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¿Por qué las pulsiones
de destrucción o de muerte?
Obras de André Green en esta
biblioteca
¿Por qué las pulsiones
de destrucción
De locura., privadas o de muerte?
«<Desconocimiento del wconcwntc (cicncin y p,tconu:llisis)••.
en R. Dorcy y otros. Elwcutlcumtc _v la CICitCiu
André Green
El lenguaje en el ps1coan;!h!"i:--

El pensamiento clínico
J\nGorrortu editores
El tiempo fragmentado Buenos Aires - Machid
El trabajo de lo negativo

Ideas directrices para un psiconnál1sis conlemporánco.


Desconocimiento y reconocimieuto del inconsciente

Jugar con Winn.icott

La causalidad psíquica Entre nutmaleza y culturo

La diacronía en psicoanálisis

La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud.


Aspectos fundamentales de la locura privada

Las cadenas de Eros. Actualidad de lo sexual

Narcisismo de vida. narcisismo de muerte

¿Por qué las pulsiones de destrucción o de muerte?

<<Pulsión de muerte, narcisismo negativo, func16n


desobjetalizantc>l, en A. Creen y otros, La ¡mlsióJL de muerte
llrltlwtcca Je psacolugí,i y ¡.¡siruuniili>lb
Dirt!<:torc,,- Jorge Colapmro y Ilnv¡u ~lnltlnvl>ky Índice general
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Po111 f11101 les ¡ml.si<m:,. dl! dt~tnu 11011 o u ele i\nd.1·¡; 11I'C"n
- Les Édmons tl'ltlaaquc, 2010
1'raducci in: Hurnc1o Ponb

OTt,.lo;;losrlerccho!' d~ la c:dlC'IOD e u cast,llluno rt'H!!VII los JIOr


Amorrortu ¡;duoros SA, P.:n7t¡::unv 1225, 7" ¡uso . Cl 057 z\AS Dut>nos All'!.'.s.
.\morrortu editan:, gspniin S L . C/Lopo.. dt• lloyos 15, 3" '"'JUJcrd.t .
280061-ladrid
ww \~. amorrorrueditoJ\!s.co m

La rc¡m.~dncción total o Jl..trcial dtJ c~L•' lilin.• en forwa atlcntic,, o modifi- 11 Prefacio. André Grccn: Pcru;ar la
cada por cualqwcr med1o mcc.intco, clt·ctn'ímto o Jnfom auco Jnduven-
du fotocopia , grabaCión, dJguahzncaón o cualqtucr sllilC'JIIa úco alm.:u:~na­ destructividad. recrear el psicoanálisis.
rnJento y rccuperacu)n de m1onnnción. no nutonzada por los editores, Fernando Urribarri
viola derechob res,•rvado.,
Queda hecho el depósito que prevaonr: lo ley n" 11.723 23 Acerca de la nueva edición
Industria argentma. Made in Argentin11 25 Advertencia
ISBN 978-950-518-247-3
ISBN 978-2-916120-20-l,l>aris. edicaon orag:mnJ
29 l. Fundaciones
31 1.1. Hipótes1s sobre la génesis de la ¡misión
de muerte
40 1.2. De la compulsión (coacción) de repetición
Grr:en. André a la reproducción originaria
¿Por qué las pulsiones de t.lestrucctón o de muertu?.• 1• ed.- 53 1.3. El andamiaje ocu ltable del narcisismo
Ruenos Aires. Amorrortu 201-l
64 1.4. La falsa simetJ:ía del sadomasoquismo
192 p.: 23xl4 cm.- (Dtblioteca de psicología y pstcoanálisJs/ Jorge
Colapintoy David Maldavsky) 68 1.5. Refundac10nes, avances. traslaciones
Traducción de: HoraCJo Pons 75 1.6. ConclusiÓn: La trascendencia enFreud
ISBN 978-950-518-247-3
77 Nota sobre Empédocles de Agrigento
L PS1Coanálisis. 1. Pons Horacio. trnd. U. Título.
CDD 150.195
81 2. La onda de choque de la pulsión
de muerte
Ferenczi, Melanie Klein, Bion, Winnicott,
Lacan...
Y acerca de ciertas estructuras clinicas
83 2.1. Ferenczi y el análisiS mutuo
LnpresoenlosTalleresCrli1ícos Cohw Efe Puso l92.Avcllunedu. provanc10 92 2.2. Melanie Klein o la des tructividad
de Dueno" Aires, 011 rna.rzo do :¿014.
generalizada
Ttrada de cst.a edición: 2 000 cjem¡>IHrcs 102 2.3. W. R. B1on: r eLorno al pensanncnto

7
106 2.4. D. W. Winnicott: el pa1· incLviduo-cntorno A la memoria de Éuelyne.
111 2.5. Algunos aportes francc:ses. de Lacan
a Balier
116 2.6. La psicosomática de PienL M.uty
122 2.7. Desarreglo de la auloconservación
126 2.8. Unidad y diversidad de las depresiones
130 2.9. Suicidio(s): patología y normalidad
136 2.10. Breves observaciones sobre la clínica

138 Colofón

139 3. La pulsión de muerte en el campo social


El malestar en la cultura
141 3.1. La pulsión de muerte en la cultura
152 3.2. El parricidio origina1·io
156 3.3. Discusiones recientes sobre el proceso
cultural
161 3.4. La pulsión de muerte y el lenguaje:
Laurence Kahn

169 Anexo: retorno a la biología


La apoptosis, la muerte na tural
autoprogramada

175 Actualización a modo de despedida

181 Conclusión provisoria

183 Referencias bibliográficas

8
Prefacio
André Green: Pensar la destructividad,
recrear el psicoanálisis
Fernando Urribarri

((Por mucho que digan. incluso en la virtud, el fin últi- Cierta vez. conversando acerca de su itinerario in-
mo de nuestra mtención es la voluptuosidad». telectual, André Green ·ostuvo. con humor. que si de-
bía aceptar alguna etiqueta prefería la de «hombre
«Es la muerte la meta de nuestra carrera)). pulsional». Esta opción tenía un telón de fondo histó-
rico (aunque vigente), que abarcaba al menos: el tem-
«Si no tuvierais la muerte, me maldeciríais sin cesar prano reconocimiento de su libro sobre el afecto, que
por haberos privado de ella. He mezclado en ella algo lo encasilló durante un tiempo como el «hombre del
de amargura, para impediros abrazarla con demasia- afecto»; la airada reacción de Jacques Lacan al verse
da avidez e indiscreción, 1 aJ ver las ventajas que con - criticado en aquella obra de su antiguo discípulo, a la
lleva. Para colocaros en esa moderación que os pido, que intentó descalificar haciendo un juego de pala-
la de no huir de la vida ni rehuir la muerte, he atem- bras con «lo abyecto»; la irónica resignificación de di-
perado la una y la otra con dulzura y amargura». cho término lacanjano operada por Julia Kristeva,
:MICHELDE MO:"JTAIGNh, Ensayos, libro I. capítulo XX. que la condujo desde el autor de los Escritos hacia el
estudio y la superv1s1Ón con André Gt·een (justamen-
te para poder profundizar su investigación del afecto
y de lo pulsional, en cuanto irreductibles al lenguaje);
los posteriores ataques contra el psicoanálisis desde
las neurociencias y el cognitivismo, promoviendo un
«hombre neuronal>) (Change~x), rebatidos por el au-
tor de La causalidad psíquica en numerosas polémi-
cas, ocasión en la que nuevamente Julia Kristeva. en-
tre otros, supo reconocerlo poniendo en juego aquella
figura del «h ombt·e pulsionah), que encarna la defen-
sa de los fundamentos freudianos. Por último, puede
completat·se esta imagen con aquella propuesta por
J .-B. Pontalis para definir a su antiguo amigo y com-
pañet·o de avcnttu·as intelectuales: «la pasión clínica».
Pensador de lo pulsional, practicante apasionado
de una clínica en la cual el afecto puede poner en Ja-
1
que la simbolización: sobre este telón de fondo. debe-
Sin d.iscernmuemo.
ría resultar casi evidente que este nuevo libro de An-

11
dl·_é Green profundiza en la vota principal del pensa- superarlos. Por ello. el recorrido de casi medio siglo
miento de su autor. «¿Por qué las pulsiones de des- de la obra de nuestro autor implica la elaboración de
trucción o de muerte?>> es una pregunta que, con di- un modelo teórico y clínico personal a la vez freudia-
\'ersas formulaciones, recorre su obra entera. En su no y original, que articula una renovación del método
primer escrito mno\·ador, «Narctsismo primario: ¿es- psteoanalit1co, una extensión del campo clínico y una
tado o estructura?» (1967). encontramos la reflexión reformulación de los fundamentos metaps1cológicos.
en torno a la pulsion de muerte, con la introducción Un recon1do que, en su última etapa, propone recon-
de la noción de un «nru·cistsmo negat1vo11 (como com- siderar los desarrollos personales como aportes para
plemento del narcisismo positJvo formulado por Freud). la construcción. ne<:esaríamente colectiva, de un nue-
El manuscrito mconcluso de su último libro se titula vo paradigma contemporáneo: freudiano, pluralista,
<~o positivo: el negativo de lo negativo)). Las conflicti- complejo. extendido.
vas Y c~~plejas ~el~ciones entre la destructividad y La amplitud panoránuca, la compleJidad polifóni-
la creatiVIdad ps1qu1cas son uno de los núcleos impe- ca y el estilo dialógico (de lectura de los diversos au-
recederos de su extensa investigación. tores, de puesta en juego de las ideas, de interpela-
En ~a~ medida, la potencia de este libro surge de ción a los lectores) distinguen a este escrito que aho-
la :o~~ICCIO~ de su autor de que el porvenir del psico- ra presentamos. La perspectiva contemporánea se
analisiS se Juega en relación con los destinos de la encuentra, antes que nada, expresada en la estructu.
pulsión de muerte, es decir, en relación con la capaci- ra misma del texto, en su forma de tríptico. La expo-
~d.del psicoanálisis de afrontar el desafio teórico y sición sigue con elegancia y con rigor los aportes de
clínico que la destructividad comporta, tanto a nivel Ft·eud, luego los de Ferencz.i y los grandes pensado-
del cam_P~ analítico contemporáneo (definido por el res posfreudianos (Kleín, Lacan, Bion, Winnicott), y
predomm10 de estructuras no neuróticas) como a ni- por último, los de ciert.os autores y debates actuales.
vel del malestar cultural actual (<<el avance de la in- A su vez, estos aportes conceptuales son puestos en re-
significancia», según Cornelius Castoriadis). Dicho laciÓn, en tensión, respecto de las cuestiones plantea-
e~ otros térnri:nos: el psicoanálisis depende de su capa- das en el campo clínico y social
cidad para ~:Venir contemporáneo de su propia época. Se entiende: el proyecto contemporáneo procura
La cuestíon de lo contemporáneo, como pregunta y captar el presente como historia, en cuanto condición
como proyecto, impulsa y define la obra de André de posibilidad de la elucidación y transformación de
Gr;~n_. desde ,«El inconsciente freudiano y el psico- los problemas actuales. En mi colaboración con An-
análislS_fran~es contemporáneo)) (1962), pasando por dré Green durante la preparación de sus libros y, en
Ideas dtrectnces para un psicoanálisis contemporá- especial, en los prefacios y posfacios que redacté para
neo (2002), hasta llegar a «La clínica psicoanalítica algunos de ellos, mi aporte se orientó a la puesta en
contemporánea)) (2012). Puede decirse que lo contem- perspectiva, a la vez histórica y conceptual, de cada
poráneo evoluciona desde el adjetivo hasta el sus- nuevo trabajo en el marco de su obra, a la vez que en el
tantivo, desde el concepto hasta la «idea directriz». contexto general del psicoanálisis. Esta es también,
. ¿En qué c?nsiste la cuestión de lo contemporáneo? naturalmente, lo intención que anima estas lineas in-
Dicho muy srmplemente, en reconocer elreduccionis- tl·oductorias.
mo teórico y los impasses prácticos causantes de la Siguiendo una distinción clásica, es posible dife-
crisis de los modelos posfreudianos. Y en proponerse renciar en el recorrido de Anili·é Green una etapa de

12 13
los comienzos (décadas de 1960 y 1970}, una etapa de Los decenios de la madUl·ez (1980/1990) son, pri-
madm·ez (1980 y 1990) y u na «olupn tnrdín.» (inaugu- Jl)ero. los de la elucidación de la clínica en los límites
rada por «el giro d_el año 2000>>). 1 El texto que aquí de la analizabilidud. y luego. los del desarrollo de nue-
presentamos, publicado en francés en 2007 (v reedi- vos fundamentos meta psicológicos. NarcLsismo de vi-
tado en 2011}, no sólo corresponde a la tercer; y últi- da, narcisismo de muerte (1983) y De locuras priva-
ma etapa delüinerano intelectual de su autor. sino das (1990) desarrollan y consolidan la concepCión ori-
q_ue es especialmente representativo de la singular ginal del funcionamiento, y del tratamiento, de los
nqueza de ella. casos limín·ofcs, dando cuenta de la profunda trans-
Desde comienzos de los aiios sesenta ha~ta fines formación del campo analítico. Para otorgar fun da-
d~ los setenta. vemos el nombre de Anché Green sur- mento metapsicológico a la clínica, parte de la pul-
gir. destacarse y establecerse como autor con sus te- sión como «concepto limite» y hace del limite IniSmo
ma~ propios-~e interés, su perspectiva personal y su un concepto. El hombre. ser pulsionaL puede devenir
estilo. A partrr de una notable preocupación por los él mismo «un limite móvil». Por otra parte, la elabo-
desafíos de la clínica en los limites de la analizabili- ración del narcisismo negativo (o de muerte) apunta
dad, se ~elinea una identidad freudiana de base y un a esclarecer conceptualmente y orientar técnicamen-
~ensa~nto plu1·al que se va ennqueciendo con la te la cliruca de lo que se denomina «la serie blanca>>,
1~uenc1a de <(sus» autores posfrcud.ianos (Lacan Win- correspondiente a la alucinación negativa, al duelo
mcott Y Bion), junto nl intercambio con sus co~tem­ blanco, al sentimiento de vacío, entendidos como re-
po_ráneos (especialmente con sus colegas del movi- sultantes de una desinvestidura masiva y temporal
nne~to poslacarnano, como Laplanche, Pontalis. Au- del objeto primario (expresión de la destructividad de
l~gm~r, ~:u, e~~re otros). Emerge un estilo que la pulsión de muerte), que ha afectado la estructura
smt.etiz.a pas¡on ~~ca y pensamiento complejo. del narcisismo primario y que deja marcas en lo in-
El dz,scurso uwtente: la concepción psicoanalítica consciente bajo la forma de agujeros psíquicos (Nar-
del afe~to (1973) es, posiblemente. el libro más repre- cisismo de vzda, narcisismo de muerte). El «complejo
s~ntatlvo de esta etapa, pues estudia su tema profun- de la madre muerta» constituye una potente síntesis
dizando en F~cud, revisando los aportes posfreudia- de las problemáticas del «duelo blanco», y deviene una
nos ~ proporuendo conclusiones pers onales. Green figura paradigmática de la clínica contemporánea.
c?ncihe al afecto como modo de srmbolización prima- Los años noventa están marcados por una notable
na Y_P?stula la ~eterogeneidad del significante psico- innovación conceptual y por la sistematización de su
analiti~o. Inscr1be al afecto en una lóg¡ca de la hete- visión teórico-clínica geneml. La inno\'ación compor-
r??eneldad ~~e c~r~cteriza al proceso de representa- ta la introducción de dos «metaconceptos» o ejes con-
~lon (la ~Cion bas1ca del psiquismo) por la tensión ceptuales. Andl·é Green introduce la noción de terce-
m·~duc~?le entre la fuerza y el sentido, lo económico y ridad, con la que renueva su visión de la simboliza-
1~ s~bolico, lo estntctural y lo histórico. Esta es y se- ción. en cuanto permite articular y profundizar una
ra s1empre una clave fundamental de su pensamiento. serie de nociones ((t.ercuuias» previas (desde la ((teo-
1 ría de la triangulactón generalizada>> hasta los proce-
En este texto retomo y dcsnrrollo nlgut1as de las considera- sos terciarios). Poco tiempo después se publica su li-
CIOnes e~-puestas en <<André Creen. Pussion cl111ique. pcnsée
complexeu, e_l posfaci o de 1/luswns et dcstlluswns de la pratique
bro posiblemenle más original: El trabajo de lo nega-
psycha1ralytrque (Green, 2010) tivo (1993). La elaboración de sus dimensiones es -

14 15
tructurantes y descstructurantes va desde la espueu- C8 da vertiente puede verse representada en dos
lación más abstracta sobre las pul.siones destructivas . tontes obras. pubhcadns e:n 2002. Ideas direc-
hasta la con.sidemción más concreta de las situac10 • . para wz psLcOalta·1·cszs
iJllPOf · contemporaneo es l a blecc
nes limite~ de la clínica. pasando por una re,·isión mce~uerte de c.artografia los principales proble-
uc
global de los mecanismos de defensa y la concepción una ~ la . . li .
b teóncos y cUnicos ligado::~ a practica nnn uca
018
del Yo. Dos años más tarde. La causalidad psíquico y y reformula los prmc1pales CJCS conceptuales
~a metapstcología reuisttada responden a la cxpecla- ac t u al ·
del pensan:Uento de su aut?r en cuant~ .aporte:. {al tra-
tlva de numerosos lectores que desean w1a presenta-
ba]·0 colectivo) para recalibrar la bruJula y rctrazar
ción de conjunto del pensamiento teórico de And 1·é las coordenadas de la exp orac10n ana 1'ttíca.
1 ·' ·
Green. Esquemáticamente, digamos que se concibe En El pensamiento clínico pueden destacarse dos
al sujeto psíquico como proceso heterogéneo de repre- jes temáticos mayores, que caracterizan, como diji-
sentación. que simboliza las !'elaciones en y entre lo ~os, a las investigaciones personales _de este período.
i?trapsíquico (centrado en la pulsión) y lo mtersubJe- Un eje temábco corresponde al estudio de la destruc-
tivo (centrado en el objeto). tividad: abarca desde el trabajo de lo negativo en las
La etapa tardía se inicia con «el giro del año 2000». estructuras no neuróticas hasta la revisión de la teo-
definido por el reconocimiento de la crisis del psico- ría de la pulsión de muerte (sobre la cual volveremos
análisis y el proyecto de un nuevo paradigma para su- más adelante). El otro eje temático corresponde a una
perarla. El proyecto contemporáneo no pretende ser renovada y 1·enovadora reflexión acerca de los funda-
un nuevo discurso o idiolecto (un nuevo «ismo)) en tor- mentos y las variaciones de la práctica (el método. el
no a Green, por ejemplo). Apunta a construir una proceso, etc.). que apunta a desarrollar un nuevo mo-
nueva matriz disciplinaria, una articulación de cier- delo cllnico terciar10, centl·ado en la diversidad Y la
tas preguntas y ciertas 1deas directrices para orien- creatividad del trabajo psíquico del analista Esta
tru· un programa colectivo de investigación, que reco- teorización decanta en la nueva noc1ón de «pensa-
nozca y aborde los desafíos específicos de la etapa ac- miento clínico». Apuntalado en el «encuadre interno
tuaL Uno de sus aspectos claves es la consideración del analista» (en cuanto matriz representabva pre-
de los casos limites como los nuevos pacientes para- consclente). el pensamiento clínico deviene un eje
digmáticos (del mismo modo en que los neuróticos v conceptual complejo, que incluye la atención flotante
los psicóticos lo fueron para los modelos freudiano }· y la contratransferencia como dimensiones comple-
posfreudiano. respectivamente). mentarias. El trabajo psíqmco del analista articula
Orientado «hacia un psicoanálisis del futuro,• una serie de operaciones heterogéneas (escucha, fi-
(Green), el giro del año 2000 imprime en el trabajo de gurabilidad, Imaginación, elaboración de la contra-
nuestro autor una doble orientación: por un lado, de transferencia, memoria preconsciente del proceso,
propuestas para la construcción de un paradigma historización, inte1·pretación, consb·ucc1ón, etc.). Su
contemporáneo: por el otro, de profundización de sus Ülllcionamiento óptimo es el de los «procesos tercia-
propios temas de mvestigación, donde se destacan rios», sobre los cuales se fundan la comprensión y la
las cuestiones complementarias de la destructividad creatividad del analista.
~el funcionamiento no neurótico (denomLDación que Para concluir estos apuntes introductorios. va mos
hende a reemplazru·la de «casos limiteS>•) y de la crea- a enfocarnos en el tema de la pulsión de muerte en el
tividad del trabajo psíquico del anahsta. Pensamiento de André Green. Como hemos visto, es-

16 17
le concibe la destructividad como un u dimensión esen- de muerte es desempC'ñar rlc La manera más extrema
cial del ps1quismo (y un problema central para el psi- posible una función dcsobjetalizante, por medio de la
coanálisis). Considera justificada la S8gunda teoría desligazón)).
pulsional de Frcud, que opone puls10nes de vida y de Es decir que el uulor de Las cadenas de Eros conci-
muerte, para dar cuenta de un más alla del prmc1pio be a la pulsión de muerte como fuerza de desinvesti·
de placer. Pero rechaza ciertos térmmos y su teonza- dura. y no como expulsión. ataque o agresión --que
ClÓn. La idea de una pulsión «de muerte>~. con su con- son avatru·es posibles pero sccundanos--. En su for-
cepción biologizante y teleológica. le parece inconsis- ma primordial. la desinvestidura afecta al proceso
tente. Por eso propone formulaciones y fundamenta- mismo de ligadura, y luego a sus componentes (re-
cienes alternativas.
presentaciones. objetos. h·amas. «vias colateraleS>>).
La investigación de André Green en torno a este En el limite, puede afectar los propios basamentos
tema es guiada por dos grandes mterrogantes: ¿Có- organizadores del ps1qu1smo: es el narcisismo de
mo opera la pulsión de muerte en el aparato psíqui- muerte (en cuanto desinvestimiento de la propia es-
co? ¿En qué deviene la teo1ia del narc1sismo con res- tructura y unidad narcis1sta primaria). Al desano-
pecto a los conceptos de la últuna teQría de las pulsio- llar esta visión, Green propone para el segundo dua-
nes? Podríamos decir, un tanto esquemáticamente, lismo pulsionnl freudiano una reformulación me-
que la primera pregunta será abordada mediante la diante el par conceptual función objetalizante y fun·
conceptualización del trabajo de lo negativo. Y quepa- ción desobjetalizante. De este modo, procura dar un
ra 1·esponder a 1a segunda se va a complejizar la teo- rol cenn·al al objeto en la dinámica misma del desen-
ría del narcisismo con la introducción del par «narci- cadenamiento y la operatoria de la pulsión de muer-
sismo de muerte/narcisismo de vida». te. La compulsión de repetición más allá del principio
En esta (<aventura de lo negativo» (parafraseando de placer comporta una desobJetalización. Es un cor-
el título de su libro sobre Henry James), constituye tocircuito del «investimiento significativo». condición
un hito la sintética ponenCla «Pulsión de muerte, nar- mínima del proceso representativo y de la función ob-
cisismo negativo. función dcsobjetalizante» (incluida jetalizante. Se trata de una concepción procesual,
en El trabajo de lo negativo). Vale la pena c1tarla y co- consustancial a la perspectiva que define recíproca-
mentarla: «Proponemos la hipótesis de que la mira mente v articula lo intrapsíquico y lo intersubjetiva.
esencial de las pulsiones de vida es asegw·ar una fun- La pw;ión de muerte no puede entenderse exclusiva-
ción objetalizante. Est{) no solamente s1gnifi.ca que su mente en términos pulsionales, y mucho menos si es-
papel es crear una relación con el objeto (interno y ex- tos arrastran el reduccionismo a un «automatismo
temo), sino que se revela capaz de transformar es- repetitivo)), o el biologismo mcoherente de una «ten-
tructuras en objeto (...). Dicho de otra manera( ...) dencia al retorno al estado inorgánico» (que propone
puede hacer advenir al rango de objeto algo que no tma causalidad biológ1cu para un proceso psíquico).
posee ninguna de las cualidades, de las propiedades Tampoco es posible en términos de relación de objeto
y de los atributos del objeto, a condición de que en el
(«envidia primaria)), <<sadismo>>, etc.). La compulsión
trabajo psíquico efectuado se mantenga una sola ca- de repetición mortífera (que debe distinguirse de la
racterística: la investidm·a significativa.( ...) en últi- repetición descante) corresponde al fracaso en el en-
ma instancia, lo objeta] izado es la investidura mis· tramado psiquisizante (u objetalizante) de la rela-
ma. (...) Del lado opuesto, el destgmo de la puL:nón CIÓn pulsión-oh)cto.

18
19
Por último, para esbozar el contexto de In etapa en sino la puesta en pcr!'<pcctiva, a la vez histórica y con-
que este nuevo libro surge, dcbemo::. recordar que el ceptual, de los princ1paJes aportes a su tema. Realiza
año 2000 marca un g¡ro, de profuncliznción, en el es- una suerte de puesto al día, en la que ubica sus pro-
tudio de la destructividad. Do~ importantes trabajos pios trabaJOS, como qu1en propone el marco teórico
se destacan. El primero abarca la segunda mitnd del para una investigación que Juzga imprescindible. Se
libro El tiempo fragmentado (2000), donde un atento trata por eso, antes que nada, de uu alegato en favor
estudio de la compulsión de repetición mortífera la de la relevancia y persiStencia del problema de la
define como un «asesinato del tiempo». destructividad, a la vez que de una reivindicación de
El otro es el artículo «La muerte en la vida>> (in- la potencia creativa del ps1coanáhsis para dar nue-
cluido en El pensamiento clínico). Después de esta- vas 1·espuestas. Por ello nos lanza una pregunta, nos
blecer un balance de su:s acuerdos y desacuerdos con interpela y nos convoca a comprometernos en una re-
Freud. se forro ulan una serie de teskó personales. An- flexión colectiva. que tenga raíces en la intimidad de
dré Green postula que la pulstón de muerte uo eXISte nuestra práctica y que apueste a renovar el horizonte
en un estado de actividad permanente. sino que se de nuestra disciplina.
instala a continuación de una serie de frustraciones,
vividas en silencio o en una ruidosa agitación. Ade-
más, aquella no tiene, con respecto a las pulsiones de
vida, ni una supremacía, ni una subordinación, ni
una irreversibilidad. Depende en gran medida de la
relación con el objeto, pues si una de las funciones de
este es contribuir a la intrincación de las pulsiones,
su fracaso puede provocar reacCiones de desintrinca-
ción que favorecen la expresión de las pulsiones de
destrucción. En el análisis, la pulstón de muerte
puede ver modificados sus efectos favorable o desfa-
vorablemente, pero es ilegítimo poner en la cuenta de
ella todos los fracasos del análisis. Como conclusión,
propone la denominación de «puls10nes de destruc-
ción», con una doble orientación, interna y extema,
para reemplazar la terminología freudiana y conser-
var el valor conceptual (y heurístico) de la problemá-
tica «demoniaca)), del más allá del principio de placer.
Espero que este somero repaso de las principales
ideas de nuestro autor sobre este lema permita vi-
sualizar el contexto en el que se mscribe el libro que
ellector tiene ahora en sus manos. DiJimos antes que
es representativo de la etapa tardía, marcada por el
giro del rul.o 2000, porque André Green no prioriza la
exposición ni la profundización de sus propias idv.1 .....

20 21
Acerca de la nueva edición

En marzo de 2007 aparecía la primera edición de


este libro, publicada por las Éditions du Panama en
la colección <1Cyclo>>. Más adelante, la editorial cerró
sus puertas. Agradecemos a las Éditions d'Ithaque
haber aceptado publicar esta segunda edición, au-
mentada con una bibliografia. La edición de 2007 in-
cluía ilustraciones que no ha sido posible reproducir.
También hubo que prescindir de los extractos de obras
como anexo. Queda, por consiguiente, reproducido en
esta segunda edición, de 2010, el texto íntegro de las
Éditions du Panam a, al que se le han hecho algunas co-
rrecciones.
Me siento particularmente satisfecho de que pro-
siga la difusión de este texto, que considero, con ra-
zón o sin ella, una de mis obras más importantes.

Mayo de 2010
ANDRÉGREEN

23
Advertencia 1

¿Podría ser que la muerle fuera la meta de una pul-


sión? Si datamos en 1920 la hipótesis de la pulsión de
muerte, parece tan extraila que las referencias al pa-
sado no permiten reconocerle muchos antecedentes
y, luego de esa fecha, apenas unos cuantos sucesores
más. Hay, empero, algunas excepciones: la notable
brecha abierta por Schopenhauer -sin duda, el .filó-
sofo más cercano a Freud, como este mismo admi-
tía- y, tras sus pasos, en lo que sería una ampliación
de esa brecha con el mero propósito de celTarla me-
jor, para devolvernos la esperanza de la que aquel
nos había privado, Nietzsche, que pretende ser el an-
tídoto más eficaz contra el pesimismo de la teoría
freudian a. La <<ridícula pulsión de muerte>>, afirmaba
Deleuze.
Para remontarnos más atrás en el pasado, si bien
el propio Freud mvoca el padrinazgo de Empédocles,
este antesocrático sigue muy aislado. Entre los mate-
rialistas de la Antigüedad, nadie acude en auxilio de
Freud. Por el lado de la filosofía, en consecuencia, la
cosecha es pobre y sus elaboraciones recientes confir-
man la tendencia.
Abandonemos, pues, toda esperanza por ese lado.
¿Se aducirá entonces la necesidad de replegarse en el
terreno prop1o de los psicoanalistas? Por desdicha,
tampoco esta solución parece viable, puesto que ellos
-y los mejores- o bien se han alineado entre los crí-

Agradezco a Lllza Gutticrcs-Green y Rélt~ne Boulais la pre-


1

paración del manuscrito.

25
ticos más feroce~ de la t~pulswn de muerle>>, o hicn reCl·o' que comprendía por primera vez. algo de los m-
terrogant.es planteados por esa pulswn Mas. para
han adoptado el concepto Slll apoyar su adhec.;ión en
ser::.
·incero, debo decll' que la:;
. .d
re::.puestas que pro-
un anáhsis argumentado, o. por último, han defor-
dré se apoyan tanto en nus 1 eas como en 1as re-
mado su significación con el objeto de simplificarla.
h0~iones de muchos de los autores posfreudianos que
sin que nos resulte de verdadera ayuda, no obstante,
para comprender de que se trata.
~uyeron en mi. Aun así. no tengo In ilus1ón ha- ue
ber llegado a la meta. sino únicamente de haber su-
¿Convocaremos como refuerzo a los hombres de
perado una etapa.
sentido común? No, a ellos menos que a nmguno, por-
que no hay nada más ajeno a dicho sentido que la
Croagnes. verano de 2006
comprensión de la Leoria psicoanalitica, muy espe-
Cialmente en lo que se refiere a la cuestión de la pul-
sión de muerte. Queda entonces la ilusión del apoyo
de aquellos a quienes no nos hemos atrevido a convo-
car a este debate en razón de un justo escephcismo:
los hombres «prendados de la lu,cidev>. En efecto: ca-
da uno concibe la lucidez a su manera y tacha de os-
curantistas las opiniones de los otl'Os.
Vivir con la idea de ser portador de una fuerza de
muerte dirigida esencialmente conh·a uno mismo no
es nada fácil de admitir. Menos, en todo caso. que la
idea de que todos somos asesinos, siempre prestos a
invocar la legítima defensa o la necesidad de sobrevi-
vir para acometer contra el prójimo.
Resignémonos: tan aleJados están sus postulados
y sus teoremas fundamentales del pensamiento co-
mún y corriente, que oJ pensamiento psicoanalítico
rechaza a quienes intentan asimilarlo desde afuera.
Sí con respecto a esta cuestión el poder de convicción
de las ideas suele chocar con el fracaso, <<el tiempo de
la reflexión» 2 puede serrir para nutrir tanto las pre-
guntas como las respuestas a la luz del pensamiento
consonante aquí con la e.'\.'J)eriencia.
Una palabra para termmar: adherí a las ideas de
Freud sobre la pulsión de muerte para proponer una
versión de esta un tanto diferente, y desde hace mu-
cho. Sin emba1·go. recién al escrihir esta obra me pa-

l! Dcnotrunación [Lt' Tf!n¡ps de la Bé[lexw11 1dt: uno revista


desaparcc1da, qu¡; d1.ngío J. -ll. Pontalli

26 27
1. Fundaciones
1.1. Hipótesis sobre la génesis
de la pulsjon de muerte

No Yacilcmos en cnfrcntru·nos a la metapsicología


más especulath·a de Freud. que a \'eces nos eriza por
parecer tan poco dispuesta a abandonar el cielo de
las ideas. al tiempo que legisla sobre problemas que
nos tocan muy profundamente en la práctica; por
ejemplo, cuando se eleva al examen de conceptos tan
generales y fundamentales como la vida y el amor, la
destructividad y la muerte.
En la teorización más tardía sobre estas cuestio-
nes, Freud, frenle al misterio de la compulsión de ~re­
petición, dejará a un lado su última hipótesis. La
compulsión de repetición y el más allá del principio
de placer suponen una explicación inesperada y no-
vedosa: la de la pu]sión como restauración de un es-
tado anterior. Empero, una hipótesis de tan vasta en-
vergadura debe juzgarse en función de sus resulta-
dos. Para convalidar una idea semejante es preciso
dotarla de una teoría de los comienzos que es su con-
dición previa. Ahora bien: en este punto. Freud se ve
en un apuro. Hasta entonces la pulsión servía de aval
a lo originario. sobre todo cuando su objetivo primiti-
vo era el placer, y cuando la teoría, a la vez que admi-
tía la existencia de conflictos pulsionales fundamen-
tales. sólo los concebía en eJ marco aún no definido de
las p ulsiones de vida, cuya calificaciÓn y definición
todavía estaban por nacer. No es legítimo. en conse-
cuencia, decir que las pLtlslones de vida ya existían;
es pTeciso, además, poner de relieve que nada de lo
que se alinearía del 1ado de la muerte preveía ni dis-
ponía de un soporte puls10ual que por el momento no
se había concebido. Nada podía. ni siquiera b..ipotéti-

31
camente, inscribirse tampoco en el m treo de las pul- úlÜllUl teoría de la~ pul~lmle'-' 11 unicamente para las
sienes de ,·ida porque estas enredan ~un de concep- .d as euunciudas l'll 1920. Rc~tnr:1 t'omprendc·r. no
to. Todas las marufestaciones relativas u la agresi- ~b:tante, t.le q u(• lllHnern In l'L'Vl"IÓn rle 191 1 alln nó el
vidad segumn formando parte de la~ \'lcisitut.les in- runino a la re,·olucl{m de l~l:.!U.
ternas de la libido sexual, tesis que ya Adler h nbía e~ Una originnlidad clt• l:t eonccpción de ('~fP ültimo
sostenido a su manera desde los orígenes del psico. año e::: la de ¡n·c,enmrse bajo un doble a~pecro, "lll·
a nálisis, y que Freud rech azaba, al meno::. bajo esa crÓlllCO y diacrónico. Por una parte. como =>ll::> concep-
forma. La muerte no era. en su mn. sino el agotannen- ciones anleriore!', propone una nueva im·1gen --inc.:ró-
to del potencial de la. vida y por lo la nto de la libido. niea do la constitución clel psiquismo Ese es lo que
como por lo dem ás siguen pensándolo no pocos ana- lleva a Frcud a :so::;tener que pulsión de' ida.~ pulsión
listas contempor áneos. de muerte coexisten desde e l nacimiento. Pero junto
La hipótesis de la pulsión de muer te trastrocó todo a ella. y sin duda por encima. la justificación de la
eso. Si el retorno al estado a nterior a la vida se con- pulsión de muerte debe asociarse a una perspecliva
vertía en la meta general de toda pulsión , quedaba {iloge11ética y por lo tanto diacrónica. que para ello no
por precisar de qué modo podía esta r constituido ese vacila en r emontarse, c:n teoría, n lo!'l orígen es nlÍs-
estado anterior último o pnmero. mos de la vida.
Como siempre en Fre ud, la Introducción de un En esta t'tlLima teor ía de las p ulsiou es. ese punto
nuevo concepto pone en cuestión el equilibrio del con- de vista no se expreRa de maner a aislada, con traria-
junto y exige una conceptua lización dis tinta de la mente a las afirmaciones anlenores. Tal es la sorpre-
prevaleciente has ta el momento. Ningún intento de sa con que habrían de toparse los lectores de JV[ás allá
comprender el alcance de la puh;iún de muerte puede del p rincipio de placer. L('jos estaban de sospechar
dispensarse de r eflexi onar con a te nción sobre el que el cucstionamiento del principio de placer estaría
agrupamiento opuesto, que vio nacer otr as Ideas en acompañado, esta "'ez, de una reflexión sobre los orí-
lugar de concepcion es anterior es hasta entonces es- genes de la \'ida para rendir cuenta de las di,·ersas
tablecidas con bastante solidez, a un cu a ndo agrega- organizaciones del psiquismo. Posición que se r econ-
dos tardíos pudieran modificar su stgnificación. Así cilia. a no dudar. con al~{uuas a.firm acion~s del ((Pro-
ocurre con la fase teórica que opone libido narcisista yecto de psicología» de 1895, pero que carecía de pre-
y libido objetal, que merece, a llll entender , la deno- cede ntes en la obra publicada. 1 Confieso h ab er me
minación de «segunda te01·ía de las pulsiones», con lo irritado con frecuencia por esa especulación de 1920.
cual se asignaría a los conceptos de 1920 el nombre sin decidirme a aceptarla como una suer te de ejerci-
de «tercera y última t eoría de las pulsiones)). Empero, cio lúdico, una divagación fantasiosa de la mente que
el destino decidió de otro modo y, así, en la etapa de desea concodcrsc a lgunn licencia imaginativa rlcn tro
1913-1914 no se quiso ver otra cosa que una peripe- de un pensamiento a menudo árido. Sin embargo. aun
cia que extravió el juicio de Freud, segú n la propia las especu laciones más atrevidas de Frcud. por no
confesión de este, quien se reprochó o la sazón h a ber decir las máR grotuitns, e~tón ncompañndnR de una
caído sin a dvertirlo, e incluso contra s u volunta d.
bajo la influencia de su cliscípulo, convertido a conti- 1 Se recm·dur;Í r1w r•l uf ruvectt1H l't•cJl-n fue publicadn lut:'gu dL•l
nuación en su adver sario (Carl G. Jung). La conven- descub J·imiculu Lanlro dul mnnlJ!lfTlto y, JlliD asi, pmmndo por
ción se resolvió a conservar la expresión «segunda y alto el hecho de •!lll Fn·nd 1111 t.:~>TIIhu dl: tll.lll'l-rlo t:nn ello.

32 ~3
Te1Jexi6n que lmce voh·r•r ni nu·¡J¡~I'1 :t Jll'Ohlcrnas Cjltr: . ' n que p
nede liherar!'c en mayor u menor medidn
. .. r::r .
dt:> una maneta u 11tl'u le resull:m lumilian~"- :.:JO '.uleaciún IJe:-;iutnw;ación-rcrntnucaCJunJ. '~)
Lo c:i&rw c.:: que la Jll r:;p~:ct iv:t SmCJ'(JlllC:J nu pier. de eS<luni.l cJc •...ll'g·tz{m
' ·
¡w~ihle, 11ero lo que FrcllCl
-
c¡me-
de del torio ~u" dun:l·ho .As t L.. t(•stunnnwn l.ts deno. pues
destac~
a¡· no e~ eso ' :::.mu m:Í!- hien
. t>) pa:;aJe progn.~-
1
minacione:-. :sinonim1ca ... que Freud prnpone co mo co. re ermilir:í relegar el sa<U;:.-mo a llll ugar sc-
rolario-: de -.u invención : pulsl(lnl'-.. de t 1da - pulsio. ·vo que
Sl .·
P Propone l~tüonct::> la lu· puh.!~l::.
· l 1 apm·t·a-
· · re
ndana. · d la ul · '
nes de muerte- pulsione-. de amor- pttl:-.ion~>!" de des. :ento del sadismo bajo la innucncla e P ston
trucción lo de agresión). toda::- la-. cuales pueden 5Ub. narcisisra:
sumirse en un par dl• cul'iÍcter más tcoru:o-dínico que
especulmivo: lignzc'tn-dc-..ligazón. E::.t<Í claro que cada · Nocab e~-uponcr l!UC e.:,, -..ad¡:;;mo es en verdad
· unaJ pul-

formulación ilifercntc puede implicar mmice:-.. que ··~.
swn ~
d-- nlucrte apartnua del ) o por el esfuerzo Y a
. . '1 al
m-
1
Freud e::.pecificu. E--ta co--tumhrc no es completa- de 11 libido narclSl~itl. de modo que so os en a
nuenc1a • . [ 8 · :-?JJ ,..
mente novedosa. En efecto: ¿cómo pretender que la luz en el obJeto?» (Freud, HJ20. png. 327 1 . pag. D- .
distinción libido mtTcisisrn/libido objeta! carece de re-
lación algtma con las ntt€\'1:) itlcns? ¡,Se habrá olvida- En ese tiempo ullerior :;e dcscubr~ el_ obje_tivo des-
do que Fnmcl, ante:::. de tcorizur el n.trci::.ism(), había tructor del ~adismo que aspira al amq~aDlle~to del
dcsignadc1. mu~· pronlo, las «neun>Sl!4 nnrcisistas>t. yo.
M a. s adelante. el sadismo se manifestara en el
do . ., d 1
que en la época englobaban n las p~ncoslS en general? influJo amoroso a travcs del deseo de nnnaclon e
A contmuación habría de reservar esa donominae1ón objeto. · t d
a la psicosis maníHco-depresiva, mieuu·a.c:; que las an- Observemos la retórica de Freud, qmen par e e
tiguas «neurosis nareiststus)) iban a llevar el nombre un fenómeno clínico conoc1do, aunque haya dado lu-
de «psicosiS)>, en mctcrizaJa::; oJO lo sucesn·o po.r la agre- gar a teonzacione::. vul'iada:s. ::.i no divergentes. Para
sividad que entrañan. postular la h1pótes1s de La asociación del sachs~o a la
La prueba de que las nuevas po:::.iciones se acom- puls1ón de muerte se apoya en las intrm.ca~10nes Y
pañan de un objetivo rcintcgrado1· pucdl: ilistinguirse desintrincaciones de }a pulsÍÓll SeA-ual, ccdestmo>) del
en medio de .sus especulaciones má~ abstractru; -co- componente sádico de la libido en su forma pei·versa
mo la vue1ta a la antigua problemática del sadismo. y su nueva meta. La de::.trucción, según la nueY~ pers-
que ocultaba mas ambigücdade" que las que Freud pectiva. Ahora bien: de hecho. esa meta es dictada
había supuesto en el pns.1do- No pcn::iamos tanto por la perspectiva diacrónica:_ el desarr?llo de la
enAdJer como en el camino interno del pensamiento hbido narcisista expulsa de la ps1que el sadismo de la
freudiano, dominado cu tUl primc1· momento por la pulsión sexual. La mqutetud por seguir los desarro-
mera libido, con inclusiÓn de la rcgrcSJ.óu sádico-anal llos de la libido s~1d ica no destructiva lle'·a a poner de
De allí en más. F1·eud se apresta a formular una nue- marufiesto los pnmeros efectos de la llamada «pul-
va dialéctica. que relaciona la muerte (destrucción, sión de ,idro>. que se pone al ::;emcio de la defensa del
sadismo) con la libido (narcisi~La en primer lugar y
luego ob]etal). En 19~0 so~uene (]liC' ::>icmprc ha re-
conocido un uomponente sádico do la pttlsión sexual. • Entt·e con:bl!te~ ... l . con~igna el munero tle \'olumen Y tk pú-
en loe: cuale~ PI JlHI'ajt: cit.tdn aparece eu SJgmun'l Freud,
De todas maneras, a hora con~JUll"l, m á~ allá d~ la
gin8
Duras completa.~. 2-J V11ls flla•nns Au·t>s: Amorrortu. HJ7~-10.'4fi.
posilnlidad de 4Ut! esta ge con!':-l1tuya comu pen·er- (N. del T.·1

34
.vu. J?e tn] nll•riCI :1 poder nurci¡;:J-=In,nll:'sforznrsP POr .
··izllClOUes
precedcut es tpubinucs ue auwcnusernl-
. - •:b·
el tn~nfo de la' uln. ~e cnn:--t~gr:• 011 s11" fn!'es inicia. :·óu y p ulsionc:-. .:,-~CXUH 1cs. 111He1o nan·¡~~;:ota .r ~ IC1c1
les a llllped~r f!lH! el yu se• lwndn en la destruce1ó l. el . al) ·onfunm.lwn con planh~•n nna ~.:oeXIsten-
1 obJeL se e . ~ •
ClrCUll~U:lnC~a (~Ul' h:il'IO llllJlO thfe Clldlt¡UÍ!::'r PStruc. .:r:cado •r lllll 1tUl(1Ol'"e Pll unn illLUicllln e1Illl·
•10 no UIWJ •
turacwn ~::-hJUlca . 8:-.tc prot·l!der anticipa el que so. " t 0·ri fuerte . En Hl~U. -..m deJa!' de .1poyar~c en
hrevenili·a en. 1H~5. c;uundo el.máli::.i. del mecanismo co· basamento
e ca l
e~tructura muy ~o
'lidu. 1a u• l nma
. Le<>·
de In negacwn conduce a una dobll' conclusión· e :.~ de las pulsiune!> aiiadl' una d1men."IÓn fu~dada ~u
primer
. lugar.
. la expulsión ul exterior de lo malo.• lno ~
ln fi.logénebi::>. que e::.tuha au~ente en lus onentacw-
aJeno. lu odiado, y , paralelamente. la constitución de nes ant.eriore::..
un yo-placer purificado. \ rumos 11 e~tuninar con mayor preci:.rón la:. dus
El na~ci~i:-omo cs. yor lo ranto. el primer \'encedor , ncepciones de la idea de pulsión de muerte: la dia-
del ~·~nfl1cto de la gt~wnt.omaquin !Jtds1óu de vida . co6nica "' la sincrónica. La primera. que goza del fa-
cr J • • • d .
pulsion de muerte en {m:or de las pu.lsiones de vida, vor de Freud. con::astc en rmagrnnr e que manera
Esta ~tnpa es la que plaulca la hipótesis de la contra- una ma ten a original (orgánica) no dotada de vida es
ofensn·a de lu puls1ón de muerte. que quiere anular movtd a por unn fuerza uctiva completamente irre-
el desequilihno introducido por la pulsión de vida. presentabl e. es decir, ~:1uy po~o apt~ pru:a lle\·~.r .la
En consecuencia, hemos pasado históricamente de denommación d e <Cpulswn de vtda». sm mas prccrsw-
un narcisismo cnncob1do a l comienzo según el modo nes. Lo importa n te es lo que sigue en e~ie aconteci-
~ortifero (las psicosis) a un narcisismo integrador de miento la t enstón surgtela entonces en la sustancia
v1da, lo cual da una jushfienc1ón a illl teoria de dos en vía:. de ((\'Halización» e!>tó bajo la amenaza de un
narcisismos, de v1da o de muerte. retorno que procurn voh cr a nivelar la. esto es, anu-
En suma. vemos que Freud intenta conciliar la lar esa tensión. n~;utralizarla. 2 para restaurar el es-
últuna ~eoria de las pulsmnes, que de alguna manera tado anterior de no-t.•tda, esto es. de no-tensión. Así
parece llllphcar la sunultaneidad y concomitanc1a de nace, según Freud, la primera pulsión. <da de regre-
estas, con un nuevo proceder. que trata de dilucidar sar a lo inanimadoll. Leamo:,;.: la primera pulsión no
la sucesión enh·e pulsioncs de muert~ (que quieren el puede ser más que una pul~ión de muerte. En I'esu-
ret~r~1o al :stado a n terior. antevital) y pulsiones de men la pulsión originaria es pulsión de muerte, con-
la ~I~o eronca (de aparición más reciente). donde el cepción que se apoya, recordémoslo. en una hipótesiS
narcl.Sl.Smo desempeña el papel fundamental en una filogenética.
etapa en la que se manifiesta el pnmer predominio Ln otra hipóte~is de base. no cronológica. propone
del Eros. Recordemos: el yo sólo puede constl-uirse so· una visión de simultaneidad: pulsione:; de muerte y
bre una concepcion del placer «purificado''· Freud no PUlsiones de Yida coexisten desde el comienzo. v sin
aclara de que. pero comprendemos que debe purifi· duda hay que agregar cccn el individuO>•. Diremo~ que
carse momenr:íneamcnte de la tcntac1ón de la des·
tructi\·idad y su aspii·ación a volvc1· a 1.1 no-\·ida. 2
En ese estadio, se compJ.'UPbn, por consiguiente, lo En la Standard Etlitirm o¡ 1111' Compl1•te Psyc:lwlogu:alll'urks
0
1 Sigmund Frcud, vol. 11-1, p'lg. 3H, tÜ. :•· «t'ltdl'IH our.•d lo 'Clllcel
neces1dad de formular qué c·s lo que está en primer rt ou.t>•. lo cual exige t1·nd 11\:tl'lo por «anular. l•lirumru, HE'Ulr th-
lugar Y lo quu \ icne a contJilllllCton, y\ er lle qué roa· ~n>, térm i noo que 1 nlw,;tro JIILCW :,<OII dife¡·cutes de unh.darll,
n~..ra puede cfectuéll'~e d p·1so de uno notro. Las teo· detniU!iado elípticu.

36 37
la primera visión e!'l especulativa, antehistórica lo en sus pliegues. para de\·elar así sus
prehistórica, y que la segunda es conceptual. funda.
0 úC oCú}
lo q d des v su muta finaL .
pl' '1 :os frar-;es. Freutl ~licc todo. e..;;o. Su pnme~a
da en el equilibrio de la teoría en la onl,Jgénesi:.: deja 101
la prehistoria a sus espcculacione::; y hace recaer todo En ·, . la insu1ici~nc1a de la nda en la materia
~ OlOClDl1 · •
el peso sobre la interprelnción de la clínica. tuu-, . no muv diferente. en el fondo. de las consl-
Freud prosigue a uentas: u8lllca. . • ':J L
or.,. . .. de la bioloaía contt•mporanea.• a segun-
d -ae1one::. t:o• •• •,
~rfoi·mulación suprim~ la_tcntac1o~ de volver aba::.
HHemos partido de In grun opo!=ición entre pulsmnes de
da ecto al dc~equililmo de la vula, cuando en 1.1
v1da) pulsiones de muerte. El propio am01· de objeto nos on resp h al · '
c. · no haY nada l.!quivolcnte que aga uston a
enseña una ~egunda polarulad d~ e::.ta clase, la que me. aenCla · d 1
dia entre amor (ternura) y odio (agresión)>> (Freud, 1920, como no sea lo que se da en llamar «reto:no e
pág. 327 {18. pág. 52]). ello. trofismo>• incluido no obstante en las penpecra.s
catas · 1
de la vida. Sm e mbm·go. hay nuevos conc:p~os que o
Freud construye hipotéticamente la articulación menciO · nan · 1 P ara terminar' la etapa_ clínicamente
. .
de esos dos órdenes de datos y desea hallar el vínculo Cep tible en la::. teorías sobre el narcLSlSmo perm1te
per . 1 ··
que permita pasar de uno a otro. La que prevalece pensa1·los orígenes del yo y su destino, en su re ac1on
aquí, e n consecuencia, sigue siendo la preocupación con el objeto.
diacrónica, au11 en la visión ontogenética.
Y en ese punto el narcisismo acude en su auxilio.
Hemos querido detallar los pensamienlos s ubyacen-
tes a ese desarrollo porque. según sabemos, Freud no
los da a conocer. Su aspiración es considerar el nar-
cisismo como primer vínculo entre pulsión de muerte
y pulsión de vida. Empero, si vemos las cosas con un
poco de perspectiva, la coherencia de Frcud es nota-
ble. Su proceder, pese a ello. está marcado por la obs-
tinación. En primer lugar, es talla vaguedad. que no
puede distinguirse nada (¿caos?). Vienen a continua-
ción las primeras investidums identificables (libido
unida al cuerpo de) sujeto, erotis mo corporal-tiem-
po ((auto»-- por unificación primaria, etc.). Después,
constitución de la etapa de la unillcación primaria:
narcisismo propiamente dicho. autocrotismo que se
3
opone a la desapa1·ic:ión de lo conquistado pero que no Cf. M.1chel Cru;se, «Le cosmos; conccptions el hyporheses», en
Morin (ed.), 1999, págs. 20-32, nsí como los contrihucrones de
puede resistii· al tiempo en cuanto tal. Le sucede una
Augusre Cou1mcyms («La len·e UUJtricc de lt~ vw>>: págs ..66-79),
intervención que procede a la investidura y la consti- Sébab1.ien Bu libar («Ln phys1quc ñ l'échelle humame». pags: ·17-
tución del objeto. El efecto de esa invcstidum consis- 50) y J ean·Mnrc Lé\y-Lt!bloncl (uPcut-on ~.:nsoigner la pbySiquc
te no sólo en hacer intervenir al objeto, sino en obli- modernt:'?ll, ptigc; 54·6) t!ll esa mismu obra
1
gar a la estructura psíquica o desplcgai·sc y mostrar Cf. las Lemin!'. d;:ol sulciclio cC'h1lur Je Jean Claude .\meJst.m,
inírn, púg. lHH

38
39
1.2. De la compulsión (coacción)l Jculo sup~rnblt·. Ne<·c·:-¡Jtnrú
'iiu duda varios años
ele repetición a ln r·<:>prod uccjc)n ~rD dsrs<> Ctll'nla t..le que e=>t.1 frenll' a aJ4!o mu) di~­
originaria :·nto de Jo (¡ue huhm pn•vi:;to l'n un prim•:r mumenro.
Quizá sc•a e:'a la raz,)n de lo" ~C'ls all•Hi que t.e conecde
autc:s de llcE!al' a In pc~11nistn conclu~ióL th. que ::>e
trata Ul" un efecto de In pulsu·m dl· muen •· ~e hay na-
da, pue:::.. de una idea prec:oncclnda o una 1 et1..:ión de
pnncipio.
El_ ~arcisismo es una piedra angular en 1 1 cons. Cabe pcnsm· que 1amh1én I'reud ::-e Luma el tiempo
~ruc~10n ~e la pulsió~ de muct·te. Desde Hll4. Freud nece:.ario para reflexionar sl)hre b cue:.tión. aunque
Jamas deJa ele_ mencmu:u·lo en lo::. problemas que se del examen de los texto::; publicadoE entre 1914 y
\'C :n Ja neccsldacl de uhordar. En ¡\fás allá del prin- 1920 no se de::. prende nada en ta] ::;enlido. Sm embar·
cz~zo de placer su papel c..- aün capital. pero taJ vez co- go, durantt:' e:se período asistimos u una remlroduc·
nnen~a ya a declinar. y en las elnbonciones futuras ción de la teoría en el nivel más elevado. con los tra·
estara cada vez menos presente. Entrt' '<Recordar. re- bajos sobre metapsicología de 1915, y a una recapitu-
petJ..r Y reelabot·~.,> y !\1ás allá del print ipw de placer lación de lo esencial, parn el lector no especializallo,
transcun-en v~u·1os anos. con las Conferencius de i 11 traducción al psicoanálisis.
Detengámonos. empero. un momento en «Recor- Hasta 1920 nadu onuncmra lu~ ideas de J.\1/ás allá del
dm-. · .>>: ¿,Sentiremos la tc>ntnción de acusar a Freud prwcipio de placer. A::.í pues, lo que lo incita a una
~e tergtversar los }~echos y uo encont 1·m·lo que bus-
7 nueva puesta en orden de los conceptos rectores es un
~a. Una 1ectm·a ma~ o menos atentad~ es:e arlicuJo avance debido a un esclarecimLnto totalmente im-
1m ahda.po_r completo In tentación. AJ cons1derar el previsto. En suma. un movimiento «narcisista» que
descubnm~ento de la l'epetlCión, en un principio, confiere uno nueva unidad a los elementos existentes
Freud no piensa de manera ulguua en la pulsión de de la teoría.
n:u~rte. DeYela !!'i.mplementP una forma de resisten- Me inclinaría a Olrihuir un papel importante a dos
Cia ~esperada. Está lejos de aprc::.urarse a sacar con- acomecimicntos. En primer lugar. la gran carnicería
cluswnes. Al final del articulo. lllO\'ido por una acti- de la Primera Guerra Mundial. fuente inagotable de
tud franc~ente optimista. le recomienda al analista meditaciones que dieron lugar a dos art1culos muy
. ~

obsen·ar bwu, estudiar esa forma de resistencia, to- tmeresantes de Freud,- pero donde bu:scariamos en
ma:·se -a la \'ez que ~e lo ofrece al analizan te-- todo ''ano una alusión a la pulsión de muerte. El segundo,
el tiempo necesario para •·eelaborar esta nueva cau- casi contemporáneo, concierne al pensamiento clini-
sa de estancamiento del análisis. Es e\·idente que co estremec1do a raíz del anñJisis del «Hombre de los
Freud. en un comienzo. no ve en ella más que un obs- Lobos>).
Los trabajos sobre mctapsicología ::;e cierran, ilsj-
nusmo, en 1915 con «Duelo\ melancolia)). cuyas hi-
1 La trad•tccion trndJt·ronnl es ''l:umpulsi•ín dl• repetición>~, pl.'ro
las CEtrt·:~~ WIIIJ1[,.¡,.s Jl Ft·<>ud pr d 1cn•u <<c·uaccltln [r.on 1rai ntej
rle rcpetu:mnu ..\mbas ~on rl~r. ndlhl! "'• UIIIH¡uc f'nillprtlsión tiene
~

-
11
01:' guerm V ITIUCI'll. 'l'l'tn ls tll ICLU ÚHJ.uln 1) <~La de5ilu:;ion
In \'enlaJa de dt!stnc:ru· ~u par"ll!l'sr: 'con /lllf.~,nn, en tanto (¡ue llt"'vocada por lu I!IIC J rn •. ,. IT1 •'NucstJ.·t:~ actitud hacia la muer·
Zu•tmg serialu la rclucuín n•n ]. 1 concnón. tt:m; véase Fa·.. ud 1l ~ 15)

40
41
p6tesis iniciales .qer:ín uhjc·to, en 1923. de una reiu. reflejaba una forma de reacción terapéutica ne-
terpretndón mús directamente ligarla a ln pulsión de qut~va. Fre ud habría pod.!do mtcn-ogarse. en ese mo-
muerte. Por otra parte. luego ele .Má:, allá del prin.ci. gal . d . 1
nto. sobre el papel que tema en ese cstino o que
pio de placer. Freud expre.,.ará cada vez con may0 l' b
' l nusmo elabo ra a por entonces como p uls.,
Dle
wn d e
frecuencia su conviccic>n de que l!] hombre lleva en su e erte, pero la suerte desvió los golpes destmados al
c::eno un componente de odio, unn inclinación a la agre. tna~iente v fue ~u mujer -la desdichada Therese.
sión y la desh-ucción y, por lo tanto. a la crueldad. pcerca de la cual Freud había estado tan gravemente
De tal modo, reflexión sohre ln cultm·a y reevalua. :quivocado-. q uien se ?io ~u~rte en forma ~previs­
c1ón de la clínica van a la par en el pensamiento de ta y sin s u::.c1tar la mas m1nnna observacwn sobre
Freud. y lo dejan cada vez mtís de::;conccrtado. Esas su~ vínculos con la patologia del analizante de aquel.
cuestiones exigen r espuestas tan radicales que da la Por otra pru'te, la redacción de !lfás allá delprincz-
impresión, desde el comienzo, de que teme afirmar. pw de placer es contemporánea de la de (<Lo ominoso11
las de manera demasiado terminante, como si ello pu. (1919), donde Frcud hace alusión a la pulsión de
diera acarrearle la animadversión de muchos de sus muerte por primera vez desde 1914. No cabe imagi-
discípulos. En un primer momento expresará sus nar dos escritos más distmtos que este último artícu-
pensamientos mininúzando su 1mportancm y atribu- lo, cuyo material proviene en abundancia de la len-
yéndoles la jerarquía de una preferencia personal gua y la hteratu1·a y se apoya vigorosamente en el
que nadie debería sentirse obligado u compartir, pa- narcisismo, y Más allá ... , que nos s umerge en el
ra encaminarse a continuación hacia la afirmación misterio de los orígenes de la vida y avanza a fuerza
de una certeza que nada pod.l'ia poner en duda. de especulaciones, pero donde no encontraremos más
Acaso para evitar el rechazo y la incomprensión. que una discreta alusión al narcisismo. Esas nuevas
Frcud se n egó a abrir los ojos con respecto al análisis ideas, que dan la impresiÓn de querer levantar mon-
del «Hombre de los Lobosn (entre 1910 y 1912; la pri- tañas, remover los océanos y estremecer el subsuelo
mera redacción se e.x-tiende de marzo a mayo de 1914) de las bases del psiqUismo, abandonan todo recurso a
Es indudable que el caso lo perturbó al extremo de nu- la noción de representación. hasta renunciar incluso
blarle el juicio. Tanto más cuanto que, centrado en la a darnos una imagen equivalente que la sustituya.
escena primordial y deseoso de imponerse a Jung, Más allá . .. testimorua en vano una desilusión acer-
probablemente subestimó el alcance de sus otros des- ca de la creenc1a en el placer como guia de la vida y de
cubrimientos que lo habían sorprendido. como si no la construcción del mundo psíquico. Rebekka deberá
pudiera dar crédito a sus oídos, obligado a negar lo sacarse el vestido una vez más,3 pero en esta ocasión
que el ruso. experto en compulsión de repetición, ha- Freud quiere i.r a lo esonctal, el mundo pulsional co·
bía podido enseñarle de novedoso. Posteriormente, mo tal, y no a los <<representantes» que nos permiten
Serguéi Pankejeff tuvo la oporturudad de proporcio· representárnoslo.
narles numerosos ejemplos de ello a los analistas que Podríamos contcntru·nos con señalar las actitudes
sucedieron a Freud, los cuales no se dieron cuenta e contradictorias o destacar las coincidencias. demos-
insistieron en l;:t inadvertencw hasta la muerte de s u
paciente. La particularidad de la estructura clínica 3
de este escapó mclu so a Frcud, quien desconocía que Alus10n al abandono de la teoda de la seducción bajo la fonnn
POpular y humorística ndoplatlrt pur Freud. uRebekka. quítate el
ilustraba una ,·ariedad de organización masoquista Vestido, has uejado de S<.!.l' una UUVI81) Cf Freud (1897)

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43
tralÍ\'as un.ts y otra:; de un \'erd;ulPro mule .. tnr du- • ...-la teoría de• Fr~ud, u a lo t¡uc e~ te m1:::.mo definirá.
r~tntL' e:,;o~ mios. LIJ que atna• sobre lodo nue ... tra ~-poco mós wll•lanle, c·omo el papel ele lo:; ub:;táculus
atención e~ la vo lunt ~lll r:Hhcnl de Frcud ele no ccmfor- la curación, cuaJH.Iu se puuga de relie\ e la inlluen-
marse l:On abo)'{lnr e::.os pn1blcm·•s en mve)e.; más 0 :ia dclet érea de la pubi(m de muerte. francamente
meno<: c:upedicJalc". J>Or mcd10 de un,\l·eformuladón consideradn apnrtt• y sl•ilalada como rcspon5nhlc'!
teórica parcial. ._,in duda. porque nin~..,runa <:olucilin de s~1 b cmos hasl a qué ¡muto lo~ m1alista~ !ie \·aldrán de
e~n indole lo sa tlsfacín. De hecho, ahura a::.pil·a a una hl idea ele que lo:-- cargo:; levantado:; contra la pubión
refundición que afecte los fundamentos deJa teoria. de muerte los redimen a hu 'll pl'c:c.io de :'ll=' errores y
única solución act!ptahle u <:u en tender, a medida que :;u~ limitncione::.. Pero. a mi JUicio. no logran demos-
pasa el tiempo. Sin embargo, e:ms ideas de tan vasta b'ill' en la práctica que tienen algo m ejor que ofrecer .
envergadura no parecen :;cr suficientes pura resolver Y es aquí, ~in duda donde tenemo~ que buscar el
los problemas de técnica con los que Fn~ud se enfren- enigma de la resistencia planteo do por el recurso a la
ta. Por ello. este prefiere. al parecer, desviarse y de- pulbíón de muerte, uno de los axiomas de la vida pul-
jar para más adelante. cuando se sienta capaz de ha- sional, según Freud. Lo que constituye a la vez su
cerlo, la modificación de la teoría en el nuevo sentido fuerza y su fragllidad es que ese pensamiento se pre-
que quiere imprimirle y, u la vez. n~spouder a los pro- tende. al mismo tiempo. plrvsis .v psykhe. aletlreia y
blemas de la clímca. Habt·á que esperar, e ntonces. origen, moutmiento y causa del movimiento, genera-
hasta 1923 y El yo y el ello pura tener una visión de dor y producto de la generación. y el hecho de que sólo
conjunto de la nueva rnetapsicología.. que desemboca puede entendérselo de ese modo. Demasiado visiona-
en la creacion de la SC!:,'Unda lóp1ca. rlo para los n1éd1cos y 1M .fisiólogos, demasiado impu-
La mención de la compui~1Ón de repetición en ceLo ro pam loH filosofas. a la vez carne y espíritu. yo y
ominoso» y su ausencia en el anáJisil:> del «Hombre de nous/nosotros. * Y lu necesidad de dar cabida a todas
los Lobos» sugieren. a mi entender. un doble señala- esas contradicciones pasa por su redescubrimiento a
miento. El primero es que Frcud no echa olvidado1> en h·avés de la escucha del paciente y la lectura de los
modo alguno ese descubrimiento. que reaparece en colegas.
un texto. El segundo es que la omisión del descubri- Se me dirá que demasiado es demasiado y que la
miento en una detallada reseña de casos parect: ::;u- era de los grandes sistemas está terminada. ¿Que no
poner cierta reticencia o darlo a conocer abiertamen- aceptamos conformru:nos con el Ser. el Lenguaje o la
te antes de incluirlo en un conjunto articulado. Este Relación? No podemos hacerlo porque mnguno de es-
será El yo y el ello. Tendrá que pasar algún tiempo tos térmmos quiere decir nada al margen de su rela-
más para que se asista a la consumación de sus ideas ClOn con los otro~. y tal vez también los que hemos
con ccEl problema económico del masoquü.mo», donde dejado escapar.
vemos a Freud resuelto a afu·mar s us hipótesis, sea En efecto: habría que destacar que Freud no agre-
cual fuere el precio n pagar. El año 192'1 será aquel ga a la serie de sjstemns existente uno más, sino que
en que coinctdan su rc::;olución de afirmar sus tdeas y crea otro a parlir de lo que los precedentes no poclian
los primems cueslumamientos profu11dos de la técni-
ca ps1coanalittca (Fcre nczi y Rank. 192 1). * «Nor11;>1 Pn el original prtolmhlc j uego de palahl'as e utl'"' eJ
En lo sucesivo queda abierto el debate· t..lo!': l'e"~ul­ t!nous» l.t intllÍg(.•m•i,l u mutor anmi•vilue lo:-. gri~go:;.. \ •<IIUII~•.
tados msatisfactorius del an:iJisis se deben a la 1écni- ~enosotro'l~> en tranct"•:1. (¡\ tlel !' l

44 -t5
englobar. A causa de los ohjeto~ <lefinido::; ptn· ~u ex. En efecto: ,,¡ pt~r-lulad!J ;d que Freud stempre _sl'
clusión mj:-.ma. Frellll Vlt n .q1rnpiur"l' de P!-ia~ JJre. tuvo fi.l.'l,) que no por c~o debe Lh~;.lr Ul! cucstuJ-
suntas oscuridade..; pam SO!::il ener un di . . c·urso que no Lll il:e. engloba implícitnmr>ute la u1uerrc en su di~-
se a:'emeja a tlin1n1n otro. J',;o. por lo t11nto, una posi. 1131 v lo di-..imuln en nombre de una paz del alma
curso . . el L . dd
ciún anti~i::.tem1itica -fncilismo al cual :;e niega-, ólo exi~fe comonnhl!lu pla 0:-Ct. el :mu::;tar e
que s . . 'd
sino un sistema que se interesa en aquello::. que los 1 por Willwlm Fhc::.s, frente a 1a cv1. ente re:>'l:-.-
FrcUt • . l I . •
demá~ dejan a un ladu. para terminar tarde o tem. t"ncia de c::.rc. tal' I..!Z obligo almnmtor e e }JSll.:uann-
prano en calleJnne:: --in salHla. Lo:- mismo::.. quizá, ·~ · a contentarse cou fúnnula"' menos
list:.' .
perrm·hado-
'1
que fueron para Freud portillo::. para acceder a la so- ras que la~ del«Proyccto de p::.tcologi.v'. a las que e
lución teórico-clinica quL• tamo le co::.tó cucontrm·. ermancció ~ilt•ncio::-amenle fid durante cerca ~e
Por eso, 11fás allá del principio de placer ::.e sitúa ~uarenta año' (ele 1 ... H5 a 1935). Por eso e~ neccsano
como un momento !~cundo del cual. a posteriori, ha- volver o ellas.
brá que comprender la compo::.ición. examinar e] cqtü- El HProyccto)) se inicia con hipotcsis que otorgan el
librio interno, buscar los ejes portadores -sin dejar primer lugar a la ideu de que lo~ procesos psíq~icos
de prestar atención o su combmación híbrida- y est..án cuantitativamente deternnnados. La cantidad
plantearse la cuesoón -<¡uc con::;tlhtye forzosamente Q(cantidad exterior) est.á ~~m:ti_da a las leyes gene-
parte de ese texto junto con la pulsión de muerte-- de rales d el movimiento. Un prmcrpwfundamentalcon-
los riesgos de un hundimwnto teórico. sin estar en c1erne u la acLividad de los constituyentes del psi-
condiciones de imaginar lo que pueda aspu·ar a reem- quismo. y, según palabras de Frcud.
plazarlo. fl.1á.s allá ... es una "Olución temporal, cuya
consumaCiÓn será El yo y el ello. situación en la cuaJ <<ese prmct¡no pl'omelHl mucha luz, pues parecía abarcat·
el p1-imero de estos textos es lu untedatado visto des- la función en ::;u conjunto. E::. el principio de la inercia
neuronal: enuncia que las nuuronns procuran aliviarse
de lo posdatado. El pensamiento sera aqui ,.;ntonces,
de ln caiuidatl. De ncuerdo con ello habra que compren-
un acicate para que descubramos cn~i siempre a pos-
der edificto v desarl'ollo. así como operaciones [de las neu-
teriori el sentido. la func10n, la necesidad de lo q1.1e él ronas]! (Fr~ud. 1895.¡uíg. 31611. pág. 310]).
ya ha planteado antes. Su «::.uperación actual» nos
hará retroceder hasra los !J.mJ.tec:: de un rea.li!;mo arti-
El proceso de descarga constituye la función pri-
ficialque, más que libcrm·oos. no:s mete en un atolla- maria del srstema neuro11al. Ese funcionamiento no
dero. porque se apoya en un queJo demasiado blando es, empero. compatible con las exigencias de la "-ida,
Este pensamiemo que profundiza avanzando o que en determinados casos demandan una t·etención
que avanza despejando. ¿carecerá de todo preceden- necesaria para él: hambre, respiracrón. sexualidad, por
te?~o. perola que nos asombra es que no agotaremos ejemplo.
esta cuestión interrogando los contenidos do lo que la
precede mmediatamente Lo hemos ''isto: casi nada «Por esto. el sistema ucneuronns est.á forzado a resignar
anuncia la pulsión de muerte. ;.En tomes? ¿Una espe- la originaria 1endencia a la inuun. es dec1r. al nivel cero.
culación sin origt!n? Ma-. b1en un hallazgo con oríge- Tiene que admitü· un acopio de Qn para ;.olvcntar las rl~­
nes olvidados pero que aparet.:en ahora baJo on·a luz. tnandas de la acción t.spc:ctflcnn (ibid .. páf!!. 317 libíd.,
para anunc1a1· una condustón a menudo retibida co- Pág. 341]).
mo inad.mis!ble.

46 -17
.De .tlli «el u{á11 d,• nwtllt'11t r al menos {u Q1j lo má - ·to csludt• di." tcnsi('in ante::- ele que esta pueda des-
ba{a po~Lh/c>; :-'H1 climin.1rln. 1 Tal ~eriÍ el eÍI:·CL de~ cler . ••
~ rgarse gn1cms n 1u HL'l'Im1 e:;pec
ifi -
ca que ob:os eJe-
prmctpw dt' consfundu, funcion secUIHlHI'ia impues- ~~tan. E!:' llamati\'o compr11har en nue~Lrus días In
ta pur l::t:- exigencia:; de In vida. a]ogía ~.:un las Hleas de C.emlJ Edelman.6 que con-
110
Idealmente. si c.sto fuem po . . ¡bh'. las <cucce~l(iadel'l trllPonc el ,:;¡stcma cld no-yo y el ~1stcma del yo (a los
Internas>; a.:spimrínn a una rle'-'e<H"ga complet:J análo- cunle:. ..:st:ín Li~aJu-.. lo::. valore:s). Aqui ~e plantea un
ga a la hutda en In función prinHn·i.t Empero, no !:iU- cuestiono mienl•• con~ id.eru hle: el po:stulado de identi-
~cde ~í. y el ide:d dt'Ot:'l'IÍ conformarse. a falta de una dad entre muerte y reposo. Y de qué manera aquello
mercta que couvienu al :;istema en incxcitahle. con que fue la ju::.l a ln. bqtteda
. del ::;egundo se can\'ierle en
una consmnc1a que evltnró los llll'Oll\'Cllienle!' de las g::;piración n la primera. ¿Se com·oca a la pulsión de
variaciones de gran amplitud.5 muerte para rcpo~ar. o bien para matar el ruido de la
Dicho en térmmo::; m{b familinres. la acLi\·idad vida?
neuronal está constituida por dos sistemas que obe- A continuación, tras el descubrimiento del psico-
decen a dos principios. EJ primero. ::.o metido a la fun- análisis, Frcud va a ma ntencr un lurgo debate sobre
ción primaria, tiene la capacülnd de descargarse por las relaciones entre el principio de constanc1a y el
entero. como lo subriere la actividad de la vida de 1·ela- principio de inercia. aunque sigue aferrado a la acti-
ción del sistema nervioso central E!'lta función entra VIdad que tlCmc por meta suprim1r la tensión rntcrna
en juego cada vez que la ncuvidad pstquica se enfren- producida por los stimuli. De allí, más adelante, el
ta a la necesidad de desembarazarse de lo que se da- resuTgimjonto del in torés a través do Barbara Low y
ba en llamar c<excünciones llOClCeptlVas>), que tiUpues- su principto de nirvana, que vuelve al tema del vieJO
tamente llevan al s1stema a un estado de inexcitabili- principia freudiano de inercia y aptmta. asimismo. a
~d que le procurnt•eposo.J\Ta::. otro sist~;:ma acompa- la aboliciúu de Loua lemHÚu. Et~lo y_uc Fr~::uu t·etoma-
na al precedente: el sistema que se llamaba ((autóno- rá en 1\tlás allá del prmctpw de placer. ahora llevando
mo;> (vegetativo) :r que no obedece al mismo principia exphcitamentc la abolición de las tcns10ncs hasta la
porque no tiene la prop1edad de descargarse por com- muerte, mienlra::. que la uruón de los procesos de VIda
pleto ~e las excitaciones displacentcra:-. Dado que la aumenta el nivel de ella::.. cuya síntesis tiene que
mayona de las veces dicho ::~istcma depende de otros cumplir (finaJ del capítulo Vl de ~Jás allá del princi-
para apaciguar la excitacJOn que Jo pone en estado de pio de placer). Queda a~í allanado el camino que pos-
di::>'placer, y puesto que la acción de esos otros no pue- tulará la existenc1a de las pulsiones de muerte, en
de ser inmediata. debe tolerar al menos durante al- 1920_ Sm embargo, para Freud, la pulsión de muerte
g~n he~po la tensión. aunque .sea de::~agradable. A es la primera pulsión, la que querría anular las ten-
difet·encla del anterior. esta regido pot· la función se- siones nac1das de la imroducción de la VIda enlama-
cundaria, que hace indtspt.nsable la tolerancia de teria inerte. La t'etlllión de dos células hgadas por «la
vida», e<~ decir, la reproducc1ón, sigue siendo el mode-
lo y tendrá por consecuencia la idea de pulsión de
: Cf. Freud !l~~t5¡, pág. 317 [l. ptí~r. 3111: lus ila"~tardillm; son
DllilS.

~os hemos dedlcllllll ya n u u cx.unen dcllllludn de In cue.«ttún


5
f; cr. Edclruan (1 mJ2 y :¿oU4), IU:d como Co/111/lt'TII la I/IDI!iil'l? de-
en Green (19t)3J, pngs 8.J-1J, JlliHIJI.! ul cual reruit imus nlle<.:tor l rc¡¡l ronsctt 11c·•· Ien realidad. el título ortgmal ili~ «imaglllu-
interesado. li,Jw,), de Edelman) l'onom {2000)

4
-HJ
vida. Ya que la scx~lllliclatlnCJ ltnst:t }lnl'a res1mnder a
:;us inwrrogantPs. • ,le )ll'"\'Cl" en CteCW, r 1r l q- ue e<:rc ser.Í
• •,. có-
· • 1 puc·~
¿Ql.uer .... . <l•1>s •vun ~nfrenlar·1o.? L a paz tan
En suma, la nece~Hlnd de lu l1gazón flrcvalece . ·uem os fll m ti • t- ' d . m le-
JllO est• -' ..H· l n. (,·vedi el rctornuu e que
:-;obre la húsqueda dd )Jlncer .:-;J ::o{' ..:omiuüa supo. . mente auquH lir o·"tn .
de nftrmar que bcmo~ e sa • •
ruendo que la pttl;;i<ín re:--tnhlece ltn cs&ado ant~:1ior,
costosa •
¿qué cabe }Jensar dd c~tndo nuis on~.rinano de L-1 ,-ida r ra ' .Y-1quten
.- •
pue
vcnecuores ' l JI· •J Di;:,lloncmos.
l e e d. • .
a de-'
duda .uguna.
. . verdad. ele una g1.11 .• ~ .. 1 l'e"en·a de racionalizaciOnes
que no ha -.ido amquilad,, por el retorno al e<:L:.1do de
eu d " poca u tt hdad. ,
ue son e m~~·
no-,ida? Freud se ha de:-;Jizudu de ]a noc1ón de repeti-
ción a un término considerado el¡uivalcnte: la repro- q La repeticlOn :,e
1d 1
~la :I
con\
. ·rido en rcpcticion de un
1 mero:; lwmpo:--
. en los origene" de
ducción. Como consecuencia. ;:,U reflexión lo lleva a Dlodelo. e e o::. pt , la reflexión deberá ocupar-
contemplar un fen()meno que no puede tener mngún la vida. De ahora en ma~. . . ·. l desligazón. con-
conesponcliente en lo ,~ida psh¡uicn del individuo. La de las relaciones de ln hgazon) a d la impo-
se . -11 v de la .. razones e
dimensión clínica queda abandonada en bcncficJO de Ptos meno::; chscull l e::... ~ N ha...- clínica ::;in
una especuhtción biológica sin sustrato alguno en lo ce . 1 ..· '1 la muerte. 1 o .J
S ible yueltn aLras l.lCl, " . l uía sin señala-
que llamarnos «v1da rnent.ll11. l!:lmito (Platón) tal vez . 1 . hay metaps1co o~.
DletapSlCO ogm no . . mpleto a la aprehen-
nos diga aquí más que la reflexión, porque se permite r:nienlo de 1~ que :scnpa pord~ocerca o de leJos se ase-
abordar lo que el pensnmJento fllosófico se veda tra- sión de la psicologl~; Ldio.e~ uet o tiene nada que decir
tar. ¿Hay que asoc1arlo al prejuicio de u na ficción elo- . 1 observacwn rec a n ., d
DlOJll a a •. arduo ue la observaciOn e
cuente, o es La racionnhdad u1isma La que oculta en aJ respecto. Nada mas q· · de 1a transfe-
sus pliegues los interdictos de pensamiento. porque . . . e la expenencia
esos pnnc1p10:>, porq u lini"co resiste
rencia, fundamen ~ seducción de lo obse¡·vable de
todavía no ha encontrado las herramientas intelec- t del pensanucnto e •
tuales para hablar conceptualmente de ello? ¡,Se tra- con dilicultades a a t t IVO que concebrrse. ante
tará de un caso particular de la figurabllidad (Botella hecho, olvidando que es o t . bl
y Botella, 2001 )? able \! obsen:a e.
todo, para ser pens - t las dos invenciones
¿Tenemos. no obstante. la certeza de que nuestra La sexualidad y la muer e sonl •di e sino Franr;ois
aspiración al reposo se lleve a tale~ extremos? Está de la especie. · No es· Ft·eltd qUien ° e · · naliuca
. . que la teona ps1coa
claro que desde sus orígenes e] ps1coamíhsb ha cono- Jacob. Enlonces. e pa~o 1 lidad al Eros (de
r es el de La sexua
tiene que u·anque.~
cido orientaciones semejantes. Y. a posteriori, ¿qué r.
d amor), y de 1a muerte a la
es, pues. la represión su1o eso?8 las pulswnes de "tda o e
Sin embargo, así como Hamlet se interroga. «lo pulsión de muerte. . . ~ al psicoanalistn es
sleep, perchance to dream)), du·emos con él; reprimir, Lo sabtamos: lo que le rntere-,a nsl'ste esa «psico>>
pero, ¿cómo hacer frente al retorno de lo l'eprimido? ].d d Pe ·o ·en que co
la psicosexua t a · r ' t.. . li t ? En olras pa-
. 1 b. t 0 del pstcoana s a. •
7 que des1gna e o )e . . 1· dad del biologo
Freud compan1 el nuto pl:1 timjco con lus Upanishads _v luego d , manera la sexua 1 .
lab1·as, ¿ e que , . , . ue la hacen psicosexuali-
con sus equivalentes bnhiMtút"Os. adoptn los cor~ctensttc..t::; q ? E anta a la
Cordclia Schmidt-Hellerau \'~ t•n lluklerJu (el río del úhidoJ
8
r1d d l1 m a na ¡ n cu
dad, es dectr, Rexua , ~ . u d· la-destinaba hasta
<-

la metáfo1·a lle la pul&io!l dL' ltllll'l'l~. No pncltulo:; suscribir cst~ _l.''()RllaÜ SJS na a e d
muerle, en e 1 P::; '-
,
hipótesis, que tiende, a rnws1ro Cl'lterit) ,¡ crem· una confusión F. d habm e-
l · mo problema. reu
entre t·epreswn y pulsión dt! dt·strucción. rr Schuúút-Hellernu aqu1 a plantear o Dl1!i . _, ello J)ero resultn
(2000) · 1 fiJ ~ 1fí ·1 se ocupm n ue · .
Jado que a o::sc • • . t . lo CJUC a su JUlClO 1e
que muu -'a de pnret:er ·v te nma

50
51
1.3. El a_n~lamiaje ocult abJe
perten:cL'. con lar speculnci!m d••lu pulsion de muer-
t:.Y Sl unu es uh~olutnmPilll' l'elraclano a 12lla. cuu.
d elnal'ClSl SJllO
v1enc somcrer a la rellexión lo •¡ue en la vidn C1111lpete
a la muerrc.
Entonces, y dado que hemos apo::-.tado JWr L'l mito
como ficción de lo q ue la rnz{¡n no ¡nwrlc pensar. ex.
h·rugamos del texto freudiano l'l mito que ,.a a m·u-
darnos a pensar lo impensable. ~in perjuicio de de.
:-armarlo a continuación t:on lu csper;mzn de ver m:t:-¡
claro en él. En una obra anterior, Narcisismo de vida, narci-
sismo de muerte. ~e ñahmos la singularidad del nar-
cisismo en la teoría Su lugnr varia de una idea no
teorizada a su plena teonzación en 1915, para desa-
parecer luego y no recoger más que algunas mencio-
ne$ imermitentes despué!' de 1920.
La explicación de este eclipse reside. sin duda, en
que la última teoría de las pulsiones, para Frcud. re-
latiVIzaba el intcres del concepto de narcisismo, sos-
pechoso de monismo pulsional. Con esa última t.eoría
pulsional e l duali~mo recupera todo su papel, y des-
pués de 1920 el narcisismo sólo aparecet·á de manera
oc.:asionul, sin que haya una designación explicita dol
lugar exacto que ocupa . lmphcitamente presente
desde los orígenes del psicoanálisis. se lo utiliza para
calificar ciertas formas de neurosis, sólo definidas
por su c.:ar:icter inanalizable debido a la cualidad m-
transferible de su libido, que se supone fija (estanca-
da) en el yo (las llamada:; (lJ1curo~is narcisistas>~). En
rigor. alcanzará su pleno de::.arrollo tras la exposi-
ción del caso Sclll'eber, y por un liempo será una he-
n-amienta teórica de primera importancia. La apari-
ción de la última lcoria de las pulsiones apenas pue-
de permitir la extensión de su estatus teórico, porque
esta teona 'uelve o recun-ll· con amplitud al dualis-
mo pulsional, al que Freud seguía muy apegado a
Pesar de haberse all!jado durante un tiempo de él.
Rabia pocas razones pura enmendar y conservar el
narc1sismo, porque el prop1o Fre ucl se acusaba preci-
samente de reflejar un punto de yif:;ta monü.ta. Y ello,

52 53
en el momenru de :::e}>nrarsc de .Jung. no pudía 8 . te de parcelación. Este aspecto l:staba implícito
h.acer que sobre la t t:oría se cerniera In ~nmbra detllo
080
oarcisbmo unificador de 1913. porque las e]abo-
1
s1d~nte qt~e h.abía tomado posición contra el p ..tpel d.J. en .~011 e~ de Freud destacaban ya su tendencia a la di-
c~s1vo ah·1bU1do por s u mtiguo maestro n la \&da P~~ r~ctóo (síndronH de influencia y delirio de vigil an-
' ' JSl ' ia.Ji.dad
s10nal. P or lo tanto. Frcucl :-;e v¡o ohhgado a t'lem •.. cltü. Lo que n? et:a .ma s que una pnt~~c se con-
, . 1 o.u. Ya
rtiría, a D1t JlllClO. en una tenta cwn permanente.
~ca renunciar a narcJSll->IDO, ya proponer un camb·
' ~ .. : e1 narciSISmo
. . pasa de ser
de estatus te{ rico. L a pnmllra solución -que fue ~ ve "
E 1 n]gunas tormas Clllllcas.
adoptada- no explica e] hecho de que Freud \'Olv:i ~enaza a con~tit uir:-e e n meta esencial tle una \'O·
de vez e n c~an_do a ~' 1 sm
. llevar mü:::. adelante el era al. :ación aniquiladora, que para diferenciarla mejor de
canee y la stgnificacJón du ~u papel en la nueva te la precedente hcmo:; llamado «nal'ClSISmo negatlVO))
. E
na. n cunnto a la segunda po!';icióu. no logró ningu.
~
.,. que es, a no dudar. una de la s formas más devas-
na forma de consenso. pues ni Grunberger ni Koh iadoras de la pulsión de muerte.
a pesar de apreciables avances. buscaron en verd~~ El n arctsismo. en consecuencia. se desdibuJa luego
reso;ver este ~r?blema. a saber: ¿qllé ocurre con la de 1920. Habíamos llegado a un punto en que nos pa-
teonr:. del na_rcunsmo en relac1ón con los conceptos de recía que el recurso al mito era lo único capaz de sa-
pulswn de vtda .)' Plllsión de muerte que la suceden? carnos del apuro. Ahora bien: ese mito ya lo teníamos
Fue por ello que en 1983 p1·opuse distinguir, den- a nuestra disposición; basl::~ba con extraerlo de las li-
tro de la teoría frcudiana tardía, un narcisismo de vi- neas de fuerza del texto. Nadie podía decir que la mi-
da, que se superpondría en general con el descnpto tolog]a clásica nos fallru·a. El mito de Sísifo era una
por Freud en 1914, y un narcisismo de m.u.erte. Mien- especie de ilustractón de la compulsjón de Tepetición,
tras que ~! pr:U~ero aspira a la unidad del yo y eje1·ce y eJ de Aristófanes en el Banquete do Platón, citado
una ~c1on ObJeializante, el segundo expresa la ten- por Freud en J.\t!ás allá del princtpio de placer, nos
dencia a llegar al grado cero de excitaciÓn. a] servicio proporcionaba un relato legendario muy próximo al
d~ un~ _!UnciÓn desobjetalizante, actividad bajo la do- pensamiento psicoanalítico 1·especto de la diferencia
mmaciOn de la pulsión de muerte. de los sexos en sus relaciones con los tipos de elección
Debe mencionarse un último argumento: ·la in- se>."UaJ.
t .. d (. Freu d se reconocía mitólogo («la doctnna de las
:e rvenCion e un narcisismo agente de unificación no
es un obstáculo para el acceso a un mconsciente re- pulsiones es nuestra mitología,,). pero era a la vez in·
primido que. por definición, cuestiona la unidad del ventor de mitos e inté1·pretc de su sentido. Cuando
yo que tiende a negarlo? Preferí la solución de un abordaba los contenidos más especulativos de sus
narcisismo de dos caras. a lo Jano. La primera razón teor ías y se veía incapaz de segurr hablando el len-
de ello reside en que esa soluc1ón no obstaculiza en guaje de la ctencia. al que consideraba, no obstante,
absoluto el principio teórico de un yo dividido, a un el único váhdo. se permitía una incursión fuera de
cu_ando una parte de este busque la unificación. y 1·e- est a última para tratar de transmitir aquello que se
IDlte en verdad a un ru1tagonismo V1da/no-vida, e in· mostraba ref.raciano a su expresiÓn a través del clis-
c.luso, de manei·a más radical, opone una forma tota- cuxso científico
lizadora y una forma parc~ladora. res ulLado de una
fragmentnción. El narcis1smo, en efecto, está conde- ((Dada la oscuriclml que hoy envuelve a la doctrina de las
nado, a causa de su fi·agi]idad, a In amenaza perma- PUlsiones. no haríamos bien desechando ocurrencia::> r.¡uc

54 55
no::. prometlt:rau C!it'lurceunwnto. Hemos parttflo de ¡
. ul~i ón del ~adt'lllll . .
onpnu_r ·io por. In libido
¡:rran upo;,ictón en! rP pull'ione de 'Hln y JHUstcmes d1\
..,a . ExP. .· ·istn: re:-~c
. 1uo ma::-o(l 11 j,.t·t JH'lillartO.
muet·te. El propio nmot d~ obie>to nu Pll"'eiin una segull~ . ' 1 1 ¡·-
nurcl::>
1 " \'ll
. n nn:l!"thtU
. . o
1 .
l.Je
•t. 1 v dc:-arrollo e e a I
tia polaridud dl· est¡_¡ cln.se. lu que media entw umor (ter. 4. R'l.l'.... • ..t -

nura) y odio (agresJón). ;S1 CtlllSlJ!ll iéramo::. poner en tejq.


ción recíprocn esta, do~ polaridade::., n•conducü· 1u una a
bido
a) ohj~tnl. l·. . "lnci6n del objeto (consu-
e~tadto orn .•uuqm •
la orra! D esdl.! :.iempl'e he;mos rí'mno,·ulo un componen[{:
roo); , . ·• n·tlid·ld?)·
sádico t>n la puls1ón sexunl: .,egún sabemo:,. puede volver. b) ~eparación (si~l preci"'lon_.t <..~· ~lumin~c,ión del
se autónomo .r gubcrnat, un cnlidad de pt>rverSJón. la as. e) estadio tlel JJrtmorln geru a . l

objet.o ~cxual:
piración sexual ínregra de la fl ci'I'Onn. ( . ..) A11ora bien:
. · 1 mino a se-
¿cómo podríamos derh·ar del Eros consen·ador de la vida " . ...- ta. mclica e ca
d) expu 1:,l·o·n n·•¡·ci::>i
]a puls1ón sádica, que apunta o dañar el objeto? ¿No cabe
guir hacia el obJe.t~. Y 'da uls" · de muer-
suponer que ese sadismo e.s, en VCI'dad una pulsión de . • PuJSlO11 de \'1
e) inlrincac10n . -p !":lOD
muerte apartada del yo POI' el esfuerzo' la tnfluencia de
la libido narciststa, de modo que sale a In luz sólo en el ob- te. liados de la wtrmcacwn,
Ul Las resu . . · · ambivalencia
jeto'? Después entra al set...·tcio de la función sexual; en el amor-ocb.o.
estadio ue orgamzación OJ'O.I de ia libido, ol npoderanúen-
to aJllOl'Oso comcide todnvía con la aniqLúlación tlel obje- fi ·as del mito que reúne a
to; más tarde, la puls10n sadica :;e soparn ) cobra a la pos- Sobre lo base de estas Igtu F. ud describe combi-
. t· ._ v los opone, I e ' . .
tre, en la etapa del prtmado genital regido por el fin de la los protagoms •k , d de muerte narClSlSta
reproducción, la función de tlomtnaJ' al objeto sexual en la naciones de pulsiones de Vl ndo mas por un momen-
. .. N 1 • detc;n re
medirla en que lo extge la ejecución cll'l acto genésico. Y \'de objetalizac10n. o:; F d · 'Cómo puede el
t hecha por 'reu · (,
aun podría decirse que e l sadismo t•sforzado a salir del yo ;
to. Es la pregun °
. . 'Imentc venced or de la muerte, resiS- .
.
ha enseñado el camino a los componentes hl.lldlnosos de Eros. proVJ::.on. b . . t del retorno antenor.
la puJsión sexual que en pos de él se ~sfuerzan en dar ca- tir al mo\'imicnto su Engutcln e. lugar a la com·
za al objeto. Donde el saJismo originario no ha experimen· - 1 b' to devo vena su
que al danar e o Je la construcción freu-
tado ningún atempcrarule nto ni fusJón, (}ueda estableCI· puJsión de morir? Seña lemo::. que e uerle a men os
da la conoc1da ambi,·alencia amor·odio de 1n vida amo- diana obliga al retorno al estado de m 1 Er~s re~iste
rosa>> (Freud, 1920, págs. 327-8 (lo, págs. 52-3j). . . ~ t'empo en que e ~
que tmagmcmo!:.' u~ uila
1
. ., , la ten tativa de res-
.. d "U Ulllll ClOfi. .tl
oporuen ose a · te FI·eud opone una
;Impresionante acrobacia conceptual! Detallemos: tauración de lns fuerzas de muAlcr · b;.,. a los asal-
. · 1 d 15 · 1·va sucum ....
contraofenstva vlta_ _ec . 'j f erzas qu e qui eren
I. Los poslulados: pLtlswnus dt· \'Ída .r de mue1te; libi- tos del sadismo ongmano; .35 u uista se baten en
do n ru'cisista, libido obJeta!; los estadios de e~ta úl- despojar a la vida de ::;u ii·agil cvilo.n_~ 'o'n ele la libido
tima y sus metas. t de lamo tzac1
retirada baJO e1 ClCC 0
t.'.
e ru'ega a desa-
II. Los principales mol'imientos: . t nerse v s
narc1s1sta que quiere man e. ,_. c"osa que una astu-
l. Sadismo originario (no intl'incadu); ptLlsión de )
Pru:ecel· . s e p11C'( e nOvl:'r aqu1 e
01.1a
al . . e m pero, Sl·
muerte. . d " 1 . de un m· Llaneo,
C!a de Freu para s,l ll a· viert.c
2. Investichn·a clel yo pur la:-; pulsinnes de vida: se refic:wma sobre e 1c~mJun · l ~ deld'pasaJe. se Ll1
·mo originario se
narcisismo prinuu·io (in\'CstJdurn _v no puls ión). en tonces 4 ue e u C!'lta eptKU t;. sn . 1::. F d no ha he-
adelanta al masoqu!SlllO • m•1 m
~·nano · •reu

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57
cho suya todm·ia ln idea tlt• qtw ln ug-re~iYidad s6lo es snlida trasera. pi::~otcando tocio lo que se les aparecía
el resultado de la part(• pruyednda de la pul:<1riu de por delante Y cnmmando ~obre los cuerpos de los se-
muerte. Lol:i fragment ns no proyectado!- y rett.midos res roás queridos que los acompañaban. No cabe du-
en el yo con.. . tiruyen ln e:-etwi:d d~ esta JHLbión, ex- da alguna de que ese p:ínico los hacia perder 1'l con-
presada bajo la forma dclmn~04LLÍ:-mo. el cual estará ciencia de SU'" reacc10m.s. que de otro modo habrían
más adelante en el origen dd trabajo endógeno de la :.ido morigeradas por el deseo de proteger a los suyos.
muerte. De acuerdo. pero lo cierto es que el deseo de sal\'ar la
En lo concerniente al sadismo originario. Freud \-ida los llevaba a de5conocer que se convertían en
considera que :e-u mime::.; el perjuicio del objeto Que- ,·erdugos involuntanos de sus propios lujos.
dan así reunidos por primera ve7 ¡mlsión de destruc- He aquí una contradicción en apariencia insolu-
ción y objeto. Creo, no obstante. que 51 Freud debe ble, pero indispensable si se recuerda que la natura-
hace~ interYenir aquí In lihido nnrctslSLa. es porque leza narc1s1Sta de la libido es su responsable cuando
el obJeto - y por lo tanto la libido ob)etal- no resulta queda privada del complemento de la libido de objeto.
aún Identificable como tal. Sólo lo es bajo una forma Lo cual está en plena conformidad con las ideas de
pulsional que se pretende illdcstructible. La destruc- Freud acerca de las estructuras narcisistas: autár·
tividad se manifiesta. ante toElo. contra lo que ha lo- quicas y debido a ello debilitadas por la ausencia de
grado organizarse: la l ibido narcisisLu, que algunos libido objeta}, que sólo entra en juego en un segun do
llamarían hoy «se![». A fu1 de cuentas, si Freud lapo- tiempo. Esa libido, fundadora de la organización del
ne en el centro de su atención es porque sólo olla yo, se muestra particularmente frágil en caso de pér-
exhibe un esbozo de orgamzación. La libido objetal. a dida libiclinal Pensemos en la nem·osis naTcisista
la vez que permanece en condlc1ón de objetivo, no por excelencia: la melancolía.
puede todada ni bosquejar lo forma del objeto. :nl de- La inveshdura casi exclusiva es. entonces, la del
fender su autonomia, ru dcfu11r su modo de funciona- <tcomplemento libidinal de las pulsiones de autocon-
., 1p
miento. En otras palabras. Freud postula aquí una servac1on,,. ara asegurar la supenrivencia de la
sucesión ontogenélica entre libido narcisista y libido puls1ón de vida, la resistencia se organiza en torno a
objeta!. La pnmera es más antig-ua que la segunda. ese ~omplemcnto lib1dinal. En síntesis, la lucha por
El narcis~smo aparece como el núcleo más medular la ~Ida se sostiene sobre el narcisismo que es amor y
de las pulsiones de nda, como e l eje portador de todo urudad de sí, salido, por su pru·te, de un basamento
el edificio futuro del yo. el único. en la época, que pue- de] autoerotismo que mant1ene sus adquisiciones in-
de ejercer una resistencia orgaruzada contra las pul- tentando ((perseverar en su ser». 2
Slones de mue1te, pese a lo cual hay que ufumar que Consecuencia: aquella investidura podrá dar lu-
ese núcleo cenh·al también es vulnet·ahle. gar al compromiso de un cuerpo (narcisista) en lucha
Una confirmación siruestra de esta idea: antes de contra las pulsiones de muerte amenazantes. Podría
que los nazis concibiernn lo::. en mpos de exterminio. ser eso lo que está en la base de las estructuras psico-
habían comenzado, empero, el p1·occso de aniquila-
ción de los judíos medwnte procedimientos (<artesa· 1
Defitmc10u
· • que dn Frcuu dt!l nurcisiSm<'
nales>>. Así. loo subínn a bordo de <:amwnes y los ma· 2
A niioy se ins1st1Tla en el papel del obJeto en esa b:an.sfonnación.
taban con gas. Cuando sentían amenazada. su v1da, lll ~estro entundcr, un nrgLunemo dt esas caracterisllcas no
los judíos. presa~ del pánico. ::.e precipitaban hacia la odifica en nada In com;trucCJOII frcudtana.

58 59
somát1cus. 1'odopnd(•J'(t!'O \ \ ulrll!l'Hble mncisislll . del vo, que quiere a:;egurar el manlemmicnto
es lado de un cuerp1t ltns1uíu rl'fugi.. dunJe se inst~ dur~ 08 c~ntrn ln fuerza •tm:! quPlTÍa ~te \'Ul'lta atrás.
la "_ld_a jJero que padece. n_o o b.. t<mtc, una carencia de del rl·l 110 .,-idn. 'uandn ~!:'la batalla haYa tennina·
la li~H~o ohJ~·tnl que J1~Hlna consolidar :su factura. El }J¡lC~ ll bido objet.al podrá dc:::.anollar su .ciclü: oral y
prodigiO:so h10rnbn e:-ta cn~tormado y parece no tener do. gerutal. Aquí. un <~oh·iJoll d(' Frcud, que se sai-
fallas, aunque. st llega a llsurarsc, la e~tructura ps· Jucao . .
- 13 fase anal, cuando lue el pnmero en dc:stacar
. d
tea e-otreebas r('lac.:iunc~ con el !'ad.ismo ue~de el (<Rom-

q_u1ca_ :se re uc_e a no m:í:-l 'luc una fachada, una apa.
nenc1a que deJa tmsluc1r su frngihrlad. bsu::."de - la.b Ratas». 'l'a 1 vez 11aya s1"d o porque nü ::.upo
Freud Uega a una conclu:siún radical: la necesidad r~.: que en ello tenía el eslabón perdido entre la libido
de admitir que el único verdadero amor es el amor d \'~~isista y la libido ohjl?tal exteriorizada en el ailies-
.
obJeto. El amor d e :-!t· por s1· mtsmo l.!n el narcisismo noe ~rniento esfintcrinno. que debe renunciar al influjo
es más .que el rE:fugio qtw puede, por cierto, asegllrar. ambr valentc ~obre el objeto. 3 Y tampoco dice nada de
le al yo un socorro prod~orio. parcial y temporuno. la fase fálica.
Pero. justament¡,;, solo es una filchadn. La esu·uctUl'll Lo que importa. o despecho de ese escotoma. es el
psíquica conoce el peligro de la ilusión y, pese a ello, papel que Freud hace cumplir al narcisismo: el de un
desde otl'o pw1to de nsla. la ilusión le es necesana andtunJoje de sosLén conlra los asaltos de ln. pulsión
para ayudarla a sostenerse e n un ruvcl de actividad de muerte. y del cual ya no se tratará en lo sut:es1vo,
suficiente y alimentar la autoestima. Yo narcisista habida cuenta de que pulsioncs de vida y pulsiones
purificado, pero también yo muy uulJLerabLe. de muerte se reparten el campo de batalla.
Narcisismo, puesla en JUego del amor de sí en caso Lo que Frcnd pone de relieve por vez primera es el
de amenaza mortal NarcJsJsmo soporte de la iluSJón: estrecho lazo entre puJsión de vida (o de amm'), con-
narcisismo que sostiene el ideal ud yo. Libido narci- servación del yo y del olljeto y, por último, los avata-
sista o primaria antiohjctal y anteobjetal. res de las im·estidUias objctales. que tienen como
Palabras obligadas de escenas entre amanres trasfondo la gran preocupación por la salvaguardia
«¡No me amas. ~ólo te amas a ti miFmo(a)!''· Re::.-pues- del objet{), a través de las peripecias que esle experi-
ta: «Pareces amar. pero sólo para que te de"'llelvnn lo menta a lo largo del tiempo
que no haces más que prestar. No amas ~ino para ser Comprendemos, entonces. la deriva posfreud.iana
amado(a)1>. Algunos autore::. (Lacan) han sostenido que parece interesarse únicamente en La relación oh·
que el fundamento del amor sólo podna ser narcisis· jeta!, cuando. a decir verdad, lo que está en vista, en
ta Tampoco sorprende que invoquen la 1mposibili· cuanto manifestac1ón de las puls10nes de vida y de
dad de ir más all;i del odio (odioennmm·annento). a_mor, e:; la sulva&ruardw del objeto a cualquier pre-
Si se prof~diza la discusión en cualqwer direc· Cio. Y, a fin de cuentas, lo que debe salvarse a toda
ción, se llega al fondo cuando se ad\-ierte que las ~sta es _el amor de ob)elo, mediante la supremacía de
limitaciones narcisistas del amor de objeto son soli· ts v
PulsLones de 1.11da de amor. Vale la pena señalar-
darías del odiu. Una solu soJucion p.tra quien no eo
0
~ 'lo hay el más 11wtimo recurso a la psicología, a las
mist1co: intrincar. uservaciones de lu relarwn madre-hijo, a los enfo·
El narcisismo rechaza la muerte, desaloja, persi· q es euolultuos Se Lrat,l realmente de metapsicolo-
gue y hosliga la pulstón dL' muerte !>aliJa a la con·
quista de esa primera formn de ocupación ~ele iuvesti· a Cf. Andri! Grtt·n, ,,L'an:.JHé primaireu, en Gr~en (2U02)

60 61
gía o, meJOr, de una nuc,·a mela psicología. D • tal m 0 . orndo cuand(l ~ ~ llllerno y ohietn de repubjón
do. parn di::>tinguir1n llc ln ll u 1915. propongfJ darle el ores do .se ]ogm e xpulsarlo. ¡,Cé1mtJ pudo Freud oh-1-
nombre de I<Últimn nu~ tnp:-;icología)), por :.nalogia con conn r· u en cnn Hl componente
·lo así como " 1 cst:Hl 10 .l:t
la «última teoría de la!'> pul !'ion e:-;>~. d tli • .
·es1vo donunantc.
'}
En consecuencia, L!"' 11 l!"'C nnreif:JSlllll como upun. agiLlega luegu a] c::,twliu dt•l primado genit1l. que in-
talamiento. en efecto, al que debemus pre~tar aten. n1bc directam ente al OhJL' lo. En él. la ngresiüdad
ción. e\itnndo do~ e-rrores. El pnmero reside en ne. cu dete<.:ta a trm·é:- del de::eo Lle imperio sobTe el nbje-
gru· su eXiStencia en beneficio de una relaci<ln dl, obje. se
to primera e inmediata: el :-.eJ.,>"l.tndo. en hacerle de. to sexual, un impcn .
o a \'et·c-.. má::.- ::.-imhólico que real.
. l 11 " dl .
fin de dar t e~ltmonw ,~ a supremacm e ,·aron.
sempeñm un papel qul.' nus dispense de \'e1· que la úl. nFreud se lmuu t!ntoncc~ n pro1ongar .::u especul:acwn .•
tima teoría de las pul::-ione ... permite nhora desarmar anterior. La dirección tomada pur las pulsiones de \'Í-
los andamiajes p.m.l observar los cambios que pue. da no hace sino seguü la indicación del narcisismo.
den ad!vmarse a traves de las transformaciones obje. que ha expulsado del yo laF pulswnes destructivas.
tales. Tampoco hay que creer que c:;tá todo dicno. En lo ::;uce::,ivo. son la bú:squeda y las investiduras del
Fr eud tiene aún que dar retoques a los grandes con- objeto las que muestran el camino a la libido objetal.
ceptos que permiten las' is10oes de conjunto, mitoló- El vo ya no es el centro de interés prioritru·io para
gicas. que propon e, a fi11 de integrarlas a la toaría. po~er en jaque a la muorte. Ocupn ese lugar el objeto,
Cu ando Freud p rosigue con su elaboraciÓn , sólo atmque teñido de ambivalencia. Observación capital:
quedan cara a cara las pt1lsioncs de vida y de muerte. el amor de objeto se corwierte en la mira más funda -
El nar cisismo de ahora en más fundido en las pulsio- mental. Una ve:t. garantizada la supcn·ivencia del yo
nes de vida ha desaparecido de la escena. Frcud pro- y establecidos sus fundamentos, el amor de objeto es
cede entonces a u n notnhlP apr?>.~-roup tPórico. Si bien ~I objetivo de: IMs pulsione:s de vida, p.l·obablemente
no aporta ninguna idea n ueva. reinterpreta las que porque la mira de la libido. h fusion con otro objeto,
ha sostenido con a nterioridad. es lo que mejor expresa la Yocación de las pulsiones
Al estadio oral asoc1a la aniquilación del obJeto. de vida Y también, sin duda. porque las aniquilacio-
Esta destrucción total no implica una agresividad nes ob)etales.) el mtcrcambio entre el yo y el objeto
particular. Es la consecuencia del consumo del ob· dan un sentido a la evolución libidinal Las pulsiones
jeto, punto de \'ista ya defendido por Ferencz1 an- de vida ya no dependen solamente de una meta pul-
tes de que el propio Freud lo adopte. La separación sional: se encuenlran bajo la dependencia de una re·
que sigue me pa1·ece una consecuencia de la distin· lación con el otro como ot1·o y como complemento de
ción progresiva entre lib1do narciSlsla y objetal. como objeto. Subsisten, empero. las dos fuerzas enfrenta-
nos l o mu estra la analidad. Freud no hace alusión a das, en \-lrtud dd manterumiento de la ambi"·alen-
ella. No se puede sino pensar en la analidad con el cta. Freud jamás pos ruló un más alla de esta o, mejor
surgimiento de los conflictos entre expulsión y reten· dicho, un más allá de las pulszones de vida y de muer-
ción,la apariCión climcamenle venCicable de las re la· te. Tanto peor para los 1deahstas.
ciones entre la agresividad de la sexualidad infantil
(estadio sádico-anal) y lu dt:!spuses1ón de lns heces.
don de estas a la madre durante el adiestramiento es·
fintcriano. Más aún: el objeto anaJ es preciosamente

62 63
1.4. La falsa simet rin
del sadon1asoquismo

...te modo, el ma puo:mo "e nos aparee•• baJo la luz


.vee::gran peligro. lo cu ti nn oeurrc en ahsoluto con ~u
de un nnrte el sndi mOH rfreud 1921, pág 11 fl9. ptÍ~
S. l\1 : esta ... <lof: inic1alc~ se han convertido en lt eontt11r t

Sigla que hoy <lesitma al :;adomasoquismo. Hay qllt I65D·


remontar~e mucho en la obm <le Freu<l para encont En otra.., palabra", el. sadismo mata nJ_ otro pero el
los rastros de esce acoplamiento de un par contras oqui.smo mata al .:.UJeto. Por esn se reitera la afir-
do. La asociación existe desde los Tres ensayos de t J:PB:ión de quo eJ principio de pla.cer es el custodio de
ría se.tllal: · uegtra vida. y no so'lo de Jmestro ps1qulSillo.
ID& . . F'.reud
~rminu con unn idea antigua que identificaba el dis-
«Sadismo) masoqmsmo ocupan unn posición partio placer con un estado de tensión y el placer con la dis-
entre lns porvers10nes, pues la oposlctón entre actw1d tensión. De ahora en más. el calificativo vuelve por
y pasividad que está en su base perlenece a los cru·acte su:; fu eros: hay tensiOnes placenteras y distensiones
universales de In \'ldn l:lex.ua ln (l"reud, 1905 [7, pág. l ·!4D displacenteras. Frcud define entonces (1 bzd., pág. 13
[ibid., pág. 167]) la func10n de los Lres princ1p10s: nir-
Sin embargo, en In edJCJÓn de 1924, Freud agre vana, asociado n la mu~rtc; placer, a la reivindica-
una nota (ibLd .. pág. 70, not 1 1 [iúid .. pág. 144, no CIÓn de la hbido. y realidad. al mundo e:,:terior. •tEn
28]) que pone fin a esa falsa simetría. al aclarar qua verdad, ninb'1ll10 de estos tr~s principios es destituido
concibe ahora la existencia de tm masoqUISmo pn por los otros>•. Dejaremog a un lado el desarrollo don-
mario erógeno: «Por reversión hacia la persona pro-- de Freud expone lo~ ejemplo:- del masoquismo pre-
pia del sad.tsmo que no encuentra aplicación en la \'r suntamente femenino, y tampoco nos ocuparemos de
da. nace un masoquismo secu11dario que ,;ene a aña- los detnlles de la::. formas del ma::.oqullimo originario,
dirse al primario)) femenino, moral. En u El problema económico del ma-
Se ve entonces que el par de opuestos sadismo-ma· soquismo)). Frcucl repite y precisa su pen..<:amiento:
soq uismo ya no es concebible bajo esa forma. Antes
de este agregado, Jos trabajos de metapsicología de .,Después que tiU parte princtpal fue trasladada afuera,
1915 retoman el acoplamiento de 1905. La últi.roA sobre los objeto,, en el intermr permanece, romo su resi-
teoría de lac:: pulsiones (1920) considera por sepa.rndo duo, el genuino mnsoquismo Prógcno. que por una parte
el sadismo originano y el masoquismo primar1o, el ~a devenido un componenw de la Lib1do, pPlTI por la. otra
cuaJ tienf..: derecho a un tratamJCuto especial en ~<El stgue teniendo como JhJet o '11 ~er prnp1o. lli, ese maso-
pmblcma económtco del masoquismo>> (Freud. 1924). q\usmo seria un testigo y llll rehclo ue aquella fase de for-
tnaclón t.m qu~ acoutcl·ió In liga, tan 1mportante pa1·a la
Ya hemos mostrodo ttue los ataques del sadismo oli·
''da, entre Eros, pu lstún rle muertl!» ltbtd". p:.1g. 16 [ibid ..
ginario recaen sobre )a pr1mera organización de }as Pág. 170]) .
pulsioues de vida: t1 nnr·ct:mmw. Lo que sobrevive »

64
65
Y agrega (ibid. [ibrd.JJ '!tiC el :-;ntlllimn proyectado :oasoquismo) es el efecto de la.s pubion.cs de desh·uc-
hacia el exterior<~pm·rle> (. .. l ~er llllroycelndo de nue. 1 ., 0 de muerte. Tanto uno como otro tienen por enc-
cJon ¡· ' llega do e1
Jlllgo comt"m al Ero:-:. con el cual Sl;' aJaran.
vo. vuelto hacJa mll' lllro. rE! Kl'C!'athln .t.sí n ~n :·ntua.
ción anteriun>. Da cnLOnl'cS u eSL' movimic!llto e] nom- caso, en el futuro.
bre Je ((ffia!"oqui:::mo :--r' cunrlann, que ,·icne a .tñndü·.
se al originario>~.
S~.o advertirá la diferencia entre la \'ersi<Ín de 1920
de .1Iás allá del principio dt? placer y la de Hl21. En
19.20. e) acento l>e ponia en el ~auismo originario. efec-
to de lu pul:::ión destructiva -la primera puh.ión-
que procura desh·uir los lineamientos dcln1rcisi$mo
del Ero::; establecido sobru el cuerpu propio. El resi-
duo de la puls1ón de muerte que no ha podido eva-
cum·se al exterior constituye el potencial de autoc.les.
trucción que amenaza al mdividuo. En 1924 se toma
p.r ioritariamente en cuenla ol mosoq uismo origina-
rio. Es cierto quo Freud recuerda que el sadismo ori-
ginario es idéntico al masoquismo. poro aqui se preo-
cupa, ante Lodo. por elmasol¡uismo origmal prima-
rio, que en un tiempo ulterior podrá dar origen a un
masoquismo secundario reint.roycctado en el rnte-
rior. Podríamos escribir lo sigmcnte:

sadismo originario = masoquismo originario (primario)


~ e~'])ulsión al exterior- residuo mortífero ~ proyección
reintroyectada- masoquismo !'ecundario

Como se ve, los destinos del sadismo y del maso-


quismo son diferentes. La simetría de lo o~iginar1o se
rompe, pero los efectos delmasoqu1smo primario
constituyen una peligrosa amenaza para la supervi-
vencia del individuo. y no sólo pnra su v1da psíquica.
Sin embargo. concluye Frcud (ibid., pág. 23 [ibid.,
pág. 176]), «ni aun la autodestruccjóu de la persona
puede producirse sin satisfacción hb1dinosa». La au-
todestrucción está cncadenadn al Eros. del que no po-
ru:ía liberarse. Se plantea aqtlí la dificil cuesnón de la
renuncia pulsíona 1, que Freud abordad en detalle en
El malestar en la cultura. Lo origmario (sarlismo o

66 67
1.5. Refundacion~.;~. avmtce.s, 3. El dunl i!in11l puL tonal .:!oc: rcpn rte enlrc pul~io­
traslaciones ne,:; dl• \'td,l o de amor Y pulswnc:-. J.e muerte o
de ,te~trucctón. \ ¡!enera teil.'-tÓn o dc,carga.
11. El vo
En lo -.uce:::-1\ o. In Ulnyor pan e de la~ defeu5n~ que
surgen dL' él son inco11scientes. Su c:Jt.--pre~ón prin-
cipal: la ulentiiicac.ión. También de él dependen el
sistema pen:eptt,·o y el de::.cncadenamlCnto de la
t,Qué hace Freud de.-.pués de lfás Cl/lá del pnnci- augu:--tia.
P!O de plarer? _En pnmer lugar, cnmhia de v~rticc. III. El ~uperyó
~os.~ sumergulo en lo:"\ ::.uh~twlos ele la orgamzación Recién llegudo al si:.tema. producto de una esci-
bwlogica para desembocar en un mito psicoanalítico. ción denn·o del yo. c..lividido entre superyó e ideal
Ahora, al no poder realizat· aún su programa. cambia del yo. El superyó se constituyl' a Lravés de la
de rumbo. El c~~~io :-.ü concretará en PsLcologia de identificación con el supcryó de los padres. Se in~­
las mas.as .': anahsls del yo, donde, jsorpre:;a!. no alu- tatu-a un nue\'O mecanismo. ligado a la virtuali-
de en mngun momento a la pul::nón de muerle, a pe- dad. No relación de objeto. :-<ino relación con el ob-
sar de que su pensamiento nnttcipatono de!-lcribe. tiin Jeto (ausente) del oiJjeLo. El superyó hunde sus
saberlo, el ascenso y la estructura del nazismo. Ya se raíces en d ello y e::. mocWicablc por la regresión.
esboza la inquietud de ocuparse de los fenómenos Como el ello, puede estar c.:ompuesto de una parte
grupales Y el pensamit.mto colectivo. 'Y también del destructiva y una parte de amor. en confiicto una
pap~l del otro en la vida psiquu: l Un liempo más de con otra.
res~~ro Y he aquí, po1· fin. El yo J e/ ello, como refun-
dac¡?n de ~os teoremas y exposición de la nue,•a me· Esta introducción del superyó es revolucionaria.
~pstcologU:t. No nos demoraremos en ello: nos basta- Signa el impacLo de los procc:-os culrurales sobre el
ra con señalar sus inno,•acione.-.. aparato psíquico. efecto de los procesos edt.p1cos y
grupales. más allá de la conflictividad indhTJ.dual. El
I. En el fundamento del psiqui:-;mo, e] ello. pasando superyó condena los de~eos pt·ohibidos. pnncipal-
por las siguientes etapa~: mentt! los ince::.tuo~o::. (de amor) o los pan·icidas {ue
L Recusación _del iuc.:onsclente. reemplazo por el muertc).2 Como se trata de deseos incon....c;cientes, aquel
~llo. Es. deCll', superación de la concepción del engendra un sentimiento de culpa. que Freud prefie-
mconsc1~ntc como :sistema. en fnYor del ello. En re llamar <<conciencia de <;ulpa>> o. mejor. «n~:::ce~idad
el ello,. ~l11gl~1la 11~ención del concepto de reprc- de autocasbgo». La inlrincnción de la pulSlón de m u erro
senlacton, m szquwra inronscit•nlt•. Yla funClón sexual (parte de las pulsiones de Yida) da
-~>. El
~ e1emcnto funda me m al de] p:-.iquismo e¡.: ]a 2 Gracia:; a nu~c'sLr'l ft>ntt ulacwu ¡m~uuws por nito la:s diferen-
mociÓn pulc;;iona1.1
cias entre lm; tlos farota:. <h Ed1po. la d~.:l \·aron y la Je la niñu,;:
indnso los mmplejll!:l dl Etli¡lüpu:;itho ~ u.:Jgathu El probh.•m.t
1 Verue nuP.sl ro tri\ h:J). ú O ¡ J merece...m dudn. str ~x.tmutad, l!n. ldnlle Por ejemplo,]mrn·
L nt:ttiHH!llllt n11 f.'u••. L n (ht'l'n cid1o )~ rnutrk1din no ,nn eqlli\'alcnlc.,. Unu «b cHHigadü J'or L-1
!200íib).
castración, <'1 otru plll" la locum.

68
69
origen al masoqltj~lllu IJrigtnnrw. que :--e desL·omp e .~~.~
fuerzo 111 .. ,.
' '
:--c•t'Pmu::- ::nwll=-in::, del b . tuclu,
d
en varias formn:- (L•rt'>gt•no, l(·nwniiHJ tunral) . 011 ~¡Vl1 es h·t\'nmo~ de~lwclw d.:.• e~ol' resn w.s - ~
DO:> ' ~
Una mmhfienewn <le in1p1 rtaueJa: fu primero~ ottllll do··ca~>>. ¡Pobrc:-.1mpn•\'ISH< • ¡m·e~ le l u n .·1 .realidau '""
alzara el mu.·mquio>mu, en ( 1/UI 1 expresión ceutrat dP Jllet~fisl . d·l e inrrenua! Freud pelea y prrJ~Igu~. bdu
la puls1ón de muerte: In e~grc~ión no e .... má:- que¡~ . plllC•l le
fllll ~
' h.:> t:flil:>Uill.ll'~l?. V ue 1'(:; .... •·d comph'JO
, e
parre proyectada hucia u¡uera (cnnlorme ulmode] rogranla
p . or hn tt•cnTlaL o -
L •• • 1 lu cual . ntl podm hacer~e
de la lihido narcit>1sta que cxpul:-a el sadi.-.mo Oligi.0 gd¡pod~ Tótem y robtí-. profumhzn Hls f~m_c1arn~n~
nari.G). De aquí en m:í:-. l.t pubión de muerte se refu. antes fl exwnn. ~ ol·rc
u ::o
Ll llestino Y ha::ota :;obre :::-u dcch
• 1
gia en el corazón del yo y no es IIO~ible combatll'la di. tos. .re h
• Por t:lCl'l o, n a llOI·lhdo
· . finalmente la -re .a~
n.~c¡on. la teoría eon .llguno:- problema~ ~co:-;. ~o­
' •
rectamente. Sólo su~ torma:-; intrincadas podrán ser
objeto de un an;lli:;i:-., 4ue en la:-. circunstancias afor. ctonl de·onctenct. l
d ( Ctllp·t ' •
ahora comprcn:nhle 1 gra- bl
tunadas cunducil·á a su disulución o su integración al roo a e . • y enlonccs en 192<1, con «E pro e-
al upcno. ·· , · d
yo. La prueba del éxito relativo de estn operación e:; culS o~omi~o dol ma:;oqui::omon. llega al te_rmmL.. e
la eXJ.Stencia de la reacción terapeutica uegatn·a. A JilH ec . IniCia
re:tleXlOll . . d a en 1~95 ~.: . Luego de Sabma . SplCl-
rin-
m1 manera de ve1·. este es el argumento decisivo que unu . L clasifica en lo suces1vo los P
, . d ~ conformidad
1
rein Y Bar Jara ov., .
habría de inclinar 1<1 opinión de Freud en fm·or de la c:iplO.s del funcionam1ento p:nqmco e
certeza en lo concermente a la pulsión de muerte. Ar- con tres ejes:
gumento no sólo clínico, sino mc tapsicológico. Se
. ., l
puede sostene1· que «Análisis terminable e intermi- 1 El tlrincipio de Ull'\'nna d~ Low, ~sprrac)~~nt
nable» lo esrá consagrado en ~u lotaüdad. Agregue- - ~1 cero de In excitación libidinal (mn•ana •. e )e
mos, no obstante, qtJP los argumentos dt Freud son mv
ponérselo en. rdacwn • con 1a P ulsión de muerte
d U1szn serSe
menos decisivos de lo que él <.roe. pun¡ue otra~ técni- accesible a fu ¡n t csflg~ción.psíc¡~lcda dle~~~ ..~~ lau~pó-
cas al margen deJa suya pueden lleg-ar a vece.s a re- . al · · ·incip1o de lllt.lrcw e ·
asoc1a VlCJO pr d :u;· llá del princi-
sultados mejores. Empero. nada de optimismo iluso- tesis de la pulsión de muerle e .. as a
rio: el problema planteado por F1·cud no e::. un artifi-
cio y se mantiene hoy mttlclo. pio de placer. d t los seres vi-
2. La modificación del pret:~ ~n o en ..
La comunidad analítica recibió mejor El yo y el ello Los\' :;u reemp1azo por. e 1 PI·inc1p10 de . placer. queareLa
, , 'bl
que Jlás allá del principio de placer, au nque no sin cue~da el viejo principio de conl>tancm. accesl e
reservas: ((Sí, pero gin la pulsión do muerte». vercla- investigación clínica. 1
dera saboteadora de la confianza en ::.i mismo del 3 Una nueva modificación del precedent~ edn ols
analista. Los analista~ derraman lágrimns de nost.'ll- · VIvos más compleJos. b UJO
ser·es · la mfluenc1a el' e l a1
gia por la época en que disponían de una primera tó- ~ d El princ1p10 de realid a d· sa
lid · lvaguar Ia e e
pica h1encómoda: nada podría reemplnzar a la !.Tíada re~ .
PnnclplO a .. de placer
• · Causa . de frustración. pero con-
inconsciente-preconsclentc-consciente. Y, ademá~, si dición de la \'ida psíquica \'Hthle.
el yo es inconsciente de sus propia~ l'l'sistC'nclas. ¿de
quién cabe fiarse? El superyC, t::; mu.v útil, no cabe Esta 11tl n\'a clasificación explica que, como h~rc_s
• ... 1 1pa1· prlllcl~
duda. pero hu; m,is de la:;" ecos Re lo concebirñ como humanos. tcn¡.¡;amo:; que \'émo~ as ca~ e ero hs se-
efecto de la relac1ón con los padres. De mm1e1·a gene- pio dn plnccr . J)rlllctpw de reo hdad. Bmp .d • 1
ral. Ja com unidnd dL los n no 1ista~ parec..e pen::.nr: "" de• la pul~1011 de muerte 0 lli
cuela8 ' gan t1 Freu a coi .

70 71
SÍUeJ·ru· el rmpel HdPlWJO~O t' lllllllll OJl ll •n te pr->IJgruso
C fllllJlO~ d~.: .salte1· E:- 111dudnble que stn la
de e~ ta. que a '11 entender nutwn puNie comproh~Hse 0 uevos · 1 H 1 '
· •n del ~IIIH 1") t) na el a lwbna ::,1do p(I::,Ü, e. a lrn
de manera directa o u ""' ndo puro J La reln•·1óu fun. ~w
que llcn u · au11 In tL>ttriu qut> lo lll\'Olut:r<l l1usrn 1a
<.lamenta} rle lus do!'; pulswnes. dt \ nla ,. dP llllH~l'LG
.
es ~ pre!"enci.t E'll e~tnrlo intrillt'(tdo o comOJ rr·:snha.
-, . ,,enturu ele ln pulswntle J.Uuerle.
do de una de:sintriucacJón. e:- decu·.lusiouadn" o des.
~ El ntlllr dinico de ltJ,:o, int••nc1gantv~ que Freud se
}noten dc:--dC> 1fJ20, y su relación _con lo:::. u·ahaJo~ de
fusionada~. Pueden entone<•:; rPsultn1· int.ehgiblcs los
Lres <Ispe ·to.- calificados de CJCmplare..; ¡JOr Freutl: la p tapsicología de HH5. ~on cue::.bone::. .th_ora rc::.ucl-
IJlC aun cuando en lo¡; m ech o" p::,tconnalitlcos :ll're-
conc~e n.::i 1 de culpa. el m a-. H¡tti:;mo.) la reacción te- t!l!!, 1 li o

rnpéutica negath·a. · la::. w


c1en .r=,pttt·ts
~ <
:,obre la \'alidez.• de a~ exp cacwnes
• • • ,

Ahora entendemo!= In vcntnjn cld recLu·so al mito. del fundado•· de la teoría del psicoanahSis Nos que-
Por un lado, gracias a la perspectiV<l que permitió to- dan por recordar )a ... rcvi~wnc~ <1ue Freud ~zo de do~
mar y a las especulaciones que logró articular, ha ele sus poslulndos. El primero vincula el displacer~
abierto un camino hacia la clínica. El mito ha propor- un exceso de tensiones que no pueden descargarse m
cwnado una primera vi,.ión. que parle de la biología reprimirse. No obstante. ahora (en 1924) Freud reco-
y. mediante el desarrollo de sus propio~ medios (psí- noce que hay tens10ncs placenteras J ~lenswnes
quicos). llega a In evolución tndiv1dual. desde lnegu displacenteras De aquí en mas, la cu~~~Jdad plantea
sobre la base de.l complejo de Eclipo. que no es l'cduCJ- un prohlemn inclopendicntc do su rolacron con la ca~­
ble a un enfoque evoh.llivo individual Tótem y tabú udad. El segundo de los postulados e~ el descubn-
nos indica un camino nut1·opulógico . · m1enlo de la escisión en su nrticulo de 1927 dedicado
Freud creía haber concretndu su !lrograma de al fetichismo. con la puesta de relieve de un proceso
1920 No caLen dudas. pero 1921 se perfila en el hori- de desmentida que escinde el _yo del niño cuando este
zonte· Psicología de las masa,<: y análisis del yo exige se niega a zanjar en fm·or del fantasma o de la rea~­
una e:\'JlloracJón de otm orden. Las jJulsione~ de \ida dacL esto es, cuando adopta una solución .que c~nln­
y de muerte seguir:ín teniendo su papel pero en un buye a desunirlo. Freud admite l a coeXIstencta de
na·el diferente, antropológico. Volverá a echarse ma- esas dos respuestas contradictorias, ::>Í y no a la vez,
no al mit~ para explorar ese campo. que abren una brecha decisiva en la unidad de~ Y_D, Y
El retorno al mito es, por ende, el retorno a un es- cuva intervención en las estructuras no neuroucas
tado originario del pensamiento que puede ~eguir dos prlncipalmeute perversa~ y psicóticas es patente.
caminos: el biológico. que tendrá la c::exuillidnd infan- Puede decir~e que e n 1929 el pmgrama de 1920
til como broche final, y L'l antropolog¡co, que conduci- cierra el círculo, pc~e a lo cual Freud no se det1ene
rá a la teorización de los grupos y h cultura. Restará allí. Se recuerda que la referenci..o:t a la acción de la:::;
entonces reflexionar Sl)bre elJu en El malestar en la pu1sioncs no puede conformat·se con un enfoque e~­
cultura y, por fin, última palabra de la obra. en .1vfoi u·ictamente individual o familiar (edípico). A part:tr
sés r la r·eliglÓII monoteísta. Aquí h:ll>rá que valPrse de 1929 abrirá un nuevo campo de investignción, que
de la clínica peru sin quedm· sojuz!!ndo a ella,) tener en 1930 dara por rel'ultndo su trabajo mayor: El nw-
el coraje de proseguir la ospel'ulnctón hastn nhrir lestar en /u cultura.
F'reud traslada su carupu de mvestigacióu a la so-
3
Con alg<mas ~=:xcepcinrws. Cledad y en lo sucesivo ve en e.sta .el ámbito de ele~­
ción d<.. la pulsión de nllt~rte . En t'1edo: la cultura so-

72
73
lo puede fundar:::'' eu 1:• t·enuncJa ¡mJswnal. El ~acr.i­ 1.6. Conclusión: La trascendencia
ficio con.:-l'nti do por • ~rt:.: .ti,Hndono, lt:jos de "'íll1Sfa. en Frcud
c:t•rse cun J1r,Jdu~.;ir eicc tu" compL'11't.llllrio .... de orden
narcbista, ongmn como l'C~JHle"tu tmn l'e.~t·•·ión de
prolt~ta contt·:s ~·~a renuncin El cnmpo de In cultura
se conviene Pn la lizo~ ck,ndr· ~e dc-.pliegan los efectos
m:b -Iestrul'ti\'0::, de la pul~iún de lllUl'rte. Laurence
Ka.hn (~005) atribuyó toda su unportanc1a a esta C\'CJ-
lución. :¡no e~ una c.t:::;ualidnd. ,¡n duela , que forme Freud. auwr ~mlifilosófico pem filósofo contra :::,U
parte de los contados auton·~ qu>"> comprenden la ne. ,·oluntad. plantea la cue::;lión de la existencia de una
cesidad del concepto de pulsi6n de muerte. Nathalie polaridad trascenden tal en su obra. )Jo hay eluda al-
Zaltzman y .Jcan-Luc Donncr ramhién han digcutido guna de que no habría querido reconúcersc en ella.
algunas consecuencia~ U{' esa ((transferencia» de ¿No expresó de manera suficientemente clara su pen-
Freud (cf. Donnet y Zaltzman. 2003). samiento acerca ele la Weltanschauung en 1933? La
Ln obra freudi::um !"C c1erm. pues. con el parricidio ciencia, y sólo la ciencia. En el artículo que escribió
de Moisés, pero. cosa rara. Freucl nos entrega aquí un como prefacio a la Encyclopaedia Uniuersalis. Rcné
último mensaje. en el qut! se• conJugn lo que se puede Thom. máb c1entífico que Freud pero también más ri-
relacionar con los efectos de la pulsión cle muerle en guroso en cuanto crHico de la ciencia, adoptó este su-
los planos individual y coleclivn, pero no dice una pa- gerente Lítulo: «La science, malgré tout<< [«La ciencia.
labra al respecto. Silencin ese concepto. No cree que a pesar de todo))] .
haya vacilado en poner en juego c:::;ta hipótes1s. Me A Freud le cue~ta lolcx·ar que lo incluyan en mar-
parece. en cambio, que estubn lo bastante preocupa- cos de pensomi onto u priori concebidos para excllllr-
do con el fururo de la leoria p~icoanalitica como para lo, pero él mismo. a ln vez que rechaza otros recu1·sos,
refrenarse de decir lo que pen~abn sobre ella. Acep- se comporta con frecuencia el~ mnnera anticientífica.
taba correr nesgas frente al público, p0ro temía aca:;o por ejemplo, cuando niega las limitaciones que le im-
el rechazo de los suyoti. '-~ pone la teoría de Darwin contra la de Lamarck. Argu-
mentación de aparitmcta variable: «Soy pSlcoanalis-
ta, no c1entifico>>. En otras palabras: ((l'\o es grave. ya
1 coincuii.rán conmigo más adelante» Si planteamos la
Un indicio en apoyo tlc c:;tn idoJa. Eu 1:. Correspondencia con
Abraham, Frcud confirma 11ue ambos st> entendieron :;icmprc a hipotesis de una trascendencia en Frcud. no lo hace-
las rrul m.aruvi.lla.<:: ~u mterl11cutor rec1hc regularmente todos mos para dar respuestas que pretendan forzar una
su¡, manuscntos Ahora bten. en la lectura ut:o a(hicrte que puorta que ha de permanecer cerrada: «No, no hay
Ahraham ~accionn <.le manera mny pnsttivn ú·eutc a la publica- trascendencia en la obra de Freud» A lo cual respon-
ción de •«L1 onúnos""· v hat:(• ntUll crnsu~< IJbservnnont•, mtc1·e·
deremos: <<Sí. no huy una smo dos trascendencw",
san tes acerc..t cic P.úmlouia d!' los mnsos Se lr:un dL• las obrn&
que rrcceden y sigut'n rlL' inn11·cliuto .¡ !thí., alf<i rld ¡mnripw dr: que gobiernan a esa obra única». Por lo t:mto. dos pl-
p/ur••r ·\bralwm conúnua b lf•t~ r rc~t bt [1,, 1 t.~xtn 1lt' ft'rcnd de lares, más aLhi de la tL'rapéulica [rettdiana. EJ pl;mc-
1920 V r unas h•mcncmn•t, ni Jll>:-lll\",ll1 i twgu livaml•nle ~TetlÍH ro. fundamental para él. es resultado de nuesn·a con-
Cl:IC silencio el pr•lpÚsHo de marca¡·~~~ d~.>sapl' 1ht1t:ton"? r·r. F're nd dición de tJivwntes humemos. E sla Lrctscendencia tic-
.\" Abrabm !::!Otlti)


ue su origen. 1•01 cuntoJgllll'lll''• en elnt\'el lüul6gic.:o. o,
NoW sobre Emprcloele~ de Agrigento
meJor, más metulnológ¡ro qLte hlof(,gico. Afirmil lé\
vinculacir'ln del p:--~eo:m:íh:;is a In~ CJf'llCÍll" de la na.
turnleza . Exün~ una n•Jlexiun obre lo \ l(ln. en . us
formas más hunuldc~ que :->U tt•.tnsmttcu :1 lo lnuna.
no. Freud e~t;Í aqni m:1!4 cerca de Dat"\\ m. Lo lHunano
no 'Upera lo \'1\ iente. ((Ue sigue -Ielltlo p.trte intere-
~ada en él.
El segundo pilar, 1an fundamental como ~J ante-
rior. aunque de clec;;cuhrimiento mú ... lClrdio. e.: antro- _\.1 final de ... u obrn, v parn apuntalar !'U::i pnsicio-
~ Frcud :.e rt!fiere a 8mpédode:o, :.obre todo en
pológico. Lo orienta In idea de que el vhiente htLma- ne-· . . 3 ... Em .
.\ ~áli.;i:; terminable e mtcnnmahle» {19 1). • pe-
no es tan humano como vh·iente. No ¡10r ello deja de «~· h .
depender de lo que pertenece t•n propiedad al hombre doclcs. pues. ya que lo hay -e illclu::.o no ay ma:s
·"'~ UJln
que e.l- , ,,.... , . .que uno se honra
• referencia conln
por lo que lo une a la vida. La antro¡)o]ogía ~e define
trabajosamenle. pero abre el capítulo de una especifi- aJ citarla? Nada puede ser mas meterlo. por~ue sus-
cidad. En la visión antropológica, la relaciÓn de un cita opiniones muy encontradas. como ~e vera.
humano con otro es tan fund,Jmental como lo que N1eto de un campeón olímpico igualmente llama-
vmcula al humano a la v1da. porque, ~i no se Loma en do Empédocle::;; hombre dt! Estado. demócrata aun-
cousideración este punto de \'lSto. d humano vivien- que de origen aristocrático, y que habría rechazado la
te deja de ser un humano. El ['mwelt del hombre realeza que se le ofrecía; médico taumatm~go de repu-
(Von Weizsacker) no puede c:on1ormars~.- con decir tación polémica. y pnrtidnno de un plw-alismo ~sobre
que el entorno del hombre cst:í c.:on<:.lituidu por su la base de los cuatro elementos· el fuego, el a.ue, el
mundo. Ese Umwelt es ante lodo un Umwelt huma- agua y la tierra) y de las teorías naturalistas. Se inte-
no, y aun el mundo de laphysis es también un mundo resaba, como Freud, en la sen=--ación y la teoría delco-
psicológico, que es la adquisición de lo que hace al nocimiento. deseoso de reducir los fenómenos ñsicos
viviente humano. E~o es lo que hay en el seno de la y psíquicot' de los ~ere::; humanos, Jos animales y los
relación analítica más profunda: pero tengamo::; cui- veget.ales a procesos naLw·ales uruversales. Tal_es es-
dado: el humano es uno en c,u humanidad. pero tam- te filósofo arcaico, sobre quien algunos cuestionan
bién es doble -masculino y femenino-. !'in ser del que merezca esa calilicación (Kojeve). No podríamos
todo disociable de su~ relacione!' con el animaL fiarnos por completo de él sin ejercer su crítica.,.A.I~­
Biología y ant.ropologia no pueden suponru· la me- nos lo vinculan a los pilagóncos. Tenemos de el mas
ra relación con la vida. Deben incluir. asimismo -al fragmentos que de ninguno de los filósofos presocrá-
relacionarse con el vi,·ienle morLa) y humano-. lo ticos o antesocráticoo. Empédoclcs expresa su pensa-
que es inmortalizado por la culturn. Eso es lo que nos miento en verso y se supone que fue uno de los fund~­
enseña la reflexión freudian1 con respecto a la pul- dores de la t·etórica. Su filoso.lla se ocupa de temas di-
sión de muerte, que terminó por colonlznr el mundo versos. Al respecto, no se d.tspen.sa!"á de decir algunos
de la cullura. absurdos romo los quL• prelendian. según Varrón.
que los h~mbre~ surgieron de la tierra como las espi-
nacas (autoctonía!. u que nacen Yarón o muJer según
el calor -los homhn.J::~ snn calienles- o el frío -las

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77
dose a Empéllode~. esLe último est.:ribió tGomperz.
muJeres son frías-. Tnmbién tenin alla opinión de sí 1896, p<ig. ~32): «El ménto de su ltoctrinn fue incalcu-
mismo y se con:üdernbn un dio:-;. Ari¡.;tó1ele:-.. que lo
lable>)
cüó en abundancia, calificnba su::. pensamiento::; de Sm embargo, Durnet no \'acilaba L' n tratarlo de
((balbuceos)). ch.trlatán. En cuanto a K,>jüve. considera que lapa-
Para Freud, sin embargo, seguirá siendo el teórico nucsis antitética que a::-pira a reconciliar a Parmeni-
que acude en auxilio de su últuua teoría de la~ pul- des (de quien Empéducle::. fue alumno) y Heráclito
siones. -la Esfera v el Río- e:-: una mot15truositlad. De he-
cho, la domi~ante heraditeana es perceptible. Koje\·e
<•Ora por el Amor conforman juntos (1968. púg. 2titi y sigs.) fundn su análisis en la idea de
una úruca dispoSlctón. ora cada uno de ellos
ciclo, cuestiouc1da por Bollack (HJ65-1B69}.
sepa r·ado por el Odio enenugo e,.;t<'Í>>
Las contradiccione!'> no faltan en Empédocles. Plu-
(en Dumont l!f al .. 1D88, pág. 385).
rahsta (lob cuatro elementos) no hacía una distm-
ción taJante entre mundo inanunado y mtmdo orgá-
Empédocles tuvo, asurusmo, la intUlClÓn de aque-
nico, y tampoco separaba naturaleza y alma (cf. Du-
llo que Freud afirmaría como mtrincación y desin-
trincación de las pulsiones. Amor y odio son princi- mont el al., 1988).
Dota de natw·aleza divina a los cuatro elementos.
pws, no causas.
El alma es un daunon empujado fuera de su morada
«Bajo el dominio del Oilio todas las cosas natural. Es portadora de una culpa original por la
están separadas y distintas son de forma, sangre que ha derramado y el pe1iurio que ha cometi-
pero bajo el efecto del Amor de consuno concurren, do. Expulsada de su lugar de origen, le está vedado
animadas po1· el deseo compartjdo de estar juntus>> volver n él. En t.odo ca;qo, no podrá hacerlo antes de
(ibid pág. 382). transcurridos diez mil años. De allí la obra sobre las
purificaciones. La idea de un alma que se separa_ del
Estos versos se han exh·aído de los comentarios de cuerpo se ha atribuído a Alfred von Kremer, qu1en,
Simplicio a la fisica de Aristóteles. John Bmnet (1892) luego de exhaustivas investigaciones sobre el pensa-
sintetiza: «La función del Amor es producir la unión; miento onental. sosru,·o que el vapor nacía de la san·
la del Odio es romperla». El Amor sólo está en condi- gre caliente recientemente derramada y se elevaba al
ciones de ejercer su efecto cuando el Odio divide la cielo. que es el origen de la idea del alma como so~lo
Esfera. En consecuencia. como en la teoría freudiana, («pneuma))).2 El corazón es la sede del alma. A dife-
el Amor sobrevive al Odio. rencia de Lucrccio, Empédocles comparte. pues. la
Aristóteles sostenía que el mundo está ahora en el idea de un alma inmortaL La contradicción se sitúa
periodo del Odio. Yo no sabría decir qué conocimiento entre la concepción materialista (visión científica) Y
directo, o a través de los testimonios de los autores la concepctón religwsa (impregnada por el orfismo).
griegos. tuvo Froud de la filosofía presocrática. Como él Esta referencia cienüflea sedujo sin duda a Freud,
mismo lo ha señalado, ent.ró en contacto con las ideas que se reenconll'Ó en EmpédocleR como pensador del
de esta por medio de Theodor Gompcrz.l Y refirién- movimienlo. Si :-;e smtió próximo a Pjtágoras, Parmé-

1 A quien conocía ptm;onalmunt.~ Cf Gump12rz t'l o l. (1896), 2 CüudoplttGI•llliH!U.cl uf. ~1~\fliJ p:lg. 21!1.
pags. 227-54.

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nides y Anaxá¡:ruras, rlcfend~e~ la" 1dca del pen::mdor 2. La onda de choque
de Jonia..
Empédudc::, termmu :su,... dms t.:'ll el ex1ho, lt>JO ... ue de la pulsión de n1uerte
Agrigento. Ln \'f>r... ión de --u mut J'l por suic1diu -se
habría ru·roJado al cr;Íie!' del 8tnn .} uu:1 de "'\1:- an-
dalias o:.e hn hría encontrad" en los pozos del ''olean- Ferenczi. J\lelanic IGcin. B10n,
parece en n~rdrul fahulosa. como la \"idu d~ E'"'te pre- Winnicott, Lacan ...
cur::.or de Freud.

y acerca de ciertas e:structura:s clínit.;as

80
2.1. Fcrenczi v el análislS mutuo

La posteridad frc udiana ~e di,·ide en vanas co-


rriente::. que ndoptan po::,icionc:::. diferente::. con res-
pecto a la pulsión de muerte. Est:án aquellos -los
más numeroso::.- que no creen en ella y buscan con-
ceptos sustitutos que son cual trajes mal cortados.
Ferenczi inaugura una nueva clínica sin pmnunciar-
se. También están los que aspiran a prolongar la
obra de Freud or1cntándola hacia la búsqueda de las
fijaciones en los primeros estadios de desanollo: Mc-
lanie Klein. De allí en más, la preocupación esencial
es definil-se en relación con esta analista ..Algunos
-Bion. por eJemplo-- amplían y definen con mayor
rigor las ideas do Klcin. Siguen adhiriendo a la hipó-
tesis de la pulsión de muerte o de destrucc1ón. Otros
más, a lu 'ez que reconocen la importancia del aporte
hleiniano, se d.iferencmn de el: Winnicolt. Están, asi-
mismo. los que ::.on efectivamente partidarios de una
teoría de las pubnones, pero reemplazan la pulsión
de muerte por la agresividad. Es la posición del psico-
análisis norteamencano encabezado por Heinz Han-
mann. Por último. Jacquos Lacan. tras haber flirtea-
do durante mucho tlempo con la muerte -el.Amo
Absoluto--. la omite cada vez más en la teoría, en
tanto que el mo,·imJenlo lacaniano está embarcado
en una lucha destruct1va contra sus adversar1os. Co-
mo colofón, hay una ültima corriente que ya no quie-
re oú· hablar de las puls10nes, sean de vida o. menos
aún, de muerte. ¡No puede decirse qul;! sus lújos hon·
ren a Freud! Matemos la pulsión de muerte y sobre-
viviremos en paz. En nuestros dias. la moda concede

83
sus favore" .a una CUI'l'ld1tt n I:U"Íitlltst 1: n•lllcH)n de ¡cpilladuv>. 1 Gl ::;ahia qu,_, podía contnral menc•s r.un In
ohi( to (Fairbni1·n v KlPJllJ, l'~.:hc:wm me (1 :r ~llllt fr.! v integrichHl ele .. u discípulo, s1 no con su m·tmlt xia.
I\fitchelJ).r ·lnCI 111 m JH"tgmal1co (Rl m k). Fr ud "" El di u rio de li't'll nt zi de jn cJÍI un. UTÜUCJ patet ico: d
110 th n.:> otro l~:stlll qu · ¡, llltt:I'I' dehiUIJ\ . AIOJ'- del grli. O de un homhrc ntcnazado enr1·c d dl!c;r• d •
tunudntiJPntP, no en Ftan •m. seguir :-leJulu c¡men e~. nl precio de un gran peligro. Y
l'n halJiamos :.Cllabdo l.1 c<COIIlCtdl'!lCJ:m, ~11 J ~121. In necec:idad dr• ulinemse con la opmión de Freud pa
de 1.1::: 1mpmmacione" de la chu1ca ~ la ll!cn.ica treu- ra no perder "u ;uuor.
rhnna. Ull ·¡jio de::.puc u • El vo l' el c!llcr Otto R·mk Con FPl'Clll~Zi ~e in, ugur.m:
CU) a teona de ret:mpluzo de lu de Freud 110 perdun).; 1) una clínica p:-lccuwahLica cemradu en el: o y
-.obre todo Sanuur Fcrenczi. m<ts incluwclo a los pro- que lleva a una técmcu rcparadom;
blema;:- Lécnico::., quien, como consccuendn de una ,;e- 2) un dt:!~plnzami ento d ol acento hacia la contra -
rie d~ ~ra~ajo:s presentados entrr. lfl27 y 1933, ~e transfe rencia.
granjeo ma~ se::.'ludore:,. Más ntín que eso~ aportes, Es indudable quu Fcnmczi no carece de lucidez en
alguno.:: de lo::; cuale.s ganaron celclll'idnd a justo títu- lo que se refiere a Freud. pero lo desborda una de-
lo. el que nos dice lo esencial es el Diariu dinico, de llll)nda de amor incondicional que le impide renun-
1932. ciar a su aprobnctón. No es exagerado afirmar que ln
Todo este período estuvo marcano por relaciones cuestión de la pu.lsion de m uertt. es lo no dicho del de-
difíciles enue Freud y Fcrenczi. Por mudm que esLe sacuerdo entrt: ambos. Empero, lo que importa son
ultimo le jurara fidelidad. Freud no dejaba de sentir las medidas técnicas para hacerle frente. Ferenczi se
que su colaborador y amtgo se al ejnhu de ól. Hov la muestra dispuesto a reconocer los efectos mortíferos
cuestión se plantea de otra mnncrn. A la luz de la-ex- de la pulsión de dcQll'UCcHÍn cuando destaca la desa-
penencia psicnannlitica más reciente. ¿tenia nzón parición de los fenóm~..uos somáticos de autoconser-
Fcrencz.t al estremecer. mal que le pe~ru·a. el e hfic10 vnción:
frcucliano? «Delante de Joq nii1os no)), dicen lo:s padres
(¡ue riñen. como si SU!' hijo~ no huhicran adivinado «lEl paciente] ya en si no se preocupa por su respiración y
desde hace rato. y mejor que los propios interesados. su cora2ón, ui por la consen·ncíón de su vida en general
que hay divorcio en el aire. Lo cierto es que el entorno (...).e incluso conRJdera con imerés la destrucción y la
de Ferenczi desacon:sejn la publicación del Diario mutilaciÓn, como :.i hubiera dejado de ser quien es y esos
luego de su muerte. y prefiere esperar hnsta que el padecimiento, se infligieran a otro• (carta del 10 de enero,
clima esté m:is sereno. Aunque aquel murió en 1933. en Ferenczi. 1932).
su~ contribuciones reeién llegaron ul público en 1955.
En 1957 aparece el tercer volumen de la hiograña de La in~ensihilidnd es un modo de venganza contra
Freud escrita por Jones, donde este ataca a Fercnczi. lo sádico Sobreviene entonces lo que he descripto co-
Y en 1969 se publica JJOr fin el Diario cli11ico. Ferenc- mo excorporarión Esó};ión y atomización de la Yida
zj no recibe mejor trato que un disidcnLe, cnmn s1 se psíquica se convierten en defensas psíquicas busca-
hubiera pasado a las lilas de u u ,J ung, un Adler o un das. Fcrenczi m u stra que el paciente explora suma-
StekcL Estoy couvencido de que Freu cl. eJ e hu hl•r vivi-
do, hubría rechazado e:sns rnnniohrus. por violenta 1 Frcud hrthút c·tliftclldctil f• u1t•nc:~.i cunm el•<pnllldmn d1!1 p~!co­
qu e hubiese sidr, lu opoRic.il'111 en tre s u biógrafo v s u nu:.il it>is.

84 85
soq uismo. El final de lu ~l'si(nt d~..~ ~truye la~ conq Lus- dad suhyacerttl.' a t'·l. y ante la cunl t(ldo el mundo ha-
ta~ que ella misma ha pcrmitiul•. ce s1l em•w . Ft~ l'('l1L'7.i no huce meno~ alusión t1 su ex-
La posición de Ferenczi e:-. ambi\ alentc. Por un peóencia dl! .malizantc dl• Freud que a In de analisln
lado, recom.~ce en la patología la mar<'a de lo l¡ue Freud de c:u~ propit~s pacienle!:i.
so::;tiene con la idead"' pubión de mucnt•, pero. por el Siempre· :::,1.! ,.u,~ h e al lugar preponderante de la
otro. atribuye su re::.ponsnbilidad a los padres. Freud aurocríti<'a . Freucl ve ría en ella . .,m duda. un efecto
criticará su creencia excesiYa en la reulidad de~crip­ de la conciencia de culpa, ~olución con la que Fercnc-
ta por el nnnlizante. El nn;m::-1::. mutuo contnbuye a zi no ::;e conforma . En ::.intcsis. este idtimo "e en el
esa defensa por la realidad: <<Es el orro quien. ..». Fe- ongen del trauma la perpctua<:ión de la hipocresía
renczi. en cambio. admite el predominio del prmcipio parental en la confu~ió n de las lengu·1s. En~ prefi-
de placer. En esta oportunidad invoca el caso del ma- guración do Winnicott. con::.idera de la mayor rmpor-
soquismo: el sufrimiento como fuente de satisfacción. tancm someter el encuadre a la crítica. Se convierte
lo cual no excluye lo puesta en juego ele pulsiones sá- en el abogado de la:::. causa::. desesperadas. Podemos
dicas. De hecho, la técnica ferenc:áana hace del aná- pregunlarnoo:: qué entraña esta técnica de retorno
lisis un caldo de cultivo y conduce a l <<tenorismo del inconsciente al pasado. ¿,FerenCZl no vuelve a poner
sufrimiento>> (ibrd., pág. 97). . en valor In teoría traumática anterior a 1897? Maxi-
FerencZl persiste en S\1 a tracción por los proble- 1ruza el papel del trauma y aboga en favor de una
mas de la técruca, mientras que Freud preferiría que 1<lustcria orgánica» en la que se expresa el papel de
se apartara de ese camino y aceplara la pres1dencia un pensamiento del cuerpo v de sus vicisitudes. Se le
de la ..'\sociación Internacional pm·a resolver los pro· suma una incapncidad fatal del padre analista para
blemas políticos del momento. Pero, en coincidencia responder a ello, en otras pulabras. una carencia ine-
con la activación subten-ánea de su sem1nlieu Lo de vitable del entorno Una Lransfcrcncia negativa oca-
culpa, la salud de Ferenczi se deteriora. Judith D_u· siona uno sohrecompt.nsación que el analista inter-
pont (1982) resume con justeza los b·e::; puntos en dis· preta como una contra transferencia amorosa. Espan-
cusión: las hipótesis :sobre el trauma. la I'espuesta tado ante esa reacci )n. el analista aparta la libido de
que les da el análrsrs mutuo y. por último, el {tproce- su contratransferencia. lo cual lo lleva a la toma de
:::.o>> del encuadre. $egún la expresión de Raymond conciencia demorada de esta contratransfeTencm ne·
Cahn (1983). gativa y provoca un retorno acentuado de la sobre·
En el análisis se produce un punto de mflexión. El compensación.
paciente s ufre menos por su~ Lijnc10nc:s que po~ trau· Se adYierte el dilema aqu1presente: se supone que
mas que han quedado sin respuesta y por lu hipocre- una actitud de superaciÓn de la neutralidad enta esa
sía de los adultos. reflejada a continuación en la de la agltación. Hay que ir hacia la cura de los primeros
sociedad, y luego en la del analista en la cura. La cau- tiempos y abrmdonar la ncuh·alidad. que demuestra
sa de la neurosis ya no reside en la fuerza de la pul· St'r un obsukulo p.ll'a movilizar la o1·ganización de la
sión de agresión, sino en lns conoccuencms del t1·au· neuros1s. Se ::;ei1alan1, ~in embargo, que la mayor
maque ocasionan una retirada dcfcn.q¡va del pacicn· parte de lo~ cm•oc; cxpueslos por Fcrenczi son de mu-
te, el cual adopta frenLe al agresor una \'isión defor· jeres v phmtean el problema del componente hu::téri-
ruante. Es esencial que el annlistlt aeepte e:::.e punto co de su pntología. aunque ::.ea histeria <<org-ánica>}. El
de vista a veces caricanu·esco para reconocer la reali· análisis mutuo, solucir>n a todas esas dificultarle:::.

86 87
-u!-ltimo l"e1·enczt-. termin 11 í pu1· gc 11 r.11 más má:::. inconscienll'!.-i li'Bren•·zi lllhm tro uo hnl1 et logrado
C?fecto:-; posltwo- qn• nt t('J\'OS J mns olnC'm•r nwdi:J.Utc e~tn
·11 , . lécmca la rememo1a-
¿Dt• LJllÓ morlo pe>rmllt• 1 malasi mutuo el anah- don de Jos ¡u·(lc •::;os tr.ltlrnntlcus nH::;mos .
Sl~ dP la transfercnt.:iu? De mnnera or¡.J·endenlt• r>cl- AtrihuY•~. t tmltiéu. uno razón al deseo <1e muerte
rcce que la rncwnuhzuc10n se apodern h lns con~­ en cwrto. nn1o--. lo cual explica las posiciones :sac~fi­
trucdone:' teÓrJcas del anailst ·• .\] 1111nl, la qmehm cinle!'i del ana)i:-;ta eu el nnnliSJ~ mm uo. Desilw:'~on:
de e~ta tecn1ca purlu con ella De todas forma~. e" el 31 de mart.o de Hl32 cscdhe: <<Idea poco rcgOClJ::ln-
po:>iblc preguntarse 1 la di:;closure uP-t unl uo conc;ti- l "'. ·el paciente ha con::.egu ido su:sh·acr~P por comple-
~;. 1 ']' 1
tuye el retorno ingenuo d(• una experiencia que mo::.- ro al aru:ílisJs y en su lugar me tomo. a m1 enana ~siS.>>.
tl"Ó antaño !:óll:s limite~. Ji'ercnczt hu:-;caba una ~olu­ Lu «inmersión1> dehc llegar hast.1 la situncwu 1n·
ción al cstancamicn to de su propw aniili¡.;Js con trnuterina, lo cual traduce la omnipotencia de las
Freud. y no le iría mejo1· ttue a su maestro. Será pro- madres, que no puede dej.1r de absorber. por identifi-
\'echuso lee1· el debate entt·e ambo!:! y comprobar que t:ación una p<1rtc de la \-lctima. Todo odio es ~roye~­
desembocó en un callejón sin salida cuundo enh·ó en ción que protege del dolor, lo cual recuerda la 1de~b:
juego un atolladero analítico, cxp re~lión de una ficación proyecti\'a que sólo más udelant_c definuo
transferencia casi psicótica. Fercncz.i está muy cerca Melnnie Klein. En cambio, el aspecto pulswnal de la
de tener conciencia de ello y comp;ent.1c cómo ha que- sexualidad infantil no es sino la inversión de la vio·
dado atrapado con Frcud en una sit.uoc1Ón semejan- lencia pasion n 1do los adultos, que conduce a la confu-
te. 6Y SI estuviéramos sencillamenle frente a tm caso 8ión de las lenguas, artificialmentt. imphmtadn ,,n
de reacción terapéutica negativa que ha pru>ado inad- los niños. Ferenczi llegn a una construcción muy no-
vertida para el objeto de la transferencia. es decir. vedo~:~a del psiquismo infantil. que allana el cammv
Freud? Así lo indica la alu~wn de este a Fm·enczi en al pensamiento de Wi nni.colt.
11Análisis terminable e interminable)). escrito de.:.- Nos htihría gustndo hacerle a él una de las preg-tm·
pucs de la muerte del húngaro. ta" que plamea (ibid., ¡níg. 147): ~<¿Quién está loco:
Es una manera de reconocer aquí el efecto de la nosotros o los pnciente~?». 2 Estn pue~ta en duda de la
transferencia. con el riesgo de ignorar la resistencia srJud de los adulro~ \'a a llevar necesariamente a una
de h·ansferencia. En esta oportunidad se pone en crítica de Freud. En opimón de Forenczi, este, a pe-
cuestión la compulsión de repetición. La resistencia sar de muchas decepciones. "igue apegado al análisis
se vale de ella para brinda1·sc la posibilidad de elabo- en el plano intelectual, pero no en el plano emocional.
rarla: en cuanto se muestra obcdieme a un supcD·ó que se-
ría el del investigador de las cwncia:, de la naturale-
~<¿De qué srrve repetir ellraumn al pie de la letra y con la za. En suma. Frcud no quiere verdaderamente a sus
misma decepciónfrenle al mundo entm·o y tolln la humn- pacientes y no está dispuesto n consentirles los sacri-
nidad?>~ (Ferenczi, 1932, pág. 105). ficio.:: que Fercnczi acepta. E!' te tiene el cor~je_ de aso-
ciar ~us dificultades u su propia expcn~ncm mfamil
Fcrenczi reclama el derecho a expresar su decep- y al pnpr.:l~"ulpubihzante Ul' ~u marlr~'.
ción ante el paciente para acceder a uua transferen-
cia más positiva. El anális1s mutuo no~ enseña que 2 ••¿Los niiios o losudultct:-.'l f<:utollr< ,;, ¡,por qu6 poner e ó •u;,.
ella no disminuye en onda el JlO.pel de los fantasmas rut·nrc en mano tlt•l nH u•e"?,,

88
De alguna mnucra, Ferencz1 !IC'\':t ha:->la el absu
do un.1 ideología p~ic.:oanalít1ca. Pu ·st<J c¡Llc el auaj¡~~ . " In con:-.t·euencta de cfL>ct•JS inter.;;ul jeti-
tn no pod.ria analiz:u· lo qut> perm;llll't:t• 1nan~lizad
.:oll stenlP~qcué ocurre• enlre dus "~Ujeto~? El frnca~u d.e
·ros· pero.' h reYanc.:ha de la dtmt'n~Hm
· ·' ·LO u·a1rH]LU·
en {·L se ve en In obbgncióu de t'llll\'et·lir"'e en el anau~ . ::.
Fei~enc;~:ru ~m:iÓn lle qtH' eJ punto de vi.~ta de Frcud.
zantl' del nnalizante. como .::j el p.tciente fuera capaz
de neutraliclad y pudit•t·a runuut"i:n· a Pxplnl;u·1a opor. es~ ln, - )Jel"Hlo . .Es mdudahle que habna que llegm
no esta. ::.tt.,.n., conccy>eii)n
' • 1acwn· ' entr
, .... am·
tunidad. 4Ul' de> talnwdo M' le ofh~ce, de <<:-.tülilic;u'>l a] 3 UUo.o•n
de la artleu
• l d d CXJtO
analista como en la situación dC' pa:;uj(• u/ uclo am r • ll
bOSunparc1. dar • a la cura alguna oportumc n e .
so. En ciertos caso;:,, una e~l!i~ión rhviclc :1 un yo que
0 0

obsen·a con total in.scn~ihilidad de un yo afectiva.


mente implicado. La rememoración no podría ser
otra cosa que la manifesración de Jn, cien trices trau.
máricas -siempre de origen externo-- de la psique
que procura hacer frente nl pru· matar o ser muerto. Ir
al fondo de las co~:.as sjgnifica ponernos a chsposicion
del paciente de manera <<apasionadamente activa>'.
Apasionadamente, al modo tle la Pasión de Jos ucris.
to. El análisis mut uo debe con<.luie con un pel'dón
mu tuo.
P ero, ¿y qué? Lo que hoy nos interesa e-s que Fe-
rencz.i abrió un nuevo campo clínico y describió for-
mas t ransferenciales «en los lünitel> el~ lo analiza-
ble)). Pm· eso la cuesrión no termina con ~u desapan·
3

ción física y pros1guc hasta el an<ilisis de nuestros


días, con la teoría de Winnicott. Un problema persis-
te intacto: el de los l ímites de lo analizable y la:. mo·
dificac1ones técnicas sustentables que pueden efec-
tuarse con las estructuras no nem·óticas. Esta situa-
ción no es aJena a la prefercn cm actual que henen al-
gunos autores por el cara a cam psicoanalítico. Es
significati\'o que con Fc1·enczi se abra una alternuti-
va a la teoría puls10nnl, en la que puede adivinarse
en germen una. teona relacional que no dejará de am-
plificarse. La ilimensión mrersubjetiva le gana la
mano a la intrapsíqmca. Los enrubios de esta última

3
«Aux limites de l'nnul.v~all lL·••, liilllll Jll mnnt•roltJ tl1 la¡\'r/11·
c•efle lteuue rle Psyclumalyse puiJilcaua ~~~ fll''-'' i:.uiu tld ltmgt't.>-
&o lnteruaclOnal ck Lomlr~lS do l!Jiii

90
91
2.2. 1vieJanie Klein 1enos que ln t~c.:mcn) la dmu::a de 1uiios. que e.n •'SU
o la destructividad gClwralizada ~poca aún estabau en gran nh riiLia !JUI con:--tnurse \
e]auteah.tn pl'ohlcuws en lo dLment a ia ndapracmn
~e la téclllc.t utih:l.tda conlt !> adult. ~- t3u alen~10n ~e
cenl•r·1ha • en la im¡Hll'lancw de l1 llltlrplOtanon- pre-
coz de la trnnsfen.mcta negntnm.lt..nopllllon de Klem.
t .., última no ddiPt'~:: eu .th::;olutn de la del adulto,
e!>" ·
.~ ~..:'::. t>rcct o mlerpr tur en p1·ohmdtda d . La v1a
· de
qU"' ,
e~pres1ón de esn u·•• n::.lcrenCI:l e:::. un temor franca-
1\fel.Irut IGem h1zo 1111 ptim r ·uml! 1 con Fercnr-
mente percepnble.
7.Í. No del todo snusfechn con esta ex¡JCI'Wn~.:ia volv ó
1 i\1elnnie Klt:in tanlurá algún ttcmpo en elaborar
n wrentado con Aurahnm, que lu dio meJor resulta.
1 su teoría, que ex¡JOudra n continuación e~ ~uanta
tlo. No le fue difícil formuJnr su propio si:stemu de oca::.1ón se le pre::.onte, y de manera repeunva. La
pensamiento, porque se había forjado cunnccioncs
teoría klcininno -en ::.u ambición de marcar u~a
firmes. Sin embargo, en su,.. inicio~ prácticamente no
·ont.inuidad con el úh:imo Freud- se apoya, en t~r­
cita a otro autor má::: que Fn~uc.l. de quien es mmn- ~10s muv generale::-. en el predominio de las puJslO-
ficsto que se pretende heredera Jcrgítüna.2 No resulta
nes destn~ctivas sobre In:,; pul.sioncs eróticas. La bús-
nada sencillo presenlrrr la evolución del s.t::;tcma klei- queda del placer sólo es secundaria. y d •fensi\•a con
niano desde sus comienzos hHstn nuestms díus. Eli- respecto a la inquietud d e neutralizar el efEcto de
7.abeth Bott SpilJ1us (1988) poc.lrá f.,l'\1131' al lector intc- esas pulsiones de tlrslrucc1ón.
re~ado en esa trayectort.l
Las primero:. elubor 1dones tcóri~a:s eslructun~­
Por nueslra parte, no:s limitaremos n abordar los das datan de 1928, eu el artil.:uJo dedicado u los «pn-
punto::; concernientes n la pul:sión de muerte. Kloin. meros estadios del conllicto de Edipo y de la forma-
en efecto. se distingue de ]o~> oü·os psicoanalistas ¡>or ción del ~upcryÓ» (KlPin, 1932, pág. 137). Para ella. d
su adheSión sin reservas a ese conCt!pto. Si en algún conflicto ed.ípico nace a meliladus del primer año de
momento llega a cue!'tionar a Freud, ello no se debe, \~da v ~e extiende hn~ta 1.!1 tercer año. Klein sigue a
en \'erdad, al uso cxcPsivo que este hace de la última Abrai1am: placer de mamar en el origen, seguido del
teoría de las puls1on~s. Seria. más bien. por haber placer de morder (~egundo subestadio oraJ}. A veces,
limitado mucho los puntos de ,·islu para los cual~s inhibición deri\'ada de un ~adismo oral anormalmen-
dl..t conl.ibe una aplicación muy exten~a.
te ele\·ac.lo. De todas mane1·as. una libido panicular·
Su ámbito dc;o ele~ción es ~1 p:.ieoanñ lisis de mños y mente fuerte puede preceder a una fru.::lración Y ser
de adultos con regresiones gra\ es. Digámoslo ya mis- afectac.la, en con:;ecuencia, por una inhibición. Lo no-
mo: la teoría, por apasiOnante que sea, le interesa civo es. pues. la aparición premalura del sadismo. A
Juicio de Klew. el desarrollo del yo se adelanto al de·
1
A el dccLcará .'\Il'lnnlf..ll\.lem Sil Jll'Hilocl IJIJro mPSIItJnllálrslf> san-olio de la libic.lo. La fru~n·aciónresultant.e se acom·
dt• 1111in~, d .. 1932, paña de una ungustin dL•bicla a los «stwwli que se
~ •J\lu;: Upl•rte,.., "'e l1l:J!)1t,lll, 011 ludn., los l 15pt!t tus, ··u leo qtw acumulan sin descarga pu~ibleu, afumucíon qu•J se
Frl!nd nos enfleñóu, dice l'n td prefacio u lu ¡11 inH.: ru cd 1cwu th 1~1
reitera de Freud a B10n Lu~ temores del ruño cmwer-
})!'fCOu talis1s di' 1111ior; .\lguna:- línc h nnt1., t 1mhién 1q;rulrcP n
Fercnc:~.i gcn en el nhjeto l'Xtcrim pmnGión cli:-.ipada por el de-

93
~arr~lJo. _con la realid~d que nco 111 ,cení a 1<.~ 1<buen f; ccione:::. :-:Í.<hca:--: no ~e debe únicamente a ln libido:
madre))) rcemplazam la dc.:;truc:ción del oh -et
, -· C 1 o Por
q ~ttÍ ligHdn a un nolentfJ apetito de Je~h·ucción, <<que
~u c?nservacwn. omfl_ en Frcud, hay derivación del :~unta a dai1ar y nnÍCJUillU' él ohieto» Se supone t¡ue
lllslmto de muerte hncm el exterior J'e1·o •1 la :3to se produc~ entre lo:-~ !-ieÜi y lol'l doce mese:-;. E:::tn
. - . - . . , • " \'ez se
tonstltuyen peligro;:, mternu~ al lado ele lo:, venid ~ituación conduce <l la intt'llsifícación de un sadi,;;mo
de afuer~- El !ladismo oral alcanza =-u apogec) durau~s debido a la ú·uslraci(m \'Ínc.:ulnda a la impo:,ihilidad
Y despues del d!:!sLctc. D1rigido contra el pecho d e de saüsfac.:er la'-' necc:;idades 1ibidlnales. Lo~ ataque~
madre. se e:\:tiende al interior de todo :-u cuerpo_ e 1a se extienden a lo~ penes del padre (en plural porque
~o obstante, ese sadi~mo nrnl ~e prolonga con 1 dispone de muchus) incorporado~ por la madre. El pe-
!ladismo uretral. El niño, inundado. sumergido. qu:. ne se connerte en el m á:-; temible agente destructor, y
m~do. envenenado. ex}Julsa grandes cantidades de tiene, seg{m Klein, un pnpel muy importante en la
o~na contra la ma~c. _v:ngó.ndose a~i d~: la fi.·ustra- etiología de lo~ trastornos mentales, pero -señalé-
cwn que ella le h? mfli?Jdo (enuresis, juegos con el maslo- sólo bajo la forma de pene-incorporado-al-
pene). El pene es mvestido de actiVidades cnteles 1 VIentre de la madre y constituyendo con ella el fan-
cual1·epercute en la func1ón sexuol ,. la inhib L' 0 tasma de] progenitor combinado.
d ·di - e. os
eseos sa ca-orales se asocian a los deseos sádlc - En lo que concicl'lle a La escena primitiva, en ella
anwlies. o el sadlSmo es temtdo por los deseos de muerte q ue en-
gendra, los cuales dan lugar a una destrucción mu-
I<La meta primitiva consiste en cle\'Orar y destruir el pe- tua exacerbada, s1gno de malos tratos intercambia-
cho materno>> (Klcin, 1932, (Jág. 1-!3). dos entre los dos parlenaires: pene convertido en ani-
mal peligroso o cargado de armas e~-plosivas. vagina
C_o~o se advet·tiró. el estadio fálico es esencialmen- 1maginada en paralelo como rawncra envenenada.
te ~ad1co. Melanie Klein se reivindica aquí como se- Se constituye un Edipo: «En mi opinión, el conflic-
guidora de Abraham:
to edipico se inic.:ia en el niño una vez que este s1ente
odio por el pene y desea unirse a la madre de manera
~~sé por e:\.-:periencia cuán dificil es lograr que se admita la gen er al para de::>truir el pene presente dentro del
corres~ondeilCla que estas ideas escandalosas tienen con cuerpo materno». Según Klein, las pulsiones genita-
la re~dad. pero los análists de ruños muy pequeño!' no les aparecen a] mismo liempo que las pregenitales.
~ern:uten ~udar_de ellas, porque nos ofrecen con precisión En consecuencia, no suceden a estas últimas..-\1 cabo
} eVIdencia la Imagen de crueldades 1mnain ·
- b~artas que de cierto tiempo. la destructividad genera una culpa
acampanan a ~os deseos en toda su abundancia. su fuer·
za, su mulbphe1dad» (tbid.. pág. 144). reparadora, puesto que lo que se ha desalTollado an-
tes es una guerra sin piedad, acompañada de fantas-
mas vengadores por parte de los padres.
Es, sin duda, la «verdadera)) hija de Freud la que
La culpa por los fantasmas masturbatorios geni-
toma el relevo de su::o posicwnes. Recordaremos la fe-
tales deriva de los fanlaoma~:-. sádicos dirigidos contra
cha: 19~8. año de los artículos del últJmo pcnodo de
los padres. y no de su conleuido incestuoso (ibid.,
Feren~z:t, en especial <<El niño en el adulto».
págs. 1 ·18-9). Klcin se apoya aqtú en una cita de Freud
Al mvocar entonces a Abrnham, Kl(Hn sostiene
acerca de la precedencia de l odio sobre el amor asi
que el placer que el lactante obtiene con esas satis-
como en otras que ahordan In liqwdación del comple-

94
95
JO• <le EdJj•u. lc•uJ·l' lh~ d 1fl J11 bJrton
. SI/ t

lla v, pr'r ultlmo de El

. 1 oma y Utz , · de la scxun1idud infan til. En p1·imer lugar . la
rtstJC35
un d • : '.w_ve/~1/u Nocuh• dld' 1 lJIJs. .
, uizopar anmde, marcada e n e 1~no- por _POS.lClo~es
..
e QU( hu le1du b1en .1 ¡. 1• 1 d u]r,.,,
U ' t> lH )Jl'I'O j 1 ~ ., . e;;~ ecutorias y profundas angustuts de aruquilac10n,
usma- PH:'lJPr" 'tll • a ' Ice "'11
• '"' ' Jll'OCl' SI) UJ 'Í J " ¡¡ petSnntes de la escisión, la rcnegación, la idealiza ·
to (zbzd.. pag 1 5 0) E ' ~ 1111 P Y mas dir ctlus~· • d e1
• 11 ou·,¡ p tlnlt 1• s 1 ec. . n y la om nipotencia, que son contemporaneas
Ill."laura preeozmr>t¡tn . 1 1, • e super\·ó
va<), ln cual e~ tazito
.. cont 1a ·ts J> 1
, u "IOlle:- destrt•ct
• r. C10 •
. .-Hi m1ento de angustias parano1"des. acampana - n t es
mas IJlC\ t t 1 • 1· :.U16 - . fr ·•
. - •
pulslones se de~vtanltn. J J a 't:! e uanlo que es• de uno ~'lvencia de de<::pedazo011ento. agmentae1on
eJ objeto,\' no Juede cut e 1 xte¡·wr. e:s uccir. hac<~~ y ataques destructivos por parte del objeto. L a sucede
bo::,lilidad, po~ un n ptuvocur como rr <:~ccicín m¿\,.. r• ta la fase depr eslVa, que comienza con los prim_eros es-
mec:uusmo de orwen fLl ,'"','1 Ue bozos de unificación del objeto. cu ando se a.~lSte a l a
e ogenettco
No bav aparición de la culpa con deseos de reparacwn de los
• 1Jertouo
·' .
11
al~u no tle In VId
entre el yo Y el ~u er\'o a en qul! la opo:.jción daños que se le causan: un sentimiento de r esponsa-
rante la Primcrn ~- • se~ ~an prouunc•ada como d bilidad por las devastaciones destructivas. La sepa·
lllLclnCUlll (tbuf., )JÚg". ¡53). U·
ración entre fase esquizoparanoide y fase depresiva
Freud se levanta t' t se justificaba por la evolución, en la cual la segunda
Melanie Klei· n-e on ra ~su opimón. De hecho sucedía a la primera. En el futuro, esa sucesión ser á
nconlt"lste 'l ·
sivameme en proce!'los ct~d ~on e -se apoya exclu- impugnada y la opinión de los k.leinianos se inclinar á
del vo con los ohjcl~s Ae opsJqu~c~::;. Las relaciones por una simultaneidad (va das veces repetida) de am-
nPs ulteriores entre st.tprep~oducJran en las relacio- bas fases. Se especificará eJ papel de la introyección Y
h .t sost.emdo Ya en D 1crvo v vo l 1 ]a proyección . La s mociones pulsionales y los fantas-
• • • ' a como Ft·eud lo
l.La intcrPretnc~~nu·~ oK::J~elnncolía••, de 1915 mas inconscientes son poca cosa m ás que las dos ca-
, ue Uln no est. 1'nfl . ras de una misma realhla d. Los fant a smas son la ex-
sus modelos de re1'nre . a w du por
. "' 11c1a: 1a pro•·· ·• . presión de la puls1ón (Su san Isaacs). La psicopatolo-
1a esqwzofrenia l· h' • ·' cccwn paranoica
' ol lpocondna la . . . , gía klemiana tiende o. rem ontarse cada vez más atrás
dcmos eJ lazo pu\ .· ,il .
eg¡adc) ue esl'
· cata toma? Recor-
En lo atinente '·tJr..tuna¡·lC1acJ la . .ts con eJ uarcisismo en la evolución del ruño para comprender l as raíces
t . .
pe] desempeñado po 1 . ' m erpretactón del pa- del psiqwsmo.
1~~ dotadoc:: ·1 • r o~ exctumenL0 En 194 6 a pa rece un a rtículo importante, «Notas
y ue tnmensa!oo: cap· "d d " como proveen- .
se «traduce" dt:> mane;, . :tcl u es de destrucción sobre algunos m eca nis m os es quizo ides» (Klein ,
no están presente:-• bajo·~~~:r~c~ture.sc~. Eso~ objetos 194.6) . Hasta ento nces, Me1anie Klein, al tiempo que
dos de muchas mnnc . . L• otma. ~mea, sino t·epeti- hablaba de fa se esquizoparanoide, sólo había aborda-
cuerpo reprcsent•J la PIas. -~ r>o~eston del intct·ior del
~· b .
Sllll oh.z.a, a Ja \'ez. _
,.
1
1
OSCS JOn t e !u • f•
_Dl.tl 1 e externa !CJ
do en los h echos la fase <<pa ranoide>>, hacien do a un
lado la fase «esquizo». Aquí, el proceder obedece otra
1
t: m une o cxtenor ,.. ¡,
E s• JU'tO
·
reco'""'"""" r.·¡ .
4Uu~ qUC' l'L eJQ .
al_i...l-d
.; d re U<~ ll. vez al deseo de ir más y más atrás en la evolución.
papel iugado por ¡., ¡ ¡ . ( ~~:ncJOnn. asimismo. el Rlein ve en ella ]as hu~llas de las fij a ciones psicóti-
1
· D ' b"l " >H o crohc··l ¡ J. 1a in1J uencm · de
1
l¡; 1 calidad cas primigenias resultantes de la.B primeras relacio-
• C l CtJlltl'UjJC'SO O •· r f
mnrá <{buen oLi~ro>•. ' IIgf:'n ( ,, lo que se lla· nes objetales, que existirían desde el comienzo de la
vida. Se consagra al examen de las r elaciones del p ri-
A conti.nuaciCín, Mul.utip n , ..
\ n.cwnc.s \' de;,cril 1 u·.;; .. 1 " l!lrl n~unu·n t.'Sns obscr· ~e.r vinculo y describe los procesos de escisión (splitt-
.. 1a:; uu · n" l"• cl le1es 1'ase~ cnracte· mg) que ocas10n an lus fragmentaciones del yo. La es·

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97
cisión es a la vez interua y exLerna Esci.sión. renega. clásic¡j, que seguiría con bastante fidelidad las te-
cióny ommpotencta cumplen un papel comparable al Llfi ropuestas por su fundadora. Bion, salido de este
de la represión en los estadios ulteriores implicados 51EP 1 ..
. · ~e diferenciaría muv
ltnaJe. - pronto por a ongma-
en la neurosis. Fijación oral y t!fectos <le la::. puls1ones
destructivas converg-en. Las proyecciones se prod"Q. Jjdad de sus aportes . , .
cen en la madre (y no sólo sobre ella). Rosenfeld fue. a no dudat·. el meJor clínico del gru-
Forjó su reputación como especialista en los esta-
Se describe entonces la identificarión proyect~va
(p1·oyeeción del odio. clirigido contra la madre, en par.
~~~ ps1cótlcos. Uno de sus aportes más originales se
tes de la propia persona; identificación con las Partes relaciona con lo:s estado~ ,nat·clSistas. La tenden~1a
proyectadas}. La expulsión ,1fecta mmbién a las par. Jcleiniana a hacer, hincap1e: ante todo, en las relaci?·
oeti de objeto habta conducid~ a soslayar ~a.patologta
tes buenas. y su consecuencia es el temor de haber
narcisista. Rosenfeld descnbe un narclSls~o des-
perdido la capacidad de amar. a pesar de la idealiza.
trUctivo que, como yo mismo lo pro~use antenorm~~­
ción. El yo puede experimentar el sentimiento de no
ce no es más que una de las expresiOnes d~ la p~on
tener ni vida ni autonomía. Escisión violenta y pro-
yección excesiva colorean la tonal.tdud persecutoria
d~ muerte. Profundiza, asimismo, ~n la Identifica-
del objeto. Melanie Klein instste -la actitud, bastan- ción proyectiva y los estados confu~:onales ~de_ des-
personalización. Especifica la noc1on d~ psiCOSIS d:
te rara en ella, met·ece ser destacada- en la natura-
transferencia. Y también consagra estudios a la tma-
leza narcisista que deriva de los procesos introyecti-
comanía y el alcoholismo.
vos y proyectivos infantiles, pues el objeto no hace si-
¿Qué decir como conclusión de este br~ve r epaso
no reflejar una parte del sujeto. De ellos se desprende
de las ideas de Mel anie !{}ein? Si bien suscitaron ~u­
una sensación de artificialidad. Un narcisismo exce-
eh o entusiasmo y fervor, también despertaron obJe-
sivo impide la elaboración de la fase esquizoparanoi-
ciones y crít1cas radicales. Sin remontarnos a Ed-
de en dirección a la fase deprestva.
ward Glover (1945), enumeraremos algunas de ellas:
Así, si la posición depresiva había ayudado a com-
prender la psicogénesis de los estados maníaco-de-
L El acento muy predominante en eJ papel de las
presivos, el estudio de los mecanismos esquizoides es
pulsiones destructivas contribuye más a desna-
esclarecedor en cuanto a los estados esqUIZofrénicos.
turalizar la teoría freudiana que a prolongarla.
Aquí, Klein procura una vez más teorizar lo que Freud
Para Freud, lo importante era la intrincación Y
ha dejado en barbecho o desarrollado de manera in-
suficiente. desintrincación de las pulsiones de amor Y de
vida con la libido. En este caso ya no se respeta
Melanie Klein despertó un interés fulminante en
ningún equilibrio; el campo está ~tegramente
la Bntish Society, donde se ganó la adhestón de Joan
ocupado por las pulsiones destr~c_tivas ..
Riviere, S usan Isaacs, Han na Sega!, J ohn Suther-
2. Para much os analistas, los klem1anos 1gnora~
land, Paula Heimann (que luego se alejaría de ella) Y el concepto de inconsciente, porque no hacen Sl·
Herbert Rosenfeld. No nos corresponde enumerar a
no traducir en los términos de su teoría los efec-
todos los miembros de la escuela kleiniana. A causa
tos conscientemente percibidos de la destructi-
de su interés por las psicosis, ámbito en e] que se im-
vidad.
pusieron las ideas de Klcin, todos estos autores se
3. La exagerada insistencia en los estados pre~o­
convirtieron en Tepresen ta ntes du la escuela kleinia- ces conduce a una teoría en la que lo antenor

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que nos enseña la experiencia con el niño. que en
explica siempre lo ulterior e inclCa a llevar 1Uein parece haber ü10gndo su libido de amor en el
constantemente má:; atrás. ha:-otu la oralidad e baño de ~angre ele las pulsiones destructivas. No hay
mcluso antes. los puntos de fijación. duda alguna de que lo~ kleinianns del futuro sentirán
4 La realidad exterior no cumple de por si ningtin por sí 1ru.smos la Lentación de bajar la~ pretenswnes
pa_pel. Depende exclustvnmcnte el~ la acepta- de esta concepción extremista que genera tantn.s Te·
ct~n de la r:alidad interna. E!'tc us;pecto sed ser"as. Surgirán formulaciones de recambio dentro
obJeto de la Impugnación de Wumicott. del roovumento kleiniano en la pluma de Bion o entre
5. El Edipo desaparece. porque. no poili·ía rcsu- ::.us compañeros de ruta. como Winnicott.
IDJ.rse en lo que _de él dice Mclanic Klein, y el Todos lo~ que tuvieron que vérselas directamente
padre no es lo nnsmo que su representación co- con Melanie IGem ~eñalaron su gran rigor. su pru-
mo t<pene del padre en el vientre de la madre». dencia antes de proponer una interpretación y su co-
6. ~ay un superyó precoz antes del Edipo. punto nocimiento del mundo infantiL En cambio, con el
l.Dlpugnado por el propio Freud. tiempo. se ha llegado a ndmitir que ella no era una
7. El yo se reduce a sus mecanismos primitivos. gran teórica y que no había que juzgarla en ese terre·
En estos, la escisión tal como la plantea Freud no. Lo cierto es que habría de marcar la evolución del
des~~arece, en beneficio de una interpretac1ón psicoanálisis de manera decisiva, por más que provo-
klel.lllana de ese concepto; en esencia, este se- cara ataques virulentos y fuera combatida dm·ante
para los_ aspectos subjetivos del maJ objeto de mucho tiempo. Dentro de la Asociación Psicoanalíti-
los relativos al buen objeto. ca Internacional ocup6 una posición marginal antes
8. La_s ~e-laciones de objeto están presentes desde de conseguir el reconociiruento de sus pares. Y aun-
el ~cto. La evolución de las relaciOnes entre yo que deba tener aún numerosot~ adversarios, ya no po-
Y obJet~ n? cumple prácticamente ningún papel. drá Ignorarse lo que ella ha s1do. Lo más interesante,
9. Los k.lelll.lailos sólo leen, sólo cltan y sólo tienen sin embargo. es que permitió la eclosión de obras co-
en cu~n~a lo que escriben los demá~ kleinianos. mo las de Wilfred R. B10n y Donald W Winnicott.
Las bibliografias de sus artículos son de un sec- Francia. que sólo ha tenido ojos para Jacques Lacan,
tarismo caricaturesco. habría de soslayar durante mucho tiempo esa in-
fluencia. ¿IntuiCIÓn precoz de una verdad que resta
La evolución no arreglará este estado de cosas
~e se resolverá, con el pensamiento de Bion. a tra: descubrir, o trágico error?
ves de una ruptura casi cismática. Por añadidura en
la pluma de Winnicott saldrá a la luz una oposi~ión
franca a las 1deas de Klem.
~releer aMelanie Klein en nuestros días. la co-
mumdad _d~ _analistas se divide entre quienes admi-
ran esa VlSlOn novedosa, invenctón que no vacila en
llevar la hipótesis de las pulsiones de muerte a un
punto ante el cual el p1·opio Frcud habría r(,ltrocedido.
Y a~u~llos q_ue ~e resisten a una VISIÓn mfernal, apo-
caliptica, d1ficil de admitir si se tiene en cuenta lo

101
100
2.3. W. R. Bion: retorno al pensamiento pensallllcnto verbal constituye el vinculo en tre dos
obJetos En efecto· hay ttue señalar que Bion se inte-
resará. ame todo. en el pensamiento y en la repercu-
sión que sobre el tlenen ci~rto~ funcionamientos pSl-
quicos. En una prolong,u..:ion del pensamiento de Klcin.
el expresado en las <<Notas sobre algunos mecarus-
mos esquiz01des". utiliza lo:; mecanismos descriptos
por ella en ese articulo: escJswn. rcnegac1ón. omni-
potencia. eYacuación } ex.puls1ón en la identificación
Dcdicar_uncapítulo especial a Bion no t:tgnifica só-
lo querer disociarlo de ~Ielame Klein Y su di . ul proyectiva.
-esto d 1 kl · · s ::.c1p os Bion da mucha importancia a este último meca-
cs. e elnlsmo clásico-. sino reconocer en
nismo. Se ve en la neces1dad de describir una idenb.-
su ~bra una originalidad particular, que se define
ficación proyecLiva «normal», opuesta a otra «excesi-
eF ntte otras cosas, por un reto¡·no al pensruru.ento de.
1·eud -vun_resmgtr
· . · d e los conceptos psicoanaliticos va)). así como postula una escisión infinitesimal (mi-
de l pensrumento. nute), casi unposible de detectar. Su tesis prínceps se
resume en un dilema: evacuar la frustración o elabo-
~o recordaremos en detalle los elementos de su rarla. La evacuación es, como en Freud, el resultado
teo;na; nos conformaremos con des tacar los que se re- de la acumulación de las tensiones d.isplacenteras,
lacwnan con la pulsión de muerte Una ., .
tu 1 · nocwn consti- que impide el funcionamiento del pensamiento. En el
ye e puente entre la teoría freucliana y la d Kl .
En ~ás allá del principio de placer, Freud ;onc:;~
psicótico, la frush·aci6n no sólo está ligada a una sa-
tisfacción libidinal aislada. «La existenCia del ana·
tualiza los dos mecanismos esenciales de la li 6
la d · li , gaz n y lista objeto encarna la fru¡:;tración básica. con el de-
es gazon como característicos de los funciona-
seo de rechazar todo lo que prov1ene de él. Es decir,
rn:;ntos de Eros! de las pulsiones de muerte. Bwn, de destrurrlo y desembarazarse por todos los medios
P ~u parte, hara del concepto de \'Ínculo un pilar de
posibles de los fragmentos producidos en la destruc-
sus ~deas. En su célebre articulo ((Ataques al"~" ul
escnbe: y4.lc Oll ción)). Los ataques asesinos contra lo que une a lapa-
reja, contra esta misma y contra el objeto engendrado
Utilizo • 1o, porque deseo examinar la por ella refuerzan el odto. Aquí se especifica el papel
. , la palabra "vmcu
11

relaCion del paciente con una función v no con el b' t del objeto, consistente en anticipar la amenaza y ex-
que la e 1 • o Je o perimentar el miedo del niño, que ha despertado en
ump e; no me mtereso únicamente en el pech 1
pene o el pensamiento verbal, smo en su función qu:·
la de hacer de vínculo entre dos objetos» (Bion 195.9 ,
:s él su miedo a morir. E1 objetivo de esa receptividad a
las identificaciones proyect1vas del niño es la capaci-
115). · • pag. dad de ensoñación de la madt·e, que contribuye a la
construcción de la función alfa en aquel, una función
_En esta definición aparecen dos ideas notab les La que permite transformar las impresiones en bruto de
pnmera es el interés por una teoría de las f . . los sentidos en mate nal aplo pro·a la elaboración por
La expre · , ., unciOnes. e1 sueño, el mito, lo alucinación, la pasión.
1
swn ((re acwn de objeLo» indica por primera
vez 1o que
. esla
una relación:
. , una funcio'n . La segun d a
Lo que se cuesbonn ya no es únicamente la pre·
mcorpma en coucepcwn kleirúana la idea de que el pondera.ncia de las pulsiones destructivas, sino Lam·

102 103
bién su infll trat:ión en las JH.d~ionL's de amor. para . 9 1. bien no se menciona rle manera expli-
tcrmmar englobandcJ al mismo tiemJlO la realidad in-
eon B100 ·
. • de muerll.! til' tornu mas '
conceb1 ble.
·ita 1a pu1s1on bl p ,
terna y la realidad externa. A4uellas pulsiones son la e , . ~ b1e ,. -dil·ia vo- más pensa e. uesLo
tna :::. acep~.a - . 1 1 . es de
causa de un terror de aniquilación inminente y p 0 • , es el Yerdadero objetivo de u::; pu swn
que e:se . · · ensable
nen en accrón una formacwn prematura, precipitado dec.trucción: hacer que el pslqUl::illlO sea unpl ., ,
de relaciones de objeto precru·jas. co n ~tituida por un - UT"'' que no se lo pueda pensar y que a noclon
-proc .~ ard
estrato psíquico endeble. o sea. que no comporta capa- nU.sma de causahdad pierda toda v• l ez.
cidad alguna dl ai.Jgorción de los procesos psíquicos.
Hay que valerse de la transferencia para percibir 1 odelo que propondré llara e~e desarrollo lel desa-
todos los efectos que acabamos de describir. Aun las ~~~oll: hipertrofiado del aparato de_ identificación proyec-
func10nes psíquicas cuya forma ción exige vínculos de ~ l ec:: el de una psique que [unclona conforme _al_ pnn-
l,..lva- -. d cho malo es smommo
{acto, como el sueño, deben reinterpretorse en el "piO de que la evacuaclon e un pe (B.
marco del predominio destructivo. Más que para esti- ~e la obtención de sununist.ros de un pecho bueno» IOn.
mular la función de integración. esos vínculos sirven 1959, pág. 128).
de hecho para la evacuaciÓn. Bion llega. a una teoría
del pensamiento y del no pensam1enLo, cuya ausen- He aquí una eqUlvalencia mortífer~ que conduce,
cia se hace sentir con crueldad en el pcnsannento en ciertos casos, incluso a preferu: la l~orancra p~r
. , _, interés de una comprenston, causa e
kleiniano. evacuac10n w l limit más vale
La gran originalidad de Bion consiste en la inven- lacer v factor de crecimiento. En e ~·
ción, junto a los factores de amor (A) y odio (0), de ~vacu~r las tensiones de la vida y prefenr la reduc-
una tercera categoría fundamental: el conocimiento ción a cero de la muerte.
(C). ¿Carece de couespondencia en el pensamiento
freudiano? ¿No podemos ver en ella un análogo de la
función de ligazón que precede al principio de placer.
al cual llega Freud al .final de l\llás allá. ?
El pensamiento de Bion es. empero. aún más com-
plejo. Distingue entTe conocimiento posihvo (+C) y
conocimiento negativo (-C). 1 Este últrmo tiene como
base una omnipotencia en la cual es más ventajoso
no saber que saber. Esto es lo que pone a B10n cerca
de Freud. teórico del masoquismo y de la reacciÓn
terapéutica negativa. Bion formula la lupótesis de
que los ataques destructivos llevan a evacuar una
primera frustración, aunque sostiene que, si estalle-
ga a repetirse, lo que se evacua es la psique entera,
en respuesta a unai"epetición que amplía el campo de
la destrucción.

1 +Ky-K, por((knordcdgt").

105
101
La obra de Winnicoll es considemblc y no preten-
2.4. D. W. Winnicott: demos resumirla en c::;tas página~. aunque sí recor-
el par individuo-entorno dar su argumentac1ón en lo referido a la pulsión de
muerte, a cuyo respcclo se pronunció de manera muy
explicita.
Winnicott tiene una aclitud matizada en cuanto al
papel de la dcstructi"ridad Oa cuestión no se le plan-
tea como puls1ón de muerte). Admite su m.fluencia
considerable y. como Mclanie Klein. la pone en pri·
¿Cómo situar a Winnicott'? ¡Cuando viajó a Nueva mera linea. Sabemos que se lo contó entre los parti·
York, en 1969, para dictar una conferencia. lo pre- darios de la relación de objeto. En realidad, se ha po·
sentaron y consideraron como un lde1mano! Esa ca- dido demostrar (Davis y Wallbridge. 1981) que esa
racterización debe de haberlo sorprendido, porque pertenencia era más moderada de lo que pretendía
hacía tiempo que contribuía a la controversia con los señalarse. Wintúcott no cree en la existencia del obje-
partidarios del kleinismo. Y yo agregaría que aún to desde los inicios de la vida. La naturaleza humana
hoy continúa haciéndolo, dado que en nuestros días (Winnicott, 1988), obra inconclusa, permite aclarar
es el blanco principal de los kleinianos. Y no porque las ideas sobre este aspecto.
alguna vez haya renegado de la profunda influencia En efecto: para él no es posible pensar los inicios
queMelanie Klein ejerció sobre su pensamiento, sino de la vida en la perspectiva de un individuo y un obje-
porque siempre tuvo la inquietud de señalar sus pun- to distintos. A su entender, en el origen no existe to-
tos de desacuerdo con ella. Por eBo. diremos que el Vl- davía un selfindividual capaz de separar el yo del no-
raje winnicottiano, hacia la decada de 1950, tuvo tan- yo. En ese estado de indistinción originaria no hay
ta importancia. a nuestro entender, como el que mar- más que un magma confuso, y la observación del be-
có la llegada de Melanie Klein a la escena psicoanali- bé no puede permitir imaginar para él. en ese campo
tica hacia 1930. que supuestamente lo caractenza, un lugar «donde
Sin embargo, su disidencia no se linntó a Klem. A haya un sitio para apostarse y ven> (ibid., pág. 171).
menudo le ocurre que debe meter a ella y a Freud en Sería más convincente concebir en el origen de la vi-
la misma bolsa para señalar su desacuerdo con am· da psíquica t<una unidad entorno-individuo». Y sería
bos. Puede decirse que el principal argumento que lo incluso más admisible asociar el ser del par indivi-
opone a estos es el reproche que les hace por intere- duo-entorno al no-ser en lo concermente a las fonnas
sarse únicamente en el mundo interior y hacer caso primeras de esta unidad. El ser nacería del no-ser co·
omiso del papel del ento1·no, es decir, de la (!patolo- mo consecuencia de los intercambios entre los dos
gía» materna, como si no hubiera diferencia alguna componentes del par. Sin embargo, ese nuevo ser na-
entre tener una madre normal, neurótica, depresiva ciente sólo conquista la posibilidad de surgir del no-
o psicótica. La cuestiÓn no estriba en Lomar en consi- ser porque debemos reconocer en el objeto una activi-
deración un papel patógeno directo. sino en pregun- dad importante, a través de los cuidados que dispen-
tarse cómo contribuyen lus ru~:>gos característicos del sa, sin que nos resulte posible, en manera alguna.
comportamiento materno a organizar la personali- identificar la forma bajo la cual estos existen cuando
dad psíquica del niño. nos situamos hipotéticamente en el lugar del bebé.

107
106
En ese estadio. este no tiene ningumt conciencia del rresponde a un estado de «soledad fundamental)) pro-
en torno o de los cmdadus que ~e le prodigan l'nmo ta- bablemente relacionado con lo que Freud llama «nar-
les La apuesta esencial de. los primeros estadios pa- cisismo primario», el cual podró reaparecer en cier-
sa por ase~ar la continuidad ('ntre la vida intraute- ras regresione::s. Winuicott ve en él un equivalente de
nna Y la VIda afuera, asi como entre los diferentes as- lo que Freud atnbuyc al funcionamiento ligado a la
p ectos de la VIda psíquica_ Cuando la::s primeras eta- pulsíón de muerte.
pas ~e d_esenvuelven de manera gatisfactoria. evitan El acceso a esa forma primitiva dista mucho de ser
~ re~cción de intrusión que desemboca en una con- fácil, porque esta última está recubierta por el desa-
Clenci_a p~ematura y. por lo tanto, meno~cabante y rrollo de relaciones de objeto posteriores (¿se trata
paras1tana del obJeto_ La qtuación en la normalidad entonces de lo que en Freud corresponde a la «repre-
tal Y como Winnicott la presenta. favorece el dcsarro~ sión primaria»?). Wmnicott (L btd., pág. 172) aclara
llo de la autonomía y la creatividad ya en acc1ón que que imagina a la sazón un «estado apacible de no-vi-
proceden a la génesis del objeto. ' da que puede alcanzarse apaciblemente por una re-
J?e ~odas las construcciones que conozco sobr e el gresión llevada al extremo». El cotejo propuesto con
nacimlento ~el _o bjeto en los rmcíos de la vida psíqui- la pulsión de muerte se basa en la caracterización de
ca, la de Wmrucott me parece la más convincente· ese estado como «anterior a la animación de la vida».
más aún. la única convincente. Esta concepción tom~ Que yo sepa, Winnicott no t·etomó jamás ese desa-
en cuenta ~~zos existentes en la realidad pero de los rrollo en su obra publicada, lo cual es de lamentar.
cuales el_ runo no puede tener ninguna conciencia cla- Discutamos, empero, su argumentación contra las
ra. Los Vlve con la sensación de una totalidad -dual ideas de Freud. En el origen encontramos, al igual
no ob_sta~te-, sin conciencia alguna de los campo~ que en Freud, un estado que puede asemejarse al
constitutivos de la dualidad. narcisismo primario. Esta observación bastaría por
Frente a una situación semeJante. eJ error consis- sí sola para diferenciar a W1nnicott de los partida-
te en presentar aquellos lazos bajo distintas rúbncas rios, desde Michael Balint, de las relaciones de obje-
(punto de vista de un observador externo}, o bien co- to, para quienes el narcisismo primario no existe. En
mo desarrollo de una de las dos polaridades, e incluso consecuenc1a, Winnicott no es un relacionista «abso·
e~ tomar en ~enta sólo la acción de u na de estas; por
luto>). La originalidad de la posición winnicottiana
radica en la afirmación de que el objeto ex:i::.--te (en los
e~:mplo, el ??Jeto. De allí la ambigüedad de la expre-
cuidados maternales que dispensa) y no existe (pues-
slO.~ <~·~lacm~ _d e objeto». ¿Relación entre quién y
to que no hay yo que lo reconozca). ¿Soledad esencial?
qmen. (.Relac10n del ObJeto con quién? Negligencia
dellen~aje que oculta de hecho una flojedad del
¿Estamos tan leJOS de la ¡·etirada de las investiduras
pensarruento. al ruvel cero? Hay que aceptar la ambigüedad de las
~a. teorización de Winnicott, admítárnoslo, es hi·
situaciones que pueden darse en la r ealidad sin que
potetica. pero esta especulación es más elocuente que existan, empero, las organizaciones psíquicas nece-
el resultado de muchas de las presuntas verdades sarias para reconocerlas. Se trata, pues, de escoger
mar~a_das por la ceguera de un observador afectado
entre una situación perceptible desde el exterior, sin
de ng¡dez psíquica. Winrucolt prosigue: ese estado posibilidad a]guna de ser percibida interiormente, y
una descripciÓn que dlstinga de entrada al iudividuo
n~c1do deJ pa~ in~viduo-entorno, que no comporta
y el entorno. Esta ambigüedad reaparecerá en Win-
runguna concrencta de un objeto, sea cual fu ere, co·

108
109
nicott con los objetos tTansicionalc:s que son v no so 2.5. Algunos aportes n:anceses.
el pecho o el objeto. · u
s_e apreciará ~a lmportancia de ]a mutación winni- de Lacan a Balier
c?ttiana. Se adVIerten. al mismo tiempo, las diferen-
Cias con las hi?ót.esiS de Frcud y sus tran:sformacio-
nes en Melame Klcm y Bion. Contrariamente a lo
que s.us detra:tores pretenden, el pensamiento psico-
analibco esta en transformación permanente. Da
m enos pruebas de rigidez que de flexibilidad cuando
El psicoanálisis francés ha estado rndlscutible-
la especulación se defiende de manera convincente.
mente mru:cado por Jacques Lacan durante el último
No de ~ane~a p~;u~orrea lista, sino como producto
med.lo s1glo. Es justo, entonces, que comen cemos con
de una 1magmaciOn libre de prejuiCios.
él. Ahora bien: Lacan nunca se pronunció francamen-
te acerca de la pulsión de muerte. Al comienzo de su
obra, esta sólo está presente bajo la máscara filosó-
fica: la muerte como Amo Absoluto. ¿Hay que relacio-
nar su uso con la influencia de Hegel durante la ela-
boración de la primera parte de la teoría lacaniana?
Sin duda. En todo caso, en lo sucesivo Lacan ya no
aludió a ella bajo est.a forma. ¿Puede decirse, empero,
que desaparecen las ideas englobadas por la noción?
Creo que el concepto de goce puede vincularse con
ella, toda vez que el goce pone indirectamente sus
formas en relactón con la pulsión de muerte. Goce en
el sentido de h orror. tal como de él hablan las formas
graves de perverstón, sean destructivas o estén liga-
das a la psicosis. Sin embargo. la teoría de la pulsión
de muerte queda en suspenso.
En la filiac1ón lacaniana, Jean Laplanche se ma-
nifiesta resueltamente contra la teoría íreudiana de
la pulsión de muerte. En lugar de la última teoría
pulsional de Freud, que opone pulsiones de muerte y
pulsiones de vida, prefiere la suya propia, que distin-
gue entre pulsiones sexuales de muerte y pulsiones
sexuales de vida. Lus primeras son comprensibles en
términos de caos. mientras que las segundas expen-
mentan ya un esbozo de organización. ¿No equivale
esto a adoptar una teoría monista de la libido des-
tructiva o constructiva? En nuestra opinión, convie-

110 111
ne oponer el caos, que es La conutc1ón del ello frcudja. mínimo, dobcnnmos hablar de libido erót1ca degra-
no, Y la nada, que es la tendencia 1 Ja aniquilación dada. El afecto inconsciente. recordémoslo, carece para
(nivel cero) de la inercia y el nirvana. Por ejemplo. la Freud de atributos A lo sumo. pueden oponerse esta-
inhibición de la puls1ón no se debe a ]u instauración dos de gran excitación pulsional y de apatía cercana
del caos, sino a la extmción de toda expresión de la a la muerte psíquica. Aquí so trataría. más bien. y li-
pulsión. capaz mcluso de afectar la autocon::;ervación teralmente. de un desl!ncadenamiento pulswnal cla-
(anorexia). Yado en su meta y generador de despersonalización.
En otro borde de la clínica. Pierre Marlv ha toma- Esto es lo que muestra la patología de los grandes per-
do en serio las ideas de Freud, sin dejar por ello de Yersos. En este caso no es e l inconsciente el que ac-
modificarlas. La referencia a la dcstructi\'idad es, en túa, sino el ello de una bipolaridad pu.lsional erótica y
verdad. una noción que suena a los especialistas en destructiva.
psicosomática, que as1slen a vece::. a un triunfo de la También hay que recordar lo::; trabajos de Miche-
muerte no siempre justificado por la gravedad de los line Enriquez (1984), consagrados a lo que ella llama
trastornos somáticos. Pero Marty prefiere hablar de <eencrucijadas del odio)). Enriquez pone el acento en e]
<<desorganizaciones contraevolutlvasn. Comoquiera complejo odio-sufrimiento y concentra su atención en
que sea, las descripciones de los _psicosomá ticos dan la paranoia, el masoquismo y la apatía. Destaca las
cabida al concepto de pulsión de muerte sin forzar los afinidades electivas entro paranoia y masoquismo.
hechos. Volveremos a ello, aunque cabe precisar que En cuanto a la apatía, puede comprendérsela como
ese concepto sólo cobra sentido cuando se lo acopla al tentativa de dominio de la muerte psíquica.
de pulsión de vida. Cabe mencionar, además, los trabajos de Claude
Si volvemos ahora a la clínica psicoanalítica co- Balier (1996; Baher (ed.), 2005) sobre la psicocri.mi-
mún y corriente, la concepción de Jean-Claude Ro- nología psicoanalítica. Esos aportes implican un
lland se destaca por su originahdad. Rolland no omi- cambio radical en nuestras ideas sobre la destructivi-
te nunca referirse al artículo de Freud «Pegan a un dad. Ya en 1966. Balier publicaba el resuJtado de sus
niño». La acumulación masoquista de fracasos del yo, investigaciones sobre la patología sexual de los com-
la búsqueda de sanciones inconscientes que satisfa- portamientos VIolentos. Sus 1·elatos provocan escalo-
gan la necesidad de autocastigo. así como la mulb.pli- fríos. La violación ::.e concibe como el efecto de una
cación de las reacciones terapéuticas negativas. que compulsiÓn. Es un proceso apremiante. Cuando lo
impulsan la búsqueda de tratamientos cada vez más anteceden producciones psíquicas. estas son objeto
penosos, dan testimonio. en su opiruón. de la intensi- de una renegación acompañada de una desidentifi-
dad de la culpa inconsciente, que reclama castigos in- cación. A menudo, el proceso acarrea otros pasajes al
cesantes, equivalentes a la realización del fantasma acto: suicidio, automutilación, violación de otro pre-
de ser golpeado por el padre. Que la libido erótica no so. La activ1dad onírica suele estar exclusivamente
pueda, en esos casos, más que ser movida porque ca- habitada por la pesadilla. También surgen <<fantas-
rece de otros caminos por los cuales prncurar satisfa- mas>>: miedo a ser violado o fantasma de violación de
cerse, de acuerdo, pero, ¿qué pasa con el erotismo otro. En los sueños salen a la luz temas psicóticos (in-
cuando se invoca la pulsión de muerte? ¿Podemos fanticidlO cometido por los pad1·cs del sujeto), con una
buscar la solución por el lado de un sadomasoquismo sensación de implos1ón y un sufnmiento intolerable
generalizado? Me parece muy <.lifícu, porque. como en la cabeza.

112
113
Con frecuencia se encucnLnm numl'rosas fobias crudas de la escena primordial. mtcntras que la m-
P.regerutales, que apenas pueden contoner una h 1ste- quietud provocada por las imagos parentales tradu·
r~ de conversión. una:-; y otra de un canícter 'rprimi- cen un fracaso de la in terionznción del falo. Estas
t~~C111 que es testimonio de una amcna~a de aníqtúla- formas de p~rvc1·sión hndan con la psicosis y entra-
cion. c~rcana a los terrores nocturno..:;. Lo ::;e:-.:ual está ñan una amenaza de dcsobjdahzación, con perjmcio
al sernc10 de la violencin (Bergcret. 19t14). El proble- del sentimiento de identidad. deseo de dominio y alu-
ma de los línutes adentro-afu~ra se mcncwna crm re- cinación negati\.a. que conducen a una suerte de abo-
ferenc~a a l?s re~aciones entre fantasma. percepción lición del sujeto. La amenaza de despersonalización
Y alucmacwn. S1 prevalece una imagen parental, es pesa sobre lo::. pasajes al acto. El trabajo de ligazón
~ de la madre: el objeto primario En el mundo inte- revela aquí su carencia. 1
nor. lo bueno es inaccesible, y lo malo. siempre inva- Algunos años después, Balie1: vuelve a todos estos
sor (Do~et Y ~re.en, 1973). El acting out intenta una problemas, tratados en un libro colectivo con sus co-
resolucwn mediante la descarga de lo malo. Entre los laboradores (Balier (ed.), 2005, pág. 146). Se cuestio-
afe~~os predominan los de furia y violencia. La aluci- nan las imagos parentales: «¿Se trata de una figura
nacwn ne~ativa (André Green) y el pictograma (P1e- paterna?)>. Respuesta: ••Al ser el padre adm.irado e
ra Aulagruer) ayudan a pensar la psique. Además inaccesible, la figura que sale de él es una representa-
las fronte:·as del Y_O ~stán mal establecidas y pone~ ción en filiación directa con el _yo ideal, y de alli la
en entred1cho los limites adentro-afuera (interno-ex- idea de que más valdría decir la "no-madre")) (Claude
t~rno) Y.adentro-adentro (entre consciente, precons- LeGuen). Ln segunda observación es la siguiente:
Ciente. e mconsciente). La defensa dominante es la re- por fuerte que sea la impresión de una patología de
negaCión~ la .escisión. Conflicto y act.o están radical- origen mtcrsub)etivo, no por eso deja esta de poner
m;n~e escindidos. De hecbo, los ciuuentos tlel yo son en relac1ón dos intrapsiquismos.
fragiles: hay temor al hundimiento, acompañado de Mencionemos el papel asignado a la sociogénesis
una «confusión primaria de a tres11 Esto se explica de la criminalidad, que v1ene a tomar el relevo de la
t~ \'ez por el hecho de que, con ñ·ecuencia, el futuro psicogénesis. Y señalemos. para terminar, que lo más
~?lador ~a. sido violado en la infanc1a. Una depre- difícil en las relac1ones con tales sujetos es no dejar
SlOn narcisiSta se comprueba, muchas veces, en el de recordar que tienen derecho al respeto debido ato-
fundamento de la psique. El asesmato suele ser el re- da la humanidad por sus te1·apcutas.
sulta_do de una omnipotencia, la de un yo grandioso;
el o~o ~~preponderante, al1gual que el sadismo; la
pasivaCion (pasividad forzada) y el miedo a amar se
reparten el cuadro clínico. El incesto es el modelo de
la perversión por antonomasia.
?l~ude B~er intenta una construcción mctapsi- 1 Los trabajos de Rosme Perclbergy ~u equipo de investigación
colog¡ca convmcente, que no pone en juego la pulsión (P. Fonagy, M. Targel, D Campbell y otros) han contribuido en
de I?ueTte de manera directa. La regresión afecta el gran medida a esclarecer los problemas de la clínica de la violen-
c?~Junto ~e_l,psiquismo: pulsión, narc1sismo, proycc- cia en psicoanñltsJS. Señalemos que estos autores consiguen evi-
cion, abohcwn de la dimensión objeta] del otro como tar plantearse la cuest1Ón de la pulsi6n de muerte. Cf. Perelbcrg
otro. En ese marco reencontraremos ]a::; expreswncs {ed.), 2004.

114 115
2.6. La psicosomática de Pien·e Marty célebres: Fran:t Alc>xander. Helen Flanders Dunbar '
:Merlard Bos~:>, etc. En Francia hay que mencionar so·
hre todo aRené Hcld y M1chel Sapir. En realidad,
pese al interes de muchos ps1coanahstaF. no había
aún una ve1·dadera concepción específicamente psi-
cosomática Fue P1en-e Marty. fundador de la École
Psycbosomatique de París. el1·esponsable de que una
nue\'a concepción psicoanalítica saliera a la luz. Poco
Entre las patologías que hoy se denominan «soma- a poco. esa escuela extendía su mfluencra en el plano
tesis>> (por analogía con las ps1cosi~). a lgunas plan· internacwnal y ganó reconocimiento, aun cuando nu-
tean problemas originales. La incidencia psicosomá- merosos psicoanalistas siguieran manifestando su
tica se ha señalado de larga data, al menos desde el desacuerdo con las concepciones de Marty.
s iglo XIX. Fulano, alérgico a las violetas, sufre una No recapitularemos todos los ámbitos donde las
crisis de asma a la vista de un ramo compuesto, sin avanzadas psicoanalíticas han permitido hacer pro-
embargo; de flores artificiales. Abundan los ejemplos gresos: raquialg1as, cefaleas, alergias. rectocolitis he-
en que efectos de simulación ponen en marcha una morrágica, glaucoma, dermatosis, etc. Nos conforma-
patología crítica. La llamada «medicina psicosomáti- remos con mencionar algunas ideas que han puesto
ca» se fundaba a menudo en una etiología de «cho- de relieve Pien·e Marty y sus colaboradores Miohel
queS>>, b·aumas, que con el tiempo ha quedado supe- Fain, Michel de M•Uzan y Christian David (cf. Mar-
rada. De igual modo, fue1·on muchos los autores que ty, IvfUzan y David, 1963). Tras la muerte de Marty,
pusieron de relieve el papel de la s ugestión . En los Claude Smadja, Marilia Alsensiein y Gérard Szwec
movimientos analíticos del mundo entero siempre se e ncargaron de prolongar su teoría: M'Uzan elabo-
hubo médicos aficionados a describir cuadros clínicos ró su propia concepciÓn. Con este último, Marty des-
basados en una patogenia discutible, que relacionaba cri bía en 1962 el «pensam1ento operatorio», conver-
un síntoma somático y un acontecimiento psíquico. tido después en la «VIda operatoria» (Marty y M 'U-
Así. el hiperten.so estaba «muy tirante», el ulceroso zan. 1962) Se trataba entonces - resumo mucho-
«se hacía mala sangre» y el nervioso tenía «los ner- de describir el psiquismo de ciertos indi.-íduos sumi-
vios más fuertes que la sangre>>. Esta concepción, que dos en un pragmattsmo corrosivo, que poco a poco
ec?aba raíces en la sabiduría popular, no Llegó muy conseguía carcomer su vida psíquica hasta despojar-
leJOS. Cuando la psicoterapia se demostraba mdicada la de toda vitalidad -todo deseo- y los llevaba a
para luchar contra esos estados, la mayoría de las ve- pensar, sentir y razonar de un modo que los eximía
ces se recomendaba una terapia de apoyo, incluso la de cualquier r ecurso al fantas ma . Ese comporta-
hipnosis (que vuelve a estar de moda) y, en nuestros miento psíquico exige vanas observaciones:
días, las terapias cognitivo-comportamentales. Las
l. La referencia a un funcwnamiento mental-no-
terap1as breves y de acción rápida eran las prefer1-
das. Se trataba de limpiar al psiquismo de esos estor- ción específicamente francesa, poco utilizada en
bos inútiles. otros lugares-, en el que se comprueba la falta
Había en todo el mundo una gran diversidad de es· de flexibilidad y viLahdad del psiquismo, que no
cuelas en las que se hicieron ilustres nombres luego toma en consideración el equilibrio psíquico en-

116 117
tre las iliferentes modalidades: lenguaJe. activi-
dad onírica, fantnsmns, afedn~. P<~saje~ ul neto,
. . , m obrcce las deducciones
por cons•gmente, e p . ·r de las relaciones
somat1zación. etc., y en el que se adviene que que pueden l~accrsl.1 a partl
las formaciOnes originada~ en el carácter (neu- entre asociaciOnes.
rosis de carácter y ele comporramicnto) tienen
. . ir a los pacientes
un papel preponderante Es tradicional compa- Es menester, empero, d!stm~psicosomáticos de
tan algunos rasgo~
que sólo preso~
rar el funcionamiento ment•.Ll del neurótico con . t..
. ·dadero perfil psicosoma 1-
el del psicótico. En lo sucesivo, es preciso con- aqucllos que ucnen un \ei ·aracterisricas de ellos
templar la postbilidad de trazar un paralelo con 1 defensas que son e
co. Entre as
z
dim' ntos autoca man es,
t

se han descrip~o lol::o p:c:e losl:utoerotismos )~ cum-


el del paciente p!=;tcosomático.
2. Irregularidad del preconsciente. El papel del que toman aqw e ug l de satisfacciones sustltutas
preconsciente, que es, como se sabe,la parte del Plen no tanto un pape . to
inconsciente capaz de convertu·se en conscien- . . es por agotannen · . .
como de exhnclOn . , . l odemos añadir Sig-
te. ha sido reconocido en el psicoanálisis con- A esta configurac1Dn genera p
temporáneo como cada vez más tmportante pa- nos de gravedad:
ra el equilibrio psíquico. Según Marty, el «espe-
SOr>) del preconsciente debe tomarse en cuenta
· • esencial, sin pérdida
1 El cuadro de la depreswn" . co significativo,
como zona tapón entre el inconsciente y el cons- de objeto ni conflicto ~slqul b . de la vitali-
ciente. Marty utiliza la expresión «hojaldxado» . . a atorua, una aJa
constitwdo por un , enguada que hace
del preconscíente, imaginando una superposi- d , ·ca y una energ¡a m '
da pslqUl . ·te síquica anunciada. .
ción de capas en las que se produce la elabora- recordar ~a muer ~da operatoria progreslva,
ción psíquica. Ahora bien: de conformtdad con 2. La extens10n de una u , a Y el carácter apaga-
su teoría, el preconsciente registra pero no emi- marcada por la monotom ·~ce como aplastado y
te, esto es, sus mensajes no se t·eciben en el ni- do del psiqwsmo, que apru
vel del psiquismo consciente.
apático. d ganizaci.ónprogresi-
3. De hecho, esta observación va a la par con lapo- 3 La marcha hacia una esor 'quicos como los
breza de la vida fantasmática de los pacientes · t t los procesos ps1
va en que an o fl . lo que Marty llama
en cuestión. Se ha hecho notar que, en ocasio- procesos soma.ttcos ~~n::volutivas)), evocado-
nes, esa vida fantasmática, leJos de estar au- <<desorgaruzacro~es_ . d por las pulsiones des-
sente, no se integraba, en resumidas cuentas, a ras de un impeno CJercl o
la vida psíquica: por decirlo de algún modo. se tructivas.
desenvolvía fuera de ella.
4. El funcionamiento operatorio completa este 1 de la pulsión de muerte en
¿Qué pensar del pap:rusmos vitales parecen neu-
cuadro en el que se comprueba una mecaniza- los casos en q~e los mee d !lenguaje vitalista, esto
ción del psiquismo que casi no asocia. Los dis- tralizados? Sm abusar le _r• =ctos psíquicos no
cursos de estos pacientes son estereotipados; la d do que os cotllll ~ .
significa que, a 'd de la vida>> queda ensm-
vida psíquica asociativa no los reactiva. Nacen pueden clabornr~e. ?l «ruJ otra el cual actuarían las
y muel'en en LID mismo luga1·, enton·ados por un dccldo. En silene10, fondo co~ F eud-, alimenta la
«es todo» que prohibe cualquier desarrollo y, 1· de muerte -segun r . d Y puede
pu_ s1ones
psique con una des }j gazón desorgaruza ora.
118
119
som ática::. han p:h;ado n formar parte, cada vez en
suceder que los cuadros clínicos. a despecho de trata- roavor medida. de lo-- campus de investigación de la
mientos apropiados. evolucionen hncin un ei:itado de ter~péutica psicoanalílica. mal nuaplada~ al mo~elo
agravailllento fistco capaz de llevar a la mul'rtc. de In neurosis 4uc t-in·e d~ refcrcmaa a la cura ps1co
Tales son las característtca.s que deben recordarse: analítica clá<>)(:a. son, en término~ generales, aquello
en los casos de patología pi:itcosomática. Estas 1deas, que lo:. especialista:. en psicosomática llaman «neu-
que despertaron mucho interés en los medios pslco- rosis de mentalización insuficiente')·
analiticos de Francia y otros paises, permitieron la
difusion de las concepc10nes de los psicoanalistas de
la Escuela de Paris. Pese a ello. la~ polém1cas no han
cesado. Es licito plantear una opos1ción significativa
entre la concepción de la escuela pstcosomática fran-
cesa y la de los autores klemianos y anglosaJones en
general
Puede advertirse que. estas teortzac10nes toman
muy en serio la diferencia entre las ideas de la Escue-
la de París y la teoría contrana que se apoya en la
conversión (Valabrega, 1980). Sin embargo, en tanto
que la noción de conversión generalizada ha tenido
muy pocas confirmaciones, la psicosomática no ha
dejado de reclutar cada vez más adeptos.
La idea de una confrontación ent1·e psicosis y so-
matosis se va imporuendo cada vez más. Las concep-
ciones propuestas en estos últimos años acerca de la
comparación entre forclusión lacaruana y vida opera-
toria dieron origen a mteresantes debates. En ellos
encuentran aplicación nociones como la de alucina-
ción negativa, no sin relación con la a lexitimia 1 de
Peter Sifneos (1975). En resumen, se abre un nuevo
campo de exploración para el trabajo de lo negativo.
Cabe señalar, por último, que esos casos exigen
modificaciones técnicas de importancia. Obligan a
hallar soluciones alternativas a la cura psicoanaliti-
ca clásica: cara a cara, sesiones monos frecuentes,
puesta en práctica de una «conversación psicoanalíti-
ca)) (Roussillon, 2005), ante la trnpo~1biJidad de ins-
taurar un encuadre tradicional. Las patologías psico-

1
La alexitimia es la imposibilidad de Hlcut.ilicar los prop1os
afectos y, en consecuencia, de vcrba liUl.rlus

120
121
2. 7. Desarreglo de la autoconservación huelgui~ta!'t. En consecuencia. todo preclispone a la
mlübic1ón alimentaria a un destino particularmente
grave. Fr·eud apeló no pocas veces al aforismo según
el cual el hambre ,. el sexo dominan el mundo. pero
no dedicó ningún c-studtu específico a la problemática
de la anorexia.
La ingesta de comida (y el aumento de peso) es
fuente de angustia para el anoréxico. La bulimia
también supone un desaneglo del mecarusmo de la
Si hablamos de pulsión de muerte y llevamo~ a sus
autoconservación. sin entrañar las mismas conse-
últimas consecuencias el objetivo buscado por ella, el
cuencias, aunque la obesidad crónica e incurable no
propósito de una fuerza semejante es lograr matar al
deje de repercutir sobre la salud. Aquí, el vómito se
individuo. Ahora bien: pocos eJemplos de tal índole se
ofrece como solución parcial. Lo mismo entre los ano-
citan en apoyo de la tesis. La psicosomática del adul-
réxicos, que se lo provocan luego de las comidas. «Voy
to nos ha puesto frente a cuadros climcos que pueden
a hacer como los romanos)), decía el padre de uno de
evolucionar hacia la muerte a través de la desorgani- mis pacientes, muy preocupado por su peso y su si-
zación esenciaL Empero, esos casos, por unpresio- lueta y gr·an aficionado a las mujeres delgadas, «con
nantes que sean, distan de ser los únicos en arrastrar talle de modelo».
a los pacientes a la mue1te. Sin pretensiones de exhaus- Freud (1926. pág. 207) califica esos estados de «li-
tividad, nos gustaría agregar a ese conjunto los casos mitación funcional del yo». Atribuye su causa a un
de desarreglo de la autoconservación. Los dividire- autocastigo debido a la sexualización de la función,
mos en dos categorías: los trastornos de las comluc- sea por precaución, sea por empobrecimiento de la
tas alimentarias y las toxicomanías. energía. Esta patología -y sobre todo la anorexia-
Los primeros son. en parte. el resultado de una parece haber tenido un fuerte crecimiento, a juzgar
inhibición masiva del apetito, soporte de la autocon- por la cantidad de estudios que se le han consagrado
servación. La inhibición ocupa un lugar restringido (Jeammet, 2005; Brussct, 1977; Combe, 2002). No
en la obra de FreucL Se recordará. desde luego, Inhi- podemos menc10nar en detalle los descubrimientos Y
bición, síntoma y angustia (1926): apenas cuatro pá- las hipótesis de estos autores, porque son complejos,
ginas mtroducen el tema en lo que será la obra maes- como lo es el tema. Señalemos de pasada que los mé-
tra de Freud sobre la angustia. Aunque insuficientes. todos coercitivos de antaño han desaparecido, para
son mejor que nada. Sin que inhib1ción y síntoma se dejar el primer plano a la relación psicoterapéutica,
excluyan, pueden empero asociarse. Freud se confor- una psicoterapia bien adaptada a las circunstancias
ma ahora con designar las cuatro funciones en que de esta patología hipe1·sensible a cualquier rechazo,
identifica la primera: la función sexual, la alimenta- cualquier frustración, cualquier incomprensión. Co-
ción la locomoción y el trabaJO profesional. De entra- lette Combe sostiene una posición original verdade-
' .
da salta a la vista una diferencia. Uno puede sobreVl- ramente psicosomálica, al subrayar la constancia de
vir sin sexualidad y sm moverse ni trabaja1-. No pue- una perturbación del equilibrio hormonal como uno
de vivir sin comer. Las huelgas de hambre. continua- de los signos más discretos que revelan una anorexia
das hasta el final, termman con la muerte de los en curso de constitución.

122 123
Puede observarse con sansfacciún que en nueslros ya otras droga:-; m u y pehgrosa:- con las cuales sus
días las curaciones son frecuentes. Dcslaqucmo:3 que consumidore~:> juegan a desafiar '1 la muerte.
la terapia muest1·a la const mcia ele ln mala acepta- No recordm·emo8 la gravedad de las conductas so-
ción de la ::,exualiclad femenina (fCJlna a la transfor- ciales de los sujetos en abstmeucia. )Jo se n·ata tanto
maClÓn de un cuerpo jm:enil en cuerpo dut a do ele «ce- de estigmatizar comportamientos como de destacar
bos>>: pechos. nentrc. nalgas). El sujeto procura disi- que la abstmencia genera un verdadero delirio para
mular en la medida de lo posible esas marcas de dife- ohtener la droga. que llegado el caso implica dejar sin
renciación saxuada. Rechazo del sexo. rechazo de la nada a padre y madre. También aquí bace falta una
relación con el otro sexuado y conflicto~ pregenitales experiencia muy prolongada para que el analista se-
con la imagen materna llevan a fin de cuenta::,. al re- pa resiStir los sabotajes, las empresas de desaliento y
chazo de la vida. Se puede morll" de anorexia. la desesperación frente a las recaídas antes de que
La bulimia, frecuente sm anoreXIa y capaz de co- surja, mucho tiempo después. una salida posible. Pe-
existir con un apetito completamente suno, se mam- ro cligámoslo: la sobredosis es un suicidio que se igno-
fiesta por crisis. Cuando se produce una de estas, lo ra. No son pocos los intimas que tratan de consolarse
que se va en ello, y en medio dol desorden, es el conte- distinguiendo sobredosis e intento de suicidio. Vana
nido entero del1·efrigerador, seguido o no de vómilos. distinción, cuya explicación superficial no p uede sino
Por otra parte, se imp lementarán medidas contra la enmascarar las heridas, demasiado dolorosas para el
eventual obesidad: vómitos, laxantes pru:a aplanar el entorno, de un act.o lan desesperado.
vientre, gimnasia intensa, actividad deportiva agota- Como se advertirá, en todos estos casos la pulsión
dora, etc. Según mi P.xpPrienria, ln bulimia se instala de muerte no es una mera expresión metafórica. De-
en las p1'imicias de una reacción agrestva, destructi- be tomársela al p1e de la letra, aunque a los mel·cade-
va, contTa un íntimo: madre, hermana, etc. El sujeto res de la muerte que comercian con la droga les trae
se sorprende ante las interpretaciones propuestas sm cuidado Como decía uno de ellos a quien un pe-
por el analista. porque habrá de pasar mucho tiempo riodista procuraba llenar de culpa: «De algo hay que
antes de que pueda tomar conciencia de la hostilidad \'lVll')).

verdaderamente destructiva que prodiga a un ser


querido de quien, por lo demás. depende o ha depen-
dido durante la infancia.
Tal vez parezca discutible que incluyamos en el
mismo capítulo a la toxicomanía, cuya frecuencia tam·
bién e~-perimenta un crecimiento debido a la mayor
facilidad de acceso a los tóxicos. Sin pretender una
competencia que no tengo para aborda1· este tema es-
pecializado, distinguiré empíricamente «las drogas
que matan con rapidez>) y aquellas cuya acción es
más benigna y lenta y que sólo dan a conocer sus
efectos nocivos más tarde. sin poner en cuestión el
pronóstico vital. Se comprenderá que hago aqui una
distinción entre la heroína y eJ resto, aun cuando ha-

124 125
Desdt> hace Liempo, la cl1scusión se ha refendo a la
2.8. Unidad y diYersidad unic1dad o la pluralidad ele la::; formas depresiva::..
de las depresione::, Conocemos, es ciurto, varius formas de depres1ón:
reactivas, que siguen a un <tcontecimiento viv1do co-
mo traumático: cstacionulcs, debida::; a la falta de Juz
de la estación fría; de inuolucion, causadas por los
efectos de la edad sobre el cerebro: depreszones esen-
ciales de las psicosomatosi:-;, etc. Sin embargo. en la
práctica, en las sJtuactones cornentes se plantea t>l
Habida cuenta de que Freud. en 1923. designa la problema de distinguir entre melancolía -psicosi::;
melancolía como «culhvo puro de las pulsiones de unipolar o bipolar- y depreswn neurótica.
muerte», seria paradÓJICo no consagrarle un estudio Digamos. en prmc1p10. que en el transcurso de una
independiente. ((Duelo y melancolía)), de 1915, es sin cura analit1ca es raro que falle la reacción depresiva.
duda uno de los estudios más consumados de Freud. Al abordar problemas cruciales y arduos durante la
Desde 1909, aproXl.Dladamente. este mantenía una transferencia, no es excepcional notar la instaura·
discusión -sobre todo epistolar- con Karl Abra- ción de un período regresivo, marcado por todos los
ha:m, a quien debemos algunas de las intuiciones rasgos de la depresión: ya se trate de una toma de
más importantes sobre el tema, muy particularmen- conciencia sobre la importancia de la culpa incons-
te en lo refe1ido a la fijación oral. Sin embargo, como ciente o de una desvalorización narcisista, de un fra-
Freud le hizo notar a su discípulo, la melancolía es caso sentimental o profesional, del sentimiento de
más bien un problema tópico. Cabe entender por ello decepcionar al analista y no pode1· responder a sus
que la división del yo, entre una parte 1dentificada presuntas expectativas. las razones convergen en la
con el objeto, para reemplazar su pérdida, y otra que formación de un cuadro clínico en el cual dominan el
sigue obedeciendo a sus funciones tradiciOnales, ins- pesllllismo. el abatimiento, la apatía, la dimisión y la
taura un nuevo mecanismo en la psicopatología freu· retirada. Esos ep1Sodios, con análisis o sin él, pueden
diana. Los otros componentes de la melancolía (re- repetli·se e incluso desembocar a veces en intentos de
gresiÓn al estadio oral, fijación caníbal, predominio suicidio, con menos frecuencia. empero. que en los es-
del odio, preponderancia narcisista). si bien mantie- tados melancólicos. Pueden ser de corta duración y
nen su importancia, quedan no obstante por detrás desaparecer con medicamentos o sin ellos, o, las más
del problema tópico. En efecto: Imaginar que el yo de las veces, como consecuencia de la toma de diver-
pueda escindirse a fin de que una parte de él ocupe el sos antidepresivos, de los más ligeros a los más pesa-
lugar del objeto perchdo es una int.uic1ón capital e dos. El tratamiento antidepresivo puede utilizarse. y
identifica con claridad la regresión narcisista que suele ser eficaz. Aun así, genera en el paciente la im-
afecta al yo. De allí la ambigüedad del suicidio. ¿A presión de estar (<fuera de sÍ>>, como si los cambios que
quién se mata? ¿A uno mismo, o a la parte del otro se producen en él apenas fueran de su incumbencia.
que se hace reemplazar en su pércUda por una parte La sugerenc1a de no buscar más allá de la recupera-
del yo? No siempre es fácil determinarlo. Se com- ción de los niveles de serotonina es producto de un
prende aquí la complejidad de la mtervcnción de la pensamiento ps1quiátnco fármaco-mecánico que a
pulsión de muerte. menudo p1·opicm una rcncgación de la actividad psi-

126 127
quica. Hoy la denuncian jnclusn alg·uno:;; psiquiatras. ·Hay que incriminar a la::. pulsio~es ~e muerte PI~r
En lo sucesivo. Ltn duelo banal, una decPpcion senti· d qu<. 1 cr) s1empie. • ., No podnn nf1rmarselo. sa 'o d
mental o un problema convugn] u profe~wnal justifi-
carán, a Juicio de los gencmusrns. la prcscripcwn de
c~ando aparecen veletdades o seri?; ame~,~~~sblee
. 'dio y aun en esos casos ln cueshon es dis .
un a ntidepresi\·o. ¿Por qué sufrir en vnno. esforzán- StUCl · •
De todas maneras. cuanto mas nog e en nfr ternos
-. a un
dose por 1gnorar -merced a tma defen.:;a maníaca ca-
«narcisismo cerrado)), impermeadblcd a ladr~c~o~o:~
muflada- que el sufrimiento e~ parte de la vida? Es- 1 ·ó 'imo Y portador de un ver a ero e . .
te «hedonismo quimico)) es. hay que decirlo, deshu- e ~: ~elancolia. más nos considerru·cmos autoriZa-
maruzant-e. Hasta lo~ animales pueden estar triStes. en har la inten·ención de pulsmnes autodes-
He descripto una forma depresh·a a la que deno- dos a sospec . d ha er-
tructivas. La variedad de la vida se en~arga e cele-
miné <<la madre muerta)) Al contrario de lo que el
nos comprender a posteriori el porquc_delt:~~~en-
nombre parece indicar, se trata aquí de la depresión resivo y de sus causas, evaluadas se~ e :r in-
de una madre viva pero que, a raíz de un acontecl- . . ta • la precocidad
pte narciSlS _ de las fiJaClones ) la
miento desconocido por su hijo, ha perdido el gusto de tensidad del odio inconsciente.
vivir. es decir, el de ocuparse de él de manem VIvaz,
con la dosis de alegría que acompaña normalmente a
los cuidados maternales. No reiteraTé la descripción
en detalle. Remito a ella al lector interesado (Green,
1980). Este síndrome es, con frecuenc1a. un descubri-
miento de la transferencia y pone n prueba a] analis-
ta. Muchos autores han certtficado es ta estructUI·a
clínica.
Sin duda se revelru·án otras formas clínicas igno-
radas por la tradición. Lo esencial será, en ese plm·a-
lismo exhibido por el abanico depresivo, obrar de
modo tal de poner de manifiesto la unidad profunda
de las fijaciones y las defensas depresivas. De la de-
presión esencial. en principio no conflicti\'a -depre-
sión casi en el sentido atmosférico del término-, a la
depresión de involución, atribuible sin enor posible
al estado cerebral, la gama depresiva se presenta en
todos los matices. De las depresiones melancólicas
graves, rebeldes y remcidentes, que obhgan a menu-
do a recurrir a la sismoterapia tras el fracaso de la
medicación, al «simple)> conflicto afectivo, profunda-
mente organizado, que entraña una amenaza o una
realidad de pérdida de amor de parte del obJeLo, son
muchas las ocasiones y circuns tancias que pueden
favorecer el desencadenamiento de la depresión.

128
129
como no sea diciendo «no» 3 la \'lda, en un sobresalto
2.9. Suicidio(s): patología y normalidad que implica el deseo de termlnnr. Se advertirá que no
e::; pos1ble mvocar unilateralmente las fuerzas de
destrucción. aunque l:n el momento de pasru· al acto
estas se movilicen al má.'illno.
La agresión ::;e dinge. ~in duda, contra otra perso-
na antes de enfocarse en el propio sujeto Así. a veces
ocupa el primer plano el deseo de afectiD' a los proge-
nitore:,. a menudo el padre. para reprocharle su pasi-
Aunque parezca extraño. poco se habla de suicidio vidad y su desrnreres; pe1·o la madJ.·e. objeto de las fi-
en las elaboraciones de F1·eud $Obre la pulsión de jaciones más an6guas -orales-. también es conde-
muerte. Sin embargo, aquel es la gran preocupación nada. Más que el sujeto mismo, es su entorno el que
de los psicoanalistas cuando sobreviene la melanco- percibe este atentado, antes de que se mate; la idea a
lía. Y, en efecto. en 1923, Freud define a esta como la que él se a ferra no es tanto la de poner fin a su vi-
<(cultivo puro de las pulsiones de muerte». Sino men- da, sino a su sufrimiento, y niega en ocasiones toda
ciona el suicidio es. tal vez. porque este no se halla or- intención agresiva con respecto a sus padres. La trans-
gánica o exclusivamente ligado a la pulsión de muer- ferencia, sin embargo, la muestra con claridad, pero
te y engloba motivaciones complejas, como la de dar- esa intención es difusa para el sujeto, quien la niega
se muerte para matru· a algún otro. Empero, la cues- cuando otros lo mencionan. Esos deseos son incons-
tión sigue siendo misteriosa. cientes. No se conforman con manifestar una pulsión
Comoquiera que sea, el suicidio es también la prin- de agresión: desean alcanzar al yo. Es decir que se
cipal preocupación del analista en los momentos difí- afecta el narc1sismo; de ahí la sensación de insufi-
ciles de la cura. Sea cual fuere el punto de partida de ciencia, de fracaso, de desvalorización, y, en primer
la patología que va a lle\·ru· al suicidio, el momento lugar, la pérdida de la esperanza de modificar la si-
suicida es. sin duda, el de una m versión mas1va de la tuación.
destrucción. que se dirige contra el yo. Ese instante He sostenido (Grcen, 1994} la idea de que el suici-
puede obsen·arse en las estructuras más diversas. dio podía tener por causa el deseo de poner fin, no a la
La teatral histeria llega a sorprender al pasar al ac- vida presente propiamente dicha, sino a un porvenir
to, pero también las neurosis de carácter, los casos li- que no podria más que empeorar. Retirarse de la vida
mite y ciertas psicosis al margen de la melancolía (pa- es detener el invencible progreso del mal, enti·egarse
Tanoia). Conscientemente. estamos en presencia de a esa autodesaparición definitiva para no sentir cada
una gama de estados que van desde el deseo de poner día más la propia minusvalía. También puede seña-
fin a un sufrimiento que se ha vuelto intolerable has· larse el sentimiento, muy difícil de soportar, de no
tala desesperación extromn que caraclenza a la me- ser más que la sombra de uno mismo y ofrecer ese es-
lancolía. Sin embargo, podemos comprobar. asimis- pectáculo a los otros, acentuando progresivamente
mo, la aparición de un movimiento impulsivo, un arre-- una degradación tanto más ardua de vivir cuanto que
bato que nada permite prever, contemporáneo de la se produce en suJetos de na1·cisismo frágil y proyecti-
sensación que puede tener el analista de qt1c el sujeto vo. Hay que recordar, en este punto, la observación
está metido en un atolladero del que no puede salir. de Freud, muy pertinente, en «Duelo y melancolía»,

130 131
c:uundo destaca el comra«tc entre una fuerte fijación ción de ser perpetuamente invadido, pa~asita_do, co-
al obJeto y una débil investidura. lonizado. por un objeto que despoJa de la Identidad.
La fijación. como se sabe, es oral-agresh·a. en tan, A veces, el suicido aporta supuestamente la prue-
toque la debilidad de la im·estidura alu de al hecho ba de que tenemos tan poco apego a la vida que esta-
de que esta puede retirnrsc en caso de decepcion del mos prontos a abandonarla en cuaJquie1~ momento.
objeto. Hay que 1·eiterarlo: en la depresión s uicida no As1, Kirilov se arranca al universo dostmevslnano Y
se trata tanto de frustración como de decepción. De. ofrece su vida a qwen se la p1da, como prueba de,que
cepción del objeto. a buen seguro. del que se espera Dios no existe. Esta metáfora sobrentiende qwzas el
mucho e indudablemente con poco reali~mo. pero so. deseo de probar que el universo es absurdo. que no
bre todo decepción con respecto a la propia autoesti. tiene ningún sent1do y que el SUicidio, por lo tanto, no
ma. Se notal'á que nuestras descripciones se sitúan es una ofensa a Dios, pues no lo hay. Aceptar seme-
en las cercanías de la melancolía, cuando prevalece el jante sacrificio de sí mismo es atribuirle mucha im·
deseo de ya no ser, en un acto nutrido de reproches portancia. .
dirigidos tanto al otro como a uno mismo: al otro en En ocasiones, y hasta con mucha frecuencia, se
las depresiones neuróticas, a uno mismo en la melan- plantea la situac1ón contraria. En muchas religiones,
colía. El deseo de autocastigo es patente, poro tam- amar a Dios es suiHr por él. En las sectas que prece-
bién lo es el de marcar a los otros mediante ese acto. dieron al cristianismo, los primeros adeptos estaban
<<Vean lo que ustedes hicieron de mi. No supieron in· orgullosos de sufrir y hasta de sacrificar su vida por
suflarme amor a la vida, esperanza co el futuro, con- el Maestro de justicia. Pero no hace falta remontarse
fianza en mí mismo y en los otl·os». Hay aq1.ú una re- tan atrás en la historia, llena de muertes sacrificiale,s.
negación del reconocimiento del amor que los otros Mientras escribía esta obra, alguien, que conoc1a
sienten por el sujeto, una proyección sobre los ut.ros mi intención, me preguntó si iba a abordar el tem~ de
de la incapacidad de amar. los asesmos suicidas, a quienes llamamos ab~slv~­
Es inútil insistir en este punto: nadie sabe ni pue- mente «kamikazes». Invoqué mi ignorancia: Jamas
de saber qué es la muerte, como lo prueban las espe· había conocido ni de cerca ni de lejos a hombres o mu-
culaciones sobre la vida en el más allá. que procuran Jeres así. De todas maneras, esto no basta para abste-
remediar la angustia de un vacío incognoscible; pero nerse de una reflexión al respecto. Me parece que los
el suicida. al menos tanto como los otros. concibe la asesinos suicidas representan. para las naciones en
muerte como una paz del alma por fin alcanzada. Es- guerra no provistas de medios técnicos sofisticados,
te pensamiento consuela de los tormentos de la vida, algo así como el arma absoluta. Además del hecho de
de la sensación de no ser amado y no poder jamás ser- que, en ciertos casos, el héroe que se inmola es espe-
lo. Algunos intentos consumados pueden incluso in- rado en el paraíso por setenta vírgenes (¡setenta!: al-
ducir a los demás a ver de manera similar al suicida canza para satisfacer los apetitos más voraces) Y ~u
y a quienes fallecen luego de una dolorosa enferme- familia recibe compensaciones económicas -prec10
dad incurable: ya no sufren. No se puede minimizar de su héroe sacrificial-, hay en ello materia para
sus sufrimientos, ni siquiera en los casos en que no se meditar. Por una paTtc, la inmolación es la negación
trata de melancolía. En ciertas formas de psicosis, lo de todo deseo individual-salvo el de sacrificarse por
que hace aborrecible la vida puede ser el sentimiento la causa-, que conduce a Llna identificación comple·
de haber sido lastimado por la exis tencia, la sensa- ta con el arma utilizada (la bomba); por la otra, es el

132 133
mcdw esperado de ganar una y otra vez. En efecto, muy versados en los productos y las dos1s letales,
¿cómo ganar contra qmen juega a perder para ganar. pueden incluso asombrarse de despertar. a pesar de
Ignorando el deseo de salvar su vida'? haber respetado todas ln~ instrucciones que debían
En este caso, la pérdida humana es compensada llevarlos al más allá Se sorprenden de tener que re-
por una ganancia para la divinidad. En la Ilíada, ca- conocer que acaso no desean morir tanto como lo
da combatiente vendia caro su pelleJo. Los dioses se cre1an.
mezclaban en el juego: de~\'laban las flechas lanza- Una cu estión divtde a los mvestigadores: ¿todos
das contra el enemigo, cambta ba n la n·ayectoria de la los sUlctdtos son patológicos? ¿Hay swcidios norma-
lanza que debía alcanzarlo. Para los asesinos s uici- les, considerados como actos lúcidos? No sabría res:
das, no hace falta que sobrevenga ninguna de esas ponder con certeza. Todo lo que puedo decir es que s1
peripecias. No hay ruos alguno al que mvocar para di- me afectara una enfe1·medad grave y discapacitante,
rigir la destrucción contra uno trus mo, y contra algu- que limitara mis medios físicos y sobre todo psíqui-
nos ob.·os. Esta inversión de la autoconservación su- cos, me gustarla ser capaz de decidir el abandono de
geriría la autodestrucción, pero el kamikaze replica- la escena sin que se sospeche que quiero cometer un
ría que se trata, sencillamente, de la manera más se- acto insensato. Tamb1én sucede que al ser alcanzado
gura de matar al otro. ¿Un suicidio? ¡Ni lo piense! Un por la invalidez se pierde la conciencia del propio es-
mártir, más probablemente. tado (Alzheimer) y se sobrevive. .
No me ocuparé aquí de los aspectos sociológicos Fue un acto semejante, que le permitie1·a monr
del suicidio, que empiezan a conocerse bien y echan con dignidad, el que Frcud le pidió a su médico Max
otra mirada sob1·e la cuestión. En suma, hablar del Schur: ayudarlo, llegado el momento, a dar el paso. A
suicidio implica aceptar la r-~dopción de pos1eiones nadie se le ocurrió atribuirlo a una mala jugada de la
que van desde la intimidad más estrecha. ligada a la pulsión de muerte. Freud consideraba que era hora
derrota del deseo de vivir, hasta otras más distantes, de terminar y le piruó a la morfina que cumpliera su
que sólo consideran el fenómeno desde la óptica de tarea para escapar a vanos sufrimientos. Max Schur
los grandes números, con el afán de comparar pobla- se la administró, y eso lo llevó a una muerte apacible.
ciones. Durkheim (1897), en su estud1o soc10lógico Envidio su suerte.
del suicidio, no nos ayuda a comprender personal-
mente de qué se trata. Si bien el psicoanálisis puede
hacerlo. sus argumentos no siempre log¡·an poner fre-
no a ese deseo de dejar de vivir. ¿Impide la mue1·te de
los toxicómanos «heroicos» o la de los corredores de
fórmula 1? El riesgo de muerte forma parte de la ex-
citación del vivir. ¿Qué otra cosa hacer? ¿Jugar alta-
rot el sábado a la noche? ¡No, gracias! En esas cir-
cunstancias, cada despertar es unu resurrección, y
cada victoria, un nuevo nacimiento.
Un último punto. El suicicüo es una tentación re-
currente. Algunos pacientes lo intentan cinco, dlcz,
veinte veces antes de acepta~· vtvir. Y aunque sean

134 135
2.10. Breves observaciones existe de manera explíciLa y cumple su papel en la
sobre la clínica construcción de los sintomas y en el cuadro clínico. S1
esto es de fácil ilustraciÓn mediante los cuadros de la
psicocriminología, su aplicación en la ps1cosom.ática
no es tan sencilla. Ya hemos destacado el papel de la
somatosis. en la cual está en acción un cuerpo no sig-
ruficado. Ag1·egaremos a ello que aquí el mconsciente
queda fuera de Juego [hors-jeu]. ¿O fuera de yo [hors
Je]? La sintomatología lo soslaya y alcanza las zonas
La teoría de la pulsión de muerte defendida por psíquicas más acá del principio de placer.
!reud con referencia a la compulsión de repetición Las apanciones de la pulsión de muerte se dan
mt_erpretaba de manera novedosa ciertos estados psí- mucho más allá del principio de placer, donde un psi-
q.uicos observ~d?s durant~ la cura· neurosis, depre- quismo «agujereado)) frena solo de manera muy insu-
Sl?~es, casos límite y a veces psicosis. Los dos campos ficiente la muerte, la del otro o la propia.
clínicos que hemos tratado, los correspondientes a la Tal es la coherencia del pensamiento clínico. Ca-
psicocriminalidad y la psícosomática, se distinguen bria esperar, sin duda, nuevas elaboraciones sobre
de manera significativa. En el caso ae la criminolo- ese paralelo entre pasaje al acto externo y pasaje al
gía, domina el cuadro lo que Balier llama «recurso al acto interno (cf. Green, 1973).
acto», a saber, que en él la solución a través del acto
aparece como coacción, y no cabe esper ar en esas es-
tructuras ninguna elaboración psíquica. En lo que se
refiere a la psicosomática, por el cont.rarw el recurso
obligado, .por falla de la organización psíqtrica, caren-
te en el ruvel del preconsciente, pBI·ece ser la somati-
zación. En otras palabras, esta solución fuerza a dis-
tinguir entre «cuerpo atravesado por el sigrufican&e»
~can), que puede explicar la conversión, y somato-
SlS Y pasaje al acto, donde, en el nivel del síntoma no
puede invocarse ninguna estructuración por el si~­
ficante.
Tenemos así una interesante simetría. Todo suce-
de como si la <<cosa mental» no representara más que
una parte «psiquizada)) de un conjunto más grande.
Habrá de advertirse el pleonasmo. El psiquismo es la
parte psiquizada. En realidad, si esa psiquización pa-
r~ce tautológica, es porque resulta dificil de definir.
Duernos en una palabra que, centrada por la pulsión,
es capaz, gracias a sus representaciones, de evolucio-
nar hacia una forma de relación con el Otro. El Otro

136 137
Colofón
3 _La pulsión de muerte
en el campo social
El malestar en la cultura

A más de medio siglo de la aparición, en 1920, del


texto revolucionario de Freud, su impacto en la co-
munidad analítica se hace sentir aún. "Qué decu:?
Acaso podamos l'esumir así la situación· «Se han re-
cusado las palabras; la cosa, en cambio, ha sido gene-
ralmente reconoc1dal>. En efecto: si en la posteridad
freudiana cuesta hallar la expt·esión «IJUlsión de muer-
te», estamos en verdad obligados a comprobar que, de
Ferenczi hasta hoy, el problema central del psicoaná-
lisis reside, sin duda, en las formas diversas de la des-
tructividad. Esta constancia es reveladora y también
problemática, pues se cumple a expensas de lo sexual,
siempre cotizado en baja, en beneficio de varios con-
ceptos nuevos. De hecho, luego de Freud y Ferenczi,
con Melanie Klein, una mutac1ón teórica modificó la
perspectiva del psicoanálisis. Después, los autores
tuvieron que aprobar o, más en general, combatir el
punto de vistakleiniano tanto como la teoría freudia·
na, si no más. Empero, la reflexión sobre la pulsión
de muerte no se detiene aquí con los autores posterio-
res a Klein. Tras la muerte de los grandes nombres
del psicoanálisis aquí destacados y cuya posición re-
sumimos, surgió una nueva generación. La cuestión, en
efecto, no puede pasar por dru· vuelta la página de la
pulsión de muerte sin la posibilidad de examinar una
vez más el concepto freudiano en su totalidad. Por eso
nuestro comentario no termina con los aportes con·
temporáneos y «remonta el río» hacia la obra del in-
ventor de aquella pulsión. Por discutibles que sean las
ideas, son ellas, creo, las que dan más que pensar.

138
3.1. La pulsión ele muerte en la cultura

A menudo nos complacemos en recordar la in-


fluencia de la formac1ón biológica de Freud sobre la
teoría que construyó. Es indiscutible. Sin embargo.
aunque no se había formado de manera alguna en
antropología y sociología, se inclinó hacia estas disci-
plinas por decisión propia.
Ya en 1913, Tótem y tabú efectúa un avance que
será decisivo en esa direcc1ón. Freud vuelve a ese do-
minio de investigación en 1921, con Psicología de las
masas y anáhsis del yo, que sigue inmediatamente a
Más allá del principio de placer. Diez años separan a
esta última obra de El malestar en la cultura, pero
esta vez no es un movimltmto de péndulo el que lo lle-
va hacta ese polo del pensamiento Hemos visto que
de 1920 a 1930 su reflexión lo nnpulsa a precisar las
consecuencias que para la clínica tienen la última
teoría de las pulsiones y la segunda tópica del apara-
to psíquico, además de las transformaciones del com-
plejo de Edipo, el masoquismo y la desmentida. Re-
torno a la cultura con El porvenir de una ilusión (1929),
sin alusión a la puls1ón de muerte. Sin embargo, en
1930, la convicción de Freud respecto de la verdad de
sus teorías se reafirma y, lejos de retroceder, anexa el
campo de la cultura. Le toca entonces el turno a El
malestar...
No nos equivoquemos. Al escribir El malestar en
la cultura. Freud no creía entregarse a otra cosa que
a una interesante digresión. No preveía que los pen-
sadores de Mayo del 68 sostendrían que ese texto era
todo lo que quedaba de valedero en f'U obra. Algunos

141
años después habrí d ¿Qué es la CIVIlización'! El nombre designa la tota-
ción más mee; e d ad e procederse n nnn recvaJua lidad de las obras y de la~ orgaruzaciones cuya insti-
~ura a e su pcnsam· t -
lo que respecta a la cue;tiót 1 1 len ~: pcm hoy, en tución nos aleJa del cslaclo animal y de nuestros an-
El malestar en/a cultu;a e 1. e~ ~ pulswn de muerte, cestros, y que su-ven a do:s fines: la prott:cción del
ble? ¡Sea! Pero. ¿vcrdaclerc~ m:sos ayoble. ¿In:-oslaya. hombre conn·a la naturaleza v la reglamentación de
. ¿Qué dice Freud en El malestar ., An las relaciones de los hombres entre sí. Las conquistas
hende la discusión sobre la rcli . . . . . . te todo, ex- para la dominación de la naLuraleza ya son inconta-
venir de una ilusión N 0 d . ~on, luego de El por. bles. En cambw, los progreso::. para resoh·er la pro-
b . . · es e !'OI prender que e . t
aJO CODllence por una cntic·t d J ' 0 :;e ra. blemática que se plantea en las relaciones entre los
Freud d · · .. e ) · Una vez más el hombres son más limitados. Puede decirse que la cul-
arwrmano se muec;h·a ost ' bl ,
que en psicoanálisis abo ~a enst :mente. aun. tura es. a semejama de la agricultura. la domestica-
pasado que testimonia lag por l.a conservacwn del cían de las fuerZal:i de la na tui·aleza en provecho de
llas en el v D . . supervivencia de sus hue- los fines del hombre. No obstante, se nos escapan re-
exist . .. o. e paso, se mten-oga sobre la meta de la
enCia humana. Desbarata La ilusión e gularmente las catástrofes naturales, a las que esta-
da por ese inteiTogante . . nmascara- mos sometidos: temblores de uerra, ciclones, LGUna-
piración a la felicidad Yli espond~ s~n rodeos: la as- mis, inundaciones. erupciones volcánicas. epidemias,
t F
:0
tado. Mas el hombre ep mdanterumtento de este es-
uo e escap81· al sufr· .
etc. De hecho, la naturaleza sólo es domesticable en
o. reud repasa los di d liDien- parte.
lo cual equivale a la =~sf~~:ió~pdteadlaos P~~~ lograrlo, No todas las ideologías son portadoras de paz.
sP ones. También siembran la muerte y amenazan a los pue·
«El sentuniento de dicha blos más civilizados. Para limitar los estragos nos he-
una pulsión silvestr dprovo_cado por la satil'lfacción de mos provisto del derecho, aunque esle puede desapa-
e, no omenada por 1 .
rablementemás inten . e yo, es mcompa- recer de la noche a la mañana en favor de los prejui-
dad de una pulsión es~ ?u e~ obtemdo a raíz de la sacie-
1
cios más oscurantistas. Pensemos en el nacionalso-
[21. pág. 79]). n lena al• (Freud, 1930. pág. 266
cialismo y el comunismo Toda civilización les impo-
ne a sus suJetos limitac10nes a la satisfacción de sus
En otras palabras al 1 pulsiones individualistas. Freud cree. empero. en la
gladiadores en los u ' proc amar la muerte de los existencia de un «proceso civilizador>> que se desa-
una alegría más J ~gas del cuco se experimentaba
rrolla por encima de la humanidad. La se.>..'Ualidad
triunfo del equi~a~e e~~~ l~ de hoy al presenciar el parece hoy más libre que en sus tiempos. pero no se
0
favores La suhlim , que goza de nuestros contenta en absolulo.con lo logrado en los últimos de-
· ac10n va ha he h .
lo prosigue en otra part~ Q d e ,o slu tr~baJo aquí Y cenios. Reivindica cada vez más libertad y combate
taño. Y, por últlm · ue a aun a vtda de ormi-
. o, e1 amor: amar y ser am d Al incluso la idea de «naturaleza humana», un a1-tefacto
tono y riesgoso. ·La li . , ? F . a o. ea- del pensamiento, se dice, destinado a limitar nues-
ción psíquica. L: do r~ gt~~- 'uerza a la mfantiliza- tras posibilidades de goce. La sublimación ha ganado
ciencia no basta pe:na~ ~ de la naturaleza po1·la
10
telTeno. no cabe duda, pero sus servidor es constitu-
nes que roer ' a as mnegablos gl·atJ.ficacio-
yen una minoría de escaso peso en el conjunto. La re-
la desdicba e~~~·t~~Ta _as~gural: nuestra felicidad, .r
nuncia cultural impone gravosos sacnficios a la li-
los hombres. avla emaswdo difundida entre
bertad de expresión puls10nal.

142 143
Freud menciona una evolución ideal en la q tan te de la observación Por otra parte,la preferencia
E . i\nank, l e Ue es inentablo. Además. la maldad del prÓJimo para
.r~s- Y • • • ·o se Ian com·ertido en los padre:::. de la
cJvilizacwn humana. Pero. t.lc da a .\.nankó la tall con nosotros es tamlJicn poco discut1ble. ¿Se puede
para frenar a Eros? La vida amorosa ns una a superar la reciprocidad que es su consecuencia?
·• d 1 " preocu- Todo esto. como vemos. lleva a F1·cud adonde él
paciOn e os pueblos civilizado::; ~m 0mba.rgo 10
hov. los a trae es la pornografía, que querría pasar
• Quepo quiere llevarnos: a admitir las malas jugadas de la
encrma de la monogamia v la vida fam1·J1·ar E r pulsión de muerte.
· F · . nconse-
cuen~~· reud se ve e~ la obligación de plantear la
cues?~n de lru; tendenCias contrarias a la vida eró ti «El ser humano no es un ser manso, amable a lo sumo ca-
~ro~Iclada por la .cf~zación. Tabúes Y restricciOn~: paz de defenderse si lo atacan, sino que es licuo atribuir a
limitan la_expan_siOn sm trabas de la vida sexual.l so- su dotación pulsional una buena cuota de agresiVIdad>•
?re tod~ infantil. La mayor tolerancia de nuestra (Freud, 1930,pág. 297[2l,pag.l08]).
epoca disU: de favorecer su libre expresión, sin que se
tomen aqw en cuenta las desigualdades «constitucio- No nos bastará con pretender que «los otros» son
~~les». ~amor heterosexual monógamo es legitima- así. Tenemos que reconocer en nosotros mismos lo
Y considerado, en la gran mayoría de los casos l que nos resulta tan fácil denunciar en ellos. La racio-
n~rma. a despecho de muy abundantes íncum;li~ nalidad no es suficiente para llevarnos a renunciar a
mientas de esta, que pasan inadvertidos o se sancio- una agresividad presente desde que la humanidad
nan cuando _se los identifica. La homosexualidad ya eXlSte. Las grandes obras poéticas de los comienzos
no es un delito, pero, lejos de contentarse con ese re- son epopeyas bélicas en las que se trata de vencer y
sultado, lo~ homosexuales reivindican la igualdad dominar a un adversario que ha dañado nuestras sa-
a~soluta. SI la naturaleza no les da la capacidad de tisfacciones puls10nales: ellvlahabharata, la flíada,
pr_ocr::U· tenemos la adopción para corregir esta li- el Cantar de los nibelungos.
~tacrolan. hasta que la biología haga lo suyo para eli- Detengámonos en un solo ejemplo de nuestra civi-
nunar . lización: la Ilíada. En el canto XI (Homero, 1955, ver-
Se_a _c?mo fuere. la vida sexual del llamado (<hom- sos 67-385), que describe la tercera jornada de com-
b~e Civilizad~» estará siempre ¡·estringída por prohi- bate, vemos en acc1ón a los aqueos, que se saben en
biciones ya VIgentes en las sociedades sm escritura desventaja porque Zeus otorga su preferencia a los
de ~era bastante estricta. De todos modos, la dife~ troyanos. Y aunque lo saben redoblan su ardor, a pe-
rencia de los sexos somete a nuestra vida uls" nal sar de la ausencia de Aquiles a su lado. En la parte
una hmit . , d h P lO a que describe las hazañas de Agamenón, <<pastor de
., acron e echo. La tolerancia a la frustra-
cwn..varía según, l os hombres · La moral cns
. t 1ana
. puebloEP>. Homero nos enh·ega un relato inflamado de
· la fogosidad guerrera de1«rey de reyes» en la batalla.
querna que amaramos al prójimo como a nosotros
~~.os, pero. ¿podríamos hacerlo, aun cuando lo Ese gran masacrador de hombres ve caer bajo sus
qutsleramos? La tendencia a explotar al otro para golpes a muchos de los troyanos, y su fuerza hace de
nuestra comodidad o nuestro placer es un dato cons- él una fiera cuya energía ro ultiplicada, liberada por
el combate, sugier e en su actividad mortífera la com-
pai·ación con más de un animal de vigor indomable,
,_ 1 Veanse los trabajos de Ma u rice Godel wr en parlicular Gode-
uer (2004). ' animado de un furor msensiblc a la humanidad del

144 145
adversario. Agu.menón recucwla alle(Ín que mata sin Freud se atreven lo que poco::; osaron hacer antes
descan:;o, cortando los miembros y arrancando la cabe- que él: valerse de la_ uh~en acio~' de los hechos antro-
~a de sub enemigos. e incluso all(Jho dcspiadndo. El pológicos v sociológ1cos como s1 se consagrara a una
Atrida persigue a sus presas, 1<mnnchada:-: su:-: tern- descr1pc10n clínica. y no molestarse con ~on_c~ptos
bles manos de sangre y de polvon (ibid.). Y no :;Óln tie- que delimiten lo normal y lo patológ¡co._lo md1~1dual
ne a hombres contra él. Zeus en persona se interpone 0
lo colectivo. Una sola reahdad: la realidad ps1qwca
en su camtno, dotado de una energía poco común. la obsen able en los hombres No hay duda alguna de
que com ienc al padre de los Inmortales. Con fre- que los representantes de :sas ~sciplinas ~tropoló­
cuencia. la rabia de los combatiemes, caugada por la gicas y soc1ales se sienle~ mvadidos. colo~ados. La
muerte de sus allegados o aliados. decuplica su sed meta de la empresa freudiana no es conquiStar o ane-
de venganza. Se piensa entonces en un odw provoca- xar, sino hacer prevalecer un aspecto hasta en~nces
do, aguiJoneado, por el sufrimiento. No sucede así con desconocido de esa realidad psíqutca humana. sm al-
Agamenón. ¿Quién puede dudar, en este caso, de la cance moralizador. Casi no hay aquí fronteras que
activación de una pulsión de muerte cxterionzada valgan: el hilo conductor del pensamiento es la pues-
de la que Aquiles va a mostrar a continuación u~ ca en evidencia de una exclusión.
ejemplo insuperable? El descubrimiento del narcisismo es calificado de
Las ideologÍas presuntamente opuestas han ele- «decisivo» (Freud, 1930, pág. 304 [21, pág. 114)), de
mostrado que sus malas jugadas eran peores que las conformidad con la teoría expuesta en Más allá del
que ellas condenaban en los papeles. La abolición de principzo de placer, que introducía la 1Julsión de
la propiedad privada dio ongen a] gulag. y el nuevo muerte. Idea que Freud (~btd .• pág. 306 [ibid., pág.
orden, a los campos de extermmio. El paí~ donde se 116)) defiende de nuevo, pero ahora sin reservas, a
yergue la estatua de la Libertad tiene prisioneros pesar de las resistencias (el término es suyo) de su en-
encadenados. y el de la Revolución Francesa pract.tcó torno: «Me asombra menos que otros mostraran - y
la tortura en Argelia. La propiedad pr'lVada comienza aun muestren-la misma desautorización. En efec-
por la apropiación de los objetos de amor. Por eso no to: a los niñitos no les gusta oír que se les mencione la
puede fijarse límites. No hay que olvidar que la clvili· inclinaCión innata del ser humano al "mal''. a la agre·
zaclón condena la violencia, y la guerra es monopolio sión. a la destrucción y, con ellas, también a la cruel·
del Estado. dad>~.2 El Diablo, d1ce Frcud (ibid. [ibid.]), es aún el
Freud llega por fin a su teoría de las pulsiones, la mejor subterfugio para disculpar a Dios. Eros liga;
última. Hasta ahora se ha dedicado a lo que podría- las pulsiones de destrucción desligan. ¿C~m? tornar
mos llamar una «clínica sociológica», segunda -¿o inofensivo el deseo de agres1ón? El sentun1ento de
primera?- vertiente de su teoría puJsional. que se culpa inconsciente contribuye a esa meta.
aplica tanto al individuo de la clínica psicoannlítica En el capítulo VII de El malestar en la c~ltura.
como al hombre en cuanto miembro del soóus. Alli Freud expone las consecuencias de la 1'emmc1a pu_l-
estamos: Más allá del princípio de placer se ocupó de sional (tema al que adjudicará mucha im:J?ortanclfl
los fundamentos biológicos; El _yo y el ello, del hombre en Moisés :v la religión monoteísta). Ahora ~1en: la r~
en las relaciones con sus geniloreg, y El molestar en nuncia a las sati~accioncs pulsionales esta en el on-
la cultura, del hombre en sociedad. Una vuelta coro·
p leta. 2 La alusión a loe; umñHO~'" se torna rl~ \ll1 poema tle Goelhc.

146 147
gen de la conciencia moral (debido a que el ::;upervó La apropiación de la instancia superyoica collBisle
hace suya esa nmuncia). Esa conciencia. a cambio en la asrmilación de un interdicto aislado por un sis-
pide Siempre más. En este punto, no podrn compren~ tema coordinado e imltscullble. un haz de mterilictos
~erse nada del pensamiento de Freud si se omite la que refuerza su razón de ser y su coherencia median-
Idea de que la libido eróbca está ahora atada a la hbi- te la rnvestidura ~ecundana del conjunto, anom.mo
do agresiva y destructiva, y acompañada por ella. y porque no está ligado a una persona. Tanto r·igor es
Freud sostiene que en el niño debe generar~e una dificil de soportar y respetar. Por eso la psique no se
cantidad considerable de agresividad contra la auto- detiene allí. Cuenta todavía con el recUI·so al procedi-
ridad que le impide tener sus primeraa pero, no obs- miento de la escisión, al que apela en esta circuns-
tante, más importantes satisfacciones, sea cual fuere tancia. El sujeto sirve a dos amos a la vez, aunque es-
el tipo de privación pulswnal que se le demande· está tén en contradicción el uno con el otro. «Mi fe me
obligado a renunciar a la satisfacción de su agr~s 1vi­ prohíbe sabsfacer tal o cual pulsión, pel'o mi deseo
dad vengativa. Por la vía de la identificación, toma pide a Dios que me perdone por mis debilidades)).
eu síla autoridad inatacable (ibid., pág. 310 [ibtd., pág. Muchas obras literarias describen con talento esta
121]). Me permito citarme un poco exLens~ente: situación escindida. En suma, siempre y por doquier
damos con el par: tentación de transgredir el inter-
«Vemos aqui la díferencia con los trabajos de metapsico- dicto - pedido de perdón por haberlo hecho. Y si se
logía que se ocupan de los destinos de la pulsión sexual. quiere cambiar de registro, los sistemas políticos rí-
Cuando la pulsíón de muerte viene a sostener el concepto gidos y opresivos utilizan la misma receta: acusa-
detrás de la manifestación de la pulstón agrestva o des- ción, confesión pública, sanción, arrepentimiento.
t:uctiva, exige algo más: la renuncia o. Ja satisfacc.:lón puJ- Advirtamos la diferencia. La ¡·epresión difiere, di-
SIOnal (para conservar el amor de la autoridad sometlén-
simula, camufla, rechaza, se aleja del consciente; la
dose a sus prohibiciones). No se trala de la represión
renuncia abandona, suelta la presa por la salvaguar-
-que la dejaría existir bajo la forma de lo reprmlldo in-
consciente-, sino de la renuncia {abandono, aceptaciÓn dia del objeto. La pulsión es sacrificada, hay qu e des-
del sacrifiCio) a la agresividad vengativa (que amenaza prenderse de ella. La recompensa de la renuncia es la
potencialmente "la vida" del objeto, y con Ja pérdida de su obtención del amor de los padres. Pero el precio es un
amor Y su protección). Aquí Intervienen no forma~ in- inmenso sacrificio, que no puede sino reforzar la pro-
ventivas de otras ligazones que disfrazan la demanda testa agresiva contra la privación de la satisfacción
pulsional primitiva, sino una desligazón, un sollar la pre- pulsional
sa al servicio del superyó. De alli en más, este va a abru Este concepto es de origen tardío. Freud se vale de
el camino a un masoquismo primordial. Es el trabaJo de él en 1930 y volverá a hacerlo en su obra testamenta-
lo negatiuo de Ja pulsión de muerte. Ella soportará una ria, 1\.foisés y la religión monoteísta (Freud, 1939,
forma de religazón parcial con el superyó, instancia que págs. 21-23) [23, págs. 112-8]). La concienCia de culpa
liga la agresividad al servicio del sentimiento de culpa. asociable al superyó, que aquel prefiere llamar <<nece-
Pero Freud no deja de insistir en esto: la ugazón no es sidad de autocastigo)), muestra sus vínculos con el
completa; no siempre está en condiciones de ligarlo todo. masoquismo y la reacción terapéutica negativa. La
Queda una parte de agresividad flotante de la que se apo· noción de hacer mal no se funda en los efectos de la
dera el masoquismo contra los intereses del yo» (Orcen, satisfacción pulsional, sino en la opinión de un terce-
2006a).
ro en posición de otro, la imago parental. la cual, aun-

148 149
que el sujeto espera amor de ella, lo fuerza n renUJl. texventr. . a l Ott·o Cont:rap·uLida:
' el superyó
. hundo
hi ·
c1ar a la satisfacc1ón codiciada (nunque n Vtces obte. 'ces en el ello. Freud llegará a de.tenuer la po-
nida a escondidas).
sus ra1 . a· 1
tesis de un l<asesinatn Jel pudre pnmur m ». que :s •
·e
La interiorización de la autoridad -gracias a la á la condmaón de su ohr~l. .
instauración del superyó- explica esa neces1dad de r El obstáculo a la sati~facc1ón puls10nal Y el de~eo
autocastigo. Recordémoslo: el superyó del niño se for- de transgrestón agrava el seutuniento d~ cu]pa lll·
ma a imagen del superyó de los padres. En otras Pa- consciente cuando se trata de las ~olas pulsiOnes 'lgre-
labras. los padres pueden ser juzgados por sus faltas sivas. Conclusión:
pero la referencia a aquello a lo cual dicen obedecer•
en todo caso. sigue siendo insoslavable Además, la' Cuando una aspiración pulsional sucumbe a la repre-
adversidad se interpreta como castigo de un superyó ~ón sus componentes libidinosos son transpu~st~s en
de origen divino. AsL los infortunios del pueblo JUdío , t~mas y sus componentes agresivos, en sentlmlento
siemp1·e son explicados por los profet.:'ls que acusan n :culpa),' (ibid.• pág. 326 [ibzd., pág. 134]).
sus miembros de malas prácticas o de comprens1ón
D ahora en más Freud se obsesiona con la filogé-
nes; Y sus conclusi~nes se vuelcan hac_ia ese lad?.
defectuosa de la Tmá. El destino, dice Freud (1930,
pág. 317 [21, pág. 122]), es considerado como un sus- ?e
tituto de l a instancia parental. En consecuencia, an• allí la obra de cierre de todo su pensa~~ent?; Motses Y
gustia frente a la autoridad y angustia frente al su- la religión monoteísta. Proceso de CIVllizacwn y d~sa­
peryó se suceden. El superyó ve todo, nada podría rrollo individual van a la par. y convergen en la Idea
ocultársele. De allí un sentimiento de culpa, indepen- del asesinato del Padre. Reconocerlo es, p~ra Freud,
diente de las circunstancias. recoger la sahsfncclÓn naxcisista de ser meJOr q_ue l~R
A fin de cuentas, la necesidad de recibir amor y otros que se ob s tinan en negarse a tomar conclenc18.
o

merecerlo gobierna todo. De hecho, la causa de la re- de ello.


nuncia es la conciencia, y se la introyecta.

u Es una inversión de la situac1ón, como es tan frecuente:


"81 yo fuera el padre y tú cl rujo, te maltrataría". El vincu-
lo entre superyó y yo es el retorno. desfigurado por el de-
seo, de vínculos objetivos {realj entre el yo todavía no di-
VIdido y un objeto exterior. Tambtén esto es típico. Ahora
b1en: la diferencia esencial constsre en que la severidad
originaria propja del superyó no es -o no es tanto-la
la
que se ha experimentado de parle de ese objeto o que se
le ha atribuido, sino que subroga la agresión propia con·
tra él» (Freud, 1930. pág. 3]7 [21, pág. 125]).

Como se ha de ver, la introducción dol superyó de


la segunda tópica crea un tipo de causalidad que, jun·
to al componente pulsional, presenta un dnto antro·
pológico: la 1·elación del superyó con el yo que hace in-

150 151
te toda esa evolución. recuerda constantemente que
3.2. El parricidio originario la fuente de la angttstia reside en la autoridad no in-
teriorizada en un principio y luego a::imilada al su-
peryó.
¿Cuál es la razón de que Freud. al retomar el hilo
de su reflexión siete años después, señale la enorme
importancia del papel del superyó t·eligioso, sin decir
una sola palabra sobre la intervención de las pulslO-
nes de destrucción? Aquí volvemos a un Edipo en el
~-tt·año ep~o.~o. Durante los años en que elabora cual están presentes las manifetitacwnes de nvali-
f.1otses y la rehgr,on monoteísta, de 1937 a 1939, el te- dad y oposición entre hijo y padres, pero donde la
m~ del asesinato del padre, presente en el pensa- fuente dinárruca -a saber la acción de las pulsiones
miento de !reud desde 1913 (Tótem y tabú) Y a un an. destructivas- no se menciona explícitamente. No
tes, se ennquece con muchas reflexion es. Evidente- obstante, los datos descubiertos poco antes, como la
mente, ~o es una casualidad que su obra se Cierre con renuncia pulsional, son objeto de una teorización
ese escnto. El asesinato del padre es, sin d{tda, un te- más profunda. El «progreso en la vida del espíritu)) se
ma ~ayor del pensamiento fi·eudiano, por lo cual esa vincula a la düerencia entre los testimonios de los
elecciÓn no es de sorprender. No, ni siquiera en el ca- sentidos, asociados a la madre, y los testimonios de-
s? ~e una obra que podría vincularse a la «novela rus- bidos al progreso de la espiritualidad -deducciones,
tonca>>, donde ficción Y verdad parecen coincidir en la inferencias, implicaciones-, asociados al padre. No
mente de Freud. hay duda de que hay aquí algún enigma que no se de-
, En torno a este tema, Freud borda e mserta ese ja resolver con facilidad. Abordemos. pues, este mis-
nucl~o en u~ contexto teórico que es el úruco capaz de terio e intentemos comprender la 1dea subyacente a
explicar su nnportancia. El lector que lee consecuti- la teoria.
v~ente El ';1-a~tar en la cultura y !11oisés y la reli- Para Freud, es menester definir un conflicto bási-
gz_on monotetsta ~nente una perfecta contmwdad en el co: el que se plantea entre el niño (la mayoría de las
discurso teóri~?· Con una sola excepciÓn: la ausencia veces sólo se ocupa del varón) y la autoridad que
d; tod~ ~enclOn de la pulsión de muerte en el Moi- prohíbe, el padre castrador. Lo cual equivale a decir
h · · Sm embargo ' El malestar· · · proftmdizo, mu-
ses. que, a su juicio, el conflicto entre el niño, dominado
e ~en el papel de la agresividad desatada por la au· por las pulsiones que no buscan más que satisfacer-
t?nda~ externa ~ue le niega al sujeto numerosas sa- se, y el obstáculo a la gratificación pulsional seria un
tlsf~ccwne~ pulswnales primarias. Más aún: F:reud complejo fundamental. De él derivan la amenaza de
habm descnpto_las diferentes etapas que iban a mar- castración y la formación del superyó, generador de
car la nayeotona de la angustia frente a la autoridad culpa inconsciente y de la necesidad de castigo. Per-
externa, lo c~al evolucionaría, con el tiempo hacia la siste como interrogante la fuente del conflicto. ¿Su
transformac!Ón en sumisión ante el superyÓ. Duran· causa son los poderes agresivos que forman parte de
las pulsiones de destrucción, o basta con rendir cuen-
l l!ill tanto que en otros lugares, sobre todo en El malestar et~la ta de la intensidad del conflicto por su referencia filo-
cultu ra, Freud se refiere en lénnmos de sadismo al asesmato co· genética o la ineluctabilidad de su aparición?
metido po1·los hijos coligados.

153
152
La esperanza en un compromisu quu baga compati-
Freud_ no plantea prácticamente lfl cuestión ni bles a los tr·es monoteísmos y les pernuta cocxistrr en
fmenos aun. . propone unn rospue~tn, porque ~u pro-' paz parece una ilusión.
un~a. e mquebrant~hle convicción en el aspecto filo- La conc1usión de Moisés)' la religión monoteísta.
gC:nellco d~ esta tesis se afirma no una \'CZ, smo dos. que es también la última palabra de la obra de Freud.
y ello cxp!-ica la rcspuesLa religiosa. Tras la esclavi- tiene un alcance considerable. Conlra lodo genetismo
tud en Egipto. ya no se teme al faraón. sino aJ dios de ingenuo que tienda a atribuir mayor import ancia a lo
los volcane:-..
. . Yahvé Recordemos- que el monote1smo . más antiguo. Freud adopta un punto de v1sta estruc-
que JUStifica la omrupotencia del DIOs. tiene como ori~ tural: Prima queda deh·ás de Summa Y Summa no
gen la ~fim~ra_relig¡ón de Akenatón, quien bOlo remó es otra cosa que la figura del Padre. Formidable apues-
un penodo limitado; a s u muerte, los sacerdotes recu- ta del psicoanális ts de nuestros dia:.. que parece re-
peraron el poder Y restablecieron la religión antigua petir el areópago que debía juzgar a Orestes. Freud.
q~~ les .otorga?a -~ primací~. Muerto el faraón, s~ por su parte, es no obstante el padre, y eso es lo que
et radie~, supruruo Y censuro radicalmente todo lo proclama a voz en cuello. De nada srrve entonces apo-
que podía evocarlo, e incluso se destruyeron en los yarse, como en la actualidad, e n las observaciones de
monumentos las alusiones a él. niños que al unísono quieren marcar el primado de la
En suma, siempre se reproduce el mismo conflicto· madre. Freud sabe bien que ella existe, pero parece
tma nueva forma de poder ético destrona al anterior. querer decirnos: el padre es otra cosa. el «progreso de
t~·as lo cual la aspiración a restablecer los antiguo~ la espiritualidad>>, lo que anima la vida de la cultura
SI~bolos ~e la soberanía del primero conduce a su y La referencia que los hombres necesitan pru·a. en el
C~Id~. O bien ~ nuevo poder quiere derrocar en su momento oportuno. levantru·se contra él. rebelarse,
propl? ~eneficw a otro más antiguo. Y La venganza de darle muerte y ru-repentirse. No hay nada semejante
e~~e uJtuno_~e manifiesta en su retorno y la per secu-
del lado de la madre. No se ti·ata de que el matricidio
Clon de los JOvenes adeptos de su rival. se ignore, y menos aún el incesto. pero rara vez el in-
Para Freud, este nudo conflictivo res ulta. sm duda cesto realizado rmphca la oportunidad de hazañas
-al menos e~ ese texto-. más importante que la na- culturales, y el asesinato de la madre no conoce otra
turaleza pulsional de las fuerzas que ambicionan ha-
sanción que la locw·a.
cer~~ ~on el poder. Es lo que se deduce de la extraña Entonces, si hay que elegir. más valen la angustia
O~lon de Mois~s. .. El Nuevo Testamento vendrá a
de castración y el miedo al padre que la fragmenta-
~rolongar elAn~gtto, es ~ierto, pero también a asegu- ción y la seducción por la madre. Además. también
rar.su hegemowa_ sobre el. Jesús destrona a Moisés y cuenta la veneración por el padre. el respeto que se le
dUI_a n:e muc!lO tiempo los cristianos perseguirán a debe, los homenajes que se le rinden. El padre es el
los Judíos. Mas adelante. el islam, el más reciente de padre muerto. La madre muerta es otra cosa: una
los ti·e~ ~onoteísmos, rmvindicará su supe rioridad a infinita dep1·esión. siempre recurrente, a contravida.
posterwn. En eso estamos. Sin embargo, el parncidio
ancestral acaso haya logrado borrar toda huella de su
propm presencia.
~a :nuerte experimenta una des mentida, porque
aq lll ~1.mguna p~lsión la expresa, pero s u viOlencia si-
gue Slendo temible. desti·uctiva. irracional ,1;~'anUlCB.
,t

155
154
3.3. Discusiones recientes inconcebible que ~uceda algo así Pensemos en la
sobre el proceso cultural Shoah. Eslo es lo que se ha tlado en llamar «pesimis-
mo freudiano11, a lo cual Freud respondió que sólo era
taJ en comparactón con el opt1m1smo exagerado de
sus adversarios. En suma. él llevó hasta el final la
empresa de desilusión que era, a su entender. la me-
ta del psicoanálisis.
Jean-Luc Donnet (1995 y 1998). que se ha ocupado
Las ideas eA.'J)resadas por Freud en Elm.alestar en. de la cuestión deJ supcryó y de las relaciones del pro-
la cultura han sido objeto de discusiones recientes. ceso cultural con la sublimación, los contempla desde
En el coloquio de la Unesco orgaruzado por la Soc1été la óptica del trabaJO de la cultura. En tanto que para
Psychanalytique de Paris. un debate moderado por el individuo la meta principal sigue siendo la con-
Jean-Louis Baldacci enfrentó a Nathalie Zaltzman y quista y conservación de las ventajas otorgadas a las
Jean-Luc Donnet (Donnet y Zaltzman, 2003). Mien- pulSlones, para el proceso cultural ~a priorida~ e~ 1~
tras que la primera hacía hincapié en el paralehsmo instauración de una unidad por encrma de los mdivl-
entre progreso civilizador y progreso de la cura, el se- duos. Conclusión evidente: el mantenimiento de la
gundo se mantenía en la linea del pesimismo freu- cohesión dentro del grupo, por medio, entre otras co-
diano. sas, de las Identificaciones mutuas que unen a las
La concepción prefreuchana del hombre ve tradi- personas.
cionalmente en este el efecto do una diferencia de na- Esta disparidad entre superyó individual y super-
turaleza con e] animal, merced a la presencia de una vó cultural proviene, pues, de las metas diferentes
trascendencia espiritual. Que esta sea una adquisi- perseguidas por ambos. Sin embargo, uno remite al
ción de la evolución de las especies y se manifieste, otro; el pnmero es el reflejo del tiempo lar~o de la es-
en el fondo, esencial del hombre, o que sea la conse- pecie, mientras que el segundo, dependien~e ~e la
cuencia de una domesticación rigw·osa de las pulsio- transmisión generacional, garantiza la continmdad
nes. el resultado es el mismo: el hombre está dotado entre las generaciones. El superyó del ruño se cons-
de un poderío espiritual. Las tesis de Freud comba- truye sobre el de los padres. Las imág~ne~ ;alo~­
ten esta concepción. Ante todo, porque el hombre re- das por cada cultu1·a ponen en comurucacton_las di-
presenta una continuidad del linaje animaL Y cuan- mensiones grupal e individual. Aquí interVIene la
do se lo compara con el animal, aparece mucho más transmisión intergeneracional.
investido por los datos pulsionales, porque la diferen- Este punto de mira cultural nos aleja cada vez
cia entre el instinto y las pulsiones enriquece a estas más de nuestras condiciones de origen: animales. Le
con todos los recursos de la astucia y la inteligencia impone al hombre, en consecuencia, la necesidad de
puestas al servicio de sus metas. soportar una dosis cada vez más grande. de frus~ra­
Otra comprobación: la cultura, lejos de consegu1r ción, tema que hornos abordado con amplitud. ¿Como
«humanizru'>> al hombre, fracasa en la mayoría de las compensar esas pérdidas de satisfacción? Al ~,arecer,
ocasiones. La civilización no puede con la barbarie. La renuncia Jamás encuentra una compensacwn sufi-
Las fuerzas de esta última pueden t·eavivarse y alcan- ciente por los sacrificios que debe consentir. No nos
zar cimas lllSOspechadas en períodos en que parece extenderemos sobre los que se le demandan a lasa-

156 157
t.isfacción de ]as pulsione~ sexuales. Empuje perma- zar se. En consecuencw. elL•sfuerzo que hay que ha-
nente en el hombre. la puls10n exige una vigilancia cer para 1nvcstu· el cli;:,placer del sncrificw es. forzos<J-
igualmente permanente. En el seno dt'l Eros, la~ m- mente, mas gnndC' Se recurre a los servicios de Eros
tcgorías pulsiona1es constituln :1s «e RUS I il u yen unas v .\nanké. Zaltzman (1bid .. pág. 21:¿) seiiala que el
a otras. L a sublim ación de~tino de lns pubioncs. ~arácter wrC'cto de la::. :sati:.fm:cione:s es de menor im-
prolonga la \'Ía de los desplazamientos de metas, aso- portancia que la de otra prioridad: u[La cvoluci~nhu­
ctada a la investidlll'a privilegtada de las actividades mana] sólo hace la im·e:stidura de sus expcnencms de
ps1quicas superiores {ética. religión. etc ) Hay que placer o sufrinuento a través de lo que estas repre-
destacar, en efecto. que el hombre no .:;ola depende de sentan en la economía del deseo de otro)).
su animalidad originaria. sino que esta adopta en él Aprovecho la oportunidad para recordar aquí rrus
una tonalidad de locura; recordemos nuestra discu- ideas sobre la «causalidad psíqmca>>. que no incumbe
sión én «Entre folie et psychosen (en Green, 1990). exclUSlvamente a las ciencias de la naturaleza Ytam-
La sexualización de todos los procesos psíquicos poco a las c1enc1as huma na:; antropológicas. Es ~a
encuentra allí una oportunidad de revancha. Hemos ocasión. también, de recordar de pasada la referencia
visto que la invención de las pulsiones destructivas al <<Gran Otro>> de Lacan, instancia fuera de sí. En es-
no hace más que extender el campo de la renuncia, te caso es preciso remitirse al superyó cuJtural (Diat-
principal fuente de la culpa inconsciente. Los conjun- kine, 2000). El Fuera de Sí [Hors Soi] viene a recor-
tos defensivos renegación-esoisión-proyección y el dar en el mom ento oportuno Jas concepciones de
par idealización-persecución (Melanie lGein) contri- Freud sobre el proceso civihzador «por encima de la
buyen a la transformación de las formas pulsionales humanidad». Ese proceso debe apoyarse sobre los va-
originarias. A fin de cuentas, esos resuJLados deben lores de la investidura y el reconocimiento. en cuyas
medirse con la vara de la ilusión: «El superyó. por ser raíces se encu entra n las defensas, la represión, la
una instancia tan irreductible al yo como lo es el ello, forclusión,la r encgac1ón, la destrucción o la autodes-
constituye una reserva de ilusiOnes» (Donne t , en trucción. Y es el propio Freud qwen asimila proceso
Donnet y Zaltzman. 2003, pág. 228). cultural de la humanidad y proceso de desarrollo o
El trabajo analítico debe compararse con el u·aba- educación del hombre mdividual. Efecto de Eros. por
jo de la cultura. Siempre se encuentra la sobrein\'e:.- ende. Zaltzman no se dec1de a adoptar los puntos de
tidura de las funciones psíq u.icas superiores (la refe- vista del pesiDlls mo ü·euchano. pese a la oposición
rencia a la ((Verdad»). Se siguen reflexiones sobre el entre Eros v Tánatos. Me parece que al invocar el
lugar de la curación en los valores analíticos. Para acrecentamiento de la mvestidura. ella 1·ecupera las
Donnet, esa curación continúa siendo dada «por aña- ideas freudianas finales, que reconocen el vínculo
didura». entre el trabajo de englobamiento de las pulsiones de
Esta articulación entre lo individual y lo colectivo vida en busca de sintesis cada vez más vastas. Y el
es p1·oblemática. El superyó cultural y sus ideales inso~layable aumento de las tensiones que esa bú s-
combinan sus efectos sin dejru_· de r espetar s us espa- queda implica. .
cios ¡·eciprocos. En diálogo con Jean-Luc Donnet, Na- Para terminar, st bien J ean-Luc Donnet ac1erta al
thalie Zaltzman ve en los dos trabaJoS. el de la cura y recordar con Walle r Benjamín «el fracaso inmemo-
el de la cu ltura, un acrecentamiento del gasto psíqw- rial de la cultura e n el dommio de las relaciones en-
co, porque la dominante del placer no puede reempla- tre los hombres». NaLhahc Zalt7.man, alcinumc. sub-

158 159
raya que. hoy hay más verdad que nunca cntrP ellos. 3.4. La pulsión de nu1erte y el lenguaje:
Pero lo cierto es q~,e la verdad no siempre venc~.. .t la La urence Kahn
menhra y a la accwn destructh•a que esta busca pro-
mover.
P~a decirlo b~eYemente: por un indo. fidelidad al
pesillllSmo freudiano; por el otro, apertura hacia una
esp_era~a rechazada con demasiada rapidez.
t,Que pensamos de ello?
En las reseñas de las discusiones precedentes pu-
do escucharse la voz de quienes no creían. de quienes
creían con y como Freud y, por último, de quienes. a
la vez que tenían en cuenta la dialéctica puls10nal,
experimentaban la necesidad insprrada por Lacan de
asociarla a un Fuera de Sí, Nadie [Personnel (en el
sentido de HomcTo) o Gran Otro, cuyos lazos con la
Palabra o el Nombre del Padre se mencionaban en
forma explicita o se ad1vinaban en forma implicila.
Es hora de ocuparnos de una intervención funda-
mental que debemos a Laurence Kahn. Faire parler
le desti.n. su obra reciente. lo exige. Ducha en el análi-
sis tanto de textos como de conceptos. Kahn (2005)
pretende inclinar el fiel del debate y lo logra. Hasta
aquí hemos expuesto las posiCiones de quienes com-
partían el pesimismo de Freud. No podrá acusarse a
Kahn de abogar por la causa de la ilusión. Antaño se
había identificado al psicoanális1s como una empresa
de liberación de las cadenas de la represión; ahora re-
sulta que muda de parecer y \'lene a pedirnos que
abandonemos toda esperanza, debido al poder de las
fuerzas de destrucción. ¿El análisis no servirá para
nada frente a este poder de muerte? Los psicoanalis-
tas creyeron que Freud quería arrastrarlos en esa di·
rección; resistentes a la tentación de la desespera-
ción, se opusieron a ello.
Por desdicha, el clima de la época hacia el final de
la vida de Freud, con el ascen~o del nazismo, no era
muy propicio para hacerse iluswnes. Eso es lo que
testimonia la última parle de 'A1oisés y la reltgi.ón mo-

161
160
plano. sin ceder nada a la benmcia «humana>) recibi-
no~eista. donde aquel desc:ubre ln alin.nzn cnntra
tu1 a del progreso v la barhnrit!. Es cicrlo r.-¡ da de nuestros paw·es. En la unión de ambo~: la expe-
· 1 ¡ 1 na.
· e, m o est riencia psicoanalí tic a, a leja da de toJa m1:;t1ca ro-
¡." a r.u tura no es un e~t:l'Üll 'lishclo V· 1'
viltüi - }. · · ' ' · ety nos ad
el
ar
mántica. Freud sigue c::;tandu, ~eg{m Kahn. cerca de
. que as ClvilizaclonL>s :-on murwle::-. pero ll .
l{ant. corno lo postulará expliciwmeme llwn, pero en
~ a procl·1m arque puc d en -.tucJchr~"
uo · no e-
Otros. pensa
d . . L
e • '-' • un sentido muy distinto. ¿CiJmo confiar en el pen~a­
ore:-o
. nos. alertaron sobre la cri ...~ is· de 1·1• cn·t'lizac1. •<. míento. cuando e::.tc, analizadu y ya no tmali~ta. mue::.-
cmopea ~~us~erl. Spengler), pero ninguno identifi~~~
tra sus determinacione:. inconscientes. que d.istan de
unapulslOn de muerte Sea como fuere. la fe a la o
halna dad~ origen la Ilustración del ~iglo XVIII <I~e ser racionales?
(<Aparato del alma» es una expresic)n provocativa.
muy excesn a. Era dificil prever nut:? los rerr' er a
olit . ., olOlenes El alma constituida por un aporato es una contradic-
P, rco_s postertor·es a la guerra de 1914-1918 h
nan a- t d nos a- ción en los términos Tal era. en efecto, el proyecto de
. sts rr a ese errumbe de la razón humani:sta
los anugos fisicallstas de Freud en los albores de su
, Srn embargo, Fl·eud -lo hemos dicho- no se l·~n
obra. Y en cierta medida ese proyecto aparecería en
zo de cabeza en 1920. Y habría que esperar ha~t~
sus primeras elaborac10nes sobre la histeria. Pero
193? para verlo hablar de ccrlezas, como lo segu .·
hactendo h t rna que la poléiD.lca no nos baga perder el rumbo. El len-
.· as .a ~u muerte. Si se quieren rastrear los guaje del «Proyecto de psicología>) no conh·aría el de
ongene~ del ~·aJe de 1920 bay que señalar. sin duda
los primeros descubrimientos psíquicos de Freud. La
el cuesbonamtento del concepto de inconsciente Y s~
histeria no está fuera de ese «Proyecto»: forma parte
reemplazo, po~o después, por el de ello. Lo cual es
de él. Es cierto, no se red u ce a lo que el texto clico a su
~anta c~mo decll' que la comprobactón de la carencia
respecto. Va mucho más allá, como lo muestra la
~ un Slstema fundado en representactr.mes incons-
obra ulterior de Freud. La aulonomía relativa del
Cientes Y su -~eem~lazo por el ello obliga a adoptar
psiquismo lo testunonia. El alma está «por encima»
~ concepcwn mas económrca Y energética, en cuya
del sistema nervioso, mas no por eso deja de estar
(G :e se destaca el papel de las mociones pulswnales
anclada en él. No como una localizaciÓn cerebral, sino
reen. 2006b). Otro paso an·ás con respecto a la en-
deble .raz'on. aun • mas • superada aquí. Empero, Freud como ese otro lado de la fr·onte1·a donde tiene su sede
la pulsión. en la encruCIJada del cuerpo y la mente.
no deJa de pon;r sus dones al servicio de ella. con tal
En este punto el filósofo se detiene. ¿El alma, un con-
dCe que !a razon acepte renunciar a sus ilusiones.
cepto líiiDte, con sede en una encrucijada? El alma es
amo dice Kahn:
pulsional: sublimación del movimiento en marcha en
el psiquismo, concepciÓn a contrapelo de las ve:rdades
<<Hacer .hablar al d es t tno
· es 18 ¡·mea de resistenc1a del
fe~~aiDlento cuando opone a la creencia Y a la nolenCla admitidas.
a. u.s.queda de las causas, cuando se embarcH en la des- ¡Cuántas veces hemos escuchado al coro de filóso-
• ¡e1 uesamparo
CrtJJCton de. todas las J¡armas< .1
humano y de fos deplorar el lamentable biologismo de Freud! ¡Q11é
su Lratam1ent
- . o por e1 ·m ¿·lVl·u uo Y la comunidad)) (KaJm
- lástima, un hombre tan inteligente! Y en ellado opues-
2 O0 b, pag. 16). ' to, el otJ.·o coro s1métrico, el de los partidarios de la
biología. que consl ituyen el clan ad"ersario. ¡Qué lás-
Al parecer, el darwinismo de Freud, siempre pre· tima que w1 hombre Lan inlcligente no rnsistiera con
sente pero diScreto · ocupa "u4u1, un lugar de pnmer la inspimción del «Proycclo»! Frcud rechaza a unos y

163
162
otros Es que ni unos ni otros quit;>rcn abrir ::.ll racwci- De tal modo se justifica .la distinción que Kahn
ruo a lo que él llama mociones pu.lsiona/,•s. A dU'eren. propone entre presenlac1ón y representación. es de-
LÍa de su:::. oponentes, Freud observó en si mi::;mo sus cir el efecto de uno pulsión de la ra:wn. Esta observa-
efectos, a la vez que los obsen,1ba en lo~ otro~ -sus ció'n es menos filosófica y má:-; 1<frcuc.liana» d~ lo que
1Jacwnles en primer lugar-. No dejarse ;-.educir por parece. porque la prc~entac1ón es pre~;ntación de los
lus hábitos de pensamiento qut.. enturbi.m nuestra sentJ.dos. en tanto que la rcprescntac10n es repre,s~n­
mirada. He conuctdo a laurcadn~ con el Nobel que se- tación de la pulsión. De alli la referencia a la estetica
gtúan proclamando públicamente: HTodo eso n o es y la r emisión al lritz. «chiste)) [«mot desprit»], «pala-
IDÚ!' que charlatanismo: afirmo\ repito que no tengo bra nacida del mgenio>) [«mol né de l'espri/111. Recor-
inconscienteJ~. 1 Freud luchó dur·mte wda ::;u vida por demos que Freud. en esta obra [El chiste_Y su r_elación
u na administración convincente de la prueba. ¿Y qué con lo inconscie11.te]. distingue entre el mgeruo de la
decir de la sugestión poshipnóticu'1 ¿Vamos a cr eerle tendencia (la futura pulsión, a nuestro entender) Y el
a aquel que abre su paraguas de improviso ü·ente a ingemo de las palabras (las palabras d~ la pulsi??•
nosotros, luego de una seSión do hipnosis en la que se siempre en nuestra opinión). Podría decrrse tamb1en
le ha sugerido esa instrucción, y que, interrogado so- que la pulsión de muerte es el ingenio de la muerte.
bre las razones de su acto, responde: «Era para ver si Kahn se afana en señalar la ruptura que el proceder
funcionaba»? de Freud marca con el1·omanLicismo. Apenas sor-
Empero, es cierto que, de paso, nos topamos tam- prende que sea asi, on vista de que Freud no pie_rde
bién con verdaderos interrogantes. Se nos invita a ocasión de recordar su adhesiÓn a un punto de V1St~
\'Olver a lo «demónico>> y tomar en cuenta sus efectos científico. ¿El único que desilusiona? Co~ la -~ondi­
uno a uno. En otras palabras. no hay nada de román- ción de que la c1encm no ceda al poder de üuswn ge-
tico en ese proyecto analítico qut! exige una amplia- nerado a cambio por la desil us1ón.
ción de los límites tradicionales de la razón y de sus «¿Cómo puede el lenguaje dar acceso allen,gua)e
formas de expresión. muy en particular aquellas en del más allá del lenguaje?». ¿Para responder solo te·
las que se detecta la marca de lo sexual -en suma, nemas razones? Según Wiltgenstem: «De lo que no se
volver a poner al diablo al lado del ccbuen» Dios-. puede hablar. hay que callar» E s muy f~cil adopta_r
Laurence Kahn se niega a arrastrar a Freud hacia esta actitud, ante la cual Charcot ya habm respondi-
el lado de la energética -<:uyo papel. sm embargo, es do: «Eso no unpide existir>>.
conslantemente destacado por este, sobre todo des- Tomemos un eje mplo. Escuchemos un discurso
pués de 1923-, siempre sospechosa de tratar de na- psicótico. Y luego, comparemos los diversos disc~sos
tw·alizar el pensamiento. Esta autora escr1be: no psicóticos que se le oponen para captar su. senb.~o.
A menos que decretemos que el primero no twne mn-
HLa pulsión originaria es el fundamento primero de la re- gún sentido, los otros discursos no se demuestran ca-
presentación, lo cual implica que la pulsión, esta puls1ón paces de ofrecer una traducción a~eptable de 1? que
de la razón, no es engendrada por obJetos, sU1o que- en- dice el psicótico Ni el psiqUlatra, .m el fenome"?ologo,
gendra el suyo propia>' (K.ahn, 2005, pag. 52).
ni el cognitivo-comportamentahsta nos daran una
idea de la lengua que habla ese paciente, cuya gra-
1
Vcase el sahwso diálogu con .}ucqul!:. ~In11od repl'oduc•do IJill' mática ignoramos. ¿No8 alinearemos. emp~ro, con
Gel'll ld Edulman (1992). los «organicistas>)? Acorralados en la neces1dad de

164 165
hablar de las estructurn:s cercbra le:;. entenderemos Eros. ¿tiene otra ell.!cción una vez que la destructivi-
aún menos de qué se b·ata ese cli.scur~o. dad se lll!:ttala sobre el terreno? Para Kahn se trata-
Admnamos que la pu1sión de muerte e:s ue:--t.mo. ría de un desconocimiento. a menos que se p1cnse que
Pero. en ese caso ¿qué destinu para la pulsi6n de la ocultacion 4 u e :,Ürve de base a su propm posición es
mue1·te? Y, antes que nada. tomemos conciencia de el verdadero desconocimiento de un psicoanálisis
que la renegacrón de esta pulsión - la rencgnción a la nostálgico Kahn acude en auxilio de un lenguaje en
que la somete Freud, en primer lugar- duró mucho peligro. pero 6 aca~o no son los psicoanalistas quie-
mas que la de la se:nmlidad del Eros. sobre la cual se nes lo pusieron en esa Situación, al quer er ignorar al
terminó por pensar que era por si sola la clave de la «otro del lenguaJe>>? Ignorar el impacto de los casos li-
vida pulsional. La ilusión se había infiltrado en la mite es hacer de la locura y la psicosis •<enfermeda-
teoría. Esto no hizo más que demornr Ja desilusión deS~> del lenguaje, algo que. me temo, no son y nunca
pero no la impidió. La barbarie, es decu·, la guerra: han s1do. Casos límilc o t1·astornos límite de la perso-
1·egresó Y obligó a pensar lo Impensable. El malestar nalidad son figuras clirucas nacidas de la patología
en la cultura nos forzaría a ello. La tendencm a la dis- contemporánea -que el analista debe tener muy en
locación se impone a sus obstáculos. La violencia: con cuenta en su práctica, sin fingir ignorarlas--, y no in-
respecto a este punto, Freud corrige a Einstein, por- venciones producidas por la imaginación de algunos
que se trata de ella y no del poder (Nfacht), como lo analistas. ¡Ah, qué hermoso era el tiempo de la neu-
sugiere el físico en la oposición entre Recht (el rosis, comparado con el de los casos límite! ¿En qué
derecho) y Macht. La Ilustración no ha sido sino una se piensa? ¿En los pacientes de los Estudios sobre la
utopía más, y el propio Freud la suscribió. ¿•.óJcanza histeria? ¿En el «Hombre de los Lobos»?
Laurence Kahn a advertir en su justa ro edidn la mu- Aquí, una línea divisoria. Tal vez no sea indistinto
tación interna que acompañó, en 1923, a la recusa- haber sido psiquian·a o no h aberlo sido. Haberse co-
ción freudiana del inconsciente y la opción en favor deado con el horror innegable de la enfermedad men-
de las mociones pulsionales cont1·a las representacto- tal y sus presuntos asilos Un psiquiatra no lo olvida
nes mconscientes, de la que resulta el triunfo del con- jamás, pero quten no lo ha conoc1do no puede recor-
cepto de fuerza. sin el cual el pensamiento de Freud darlo. No puede, en efecto. quien no ha visto a un en-
queda mutilado? fermo mental encerrado los doce meses del año en
Pulsión de muerte, expresión última del odio ha- una celda -así se llamaban sus dormitorios- des-
cia sí mismo. A fin de cuentas, la puJsión de muerte provista por completo de muebles. porque de lo con-
es suicida. Lo que hay que adm1tir es el par construc- trario serían hechos pedazos. y cuya cama no es más
ci_ón-destrucción y amor-odio en antagonis mo y ago- que un armazón metálico indestructible, dar vueltas
IllBmo, porque estamos hechos de él y todo lo que ha- en ese espacio como un león enjaulado, ya nieve o so-
cemos no es otra cosa que la consideración de su in- ple el viento, aullando durante días y días y recibien-
trincación y desi.ntrincación. do su comida por un ventanillo. y a quien ningún
Kahn (ibid., pág. 250) sostiene la lúpótesis -que miembro del personal puede pennitirse acercar ni
ella reconoce como tal- de qu e «la nueva cult·ura de hablar, porque s ufriría una agresión antes de poder
los casos limite, la nueva odisea de l coraJe analítico, decir esta boca es mía. Lo !'é por experiencia. Quien
se confunden con el heroísmo promovido por cual- no sabe qué es ser demente, en el se ntido de una psi-
quier relato épico». Mas el psicoanálisis, heraldo del cosis dcstrucliva, debería darle siele vueltas a la len-

166 167
gua en la boca antes de emitir el múo;; mínimo . Anexo: retorno a la biología
Pero , en defini uva.
· ¿que· tlene
· JlllCio
esto en común con .
E so no ·tmp~
18
pacientes
náhs en. análisis?
. Nada
. .v todo. 1de La apoptosis, la muerte nattu·al
a _ts sobre los tragJcos. c. Terrorismo psiquiátrico o
terronsmo cultural? Terrorismo de la destructiv"d d
autoprogramada
en acto 1 a

Digámoslo ya mismo: el agregado de un capítulo


de biología a este libro dedicado a la pulsión de muer-
te daría lugar a un error de interpretación, si se qui·
siera suponer en ello la intención del autor de apo-
yarse en la ciencia para sostener una hipótesis que
está lejos de deducirse directamente de ella. De todas
maneras, recordemos que los propios detractores de
la pulsión de muer-Le no dejaron durante mucho tiem-
po de basarse en la ciencia para defender la idea de
su imposibilidad. No afirmamos hoy que la ciencia
viene en auxilio de qmcnes sostienen esa hipótesis.
En cambio, vemos en las tesis de la bwlogía moderna
algo novedoso que, al menos. no mee nada que la con·
tradiga expresamente. En 1999. Jean Claude Amei-
sen publicó un libro, La Scu.lpture du uivant: le suici-
de cellulaire et la mort créatrice, que ha abierto nue-
vas avenidas al pensamiento biológico. Hemos leído
bien: suicidio celular, lo cual nos obliga a pensar en
la muerte que se da la célula, es decir, por otro lado,
en lo que bien puede considerarse una orden de auto-
destruirse.
Los trabajos preclll'sores datan de 1855 («cromato-
lisis» de Walther Fleming). Los sigue en 195lla
«muerte celulat?> de Alfrcd Glucksmann. Estos traba-
jos no fueron apreciados en su justo valor. Habría que
esperar basta fines de la década de 1960 para que
apareciesen los conceptos de «muerte programada>> y
«suicidio celula.l'n. Llega un momento en que se des-
cubre que la muerte celular está programada basta
en las modalidades más precisas de su realización.

168 169
«Por el hecho dC' ser un suicilllCI -un fenómeno acth u de construcción d~ una hi::~loria. t Y si no tuVIéramos
autodestrucción-.) no el resultado di.! llll usesinnto hru- cierto temor a las sonl'tsas de algunos de nuestros
tal o una paráli.sis, la mue1·le celulur JH1P.dc acomp:1üarse lectores. d1rírunos. «S1. el narcisismo y la última teo·
de un discurso. la em1sjón prec1sn de setialt.'!s y mctbaJes. ría de las pulsiones». .
y no se desenvuelve en un silcucto total o una gnterht, un Es asombrosa la impo1·tancia de las conex1ones
estrépito•• {Ameuoen, 1999, pág. 65). entre la célula y su entorno. Ameisen escnbe:

S m retroceder ante la metáfora,. \meiscn habla de 1<Un receptor ldel ::.istema mmunológico] tot~lmente ~­
ritos funeranos complejo::. durante la muerte celular capaz de interactuar con el ::;Í mismo no po~a transrruur
programada: durante tres días ninguna señal al linfocito que, lo con:
tiene. Y la ausencia de toda señal desencadenara. po~ s1
sola, la muerte del linfocito que ha dado pruebas d': surn-
<~El mundo vivo elimina a los muertos. El mundo vivo se
capac1dad para interactuar con las célul~s. cen~elas:
nutre de los muertoS~' (ibid .. pág. 66).
pruebas de su probable m utilidad futura>> (tbtd., pag. 4 7).

La apoptosis es un proceso ((de autosuprestón or- Pasemos ahora al cerebro: sorprendente paralelis-
denada>> (ibLd., pág. 67). mo. En las regiones y en los nervios en proceso de
Así, los procesos de autodestrucción obedecen a se· construcción, la mitad de las neuronas que part~n a
ñales, al igual que el proceso de creación. En lo que la búsqueda de compañeros van a mm·ir en el penado
respecta a este último, los trofoblastos constituyen de constitución de las sinapsis. A veces el 85%, a v.e·
un puente entre la madre y el hijo, antes de conver· ces sólo entre ellO% y el20%. Todas las new-onas están
tirse en algo radicalmente distinto. De mnnct·a. suce- programadas para moru. La apuesta es el cst~ble­
siva, la división que engendra la multitud y la dife· cimiento de un contacto est.recho con tma campanera.
renciación de la que surgen la diversidad y la migra- La ((relación)) h·iunfa sobre el aislado individual Son
ción (el desplazamiento de las células a través del igualmente pasibles de la sanción mortal las que han
cuerpo) escanden las etapas. Paralelamente se pt·o- establecido conexiones aberrantes. Formas del cuer·
ducen desapariciones «naturales>>. Descubrimiento po esculpidas. cerebros también esculpidos.
desconcertante que supone una causalidad rrusteno- Ameisen escn"be:
sa. ¿Por qué esos muertos? Respuesta:
<<Los grandes maestros del ajedrez construye~ .sus par-
«La deconstrucClón del cuerpo, a medida que este se cons- tidas sobre la base de grandes esquemas. pOSIClones d?-
truye, es uno de los componentes esenciales de la elabm·a- minantes sobre el tablero: su mente traza un repertono
ción de la complejidad>> (ibid., pág. 30) preciso de las aperturas, lunitadas en nú~ero, así como
de los finales. No obsUlnte, el desarrollo mismo de la p~r­
En cada etapa del desarrollo, la muerte esculpe la tida es abierto y se renueva con cada movimiento» (ibtd.,
forma del embrión. Ese proceso permite la creación pág. 5·1)
de un espacio interno. El cerebro y el s1stema lllJnu·
nológico son las estructuras más complejas de nues- 1 p 01 • eso nr1 e~> sorprenden le que sea un mmunólogo (Edelman,
tro organtSmo. Comparten una propiedad que asegu· 1992) quien haya propuesto la:- ideas mas interesantes sobre el
ra la perenrudad de nuestra ident1dad smgulat·, y la funcionam1ento cerebral

170 171
¿Sabe_ acaso Ameisen que Freud hi zo 1 . <<La evolución tlel ,·ivienle tle\'clA tnmbién el pTecio dt! su
obscnaclOn en lo atinente ~ la cura annlític:;n~:ma espléno1dn eficncin: unn mdiferl!nCH1 <·1c¡;n y absoluLa ol
fund~:nental del juego, que procede medt<nt~eplel devenir, a lu libertad y nl::.ufrim1enlo de cmla une. dE' ;:;us
creac10n
. de 1as cond Icwnes
· · u
de unn autoorganizaci· o· a componenlcs~~ (rbrd. , pág. li).
evo 1utlva. n
La de~cripción de la:. fases de u na m u erre cclulaT
<<El destino de cada u d 1 •
lid d d 1 . na _e a_s ce1ulas depende de la ca- programada es impresionante. Una quincena de pro-
a e os vrnculos prov1sor10c: ¡ .1
teínas permiten que se recorten en pedazos las indis-
torno>~ (ibid., pa'g. DO
- -¡ ~ que 1a leJJuo con su en-
pensables para la supervivencia de una célula. Esra
acción provoca la condensación y fragmentación de la
Eu suma • podr'a .
1 mos pensar que clmtento d d fi
· célula en trance de morir bajo la influencia de mu-
rur losb?rocesos que caracterizan a la vida conslestee . tantes genéticos. La célula se divide entre un ejecu-
canee u· una cr · , . en
.. eaciOu contmua, sin destrucción La tor y un protector.
compleJidad nos obliga a rever ese esque . Las esporas presentan una forma de vida interme-
prender ll · ma Y n com-
._ -~ue e a ill.lsma incluye la construcción Y la dia. Son las representaciones de una forma de exis-
d eSu'UCCIOn.
tencia lentificada, entre vida y muerte, capaces en
¿Estamos tan lejos de Frcud Y de su últim , potenCia de volver a vivir· plelk'Ullente.
de laB pulsiones? Creo que no. . a teona
El bloqueo de la muerte celular no siempre es una
ventaja: es la suerte de los cánceres. Por eso conviene
<<Cada una de nuestras células tiene a lo largo de . desbloquear ese proceso aulodestructivo para acti-
t~ncia, Y en todo momento. el poder de autodestr::XJS- varlo. «Apoptosi.s)) es el nombre que John Kir, anato-
a gunas horas. y la supervivencia del conjunto de cél:~ mopatólogo, y Andrew Miller propusieron en 1972.
que nos compone~ -nuestra propta supervivencia- de- Basada en la comparación con la «necrosis», la apop-
pende de su capactdad de encontrar. en el medioambienl.e
d e nuestro cuerpo' la s sen-al es que les permitan reprúrur tosis exhibe características singulares:
día tras día el desen d ·
pág. 13). , ca enanuento de su SUicidio)) (ibid..· uEn tanto que la necrosis da la tmagen de un fenómeno de
explosión, la apoplosis se asemeja a un fenómeno de lDl·
plosión. La célula que pone en marcha su suicimo co-
~d consecuencia, todos tenemos los dias contados mienza. antes que nada, por mterrump1r todo contacto
1a VI a no es m ' 1 ·
autodestructiv:.que a neutralización de los poderes con su entorno. Como un animal que está muriendo, se
sepru·a y se aparta de sus vecinas. Luego se despedaza de
manera ordenada: condensa y luego fragmenta su núdeo,
«. ..•un acontecimien to poSI·ti·vo -la vida- nace de la ne·
, .J cortando en trozos pequeños el conjunto de la biblioteca
gac10n u.e un aconte · · ·
ción" (ibid.). cumento negatlvo: la autodestruc- de sus genes. Al mismo tiempo, el cuerpo celular también
se condensa y después se Cragmenla en pequeños globi-
tos, los "cuerpos apoplóticos" La membrana e:x-terna de
En resumen ' la eues t Ion
· estnba
· en accptor mirar la célula se modifica, adopta un aspecto burbujeante, pe-
a. la muerte
d . a la cara · en una perspectiva que renun· ro se mantiene intacta e impide usí la Liberación al eJl-te·
cm a to a mtencionalidad: rior de las enz.1mas que contiene y evtla toda destntcción
del entorno. Esta muerte rápida. solilana y s1n ru1du no

172 173
ocasiüna
• • ••
de eJr.J:_--
Luuano · !11· 1eswn,
· • ll1 inDa m ación, ni ci Ach1a.lización a n1odo de despedida
tru;aolOn Las celttlas Clrcundante:> coJn'llO nl 1 , , ca.
1 · 1 ' "' ~p.tCIU q
a~ muertas 1~ d:J~do libre. Pronto. nc, qut"dn hueiJ ue
gub~a de~ trabaJo rapJdo y discreto ele> lo autudestrucca .al.
(l 1d., pags. 62-3). 10011

«Bajad el telón, la farsa ha terminudo>~.


Tenemo::. que acostumbrarnos a la ba0 .1lid d
rt U ;r. ' a de la
mue .e. na c~·a ~e no~ Impon~: má::. del ggoo de 1 . Hace má::; dC' uchtmtJl y cinco años que se propuso
e:::;pecies ~parec1das en los últimos cuatro mil illas la idea de pul::;ión de muerte. y más de ::;escnta' cinco
. de anos están probablemente cxt·mgu1·dasmpara
nes o- que Freud ya no puede defenderla contra sus detrac-
~empre. Esto n~ impide que la muerte siga siendo tores. Hemos v1sto que, desde 1920 hasta su muerte
ente de angustia para la especie humana en gen en 1939. creyó cada vez con mayor firmeza en ella .
ral Y para todo viviente humano en particular. e- Sin embargo, no pudo conocer:
-la desb·ucc1ón de los judíos ele Europa en los
campos de exterminio nazis:
-los campos de «rceducncióm> soviéticos;
-los daños causados por la bomba atómica en
Asia. y
-el destino de los opositores al régimen de Pol Pot
en Cambo) a.
Tristes confirmaciones de una idea nacida de su
presentimiento. Nada hay en ello que nos permita
abrigar la esperanza de conjurar el peligro: sólo he·
chos que, al contrario. confu:maron las peores apren-
siones de Freud. Y eso que nos limitamos a mencio-
nar los hechos prmcipales.
Por el lado de la clínica. sea cual fue1·e la teoría a
la que ad.hu·amos o que hayamos elaborado, siem-
pre se trato -en el psicoanálisis contemporáneo-
de ir hasta el fondo de La destructividad. última en
llegar entre las formas clínicas de las que se ocupan
los psicoanalistab. Freud había señalado, pues, tres
casos ilustt·ativos de la pulsión de muerte: la concien·
cia de culpa. el masoqu1smo y La reacción terapéutica
negativa. Si bien este enunciado e!-' casi ind!l3c.:utible.
la cl1nica moderna le agl'ega muchos otros cuadros.
No es sencillo hacer una actualización del concep·
to de puls1Ón de muerle. *\.nt~ lodo. a causa de lama-

175
174
sa de datos que e~ preciBo integrar. En efecto: no sólo siempre se sospecha que la vida est.á enmascarada
se h·ata d~ cuestiOnar las interprelacionc~ de Freud por las apariencia!". La det-:truccíón del alma es lo que
busca toda empresn de sojuzgamiento y dominación
para :ons1den~r otras soluüone:- meno!' especulati-
vas, srno tamlHcn todo lo que corre~ponde a la litera. en la guerra que la opone al otro: el extranjero, el ma-
tUI·a pos~eudmna. :uya di\·crsidad de posiciones es lo, el aborrecido. No hay triunfo sobre el otro para
IDt_lY dillcil de reducrr a un conceptu integrador. Acle- quien no le deja a este la libertml de pensar y. llegado
mas. esta todo lo que la clínica contemporánea no~ h el caso, despreciar al ad ven•ario. Lo que se busca e~
- d
ens~.. na o~· que fue desatendido por Freud, con lo que
a el abandono de todo lo que ap:ueme ser muestra de
una voluntad individual y dotada del derecho a ex-
ello e~~ana en materia de variaciones de la técnica 0
adopcwn de nuevos parámetros. presar su diferencia, su rechazo o su oposición al otro.
Tal vez sea preciso dtstmguir, como yo he intenta-
A la cabeza, una ~uest~~n a la vez terminológica y
concept.ual. La des1gnac10n de la sexualidad como do hacerlo, un masoquismo paterno (sufrir por el pa-
manifestacjón de las puls1oncs sexuales nunca fue dre) y un masoquismo materno, en el que la madre lo
chocante. para nadie, al parecer, y el reemplazo de sacrifica todo pai·a evitar el sufruniento del hijo (es-
e~as pulswnes por Ems tampoco despertó-objeciones.
píritu de sacrificio de la madre). De hecho, ambos coin·
Sm embargo, cuando se habla de pu.lsión de muerte ciden: se trata de llegar basta el olvido de la autocon·
se generan muy otxas reacciones. servación para servir a uua imagen puesta por enci-
Acaso haya que ser claro y explicar que la muerte ma de todo (Dios, el h.ijo). Inte1·rogarse acerca de la
Y la pulsión de muerte son cosas diferentes. La muer-
validez del apelativo «pulsiónH se justifica menos que
te es un hecho. un hecho científicamente vcrificnhle. recordar que todo se imció con la compulsión de repe-
Se la puede definir por signos obJetivos (electroence- tición. más allá del principio de placer. Aquí, por en-
falograma plano durante cierto tiempo, etc.), hacer de, pulsión qmere decir orgaruzación primitiva sobre
que cualquier rujo de vecino la constate Y bien se sa- la cual el yo no tiene influencia y que tiende a repro-
be que cuando la supervivencia de una persona que ducirse sin estar, pese a ello,ligada a la búsqueda re-
es un verdadero muerto viYo se prolonga -aunque petitiva del placer: antes bien. según Freud, su meta
sea durante varios años-, solo se trata de un artifi- es restablecer un estado anterior.
cio. Una simple desconexión rusipa la ilusión de vida Hay pulsión (de muerte) porque Freud la necesita-
art~cial que todavía subslStÍa. Empero, una pulsión
ba pru·a integrarla a su sistema teónco. La verdadera
que ~pulse a morir es un asunto que no cae por :;u pregunta pasa a ser: ¿La pulsión es buena para pen-
propio peso. ¿Qué queremos decir con esto? Si so evi- sar? Habida cuenta de que el contenido de su concep-
ta la polénuca expTesión «pulsión de muerte» y se re- to refuerza la coherencia de su teoría, el resto pasa a
c~er~a, ante todo, que es cuestión de destrucción (de
segundo plano. Lo importante es el par construcción-
s1 nnsmo y de otros), las cosas resultan más claras. destrucción, con su correlato intrincación-desintrin-
¿Destrucción de qué? Destrucc1ón de la vida clru·o cación. Hay, en efecto, dos maneras de concebir la
está: es decir, del cuerpo físico animado que ~ive y pulsión de muerte. Cuando esta conc1erne a los casos
respu;a -por~1.10, para la vida y el aJma, la muerte se que dan testimonio de una aspiración incocrc1ble al
1dcntifica de mmediato por la det,encíón del aliento fracaso, al displacer, al sufrimiento, estamos ante
(pneu~a)-. Pero destrucción, también, del alma y
una aplicación 'lirmiada que encuentra su justifica-
del ps1qwsmo. ya más dificil de aprec1ar, puest.o que ción sin demasiadas dificultades. Y están. por otra

177
176
parte. la:::. metas del par pulsional Ero~- de:;; trucci6 n. lo externo como en lo mterno. Angustia mortal y del'l-
de aplicacion mucho más cxtcncüdn y que pru¡Jonc trucción ilimitada ocupan lodo el psiquj::-.mo. Su rc-
u na nueva nsiün de la \'ida p~íquica. surgirnlCnto en el adulto suele ser de dillcil mterpre-
Cuando en análisis me Ycu frente a cwrtm; formas taclón. Lo daimónlCO deviene demoníaco. Se entlende
del senhmiento de tu.lpa inconsciente. de ma~oquis­ que, en eso$ casos. no ::.e pueda hablar de regresión a
mo y de t·eacción terapéutica nt'~ath·a extrema. bus- un estadio libidmal anterior: se trata de una regre-
co lu 4. u e pueda explicarlas; pero cuando, de~ bordan- sión global en que la destructividad no sabe cómo ha·
do ese marco. reflexiono sobre el sentido del senti- cer ñ·ente al dolot· psíquico. ni detenerlo.
miento de culpa inconsciente, del ma:;oqui::.mo o de En suma. estat·íamo~ más cerca de lo que Piene
otras formas de la negatividad en ln cura, me digo Martv llama «desorganizacionn que de una regresiÓn
que en úlhma mstancia todos se asocum a las mani- en se~tido estncto. De igual manera, el placer ya no
festaciones de la pulsión de muerte. Y s1 llego a esta tendría nada que hacer aquí, donde, paradójicamen-
conclusión no es en relación con una realidad cual- te. sólo reina el goce. Este es ininterpretable. vale de-
quiera que capture en mis redes. sino porque reco- cir que las interpretaciones no surten efecto en éL
nozco la naturaleza esencialmente especulativa de Comoquiera que sea, me siento obligado a referirme
ese concepto «supremo». como lo llama Freud. Este a la idea de una fuerza pulsional, en el sentido de un
t·eivindicaba para los conceptos supremos el derecho ciclón al que nada pudiera detener. Sin duda. la oca-
a que no haya que probarlos. ¿Se trata de un «blOlo- siona el senhmiento de un yo reducido a la impoten-
gisrno» imaginario, o de una metabiología que no dice cia como el analista cuando se torna el objeto de ta-
' .,
su nombre? Más bien, de la bt'tsqueda de una cohe- les reacciones tempestuosas, sin tener la impres10n
rencia conceptual constitutivo del psiquismo. de haberlas provocado. No olvidemos el papel, en las
Un cuestionamiento, no obstante. No podría deci- formas menos extremas, de la coexcitación libidinal.
dir si la natw·aleza esencial de la puls1ón de muerte Quedan por discutir algunos puntos que denvan
es de origen interno, apuntada a la muerte del sujeto. del precedente. Uno de ellos es el hecho de que seto-
o si prevalece su orientación externa. apuntada a la me escasamente en cuenta la participación del objeto
muerte del otro. Me parece que la experiencia no es en la creación de esa situación, lo cual ha llegado a
de mucha a)-uda par a sacar una conclusión. Lo im· ser una verdad admitida. Winnicott procuró ponerle
portante. a mi entender. es la referencia a una des- remedio. No olvidemos el papel esencial de la intrin-
tructividad originaria de doble onentación, que la cación (es el aporte principal del objeto) y la posible
mayor parte del tiempo es inconsciente. Incluso he desintrincación en que se signa su flaqueza.
precisado en otra parte (Green, 2000, pt1g. 166) que Para terminar, pondremos de relieve algunos as-
durante la crianza del pequeño debe vigilarse que la pectos:
pulsión de muerte. a cau13a de malos tratos. no haga
estragos en la experiencia del vivu:. 1 Al contrario de lo que hace pensar Freud, la
Para pl'Olongar esta tesis, dll·ía que cuando las ex- pulsión de muerte no 1mplica ni supremacía con
periencias dolorosas inYaclen ln psique y ponen en 1·especto a lu pulsión ele vida ni irreversibilidad
Jaque el pnncipio de placer, dan lugar a experiencias deflnitiva cuando le toca prevalecer.
de dcstructi\·idad írrepresenLables debido a su poder 2. En el estado normal. la intrincac1ón, favorecida
devastador en todas las direcciones, esto us. tanto en por el objeto, es lu forma bajo la cual hay que

179
178
adivinarla. Creo. empero, que puede d:use e] Conclusión provisoria
caso de que se la observe en un estado casi ínte-
gramente desintrincado Oa anorexia).
3. La pulsión de muerte debe tomar en considcra-
cion su polo complementario: la relación dl' ob-
Jeto. de la que depende en vasta medida.
4. La e~'J)eriencia de la transferencia puede volver
a llgar lo que se de::;ligó bajo la influencia de la
pulsión de muerte. En consecuencia, no podría Este libro no contiene observaciones Sin emb~­
minimízarse el papel del analista en la tran.qfe- go lo nutre mi experiencia psicoanalitica Si me dis-
rencia. Que depende de su modelo originario: el pe~é de aquellas fue porque .el volu.n:en de la obra se
objeto. habría duplicado si me hub1era valido de todas las
5. El campo de la pulsión de muerte es Ulterior o observaciones sobre las cuales tomé n?tas d_urante
exterior . Se extiende a la psicopatía cnminoló- años. ¿Hace falta aclarar que_ toda m:1 gr~titud e_s
gica y las psicosomatosis. para los pacientes que ~o ense_naron nu ofic1o, me hi-
cieron tomar conciencia de nus enores (gravo~os. a
Sean cuales fueren las opciones elegidas por unos veces) y me introdujeron en el laberinto de ~s mt;r-
y otros -puesto que ningún argumento decisivo vie- pretaciones de esas estructuras? _Si los -~cdu)e aq~ al
ne a zanjar el debate-, siempre nos será necesario silencio no fue úmcamente por discrecwn (pero, ¿h~­
- y esto es lo que resulta esencial reconocer- aclmt- bria podido decir todo lo que pensé a 8~ respecto?), st-
tir hoy la centralidad del concepto de destrucción. Se no también porque preferí deJar trabaJar el recuerdo
lo puede interpretar de diversas maneras. es cierto. de nu expenencia con ellos o, ~n ciertos c~sos, con
pero lo fundamental es no ocultarlo. quienes continúan aún su expenenCla colliD.lgO. en la
La reflexión con respecto al campo sociocultural y búsqueda de la Durcharbeitung.
la psicocriminalidad está ahí para recordárnoslo. Hav que resolverse, cueste lo que costare. a poner
He procurado describir una función ob)etalizante, un té~mino a mi reflexión. Intenté esclarec~r en la
cuya meta seria transformar las funciones en objetos medida de lo posible la evolución del pensarruento de
--otra manera de caracterizar el trabaJO de Eros--. y, Freud que lo llevó a concluir en el sentido en que lo
en corr e lación, una función desobJetalizante, cuyo hizo. Traté luego de volver a poner sobre el tapete lo
papel consistiría en hacer que los objetos sean indife- que hizo con él su posteridad. en 1~ que s~ ~resaron
rentes a su utilización en términos de goce y desn·uc- distintas ópticas, de Melaille Klem a W~co~. !-'os
tividad. También pulsión y objeto constituyen un par autores franceses aportaron puntos de V1S~a on~a­
indisociable.
les sobre el papel del significante en la teona_, Y a~ne­
ron los caminos de la psicosomática y la psicocnml-
uología, además de los trabajos ~~s dir:c_tamente
inspirados por la clínica psicoanalit1ca \<clas1ca». .
Para terminar, considero este ensayo una amplia-
ción de El trabajo de lo negatiuo (G1·een, 1993). Es su

180 181
rlesphheg~lc. a pru·b.r de una cuestiÓn que hjzo cnner Referencias bibliográficas
mue
. , l a1 tmta
""' ddesde 19?0
- ~, que :.lD
· .uuda
t
seguinílla
' difí ei1 ue
CICllC O O . l.'a a es mas .1 hacerle admilir a un-
~:crente que l~ e~tencia de un placer inconsciente
e~ dolor. y 51 bren la escritura de este libro me re
~~~to m~y labon?sa. me procuró tambwn mucho pla~
1 • gracms
· . a qmenes me procligar·on !>ll , n1wnto
. pru·a
que sJgurera adelante con mi reflexión ·' caso .• :..
com di' d · .~ • se uu·a Amet.S~D. Jean Cluudc ll999) La s~.ulpture du uitant: le
o se JO e Freud, que estas son Ideas debida ¡'
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nos narCl.tiiStas de la per.sonn.lulud Smm-.\11. El t--pnoo unocínnnu
Lion Kr~wcr, Mie fiel Fa in y MiciJeJ Soul~. El uiñu y ti U .:u~rp<•. 1.-...tudto ~o- Sam1·. V1, E.l ,ucñn) el afec1o. Unu t;:oonn dl.'lu sumntu:o
bre la clímcn ps:icosomáticn de la mfoncin Sanu-.Vi Lo VlRUnl y lo Ulchl. l::n:.ayn •obre lu psiro•is} la alergtll
Jca11 Laplanclie. E1 extrov1o b10lo¡,7nnte de Ll .,cxuuJuJ.ud an Freud .Jorge ll. Sw=mo'lll. Conver!'lncJonc:. con R. lloraoo Etchcgoyen .
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pul~wu de muerte
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Syl•••e [A) JY.m/tdtcJ. T=mania.• v p~lct>UDIII.t,;l!o 1 "" nnrCt'"l" tld dl·:;cu
André Green
¿Por qué las pulsiones
de destrucción o de muerte?

nciré Green sostiene que ~ con la ldea de ser


portador de una tuena de muerte dlng¡da esenCial-
mente contra uno miSmo no es nada fácil de ad.mitiL
Menos en todo caso, que la idea de que todos so-
mos asesmos siempre prestos a rrwocar la legítima
defensa o la necesidad de sobreviVir para acometer
conrra el prójimo» Adoptando una perspectiva a la vez histórica
metapsicológica y cUruca. el autor explora aqul la introducción y el
desarrollo de un concepto treudlano muy controvertido: el de «pul-
sión de muerte»
A partir de una relectura rigurosa de los trabajos de Freud de las dé-
cadas de 1920 y 1930 asi como de los autores pslcoanalíticos clási·
cos y posfreudlanos (Ferenozl. Klem, Wiruúcott. B1on. Lacan, Marty,
Balier), Oreen saca a la luz un nuevo enfoque de las relaciOnes entre
]Julsión de vida y pulsión de muerte en el cual el narcisismo. en
cuanto «Piedra angular» de la articuJacton de esas dos tuerzas. dlbu·
ja el eje teórico capaz de orientar las invesngaCiones cantemporá·
neas sobre las estructuras psiqwcas no neuróticas Se esclarecen
asf fenómenos cllrucos como la anorexia La bulimia, los trastornos
pslcosomá11cos y las conduCias swCidas o cruruna!es.
Este llbro. que constituye. en opJnlón de s.u autor, uno de sus rextos
mas importantes ofrece claves Indispensables para la comprensión
de la obra de Green pues nos Ueva al corazón mismo de su temánca
la destruc:tiV1dad y sus destinos.
ANDRÉ GRERN ( 1927•20 12) fue presidente de la SOCiedad Pstcoanalin-
ca de Paris y VIcepresidente de la AsociaCión Psicoanalltica Interna-
cional. Sus pnneípales obras -la mayor parte de ellas. publicadas por
nuestro sello editorial- se han convertido en clas1cos de la literatura
psicoanall!Jca contemporánea

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