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La república asediada
La propaganda antirrosista
Así como e! régimen rosista desplegó su propaganda política a través de
la prensa periódica oficial, la oposición también buscó ocupar espacios
en la prensa desde el exilio. Se destaca, en este sentido, la publicación
de dos periódicos que, aunque efímeros, muestran el clima exacerbado
de violencia y terror de aquellos días. El Grito Argentino y Muera Rosas
fueron editados por los enemigos de Rosas exiliados en Montevideo. Del
primero se publicaron 33 números, entre el 24 de febrero y el 30 de junio
de 1839; del segundo, 13 números, entre el 23 de diciembre de 1841 y
el 9 de abril de 1842. La furibunda propaganda antirrosista estaba
destinada, básicamente, a los sectores populares, tal como exponía en
su primer número El Grito Argentino: “este papel no es para los hombres
instruidos, los cuales no necesitan de él; sino para los pobres, para Sos
ignorantes, para el gaucho, para et changador, para el negro, para el
mulato". Conscientes del consenso que Rosas había alcanzado entre
estos sectores, los periódicos desplegaron las diatribas de la oposición a
través de una iconografía que presentaba a Rosas y sus seguidores
como monstruos dedicados a sembrar el terror y ia muerte entre la
población. Las imágenes apelaron a la caricatura con leyendas curvas
-que anticipaban el globo de ias historietas ilustradas-, en las que ei
Restaurador de ias Leyes era representado sistemáticamente
alcoholizado, rodeado de calaveras y demonios, robando los dineros
públicos y ejecutando actos sanguinarios o violentos. J8F
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Pacificación y crisis
La máquina infernal
El intento de asesinato a Rosas, que llevó a la Sala a proponer a su hija
como sucesora, se produjo con el envío desde Montevideo de ia
llamada “máquina infernar, destinada a matar a quien la abriera. La
recibió Manuela Rosas, quien salvó su vida porque e¡ mecanismo de
disparo falló.
Así, luego de 1848, el orden federal íiderado por Rosas parecía inven
cible. Las provincias habían sido gradualmente domesticadas -ya nadie
se atrevía a alzar la voz para reclamar una constitución- y en Buenos Ai
res reinaba una paz que, si bien se asemejaba a la de los cementerios,
revelaba también cierta relajación de los controles, producto segura
mente de la convicción de Rosas y sus más fieles seguidores de haber al
canzado la unanimidad tan buscada. Buenos Aires parecía gozar más
que nunca de ser centro de una república no constituida.
La Joven Generación
“El gran pensamiento de la revolución no se ha realizado. Somos
independientes pero no libres. Los brazos de la España no nos oprimen,
pero sus tradiciones nos abruman. De las entrañas de la anarquía nació
la contrarrevolución.
De fa república del terror a ía crisis del orden rosista 237
El fin del orden rosista abría una nueva etapa. Todo indicaba que, con la
desaparición de quien había obstaculizado la organización constitucio
nal definitiva del país -que luego de tantos avatares parecía haber adop
tado una geografía más o menos estable, identificada desde hacía varios
años con la llamada Confederación Argén tina-, el camino hacia su insti
tucionalizad ón quedaba allanado. Sin embargo, éste demostró ser más
sinuoso de lo que predecían las versiones más optimistas. Las dificulta
des no derivaron sólo de los enconos y resentimientos, legado de tantos
años de enfrentamientos facciosos y guerras civiles, sino de problemas
que, con la caída de Rosas, no habían quedado resueltos. Entre ellos, la
difícil relación de Buenos Aires con el resto de las provincias seguía vi
gente. Los debates abiertos en torno a la organización nacional, aun
cuando plantearon nuevos desafíos, no pudieron soslayar el dilema ya
configurando con la revolución: definir la distribución deí poder entre
territorios ahora dispuestos a formar un estado y una nación argentina.