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CENTRO NACIONAL DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL
LAURO AYESTARÁN

libro investigación ensayo crónica crítica

Lauro Ayestarán

Primera meditación
sobre la payada y los payadores

Marcha, año XVIII, nº 855, 22-iii-1957, Montevideo, Uruguay.

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Del Folklore Musical Uruguayo Por LAURO AYESTARAN

¡liHold IfEcuHdblUil duUíc Id rdydUd j ¡OS rdyaUOi OS


OMO ejercicio poéüco-musical, la "con la mente preparada" como dice de la culpa la tenga la falta de una
C payada de contrapunto tiene una
antigüedad conocida no menor
una fórmula payadoresca actual, ta-
ñían su lira para rivalizar cantando.
buena palabra que sirva de rótulo fe-
liz para estos proyectores del hecho fol-
veces histórico; son bienes mostrencos.
Y estos bienes sin dueño son, justamen-
te, las notas caracterizadoras de loa
de tres m i l a n o s . Antes de la era cris- No han quedado vestigios ni recolec- klórico a los que hoy, transitoria y equi- anónimos en un auténtico hecho fol-
tiana Virgilio ("Bucólicas", égloga III) ciones de los viejos payadores del si- vocadamente se les llama "folloristas". klórico.
y Horacio ("Odas", libro III, oda IX> glo XVIII; apenas, vinas hojas suel- Los payadores, en cambio, cumplen "¿Quién mató al Comendador?" pre-
ya habían trascendido al terreno culto tas de memorables payadas de fines una función. La payada es la batalla gunta el pesquisador en la obra de Lo-
esta fórmula en sus "cantos amebeos" del pasado siglo, apresadas a posterio- en sí; no su descripción. No lo sería pe de Vega, y el pueblo contesta: " iFuen-
o '.'alternativos" distribuidos entre dos ri. La magnífica payada de Martín Fie- si los payadores se hubieran aprendido teovejuna"! Entonces se vuelve a pre-
personr-*» ¡jue rivalizaban ya en el elo- rro y el Moreno es una trasposición en forma institucionalizada las viejas guntar: "Y ¿quién es Fuenteovejuna"?,
gio de una tercera, ya en un simple culta de la antigua fórmula folklórica. payadas de otras épocas o las hubieran y le responden: "¡Todos a una!"
diálogo entre amante y amada. No vamos a referimos a ellas, sino a fraguado modernamente, deliberada- Esta última respuesta es, precisamen-
la payada de los tiempos que corren. mente, a imagen de las antiguas con te, una de las claves de lo folklórico. El
Durante los siglos XIII y XIV los tro- una intención de reconstrucción, reme-
vadores y juglares provenzales practi- Una primera distinción surge entre simil no es mío pero viene muy bien a
los payadores y los cantores o instru- do o simulación, es decir, de creación propósito de la payada.
caban dos suertes de improvisaciones en segunda instancia. La payada actual
cantadas: la "tensón" en la cual dos mentistas que llegan al disco, a la ra- Entre todas las heridas que recibió
dio o a los escenarios teatrales bajo el es una remodelación activa, en prime- el Comendador hubo una que le provo-
personajes discutían sobre el amor, la ra potencia, y en tal sentido es una tí-
política o la moral, y el "joc partit" o título de "folkloristas", concretamente: có la muerte — siempre hay un autor,
Atahualpa Yupanqui, los hermanos pica creación folklórica viviente. con su nombre y apellido, en una frasa
juego partido que, según las investiga-
ciones de Jean Beck, estaba integrado Abalos, Ariel Ramírez, etc. Estos últi- Una segunda derivación tiene este o en una melodía — pero el nombre
por una copla sobre un problema pro- mos no practican verdaderos hechos fol- último problema, que es interesante ex- de este autor queda escondido ante la
puesto por el poeta; las coplas siguien- klóricos. Se apoyan sobre los hechos plicar. Algunos auditores creen que las majestad de una sanción pública colec-
tes eran desarrollos alternativos por dos folklóricos y los proyectan al terreno payadas están fraguadas porque los tiva en la que otros también colaboran.
o tres interlocutores con las soluciones artístico con mayor o menor verdad y contrincantes convienen previamente las Así, en la payada, es "Fuenteoveju-
al respecto. La payada de contrapunto calidad estética. Están fuera o más allá preguntas y las respuestas que van a na" el creador de esas fórmulas. Todos
(digo, el juego partido) entre los paya- del folklore, se hallan al comienzo de formularse. Esto, desde luego, sucede a una fueron sus creadores.
dores (digo, los trovadores) Bretel y esa línea que va desde el remedo del a. veces y en la jerga payadoresca se Numerosas payadas de contrapunto
Grieviler que se conserva en un ma- folklore hasta la utilización del mismo llama "guillar" la payada. Pero a los grabadas en el interior y en la capital
nuscrito musical romano del 1250, es con los más altos fines artísticos; esa efectos de su funcionalidad folklórica no a lo largo de doce años, figuran en
un buen ejemplo de lo que antecede. línea que comienza con estos mal lla- tiene importancia ni le quita autenti- nuestra recolección y estudiadas en con-
mados folkloristas y que termina en las cidad. Algunos payadores se ponen efec- junto nos dan claramente esas fórmulas
La funcionalidad, los actores, la opor- supremas estilizaciones de un Manuel, tivamente de acuerdo en la sustancia comunes. Las palabras se solicitan unas
tunidad y hasta el local y el público de Falla o de un Bela Bartok. Y todo del desafío, pero a nadie se le ocurre a otras y en ello radica uno de los en-
—con las debidas transposiciones a la ese enorme campo es una de las pro- pensar que se van a aprender de me-' cantos de este hecho folklórico.
realidad presente— son los mismos. yecciones artísticas del hecho folklóri- moria y por escrito, los 200 versos o
co, pero está fuera de su sustancia pro- He aquí un comienzo normal para so-
La payada de contrapunto satisface más, por cabeza, que supone una paya- licitar el contrapunto: (Grabación nú-
el deseo de comunicación a través de pia e intransferible. da completa, a razón de dos veces por mero 437. Paysandú, 23, setiembre,
la disputa. Pero cumple esta función Quizás una imagen nos aclare me- semana. 1948. Payada entre José Gabriel Carro
de una marera especial apoyándose en jor este problema: la descripción de una Cuando rompen a payar sobre el ba- y Asuncinn Olivera)
formas y matices literarios, melódicos, batalla no es la batalla. La batalla cum- jo ostinado entre la tónica y la domi- "Frente a frente y mano a mano
armónicos e instrumentales que son ple una función: en la batalla hay muer- nante que realiza la guitarra en la pa- Con la mente preparada . . . "
anónimos, vulgares, colectivos, espon- te y sangre irreversibles. La descrip- yada por Milonga que hoy se estila, El oyente ya divisa desde lejos el
táneos y supervivientes. Luego, la pa- ción podrá ser veraz y podrá hacérnos- comienza a producirse el hecho folkló-"" obligado consonante y entonces el can-
yada de contrapunto en esas condicio- la vivir de nuevo; podrá, incluso, ha- rico. El payador debe poseer la condi- tor agrega sin traicionar la presunción:
nes es un hecho folklórico de la mas cérnosla sentir en el terreno de la emo- ción natural del repentismo en el me- "Me dispongo a una payada . . . "
pura estirpe. Veamos en qué medida ción. Pero la descripción es una trans- tro y en la rima. "Al buen payador —me Más que la aparición de lo inédito
esta payada de nuestros días, la que posición o proyección del hecho hacia comunicó cierta vez Clodomiro Pérez— dentro de las fórmulas comunes, lo que
se oye en Montevideo y en todo el in- el campo de la literatura. Y a nadie se le sobran los consonantes". Su proble- diferencia al buen payador del malo es
terior del país, lo es. le ocurre confundir la literatura con ma es pensar rápidamente cuál va a una reordenación distinta de un modo
El disputar cantando en verso no es la acción bélica en sí. Sin embargo, la escoger para armar la compleja rima conocido, de la misma manera que se
en sí mismo un hecho folklórico. No lo confusión entre el folklore y los apro- de la décima o espinela. diferencia Mozart — salvedades he-
era el canto amebeo de Horacio., refi- vechadores — en el buen sentido de Claro está que el payador tiene sus chas — del grupo de los sinfonistas
nado producto individual de un culto esta palabra — del folklore con fines fórmulas o recetas ya preparadas: su académicos del siglo XVIII cuyos ma-
poeta latino. Lo era, presumiblemente, artísticos, educacionales, sociales o me- entrada y su salida en cada décima; mu- teriales sonoros, cuyas fórmulas caden-
el «anto amebeo espontáneo y vulgar ramente comerciales, se produce a ca- chas veces hasta su cadena de conso- cíales, son idénticos. En el orden mu-
que se practicaba en su época y mu- da momento en todo el mundo y muy nantes. Algunas de estas fórmulas no sical, las cadencias de los Conciertos
cho más atrás, en la edad homérica, especialmente en nuestros días y en son privativas del cantor sino que per- de Mozart son libres improvisaciones
entre los aedas que, frente a frente y nuestro continente. Quizás gran parte tenecen a un dominio público muchas sobre fórmulas transitadas.

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