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Janielt Felix, ID: 1099268

Historia de 5 crisis económicas en el mundo o latino América


1. La gran depresión
La Gran Depresión fue la mayor crisis económica en Estados Unidos de los últimos 100 años y
de las peores a nivel global, afectando tanto a economías desarrolladas como emergentes. En
Estados Unidos, entre 1929 y 1933, el ingreso real cayó 36%, la producción industrial cayó a la
mitad, el desempleo aumentó al 25% y los precios cayeron entre 25 y 33% (hubo deflación). En
ese lapso, unos 9.000 bancos suspendieron operaciones, más de un tercio de los bancos en
actividad en 1929 (Friedman y Schwartz, 1963). América Latina, si bien fue menos afectada,
tampoco pasó inmune la crisis que provocó la caída de la demanda de los principales productos
de exportación (commodities, en su mayor parte), generando caídas promedio del 60% en los
precios de sus exportaciones y de entre 20% y 45% en los términos de intercambio para 1933,
además de una parada abrupta en las entradas de capitales (Díaz-Alejandro, 1980). Como
resultado, la mayoría de los países de América Latina suspendieron el pago normal de la deuda
externa.

Entre las similitudes con la situación actual destacadas por Reinhart, se encuentran el carácter
global de la crisis que afecta tanto a países emergentes como desarrollados, la paralización del
comercio internacional, la caída en el precio de commodities y un riesgo latente de aceleración
en el proceso de desglobalización apuntalado por la crisis anterior, el Brexit y la guerra
comercial entre China y Estados Unidos, entre otros. Esta crisis, a diferencia de la Gran
Depresión, se origina en la economía real pero ya está generando riesgos de insolvencia en deuda
corporativa y soberana, arriesgando una crisis financiera que podría poner en riesgo las cadenas
de pagos y los sistemas financieros de los países.
La Gran Depresión fue una crisis multicausal. Ha habido grandes debates a lo largo de la historia
por los principales factores detrás de la crisis. Milton Friedman y Anna Schwartz (Friedman y
Schwartz, 1963, capítulo 7), en parte en respuesta a las explicaciones puramente fiscales que
siguieron al famoso artículo de John Maynard Keynes, destacan el rol de la política monetaria
contractiva en profundizar a magnitudes históricas una crisis que de otra manera habría sido
`sólo' una gran recesión. Las olas de pánicos bancarios a inicios de los '30 llevaron a una gran
contracción de la oferta monetaria, provocando la caída del ingreso y de los precios, agravando
la recesión. Las quiebras de bancos se contagiaban a otros bancos a través del pánico, pero
también porque dichos bancos debían salir a buscar liquidez vendiendo sus activos a precios de
remate provocando el deterioro patrimonial de otras instituciones financieras que tenían en su
poder los mismos activos. Dichos autores señalan como gran culpable de la crisis a la Reserva
Federal de Estados Unidos (su 'banco central') por no haber reaccionado a tiempo inyectando
liquidez al sistema, para contrarrestar las quiebras bancarias, sea por falta de conocimientos
técnicos, internas políticas o falta de liderazgo, entre otras razones.
Bernanke propone otra explicación para los efectos reales de la contracción monetaria que
podrían explicar sus efectos persistentes. La caída de los precios puso en problemas a los
deudores que veían aumentar el costo real de sus deudas en dólares, a la vez que sus ingresos
nominales caían por la recesión (La 'debt deflation' de Irving Fisher, 1933). Los pánicos
bancarios y las quiebras de deudores (hipotecarios, granjeros, pequeñas y medianas empresas,
gobiernos municipales) provocaron un aumento del costo de intermediación financiera y el
derrumbe de la banca comercial. Al caer el sistema financiero, las familias como también las
pequeñas y medianas empresas se quedaron sin acceso al crédito para financiar su consumo e
inversión, provocando una caída en la demanda agregada que profundizó la recesión.

Según Bernanke, esto podría explicar la duración de la recesión ya que le llevó mucho tiempo al
sistema financiero de Estados Unidos volver a los niveles de 1929, por lo costoso de restablecer
relaciones crediticias perdidas o crear otras nuevas.
2. La revolución francesa
Francia era, a finales del siglo XVIII, un país eminentemente agrícola. La agricultura francesa
experimentó una lenta progresión debido esencialmente al aumento de la extensión de las tierras
roturadas y a la introducción de nuevos cultivos, como el maíz y la patata. Sin embargo, se
publicaron muchos tratados a lo largo de la centuria, mediante los que se intentaba difundir
nuevas técnicas y modernos procedimientos para aumentar los rendimientos de la tierra. El
Estado, incluso, intervino para fomentar la producción y estimular la aplicación de estos
cambios. Pero estas innovaciones no tuvieron un gran alcance porque la población rural no
estaba preparada para ponerlas en práctica debido a la presión de las rentas señoriales y
eclesiásticas que tenía que soportar y también a su ignorancia. Además, existía suficiente suelo
agrícola en Francia como para aumentar la producción simplemente mediante el aumento de la
superficie cultivada, sin necesidad de modernizar la agricultura. La industria en Francia era
todavía muy arcaica a finales del Antiguo Régimen. La producción industrial estaba en manos de
los campesinos al menos en un 50 por 100. Fabricaban a escala local para el autoconsumo todo
tipo de productos, como el pan, los aperos de labranza, la cestería, etc. En las ciudades, la
producción correspondía a los gremios. Pero estas corporaciones constituían un freno para la
industria, ya que la rigidez de sus reglamentos impedía que los artesanos más capacitados
aumentasen la producción más allá de lo establecido por las ordenanzas, y que la iniciativa de los
más inquietos sirviese para introducir nuevas técnicas que redundasen en beneficio de la calidad
de los productos. Sin embargo, existía también una industria dispersa que se hallaba controlada
por comerciantes-empresarios que utilizaban la mano de obra rural. Los campesinos
complementaban así sus escasos ingresos en la agricultura con esta actividad que les permitía
aumentar sus recursos sin abandonar su casa. En la industria textil era donde se empleaba con
más frecuencia este procedimiento, de tal forma que había regiones enteras, como las de Bretaña
y el Languedoc, que tenían una importante producción. En esta época se crearon algunas fábricas
de tejidos de algodón, como la de Oberkampf en Jouyen-Josas, pero todavía constituían una
excepción. También comenzaron a aparecer algunas fábricas siderúrgicas, como la de Le
Creusot, creada en 1785, pero puede decirse que, en su conjunto, la economía francesa era
todavía precapitalista y no se había producido una verdadera "revolución industrial”. En cuanto
al comercio, sí experimentó un crecimiento considerable a lo largo de la centuria, hasta el punto
de que se multiplicó por cinco y superó al comercio de Gran Bretaña. Los puertos de Nantes y de
Burdeos en el Atlántico alcanzaron un importante desarrollo y se convirtieron en dinamizadores
de la economía industrial por cuanto espolearon la fabricación de productos para la exportación y
al mismo tiempo facilitaron en sus alrededores la transformación de los productos coloniales que
venían del otro lado del océano. Sin embargo, la situación económica de Francia no cesó de
empeorar desde los inicios del reinado de Luis XVI. La industria textil se vio afectada
negativamente por una disminución de las importaciones de algodón; la tremenda sequía del año
1785 diezmó el ganado lanar y la producción lanera se redujo sensiblemente; la crisis de la
producción vitícola, por último, dejó maltrechas las economías de los agricultores de la mitad
meridional del país. Pero, sobre todo, tuvo unos efectos muy negativos sobre la economía la
disminución del comercio con las Antillas, desde el momento en que la guerra de América había
abierto aquellos puertos a otros países neutrales, terminando así con el monopolio que Francia
había mantenido con ellos. Esa situación repercutió en los puertos franceses del Atlántico, que
vieron disminuir considerablemente las cifras del tráfico marítimo. Se creía, no obstante, que esa
disminución del comercio antillano se vería compensada con el incremento del tráfico con los
Estados Unidos, con los que se firmó un tratado de comercio mediante el que se reducían
recíprocamente las tarifas aduaneras. Pero una vez terminada la guerra, los Estados Unidos
dirigieron de nuevo su comercio hacia Inglaterra. A pesar de todo, en 1786, Francia firmó un
tratado de comercio con Gran Bretaña, aunque sus resultados no fueron muy productivos. Por el
contrario, Francia se vio invadida por productos industriales británicos, sobre todo productos
textiles, que hacían la competencia a los franceses, mientras que las exportaciones francesas -la
seda, sobre todo- no se vieron muy incrementadas. Así pues, en vísperas de la Revolución, se
quebró esa prosperidad industrial y comercial que había tenido una evolución favorable desde
comienzos del siglo XVIII. Y lo mismo puede decirse de la situación de la agricultura, pues las
condiciones meteorológicas de los años 1787 y 1788 fueron realmente malas y las cosechas lo
acusaron. Si a esto se une el hecho de que las medidas tomadas por el gobierno en 1787 para
liberar la exportación de granos, dejó vacíos los graneros y produjo una inmediata elevación de
los precios, se entenderá el drástico aumento del coste de la vida que afectó, sobre todo, a las
clases más desfavorecidas. De esta forma se desencadenó todo el mecanismo típico de las crisis
del Antiguo Régimen: la masa, desprovista de medios de subsistencia, deja de comprar productos
manufacturados; las industrias, ante la falta de demanda, se ven obligadas a echar a la calle a los
trabajadores, que, a su vez, no tienen otro recurso que dedicarse a la mendicidad. El número de
indigentes en las ciudades se ve incrementado con los campesinos que acuden a los centros
urbanos en busca de los establecimientos de caridad, o con la esperanza de poder encontrar unos
medios de vida que no les ofrece el campo.
3. Las burbujas de las compañías del Mar del Sur y del Misisipi
Una de las organizaciones que compraba parte de la deuda del Reino era la Compañía de los
Mares del Sur. Esta empresa emitía acciones para financiarse y con ese dinero prestaba al Estado
a cambio de unos tratos de favor. Y lo que fue más importante, en dicho acuerdo se estableció
que la compañía de los Mares del Sur tendría la exclusividad de ser la única compañía con
potestad para comerciar con las colonias sudamericanas de España.
La concesión de la exclusividad de comercio despertó el interés de los inversores ingleses. Unos
inversores que veían en el nuevo mundo una grandísima oportunidad de negocio. Lo que los
llevó a comprar en masa las acciones de la compañía de los Mares del Sur. En 1717 la compañía
volvió a adquirir deuda de Inglaterra.
Al mismo tiempo, las relaciones entre Inglaterra y España estaban cada vez más deterioradas, por
lo que el sueño de tener la exclusividad de comercio con las Américas cada vez se veía más
lejano y la compañía apenas tenía actividad.
En 1719 el modelo de negocio es copiado por Francia
En 1719 el Estado francés otorgó una exclusividad similar sobre los supuestos yacimientos de
oro de Luisiana a la compañía del Mississippi. El valor de las acciones de dicha compañía
francesa aumentó un 1900% en pocos meses, lo que atrajo a gran cantidad de inversores
extranjeros, entre ellos muchos ingleses.
Sin embargo, la compañía del Mississippi, al igual que su homónima inglesa, apenas realizó
actividad alguna y el dinero fue utilizado por el gobierno francés para financiarse. Dejando de
lado la economía real, para invertir el dinero de gran parte de los ciudadanos en meras
especulaciones promulgadas por los gobiernos. Las cuales contribuían a que aumentase el valor
de dichas compañías, sin que tal aumento guardase la más mínima relación con la actividad que
se promocionaba. Provocando así, que no hubiera nada real que sostuviera ese aumento de valor.
El Gobierno de Inglaterra, para tratar de frenar la salida de capitales hacia Francia, trató de
montar una versión inglesa de la compañía del Mississippi, otorgando más concesiones de
exclusividad a la compañía de los Mares del Sur. Y, por si fuera poco, la compañía de los Mares
del Sur ofreció comprar la totalidad de la deuda pública inglesa. De esta manera, dio lugar al
tremendo despegue del precio de las acciones de la empresa.
Además, el Gobierno inglés especulaba también que España liberalizaría su comercio
permitiendo el ingreso de la compañía inglesa, todo ello con la finalidad de incrementar el valor
de las acciones de la empresa. Pasando de valer menos de 130 libras a principios de 1720 a valer
más de 550 libras en primavera.
La fase final de la burbuja: la euforia
Los mercados financieros fueron desbordados por una gran euforia compradora. Cabe recordar
que todo ello era movido por las especulaciones, emisiones en cómodas cuotas y demás trucos
organizados por el gobierno inglés para financiarse.
En Francia la Compañía del Misisipi, a pesar de los denodados esfuerzos por aparentar su buen
funcionamiento, entraba en una brutal crisis. Los inversores comenzaron a perder la confianza y
acudieron masivamente a cambiar sus billetes, los cuales, como la compañía nunca había
operado, pronto se declararon no convertibles provocando una grave crisis económica.
Mientras tanto, en Inglaterra continuaba el auge de los precios de
las acciones, lo que atrajo a más especuladores y ello propició que
se comenzaran a crear diferentes empresas que lejos de poner en
marcha su funcionamiento terminaban por engañar a los incautos
inversores que guiados por la especulación compraban cualquier
acción que les pareciera rentable. Ya en Junio las acciones de la
compañía de los Mares del Sur alcanzaron su mayor valor llegando
a 1000 libras.
Posteriormente y siguiendo con el proceso financiero que vemos en
todas las burbujas económicas, en julio del mismo año algunos
inversores de la compañía comenzaron a vender sus acciones, generando de esta forma un
debilitamiento imparable en las cotizaciones. En agosto, la compañía de los Mares del Sur con la
finalidad de recuperarse anuncia el abono de suculentos dividendos. No dio el resultado esperado
y a principios de septiembre estalló el pánico y con ello la explosión de la burbuja. La situación
resultó incontrolable, el valor de las acciones pasó de 725 libras el 3 septiembre, a 150 libras al
30 de septiembre.
A pesar de los intentos del gobierno inglés por rescatar la compañía, esta terminó por hundirse en
diciembre del mismo año, llegando la cotización de sus acciones a niveles iniciales. Aun así, la
compañía continuó operando, aunque sus ingresos fueran moderados. Llegando a su cierre pocos
años después.
Esta crisis generó la ruina de miles de personas, desde inversores profesionales hasta pequeños
ahorradores que habían invertido todo su dinero a la causa de estas empresas. Muchos de ellos
perdieron toda su inversión. Los directivos y trabajadores de la compañía fueron acusados de
fraude, y el país entró en una profunda crisis económica.
Una curiosa anécdota de esta crisis es que en ella se vieron envueltos grandes personajes de la
época. Entre ellas, cabe destacar que, una de las personas que más dinero perdió— llevándole
prácticamente a la ruina— fue el famoso científico Isaac Newton.
4. La quiebra del Imperio español
Las vastas riquezas de oro y plata (unos tres billones de dólares) que mantenía el Imperio español
a finales del siglo XVI gracias a las expediciones de los conquistadores al Nuevo Mundo,
financiaban las numerosas campañas militares que llevaba a cabo en Europa.
Como consecuencia, España expandió sus territorios hacia una gran parte de Italia, Alemania y
los Países Bajos.
Pero las constantes guerras y ocupaciones militares agotaban el tesoro español, que sufría una
presión inflacionaria debido al influjo de plata y oro del Nuevo Mundo.
En lugar de reformar las finanzas reales, el ineficaz rey Felipe III condenó a España a un
descenso hacia la irrelevancia a largo plazo.
El impago de las deudas de la corona impidió que el Imperio sofocara una rebelión holandesa en
1607.
Este fracaso, cinco años después de que los holandeses establecieran la primera empresa con
cotización bursátil de la historia, desplazó el poder económico de Europa hacia Ámsterdam.
El esfuerzo reiterado para someter de nuevo a los Países Bajos en la década de 1620 por el recién
coronado rey Felipe IV tropezó con un colapso económico desastroso en la provincia vital
española de Castilla, en 1627.
La corona española había devaluado su moneda hasta tal punto que esta se quedó efectivamente
sin valor, y las fuerzas españolas tuvieron que vivir de los saqueos que llevaban a cabo en la
mencionada provincia por algún tiempo.
La bancarrota de España de 1627 fue la quinta en 70 años, pero esta puso al poder español en
decadencia definitivamente, despejando el terreno para el crecimiento de los imperios
mercantilistas de los Países Bajos y del Reino Unido.
El ascenso al trono en 1665 del discapacitado y deformado (debido a los sucesivos matrimonios
consanguíneos en la familia real) Carlos II fue el último clavo en el ataúd del Imperio español.

5. La crisis del tercer siglo y el declive de Roma


A lo largo de la historia hay crisis económicas tan devastadoras que cambiaron el curso de la
historia, derrumbando imperios, alterando sistemas económicos y cambiando el equilibrio del
poder global.
Una de las mayores fue la crisis económica del siglo III en Roma:
En el año 31 a.C. Roma se vio inmersa en una espiral de decadencia cultural, social, política y
económica. De los factores económicos de esta primera gran crisis habría que destacar la
desaparición de la pequeña y mediana propiedad, que produjo el comienzo de los latifundios y
las villas esclavistas, y el comercio a gran escala debido a la gran expansión romana
Pero fue en el siglo II cuando se generó una de las mayores crisis económicas. El tardío Imperio
Romano, que se había expandido por todo el Mediterráneo y hasta partes de Oriente Medio,
África y Asia Menor, vio su economía empezar a resquebrajarse en el siglo III.
Hasta aquel tiempo Roma llevaba casi 800 años proyectando su poder, pero el sistema llegó a ser
cada vez más frágil tras el asesinato del emperador Cómodo en el año 193. La dinastía que
asumió el control tras su muerte reinó durante cuatro décadas hasta terminar en el año 235 con el
asesinato del emperador Alejandro Severo a manos de sus propios soldados.
La lucha por el poder que siguió rompió la cohesión interna del Imperio y destruyó de este modo
su red comercial.
La degradación de la moneda estaba fuera de control, mientras el Imperio perdía también su
dominio sobre las provincias exteriores y se veía obligado a acuñar monedas con cada vez menor
cantidad de metal precioso.
No había guerras ofensivas por lo que adquisición de esclavos fue reducida drásticamente,
muchos trabajos que desempeñaban estos debían ser sustituidos por mano de obra no esclava,
eso genero un gasto considerable en la economía de los latifundios.
Además, ciudades y pueblos de todos los tamaños se arruinaban y destruían, porque Roma ya no
podía pagar a las legiones que siempre habían mantenido la paz dentro de sus fronteras y
garantizado la seguridad de los comerciantes y viajeros a lo largo de miles de kilómetros de
carreteras.
La avanzada economía interna interdependiente, basada en el comercio, se deterioró (sobre todo
en la mitad oriental del imperio) pasándose a un sistema más feudal, en la que los grandes
terratenientes construyeron entidades autosuficientes y otorgaron protección a los pobres a
cambio de su libertad.
El Imperio dividido finalmente se reparó en el curso de las campañas militares del emperador
Aureliano en el año 275, pero nunca recuperó su antigua gloria.
Bibliografía
La Gran Depresión de 1929 y la política monetaria. (2021, 24 septiembre). El Economista.
https://eleconomista.com.ar/actualidad/la-gran-depresion-1929-politica-monetaria-n33090
La economía y las finanzas | artehistoria.com. (s. f.). artehistoria.
https://www.artehistoria.com/es/contexto/la-econom%C3%ADa-y-las-finanzas
Arias, A. S. (2021, 4 mayo). Burbuja de los Mares del Sur. Economipedia.
https://economipedia.com/definiciones/burbuja-de-los-mares-del-sur.html
D. (2016, 15 mayo). GRANDES CRISIS ECONÓMICAS: LA CRISIS DEL TERCER SIGLO Y
EL DECLIVE DE ROMA. maestroviejo. https://selenitaconsciente.com/?p=246012
RT en Español. (2014, 21 febrero). Las 5 crisis económicas que cambiaron la historia.
https://actualidad.rt.com/economia/view/120489-crisis-economicas-cambiaron-historia

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