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El evangelismo se lleva a
cabo generalmente sobre
bases personales, mientras
que el trabajo misionero
abarca por lo común áreas
amplias. La iglesia existe por
amor del mundo. Tenemos
que desear vivir como Dios
quiere que lo hagamos de
forma que podamos brillar
como luces en medio de una
generación torcida y
depravada (Fil. 2:15). La
meta suprema de todo
ministerio es alcanzar a otros
para Cristo.
Hay dos maneras de
evangelizar: Por medio de
nuestras vidas y por medio
de nuestras palabras.
Nuestras vidas hacen que
nuestro testimonio sea
aceptable o inaceptable. Si
en nuestra iglesia Cristo es
exaltado y los creyentes
viven en obediencia a Dios,
entonces vamos a lograr
establecer credibilidad para
nuestro testimonio
corporativo. Es muy
importante la manera en que
vivimos en el mundo.
También evangelizamos por
medio de nuestras palabras.
Primera Pedro 3:15 dice:
“Estad siempre preparados
para presentar defensa con
mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande
razón de la esperanza que
hay en vosotros”. Alguien una
vez
bromeaba diciendo que la
mayoría de los cristianos son
como un río del Ártico:
¡Tienen la boca congelada!
Debiéramos tener tanto
deseo de hablar de las cosas
del Señor como lo tenemos
de hablar de asuntos
mundanos. Una de las
razones por las que tenemos
dificultades en proclamar el
evangelio es porque no
conocemos a muchos que no
sean cristianos. Nuestro
mundo es estrecho. Es como
una pirámide: cuanto más
tiempo lleva usted siendo
cristiano, menos personas no
cristianas conoce. Procure
evitar que eso le suceda a
usted.
Cuando proclamamos el
evangelio
tenemos que estar seguros
de que sabemos lo que
vamos a decir. Esa es la
razón por la que en nuestra
iglesia dedicamos tanto
tiempo a expresar bien el
evangelio. Queremos estar
seguros de que todos
entienden cómo una persona
llega a ser salva.
El evangelismo es obligatorio
y mandatorio para los
cristianos
Entendemos que el
evangelismo es normal para
los cristianos.
El evangelismo es para la
gloria de Dios
La tercera razón por la que
motivamos el evangelismo
está en su propósito
principal: glorificar a Dios.
El propósito de la obra
sustitutiva de Cristo fue
primero y ante todo vindicar
el nombre de Dios, porque su
tolerancia anterior por el
pecado había hecho que su
justicia pareciera
estar llamada al
cuestionamiento. Sabemos
de otros lugares de la
Escritura que Dios mostró
amor por nosotros a través
del sacrificio de su Hijo, pero
la gloria de Dios fue lo
primero que tuvo en mente.
Recordar que la gloria de
Dios y el bien de sus hijos
son inseparables. Lo que
glorifica a Dios es «bueno»
para nosotros.
En el pasaje, vemos a
algunos que fueron enviados
por una iglesia por el bien del
nombre de Cristo, y hay
algunos que deben mostrar
hospitalidad y enviar a esos
que irán al extranjero a
proclamar el evangelio. Los
que van y los que envían son
parte de la obra misionera.
Para aquellos que envían
misioneros, la pasión por las
misiones globales debe ser
una parte normal de su vida.
Nosotros hablamos de
misiones deliberadamente en
nuestras relaciones de
discipulado porque queremos
que nuestros amigos
prosperen espiritualmente.
Una vez más Juan escribe: