JAVIER Fonseca Santacruz (1979-2022) y los señores Vilca de
Espiritupampa
Antrop. Gonzalo Valderrama Escalante
Esta semana nos sorprendió la temprana partida del arqueólogo Javier
Fonseca Santacruz (1979- 2022). Es una gran pérdida para la arqueología cusqueña y nacional. El año 2011 anunció el hallazgo de una tumba de élite en el sitio arqueológico de Espiritupampa, el hecho fue asombroso. La última capital del estado incaico, guarda en su núcleo urbano vestigios de época Wari. Las implicancias de este descubrimiento obligan a repensar la historia andina. Para la historiografía nacional tradicional, alimentada por la visión de los cronistas toledanos, el Tahuantinsuyo fue un reino espurio, una tiranía ilegitima, en resumen, un orden político impuesto por el demonio. La cristiandad precisamente llegó para salvarnos de ese mal. Esa mirada sobre la conquista se hizo como justificación de la invasión y del sometimiento posterior. Los incas, fueron entonces pintados como gobernantes advenedizos. Y en las cronologías que se ensayaron, el Tahuantinsuyo no tenía más de cien años. Aun hoy mantenemos esa mirada sobre nuestro pasado milenario: para muestra un botón, el primer resultado a la búsqueda “Tahuantinsuyo cronología” en Google, el buscador arroja un blog de la empresa Inca Rail, que ofrece información turística e histórica, que dice: “a pesar de su importancia en la historia, el Tahuantinsuyo no duró más de un siglo: desde su creación en 1438 hasta su caída en 1533 pasaron tan solo 95 años”. Machupicchu sirve entonces como un ejemplo de esta “verdad” histórica, su probable fecha de construcción, datada hacia el 1400 se usa para mostrar la brevedad en el tiempo del incario, “solo cien años”, razón que justifica la conquista primero, y luego el orden colonial aun vigente. Pero, desde el punto de vista de los vencidos, la historia es otra, solo que esa mirada no prevalece, en toda guerra la verdad la consolidan y establecen los vencedores. Así, el Inca Garcilaso de la Vega, cuando trata acerca de la antigüedad del incario, nos dice, con las palabras de sus tíos maternos, que los Incas gobernaron desde el origen de los tiempos, recordemos todos el mito de Manco Cápac, y el de los hermanos Ayar. Los incas se concebían a sí mismos como la continuidad de un largo proceso ininterrumpido de civilización. Un ejemplo. En la historia oficial Manco Inca huye hacia Vilcabamba, ubicada en la zona de montaña, se pensaba que buscó refugio en una zona inexplorada, desconectada del Tahuantinsuyo, o a lo más, muy recientemente incorporada, se pensaba que la ciudad de Vilcabamba, aunque en las crónicas también es llamada La Vieja, era una construcción reciente del periodo post conquista. Pero tenemos por otro lado las palabras del propio Manco Inca, en la Ynstrucción del Inca Titu Cusi Yupanqui. Titu Cusi dicta una carta a un amanuense, en la cual narra la historia de su padre, y reconstruye sus discursos. Manco Inca, al salir del Cusco rumbo a Vilcabamba, queda registrado en dicho testimonio, se dirige hacia un lugar donde ya existían casas de sus abuelos antepasados. En el capítulo Llegada del Inca a Vitcos, dice: “Llegados que fuimos a Vitcos, que es pueblo treinta leguas del Cuzco, con la gente que a mi padre seguía, asentamos nuestro pueblo y asiento con intención de vivir allí algunos días y descansar. Hizo hacer mi padre una casa para dormir, porque las que antiguamente había eran de mis abuelos Pachacuti Inga, Topa Inga Yupangui y Guaina Cápac, y los demás cuyos cuerpos pusimos allí porque no los osamos dejar en el Cuzco ni en Tambo”. Entonces, en la zona de Vilcabamba, había ya casas de los antepasados de Manco Inca, del propio Pachakuteq. Bien queda claro que se trataba de un territorio largamente dominado por los incas. Pero todo ello quedaría en el plano de la especulación teórica, sin el hallazgo de evidencia arqueológica, que permita de manera objetiva establecer cronologías de ocupación. El hallazgo de Javier Fonseca permite replantearnos la historia incaica, a partir del hecho de la posibilidad abierta de establecer la continuidad de estructuras de poder entre los periodos Wari e Inca. El cronista Fernando de Montesinos da una lista de capaccuna de más de cien gobernantes, y en la actualidad se baraja la posibilidad de que los gobernantes wari hayan sido los primeros en usar los nombres de los incas que conocemos. Los señores Vilca de Espiritupampa nos recuerdan la gran historia que tenemos, los ojos en la máscara de plata del Señor Vilca nos interpelan también, nos invitan a reconocer de dónde venimos. Javier Fonseca tuvo el tino de compartir estos hallazgos en varias presentaciones y textos académicos. Entre sus múltiples publicaciones podemos resaltar: “The Bronze Objects from the Wari Site of Espíritu Pampa” (2020), The Wari Enclave of Espiritu Pampa (2020), The Gold and Silver Objects from the Site of Espíritu Pampa and Elsewhere in the Wari Realm (2020), “Los fragmentos de Vilcabamba, Perú: Un testimonio iconográfico excepcional de la visión andina sobre el enfrentamiento entre indígenas y españoles” (2019) en coautoría con Bat-ami Artzi, Amnon Nir, “Vilcabamba y la arqueología de la resistencia Inca” en coautoría con Brian Bauer y Miriam Aráoz Silva (2016). Es posible ver en youtube presentaciones suyas en eventos de arqueología departiendo con colegas de otras partes del mundo. Me apena escribir esta nota. Fue un buen amigo, coetáneo mío, con mucha gentileza nos ayudó a montar una exposición sobre los incas de Vilcabamba para la Municipalidad de San Isidro en Lima el año 2019. Como consuelo, que el Tahuantinsuyo durara no un siglo sino mil años debería importarnos.