso un caballero que sirve a una doncella, caerá un día en las garras de la muerte.
Incluso el príncipe que se hace amigo de un Dragón Celestial, debe dejar atrás a la mujer
que le gusta.
El mercenario que amaba a una clériga, caerá en batalla persiguiendo su sueño.
Y el rey que amaba a la doncella del santuario, controla todo menos la hora de su
separación.
El fin de la vida, no es el último capítulo de una saga heroica.
Así que la aventura llamada vida, continuará hasta el final.
Amistad y amor, vida y muerte.
De estas cosas, no podemos escapar.
Por lo tanto, ¿qué tenemos que temer?
El amor es el destino, y nuestro destino es la muerte.
***

“Supongo que es hora de casarse”, dijo la Arquera Elfa Superior, como si apenas le
importara. Sus largas orejas saltaban mientras hablaba.
La luz del sol que entraba por la ventana trajo consigo el opresivo calor de la tarde.
Era verano.
Este no era el clima adecuado para salir de aventura según el criterio de cualquiera. Si no
hubiera una necesidad apremiante de ganar suficiente dinero para comer, nadie habría salido
voluntariamente bajo ese calor abrasador.
Sin embargo, estar en esta taberna no era mucho mejor. Varias docenas de personas seguían
usando su equipamiento, algo a lo que se sentían obligados para dar a conocer su status de
aventureros. El calor corporal colectivo era sofocante, lo suficientemente caliente como para
hacerle competencia a la luz del sol.
La humedad persistente dejaba las bebidas tibias; la gente las tomaba con delicados sorbitos
para hacerlas durar. Nadie en su sano juicio tendría ningún interés en salir.
Fue entonces cuando irrumpió un aventurero, con sudor goteando por la frente y una bolsa en
su costado.

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“¡Hola a todos! ¡Envío postal!”
Esto no era inusual. La entrega de cartas urgentes era una forma común de empleo para los
aventureros. Desde su lugar en la recepción, la Chica del Gremio señaló a varios de los
ocupantes de la taberna, que se acercaron corriendo.
Cada carta transmitía sus propias noticias.
“¡Ug! Están embargando… ¡Dame un respiro!”
“Eso es porque te endeudaste sólo para comprar tu equipamiento, idiota.”
“¡Ah! ¡Mi hermana pequeña tuvo un bebé! Tengo que ir a verla después de mi siguiente
aventura.”
“¡Wow, retira eso! Sabes que decir una frase como esa te asegura la muerte, ¿verdad?”
“Huh, una convocatoria personal de la capital. Increíble. Esto es buena señal.”
“Entonces, otra… cita. Un viaje. Ha… pasado mucho tiempo.”
Demandas de pago, cartas desde casa, misiones urgentes, etc. Tal vez fue por el calor que
hacía que todos pasaran por alto las palabras de la Arquera Elfa Superior en medio de todo
ese barullo e intercambio de información.
Una sola pieza de papel se suele llamar una hoja, pero la carta que recibió la Arquera Elfa
Superior estaba literalmente escrita en una hoja de verdad. Estaba cubierta con una hermosa
y fluida escritura en el lenguaje élfico; la Arquera Elfa Superior lo miró y luego asintió para
sí misma.
“Supongo que es hora de casarse”, dijo la Arquera Elfa Superior, como si apenas le
importara. Sus largas orejas saltaban mientras hablaba.
“……”
Hubo un momento de silencio en el que todos los ocupantes de la sala se miraron entre ellos,
tratando de comprender lo que acababan de escuchar.
La charla en el Gremio de Aventureros explotó con la fuerza de una bomba.
El Chamán Enano escupió su vino; el Sacerdote Lagarto sacó su larga lengua y siseó:
“¡Oh-Jo!”
“¿Puedes repetir?” Preguntó la Chica del Gremio, mientras que a su lado los ojos de la
Inspectora se iluminaron.
“¡¿Tiempo para qué?!”, Preguntó la Caballera, poniéndose de pie.
“Hey”, dijo el Guerrero Pesado, con una expresión de resignación mientras tiraba de la
manga de la Caballera.

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El Guerrero Novato y la Aprendiz de Clérigo fingieron no prestar atención, pero era obvio
que estaban escuchando.
“Qu…Qu…” La Sacerdotisa seguía repitiendo, con la mano en la boca, su cara
enrojeciéndose y sus ojos brillando.

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“¿Es eso así?”

Goblin Slayer habló con su habitual indiferencia.


“¿Con quién?”
“Un primo mío mayor que yo”, respondió la Arquera Elfa Superior, todavía completamente
en calma. Ella agitó la mano y sonrió. “Hablando de sorpresas. ¡Nunca hubiera imaginado
que estaría con alguien tan puritano como él!”
“Hmm”, dijo Goblin Slayer, asintiendo. “Entonces—“
“¡Enhorabuena!” dijo la Sacerdotisa, con su voz llena de emoción y su rostro envuelto en una
sonrisa, se inclinó hacia la Arquera Elfa Superior. Agarró las manos de la elfa, hablando
desde el fondo de su corazón. “Um, ¿Los elfos tienen ceremonias de bodas como las
nuestras? Si es te parece bien—“
“¡Por supuesto! Y es para un miembro de la familia de los jefes, por lo que esta será una
grande. ¡Por supuesto, están todo todos invitados!”
“Cielos”, dijo el Chamán Enano, lanzando una mirada de reojo a las chicas. Finalmente había
logrado limpiar el vino que había escupido, escurrió su barba y se sirvió una nueva copa. “Y
yo que pensaba que el crepúsculo de los elfos había llegado temprano, y resulta que ella era
la hija del jefe”.
“¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!” el Sacerdote Lagarto golpeó su cola felizmente contra el suelo. “Por eso
dicen que los mayores siempre piensan en los más jóvenes”.
“¡Bah! Estoy seguro de que en realidad soy más joven que ella.”
Entonces… ¿casarse a los dos mil años se considera pronto o tarde para los elfos?
Ignorando la expresión de perplejidad del enano, el Sacerdote Lagarto dio un mordisco
pesaroso a su queso.
“Supongo que esto supone una despedida para nuestra maestra guardabosques. Ah, ese será
un día solitario…” (NOVA: Ranger significa guardabosques, si, suena feo, pero explorador
es lo más cercano, pero estaría mal porque Scout es explorador y no tiene las mismas
habilidades de que un ranger.)
“¿Por qué te estas despidiendo tan rápido?”
“Mmm. ¿No vas a estar más ocupada?”
“No va a nacer ningún bebé por lo menos en otros doscientos o trescientos años.” ¿Quién se
queda embarazada durante las primeras dos décadas? La Arquera Elfa Superior estaba
haciendo pucheros.

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“Gracioso, los elfos miden el tiempo a gran escala, ¿no?” el Sacerdote Lagarto murmuró
cuando la escuchó hablar de periodos casi más allá de su imaginación.
“Bueno, somos prácticamente inmortales. Un momento, ¿los hombres lagarto no?”
“De hecho, a los príncipes solo se les permite tener un huevo, pero para nosotros el patrón es
nacer, multiplicarnos, vivir, matar y luego morir.”
“El ciclo es importante, ¿no?” Gira, gira. La Arquera Elfa Superior dibujó un círculo en el
aire con su delgado dedo. En este sentido, los elfos y los lagartos, ya que ambos respetaban
estrictamente la naturaleza, tenían algo en común. Unos podrían amar la batalla y los otros
no, y unos podrían ser inmortales y los otros mortales, pero la vida y la muerte llegaban a
ellos de todos modos.
“Jum…” La Sacerdotisa hizo un ruido, aparentemente aún un poco confundida. Las almas
subían al cielo, donde residían los dioses, y donde recibirían muchas comodidades. De vez en
cuando, tal alma podía volver al tablero, pero esto estaba fuera del ciclo de la naturaleza.
“Pero”, preguntó la Sacerdotisa, inclinando la cabeza, “¿Los esposos elfos normalmente
dejan que sus esposas salgan a recorrer el mundo y hagan cosas peligrosas después de
casarse?”
“¡Na-ah! De ninguna manera mi primo consentiría tal cosa.” La Arquera Elfa Superior se rió
y agitó su mano. “Se enamoró a primera vista, estoy segura. A pesar de ser tan serio y
cuadriculado… En realidad, tal vez esa sea exactamente la razón.”
“Eh… ¿Qué dijiste?” La Sacerdotisa se llevó un dedo a los labios. “Hmmm.” Algo en esta
conversación no tenía sentido.
Se siente un poco… raro. Como si fuera un diálogo de sordos.
“Entonces”, dijo Goblin Slayer, volviendo a la conversación tan repentinamente que la
Arquera Elfa Superior se encontró a sí misma parpadeando. “¿Quién se casa?”
“Oh, mi hermana mayor.”
“¡Podrías haber dicho eso un poco antes, tú Yunque!” El Chamán Enano le dio un manotazo
en la espalda como reprimenda.
“¡¿Qué?!” La Arquera Elfa Superior pasó de estar desconcertada a enfadada, sus orejas
apuntaban hacia atrás. Lágrimas saltaron de sus ojos. “¡¿Qué crees que haces?!”
“¿Qué es esto? ¡Es la primera vez que oigo hablar de un yunque que no puede soportar ser
golpeado!”
“¡Eres de lo peor!” A estas alturas, ella había abandonado completamente cualquier cosa que
se asemejara a la dignidad que normalmente se asocia con un elfo superior. “¡Por esto odio a
los enanos! Tú… ¡Tú barril de cerveza!”
“Creía que ya te lo había dicho—se llama ser corpulento, ¡y nosotros lo apreciamos!”

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Y así empezaron. La Sacerdotisa ya estaba acostumbrada a estas repentinas discusiones.
Sostuvo su jarra con ambas manos, tomando pequeños sorbos de su agua con limón, que ya
era prácticamente una bebida tibia.
“Si vamos a ser invitados… tendremos que conseguirle un regalo o algo así.”
“¿Es así?” dijo Goblin Slayer asintiendo con la cabeza. Cruzó los brazos y se quedó en
silencio por un momento, luego gruñó y finalmente, con cierta dificultad, dijo, “Creo que
yo—“
“No”, dijo la Sacerdotisa, aunque estaba sonriendo. Ella estaba apuntando con un dedo
directamente hacia Goblin Slayer, quien se tragó lo que había estado a punto de decir.
“Hemos sido invitados a una celebración maravillosa. No puedes negarte.”

“Eso…” Goblin Slayer se quedó mudo por un momento. “… puede que sí, pero—“
“Podemos pedir a la recepcionista que se asegure de que otras personas se encarguen de
asesinar a los goblins”.
“Hrk…”
Era como tener Protección, un milagro que se había convertido en algo así como su
especialidad. Su sonrisa desviaba todos y cada uno de sus ataques.
Goblin Slayer no produjo un sonido más; el Sacerdote Lagarto giro sus ojos hacia arriba.
Parece que la doncella recepcionista y la hija del granjero le han enseñado bien.
“Jeh-jeh-jeh. Bueno, tal vez yo y el maestro hechicero hagamos un regalo apropiado.” Hizo
un gesto solemne y de aspecto importante y luego unió sus palmas de una manera extraña.
“Pero mi querida clériga”, agregó, “¡Parece que te has vuelto bastante asertiva!”
“¡Por supuesto que sí!” la Sacerdotisa hinchó su pequeño pecho para verse tan fuerte como
podía. “¡Aprendí de Goblin Slayer, después de todo!”
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Bueno.
A los miembros del personal del Gremio a menudo se les exige que estén tranquilos en todo
momento.
Al fin y al cabo, son los hombres y mujeres del Gremio quienes son los primeros en
proporcionar información a aquellos que se embarcan en una aventura. Cuando el solicitante
de una misión viene a ellos con una crisis, son la primera cara que esa persona ve.

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Sería impropio que un miembro del personal pareciera agobiado o desinteresado. Al
contrario, su ropa debe estar sin arrugas, su camisa o blusa almidonada, y con el maquillaje
justo.
Verse como si recién se hubieran despertado o bostezar es, por supuesto, totalmente
inaceptable. En el momento en que uno se convierte en un funcionario público, asume la
responsabilidad de representar a su país.
“…Pero, cuando hace calor, hace calor.” Ah-ja-ja-ja.
Riendose, la Chica del Gremio sirvió a Goblin Slayer y a los demás té negro frío. Habían
una, dos, tres, cuatro vasos sobre el escritorio en su pequeña parte del mostrador de
recepción. La Arquera Elfa Superior y la Sacerdotisa habían arrastrado a Goblin Slayer entre
ambas. Por último, la Chica del Gremio colocó un vaso frente a ella, poniendo una mano en
su mejilla y dejando escapar un suspiro.
“Así que, una boda… Qué maravilloso.”
“Sí, estoy entusiasmada”, dijo la Arquera Elfa Superior, asintiendo con una mirada seria y
sabia. “Gracias a Dios que mi hermana no era demasiado mayor para casarse.”
“¿Cuántos años tiene?”
“Hmm…” La arquera contó con sus dedos, sacudiendo la cabeza brevemente. “Unos ocho
mil o así, supongo.”
La Chica del Gremio, pensando que ese “supongo” probablemente podría representar otros
tres ceros, sonrió secamente.
“Escuchar a los elfos te hace darte cuenta de lo tonto que es preocuparte por tu edad.”
Otro suspiro. Ella no llegaría a ningún lado cavando retóricamente su propia tumba.
La Sacerdotisa ofreció vario “Ajams” y “Ums”. La chica acababa de cumplir dieciséis años y
parecía no saber cómo dirigirse a una mujer mayor, aunque ella misma era clériga. Por ello,
la Sacerdotisa no creía que la apariencia de la Chica del Gremio le diera ningún motivo para
preocuparse por su edad.

“Pero siendo tan guapa como eres… ¿Realmente necesitas estar preocupada por eso?”
“Jee-jee. Bueno, muchas gracias.” La Chica del Gremio sonrió ante la educada pregunta que
finalmente se le ocurrió a la Sacerdotisa.
La Arquera Elfa Superior hizo un gesto jovial con su mano y vació su vaso en un solo trago.
“Es cierto. Cuando se trata de edad, no puedes comparar un dragón con un elefante, o un
elefante con un ratón. Simplemente no funciona.”

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“Elefante.” Inesperadamente, el casco de Goblin Slayer se inclinó con confusión. “¿Qué es
eso?”
“… ¿No sabes acerca de los elefantes?” Las orejas de la Arquera Elfa Superior se agitaron,
complacida de tener la oportunidad de educar al guerrero. Extendió los brazos todo lo que
pudo mientras describía a la misteriosa criatura. “Tiene las patas como pilares, una cola como
una cuerda, orejas como abanicos, un cuerpo como una muralla, colmillos como lanzas, una
espalda como un trono y una nariz como una enredadera. Además, es enorme.”
“… ¿Una bestia?”
“Oh, y es de color gris.”
“No entiendo nada,” dijo Goblin Slayer con un gruñido y luego se tragó su té.
La Chica del Gremio los miró alegremente y dejó salir una risita.
“Tal vez pueda mostrarte los datos en el Manual de Monstruos que hay bajo el termino
Elefante en algún momento. Ahora…” Su mirada se movió por su escritorio, y hojeó algunos
papeles. “Querías que asignara estas misiones de goblins, ¿verdad?”
“Aja. Nos gustaría poder llevarnos a nuestro amigo Goblin Slayer,” dijo la Sacerdotisa con
calma. Su sonrisa, como un capullo en flor, nunca vacilaba.
“Personalmente, no es que quiera perdérmelo realmente.” Goblin Slayer dejó su vaso vacío
en el mostrador con un ‘clac’. “Simplemente no quiero dejar a los goblins a sus anchas”.
“Claro, claro, obviamente no”, dijo la Chica del Gremio con una suave sonrisa. Él era tan
desapasionado y decisivo como siempre. Algunas personas lo tomaban como alguien
simplemente obsesivo, mientras que otras lo veían como alguien honesto y confiable. No es
necesario decir que la chica del Gremio estaba en el último grupo.
“Desde principio de primavera hasta el verano, los goblins están en su punto más fuerte. Tal
vez sea porque están enfadados.”
“¿Hay alguna temporada en la que los goblins no asusten?” preguntó la Arquera Elfa
Superior.
“Hrm…” Goblin Slayer se cruzó de brazos y gruñó.
La Chica del Gremio escuchó a ambos con placer.
“De todos modos”, dijo en voz baja, “no hay tantas misión de goblins en verano, ¿verdad?”
“¿Es eso cierto?” Preguntó la Sacerdotisa con evidente sorpresa.
“Sí”, dijo la Chica del Gremio. Por lo menos, no hay tantas misiones. Luego, en lugar de
explicar más, revolvió entre sus papeles sin ninguna razón en particular. Sería grosero hablar
de cosas tan desagradables cuando alguien acababa de recibir una invitación para una boda.

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Verano: para los goblins, lo más destacable de esta temporada era que no era otoño. Los
cultivos en los campos aún estaban creciendo y, por supuesto, la época de cosecha aún estaba
muy lejos. No importaba lo mucho que los goblins pudieran querer comida, simplemente no
había mucho que ganar de los ataques a los pueblos. Así que, en cambio, cambiaban su
objetivo a los viajeros, los pastores errantes y los curanderos itinerantes durante la época más
calurosa del año.
¿Qué significaba el verano para los goblins? La primavera estaba muy bien, pero en verano,
las lluvias aumentaban, y la maldita luz del sol se hacía cada vez más intensa. Vivir en un
hoyo se convertía en algo bastante desagradable. Hay que reconocer que uno no se imagina a
los goblins muy preocupados por su modo de vida, pero siempre estaban enojados por algo.
Y más razones para enojarse naturalmente significaban una mayor incidencia en la violencia.
Ay del viajero que se ponga en el camino de los goblins en verano. Los goblins no tenían la
sabiduría para almacenar alimentos, incluso si la tuvieran, se habrían echado a perder
rápidamente. Después de aburrirse de maltratar a su víctima, inmediatamente comerían lo
que pudieran de esa pobre alma desafortunada, sin pensar en el futuro.
Hombre o mujer, al final, no quedaban ni los huesos.
Lamentablemente, es una historia demasiado común.
Que los viajeros perdieran la vida en el camino, por supuesto, no era un fenómeno que solo
ocurriera en verano. Los goblins y los No-Oradores no eran los únicos que tenían hambre.
Bandidos, bandoleros y mercenarios dedicados a los asaltos, entre otros, estaban allí fuera.
El punto es, que todos los rincones del mundo estaban llenos de peligro. Algunos tomaban
esto como una razón para criticar al rey o a la administración del país, pero esas personas
simplemente no sabían su historia. Desde tiempos inmemoriales, nunca ha habido una época
sin ningún elemento de peligro.
Del mismo modo, los recursos siempre han sido limitados. Por lo que la Chica del Gremio
sabía, el rey actual estaba haciendo un trabajo perfectamente decente… O al menos, eso
pensaba ella. Él no comenzó guerras innecesarias, y se había enfrentado a los seguidores de
los Dioses Oscuros para mantener a salvo a la nación.
Tenemos paz ahora, por lo menos.
Incluso si la definición de paz era simplemente la pausa entre las guerras.
Pero para repetir, los recursos eran limitados y el peligro siempre estaba presente. El Gremio
no recibiría necesariamente una misión porque un solo viajero hubiera desaparecido. Para
empezar, si nadie sabía que esa persona había desaparecido, no se podía hacer nada. Era una
situación triste, y una falla en el Gremio de Aventureros. Los Aventureros se metían en esta
clase de problemas solo cuando algún conocido de un viajero presentaba una misión de
búsqueda…
… O cuando los mismos aventureros tenían muy buen corazón.

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“Pero todavía hay goblins, allá afuera” dijo Goblin Slayer, sin prestar atención a lo que
pasaba por la mente de la Chica del Gremio. “Eso no va a cambiar.”
“Pero”, dijo la Sacerdotisa, fingiendo astutamente hacer una pregunta para interrumpirlo, “no
puedes derrotarlos a todos por tu cuenta, ¿verdad? Y no tienes que hacerlo, ¿verdad?”
“…”
Goblin Slayer estaba en silencio. Después de tantos años con él, la Chica del Gremio sabía
que así era como actuaba cuando se veía arrinconado.
En cierto modo, él no es una persona tan difícil de entender.
Una risita involuntaria escapó de sus labios, y el casco de acero de Goblin Slayer se giró
hacia ella. Ella agitó una mano como diciendo: No es nada, nada.
“Honestamente”, dijo ella, “no nos servirá de nada el molestarle con cada una de las
misiones de goblins que se presenten, señor Goblin Slayer.”
“Bien, ahí lo tienes,” dijo la Sacerdotisa con un dulce pero agudo carraspeo. “¿Se ocuparía de
ello por nosotros?”
“Oh, por supuesto. Sé que este hombre nunca tomaría vacaciones si lo dejáramos ser.”
“Suena muy parecido a ti.”
Alguien le dio a la Chica del Gremio un golpe inesperado en la cabeza, provocando un
pequeño ¡Ow! Era su compañera de trabajo, la Inspectora, de pie detrás de ella con un
montón de papeles en la mano.
La Inspectora suspiró como para sugerir que la Chica del Gremio se lo tenía merecido, y
luego ella golpeo suavemente los papeles contra el hombro de la Chica del Gremio.
“¿Recuérdame cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que tomaste un día libre?”
La Chica del Gremio se agarró la cabeza y protestó débilmente…
“S-Si lo hago…”
La Inspectora produjo otro suspiro exasperado.
“Entonces, tú también irás a esa boda, ¿verdad? Para eso están estos chicos aquí, ¿no? Para
invitarte.”
Antes de que la Chica del Gremio tuviera la oportunidad de responder, la Arquera Elfa
Superior estaba inclinada sobre el escritorio.
“¡Por supuesto!” dijo ella, asintiendo enérgicamente. Sin ninguna necesidad de fingir, añadió,
“¡Somos amigas, después de todo!”

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Al ver esta muestra de genuino entusiasmo, la Chica del Gremio respondió con una expresión
ambigua y se rascó la mejilla. Luego sus dedos jugaron a través de su cabello, dando vueltas
a sus trenzas. Sí, ella ya sabía que eso no era muy educado.
“Er… Bueno, ciertamente aprecio la intención, pero…”
No, detente. Si rechazo esta invitación…
¿Cómo podría explicarse a la Arquera Elfa Superior, por no hablar de la Sacerdotisa o Goblin
Slayer? Ella echó un vistazo rápido a su casco, aunque, como siempre, ocultaba su expresión.
“¡Tan solo tómate un par de días de descanso!”
“¡Ay!” Otro golpe con los papeles.
Mientras la Chica del Gremio se sentaba allí lamentándose en voz baja, la Inspectora puso su
mejor sonrisa y dijo:
“Ahora, Señor, eh… Goblin Slayer.”
“¿Qué pasa?”
La Chica del Gremio hizo un pequeño chillido, pero la Inspectora la ignoró y le quitó los
papeles de las manos. Eran, por supuesto, una compilación de las misiones más cercanas de
matanza de goblins.
“Será mejor para las dos si eliminamos parte de esta tarea”, dijo la Inspectora, enrollando los
papeles como un pergamino y entregando el lote a Goblin Slayer. “Tal vez puedas ayudar a
mi amiga a relajarse ocupándote de dos o tres nidos de goblins.”
“Naturalmente.”
No hubo discusión, ni vacilación mientras Goblin Slayer tomaba los documentos de las
misiones en un solo y decidido movimiento. En silencio, los desenrolló y examinó las
descripciones. Ni siquiera miró las recompensas. Lo que quería era información,
conocimientos sobre la fuerza de combate de los goblins.
Después de un largo rato, preguntó suavemente:
“¿Está esto bien?”
La Arquera Elfa Superior frunció el ceño tan fuerte como pudo, sus largas orejas apuntaban
hacia atrás, pero ella respondió:
“No puedo hablar por el enano… pero yo, no voy a decir que no.”
“¿Estás segura? Tampoco me importa mucho, en cualquier caso.”
“Discúlpeme, Goblin Slayer, señor”, dijo la Sacerdotisa, frunciendo sus moldeadas cejas.
Levantó el dedo índice y, en un tono que sugería que habían tenido esta conversación en más
de una ocasión dijo, “Cuando no tenemos otra opción, no cuenta como una discusión,
¿recuerdas?”

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“¡Hrr… gyaaaaaahhhhhh!”
El grito de una mujer, como el graznido de un pollo al que le rompen el cuello, hizo eco en
toda la crepuscular capilla.
Sin embargo, muchos trataron de acercarse aún más, había un límite físico a cuántos goblins
podía satisfacer una persona a la vez. Sí, los goblins eran pequeños, pero incluso contando
ambos brazos, su boca y quizá su cabello, había espacio para sólo cinco o seis a la vez.
En cambio, fácilmente había más de una docena de monstruos rodeando a la mujer atada al
altar en este momento. La violación de su castidad ya era lo suficientemente horrible, pero
esta víctima estaba sometida a todos sus crueles deseos al mismo tiempo, una situación
realmente terrible.
La mujer cuyo grito de agonía había resonado por toda la sala de adoración ahora no vestía
más que harapos de lo que una vez había sido un traje de viaje. Sus extremidades, que sólo se
podían ver a través de la presión de los cuerpos de los goblins, eran bronceadas y bastante
musculosas.
Ella había sido una viajera que se alojaba en este convento, en una pequeña biblioteca
dedicada al Dios del Conocimiento.
Ahora ya no había manera de saber a dónde quería ir o por qué se había quedado en ese
lugar. Los textos, las gemas de sabiduría almacenadas aquí, ya no estaban en un estado
adecuado para ser leídos. Todos los conocimientos adquiridos por las doncellas, quienes
habían abandonados sus respectivos hogares y se habían encerrado en este lugar por diversas
razones, habían sido pisoteados. Los goblins habían tomado estos preciosos registros de
conocimiento y los habían destrozado, profanado e incluso habían incendiado algunos al
azar.
La biblioteca saqueada ahora sólo contenía a las monjas, sus espíritus destrozados por
depredaciones inimaginables. La viajera vio lo que los goblins les habían hecho, y aun así,
ella optó por luchar… bien, una presa fuerte para los pequeños demonios.
¿Había estado luchando para proteger a las monjas o sólo para abrir un camino para su propio
escape? Los goblins asumieron que debía ser esto último. La deducción más honorable, sin
embargo, era que la viajera había blandido su espada con valor, sin preocuparse por sí
misma.
Al menos hasta que los goblins la tiraron al suelo, la golpearon sin piedad y le rompieron el
brazo.
Habían pasado varios días desde entonces, y los goblins restantes seguían ocupados en
vengar a los que ella había matado. Habían dejado a la viajera para el final para poder
disfrutar viendo crecer su terror mientras era testigo de los destinos que les deparaban a las
monjas.

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Nunca pensaron que ella podría intentar escapar. O más bien, asumieron que no había forma
posible de que ella pudiera hacerlo.
Los goblins habitualmente demuestran un exceso de confianza extrema a pesar de la ausencia
de pruebas. Nunca se imaginan que algo que ellos intenten pueda fallar. E incluso en la
remota posibilidad que algo así pudiera pasar…
“¡¡GOORRIRRROG!!”
“¡Urgh! ¡Aggh… gah… t-tú bastar-daaaaaaaghh!”
…siempre sería porque una idiota como esta se había interpuesto en su camino.
Los goblins creían plenamente que todos en esa pequeña biblioteca eran unos completos y
absolutos idiotas. Mantuvieron esta sala llena de papeles incomprensibles y aburridos y había
muy poca comida. Los humanos, rieron los goblins entre dientes, hacían tantas cosas con tan
poco sentido.
Los goblins, por supuesto, nunca podrían haber entendido el significado de los tomos que
contenía esa biblioteca. Estaba justo al lado de una carretera, posicionado silenciosamente en
un bosque donde se había construido con la convicción de que, si bien el conocimiento y la
sabiduría nacían del mundo profano, era importante evitar ser corrompidos por ese mismo
mundo.
Solo porque fuera una biblioteca pequeña no significaba que careciera de defensas contra
monstruos o bandidos. Tenía paredes de piedra, y ocasionalmente, aventureros o mercenarios
que estaban de viaje se quedaban allí. Pero una exposición prolongada a los elementos puede
desgastar parte de un muro. Y había momentos en los que ningún visitante armado se alojaba
con ellas.
¿Era esa la causa por la que los goblins los habían elegido? ¿Por qué habían sido atacadas por
los goblins?
Uno podría preguntar, pero era improbable que el Dios del Conocimiento lo guiara a la
respuesta.
Los goblins eran como un desastre natural; venían de la nada. Simplemente habían aparecido
aquí, en este momento.
“¡Hrrraaaaghhhh!”
La biblioteca era ahora un lugar de perversión. Y en un rincón de la sala de adoración al Dios
del Conocimiento, un solo goblin apoyaba su barbilla en sus manos, disfrutando del sonido
de los gritos de la mujer en sus oídos.
Una vez se hubieran divertido con ella, ¿la mantendrían con vida para que pudiera dar a luz a
sus crías, o la matarían y se la comerían de inmediato?

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Lo más probable es que ella se convirtiera en comida, pensó el goblin. Las otras portadoras
de crías necesitaban algo de comer y, de todos modos, sería aburrido no matarla. Seria poco
satisfactorio.
“¡Gyaaaaaaahhhh!”
Un grito agudo. Algún goblin impaciente debe haber dado un hachazo a su brazo roto o algo
así.
“¡GROB! ¡GOOOROORB!”
“¡GOORROB!”
Alguien se quejó con el que había propinado el hachazo, él respondió, y sus crueles
carcajadas hacia la mujer destrozada llenaron la capilla.
Eso no sería suficiente. Había muchas maneras de disfrutar a una mujer muerta, pero ahora
era el único momento para aprovechar los placeres de una viva.
El goblin lamió sus chuletas, se estaba devanando los sesos. Tal vez él podría encontrar una
buena oportunidad para colarse, y tener la oportunidad de disfrutar de la mujer mientras aún
estaba viva. Esta era su única preocupación; no le interesaban los otros goblins a los que se
iba a colar, y mucho menos la misma chica.
Los goblins tenían un sentido de la solidaridad, se reconocían mutuamente como
compañeros. Pero su primera lealtad era siempre para con ellos mismos. ¿Cómo podrían
lucrar, tener placer, conseguir la mejor posición, matar personas malas… o al menos
personas que no les gustaban?
La muerte de los otros goblins creaba la excusa perfecta para disfrutar de su víctima hasta
que mataran a la pobre desafortunada.
“¡GROOROB!”
“¡GRO! ¡¡GOORB!!”
El goblin escogió a uno de los otros prácticamente al azar y lo mato.
¡He estado de guardia todo el tiempo! ¡Todos ustedes también tienen que hacer algo de
vigilancia! No es justo que los goblins que no han estado en servicio de guardia tengan toda
la diversión, codiciosos bastardos.
El goblin expuso su caso (en el cual resaltó solo los detalles que le eran convenientes) y
luego le dio un empujón a la criatura irreflexiva en el hombro.
“¡Er-ergaaahh! ¡M-me estás… matan…do…!”
“¡GROB! ¡GOOROBB!”
Este era un monstruo al que no le importaban los otros goblins o como la desgraciada mujer
intentaba resistirse a él. De las crueldades con las cuales él disfrutaba era mejor no hablar.

26
Aquí está el punto importante: absorto en su disfrute, nunca se dio cuenta.
“GRRRRR…”
No notó el brazo extendiéndose desde la oscuridad y que agarró al goblin que se quejaba por
la injusticia de todo esto. El apacible y silencioso apéndice se envolvió alrededor del cuello
del goblin como una serpiente y lo apretó con fuerza.
“¡¿…B—?!”
Antes de que la criatura pudiera gritar, un cuchillo ya le había cortado la garganta.
Una mano cubrió la boca del goblin mientras se atragantaba con su propia sangre, parado allí
durante varios segundos hasta que dejó de respirar.
El cadáver del goblin se colocó rápidamente detrás de uno de los bancos, y luego el
propietario del brazo hizo un gesto hacia las sombras.
El propietario era un hombre, que llevaba una mugrienta armadura de cuero, un casco de
acero de aspecto barato, una espada de una longitud extraña y un escudo pequeño y redondo
en el brazo.
Era Goblin Slayer.
Ante su gesto, el Sacerdote Lagarto se adelantó, con la cola encogida. La Arquera Elfa
Superior lo siguió, luego la Sacerdotisa, y luego el Chamán Enano. Ninguno de ellos hizo el
menor ruido mientras se movían: ni el de sus pasos, ni el sonido de sus prendas.
La razón por la que pudieron lograr semejante hazaña fue gracias a la chica que estaba
rezando con sus ojos cerrados, con las manos envueltas en un firme bastón.
“Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, concédenos la paz para aceptar todas las
cosas.”
Estaban envueltos en un silencio absoluto otorgado por el milagro del Silencio de la
Sacerdotisa.
Sus vestimentas estaban cubiertas de manchas oscuras, evidencia de los varios goblins de los
que ya se habían encargado. Sin embargo, las manchas de entrañas no parecían molestarla;
ella solo se arrodilló y continuó rezando. Su corazón lleno de fe ayudó a proteger a los
aventureros en esa burbuja sin sonido.
La Arquera Elfa Superior era todo lo contrario; parecía que podía estallar en llantos en
cualquier momento.
“Ugghh…”
Ella podría haber estado usando una bolsita de perfume, pero aun así, el hedor de los
desechos de los goblins y los jugos de sus entrañas, asaltaban sus agudos sentidos. Ella no
pudo evitar que esas cosas tan repugnantes se pegaran a su capa, dejando su atuendo con un
olor bastante desagradable.

27
¿Por qué los dioses no pueden bloquear también los olores? La Arquera Elfa superior miró
con reproche la estatua de pie en el salón de adoración.
Era una imagen del sabio que había trazado los movimientos de las estrellas.
Por supuesto, no hubo respuesta a la impertinente pregunta de la Arquera Elfa Superior.
Estoy aquí salvando a tus seguidores porque aparentemente no puedes hacerlo tú mismo. Te
agradecería un poco de gratitud.
Bueno, quizá eso estuvo demasiado cerca de ser sacrilegio. Sus orejas se movieron, y ella
puso una flecha en su arco.
El grupo de aventureros había llegado a la capilla sin excesiva dificultad. Y ahora se iban a
enfrentar a unos veinte goblins, absortos en su diversión. No iban a dejar pasar esta
oportunidad.
<><><>
Los miembros del grupo de Goblin Slayer asintieron con la cabeza los unos a los otros,
seguidos de una serie de señales rápidas.
“……”
“……”
Fue el Chamán Enano quien actuó primero. Tomó un trago del vino de fuego del matraz de
su cadera e inmediatamente lo escupió. La niebla se asentó sobre la sala mientras cantaba:
“¡Bebe en abundancia, canta fuerte, deja que los espíritus te guíen! ¡Canta fuerte, avanza
rápido, y cuando al dormir te vean, que en tus sueños haya una jarra de vino de fuego para
darte la bienvenida!”
Los goblins, afectados por Estupor, comenzaron a dar vueltas sobre sus pies, tras lo cual
Goblin Slayer entró en acción. Saltó sobre el banco, corriendo sobre el suelo de piedra y
mandando su espada a volar. La hoja viajó silenciosamente por el aire hasta el momento en
que abandonó el área del efecto de Silencio, entonces emitió un suave silbido.
Incluso los goblins, por estúpidos que fueran, no habrían obviado eso.
“¡GOOROB! ¡GOOROOOB!”
“¡¡GRRORB!!”
Muchos de los monstruos señalaron y gritaron, pero ya era demasiado tarde. El goblin que se
encontraba empujando sus caderas sintió que algo entraba en su nuca y lo atravesaba
limpiamente hasta la boca. ¿Entendió siquiera lo que era?
El goblin, tenía su columna vertebral cortada, espuma en la boca, y sus sucios ojos dorados
volteándose.
“¡¿GOOROOROOOB?!”

28
“Uno.”
Goblin Slayer prácticamente embistió hacia adelante, usando su escudo para atacar a uno de
los goblins cercanos. En el mismo momento, agarró una hoz de la cadera del primer
monstruo que se retorcía, usándola para cortar la garganta del segundo.
“Dos.”
Usando su escudo para evitar que la sangre les salpicara, sacó a hoja y arrojó al goblin para
que cubriera a la joven.
“Estás viva, ¿correcto?”
Miró a la mujer cubierta de sangre que se retorcía bajo el cadáver.
Él sabía cómo trabajaban los goblins. Sería más que un pequeño problema si usaran a la
mujer como escudo contra él.
Los movimientos que estaba viendo, sin embargo, probablemente eran el shock debido al
dolor y la pérdida de sangre. Ella seguía viva, pero no le quedaba mucho tiempo. Como de
costumbre, el tiempo era esencial.
Los goblins hicieron evidente su hostilidad hacia los invasores. Goblin Slayer los observaba
atentamente.

“¡Deprisa!”
“Pongámonos en marcha, entonces.”
“¡B-bien!”
El Sacerdote Lagarto levantó a la Sacerdotisa en sus brazos y echó a correr, sus garras se
clavaban en el suelo de piedra. Se inclinó hacia delante en un ángulo que hubiera sido
imposible para un humano, pero su larga cola le permitía mantener el equilibrio.
“¡GOROOOB! ¡GROB!”
“¡GGOOORB!”
No hace falta decir, que los goblins no iban a permitir que se salieran con la suya. Puede que
no hubieran sido muy inteligentes, pero no iban a dejar que estas mujeres se les escaparan de
entre los dedos. Y el Sacerdote Lagarto, literalmente, tenía sus manos llenas con la
Sacerdotisa…
“¡Krrraaahhhhhhaaaa!”
“¡¿GOOROB?!”

29
Pero, siempre que contara con sus garras, sus colmillos y su cola, ¿a quién le importaban las
manos? Los dragones y los nagas indudablemente no necesitaban armas.
“¡¿GROOB?!”
“¡¿GOBORB?!”
Un viejo proverbio decía que era mejor dejar en paz a los dragones dormidos. Pero, ¿qué
sabían los goblins sobre proverbios?
La cola del Sacerdote Lagarto y las garras de sus pies golpearon cada una a un goblin,
haciéndolos volar. Las heridas no serían fatales, pero todo lo que necesitaba ahora mismo era
llevar a la Sacerdotisa al altar.
“¿Debería permanecer en la primera línea?”, preguntó.
“Sí, por favor.”
En medio de esta breve conversación, Goblin Slayer soltó la hoja de la hoz, que había
clavado en el cráneo de un goblin.
“¡¿GROBBB…?!
Mientras su víctima colapsaba, agarró la porra de la mano de la criatura. Sería suficiente; no
necesitaba ser preciso en este momento.
“Pues bien, mi señora Sacerdotisa. Dejo esto en sus manos.”
“Por supuesto. ¡Buena suerte!”
El Sacerdote Lagarto la puso suavemente en el suelo, usando su cola para mantener a los
goblins a raya, luego hizo su extraño gesto con las palmas juntas.
“¡Oh alas de hoz de Velociraptor, rasga y desgarra, vuela y caza!”
El colmillo entre sus palmas se convirtió en una Espada Garra ante sus ojos, y el Sacerdote
Lagarto se lanzó sobre el enemigo, aullando.
“¡Krrraaaaaahaaaaahhhaaaaa!”
“¡¿GOORBGG?!”
Él era un clérigo, sí, pero uno luchador, del tipo que podría llamarse guerrero-sacerdote. Si
hubiera nacido en otra raza, podría haber sido un excelente caballero.
En contraste con Goblin Slayer, quien hacía golpes rápidos y precisos en los puntos vitales,
el Sacerdote Lagarto era un torbellino de violencia. La capilla, ya manchada con la sangre de
las monjas y la inmundicia de los goblins, se ensució aún más con la sangre de los goblins.
“¡Okay…!”
La Sacerdotisa, por su parte, seguía aferrada a su bastón. Ella asintió con energía y se giró
hacia su propio campo de batalla.

30
La respiración de la joven era irregular; la Sacerdotisa se arrodilló a su lado, sin importarle
las entrañas y la suciedad que la manchaban en el proceso. La escena era más que espantosa,
pero ella se tragó su disgusto, junto con lo que fuera que había querido salir de su estómago.
No importa cuántas veces vea cosas como esta, nunca me acostumbro a ellas. Pero…
Ella nunca debía acostumbrarse a ellas, pensó con fuerza. Y cada vez que se repetía esto a sí
misma, su fe se hacía más fuerte.
“Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, posa tu mano reverenciada sobre las heridas
de esta tu hija.”
Ella agarró su bastón implorantemente, elevando su corazón a la Madre Tierra en el cielo.
Por favor, sea tan misericordiosa como para curar las heridas de esta persona. Salve su
vida. Sálvela.
Y así, por fin, tuvo la oportunidad de lanzar Sanación Menor de nuevo.
Y la generosa Madre Tierra respondió a la sincera oración de su querida seguidora. Una
pálida luz brotó, dirigiéndose hacia las lesiones de la joven, comenzando a detener el flujo de
sangre.
El milagro, por supuesto, no restauraría la vitalidad perdida. Incluso un milagro divino no
podría deshacer fácilmente las heridas del cuerpo y la mente.
Pero ella tampoco iba a morir de inmediato.
“Goblin Slayer, señor, ¡estamos bien por aquí…!”
“Bien.” Sin detenerse, Goblin Slayer metió la mano en la bolsa que llevaba en la cadera, sacó
un huevo, y se lo arrojó a los goblins.
“¡¿GOOROOROB?!”
“¡¿¡¿GOOROBOROOB?!?!”
Un humo desagradable se manifestó, provocando un coro de gritos. Muchos de los goblins
que, hasta ahora, habían estado disfrutando torturando a la mujer se agitaban de dolor, con
lágrimas en sus pequeños ojos. El huevo había sido una cáscara llena de gas lacrimógeno
casero hecho por Goblin Slayer. Al principio no lo había podido usar por miedo a que el gas
se introdujera en las heridas de la rehén, pero eso ya no le preocupaba.
“¡Ocho… Nueve!”
Lanzó su garrote a un goblin, luego derribó a otro con una espada oxidada que había robado.
Cortó la garganta de la criatura, sin importarle si destruía el arma en el proceso. Se oyó un
silbido de la tráquea del monstruo junto con un géiser de sangre, y entonces cayeron uno
sobre el otro.
“¡GBBB…!”

31
“¡GORB! ¡GGOOBBG!”
La mitad de los goblins habían sido aniquilados en un momento, y ahora los monstruos
tenían miedo. Aunque, por muy asustados que estuvieran, odiaban dejar escapar una presa
ganada con tanto esfuerzo. Sin mencionar la oscura parte de sus mentes que anhelaba agregar
a la nueva joven y a la elfa en su colección.
Sin embargo, era difícil pasar a través del guerrero humano y el monje lagarto que estaban al
frente.
Bien, entonces…
“¡GROOB!”
“¡GORB!”
Inmediatamente, varios goblins dejaron caer sus armas y cargaron a ciegas. ¿Estaban tratando
de agruparse, de huir, o…? No.
“¡Van por los escudos!” Goblin Slayer evaluó la situación en un instante y emitió sus
órdenes.
Las criaturas se dirigían hacia los portones caídos en el suelo. Iban a traer a las mujeres que
habían capturado para que dieran a luz a sus crías. Las usarían como escudos de carne.
“Odio esto de los goblins. Si creen que voy a quedarme aquí parada… ¡Jaa!”
Las criaturas de repente se encontraron con flechas sobresaliendo de sus caderas. Desde la
sombra de los bancos, la Arquera Elfa Superior había soltado una inmisericorde lluvia de
flechas.
“¡GROB! ¡¿GROOORB?!”
“¡¿GOOROB?!
Tres tiros sin un solo momento de pausa. Tres goblins cayeron al suelo, chillando.
Era fácil apuntar a la cabeza, pero siempre existía la posibilidad de fallar. Por el momento,
inmovilizar a los monstruos era lo más importante; podrían lidiar con ellos después de eso.
La Arquera Elfa Superior tomó tan solo un instante para apuntar, luego colocó la punta de
una flecha en el globo ocular de un goblin.
“¡Orcbolg! ¡Tengo las cosas cubiertas por aquí!”
“Bien entonces, ¿debería tomar las escaleras?”
El trabajo como hechicero del Chamán Enano se completó, lo que quedaba era el trabajo
físico. Con una sorprendente agilidad para un cuerpo tan grande, se dirigió hacia la escalera.
Sacó su hacha de mano casi más rápido de lo que el ojo humano podría ver y adoptó una
postura de batalla, claramente no era un amateur.

32
“¡GOOROOB!”
“¡GRRRRORB!!”
Fue aquí que el avance de los goblins se detuvo.
Las criaturas en un principio habían entrado a través de una grieta en el maltrecho muro
defensivo, pero ahora eran ellos quienes estaban rodeados. Al igual que muchos nuevos
aventureros, los goblins nunca imaginaron que esto podría suceder. Creían que lo suyo era
asesinar, y no ser asesinados. Esto era algo absoluto; sin embargo, ahora estaban en la
situación contraria.
Goblin Slayer entendía de esto muy bien. Él mismo había estado en esa situación una vez.
“¡Catorce… Quince!”
“¡Krrraahhhhh!”
Goblin Slayer aplasto la cabeza de una criatura con su garrote, luego agarró una lanza de
mano y apuñaló a otro en la garganta.
El Sacerdote Lagarto se lanzó con garras, colmillos y cola, convirtiendo a los goblins en
nubes de sangre.
Este era un grupo con cuatro aventureros de rango Plata y una aventurera rango Acero.
Más importante aún, uno de esos aventureros era Goblin Slayer.
Nunca se había cuestionado que derrotaría a una veintena de goblins alojados en una iglesia.
Para él la pregunta siempre era cómo hacerlo rápido, cómo matarlos de modo preciso y cómo
rescatar a los rehenes.
<><><>
“Veintitrés, ¿verdad?”
La batalla había terminado poco tiempo después. El sol se estaba poniendo, y la biblioteca
estaba sumida en la oscuridad. Las únicas luces venían de las lámparas que parpadeaban aquí
y allá.

Goblin Slayer hizo su trabajo con indiferencia bajo la pálida iluminación: pasó de un cadáver
de goblin a otro, apuñalándolos con su arma para asegurarse de que estaban muertos, y luego
amontonándolos en una esquina de la capilla.
La sala de adoración, que ahora apestaba a sangre, podredumbre y basura y teñida de un
espantoso color carmesí, ya no mostraba ningún signo de su sagrada pureza. Aún si no era el
objetivo principal de los goblins, habían conseguido profanar completamente el lugar.

33
Poco más de veinte monjas habían trabajado en la biblioteca. Aproximadamente la mitad de
ellas seguían vivas. El resto quedó solo como carne y huesos en una olla de estofado.
El Sacerdote Lagarto estaba en el proceso de subir hacia la capilla a cada una de las monjas
desde el almacén del sótano.
“Mantente fuerte, ahora. En cuanto amanezca, podremos llevarte a un lugar menos
perturbador.”
“Gracias… de verdad…”
“No pienses en ello. Podemos venerar a diferentes deidades, pero los monos vinieron de los
lagartos, al fin y al cabo. Eso nos hace primos.”
“Je-je… Ustedes, los hombres lagarto…dicen cosas muy… extrañas…”
Las mujeres se rieron entre ellas. Estaban envueltas en telas, aunque nada podía ocultar lo
sucias y demacradas que estaban. Solo un vistazo a los vendajes en sus tobillos dejaba claro
que no iban a ir a ninguna parte.
La Sacerdotisa se encontraba mordiéndose el labio. Si había un dolor que aún no conocía, era
el de una daga cortando su tendón de Aquiles.
“…Todo está bien ahora,” dijo ella. “Las llevaremos de vuelta a la ciudad pronto.”
“Gr…ac…ias…”
“No trates de hablar. En este momento, solo necesitas descansar.”
La Sacerdotisa se movió concienzudamente entre los bancos, administrando primeros
auxilios a las monjas y a la viajera.
Todas evitaron preguntar qué sería de ellas ahora.
Hay bastantes, reflexionó Goblin Slayer. La mayoría de ellas habían mantenido la cordura, y
no se habían suicidado o no habían sido usadas hasta la muerte. Esta biblioteca podía
considerarse afortunada.
Gracias a la viajera, que sin duda había estado preparada para luchar hasta la muerte, una de
las monjas se había liberado de este horror. Ella había sido enviada a otro templo para
entregar un mensaje y al regresar descubrió lo que estaba pasando. Había regresado por la
carretera para encargar una misión en el Gremio de Aventureros, pero tomo varios días para
que se enviaran algunos aventureros.
Fue gracias a la viajera que Goblin Slayer y su grupo habían llegado hasta aquí. Las horas
que ella había conseguido a cambio de su sangre les dieron el tiempo que necesitaban para
llegar.
Si la viajera hubiera decidido abandonar el templo o tirar su arma después de solo una
resistencia simbólica, la monja nunca hubiera podido ser capaz de escapar y la situación
probablemente no habría sido descubierta hasta que las cosas fueran mucho peores.

34
“…Veintitrés, entonces”, murmuró él como si casi no lo creyera. Luego arrojó a un lado su
lanza sangrienta. Rodó ruidosamente hacia un rincón de la capilla donde había una olla con
lo que quedaba de comida. En lugar de la lanza, tomó una espada del conveniente cadáver de
un goblin y la puso en la vaina de su cadera.
Sólo después de hacer todo esto, Goblin Slayer se sentó en uno de los bancos.
“Si no hubiera sido por los libros y las rehenes, habría sido más rápido incendiar el lugar.”
Suspiró profundamente.
“…Hmph. Vaya una cosa para decir,” respondió la Sacerdotisa, dándole un golpecito. Él la
miró sin mover el casco.
Ella había terminado de proporcionar los primeros auxilios. Sus mejillas salpicadas de sangre
se suavizaron, y luego mostró una sonrisa de oreja a oreja. Ella estaba tratando de no mostrar
su considerable cansancio tras haber hecho uso de dos milagros.
“¿Quieres que ella se enoje contigo otra vez? ¡Sin fuego! dirá.” La sacerdotisa puso ambos
dedos índices sobre su cabeza y los agitó de arriba a abajo.
Ella estaba tratando de bromear… quizá forzándose a hacerlo. Goblin Slayer no sabía ni una
cosa ni la otra. Las sombras proyectadas por la tenue luz de las velas, combinada con el visor
de su casco, le impedían leer las sutilezas de su expresión.
Finalmente, simplemente dijo:
“Cierto”, y luego cerró los ojos.
No tenía la intención de descansar por mucho tiempo, por supuesto. Estabilizó su respiración,
relajó su percepción sólo por un instante, y luego volvió a concentrarse.
Después de todo, todavía había goblins por los alrededores. Quizás no aquí, pero en algún
lugar. No había ningún sitio donde pudiera bajar la guardia.
“… Aunque ha tomado un poco de trabajo.”
“Bueno, eso…” Los ojos de la Sacerdotisa revoloteaban aquí y allá mientras trataba de
escoger sus palabras. ”… a veces pasa, creo.”
“… Ya veo.”
“Incluso los dioses no son todopoderosos.”
Entonces ella, casi vacilante, se sentó al lado de Goblin Slayer. Estaba lo suficientemente
cerca como para que él sintiera el calor de su cuerpo, si él no hubiera estado usando su
armadura. Los ojos de Goblin Slayer se abrieron ligeramente ante el leve sonido de la
respiración que pudo detectar más allá de su casco de metal.
“¿Cómo está la chica viajera?” preguntó.
“Dormida, finalmente… Por ahora ella está bien. Pero ha perdido mucha sangre.”

35
“Mañana, entonces.”
La Sacerdotisa captó de inmediato lo que Goblin Slayer quiso decir con esa breve respuesta.
Ellos actuarían al día siguiente. En otras palabras, pasarían la noche aquí. Desde luego no
podían pedir a las mujeres rescatadas que caminaran. Necesitarían un carruaje o carro de
algún tipo. Además, mover a tanta gente de noche podría ser peligroso. Especialmente sin un
plan.
“Asegúrate de descansar un poco mientras tanto.”
“… Claro.” La Sacerdotisa asintió. Sus ojos se cerraron. No contemplaba la opción de que
pudiera realmente dormir, pero tan solo cerrar los ojos era suficiente como para relajarse un
poco. Goblin Slayer estaba dispuesto a cargar parte de sus responsabilidades sobre sus
hombros.
“Pero…” Escuchó los pasos del Sacerdote Lagarto acercándose suavemente. Miró a su
alrededor lúgubremente y luego continuó con una voz tranquila, “Siento que los pequeños
demonios han sido… bastante más inteligentes últimamente.”
“¿Eso crees?”
“Tan solo es un presentimiento, pero…” Y luego continuó rápidamente, con la emoción
especial que los hombres lagarto parecían tener en asuntos de batalla. “Desde el paladín
goblin, lo he notado.”
“Estoy de acuerdo”. dijo Goblin Slayer con un asentimiento. “¿Tal vez se han vuelto más
inteligentes…?”
Aunque, agregó, se había esforzado en matarlos precisamente para que no pudieran aprender.
¿O tal vez mis enemigos hasta ahora solo eran títeres?
No. Rechazó la idea negando con la cabeza. En algunos casos, uno podía cortar la cabeza
para destruir el cuerpo, pero esto no era tan simple. ¿No era esta una lección que había
aprendido por completo hacía una década?
“Necesitaremos nuevos planes para nosotros.”
“¡Pfah! Los pequeños monstruos no sabrían el valor de una gema si les golpea en el ojo.”
farfulló el Chamán Enano, cargando una gran cantidad de mercancías. El abundante polvo
que lo rodeaba indicaba que debía haber estado en el almacén o en algún lugar similar.
Ninguno de ellos, por supuesto, caería tan bajo como para robarle a estas monjas. La idea era
asegurarse de que todo estuviera a salvo.
De todos modos, el Sacerdote Lagarto abrió los ojos con gran interés.
“¿Había algún texto ileso?” Preguntó.

36
“Sólo los que no consideraron que eran basura,” respondió el Chamán Enano. Hubo un
estruendo cuando apiló varios objetos en el banco: tablas de piedra… no, quizás de arcilla.
Tales artículos no eran tan convenientes como el papel, pero eran evidencias de que los
registros de la Era de los Dioses y los Días Antiguos aún existían.
“Dudo que puedan distinguirlos de las losas,” dijo el Sacerdote Lagarto, cepillando
suavemente la superficie de una de las tablas para no rayarla con sus garras.
El tipo de escritura parecía bastante antigua; ni siquiera el Sacerdote Lagarto podía leerlas.
Los asiduos caracteres no geométricos formaban patrones que amenazaban con marear al
lector.
“En nuestra ignorancia de lo que dicen, puede que no seamos tan diferentes de los goblins.
Pero estemos agradecidos de que algo ha sobrevivido.”
“Tendremos que descubrir qué son exactamente cuando tengamos una oportunidad. Pero eso
puede esperar.”
“Sí.” Asintió Goblin Slayer. “¿Cómo están las cosas afuera?”
“Orejas-Largas está echando un vistazo por los alrededores. Tiene una buena visión nocturna,
y la agilidad de una guardabosques.”
Si queda alguno, ella lo encontrará. El enano sacó su jarra de vino. Goblin Slayer la aceptó y
tomó un trago, bebiendo lujuriosamente a través del visor de su casco. El alcohol ardía
mientras bajaba, haciéndolo notar cómo su concentración había sido entorpecida por el
cansancio.
“… Los dos han usado hechizos. Necesitan descansar.”
“Y tú también… pero quizás ese sea un lujo que no nos podemos permitir. Tenemos que
asegurarnos de descansar lo suficiente para estar en la línea del frente.” Luego, el enano tomó
un trago de vino antes de pasar la jarra al Sacerdote Lagarto.
“Oh-jo,” dijo el Sacerdote Lagarto, entrecerrando los ojos, y tomó un gran trago de vino. Su
larga lengua se deslizó hacia afuera para lamer las gotitas en sus mandíbulas, y luego tosió
una vez. “Hace que a uno se le antoje algo de queso.”
“Cuando regresemos,” el Chamán Enano tranquilizó a su compañero, dándole un golpecito
en el hombro. “No podemos permitirnos el distraernos solo porque nos dirijamos a casa.”
“Cierto, pero creo que estaremos bien por esta noche.” La voz clara vino de la dirección de la
puerta, que crujió cuando se abrió. Una silueta se deslizó dentro de la capilla, como un gato
que se abre camino a través de la noche. La mujer se agito levemente, sus largas orejas se
movieron… era a Arquera Elfa Superior.
“Di una vuelta por el área, pero no vi ninguna huella de ningún goblin fugitivo.”
“¿Estás segura?” preguntó en voz baja Goblin Slayer, a lo que ella respondió:

37
“Estoy segura.”
La Arquera Elfa Superior frunció el ceño y se rascó algo de sangre seca que tenía en la
mejilla.
“Así que en cuanto a dirigirnos a casa, si no divisamos ningún goblin entre aquí y allí, creo
que es el final de esto.”
“Ya veo.” Goblin Slayer asintió brevemente, mirando el montón de cadáveres en la esquina
de la capilla.
Veintitantos goblins. Veintitantos goblins con los que ellos habían lidiado y matado.
Además, estaban las mujeres heridas que dormían en los bancos.
¿Es este el final de esto?
“… Ya veo.” Él asintió de nuevo y se movió ligeramente. Luego sacudió suavemente a la
Sacerdotisa, que estaba recostada contra él. “Despierta. Ella ha vuelto.”
“¿…Mm? Ah. Oh, c-claro.” La Sacerdotisa se incorporó con un sobresalto. Sacudió
rápidamente la cabeza y se frotó los ojos, forzando su desviada atención a enfocarse.
“Muy bien, yo limpiare entonces. Estamos todos…”
Las palabras, muy sucios, nunca llegaron a sus labios; al contrario, se las tragó. Tomó su
sonoro bastón y comenzó a caminar entre las mujeres que dormían en los bancos, mientras
que la Arquera Elfa Superior la seguía. La Sacerdotisa emergió en el centro de la sala, y allí
se arrodilló, agarrando su bastón con ambas manos. Una postura de oración.
“Oh, Madre Tierra, abundante en misericordia, por favor, con tu reverenciada mano,
límpianos de nuestra corrupción.”
Conmovida por la devoción de su preciada seguidora, una mano invisible bajó del cielo para
tocar la piel de la joven. Era una sensación agradable acompañada por un tacto tan suave
como el de una pluma.
Y he aquí: ante sus propios ojos, la inmundicia se desprendió de las chicas y se alejó
volando– toda la suciedad, las manchas de sangre, la porquería pegada a su ropa. De alguna
manera, sus caras parecieron relajarse, transformándose en expresiones de reposo.
“Mm,” dijo la Arquera Elfa Superior, entrecerrando los ojos como un gato. Ella abrió los
brazos de par en par. “Eso es genial. Es casi como si las hubieran lavado con agua. ¿Ese es el
milagro más nuevo que tienes?”
Tendría que disculparse con los dioses por sus quejas anteriores.
“Sí,” respondió la Sacerdotisa con un toque de felicidad. “Cuando le dije al líder del templo
que me habían ascendido a Acero, me pidieron que realizara la ceremonia.”
“Sin embargo, es como un milagro moderado, ¿no crees? ¿No tenían nada más llamativo?”

38
“… Tuve que ir a por lo que necesitaba,” murmuró la Sacerdotisa, evitando sus ojos.
“Ahh,” la Arquera Elfa Superior frunció el ceño, comprendiendo.
En general, se decía que eran los dioses quienes decidían qué milagro recibía un suplicante,
pero a veces un deseo ferviente podía lograr ganar una habilidad en particular.

Este fue el milagro Purificar. Invocaba un acto de los dioses para eliminar la impureza. Esto
era, por así decirlo, todo lo que hacía. Y pensar que uso un milagro tan valioso en algo así…
Sin embargo, al mismo tiempo, la idea de poder limpiarse la ropa y el cuerpo una vez al día
mientras estaban en una aventura alegró su corazón femenino. Además, el milagro también
podía purificar el agua o el aire en cierta medida, por lo que no haría daño el tenerlo.
También estaba el problema de que medir el valor de la intervención divina simplemente en
términos de cuánto beneficiaba al usuario era el peor tipo de sacrilegio.
“……”
La Sacerdotisa llevó una mano a su pequeño pecho y respiró hondo. Sus párpados
revolotearon y se mordió el labio.
Me he acostumbrado a esto, ¿no es así?
Después de toda la charla sobre bodas, ellos vinieron aquí y vieron lo que esos goblins
habían hecho, el estado tan horrible en que habían dejado a estas jóvenes. Y aunque le dolía
el corazón, todavía era capaz de conversar un poco. Incluso si era en parte para aparentar.
Habría sido inimaginable un año antes.
“Es un buen milagro.”
Una mano pesada cayó suavemente sobre su hombro. Dio un salto y miró hacia arriba para
ver un casco sucio de metal. Esas pocas palabras fueron suficientes para que su corazón
latiera con fuerza.
“Hay usos para eso.”
Y entonces la frente de la Sacerdotisa se frunció, con una expresión ambigua en el rostro.
<><><>
El carmesí del crepúsculo se extendió por todos los rincones de la plaza.
Era un atardecer de verano. El viento del oeste soplaba para eliminar el calor del día,
extendiendo ondulaciones a través del mar de hierba en el pastizal.
“¡De acuerdo, todas, es hora de ir a casa!”

39
Las vacas que habían estado comiendo complacidas sobre el pasto, levantaron sus cabezas
con un grupo de mugidos. Lentas pero seguras, empezaron a caminar, formando un rebaño
que se dirigió hacia el granero.
Las vacas eran generalmente así de obedientes. No era necesario que la Vaquera se implicara
mucho con ellas, pero eso no significaba que no tuviera trabajo que hacer. Era importante
contar el ganado, asegurándose de que todos los animales regresaban al establo de manera
segura. Sí, él revisaba las cercas diligentemente todas las mañanas, pero eso no significaba
que nunca hubieran problemas. Los zorros y los lobos ya eran lo suficientemente
problemáticos, pero también estaba la posibilidad de perder un animal por los campos.
Y una vez que todas las vacas estuvieran en el establo, tendría que alimentarlas. El ganado
como las vacas y los caballos eran bienes muy preciados. Era imposible no prestarles
demasiada atención.
“… Bien, están todas aquí.” La Vaquera, bajaba sus dedos a medida que el ganado pasaba,
contó hasta la última y dio un enérgico asentimiento con la cabeza.
Habían pasado dos días desde que él, su viejo amigo, había emprendido una aventura.
Era natural que él se fuera de aventura algunos días. Era un aventurero.
Había días en que no volvía a casa. Días en que ella simplemente se quedaba esperando.
Con el tiempo, podría llegar el día en que la espera nunca terminara.
Él era un aventurero, y eso era algo natural.

Jeh. No puedo seguir pensando en eso, o no pararé nunca.


“Vamos a centrarnos en el trabajo. ¡A trabajar!”
Hubo otra ráfaga de viento.
La brisa del verano trajo consigo una abundancia de aromas: el olor a hierba fresca, los
olores lejanos de muchas cenas en la ciudad, incluso el olor de las vacas.
“Hmmm…”
Y luego estaba un olor como a metal oxidado. Era un hedor al que ella, para su disgusto, se
había familiarizado mucho en los últimos años.
La Vaquera se detuvo en el proceso de seguir a las vacas hasta el establo, girándose sobre sus
talones. A lo lejos, podía ver una figura que venía desde la ciudad y se acercaba con paso
atrevido y despreocupado.

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Vestido con un sucio casco de metal y una armadura de cuero de aspecto barato mientras que
una espada de una longitud poco común se balanceaba en su cadera, y un pequeño y redondo
escudo descansaba sobre su brazo.
La Vaquera entrecerró los ojos. Y entonces, como siempre, sonrió.
“Bienvenido a casa. ¿Estás cansado?”
“Sí,” respondió él con un asentimiento. “Estoy en casa.”
Ella se acercó a él trotansdo. Inspiró hondo, y exhaló. Sus movimientos parecían normales.
Sintió que sus mejillas se relajaban.
“No estás herido. Bien, me alegro.”
“Sí.” Él asintió asiduamente y luego comenzó a caminar de nuevo; había disminuido un poco
la velocidad comparado con antes. La Vaquera se puso a su lado.
“Hrm…” Su cara se contrajo ligeramente. Si ella podía olerlo, ¿podría él olerla sudando? Ella
dio un pequeño olisqueo a su manga, pero no podía notarlo.
Eh, supongo que es un poco tarde para esto.
“Oye, ¿qué hacen los aventureros con la suciedad y esas cosas, en todo caso?”
“Nos cambiamos cuando podemos. Nos limpiamos con trapos. Algunos incluso usan
hechizos o milagros.”
“¡Huh!”
“A veces el olor corporal puede alertar a los goblins de tu presencia. Es una tontería estar
contra el viento en su dirección.”
Supongo que eso tiene sentido. La vaquera asintió y luego se deslizó para quedarse en su otro
lado.
“¿Qué pasa?” `preguntó él, pero ella simplemente rechazó la pregunta y dijo:
“No te preocupes por eso. ¿Quieres cenar esta noche? ¿O ya comiste?”
“No.”
“Está bien, cocinaré para ti, entonces. ¿Está bien estofado?”
“Sí,” Entonces el casco asintió suavemente arriba y abajo. La voz suave, también, sonaba
más alegre que de costumbre. Tan solo eso fue suficiente para hacer que la Vaquera se
alegrara de haberse tomado su tiempo en preparar esta comida.
Mírame. Soy tan fácil de complacer.
Bueno, ella no se sentía exactamente mal por eso. Las cosas estaban bien tal y como estaban.
“Debes estar cansado, ¿no?”

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“…”
No hubo respuesta. Todavía tenía la mala costumbre de quedarse callado cuando no tenía
ninguna buena respuesta.
La Vaquera soltó una risita y se inclinó hacia delante, como si pudiera ver dentro del casco
desde abajo. Desde el otro lado de la visera de acero, ella no podía ver su expresión, pero
tenía una buena idea de cuál era.
“¿Estuvo difícil?”
“… No hay trabajos fáciles.”
“Bastante cierto.”
Sus sombras se extendían en el crepúsculo veraniego.
Las vacas estaban de vuelta en el establo. Todo lo que quedaba era ir a casa.
Habían caminado el camino a casa juntos tan a menudo desde que eran pequeños. ¿Cuántas
veces habían sido contando esta vez?
Ella no sentía que hubiera cambiado mucho desde los viejos tiempos, aunque su sombra
ahora era un poco más larga que la de ella.
“Por cierto…”
“¿Hmm?” Ella mantuvo sus ojos en sus siluetas mientras respondía. Cambió un poco su paso,
tratando de que sus sombras se superpusieran.
No por ninguna razón en especial. Era algo que de repente recordó hacer de pequeña.
“Parece que hay una boda.”
“¿Boda…?”
Vaya. Ella descubrió que no podía evitar mirarlo. Él pronunció la palabra como si no le
resultara familiar, como si viniera de un idioma extranjero.
Boda. Una boda. Para unirnos con alguien. Para pasar nuestras vidas junto a la de otra
persona.
“Una boda, ¿no? ¿Y te invitaron?”, dijo ella en voz tranquila.
“Sí”, contestó con su brevedad habitual. “Mi…” Entonces él paró por un momento. “En mi
grupo, hay una elfa.”
“Oh”, dijo la Vaquera, entrecerrando los ojos. La alegre y optimista chica guardabosques.
“Ella.”
“Su hermana mayor y su primo, al parecer.”
“Eso está bien.”

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“Me dijeron que te invitara también.”
“…¿Estás seguro?”
“No soy yo quien tomó esa decisión.”
Hrmm, gruñó la Vaquera.
Estaba la granja. Había trabajo ¿Podría dejar todo esto de lado durante varios días?
El verano era un periodo ajetreado. Y también lo era el otoño. Al igual que la primavera y el
invierno. Durante todo el año ella tenía que preocuparse por el clima, los cultivos y los
animales.
Pero entonces… Oh sí, entonces.
¡Una boda elfica!
La frase resonó en lo más profundo de su corazón. Ella había soñado con esas cosas cuando
era pequeña, y al mismo tiempo tenía la certeza de que nunca vería una: las hadas bailaban
por los alrededores, vestidos más bonitos que cualquier cosa que hubiera visto, y música que
nunca había escuchado. La novia y el novio resplandecientes.
Ella había oído tales cosas en los cuentos para dormir, pero siempre había asumido que no
serían más que eso.
Además, ella nunca había estado muy lejos de su ciudad natal (ahora desaparecida), o de la
granja en la cual ahora vivía. Parecía que había pasado un tiempo desesperadamente largo
desde aquella época en la que ella se imaginara poder ir a cualquier parte.
“Me pregunto… ¿Está realmente bien?” Murmuró ella, como si fuera algo realmente malo.
“Hablaré con tu tío.”
“… Está bien.” Tal vez la franqueza en su tono fue una respuesta a su propio vago murmullo.
Eso tenía que ser, decidió. Estoy segura de que lo es. Me gusta más así.
Se movió ligeramente, de modo que sus sombras dejaron de solaparse. De modo que solo las
manos de sus siluetas parecían estar entrelazadas cuando las figuras oscuras se extendían
sobre el campo rojo.
“Un matrimonio, ¿no…?”
Ya casi habían vuelto a casa.
Era una distancia corta para caminar juntos. Lo suficiente para compartir lo que pensaban.
Para compartir algunas palabras…
“¿Alguna vez has pensado en ese tipo de cosas?”
“…”

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Él se quedó en silencio por un momento. Su comportamiento habitual cuando no sabía qué
decir.
“Es difícil.”
“Tal vez lo sea”, murmuró ella, girando sobre su talón. Ella comenzó a caminar de espaldas,
con las manos juntas detrás de ella. “En ese caso,” continuó, mirando hacia él, “¿Y qué tal…
cuando éramos pequeños? Me prometiste que nos casaríamos cuando creciéramos.”
“…”
La Vaquera escuchó un ligero suspiro desde el interior del casco.
“No recuerdo tal promesa.”
“Uuups… me atrapaste, ¿cierto?”
Ella se echó a reír a carcajadas, girando nuevamente mientras lo hacía, y siguió caminando.
Sus sombras se separaron. Las manos de sus sombras se separaron. Ahora… Sí, ahora ya era
demasiado tarde.
Pero deberíamos haber hecho esa promesa.
De alguna manera, el sol crepuscular llego a sus ojos, y ella parpadeó rápidamente.

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Interludio 1: De Cómo las Lentas Reacciones de las Chicas son las Culpables
“Huff… Puff… Pant… ¡Ahh!”
Resoplando y jadeando, ella cayó a través de la vegetación infernal.
Sus pies descalzos fueron rasgados por las rocas y rasguñados por las espinas y ramas de las
plantas del bosque, ninguna de las cuales reconoció, y los cuatro miembros visibles bajo su
corta ropa estaban manchados de sangre.
Los árboles bloqueaban la luz del sol, pero el mundo oscuro bajo el follaje era brutalmente
húmedo, y ella sudaba profusamente. Correr hacia que le ardiera la garganta, pero no tenía ni
idea de dónde podría haber agua potable.
Lo mismo ocurría con la comida. Vio bayas, bichos y hierba, pero no pudo adivinar cuáles
eran comestibles.
En ese momento, de hecho, ella no tenía ni idea de en qué dirección iba. El sol estaba oculto,
privándola de cualquier forma de determinar hacia dónde corría. Su camino no parecía ir
hacia el norte, pero no podía estar segura.
En la selva tropical, los sonidos de los animales y los pájaros, el susurro de los árboles, se
unieron para envolverla en un capullo de ruido. Ella nunca había sido capaz de detectar algo
tan ambiguo como una “presencia”, pero…
Si hubiera sabido que esto iba a pasar, me habría entrenado como guardabosques.
“Oww, ow…”
Ella odiaba la forma en que su cabello se aferraba a su piel; trato de quitarse el sudor de la
frente, pero inmediatamente se arrepintió. Sólo logró que las heridas que tenía allí le dolieran
mas.
¿Cómo ha sido posible que esto ocurriera?
No hubo respuesta. No quedaba nadie para responder. Ella había perdido a todos sus
compañeros.
Habría sido fácil burlarse de ellos por ser ingenuos.
Otra posibilidad era que simplemente habían tenido mala suerte, pero eso era un frío
consuelo.
Esta era la realidad: ella y sus compañeras habían intentado una aventura, habían fracasado, y
habían sido derrotadas. Eso era todo.
“¡Si solo… al menos… tuviera un arma…!”
Su balsa se había volcado, y para cuando ella llegó a la orilla del río, ya era demasiado tarde.
Su equipo había desaparecido, junto con sus amigos.
¿Por qué siguió huyendo en lugar de rendirse? Porque era una aventurera.

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Y los aventureros no se rendían.
Tenían derecho a quejarse de lo que sea que estuviera sucediendo, pero nunca se rendían.
Sobre todo, incluso cuando la situación parecía desesperada, aún había posibilidades.
Ella no sabía dónde estaban sus compañeros. Eso significaba que había una posibilidad de
que aún pudiera encontrarlos de nuevo.
Mi hermana…. Estoy seguro de que está bien… Tiene que estarlo.
La idea de su hermana mayor, con quien había estado trabajando, la hizo sonreír.
Lo último que había visto de ella era una mano que bajaba de la balsa inclinada para sacarla
del río donde se había caído.
Su hermana, la líder de su grupo y objeto del respeto de todos, había sido una druida.
Una persona que era uno con la naturaleza… sin duda ella estaba bien.
O eso se decía a sí misma mientras corría desesperadamente por el bosque.
¡Eso es! Puedo seguir el río.
Podría haber sido una táctica peligrosa a la luz de sus perseguidores, pero era mejor que
correr sin rumbo entre los árboles.
Sí. Ella estaba huyendo. Desesperadamente, para poder sobrevivir. Y ellos lo entenderían
perfectamente.
“¡¿Eeek?!
Siguiendo el sonido del agua, se abrió camino entre los árboles para llegar de nuevo al río…
y rápidamente suprimió un grito.
Se encontró con un hecho bizarro.
Parecía algo que había caído presa de un verdugo acollarado … empalado en una rama,
almacenado para ser comido más tarde. O como una rana con la que alguno niño habría
estado atormentando por diversión. O una marioneta enredada en sus propias
cuerdas. (NOVA: El Verdugo Acollarado o Butcherbird es una especie de ave originaria de
Australia, se alimenta de insectos y pequeños lagartos y otros vertebrados. Obtienen su
nombre del hábito que tienen de empalar a sus presas en espinas, ramas y otras superficies
puntiagudas.)
Era una persona.
Un cadáver. Esta persona había muerto de una manera horrible: una rama le fue clavada
desde el ano hasta la boca, el cuerpo empalado de manera horrible.
Esto le trajo a la mente una serie de imágenes cómicas de obras de teatro de sombras que
había visto.

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“¿Qu? Urr…. Ackk…”
Apenas parecía real. Pero ella sintió que se sacudía reflexivamente, el contenido de su
estómago subía hacia su boca.
Ella probó algo amargo. Un simple hecho pasó por su memoria: lo último que había comido
había sido pescado a la parrilla. Pinchado y quemado.
“Oh… Ugh…”
No pudo evitar caer de rodillas. Fue un error, pero se dio cuenta demasiado tarde.
Pudo sentir que ellos se movían muy cerca de allí. No era que trataran de esconderse. No
eran realmente capaces de eso.
Era simplemente que ella no estaba prestando atención.
“Ee…. No… ahh-ahhhh!”
Cuando, en un estado de pánico, ella intentó reaccionar, las diminutas sombras ya estaban
sobre ella. Abrumada, cayó de espaldas y su trasero se hundió en el barro.
¡Me voy a ahogar…!
Su reacción fue instintiva; empezó a agitar los brazos y las piernas, a moverse, a patear.
Contra tantos oponentes, por supuesto, tal resistencia fue inútil. Todos los presentes sabían
cómo terminaría esto.
“¡¿Hrk?!”
Hubo una carcajada y algo cogió sus pies. Hizo un grito apagado cuando sintió que le abrían
las piernas a la fuerza.
Un palo crudamente afilado le fue clavado de forma dramática, y ella sintió como se ponía
pálida.
“No… ¡N-no, no, no, no, nooo! ¡¡Cómo pueden… no quiero morir… así…!!”
¿Por qué las cosas tuvieron que terminar así?
Ella no lo sabía.
Sería demasiado fácil burlarse y decir que era demasiado estúpida para saberlo.
Otra posibilidad era que hubiera tenido mala suerte; pero eso era un frío consuelo.
En cualquier caso, ella nunca se dio cuenta de que había sido su hermana la que estaba en ese
pico.
Ni siquiera pensó en ello como uno de los miembros de su grupo.
Todo lo que sabía era cómo iban a matarla.

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Capítulo 2: Corta-Barbas Va Hacia el Río Sureño
En el momento en que desembarcaron de su carruaje, el calor del verano asaltó al grupo,
junto con el bullicio. La gente entraba y salía de las losas. Conversaciones de todo tipo. El río
se abría paso a través de la ciudad. El viento soplaba.
Por un momento, la abrumadora sensación de actividad dejó a la Vaquera pensando que
debía haber un festival o algo así.
“W-wow…”
“¿Estás bien?”
Sintió como una suave mano la sostenía, protegiéndola de un repentino mareo.
“Er… Sí… Bien”, contestó ella, asintiéndole a alguien. Ese alguien resultó ser una persona
de la que se había hecho amiga rápidamente durante el año pasado: la recepcionista del
Gremio de Aventureros. Ella estaba impecablemente vestida, como siempre. Hoy, ella
llevaba un vestido de un blanco puro de verano que le recordaba a la Vaquera que esta chica
era un funcionario público… en otras palabras, parte de la nobleza. No era lo que llevaba
normalmente, pero incluso así… de hecho, sólo por esa razón… dejaba una fuerte impresión.
“Me he mareado un poco por toda la gente…”
“Aún no has visto nada. La capital está aún más repleta”.
“No puedo creer que puedas respirar ahí…” No creo que pueda lograrlo.
La Chica del Gremio se rió de la evaluación de la Vaquera, bajándose del carruaje como si lo
hiciera todos los días.
Sabes, cuando sostiene esas trenzas contra el viento, realmente parece una chica de la
ciudad. No podría verse más diferente de mí.
La Vaquera dio un suspiro privado, superada por lo torpe que se sentía. Ella había intentado
vestir algo un poco diferente de lo usual, pero no había logrado nada parecido al éxito
conseguido por la Chica del Gremio.
Sin embargo, le daba vergüenza volver a ponerse el vestido de su madre, así que esto era lo
que le quedaba. Y aun así, no podía sentirse cómoda consigo misma.
La Vaquera deambulaba detrás del carruaje donde estaban apiladas las bolsas. Tendrían que
descargar el equipaje.
Una mano con guantes de cuero se deslizó y la detuvo.
“Yo lo haré”. La mano agarró algunas maletas tan pronto como ella oyó la corta frase.
Ella volteo y vio al Goblin Slayer con su característico yelmo mugriento.
“Descansa un poco”.

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“Oh, estoy bien”, dijo la Vaquera, descartando lo dicho por su viejo amigo. “Puedo montar a
caballo todo el día. Un carruaje no es problema. Sé que no lo parezco, ¡pero soy bastante
fuerte!”.

“Tal vez, pero este baúl tiene que ver con mis asuntos.”
Hmm, la Vaquera refunfuñó. Eso era justo. Los asuntos personales eran importantes.
“Está bien, bueno, déjame encargarme de mi propio equipaje, al menos.”
“De acuerdo”. Por alguna razón, su brusco asentimiento la hizo sonreír. Ella no escondió su
sonrisa mientras agarraba su equipaje.
Ella nunca antes había visto a Goblin Slayer haciendo algo de su trabajo. Y haciendo algo
además que matar goblins, nada menos. Esto no era realmente diferente al tipo de cosas que
ella le pedía para que ayudara en la granja, pero aun así, parecía diferente.
Ella se movió y se paró en un rincón de la estación para no estorbar; la Chica del Gremio se
paró a su lado, sonriendo. La Vaquera había aprendido lo suficiente en los seis años que
tenían de conocerse como para saber que esta no era una sonrisa falsa.
“Supongo que tu tampoco lo has visto en su trabajo muy a menudo.”
“Sí. Normalmente estoy detrás de un escritorio en el Gremio”.

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“¿Ah, sí? …supongo que eso tiene sentido.”
“Bueno, hubo una vez…” En la que pensé que podría darme un ataque al corazón.
“¡Huh!” Dijo la Vaquera, con sus labios fruncidos.
Mientras los dos estaban de pie hablando, el trabajo avanzó a buen ritmo.
“Dioses en el cielo. No hemos visto este lugar en un año, y parece como si nos hubiéramos
ido ayer. ¿Nunca cambia nada por aquí?” Dijo el Chamán Enano, agarrando casualmente los
baúles mientras que Goblin Slayer los bajaba del portaequipaje.
Como la mayoría de los de su clase, el Chamán Enano era tan fuerte como era bajo. Apiló la
carga, una tras otra, sin siquiera agitarse.
“Dicen que tres son multitud, pero tenemos cuatro mujeres. ¿Cómo vamos a relajarnos los
hombres?”
“¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¿No son hermosas y vivaces? Eso es suficiente.” El Sacerdote Lagarto
estaba tomando las bolsas del Chamán enano y poniéndolas en un carro de equipaje. Los
hombres lagartos eran naturalmente musculosos, pero además de eso, tenía la musculatura de
un sacerdote-guerrero. Tiraba el equipaje en el carro más rápido de lo que Goblin Slayer
podía descargarlo.
“Y tampoco se puede tomar a la ligera la naturaleza meticulosa de una mujer. ¿No es así,
señorita Sacerdotisa?”
“Realmente no creo que sea nada especial…”
La Sacerdotisa se rascó la mejilla con vergüenza, pero el Sacerdote Lagarto sólo lanzo otra
alabanza.
“Pero empacar con cuidado es muy importante. ¿Qué pasaría si las tablillas de arcilla se
rompieran?”
La sacerdotisa miró hacia el suelo.
“No es nada especial…. solo las empaqueté con cañas y musgo.”
El equipaje en cuestión eran las tablillas de arcilla que habían recuperado de la biblioteca
unos días antes. Según las monjas que habían rescatado, las tablillas habían sido descubiertas
en alguna ruina antigua y las letras aún no habían sido decodificadas.
Siendo ese el caso, no tenía sentido dejarlos en un pueblo fronterizo sin recursos. Podrían
llevar algún tipo de profecía; o magia antigua y secreta; o la verdad oculta de toda la historia;
o….
Los textos antiguos e indescifrables han sido la causa de conflictos nada pequeños
últimamente. Lógicamente, los aventureros llegaron a la conclusión de que lo más seguro que
podían hacer era dejar las tablas en el Templo del Dios de la Ley en la ciudad del agua.

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“Jeh-Jeh. Así es, gánate tu sustento, enano”. Arquera Elfa Superior saltó del carruaje con
gran gracia y una sonrisa que se extendía de oreja a oreja. Le dio al Chamán Enano un fuerte
golpe en el hombro. “Voy a escoger algunos regalos para mi hermana”.
“Sí, está bien. Dioses…. Si no estuviéramos aquí para celebrarlo, te devolvería el golpe en
ese pequeño trasero plano”.
“¡Tu siempre…!” Arquera Elfa Superior saltó hacia atrás, cubriendo su modesto trasero con
sus manos y mirando fijamente al enano.
Ella podía hacer payasadas así porque estaban en la seguridad de la ciudad del agua.
Hace un año, había sido diferente.
La Sacerdotisa cerró los ojos por un segundo, con una emoción que mezclaba la nostalgia
con el miedo, pero que no era exactamente ninguna de las dos cosas. Ese verano, esta zona
había sido atacada por goblins, y casi nadie se dio cuenta. Esos recuerdos aún estaban frescos
en su mente. Después de todo, todo el grupo casi había muerto luchando contra ese enemigo.
“…”
Goblin Slayer, que había estado tan cerca de la muerte como cualquiera de ellos en aquel
momento, miró lentamente de un lado a otro de la ciudad.
“…No siento ningún goblin aquí.”
A ella le pareció bastante satisfactorio poder volver y ver lo que su trabajo había logrado.
Habían estado fuera durante un año… sí, un año entero había pasado.
Por lo que pudo ver, la ciudad del agua estaba casi exactamente como la habían dejado la
última vez, todo seguía funcionando en paz. Pasaban comerciantes y viajeros, clérigos al
servicio del Dios Supremo corrían de un lado a otro, y los niños caminaban junto a sus
padres. Los magos y caballeros errantes preguntaban a los transeúntes si no necesitaban
guardaespaldas para proteger sus pertenencias, jactándose de sus logros en batalla.
El ruido de los cascos de los caballos se mezclaba con la rápida conversación de los
comerciantes que hacían tratos entre ellos; una mujer de aspecto muy importante se abría
paso por la calle.
Pero no habían goblins.
Para Goblin Slayer, eso era suficiente.
Y en la medida en que no hubiera goblins, no había nada que él tuviera que hacer aquí.
Y, aun así, aquí estoy.
Él se preguntaba qué debería hacer al respecto.

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Incluso si hubiera tenido algún interés en una misión que no estuviera relacionada con
goblins, nunca habría tenido tiempo de mirarla. Ciertamente, nunca se había imaginado que
tomaría una misión de mensajería como esta.
Sigue el río que atraviesa la ciudad río arriba, hacia el sur, y tan rápido como si lo hicieras
caminando, te encontrarás en el bosque de los elfos.
Por eso, se le había pedido al grupo que llevara las tablillas de arcilla; se habló un poco de
que este trabajo cubriría los gastos de viaje. Debido a que era una misión del Gremio, se les
permitió usar un carruaje del Gremio para llegar a la ciudad del agua. Cuando recibieran la
recompensa, sería suficiente para cubrir sus gastos en la ciudad.
Finalmente, estaba el hecho de que estarían protegiendo tablillas de arcilla en las que los
goblins podrían tener algún interés. Este fue el aspecto que finalmente hizo que Goblin
Slayer se decidiera.
“Bien, todos, voy a ir al gremio local a saludar e informarles que hemos completado la
misión.”
Todo había sido arreglado por la buena labor de la Chica del Gremio, con su fino sentido de
la oportunidad y su sonrisa imperturbable. ¿Quién mejor que un burócrata para orquestar algo
así? Cada vez que los planes para una misión implicaban algo más que simplemente ir a un
lugar, investigar la zona y matar a algunos monstruos, había una forma en la que ella podía
ayudar.
“Después de eso, está el equipaje, la posada, conseguir un bote… Oh, y los regalos.
¿Sabemos lo que le gusta a la pareja?”
“Mejor aprende sobre los elfos de un elfo, diría yo. ¿Tienes alguna opinión, Orejas Largas?”
“Naturalmente”, contestó la Arquera Elfa Superior, asintiendo con confianza. Sus orejas
hicieron un movimiento sorprendentemente majestuoso, y añadió: “Además, no he vuelto a
casa en mucho tiempo. Necesitaré algo que llevarle a mi clan.”
“Em, uh, ¿entonces tal vez yo también pueda…?” La Vaquera se abrió paso en la
conversación, poniendo una mano en su generoso pecho. “Quiero decir…. no tengo muchas
oportunidades de venir a lugares como este, y quería ir de compras…” Ella sonaba
inusualmente indecisa, sus ojos revoloteaban de un lugar a otro.
La Arquera Elfa Superior parpadeó varias veces.
“¡Sólo ven conmigo!” exclamó, golpeándose en el pecho. “De hecho, he estado en esta
ciudad antes. ¡Puedo mostrarte el lugar!”
“Bien,” dijo el Chamán Enano, dudando de esta muestra de confianza, “una vez que hayamos
encontrado la posada y el bote, tal vez nos unamos a ustedes”. Acarició la barba blanca de la
que estaba tan orgulloso. “De lo contrario, ¿quién sabe lo que este Yunque podría hacer por
su cuenta?”

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“Ooh, ¡¿qué tal si vienes aquí y dices eso de frente?!” Exclamó la Arquera Elfa Superior. El
Chamán Enano le respondió gritando algo, y así empezaron nuevamente, discutiendo lo
suficientemente fuerte como para sonar ruidosos incluso sobre el bullicio de las calles de la
ciudad de agua.
El Sacerdote Lagarto giro sus ojos de forma divertida cuando vio a la gente mirando a la
pareja con sorpresa.
“Bueno, piensa en nosotros como cargadores”, dijo. “Tenemos la fuerza.”
“Lo siento. Sé cuántos problemas van a tener…” La Vaquera inclinó su cabeza
disculpándose, pero el monje lagarto juntó sus palmas.
“¿Por qué te disculpas? Considéralo un acto de gratitud por tu abundante suministro de ese
maravilloso queso. No te preocupes.”
La Vaquera sintió una mano en su hombro.
“Jee-jee. Bueno, entonces, tal vez me una al resto de ustedes después de terminar todo lo que
hay que hacer.”
Ella no sabía cuándo la Chica del Gremio se había acercado por detrás de ella. Su trenza
desprendía un aroma ligero y dulce; tal vez llevaba un poco de perfume. Sólo una pizca, no
tanto como para ser algo más que de buen gusto. Se sentía como a un mundo de distancia de
la Vaquera.
Debe ser agradable…
El pensamiento pasó en un instante, pero debió aparecer en su cara.
“A una chica le gusta vestirse bien de vez en cuando, ¿no?” La Chica del Gremio sonreía casi
maliciosamente.
La Vaquera levantó sus manos.
“Jeh, sí. Ja-ja…. ¿Crees que podrías ayudarme?”
Por supuesto. La Chica del Gremio sonrió y asintió, y pronto su mirada se había movido
hacia otra cosa.
¿Qué era ese algo? Ya deberías poder adivinarlo.
Era la Sacerdotisa, que parecía bastante incómoda, como si quisiera decir algo, pero no
pudiera.
“¿Y qué hay de ti?” preguntó la Chica del Gremio. “Ese traje tuyo para el festival era muy
lindo.”
“¡¿Eurgh?!” La Sacerdotisa hizo un sonido como si se estuviera ahogando y movió los
brazos, balbuceando. “Eso no fue…” y “¡N-No era para mí!” entre jadeos.

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La Vaquera, sin embargo, ya había dado la vuelta para cortar su escape. La muchacha de la
granja atrapo a la Sacerdotisa en su generoso pecho, abrazándola de cerca.
“¡No tan rápido! No sé cómo me quedarían esas cosas a mí tampoco, pero aun así iré. Así
que no te vas a escapar”.
“Ohh…. Por favor… no seas tan dura conmigo… ¿está bien?” Ella estaba temblando como
un animalito. La Vaquera le hizo un gesto con la cabeza como si fuera su hermanita.
Bueno, la Vaquera no era exactamente una experta en moda. Tendría que dejar que la Chica
del Gremio tomara la iniciativa….
“……”
Goblin Slayer estaba observando en silencio a las chicas bromeando entre ellas. La Vaquera
siempre había sido extrovertida, pero aun así era bueno verla formar parte de un grupo como
este. Brillando y riendo, dando vueltas y divirtiéndose.
Dejó escapar un suspiro. Una especie de Fiu aliviado.
“…No sé mucho de regalos ni de ropa”, dijo sin rodeos, agarrándose al travesaño del carro de
equipaje.
“Jo”, dijo el Sacerdote Lagarto, moviendo la cola. “¿Cargador entonces? ¿Quizás podríamos
esperar hasta que todo lo demás esté terminado?”
“Hay una pequeña posibilidad de que los goblins quieran estas tabletas.” De forma bastante
inusual para él, las palabras sonaban más como una excusa. “Deberíamos moverlas más
pronto que tarde.”
“¿…Estás seguro?”
“Creo que sí”, dijo, el casco en movimiento. “Estoy seguro de ello.”
“Hmm….”, musitó el Sacerdote Lagarto, soltando un siseante aliento. Pero después de un
momento, su cola se balanceó suavemente. “Muy bien”, dijo. “Una vez que nos hayamos
encontrado una posada, enviaremos a alguien al templo.”
“Por favor, hazlo”.
Entonces Goblin Slayer comenzó a caminar, jalando el carro detrás de él.
Para cuando la Sacerdotisa notó el crujido de las ruedas, él ya estaba lejos, una figura que se
hacía más pequeña en la distancia.
<><><>
Él se concentró en nada más que en el sonido del río corriendo mientras arrastraba el carro.
La gente que se arremolinaba a su alrededor miraban fijamente al patético aventurero y
rápidamente pasaban de largo. Es cierto que su forma de vestir era algo chocante. La gente
probablemente asumía que era un principiante.

55
¿Por qué si no, un aventurero, equipado con una armadura completa como si estuviera listo
para adentrarse en una mazmorra, estaría tirando de un carro por el centro de la ciudad? No
parecía que su lugar perteneciera entre los ríos y botes de esta ciudad, cuya elegancia era
similar a la de la antigua capital donde fue construida. La gente se reía de él ocultado sus
sonrisas con sus manos.
Nada de esto le importaba a Goblin Slayer.
Él siguió caminando por la ruta que había grabado en su memoria y, eventualmente, llegó a
un edificio resplandeciente junto a la orilla ribera, sostenido por columnas de mármol. Gente
vestida con ropas de clérigos y con textos de ley aferrados a ellos, entraban y salían con
mucha prisa por la entrada principal. Había otros entre ellos que parecían muy serios; eran
personas que habían venido por alguna demanda y que ahora se acercaban al templo con
temor.
El sol ya había pasado su cenit, sus claros y brillantes rayos reflejando la imagen de la espada
y las escamas. Este era el gran Templo del Dios Supremo, que dio a este mundo ley y justicia
y orden y luz.
Probablemente no había un lugar más seguro en toda la frontera que este. Goblin Slayer, sin
embargo, continuó observando el área vigilantemente mientras caminaba con su carro hacia
el templo.
En el área de espera, la gente le echaba miradas de ansiedad mientras revisaban cuanto
tiempo faltaba hasta que sus casos fueran escuchados. Él se internó más en el edificio.
“¡Disculpe, señor, por favor, deténgase ahí!” Naturalmente, lo habían notado. Un joven
clérigo vestido con sandalias llegó corriendo.
Goblin Slayer se detuvo con un “Jurm”, y luego se dio cuenta de que el joven parecía estar
rezando algo en voz baja. Asumió que era algo así como Sentir Mentiras. Las cosas eran tan
complicadas estos días.
El aventurero hizo que el carro se detuviera crujiendo. ”
He venido a completar una misión”, dijo.
“¿Señor?”
“Una misión”, repitió, sacado la insignia de plata alrededor de su cuello. “Tal vez ayude si
digo que Goblin Slayer está aquí.”
Desafortunadamente, no ayudó.
“Por favor, espere un momento, señor”, dijo el clérigo, volviendo corriendo a su interior y
dejando solo al aventurero.
Goblin Slayer se cruzó de brazos y, como le habían dicho, esperó.
Sentía que últimamente había visto a muchos teniendo tanta prisa.

56
Tal vez los clérigos jóvenes son todos iguales….
Finalmente, el joven regresó con una mujer mayor y, por tercera vez, Goblin Slayer explicó:
“He venido a completar una misión. El transporte de algunos textos.”
“Sí, por supuesto, señor, lo entiendo”, dijo la mujer con una sonrisa amistosa. Ella asintió
varias veces. “La arzobispo está esperando por usted. Por favor, por aquí.”
“Muy bien.” Goblin Slayer volvió a agarrar el travesaño del carro y empezó a caminar.
“Mis disculpas por retrasarlo”, dijo el sacerdote, pero Goblin Slayer solo agitó un poco la
cabeza al pasar.
La mujer, la acólita, que iba delante de él balanceaba sus caderas de una manera que hacía
que su trasero se moviera cada vez que caminaba. Pero no lo suficiente para ser indecorosa;
de hecho, sus movimientos eran muy gráciles.
El Dios Supremo era el maestro de la ley. Pero se decía que eran Oradores los que debían
hacer los juicios legales oficiales. Quizás, entonces, esta acólita estaba simplemente tratando
de actuar apropiadamente para un lugar de juicio. Y en cuanto a Goblin Slayer, no había
mayor elogio que reconocer algo como el fruto de mucha práctica.
“Si tan sólo hubieras venido por atrás, no habrías tenido que esperar”, dijo ella, implicando
claramente su condición de amigo personal de la cabeza de este templo.
“No sabía eso”, dijo él. No sonaba nada reprobador. “Te he causado problemas”, añadió.
“Para nada, señor, está bien. Estoy segura de que la arzobispo estará encantada”. Ella le
sonrió ampliamente.
Goblin Slayer inclinó levemente su cabeza en su dirección.
“…Creo que recuerdo haberte conocido antes.”
“Sí, señor. Y permítame agradecerle todo el bien que le hizo a nuestro arzobispo en ese
momento”.
“Sólo maté algunos goblins”.
Esta mujer era una ayudante, una de las que servían muy de cerca a la Doncella de la Espada.
Tomo esto en consideración.
“Hmm. ¿Puede ella dormir ahora?”
“En efecto, y muy bien, de hecho.” La acólita parecía como si estuviera hablando de su
propia hija mientras sonreía. “Ella ha dormido como una bebé todo el año pasado. Estoy
segura de que ahora se siente mucho más segura”.
Ah, pero no le digas que te lo dije. Sólo conseguirás que haga pucheros.
Él asintió con la cabeza.

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“Ya veo.” Y luego añadió, una vez más en voz baja, “Está bien, entonces”.
Se adentraron más en el templo, más allá de las salas de audiencias donde se oían los casos, a
través de pasillos llenos de estantes. Hacia el interior del santuario, un lugar de pilares de
mármol y silencio.
Él ya había tomado este camino antes, y conducía al mismo lugar que la última vez que vino.
Varios grandes y redondos pilares rodeaban la habitación, la luz del sol, del color de la miel,
se movía entre ellos.
En el extremo más lejano de esta sala había una estatua del Dios Supremo, como el sol, un
altar puesto ante él. Y en el altar había una persona con una postura perfecta que agarraba la
espada y la balanza, una bella mujer que ofrecía oraciones….
“…Ahh,” dijo ella, la alegría inconfundible en su voz. “Has venido. Eres tú, ¿no es así…?”
Hubo un leve sonido cuando la mujer, con su cuerpo esbelto cubierto con sólo un delgado
trozo de tela, se levantó después de hacer sus plegarias.
Detrás de su venda, que sólo servía para resaltar su belleza, su mirada se movió, y un aliento
escapó de sus ricos labios.
Podría parecer seducción, o tal vez una cierta diablura. Pero su aura era, sin duda, la de una
sacerdotisa pura.
“Parece que las cosas están bien.”
“Sí… Gracias a ti.” La arzobispo, la Doncella de la Espada, sonrió como una niña inocente,
sus labios rojos se suavizaron. Hizo un movimiento con la mano, casi como una danza; la
acólita inclinó su cabeza y retrocedió sin hacer ruido.
Goblin Slayer la vio irse, el casco de acero escondía su expresión. La Doncella de la Espada
lo miró con gran calidez.
“Me temo que te he molestado por el bien de esa chica…”
“No fue nada”, dijo Goblin Slayer, agitando la cabeza. “Es mi deber”.
El invierno anterior aún estaba fresco en su memoria, cuando había luchado con unos
goblinss en la montaña nevada para poder rescatar a una noble muchacha. La joven había
intentado con todas sus fuerzas parecer valiente. Goblin Slayer no sabía lo que le había
pasado después de su rescate. Aparentemente, ella estaba en contacto por carta con la
Sacerdotisa y la Arquera Elfa Superior, pero no se le ocurrió preguntarles sobre ella.
“…No puedo decir que esté completamente mejor”, dijo gentilmente la Doncella de la
Espada, como si sintiera lo que se preguntaba Goblin slayer. “Sus heridas son profundas y le
duelen mucho.” Sus labios se fruncieron un poco. “Pero ella se ha puesto de pie. Está
haciendo todo lo que puede, en la medida de sus posibilidades”.
“Ya veo.”

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“…¿Y qué hay de mí?”
Goblin Slayer hizo un Jumph dijo: “Lo oí de camino hacia aquí”. Luego soltó el travesaño
del carro con un estruendo. “Traje los textos antiguos.”
“Así lo has hecho. He oído la historia.” Sus labios volvieron a fruncirse, quizás enfadada por
no haber podido preguntárselo personalmente. Pero por lo menos, no parecía haber ningún
cambio en el hecho de que él estaba cuidando de ella.
Se movió por el suelo de mármol casi como si estuviera patinando sobre él, acercándose al
carro sin ninguna preocupación evidente. Su pálida y delicada mano se extendió y rozó la
superficie del cofre de madera.
“¿Podrías ser tan amable de abrirlo para mí?”
“Sí.”
Goblin Slayer cogió la espada por su cadera y usó la punta para abrir el cofre. No era algo
que un aventurero normal haría, arriesgando su amada arma.
Pero este era Goblin Slayer. La Doncella de la Espada lo sabía, así que no se sorprendió por
lo que notó.
El cofre se abrió con un chillido de protesta. Dentro estaban las tablillas de arcilla, enterradas
en detritos blandos. La Doncella de la Espada pasó su mano por la profusión de caracteres
grabados en su superficie, tan suavemente como una amante.
“Esta escritura es vieja…. Muy, muy vieja. Creo que las palabras podrían pertenecer a la
magia… Tal vez”.
Quizás todo esto habría sorprendido a alguien que no sabía quién era la Doncella de la
Espada. Pero como la arzobispo del Dios Supremo, gobernante de la ley, ciertamente tendría
un milagro de valoración.
“¿Dice algo sobre goblins?”
“No estoy segura,” contestó la Doncella de la Espada con un triste movimiento de su cabeza
que hizo que su dorado cabello ondeara sin hacer ruido. “Me temo que no puedo decirlo.
Tendría que leerlo un poco más…”
“Ya veo.” Goblin Slayer asintió. “En ese caso, no estoy interesado. Los dejaré contigo”.
“Y me los quedaré. Gracias.” La Doncella de la Espada puso una mano en su generoso pecho
y le hizo una profunda reverencia. No era la forma en que un arzobispo se comportaría
normalmente con un mero aventurero… incluso si ella misma había sido una aventurera
alguna vez.
Ella levantó su cabeza lentamente, y luego sus ojos ciegos miraron las tablillas de arcilla
como si fuera un regalo.
“Las llevaré a la biblioteca más tarde.”

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“… ¿Tú misma?”
“La responsabilidad ha sido pasada a mí, ¿no es así? Será mejor que me encargue de esto”.
Antes de que Goblin Slayer pudiera decir algo más, ella añadió un enfático “¿Verdad?”
Ella parecía que estaba bailando mientras se acercaba al hombre con su cruda armadura de
cuero. Un leve y dulce olor le hacía cosquillas en la nariz, quizás era el perfume que ella
llevaba encima.
“¿Volverás pronto?”

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“No.” Esto hizo que la Doncella de la Espada apretara la espada y la balanza. “Nos
dirigiremos al sur inmediatamente.”
“¿Es eso cierto…? … Ya veo.” La fuerza desapareció de la mano que sostenía el símbolo.
“Qué cruel”, murmuró ella. “No creo que este viaje involucre goblins…”
“Mi amiga…”, empezó Goblin Slayer. “Mi amiga… me invitó. No podía negarme.”
“Tienes ese corazón amable…”
Sus palabras no eran un reproche, exactamente, pero había una púa en ellas.
Goblin Slayer, sin embargo, respondió.
“Uno nunca sabe cuándo o dónde pueden aparecer los goblins.”
“Eso es ciertamente cierto.” Ella rió, y fue como el sonido de una campana; flotaba en el aire
mientras ella retrocedía.
Se arregló su ropa (aunque no era necesario), ajustó su agarre de la espada y la balanza, y
tosió tranquilamente.
“Ten cuidado, si vas a viajar por el río.”
“¿Cuidado con los goblins?”
Ella ignoró la pregunta, diciendo en voz baja:
“Ha habido informes de hundimientos de barcos”.
Deseo que estés a salvo en tus viajes.
Goblin Slayer la dejó hacer la señal sagrada sobre él con sus dedos. Luego asintió con la
cabeza y se fue a un paso audaz. No miró hacia atrás.
Justo como ella esperaba.
<><><>
“Yo, um…. compré lo que dijeron, pero… ¿de verdad tengo usar esto?”
“Es algo peculiar, ¿no? Los humanos piensan en las cosas más interesantes. Sólo pensé que
se vería bien.”
“Esta es una moda de vanguardia, incluso para la capital. Recién hace poco que se ha hecho
popular tener los brazos y las piernas tan expuestos”.
“Tengo la ligera sospecha de que esto va a ser demasiado pequeño…”
Hubo un chorro de agua, y las voces de las cuatro chicas se esparcieron hermosamente por la
orilla del río.
Era el día siguiente, y los cinco aventureros y las dos acompañantes estaban montando una
balsa. La embarcación tenía una vela blanca, y el viento la empujaba suavemente río arriba.

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El comercio no era realmente frecuente entre el pueblo de los elfos y la ciudad del agua. Los
habitantes del bosque eran muy orgullosos, tenían poco interés en el dinero y menos aún en
las baratijas que los humanos pudieran producir. Y cuando las dos partes no podían satisfacer
las necesidades mutuas, entonces el comercio no podía florecer.
Más bien, la mayoría de los botes en el río se dirigían a las aldeas pioneras que se
encontraban a lo largo de sus orillas. Muy pocos de ellos iban más al sur, hacia el bosque de
los elfos.
Había, por supuesto, excepciones….
“Si hubiera sabido que íbamos a viajar en balsa, ¡me habría quedado en casa!”.
“Fuimos capaces de tomarlo prestado, y eso es suficiente.”
Ya habían pasado por varios pueblos, y el sol estaba subiendo hacia su cenit. Acababan de
comprar algo de pan a los campesinos en el último asentamiento en la orilla del río marcado
en su mapa, y el Chamán Enano estaba ocupado quejándose.
Mientras tomaba uno de los trozos de pan con mantequilla que estaban siendo repartidos,
Goblin Slayer dijo:
“¿Hay algo de que quejarse?”
“Eres un hombre sorprendentemente equilibrado, Corta-barbas.”
“¿Es eso cierto?”
“Yo diría que sí…. Toma, Escamoso”.
“Ah, muchas gracias.”
El Sacerdote Lagarto estaba piloteando la balsa hábilmente moviendo de una pértiga. Colocó
la embarcación en la esclusa, y luego emitió un suspiro siseante.
Las esclusas son dispositivos diseñados para regular la diferencia en el nivel de agua entre un
canal y un río natural. Cuando uno se dirigía de aguas arriba a aguas abajo, el agua de la
esclusa seria reducida gradualmente a la altura de aguas abajo. Esto significaba que,
independientemente de en qué estuvieras flotando, había que esperar un poco. Era un
momento perfecto para comer algo.
El Sacerdote Lagarto metió el pan en sus mandíbulas, con los ojos cerrados.
“Mmm. Al parecer mi lengua se ha acostumbrado a los productos de esa granja, así que ahora
anhelo por ellos.”
“¡Ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja! ¡Bueno, mira quién se ha convertido en un gastrónomo! ¿Qué te parece,
Corta-barbas? ¿Qué hay de ti?”
“Si es comestible, eso es suficiente”, dijo suavemente Goblin Slayer, mirando a su alrededor.
Estaba mirando a la Vaquera, que estaba sentada junto a las otras mujeres, arrancando trozos

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de pan y comiéndoselos. Ella también miró en su dirección, y sus ojos se encontraron
brevemente.
“…Quizás no lo digo tan en serio,” añadió Goblin Slayer mirando sus manos. Él estaba
cortando un trozo de madera con un cuchillo, preparando alguna cosa. Más bien, algunas
cosas. Uno era un palo corto con una extraña ranura tallada en él; el otro parecía más bien
una lanza afilada. Cuando terminó con la cosa con la ranura, Goblin Slayer se puso a trabajar
con cuchillo en la punta del objeto más largo.
Mientras trabajaba, tomó el pan que sostenía en una mano y lo metio perezosamente en su
visera.
“¡Oye, cuida tus modales!” exclamó la Vaquera. “Mastica bien la comida”.
“Lo siento”, contestó él, mirando en su dirección y empujando el pan un poco más despacio.
Luego miró hacia abajo y reanudó su trabajo.
“Cielos”, refunfuñó la Vaquera, pero el Chamán Enano sonrió y miró lo que estaba haciendo
Goblin Slayer.
“¿Tienes una lanza ahí?” Cogió uno de los objetos con interés.
Era una simple lanza de madera, nada especial. Ni siquiera tenía una punta adecuada.
“No soy lo suficientemente hábil como para que mis flechas penetren en el agua. Y una balsa
no tiene piedras que podamos recoger y lanzar. Necesito un arma a distancia.” Goblin Slayer
cogió una de las armas y la levantó hacia la luz, inspeccionando el trabajo. Aparentemente, lo
encontró insatisfactorio, porque volvió a empezar su tallado.
“Uno debe estar preparado”, dijo bruscamente. “Más de lo normal”.
“Ahh. Sé lo que quieres decir. Escuché los mismos rumores”. El Chamán Enano dejó caer la
lanza con una mirada amarga y luego se sentó en la balsa. Se sacó el tapón del cántaro en su
cadera, sacó una taza de su bolsa, y le ofreció a Goblin Slayer un poco de vino de fuego. El
rico aroma del alcohol emanaba de la taza. Goblin Slayer agito su mano rechazándolo, por lo
que el Chamán Enano se lo bebió de un solo trago.
“Los barcos hundidos… ¿Tú no crees que son sólo accidentes?”
“Sería mejor no asumirlo. Como siempre”.
Había un número limitado de barcos que viajaban río arriba. La mayoría de ellos eran
aventureros, o el puñado de mercaderes que obtuvieron el favor de los elfos. Cazadores, tal
vez, o curanderos. Algunos vinieron en busca de cuevas o ruinas, o a recolectar hierbas raras
o partes de animales con la indulgencia de los amos del bosque.
Habían ido río arriba en balsas y no habían vuelto. Eso en sí mismo no era necesariamente
sorprendente. La única razón por la que alguien se enteró de que los barcos se habían
hundido fue porque los elfos, como una señal de buena voluntad, habían enviado de vuelta
los restos de los navíos.

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Algunos dijeron, en voz baja y sin pruebas reales, que tal vez los elfos habían hundido esos
barcos.
“Podrían ser goblins”, dijo con confianza Goblin Slayer, echando un vistazo a la Arquera
Elfa Superior. Ella estaba llenando su boca con pan con mantequilla (no la comida más
refinada) y sus largas orejas rebotaban hacia arriba y hacia abajo.
“Mmm. Comer en un lugar nuevo es lo mejor.” Ella hinchó sus mejillas con ardor, un gesto
del que la sacerdotisa no pudo evitar reírse.
“Cierto. Yo misma viví en el Templo, así que sé a qué te refieres”.
“La última vez que estuve aquí, caminé por las orillas. Ir en un bote es algo nuevo para mí”.
O más bien… en balsa. Ella giró su dedo índice en un círculo en el aire.
“Ya veo,” la Sacerdotisa estuvo de acuerdo, poniendo un poco de pan en su boca, masticando
delicadamente y tragando. “¿Este es el banco?”
“Sí, claro que lo es.”
Habían pasado más de seis meses desde que ambas se habían bañado en esa fuente termal,
mirando las estrellas.
“Bueno, ¿hay una historia aquí?” Preguntó solícitamente la Chica del Gremio, inclinándose
hacia adelante.
La Sacerdotisa y la Arquera Elfa Superior se miraron haciendo como si estuvieran pensando,
de forma bastante exagerada.
“¿Una historia? Hmm.”
“¿De qué historia podría estar hablando ella?”
No era precisamente un secreto, pero era un recuerdo lo suficientemente valioso como para
actuar de manera importante.
Las orejas de la Arquera Elfa Superior se movieron felices. La Chica del Gremio le lanzó una
mirada sospechosa.
“Tendré que asegurarme de interrogarte a fondo sobre esto en tu próxima entrevista.”
“Oye, eso es abuso de autoridad, ¿no?”
La Chica del Gremio había tratado con demasiada gente como la Arquera Elfa Superior como
para que esta pequeña broma alterara su semblante.
“¡Qué trágico es, servir tan lealmente y aun así tener aventureros que me guardan secretos!”
Con dos mil años de edad (es decir, dos veces mil), la Arquera Elfa Superior debería haber
tenido la misma cara de póquer, pero en vez de eso, rechinó los dientes con frustración.

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“Aww, pero yo también quiero oír”, dijo la Vaquera, aplaudiendo. “¡Quiero oír todo tipo de
cosas sobre la vida fuera de la ciudad!”
“Oh bueno, en ese caso…. Esto fue antes de conocer a Orcbolg…”
Y así, la interrupción de la Vaquera se convirtió en el pretexto para una historia de aventuras.
Por el rabillo de su ojo, Goblin Slayer podía ver a las mujeres charlando amablemente. Las
orejas de Arquera Elfa Superior colgaban y ella gesticulaba con frecuencia; la Vaquera
escuchaba con una sonrisa. La Chica del Gremio susurró sobre los secretos del Gremio, los
ojos de la Sacerdotisa se abrieron de par en par.
Goblin Slayer recogió los aproximadamente diez palos afilados que había preparado,
poniendo sus herramientas para trabajar la madera en su cinturón.
“Cuando se abra la esclusa, yo te reemplazare.”
“Muy bien”, contestó Sacerdote Lagarto, golpeando con su cola hacia abajo. El consiguiente
empujón en la balsa provocó gritos de las mujeres.
Cuando la esclusa finalmente se abrió, la balsa fluyó con el agua hacia un valle.
“W-wow…”
¿Cuántas lunas se necesitarían para labrar un pedazo de tierra como éste? El río era en sí
mismo como una cicatriz dejada por el tiempo. La quebrada era casi como una gigantesca
losa de roca, ahora en varias capas. La montaña debe haber existido desde la Edad de los
Dioses, y el río habría estado trabajando en este lugar durante el mismo tiempo.
Las rocas eran tan grandes que a veces bloqueaban el sol, arrojando sus sombras ante ellos;
entre ellas, se oía el murmullo del río y el soplo del viento.
Esto lo explicaba. Por eso la aldea de los elfos era llamada a veces como una tierra aparte, “el
país de las sombras”. No se sentía como parte del reino de los mortales.
“¡Esto es increíble…!” Exclamó la Vaquera, mirando las enormes piedras mientras la balsa
se abría paso a través de ellas. Todos entendieron cómo se sentía. Había muchas cosas en el
mundo que estaban más allá de sus fantasías.
“Mi hogar está justo pasando esto”, dijo la Arquera Elfa Superior, de pie en la balsa sin
aparente sensación de peligro y sacando su esbelto pecho. “¿Qué te parece? ¡Ni siquiera los
enanos construyeron algo así!”
“Tienes razón, Orejas Largas, no buscamos competir con el trabajo de los dioses. El dominio
del martillo y el cincel es nuestra meta”. Se acarició la barba y añadió con una sonrisa de
satisfacción: “Y supongo que los elfos tampoco construyeron esto”.
“¡Grrrmn!” Las orejas de Gran arquera elfa se volvieron hacia atrás, y ella se encendió en el
enano como de costumbre.

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Todos a su alrededor ya estaban acostumbrados a esto, y nadie dejo que esto los distrajera del
paisaje. La Sacerdotisa hizo una variedad de ruidos inarticulados, parpadeando rápidamente.
“Esto es increíble…”
“He leído sobre esto en el papeleo del Gremio, pero verlo de primera mano es otra cosa”, dijo
la Chica del Gremio.
“Claro que sí.” La Vaquera asintió. “Te deja sin aliento, ¿no? Hey…”
¿Qué te parece? Estaba a punto de decir, pero esas palabras nunca salieron de sus labios.
Cuando ella se dio la vuelta para preguntar, lo encontró parado en la parte trasera de la balsa,
mirando más allá de los bordes del valle.
“¿Cómo se ve?” Preguntó suavemente Goblin Slayer, su mano sobre la pértiga que usaba
como timón.
El Sacerdote Lagarto lo pensó, haciendo su extraño gesto con las palmas juntas, mientras sus
ojos escudriñaban el área constantemente.
“Hmm. Arriba o abajo, quizás.”
“Estoy de acuerdo.”
“Esto no es un océano. En un río, es poco probable que nos encontremos con un kraken.”
“Kraken”, repitió Goblin Slayer. “¿Qué es eso?”
Los ojos de Sacerdote Lagarto giraron hacia arriba.
“Más probablemente, supongo que por arriba.”
“Entendido”.
Esta era una parte de él que ella nunca había visto. Él se veía igual que siempre, pero de
alguna manera diferente. La Vaquera puso una mano en su pecho abultado pecho para calmar
su corazón.
“Ah-”
Ella tragó un poco de saliva. Pero justo cuando estaba a punto de intentar decir algo
nuevamente, la clara voz de la Arquera Elfa Superior la interrumpió.
“¡Alto!”
La guardabosques ya tenía una flecha en su arco. Los aventureros se miraron unos a otros y
luego entraron en acción.
La Sacerdotisa agarró su bastón con firmeza, mientras que el Chamán Enano empezó a
hurgar en su bolsa de catalizadores. El Sacerdote Lagarto agarró un colmillo de dragón en su
mano, y Goblin Slayer, con una mano aún en el timón, bajó sus caderas.

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“Creo que será mejor que bajemos la vela. Dame una mano” dijo el Chamán Enano,
entrecerrando sus ojos contra el sol.
“Oh sí, ya voy…”, dijo la Sacerdotisa, yendo hacia él.
Goblin Slayer, diligentemente movió la pértiga, miró a las dos jóvenes.
“Agáchense y cúbranse la cabeza con algo de tela”. Su voz era aguda.
“Oh, uh, ¡c-claro, seguro…!” La Vaquera asintió rápidamente. Revisó sus pertenencias,
sacando un trapo.
“¡Por aquí, rápido!” La Chica del Gremio se veía igual de nerviosa con su propia tela.
Las dos se acurrucaron juntas bajo las mantas, tratando de hacerse lo más pequeñas posible.
Cada una de ella pensó que podía sentir temblar a la otra, pero tal vez era ella misma.
Ellas no lo sabían. Esa ignorancia era su compañera mientras se sentaban sosteniéndose entra
ambas de las manos fuertemente.
El Sacerdote lagarto se paró encima de ellas para protegerlas.
“… ¿Desde las orillas?”, preguntó.
“Probablemente”, contestó la Arquera Elfa Superior. “Algo se acerca. ¡Un… un montón de
ellos!” Hizo retroceder su cuerda de su arco, sus oídos se movían rápidamente hacia arriba y
hacia abajo para captar cualquier sonido.
Un instante después, se oyó el aullido de los lobos, y el silbido de piedras lloviendo sobre el
valle.
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“Oh, Madre Tierra, abundante en misericordia, por el poder de la tierra, ¡danos seguridad a
los débiles!”
Primero, la Sacerdotisa invocó un milagro, aferrándose a su sonoro bastón.
¿Cómo podría la Madre Tierra fallar en proteger a su devota discípula? Una barrera invisible
surgió alrededor de la balsa. Las rocas y palos que caían sobre ellos rebotaron, bum, bum,
bum, provocando pequeños chapoteos mientras caían al agua.
Sudor corría por la frente de la Sacerdotisa.
“S-Si no empeora, tal vez podamos…”
Pero tan pronto como ese murmullo escapó de sus labios, el silbido de una flecha congeló su
corazón. Lo que fuera que estuviera en la orilla, era claramente algo inteligente.
Las figuras se acercaron al litoral. La Arquera Elfa Superior se arrodilló, su arco preparado y
su mirada fija.

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Aullidos animales. Gruñidos. El ruido de patas, no de los cascos. Sus largas orejas se movían
hacia arriba y hacia abajo, captando cada pequeño de sonido.
Ella había visto a estos enemigos antes. Conocía el sonido. Se había enfrentado a ellos en el
pasado. Estos eran…
“¡¿Goblins…?!”
Jinetes Goblins.
Ella gritó cuando logro ver sus crueles caras.
“¡Pensé que estábamos en tu tierra natal!” Gritó el Chamán Enano.
“¡Bueno, lo-sien-to!”
“Así que eran goblins”, dijo tranquilamente Goblin Slayer, lanzando la pértiga al Sacerdote
Lagarto. “Toma el timón”.
“¡Entendido!” Con su fuerza, el Sacerdote Lagarto sería capaz de empujar un poco la
embarcación. De todos modos, no era probable que hubiera ninguna pelea cuerpo a cuerpo.
El Sacerdote Lagarto golpeó la pértiga contra el fondo del río, y la balsa siguió adelante,
aunque no quería moverse.
“¡Apestosos hijo de…!” La Arquera Elfa Superior tiró suavemente de su arco a pesar de la
temblorosa embarcación, disparando una flecha casi instantáneamente. Pasó a través de la
barrera divina que los rodeaba, se ralentizó, y luego cayó hacia el litoral.
“¡¿GORRB?!”
Hubo un grito sordo cuando uno de los goblins perdió su caballo, o lobo, y cayó al suelo. El
cadáver rebotó dos veces al bajar, chocando con la balsa y haciéndola temblar.
“¡¿Eeek?!”
“¡Eep….!”
La Chica del Gremio y la Vaquera lucharon para suprimir sus gritos bajo la manta.
No era suficiente que el cadáver silencioso tuviera una flecha clavada en él; tenía la cabeza
abierta y brotaba sangre oscura. No importaba cuántas historias de aventuras un hubiera
escuchado o leído, ver de cerca una muerte tan brutal era otra cosa.
“¿Qué pasa?” preguntó el Goblin Slayer. Sacó la flecha del cuerpo, y luego dio a los restos
una despiadada patada lanzándolos al río. Hubo un fuerte chapoteo y el cadáver se hundió
hasta perderse de vista.
La Vaquera lo vio desaparecer. Entonces, con su mano aún firme en la de la Chica del
Gremio, dijo con voz ligeramente aguda:
“E-Estamos bien…”

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“Bien, entonces.” El Goblin Slayer las miró brevemente y luego tiró la flecha la Arquera Elfo
Superior. “No sé si podremos acabar con ellos. Afloja las cabezas de tus flechas”.
“Tan astuto como siempre”, dijo cansadamente la Arquera Elfa Superior, tirando de la punta
de la flecha que le tiró. Aunque la cabeza no estaba hecha de metal, si permanecía alojada en
el cuerpo, provocaría que la herida se pudriera y propagaría enfermedades dentro del nido.
Era un truco clásico de Goblin Slayer, pero era el tipo de cosas que a la Arquera Elfa
Superior no le gustaban mucho.
“…¡Yah! ¡Jah!”
Aun así, la cuerda de su arco cantaba una y otra vez, enviando flechas que llovían sobre el
litoral. Tres disparos, dos gritos. Ninguna caída. La Arquera Elfa Superior chasqueó su
lengua. Junto a ella, Goblin Slayer cogió una de las lanzas y conecto un objeto de piedra al
fuste de madera.
El Sacerdote Lagarto lanzo unas palabras de admiración.
“Un lanzador de lanzas”, dijo. “Qué cosa tan familiar tienes.” (NOVA: El lanzador de lanzas
o Atlatl, es un arma de la edad de piedra y su uso fue extendido en todo el mundo, desde
Sudáfrica, pasando por Europa, incluso llegando a los pueblos precolombinos de México,
Guatemala y Perú. En lengua náhuatl se le llamo Atlatl que significa “brazo
extendido” IMAGEN)
“¿Lo conoces?”
“Era bastante común entre los guerreros de mi aldea.”
La gente lagarto valoraba sobre todo el combate cuerpo a cuerpo; encontraban desagradables
incluso las más simples armas a distancia. Y lanzar, de todos modos, era algo en lo que los
humanos sobresalían. Los lanzadores de rocas con hondas de los Rhea tampoco eran nada
que tomar a la ligera, pero a los rheas generalmente no les gustaba el combate. Y sí, el
Chamán Enano usaba una honda, pero su magia y su hacha eran sus armas principales.
“¿Llegara?” Preguntó el Chamán Enano.
“Fácilmente”, contestó el Goblin Slayer, solo una palabra.
“¡Bien, entonces…!” El Chamán Enano sacó una botella de algún tipo de líquido de su bolsa.
Abrió la tapa y vertió algo parecido al jugo de melocotón en el río. Mientras tanto, dejó que
su conciencia se retorciera.
“Vengan, ondinas, el banquete está preparado; ¡vengan y canten y bailen y jueguen!”
El chorro de agua tomó la forma de una hermosa doncella, y he aquí que el río comenzó a
fluir hacia atrás.
No…. No todo el río. Sólo el agua donde descansaba la balsa había empezado a girar. Esto
era Control de Espíritus.

70
“¡Quizás no estoy muy en sincronía con ella!” Gritó el Chamán Enano, mirando hacia el
agua. “¡No puedo obtener mucha velocidad de ella!”
“Es suficiente”, dijo Goblin Slayer, y luego envió su lanza a volar.
Voló por el cielo con una velocidad poco natural. A esto le siguió un grito terrible… no de un
goblin, sino de uno de los lobos en los que cabalgaban.
“Tenemos poca suerte para ayudándonos,” dijo el Goblin Slayer, preparando la siguiente
lanza. “No sé cuántos goblins hay. No podremos matarlos a todos”.
“Permítanme decir que tenemos una opción”, dijo el Sacerdote Lagarto. Todavía estaba a
cargo del timón y de la vigilancia de la Vaquera y la Chica del Gremio. “Mi señor Goblin
Slayer, ¿podríamos considerar escapar del enemigo en lugar de masacrarlo?”
“No me gusta. Pero…” Goblin Slayer cargó la siguiente lanza en su lanzador y lo envió
volando hacia el litoral con un movimiento de su brazo. Desapareció y, un momento después,
hubo un grito.
“¡¿GOORARB…?!”
El goblin cayó de la espalda de su lobo y cayó del acantilado. El cadáver dio un vuelco al
caer al agua con un enorme chapoteo.
“…Tendremos que ajustar cuentas después de escapar.” Ya iban dos. Goblin Slayer recogió
la siguiente lanza. “¿Cómo está nuestra defensa?”
“Resistiendo…. ¡De alguna manera!” La Sacerdotisa respondió, levantando su bastón y
poniéndose de pie tan audazmente como se atrevía a hacerlo sobre la balsa. Toda la defensa
de su grupo descansaba actualmente sobre sus delicados y estrechos hombros. Los dioses
habían provisto el milagro de la barrera invisible, pero era la oración de la Sacerdotisa la que
la mantenía en pie.
Los ataques llegaron sin cesar, y al hacerlo, su respiración se hizo más difícil y sus piernas
amenazaron con ceder. Era completamente impresionante que ella pudiera realizar tres de
estas agotadoras súplicas a los cielos en un solo día.
“Uhh….!”
Aun así, ella estaba llegando a su límite. La barrera se debilitó cuando se le escapó el jadeo.
Respiró profundamente con dificultad y se obligó a respirar de manera uniforme. Ella forzó
sus pies para pisar con fuerza en la balsa y sus manos para sostener su bastón.
“¡Voy a añadir otro…! ¡Denme algo de tiempo!”
“Por favor, hazlo”. Goblin Slayer levantó su escudo para bloquear una piedra que atravesó la
barrera.
Ramas, piedras, rocas e incluso algunas flechas. La variada colección de proyectiles golpeó y
estremeció la balsa, provocando que se balanceara para aquí y para allá.

71
“¡Hrm….!” el Lagarto Sacerdote dio un empujón con la pértiga, enviando la balsa un poco
hacia atrás, pero la corriente fue como una ola apresurada que se deslizaba por el barco.
“¡¿Qué?! ¡Pfft!”
“¡Ah, oh no…!”
El agua empapó las telas bajo las cuales se escondían la Vaquera y la Chica del Gremio,
provocando más gritos. Estaban en peligro de quedar inundadas por su protección, pero se
aferraron la una a la otra y resistieron.
La Chica del Gremio le hizo un gesto con la mano a Goblin Slayer, que había mirado en su
dirección, y luego ella parpadeó varias veces. De repente, había una cantidad considerable de
residuos… ramas y guijarros y otros restos estaban en la balsa. ¿Los goblins les habían
arrojado todo esto? No, no puede ser.
Una mirada al agua a su alrededor reveló un gran número de trozos de madera flotando,
incluso barriles enteros a la deriva.
“Hrrgh…. ¡Ah!”
El Sacerdote Lagarto luchó poderosamente para controlar la dirección de la balsa, pero la
pertiga chocó con un barril, lo que ocasiono que la embarcación temblara violentamente.
Otra ola se estrelló contra los aventureros, empapándolos e inundando su nave.
“Oh….”
Fue entonces cuando la Chica del Gremio vio algo blanco brillante: un cráneo humano
pasaba flotando a su lado.
Ella intentó cogerlo con una mano temblorosa, pero al extender la mano, el cráneo fue
succionado bajo el agua y desapareció.
Ella lo vio desaparecer en silencio. Pronto, fue reemplazado por varios montones flotantes de
basura, sujetados con cuerdas.
“Esto p-podría ser malo”, dijo con un temblor en la voz. “¡Creo que quieren hundir la balsa!”
El terrible cacareo de goblins llenó el valle, resonando alocadamente.
“¡GRRROB! ¡GOORRB!”
“¡¡¡GROBR!!! ¡¡GOOORRRRB!!”
No había necesidad de que los goblins se enfrentaran personalmente a los aventureros para
matarlos. Podrían simplemente volcar la balsa, o llenarlo con basura hasta que se hundiera.
Sí, voltear la balsa sería lo mejor. Los goblins podían señalar y reírse mientras la estúpida
gente se ahogaba; si alguien sobrevivía, entonces podían disfrutar atacando desde lo alto.
Ahora estaba claro lo que había pasado con los botes que habían venido en esta dirección y
no habían regresado.

72
“¡Gah! ¡Qué ruidoso, y estas en nuestro camino…!” Arquera Elfa Superior dio a uno de los
montones de escombros un frustrado empujón con su pierna, levantando un chorro de agua
pero sin tener ningún efecto perceptible.
Los goblins simplemente tenían que seguir tirando piedras y escombros desde arriba.
El Chamán Enano, igualmente frustrado, hizo una serie de gestos arcanos.
“Voy a hacer que mi ondina saque estas cosas de la balsa,” dijo, “¡Así que has algunos tiros
con tu arco o algo!”
“¡¿O algo?! ¡¿Qué quieres decir con ‘o algo’ ?!”
El hermoso espíritu bailó sobre la balsa. Sus sensuales movimientos arrastraron las rocas y
los otros escombros, empujándolos hacia el río que corría.
Para este momento, todo el mundo estaba empapado de pies a cabeza, pero la balsa seguía
siendo de alguna manera estable. Sin embargo, eso no significaba que podían relajarse. Se
había hecho mucho daño, y los escombros se amontonaban bajo el agua, lo que hacía que
fuera muy fácil volcar.
“…Así que aprendieron esto de la esclusa”, murmuró Goblin Slayer, disparando una tercera
lanza.
No se molestó en ver lo que pasaba. Habría un grito, o no lo habría.
Los goblins se escondían astutamente a lo largo del borde del acantilado, siguiéndolos
montando sus lobos para mantener el ataque. El río se abría paso entre estas altas torres de
piedra. No había techo, solo esto….
“Es como si hubiéramos entrado en su nido”, dijo en voz baja Goblin Slayer. Usó una de sus
lanzas para romper una flecha alojada en su escudo.
“Oh, Madre Tierra, abundante en misericordia…”
Todo esto ocurría ante los ojos de la Sacerdotisa. Sus rodillas temblaban, y no sólo por las
difíciles oraciones.
Le costaba respirar. Su lengua parecía no poder pronunciar las palabras que su garganta
apenas podía evocar. Su cabeza giraba y su visión se volvía confusa. Sus dedos apenas
podían moverse; todo lo que podía hacer era aferrarse a su bastón.
¿Cómo se supone que voy a…?
¿Cómo iba a invocar a Protección y mantener a todos a salvo? Esa era la única pregunta que
se hacía. Era lo único que podía hacer.
¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Cómo podría sacarlos a salvo fuera de este lugar?
Sus dientes castañeteaban; ella apretó su mandíbula para detenerlos. Recuerdos unos después
de otros llegaban a su mente. Cerró los ojos y los apartó.

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“Oh…”
En ese momento, una luz resplandeció en su mente como una premonición del cielo.
La Sacerdotisa abrió los ojos. Sus labios temblorosos formaban una oración como si
estuvieran guiados por algo que no era ella misma. Ella elevo su bastón.
“Oh, Madre Tierra, abundante en misericordia, por favor, por tu venerada mano, ¡límpianos
de nuestra corrupción!”
Los dioses eran grandes.
La Madre Tierra bajó de los cielos, su mano atravesó el agua y haciéndola limpia.
Por donde la luz tocaba, el agua se volvía clara, toda la suciedad que había en ella
desaparecía. Es más, la gran cantidad de cosas sucias en el río fueron limpiadas y
desaparecieron.
“…¡Wow!” la Arquera Elfa Superior parpadeó, sus orejas temblando. Ella estaba
justificadamente impresionada al ver los efectos del milagro Purificar con sus propios ojos.
“Realmente tienes tus momentos, ¿no?”
“No los tengo. La Madre Tierra los tiene…. Aunque ella puede ser un poco dura.” La
Sacerdotisa gimió, la tensión de conectarse directamente con lo divino le había dado un dolor
de cabeza desgarrador. “Por favor…. ¡Hazlo ahora!”
“¡¿GRR?!”
“¡¿GOORB?!”
Los goblins estaban naturalmente agitados por este giro de los acontecimientos. La trampa
que habían tendido con tanto cuidado había sido deshecha por algo que ni siquiera entendían.
Sus feas voces resonaban mientras la confusión se extendía entre ellos.
Goblin Slayer jamás dejaría pasar una oportunidad así.
Un goblin se había inclinado para mirar más de cerca el río; una lanza lo atravesó desde la
mandíbula hasta la parte posterior de su cabeza. Cayó al agua con un chorro de sangre, y
luego su cadáver desapareció, purificado por la Madre Tierra.
“Eventualmente, tendremos que encontrar y destruir su nido”, dijo Goblin Slayer. “Te toca a
ti.”
“¡Con mucho gusto!” Incluso mientras empujaba la balsa a lo largo de la corriente hecha por
la ondina, el Sacerdote Lagarto abrió la boca de par en par. Llenó sus pulmones con un gran
aliento, el aliento del wyrm que gobierna todas las cosas. “Bao Long, honorable antepasado,
gobernante del Cretácico, ¡ahora tomo prestado tu terror!”
El Rugido del Dragón resonó por el valle.

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Los goblins no son los únicos que le temen a los dragones; todos los seres vivientes les
temen.
“¡¿GOORBGROB?!”
“¡¡¡GRORB!!!”
El balbuceo de los goblins se mezcló con los aullidos asustados de sus lobos. Los jinetes
goblins seguían siendo goblins. Ni siquiera eran jinetes muy hábiles.
Intentaron, pero no lograron calmar sus monturas; los lobos literalmente huyeron con sus
colas entre las piernas. Algunos de los goblins fueron arrojados al suelo; otros se aferraron
desesperadamente a los animales que huían. Todos ellos se retiraron de una forma
lamentable.
Los aventureros continuaron observando la orilla con atención durante unos minutos. Yendo
en contra del sonido del arroyo, utilizaron la pértiga para mantener la balsa en movimiento.
Pasó una hora, luego dos, y finalmente, el viento que soplaba por el valle se volvió cálido.
Estaban flotando hacia un gran y oscuro bosque, un bosque de viejos árboles que habían
estado en pie durante miles o quizás decenas de miles de años.
La Sacerdotisa se aferró a su sonoro bastón, rezándole a la Madre Tierra para que aliviara su
ansiedad.
Estaban casi fuera del valle. Eso significaba que pronto estarían dentro del reino de los elfos.
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Los petardos bailaban en el cielo con una serie de estallidos, dejando pequeños rastros de luz
detrás de ellos. El cielo estaba bastante rojo ahora, ahora que había agarrado la cola de la
salamandra.
No había pasado mucho tiempo desde que ahuyentaron a los goblins y abandonaran el valle.
El sol ya había pasado su cenit y se estaba hundiendo hacia el oeste, asentándose detrás de
los árboles.
Los aventureros entraron en el inmenso bosque, colocaron la balsa en la orilla del río en un
lugar indicado por Arquera Elfa Superior. Ella dijo que la aldea estaba aún muy lejos. En ese
caso, pensaron que una noche de descanso sería mejor que una marcha forzada.
“No esperaba que nos pusiéramos esto tan pronto…”
“Si hubiéramos sabido que nos íbamos a mojar tanto, ¡deberíamos habérnoslos puesto desde
el inicio!”
“Jeh-jeh. No hubiéramos tenido la oportunidad de usarlos, si eso no hubiera pasado. Oh,
¿sabes cómo ponértelo?”

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“Oh sí, estoy bien. Lo único que no entiendo es por qué te molestas en usar uno. Así,
¿verdad?”
Una cuerda había sido colgada entre las raíces de algunos árboles y toallas colgaban sobre
ella. Desde el otro lado, las mujeres podían ser escuchadas teniendo una conversación
animada. Eran cuatro, después de todo; iba a ser un poco ruidoso.
Después de unos minutos, las toallas fueron bajadas desde el interior. Cuatro mujeres en traje
de baño aparecieron como una visión irreal.
“No entiendo por qué uno se pondría ropa específicamente para mojarse. ¿No puedes ir así
nada más?” la Arquera Elfa Superior parecía muy incómoda, jugando con su pelo en un gesto
inusual de vergüenza.
“¿Por qué te preocupas?” El Sacerdote Lagarto respondió rápidamente. Había dejado de
trabajar para girar sus ojos hacia arriba. Abrió la boca de forma importante. “Admito que no
aprecio mucho la piel sin escamas, pero creo que este traje te queda bien.”
“¿Tú crees?” Bueno, está bien, entonces. La Arquera Elfa Superior asintió levemente con la
cabeza como si ahora aceptara la situación.
El Chamán Enano parecía que estaba a punto de hacer uno de sus habituales comentarios
inteligentes, pero se convirtió en un estornudo, y luego cerró la boca. Tal vez pensó que no
había necesidad de deliberadamente estropear el buen humor de la elfa justo cuando
regresaban a su hogar.
“…Supongo que nuestras opiniones sobre el aspecto de Orejas Largas y sus amigas ya están
bien establecidos.”
“Supongo. Honestamente, estoy un poco celosa…” La Chica del Gremio puso una mano en
su mejilla, aunque no tenía por qué avergonzarse.
Por supuesto, ella venía de una parte de la sociedad donde a la gente se le enseñaba a no
mostrar demasiada piel. No sería muy cierto decir que ella no estaba avergonzada, pero era lo
que era. El trabajo que hacía cada día no podía ser subestimado. No temía que la vieran así…
lo que la hacía muy diferente de la Sacerdotisa, que se escondía detrás de ella.
“Oh… Ohhhh…”
La cara de la clériga era de un rojo brillante, y ella estaba tratando de hacerse lo más pequeña
posible. Estaba muy avergonzada de su pequeño y juvenil cuerpo. Lo que llevaba puesto
ahora no era muy diferente del traje que llevo puesto para el baile en el festival de la cosecha,
pero tener a otras a su lado para una comparación inmediata no era fácil. Al menos la Bruja,
con la que estaba discretamente (pensaba) fascinada y con quien no podía compararse, no
estaba presente. Deseaba poder ser como esa hechicera algún día, pero eso era solo una señal
de lo mucho que le faltaba por avanzar.
“Oh, estás bien”, se rió la Vaquera, dando palmaditas en el hombro a la Sacerdotisa. La
Vaquera pensaba en ella como una especie de hermana pequeña y encontraba su cuerpo

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juvenil adorable. También sentía que ella misma se había vuelto un poco musculosa por todo
el trabajo que hacía. Giró las caderas para mirar, una expresión dudosa apareció en su cara.
“Bastante bien… ¿Quizás?”
“Esa no es una pregunta que pueda responder”, dijo Goblin Slayer. Había cogido cuatro de
los palos afilados de antes y los había puesto en el suelo, formando un cuadrado. Su casco
apuntaba hacia el grupo de mujeres; no era tan grosero como para no darles ni una sola
mirada. Sin embargo, su valoración puede o no haberles hecho muy felices… “Pero
personalmente, creo que les quedan bien.”
Cielos. La Vaquera suspiró. De alguna manera supo que después de echar un rápido vistazo,
inmediatamente había mirado hacia otro lado.
Sus mejillas se suavizaron y se convirtieron en una sonrisa. Era solo su manera de ser.
“Creo que podrías aprender un poco más sobre los sentimientos de las chicas.”
“¿Es eso cierto?”
La Chica del Gremio se rió a su lado.
“Creo que nuestro querido Goblin Slayer está bien como está”. Sí, ella podría desear que él
fuera un poco más atento, pero había algo en él siendo como era que hacía que su corazón
bailara.
Él cree que nos quedan bien. Personalmente.
La breve frase era tan buena como un soneto de su parte.
“Estaría….avergonzada si alguien me mirara demasiado tiempo…”
Así que esto está bien para mí. La Sacerdotisa estaba tratando de hacerse aún más pequeña.
Sus mejillas estaban rojas, y no era sólo por la puesta de sol.
La Arquera Elfa Superior se inclinó hacia delante como esperando que la Sacerdotisa se
relajara un poco.
“Así que solo tengo que entrar en el río y asustar algunos peces, ¿verdad?”
“Sí.”
“Aunque no me los comeré”, dijo con una mirada a su alrededor. “Pero no hay elección.”
Casi parecía disgustada, pero sus orejas aleteaban alegremente, corrió hacia el agua, pateando
y creando pequeñas salpicaduras.
El Sacerdote Lagarto observó a las chicas charlar y jugar en la orilla del río con el rabillo del
ojo. Asintió solemnemente.
“Ahora, tal vez estas hojas sirvan para tus propósitos.” El enorme montón de hojas que
llevaba crujía mientras las agitaba. Su larga lengua se movió y tocó la punta de su nariz.
“Pido disculpas por no haber podido reunir más. Pronto oscurecerá.”

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“Lo sé”, dijo Goblin Slayer, poniéndose de pie. “Vamos a poner las vigas transversales,
entonces.”
Era un trabajo sencillo. Sólo tenían que fijar las vigas transversales superiores e inferiores,
ocho en total, a los postes de madera que Goblin Slayer había puesto en el suelo. Luego se
colocaban palos en el nivel inferior para hacer un piso rustico, mientras que las hojas se
esparcirían en la parte superior como techo. Un bonito y sencillo refugio.
Considerando la presencia de serpientes e insectos venenosos en el bosque, sería una tontería
poner un techo, para luego dormir en el suelo desnudo.
Construyeron dos refugios: uno para los hombres y otro para las mujeres. Normalmente, sólo
tenían cinco personas, pero hoy eran tres hombres y cuatro mujeres.
“Ten misericordia”, dijo el Chamán Enano, apartando la mirada del trabajo en curso para ver
a las chicas en el agua. Estaba encargado de hacer el fuego; no era lo suficientemente alto
para nada más. Los enanos no tenían rival en el manejo del fuego, pero como guardián de los
espíritus, no era su fuerte. El Chamán Enano se dio por vencido rápidamente de intentar
encender una chispa y en su lugar sacó una piedra plana de su bolsa.
“Llama danzante, la fama de la salamandra. Concédenos una parte de eso mismo.”
Presionó la piedra entre sus manos y esta se encendió, produciendo una piedra de fuego.
Arrojó la piedra brillante de una mano a otra (“¡Caliente, caliente!”) y la rodeó con otras
piedras. Serviría en lugar de un fuego.
El resplandor de esta improvisada “fogata” brilló sobre el grupo. Por el momento, se utilizaba
para secar sus ropas empapadas, pero sin duda las prendas pronto serían reemplazadas por
pescado.
“¿No crees que es un poco… inseguro, dejar que las chicas jueguen así?”
“Mantendré la guardia lo suficiente para todos nosotros.” Goblin Slayer había terminado de
colocar el suelo y había empezado con el siguiente paso. “Ademas quiero darles la
oportunidad de relajarse.” Mientras ponía de pie algunos palos, su casco se inclinó
ligeramente hacia la Vaquera y la Chica del Gremio.
Luego se volvió hacia Arquera Elfa Superior, que había arrastrado a la Sacerdotisa para
ayudar a cazar peces.
“Tal vez sea porque ésta es su tierra natal”, gruñó suavemente.
“¡Jo-jo! Ella no tuvo ocasión de mostrar este lado suyo antes. ¡Ah, espera! Mi habilidad no
puede compararse con la tuya.” El Sacerdote Lagarto se rió, mostrando sus colmillos,
poniendo hojas sobre las vigas de madera tan pronto como eran levantadas. “Pero ¿por qué,
mi señor Goblin Slayer, muestra la compasión de Maiasaura?”
“…¿Qué quieres decir?”
“Que eres una persona más considerada de lo que tu apariencia sugiere.”

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“¿Es eso tan impresionante?” Goblin Slayer dejó escapar un respiro. “¿Soy yo tan
impresionante?”
“Yo lo llamaría una cualidad más valiosa que el mithril”, dijo el Chamán Enano, lanzando un
pequeño palo al fuego. La salamandra bailarina abrió sus mandíbulas, lo mordió y, con un
crujido, se calentó más.
“Solo mira a orejas largas”, continuó el Chamán Enano. Señalo hacia el río con una rama
calentada. La Arquera Elfa Superior estaba allí, metiéndose en el agua con ambas manos
como si fuera a pescar un pez. Pero falló y, en cambio, le lanzo un gran chapoteo a la
Sacerdotisa.
Eso hizo que la Vaquera estallara en risa, por lo que la Chica de la Gremio también la
salpicó.

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Tal vez Arquera Elfa Superior se había cansado de la infructuosa expedición de pesca, o tal
vez había decidido olvidarla, pero en cualquier caso, había arrastrado a la Sacerdotisa…
“No creo que ella se considere a sí misma un elfo superior.” El Chamán Enano se rió, su
sonrisa casi escondida por su barba.
“En cualquier caso, ya estamos en la tierra de los elfos”, dijo el Sacerdote Lagarto,
acercándose al fuego y frotando sus escamosas manos.
Una vez que obtuvieron un lugar para dormir, todo lo que les quedaba era esperar a la cena.
Y a él le encantaban tanto la carne como el pescado.
“No creo que los pequeños demonios nos alcancen fácilmente aquí.”
“¿No lo crees?” Goblin Slayer siguió el ejemplo del Sacerdote Lagarto, y se sentó también.
Golpeo sus manos para quitarles algo de polvo y luego murmuró: “Pensé lo mismo”.
“¿…Así?” El Chamán Enano se encogió de hombros, con sus ojos medio cerrados, y agarró
el frasco que tenía en la cadera. La descorchó y empezó a verter el licor en una taza que saco
de su bolsa. Y se lo ofreció.
“De todos modos, empieza con un trago”, dijo. “No lo suficiente para emborracharse, por
supuesto.”
“…”
Goblin Slayer miró en silencio desde la bebida al Chamán Enano, y luego a las chicas que
jugaban en el río.
La Vaquera lo noto y le hizo gran saludo con la mano. Goblin Slayer asintió.
“Muy bien.”
Poco después, se oyó un grito de “¡Atrapamos algo!” y el grupo pudo proceder con la cena.
Tal vez no queriendo sentirse inútil, la Arquera Elfa Superior había ayudado a capturar siete
peces distintos. El Chamán Enano resopló suavemente, pero ensartó y asó los peces sin
quejarse.
Los siete de ellos (incluyendo a las chicas) se sentaron en círculo y esperaron a que el
pescado se cocinara. Aunque antes se habían sentido tímidas, jugar parecía haber ayudado a
las chicas a relajarse, y ahora se sentaban allí con solo manta sobre ellas. Sus ropas, que
colgaban sobre la piedra de fuego, aún no estaban secas, y no podían ponerse ninguna de sus
otras ropas porque su provisión de ropa tenía que durar hasta que llegaran a la ciudad.
En vez de eso, se secaron sus cuerpos, limpiaron su cabello y esperaron ansiosamente la
cena.
“Bueno, parece que todos se están divirtiendo”. El Chamán Enano sacó una variedad de
botellas pequeñas de su bolsa de catalizadores. Abrió cada una de ellas, oliendo un poco para
comprobar el olor, y luego distribuyó un poco sobre la comida.

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Cuando por fin pudieron oír el crujido de la grasa que se derretía, anunció:
“Esto debería ser suficiente”, y distribuyó un pincho a cada uno de ellos.
A pesar de la simplicidad de la comida, esta desprendía un aroma tentador, sin duda gracias a
las especias usadas por el Chamán Enano.
La Arquera Elfa Superior llevó la comida hasta su nariz, la olfateo experimentalmente,
después de lo cual miró con desprecio al enano.
“…Sabes que no puedo comer esto.”
“Sólo quería que te sintieras incluida. Paciencia. Si no lo quieres, estoy seguro de que alguien
más lo comerá”.
“Hmph…” Las largas orejas de la Arquera Elfa Superior se inclinaron mientras miraba al pez
con sus ojos blancos muertos, antes de arrojárselo a la Sacerdotisa.
“¡O-oh! No soy capaz de comerme dos de ellos…”
La Arquera Elfa Superior sonrió con suficiencia.
“¿Cuál es el problema? Mañana habrá un festín, así que es mejor que practiques el comer un
poco más. Yo comeré unos frijoles secos”.
“…Mucha más razón para asegurarme de que mi estómago este vacío para entonces.” Ella le
hizo una mueca de dolor a la Arquera Elfa Superior, pero la guardabosques la ignoró. La
Sacerdotisa soplo sobre su pescado para enfriarlo, comiéndolo con pequeños bocados.
La grasa se derretía en su boca con un ligero amargor, y luego un sabor salado se extendía
por todo su paladar.
“¡Mm!” exclamó, sus mejillas suavizándose en una sonrisa. Entonces, “¿Estamos cerca?”
Aja. La Arquera Elfa Superior asintió, abriendo los frijoles que había sacado del equipaje.
“Probablemente estemos en la frontera entre el bosque y la aldea. Incluso podrían
encontrarnos antes de que nosotros los encontremos”.
“Así que tu hermana mayor va a ser una novia”, dijo la Vaquera, dando un generoso
mordisco a su propio pescado y murmurando: “Mm, eso es bueno”. Entonces ella dijo más
fuerte, “Apuesto a que las novias elfas son hermosas…”
“¡Bueno, obviamente!” la Arquera Elfa Superior se rió e hinchó su pecho como si la Vaquera
estuviera hablando de ella. Ella extendió sus brazos y continuo: “¡Mi hermana mayor es
especialmente hermosa! ¡Es una elfa superior, después de todo!”
El Chamán Enano levantó la vista de su comida el tiempo suficiente para decir:
“Eres viva evidencia de que eso no prueba nada”. Pero en su estado de ánimo actual, la
Arquera Elfa Superior fue capaz de ignorar incluso este desaire contra ella.

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“Jo-jo-jo. Espero que sean hospitalarios con los hombres lagarto”, dijo el Sacerdote Lagarto.
Había sacado una rueda de queso de su equipaje y la estaba cortando con sus garras. Puso
trozos en su brocheta, las cocinó sobre el fuego. Sus escamosas manos siseaban cuando las
frotaba en anticipación mientras esperaba a que el queso se derritiese.
“Realmente te gusta el queso, ¿no?” dijo la Chica del Gremio mientras lo observaba. Estaba
comiendo pedacitos de su propio pescado. “Parecía que eras una especie de coordinador en
esa batalla de antes. ¿Al menos por lo que pude oír…?”
“La administración tiene sus propias dificultades.”
“Ahórrame los detalles. Todo es un problema”.
Tantas cosas en las que pensar. La Chica del Gremio sonrió ambiguamente; sin duda tenía
más que suficientes preocupaciones propias.
De hecho, ni los aventureros ni el personal sabían tanto sobre el trabajo diario del otro. Había
tan pocas oportunidades de experimentar el peligro de una aventura o la brutalidad del
trabajo de escritorio.
“He tenido algunas experiencias realmente informativas en este viaje. Aunque dieran un poco
de miedo”.
Lo siento, parecía decir la Arquera Elfa Superior, sus orejas cayendo nuevamente.
“Cuando lleguemos a la aldea, me aseguraré de que alguien oiga lo que pienso. ‘¡¿Qué están
haciendo sus guardias?!’ Ese tipo de cosas”.
“Sin embargo, tengo que asegurarme de saludar a tu hermana apropiadamente”, dijo la Chica
del Gremio. “Necesito hacerle saber lo mucho que aprecio todo lo que haces por nosotros.”
La Arquera Elfa Superior se rascó la mejilla como si estuviera avergonzada.
“Ir a ver a mi hermana por ese tipo de cosas está muy bien. Pero en cuanto a mi hermano
mayor…”
“¿Tienes un hermano mayor?” Preguntó en voz baja Goblin Slayer, mientras metía en su
visera trozos de pescado.
Bueno, quiero decir primo. La Arquera Elfa Superior contestó en brevemente, su dedo índice
dibujaba círculos en el aire. “No puedo recordar muy bien cómo lo llaman los humanos. ¿El
futuro cuñado?”
“¿Te refieres al novio?”
“Sí, eso es”, dijo ella asintiendo con la cabeza. Metió más comida en su boca y miró hacia al
cielo. Ya era casi negro, una mezcla de estrellas a penas visible a través de las hojas de los
árboles. Con una cadencia musical, la Arquera Elfa Superior explicó que los elfos llamaban a
esto la “puerta de la lluvia”.

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“Mi primo”, dijo ella, “ha estado loco por mi hermana durante incontables años, ¡actuando
exageradamente!”
“Bueno, ¡el orgullo es ciertamente la única cosa que todo el mundo asocia con los elfos!” El
Chamán Enano bromeó.
“¡Exactamente!” Contestó la Arquera Elfa Superior. “Él es un verdadero elfo entre los elfos”.
“Pero si se van a casar…”, dijo la Sacerdotisa, poniendo un dedo en su barbilla como si
estuviera pensando. Entonces ella sonrió al encontrar la respuesta. “¡Tu hermana debe
haberse dado cuenta de que se preocupaba por ella!”
“Él no era exactamente sutil al respecto. No es que yo sepa lo que ella ve en él. Todo me
parece un montón de problemas”. Luego vino esa risa tintineante. La Arquera Elfa Superior
abrazó sus rodillas. “¿Sabes lo que hacen los elfos cuando quieren llamar la atención de
alguien? Les cantan.” Su voz era tranquila, como si estuviese revelando un secreto, y llevaba
sólo una pizca de maldad. “Él anduvo cantando esta balada épica sobre sus grandes logros
marciales, hasta que le dieron una paliza.”
“Ah. ¿Lo golpearon unos bandidos?” preguntó el Sacerdote Lagarto sonando divertido.
“No… ¡mi hermana lo hizo!”
Todo el grupo se rió.
La Arquera Elfa Superior compartió una historia de los viejos tiempos tras otra, historias que
nunca podría haber contado en la recepción de una boda. Como la vez que su primo quiso
atrapar un ciervo como regalo, pero fracasó. O la vez en que él se había enfermado, y su
hermana estaba tan preocupada por él que no podía dormir y terminó resfriándose ella
misma. Estaba aquella vez en que su hermana había cocinado de más algunos dulces
horneados (un lapsus muy poco característico), pero su primo se los había comido todos con
la cara seria.
Estaba el hecho de que la Arquera Elfa Superior había aprendido todo lo que sabía sobre
hierbas, frutas y demás de su hermana, mientras que su primo le había enseñado a usar el
arco y a cruzar un campo a toda prisa.
O cuando ella dijo que iba a dejar su aldea, su hermana se opuso, pero su primo la apoyó….
Ella había pasado dos mil años en estos bosques. Había tantos recuerdos esparcidos por todos
esos incambiables, pero siempre amenos días.
En medio de este torrente de historias, Goblin Slayer dijo:
“Así que este es tu hogar.”
“Así es.”
“Eso es bueno.”

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“Bueno…” Los ojos de la Arquera Elfa Superior se entrecerraron como los de un gato
sonriente. “Es donde está mi corazón.”
Goblin Slayer asintió. La Vaquera lo miro por un momento.
Entonces él dijo:
“Y hay goblins cerca de él.”
La nota de ira en su voz era inconfundible.

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Capítulo 3: El Bosque del Rey de los Elfos
El lugar era extraño, espeluznante.
El sol estaba emergiendo, una ligera luz que venía desde el extremo del horizonte. El cielo,
que era visible a través de las ramas, era de un azul intenso.
Goblin Slayer hurgó en su bolsa de objetos a la luz del alba. De la sencilla área de dormir
detrás de él, más allá de alguna red para insectos, salieron suaves gemidos y suaves
ronquidos.
Eran el Sacerdote Lagarto y el Chamán Enano, ambos aún dormidos. El enano podría no
levantarse hasta el desayuno, pero el hombre lagarto se despertaría al amanecer.
En cuanto a las mujeres, la Sacerdotisa ya estaría despierta y rezando junto a su cama. La
Chica del Gremio se despertaba a la misma hora cada día, que era antes del desayuno; dijo
que era lo más conveniente para su trabajo. La Vaquera también se despertaría pronto.
La Arquera Elfa Superior había tomado un temprano turno de guardia así que planeaba
dormir hasta que alguien la despertara.
Un grupo que no dejaba que sus hechiceros descansaran lo suficiente era un grupo que pronto
sería destruido. Por esa razón, la Arquera Elfa Superior y Goblin Slayer intercambiaban los
turnos de guardia. Y daba la casualidad, que ha Goblin Slayer le gustaba hacer el último
turno.
Desde la medianoche hasta el amanecer, él no tenía ganas de dormir. La oportunidad de dejar
que alguien más observara desde el atardecer hasta el anochecer, mientras él descansaba, era
algo nuevo este año, un pequeño…
“Lujo, quizás”. Él metio algunas hierbas aromáticas a través de la visera de su casco y las
masticó. Un sabor amargo se extendió desde su garganta hasta su cerebro, estimulando su
concentración. Mordió las hojas duras por segunda vez.
Sí, el lugar era espeluznante.
Goblin Slayer ajustó el agarre de su espada para poder desenfundarla en cualquier momento.
¿Se agruparían los goblins y nos atacarían en medio del día?
Atacar a un grupo de aventureros armados, quizás asumiendo que el elemento sorpresa
superaría cualquier disparidad en armamento.
¿Era posible?
Sobre todo, había que considerar la manada de lobos. Los goblins ya eran bastante malos,
pero tenían un gran número de jinetes. Imagínense los recursos que se necesitan para
sustentarlos.
Y sin embargo, son capaces de hacerlo.

86
Comida. Establos. Equipo. Y diversión… sí, diversión.
¿Por eso atacaban los botes?
Estaban situados directamente al lado de la aldea de los elfos. ¿Por qué habían realizado una
operación tan elaborada?
¿Para qué? ¿Qué estaban planeando?
Goblin Slayer masticó la hoja una, dos, tres veces más.
Sus pensamientos llegaron en una ráfaga de ideas inconexas, burbujeando y luego
desapareciendo.
De repente, una voz gritó.
“¡Despierten, de pie! ¿Dónde creen que están, granujas?”
Una ráfaga de viento a través del bosque trajo esa pregunta hacia ellos.
Goblin Slayer sacó su espada y se puso en pie. Pero se encontró con una espada de obsidiana.
Con gran enfado, miró al dueño del arma.
Alguien estaba parado en un punto elevado, habiendo rasgado la red para insectos. El sol
estaba a su espalda, pero estaba claro que él estaba…
“¿Un elfo?”
“Ciertamente. Y este es nuestro territorio”.
El que hablaba con tanto orgullo era un elfo guerrero, joven y hermoso… como son todos los
elfos. Llevaba una armadura de cuero, un arco, y tenía un carcaj de flechas con puntas en
forma de capullos de flor en la cadera.
Pero lo más llamativo era la armadura que protegía su cabeza. Era un brillante casco hecho
de mithril.
El elfo con el brillante casco miró a Goblin Slayer sombríamente, con una expresión
sospechosa.
“… ¿Realmente luchas con esa espada?” preguntó el elfo.
“Contra los goblins, sí”, contestó tranquilamente Goblin Slayer.
La aguda mirada del elfo pasó de la espada con su extraña longitud al escudo redondo, luego
a la sucia armadura de cuero y luego al casco metálico de aspecto barato.
“Eres un guerrero bárbaro, ¿no? Y un enano…”
“…Y un hombre lagarto, a su servicio.” El Sacerdote Lagarto, que se había sentado mientras
tanto, juntó las palmas de sus manos en un extraño gesto. El Chamán Enano, que acababa de

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levantarse, estaba sentado allí y no intentaba ocultar su disgusto. Ser atacado por elfos
mientras dormía era la máxima humillación para un enano.
El elfo miró a cada uno de los tres por turnos, habiendo averiguado más o menos quiénes
eran y qué eran.
“Así que, aventureros…”
“Más o menos”.
“… Ya veo. ¿Fueron ustedes quienes lucharon contra los goblins ayer?”
Goblin Slayer asintió con su sucio casco.
“Ya veo”, dijo el elfo, sus ojos entrecerrados y su mano deslizándose sobre su espada.
“Acabamos con los que dejaron atrás.”
Ante eso, Goblin Slayer gruñó. Eso significaba que su intento de propagar la enfermedad en
el nido se había visto frustrado. Por otro lado, los goblins que escaparon habían sido
asesinados. Tal vez fue algo bueno, entonces.
El elfo no sabía qué decir ante su actitud no intimidada.
“…Sólo tengo una pregunta que hacerte”, dijo bruscamente.
“¿Qué pasa?”
“La flecha que atravesó uno de los goblins parecía pertenecer a uno de los nuestros.”
El elfo con el casco brillante sacó el proyectil en cuestión. Tenía una punta en forma de
capullo de flor. Estaba cubierto en oscura sangre de goblins, pero la punta estaba defectuosa,
colgando de forma inclinada.
“Sabemos, sin embargo, que esta chica nunca usaría un virote tan burdo.”
“……”
“Dime lo que le hiciste. Tu respuesta puede decidir tu destino en mis manos…”
Goblin Slayer no dijo una palabra, pero el Sacerdote Lagarto y el Chamán Enano se miraron
el uno al otro y se encogieron de hombros.
“Tú debes ser el que cantó un poema épico en vez de una canción de amor.”
“Ciertamente, parece que fue ese mismo amor el que te enderezó.”
“…¡¿Qué?!” El elfo con el casco brillante fue sorprendido por sus palabras. Agarró con más
fuerza su espada, como si estuviese listo para usarla en cualquier momento. Su pálido
aspecto, el orgullo de su pueblo, se volvió instantáneamente de un color rojo rubí, y tembló
violentamente.
“¡S-Sucio gusano…! ¡¿En qué parte del mundo se…?!”

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“La chica que buscas”, dijo Goblin Slayer con un suspiro inusual. “Es esa de ahí, ¿no?”
“¡Hrk….!”
En un abrir y cerrar de ojos, el elfo salió volando como una flecha.
“Hija de Starwind, ¡¿estás ahí?!”
Saltó varios metros en un solo y elegante salto; cuando encontró el refugio, arrancó la red de
insectos sin dudarlo.
“¿Sí?”
“¿Eh?”
“…Ah.”
Él rapidamente frunció el ceño. Ante él estaban tres mujeres jóvenes… mujeres jóvenes que,
despertadas por la conmoción de afuera, se habían preparado rápidamente para ver lo que
estaba sucediendo.
Tres personas, seis ojos, se abrieron de par en par para mirar al elfo intruso.
Estaban en medio de una aventura, por supuesto, y nadie en esa posición se pondría un
pijama para dormir. Pero eso no significaba que estuvieran felices de que un extraño las viera
descansar.
Y había una cosa más.
En un rincón del área de dormir, una bola de mantas se movió y se retorció.
“…¿Qué está pasando? El sol apenas ha salido…”
La Arquera Elfa Superior bostezó, se estiró como un gato y salió arrastrándose de debajo de
sus cobijas. Ella frotó sus ojos, se rascó la cabeza, y miró a su alrededor vagamente.
“¿Buh? ¿Hermano mayor? ¿Qué, viniste a buscarme?”
“……”
La Sacerdotisa parecía que estaba a punto de llorar, Vaquera estaba frunciendo el ceño y la
Chica del Gremio tenía una sonrisa suave en su cara.
El elfo con el casco brillante tragó saliva pesadamente.
Luego retrocedió rápidamente, como jalado por una cuerda, mientras las chicas empezaban a
gritar ruidosamente.
“…Buen trabajo de guardaespaldas”, dijo cuando aterrizó, tosiendo una vez. “Aprecio que
hayan traído a mi cuñada hasta aquí. La compensación estará lista para ustedes. Honorables
viajeros vuelvan a casa sanos y salvos”.

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“Estos son mis amigos, hermano.” La Arquera Elfa Superior sacó su cabeza del refugio y lo
miró con enfado, pero el otro elfo solo se encogió elegantemente de hombros.
“…Así son los elfos, ellos sólo…”
Pero cualquier comentario grosero que estuviera destinado a acabar con esa frase no se oyó,
incluso el Chamán Enano tenía el sentido común suficiente como para guardárselo para sí
mismo.
<><><>
“Me disculpo, por llamarte cuando recién has salido de viaje.”
“¿Cuando recién has salido de viaje? Ya han pasado años. De hecho, ha pasado mucho
tiempo, hermano.”
“…Apestas a humano.” El elfo con el brillante casco frunció el ceño mientras caminaba junto
a la Arquera Elfa Superior, que caminaba con confianza por el bosque.
La actitud puede haber sido inspirada en parte por la actitud frívola de su cuñada, pero
probablemente se debió principalmente a las miradas que recibía por detrás mientras guiaba
el grupo. Específicamente, de las tres mujeres.
“Entiendo lo que hay en tu corazón”, le dijo el Sacerdote Lagarto al elfo, sacando la lengua.
“Mi pueblo también vive en un gran bosque, pero el reino de los elfos es realmente
impresionante.”
“Ha estado creciendo desde la Era de los Dioses. Un mortal que entre no puede esperar
encontrar la salida de nuevo en su vida”.
El elfo no puede ser culpado por el sonido orgulloso en su voz. El bosque ciertamente como
un gran laberinto verde. Había una profusión de enredaderas, grandes árboles que bloqueaban
el camino, y caminos tan estrechos que incluso las bestias salvajes no podían atravesarlos. La
maleza parece extenderse para atraparlo a uno por los pies. Era bastante difícil para los
aventureros; debe haber sido un esfuerzo tremendo para la Chica del Gremio y la Vaquera.
El hecho de que siguieran avanzando relativamente sin obstáculos hacia el interior era en sí
mismo una señal de la hospitalidad de los elfos. Eso en parte explicaba por qué las mujeres se
conformaron con mirarlo con malicia en lugar de quejarse en voz alta.
“Pero,” dijo el elfo, mirando dudosamente hacia su espalda, “pensar que Orcbolg, de cuyo
nombre he oído, resultaría ser… así.”
“No sé lo que la gente dice de mí”, dijo indiferente Goblin Slayer, provocando un resoplido
del elfo.
“Tu manera de hablar,” dijo, “deja mucho que desear.”

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“Más importante es, que me hables de los goblins.”
“No eran especialmente inusuales, como suelen ser los goblins.” No importan mucho. A
veces hay más de ellos, a veces menos. “Ha hecho mucho calor recientemente. ¿No se
multiplican esas criaturas en el calor?”
“¿Recientemente?”
“En los últimos diez años más o menos. Ha sido así desde que empezó el furor por los Dioses
Oscuros”.
“¿Es eso cierto?” Goblin Slayer dijo en voz baja. “Últimamente…”
“Si los goblins no son una amenaza suficiente para obligarnos a construir una fortaleza,
entonces no vale la pena preocuparse por ellos.”
“No tienes que actuar tan despreocupado”, dijo la Arquera Elfa Superior. “Sólo dile que una
boda no es el momento para hablar de goblins.”
“Los niños deben ser vistos y no oídos”, dijo el elfo con el brillante casco a su prima menor.
“No soy una niña”, dijo la Arquera Elfa Superior. Sus labios se doblaron para formar un
puchero, pero el rebote de sus largas orejas dejaba claro que aún estaba de buen humor.
La Sacerdotisa, que estaba en la parte de atrás del grupo, susurró suavemente a la Chica del
Gremio.
“…Así que supongo que los elfos realmente no se preocupan por los goblins.”
“¿Qué, tú también?” La Chica del Gremio respondió con un guiño. “Si eso es lo primero que
piensas en esta situación, deberías tener cuidado de que él no te influencie más.”
“Errr, heh-heh…”
La sacerdotisa se rascó la mejilla y se rió como si fuera a cambiar de tema, haciendo que la
Chica del Gremio murmurara, “Era una broma”.
Luego ella continuó: “En realidad, incluso muchos de los aventureros elfos se comportan así,
sobre todo si acaban de salir del bosque”. No es que no tengan sentido del peligro, sino un
pobre conocimiento de la magnitud.
El hecho más básico sobre los goblins era que tenían la misma inteligencia y fuerza física que
los niños humanos, que eran los más débiles de los monstruos. Los elfos sólo suelen
asustarse de cosas mucho más grandes y poderosas.
“Después de todo, tienen esos relatos de testigos presenciales.”
“¿…? ¿De qué?”

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“De las batallas de los dioses”.
Oh. La sacerdotisa jadeó y luego se tapó rápidamente la boca. No era imposible que algunos
de los ancianos de los elfos fueran tan viejos.
Esto habría sido en una época antes de que todas las cosas se decidieran por una tirada de los
dados. Una época apenas conocida incluso por los mitos y las leyendas.
“Espíritus malignos, dragones, dioses oscuros, señores de los demonios y toda clase de
criaturas horribles vinieron de otro plano.”
Tenía sentido, entonces, que los elfos considerasen que los goblins eran apenas una molestia
en comparación.
Sí, ocasionalmente un alma desafortunada moría en sus manos. Pero para aquellos destinados
a una vida tan corta, ¿qué eran unos pocos años en todo caso? Compara eso con el tipo de
cataclismo que se produce sólo una vez cada década, o cada siglo, o cada milenio….
“No importa lo que hagan los goblins, no van a causar algo así”, explicó la Chica del Gremio.
“…Huh,” dijo en voz baja la Vaquera.
“¿Ves?” La Chica del Gremio respondió.
La Sacerdotisa, sin embargo, miro hacia el suelo con una tristeza inexpresable.
Los goblins no importaban. Apenas valía la pena tomarlos en cuenta.
“Sí, tienes razón”, dijo ella tan indiferente como pudo, pero mirándolo a él.
Él estaba cerca de la cabeza de la fila, como el que estaba en la línea del frente del grupo,
encerrando al resto de ellos entre él y ella. Ella quería decirle algo, pero dudó.
Entonces encontró que su oportunidad fue robada por el elfo con el brillante casco.
“De hecho, hay algo más en mi mente aparte de la boda”, dijo.
“¡Oh! ¡Voy a decirle a mi hermana que dijiste eso!” Exclamó la Arquera Elfa Superior. El
Chamán Enano le dijo que no se metiera, pero ella le hizo un gesto con la mano para que se
alejara.
“Parece que El Que Detiene Las Aguas se está acercando a la aldea últimamente.”
“¿De qué estás hablando?”
“Una cosa antigua que vive en el bosque. Siempre se nos ha ordenado no ponerle una mano
encima”, dijo el elfo a Goblin Slayer.
“Oh-jo”, dijo en voz baja el Sacerdote Lagarto. “¿Y cuánto tiempo, si puedo preguntar, ha
estado viviendo esta cosa antigua?”
“No lo sé,” contestó, “pero ya le decían viejo cuando yo era joven.”

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“¿El Triásico, entonces? O el Carbonífero, o el Cretácico…” el Sacerdote Lagarto comenzó a
murmurar cosas importantes para sí mismo, antes de finalmente, asentir sombríamente.
“Mmm, que intrigante.”
“Sea lo que sea, su territorio está separado del nuestro. Sólo emerge raramente, pero…”
“La verdad es que nunca lo he visto, aunque la gente sigue diciéndome que está ahí”, dijo la
Arquera Elfa Superior, sus oídos temblando mientras pensaba. Se volvió hacia su primo.
“¿Existe realmente?”
“He visto huellas varias veces. Mi abuelo dice que una vez vio a la criatura”.
“¿Hace cuántos siglos fue eso?” La Arquera Elfa Superior se rió.
En ese momento, el viento soplo. Era un viento fresco, dulce y veraniego, lleno de aromas de
hojas y hierba.
Voló a través de los árboles como si fuera a durar para siempre. ¿Y de dónde vino?
La fuente se asomó en medio del bosque, un gran espacio que se extendía desde cielo a la
tierra.
¿Era una aldea con forma de bosque? ¿O era un bosque que parecía una aldea?
El follaje se extendía hasta alturas insondables, las casas estaban hechas de árboles macizos y
huecos. Caminos entretejidos de enredaderas y hojas se extendían entre ellas.
Y los elfos, hermosos elfos vestidos con un atuendo impecable, caminaban por esos senderos
como si estuvieran bailando en el aire.
Los patrones que adornaban la corteza de los árboles eran muchos y variados, y el silbido de
las hojas llenaba el aire con su música.
Capa tras capa se extendía más y más hacia arriba, la aldea se extendía tan alto que
amenazaba con raspar el cielo.
“W-wow…” La Vaquera parpadeó, sus ojos brillaban, mientras el sonido de asombro se
escapaba de sus labios. Nunca había visto algo así en toda su vida, nunca había imaginado
que podría experimentar algo así mientras viviera.
Este era el tipo de lugar que ella se había imaginado cuando su viejo amigo había hablado de
querer convertirse en un aventurero. Ella dio un paso hacia adelante, luego dos. Ella estaba
de pie a su lado, y delante de ellos había una gran galería en espiral que subía y rodeaba
exterior de la aldea. Ella quería asomarse y mirar, pero él le advirtió:
“Es peligroso. Te caerás.”
“Oh sí. Pero mira…. ¡Esto es increíble…!”
Aun aferrándose a su brazo, Goblin Slayer sólo dijo:
“Sí”.

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La Vaquera hinchó sus mejillas fastidiada, pero había cosas menos insignificantes que
atender. Apoyándose en él, miró alrededor de la aldea de los elfos como si quisiera grabarla
en su memoria.
“Vaya. Ustedes, los elfos, saben cómo construir”, comentó el Chamán Enano con un toque de
decepción, de hecho, de derrota, en su voz.
“Lo hacen muy bien”, dijo Sacerdote Lagarto. “Mi propia aldea también está en un bosque,
pero no se parece en nada como esto.”
El Chamán Enano miró al elfo con el brillante casco.
“…¿Supongo que no necesitaron ayuda?”
“Las hadas nos ayudaron, enano”, contestó el elfo. “Naturalmente”.
“¡Heh! Eso sí que es importante. ¿Así que no lo hicieron con sus propias manos?”
La conmoción colectiva del grupo era sin duda esperada. La Arquera Elfa Superior se rió,
sacando su pequeño pecho, y dio suavemente un codazo a la Sacerdotisa, que estaba
sosteniendo su sonoro bastón. “Muy lindo, ¿no?”
“¡Sí, muchísimo!” ella asintió a la arquera, que estaba guiñando traviesamente. “No sabía que
existía un lugar tan maravilloso en este mundo.”
“¡Jeh-jeh-jeh! ¿Tú crees? ¡Aw, cielos…!”
La Arquera Elfa Superior sacaba su pecho mientras se hinchaba cada vez más con orgullo. La
Chica del Gremio empezó a reírse.
“La capital era un lugar bastante impresionante, pero esto…”
La Capital humana era encantadora, pero seguramente la escala de tiempo en la que había
sido construida era diferente. Este lugar no fue hecho por las manos de ninguna persona, sino
que fue construido por la propia naturaleza, una verdadera obra de los dioses.
La Arquera Elfa Superior corrió al frente de la fila con pequeños saltos como un pájaro.
Cuando abrió los labios, las palabras que dijo estaban en el lenguaje melódico de los elfos.

“Buenos días y buenas noches, por la luz del sol y de las dos lunas, en nombre de la hija de
Starwind le digo a sus amigos…”
Se volvió hacia ellos y abrió bien los brazos. Su pelo fluía detrás de ella como un cometa.
“¡Bienvenidos a mi hogar!”
Ella sonrió como un capullo en flor.

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Atravesaron un pasillo tejido de ramas y encontraron que su habitación era un agujero en un
gran árbol de zelkova. Una cortina de enredaderas colgaba sobre la entrada de la gran
cámara.
Una alfombra de musgos largos se extendía sobre el suelo, y había un escritorio y sillas que
parecían ser nudos extendidos del propio árbol. Hojas casi translúcidas se agrupaban frente a
la ventana, admitiendo la luz de la tarde con su suave calor. Las cortinas de enredaderas aquí
y allá deben ser las entradas a los dormitorios.
La única cosa en la habitación que sugería el trabajo de otra cosa que no fuera la naturaleza
era un tapiz elfico que parecía estar tejido de filamentos de rocío matutino. Las delicadas y
fluidas ilustraciones representan una serie de historias que se remontan a la Edad de los
Dioses. A diferencia de los mitos y leyendas que los humanos contaban, lo más probable era
que los elfos hubieran observado esta historia con sus propios ojos.
No había chimenea, por razones obvias, pero el calor del árbol mismo, temperado por la
brisa, era perfectamente confortable.
Mejor aún, toda la habitación estaba impregnada con el aroma de la madera.
La Vaquera respiró hondo, saboreando el olor, y luego lo dejó salir lentamente.
“¡Esto es increíble! Sólo he oído hablar de algo así en las historias”.
Ella se sintió mal, de alguna manera, entrando en la habitación con sus sucias botas de cuero.
Se metió tan silenciosamente como pudo, un paso, luego dos.
Al acercarse a una de las sillas, descubrió que en ella crecían hongos como un cojín.
Ella sonrió: realmente era como en un viejo cuento de hadas. Intentó sentarse suavemente. El
cojín se sentía suave e esponjoso debajo de su trasero mientras se hundía en él. Se encontró
exhalando de admiración.
“Vaya…. Esto es genial.”
“Um, bien…. ¡Déjame intentarlo…!”
Agarrando nerviosamente a su baston, la Sacerdotisa cayó en una de las sillas. Los hongos
soportaron su ligero cuerpo de forma muy capaz.
“¡Eek! ¡Ack! exclamó, como una niña pequeña, haciendo reír a Chica del Gremio.
Esta clériga era como una niña tratando de actuar como un adulto. Ella siempre aprovechaba
la oportunidad para divertirse cuando se presentaba.
“He conocido a algunos aventureros elfos, pero nunca he sido invitada a su hogar”, dijo,
estudiando atentamente la habitación. Pasó su mano por el tapiz de la pared. Mostraba a un
héroe mitad-elfo y a sus compañeros luchando por la Lanza del Dragón. Debe haber sido una
escena de alguna epopeya militar.

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“¿Cómo se hizo esto?” preguntó la Chica del Gremio. “¿Es esto otra cosa que hicieron las
hadas?”
“No fue hecho, pero tu conjetura no está del todo equivocada”, contestó el elfo con el
brillante casco, con un toque de cortesía hacia esta sabia mujer humana. “El bosque nos
brinda su afecto y crea la forma de estas cosas, una expresión de su poder.”
“Dicen que uno va a los enanos por viviendas robustas, a los rheas por comodidad, y a los
hombres lagarto por fortalezas,” dijo la Sacerdote Lagarto, barriendo su cola con gran interés
a lo largo de la alfombra de musgo. Dejó escapar un suspiro, aparentemente aliviado al ver
que incluso su largo y pesado apéndice no dejaba marcas en el revestimiento del suelo. “Pero
vaya, las casas de los elfos son intrigantes por derecho propio.”
“Escuchar eso de un hijo de los nagas es un cumplido ciertamente”, dijo el elfo con un gesto
elegante. Una muestra de respeto, uno podía suponer, por los valientes y antiguos hombres
lagarto que conocían tanto del círculo de la vida. Él añadió con desdén: “Me temo que,
ocupado como estoy con los preparativos de esta alegre ocasión, me ha faltado tiempo para
hacer de vuestras viviendas una muestra adecuada de cortesía…”.
La Arquera Elfa Superior, sin embargo, le dio un golpe sin piedad con el codo y le dijo con
los ojos parpadeantes:
“Hermano, no busques cumplidos”.
“Erk…”
“No me importa lo ocupado que estuvieras, apuesto a que esto llevó meses.”
Ella olfateó y luego saltó sobre el musgo y se sentó en una de las sillas.
“¡Me quedo con esta!”, exclamo ella, aterrizando en el cojín de hongos del asiento con la
mejor vista de la ventana.
La Arquera Elfa Superior parecía que iba a reclinarse y a extender sus piernas apoyándolas
en la ventana en ese momento. “Que grosera”, su primo frunció el ceño. “Si ella viera esto,
creo que le llevarías una buena regañada”.
“¿Escucharon eso? ¡Ni siquiera se ha casado todavía, y ya está diciendo “ella esto” y “ella
aquello” como si fuera su esposa!”. Ella replico con una voz que sonaba como una campana
tintineando, ignorando completamente la reprimenda de su primo. “Entonces. ¿Qué sigue?”
“Hrm. Sin duda están cansados por su largo viaje, así que les hemos preparado un baño y una
comida de mediodía”.
El elfo con el casco brillante frotó su entrecejo como si luchara contra un dolor de cabeza,
pero mantuvo la dignidad natural de su gente. Tal vez estaba acostumbrado a que su futura
cuñada lo regañara así. Después de todo, habían pasado dos mil años juntos antes de que ella
se fuera.
“¿Qué te gustaría hacer?”, preguntó él.

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“Voy a descargar el equipaje”, contestó inmediatamente Goblin Slayer. “Los goblins aún
podrían venir.”
A estas alturas, ya no es necesario describir las reacciones de sus compañeros ante esta
afirmación.
El elfo con el brillante casco se encontró mirándolo asombrado. Arquera Elfa Superior apoyo
una mano contra su mejilla y movió la otra como despidiéndolos.
“Yo también me quedaré aquí, entonces. Nunca se sabe cuándo podría venir mi hermana
mayor”. Hizo una risa resignada, a la cual los demás estaban acostumbrados. Por lo que,
todos asintieron a la vez.
“Creo que me conseguiré algo de comida mientras las damas realizan su baño.”
“Creo que estoy de acuerdo con ese plan.”
“¿Es-Están seguros?” preguntó la Chica del Gremio, parpadeando. Ya que, a pesar de lo
común que era que ella cuidara de los aventureros, eran pocas las oportunidades en las que
los aventureros cuidaban de ella. Una expresión ambigua apareció en su cara ante esta
situación poco habitual, y ella asintió con dudas. “Si están seguros de que está bien que
nosotras vayamos primero…”
“Nosotros iremos primero a nuestra manera. ¿No se debe dar prioridad a las mujeres en la
atención de su apariencia?”
“Bueno, entonces, muchas gracias. Estaré encantada de ir a lavarme el polvo y el sudor.” La
Chica del Gremio asintió una vez más, esta vez disculpándose, pero no tenía ninguna
objeción.
La Sacerdotisa se había bajado de su silla de hongos y ahora le daba una palmadita a Goblin
Slayer.
“¿Qué pasa?” preguntó el casco, volviéndose hacia ella. Ella lo detuvo con su pálido dedo.
“Goblin Slayer, señor, tiene que asegurarse de comer y bañarse, ¿de acuerdo?”
“Sí.”
Él no sonaba muy contento al respecto, pero la Sacerdotisa estaba satisfecha. Hinchó su
pequeño pecho triunfalmente.
Vaquera sonrió impotente.
“Oye, no vayas a agarrar las cosas de las chicas, especialmente las mudas de ropa.” Ella
concienzudamente remarco su punto. Siempre y cuando le advirtiera, ella sabía que él tendría
cuidado, pero si ella no decía nada, bueno, él era capaz de ser totalmente despistado.
“…¿Cuáles son esas?” Él sonaba un poco preocupado ahora.
Vaquera asintió.

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“Cogeremos algo de ropa para después del baño, así que intenta recordar de qué bolsas las
sacamos.”
“De acuerdo”.
“¡Pero no mires dentro de ellas!”
“…Quizás alguien aparte de mi debería encargarse de esas bolsas.”
“¿Qué?”, dijo la voz de Arquera Elfa Superior, sus oídos se agitaban y tenía una sonrisa
cruzando su cara. Estaba completamente segura de que dejar que Orcbolg se encargara de
todo el equipaje sería mucho más entretenido que dejar que alguien más lo hiciera.
“Supongo que, si dos mil años no te cambiaron, unos cuantos más no lo harían”, dijo el elfo
suspirando. Sintió que alguien le daba una palmada en la espalda, aunque era extrañamente
en la parte baja.
Se giró para ver la cara barbuda del Chamán Enano, con una mirada muy sabia.
“Bueno, guía el camino, Señor Novio”, dijo el enano. “Estoy seguro de que las damas están
ansiosas por su baño.” Le dio al elfo otra palmada alentadora y se rió a carcajadas. “A
diferencia de los elfos, nosotros, los mortales, no podemos detenernos debido a cada pequeña
cosa que se nos presente.”
<><><>
“¿Quieres saber por qué los elfos no comemos carne?”
“‘Claro. Sólo quiero entender por qué sólo me alimentan con hojas y fruta”.
“Es una cuestión de equilibrio, oh amigo que mora en la tierra.”
“¿Entonces quieres decir que se trata del número de criaturas que viven en el bosque? …Oh-
jo, este plátano está delicioso.”
“Pruebe también esta bebida, Honorable Sacerdote Escamoso. Contiene tapioca”. (NOVA:
La tapioca es un almidón extraído de las raíces de la yuca.)
“Ah, la raíz de la yuca. Mi gente es conocida por hervirla y comerla. Tal vez este sea el
secreto detrás de esos caramelos a la parrilla”.
“Bueno, retomando. Para que un animal crezca hasta la edad adulta se necesitan muchos
años, pero para que una fruta madure en un árbol se necesita un año como máximo, y el
suministro es abundante”.
“Hmm…. Bueno, supongo que debe ser agradable no tener que preocuparte por el suministro
de comida.”
“Además, no debemos temer ser devorados por los animales, ni abandonar el bosque.”
“Quieres decir que el ecosistema se vería amenazado si tuvieras que cazar para tu sustento
diario. ¡Ajá! Claro, ciertamente.”

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“Sí, por eso nos servimos sólo de pastos, frutas y bayas. ¿Lo entiendes ahora, enano?”
“Lo entiendo, pero no tiene por qué gustarme.”
El Chamán Enano miró el plato de champiñones que tenía delante, resoplando con muy poco
tacto.
El gran salón construido bajo las raíces de un árbol también servía como el comedor de los
elfos. En lugar de lámparas, varios brotes cerrados llenos de “chispas de mar” colgaban
alrededor de la habitación, y las mesas estaban llenas de comida. (NOVA: Noctiluca
scintillans, conocida comúnmente como chispa de mar, es una especie de dinoflagelado
marítimo que exhibe bioluminescencia.)
Había uvas y plátanos, tapioca y ensaladas que contenían una mezcla de hierbas y verduras,
junto con vino de uva y una bebida también hecha de tapioca. Cuando se trataba de elegancia
y atmósfera, y de calidad y cantidad de comida, incluso el Chamán Enano no podía encontrar
nada de qué quejarse.
Y sin embargo…
“No puedo imaginarme a mí mismo comiendo bichos…”
“Se reproducen rápidamente, y hay muchas variedades de ellos. Y para colmo, son
deliciosos”.
En el enorme plato frente al enano había un montón de escarabajos grandes, despojados de
sus conchas y hervidos. Le arrancó una pata a uno y la sumergió en la salsa; cuando la
mordió, la encontró crujiente y suave en la boca.
Tenía que admitir que estaba bueno.
Para los enanos, la comida no era menos importante ni menos honrosa que las gemas y las
joyas. Y como enano, el Chamán Enano, por su barba, no negaba cuando algo era delicioso.
Pero… pero aun así.
“Siguen siendo bichos, ¿no?”
“Yo mismo los encuentro deliciosos.”
“¡Hrmph! ¡Eres un primo de la selva de estos tipos…!” El Chamán Enano miró al Sacerdote
Lagarto, quien se tocaba los labios mientras mordía un insecto, con concha y todo.
Tal vez podrían evitar que las cosas parecieran insectos. O al menos agregarles un poco de
sal.
El plato tenía un ligero sabor a buenos ingredientes, pero era tan obvio que uno estaba
comiendo insectos. Eso era suficiente para que hasta el Chamán Enano perdiera el apetito.
“¡Oh, bien! Supongo que solo me queda conformarme con los dulces a la parrilla”.

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“Oh, ¿no te estás comiendo tu plato? Supongo que entonces, ajem, podría tomar una de estas
piernas…”
“Idiota”, dijo, apartando con una bofetada la escamosa y extendida mano. “¡Un enano nunca
comparte su comida con otro!” Y comenzó a llevar los dulces a su boca.
El centro húmedo del dulce tenía una dulzura distintiva; se decía que era la receta secreta de
los elfos. Tal vez había miel dentro de ellos; en cualquier caso, era nutritivo, y nunca parecía
cansarse de el, por mucho que comiera.
El Chamán Enano había estado metiéndose comida en la boca durante algún tiempo, las
migajas caían en su barba, cuando de improviso se congeló, de repente se le ocurrió algo.
“No me lo digas. ¿Estos dulces también tienen insectos…?”
“Dejaremos eso a tu honrada imaginación”, dijo el elfo con el brillante casco, ante el cual una
expresión difícil de describir se formó en la cara del Chamán Enano. Miró el dulce a medio
comer que tenía en la mano y luego se lo metió en la boca como si dijera ah, bueno, y se lo
tragó ruidosamente.
Mientras el Sacerdote Lagarto observaba al enano, tocó sombríamente la punta de su nariz
con su lengua y abrió las mandíbulas.
“Mientras residamos en su fortaleza… em, ¿es esa palabra apropiada en el caso de los elfos?”
“Este no es un lugar preparado para una batalla, pero en la medida en que nuestro líder viva
aquí, no te equivocas.”
“Entonces ciertamente desearía saludar a su líder.”
Esto provocó una leve sonrisa en los labios del elfo con el brillante casco.
“Ya hay una audiencia planeada para ustedes. De hecho, todos los que visitan este bosque
son como si ya estuvieran ante nuestro líder”.
“……….Ahh.”
Sacerdote Lagarto entrecerró los ojos y movió su cuello. El techo, que de hecho era el fondo
del enorme árbol que había sobre ellos, estaba muy lejos, iluminado por el suave resplandor
de las chispas de mar.
Se oyó el silencioso crujido de las hojas en el viento, acompañado por el sonido del agua que
fluía por las raíces.
Mientras un elfo no fuera asesinado y no deseara la muerte por si mismo, seguirían viviendo.
Entonces, ¿qué pasaba si uno deseaba la muerte…?
“Ya veo.”
Todo era parte del bosque. Parte de la naturaleza. Parte del ciclo. Uno simplemente se
desvanecía y se unía a todo lo que ya estaba aquí.

101
El líder vivía aquí. Este mismo lugar era el líder.
Levantando la vista con asombro, el Sacerdote Lagarto juntó las palmas de sus manos en un
extraño gesto. Aunque ellos lo veían de manera diferente, los hombres lagarto también veían
el regreso al ciclo como una especie de muerte ideal.
“Ofrezco mi más sincero agradecimiento por habernos concedido el privilegio de poder tocar
a quien supervisa este gran bosque.”
“Tu agradecimiento es aceptado”, dijo el elfo, mirando al Chamán Enano, que había
hinchado sus mejillas como para preguntar de qué se trataba todo este alboroto. “Saber que
hay alguien de más allá de nuestro bosque que entiende esto es una alegría que no esperaba.
¿Puedo preguntarte… qué piensas de este lugar?”
“Oh, la breve mirada que he dado sugiere lo ocupados que están todos”.
Y de hecho lo estaban.
La gran sala fue decorada con muchos tejidos en preparación para la boda, junto con arpas
hechas a partir de seda de araña. Pero con la excepción de unas pocas sirvientas, no había
señales de nadie allí, y mucho menos de artistas.
“¿Tiene todo que ver con la boda?”
“No todo”, respondió el elfo, tomando un sorbo de su bebida de tapioca como para unir sus
palabras. La copa de la que bebía era el cuerno pulido de un ciervo, y nada más, pero era una
obra de arte. “Últimamente ha habido muchos susurros en los bosques. Muchos han ido a
ver.”
“A ver Al Que Detiene Las Aguas, ¿quieres decir?”
“Así que hay cosas en el bosque que ni siquiera los elfos entienden”, dijo el Chamán Enano
con una sonrisa desagradable.
Sin dejar que desapareciera su elegante sonrisa, el elfo respondió:
“Entonces, déjame preguntarte, oh enano: ¿conoces todas las cosas que duermen en las
profundidades de la tierra?”
“…entiendo tu punto,” gruñó el Chamán Enano. “Me atrapaste.”
“¡Jeh-jeh-jeh! Mi señor Goblin Slayer seguramente preguntaría si esas cosas eran obra de los
goblins,” dijo el Sacerdote Lagarto, riendo alegremente y agarrando otra pata de insecto. Se
le escapo el comentario de que no tendría ninguna queja si hubiera algo de queso.
“Sobre ese punto”, dijo el elfo.
Sacerdote Lagarto asintió sobriamente.
“Mm. El queso es la leche de una vaca, una oveja o algo parecido, fermentada, como se
dice…”

102
“Eso no es lo que quise decir…. ¿Es él realmente el famoso Orcbolg, el Goblin Slayer? ¿El
hombre más amable de la frontera?”
“En efecto, lo es.”
“No lo parece.”
Lagarto Sacerdote giro sus ojos hacia arriba.
“Sé que puede parecer poco impresionante a primera vista. Pero, ¿qué te hace decir eso?”
“A mi prima parece que le ha caído bien”, dijo el elfo irónicamente, sonando como un
hermano mayor preocupado por su hermana pequeña. “Ella tiene una personalidad
bastante… única, muy parecida a otra persona que conozco… Erm, supongo que no hay
necesidad de escondértelo. Debería decir, que es como yo”.
“¡Jo! Eso es, er, eh, Señor Novio,” dijo el Chamán Enano, sonando revivido mientras
agarraba una taza de cuerno. El vino era débil, pero alcohol era alcohol. Era lo
suficientemente bueno como para agitar a un enano. “¿No hay nada que puedas hacer para
frenarla un poco?”
“Intentamos instruirla en artes más femeninas. Tejido, música, canciones y demás.”
“¿Y funcionó?”
“……………..Pasamos dos mil años en ese proyecto.”
“Ya veo…” Y esto es lo que tienen como resultado. Los tres se miraron mutuamente y
suspiraron al unísono.
“Sigo diciendo, sin embargo, que ella no es una mala mujer.”
“Sí, ya lo sé.” La respuesta del Chamán Enano fue breve, y luego movió su brazo y agarró
una pierna de su escarabajo. Exigió sal mientras la masticaba, la salsa volaba por todas partes
mientras se daba un festín con la carne.
Eructó diligentemente y luego tragó más vino, luego lanzo otro eructo.
“Admito que su incapacidad para ser una dama me desagrada, y que a veces desearía que se
calmara y actuara como si fuera de su edad”, dijo el elfo.
Sacerdote Lagarto entrecerró los ojos.
“Hmph”, resopló el Chamán Enano, como diciendo que no estaba del todo contento con esta
evaluación. “Mientras ella no nos estorbe, querido Novio, estaremos felices de tenerla con
nosotros”.
<><><>
Se oía un golpeteo, como de agua que caía, y se veía un rocío blanco.
¿Una cascada? Sí, había una.

103
Pero no era como las que caen sobre la superficie de la tierra. No era del mismo tipo que
aquellas sobre las que brilla el sol.
Este era un río que corría por las profundidades de la tierra, subía por la cascada, subía por el
gran tronco y seguía hacia el cielo.
Pasando el gran vestíbulo y bajando un tramo de escaleras, ahí había otra gran recamara.
Era una gran caverna de piedra tallada por el agua durante muchos miles de años, trabajada
hasta que tomo esta forma. La roca había sido trabajada por el incesante flujo hasta
convertirse en una espectacular caverna de piedra caliza. Era sorprendente ver una selva
tropical que también tenía estalagmitas que se elevaban desde el suelo, y estalactitas que
colgaban como hojas desde arriba.
Era un bosque de piedra. Un río fluía a través de él, tenía incluso una cascada y un lago
profundo y oscuro.
Ese lago emitía un débil brillo esmeralda.
El agua en sí misma, sin embargo, no era la fuente de ese brillo; era el musgo.
El musgo, que llenaba el lecho del lago, brillaba.
“Oh… Wow…”
Así que esto era lo que significaba quedarse sin habla.
Vaquera tembló ante este escenario de otro mundo, incapaz de decir nada. El aire húmedo
pero fresco del subsuelo soplaba sobre su cuerpo desnudo y bronceado envuelto en una
toalla.
Ella miró hacia atrás para ver a la sirvienta elfa que se retiraba con la ropa que la Vaquera se
había quitado.
La Vaquera miró dubitativamente a la Chica del Gremio, que estaba a su lado.
“¿De verdad crees que está bien que nos metamos en esto?”
“Dijeron que este lugar es para lavarse, así que creo que está bien.”
Tal vez ella estaba acostumbrada a este tipo de cosas, ya que parecía no dudar en exponer su
pulida belleza.
La Chica del Gremio echó un vistazo rápido alrededor y luego sumergió un dedo de su pie en
el agua. Ese escalofrío especial proveniente del agua de manantial subterránea le causó una
conmoción. Dio un grito involuntario, haciendo que la Sacerdotisa se riera.
“Es más cálida que el agua que usamos para lavar en el Templo”, dijo ella. Metió sus
delicadas piernas en la piscina, cerrando los ojos como saboreando la sensación.

104
“Ustedes las clérigas siempre parecen ser muy buenas en este tipo de cosas”, murmuró la
Chica del Gremio con algo que sonaba como resentimiento, después de lo cual se deslizó
lentamente hacia el lago.
La Vaquera, odiaba ser la única que aún quedaba en la orilla, se armó de valor y luego se
lanzo al agua.
“Eee…. ¡Y-yikes…!”
Ella sintió el suave musgo bajo sus pies. Pensó que estaba a punto de resbalar, pero casi de
inmediato se dio cuenta de que sujetaba su peso con firmeza. El agua estaba fría al principio,
pero pronto se acostumbró e incluso se sintió agradable.
Ella pensó que estaría bien aquí.
Eso la animó a sumergirse hasta los hombros; el agua la sostenía, y ella se balanceo
suavemente de un lado a otro en su abrazo.
“Ahh….” La Vaquera se encontró a si misma soltando un tranquilo y relajado sonido, su cara
se enrojeció. Miró a las otras dos chicas, cuyas expresiones eran muy parecidas a las suyas.
Eso la ayudó a relajarse.
“Tienes razón, es más cálida que el agua de pozo”, dijo ella. “Me pregunto por qué.”
“Una vez oí una historia que decía que hay un río de fuego que fluye bajo la tierra”, dijo la
Sacerdotisa. Ella ladeó su cabeza. Me pregunto si esa es la razón. Tal vez la Arquera Elfa
Superior o el Chaman Enano podrían decírselo.
“Ustedes los aventureros son realmente afortunados”, dijo la Vaquera. “Siempre yendo a
lugares como este.”

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“No siempre”, contestó la Sacerdotisa con una sonrisa ambigua.
Caverna, ruinas, ruinas, ruinas, caverna, caverna, ruinas, caverna….
Cuando pensó en sus aventuras, se dio cuenta de que la mayoría de ellas habían tenido lugar
en cuevas o ruinas. Y la mayoría de las ruinas a las que había ido terminaron quemadas, o
voladas, o inundadas con gas tóxico…
“…Bueno, aun así, no siempre.”
Ella tendría que hablar con Goblin Slayer para evaluar sus acciones con un poco más de
cuidado.
“Mucha gente se convierte en aventureros con la esperanza de encontrar tesoros escondidos”,
dijo la Chica del Gremio. Ella sujetaba su cabello con una mano para mantenerlo fuera del
agua mientras escuchaba la conversación de las otras chicas. “La confianza otorgada a un
saqueador de ruinas sin hogar y la que recibe un aventurero establecido es muy diferente.”
“Oh sí, eso tiene sentido.” La Vaquera asintió vigorosamente, gotas de agua saliendo volando
de su corto cabello. “A veces la gente se detiene en la granja para pedir algo de comer, pero
siempre me asustan los viajeros desconocidos.”
¿Y el alojarlos? De ninguna manera. Ella hizo un gesto con la mano con énfasis.
“Los aventureros porcelana también pueden dar un poco de miedo. Er, aunque no tanto las
jóvenes Sacerdotisas viajeras.”
“Aunque, ya soy Acero”, contestó la Sacerdotisa. El leve indicio de orgullo en su voz hizo
que la Chica del Gremio sonriera aún más.
La aun joven (a pesar de tener dieciséis años) muchacha puso una mano sobre su modesto
pecho, como si la insignia de nivel de acero estuviera colgada allí incluso ahora.
No había pasado mucho tiempo desde que pasó la entrevista de promoción y ascendió al
octavo rango.
“Aventureros… Vaya, aventureros”, dijo la Vaquera, mirando también a la Sacerdotisa.
“Recuerdo lo a menudo que pensaba en los aventureros cuando era niña.”
“Te gustaban mucho, ¿verdad?” preguntó la Chica del Gremio, ladeando la cabeza. Una gota
de agua cayó desde una estalactita, haciendo que pequeñas olas ondearan sobre la superficie
del lago.
“Er ¿Quién, yo? N-no los aventureros como tales, no,” dijo la Vaquera, estrechando su mano
de una manera que hizo más ondas.
“Ahh”, dijo la Chica del Gremio asintiendo con la cabeza. “¿Las princesas, entonces?”
“No digas eso.”
“¿O tal vez las novias de los héroes?”

107
“¡No me hagas decirlo!”
La Vaquera se hundió en el agua hasta las mejillas como si tratara de ocultar el color rojo de
su cara. Se sentó ahí en silencio, soplando burbujas a la superficie, como una niña pequeña.
Por un momento, el único sonido en la caverna fue el flujo del río subterráneo.
Piénsalo… ¿era realmente tan inusual?
Los niños siempre quisieron ser héroes, o caballeros, o cazadores de dragones, o aventureros.
Las chicas, también, tenían sus sueños.
Princesas o doncellas del santuario, hermosas novias. Quizás, esperaban, que alguna hada
podría algún día venir a llevárselas a casa con él.
Aunque al final, el encaprichamiento era simplemente encaprichamiento, y los sueños sólo
sueños….
“Pero…” Esta única palabra de la Sacerdotisa era como una gota de agua, y también causo
hondas por toda la habitación. “Creo que ser novia estaría bien.”
<><><>
“Voy a preparar las cosas”, dijo Goblin Slayer, sin molestarse en dejar escapar un suspiro. El
equipaje había sido depositado en sus respectivas habitaciones.
“¿Ah?” Exclamó la Arquera Elfa Superior. Ella estaba desparramada entre un gran montón
de ropa, mirando todo con tranquilidad. Algunas de las piezas eran triángulos invertidos,
otras eran como grandes cuencos; las observó con una mezcla de oohs y ahhs.
“Lo siento, aún no he limpiado”, dijo ella.
“Me dijeron que no las tocara.”
El comentario de la Arquera Elfa Superior fue sin malicia; Goblin Slayer, en cambio, sonó
frío.
Él obedientemente, no tocó ni miró la ropa interior de las chicas. En cambio, trajo el resto del
equipaje con su silencio habitual.
Al principio, la Arquera Elfa Superior, recostada en una silla, había declarado que ayudaría…
y éste había sido el resultado.
“Límpialo antes de que todas regresen”.
“…Sí, claro. Lo sé.”
Goblin Slayer ni siquiera se molestó en mirarla mientras hablaba, haciendo que la Arquera
Elfa Superior se enfurruñara un poco. Ella era la que había hecho este desastre, y ella lo
sabía, así que lentamente recogió la ropa interior.
“Oye, mira este. Es enorme. Podría meter toda mi cabeza aquí.”

108
“No me muestres eso. Y no riegues todo por todas partes.”
“¡No te preocupes, estoy trabajando en ello!” La Arquera Elfa Superior insistió, luego se
puso levemente en pie.
“¿Qué pasa?”
“El trabajo me da sed. Pensé que a los dos nos vendría bien un trago”.
“Ya veo.”
Él sólo contesto su comentario por cortesía, pero ella lo tomó como que estaba ce acuerdo y
se dirigió a la cocina.
Ella hizo un “hmm” y revisó el contenido de los estantes (que también eran huecos del
árbol).
“Oye, Orcbolg”, dijo ella, con las orejas hacia atrás, “¿Crees que debería prepararte un poco
de té a ti también? Sólo para que lo pruebes.”
“Si me lo das, lo recibiré.” No pareció interpretar nada de aquella oferta.
Hmm, dijo de nuevo la Arquera Elfa Superior, sonando disgustada. Rapidamente, se preparó
para hacer el té.
Primero, tomó algunas hierbas y especias, que había cogido casi al azar, y empezó a picarlas
con un gran cuchillo de obsidiana. Con la mirada puesta en las medidas, las puso en tazas
hechas de bellotas ahuecadas y vertió agua sobre ellas.
La jarra estaba hecha de mithril, una pieza única que mantendría el agua fría casi
indefinidamente.
Los enanos consideraban que el acero era su sirviente y el mithril su amigo, pero sería un
error imaginar que los elfos no sabían algo de metalurgia. Después de todo, lo que viene de
las profundidades de la tierra también forma parte de la naturaleza. El elfo con el casco
brillante podría haber dicho: “Ellos amablemente alteran sus propias formas para nosotros.”
Normalmente, se necesita bastante tiempo para hacer té frío, pero en esta tierra, se necesita
menos tiempo que en la mayoría. Cualquier elfo, aunque no fuera un hechicero, podía
simplemente hacer una petición cortés, y la naturaleza se doblegaba a su voluntad.
Para cuando la Arquera Elfa Superior había hecho un par de círculos perezosos en el aire con
su dedo índice, el agua en las tazas ya estaba teñida de color.
Ofreció una de las tazas a Goblin Slayer, que se había instalado en el suelo y estaba
desempacando su propio equipaje.
“No prometo nada sobre el sabor.”
“De acuerdo”, dijo Goblin Slayer, tomando la taza. Con el mismo movimiento, la tragó a
través de las aberturas de su visera. “Mientras no sea veneno, no me importa.”

109
“Vaya, me siento halagada.”
“Quise decir solo lo que dije”, dijo Goblin Slayer con indiferencia. “No tenía la intención de
halagarte.”
Con otro resoplido, la Arquera Elfa Superior se sentó en la silla, dejando que sus piernas
colgaran. Sorbió su té, ignorando la forma en que el cojín de hongos se movía debajo de ella.
“Oye, eso está muy bien”, dijo ella, parpadeando. Luego sonrió con una sonrisa felina. “Así
qué ¿Qué estas tramando, Orcbolg?”
Goblin Slayer estaba sentado firmemente en el suelo, haciendo algún tipo de trabajo.
Él había sacado tres tiras de cuero de vaca y las había juntado en un grupo, casi como si
estuviera haciendo una cuerda. La Arquera Elfa Superior bajó de su silla y miró por encima
de su hombro, observando los complicados movimientos de sus dedos. Ese revoloteo
inquieto era característica de ella.
“¿Recuerdas al campeón goblin?”
“…Sí.”
Para Goblin Slayer, la pregunta no era muy interesante, pero hizo que la Arquera Elfa
Superior frunciera el ceño profundamente.
Esa no era una batalla que ella quisiera recordar. Su dolorosa derrota en el laberinto bajo la
ciudad del agua seguía siendo un recuerdo desagradable.
“Eso fue hace apenas un año. ¿Cómo podría olvidarlo? Sacarme eso de la cabeza me va a
llevar al menos un par de siglos”.
“Esto es algo que he preparado contra encuentros como ese, o como el paladín goblin que
enfrentamos.”
“Hmm….”
Goblin Slayer trabajaba mecánicamente, tejiendo las tiras juntas. Las tres tiras al unísono
parecían difíciles de romper.
“Podría llamarlo algo muy pequeño. Es sólo una cuerda”.
“Ataré una roca pesada a un extremo.”
La cuerda era inusualmente larga. Podrían ser tres metros cuando la terminara.
Para la Arquera Elfa Superior, sin embargo, sentarse y tejer tranquilamente las tiras de cuero
juntas no parecía muy aventuresco.
“…Estoy impresionada en que pienses hacer algo tan voluminoso.”
“No lo venden en ninguna tienda.”

110
“No es realmente lo que quise decir.” La Arquera Elfa Superior suspiró, sus palabras eran en
parte serias y en parte sarcásticas. Luego dio de un segundo suspiro. “Si yo lo estuviera
haciendo…” Ella agarró una de las tiras que tenía Goblin Slayer cerca, junto con un par de
las piedras para lanzar del equipaje de Chamán Enano. “¡Creo que lo haré así!”
“…¿Qué tienes ahí?”
En vez de responder, la Arquera Elfa Superior puso su dedo en el medio de la correa y
comenzó a girarla. La piedra en el extremo giraba en un amplio arco, silbando por el aire.
“¿Oyes ese ruido que hace?”
“Sí. ¿Qué hay con eso?”
“¡Es divertido!”
“…Hrm.”
Goblin Slayer giró su casco de metal, atando una pesada piedra con seguridad al extremo de
su trenza de cuero.
Deslizó su dedo fuera del nudo, agarrando la cuerda; le dio una balanceada para comprobar el
peso.
Debe haberle gustado la sensación, porque se puso a envolver la piedra, dandole los últimos
toques al dispositivo.
“Estoy pensando en hacer varias. He oído hablar de este tipo de cosas antes.”
“Neato. ¡Me llevaré uno, entonces!” (NOVA: No tenemos ni idea de lo que quiere decir con
Neato… xD)
“¿Qué tal esta que acabo de hacer?”
“¡No! ¡Una diferente!”
“No hay problema.”
Tal vez fue porque la Arquera Elfa Superior estaba absorta en toda la diversión que estaba
teniendo en ese momento. O tal vez, debido a que había regresado a su hogar después de
tanto tiempo, pero ella había bajado la guardia.
Cualquiera que fuera la razón, sucedió algo que normalmente hubiera sido impensable para
ella.
Ejem.
No pudo detectar a la persona que estaba en la puerta hasta que oyó su voz.
“¿Puedo preguntar qué está pasando aquí…?”
La voz sonaba musical incluso cuando estaba molesta. No hace falta decir que su dueño tenía
las orejas en forma de hoja.

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Era una mujer de ojos dorados y cabello como un cielo estrellado. Una sola mirada dejaba en
claro su nobleza. Su pálido cuerpo, envuelto en un vestido de hilo plateado, era elegante y
alto.
Sin embargo, el busto que empujaba contra esa ropa daba una impresión de abundancia.
A veces una persona estaba más allá de toda descripción, no por una falta de palabras, sino
porque superaba la imaginación.
La princesa del bosque, con la cabeza adornada con una corona de flores, tenía una expresión
amenazante. La Arquera Elfa Superior se puso de pie en un instante.
“¡¿Qu-qu-qu-qu-qué?! ¡¿Her-Hermana Mayor?! ¡¿Por qué estás aquí?!”
“¿Por qué no debería estarlo? Escuché que habías venido a celebrar conmigo, así que pensé
en venir a saludarte…”

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“Err, ja-ja… Es-esto, quiero decir, no es realmente lo que parece…”
“Qué gran cantidad de ropa interior lasciva has traído.”
“Oh, Hermana, ¿sabes lo que es la ropa interior?” Murmuro la Arquera Elfa Superior, sus
palabras pasaron desapercibidas por los agudos oídos de su hermana elfa.
“¿Y qué con eso?” Preguntó la hermana, provocando un sonido de asfixia de la Arquera Elfa
Superior.
“Er, uh, esas cosas no son mías… son de mis amigas, ¿de acuerdo?”
“Aún peor, entonces. Revisando las pertenencias de otras personas.”
“Awwww….”
“Para tal caso tu…” Y una vez que sus palabras comenzaron, llegaron como un torrente,
como un poema épico.
“Tu piel está en muy mal estado. Tu pelo está revuelto. ¿Has olvidado toda moderación? ¿Te
estás cuidando bien?”
“Sé lo peligrosas que son las aventuras, y sé lo imprudente que puedes ser, ¿realmente estás
bien?”
“Te he preguntado si estás evitando misiones extrañas, y luego me dices que es un error
cuando aceptas una misión.”
“Después de todo, dicen que en todo el mundo, incluso los demonios están por detrás de los
humanos en la elaboración de planes insidiosos.”
“¿Cuántas veces te he dicho que tienes que escuchar atentamente a la gente y entonces pensar
con mucho cuidado antes de actuar?”
Por fin, la Elfa con la corona de flores, que había conducido sus regaños a su hermana
pequeña con la mayor elocuencia y aplomo, se calmó una vez más.
“He sido terriblemente grosera.”
“…”
Goblin Slayer no habló inmediatamente. Volteó su casco de acero hacia la Elfa, se quedó en
silencio un momento más, y finalmente agitó la cabeza y dijo:
“Está bien”.
La Elfa con la corona de flores, notando que su hermana había vuelto a organizar
asiduamente la ropa interior, dio un pequeño suspiró.
“Y… tú”, dijo ella, sus ojos se entrecerraban y una sonrisa crecía en sus mejillas y labios,
“debes ser Orcbolg”.
“Esa chica me llama así.”

114
Ah, así que eres tú. La elfa aplaudió.
“Sabía que en persona no serías como te describen en ninguna canción.”
“Las canciones son canciones”, dijo Goblin Slayer, agitando la cabeza. “Y yo soy yo.”
“Bueno….” Tee-hee. Su risa era como una campana tintineante. Sonaba muy parecida a la de
la Arquera Elfa Superior. “Gracias por cuidar siempre de mi hermana. Espero que no te esté
causando demasiados problemas”.
“Hmm,” Goblin Slayer gruñó, su mirada moviéndose tras su visera.
Las orejas de la Arquera Elfa Superior estaban caídas.
“No”, dijo él finalmente, agitando lentamente la cabeza. “Ella es de ayuda a menudo.”
Esto hizo que los oídos de la guardabosques se levantaran.
“Si alguna vez te encuentras con otro guardabosques o rastreador, o con un explorador o algo
así, por favor no dudes en dejar a mi hermana a un lado.”
“La capacidad no es la única…”
Pero Goblin Slayer se detuvo a mitad de su oración.
“¿Hmm?” La Arquera Elfa Superior ladeó la cabeza. Tal comportamiento era inusual de su
parte. “¿Qué pasa, Orcbolg?”
“Hmm. Nada.”
¿Hmmm? Preguntó Arquera Elfa Superior, siguiendo su mirada.
Encontró a una muchacha sirvienta, otra elfa, estaba arrodillada y esperando.
Ella estaba oculta un poco en la sombra, y su cabello era largo en un solo lado de su cabeza.
“Ah, ella es….” La princesa elfa con corona de flores se calló como si no pudiera hablar.
“Lo sé.”
El comentario casual hizo que los hombros de la sirvienta temblaran de sorpresa.
Goblin Slayer se puso en pie y se acercó audazmente a ella.
“Hey, uh, ¿Orcbolg?”
Ignoró el intento de la Arquera Elfa Superior de detenerle, sólo se detuvo frente a la sirvienta.
Luego, sin dudarlo, se arrodilló para que estuvieran frente a frente.
“Yo los maté.”
La sirvienta le miró, su mirada vacilo. Goblin Slayer asintió y luego continuó:
“Los maté a todos”.

115
Al oír eso, una sola lágrima salió del ojo izquierdo de la mujer y bajó por su mejilla.
Un movimiento de su cabello reveló el lado derecho de su cara. La hinchazón en forma de
uva ya había desaparecido.
Ella había sido alguna vez una aventurera.
<><><>
“Claro. Él fue quien la ayudó. Como pensaba.”
Una suave brisa llegó, atrapando el cabello de la Arquera Elfa Superior. El aliento del
bosque. El aliento de su hogar.
Ella inhaló profundamente, llenando su pequeño pecho con tanto aire como pudo. Entonces
ella respondió:
“Orcbolg no estaba solo, sabes.”
“Sí, lo entiendo.”
Una de las puertas de la habitación de invitados daba a un balcón. Estaba formada por
grandes ramas, unidas por enredaderas que se entrelazaban para hacer un lugar en el que se
podía estar de pie.
Tal arquitectura sólo podía encontrarse entre los elfos, pero lo que realmente merecía ser
comentado era el paisaje.
La aldea de los elfos estaba situada en un espacio abierto en medio de un mar de árboles,
como un atrio gigante.
Desde aquí, todo podía ser visto a la vez… aquí, se podía sentir el viento que soplaba a través
de todo.
Su condición de princesa elfa había impedido que la Arquera Elfa Superior supiera que
tenían estas habitaciones de huéspedes hasta este mismo momento.
Habían dejado a la sirvienta con Goblin Slayer; este parecía el mejor lugar para pasar el
tiempo hasta que dejara de llorar.
La elfa con la corona de flores sostuvo su cabello movido hacia atrás por el viento que
soplaba y se giró lentamente hacia la Arquera Elfa Superior.
“Tú la salvaste. Tú y tus amigos”.
“Tenía que hacer algo para mostrar mi lado bueno.”
Después de todo, ella había dejado el bosque por su propia insistencia. Dio una risita nasal
triunfante.
En respuesta, la elfa con la corona de flores le entrecerró los ojos a su hermana pequeña.
Apoyó un codo sobre la enredadera que servía de baranda, apoyándose en ella.

116
“Y ahora lo has hecho”, dijo ella. “¿Es suficiente, entonces?”
“¿Suficiente qué?”
“Kuchukahatari. Irte de aventuras.”
Las largas orejas de la Arquera Elfa Superior temblaban un poco.
“Aceptas un gran peligro por una pequeña recompensa, ¿no es así?”
“Er, sí….”
No había nada más que decir. El estatus de aventurero como tal puede estar garantizado por
el rey humano, pero sigue siendo un mercenario. Uno se ahondaba en las profundidades con
el arma en la mano, cortando y acuchillando y cubriéndose de sangre y barro.
La juventud y la muerte iban de la mano en esta profesión.
Desde que dejó su hogar, la Arquera Elfa Superior se había metido en todo esto.
“Luego está el asunto de tus compañeros. Un hombre lagarto es una cosa, pero no puedo
aprobar que estés con un enano día y noche.”
“¿No eres la hija de un líder de los elfos, aunque no siempre actúes como tal?”
La Arquera Elfa Superior frunció el ceño ante esta pequeña adición.
Ella era ciertamente una princesa elfa, pero ella estaba haciendo el trabajo sucio de los
humanos. Con, como su hermana se había esforzado en señalar, un enano.
La Arquera Elfa Superior sabía cómo se suponía que debía actuar una hermana pequeña en
esta situación. Ella por lo menos había adquirido suficiente moderación en dos mil años para
no ceder a sus emociones y quejarse.
“Seguramente, no hay ningún…”
“¡No! Definitivamente no lo hay.”
A pesar de sus intentos de mantener la calma, no pudo evitar reírse de esto.
Sí, las antiguas canciones de amor contenían algunas baladas que hablaban del amor entre
elfos y enanos, pero era justo decir que tales letras no la describían.
Mientras su hermanita se reía y agitaba la mano despectivamente, la elfa con la corona de
flores dio un triste suspiro.
“…Y luego está él.”
“¿Orcbolg?”
“Sí.”

117
La otra elfa asintió, su mirada fija en el horizonte. El bosque parecía extenderse para siempre
más allá de la aldea. Estos árboles habían estado creciendo desde la Era de los Dioses. Esta
madera.
Las hojas temblaban suavemente con cada ráfaga de viento, y se podía oír a las aves
aleteando.
Había una bandada de flamencos de color rosa pálido. La cortina de la noche empezaba a
caer sobre el bosque.
“Pensé que sería como el héroe de la canción”, dijo la Arquera Elfa Superior, el viento
acariciando sus labios mientras sonreía suavemente.

El Rey Goblin ha perdido la cabeza a causa de un golpe crítico.


Azulado, brilla el acero de Goblin Slayer en el fuego.
Así, el repugnante plan del rey llega a su fin,
Y la encantadora princesa se acerca a su salvador al fin.
¡Pero él es Goblin Slayer! En ningún lugar permanecerá,
y habiendo jurado vagar, a su lado a nadie tendrá.
Solo aire encuentra a su alcance la doncella agradecida…
El héroe ha partido, sí, sin nunca mirar atrás.

La Arquera Elfa Superior recitó la letra con sólo el viento como acompañamiento. Era una
canción de valor. La historia del héroe de la frontera que luchaba solo contra los goblins.
El asesino de los pequeños demonios: Goblin Slayer
A pesar de su tono audaz, cuando el viento se llevó las palabras, parecían inmensamente
tristes.
La elfa con la corona de la flor agitó las orejas como si quisiera despejar las sílabas del aire.
“…Él ciertamente no se parece a nada de eso.”
“Bueno, es sólo una canción.” La Arquera Elfa Superior levantó un dedo pálido y delgado,
dibujando un círculo en el aire.
Una canción es una canción. Y él es él.
“Aun así,” dijo ella, “admito que la espada de mithril es ir demasiado lejos.”
La elfa coronada bajó sus ojos mientras su hermana pequeña se reía. Si un hombre hubiera
estado presente, seguramente se habría postrado con la esperanza de quitarle su tristeza.

118
Una princesa de los elfos superiores debe ser la epítome de la belleza en todo momento y en
todas las cosas.
“¿Por qué estás con un hombre así?”
“¿Por qué? Hermana, eso es…”
¿Por qué estoy con él?
Hmm. Obligada a considerarlo por la pregunta, la Arquera Elfa Superior se sentó en la
barandilla… otro paso en falso.
Ella pateó sus piernas hacia adelante para que su cuerpo se inclinara hacia atrás, haciendo
que los ojos de su hermana se abrieran de nuevo.
Sin embargo, la Arquera Elfa Superior la ignoró. Habían sido así durante dos milenios. ¿Por
qué preocuparse ahora?
Pero me pregunto por qué.
Al principio, había sido porque necesitaba a alguien para matar goblins. Ella se había
interesado más porque él era un tipo de humano que nunca antes había visto, y entonces….
“Ya que todo lo que él hacía era pelear con goblins, pensé que era mi trabajo mostrarle lo que
era una aventura real por una vez en su vida.”
Sí, así era. Y por eso se había sentido cada vez más atraída por la caza de goblins y la
aventura. Contó con sus dedos, y descubrió que había estado en más de diez aventuras con él,
en el transcurso de más de un año de conocerlo.
“Cuanto más lo conozco, menos siento que puedo dejarlo atrás. Como que…. ¿nunca me
canso de él? Tal vez sea eso. Eso es todo.”
“…Y es por eso que sigues cazando goblins?”
“Sólo de vez en cuando.”
La Arquera Elfa Superior repentinamente levantó las piernas, volteándose hacia atrás por el
aire, de modo que terminó colgando boca abajo de la barandilla como un murciélago, desde
donde miraba a su hermana. Ella sonreía como un gato.
“Y cada vez, me aseguro de que él este en primera fila en una verdadera aventura.”
“Sabes…”, dijo la elfa con la corona de flores, su voz temblaba mientras miraba rápidamente
hacia el cuarto de huéspedes, “…cómo resultará esto, ¿no es así?”
La Arquera Elfa Superior nunca perdió la sonrisa ambigua en su rostro. Tampoco habló.
No tenía que hacerlo: la desesperación de un elfo que encontró que vivir era una carga no
necesitaba explicación.
“¿Entonces por qué…?”

119
“Cada uno de nosotros solo tiene una vida, hermana”, dijo la Arquera Elfa Superior,
volteándose de nuevo por el aire. Aplaudió para limpiarse el polvo, dejando que el viento
moviera su cabello mientras asentía.
“Ambos, elfos y humanos. Los enanos y los hombres lagartos no son diferentes. Todos
somos iguales de esa manera. ¿Verdad?”
“¿Es posible que tú…?”
Pero antes de que la elfa con la corona de flores pudiera terminar su pensamiento, un gran
aullido explotó como si proviniera de las profundidades de la tierra.
El sonido, no muy diferente a un trueno, hizo que la bandada de flamencos se elevara al aire
en pánico.
El agrietamiento de los árboles continuó, junto con una nube de polvo.
“¡Hermana, agáchate!”
“¡¿Qué?!”
La Arquera Elfa Superior instantáneamente se movió para cubrir a su hermana. Ella
instintivamente movió su mano hacia sus espaldas, pero su gran arco estaba en la habitación
de invitados.
Ella chasqueó su lengua, pero luego sus orejas temblaron, y una sonrisa se estremeció en los
bordes de sus labios.
Ella levantó su mano, y un instante después, el arco cayo en ella.
“¿Qué pasó?”
“Amablemente te digo que no tires las armas de la gente, por favor.”
Ella ni siquiera tuvo que darse la vuelta.
Habría un hombre allí, con un casco de acero barato y sucia armadura de cuero, con una
espada de una extraña longitud en la cadera y un pequeño escudo redondo atado a su brazo
izquierdo.
Goblin Slayer, en armadura completa, salió de la habitación tan tranquilo como siempre.
“¿Son goblins?”
“No lo sé.”
Él le arrojó su aljaba, y ella rápidamente la ató a su cintura, con sus orejas retorciéndose.
“Por favor…. cuida de mi hermana.”
“Lo haré”.

120
Goblin Slayer sacó una honda de su bolsa de artículos y cargó una piedra. Se agacho sobre
una rodilla, cubriendo la cabeza de la otra elfa con su escudo.
“Mantente abajo. Vuelve arrastrándote a la habitación.”
“¿T-te atreves a pedirme que me arrastre…?”
“Si hay goblins aquí, pueden tener arqueros con ellos.”
La Arquera Elfa Superior miró a escondidas a su hermana sin habla por el rabillo del ojo,
sonriendo todo el tiempo, y luego saltó a la barandilla del balcón.
Ella mantuvo el equilibrio sin ningún problema, y luego dio otro salto. Subió por el tronco
del gran árbol y luego salió por el borde de una de sus enormes ramas. Ella era tan ligera
como sólo puede serlo un elfo, ni siquiera rompió una rama o perturbo una sola hoja.
“…Mm…. ¡¿Hmmn?!”
Entonces sus ojos se abrieron de par en par. Ella vio algo que no podía ser.
Era una bestia enorme. Pisaba la tierra con piernas como pilares, y su cola hacia un sonido
audible al cortar el aire.
Algo así parecido a un abanico brotaba de su espalda, y su cuerpo, más grueso que una pared,
estaba cubierto de una piel dura.
Barría los árboles con cuernos como lanzas, y su lomo, que parecía un trono, tenía que tener
al menos 15 metros de altura.
La bestia giró su cuello largo como una cuerda, abriendo su gran mandíbula con colmillos.
“¡¡MOOOKKEEEEEEELLL!!”
“Ya veo”, dijo Goblin Slayer, mirando a la bestia desde el otro lado del balcón mientras el
aire temblaba. “Así que eso es un elefante.”
“¡No, no lo es!” le gritó la Arquera Elfa Superior.

121
122
Esta era la primera vez en su vida que ella veía a esta criatura. Pero todos los elfos que
habían crecido en la selva lo sabían.
“¡Emera ntuka, mubiel mubiel, nguma monene!” Asesino de monstruos acuáticos, criatura
con un abanico en la espalda, Gran Señor de las Serpientes.
En otras palabras….
“¡¡Mokele Mubenbe…!!” Aquel Que Detiene las Aguas.

123
Capítulo 4: La Batalla con la Bestia
Goblin Slayer y la Arquera Elfa Superior estaban bajando a través del árbol zelkova más o
menos al mismo tiempo que sus amigos estaban saliendo de la raíz.
Se unieron frente a la fortificación de los elfos, pero instintivamente se detuvieron ante el
ruido de los árboles siendo destruidos que se oía a lo lejos.
“¡¿Qué está pasando?!” El Chamán Enano gruñó.
“Un monstruo llamado como sea, está armando un alboroto”, contestó Goblin Slayer, una
explicación que apenas explicaba nada. Luego miró a su alrededor. “¿Qué hay de las otras
dos?”
“Oh, sí. Pensé en pedirles que volvieran a la habitación y esperaran allí”.
La respuesta vino de la Sacerdotisa, cuyo cabello y piel aún estaban húmedos. Debe haber
venido de la zona de baño con mucha prisa. Sus mejillas estaban enrojecidas y tenía una
mano en su pecho para disminuir su respiración y pulso.
“Probablemente sea seguro allí”, agregó.
“Así que nos cruzamos.”
Bueno, está bien.
Goblin Slayer llegó a su conclusión rápidamente.
Difícilmente podría haber un lugar más seguro que el interior de un baluarte elfo… aunque
no se pueda decir que ningún lugar sea completamente seguro. El hecho de que él no pudiera
verlas sería una dificultad, pero había muchas dificultades aquí. No serviría de nada
preocuparse por una más.
“¡¡¡¡¡MBEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!”
Los continuos gritos de la bestia ahogaron los gritos de los elfos, incluso cuando los
guerreros elfos, cazadores, saltaban de hoja en hoja, con aljabas con flechas en sus espaldas.
“Parece que van a luchar”, dijo el Sacerdote Lagarto, acariciando su mandíbula; él era el
único que parecía divertido por toda la situación. “No preguntaré si los elfos tienen destreza
en la batalla. Como mínimo, dudo que no tengan experiencia”.
La guerra ha sido el camino del mundo desde la Era de los Dioses. Por mucho que los elfos
hubieran deseado un lugar pacífico y seguro para vivir, seguramente no podrían haber
evitado el combate. Tenía que haber muy pocos elfos que nunca se habían enfrentado a las
fuerzas del Caos, con un arco en la mano.
“Ese es Aquel Que Detiene Las Aguas”, dijo la Arquera Elfa Superior. “Si lo matamos y se
crea una represa en el río, habrá verdaderos problemas”.

124
Ella sabía la respuesta. Mientras tomaba su arco, encajando casualmente una flecha en él,
parecía tener dificultades para moverse. Sus oídos temblaron una vez, y luego otra,
absorbiendo los sonidos que la rodeaban.
“La Hidra de Lerna…. Así es como la llaman los humanos.”
“¿…?” La Sacerdotisa la miró con sorpresa. “Pensé que las hidras tenían muchas cabezas.”
“Esa todavía es joven.”
“Aunque ha existido desde que yo era una niña”, murmuró oscuramente la Arquera Elfa
Superior.
“En cualquier caso, es una criatura que demanda respeto. Es más de lo que podemos
manejar”.
No tengo ni idea de si podemos ganar. Sus palabras hicieron que la Sacerdotisa asintiera con
seriedad.
“Así que estás diciendo que tenemos que evitar que se acerque de alguna manera, hacer que
vuelva al bosque.”
Eso sería más que difícil, pero aun así….
La Sacerdotisa, sin embargo, agarró su sonoro bastón con fuerza con ambas manos y dijo con
una mirada de determinación: “¡Haremos lo mejor que podamos!”
Alguien se rio… una risa despreocupada y relajada, como si de repente se dieran cuenta de
que se estaban divirtiendo. El Sacerdote Lagarto vio a la criatura a lo lejos y dijo
jovialmente: “Nunca pensé que sería bendecido con la oportunidad de darme un festín con un
antepasado de los grandes nagas. ¡Excelente!”
“…No te lo comas, ¿de acuerdo?” La Arquera Elfa Superior lo miró como si no estuviera
segura de si estaba hablando en sentido figurado; el Sacerdote Lagarto abrió sus mandíbulas
con la mayor seriedad. “¡Señorita guardabosques, subamos al cuello de ese monstruo y
clavemosle una flecha en el ojo!”
“¡Te dije no podemos matarlo!”
“¿No puedes dispararle en el pie o dar a un tendón?”
“…A veces los seres vivos mueren solo por el shock de ser disparados, ¿verdad?”
“Es una hidra, no una pulga.”
“Pero”, dijo Goblin Slayer en voz baja, alejando la mirada del monstruo invasor, “en
cualquier caso, tendríamos que acercarnos lo suficiente para disparar una flecha”.
La criatura ya era visible más allá de los árboles caídos.
El gran monstruo de color fresno caminaba sobre sus patas en forma de tronco, su cola y
cuello gigantescos barrían con los árboles.

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Parecía un dragón, pero no lo era. Parecía un lagarto, ¡pero no lo era!
El Sacerdote Lagarto no pudo evitar dar un grito de admiración al ver ante sus propios ojos a
la mitad bestia, mitad criatura divina, que se dice que acompaña a los arco iris.
“¡Oh! ¿Así se veían los Braquiosaurios o Brontosaurios, o incluso los Alamosaurios?” Dio un
gran aullido animal mientras ofrecía la oración emocional a sus antepasados. “¡Nunca
imaginé que vería algo así en este lugar…!”
“Miren. Ahí, sobre su espalda”, dijo en voz baja Goblin Slayer, y ellos hicieron lo que él dijo.
“¡Hrm….!” Era imposible decir de quién en el grupo provenía el gruñido.
La espalda de Mokele Mubenbe debe haber estado al menos a 15 metros de alto. Cada vez
que la criatura se movía, las protuberancias en forma de abanico en su espalda hacían un
sonido crepitante.
Pero eso no era todo.
Entre las espinas de su espalda había sombras retorcidas.
Las sombras se aferraban a algo, moviendo los brazos con locura y parloteando.
“¿Es esa una… silla de montar?”
La Arquera Elfa Superior parpadeó, asombrada por algo que no podía ser.
“¡¿Goblins?!”
Y así era.
Goblins, aferrados a la espalda de Mokele Mubenbe, escupitajos sucios que salían volando de
sus bocas mientras aullaban.
La Arquera Elfa Superior los recordaba.
Eran las terribles criaturas que los habían atacado primero en la granja, y luego ayer en el río.
“Jinetes goblins…” La voz de la Sacerdotisa temblaba al ver por primera vez algo increíble.
Tenía sentido ver a los goblins en los lomos de lobos grises. Incluso los caballos o los burros
no habrían sido tan aterradores.
Pero… pero… oh, sí.
“¿Son esos goblins…dragoons…?” (NOVA: Los Dragoons son una clase de infantería
montada, que usa caballos para movilidad, pero desmonta para luchar a pie. Regimientos
de Dragoons fueron establecidos en los ejércitos de europeos durante el final del siglo 17 y
comienzos del siglo 18)
“No parecen tener las riendas”, dijo suavemente Goblin Slayer, simplemente informando
sobre los hechos.

126
“Ciertamente”, el Sacerdote Lagarto estuvo de acuerdo. “Aun así, incluso uno que no sabe
montar puede espolear a un caballo… Supongo que eso es lo que tenemos aquí.”
“¿Qué piensas al respecto?”
“Los jinetes no me asustan en lo más mínimo. Sin embargo…” el Sacerdote Lagarto puso
una mano en su mandíbula y movió sus ojos, mirando pensativamente al monstruo saurio.
“Dicen que, si quieres detener al general, primero debes matar a su caballo. Así que supongo
que si desea detener a un caballo, primero debe matar al general”.
“Estoy preparado para eso.” Goblin Slayer miró brevemente hacia el balcón de la habitación
en la que se les había dado alojamiento. “En cualquier caso, mataré a los goblins. No hay
razón para dejarlos vivir”.
“¡Deja que yo me encargue!” Dijo la Arquera Elfa Superior, levantando inmediatamente su
mano. Su voz era alegre, pero estaba mirando fijamente a Mokele Mubenbe y a los goblins
en su espalda. “Francamente, estoy empezando a cansarme un poco de los goblins. Ayer,
hoy…. ¡Y en mi hogar, nada menos!”
Goblin Slayer asintió. Luego le dio una palmadita en el hombro a la Arquera Elfa Superior.
Sus orejas temblaron.
“Retendremos a esta bestia, como quiera que se llame, aquí. Ustedes dos, ayúdenme”.
“Claro que sí”, dijo el Chamán Enano.
“Por supuesto”, añadió el Sacerdote Lagarto.
La Arquera Elfa Superior aún estaba tiesa por haber sido tocada en el hombro.
¿Podría el juicio de Goblin Slayer en un momento como éste…? No.
Cada vez que ella lo había visto dejar que alguien hiciera algo durante el último año, siempre
se había basado en una firme comprensión de la situación. Había una razón por la que le
habían confiado a este extraño y bizarro aventurero el liderazgo de su pequeña banda.
“Um, ¿qué hay de mí…?” preguntó la Sacerdotisa con indecisión.
La instrucción de Goblin Slayer llego sin duda alguna. “Prepárate para administrar primeros
auxilios. Si matarlo es malo, supongo que tampoco debería estar herido”.
Y así se estableció el plan.
La Arquera Elfa Superior cogió su arco y empezó a buscar una oportunidad para lanzar un
ataque sorpresa, mientras el Chamán Enano metió la mano en su bolsa de catalizadores. El
Sacerdote Lagarto agarró algunos colmillos y comenzó a rezar, mientras que la Sacerdotisa
se aferró a su bastón y suplicó a la Madre Tierra.
Goblin Slayer estaba alistando sus propios preparativos cuando…
“¡Oigan, todos ustedes! ¿Qué están haciendo?”

127
Una voz aguda vino volando hacia ellos. El elfo con el casco brillante, que había estado
haciendo una ronda por la aldea, se acercó a ellos cubierto de sudor, parecía ansioso y
emocionado. Presumiblemente, había estado evacuando a las mujeres y los niños que habían
estado afuera.
“Oh, hola, hermano. Mira, no te preocupes.” La Arquera Elfa Superior sonrió, totalmente
tranquila. “Estamos acostumbrados a este tipo de cosas.”
“¡Pero…!”
“Este”, dijo Goblin Slayer, interrumpiéndolo, “es mi trabajo”.
Con esta última y silenciosa declaración, Goblin Slayer desenvainó su espada, girándola con
su muñeca.
Eran goblins a los que se enfrentaban.
Goblins.
La respuesta era obvia.
“Matar goblins es mi trabajo.”
<><><>
Los árboles caían. Aullidos sonaban.
La bestia apareció, con sus colmillos yendo a todas partes, tratando de matar todo lo que
veía; no prestó atención alguna a los goblins que tenía a sus espaldas.
Si el objetivo de los pequeños demonios era ponerle las espuelas a este monstruo y volverlo
loco, habían cumplido su misión.
Pero como si todavía pensaran en el monstruo como su montura, continuaron sosteniendo las
riendas y escupiendo abusos hacia él. No es que el parloteo de algunos goblins cambiara
nada.
Mokele Mubenbe no era esa clase de criatura.
“¡GOO! GRRB!!!”
“¡¡MBEEEEMMMBE!!”
Sin embargo, seguía siendo una criatura que amenazaba el hogar de los elfos.
El gigante llegó atronando a través del bosque, cada vez más cerca de la aldea.
¡Si cabalgan en esa cosa hasta el centro de la aldea…!
Pero los elfos que corrían entre los árboles, tratando de vigilar la situación, no podían hacer
nada al respecto. Llamaron a los espíritus de la tierra y los árboles para que los ayudaran,
levantando barreras en su camino. Mokele Mubenbe las atravesó fácilmente, pero era mucho
mejor que no hacer nada.

128
Casi ninguno de los elfos soltó una flecha contra el dios-bestia.
O, se suponía que no debían…
“¡Hnn… yah…!”
La Arquera Elfa Superior, moviéndose como una ráfaga de viento, era una de las pocas
excepciones.
Ella corrió a lo largo de una rama, se balanceó sobre una vid, se lanzó por el espacio, y luego,
con un elegante movimiento, lanzó volando un proyectil con punta en forma de capullo.
Cortó el aire, pero luego rebotó en una de las aletas traseras de Mokele Mubenbe con un
golpe sordo.
“…Grr.”
Su enemigo se movió más rápido de lo que ella esperaba.
Esos elfos que eran sus mayores levantaron un coro de indignación hacia su impetuosa
hermana menor, pero la Arquera Elfa Superior no se distrajo con sus errores. Ella lamio sus
labios brevemente y luego salto del suelo, luego a la corteza de un árbol, y en un parpadeo,
estaba acelerando de nuevo.
Ella alcanzó al monstruo gris sin ningún esfuerzo, y luego saltó hacia las ramas, agarrándose
al musgo de la corteza.
“Sé que no es muy educado, pero… ¡Yah!”
Usando una mano y un pie, saltó hacia adelante, manteniendo su equilibrio, mientras que con
la otra mano agarró su arco y puso una flecha en su boca. Tiró de la cuerda con los dientes y
la soltó.
“¡¿GOORB?!”
Hubo un grito.
La flecha con punta de capullo había pasado limpiamente las placas de la espalda de Mokele
Mubenbe y atravesado el ojo de uno de los jinetes duendes. La criatura, con el proyectil
alojado en su ojo derecho, se retorció y gritó hasta que se cayó de la espalda del monstruo y
fue aplastado. Todo lo que se podía ver debajo del pie de Mokele Mubenbe eran cuatro
extremidades.
“¡Se fue por ahí!”
“¡Hmm!”
Fue el Sacerdote Lagarto quien respondió al grito de pánico de la Arquera Elfa Superior. Él
plantó ambos pies en la tierra, extendió sus brazos y bloqueó el camino de Mokele Mubenbe.
Una bestia desbocada se dirigía directamente hacia él a través del bosque, pero ni una sola de
sus escamas temblaba; ni un solo músculo de su cola temblaba.

129
“Este es un oponente digno y glorioso. ¿Tendremos un combate aquí y ahora?”
Las grandes mandíbulas del hombre lagarto se abrieron con una sonrisa y se le escapó una
risa salvaje.
¡Qué honor obtendría si se llevara la victoria! Y si muriera aquí en batalla, al menos ganaría
tiempo para sus amigos. No le importaba mucho en qué dirección caían los dados. Había
reafirmado su determinación y ahora seguiría adelante.
Pocos hombres lagarto fueron bendecidos con la oportunidad de enfrentarse a un antepasado
de los grandes nagas en nombre de sus amigos.
¡Maravilloso!
El Sacerdote Lagarto respiró hondo, llenando sus pulmones con el aire húmedo del bosque, y
pensó claramente en la muerte. Como todo hombre lagarto, consideraba que la muerte en
batalla era el más alto honor, pues como todos ellos, esperaba llegar a ser un alma que
pudiera proceder audazmente a la tierra de los naga en el centro de la siempre cambiante
rueda de la vida.
“¡¡¡Iiiiiiiiiiiiiiiiiyyyahhhhhhhhhhhhhhh!!!”
Tomando prestada la fuerza de sus antepasados, el Rugido del Dragón del propio Sacerdote
Lagarto salió de su boca como un aliento de fuego. El aire caliente que expulsó de sus
pulmones hizo que todo el lugar se sacudiera y temblara mientras volaba hacia el mundo.
“¡¡MOOOOOOOBMMBE!!” Mokele Mubenbe gritó a su vez. Pisó el suelo con sus patas
traseras como si desafiara al hombre lagarto que estaba ante él, sosteniendo sus patas
delanteras en alto.
Era imposible decir si una criatura tan vasta y grande estaba realmente intimidada por el
Sacerdote Lagarto. Pero en cualquier caso, el aventurero había logrado despertar la ira del
monstruo ante un desafío impertinente.
Las patas delanteras levantadas cayeron sobre el Sacerdote Lagarto como martillos
gemelos….
“Beban profundo, canten fuerte, ¡dejen que los espíritus los guíen! Canten fuerte, den un
paso rápido, y cuando se vayan a dormir los verán, ¡que en sus sueños haya una jarra de vino
de fuego para saludarlos!”
El monstruo se tambaleó y tropezó. Sus pies se estrellaron contra la tierra, arrojando barro,
muy lejos del Sacerdote Lagarto.
“¡Hmm! Bueno. Santo cielo.”
“¡Llámalo un empate y sigamos adelante, Escamoso!”
Era el hechizo Estupor. El Chamán Enano, que había aparecido al lado del Sacerdote Lagarto
sin que él se diera cuenta, tenía en una mano la jarra de vino que le permitía usar esa magia.

130
Ellos podrían estar en una aldea de los elfos, en medio del bosque de los elfos, pero los
espíritus todavía tenían una profunda afinidad por los enanos. Y por los dioses.
“MOKEEEEEKEKELE…”
Mokele Mubenbe, que había absorbido no poca cantidad del hechizo, agitó la cabeza con
incertidumbre.
“¡Bien, todo listo, Corta-barbas!”
“Bien”.
Ahora Goblin Slayer, que había estado esperando junto a la raíz del árbol gigante detrás de
ellos, se puso en acción. Rápidamente sacó un objeto parecido a un huevo de su bolsa,
lanzándolo con un simple y suave movimiento.
“¡¿¡¿¡¿MOLLLLKEEEEEEL?!?!??!”
El objeto golpeó al monstruo en la cara, despertándolo, pero también provocando que gritara
y estrellara de dolor.
El huevo estaba lleno de un polvo cegador compuesto de pimientos e insectos triturados. No
era ni remotamente agradable ser golpeado con el.
Ahora incapaz de ver, y sin poder pensar con claridad, Mokele Mubenbe comenzó a agitarse
alocadamente. Su cuello, sus cuernos, su cola, las placas en su espalda, estaban en todas
partes a la vez, como un tifón localizado. Si uno se acercara descuidadamente, pronto se vería
obligado a retroceder.
“Entonces, ¿qué hacemos?” La Sacerdotisa preguntó desde su lado, su expresión era tensa.
Debía estar nerviosa. Goblin Slayer, sin embargo, no parecía preocupado por su mirada
implorante.
“Le hemos robado su capacidad de pensar”, contestó con calma. “Ahora, lo terminamos.”
Levantó una mano sobre su cabeza.
“Suéltenlo”.
“Um, ¿estás seguro? ¿Está bien?”
Sobre ellos, la Vaquera miraba por encima del borde del balcón que sobresalía del gran árbol,
claramente indecisa.
“No me importa.”
Bien. Ella asintió, sin parecer totalmente convencida, y luego agarró la cosa que estaba en el
suelo.
Era bastante voluminosa y pesada; incluso con los músculos que había desarrollado
trabajando en la granja, le costó algo de esfuerzo.

131
Ella miró a la Chica del Gremio frente a ella, agradecida de que fueran dos haciendo esto.
“De acuerdo, tomaré este lado…”
“Muy bien, yo me encargo de este. Sólo da la orden y lo levantaremos”.
“Mm. Bien…. ¡¡Ahora!!”
Las dos chicas levantaron la cosa del suelo y luego la arrojaron: casi podría haber sido
descrita como un manojo de cuerdas.
Específicamente, era el manojo de correas de cuero en las que Goblin Slayer había estado
trabajando hasta hace unos pocos momentos antes.
Golpeó el suelo con un gran impacto, retorciéndose como un ser vivo.
“¡Eek!” La Sacerdotisa no pudo evitar saltar hacia atrás, pero Goblin Slayer simplemente
agarró el extremo de una de las correas.
“Ustedes dos, quédense ahí arriba.”
Una voz le contesto desde arriba: “¿Estás bien?” Pero él agitó la mano como si les dijera
que se quedaran atrás y luego se puso la red en la espalda. El Sacerdote Lagarto tomó uno de
los extremos colgantes con considerable interés.
“¿Y qué haremos con esto?”
“Lo lanzaremos”, dijo Goblin Slayer. “Y las enredaremos en las piernas de la criatura.”
“¿Enredar? ¿Crees que eso será suficiente?”
“Si no lo es, pensaré en otra cosa.”
“Eres muy lógico”.
Los dos guerreros corrieron ágilmente, manteniendo la distancia perfectamente.
“Oh-jo”, dijo el Chamán Enano, saltando hacia atrás; desde su posición elevada, la Arquera
Elfa Superior dejó salir un impresionado “¡Huh!”
Un paso, dos, tres.
Mientras terminaban de acercarse, Goblin Slayer tiró la red despreocupadamente.
Por supuesto, Mokele Mubenbe no se dejó engañar tan fácilmente. La bestia casi divina pisó
la red con su pie gigante. La onda de choque hizo que las correas vacilaran.
La rebotante red atrapó el pie del monstruo. Los extremos y bordes se engancharon en los
árboles y se enredaron aún más.

132
“¡Jo!” Observando la situación, el Sacerdote Lagarto se acarició la mandíbula
apreciativamente. “Un buen plan ciertamente.”
“Todavía no lo sabemos.”
“Pero incluso si no hacemos nada más, la red debería seguir atrapándolo.”
Con su visión limitada, el monstruo luchó con fuerza, aullando y sacudiendo el suelo. Pero
cada vez que lo hacía, la red quedaba cada vez más atrapada en ramas y arbustos.
Cuanto más intentaba escapar, más las pesadas piedras atadas a la red ralentizaban sus
movimientos….
“¡¿¡¿MBEMBEMBEMBEMBE?!?!”
Finalmente, la criatura alcanzó su punto de quiebre.
El enorme cuerpo de Mokele Mubenbe, con las cuatro extremidades ahora sujetas, comenzó
a inclinarse.
Y una vez que el movimiento comenzó, no había forma de detenerlo.
El monstruo no pudo hacer otra cosa que más que caer.
Mokele Mubenbe se derrumbó sobre el suelo con un estremecedor golpe.
“… ¿T-Tú lo derribaste…?” preguntó la Sacerdotisa, aturdida.
“En el sentido más literal, sí.”
Una nube de polvo llenó el aire, y el lamentable llanto del monstruo pudo ser escuchado.
Goblin Slayer agitó la cabeza hacia la joven clériga, y ella asintió con un pequeño
movimiento de cabeza. Entonces ella agarró su sonoro bastón, cerró los ojos, susurró
rápidamente el nombre de la Madre Tierra, y comenzó a orar… por todos los goblins
muertos.
“…¿Estás satisfecha?”
“Sí.” Ella asintió. “¡Yo me encargaré de los primeros auxilios!”
“Está bien.”
“Creo que podría ir contigo”, dijo el Chamán Enano, golpeando su barriga y causando una
ondulación en los espíritus de su jarra. “Si esa cosa parece que va a causar algún problema,
puedo volver a lanzarle Estupor.”
“Siento molestarte, pero te lo agradecería”.
La Sacerdotisa se fue dando pequeños pasos, seguida de los pasos claramente más pesados
del Chamán Enano.

133
Mokele Mubenbe gimió penosamente, proyectando un aire de ansiedad, pero luego llego el
conjuro sanador de la Sacerdotisa: “Oh, Madre Tierra, llena de misericordia, pon tu venerada
mano sobre las heridas de este niño”, y las heridas de la criatura fueron sanadas.
La voluntad divina estaba presente. Esta criatura, más dios que bestia, debería entender eso.
Así, Mokele Mubenbe se quedó cada vez más quito. Goblin Slayer por lo tanto lo ignoró y se
movió bruscamente a su siguiente destino.
Eran los cadáveres de los goblins que habían sido aplastados bajo el monstruo, no es que
nadie sintiera pena por ellos.
“…Hmm.”
Los cuerpos se habían convertido en charcos de sangre, tripas y huesos, con trozos de
armaduras de cuero mezclados. Aunque sus antiguas armas estaban ahora demasiado rotas
para que él estuviera seguro, parecía que habían estado llevando dagas. Como mínimo, los
armamentos no eran de piedra. Eran de metal…. cuchillas de acero. Estaba seguro de que
alguien debía estar produciéndolas.
“…¿Dónde aprendiste a tender una trampa como esa?”
La voz le llegó de repente.
“Es un método antiguo para atrapar presas grandes”, contestó Goblin Slayer.
El elfo con el casco brillante estaba allí, habiendo llegado tan repentina y silenciosamente
como el viento. Tenía uno de los enormes arcos de los elfos colgado de su espalda, y a la
cadera un manojo de cuerdas que parecían estar hechas de enredaderas.
“Enredas sus pies y dejas que la presa haga el resto. Y pensar que tenías una cosa así
preparada de antemano”.
“Ya había oído hablar de este ‘elefante’ de antemano, después de todo.”
“…¿Disculpa?”
El elfo se inclinó junto al Goblin Slayer, pero el Goblin Slayer apenas lo miró. “¿Hay otras
aldeas más adentro? ¿Incluyendo cualquier otra que no sea de los elfos?”
“No, no hay otras aldeas. Incluso los curanderos que vienen de la ciudad se detienen en los
límites del bosque. No es que haya habido muchos de ellos recientemente…” El elfo puso
una mano pensativa en su barbilla. “De vez en cuando, los aventureros viajan aquí buscando
hierbas especiales o la piel de algún monstruo para fabricar algo, pero…. Bueno, no vuelven
a salir.”
“Ya veo”, dijo Goblin Slayer asintiendo con la cabeza; tomó el cuchillo en su mano y lo puso
en su cinturón a la altura de su cadera. “…ya veo.”
“Creo que nunca recibí una respuesta adecuada.”

134
“Mi padre era el cazador en jefe de mi aldea”, dijo Goblin Slayer agitando la cabeza, sin
siquiera mirar al elfo. “Eso es todo.”
Poco después, los últimos rayos del sol poniente desaparecieron bajo el horizonte. En su
lugar, las lunas gemelas centelleaban levemente sobre el bosque.
<><><>
La reunión continuó y continuó.
Los elfos tenían una vida prácticamente interminable; ¿cómo podía uno de sus consejos no
durar mucho tiempo?
Gente de gran edad se reunió, se sentó en círculo y allí, bajo la luz de los destellos de las
chispas de mar, discutieron sobre el futuro de la aldea.
Hablaron del alboroto causado por el dios-bestia, Mokele Mubenbe. De la terrible falta de
respeto que fue haberlo atraparlo.
También estaba la horda de goblins que había aparecido cerca. ¿No era normal en el mundo
que los goblins fueran numerosos?
Estaba el hecho de que los goblins habían atacado barcos y aventureros. Los elfos no querían
que los humanos vinieran a crear problemas en el bosque.
¿Y qué hay del hecho de que los goblins habían estado cabalgando sobre el dios-bestia?
¿Tenían los diablillos tanto coraje?
Cada propuesta invitaba a la refutación: ¿Y si hiciéramos esto? ¿Por qué no hacer eso? Las
sugerencias se fueron acumulando.
Seamos claros: los elfos no eran tontos. Los elfos son los más sabios entre las razas, quizás
los más inteligentes entre cualquiera en los cuatro rincones del mundo. Razón de más, pues,
para que les guste considerar todas las posibilidades y perspectivas antes de actuar.
Son conscientes de la estupidez de la mentalidad de las masas, todos yendo en la misma
dirección sin pensar.
Quizás deberían tomar alguna medida especial contra los goblins, pero también es posible
que sus temores fuesen infundados.
Estaba claro que algo nefasto estaba ocurriendo, porque al menos, alguien había
proporcionado recursos a los goblins.
¿Fue un ataque de otros Personajes No Oradores, o quizás una riña entre los humanos?
Las respuestas a estas preguntas a menudo condujeron a una amenaza sin precedentes.
Los humanos arrojaban una roca al agua y veían las ondas, pero los elfos veían hacia dónde
iban las ondas. Los humanos difícilmente podrían pensar en diez años en el futuro, pero un
elfo podría fácilmente contemplar un siglo, un milenio por venir.

135
Los humanos se burlaban de ellos por esto, decían que hacía que los elfos tardaran en actuar,
que fueran cobardes, o incluso estúpidos… pero esto era en sí mismo una señal de la
arrogancia humana.
Y así continuó lo que equivalía a una sesión de lluvia de ideas.
La Arquera Elfa Superior, que tenía poca paciencia para esas cosas, se excusó rápidamente.
Disfrutando del aire nocturno, dio un gran bostezo.
Había una rama del gran árbol. Saltó desde el balcón de su cuarto de huéspedes, caminó hasta
el final de ella.
Saboreó el sonido del susurro de las hojas, dejando que sus pensamientos corrieran hasta los
extremos de las nubes mientras miraba a las estrellas y a las dos lunas.
Este tenía que ser uno de los mejores lugares para simplemente recostarse y disfrutar de todo
lo que el mundo tenía para ofrecer.
Sé lo que él va a decir de todos modos, así que, ¿qué sentido tiene hablar?
Como fuera que el consejo de los elfos resultara, ella sabía muy bien adónde iría Orcbolg.
Goblins, goblins, goblins, goblins.
Ella era la desertora que había huido de su bosque, la delincuente que en su juventud había
disparado una flecha al dios-bestia. No tenía ninguna obligación de obedecer al consejo de
ancianos. Seguramente. Probablemente. Ella pensó.
La Arquera Elfa Superior sonrió ante la idea, viendo a un pájaro que había llegado volando a
pesar de que era de noche.
Con lo cual….
“Atana”. Mi querida.
Ella oyó una voz que parecía música, aunque no se había perturbado ni una hoja ni una rama.
La voz era uniforme, no regañona, pero la Arquera Elfa Superior soltó rápidamente al ave, a
cuya pata ella había atado un pequeño tubo.
Aleteó ruidosamente, tras lo cual desapareció en la ventana de la sala donde se celebraba el
consejo.
“Ettobo ni norokotan nokatamu. Ianachisafu.” ¿Subiendo a los árboles otra vez? No tienes
remedio.
“Ara, iana yujuretto bonettadasen.” ¿Oh? Y aun así, aquí estás, querida hermana mayor.

136
La Arquera Elfa Superior inclinó su cabeza completamente para poder mirar a la otra elfa y
sonrió con suficiencia. El precioso vestido plateado que cubría el generoso cuerpo llenaba su
visión, que estaba de cabeza. Su hermana caminó silenciosamente a lo largo de la rama; la
Arquera Elfa Superior se enderezó con un movimiento sencillo.
“Onii, etsuka nedigiaku?” ¿No deberías estar en el consejo?
“Awachisesakamo, inatagamashijo.” Dejaré que los viejos se encarguen de todo.
La elfa con la corona de flores agitó su cabeza con elegancia, tenía una expresión
melancólica en su rostro.
Era obvio que ella también había escapado del consejo. Era la hija del lider, una princesa de
los elfos, y sin embargo, aún era demasiado joven para que se le permitiera hablar en el
consejo.
Para los elfos, la antigüedad era inmutable. Razón de más para observar cómo se
comportaban los mortales antes de juzgarlos.
“…Iromutsuki?” ¿Quieres irte?
“¿Oisedianekoettsuo?” Apenas puedo ignorar el asunto, ¿verdad?
No estaba claro si se refería a los goblins o a Goblin Slayer. Incluso si su hermana se hubiese
atrevido a preguntar, lo más probable es que la Arquera Elfa Superior hubiera sonreído
ambiguamente y no se hubiera molestado en contestar. Tal vez ella misma no sabía la
respuesta.
“…… ¿Onuriettakau?” ¿Lo has entendido?
Eso era exactamente por lo que la elfa con la corona de flores tuvo que preguntar.
Ella no entendía lo que su hermana pequeña estaba pensando, lo que la había llevado a
convertirse en una aventurera. Incluso un elfo superior no podía leer la mente de otro.
“Hito nio numuuuya, oyoniakijimu.” Las vidas humanas son cortas.
La rama no tembló mientras caminaba, como si ella misma fuera parte del gran árbol. Como
si ella fuera una flor que brotaba de él.
“Uamisetiku, inuoyukatatamagisofu.” Como estrellas centelleantes, pronto se apagan.
La elfa señaló hacia el cielo nocturno salpicado de estrellas mientras hablaba. Los cielos
resplandecientes estaban tan lejos, inalcanzables. La puerta de entrada de las lluvias. Hogar
de Phlogiston, el viento ardiente.
La hermana menor se rió ante el gesto de la mayor, que era casi como si tratara de agarrar lo
que no se podía alcanzar, y luego la hermana menor extendió su propia mano hacia el cielo.
“Oyonuriettakau, amaseen.” Entiendo, Hermana Mayor.
La Arquera Elfa Superior hizo un breve círculo en el aire con su pálido dedo.

137
“Así que creo que…”, dijo ella musicalmente, cambiando a la lengua común.
¿Por qué los elfos siempre fueron tan conscientes de la belleza? ¿Era una señal de gracia? ¿O
era precisamente porque esta chica había huido del bosque, incapaz de ser contenida en el
marco de su pueblo?
“Tal vez su vida dure otros cincuenta años, sesenta, setenta. No lo sé. Podría terminar
mañana”. A la luz de la luna, su sonrisa la hizo parecer tan joven como para parecer un
querubín, inocente. “¿Así qué porque no quedarme con él? Tengo tiempo de sobra”.
Sería como beber una sola copa de vino.
Como el pasar de un sueño.
¿No eran inmortales los elfos superiores?
Para ellos, la vida de un mortal era como el brillo de una estrella. Podían alcanzarla, pero no
tocarla. Y si la tocaban, el calor de ella los quemaría.
“¿No es eso lo que son los amigos?”
“…La despedida te traerá dolor”, dijo la elfa con la corona de flores. Hizo un gesto a su
hermana menor como si estuviera arrojando las estrellas que había recogido.
“Realmente no lo creo”, dijo la Arquera Elfa Superior, apartando un poco la vista. “No es
para tanto”.
Su tono era indiferente; al instante siguiente, ella pateó sus piernas peligrosamente hacia el
cielo.
Con apenas suficiente tiempo para pensar, su cuerpo flotó en el aire…
“El enano me dijo una vez.”
…pero luego ella agarró la rama con gran destreza, dejando que el impulso la llevara en un
arco. Hizo un salto hacia atrás a través del cielo y aterrizó junto a su amada hermana mayor.
“Él dijo que la resaca es parte de la diversión de beber.”
“…Puedo ver que no importa lo que diga.” El más pequeño de los suspiros escapó de los
labios de la doncella elfa. Miró a su amada hermana menor como el pájaro que llora a la luna
por la noche. “Siempre has sido así. No importa lo que diga, nunca me escuchas”.
“¿Oh? ¿Y cómo eso me hace diferente de ti? Señorita Yo – Me – Escapo – del – Concejo –
Porque – Se – Me – Da – La – Gana.
“Je-je.” La Arquera Elfa Superior soltó una pequeña risita, como el canto de un pájaro.
Luego entrecerró los ojos como un gato, sonriéndole a su hermana.
“No sé qué ves en un elfo tan serio y duro como él.”

138
“…No eres quien para hablar.” La hermana mayor movió sus labios hacia atrás con
desaprobación, dándole a su hermana una palmada no muy suave en la frente.
Igual que lo hacía cuando eran pequeñas… hace mil o más años atras, cuando jugaban de
niñas.
“Aayauch”, dijo la Arquera Elfa Superior, actuando dramáticamente herida.
Pero entonces tuvo una idea.
¿Cuándo empezó? ¿Cuándo habían llegado a tener ella y su hermana la misma altura?
¿Cuándo empezó? ¿Cuándo su hermana y su primo llegaron a sentir algo así el uno por el
otro?
¿Cuándo empezó? ¿Cuándo había querido dejar de ser la hermana menor de su hermana
mayor, para ser una elfa por derecho propio?
Y ahora su hermana se estaba casando. Ya no sería, ante todo, su hermana mayor, sino una
esposa, una gobernante.
Ni siquiera habían pasado varios años desde que ella había estado viajando, siguiendo las
hojas por la corriente del arroyo. Y sin embargo, parecía más largo que los recuerdos de hace
mil años.
“Hagas lo que hagas, vuelve con nosotros a salvo… Porque te estaremos esperando.”
“…Lo haré,” contestó la Arquera Elfa Superior y luego asintió.
<><><>
“…¿Y qué estamos haciendo exactamente?”
El elfo con el casco brillante era la imagen misma de la molestia mientras se sentaba en su
silla con la debida gracia. Tenía una belleza severa, como la escultura de un mito. El viento
de la noche le recogió el cabello, y lo volvió a su lugar con la mayor irritación. El hecho de
que incluso este simple movimiento estuviera lleno de elegancia hablaba a la clase de seres
que eran los elfos.
Sentados ante él en el balcón, bajo la luz de la luna, había varios frascos de vino y un plato
lleno de patatas fritas.
“¿Qué quieres decir con qué?” El Chamán Enano habló desde dentro del círculo de personas,
acariciando su barba y sonando como si él
no creyera que la situación necesitara explicación. “En el último día de la vida de un hombre
soltero, él y los otros hombres se reúnen y beben hasta morir.”
“La ceremonia de la boda aún está a varios días, y además estamos en un consejo.”
“Los elfos no sabrían reconocer la diferencia entre unos cuantos días y unos cuantos miles de
años, y en cuanto a tu consejo, seguirá, estés ahí o no.”

139
“Dioses en el cielo. Ustedes los enanos, son insufriblemente despreocupados”.
“Y ustedes los elfos, siempre confunden el bosque con los árboles… ¡aunque vivan en
uno!” Te quita años de vida, aunque no creo que te hayas dado cuenta.
En realidad, el elfo parecía algo avergonzado por la respuesta del Chamán Enano. Fruncio su
frente en una muestra de frustración, haciendo que el Sacerdote Lagarto voltease sus ojos
hacia arriba.
“Bueno, uno bebe vino antes de ir a la batalla”, dijo el Sacerdote Lagarto. “Puede
considerarlo nuestra forma de afianzar su espíritu, si así lo prefiere.”
“¿O tal vez los elfos no tienen esa costumbre?”
El elfo con el casco brillante permitió a regañadientes que ellos
lo hicieran.
“Ciertamente, no estoy en contra, pero… ¿realmente quieres ir?”
“Por supuesto.”
Esta respuesta, inmediata y segura, vino naturalmente de Goblin Slayer.
El barato casco de acero, la mugrienta armadura de cuero, el arma y el escudo que el
aventurero en ese momento había puesto en el suelo… con todo esto a su alrededor, Goblin
Slayer asintió con la cabeza.
“Esto tiene que ver con goblins. No dejaré ni a uno solo de ellos con vida.”
“¿Cómo planeas atacarlos, entonces?” El elfo con el brillante casco preguntó con
considerable interés, pasando su lengua por sus labios para humedecerlos. “Asumiendo que
el nido de los goblins esté en la selva tropical…”
“Hmm. Por tierra o por agua, supongo”, contestó Goblin Slayer, cruzando los brazos y
gruñendo. “¿Qué te parece?”
“Creo que el agua es nuestra única opción. Nuestra señorita guardabosques puede estar bien,
pero me gustaría ahorrarle a nuestra querida clériga la humedad de la selva tropical”,
contestó el Sacerdote Lagarto sin dudarlo. “El terreno favorece a nuestro enemigo. En lugar
de vagar entre los árboles, creo que sería mejor seguir el río.”
“El problema es la balsa”, dijo Goblin Slayer, recordando su viaje. “No ofrece protección
contra las flechas. Prácticamente pide ser volcada o hundida.”
“¿No tenemos suficiente tiempo para hacer algunas mejoras?”
“Los goblins saben de este asentamiento. Cuanto antes podamos

140
movernos más limitadas serán sus opciones”.
” ‘El ataque rápido es mejor que una estratagema tardía’. Ciertamente, ciertamente”.
Mientras se sentaban con las piernas cruzadas, Goblin Slayer y el Sacerdote Lagarto
elaboraron rápidamente un plan.
Era totalmente típico cómo, en medio de los hmms y ajas, el Sacerdote Lagarto moviera su
largo cuello para mirar al Chamán Enano.
“Maestro lanzador de hechizos, ¿tienes algún truco bajo la manga?”
“Bueno, veamos ahora.” El Chamán Enano se lamió los dedos y se limpió
las papas que había estado comiendo y empezó a escarbar en su bolsa de catalizadores.
A primera vista, podría parecer una colección de chatarra; la mente no instruida nunca se
imaginaría que se trataba de objetos mágicos.
El Chamán Enano pasó por su suministro como un jugador de cartas mirando su mano, y un
momento después, asintió profundamente con la cabeza.
“Puede que todo lo que pueda hacer sea pedirle a los espíritus del viento que desvíen las
flechas para nosotros. Desafortunadamente, ellos y yo no nos llevamos muy bien.” Los
cuatro grandes elementos, tierra, agua, fuego y viento, se utilizaban para forjar el acero. Aun
así, la calidad de su relación con el viento era otro asunto.
“Si eso es todo lo que necesitas, tal vez pueda pedírselo a los silfos”, el elfo con el brillante
casco ofreció, a lo cual el Chamán Enano dio una bofetada en su barriga y le contestó que le
estaría muy agradecido.
Sin embargo, en contraste con el enano jovial, el elfo murmuró: “No tiene sentido”. Goblin
Slayer lo miró.
“…Si se me permite decirlo, no puedo creerlo”, dijo el Elfo.
“¿Creer qué?” preguntó Goblin Slayer.
Quizás el futuro novio había aceptado finalmente el humilde banquete, porque estaba
llenando una copa de cuerno con una cantidad prodigiosa de vino.
“Esta es una aldea de elfos. ¿Realmente construirían los diablillos un nido tan cerca de
nosotros?”
Se preguntó, incluso cuando había visto a los jinetes, y cómo habían enviado al dios-bestia
Mokele Mubenbe a hacer un alboroto.
“No me atrevo a pensar que ellos harían cosas tan mal concebidas”, dijo.
“Sí”, contestó Goblin Slayer. “Yo pensé lo mismo.”
“Hrm….”

141
“Los goblins son estúpidos, pero no son tontos. Son astutos.
Pero…”
Toma. El Chamán Enano le sirvió un poco de vino. Goblin Slayer lo aceptó y luego se lo
bebió de un solo trago.
“¿Crees que los goblins son lo suficientemente inteligentes como para ser intimidados por los
elfos?”
Todo se redujo a esto.
No pensaban en el futuro, sino que sólo intentaban sacar el máximo provecho de lo que
tenían delante de ellos.
Si eran atacados por elfos o por aventureros, podrían luchar, o podrían huir. Si no, significaba
que sólo había una verdad:
Los estúpidos elfos están viviendo una vida fácil, así que vamos a atacarlos y robarles y
violarlos y matarlos.
Eso era todo.
¿Por qué? Porque los elfos siempre les hacían la vida miserable.
Por supuesto que matarían a los elfos.
Por supuesto que los violarían.
Traerían todo lo que tuvieron que soportar contra aquellos que los despreciaban como
débiles.
“Antes de que te des cuenta, habrá un nido cerca de la aldea. Primero, robarán ganado y
cosechas, herramientas. Luego la gente. Y finalmente, tu aldea.”
“Uno nunca alabaría a los goblins, ni en lo más mínimo…” el Sacerdote Lagarto le dio un
apreciativo mordisco a una rueda de queso que había traído en su propio equipaje, moviendo
sus grandes mandíbulas hacia arriba y hacia abajo antes de terminar con un ruidoso trago de
vino. “…pero nuestra mente sólo puede sorprenderse por su motivación y avaricia.”
“¿Honras su avaricia?” Preguntó el elfo con el casco brillante, ante lo que el Sacerdote
Lagarto sacudió la cabeza y dijo: “Por supuesto que no”.
Barrió su cola a lo largo del suelo del balcón y luego extendió sus manos como si estuviera
dando un sermón. “¿Qué es esta cosa a la que llamamos avaricia?”
“Bueno, ya sabes, Escamoso. Es….cuando quieres comer algo delicioso, o hacer el amor con
una mujer, o cuando quieres algo de dinero.”
“Mm. El apetito es una forma de codicia, como lo son nuestros amigos, nuestro amor,
nuestros sueños. Si una cosa es buena o mala es una preocupación secundaria o incluso
terciaria.”

142
No había ninguna garantía de que los fuertes se comieran a los débiles, de que los grandes
caerían algún día, o de que los más fuertes sobrevivirían. Las mandíbulas de Sacerdote
Lagarto se convirtieron en una sonrisa reptiliana.
“Estar vivo es desear y tener esperanza, querer cosas; el camino de la vida es que hasta el
más pequeño insecto en una hoja de hierba se arroje a sí mismo a vivir.”
“…” El elfo con el brillante casco pauso y luego gruñó apreciativamente. “Aunque no estoy
seguro de que eso se aplique a los elfos”.
“Dioses. Todos ustedes son increíblemente lentos para actuar. ¿Qué, estás demasiado gordo
para moverte? ¿Más gordo que un enano? ¿Jumm?”
“Los mortales son simplemente demasiado precipitados.”
“Por eso te lleva tantos siglos elegir una esposa, ¿eh?”
“Hrm… Cuidado con lo que dices”, dijo el elfo enfadado. El Sacerdote Lagarto
sacó la lengua alegremente y sirvió más vino.
“Aquí, aquí, toma una taza.”
“…Muy bien.”
El elfo drenó el cuerno. Sus mejillas ya estaban empezando a
sonrojarse.
“Si no les importa que lo diga… todos saben lo de mi cuñada, supongo.”
“Sí.” Goblin Slayer asintió. “La conocemos desde hace un año…. Un año y medio.”
“Me voy a casar con su hermana mayor.” Alargó la mano, casi molesto, y tomó una de las
papas fritas; se la metió en la boca y frunció el ceño. “…demasiado salado.”
“Yo amo que tenga un poco de sal”, dijo el Sacerdote Lagarto, felizmente arrojando puñados
de los bocadillos en sus mandíbulas.
El elfo con el casco brillante, abandonando su augusta dignidad de momentos antes, puso sus
codos sobre sus rodillas y su barbilla sobre sus manos.
“La hermana menor es quien es, pero también lo es la mayor. No he tenido que preocuparme,
pero no tengo la sensación de ser muy querido”.
“Joo, joo-joo,” se rió el Sacerdote Lagarto. “Mi señor Goblin Slayer sabe un poco lo que es
ser el hermano menor. ¿Tal vez él podría tener algunas ideas?”
“Jo”, dijo el elfo, una sensación de cercanía obviamente despertó. “¿Él tiene una hermana
mayor?”
“Eso escuché una vez, en todo caso.”

143
“…me pregunto,” murmuró Goblin Slayer y luego tomó un trago de vino. “Nunca fui más
que un problema para mi hermana mayor.”
“Un mocoso siempre causa problemas, así son las cosas”, dijo el Chamán Enano mientras
agregaba una generosa cantidad de vino a su taza vacía. Su cara barbuda tenía una sonrisa
suave. “No es nada de lo que avergonzarse.”
“No estoy de acuerdo.” Goblin Slayer vació otra taza, agitando suavemente su cabeza. “Si yo
no hubiera estado allí, ella probablemente habría dejado la aldea.”
Y eso habría sido lo mejor para todos. Gruñó. Luego vació otra taza.
El Chamán Enano le sirvió más vino, y Goblin Slayer también lo bebió.
“Yo fui el que atrapó a mi hermana en la aldea.”
“No digas tonterías”, resopló el elfo con el brillante casco. “¿Sabemos el valor de una flor
que se marchita en un año? ¿Cuál es el significado de la semilla que cae en la arena? ¿Puedes
comparar la vida de una rata con la de un dragón?”
“¿De qué estás hablando?” Dijo el Chamán Enano, aun bebiendo felizmente su vino.
“Es un aforismo elfo”, contestó el elfo, como si les estuviese contando un secreto. “Donde
sea que uno esté, no importa cómo uno viva o muera, todo es igual. Es una cosa preciosa.” Él
levantó su dedo índice hacia arriba, haciendo círculos en el aire. Fue un gesto elegante y
hermoso. “Todas las cosas son una en la vida. ¿Algo tan simple como la ubicación cambiaría
lo feliz que uno es?”
“Ya veo”, dijo Goblin Slayer, asintiendo. “…ya veo.”
“Eso creo”, dijo el elfo con el brillante casco y luego respiró profundamente. El aire de la
noche llenaba sus pulmones.

El amor es el destino, el destino es la muerte.


Incluso un caballero que sirve a una doncella, caerá un día en las garras de la muerte.
Incluso el príncipe que se hace amigo de un Dragón Celestial, debe dejar atrás a la mujer
que le gusta.
El mercenario que amaba a una clériga, caerá en batalla persiguiendo su sueño.
Y el rey que amaba a la doncella del santuario, controla todo menos la hora de su
separación.
El fin de la vida, no es el último capítulo de una saga heroica.
Así que la aventura llamada vida, continuará hasta el final.
Amistad y amor, vida y muerte.

144
De estas cosas, no podemos escapar.
Por lo tanto, ¿qué tenemos que temer?
El amor es el destino, y nuestro destino es la muerte.

Jo. El Chamán Enano aplaudió. El Sacerdote Lagarto cerro los ojos en blanco para indicar su
profundo interes. El elfo, una vez terminada su canción, debió sentirse avergonzado, porque
agotó su cuerno de bebida de un trago.
“Por eso me casaré.”
“…Pero el problema que le causé a mi hermana mayor,” dijo Goblin Slayer
desapasionadamente, “es parte del por qué nunca se casó.”
“Mucha más razón para pagarle tu deuda”.
“Sí”, dijo Goblin Slayer, tocando al Sacerdote Lagarto en el hombro. Tenía mucho en qué
pensar y mucho más que hacer. “Esa es mi intención.”

145
Interludio 2: Un Destello de Inspiración en la Biblioteca
Cielos, deberían dejar a los clérigos del Dios del Conocimiento hacer este tipo de cosas.
En la biblioteca, en un rincón del templo del Dios de la Ley, una joven acólita en edad de
casarse hacia una mueca.
En cualquier caso, los libros de esta biblioteca eran una especie diferente de los libros
comunes y corrientes (por muy valiosos que fueran).
Lo mejor eran las viejas colecciones de jurisprudencia, pero las estanterías también estaban
llenas de tomos prohibidos sellados, volúmenes mágicos y textos ocultos.
Muchas secciones de la biblioteca estaban bloqueadas con cadenas, pero con demasiada
frecuencia, incluso cuando ella podía acceder a los libros, los títulos estaban escritos en
caracteres incomprensibles.
La verdadera causa de la angustia de la acólita, sin embargo, era el formato de los libros
mismos.
Para decirlo sin rodeos, eran pesados.
Algunos tenían ricas páginas de cuero, mientras que otros tenían pesadas cubiertas de acero,
y otros todavía estaban adornados con decoraciones….
Ella tenía que bajar esos enormes volúmenes de la estantería, llevarlos al atril y luego
volverlos a poner en su lugar correspondiente cuando terminaba de leerlos. Era un trabajo
real, y ella pensó que sería mejor si esto era manejado por un clérigo del Dios del
Conocimiento, alguien que estaba acostumbrado a esas cosas.
…Desafortunadamente, no hay elección en este caso.
En esta ocasión, la casa de texto del Dios del Conocimiento había sido atacada.
Difícilmente podrían pedirles a esas chicas, golpeadas en el corazón y en el cuerpo, que
asumieran aún más responsabilidades.
Y sobre todo…
“Lo siento mucho. Te he metido en un lío…”
“¡Oh, para nada! Estoy contenta de ser útil, aunque sea un poquito”.
La acólita sonrió a la arzobispo desde donde estaba sentada, aunque sabía que la sacerdotisa
no podía verla.
Esta honorable persona vino aquí tan emocionada… ¿cómo podría hacer menos que esto?
La Doncella de la Espada, la mujer sobre cuyos hombros descansaba todo este templo, había
cambiado mucho en el último año.
Para mejor, por supuesto.

146
Hasta hace poco, ella simplemente había tratado de hacer demasiado. Era como si no se
considerara humana.
Y sin embargo, de vez en cuando, la acólita veía a la Doncella de la Espada tener una mirada
en su rostro como la de un niño perdido.
En noches tranquilas, por ejemplo.
Como su ayudante, la acólita había visto a la Doncella de la Espada salir corriendo de su
cama para lanzarse en una oración de súplica ante el altar.
Pero… ¿por qué?
“Pero dígame, señora. ¿Ha ayudado? ¿Ha aprendido algo?”
“Tomando prestada una frase”, dijo la Doncella de la Espada, una risita que se le escapó, “ni
siquiera un poquito”.
Últimamente, ella había mostrado tanta suavidad, tanta diversión, cada vez más a menudo.
En el transcurso del año pasado, ella había dejado de ir al altar en medio de la noche.
Si realmente todo esto era gracias a ese extraño aventurero, entonces la acólita tendría que
asegurarse de agradecerle.
Aunque tengo que admitir que no me gusta mucho que haga pucheros como una niña….
“Hmm….”
A pesar de que le dio una sonrisa irónica, la Doncella de la Espada siguió leyendo el libro de
precedentes legales.
Su mano derecha acarició una tablilla de arcilla, mientras que la izquierda recorria el libro en
el atril.
Ella afirmaba que las sutiles diferencias de textura en el papel y la tinta le permitían descifrar
las letras. Eso era muy sorprendente, pero lo que realmente impresionó a la acólita era que la
Doncella de la Espada podía entender las letras.
Algunas personas optaron por no aprender los antiguos sistemas de escritura, porque temían
adquirir un conocimiento inapropiado. No querían tropezar con ninguna maldición que
pudiera estar escondida en el texto, o enloquecerse debido a verdades inimaginables con las
que podrían entrar en contacto.
Pero como la lectura y la escritura son habilidades tan valiosas, ¿podría cualquier explorador
permitirse el lujo de ser analfabeto?
Si ibas a ir a la batalla, tenías que saber con quién peleabas.
Eso era cierto incluso con los goblins; y mucho más para los terribles hechiceros o los
malvados Dioses Oscuros….

147
“…Ahh, ahora… Esto, lo recuerdo.”
El repentino comentario de la Doncella de la Espada hizo que la acólita volviera en sí.
“¿Tiene sentido ahora, señora?”
“Sí. Jee-jee… Me pregunto qué hará él con esto. Creo que podría ser útil que él lo sepa.”
Pero supongo que él no estaría interesado.
Ella sonó un poco decepcionada cuando cerró la tapa de metal pesado y soltó un pequeño
suspiro.
“Me disculpo de nuevo, pero ¿podría traer pluma y papel, y preparar una paloma?”
“Esta no es otra de sus cartas de amor, ¿verdad?”
La acólita sonrió mientras ofrecía este comentario sarcástico, provocando un “¡Que mala
eres!” y una hinchazón de las mejillas de la Doncella de la Espada.
“Le escribiré a Su Majestad y al líder de los elfos. ¡Sé cómo separar mi vida oficial de mi
vida privada, sabes!”
La acólita asintió obedientemente mientras abría un cajón, sacó papel de piel de cordero y un
bolígrafo, y se puso a preparar una vela y un sello.
Ella podía traer la paloma después de que la carta fuera escrita. Le pediría a los dioses que la
protegieran.
Si la Doncella de la Espada lo decía, entonces esto tenía que ver con el destino del mundo.
“Supongo que toda la creación sigue en peligro, y aún hay muchas aventuras por vivir, ¿no es
así?”
“Ciertamente es así. Nos enfrentamos a un enemigo muy poderoso. Uno aterrador. El mundo
aún puede ser destruido.
“Pero”, susurró la Doncella de la Espada y puso un dedo en su mejilla, sus labios
suavizándose como pétalos frescos.
“Si él puede salvar a la gente, entonces nosotros debemos salvar al mundo.”

148
Capítulo 5: Crucero por la Jungla
El piar de un pájaro, cheep-cheep-cheep. La luz que se filtraba a través de las ventanas. Una
atmósfera que sólo podía encontrarse en las profundidades de un bosque.
Cualquiera de ellos habría sido suficiente para despertar a la Vaquera de su sueño, pero no
fue ninguno de éstos lo que realmente la despertó.
“Mmmn, hggh—ahhh…”
Hizo a un lado la manta de pelo, estirándose ampliamente. El frescor de temprano en la
mañana era agradable en su cuerpo desnudo.
Sin embargo, no había tiempo para saborearlo.
Una cosa la había despertado de su sueño.
Clank, clank. Era el chirrido metálico que se podía oír desde la habitación contigua.
“… ¡Cierto!” la Vaquera se dio una bofetada vigorizante en cada mejilla, luego empezó a
embutir su voluptuoso cuerpo en su ropa. Se puso la ropa interior a toda prisa, abrochó los
botones de su camisa, y entonces…
¡Mis pantalones! ¿Qué pasa con mis pantalones…?
No cabía duda de que no tenía sobrepeso, pero por alguna razón no podía ponérselos. Sus
dedos se resbalaban, quizá por la prisa.
“¡Oh, por el amor de…!”
Ella chasqueó la lengua y decidió que no era algo por lo que normalmente se preocupaba de
todos modos. En su lugar, empujó el divisor que la separaba de la sala de estar, vistiendo sólo
una camisa sobre su ropa interior.
“¡B-buenos días!”
“Hrm…”
Como ella esperaba, él estaba allí.
Él estaba con su habitual casco de acero de aspecto barato y su mugrienta armadura de cuero,
su espada de longitud inusual en su cadera y su pequeño y redondo escudo en su brazo
izquierdo.
También llevaba su bolsa con artículos varios; parecía listo para partir de viaje en cualquier
momento.
Ella murmuró “Umm” o algo por el estilo como una manera de desviar su atención y luego
abrazó su propio brazo. “… ¿Ya te vas?”
“El escondite de los goblins está casi con toda seguridad río arriba,” dijo él, asintiendo
escuetamente. “Si pusieran veneno en el río, sería el fin.”

149
“Sí, eso sería malo,” dijo la Vaquera con una sonrisa ambivalente. Su cabeza estaba llena con
el clima, y el sol, y su tío. Todo daba vueltas y vueltas…
“Er, bueno… Ten cuidado, ¿De acuerdo?”
Esas fueron las palabras que finalmente salieron de su boca… esas obvias y banales palabras.
Él asintió y contestó, “lo tendré.”
Luego se dirigió hacia la puerta con un paso decidido.
Mientras lo veía marcharse, la Vaquera abrió su boca varias veces, pero cada vez, la volvía a
cerrar sin decir nada.
“Tú también…” Con su mano en la puerta, él sacudió la cabeza ligeramente. “Todos
ustedes.”
Luego hubo un sonido de una puerta abriéndose, y otro cerrándose.
La Vaquera dejó escapar un suspiro. Apretó una mano contra su cara y la llevó a través de su
cabello.
“Oh, por el…” Un gemido suave se le escapó.
De repente, hubo un roce de tela y una voz por detrás de ella.
“… ¿Se ha ido?”
“…Sí.” La Vaquera dio un pequeño asentimiento y luego se frotó la cara. Finalmente, se dio
la vuelta poco a poco. “¿Deseas que hubieras tenido la oportunidad de decirle adiós?”
La Chica del Gremio, todavía con su ropa de dormir, murmuró, “Realmente no,” y se rascó la
mejilla torpemente. Ofreció una débil sonrisa. “Yo no… no quiero que me vea antes de
arreglarme.”
“No puedo decir que no te entienda, pero…”
La Chica del Gremio podía no haberse maquillado y no haberse peinado. Aun así, por lo que
la Vaquera podía ver, podía enorgullecerse de poseer una belleza natural.
Sin embargo, la Vaquera y ella tenían casi la misma edad. La Vaquera sabía lo que ella sentía
y era, de hecho, dolorosamente consciente de ello. Y sin embargo, aun así…
“Me gusta que pueda ver la forma en la que normalmente me veo.”
“……… Envidio tu coraje,” dijo la Chica del Gremio, de algún modo triste.
La Vaquera trató de distraerla con una desdeñada agitación de su mano. “Sólo trato de no
pensar sobre ello, eso es todo.”
Ninguna de las dos dijo en qué estaban tratando de no pensar:
Que cada despedida podía ser la última.

150
<><><>
El muelle de los elfos: un conjunto de hojas que salían hacia el río como un puente, los
aventureros estaban reunidos.
“Mm… Hmm…” La Arquera Elfa Superior entrecerró los ojos como un gato y dio un gran
bostezo; ella aún estaba medio dormida. Los otros aventureros, sin embargo, ya estaban
ocupados cargando el equipaje en el bote.
Los botes élficos eran elegantes embarcaciones en forma de lágrima tallados de las raíces
plateadas de un abedul blanco.
“¡Y levanta, y jo, y jup, y oh!”
El Chamán Enano estaba ocupado alineando tablas de madera a lo largo de la borda como
escudo, convirtiendo la pequeña embarcación en un tosco buque de guerra.
“… No podría hacerse un poco más… ¿bonito?” preguntó el elfo con el brillante casco,
haciendo una mueca.
“Me temo que los mendigos no pueden elegir. No tenemos muchos de ellos, y tuve que
conseguirlos deprisa. No hay tiempo de preocuparse por cómo se ve.” El Chamán Enano
soltó un resoplido molesto y se atusó la barba blanca. “No es como si estuviera feliz de
colgarlos de esta manera de todos modos.”
Si hubieran tenido más tiempo hubiera sido otra cosa, pero ante la necesidad, esto era lo
máximo que se podía lograr. El elfo debió haberlo reconocido, porque en lugar de seguir
quejándose, extendió su mano hacia el viento.
“Oh sílfides, justas doncellas del viento, concédanme su beso más amable… bendice nuestra
nave con brisas favorables.”
Hubo un silbido cuando el viento sopló al mismo tiempo que el canto del elfo, y comenzó a
arremolinarse alrededor del barco.
“Tengo cierta afinidad con las hadas gracias a que soy un elfo, pero sigo siendo un
explorador, un rastreador. Te pido que no esperes milagros.”
“Créeme, no los espero,” dijo el Chamán Enano con una pícara sonrisa y con una mirada de
reojo a la Arquera Elfa Superior. “Todo el mundo es bueno en algunas cosas… y en otras
cosas no.”
“…Bostezo…” la Arquera Elfa Superior aún estaba frotándose los ojos, sus largas orejas
caían lastimosamente. No parecía que fuera a estar completamente despierta hasta pasado un
tiempo todavía.
“¿Y dónde está tu hermana mayor?” dijo el Chamán Enano.
“… Parece que las dos hermanas se quedaron hablando hasta tarde anoche.”
“Todavía bajo el abrazo de Morfeo, ¿eh?”

151
El elfo con el casco brillante dejó escapar un suspiro, luego frunció el ceño como si le doliera
la cabeza. “Los humanos son bastante aplicados… Mi nueva hermana menor podría aprender
algo de ellos.”
Él estaba mirando a los dos clérigos, que ya estaban a bordo del bote ofreciendo sus
oraciones a los dioses.
“Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, por favor, por tu mano reverenciada, guía el
alma de los que hemos dejado este mundo…”
“¡Oh gran ancestro que caminó por el Cretácico, concédenos un mínimo de tu tan conocido
éxito en la batalla!”
La Sacerdotisa se aferraba a su sonoro bastón e imploraba a la Madre Tierra que les
mantuviera seguros en su aventura.
El Sacerdote Lagarto estaba haciendo un extraño gesto con las palmas justas e imperaba a sus
ancestros por ayuda en el combate.
Incluso aunque estas no eran peticiones de milagros, no había duda de que la protección de
los dioses estaría con ellos.
“Fiu…” Acabadas sus oraciones por el momento, la Sacerdotisa se puso de pie y secó su
sudor mientras el bote se mecía suavemente en la corriente. “No estoy tan segura de que
debamos rogar a los dioses por favores como este. Deberíamos intentarlo por nosotros
mismos hasta que entendamos dónde estamos siendo insuficientes.” La Sacerdotisa parecía
que podía caerse en cualquier momento; ahora una mano escamosa la sostenía, y el Sacerdote
Lagarto asintió.
“No creo que le moleste mucho que pregunte. ¿Por qué rezarle a un dios que no te garantiza
la victoria incluso después de haber apostado todo en una gran batalla, dedicando todos tus
esfuerzos?”
“Creo que eso puede estar un poco más allá de lo que estoy hablando.”
Una de ellos era una clériga devota y una sierva de la Madre Tierra.
El otro era un Sacerdote Lagarto que veneraba a sus antepasados, los temibles nagas.
Pero esta diferencia no significaba necesariamente que tuvieran que estar en conflicto.
“De todos modos, hagamos nuestro mejor esfuerzo.” La Sacerdotisa asintió para sí misma,
agarrando con fuerza su sonoro bastón.
“¿Ya terminaste?,” preguntó Goblin Slayer mientras salía de la cubierta inferior.
Sus brazos estaban llenos de provisiones y equipo para dormir, y recorrió con la mirada los
escudos que habían sido colocados contra los costados de la nave.
“Oh sí. Los escudos están montados, hemos rezado nuestras oraciones y también tenemos la
bendición del viento.”

152
“Ya veo,” murmuró Goblin Slayer. “Gracias por tu ayuda.”
“¡Oh, para nada!”
La Sacerdotisa tenía una brillante sonrisa en su rostro; Goblin Slayer le asintió con la cabeza
y luego bajó audazmente hacia el muelle. Las grandes hojas se estremecieron ligeramente
bajo su peso y el de su equipo, y una onda recorrió la superficie del agua.
“Te agradezco la ayuda.”
“No te preocupes por ello,” respondió el elfo con el brillante casco de manera uniforme. “Sin
embargo,” añadió, “si quieres agradecérmelo, trae a mi joven cuñada de vuelta a salvo.”
“Muy bien” respondió Goblin Slayer sin dudarlo. Se volvió para mirar a la chica en cuestión,
que todavía parecía peligrosamente inestable.
La Sacerdotisa se esforzaba por hacer callar al Chamán Enano, quien estaba sugiriendo que
un buen chapuzón en el río le haría bien a la elfa.
“Acepto,” dijo Goblin Slayer.
“Muy bien,” respondió el elfo. Su rostro se relajó en lo que podría haber sido un gesto de
alivio, pero rápidamente volvió a tensar su expresión. Luego metió la mano en el zurrón de
artículos que tenía en la cadera y sacó un pequeño frasco de valiosa miel dorada.
“Esto es un elixir,” dijo. “Un remedio secreto transmitido entre los elfos. Se dice que está
hecho con una combinación de hierbas, variedades de savia de árbol y jugos de frutas, junto
con un ritual para los espíritus. La parte superior fue sellada con una hoja de reyes, por lo que
el elixir se puede beber solo una vez.” (NOVA: La Athelas, también conocida como Hojas
de Reyes o Aseä Aranion, es una planta herbacia de la que se dice que fue traída por los
Dúnedain desde Númenor a la Tierra Media. En los acontecimientos relatados en El
Señor de los Anillos, Aragorn Elessar cura a Faramir, Éowyn y a los hobbits Frodo y
Pippin gracias al poder de Athelas.)
Goblin Slayer tomó la botella sin decir una palabra y la puso en su propia bolsa de objetos.
“Si no vuelvo, por favor ocúpate de las dos mujeres.”
“Acepto.”
“Y de los goblins también.”
“Pero por supuesto.” El elfo asintió y luego, después de pensarlo un momento, agregó
sombríamente, “… Puede que no sea perfecta, pero ella es mi cuñada menor ahora, y la
conozco desde hace mucho tiempo. Cuida de ella.”
“Mientras esté en mi poder, lo haré.”
Incluso el elfo, con toda su larga vida, pareció sorprendido por la respuesta de Goblin Slayer.
“Tú no te tomas nada a la ligera, ¿verdad?,” dijo, su expresión se suavizó un poco… pero

153
habló en voz tan baja que solo los árboles pudieron oírlo. Luego continuó, “Los ancianos han
recibido algún tipo de noticias del pueblo del agua.”
“¿Oh?”
“… Pero incluso yo aún no soy lo suficientemente maduro por el reconocimiento de los elfos
superiores. No puedo adivinar qué movimiento planean hacer los ancianos.”
La imaginación elfica abarcaba un vasto período de tiempo. La cosa más pequeña y
aparentemente insignificante podría tener ramificaciones innumerables años después.
Las acciones que tomaran aquí, ahora, probablemente serían igual. El elfo con el brillante
casco rechinó los dientes. Él iba a ser el próximo líder, y sin embargo, ni siquiera se le había
dicho cuáles eran las noticias.
No es que no pudiera hacer suposiciones, por supuesto. Pero una suposición era una
suposición. No era un hecho.

Mientras no supiera qué ondas podían formarse en la superficie, sólo podía permanecer en
silencio.
Goblin Slayer miró al silencioso elfo y gruñó. Luego, lentamente, como si nada hubiera
pasado, abrió la boca.
“Además, ten cuidado con el río.”
“Ustedes son los que deberían tener cuidado,” dijo el elfo delicadamente, sintiéndose un poco
extraño por la indiferencia de las palabras de Goblin Slayer. “Creo que habrá niebla hoy.”
Sus orejas se movieron como hojas cuando captó el sonido del viento y miró la pálida luz del
cielo de la mañana.
“Los goblins no son el único peligro en este bosque. En un momento inapropiado, la
naturaleza misma puede ser tu enemiga. Ten esto en cuenta a medida que avancen.” Porque
después de todo… El elfo con el brillante casco y Goblin Slayer miraron hacia el bosque.
“Estarán dirigiéndose hacia la oscuridad.”
“Hacia la oscuridad,” repitió suavemente Goblin Slayer.
El mar de árboles que se extendía hasta el origen del río albergaba una oscuridad
impenetrable.
Había una brisa cálida que traía consigo un aire espeso y húmedo. Como el interior de un
nido de goblins, pensó Goblin Slayer. Y eso era un hecho.
¿Qué debería hacer, entonces? Lo consideró durante un instante y luego formuló su plan.

154
“…Tengo una petición más.”
“¿Cuál es?” el elfo lo miró inquisitivamente.
“Preparar otro bote.”
“Lo haré.” Asintió el elfo, haciendo el signo ritual de una promesa de su gente.
Al ver esto, Goblin Slayer dijo, “Por cierto,” como si se le acabara de ocurrir algo. “Me he
estado preguntando. ¿Es verdad que los elfos no tienen el concepto de lo que es ‘limpiar’?”
“Lo tenemos,” respondió el elfo con el brillante casco, luciendo muy harto. “Pero
algunas hermanas no.”
“… Ya veo.”
<><><>
La niebla resultó ser una verdadera bendición.
Bloqueaba el sol, empapando todo con una neblina blanca, de modo que incluso los objetos a
una corta distancia eran vagos y borrosos.
Los goblins no pensaban en la niebla como bendición; para ellos, era algo natural. Cuando le
pasaba algo bueno a un goblin, este no sentía gratitud hacia nada ni nadie. Puesto que los
goblins solían ser a menudo atormentados, en el fondo, era justo que a veces les sucediera
algo decente.
No era diferente ahora.
El goblin al que se le había dicho que observara el río a través del bosque lo notó de
inmediato. Había estado holgazaneando en su tarea, así que chilló y chilló cuando sucedió.
Era el “anochecer”, cuando el sol detrás del velo de la niebla justo acababa de salir.
Mezclado junto con el gorgoteo de la corriente del río, escuchó un crujido acercándose.
Los feos ojos del guardia goblin se agrandaron; miró hacia la niebla y escuchó con toda la
atención que pudo.
Sí, ahí estaba.
Creak, creak. No había duda: el sonido provenía de aguas abajo, desde la dirección de la
aldea de los elfos.
¡Los elfos, que siempre miraban con desprecio a los goblins, pensaban que simplemente
podían subir por este río!
“GROORB.”
Cuando divisó la delgada silueta de un marinero emergiendo a través de la niebla, el goblin
se relamió sus labios.

155
Si se trataba de un elfo, podrían golpearlo hasta matarlo y hacer un banquete con él.
Si era una elfa, podrían convertirla en portadora de sus crías.
Cualquiera que fuera, él los había encontrado primero, así que tenía que ser el primero en
disfrutarlos, ¿no?
No pensó ni por un segundo que la única razón por la que cualquiera de estos resultados
fuese posible era exactamente porque sus compañeros estuvieran con él.
“¡GRORO! ¡¡GROOBR!!”
El goblin se puso los dedos en su boca y emitió un silbido no muy hábil.
“¡¿GROB?!”
“¡GOORBGROOR!”
Los goblins, que habían estado durmiendo, no estaban contentos por haber sido levantados
temprano. Pero ellos, también, se despertaron bruscamente en cuanto vieron el barco élfico.
¡Elfos! ¡Aventureros! ¡Presas! ¡Comida! ¡Mujeres!
“¡GORBBR!”
“¡GOBGOROB!”
Tan silenciosamente como pudieron, se susurraron mutuamente sus deseos lujuriosos,
tomaron su equipamiento y volaron hacia sus queridas monturas.
Bueno, no digamos queridas. No les importaban mucho los lobos que cabalgaban.
“¡GOROB!”
El guardia, que ahora alardeaba de líder, dio una orden, y los jinetes goblins salieron al
galope.
A diferencia de los caballos, los lobos no hacen ruido de cascos cuando se acercan. Y
mientras tuvieran el bozal, tampoco aullaban. Los goblins (excepto los hobgoblins) podían
cabalgar sobre caballos, pero los lobos eran más convenientes.
Los goblins golpearon cruelmente a los costados de sus monturas, presionándolos a ir hacia
delante.
“¡¡GROOROGGR!!”
Primero, se ocuparían del capitán. Luego, del remero. Seguidamente, subirían a bordo y
terminarían el trabajo.
Los goblins sonrieron y se rieron, imaginando las caras de pánico de los elfos. La visión de la
orgullosa gente del bosque derramando sus entrañas en la cubierta sería realmente placentera.

156
Esas oscuras ideas hicieron que los goblins agarraran sus armas con mucha más fuerza.
Llevaban rudimentarias lanzas de piedra y flechas, junto con hondas. A pesar de lo primitivas
que eran estas armas, eran lo suficientemente potentes como para arrebatar una vida.
“¡GGRO! ¡GRRB!”
El guardia aulló calamitosamente, y los otros goblins chasquearon sus lenguas. Se estaba
creyendo demasiado. Tendrían que corregir este tema más tarde.
“¡GRORB!”
“¡GGGROORB!”
Ignorando al ruidoso guardia, los goblins sostenían sus armas preparadas y tensaron sus
arcos.
El guardia reclamó esto con entusiasmo, pero cuando descubrió que nadie lo escuchaba,
levantó desanimadamente la lanza de su mano.
Espoleando a sus monturas, los goblins comenzaron su ataque.
Apuntaron en dirección al crujiente barco; no había un líder que coordinara su ofensiva.
“¡GORB! ¡GBRROR!”
Casi la mitad de las flechas que llovieron del cielo simplemente acabaron en el agua.
Algunas, no obstante, no solo flechas, sino también lanzas y piedras de las hondas, lograron
acertar al remero.
“¡!”
¡El maldito estaba muerto! Ese era el pensamiento colectivo de cada goblin presente.
Algunos incluso lo celebraron.
Pero…
“¿……?”
Sin ni siquiera un estremecimiento o un sonido, el remero continuó remando.
¿Es que el ataque no había sido lo suficientemente intenso? ¿O el remero había, por pura
suerte, evitado una lesión fatal?
Sorprendidos, los goblins se prepararon para otro ataque. Pero en ese instante:
“¡Uno…!”
Un guerrero con una mugrienta armadura de cuero saltó en medio de ellos y cortó la garganta
del guardia.
“¿¡GBBOOROB!?”
El monstruo gritó y se desplomó, y Goblin Slayer lo pateó fuera de su camino, hacia el río.

157
El consecuente chapoteo fue la señal.
“¡Bbffah!”
La señal al segundo barco que estaba siendo arrastrado tras el primero.
Esta nave, cuyos lados estaban protegidos con escudos defensivos y que contaba con la
bendición de los espíritus del viento, no se vio afectada por las flechas.
La Arquera Elfa Superior quitó la cubierta de piel que había estado ocultando la embarcación
y se levantó de donde estaba escondida tras el blindaje.
“¡Tú apestoso, estúpido, pequeño y feo…! ¡Cómo te atreves a acercarte tanto a mi hogar!”
Todavía apoyada en una rodilla, ella sostuvo su gran arco en un movimiento elegante y soltó
tres flechas con puntas de capullo simultáneamente. Volaron por el aire con un silbido.
“¡¿GOOB?!”
“¡¿GROBO?!”
Los proyectiles atravesaron los ojos y las gargantas de los jinetes goblins, tirándolos de sus
lobos como si ya se estuvieran ahogando. La implacable técnica de la Arquera Elfa Superior
no se vio afectada en lo más mínimo por el balanceo del barco o por la niebla que oscurecía
su visión.
Sus largas orejas se movieron, captando cada sonido del campo de batalla.
“¡Orcbolg! ¡Vienen por la derecha!”
En lugar de una respuesta, ella escuchó el lamento de un goblin, “¡¿GBOR?!” y ella asintió
con satisfacción.
“No obstante, tengo que decir, que preparar un segundo bote para distraerlos con sonidos
similares me parece una pérdida de tiempo…”
“Es cierto, necesitó Marineros Dientes de Dragón y todo”, se quejó el Chamán Enano
sacando su hacha y echando un vistazo desde detrás de los escudos para verlo mejor.
Los dos Guerreros Dientes de Dragón, que habían sido vestidos con túnicas y colocados en el
bote principal, continuaron remando lealmente incluso frente al ataque. Flechas y lanzas
habían atravesado sus cuerpos en gran parte vacíos, u ocasionalmente se habían clavado en
un hueso.
“Oh, pero tenemos que reducir nuestra velocidad…” La Sacerdotisa se llevó el dedo índice a
los labios, incluso mientras se acurrucaba y se aferraba a su sonoro bastón. “Goblin Slayer
está en la orilla y todo eso.”
“Mm. También iré a tierra, así que por favor convéncelos de ir más despacio.”

158
Preparado con una Espada Garra en su mano, el Sacerdote Lagarto gritó:
“¡Hrrraaaaahhhahhhh!” y se lanzó hacia los goblins de la orilla, agitó la cola, aplastando el
cuello del primer monstruo con el que se encontró.
La Sacerdotisa gritó y se agarró de los escudos mientras el bote se meció con la fuerza de su
salto.
“¡¿No puedes saltar un poco más discretamente?!” Preguntó el Chamán Enano. Luego llamó
a la Sacerdotisa, “¿Sigues a bordo?”
“¡E-estoy bien!”
Se suponía que la Sacerdotisa y el Chamán Enano se debían mantener alejados, por lo que su
tarea era lidiar con los goblins que se subieran al barco.
“Huh, no te preocupes. ¡No permitiré que… se acerquen a nosotros!” La postura de la
Arquera Elfa Superior no se movió ni un centímetro cuando soltó otras tres flechas.
Tres gritos la siguieron. Su habilidad con el arco bordeaba lo mágico.
“Nueve… ¡Diez!”
“¿¡GROOBOO?!”
Goblin Slayer había saltado hacia la niebla, y ahora él giró su escudo hacia la izquierda,
confiando a la suerte el golpear algo. El borde pulido y afilado desgarró a través de la cara de
un goblin.
Él se movió de nuevo, confiando en el grito que lo guiaba, perforando la garganta de la
criatura con su espada.
El monstruo agitó los brazos, tratando de sacar la espada; Goblin Slayer lo pateó y sacó la
daga de su cinturón.
Giró la daga con un agarre inverso cuando escuchó el aullido de los lobos acercándose.
Mientras lo hacía, su mano izquierda buscó en su bolsa de objetos y sacó una correa de cuero
con piedras atadas a cada extremo.
“Hmph.”
Dejó volar la correa; esta giró, rozando el suelo, y de algún lugar en la niebla llegó el chillido
de un lobo.
“¡¿GORB?!”
A eso siguió el sonido de algo derrumbándose en el suelo, y el grito de un goblin.
Las bolas se habían enredado alrededor de las piernas de una de las bestiales monturas.
Sin pausa, Goblin Slayer saltó en esa dirección, cortando la garganta del goblin que había
caído.

159
Para él, había poca diferencia entre la oscuridad de una cueva y la visibilidad limitada de la
niebla.
“Diez y uno.”
Por lo tanto, era Goblin Slayer quien tenía la ventaja al saltar en esta vorágine.
Después de todo, los goblins apenas podían distinguir quién era amigo y quién era enemigo.
Un golpe descuidado de un arma podía golpear a un aliado. A diferencia de en cualquier
cueva, era difícil confiar en el número para superar al enemigo.
No es que a ningún goblin le preocupara realmente lo que les sucediera a los demás, pero
odiaban el perder un escudo que podría haberlos protegido.
“… Una patrulla, o tal vez un encuentro al azar.”
“¡¿GOROOB?! ¡¿GROBOR?!”
“¿Entonces estás de acuerdo?”
El Sacerdote Lagarto pateó a uno de los jinetes, agarró al lobo por el hocico y abrió sus
mandíbulas hasta desgarrarlas con pura fuerza.
Estar en combate lo hacía sonar feliz, pero era la sangre de su alrededor lo que aceleraba los
pensamientos del hombre lagarto.
“Si se supone que esto es una emboscada,”” dijo Goblin Slayer, destrozando la columna
vertebral del jinete en el suelo y murmurando “Doce” mientras sonaba un grito ahogado.
“Carecen de poder ofensivo.”
Mientras él se levantaba, lanzó su daga hacia la niebla, provocando un alarido.
“No podemos dejar que ninguno de ellos llegue a su hogar vivo.”
“¡Ja-ja-ja-ja! ¿Acaso íbamos a hacerlo?”
El Sacerdote Lagarto hizo un barrido con su cola, golpeando a un goblin detrás de él contra
un árbol, haciendo su columna añicos.
Trece. Seis, tal vez siete quedan aún. Goblin Slayer agarró una lanza a sus pies.
“En ese caso…”
Él levantó su escudo y avanzó, desviando la daga envenenada de un goblin escondido en la
niebla, eliminándolo con su lanza.
Podía sentir que no se había hundido lo suficiente. Al instante, empujó con el asta del arma
para evitar que el monstruo se moviera y luego le aplastó la cara con su escudo.
La criatura cayó, su frente hecha trizas, y Goblin Slayer se dispuso a aplastar su garganta.
Catorce. Goblin Slayer extrajo su lanza del monstruo muerto.

160
“… deberíamos terminar esto antes de que se disipe la niebla.”
Y eso es exactamente lo que hicieron.
<><><>
“… ¿Me pregunto si las flores estarán floreciendo?”
El murmullo vino de la Sacerdotisa, poco después de que el grupo derrotara a los jinetes
goblins.
Los únicos sonidos eran la corriente del agua, los crujidos de los remos y la respiración suave
de los cinco aventureros.
A medida que avanzaban río arriba, incluso los animales que vivían en los árboles parecían
contener la respiración.
El sol subía más alto y la niebla comenzó a disiparse, pero la espesa vegetación del alrededor
proyectaba oscuras sombras. La claridad no regresó, y había algo extraño en todo eso, como
si estuvieran entrando en las profundidades de una cueva.
Tal vez esa era la razón por la cual la Sacerdotisa respondió a la inesperada y cada vez más
notable dulzura en el aire de la manera en que lo hizo.
La Sacerdotisa se aferró a su sonoro bastón, pero la Arquera Elfa Superior sacudió su cabeza.
“No lo sé, pero… nunca había oído hablar de una flor que oliera así.”
“Su territorio está cerca,” dijo calmadamente Goblin Slayer, manteniendo su mano en el
arma que había robado a los goblins. Era una porra que parecía ser de un árbol podado, y
tenía inquietantes manchas de color rojo oscuro aquí y allá. Las salpicaduras eran de cuando
había sido usada para aplastar las cabezas de personas… y goblins.
Al final, más de veinte goblins y sus monturas yacían muertos en el río. No podían haber
dejado los cadáveres al aire libre; demasiadas posibilidades de que hubieran sido
descubiertos por otro grupo. Y no hubo tiempo para enterrarlos.
De todos modos, si los cadáveres fueran arrastrados río abajo, los goblins de río arriba no se
enterarían…
Y los peces carnívoros del río probablemente se librarían de los cuerpos por ellos.
Esto le había dado a la Sacerdotisa cierto inquietud, pero el Sacerdote Lagarto le había dicho
que esa era una forma de entierro a su manera.
“La niebla está empezando a despejarse. Tal vez deberíamos ir preparándonos.” El mismo
Sacerdote Lagarto estaba ahora intentando ver lo más lejos posible entre la niebla. Con un
gesto de su mano, hizo parar a uno de sus dos Guerreros Dientes de Dragón, el que había
estado pilotando el bote. El esquelético marinero levantó el remo y se sentó, abrazándolo.
“No sería un problema pequeño si nos descubrieran por el sonido del remo.”

161
“Oh, ¿debería orar por el milagro de Silencio…?”, preguntó la Sacerdotisa.
“Todavía no”, dijo Goblin Slayer, sacudiendo la cabeza. “Ya hemos usado Guerrero Colmillo
de Dragón dos veces, y Espada Garra una vez.”
El casco se giró hacia el Sacerdote Lagarto como buscando confirmación, y el clérigo asintió
afirmativamente.
El grupo tenía un total de siete milagros. Ahora les quedaban cuatro, y la única magia que
tenían disponible completamente pertenecía al Chamán Enano, que podía manejar otros
cuatro, también. El grupo fue bendecido con considerables recursos mágicos, pero seguía
siendo importante hacer el seguimiento de cuántos milagros y hechizos estaban disponibles.
Además, el Silencio por sí solo no era garantía de que evitaran el combate.
“Sigue guardando tus milagros.”
“De acuerdo.” La Sacerdotisa sentía que no había sido de mucha utilidad en la batalla
anterior. Ella asintió sin entusiasmo. “¿…?” Entonces ella parpadeó, se frotó los ojos y miró
entre los escudos que estaban protegiendo el bote.

“Jo, ten cuidado ahora,” dijo el Chamán Enano, agarrando la cintura de la chica para
sostenerla.
“Por supuesto,” dijo la Sacerdotisa, mirando alrededor con los ojos muy abiertos.
Ella había visto una sombra delgada elevándose a través de la niebla.
No era un árbol. Su silueta parecía demasiado extraña como para ser vegetación.
De pie junto a la orilla del río, la cosa deforme parecía casi la presa de un verdugo
acollarado, empalado en ramitas… (NOVA: El Verdugo Acollarado o Butcherbird es una
especie de ave originaria de Australia, se alimenta de insectos y pequeños lagartos y otros
vertebrados. Obtienen su nombre del hábito que tienen de empalar a sus presas en espinas,
ramas y otras superficies puntiagudas.)
“… Es eso un… ¡¿tótem?!” Un grito ahogado escapó de la garganta de la Sacerdotisa.
Era un cadáver. Los restos terrenales de alguien que había sido atravesado, desde la
entrepierna hasta la boca.
Al quedarse en este cálido y húmedo lugar, había empezado a pudrirse, sus jugos se habían
expandido hasta el punto de que ahora apenas parecía humano. A juzgar por la armadura
oxidada, había sido una mujer. Sin embargo, el cadáver había sido tan devastadoramente
mutilado por los insectos, que ahora ni siquiera estaba claro a qué raza había pertenecido
originalmente.

162
“¡Ugh…!” La Arquera Elfa Superior sintió que estaba a punto de vomitar, pero obligó a bajar
lo que amenazaba con subir.
Era obvio por qué los goblins habían expuesto el cadáver.
Crueldad.
Una atrevida declaración al mundo entero de que este era su territorio, y una burla brutal a
cualquiera que pudiera atreverse a entrar en él.
Ellos simplemente querían ver a cualquier intruso aterrorizado, asustado, colérico, o al menos
enfurecido.
¿Por qué otra razón pondría un trofeo como este, un objeto en la entrada que no tenía ningún
propósito defensivo?
“¿Fue empalada viva, o montada en ese palo después de morir…?”, preguntó el Sacerdote
Lagarto, mirando a su alrededor mientras juntaba las manos en oración. “.. Por lo menos, ha
tenido suerte de seguir siendo parte del ciclo natural.”
El motivo de su amplio gesto quedó claro: había más de un tótem.
Había un bosque de ellos.
Los cadáveres empalados en palos bordeaban la orilla como árboles a lo largo de una
carretera. Algunos eran solo huesos; en otros, la carne aún no había comenzado a pudrirse.
Algunos tenían una gran cantidad de cicatrices frescas, mientras que otros se habían hinchado
casi cómicamente con gas.
Algunos de los cadáveres parecían ser mercaderes, mientras que otros llevaban ornamentos
que hacía que parecieran aventureros.
¿Cuántos habían sido asesinados?
¿Cuántos habían sido utilizados como juguetes de los goblins?
“Ergh…” La Sacerdotisa se llevó una mano a la boca, ¿y quién podía culparla? Se agachó,
con el rostro pálido, mientras su sonoro bastón repiqueteó contra la cubierta.
“¡Hrrrgh…!” Se aferró al borde del barco, y vació el contenido de su estómago en el río. Lo
que había finalmente conseguido esto era el darse cuenta de que el olor dulce por el que se
había preguntado antes era el hedor de los cadáveres pudriéndose.
Durante un año y medio, ella había sido testigo de la crueldad de los goblins y se había
acostumbrado de alguna manera, pero incluso ella no podía soportar esto.
Hubo una serie de salpicaduras mientras vomitaba en el agua.
“Toma, mastica esto. Y toma un trago de agua.” El Chamán Enano le frotó la espalda con
suavidad.

163
“…Ur… Urgh. Gr-gracias…” Su voz era débil, su garganta le ardía.
Con ambas manos, ella tomó las hierbas y el agua que él le tendió, masticando las hojas con
suavidad.
“… Entonces, ¿Esto es lo que nos va a pasar si perdemos esta pelea?” La Arquera Elfa
Superior debe haberse sentido tan mal como la Sacerdotisa, porque su piel siempre pálida
ahora no tenía sangre. Ella escupió una maldición. “Esto no es una broma.”
“Estoy de acuerdo,” dijo Goblin Slayer. “No es una broma.”
El casco de metal de aspecto barato miraba al frente.
Allí, en la niebla, una figura extraña se alzaba como una montaña.
La cosa apareció como una sombra oscura en la niebla blanca.
Inesperadamente, un viento fétido apareció, apartando la niebla.
“… Huh”, dijo la Arquera Elfa Superior, sus labios seguían apretados pero su tono aún era
funesto. “Así que este es Aquel Que Detiene las Aguas…”
¿Cómo describir esta cosa?
Estaba hecho con grandes bloques de piedra caliza, un templo o un santuario… o tal vez una
fortaleza.
La elegante estructura, que se había mantenido desde la Era de los Dioses, estaba ahora
desgastada, cubierta de musgo y enredaderas. Sin embargo, la construcción, construida para
represar el río, casi no parecían el tipo de ruinas que los goblins encontrarían fáciles de
someter.
“Estaba justo al lado, muchacha. ¿Realmente no sabías nada de esto?”
“Oye, este era el territorio de Mokele Mubenbe.” La Arquera Elfa Superior frunció los labios
y agitó sus orejas como si estuviese reprochando al Chamán Enano. “Aunque quizá los
ancianos de la aldea sabían algo al respecto. A lo mejor hasta mi hermana había oído hablar
sobre esto.”
“Así que realmente no sabías nada,” bromeó el Chamán Enano, provocando un enojado siseo
de la elfa.
Su discusión era tan enérgica como siempre, y tal vez eso fue deliberado. Después de la
terrible visión que acababan de ver, cualquiera querría cambiar el estado de ánimo.
“Lo que nos tiene que preocupar ahora es la fortaleza de los goblins,” dijo Goblin Slayer,
mirando alrededor. “Para el barco. La niebla se está disipando.”
“Ai, ai,” dijo el Sacerdote Lagarto, gesticulando una rápida instrucción al Guerrero Diente de
Dragón. El esqueleto acercó la pequeña barca a la orilla.
Goblin Slayer puso una mano en la porra de su cinturón y se arrodilló junto a la Sacerdotisa.

164
“¿Qué piensas?”
“Er… ¿Qu-qué pienso yo?” La sangre se había drenado de su cara, y ella sacudía la cabeza
indiferentemente de lado a lado. “Tenemos que… hacer… algo…”
“Sí.”
“Si nosotros… s-simplemente dejamos esto…”
“Sí.” Su voz era tranquila como la de ella, pero no débil. “No vamos a simplemente dejarlo
así.”
La Sacerdotisa tragó pesadamente. Goblin Slayer vio que ella movía su mano iba hacia a su
propia armadura, y él recogió el bastón caído. La Sacerdotisa lo apretó contra su pecho con
ambas manos, como si lo estuviera abrazando, y luego se puso inestablemente de pie.
Ella se obligó a relajar sus rígidos músculos faciales y miró a su visor.
“… Porque… son goblins.”
“Sí.” Asintió él. “Son goblins.”
“Aguanta, Corta-barbas.” El Chamán Enano se lanzó a tierra cuando el barco elfo llegó
silenciosamente a la orilla. Ató hábilmente el bote, asegurándolo a un árbol cercano. “Como
has dicho, la niebla se está despejando. Y pronto será de noche. Entrar a hurtadillas es algo
que va a tomar algunos preparativos.”
“En ese caso…” La Arquera Elfa Superior intentó dos o tres veces chasquear sus dedos, pero
terminó simplemente chasqueando la lengua ante el lamentable sonido de fp que obtuvo. “…
En ese caso, ¡tengo una idea!”
<><><>
Algún tiempo después.
El grupo se deslizaba como un tren de sombras bajo la iluminación de las lunas gemelas.
A través de la maleza, haciendo a un lado las hojas y las ramas, mantuvieron su peso bajo,
moviéndose tan rápido como podían.
El único sonido proveniente de ellos fue el suave susurro de una oración de la
Sacerdotisa: “Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, concédenos la paz para aceptar
todas las cosas…”
Ella corrió a través del silencio absoluto tan rápido como pudo, el sudor corría por su frente,
sus manos se aferraban a su sonoro bastón.
A medida que se acercaban, el dique y la fortificación de los goblins se alzaban extrañamente
delante de ellos.
La forma en que las rocas se habían apilado y tallado era trabajo de los enanos.

165
La forma en que las estructuras habían sido construidas sin molestar a los árboles de su
alrededor era obra de los elfos.
Los preparativos contra los ataques deben provenir del conocimiento de los hombres lagarto
o los humanos.
Aquí y allá, una piedra había sido desplazada por los goblins, mancillando este lugar.
¿Para qué podría haberse construido este lugar? Se preguntó la Sacerdotisa de repente.
Un santuario, un templo, una torre, un castillo, un dique, un puente… Parecía ser todas estas
cosas, y sin embargo ninguna de ellas.
Fuera lo que fuera, ahora era un nido goblin, y para desafiarlo se necesitaría más de un
milagro de la Madre Tierra, sin importar cuán misericordiosa fuera.
Ese era el por qué los aventureros tenían algo más que los defendiera.
Una niebla blanca que parecía levantarse por cuenta propia, fssh, fssh.
También era intensamente caliente.
Hasta cierto punto, eso era de esperarse, estaban en una selva tropical, después de todo, pero
también era agotadoramente húmedo. Las vestimentas de la Sacerdotisa habían absorbido
suficiente agua como para hacerse más pesadas, y su sudor hacia que su ropa se pegara a ella
de la forma más desagradable. Ella se había arremangado las mangas por necesidad pero en
ningún momento había dejado de orar.
Había alguien más que tampoco había detenido su trabajo… el Chamán Enano.
Él sostenía una piedra, que brillaba en color rojo, en sus toscas manos. La fuente del calor, de
la niebla, estaba en esa piedra… en la salamandra que vivía dentro.
Danzante llama, salamandra de fama. Concédenos una parte de eso pequeña ama.
El espíritu de fuego invocado por el hechizo Prender evaporó el agua con la que los espíritus
del aire estaban tan impregnados. El resultado era como estar envuelto en niebla.
El Chamán Enano miró con suspicacia a la Arquera Elfa Superior mientras ella soltaba un
pequeño resoplido triunfante.
Ella se está volviendo tan mala como Corta-barbas.
No obstante, el Sacerdote Lagarto venía del Sur, la Arquera Elfa Superior era de este mismo
bosque, y el Chamán Enano tenía bastante contacto con el fuego. El espeso calor hizo que sus
movimientos fueran más rápidos, en todo caso.
La Sacerdotisa resollaba y resoplaba, y la expresión de Goblin Slayer no podía ser vista.
El Sacerdote Lagarto levantó la vista hacia una torre de observación en lo alto de la fortaleza
de los goblins. Con sus ojos que detectan el calor, vio a un goblin con una lanza tomando una
siesta alegremente.

166
Sin problemas. Asintió con la cabeza a Goblin Slayer, quién entonces lideró al grupo hacia
adelante nuevamente.
Las puertas de la fortaleza estaban prácticamente frente a sus narices ahora.
La enorme y gruesa puerta era característicamente élfica, hecha de una ancestral y robusta
madera. No había rastro de metal en ninguna parte de ella, pero su durabilidad era
incuestionable.
Al principio, parecía ser una sola pieza, pero en la esquina derecha de la enorme puerta se
podía ver un contorno cuadrado. Una puerta más pequeña dentro de la puerta, tal vez una
portilla de salida.
Goblin Slayer gesticuló a sus compañeros para que esperaran en los arbustos y luego sacó su
porra del cinturón. La Arquera Elfa Superior trepó a un árbol, sus largas orejas se movían;
ella alcanzó una rama y se sentó sin siquiera descolocar una sola hoja. Ella puso una flecha
en su arco y la preparó en silencio, mientras que abajo, el Sacerdote Lagarto ajustó el agarre
de su colmillo-espada.
En cuanto a la Sacerdotisa y el Chamán Enano, continuaron entonando sus milagros y magia
respectivamente. El silencio se prolongó y la niebla siguió aumentando.
Los labios de la Sacerdotisa formaron brevemente las palabras Ten cuidado. Goblin Slayer
asintió.
Cuando abandonó la burbuja de silencio, el color y el clamor de la vida volvieron
repentinamente al bosque. Las hojas crujían mientras el viento soplaba a través de ellas. El
río gorgoteaba. Él podía oír su propia respiración dentro de su casco.
“Hmm.” Se paró por un momento frente a la puerta antes de golpear ruidosamente en ella.
Luego, con una agilidad que desmentía el peso de su armadura de cuerpo completo, clavó sus
dedos en las vetas de la madera y trepo por ellas.
La reacción llegó un poco después.
“¿GROB?”
La portilla de salida se abrió, y un goblin, probablemente un centinela, asomó la cara.
La Arquera Elfa Superior estaba preparada para dejar ir su flecha en ese instante, pero Goblin
Slayer no se movió. Un segundo, y luego un tercer goblin salieron por la pequeña puerta.
El chasquido de la lengua de la Arquera Elfa Superior fue silenciado por la oración de la
Sacerdotisa, por lo que nadie la escuchó.
Un cuarto monstruo surgió, y tras esperar exactamente cinco segundos, Goblin Slayer se
movió.
“¡¿GORAB?!”

167
Saltó desde arriba, aterrizando de lleno en la espalda del último goblin que salió. El impacto
robó el aire de los pulmones de la criatura, y no hizo más ruido.
Goblin Slayer hizo bajar su porra.
Hubo un sonido seco de algo rompiéndose, y el cráneo del goblin se dobló en una dirección
imposible en un ángulo igualmente imposible.
Goblin Slayer sacó la espada del cinturón del cadáver que se contraía.
“Uno.”
“¿GBBR?”
El primer goblin, sorprendido por el repentino grito, comenzó a darse la vuelta…
“¡¿GORB?!”
Una flecha con punta de en forma de capullo silbó a través de la noche, atravesando a la
criatura entrando directamente por su oreja derecha y saliendo por la izquierda. Calló sobre
sus rodillas como una marioneta con las cuerdas cortadas, y un instante después, el segundo
goblin estaba muerto.
A pesar del shock de la emboscada, los dos monstruos restantes habían empezado a actuar.
Pero los aventureros eran demasiado rápidos para ellos.
Un goblin se volvió hacia el enemigo que tenía detrás y encontró su cara destrozada con la
porra.
“Dos, y…”
“¡¿GRRB…?!” La criatura cayó hacia atrás, agarrando su nariz aplastada; Goblin Slayer
inmediatamente saltó encima de él. Ya había solatdo la porra, desenvainando la espada
robada de su vaina. Puso la palma de su mano izquierda sobre la boca del goblin, y con su
derecha, apuñaló sin piedad la tráquea de la criatura y luego la cortó.
“Con este son tres…”
Y eso significaba que quedaba uno.
Este último goblin era un poco más listo que los otros; al menos había captado que dos de sus
compañeros habían sido asesinados. Estaba tomando una bocanada de aire, abriendo la boca
para gritar pidiendo refuerzos, pero antes de que tuviera tiempo de levantar la voz, encontró
una flecha atravesada en su garganta.
Cayó hacia adelante con la fuerza del disparo.
“…Cuatro.”

168
Goblin Slayer confirmó con sus propios ojos que las cuatro criaturas habían dejado de
respirar y luego echo un vistazo dentro de la puertecilla de salida. Estaba oscuro, pero
todavía había dos lunas en el cielo para proporcionar iluminación.
Dentro de la puerta había una plaza abierta. No había señales de goblins en las
inmediaciones.
Sin embargo, por muy indolentes que los goblins pudieran ser, la ausencia de los guardias no
pasaría inadvertida por mucho tiempo.
Goblin Slayer apuntaló la pequeña puerta con una estaca y luego hizo un gesto hacia los
arbustos.
La Sacerdotisa dejó escapar un largo suspiro y corrió hacia él.
“… ¿Estás bien? ¿Estás herido, o…?
“No, no lo estoy.”
Tras eso, su pequeño pecho se relajó, aliviado.
El Sacerdote Lagarto emergió con la misma rapidez, casi reptando por el suelo, y el Chamán
Enano avanzó tras él. Al final de todos venía la Arquera Elfa Superior, saltando del árbol y
dirigiéndose hacia la puerta tan rápido que casi no dejó ni la sombra. No sería agradable si la
persona que debía asegurarse de que todos llegaran a su destino de forma segura fuera
descubierta.
“Se supone que debo ser la exploradora, pero me sentí como una asesina en este momento,”
dijo. “¿Qué es lo que sigue?”
“No me gusta, pero tendremos que montar un asalto frontal.” Goblin Slayer limpió su espada
con los harapos de un goblin y la devolvió a su vaina. Luego tomó el hacha de uno de los
monstruos y la metió sin ceremonias en su cinturón. “Lo siento,” dijo, “pero parece que no
habrá tiempo para descansar. Te necesito en primera fila ahora.”
“Eso es, eso es,” siseó el Sacerdote Lagarto. “Nunca he sido de los que hacen menos que
destacar en el frente de batalla.”
Sólo le quedaba un milagro. Habían dejado al Guerrero Diente de Dragón para proteger el
bote, por lo que su Espada-Garra y su fuerza eran todo con lo que podían contar.
Pero para el Sacerdote Lagarto, eso era suficiente.
“Me quedan tres, a mí,” dijo el Chamán Enano, acariciando su barba.
“Y en cuanto a mí, uh…” La Sacerdotisa contaba con sus dedos. “Dos más.”
“De acuerdo.”
Eso significaba seis en total.

169
Eso sería verdadera abundancia para un grupo de aventureros regular. ¿Pero sería suficiente
para asaltar esta fortaleza?
Habían empezado con once, por lo que habían agotado aproximadamente la mitad de su
suministro hasta el momento.
“…” La Sacerdotisa sacudió la cabeza, tratando de despejar una repentina oleada de malos
pensamientos. Lo que había sucedido en su primera aventura no tenía nada que ver con esto.
Ni siquiera los muertos que había visto en su camino hasta aquí importaban ahora.
“Um, ¿qué debemos hacer respecto a la luz…?”
“Nada de luces hasta que estemos adentro.”
Los goblins podían ver bien en la oscuridad. No necesitaban antorchas para moverse por la
noche. Entrar al patio con antorchas encendidas sería tan bueno como suplicar a los goblins
que vinieran a buscarlos.
“Una vez entremos, la trataremos como cualquier otra cueva,” dijo Goblin Slayer.
“Muy bien. Prepararé algunas antorchas, entonces,” respondió la Sacerdotisa.
“Por favor hazlo.”
Mientras él hablaba, Goblin Slayer sacó su daga.
“Er,” susurró la Sacerdotisa. Ella hizo una mueca y dejó escapar un suspiro resignado.
“¿Tenemos que hacerlo…?”
“Sí.” Goblin Slayer giró el cuchillo en su mano y luego caminó hacia el goblin con la cara
destrozada.
La Arquera Elfa Superior, captándolo, rápidamente palmeó su ropa, asegurándose de que
todo estuviera listo. La sangre se drenó de su cara, y sus orejas se inclinaron lastimosamente.
“…Aw, ¿hablas en serio?”
“A menos que tengas un paquete de perfume.”
“O-oye, nunca imaginé que un viaje a casa fuera a significar i-ir a cazar goblins…”
“Es parte del trabajo.”
Goblin Slayer no prestó atención a su excusa mientras abría el vientre del goblin. Sacó las
entrañas humeantes, y la Sacerdotisa las envolvió en un pañuelo que ella había sacado, con el
rostro inexpresivo.
La Arquera Elfa Superior retrocedió con una especie de sonido ahogado; el Chamán Enano
rápidamente la cogió por la mano.
“Tienes que saber cuándo rendirte.”

170
“Sólo se necesitan entrañas,” argumentó el Sacerdote Lagarto desde donde se había movido
para evitar que ella escapara, con sus ojos girando hacia arriba.
“¿Huh…? No, de ninguna manera, ¡tiene que haber algo más que podamos…!”
“Cierra el pico.”
Fue, tal vez, solo el nivel de experiencia de la Arquera Elfa Superior lo que la salvó de gritar.
<><><>
Los aventureros se deslizaron a lo largo de la pared, con la Arquera Elfa Superior a la cabeza
como exploradora.
La torre estaba en ruinas, la puerta devastada, la naturaleza reclamaba la estructura para sí
misma, y no había escasez de sombras en las que esconderse.
Y por la misma razón, muchas sombras en las que cosas podrían estar ocultas.
La Arquera Elfa Superior se lamió los labios, tratando de decidir dónde podía poner sus pies
sin molestar a la maleza. Si algún centinela goblin los encontraba, eso significaría una
alarma, y eso no sería para nada divertido.
“Gracias.”
Cielo santo. La Arquera Elfa Superior parpadeó. ¿Orcbolg estaba agradeciéndole?
Los humanos no eran los mejor equipados para avanzar sigilosamente por la noche con solo
la luz de las estrellas y las brumosas lunas para guiarlos.
“Los humanos lo tienen difícil cuando quieren hacer algo así, ¿eh?” dijo.
“L-lo siento…,” respondió la Sacerdotisa.
“No es problema. No te preocupes por eso.” La Arquera Elfa Superior agitó una desdeñosa
mano sin girarse. “…Ooh.” En ese momento, sus puntiagudas orejas se movieron, como si
fueran sopladas por la brisa.
Ella entrecerró los ojos: estaba mirando a un goblin que rondaba, con una lanza apoyada en
su hombro.
Había cierta distancia entre ellos. Los aventureros no habían sido percibidos todavía. Pero él
venía hacia aquí. Un centinela.
La Arquera Elfa Superior sacó una flecha de su carcaj y la puso en su arco.
“¿Qué debo hacer?”
“Disparar.”
Su arco vibró casi antes de que él terminara de hablar. El goblin, atravesado por la garganta,
agitó los brazos incomprensiblemente mientras caía al suelo. Hubo un amortiguado susurro
en la hierba, pero eso fue todo. Ningún otro guardia parecía haber notado lo que pasó.

171
La Arquera Elfa Superior dejó escapar el aire que había estado conteniendo y comenzó a
moverse de nuevo, Goblin Slayer y los demás la siguieron desde detrás. Ella agarró su flecha
del cadáver del goblin cuando pasaron por su lado.
“Ugh…” Ella arrugó la cara ante la sangre negra del goblin, agitando la flecha. “No quiero
ensuciarme más de lo que ya estoy…”
“Ni que lo digas,” asintió la Sacerdotisa con una voz verdaderamente lamentable. La Arquera
Elfa Superior asintió compasivamente.
Estas dos dulces jóvenes estaban cubiertas de la cabeza a los pies de una suciedad
indescriptible. Era maloliente y pegajosa, y por más que estuvieran acostumbradas, todavía
las enfermaba un poco. Era necesario, pero nunca divertido.
“Argh, se rompió la punta… Esto es lo peor.”
“Bueno, si esto es lo peor, entonces quizá nunca seremos descubiertos.” El Sacerdote
Lagarto, deslizándose hacia delante, levantó la cabeza como una serpiente. “Pienso que las
cosas serán un poco más problemáticas cuando entremos en la torre.”
Sus ojos estaban enfocados hacia delante, en la enorme puerta de madera que impedía la
entrada a la torre. Era obviamente inmensamente gruesa, y no era la única puerta de este tipo.
Un montón de ellas rodeaba el muro exterior de la estructura.
“He oído que las tumbas reales a veces están provistas con entradas falsas,” añadió el
Sacerdote Lagarto. “Tal vez esta sea de esa naturaleza.”
“¿Quieres decir que todas son… falsas?” La Sacerdotisa asomó la cabeza para mirar,
cuidando de no ser vista por los goblins. La enorme y pesada puerta, se levantaba imponente
bajo la pálida luz de la luna, apenas parecía algo menos que real. “Ciertamente no lo
parece…”
“Seríamos afortunados si se tratara de una mera escultura,” respondió el Sacerdote Lagarto.
“Si fuera una trampa, dudo en pensar qué sería de nosotros.”
“……”
Durante unos segundos, la Sacerdotisa miró en silencio a las puertas de las ruinas. Algo se
sentía extraño en ellas, algo que no podía explicar. Ella trató de pensar en que era…
“… Bueno, no creo que tengamos que preocuparnos tanto,” dijo con una risita tras un
momento y señaló con un pálido, delgado dedo hacia la puerta. “Miren cómo la maleza ha
sido pisada por allí.”
“¡Dios mío, en efecto…!”
La puerta falsa, una creación de algún antiguo elfo o algo similar, ahora se había vuelto inútil
por el paso del tiempo y la estupidez de los goblins. Los goblins sin pensarlo usaron la puerta
para entrar y salir, por lo que los arbustos de alrededor estaban pisoteados.

172
“Supongo que esto nos deja con el mismo problema con el que comenzamos,” dijo la
Arquera Elfa Superior con irritación. “Goblins.”
Uno o dos guardias estaban haciendo rondas, se veían aburridos.
“El camino más rápido sería eliminar a los guardias y robar la llave.”
“Eso sería si los goblins supieran cómo cerrar las puertas,” dijo el Chamán Enano, quitándose
una hoja que tenía en la barba y dejando escapar un suspiro pensativo. “Como mínimo,
tenemos que acabar con el de la derecha al mismo tiempo que con el de la izquierda si no
queremos ser descubiertos.”
“Eso no es problema,” dijo Goblin Slayer. “Conozco ocho formas diferentes de matar goblins
silenciosamente.”
“¿De verdad?” Preguntó la Sacerdotisa, parpadeando.
“Eso fue una broma,” continuó Goblin Slayer, sacudiendo lentamente su cabeza cubierta con
el casco de lado a lado. “Conozco muchas más.”
A la luz de la evaluación de la Arquera Elfa Superior en que las flechas eran escasas, se
decidió que Goblin Slayer y el Chamán Enano tomarían la ofensiva. Cada uno de ellos
preparó una honda, se movieron a una distancia más cercana, y soltaron sus piedras casi al
mismo tiempo.
Las rocas volaron por el aire, encontrando infaliblemente la garganta de un goblin y la cabeza
de otro.
“¡¿GRORB?!”
“¡¿GBBO?!”
El primero se derrumbó con su tráquea cruelmente aplastada; el otro de manera inestable se
puso de pie, agarrándose la frente. Antes de que la criatura pudiera gritar, no obstante, el
Sacerdote Lagarto saltó hacia él, como en un baile. Su Espada Garra cortó la garganta del
monstruo antes de que éste pudiera hacer un sonido.
Así, los guardias fueron despachados sin hacer ruido, el silencio del patio frente a la puerta
continuaba inalterado.
“… También aprendí a usar la honda, pero no parece haber ayudado mucho,” dijo la
Sacerdotisa con desaliento.
“No te preocupes, hay un momento y un lugar para cada talento,” dijo la Arquera Elfa
Superior, dándole una palmadita en la espalda.
El Sacerdote Lagarto le dio a su Espada-garra una buena sacudida para quitarle la sangre y
luego comenzó a arrastrar los cadáveres de los goblins. “Debes hacer lo que puedas,” señaló
mientras los metía en unos arbustos. Mientras la Arquera Elfa Superior se aseguraba de que

173
estuvieran bien cubiertos, el Chamán Enano hurgó entre las armas de los goblins,
seleccionando una lanza de mano.
La sostuvo a la luz de la luna: la punta de hierro brillaba, bastante afilada. Sin óxido,
tampoco.
“Sabes, para un montón de goblins en una fortaleza derruida, tienen armas bastante
espléndidas. Me pregunto si se las quitaron a un aventurero.”
“Quizás había un comerciante de armas entre aquellos que mataron,” dijo Goblin Slayer. “O
tal vez ya estaban aquí…”
“Hrm,” murmuró el Chamán Enano, sacudiendo la cabeza ante las reflexiones de Goblin
Slayer. “¿Quién podría decirlo? Parece antiguo a primera vista, pero a veces los productos se
hacen verse desgastados.”
“¿Cuáles son las posibilidades de que fuera forjado aquí?”
“Eso puedo descartarlo,” dijo el Chamán Enano con confianza. “El fuego no puede ser usado
aquí. No se puede hacer nada de herrería sin un hechizo especial de los elfos.”
“… Hrm,” Goblin Slayer gruñó. “En cualquier caso, lo único que sabemos con certeza es que
un goblin estaba llevándolo. ¿Encontraste una llave?”
“Sí, aquí,” dijo la Arquera Elfa Superior, entregándosela. Era una vieja llave que había estado
colgando del cuello de un goblin pocos minutos antes. Tenía la forma de una insignia con
números grabados en ella, colgados de una cuerda áspera y deshilachada.
“Bien.” Goblin Slayer la sostuvo con fuerza, examinándola de cerca. “Entraremos, y luego
iremos tan lejos como podamos,” dijo.
“¿Es esa nuestra, eh, estrategia?”
“Sí.”
Como siempre, la Sacerdotisa no pudo evitar sonreír ante su comportamiento. Entonces ella
rápidamente se arrodilló y sostuvo su sonoro bastón. “Oh Madre Tierra, abundante en
misericordia,” entonó, orando por la paz de todos los goblins que habían muerto hasta ahora,
y todos aquellos que habían sido asesinados por ellos. “Por favor, con tu mano venerada,
guía las almas de aquellos que han dejado este mundo.”

El grupo de aventureros esperó hasta que ella terminara con su oración de reposo, y luego se
apresuraron hacia la puerta.
Goblin Slayer deslizó la llave en la cerradura, la giró. Hubo un clack hueco.
“No encaja.”

174
Eso significaba que tenía que haber alguna otra puerta en algún otro lugar. Él chasqueó la
lengua y sacó la llave.
La Sacerdotisa abrió su bolsa, despejando algo de espacio. “Dámelo, puedo tomar eso.”
“Sí, por favor.”
Ella tomó la llave, la guardó, y dejó escapar un suspiro.
“Supongo que eso hace que sea mi turno,” dijo la Arquera Elfa Superior, agachándose
confiadamente delante de la cerradura. Su capacidad para forzar tales dispositivos, que según
ella había aprendido para entretenerse, había demostrado ser muy valiosa para el grupo.
Ella usó una púa para hurgar en la cerradura, agitando las orejas en busca del suave clic que
anunciaría su éxito. Cuando llegó por fin, ella anunció, “Excelente”, e hinchó el pecho con
orgullo. “Está desbloqueada.”
“Bien, ahora, antes de que la abramos…,” dijo el Chamán Enano. Se agachó junto a ella y
hurgó en su bolsa de catalizadores, sacando un paño.
La Sacerdotisa inclinó su cabeza con confusión, preguntando vacilante: “¿Qué estás
haciendo?”
“Tengo que poner un poco de aceite aquí,” el Chamán Enano guiñó un ojo. “No queremos
que empiece a chirriar, ¿verdad?”
“¡Oh, yo te ayudo!”
“Yo tomaré la derecha entonces, y tú tomarás la izquierda.”
Él arrojó a la Sacerdotisa un trapo empapado en aceite, y ella puso manos a la obra. Ella
demostró ser una excelente limpiadora, gracias a su larga experiencia con sus tareas en el
Templo. Pronto, la puerta había sido cuidadosamente engrasada, y los aventureros la
empujaron sin hacer ningún ruido.
Se deslizaron tan silenciosamente como sombras y luego cerraron la puerta tras ellos. Los
goblins todavía no se habían dado cuenta de que sus compañeros habían sido asesinados.
Si se hubieran dado cuenta, no se habrían lamentado ni llorado, sino que habrían pensado tan
sólo en cómo castigar a los aventureros.

175
Capítulo 6: Corazón de la Oscuridad
“Rayos…Apesta a moho” se quejó la Arquera Elfa Superior. El nido combinaba los olores de
una antigua ruina junto a la podrida pestilencia del típico hábitat de los goblins.
“B-bueno, es un antiguo edificio… Mira, encenderé una luz” dijo la Sacerdotisa “¡Hup!”
gruñó de forma linda mientras chocaba el pedernal y prendía una antorcha.
Estaban en el centro de la sala de prevención de incendios que los elfos habían colocado en la
estructura, por lo que la luz era limitada y débil. Aun así, era suficiente para que todo el
grupo la viera. La Sacerdotisa pasó sus ojos por los rostros de sus compañeros y entonces dio
un respiro de alivio.
El pasaje del otro lado de la puerta era bastante claustrofóbico. No era tan chico como para
forzarlos a gatear, pero tampoco iban a poder separarse lo suficiente para formar una línea de
batalla. Quizá era del tamaño ideal para los goblins, pero en cuanto a todos los demás…
“¡Ugh, no me gusta esto!” dijo la Arquera Elfa Superior. “Una trampa de picos podría
arrasarnos a todos juntos.”
“Preferiría preocuparme por mi habilidad de poder ir hacia delante” añadió el Sacerdote
Lagarto.
“Sí, hay posibilidades que el enano se quede atorado.”
El Chamán Enano parecía indignado, pero de forma sabia decidió no mencionar su objeción
sobre el asunto.
“Andando” dijo Goblin Slayer secamente y el grupo se formó y comenzó a caminar.
La Arquera Elfa Superior iba al frente, Goblin Slayer justo detrás de ella, seguidos por el
Sacerdote Lagarto: ellos técnicamente eran la línea frontal. En la retaguardia iba la
Sacerdotisa, agarrando nerviosamente su bastón, y el Chamán Enano al final de la formación.
El estrecho pasadizo, cada vez más profundo, se inclinaba suavemente hacia la izquierda y
hacia la derecha a lo largo del camino. El eco retumbante que escuchaban debía tratarse del
agua de la represa.
Odio túneles estrechos como este, pensó la Sacerdotisa. Si los goblins llegaban desde el
frente, no podrían huir. Si llegaban por atrás, el grupo estaría igualmente atrapado.
El aire fétido. La atrapante sensación de terror. Un olor que ella conocía bastante bien de
algún lado, de algún momento. La Sacerdotisa se apresuró a mirar a su alrededor, llevada por
la sensación de que si no ponía demasiada atención, perdería el rastro de donde estaba.
“Al menos no tenemos que preocuparnos por nuestras pisadas” Dijo la Arquera Elfa Superior
a la ligera. Quizás esa era una de las razones por la cual la Sacerdotisa soltó un suspiro de
alivio. El aire en el túnel pareció aligerarse de repente.

176
“Y no parece que tendremos que preocuparnos por que rompan la pared detrás de nosotros”
agregó el Chamán Enano.
“Si es que no hay puertas ocultas” dijo Goblin Slayer.
“Y si no encuentran los cuerpos de afuera” añadió el Sacerdote Lagarto.
“Continuemos” Dijo la Sacerdotisa con voz temblorosa, tragando saliva de forma audible.
“Cuidadosamente”
“Sí. Especialmente considerando que… ¿Cómo se llamaba?”
“Mokele Mubenbe” Contestó la Arquera Elfa Superior mientras media su siguiente paso.
“¿Cierto?”
“Sí, ese” continuó Goblin Slayer asintiendo. “Algo se las ingenió para ponerle una silla de
montar. No podemos bajar la guardia.”
El Sacerdote Lagarto agarró su Garra Espada más fuerte, mirando a su alrededor. “¿Crees
que fue uno de esos pequeños diablillos?”
“¿Alguien le confiaría un dragón a los goblins además de los goblins?”
El Chamán Enano pasó su mano gentilmente por la pared del pasaje. “He conocido gente
miserable, pero los goblins establecen un nuevo estándar de bajeza” dijo mientras negaba
resignado con la cabeza. “Miren esto. Antes había dibujos justo aquí y ellos…”
Las ilustraciones podrían haber mostrado la historia de las ruinas, o quizá eran una
advertencia para los intrusos. Lo que antes habían sido esos dibujos, ahora estaban
embadurnadas y rotas por las payasadas de los goblins. Esto sugería que esta destrucción no
era un acto de blasfemia por parte de los goblins. Si realmente fueran sirvientes del Caos que
intentaba desacreditar las marcas de la Orden, hubieran hecho un trabajo más meticuloso.
En vez de eso, los dibujos estaban rotos en algunas partes, pintados en otras, fragmentados en
otros lados y dejados intactos en otros pocos.
“Como niños que se aburren de un juguete” susurró la Sacerdotisa, con un escalofrío. Y
estaba justificado: estaba claro que este acto de destrucción del trabajo de otro era sólo por
mera diversión. La Sacerdotisa sabía muy bien cómo era cuando ese sentimiento era dirigido
a seres vivos.
“…”
Pudo haber sido el terror o la ansiedad lo que le hicieron cerrar con más fuerza su mano
derecho sobre su sonoro bastón, mientras su mano izquierda ajustaba su agarre en la
antorcha. Ella repetía el nombre de la Madre Tierra en voz baja.
Quizá fue por eso que ella fue la primera en notarlo cuando llegó traído por la brisa que
atravesaba las ruinas, combinado con el sonido del agua.
“¿Una…voz?” dijo de repente, deteniéndose.

177
“¿Qué sucede?” preguntó Goblin Slayer cuando lo notó. Ese hecho hizo que la Sacerdotisa
sintiera una pizca de alivio. Era un recordatorio que él la protegía. Que todos ellos lo hacían.
Ella se dio cuenta que estaba comparando de forma inconsciente al grupo con ellos y bajo la
mirada, avergonzada.
“Yo sólo… Escuche una voz…”
“¿Oíste una voz?”
“Vino de adelante, creo…”
Goblin Slayer contestó sus palabras inseguras con un gruñido. “Hmm. ¿Tú qué opinas?”
“Bueno, esperen un segundo. He estado completamente concentrada en este piso” La
Arquera Elfa Superior alzó la vista, sus orejas ahora levantadas, preparadas para captar
cualquier sonido.
Fwip, fwip. Revolotearon ligeramente.
“…Sí, lo oigo también. La voz de una persona. No puedo decir si es de un hombre o de una
mujer.”
“Así que hay algo más vivo aquí además de los goblins” dijo el Chamán Enano frunciendo
sorprendido. “Supongo que deberíamos estar felices, pero el rescatarlos se añadiría a nuestra
lista de problemas.”
“No podemos asegurar que sea un prisionero” añadió el Sacerdote Lagarto, girando sus ojos
hacia arriba y tocando la punta de su nariz con la lengua.
“Pero si hay alguien cautivo aquí abajo…” la Sacerdotisa levantó la antorcha lo más alto que
pudo, como si la usara para alejar la ola de miedo e indecisión en ella. “Entonces, tenemos…
¡Tenemos que ayudarlos…!”
“Sí” Goblin Slayer respondió sin siquiera vacilar. Volvió a revisar su escudo en su mano
izquierda, luego giró su muñeca derecha una vez y ajustó el agarre de su espada. “Eso no
cambia lo que debemos hacer. Andando.”
Poco después, el grupo llego a una escalera en espiral que se alargaba desde lo más profundo
de las ruinas hasta lo más alto. Incontables túneles se diversificaban desde ella en varias
direcciones.
La voz resonante se podía oír desde abajo… muy, muy abajo, como si sonara desde las
profundidades del infierno.
<><><>
“Vaya, ciertamente huele a nido de goblins.”
El grupo decidió abrirse camino hacia abajo usando la escalera, guiados por los sentidos de la
Arquera Elfa Superior.

178
La escalinata se abrazaba a la pared de piedra, bajando hacia las profundidades. Los
escalones eran angostos y no había baranda para sostenerse. Cada uno de ellos colocó una
mano en la pared y avanzaron lentamente, muy lentamente.
“Parece un hormiguero, ¿no creen?” dijo el Sacerdote Lagarto observando que muchos de los
túneles llevaban a otras zonas más profundas dentro de la fortaleza.
“Mmm, parece que hacen muy buenas torres ¿no creen?” respondió el Chamán Enano.
Los diques y las fortificaciones en la orilla del río habían soportado batallas por al menos un
eón. Pronto solo cinco aventureros intentarían derribarlas. Nadie podría culparlos por sentirse
un poco tensos.
“¡Eep!” la Sacerdotisa cerró los ojos y se inclinó contra la pared mientras una ventisca
atravesó el atrio. La fuerza del viento ya era bastante mala, pero también trajo consigo una
peste que indicaba que había cosas malas adelante.
“Q-Quizá debemos atarnos a una línea de seguridad para que—”
“No” dijo Goblin Slayer, rechazando de forma brusca la propuesta de la Sacerdotisa. “Iremos
en una sola fila. No sabemos si los goblins podrían llegar por enfrente o la retaguardia.”
“Sí, podría ser peligroso restringir aún más nuestros movimientos” el Sacerdote Lagarto,
desde la retaguardia de la formación, giro sus ojos y golpeó el suelo con su cola. “Pero no
temas, si fueras a caerte solo agárrate de mí cola y continúa.”
“Preferiría no caerme, pero… muy bien, hare lo mejor que pueda” asintió la Sacerdotisa,
asegurándose de que sostenía su bastón y la antorcha con fuerza para que no se cayeran.
En ese momento, las orejas de la Arque Elfa Superior se sacudieron.
“¿Goblins?”
“¿Qué más podría ser?” El grupo entero se detuvo en el acto detrás de ella y prepararon sus
armas. “Tenemos una luz. Nos notaran cuando nos acerquemos.”
“No podemos dejar que escapen con vida.”
“Goblin Slayer, señor, ¿qué debemos hacer?”
“Ya sea que haya un cautivo o no, debemos llegar al final de las escaleras” dijo Goblin
Slayer sombríamente. “Y luego, debemos regresar a la parte de arriba.”
“Ya sabes lo que dicen de los laberintos” comentó el Chamán Enano, adoptando un tono para
cantar. “Entrar fácil es, pero salir divertido no es.”
“Mmm” el Sacerdote Lagarto gruñó, asintiendo.
“Puede que no sea posible que evitemos el combate” dijo la Sacerdotisa. “Y si somos
descubiertos—”
—¿Qué pasará entonces?

179
La sangre desapareció de sus mejillas y de pronto sintió que su equilibrio le fallaba.
Ropas rasgadas. El grito de un Guerrero. Voces angustiosas. La horrible visión del elfo
capturado. Las mujeres en pinchos.
Todas estas memorias pasaron por su mente, haciendo que su respiración aumentara. Sintió
sus dientes castañear.
Ella luchó por mantenerlos quietos y estabilizar su respiración. Forzó sus piernas, que
amenazaban con fallarle, a mantenerse rectas.
“…Tratare de lanzar Silencio de nuevo.”
Ella usaría otro de sus preciosos Milagros. Goblin Slayer hizo unos cuantos cálculos
mentales.
“Si todo sale bien, quizá podamos descansar cuando lleguemos al fondo” dijo el Chamán
Enano mientras metía la mano en su bolsa de catalizadores, mirando atentamente abajo a lo
que parecían ser escaleras interminables. “Este lugar tiene que ser demasiado grande como
para patrullarlo por completo de una sola pasada, incluso para los goblins”
“¿Basándonos en lo que robaron, mi señor Goblin Slayer, a cuántos diría usted que nos
enfrentaremos?”
“Incluso tienen lobos” respondió Goblin Slayer. “No hay duda que están operando a una
escala masiva.”
“Aun así, seguramente no son los suficientes como para mantener esta fortificación por
completo”
“Seguramente.”
“Bueno eso lo resuelve” la Arquera Elfa Superior sonrió ampliamente, dándole una
palmadita en el hombro a la Sacerdotisa. “¡Te toca!”
“¡Bien!” La Sacerdotisa asintió y se mordió el labio. Sabía qué pasaría si no hacían esto. Dio
a su cabeza una fuerte sacudida, haciendo volar los recuerdos como el cabello en su cabeza.
Entonces tomó un fuerte respiro.
Ella colocó ambas manos en su bastón, conectando su alma a la Madre Tierra que habitaba
en lo alto.
“¿Qué hay del cuerpo?” indagó el Sacerdote Lagarto.
“Déjalo caer.” respondió Goblin Slayer de inmediato, despiadadamente. “No será inusual que
un goblin caiga por estas escaleras.”
“¡Aquí voy!” la Sacerdotisa sostuvo su bastón, relajándose en la calidez de la antorcha
mientras ofrecía las palabras de su rezo. “Oh Madre Tierra, abundante en misericordia,
cédenos paz para aceptar todas las cosas.”

180
Entonces todos los sonidos cesaron.
El goblin que emergía del corredor abrió los ojos en sorpresa ante el grupo de aventureros
que se acercaban con nada más que la luz de una antorcha.
La flecha de la Arquera Elfa Superior perforó su garganta antes de que pudiera avisar a
alguno de sus compañeros. Él agitó sus brazos como un molino en el aire mientras se
tambaleaba hacia el frente; Goblin Slayer le dio una fuerte patada.
El goblin cayó, desapareciendo en la infinita y profunda oscuridad.
Mientras continuaban bajando las escaleras, las orejas de la Arquera Elfa Superior
continuaban girando. Era difícil estar seguro de qué era lo que escuchaba. Mantenía los ojos
atentos en caso de que algún goblin se les acercara.
Ahí.
Ella levantó rápidamente tres dedos de una mano antes de sacar una flecha de su carcaj,
preparar su arco y luego disparar.
La saeta voló de forma silenciosa, encajándose en el ojo del centinela que portaba una lanza,
atravesando su casco también. Giró y se desplomó por la escalera.
Su compañero guardia le apuntó y se rio, luego inclinó la cabeza al notar con sorpresa que su
voz no hacia sonido alguno. La Arquera Elfa Superior pasó a su lado, mientras que detrás de
ella, Goblin Slayer rompía el cráneo del goblin como si fuera un trozo de madera.
La cabeza se abrió y los sesos se derramaron. Goblin Slayer lanzó al segundo goblin al
abismo y luego continuó su camino.
El tercer goblin, aunque atónito ante lo que pasaba, estabilizó la lanza en su mano.
Estaba cara a cara con un enano y una chica humana. Sólo le tomó un instante el enfocarse en
la chica, pero encontró su camino bloqueado por la palma del enano. Antes de que supiera
qué estaba pasando, había un puñado de polvo en sus ojos, y un instante después, la cola del
Sacerdote Lagarto había barrido sus pies desde abajo.
Todo lo que le quedaba era la caída.
El túnel en forma de sacacorchos continuaba sin parar. Uno podía sentirse mareado al
contemplar su escala.
Todo sonido se había desvanecido y la única cosa que podían ver era la luz que llevaban.
Sólo olían agua burbujeante y su propio sudor.
La Sacerdotisa se tambaleó, atacada por un repentino mareo. Incluso mientras entendía lo
que sucedía, su cuerpo inestable se encontró envuelto por la cola del Sacerdote Lagarto.
Ella miró apresuradamente hacia atrás. El hombre lagarto giro sus ojos y se tocó la nariz con
la lengua. Parecía que le decía, No te preocupes.

181
La Sacerdotisa agito su cabeza, luego miró al frente de nuevo con la antorcha y su bastón
bien agarrados y comenzó a seguir la espalda frente a ella. El Chamán Enano tuvo la
amabilidad de disminuir su velocidad para ella. Goblin Slayer y la Arquera Elfa Superior se
mantenían vigilantes como siempre.
¡Tengo que seguir rezando…!
Ella hizo un par de exhalaciones agudas y forzó todo pensamiento irrelevante fuera de su
mente para continuar ofreciendo su suplica a la Madre Tierra.
Ella estaba de pie detrás de sus compañeros, rezando. Empezó a dudar si era realmente útil.
Pero la duda llevaba a la muerte en momentos como este. Y ella no dejaría que eso superara
su oración a los dioses.
Todos están aquí, y yo estoy con ellos. Me protegen, y yo los protejo.
Ella respiró profundamente otra vez.
Incluso en esas oscuras profundidades, ella tenía amigos a su lado, y su alma estaba en
contacto con la Madre Tierra que moraba en el cielo.
Seguramente no había nada que temer.
***

Bob, bob. Cinco o seis cadáveres de goblins flotaban por la superficie del agua.
En el fondo del vasto tramo había un canal de agua. ¿Había sido el milagro Silencio, o
simplemente la distancia, lo que había impedido a los aventureros escuchar cualquier sonido
cuando los goblins golpearon la superficie?
Guardada en una presa, lo que quedaba del agua del río continuaba su curso corriente abajo.
“Quizá los pequeños diablillos piensan envenenar el agua” susurró el Sacerdote Lagarto
cuando el sonido regresó al mundo. Considerando que represaron al río, ese sería el siguiente
paso lógico. Corriente abajo no sólo se encontraba la villa élfica, sino también la ciudad del
agua.
“Los goblins siendo goblins, su líder seguramente estará planeando algo” el Chamán Enano
estuvo de acuerdo con su compañero.
“¿Cuál es el caso, de pensar como lo hacen los goblins todo el tiempo?” dijo la Arquera Elfa
Superior frunciendo el ceño. Le dio al casco de Goblin Slayer un par de buenos golpes.
“Terminarás como él.”
“Tenía la extraña suposición que te lo tomarías un poco más en serio” exclamó el Chamán
Enano. “Siendo esto sobre tu hogar, después de todo” añadió entre dientes, provocando un

182
“¡¿Quieres repetirlo?!” de la elfa. Lograron mantener sus voces lo suficiente bajas para que el
Sacerdote Lagarto no tuviera que intervenir.
Goblin Slayer, completamente inmóvil, sacó un odre de su bolsa de objetos y lo destapó.
Tomó varios tragos a través de su visor y luego se lo ofreció a la Sacerdotisa que estaba
arrodillada cerca de él. Ella la tomó con expresión vacía, su pálido rostro mostraba que
intentaba recuperarse.
“Bebe”
“Uh, c-claro, gracias…”
“No” respondió Goblin Slayer negando con la cabeza “Nos ayudaste”.
La Sacerdotisa sostuvo el odre con ambas manos, llevándosela a los labios con un poco de
vergüenza. Tenía la más pequeña y penosa sonrisa en su rostro. Ya no estaba tan tensa, y eso
no era algo malo.
Habían pasado un obstáculo. Una cosa a la vez.
Ella bebió de forma ruidosa, dos tragos, luego tres. Luego dejo salir un suspiro de
satisfacción y volvió a colocar el corcho en el odre.
“Muchas gracias” dijo ella, regresándole el odre; él lo tomó en silencio y lo regresó a su
bolsa.
Goblin Slayer utilizó su hacha para acercar uno de los cuerpos que flotaban, tomando la
espada de su cinturón. Puso la hoja en su propia vaina y el hacha en el cinturón del goblin
para después patearlo para alejarlo.
“La voz se ha detenido” murmuró él.
Las orejas de la Arquera Elfa Superior se movieron. “Sí.” Asintió. “No estaba segura por
completo mientras bajábamos, pero ahora no creo escucharla.”
“Llegamos muy tarde.”
La Arquera Elfa Superior, entendiendo sus palabras, frunció el ceño. Rápidamente revisó el
estado de la cuerda de su arco, la volvió a anudar, luego se aseguró que tuviera flechas
mientras se ponía de pie. “…Esa no es excusa para retroceder ¿o sí?”
“Ciertamente, aun así.” El Sacerdote Lagarto estuvo de acuerdo, giró su Garra Espada en su
mano. “Venimos aquí por una batalla, y nuestros enemigos se encuentran frente a nosotros.
No tenemos razones para perder nuestra ventaja.”
Le ofreció su escamosa y abultada mano a la Sacerdotisa.
“Estoy bien” dijo ella con una pequeña sonrisa y luego se incorporó utilizando su bastón
como apoyo. “Oh, la antorcha…”

183
“Mmm” dijo finalmente Goblin Slayer, girando la cabeza de lado a lado. “Dejare que te
encargues de ella.”
La Sacerdotisa dejó salir un suspiro cuando lo vio dirigirse audazmente al frente de la línea.
Pero poco después, dándose cuenta que la había dejado a cargo de la luz, asintió con
seguridad.
“Sostén esto un momento por favor” dijo pasando la antorcha al Chamán Enano. Luego sacó
una linterna de su equipaje y transfirió una flama allí.
“Bueno, ¡sí que estas preparada!”
“Una linterna es indispensable en una Aventura” respondió ella sacando el pecho llena de
orgullo.
El juego de herramientas de los aventureros era un paquete que no siempre era útil, pero en
esta ocasión estaba demostrando su valía. Cerró el obturador para evitar que saliera más luz
de la necesaria y luego lanzó la antorcha en el río con un pequeño “¡Yah!” Hubo un siseo y
un poco de humo blanco y la antorcha ya no estaba.
“…Ok, sigamos.”
El resto del grupo asintió y todos siguieron a Goblin Slayer intentando hacer el menor ruido
posible.
Afortunadamente, el río los ayudaba a cubrirlo.
Goblin Slayer le habló con cautela a la Arquera Elfa Superior. “¿Cómo está al frente?”
“Están ahí.” Ella posiciono sus piernas como una liebre que estuviera a punto de correr, pero
continuó caminando. “Parece haber una especie de… ¿piedra o mortero? Junto con
cinco…quizá seis de ellos, divirtiéndose.”
“Sin hechizos” dijo Goblin Slayer cambiando el agarre de su espada en su mano derecha.
“Nos encargaremos de ellos.”
“Pero…” el Sacerdote Lagarto se lamió la nariz con su lengua. “¿Cómo piensas atacar?”
“¿Silencio de nuevo?” sugirió la Arquera Elfa Superior, luego agregó para sí misma Yo
estaría de acuerdo mientras sacaba una flecha.
Goblin Slayer miró a la Sacerdotisa, cuyo rostro estaba pálido, y negó con la cabeza.
“Intentaremos otra cosa.”
“¡Estoy b-bien…!”
“No quiero usar la misma táctica dos veces seguidas.” dijo él mientras metía la mano en su
bolsa. “¿Tenemos algo de pegamento?”
“Justo aquí. Un montón. Dame un segundo” dijo el Chamán Enano escarbando en su bolsa de
catalizadores. Después de un rato, asintió y sacó varias botellas pequeñas selladas.

184
“Bien,” dijo Goblin Slayer inmediatamente. “Todos, denme sus calcetines.”
La Sacerdotisa puso una mano en su cadera, de pronto sentía el rostro sonrojarse; la Arque
Elfa Superior solo puso una mirada confusa. “¿Para qué quieres eso?” preguntó ella.
“Voy a usarlos.”
El Sacerdote Lagarto asintió sombríamente. “¿Quieres los míos también?”
“Si es que tienes alguno.”
<><><>
El goblin había terminado su trabajo y estaba de buen humor. Casi nunca había estado
borracho, pero estaba seguro que así debía de sentirse.
El alcohol robado casi nunca llegaba a sus manos… las botellas solían estar completamente
vacías mucho antes de que llegaran a esta parte tan profunda. Tenía la duda de si los chicos
de arriba estaban repartiendo las ganancias justamente, pero así eran los goblins. Ellos nunca
solían pensar en sus camaradas, por lo que cada quien tomaba un extra para sí mismo, y antes
de que lo notaran, ya todo se había agotado.
Pero este magnánimo goblin subterráneo los perdonaría.
No porque supiera que él haría lo mismo si estuviera en los pisos superiores, nada tan
razonable como eso. Estaba contento de estar enfadado con los bastardos desconsiderados de
arriba, sin importarle el hecho de que se hubiera comportado como ellos.
No, la razón era porque trabajar en los pisos inferiores tenía sus beneficios.
Con un gesto casual, el goblin ajustó la decoración que pendía de una cadena alrededor de su
cuello. Luego se sentó con pereza en el círculo hecho por sus compañeros y tomo la comida
que estaba en el centro.
Arranco un dedo del brazo podrido y lo lanzó a su boca. Lo masticó y luego respiró hondo.
Trabajar aquí abajo es lo peor, dijo, tratando de que suene bien a pesar de estarse quejando.
Hubo un coro de confirmación, luego alguien desgarró una pierna de la cena.
Alguien más, incapaz de dejarlo pasar, hizo un escándalo y trató de tomar la pierna, hasta que
finalmente se partió en dos, y el goblin que empezó el pleito tuvo algo para sí mismo.
Mientras masticaban su carne, los goblins se quejaban de que los que estaban al mando no lo
entendieran.
Uno de ellos arrancó un lindo globo ocular ambarino de su comida, y
comento, Definitivamente no lo entienden. Luego se lo tragó.
Las quejas de los goblins se volvieron más y más ruidosas, pero claro, el trabajo que les
pedían hacer no era tan demandante. Era solo la manera de ser de los goblins el estar
convencido de que otros la tenían más fácil.

185
Después de la floja comida, los goblins se pusieron de pie. Entre ellos estuvieron de acuerdo
que un rhea no era tan delicioso como un elfo, y que un elfo no era tan sabroso como un
humano.
Ahora sus estómagos estaban bien y llenos, y parecía que no habría nada más que hacer salvo
echarse una siesta hasta que hubiera más trabajo que hacer.
El goblin soltó un largo bostezo, cuando…
“¿…?”
Miren eso.
¿Qué era lo que rodaba hacia sus pies? ¿Una antorcha extinguida?
¿Qué demonios? El goblin la miró estúpidamente.
“¡¿?!”
Un Segundo después algo pesado y húmedo lo golpeó en la cara. Intentó chillar, pero otra de
esas cosas lo golpeó, ahora en la cara.
Intentó quitarselo, pero su mano quedo atrapada también y no pudo liberarse.
“¡¡GROBB!!”
“¡¡GRB! ¡¡GBBOROB!!”
Mientras se desplomaba en el suelo, los otros goblins lo señalaron y se rieron de él. También
se habían burlado de los goblins que se habían desplomado de la escalera.

“¡¿GBOROB?!”
Esta vez, las cosas chocaron contra los goblins que se reían. Dos más intentaron quitárselas
de sus caras, gritando en agonía. Eran tres en total.
Los otros dos finalmente entendieron que esto no era una cuestión de risa y sacaron sus
espadas robadas.
Uno de ellos puso algo que parecía un silbato de alarma en sus labios…
“Uno.”
…y de pronto encontró su garganta atravesada por una daga que voló desde la oscuridad. La
sangre brotó desde la herida con un sonido parecido al de un silbato.
“¡¿GOBBRB?!”

186
Atravesando el sonido vino un aventurero con sucia armadura, corriendo hacia ellos desde río
abajo. En su mano derecha una espada. En su izquierda un escudo. Los ojos del goblin se
abrieron por la sorpresa. ¡Un aventurero! ¡Lo odio! ¡Era él!
“¡GBRO! ¡¡GGBORROB!!”
Olvidó todo pensamiento de llamar a sus compañeros o ayudarlos, en vez de eso se lanzó a
pelear. La recién robada espada del aventurero estaba bien afilada, no era ningún cuchillo
oxidado.
“Hmph.”
Goblin Slayer, sin embargo, detuvo el ataque con facilidad con su escudo. De hecho, la
rechazó hacia atrás. Atrapó el ansioso corte del monstruo, el cual se quedó encajado en su
escudo, luego retrocedió.
“¡¿GOBBR?!”
El goblin perdió el equilibrio y cayó con pesadez, luego se puso de pie de forma inestable.
Inmediatamente después de eso, noto un thump. El goblin dejó de respirar, sin saber por qué.
Él nunca hubiera imaginado que había sido una flecha con punta de capullo que se había
alojado en la parte trasera de su cabeza.
Se tambaleó hacia delante, sus ojos sin vida ya no percibían que estaba pasando con sus
compañeros.
“¡¿GOBB… GRB?!”
“¡¿GROBBR?!”
Los otros goblins, finalmente quitándose los globos pegajosos de sus rostros y bocas, casi no
podían hablar.
Un instante después, la Garra Espada del Sacerdote Lagarto rebano torsos de sus piernas y
Goblin Slayer atravesó un cuello.
Acabar con cinco goblins sólo había tomado unos diez o veinte segundos. Eso sí que era
tener experiencia.
“Tres… cuatro, y cinco.” Goblin Slayer contó los cuerpos luego se giró hacia la oscuridad.
“Ese fue un tiro impresionante.”
“He estado practicando.” La Sacerdotisa salió de la oscuridad, sosteniendo su sonoro bastón.
Una expresión de pena apareció en su rostro ante el simple elogio de Goblin Slayer. Sí, la
criatura se había distraído con la antorcha, pero ella le había dado de manera justa, resultado
de su propio trabajo duro.

187
Ella levantó el calcetín que el goblin arranco de su rostro y lo hizo a un lado. “…Ugh, creo
que ya no puedo usar esto.” Dijo con decepción. Había sangre, baba y moco en él. Podía
lavarlo tres veces y aun así no querría usarlo de nuevo.
“¿Ponerles rocas a nuestros calcetines, cubrirlos de pegamento y lanzárselos a los goblins?”
La Arquera Elfa Superior, quien había proporcionado su calcetín para la causa, estaba
recuperando su flecha de uno de los cuerpos. “Te lo juro, tienes la imaginación de un niño
travieso.”
“Pero funcionó”. Dijo simplemente Goblin Slayer volteando al cuerpo a medio comer.
Era tal la masa de sangre y viseras que era imposible saber de que genero había sido, hasta
que tomó una insignia de estado azul, había sido un hombre.
“Me pregunto si tenía familia.” Dijo el Chamán Enano, dando una ojeada y tomando un
pedazo de un zafiro cubierto de sangre. “O un grupo… dudo que estuviera solo.”
“Es lo más probable” contestó Goblin Slayer, girando su cabeza y posando su mirada en las
herramientas que los goblins habían usado para su “trabajo”.
La Arquera Elfa Superior miró una de ella con una expresión que decía ‘¿qué es esto?’ antes
de que entendiera lo que estaba observando y dio un salto hacia atrás. “¡¿Eek?!”
Era una piedra de molino… o mejor dicho, una prensa. Al girar una manivela el aparato se
movía, aplicando presión a lo que sea que estuviera dentro de ella. Era la clase de cosa que se
utilizaría para obtener aceite de las aceitunas o el jugo de las uvas. ¿Entonces qué habían
estado presionando los goblins con ella?
La respuesta era aparente.

“¡Ergh… Ah…!” la Sacerdotisa hizo unos pequeños sonidos entrecortados y casi tira su
bastón.
En las ranuras de la maquina se podían ver restos de delgados manos y pies, aun con
espasmos de sus últimos vestigios de vida. Le pertenecían a una joven mujer cuyos ojos
vidriosos aún estaban mirando hacia el cielo, su lengua colgaba fuera de su boca.
Era espantosamente claro qué habían intentado aplastar los goblins y como. Como un método
de tortura, era brutal. Como una forma de ejecución, era más que sádico.
No.
La Sacerdotisa entendió rápidamente lo que todo eso significaba.
La pila de armadura femenina maltratada en el rincón.
La espada pulida que Goblin Slayer recuperó del goblin.

188
La insignia de nivel zafiro que había estado colgando del cuello de uno de los cuerpos.
Los músculos en el brazo que ahora colgaba inerte.
Todo esto mostraba que la joven mujer había sido una aventurera.
Y esto llevaba a una innegable conclusión: los goblins habían hecho esto por pura diversión.
“…”
Era una escena nauseabunda, pero, aunque pálida, la Sacerdotisa tragó el agrió líquido que
tenía en la boca de vuelta.
Quizá, desafortunadamente, ella se había acostumbrado a este tipo de cosas. Quizá era algo a
lo que tenía que acostumbrarse. No lo sabía.
Mientras se arrodillaba, rezándole a la Madre Tierra, un líquido espeso y pegajoso salpico del
suelo y ensució sus botas blancas.
La sustancia rojinegra que los goblins habían estado aplastando con la maquina goteaba a un
canalillo en el piso y de ahí al río.
“Hmm,” el Sacerdote Lagarto dijo girando sus ojos. “Si ellos estaban poniendo esto en el río,
¿no sería una especie de veneno?”
“Bien podría serlo” Goblin Slayer se arrodilló y recogió una pequeña muestra de la sustancia
viscosa, frotándola entre sus dedos. A pesar de que sólo era una pequeña gota en el inmenso
río, probablemente sería fatal para cualquier individuo. “Es como si estuvieran pensando
‘todos ustedes han estado bebiendo, viviendo y bañándose con agua llena de la sangre y el
excremento de sus compañeros.’ ”
“Hrr—ghh…” inmediatamente la Arquera Elfa Superior se encorvo. La Sacerdotisa
rápidamente le ofreció un un odre con agua, pero ella respondió, “No gracias.”
“Supongo, entonces, que debemos considerar esto como una forma de maldición.” dijo el
Sacerdote Lagarto.
“¿Así que tú también piensas eso?” Goblin Slayer tomó un respiro. “Esa…cosa…”
“¿Te refieres a Mokele Mubenbe?”
“Sí, eso.” Goblin Slayer asintió. “Esto debe significar que él que lo capturo era una especie
de hechicero.”

“¿Y un goblin…” la Sacerdotisa tembló.


Una cueva oscura. Mujeres desmayadas. Y un goblin chamán riendo sobre su trono.

189
Todo encajaba con las memorias gravadas en su mente. Apretó su bastón más fuerte.
“…chamán?”
“Quien quiera que sea, no debemos tomárnoslo a la ligera” murmuró el Chamán Enano,
luego miró a Goblin Slayer y al Sacerdote Lagarto. “Me sorprende que los dos estén tan
calmados…”
“No es la forma de ser de mi pueblo el mantener a un prisionero con vida por placer, pero
matar es nuestra vocación.” El Sacerdote Lagarto negó lentamente con la cabeza, casi
contemplativo. “Es considerado como una costumbre apropiada el abrir las entrañas de un
gran guerrero y comerse su corazón.”

“Yo, por otro lado, creo que pasaran unos cuantos días antes de que quiera volver a comer
carne.” Gimió el Chamán Enano.
“Así son los enanos.” dijo la Arquera Elfa Superior con una risa valiente.
Goblin Slayer miró al Chamán Enano y asintió. Luego caminó hacia la Sacerdotisa con su
típico caminar atrevido y la miró desde arriba.
“Goblin Slayer, señor, uh…”
“Nos detendremos aquí” dijo él lentamente. “Cuando la hayamos enterrado, descansaremos.”
<><><>
Finalmente decidieron darle al cuerpo aplastado y destruido de la aventurera un entierro en el
mar.
Envolvieron el cuerpo en una manta para ocultar sus heridas y luego la pusieron a flotar en el
canal que llevaba hacia el río.
“Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, por favor, con tu venerada mano guía el
alma de aquella que ha abandonado este mundo.”
El rezo de la Sacerdotisa se aseguraba que el alma de la mujer llegará al cielo y la invocación
del Sacerdote Lagarto permitía que ella pudiera regresar al círculo de la vida.
Ellos no esperaban que alguna patrulla llegara a revisar el fondo de la torre (los goblins eran
holgazanes de por sí), así que el grupo encontró el lugar más limpio que pudo, extendieron
unas mantas y fueron a dormir.
Dormir… Serían afortunados de conseguir unas pocas horas como mucho. Realmente no les
ayudaría a recuperar mucho de su fuerza. Lo que era importante, sin embargo, era que sus
hechiceros recuperaran la energía espiritual que habían utilizado.

190
“…” Goblin Slayer se recargó contra la pared del cuarto de tortura, abrazando la espada que
había tomado. No quería encender un fuego, en parte por las guardas élficas en este lugar,
pero sobre todo no quería que el humo alertara a alguien de su presencia. En vez de eso, el
grupo descansó reuniéndose alrededor de la linterna, con los obturadores cerrados para
mantener la luz al mínimo.
El Sacerdote Lagarto se sentó en la postura del loto, sus manos formando unas mudras y sus
ojos cerrados, como si estuviera meditando. El Chamán Enano había tomado unos cuantos
tragos de vino y luego se echó, descansó la cabeza en sus manos y pronto estaba roncando
vigorosamente.
Y luego estaba la Sacerdotisa, su pequeño cuerpo revestido en una manta en un rincón.
Incluso desde la distancia, su rostro se veía pálido.
“¿Por qué no estás dormido?” una voz le preguntó de repente.
“Estoy descansando.” Goblin Slayer respondió de forma casual.
Era la Arquera Elfa Superior regresando de su turno como vigía, parada frente a él y con
mirada irritada.
Goblin Slayer levantó lentamente su casco para mirarla. “Con un ojo abierto.”
“Oye, no puedo ver cuantos ojos tienes ahí.” Respondió ella molesta. Puso sus manos en sus
caderas y bufó, sus largas orejas moviéndose, luego se sentó pesadamente junto a él. Era un
movimiento tan natural que ni siquiera pidió a Goblin Slayer permiso.
“Ella no se veía nada contenta, ¿eh?” la Arquera Elfa Superior soltó la cuerda de su arco y
luego volvió a reajustarlo.
“Lo imagino.” Goblin Slayer dijo a su lado. “Si sólo consideramos nuestras acciones, somos
exactamente como los goblins.”
Él se refería estrictamente al hecho de dejar los cuerpos de sus compañeros en el río.
Habían llegado demasiado tarde… ya fuera por minutos, horas o quizá días. De otra forma,
quizá uno o dos de los aventureros podrían seguir con vida.
Nunca, bajo ninguna circunstancia, podía volver a pasar lo que sucedió en el templo con
aquellas monjas.

“Perecieron y luego los lanzamos al río. Es lo mismo.” Goblin Slayer concluyó secamente.
La Arquera Elfa Superior se mordió el labio por un momento, sin ser capaz de decir algo,
entonces negó con la cabeza en desacuerdo. “…No es lo mismo.”
Goblin Slayer soltó un ligero gruñido de molestia.

191
“No somos como los goblins. Y si dices de nuevo que lo somos, me voy a poner furiosa.”
Ella lo miró con los ojos entreabiertos.
“Incluso puedo llegar a patearte.” murmuró, y sonaba que hablaba en serio.
Goblin Slayer recordó aquel momento, en unas ruinas en algún lugar, cuando ella le dio una
patada en serio. Había sido hace como un año atrás. Incluso llegó a sentir nostalgia por ello.
¿Pero cuánto tiempo había sido eso para un elfo?
“Ya veo” Goblin Slayer asintió y luego soltó un profundo suspiro. “…Tienes razón.”
“Será mejor que lo creas.”
Y con eso, los dos dejaron de hablar. El relajante sonido del agua corriendo parecía fuera de
lugar. Pero de vez en cuando se oía las risotadas de los goblins escaleras arriba,
recordándoles donde se encontraban realmente.
Las orejas de la Arquera Elfa Superior se sacudieron. Goblin Slayer volteó a verla, pero ella
negó con la cabeza indicando que no era nada.
“Ya veo.” Goblin Slayer exhaló y luego volvió a quedar en silencio.
“¿Hmm?” dijo la Arquera Elfa Superior inclinando la cabeza, pero su casco apenas se movió
en cuanto él respondió sólo con dos palabras.
“Lo siento.”
La Arquera Elfa Superior pestañeó en sorpresa.
¿Acaso Orcbolg se… disculpó?
Era algo bastante inusual. Para ocultar la sonrisa que se estaba formando en sus labios,
frunció el ceño y preguntó bruscamente. “…¿Por qué?”
“Al final, volví a mencionar a los goblins de nuevo.”
Tonto. La Arquera Elfa Superior río. Como el sonido del agua corriendo, parecía un sonido
muy dulce para aquel lugar.
“¿Quééé? ¿Era eso lo que te molestaba?”
No hubo respuesta.
Ambos se conocían poco más de un año, pero era el tiempo suficiente para poder saber cómo
era alguien.
Creo que acerté.
La Arquera Elfa Superior río, sonaba como una campana sonando, luego dejó su gran arco en
el suelo al lado de ella. Abrazó sus piernas hacia su pecho y descansó su cabeza en el hombro
de Goblin Slayer.

192
“Ya me conoces… no son gran fan de matar goblins.”
Eso simplemente tenía sentido.
Antes de que ella conociera a Orcbolg, incluso cuando era una Porcelana, nunca había ido a
una misión para cazar goblins. Pero el número de aquellos trabajos había aumentado
drásticamente desde que había empezado a trabajar con él.
Ella no tenía ningún problema con explorar cuevas. Y luchar contra monstruos estaba bien,
rescatar cautivos era mejor, eso era genial.
Pero esto simplemente es diferente.
Enfrentarse a goblins con Orcbolg de alguna manera no era igual que con otros aventureros.
No había sensación de logro. La Arquera Elfa Superior difícilmente podría llamarlas
aventuras.
Pero, aun así.
“Mi hogar está en riesgo.”
Era algo obvio, pero aun así dijo aquel pensamiento.
Ella sintió, más no vio, cuando el casco de Goblin Slayer se movió.
La Arquera Elfa Superior cerró los ojos por un momento. El olor a aceite y sangre.
Realmente era una peste terrible.
“Odiaría que mi hermana se casara con goblins holgazaneando por los alrededores.”
“…Ya veo.”
“Normalmente, sería yo la que se estaría quejando… Oye, quiero decir, no es como si
realmente esté enojada o algo así.”
“No.” dijo Goblin Slayer negando con la cabeza. “No me molesta.”
“¿No?” La Arquera Elfa Superior ladeó la cabeza en señal de sorpresa. Sus orejas se
agitaron.
“No.” repitió brevemente Goblin Slayer. “Porque no sé cómo es tener una aventura.”
“Huh.” susurró la Arquera Elfa Superior y Goblin Slayer volvió a suspirar. “Es verdad.”
“Muy bien, de acuerdo.” Empezó la Arquera Elfa Superior, sonando casi como si cantara.
“¿Qué tal si decimos que estamos a mano?” Ella levantó un dedo en el aire y trazó un círculo.
“Creo que…” Goblin Slayer estuvo a punto de responder, pero luego vacilo. Él nunca
encontraba las palabras que quería, y finalmente su respuesta estuvo carente de pasión como
siempre. “Está bien.”

193
“¡Bien!” La Arquera Elfa Superior se levantó con un salto. Dio un fuerte bostezo, como si
fuera un gato, y gentilmente estiró su pequeño cuerpo. Dejó salir un largo suspiro y luego
preguntó. “¿Así que hacemos ahora?”
Goblin Slayer respondió inmediatamente. “Prepararemos una trampa y luego subiremos.”
“¿Una trampa?” sus ojos brillaron y sus oídos se agitaron.
“Lo entenderás pronto.” Goblin Slayer lo hizo sonar como si fuera algo bastante molesto de
hacer. La Arquera Elfa Superior tan solo resopló. De acuerdo.
“¿Pero… ahora vamos a subir?”
“Estamos enfrentándonos a goblins que se han establecido en este edificio. Tengo una clara
idea de lo que están pensando.
“¿—?”

“Los más importantes entre ellos harán su base ya sea en el nivel más alto o en el más bajo.”
“Ahh.”
Ahora tenía sentido. La Arquera Elfa Superior asintió, sonriendo. A los peores villanos les
gustaban los lugares más altos.
“El único problema es esa… cosa.”
“¿Mokele Mubenbe?” La Arquera Elfa Superior suspiró nuevamente. “No puedo creer que
no puedas recordado su nombre aún.”
“…Quien sea capaz de controlar esa bestia probablemente es un hechicero.”
“Un hechicero. Hmmm.”
La Arquera Elfa Superior se cruzó de brazos, luciendo muy ella, pero rápidamente abandonó
su contemplación. Pensar en eso ahora no le traería ninguna respuesta. Ellos podrían pensar
en eso cuando llegará el momento.
Cómo sea, puede ser un chamán goblin o un goblin lo que sea, aun así voy a dispararle.
“¿No lo averiguaremos en cuanto lleguemos ahí?”
“Eso no serviría.” Dijo Goblin Slayer negando decididamente con la cabeza.
La Arquera Elfa Superior negó también, como si le dijera No tienes remedio. “Sí, lo hará.
Pero tú eres nuestro único especialista en la línea del frente. Ahora, lo más importante es que
duermas un poco, Orcbolg.”
“…Sí.”

194
“Con ambos ojos cerrados.”
“…Tratare.”
“Te despertare en un rato.”
“Gracias.”
“Si Bueno, de otra forma no podré dormir.”
“Muy bien.”
La Arquera Elfa Superior le hizo un gesto tranquilizador con la mano y luego tomó su arco
entre sus dedos. Se movió con facilidad entre los durmientes, para revisarlos, y luego
finalmente se sentó en su propio lugar en una esquina del cuarto.
A su lado estaba la Sacerdotisa, envuelta en su manta. La Arquera Elfa Superior le dio una
gentil palmadita. La manta se movió, se agitó un poco y luego volvió a quedarse quieta.
Podías subir las sábanas hasta donde quisieras, pero no podías ocultar tus sentimientos ante
los sentidos de una elfa.
<><><>
“Rayos, ¿por qué los antiguos no pudieron instalar un elevador?”
Varias horas después, una vez que se encargaron de algunos detalles, el grupo había
empezado a subir por la escalinata.
La Arquera Elfa Superior tenía una buena razón para quejarse. Habían bajado por esas
mismas escaleras el día anterior, ahora estaban obligados a subir por ellas de nuevo. El
cambio en la dirección era un frío confort.
“¡C-cuidado, no hables tan fuerte…!”
Alguien podría oírte. La preocupación de la Sacerdotisa era natural, y sin ningún lugar a
donde correr, si los goblins aparecían, estarían obligados a pelear.
El grupo no había cambiado su formación desde que se detuvieron a descansar (cuando…
¿ayer? Su sentido del tiempo era confuso) pero aun así…
“Bueno” dijo el Chamán Enano, “es una fortaleza grande. Debe de haber uno si lo
buscamos.” Él respiraba con dificultad. Parecía que su pequeña estatura hacía que el ascenso
fuera más difícil para él. Tomó el odre de vino de su cinturón y lo destapó, dio unos cuantos
tragos y se limpió las gotas restantes de su barba. “Pero después de todo el trabajo que he
hecho, no tengo ningún interés en buscar un elevador.”
“Además de que puede requerir una llave para activarse. Una con una correa azul, por
ejemplo.”
“¡Aarrgh…!” La Arquera Elfa Superior chilló, agitando sus orejas con enojo. El calmado
comentario del Sacerdote Lagarto hizo que fueran tres contra ella. “¡Orcbolg, di algo!”

195
“Si encontramos uno, lo usaremos, pero no tenemos tiempo para buscar.”
Sin ayuda de su parte, La Arquera Elfa Superior claudicó, simplemente vencida continuó
subiendo las escaleras.
Cada uno de ellos iba completamente atento. Incluso la Sacerdotisa, observando su bastón
ansiosamente, mantenía sus ojos a su alrededor. Seguía lanzando miradas hacia su espalda…
sin duda resultado de sus peores recuerdos.
Ellos podrían llegar desde atrás.
Ellos podrían romper a través de la pared cuando menos lo esperas.
¿Habría alguna puerta oculta? No habían pasado por alto alguna, ¿verdad?
“Ups…” Dijo la Arquera Elfa Superior y la Sacerdotisa tembló.
“¿Qu… Qué sucede?”
“Faltan las escaleras.”
“Oh…” Ella notó que la Arquera Elfa Superior estaba en lo correcto. Justo delante de ellos la
espiral de las escaleras estaba interrumpida por varios peldaños destruidos.
Cabía la posibilidad de que pudieran saltaran aquella brecha… siempre que no pensaran si
quiera por un segundo lo que podría pasarles si caían. Podían oír el eco del agua abajo, muy
muy abajo.
Si alcanzaban a caer en las escaleras de abajo sería una forma de salvarse, pero si no lo
lograban, la caída seguramente los mataría. Si tenían suerte, morirían de forma inmediata.
Pero si no, se romperían las piernas y se quedarían ahí abajo, esperando a morir. De cualquier
forma, sería el final de su aventura.
¿Acaso los goblins habían rodeado la brecha de algún modo, o continuaban haciendo pruebas
para lograrlo?
“No veo ningún guardia.” Murmuró Goblin Slayer. “Si fuera mediodía lo entendería, pero no
me gusta esto.”
“Yo creo que el mayor problema es qué hacer con la escalera.” Dijo la Arquera Elfa Superior
frunciendo el ceño. Levantó el pulgar, intentando calcular la distancia. “Yo podría saltar esa
brecha, pero no creo que todos podamos hacerlo; por ejemplo, el enano, y el enano o el
enano.”
“Escúchame bien, tú…”
Eso fue todo lo que el Chamán Enano pudo decir. La Arquera Elfa Superior se cruzó de
brazos e hizo un sonido reflexivo. “Quizá podamos unir ambos lados con una cuerda,” dijo
ella. “Podríamos tomar el camino largo también, pero no tenemos tiempo ¿o sí?”

196
“Eso es perfecto.” Dijo la Sacerdotisa asintiendo. “¡Sacaré un poco!” buscó entre su bolsa,
sacando rápidamente un gancho. El juego de herramientas del aventurero. Ella se alegró de
que el set, que ella había traído “por si acaso”, les estuviera siendo bastante útil. Lo que es
más, sentía que era útil para el grupo.
“¿Crees que llegue? Preguntó ella.
“Inténtalo.” Respondió Goblin Slayer.
Respondiendo con un “De acuerdo.” La Arquera Elfa Superior tomó la cuerda y dio un salto
ligero. Su agilidad solo podía ser igualada por un selecto número de padfoots o elfos oscuros.
Aterrizó en el extremo opuesto de la brecha con un movimiento parecido al de un ciervo
saltando, murmurando un “Whoop” mientras ella mantenía su equilibrio cuidadosamente.
“Tan solo necesito ajustar esto, ¿no?”
“Sí.” Goblin Slayer asintió y tomó la cuerda de su lado. “¿Así que debemos amarrar esto a
nuestros cinturones y saltar…?”
“Si no llego al otro lado, tendré que usar un hechizo.” Dijo el Chamán Enano mirando hacia
la fosa con expresión preocupada. “Por mucho que odie hacerlo, en favor de nuestras
necesidades estratégicas… ¿Qué me dices tú, Escamoso?”
“Ahh, mientras haya asideros y puntos de apoyo en las paredes me las podré arreglar.” El
Sacerdote Lagarto mostró sus filosas garras en sus manos y pies, moviendo sus dedos de
forma deliberada. “Más bien me preocupa, maestro hechicero, que nuestra señorita
Sacerdotisa salte. Quizá sería mejor si yo la cargara.”
“Uno a la vez entonces.” Dijo Goblin Slayer. “¿Estarás bien?”
“¡Oh, sí!” la Sacerdotisa fue la primera en tomar la cuerda que ofrecía. Con un gruñido, ella
se la ató con cuidado y con fuerza alrededor de sus estrechas caderas, luego colocó su bastón
entre la cuerda y el pequeño huevo en su espalda para que no se le cayera.
“M-muy bien, por favor n-no me sueltes.”
“Mm. Eres bastante ligera. Aquí vamos…”
El Sacerdote Lagarto, con la Sacerdotisa agarrada de su espada, clavó sus garras en la pared
de roca e impulso su cuerpo hacia arriba.
“¡¿Eep?!”
“Ahora agárrate fuerte. ¡Oh Velociraptor, atestigua mis hazañas!”
Lo que sucedió a continuación era algo digno de atestiguarse. Colocando las garras de sus
manos y pies en las grietas entre las piedras, el Sacerdote Lagarto comenzó a arrastrarse
hábilmente a través de la brecha.
Sin embargo, por muy impresionante que fuera, no era rápido; si hubiera un arquero
esperando en algún lugar de la escalera, habría sido un blanco excelente. Tanto Goblin Slayer

197
como la Arquera Elfa Superior miraban hacia la oscuridad, atentos ante una amenaza como
esa.
Cuando llegaron al otro lado de la brecha, la Sacerdotisa le dio un asentimiento de respeto al
Sacerdote Lagarto. “L-lamento el inconveniente. Y gracias.”
“No necesitas agradecerme. De hecho, creo que necesitas un poco más de carne en tus
huesos.”
“T-tratare…” dijo ella, ligeramente apenada. El Sacerdote Lagarto sonrió con aprobación,
luego le saco la cuerda e hizo el viaje de regreso. Después, regresó cargando al Chamán
Enano, y una vez contento con que todos hubieran pasado, Goblin Slayer saltó la brecha. Con
toda su armadura puesta y con su cota de mallas, él era sin duda el que más peso llevaba
encima, pero logro llegar con espacio de sobra.
Sin embargo, cuando se tambaleó al aterrizar, la Sacerdotisa se apresuró a poner una mano en
su brazo para estabilizarlo. “¿E-Estás bien?”
“Sí.” dijo Goblin Slayer asintiendo con la cabeza y añadió un momento después “Estoy
bien”.
“Rayos, desearía que me hubieran cargado.” comentó la Arquera Elfa Superior.
“¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Bueno, tal vez haya otra oportunidad” respondió el Sacerdote Lagarto.
“¡Te voy a tomar la palabra!” dijo la Arquera Elfa Superior, pero entonces se detuvo de
repente. “¡Hey, miren, ahí está! ¡Hay un elevador!”
“Hmm” dijo Goblin Slayer con considerable interés mientras se dirigía a inspeccionar el
dispositivo.
Tenía un par de puertas dobles que se replegaban dentro de las paredes, y lo que parecía ser
un panel de control justo al lado de ellas. Justo el tipo de cosas, se dio cuenta, que uno se
encontraba en ruinas como ésta.
“¿Lo habrán estado utilizando los goblins?”, se preguntó en voz alta.
“Buena pregunta”, dijo el Chamán Enano. “No puedo decirlo con seguridad…”
“Parece que está funcionando perfectamente. Pero… Hmm, ¿qué es esto?” el Sacerdote
Lagarto, probando el panel de control con una garra de sus dedos, descubrió un teclado.
Contenía cuadrados con números en ellos, aparentemente esperando ser presionados. “Así
que no funciona con una llave, sino con un código.”
“¡Ah!” la Sacerdotisa, al ver el teclado, aplaudió y comenzó a hurgar entre su equipaje.
Ella saco la llave que había cogido del goblin en la entrada del fuerte. Era una placa de oro
con números tallados y una cuerda como un collar.
“¿Qué tal esto? Al principio pensé que tal vez las llaves estaban numeradas individualmente,
pero…”

198
“Sí, los goblins nunca harían contabilidad de esa manera.” dijo la Arquera Elfa Superior
encogiéndose de hombros, y Goblin Slayer estuvo de acuerdo. Así que ya tenían ninguna
duda.
“Pruébalo”.
“¡Sí, señor!” Sosteniendo el chip de oro, la Sacerdotisa cuidadosamente ingresó los tres
dígitos en el teclado.
Sintieron un ligero escalofrío cuando algo profundo y lejano gimió, y finalmente hubo un
chillido cuando la máquina se detuvo.
Las puertas del elevador se abrieron en silencio.
“Parece que tuve la idea correcta.” dijo la Sacerdotisa, pasando una mano por su pequeño
pecho con un suspiro de alivio.
El interior del elevador era una caja de piedra, igual que el exterior. No era obvio si el
ascensor se movía de forma mágica o mecánica, pero….
“Al menos, no hay nada aquí tan simple como para que los goblins pudieran operarlo.”
contestó Goblin Slayer, mirando el interior y usando su espada como un palo para empujar y
pinchar dentro. “Sin embargo, los he visto usar baldes en pozos.”
“Eso suficiente para causarme escalofríos.” Basta ya. La Arquera Elfa Superior agitó su
mano. No quería imaginar la posibilidad de que el aparato se soltara mientras estaban en él,
haciéndolos caer en picada hasta el fondo.
“Vamos…” Apuró la Sacerdotisa con decisión en su voz y agarrando su bastón. Esto a pesar
de que había palidez en su rostro, una inconfundible estrechez en su expresión, y un ligero
temblor en sus manos. “Tenemos que… detener a los goblins…”
Aquella declaración obtuvo una respuesta inmediata de Goblin Slayer. “Sí.”
La expresión de la Sacerdotisa se suavizó un poco.
Goblin Slayer miró a su alrededor, a su grupo.
La Arquera Elfa Superior estaba hinchando su modesto pecho como para decir que, por
supuesto, estaba lista.
El Chamán Enano buscaba entre sus catalizadores con indiferencia.
El Sacerdote Lagarto hizo un extraño gesto con las palmas de las manos y giro sus ojos.
Goblin Slayer observo cada cara y luego revisó su propio escudo, armadura, casco y espada.
Sin problemas.
Su plan ya estaba en marcha.
Sólo había una cosa por hacer.

199
“Mataremos a todos los goblins.”
Todos los aventureros asintieron y luego subieron al elevador.
“Asumo que esta cosa va hacia arriba.” Dijo la Arquera Elfa Superior. “Pero esto se podría
poner feo muy rápido.”
“Podría.” Asintió Goblin Slayer.
Las comisuras de los labios de la elfa se levantaron, y murmuró sarcásticamente. “Demonios,
es un infierno… Sí, claro.”
Entonces las puertas se cerraron sin hacer ningún sonido.

200
Capítulo 7: Limpiar la Sangre
Con un suave chirrido, el ascensor llevó a los aventureros más y más arriba.
Sin saber si se estaban moviendo lenta o rápidamente, el grupo se encontraba abrumado por
la sensación de ser empujados hacia el piso. Intentaban caber donde pudieran dentro del
pequeño compartimiento, de pie con el equipo listo y con miradas nerviosas en sus caras. No
había garantía alguna de que los goblins no lanzaran un ataque repentino justo aquí en el
elevador.
“¿Jum…?” De pronto la Arquera Elfa Superior empezó a emitir sonidos de preocupación,
“¿Jumm?” y “¿Jumm?”, y puso una mano en su oreja. Se sacudió inquietamente, y una
expresión de intranquilidad apareció en su rostro.
“… ¿Qué es? ¿Escuchaste los pasos de algún goblin?” preguntó el Chamán Enano.
“¡Jumm, no… Ahh, ¡aaah…!” Ella ni siquiera le respondió, pero continuó sacudiendo sus
orejas irritadamente.
“Bébelo,” dijo Goblin Slayer, sin apartar la mirada mientras inspeccionaba sus artículos en
una esquina del ascensor.
La Arquera Elfa Superior le dio una mirada desconcertada. “¿Qué dijiste?”

“Aliviara tus orejas.”


¿Podría él estar en lo cierto? La Arquera Elfa Superior no estaba segura, pero asintió y lo
probó.
“…Huh, es cierto.” Ella sonrió y movió las orejas de arriba a abajo, ahora libres de presión.
La Sacerdotisa, que estaba mirando, también bebió, luego parpadeó de asombro. “¡Wow!
Esto en verdad funciona.”
“Esta fortaleza realmente parecía ser bastante alta,” dijo el Sacerdote Lagarto, colocando una
mano en la pared del ascensor como si estuviera comprobando su posición. Apenas servía
para poder ubicar su lugar en la fortaleza, pero si sentían molestias en los oídos, eso les decía
algo de por sí.
“Es evidencia de que estamos subiendo a salvo,” dijo, “y eso está bien.”
“Pero…” la Sacerdotisa puso su delgado dedo en sus labios. “¿Qué pasaría si se
detuviera…?”
“En eso caso abriríamos las puertas y treparíamos a uno de los pasajes,” dijo Goblin Slayer
firmemente. Ellos estaban a mucha más altura que antes; no debería ser tan difícil ahora.

201
La Sacerdotisa y la Arquera Elfa Superior intercambiaron miradas ante esta característica
respuesta sin vacilar y sonrieron.
“Necesito tomar prestada tu cuerda.”
“Oh, aquí tienes,” dijo la Sacerdotisa, asintiendo y entregándole la cuerda. “Siento que el kit
del aventurero nos ha sido útil esta vez.”
“No bromean cuando dicen que nunca salgas de casa sin él,” dijo el Chamán Enano riéndose;
la Sacerdotisa sonrió y asintió. “¡Uh-eh!”
Y con eso, la conversación terminó. El chirrido del ascensor resonó, mezclándose con el
torrente de agua desde muy por debajo de sus pies. Por un largo rato, nadie habló, pero cada
quien imaginó lo que pronto tendrían que enfrentar.
“…Lo siento.” Las cortas y tranquilas palabras parecían salir de la Arquera Elfa Superior. Se
movió cuando sintió que la mirada del grupo se centró en ella. “Y gracias, quiero decir… a
todos ustedes.”
Ella se sonrojó un poco, sonrió tímidamente. Tal vez le avergonzaba agradecerles así cara a
cara.
“Los invite aquí por la boda de mi hermana, y… Bueno, ahora estamos aquí.”
“Ahh, ¿y qué con eso?” respondió el Chamán Enano sin detenerse un momento. Él rebuscó
intencionadamente en su bolso de catalizadores, sin mirar a la Arquera Elfa Superior
mientras hablaba. “Creo que me gusta que los elfos estén en deuda conmigo. Además,
somos… Ya sabes.” Se jaló la barba y finalmente logró decir la palabra. “Amigos.”

“Oh…”
El Sacerdote Lagarto se rió levemente cuando vio los ojos de la Arquera Elfa superior
abrirse; él asintió con una expresión seria. “Nosotros siempre confiamos en ti, señorita
guardabosques.” Él giró los ojos con un gesto lleno de humor. “Ciertamente, esto es lo menos
que podemos hacer.”
“Y, uh,” la Sacerdotisa aplaudió despacio, con una suave sonrisa en su cara. “Goblin Slayer
se habría metido en esta misión de todos modos, desde el momento en que escuchara la
palabra goblins.”
“¿Jum?” el armado aventurero gruñó, pero la Sacerdotisa le dio una sonrisa despreocupada y
le preguntó, “¿Estoy equivocada?”
“…No,” dijo él, sacudiendo lentamente su casco de apariencia barata. “Debemos matar a
todos los goblins.”

202
“…Santo cielo,” dijo la Arquera Elfa Superior, dejando caer sus hombros mientras suspiraba.
Una sonrisa se formó en su cara. “Solo ha pasado un año más o menos. ¿Quién diría que nos
volveríamos tan cercanos tan rápido?”
“Bueno, ojalá sigas pensando en nosotros dentro de 100 años.”
“Enano tonto,” dijo la Arquera Elfa Superior con una pequeña risa. Ella apuntó con su largo
y delgado dedo, dibujando un círculo en el aire. “Por supuesto que no los olvidaré.”
Así es. Ella se dio una palmada en sus mejillas. Luego levantó su arco, revisando la cuerda;
sacó una flecha con punta de capullo de su carcaj y la alistó. Alzó su mirada hacia el techo, y
moviendo sus orejas, su rostro se puso serio. “Escucho viento. Pasos. Parloteos.
Probablemente sean del techo o de algún pasaje. Hay muchos de ellos.”
“Me gustaría simplemente cortarlos a todos.” Goblin Slayer sacó su espada, girando
lentamente su muñeca antes de ponerse en posición de lucha. “¿Qué piensas?”
“Creo que es el momento para lo que podrías llamar una maniobra clásica” dijo el Sacerdote
Lagarto con un guiño. Luego asintió y propuso una estrategia. “Tengo una sugerencia. Mi
señor Goblin Slayer, usted estará en el frente, con el maestro hechicero, y yo en los flancos.
Nuestra señorita Sacerdotisa estará detrás de la señorita guardabosques”
“¡D-de acuerdo!”
Al final de la formación.
Goblins por detrás. Desgarrando y cortando. Balbuceando, golpeando. Una daga clavada en
sus entrañas.
“¡…!” La Sacerdotisa agito su cabeza vigorosamente para olvidar todos los acontecimientos
que pasaban por su mente.
“Esa posición es la más segura ante el ataque enemigo, así que no tienes por qué
preocuparte”. El Sacerdote Lagarto asintió a la Sacerdotisa, que se mordía el labio
nerviosamente.
“Entonces todo lo que tengo que hacer es vigilar y brindar apoyo, ¿correcto?” Dijo la
Arquera Elfa Superior.
“‘¿Todo? Es lo más importante.”
“Okay, lo entiendo,” respondió, inflando su pecho.
“Cielos. Recuerdas que soy un hechicero, ¿no?” Se quejó el Enano Chamán mientras retiraba
su bolso de catalizadores sobre sus hombros y sacaba su hacha de mano. Como hechicero, él
no llevaba mucha armadura, aun así, tenía un cierto aire de guerrero listo para la batalla.
El casco de Goblin Slayer giró brevemente en su dirección, y murmuró, “Pero estamos
contando contigo.”

203
“Obviamente. Te mostraré de qué estamos hechos los enanos.”
“¡Ja-ja-ja-ja-ja-ja! Nosotros los de la tribu de los lagartos somos guerreros de todos modos.”
Mientras los hombres bromeaban, las mujeres intercambiaban miradas.
Finalmente, el ascensor se detuvo con un estruendo.
“¿Estás lista para esto?” Desde detrás del visor de metal, la Sacerdotisa podía sentir un par de
ojos fijados en ella.
Estar alerta y estar nerviosa eran cosan distintas. Al igual que calentarse y tener mucha
sangre palpitando en la cabeza.
Ella tomó un largo respiro y luego lo soltó lentamente. Puso una mano en su pecho. Otro
profundo respiro.
“…Estoy bien. Puedo hacer esto.”
“Cuando se abran las puertas, correremos. Estén listos,” Goblin Slayer dijo bruscamente.
Miró hacia adelante. Él no tuvo que ver a sus compañeros para saber que estaban asintiendo.
“¿Qué hay de los hechiceros?” susurró la Arquera Elfa Superior, comprobando el estado de
la cuerda de su arco. “Ellos deben tener algunos.”
“Si encontramos alguno, los priorizaremos,” dijo Goblin Slayer. “Eso es todo lo que
podemos hacer.”
“Detesto pelear contra hechiceros,” añadió el Chamán Enano. “Por irónico que suene.”
“Puede que ellos usen hechizos que causen trastornos de estado, pero mientras uno de
nosotros todavía esté a salvo, esa persona puede traer de vuelta al grupo”, dijo Goblin Slayer
con calma. “Mientras no todos estemos abatidos, tenemos una amplia gama de opciones.”
“Y si todos somos destruidos…” la voz de la Sacerdotisa temblaba, y el rostro de metal giró
hacia ella.
“No lo pienses.”
Como una orden, era imposible, y la Sacerdotisa lo miró sorprendida. Pero entonces ella le
dio una pequeña sonrisa, incluso se rió. Incluso si tenía que forzarse un poco.
“…Ok, si tú lo dices. Daré lo mejor de mí para que no muramos.”
“Bien.” Goblin Slayer asintió. “No usen hechizos. Solo milagros.”
“Mm.”
“¡Sí, señor!”

204
Los dos clérigos asintieron, y después cada uno rezó a su propio dios a su manera, pidiendo
Milagros.
“Oh alas de hoz de Velociraptor, rasguen y despedacen, vuelen y cacen.”
“Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, por el poder de la tierra, danos seguridad a
los que somos débiles.”
Finalmente, las puertas se abrieron…
“¡Vamos!”
Comenzaron a correr.
<><><>
El chamán goblin miró a sus subordinados adormecidos y asintió con satisfacción.
Todos y cada uno de ellos llevaban relucientes petos de acero o sostenían lanzas o espadas.
Este chamán recibió una tremenda buena fortuna. Por pura casualidad, le habían concedido
magia, luego había controlado una horda e incluso había llegado a poseer una fortaleza. Por
medio de la magia, logró entorpecer la mente del dragón (que no se durmiera fue algo
inesperado) y lo soltó sobre los elfos.
Él confiaba perfectamente en que todo esto había sido el resultado de sus propias
deslumbrantes y brillantes habilidades, pero en realidad había sido en gran parte suerte.
“¡GORBB! ¡¡GOBROBBRBOGB!!”
Cómo le gustaba ver, a sus estúpidos e idiotas seguidores, inclinándose y reverenciándolo. Su
superioridad nació de sus sermones constantes que proclamaban que los llevaría a todos a un
nuevo paraíso y a una nueva tierra. En ese momento, era como si pudiera sentir incluso el río
embravecido que se encontraba muy abajo.
“¡GORROB! ¡GOROOROOB!”

En la pálida oscuridad antes del amanecer, el otro lado del horizonte se tornaba de un color
púrpura claro. El húmedo y cálido viento de los árboles se sentía muy bien para los goblins.
“¡¡GBBORB!!”
Todo estaba listo, el chamán goblin gritó. Les mostrarían a esos pretenciosos comedores de
insectos quienes eran mejores, proclamó. Era ajeno a las preocupaciones creadas por su
propio discurso.
“¡GORB!”

205
“¡¡GBBRO!!”
¡Sí, sí! Las masas ignorantes gritaban. El chamán goblin los miró y levantó el bastón que
sostenía. Era su bastón favorito, coronado con el cráneo de un aventurero que había matado.
Aquella chica había poseído un cráneo muy fino.
“¡GOOBRGGOG!”
La maldición que había inventado (él estaba seguro de haberla ideado; nunca cuestionó su
inspiración) estaba completa. Que los elfos, y los humanos río abajo, beban la sangre y las
heces de sus propios compañeros. Dejen que se coman a los mercaderes, a los cazadores y a
los aventureros. Eso les mostrara quien manda.
El chamán goblin confiaba perfectamente en que su maldición había funcionado. Por eso
ahora les ordenó a sus subordinados a que atacaran a los elfos, a que violen, maten y
destruyan.
Si no funcionaba, no funcionaba… y sería culpa de sus incompetentes seguidores, que eran
demasiado estúpidos para llevar a cabo sus planes. Si no tuviera que lidiar con la ayuda de
tales incompetentes, las cosas le irían mejor.
Un goblin nunca olvida una herida hecha.
Ciertamente no por los elfos, que por generaciones se habían burlado de los goblins. Ni por la
Doncella de la Espada, que hace una década se había enfrentado a los Dioses Oscuros.
Los goblins olvidaban todo lo que pudieran haber hecho para ganar resentimiento; ellos solo
odiaban.
No solo las cosas que les habían hecho, sino que también las cosas de las que habían oído
hablar.
Por eso el chamán estaba decidido. Él pisotearía a los elfos, los torturaría, pondría a su bella
princesa con su hijo frente a la cabeza decapitada de su marido.
Después, saquearían la ciudad del agua, la quemarían y él gozaría a la Doncella de la Espada
hasta que ella no pudiera levantarse de nuevo.
Tal era su deseo, su fantasía, pero no era nada más que el borboteo de su codicia.
¿Pero qué tenían los goblins a parte de su avaricia? Odio, pensar en sí mismos, ¿y qué más?
Un chamán goblin seguía siendo un goblin.
“¡¡GOROBOOGOBOR!!”
Alzó su bastón y gritó. ¡Ahora! ¡Avancen!
La bendición de su grito de guerra fue interrumpida por un suave bong fuera de lugar.
¿Qué fue eso?

206
Un segundo después, las puertas se hundieron en las paredes, aquellas que nunca se habían
abierto, se desplegaron…
“¡Empezare con… uno!”
<><><>
Lo primero que hizo Goblin Slayer cuando entró a la carga fue golpear a un goblin con su
escudo.
Parecía que había por lo menos cien goblins en el techo circular. Tal vez eso solo era una
ilusión. Pero había varias docenas, al menos. Y los aventureros volaron como flechas en
medio de ellos.
“¡¿GOROB?!”
Golpeó a un goblin distraído mientras este balbuceaba, luego se deslizó hacia la izquierda,
cortando con su espada la garganta de un monstruo que se acercaba.
“¡¿GOROBOOBGR?!”
La criatura se retorció y agonizó antes de ahogarse en su propia sangre.
Goblin Slayer sacó su espada y le dio una patada al cadáver fresco. Luego giró y lanzó su
espada a un goblin que trataba de atacarlo con una honda desde atrás.
“¡¿GROOB?!”
“Dos.”
Ni siquiera le presto atención al goblin derribado sino que se acercó al cadáver que había
pateado. Cogió un hacha, y la balanceo. Nada mal.
“Oh gran guía que caminaba durante el Cretáceo, concédenos un poco de tu tan cantado
éxito en batalla!”
A la izquierda de Goblin Slayer, el Sacerdote Lagarto gritó como un ave de presa y blandió la
Garra Espada que sostenía con ambas manos. Garra, garra, colmillo, cola. Agarró al goblin
que Goblin Slayer había golpeado con su escudo. Con tantos enemigos, no había tiempo para
pensar, y el Sacerdote Lagarto confió en sus instintos de guerrero, gritando como un animal.
“¡¡Eeeeeeahhhhh!!”
“Aquí estoy, pensando que si alguna vez veía a otro goblin sería demasiado pronto,”
murmuró el Chamán Enano desde el flanco derecho, “y Escamoso suena como si estuviera
pasando el mejor momento de su vda.” Aun así, era capaz de esgrimir su hacha con efectivos
y bien acertados ataques.
Aunque según su propio testimonio él no era un soldado, tenía la habilidad suficiente para
tomárselo con calma. Goblin Slayer y su espada ya habían eliminado algunos adversarios.
Además, la protección divina otorgada por la oración de la Sacerdotisa los salvaguardaba de

207
los ataques de los goblins. El Chamán Enano, que no era un especialista en el frente de
batalla, estaba inmensamente agradecido por eso.
“¡Por ahí!” le dijo a la Arquera Elfa Superior desde el costado al enano mientras él estaba
parado, con los pies firmemente plantados para blandir su hacha. Ella lanzó tres flechas,
atravesando tres enemigos, moviendo sus orejas todo el tiempo en busca de más.
En cuanto a lo que ella acababa de ver: había un goblin en particular parado en lo profundo
de la horda.
“¡Tiene un bastón! ¡Y no luce para nada bien!”
“¿Un chamán?” Goblin Slayer sepultó el hacha en el cerebro de su sexto goblin. Soltó el
arma, que cayó al suelo junto con el cadáver, y sacó una espada del cinturón del enemigo
asesinado. Utilizó el impulso para cortar la cabeza de otro goblin cercano.
“Siete. ¿Puedes darle?”
“¡No será fácil!” dijo la Arquera Elfa Superior, pero ya estaba preparando una flecha en su
arco. “¡Pero lo intentaré!”
La Sacerdotisa, corriendo por atrás, captaba toda la escena con una sensación de irrealidad.
Los enemigos eran tantos, y ellos, los aventureros, eran muy pocos. La última vez que ella se
había enfrentado a una horda tan grande fue…
Nunca.
La Sacerdotisa, parada detrás de los demás y respirando tan profundo como podía, se
sobresaltó al darse cuenta.
Los goblins se le acercaban. Los recuerdos la golpearon como un rayo.
La pelea contra el lord goblin. Aquella vez, ella había trabajado con Goblin Slayer para
derrotar al líder enemigo.
Durante el ataque del festival de la cosecha, los goblins se habían separado, por lo que
ningún combate había sido tan largo.
La fortaleza helada había sido un combate en retirada. No habían tratado de abrirse camino a
través de la masa de enemigos.
Ahora estaban volando hacia el corazón de la horda. El sonido de las armas repicaba a su
alrededor. Gritos. Traqueteos de muerte. La peste de la sangre y las tripas.
¡Hay que deshacernos de algunos goblins!
¡Corran! ¡Deprisa!
…ten…e…

208
El grito pareció resonar en su memoria hasta que llenó su mente por completo. La
Sacerdotisa podía oír sus propios dientes tiritando. Ella había hecho esto varias veces, así que
¿por qué sus pies se detuvieron ahora? ¿Por qué se le cortó la respiración?
“¡Eh… Ah…!”
Una piedra pasó volando, rozando su mejilla. Sintió calor y dolor a lo largo de su cara. Había
una sensación viscosa de sangre que salía.
Ella dejó de orar, y el efecto de Protección comenzó a desvanecerse.
“¡…!”
De repente notó una cálida y húmeda sensación entre sus piernas, y ella se mordió el labio.
¿Por qué tenía que ser ella la última en la fila?
¿Qué querían de ella?
Entonces se dio cuenta; era demasiado experimentada para no notarlo.
Agarró su sonoro bastón desesperadamente con los dedos, lo levantó, y gritó una súplica a
los dioses del cielo.
“¡¡Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, otorga tu luz sagrada a los que estamos
perdidos en la oscuridad!!”
Hubo una tremenda explosión de luz solar.
“¡¿GOBOGBO?!”
“¡¿GOOBR?! ¡¿GOBOGR?!”
Los goblins gritaban y sufrían mientras la luz sagrada de la Madre Tierra ardía sobre sus
horribles caras. Algunos cayeron del techo mientras cubrían sus rostros e intentaban correr,
mientras que otros iban muriendo al ser pisoteados bajo los pies de sus camaradas.
La Sacerdotisa recobró el aliento ante la patética escena, pero continuó ofreciendo Luz
Sagrada con todas las fuerzas que pudo reunir. Iluminó a los aventureros desde atrás para que
no les afectara.
“¡Sí… eres mío…!”
“¡¿GOBBRG?!”
Una flecha fue lanzada, guiada por la insuperable habilidad de la Arquera Elfa Superior.
Atravesó la horda como si tuviera vida, e impactó en el hombro del chamán goblin.
“¡¡GORBBBR…!!”
Casi al mismo instante, un hechizo surgió del bastón que el chamán había estado
escondiendo detrás de sus soldados.

209
“¡¡ODUUUAAARUKKKKUPIRUUUUS!!”
Una nube de humo de olor dulce y color púrpura claro apareció en el techo.
“¡Kjjj… Mierda…!” La Arquera Elfa Superior tropezó y cayó sobre una rodilla, mientras que
los goblins atrapados en la nube, al igual que ella, se desplomaron a su alrededor.
“¡Esta tiene que ser la Nube del Sueño…!” exclamó el Chamán Enano, tapando su boca con
una mano.
“¡Grr… Debemos… concentrarnos!” El Sacerdote Lagarto trató de despertar a la Arquera
Elfa Superior, pero sus propios movimientos se estaban volviendo notablemente más lentos.
Es como estar bajo el agua, pensó la Sacerdotisa débilmente. Sus párpados se estaban
poniendo pesados, y su bastón era lo único que la mantenía erguida.
Había sido muy divertido, todos juntos jugando en el agua en sus vacaciones.
El mundo se movía hacia adelante y atrás, izquierda, derecha; todo se inclinó cuando ella
descubrió que ya no podía seguir de pie.
A lo mejor… todo está bien ahora.
Su conciencia cedió, por un instante. Pero eso fue más que suficiente para que el hechizo de
Protección desapareciera por completo.
Con su visión volviéndose peligrosamente oscura, ella vio a la Arquera Elfa Superior de
rodillas, y más allá de ella, la espalda de alguien. Los goblins que habían sido mantenidos a
raya por el hechizo ahora se acercaban, intentando derribarlo.
“Ah…”
La Arquera Elfa Superior fue arrojada al suelo. Su ropa estaba rasgada. Ella levantó una
mano lánguidamente.
Un garrote cayó sobre el hombro del Chamán Enano. Su agarre se debilitó y dejó caer su
hacha, la cual terminó en el suelo.
Un goblin saltó sobre el cuello del Sacerdote Lagarto. La daga en su mano se movía entre sus
escamas.
“…Uh…”
El hombro de Goblin Slayer… Una espada…
Sangre.
“Goblin Slayer, señor…”
Su voz fue muy ligera. Pero con eso fue suficiente.
“¡…! Guh…”

210
Ella tomó un respiro. Eso fue lo primero. Llenar ese pequeño pecho con aire y luego dejarlo
salir.
“¡¡HHHHAAAAAHHHHHHHH…!!”
Ella no tenía idea de que era capaz de dar un grito tan descomunal hasta que salió de su
garganta.
“¡Todos…! ¡Goblin… Slayer… señor …!”
No hubo respuesta.
Ella sacudió su sonoro bastón.
“¡¡Goblin Slayer, señor!!”
No hubo respuesta.
“¡¡…!!”
La Sacerdotisa apretó sus dientes y luchó por mantenerse consciente; podía ver un goblin
moviendo y agitándose en lo más profundo de su visión. Podía verlo sostener su bastón,
riéndose maniáticamente a pesar de la sangre que se desprendía de su hombro.
La sangre corría por su brazo, salpicando en el suelo con cada paso que el chamán daba.
Asqueroso.
No era más que una intuición. No hubo ninguna señal de la Madre Tierra en el cielo. No, fue
simplemente la respuesta a la que llegó gracias a su propia experiencia, su experiencia como
una débil niña de dieciséis años que salía en aventuras junto con el hombre llamado Goblin
Slayer.
Su respuesta a lo que podía hacer. Lo que debería hacer.
“¡¡Oh Madre de la Tierra, abundante en misericordia, por favor, con tu venerada mano,
limpia nuestra corrupción!!”
Y entonces ocurrió un milagro.
<><><>
“¡¿GORB?!”
Cuando él notó el cambio, era demasiado tarde. La sangre del chamán goblin se había
convertido en agua pura.
“¡¿¡¿¡¿GOBOGGBOGOBOOGOGOBOGOOG?!?!?!”
El chamán goblin gritó como si su interior estuviese siendo destrozado. La Sacerdotisa pensó
que sintió que su propia alma era sacudida por el terrible alarido, pero eso la hizo volver en
sí.

211
“¡¿Eh—ah—ahh…?!”
Su conexión con el mundo de arriba se desvaneció como una cuerda cortada, y el mundo del
sonido vino a sus oídos.
Este acto divino, Purificar, nunca más debe usarse de esta manera.
“¡¿Ah, ahh…?!”
Algo pareció impactar en su alma, sacudiendo cada fibra de su ser.
Ella había hecho algo horrible.
La honorable Madre Tierra, la fuente de toda compasión y misericordia, había aceptado esta
conexión con su alma, y ella…
“¡Aaaaahhh…!”
La Sacerdotisa soltó un agonizante grito por lo que había hecho.
Su sonoro bastón produjo un sonido hueco mientras rodaba por el techo donde lo había
dejado caer.
La sed de sangre desapareció como si hubiera caído al abismo. La Sacerdotisa se quedó con
una mano en su pecho, solo ahora dándose cuenta de que salían lágrimas de sus ojos.
“¡Ah—ahhhhhhhh…!”

212
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Pero logró escuchar dos palabras mientras estaba llorando como una niña.
“Bien hecho.”
Dos palabras.
“Ah…”
Solamente dos.
Eso fue más que suficiente para que sus piernas recobraran sus fuerzas, ya que estaba a punto
de caer.
“¡…S-sí, señor…!”
“Muy bien.”
Goblin Slayer estaba, en pocas palabras, hecho un desastre. Una daga había sido clavada en
una grieta de su armadura, rasgando la cota de malla que estaba debajo. Estaba resentido
debido al golpe.
Se sacó la daga del hombro; cuando vio el líquido pegajoso cubierto en la cuchilla, lo lamió.
Jalando una botella que tenía una cuerda atada desde su bolsa de artículos, bebió lo que
contenía. Luego bebió una segunda botella.
Un elíxir. Un antídoto.
Una vez que terminó, lanzó las botellas vacías al goblin más cercano.
“¡¿GOOBOG?!”
Luego se dio la vuelta, usando el escudo en su brazo izquierdo para matar al goblin agachado
junto a la Arquera Elfa Superior.
“¡¿GROBO?!”
“Veintiúno. ¡Levántate!”
“¿Huh, ah… Or… Orcbolg…?”
Ella se puso de pie tambaleándose. Estaba en un estado terrible. Empapada de sangre, herida,
cubierta en sesos de goblin, y con su ropa rasgada.
Pero estaba viva.
Eso era suficiente.
“Bebe,” Goblin Slayer le ordenó, dándole una poción con su mano izquierda. “¡Y usa esto!”
le dijo en voz alta al Chamán Enano, entregándole la espada en su mano derecha.
“¡L-Lo haré!” él cogió la empuñadura con agarre invertido, la blandió de arriba a abajo,
abriendo el estómago de un goblin con la ella.
“¡¿GOBOGOOBOG?!”

214
“¡Ahora veo por qué te gustan estas cosas, Corta-barbas!”
Pateó lejos a la criatura destripada y ataco al siguiente enemigo. Su brazo derecho colgaba
paralizado a su lado, pero igualmente era capaz de pelear. La espada en su mano izquierda
cortó a otro goblin.
Cuando el Sacerdote Lagarto recobró la conciencia, su fuerza era sinigual. “¡Hyahh…!”
Agarró al goblin que intentaba clavarle una daga en el cuello y lo arrojó al suelo.
“¡¿GOBORO?!”
La columna vertebral del monstruo adopto un angulo anormal; el goblin se retorció una vez y
luego se quedó quieto.
Antes de que la criatura muriera, el Sacerdote Lagarto ya estaba atacando con garras,
colmillos y cola. Gritaba y desgarraba, casi literalmente haciendo volar a los goblins.
“¡Por poco y no la contábamos…!” Se limpió la sangre de goblin de la barbilla con su manga
y soltó un gran grito. “Mi señor Goblin Slayer, ¡continuaré el ataque!”
“Hazlo por favor,” dijo Goblin Slayer mientras tomaba el brazo de la Sacerdotisa desde
donde estaba desplomada.
“Oh… Goblin Slayer…señor…”
Ella lo miro débilmente. Una grieta recorría su casco, había grietas en su armadura de cuero y
el pestilente olor a sangre era más fuerte de lo habitual. Pero su brillante ojo rojo la miró
directamente desde entre las rendijas de su visor
“Lo hiciste bien.”
“¡…Oh, s-sí, señor…!” ella se limpió las lágrimas de los ojos y recogió el manto y el bastón
que había dejado caer en combate.
Esto aún no había terminado. Todavía había muchísimos goblins. La batalla tenía que
continuar.
“¡Gorgosaurio, bello pero herido, puedo ofrecerme a curar tu cuerpo!”
La oración del Sacerdote Lagarto rodeó al grupo con una cálida luz, restaurando sus energías.
Fue el milagro de Revigorización. ¡Ah, qué genial es la bendición de los nagas!
Mientras revisaba el estado de sus heridas, Goblin Slayer clavó su espada en la garganta de
un goblin cercano.
“¡¿GOROBORO?!”
“Veintidós. Empújalos, corre… ¿Puedes correr?”
“Sí, estoy bien… Cielos, esta cosa está amarga”, se quejó la Arquera Elfa Superior mientras
Goblin Slayer pateaba a un lado a su última víctima que se retorcía y botaba sangre.

215
Ella gimió mientras trataba de apretar los restos de su camisa sobre su pecho, luego tiró la
botella vacía y le dio un guiño a la Sacerdotisa. “¡Vamos, de pie!”
“¡Claro! Yo también… también puedo moverme… ¡me moveré!” Ella se esforzó en hablar
con todas sus fuerzas. Hizo un ademán con su bastón para alejar a los goblins detrás de ellas.
“Maestro hechicero, ¿estás listo?”
“Nunca he estado más listo. ¡Trabajé duro para guardar estos hechizos hasta el final!”
Y con estos gritos del Sacerdote Lagarto y el Chamán Enano, el grupo avanzó… No.
“¡GOROB!”
“¡GRO! ¡GRB!”
Mejor dicho, se encontraron acorralados en el borde la torre. Tan solo unos pasos más
adelante, podían ver gran caída hacia verdadero océano de árboles. Los goblins se habían
recuperado de la confusión causada por la Purificación y ahora se reían mientras iban
acercándose.

216
217
Volverían a poner a esa elfa de rodillas y la harían suya. Destrozarían a esa pequeña niña y
harían pedazos sus pequeñas tácticas.
Matar a los hombres. Violar y matar a las mujeres. Había sido estúpido por parte de sus
compatriotas dejarse matar, pero aun así, los goblins querían venganza. Para los goblins, la
muerte de sus compañeros no era más que una razón para afirmar su propia codicia.
Los monstruos avanzaron, con sus armas agarradas en sus manos, con sus entrepiernas
abultadas, y la lujuria brillando en sus ojos.
Goblin Slayer estaba calmado frente a la horda invasora.
“¡¡Salten!!”
Uno tras otro, los aventureros se lanzaron al vacio. El aire que se dirigió hacia ellos se limpió
de humedad, enfriando sus cuerpos calentados por la batalla.
Los primeros rastros del amanecer se abrían paso a lo largo del horizonte, desprendiendo luz
sobre el cielo, los árboles.
Sin embargo, eventualmente, la gravedad se saldría con la suya, derribando a los aventureros
contra el suelo.
“¡GBBRB!”
“¡GROGGB! ¡¡GORRBGROB!!”
Mientras los goblins gritaban y se burlaban, el Chamán Enano sonrió de manera
incongruente. Sus gordos y chaparros dedos brillaron en el aire, trazando complicados
símbolos, y luego gritó: “¡Salgan, gnomos, vean lo que trajo! ¡Aquí viene, miren
abajo! ¡Volteen esa cubeta—cambiemos la meta!”
La velocidad de su descenso disminuyó inmediatamente. Había valido la pena ahorrar este
hechizo de Control de Caída.
El grupo flotó suavemente en el cielo como si descansaran sobre una mano gigante e
invisible. Ahora no tenían nada que temer del suelo.
“¡Eep, eep, eep …!” La Sacerdotisa apretó con fuerza el borde de su vestido pues el viento
intentaba levantarlo. La Arquera Elfa Superior sonrió aliviada. La sombría expresión que la
Sacerdotisa había tenido hasta hace unos momentos no le quedaba para nada. La Arquera
Elfa Superior no quería eso para ella.
Sabía que asesinar goblins era repugnante…
Ella extendió su mano y la Sacerdotisa la tomó.
“Oh…”
“¿Estás bien?”
“¡L-Lo siento mucho…!”

218
“Ahh, no lo menciones. ¡Oye, enano, en verdad lo lograste!”
“¿Acaso hubo duda alguna?” Se rió el Chamán Enano. Sonrió cerrando los ojos, contento de
ver a la Arquera Elfa Superior bastante feliz con su trabajo, luego sacó el odre de vino de su
cinturón y tomó un trago.
El sol naciente, los primeros rayos del amanecer, la luz de la mañana, el viento, el bosque, el
mundo entero. ¿Había algo que pudiera hacer que el vino supiera mejor?
“Yo diría que esto salió bastante bien”, comentó el Sacerdote Lagarto, relajando todo su
cuerpo hasta que se quedó con las piernas abiertas. Se veía tan relajado… pero sus ojos
todavía estaban enfocados en los goblins. Podía verlos claramente, señalando y balbuceando
el uno al otro. “Aunque admito, que dude, por un momento”.
“Sí”, dijo Goblin Slayer, también mirando hacia arriba. “Esta es la mejor manera de
deshacerse de los goblins”.
<><><>
“G… B…”
Justo en ese momento el chamán goblin recobró la consciencia.
El sonido del río parecía tan fuerte. Su cabeza daba vueltas; era como si hubiera un zumbido
en sus oídos. Le resultaba difícil respirar y su visión era borrosa. Jadeando y resoplando,
logró usar su bastón para ponerse de pie.
Él no entendía por qué parte de su sangre se había convertido en agua, por qué su respiración
ya no parecía oxigenar su cuerpo de manera correcta. Miró a su alrededor y vio a los otros
goblins agrupados en el borde del techo, parloteando con entusiasmo.
“¡GOBOOGB…!”
Vaya grupo de imbéciles. No tenían ninguna intención de ayudar al que los guiaba, o al
menos mostrarle la reverencia adecuada. El chamán goblin se enfureció, olvidando
convenientemente que un momento antes, había estado usando a estas mismas criaturas como
escudos.
Y además de eso, parecía que los aventureros habían escapado. Tontos inútiles.
“¡GORB! ¡¡GROBOOGOBOGR!!” exclamó el chamán, moviendo su bastón.
Varios goblins lo miraron. “¡¿GBBGROB?!”
El chamán no estaba molesto porque algunos hubieran respondido, estaba enfurecido porque
otros no lo hicieron.
Era difícil encontrar buenos ayudantes.
Si pudiera poner sus manos sobre esa elfa, o esa chica humana, o tal vez la princesa del
bosque, podría usarlas para reconstruir su horda. Al ser la criatura más importante, tomaría a

219
las hembras más selectas y las haría engendrar a sus propias crías. ¿No tenía ese derecho
acaso?
“¿GROROB…?”
Pero qué, pensó, era ese sonido de agua que estaba escuchando.
“¡¿¡¿¡¿GROROBOROGBORO?!?!?!”
Un segundo después, el cuerpo del chamán goblin fue lanzado al aire por el torrente de agua
que salió desde las puertas abiertas del ascensor. Lanzado hacia el cielo por el repentino
torrente, pasó los últimos segundos de su vida en total confusión. Se fue a la tumba sin saber
que habían usado Túnel para perforar un agujero en el dique. Ni que la presión del agua había
causado que el géiser se elevara desde el nivel más bajo hasta el más alto de la torre.
Debemos suponer que los goblins nunca habrían imaginado que el agua podía subir, al igual
bajar.
Si los constructores de la fortaleza hubieran podido presenciar esta escena, se habrían
regocijado ante el cruel destino de los Personajes No Oradores.
Fue precisamente la forma en que los goblins habían bloqueado el agua lo que hizo que se
acumulara hasta que pudiera estallar.
El chamán fue lanzado hacia arriba por el agua, luego cayó y sus sesos se esparcieron por el
suelo. E incluso aquel rastro, la última evidencia de que él había existido, fue
inmediatamente borrada por la inundación.
Un merecido final.
***

Las gotas cayeron del géiser como si un chubasco repentino hubiera aparecido, el agua
brillaba a la luz del sol. Unos cuantos goblins también cayeron, empujados hacia el borde de
la torre, pero la caída fue más que suficiente para acabar con ellos.
“¿Estás… estás seguro de esto?”, preguntó dudosamente la Arquera Elfa Superior,
sacudiendo su cabeza y salpicando agua de su cabello empapado.
Goblin Slayer soltó un largo suspiro. “El túnel pronto se encogerá hasta cerrarse. No creo que
el edificio se derrumbe “.
“No es lo que te pregunté,” dijo la Arquera Elfa superior, moviendo sus orejas en señal de
molestia. “Me refería a toda el agua que quedara dentro”.
“En lo que a mí respecta”, dijo Goblin Slayer con calma, “todo lo que podemos hacer es
pedirles a los elfos que vengan a solucionarlo más tarde”.

220
La Arquera Elfa Superior gruñó y se quedó en silencio, provocando una carcajada del
Chamán Enano. “¿Entonces habrá una boda cuando regresemos?” Estaba flotando
suavemente por el aire, bebiendo su vino y disfrutando del amanecer. De hecho, era él quien
retenía a los aventureros en este lugar. Si se desconcentraba por solo un segundo, todos
caerían hacia la muerte.
La Arquera Elfa Superior lo miró con incredulidad, pero él la ignoró. “¿Planeas casarte tú
también?”, preguntó.
“No hasta dentro de otro milenio”.
“¿Crees que alguien va a querer una novia de tres mil años?”
“¡¿Qué me acabas de decir?!” Dijo la Arquera Elfa Superior gruñendo.
Puede que hayan estado flotando en el aire, pero el tono de su discusión era familiar, y el
Sacerdote Lagarto giro sus ojos divirtiéndose. “En ese amanecer cuando me convierta en un
naga, ¿podría darte la bienvenida como esposa de un naga?”
“No sé a qué te refieres”. Las largas orejas de la Arquera Elfa Superior no se perdieron el
comentario en broma del Sacerdote Lagarto. Ella sonreía como un gato que había descubierto
un juguete nuevo. “¿Qué es esto… una confesión de amor? ¿De verdad?”
“Mmm. Supongo que no lo sabremos por lo menos hasta dentro de mil años”.
La Sacerdotisa observó a los tres amigos bromear, sin prestar demasiada atención. La
Arquera Elfa Superior le había soltado la mano, y nadie más la tomó. Solo estaba ella,
flotando en el cielo, sujetando su gorra con una mano y su falda con la otra.
Ella soltó un suave pero audible suspiro, y el casco de Goblin Slayer se giró en su dirección.
“¿Estás cansada?”
“¡Oh, uh, no!” Dijo ella rápidamente, agitando su mano. “Para nada…”
Pero entonces… Pero aun así…
La mano que ella estaba agitando cayo sin fuerzas. Sin estar muy segura de qué decir, dijo en
voz baja lo primero que se le ocurrió. “… Bueno, tal vez un poco”.
“Ya veo.”
Al fin y al cabo, ¿en verdad podría ella vivir con… la manera en que había usado Purificar?
No estuvo bien. No hay duda…
El propósito de Purificar era limpiar el agua. Estaba mal usarla para quitarle la vida a otro ser
vivo, incluso un goblin.
A pesar de eso, la Madre Tierra había respondido a su plegaria porque era una súplica para
salvar a otros seres vivos.

221
Por eso la diosa, en toda su compasión, le había otorgado su autorización para realizar lo que
la Sacerdotisa había hecho.
Solo por esta vez.
Qué cosa hice.
Pero…
Aun así, recé, y ella me causó un milagro para mí.
¿Cómo iba a interpretar la Sacerdotisa eso, cómo entenderlo?
Un año antes, cuando ella intentaba su primera aventura, habían sido todo cosas que no
entendía.
¿Y ahora? Ella solo entendía dos cosas.
Que ella era y seguiría siendo una aventurera.
Y que Goblin Slayer siempre mataba y mataría a todos los goblins…
Y yo…
¿Ella podría seguir creyendo en la Madre Tierra?
¿Merecía ella recibir milagros otorgados por la diosa?
Ella no lo sabía. No había forma de saberlo.
¿Había crecido y madurado en absoluto durante el último año? ¿Quizá sólo un poco…?
“Mira,” una orden llego en un murmullo.
“¿Huh…?” La Sacerdotisa rápidamente vio hacia arriba, tomada por sorpresa.
El sol brillaba cegadoramente; ella se encontró parpadeando y lagrimeando.
El luminoso cielo se extendía sobre un infinito color verde. Y colgando ahí, como para
enlazar a ambos…
“Es un arcoíris.”

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Interludio 3: De Golpear al Infierno Hacia el Abismo
“¡¡Rrrraagghhhh!!” gritó la muchacha, saltando en el aire, y la profunda oscuridad del
inframundo fue iluminada como por el resplandor del sol.
El lugar era verdaderamente como el infierno mismo. Un tercio del lugar era tierra quemada
y ennegrecida, y los otros dos tercios estaban llenos de demonios. Arriba de su cabeza, listos
para destrozar el tablero de este mundo, estaban los Comedores de Rocas, monstruosos
insectos gigantescos de fácilmente eran confundidos con ciempiés enormes.
Pero la chica, en lo alto del aire, sólo curvo las comisuras de sus labios con una linda pero
inesperada sonrisa.
“¡Gooooolpe del AMANECER!
¡Explosión solar!
La espada sagrada en su mano liberó un destello de luz esmeralda, cortando sin piedad a
todos los monstruos que se encontraban alrededor. La horda de Comedores de Rocas, que se
inclinaba ansiosamente hacia delante para morder a la joven mujer, fue despedazada en un
abrir y cerrar de ojos. La sangre y los fluidos que podrían haber manchado el cabello negro
de la muchacha fueron quemados por el calor del destello esmeralda.
La muchacha se había negado a acobardarse ante todos los demonios del infierno y, de
hecho, estaba indemne.
La heroína giró en el aire, aterrizando ligeramente sobre un afloramiento rocoso con el puño
en alto, mientras gritaba: “¡Es su perdición, demonios, su perdición!” Luego apuntó con su
espada sagrada a los monstruos, tejiendo un complejo sello con su mano
izquierda. “Carbunculus… Crescunt… Iacta!!!”
Una esfera de llamas se formó con un rugido y salió volando, seguida de una segunda y luego
de una tercera. Mientras los cadáveres de demonios quemados se elevaban por los aires, la
heroína exclamó: “Estoy contenta de seguir atacándolos… ¿cuánto tiempo más necesitas?”
“¡Sólo… un poco más, creo!”
La voz que respondía venía de entre la masa de demonios.
La heroína agarró su espada sagrada con ambas manos, haciendo una pose de lucha como si
dijese que cualquiera que se atreviese a acercarse sería asesinado.
Y de hecho, eso era exactamente lo que le pasaba a cualquiera que se atreviera.

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225
Los demonios se movieron, tratando de encontrar una posición ventajosa, pero un instante
después, sus cabezas salieron volando. Ningún verdadero guerrero experimentado dejaría que
un buen ataque de oportunidad se desperdiciase. Ella se escabulló tan rápido de los ataques
de sus enemigos que si parpadeabas te la perderías, y luego atravesó con su espada a un
oponente que se le acercaba. Su lucha era brutal, utilitaria… pero eso demostraba
exactamente lo hábil que era.
Ella estaba protegiendo a una maga… a una mujer que llevaba un gran bastón y estaba muy
concentrada. La mujer, una Sabia, ahora abrió uno de sus ojos, mirando hacia las rocas que
estaban arriba de ellas.
“…El flujo del agua sobre nosotras ha cambiado. Parece que el círculo mágico de nuestro
oponente se ha roto”.
“Huh. Me pregunto si hay otros aventureros allá arriba.” La heroína frio a algunos de los
monstruos más pequeños con otro hechizo y luego saltó entre ellos.
Las puertas del infierno están casi abiertas.
Tal había sido la advertencia que les habían dejado, tallada en una tablilla de arcilla por
magos que habían vivido casi en la Edad de los Dioses.
Estos magos habían estado investigando el hechizo de la Puerta, pero habían cometido un
terrible error. Habían abierto una Puerta a un lugar que debería haberse dejado cerrado para
siempre: el infierno mismo. Inmediatamente la habían sellado, pero era sólo cuestión de
tiempo hasta que se abriera de nuevo. Habían predicho el año mismo y día en que eso
pasaría….
Y sucedió justo cuando me encontraba cerca. ¿Para mí, eso es buena o mala suerte?
La heroína corrió hacia adelante, sin mirar atrás.
Ella había intentado estudiar, pero no se hacía ilusiones de que pudiera comprender
realmente la profunda lógica del mundo. Se había sentado leyendo gruesos libros de
principios y reglas, pero sólo le hicieron doler la cabeza.
Por lo tanto, le correspondería a la Sabia sellar la Puerta. Y esta se quejó de que aún no había
alcanzado el apogeo, pero era tan incondicional….
“¿Quizás los elfos…?”
“Me pregunto. Ellos arrastran sus pies… Tal vez por eso sus manos son tan rápidas”.
“…los elfos pueden dar un golpe fatal en un momento y lugar que nunca esperas.”
“A pesar de todo lo que aprendí, nunca los entenderé”, murmuró la Sabia, y la heroína sabía
que la Sabia había aprendido más que cualquiera de ellas.
En cuanto a ella misma, simplemente blandía su espada y dejaba que el arma hiciera los
hechizos.

226
La heroína fue cautivada una vez más por la absoluta convicción de que cada rincón de este
mundo era increíble. Y no porque ella fuera fuerte o porque fuera el héroe. Definitivamente
no. ¿Podría un simple hecho como ese cambiar el valor del mundo?
Ella tenía amigos, una ciudad natal, cosas favoritas. El cielo era impresionante, y ella incluso
podía ver un arco iris.
“¡Ja, todo está bien! Hay una forma de resolver este problema… ¡Cortar a estos tipos en
pedazos!”
Razón de más para que no dejara que estos monstruos lo obtuvieran.
Ella pateó a un demonio menor y se encontró cara a cara con una extraña criatura arácnida.
El gigantesco monstruo era obviamente un líder entre los demonios.
Era una bestia temible; sus patas metálicas podían atravesarla fácilmente.
Un observador cínico podría decir que su trabajo era luchar contra oponentes como ese
precisamente porque ella era la heroína.
Pfft. Si claro.
Ella sonrió salvajemente, mostrando todos sus dientes. Parecía un tiburón tras su presa.
La Sabia cerraría la Puerta en un momento. Hasta entonces, ella lucharía para mantener el
mundo a salvo de estos monstruos; ella no se los cedería ni por un instante.
Si ella y sus amigas eran las únicas que sabían por qué ella luchaba por el mundo, era
suficiente.
“¡¡A…quí… vamoooos!!”
La heroína saltó hacia adelante, gritando y logrando lo que era (si ella podía decirlo) un golpe
crítico.

227
Capítulo 8: Un Sueño de una Noche de Verano
“Ahora entonces, requiero que ambos pronuncien las palabras del pacto”, entonó un elfo con
su cabeza inclinada sombríamente ante un estrado. Era un elfo anciano, con muchísimos años
de edad, pero aún joven.
Luciérnagas o algún tipo de insecto fosforescente flotaban alrededor, proporcionando luz al
gran salón lleno de elfos y aventureros. Estaban sentados de piernas cruzadas en el suelo. Las
frutas y la comida eran servidas en platos de hojas, y el vino en nueces grandes. El estrado en
el que la multitud se centraba era en realidad una raíz de árbol levantada.
Sobre ella estaban la novia y el novio, usando vestiduras de seda pura y flores,
resplandeciendo con las alas de las mariposas y libélulas. Compartieron una mirada tímida y
entonces suavemente tomaron la mano del otro.
“Usamiakitowotoku riinomochinneie inoyurunahowo chihionokahisatawa” dijo
orgullosamente el elfo con el casco brillante.
Su novia respondió, mirando hacia el suelo y sonrojándose,
“Usamiakitowotoku oshiroyuinawoto isototowo chihonokahisatawa.”
Sus palabas, casi musicales, se elevaron hacia el gran árbol, el cual sacudió sus ramas en
respuesta, con hojas flotando en la noche.
Fssh fssh. El bosque reía. Los arboles cantaban. Que vuestras vidas sean bendecidas. Que sus
días estén llenos de felicidad.
“¿Han escuchado el júbilo del bosque?” preguntó el sacerdote, avanzando gracilmente. El
hombre y la mujer se miraron el uno al otro felizmente y asintieron.
“Mm”
“Si, lo hicimos.”
“Entonces ofrezcan la respuesta.” El sacerdote les pasó un gran arco y una flecha. El arco
estaba hecho de madera de tejo y la flecha tenía la punta en forma de capullo de flor, hecha
especialmente para este día. El elfo con el casco brillante tomó el arco, y la princesa con la
corona de flores la flecha.
El sacerdote hizo una profunda reverencia y se retiró; los dos elfos se acercaron el uno al
otro, casi en un abrazo, y alistaron el arco.
La esposa encajó la flecha en el arco que el esposo sostenía, y entonces, juntos, tiraron de la
cuerda.
Apuntaron hacia los cielos, al cielo nocturno donde las lunas y las estrellas brillaban.
Todos vieron, que las hojas que formaban el techo del salón, abrieron un camino en un punto,
un pequeño pasaje. Más allá, el cielo nocturno destellaba y tintineaba como una caja de

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joyas. Si las estrellas eran de hecho los ojos de los dioses, no había bendición más grande en
todo el mundo.
La flecha voló desde la cuerda del arco con un sonido musical. La flecha con la punta de
capullo voló hacia el cielo como una estrella fugaz yendo al revés, y no la vieron bajar.
Donde fuera que cayese la flecha, un nuevo árbol emergería, y crecería, para un día
convertirse en un miembro del bosque.
“¡El pacto ha sido completado!” anunció el sacerdote.
El bosque, y la gente del bosque, y los dioses habían todos reconocido este matrimonio y lo
habían bendecido.
“¡Esta noche será recordada por mucho tiempo como la Noche de la Luna Vestida de
Arcoíris!”
Toda la multitud de elfos estallo en ánimos y aplausos.

El amor es el destino, el destino es la muerte.


Incluso un caballero que sirve a una doncella, caerá un día en las garras de la muerte.
Incluso el príncipe que se hace amigo de un Dragón Celestial, debe dejar atrás a la mujer
que le gusta.
El mercenario que amaba a una clériga, caerá en batalla persiguiendo su sueño.
Y el rey que amaba a la doncella del santuario, controla todo menos la hora de su
separación.
El fin de la vida, no es el último capítulo de una saga heroica.
Así que la aventura llamada vida, continuará hasta el final.
Amistad y amor, vida y muerte.
De estas cosas, no podemos escapar.
Por lo tanto, ¿qué tenemos que temer?
El amor es el destino, y nuestro destino es la muerte.

Entonces los elfos sacaron harpas y tambores, y todos comenzando a cantar una alegre
canción.
La gente del bosque siempre ha amado la música y el baile, también disfrutan cualquier cosa
que sea agradable. Sus vidas son demasiado largas como para matar el tiempo pasando los

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días. Puede que sean viejos de corazón, puede que tomen una visión a muy largo plazo, pero
muchos son los días en el calendario elfo que sirven como pretexto para celebrar.
Una boda era el ejemplo perfecto: celebraban dos cosas, la unión de dos jóvenes elfos, y el
hecho de que habría un día menos donde nada pasara.
¿Qué día en este mundo no es especial? Todas las personas eran especiales; esta noche era
especial. Cien años a partir de ahora, todavía sería especial y se quedaría así por toda la
eternidad.
Incluso el Chaman Enano estaba rodeado por jóvenes elfos (aunque todos mayores que él).
“¿Entonces qué hicieron cuando cayeron en la trampa de los goblins?”
“Ah, ahem. Bueno, yo y Orejas Largas… quiero decir, la princesa de ahí, llenamos ese
agujero con gas venenoso…”
“¡Este indescriptible monstruo globo ocular suena positivamente aterrador!”
“Bueno, ah, ya sabes. Era más… bueno, raro. Y hacia un ruido muy extraño.”
“Suena a que nuestra princesa ha sido un verdadero problema para ustedes. Lo sien…”
“Oh… oh, no lo sientas. Mira, ella ciertamente tiene sus momentos…”
Estos jóvenes eran muy conscientes del antiguo antagonismo entre su gente y los enanos,
pero lo más probable era que, esta era la primera vez que veían de cerca un enano. ¡Sin
mencionar que era un aventurero!
Rodeado por elfos en cada lado, la cabeza del Chaman Enano estaba prácticamente girando
mientras era acosado con peticiones de historias de aventura y demás. Sin contar que el vino
que los elfos servían era demasiado débil para él; ni si quiere se podía embriagar
apropiadamente con el. Al final, levantó sus regordetes brazos y gritó, “¡Heyy Escamoso!
¡Dame una mano por aquí!”
¿Y qué estaba haciendo el Sacerdote Lagarto cuando el Chaman Enano lo llamó? Estaba en
una esquina del salón de banquetes, golpeando sus labios deliciosamente. Engulló algunos
insectos al vapor, tomaba vino de a sorbos, y tan pronto como tenía una naranja en sus
manos, desaparecía entera en su boca.
Un grupo de esposas elfas se detuvieron a mirarlo con asombro.
“Vamos.” Dijo el Sacerdote Lagarto. “No soy herbívoro, pero estoy feliz de comer lo que
sea… ah ¿cuál es el problema, maestro hechicero?”
“¡No puedo encargarme de tantos por mi cuenta!”
“Bueno, entonces.” El Sacerdote Lagarto se levantó y se abrió camino entre los elfos hasta
llegar hasta su compañero. Se dejó caer en el círculo junto a los elfos y el enano y anunció,
“Diganme, mis amigos del bosque. Tal vez les gustaría escuchar la historia del héroe lagarto,
una criatura con grandes escamas negras que podía invocar tormentas.”

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“Oh si, ¡lo conozco!” Uno de los elfos algo mayores dijo, levantando una mano. “Lo conocí.”
El Sacerdote Lagarto giro sus ojos. “Ja-ja-ja-ja. Entonces disfrutarás aprendiendo las
diferencias entre la historia de hace mil cien años, y la leyenda que se ha contado desde
entonces.”

Justo cuando la primera gota cayó sobre la primera hoja, para declarar la venida de la
temporada de lluvia.
El Rey Jigagei Urolvig, el Rey Nube Roja, y Maaka Waata, Viento Dulce, se unieron.
Después de la puesta de su huevo, la mujer de los placeres Hehaka Saba, Venado Negro,
tuvo un hijo.
El hijo del destino, que sería abandonado, que se arrastraría desde un caparazón roto.
Con escamas de sombra: para un día respirar llamas azules; un hijo del destino, para ser
reverenciado incluso por sus hermanos naga.
El nombre de aquel que algún día hundiría sus dientes en la garganta del Señor Demonio
era Ehena Ulno, Traedor de Tormentas…

Los elfos hacían oohh y ahhh ante la forma única en la que el hombre lagarto cantaba, con su
voz retumbando desde lo profundo de su garganta. Incluso la nueva pareja en el estrado
estaba impresionada, aunque eran más modestos en su apreciación que los demás. El novio
sostenía la mano de la novia, y ella estaba mirando el suelo, roja hasta las orejas.
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“Vaya, ¡mi hermana de verdad está avergonzada!” la Arquera Elfa Superior reía, desde su
lugar al lado de la pareja, que recibía bastante brisa nocturna. Delgada y pálida, estaba
cubierta en un brillante vestido de tela blanca translucida. Seda, tal vez. Los elfos eran
expertos cuando se trata de manejar insectos.
Sonriendo, con una copa de vino en su mano y la brisa nocturna acariciando su cabello, ella
casi parecía estar flotando. Goblin Slayer había escuchado una palabra, alhelí, la cual él
penso que de alguna forma era apropiada para ella.
“¿No quieres unírteles?” Preguntó, viniendo hacia ella desde el banquete.
“¿Hmm?”
Esta era la misma elfa que había explotado contra los ancianos en el momento en que regreso
a casa mientras demandaba saber por qué no le habían contado todo. Ahora, con un rubor de
alcohol en sus mejillas y una mirada extraña en su rostro, parecía una persona completamente
diferente.

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La mente de Goblin Slayer recordó los cuentos de hadas que había escuchado cuando era
niño mientras continuaba, “…Este es tu hogar.”
La Elfa Arquera Superior pareció entender su significado. “Aww, está bien, en serio”, dijo
mientras agitaba su mano, tomando un sorbo de su vino. “Para nosotros… Poniendolo en
términos humanos, es como si sólo me hubiese ido por unos cuantos días.”
“¿Es así?”
“Además, mi hermana me prometió que me escribiría una carta cuando las cosas se
calmaran.” No me gustaría interrumpir a una joven pareja feliz, ¿cierto? La Arquera Elfa
Superior infló su modesto pecho casi vanidosamente.
Ahora que lo pienso.
Una escena en la ciudad del agua pasó por su mente. Ella recordó que él escribía una carta.
“¿Qué tal si escribes una carta por tu cuenta?” Dijo ella pensativamente. Este hombre nunca
iba a ningún lugar excepto por la granja, el gremio y varias cuevas, siempre murmurando
sobre goblins. “Nunca vas a casa, ¿cierto?”
“No puedo imaginar a alguien leyéndola”. Casi sonaba como si se estuviese riendo. El casco
giró suavemente de izquierda a derecha. “…No soy un muy buen hermano menor. No yo.”
“¿En serio piensas eso?” La Arquera Elfa Superior arqueó una ceja y entonces hizo un
círculo en el aire con su dedo blanco. “Creo que lo estás haciendo bien, ¿sabes? Quiero decir,
te volviste Plata, ¿no?
“¿Es así?” Goblin Slayer repitió y asintió. “¿Es así…?”
“En serio necesitas expandir tu vocabulario, Ocbolg,” se rio la Aquera Elfa Superior.
Entonces ella se alejó de la ventana con un movimiento como si estuviera bailando.
“¿Vas a ir?”
“Las chicas tienen sus propios gustos.”
“Yo…,” susurró Goblin Slayer.
La Arquera Elfa Superior se detuvo cuando lo escuchó. Volteó a verlo inquisitivamente, pero
Goblin Slayer se quedó solo en silencio.
Ella decidió esperar. Los elfos no tenían nada excepto tiempo.
Después de un momento, él finalmente parecía haber encontrado las palabras. “Estoy feliz de
que tu hermana fuera capaz de casarse.”
Eran las palabras de felicitaciones más planas, sencillas y desinteresadas que jamás había
escuchado. Sin embargo, los ojos de la Arquera Elfa Superior se expandieron y sus orejas se
movieron.
“…Gracias.”

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Ella se encontró extrañamente avergonzada y corrió hacia el ajetreo de la fiesta. Nunca
esperó que Orcbolg dijese algo así. Ni siquiera pensó que él fuera capaz de ello.
Ella estiró su brazo con la agilidad que sólo un elfo posee, enredándolo con otro delgado
brazo.
“Oh…”
Era el brazo de la Sacerdotisa, que había estado recostándose distraída en la pared. Los elfos
le habían ofrecido un vestido y ropa, pero ella se había negado, diciendo que sus vestimentas
eran un atuendo apropiado.
“Vamos, ¿Cuál es el problema? No luces alegre.”
“No…,” Dijo la Sacerdotisa, mirando hacia abajo, con el rostro consternado. “No… no
realmente.”
“Eres muy mala mintiendo.”
“Aww…”
Un instante después, el dedo de la Arquera Elfa Superior estaba a un centimetro de la nariz
de la Sacerdotisa. “Mira, es mejor hablar de cualquier cosa en vez de mantener todo
almacenado dentro. Este es un momento de celebración.”
“Um…” La Sacerdotisa sintió lágrimas en el rabillo de sus ojos mientras se enfocaba en el
dedo justo en frente de su nariz. “Esta bien… Esa plegaria de antes… ¿que significaba?”
“Oh, ¿eso?” la Arquera Elfa Superior se rio. “Nada realmente importante. Solo una promesa
de estar siempre juntos.”

Tomo a esta persona como mi esposa y juro estar con ella por toda la eternidad.
Tomo a esta persona como mi esposo y juro aferrarme a él por toda la eternidad.

“Por supuesto, eso es ‘siempre’ en términos elficos.” La Arquera Elfa Superior guiño un ojo
y entonces tiró de la manga de la Sacerdotisa. “Oye, di una plegaria.”
“¿Una plegaria? ¿Yo?”
“Sí. A tu Madre Tierra. Nosotros los elfos también le debemos algo, sabes.”
La petición afligió a la Sacerdotisa.
Yo…
¿Era ella aun digna de rezarle a la diosa? Había ofrecido plegarias en todo momento desde su
niñez, e incluso en sus batallas contra los goblins, se habia detenido antes de cruzar la línea
final.

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Pero en la fortaleza, finalmente lo había hecho: había usado un milagro de la Madre Tierra
para dañar directamente a otro ser.
Había sido un goblin, por supuesto. Uno de los pequeños demonios. Sabía muy bien lo que le
habría sucedido si la criatura no hubiese sido derrotada.
Ella había tomado vidas indirectamente antes. ¿Por qué debería arrepentirse de matar ahora?
Pero eso… no estuvo bien…
Por lo tanto, porque la Madre Tierra se había molestado y amonestado a la Sacerdotisa.
“…Esta bien.” La Sacerdotisa mordió sus labios tan fuerte que sangro, pero agarró
fuertemente su sonoro bastón y se arrodilló.
Incluso si ya no soy merecedora de su amor…
Incluso entonces, ella realmente esperaba que su plegaria por la felicidad de sus amigos que
estaban aquí, por la felicidad de la hermana de su amiga, y del esposo de esa hermana, fuera
escuchada a pesar de todo. Era un deseo egoísta, lo sabía. Pero a pesar de ello…
Ella cerró sus ojos y comenzó a rezar. “O Madre Tierra, que abundas en misericordia, por tu
reverenciada mano que todos sus caminos den buenos frutos…”
Entonces ella soltó un suave “Oh” de sorpresa. Su alma, conectada a los dioses en el cielo,
sintió una vasta, cálida mano sobre ella, reconfortándola.
La sensación sólo duró por un instante, ni siquiera fue tan largo como cuando ella rezaba por
un milagro, pero ella no lo había imaginado. Por un segundo, la Sacerdotisa lucio
sobresaltada y confundida, pero su rostro pronto cambió a una sonrisa.
“Mi plegaria alcanzó a la diosa…”
“¡Genial!” Entonces mi hermana está totalmente cubierta.”
“Seguro que lo está,” Respondió la Sacerdotisa, entonces frotó sus ojos contra su manga.
“Muy bien entonces, ¡vamos!”
“¿Huh? ¿¡Ah… Qué…?!” La Sacerdotisa descubrió que la Arquera Elfa Superior había
agarrado su manga una vez más, pero esta vez la estaba arrastrando a algún lado. “¿Qu-Qué
sucede?”
“Lo sabrás cuando lo veas… Oh, ahí están. ¡Hey, ustedes dos, vengan aquí!”
Disculpándose e inclinando la cabeza rápidamente mientras avanzaba y pasaba sobre la
comida, la Sacerdotisa siguió a la Arquera Elfa Superior.
La Sacerdotisa no sabía cómo logró pasar entre la multitud y la cacofonía del banquete, pero
se las arregló para encontrar a la Chica del Gremio y a la Vaquera, ambas vestidas de blanco.
Cada una de ellas estaba usando uno de los vestidos ligeros que los elfos habían preparado, y
(tal vez gracias al vino) parecían estar de buen humor.

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Estaban usando casi el mismo vestido que la Arquera Elfa Superior, pero sólo servía para
resaltar que tan bien dotadas estaban en comparación con ella. Eso trajo un momento de
molestia al rostro de la arquera, pero pronto estaba sonriendo de nuevo. Dado un siglo o algo
así, y ella estaría igual que su hermana mayor… probablemente. Eso esperaba.
“Cielos, todo esto me está poniendo muy nerviosa. Nunca he estado en una fiesta como esta
antes…” La Vaquera se rascó la mejilla, sintiéndose tímida.
“Sólo finge hasta que lo logres,” Le aconsejó calmadamente la Chica Gremio. Inclinó su
copa hacia la otra mujer como para decir que no había nada de qué avergonzarse
con esas proporciones.
“Vaya, miren quién es una mariposa social,” Dijo la Arquera Elfa Superior, impresionada,
recibiendo una risa como respuesta de la Chica del Gremio.
“Aprendí modales en casa,” dijo ella. “Y los servidores públicos tienen que lidiar con
funciones como estas a veces, también.”
“Huh,” Dijo la Arquera Elfa Superior entonces tomó las manos de la Vaquera y la Chica del
Gremio. “Bueno, como sea. ¡Vamos al frente, chicas!”
Entonces prácticamente las arrastró, más y más lejos, hacia el estrado. Las tres mujeres detrás
de ella lucharon por mantener su ritmo y mantenerse medianamente dignas:
“Hey, ¿qué sucede?” preguntó la Vaquera.
“Es algo que no tiene nada que ver con los homb… Bueno, tal vez un poco. De todas formas,
solo esperen y verán.”
La Vaquera miró alrededor y descubrió que todas las mujeres elfo estaban de igual manera
yendo hacia el frente de la habitación. No tenía idea de que tan mayores eran claro, pero
todas parecían de la misma edad que la Arquera Elfa Superior.
“Ahh,” Dijo la Chica del Gremio, descubriendo lo que pasaba. “¿Un regalo de despedida de
la novia?”
“Oh, conozco esa tradición,” Dijo la Sacerdotisa mientras luchaba por arreglar su ropa,
incluso mientras era arrastrada. “Dicen que la persona que lo atrape será la siguiente en
casarse… Creo. He ayudado con ceremonias ocasionales.”
“Hay algunas costumbres que todos comparten,” Dijo la Arquera Elfa Superior con una
mirada inquisitiva y sacudiendo sus orejas. “Si tenemos una oportunidad para obtenerlo, ¿Por
qué no tomarlo?”
“Wow…,” Exhaló la Vaquera.
Matrimonio…
La idea le parecía tan lejana y a la vez no tanto.

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La Vaquera miró a la alegre novia en el estrado, entrecerrando los ojos como si la mujer
emitiese una luz cegadora.
Alrededor de la Vaquera, emocionadas chicas elfo esperaban con entusiasmo.
Entonces, finalmente, ella miró hacia el lejano muro, donde un hombre en una armadura
ligeramente extraña estaba parado.
Una pequeña risita se le escapó, y notó que su corazón estaba latiendo con fuerza por alguna
razón. Sus ojos se encontraron con los de la Chica del Gremio, y la otra mujer tenía la misma
expresión.
La Vaquera se encogió de hombros. Es mejor hacer las cosas de forma justa.
Ahí, justo frente a ella, podía ver a la Sacerdotisa, quien estaba interesa pero era incapaz de
tomar ese paso. La Vaquera estiró su brazo y tocó la espalda de la Sacerdotisa. Cuando la
chica volteo a mirarla, sorprendida, la Vaquera hizo un saludo amistoso.
“En momentos como estos, sólo tienes que ir por ello.” Dijo.
“Oh, uh, ¡b-bien!”
La princesa del bosque con la corona de flores… no, ahora, era una reina, la mujer que se
convirtió en una esposa… se puso de pie.
“El amor es el destino y nuestro destino es la muerte,” dijo ella melódicamente, y entonces,
sosteniendo la mano de su esposo, sacó la colorida corona de flores de su cabeza. La abrazó
contra su generoso pecho y recitó, “¡Así que deja que el siguiente amor y romance recaiga
sobre estas doncellas que morirán!”
Con esa plegaria, ella arrojó la corona al aire, y el viento nocturno la elevo.
La corona era el lazo entre el amor y el romance. El legado una jubilosa esposa.
Hizo un arco perfecto a través del aire, bajando entre las jóvenes mujeres…
Hubo una gran ovación.
***
Tres días y tres noches de celebración después, los aventureros regresaron al pueblo
fronterizo.
Aunque algo de tiempo había pasado desde entonces, la Arquera Elfa Superior todavía no
había recibido una carta.
Eso quería decir que los elfos todavía estaban celebrando…

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– FIN DEL VOLUMEN 7 –

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