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El feminismo es un movimiento social cuyo objetivo es la igualdad entre

hombres y mujeres, es decir, la igualdad entre todos los seres humanos, ante
la ley y la lucha contra la discriminación de la mujer en cualquier ámbito
solamente por el hecho de serlo. Por lo tanto, feminista es aquella persona que
defiende la igualdad ante la ley de ambos sexos y reniega toda acción que
rompa esa igualdad. El feminismo no debe tener género, cualquier persona
que apoye este movimiento debe ser feminista.
Sin embargo, el feminismo debe diferenciar la ley de todo lo demás. Un hombre
y una mujer son iguales únicamente ante la constitución y, por lo tanto, el
feminismo debe acogerse a esto y no a lo que convenga en un momento
determinado. Macho y hembra son físicamente diferentes no solo en la
especie humana, sino en todas las que habitan este planeta, esto provoca que
nuestras capacidades físicas también difieran. Los hombres, somos mucho
más aptos en actividades que requieran de un esfuerzo físico lo que conlleva
en que seamos mayoría en esta clase trabajos. Militar, minero, policía o
bombero son oficios en los que debería haber mayoría masculina. Sin
embargo, este nuevo “feminismo” tóxico, “hembrista”, que no entiende a la
lógica y cuyo objetivo es dar ventajas a mujeres frente a los hombres, están
asegurando un porcentaje de plazas para mujeres aun siendo menos capaces
que los hombres. Es en estas decisiones donde se muestra que el feminismo
actual no es el feminismo que se creó años atrás.
Hoy en día, la igualdad entre ambos sexos es un hecho en los países más
avanzados. La lucha feminista actual es un circo que busca poner la mujer
sobre el hombre. La creación de un ministerio de igualdad con una
desorbitante subvención, las ayudas para mujeres en las carreras
universitarias donde son minoría, la diferencia en los exámenes físicos
necesarios en algunos puestos, incluso el aumento de derechos frente a los
hombres en lo judicial son pruebas de que el feminismo se ha vuelto una
doctrina que lucha por la superioridad de un género.
El feminismo actual se ha vuelto el enemigo de lo que este movimiento
ansiaba. El victimismo y la nueva corriente de “funar” a cualquier persona con
un pensamiento contrario se han vuelto sus armas ante un mundo que está
rendido a sus pies. Cualquier intento de negación o rechazo a esta doctrina es
castigado con odio, insultos, vejaciones y es acusado de machismo.
Obviamente, aun hay actos sueltos de machismo. No se ha erradicado por
completo y hay que seguir luchando para que dejen de pasar. Aun así, no hay
que llevar al extremo, el feminismo se está radicalizando llegando a tales
puntos que se hacen charlas a hombres para no ser violadores, se desprecia a
este sexo con insultos y acusaciones como violadores, asesinos,
maltratadores, la creación del término “onvre” … La lucha contra una minoría
ínfima se ha generalizado a todos los hombres generando una gran ola de
resentimiento injustificado. La normalización del insulto al hombre, la defensa
de denuncias falsas debería ser algo inaceptable, pero es el pan de cada día.
El feminismo de hoy; que discrimina a los hombres, ataca a quien piense
diferente y normaliza y apoya la desigualdad entre sexos, no es diferente del
pensamiento machista de hace décadas.
La mujer ha sufrido mucho estos siglos siendo usada como objeto, con los
mismos derechos que un niño, humillada… Pero eso no es razón para voltear
la situación ahora que tienen el poder. Ojo por ojo y todos acabaran ciegos.

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