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INTERPONE RECURSO EXTRAORDINARIO DE INAPLICABILIDAD DE LEY

 
Suprema Corte de Justicia:
PATRICIA MABEL ACOSTA (DNI 18.656.288), por mi propio derecho y con el
patrocinio de Guillermo M. Aban Burgos, abogado T°LXI F°274 CALP,
monotributista CUIT/IIBB 20-29403187-2, legajo previsional 3-29403187/1, cel.
2215947183, en su carácter apoderado del Defensor del Pueblo de la
Provincia de Buenos Aires, constituyendo a los efectos del presente recurso
domicilio procesal físico en la calle 50 N° 687 de La Plata, y electrónico en la
casilla 20294031872@notificaciones.scba.gov.ar, en autos ACOSTA PATRICIA
MABEL C/ FCA AUTOMOBILES ARGENTINA S.A Y/O FCA S.A DE AHORRO
Y OTRO/A S/ MATERIA A CATEGORIZAR Causa Nº MO - 31191 - 2020, me
presento y digo:
 
I. OBJETO
Vengo por medio de la presente a interponer recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley (RIL) contra la sentencia dictada en fecha 29/06/2021 por la
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón (Sala I), por medio de
la cual se decidió dejar sin efecto la cautelar dictada por la jueza de grado,
remitiendo al mecanismo de diferimiento en los pagos de planes de ahorro
dispuesto por la Res. 14/20 IGJ y sus prórrogas.
Ello pues, la revocación de la medida fue resuelta en forma autocontradictoria,
con base en afirmaciones dogmáticas, y sin motivación suficiente que justifique
por qué se ha dejado de lado. Para llegar a tal conclusión, estimamos que la
sentencia se desentiende por completo de:
(i) Mi calidad de consumidora y, correlativamente del status de sujeto de
preferente tutela constitucional.
(ii) Las particularidades de la cautela, ya que se trata de una medida de
protección a un sujeto vulnerable.
(iii) La extensión de los daños producidos y en curso de producción.
(iv) La gravedad y magnitud del conflicto subyacente, que afecta a miles de
personas en toda la Provincia y el país.
Desde ya, solicitamos la casación de dicha resolución, reponiendo la medida
cautelar concedida por el juez de grado (conf. arts.161 inc. 3º de la Constitución
de la Provincia de Buenos Aires; 278 y concordantes del CPCC).
Finalmente, por encontrarse afectados derechos y garantías constitucionales,
sostenemos la existencia de caso federal para concurrir a la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en el hipotético supuesto que el presente recurso sea
declarado inadmisible o rechazado por improcedente (conf. arts. 14 y 15 Ley 48).
 
III. ADMISIBILIDAD
1. Sentencia equiparable a definitiva
El recurso se interpone contra una sentencia equiparable a definitiva, ya que
provoca un agravio de imposible reparación ulterior, pues si bien el dinero podría
devolverse, lo cierto es que para pagar el plan de ahorro deberé comprometer
condiciones dignas de existencia conforme mi nivel de ingresos.
En virtud de los artículos 42 de la Constitución Nacional y 38 de a provincial, los
consumidores y usuarios son sujetos de preferente tutela constitucional, y en
tanto las disposiciones de derecho del consumidor atañen al orden público
económico, son acreedores de protección convencional, con todas las
implicancias que de ello se deriva. Los derechos de los consumidores, como
grupo tradicionalmente desaventajado, son Derechos Humanos Económicos
Sociales y Culturales.
Por lo demás, se trata de sujetos vulnerables, condición que ha sido reconocida
expresamente por la CSJN en la causa Prevención, Asesoramiento y Defensa
del Consumidor c/ Bank Boston N.A. del 14 de marzo de 2017, lo cual los hace
acreedores de las Reglas de Brasilia, a las cuales la propia Corte ha adscripto.
El menoscabo de los derechos de grupos vulnerables, porta una definitividad que
surge in re ipsa de la naturaleza sensible de los derechos en juego. Tal
circunstancia justifica la tutela preferente otorgada por el legislador
Constituyente, razonamiento que permite trazar válidamente un puente entre la
irreparabilidad y la tutela reforzada.
Esta lógica trasunta, que si el menoscabo a esos derechos fuera perfectamente
reparable, el constituyente no se hubiera detenido en consagrar una norma de
especial jerarquía. Principio que, por lo demás, tiñe a todo el ordenamiento
jurídico: a mayor irreparabilidad, mayor protección. 
Por su parte, tiene dicho la CSJN que si bien las resoluciones que ordenan,
modifican o levantan medidas cautelares no revisten, en principio, el carácter de
sentencias definitivas, ese principio no es absoluto, ya que cede en caso de que
causen un agravio que, por su magnitud y circunstancias de hecho, pueda ser de
tardía, insuficiente o imposible reparación ulterior (Grupo Clarín SA y otros c/ s/
medidas cautelares, causa G.589, L. XLVII. Recurso de Hecho).
 
2. Valor del litigio
La cuestión en debate es de monto indeterminado. A todo evento, solicitamos se
tenga presente lo dispuesto en el art. 31 bis de la Ley 5.827, según el cual “Con
carácter excepcional, la Suprema Corte de Justicia podrá dar trámite a los
recursos de inaplicabilidad de ley que no superasen las limitaciones legales
fijadas en razón del valor del litigio o la cuantía de la pena, si según su sana
discreción mediare gravedad institucional o un notorio interés público, o bien si
considerare indispensable establecer doctrina legal, siempre que se tratare de
dirimir cuestiones jurídicas relativas al derecho de fondo aplicable y el recurrente
hubiese formulado adecuado planteo en tal sentido”.
 
3. Depósito previo
No corresponde efectuarlo en tanto, en mi carácter de consumidora gozo de la
franquicia establecida por los arts. 25 de la ley provincial 13.133 y 55 (2°
párrafo), de la Ley 24.240.
 
IV. ANTECEDENTES
1. Hechos y pretensiones
Ante los reiterados y abusivos aumentos en las cuotas, interpongo demanda
sumarísima de defensa del consumidor contra FCA S.A. de Ahorro para Fines
Determinados y FCA Automobiles Argentina S.A por incumplimiento contractual y
diversas infracciones al estatuto consumeril en el marco de un contrato de plan
de ahorro para la adquisición de un auto 0km.
El vínculo nace en septiembre de 2017 y durante los primeros meses el valor de
las cuotas se ajustó a lo pactado, pero resulta que a partir de mediados del año
2018 el valor de la cuota comenzó a incrementarse meteóricamente
colocándome en imposibilidad de cumplir los pagos sin atender a las
necesidades más básicas mías y de mi familia.
No es un detalle menor que a mediados de 2019 fui despedida de mi empleo, y
que el ingreso del grupo familiar depende de la labor de mi esposo, el Sr.
Norberto David Rey, quien se desempeña como trabajador del rubro de la
construcción de manera independiente (lo cual fue acreditado oportunamente).
En lo fundamental, se le imputa a las demandadas haber generado un
incremento artificial del denominado “valor móvil” del vehículo, fijando el precio
unilateralmente (como grupo empresario), y tornando cada vez más difícil
disponer el dinero suficiente para pagar la cuota mensual calculada en base a
aquél. Por su parte, la administradora debió haber adoptado medidas para
cumplir adecuadamente con su función de preservar la buena marcha del
negocio y los intereses del grupo de adherentes, y tampoco lo hizo.
De esta suerte, la acción lleva por objeto las siguientes pretensiones: a) Se
decrete la nulidad parcial del contrato de plan de ahorro; b) se integre
judicialmente el contrato en lo que fuere nulo, y se reajusten las prestaciones
cuyo sinalagma se encuentre desnaturalizado; c) se reintegren los montos
percibidos indebidamente; d) subsidiariamente se reajuste el precio de la cuota;
e) se declare configurado el incumplimiento contractual; f) se obligue a las
demandadas a cumplir cabalmente con las prestaciones a su cargo; g) se
reintegren los honorarios por administración del plan en contra de los intereses
de la actora, en virtud de la aplicación de la sanción prevista en el art. 1325 del
CCyC; h) se aplique, a toda devolución de dinero, intereses a tasa activa, en
virtud del principio de reciprocidad que surge de la Ley 24.240 (arts. 8 bis y 26) y
del art. 42 de la Constitución Nacional; i) se indemnice el daño moral j) se
declaren las infracciones denunciadas, y se imponga ejemplar multa civil (daño
punitivo); k) se condene solidariamente a Volkswagen Argentina S.A. en su
carácter de fabricante.
Cautelarmente, se requiere el dictado de urgente medida innovativa mediante la
cual se limite el valor de las cuotas del plan de ahorro hasta un tope del 20% de
sus ingresos hasta tanto se dicte sentencia definitiva.
 
2. La sentencia de primera instancia concede la cautela
Frente a este pedido, en fecha 15/04/2021 el Juzgado de Primera Instancia en lo
Civil y Comercial N° 3 de Morón  resuelve “…Hacer lugar a la medida cautelar
solicitada a favor de PATRICIA MABEL ACOSTA (DNI 18.656.288) ordenando a
FCA Automoviles Argentina S.A. y FCA S.A. de Ahorro para fines determinados,
que se abstengan de liquidar cuotas del circulo de ahorro suscripto por la
accionante (compra de un vehículo marca FIAT modelo Punto Attractive 1.4
(PA8) que superen el 20 % del salario que percibiría la Sra. Acosta como
empleada de comercio conforme Escala Salarial para Empleados de Comercio
según CCT 130/75 Año 2020 -fijada en Octubre del 2020-, ello mientras dure el
presente proceso y hasta su sentencia definitiva.”
 
3. La sentencia de Cámara objeto de RIL
Ante la concesión de la medida cautelar, FCA de ahorro para fines
determinados interpone recurso de apelación, el que da lugar a la sentencia
motivo del presente recurso.
Luego de reseñar los antecedentes de la causa, y brindar, como veremos,
fundamentos meramente aparentes y autocontradictorios, la sentencia en crisis
resuelve “Revocar parcialmente la resolución apelada dictada con fecha 15 de
abril de 2021 la que continúa su vigencia con el siguiente alcance: la liquidación
de la cuotas deberán adecuarse a los términos de las prescripciones de la Res.
14/20 -art. 1-; 38/20 y 51/20 de la IGJ; a tales fines se computará como primer
mes Abril de 2021 (fecha hasta la cual se prorrogaba la posibilidad de ejercer la
opción, conforme art. 1 RG 51/20 de la IGJ), aclarando que el diferimento podrá
hacerse sobre hasta un máximo de doce (12) cuotas consecutivas por vencer
conforme la metodología descripta en el art 3 de la RG 14/20, contando desde el
mes de Abril de 2021 y dejando establecido que la totalidad de las diferencias
que eventualmente corresponda abonar -en relación a las cuotas ya abonadas
hasta el momento y por abonarse en el futuro- se calculará de acuerdo con lo
establecido por el art. 5 de la RG 14/20, debiendo adecuarse los cupones de
pago conforme los específicamente establecido en el art. 4; ello, claro está, sin
perjuicio de lo que pudiera decidirse, en el proceso principal, de acuerdo con el
tenor del reclamo que allí se entable y el resultado del mismo”.
 
 
V. FUNDAMENTOS
Al efecto denunciamos y demostraremos que el tribunal a quo:
(i) Incurrió en arbitrariedad realizando afirmaciones dogmáticas y
autocontradictorias;
(ii) no aplicó el art. 3 del CCyC y la doctrina legal de la SCBA sentada en
diversas causas, en lo que respecta al deber de justificación de las decisiones
judiciales y al modo en que deben ser evaluados los recaudos de procedencia de
tales medidas;
(iii) inaplicó el art.42 de la Constitución Nacional y el 38 de la Constitución de la
Provincia.
 
1. Absurdo por arbitrariedad
a. El recurso extraordinario de inaplicabilidad de la ley y la doctrina del
absurdo
La doctrina nacional que aborda la casación, señala que este tipo de recurso sólo
debe ser admitido para revisar la estricta aplicación del derecho (sea la ley o la
doctrina legal del tribunal), ya que en lo atinente a las cuestiones de hecho y
prueba los jueces de grado resultan soberanos (V. Gr. HITTERS, Juan
Carlos, Técnica de los Recursos Extraordinarios, Librería Editora Platense).
Sin perjuicio de estos claros principios, se presenta en nuestro sistema una
especie de casación “bastarda” o “impura”, campo en el cual ha sido reconocido-
tanto por la doctrina como por la jurisprudencia-que nuestro máximo tribunal de
justicia local puede revisar cuestiones de hecho y prueba con la finalidad de
garantizar una correcta motivación de la sentencia y cumplir así con la función
dikelógica que debe asumir en nuestra estructura institucional.
Esta excepción al principio general surge a partir de la creación pretoriana de la
figura del absurdo, caracterizado por la propia SCBA como aquel error “...grave y
manifiesto que conduce a conclusiones contradictorias, incongruentes o
incompatible con las circunstancias objetivas de la causa...” (Ac. 52.764).
Y en cuanto vía excepcional, exige a los interesados extremar recaudos para no
caer en la insuficiencia del recurso (conf. MORELLO, Augusto M. “Perfiles del
recurso extraordinario de inaplicabilidad...”, Revista del CALP, año II, Nº 3, tomo
II).
Dado que el instituto del absurdo sólo se presenta configurado cuando hay un
error grave y manifiesto, la SCBA ha sostenido que aquel debe poder ser
demostrado en pocas palabras “...porque para acreditar lo contrario a la razón no
se requiere una larga prédica...” (Ac. 57.507). Intentaremos también respetar
esta directriz señalando la palmaria arbitrariedad.
En función de estas premisas, demostraremos que lo resulto por el a quo no
constituye una conclusión razonada del derecho vigente con aplicación a las
circunstancias comprobadas en la causa.
 
b. Demostración del absurdo por causa de arbitrariedad
Nos permitimos reordenar los fundamentos esgrimidos, siguiendo un orden
lógico, a los efectos de un mejor desarrollo expositivo en la crítica concreta y
razonada. A saber:
 
En primer lugar, se parte de la premisa de que el plan de ahorro se desarrolla
conforme a un modelo teórico abstracto, cuando en realidad no está acreditado
que ello se cumpla, ni que la teoría y la praxis coincidan. En este punto la
sentencia es dogmática pues no es una derivación razonada de circunstancias
comprobadas en la causa.
Efectivamente, se afirma que “Que no debe perderse de vista que la medida
innovativa con los alcances pretendidos afectaría los derechos de los demás
integrantes del grupo de suscriptores, de acuerdo con la específica modalidad
contractual (plan de ahorro) a la que, voluntariamente, accedió la reclamante,
debiendo plantearse las consecuencias de un posible escenario de pedidos de
medidas cautelares con los mismos alcances de la presente, lo que irrogaría
consecuencias negativas para el resto del grupo”.
Justamente lo que ocurre es lo contrario: se denuncia una práctica distorsiva que
deriva en un flagrante incumplimiento de la normativa consumeril, y el uso
abusivo de un sistema pensado originariamente para fomentar el ahorro y la
solidaridad entre los ahorristas. Nada de ello ocurre en el caso planteado, lo cual
fue acreditado en grado de verosimilitud.
Partiendo de una premisa teóricamente cierta, el a quo extrae una conclusión
falsa, y una justificación que funge como fundamento aparente, lo cual la hace
incurrir en una conocida variante la arbitrariedad (CARRIÓ, Genaro R, El recurso
extraordinario por sentencia arbitraria, 2da.  Edición, Buenos Aires, Editorial
Abeledo Perrot, Tomo II).
Por lo de demás, da por asumido que las consecuencias eventualmente
disvaliosas deben ser asumidas por los demás ahorristas del círculo, lo cual
también es una afirmación dogmática.
Pero... ¿De dónde se colige que la eventual falta de fondos del plan debe
ser soportado por el resto de los ahorristas? Por el contrario, si la medida
cautelar se dirige contra las empresas, es lógico que sean éstas las que soporten
el peso de la cautela sin que les sea válido trasladar sus consecuencias a otros
consumidores adherentes. De hecho, por eso se agravia FCA, de lo contrario,
directamente derivaría los efectos al resto de los adherentes del grupo y no
tendría siquiera legitimación para apelar, pues carecería de perjuicio.
 
En segundo lugar, reconoce expresamente la existencia de los elementos
tenidos en vista por la primera instancia de grado para conceder la medida
cautelar, pero luego la revoca, lo que redunda en autocontradicción y una
interpretación absurda de los hechos. Por otra parte, tampoco considera
expresamente procedentes los agravios, y aun así revierte lo decidido en primera
instancia.
Efectivamente, la Cámara confirma todas las premisas sobre las cuales la jueza
de grado construyó su decisión, incluso desde el comienzo afirma que: “podemos
adelantar desde ahora que en virtud de la materia en debate se ha acreditado la
a verosimilitud del derecho que surge de la documental que fuera acompañada
donde se denota la desnaturalización del sinalagma contractual, sin que exista
duda alguna respecto del desfasaje entre el precio inicial de la cuota y el actual,
sin que los salarios hayan acompañado ese crecimiento. Por otra parte y en lo
que atañe al peligro en la demora se encuentra representado en la posibilidad de
acciones ejecutivas tendientes al cobro forzoso de las deudas, como así también
del secuestro del automotor prendado”.
En particular, sobre el fumus bonis iuris, manifiesta: “En efecto, en lo que
respecta a la verosimilitud del derecho basta contemplar y comparar los datos
que emergen de la documentación anexada en su escrito liminar para tener
prima facie acreditada su configuración, surgiendo en forma clara y manifiesta la
desnaturalización del sinalagma contractual, y la variación desmedida de las
condiciones iniciales de contratación”.
Respecto del peligro en la demora, confirma lo sostenido en la instancia de
grado: “entendemos que el peligro en la demora se ve representado no sólo por
los efectos que el incumplimiento de las cuotas liquidadas -y a liquidarse- puede
conllevar para quien está obligada a cumplirlas en las actuales condiciones a raíz
de las acciones ejecutivas que el acreedor pueda iniciar para el recupero de su
crédito, sino porque se dejarían de cumplir -o cuanto menos diferir o suspender-
necesidades básicas de la vida cotidiana -pago de impuestos, cuota de colegios,
etc”.
En lo referente a los aumentos y su relación con los ingresos, se explaya
afirmando que: “… no podemos desconocer la implicancia que tuvo el incremento
de los bienes registrables -vivienda y automotores, entre otros- al momento de
hacer frente al pago de obligaciones asumidas en contextos económicos que en
un primer momento no eran excesivamente agresivos como lo son en la
actualidad y que van in crescendo, más no a la par de los ingresos del común de
la población y que en muchos casos -el Sr. Blanco es empleado de la empresa
Prosegur S.A. - se rige por regímenes paritarios que no acompañan el aumento
del costo de vida y que muchas veces resultan insuficientes cuando debe
cumplirse con el pago de cuotas como las se liquidan en los planes de ahorro
previos”.
Es increíble como siguiendo el mismo derrotero que la jueza a quo, llega a una
conclusión tan disímil, aplicando un criterio a todas luces perjudicial para los
consumidores, en medio de una inédita e innegable crisis económico social como
la que nos toca atravesar.
En este punto se afirma que “cabe considerar el contexto socio-económico que
vivimos todos habitantes de este país desde mediados del año 2018, aunado a la
situación de pandemia causada por el COVID 19 inevitablemente han afectado -
en distintas medidas- a todos los sectores de la población, siendo cotejables los
IPC que han venido incrementándose en estos últimos tiempos e impactando en
la economía de los hogares”.
Pero luego de estas consideraciones es llamativo que sostenga que la debacle
económica era algo previsible, afirmando que “no se ha configurado una
alteración extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo de su
celebración”.
Refuerza manifestando que “el devenir de las circunstancias económicas y la
desvalorización de la moneda de curso legal en relación con las divisas
extranjeras es un hecho notorio y sostenido en el tiempo luego de la crisis que
azotó a la Argentina en el año 2001, coyuntura que tuvo implicancias y efectos
adversos a la hora de la adquisición de bienes y servicios y que ello obstaculiza
desde nuestro punto de vista la aplicación de la teoría del esfuerzo compartido
previsto por el art. 60 de la Ley 27.541 - Ley de Solidaridad Social y Reactivación
Productiva”.
La arbitrariedad es flagrante. Nótese que hasta le pone fecha al desastre
económico cambiario (“mediados del año 2018”), y apenas unos párrafos más
abajo afirma que el ritmo de la devaluación era algo notorio y previsible. Idéntica
consideración merece la referencia a la pandemia, pues unos renglones más
abajo, pareciera que nunca existió. Si todo era previsible y notorio ¿por qué se
sancionaría toda la normativa de emergencia citada que luego aplica
coactivamente a las partes?
Es evidente que, conforme los párrafos transcriptos, la sentencia es
palmariamente autocontradictoria. Al concluir que la cautela debe ser revocada
pues no se condice ninguno de los fundamentos con la conclusión arribada. 
En efecto, si las circunstancias objetivas se hayan acreditadas en grado de
verosimilitud, y el peligro en la demora debidamente justificado, no se entiende
cuáles son las razones para revocar la cautela. Más allá de sostener una opinión
disímil, no se expresa cuál ha sido el error de la judicante de grado, ni como sus
decisiones eventualmente perjudicarían a la apelante.
Si una correcta técnica exige a los recurrentes que señalen los defectos de la
sentencia, el perjuicio, y la relación entre éste y aquel, va de suyo que la alzada
debe seguir una lógica similar, poniendo de resalto los vicios del resolutorio en
crisis, considerando los agravios y justificando la razonablemente la decisión.
Nada de ello ocurre en el caso que nos convoca, donde no se traza un puente
idóneo entre las críticas y los razonamientos que fundamentan (aparentemente)
la decisión.
 
El tercer absurdo de la sentencia aparece en el momento de reconocer que el
régimen de la Res. 14/20 IGJ prorrogada mediante sus pares 38/2020; 51/2020 y
5/2021 es optativo, para luego imponerlo a las partes.
Efectivamente, destaca que: “… sin perjuicio que la adherente no haya ejercido
la opción que brinda la normativa, lo cierto es que la empresa que financia la
adquisición de los rodados no ha comunicado a los adherentes en formo
oportuna, clara y detallada la posibilidad de peticionar el diferimiento bajo la
modalidad que fija la normativa específica ya referida”.
El a quo parte de la premisa de que el litigante desconoce la mencionada
normativa de la IGJ, cuando en realidad la tuvo presente, y ponderó oportuno
buscar la tutela jurisdiccional, atento a que su acogimiento, precisamente, era
optativo.
Aquí está el quid de la cuestión: se llega al absurdo de imponer judicialmente lo
que era legalmente optativo. No es difícil ver la arbitrariedad que porta el hecho
de reconocer el carácter voluntario de un régimen, para luego imponerlo como
algo obligatorio, y encima en perjuicio de una consumidora.
Ciertamente, para la empresa, era obligatorio ofrecer el diferimiento. Pero ese
momento era antes de abril de 2021 y no ahora, donde esa actitud debe ser
ponderada en la sentencia definitiva como un incumplimiento grave del deber de
información.
Por lo demás, incurre en un extraño paternalismo donde con el fundamento
de “proteger” al consumidor, paradójicamente, se lo perjudica revocando una
cautelar que lo tutelaba eficazmente.
En efecto, arguye la Cámara que “el deber información -art. 4 LDC texto según
ley 27.250- inherente a los contratos de consumo masivo -y los planes de ahorro
para la adquisición de automotores tiene tal naturaleza- no ha sido cumplido en
debida forma, en tanto -tal como se ha expuesto en el párrafo ut supra- es decir
no ha puesto en conocimiento de la parte la posibilidad de ejercer la opción que
ofrece la normativa a fin de adherirse al diferimento de pago de un porcentaje de
las cuotas partes a abonar por los suscriptores de los planes de ahorro de círculo
cerrado que han visto afectada su capacidad de pago”. El absurdo es palmario:
la conducta reprochable es de FCA y al sujeto vulnerable se lo “protege”
revocando la cautela.
 
2. Inaplicabilidad de la ley
La sentencia impugnada, al decidir como lo hace, inaplica una serie de normas
que dan fundamento a la tutela procesal diferenciada de los consumidores y
usuarios.
 
a. Inaplicación de los arts. 42 de la Constitución Nacional y 38 de la
Constitución de la Provincia de Buenos Aires
La sentencia en crisis, al revocar la medida cautelar, desconoce la aplicación de
los arts. 42 de la Constitución Nacional y 38 de la Constitución Provincial en tanto
establecen que los consumidores y usuarios poseen el derecho a la protección
de sus intereses económicos.
Tal tutela dentro de la relación de consumo debe darse en todo momento,
incluido el tránsito por una contienda judicial hasta tanto por medio de una
sentencia definitiva se declare el alcance de los derechos en juego. Ello, máxime,
considerando que la flexibilidad en la concesión de medidas innovativas de tipo
material, es una característica propia de las tutelas procesales diferenciadas
como la que nos convoca en esta oportunidad.
Una tutela diferenciada no sólo trae aparejado criterios procesales o pautas
procedimentales amoldadas a la naturaleza del derecho objeto del debate, lo que
habilita una verdadera justicia “protectora” o “de acompañamiento”
(BERIZONCE, Roberto 0., El proceso civil en transformación, Librería Ed.
Platense, La Plata, 2008, p. 45), sino que también se traduce —merced a la
fuerza vinculante de los compromisos que en materia de derechos humanos
fueron asumidos por la Nación en el plano internacional- en condicionamientos
directos a la hora de elegir una solución al caso concreto de conformidad con los
derechos e intereses en juego (ROSALES CUELLO, Ramiro y MARINO,
Tomás, Regulación de la tutela judicial efectiva y el debido proceso, LA LEY,
2014-E, 880).
La preocupación del legislador –signada por la clarísima previsión del Art. 42 de
la Constitución nacional- radica en obtener la efectividad en la protección del
consumidor. El principio protectorio como norma fundante es el cimiento que
atraviesa todo el orden jurídico. El propio Art. 1° de la Ley 24.240 (texto Ley
26.361) así lo expresa terminantemente: “la presente ley tiene por objeto la
defensa del consumidor o usuario”. Este punto de partida es el marco dentro del
cual corresponde asumir la problemática del consumo (SCBA Causa C.
117.760, G., A. C. contra ‘Pasema S.A.’ y otros. Daños y perjuicios del 1 de abril
de 2015).
 
b. Inaplicación de las reglas de la sana crítica
La Cámara, al no valorar correctamente los hechos y dictando una sentencia que
no se deriva de las circunstancias comprobadas en la causa viola la regla
establecida en el art. 384 del CPCC.
 
c. Inaplicación del Art. 3 del Código Civil y Comercial
La sentencia, al no brindar fundamentos para descartar la cautela correctamente
otorgada por la juez de grado, inaplica a regla consagrada en el art. 3 del Código
Civil y Comercial, en tanto prescribe que los deben resolver los asuntos que sean
sometidos a su jurisdicción mediante una decisión razonablemente fundada. Este
vicio también contradice la doctrina legal de la SCBA sobre el particular, tal como
desarrollamos infra.               
3. Violación de doctrina legal
Como vimos, la Cámara revoca la cautela sin dar mayores fundamentos que los
que analizamos como de carácter dogmático y aparente. De este modo
entendemos que se configura un supuesto de violación a la doctrina legal sobre
el deber constitucional de los jueces de motivar sus decisiones, sentada en las
causas L-66.063 y L-62.544, entre muchas otras.
La SCBA ha señalado que “Tratándose de argumentos de derecho traídos por
las partes en apoyo de su pretensión, su omisa consideración configura, en todo
caso, un eventual error de juzgamiento subsanable por vía del recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley” (causa L 66.063, entre otras).
Es por ello que debemos destacar aquí que, además de las absurdas
interpretaciones realizadas por la Cámara con respecto a los elementos
probatorios obrantes en autos, la sentencia resulta igualmente pasible de
revocación en tanto omitió aplicar la doctrina de la SCBA según la cual es deber
de los jueces analizar y expedirse sobre los argumentos conducentes
presentados por las partes.
La necesidad de motivación de las decisiones tomadas por los magistrados en el
marco del servicio de administración de justicia configura una verdadera garantía
en el estado de derecho.
La importancia acordada a la motivación no es antojadiza. Por el contrario,
descansa sobre una razón elemental: en cuanto parte de la estructura estatal, las
decisiones tomadas por los integrantes del Poder Judicial deben ser justificadas
frente a las partes del conflicto y frente al resto de la sociedad. Justificación que
gira en torno a aspectos relacionados con la razonabilidad de la decisión y su
adecuación con el ordenamiento jurídico vigente, así como también con las
circunstancias específicas de los casos en el marco de los cuales dichas
decisiones son tomadas (SAGÜES, Néstor P. El recaudo de la fundamentación
como condición de la sentencia constitucional, ED 97-943).
Cabe recordar en este sentido la doctrina legal de la SCBA que ha llevado a
revocar decisiones que “se apartaban de las constancias de la causa y se
fundaban exclusivamente en afirmaciones dogmáticas de los jueces” (L 62.544,
sent. del 23/02/1999).
Encontramos aquí entonces otro vicio de la decisión que amerita su revocación:
la completa falta de justificación y motivación que explique cómo la Cámara llegó
a las (absurdas) conclusiones en materia de ponderación de los hechos obrantes
en el expediente, inaplicando normas de rango constitucional y legal, lo cual a su
turno la llevó al rechazo arbitrario de una medida necesaria para detener la
violación de derechos a que es sometido el actor del presente proceso. Este
incumplimiento en el deber de motivación, máxime a la luz de los agravios
vertidos oportunamente por esta parte, debe ser corregido.
 
VII. EL PERJUICIO QUE ME CAUSA LA DECISIÓN RECURRIDA
No hace falta discurrir en demasía para demostrar el enorme perjuicio que me
causa la decisión de la Cámara. La jueza de grado otorgó una tutela eficaz, que
permitía seguir pagando la cuota del plan sin provocar la ruina de mi economía
familiar, armonizando así los intereses en juego hasta tanto se dicte sentencia
definitiva que dirima la controversia.
En cambio, de quedar firme lo decidido por la Cámara, el panorama vuelve a ser
aciago, en tanto un diferimiento tan solo del veinte por ciento, vuelve a tornarse
impagable sin menoscabo de las necesidades más básicas de mi entorno
familiar.
Es así que golpeamos las puertas de vuestro digno Tribunal con el objeto de que
se reponga la cautela en los términos estipulados en la primera instancia.
 
VIII. PLANTEA CUESTIÓN FEDERAL
Exponemos el oportuno planteo de la existencia de caso federal para, de ser
necesario, recurrir ante la CSJN por vía del art. 14 de la ley 48 por violación de
los arts. 18 y 42 de la Constitución Nacional para el supuesto que recayeren
resoluciones contrarias a cualquiera de las postulaciones que formulamos.
Atento a que los recaudos formales no pueden obturar la vía recursiva por existir
cuestiones federales que esta SCBA debe resolver en su carácter de Superior
Tribunal de la causa. 
En atención a que la sentencia recurrida resulta arbitraria y contraria -por ende-
al art. 18 de la Constitución Nacional; así como también a los arts. 8 y 25 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en cuanto establecen la
obligación de fundamentación de las sentencias, el derecho a un debido proceso
legal, y su consiguiente garantía de acceso a la justicia y a una tutela oportuna y
efectiva; y fundamentalmente al art. 42 de la CN, en tanto implica un menoscabo
irreparable a los intereses económicos en su condición de consumidor
adherente, a todo evento esta parte requiere el tratamiento de las
cuestiones planteadas para poder eventualmente acudir a la CSJN. Ello en
virtud de la doctrina sentada en las causas “Strada” y “Di Mascio”.
Según tal doctrina la SCBA no puede dejar de considerar el recurso
interpuesto so pretexto del incumplimiento de requisitos formales por encontrarse
en juego la aplicación y respeto de normas de raigambre federal, circunstancia
que, entonces, torna inaplicable al caso las prescripciones  del art. 280 del CPCC
en cuanto exige un monto mínimo del agravio y un depósito previo de dinero
como extremos necesarios para traspasar el umbral de la admisibilidad.
 
IX. PETITORIO
Por todo lo expuesto solicitamos:
1) Se tenga por interpuesto en tiempo y forma el RIL.
2) Se case la sentencia recurrida y resuelva positivamente el conflicto,
reponiendo la cautelar hasta tanto se resuelva el fondo de la litis.
3) De considerarse procedente el recurso, peticionamos que se impongan las
costas a las accionadas, tanto por la incidencia en la Cámara como por este RIL
(arts. 68 y 298 del CPCC).
PROVEER DE CONFORMIDAD
SERÁ JUSTICIA

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