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Fernández Ramos, Felipe. Fundamentalismo Bíblico.

Descleé de
Brouwer, Bilbao, 2008. pp. 31-50.

4
EL FUNDAMENTALISMO
EN SENTIDO ESTRICTO

A partir de este momento nos centramos en el decálogo al que


nosotros hemos sometido la lectura fundamentalista tal como nos
es presentada en el cuerpo del Documento (I.F, p. 63-66).

Este primer artículo del decálogo lo formula la IBI de este


modo:

La lectura fundamentalista parte del principio de que, siendo


la Biblia Palabra de Dios inspirada y exenta de error, debe ser
leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. Por
“interpretación literal” entiende una interpretación primaria,
literalista, es decir, que excluye todo esfuerzo de comprensión
de la Biblia que tenga en cuenta su crecimiento histórico y su
desarrollo. Se opone, pues, al empleo del método histórico-
crítico, así como de todo otro método científico para la inter-
pretación de la Escritura.

La característica esencial es la interpretación literalista o


servilmente literal del texto bíblico, justificada desde la inspi-
ración divina del mismo. Debe ser aceptado al pie de la letra
todo lo que él nos diga. Cualquier acercamiento a él desde un
punto de vista crítico o científico sería una profanación de la
autoridad divina.
32 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

1. Exclusión de actitudes críticas

Esta convicción crea en los fundamentalistas una actitud de


resistencia, de oposición e incluso de hostilidad frente a todos
aquellos que piensan en la posibilidad e incluso en la obligación
de llegar al texto bíblico con actitud crítica o científica. Sus con-
vicciones se sienten amenazadas ante semejantes planteamien-
tos por los enemigos de fuera: la modernidad o el modernismo, el
fenómeno de la secularización o la influencia del mundo, el
ámbito de la increencia, o por los contemporizadores de dentro,
considerados como traidores al grupo.
La defensa de los fundamentalistas, al sentirse atacados, es el
contraataque como principio constitutivo del fundamentalismo.
Esta mentalidad determina la configuración de sus métodos, de
sus postulados e incluso de sus contenidos teológicos. Pueden
coincidir con otros grupos –conservadores, moderados e incluso
liberales– en el valor y aprecio de la Biblia. Se distinguen de ellos
por su oposición a ultranza. Es una consecuencia que se deduce
con relativa facilidad en todas las religiones del libro –cristianis-
mo, judaísmo e islamismo–. Los mismos fundadores de las ten-
dencias fundamentalistas más populares proclamaron origina-
riamente sus programas y sus directrices principales como una
convocatoria a una especie de guerra santa.

2. Absolutización de la “norma”

El código de normas y prescripciones prácticas tomadas de


estos textos –Antiguo y Nuevo Testamento, la Torá y el Corán– se
configura como el método más efectivo para conferir nuevos
impulsos a la actitud de oposición. Si se pregunta a cualquier
adepto de un grupo fundamentalista –por ejemplo, dentro del
protestantismo– por qué pertenece a ese movimiento, no es muy
probable que conteste: “Porque, como cristiano tradicionalista,
he visto que el núcleo de mi identidad está seriamente amenaza-
EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO ESTRICTO 33

do y, por consiguiente, me veo en la necesidad de reaccionar”. La


respuesta será, más bien, “porque he experimentado un nuevo
nacimiento, he encontrado a Jesús, me he arrepentido de mis
pecados, amo a Dios y quiero convertir a este depravado mundo,
incluyéndote a ti”.
Pero, al mismo tiempo, el testimonio de cualquier fundamen-
talista –tanto de los líderes como de los miembros de la secta– es
tan coherente con su postura de antagonismo a ultranza, fruto de
aquel primer momento en que surgió el grupo, que no constitu-
ye una injusticia insistir en esa característica; es más, ese aspec-
to es precisamente el que ilumina todos los postulados de su con-
cepción teológica 1.
El fundamentalismo es esencialmente antihermenéutico por
principio. Conocedores de la problemática moderna en el terre-
no de la hermenéutica de los textos antiguos, se oponen radical-
mente a ella desde la convicción de que un texto, por difícil y
enigmático que parezca, es accesible a cualquier fiel y no admite
más que una sola interpretación, porque es revelación de Dios.
La perspectiva hermenéutica de P. Ricoeur, tan influyente en
nuestros días, y según la cual la crítica o la interpretación admi-
te múltiples opciones, queda excluida, ya que el fundamentalismo
vive, instintivamente o por una opción deliberada, una forma de
fe que existe a pesar de la interpretación.
Como dijimos más arriba debe ser aceptado lo que es llama-
do círculo hermenéutico, que consiste en el hecho de que la Biblia
cristiana tiene su fundamento en la Iglesia y la Iglesia en la
Biblia. Pero este círculo se rompe por la referencia de ambas a
Cristo y al Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos. Es ahí
donde se funda la autoridad de la Biblia y la de la Iglesia y en
donde ambas coinciden. La Biblia es el testimonio fundacional y

1. M. E. Marty, ¿Qué es el fundamentalismo? Perspectivas Teológicas, en “Con-


cilium”, Revista Internacional de Teología, I,” 1992, “El fundamentalismo
en las grandes religiones”, p. 389-390.
34 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

normador; la Biblia es la vida ulterior de ese testimonio. El lugar


privilegiado de la lectura de la Biblia es la comunidad confesan-
te y celebrante del misterio de la salvación. Es ahí, en efecto, don-
de se adopta la actitud de escucha, que puede percibir el testi-
monio encarnado en la letra. En la comunidad confesante y cele-
brante es donde fundamentalmente tuvo origen la Biblia y don-
de tuvo vida profunda, más allá de la literaria.

La Palabra de Dios en la Biblia está vertida en una letra ente-


ramente humana, cabalmente encarnada y reducida a la histori-
cidad, como el Cristo en el Jesús de Nazaret. La Biblia es, por
tanto, un sacramento o un signo sensible del misterio del Dios
salvador. La letra no tiene otra función que la de remitir hacia el
Dios que reconocieron quienes dejaron en ella el testimonio. El
paso por la letra es necesario para llegar al testimonio; pero la
realidad de que habla la Biblia está detrás de éste, en la vida de
los que vivían en diálogo con Dios.

Hay que desarraigar la aberración de hacer de la Biblia un


fetiche, o de la palabra humana la palabra inmediata de Dios.
Dios no está disponible en la letra. Hay que escucharlo a través de
ella, como también a través de las señales de su presencia en el
mundo del que escucha y en el interior de la persona. En la vida
auténtica de la comunidad creyente es donde está viva la palabra
de la Biblia. Sin duda es ése el mejor lugar para escucharla como
palabra de Dios. La Biblia es una literatura, una literatura sagra-
da, una literatura normadora de la vida 2.

La reacción de los fundamentalistas ante los partidarios de la


hermenéutica –de cuyos principios acabamos de hablar sintéti-
camente– será de auténtica sorpresa o de autosuficiente desdén:
“¿Cómo puede leer V. el mismo texto que yo leo, y no llegar a la
misma interpretación que yo le doy? Sin duda, usted actúa de
mala fe, que es lo que caracteriza a toda interpretación liberal y

2. A. González Nuñez, op. cit., p. 33-34.


EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO ESTRICTO 35

pone en entredicho, o incluso desvirtúa, la palabra de Dios”. Lo


más curioso es que el fundamentalista, al reaccionar de esta
manera, puede estar actuando de buena fe; y lo único que pre-
tende es hacer serios esfuerzos por introducir –o, como él diría,
por reintroducir– en el panorama teológico el concepto de “abso-
luto” o el carácter autoritativo de la palabra de Dios. Basta acep-
tar la prevalencia de ese absoluto y de ese carácter autoritativo,
según la mentalidad fundamentalista, para llegar a una coinci-
dencia con su interpretación” 3.
Ni siquiera la Biblia puede ser absolutizada. Los judíos se glo-
riaban de su fidelidad a la ley de Moisés y esperaban que ése fue-
se su abogado ante Dios (Jn 5,41-48). Pues bien, dice Jesús, os
equivocáis. Moisés no será vuestro abogado; será vuestro fiscal.
Os habéis quedado en la letra de la Ley y no habéis alcanzado el
espíritu de la misma, que lleva a Cristo. Las Escrituras rinden
testimonio elocuente a favor de Jesús, con tal que no se divinice,
como habían hecho los judíos, pensando encontrar en ellas la vida
eterna (Jn 5,39). La vida está en Dios y él la comunica a través de
su Hijo a todos aquellos que la acogen en la fe (Jn 5,21-27). Nadie
puede conseguir la vida eterna por su propio esfuerzo. Las
Escrituras son un medio para entrar en contacto con Dios. No
son Dios. Desde ellas se puede descubrir el camino, la andadura
de Dios, que culmina en Jesucristo.

3. Negación de otras alternativas

El fallo radical del fundamentalismo está en el modo de for-


mular y de comunicar el mensaje bíblico, basado en un exclusi-
vismo beligerante. Él se sitúa ante el problema de la fe, teniendo
en cuenta la disyuntiva siguiente: las convicciones religiosas o son
“incontrovertibles” o, por el contrario, son “poco fiables”. Pero
esta disyuntiva no es completa. Existen otras alternativas. ¿No

3. M.E. Marty, art. cit., p. 391-393.


36 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

puede pensarse en una incontrovertibilidad dentro de la variabili-


dad que ofrecen las distintas opciones hermenéuticas? Otra, más
importante aún, será tener en cuenta la certeza de la esperanza.
El cristiano es miembro de un pueblo caminante, en continua
peregrinación hacia un destino final; por eso, un conocimiento de
ahora no puede compararse con el de los que ya han llegado a la
meta. Considerar la fe en la realidad última como esa misma rea-
lidad equivaldría a confundir la condición de caminante con la de
vencedor absoluto o, dicho en términos teológicos, admitir una
forma epistemológica de escatología ya realizada. Hasta que lle-
guemos a ver cara a cara al Dios uno y trino, tenemos que seguir
llevando nuestro tesoro de fe en vasos de barro, en convicciones
interinas no menos que en cuerpos corruptibles (2Co 4,7) 4.

4. M.Volf, El reto del fundamentalismo, en “Concilium”, n. cit., p. 532-533.


5
EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO AMPLIO

El párrafo del segundo artículo del credo de la IBI sobre la lec-


tura fundamentalista lo presenta recopilando su origen histórico
y las derivaciones que adquirió posteriormente:

La lectura fundamentalista tuvo su origen en la época de la


Reforma, en una preocupación de fidelidad al sentido literal
de la Escritura. Después del Siglo de las Luces, se presenta-
ba, en el protestantismo, como una protección contra la
exégesis liberal. El término “fundamentalista” se relaciona
directamente con el Congreso Bíblico Americano tenido en
Niágara, en el Estado de New York, en 1895. Los exégetas
conservadores protestantes definieron allí “cinco puntos de
fundamentalismo”: la inerrancia verbal de la Escritura, la
divinidad de Cristo, su nacimiento virginal, la doctrina de la
expiación vicaria y la resurrección corporal en la segunda
venida de Cristo.

Cuando la lectura fundamentalista de la Biblia se propagó en


otras partes del mundo, dio origen a otros tipos de lecturas,
igualmente “literales”, en Europa, Asia, África y América del sur.
Este género de lectura encuentra cada vez más adeptos, a finales
del siglo XX, en grupos religiosos y sectas, pero también entre los
católicos.
38 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

La última afirmación del párrafo citado de la IBI es una rea-


lidad universalmente aceptada. En USA y en las zonas de su in-
fluencia el uso fundamentalista que hacen le televisión y la radio
han convertido a millones de personas a esta visión fundamen-
talista, no sólo entre los protestantes, sino también entre los
católicos y los judíos 1.

1. Los cinco puntos originales del fundamentalismo

Los cinco puntos del fundamentalismo original merecen una


reflexión o, más bien, una llamada de atención: El primero sobre
la inerrancia verbal de la Escritura ha sido adecuadamente con-
testado por el Concilio Vaticano II al sustituir la palabra “ine-
rrancia” por el de “verdad saludable” o “verdad a causa de nues-
tra salud”. Es un tema sólidamente tratado ya en las pocas pági-
nas anteriores.
El relativo a “la divinidad de Cristo” configura todo nuestro
trabajo. Aducimos aquí una reflexión importante que creemos
necesaria: En medio de la historia universal surgen las peculia-
ridades de cada pueblo. Especialmente significativa es la de
Israel que hace su camino autónomo en medio de la historia. La
dinámica de los signos de salvación se tipifica en él. Este pueblo
vivió su existencia atento a los signos y encontró su historia sig-
nificativa para él y para toda la humanidad. La temática funda-
mental de esta historia es la liberación de esclavitudes. Los sig-
nos concretos que en ella se descubren apuntan unánimemente
hacia ahí.
El pueblo de la Biblia leyó en voz alta el significado de los
signos. Proclamó que Dios le había librado de la servidumbre de
Egipto, que le había guiado y salvado por desiertos inhóspitos,
que le había conducido a la posesión de una tierra para darle en

1. R. E. Brown, Hermeneutics, en “The New Jerome Biblical Commentary”,


1992, p. 1956.
EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO AMPLIO 39

ella reposo, que le había arrancado de la opresión por medio de


los jueces y del rey, que le había enseñado por boca de los profe-
tas, que le había restaurado de la catástrofe exílica, que le había
exonerado de sus culpas, que le había prometido victoria acabada
y cumplido liberación por medio de un mesías de la línea real 2.
El NT recoge la secuencia de signos en ese mismo punto y
proclama que Dios ha dado señal de salvación para toda la
humanidad en Jesús de Nazaret, a quien había constituido su
Mesías o su signo redentor (Hch 2,36: “Tenga, pues, por cierto
toda la casa de Israel que Dios ha constituido en Señor y Cristo
a este Jesús, a quien vosotros habéis crucificado”. “Acerca de su
Hijo, nacido de la descendencia de David, según la carne, consti-
tuido Hijo de Dios, poderoso según el Espíritu de Santidad a par-
tir de la resurrección de entre los muertos, Jesucristo, nuestro
Señor” (Rm 1,3-5). Los herederos y continuadores de esta histo-
ria siguen entendiendo esos signos como salvación en marcha o
leyendo signos nuevos a la luz de la proclama redentiva que esta-
lló en medio de la humanidad en servidumbre. El NT nos ofrece
una serie de “credos abreviados del pueblo de Dios”: (Rm 10,9-
10; 1Jn 1,9; 2,23; 4,2s; Rm 4,25; 8,11; 2Co 4,14; Ga 1,1; 1Pe 1,21;
Col 2,12).
No debemos conformarnos con el único texto del NT puesto
en boca de Pedro por la Conferencia Episcopal en su Instrucción
Pastoral: “la divinidad de Cristo” se halla expresamente en los
términos siguientes: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (n. 1
y 27: principio y fin de la Instrucción Pastoral de forma que reco-
ge el Documento con la figura literaria llamada “inclusión”).
Ha sido citado el texto de Mateo porque era el más indicado a
la finalidad del “florilegio”. Podía haber sido citado en los textos
paralelos: “Tú eres el Cristo” (Mc 8,29); “Tú eres el Cristo de
Dios” (Lc 9,20); “Tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,69). El citado

2. F. Fernández Ramos, La más bella Singularidad. El misterio de María, Sa-


lamanca, Universidad Pontificia, 2006, p. 70-72.
40 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

texto de Mateo, ¿es más importante que éstos otros? La verdad


sobre la persona de Cristo constituido por Dios en juez de vivos y
muertos (Hch 10,42) es inseparable de la verdad sobre su misión
redentora (n. 30 de la Instrucción Pastoral). En este lugar debie-
ron haber citado los dos textos que han sido introducidos en este
desarrollo y alguno de los credos abreviados del pueblo de Dios
que hemos citado. Por otra parte ellos nos indicarían el momen-
to en que Cristo fue constituido en Señor... como nos afirman los
textos últimos a los que hemos hecho referencia.
En cuanto al “nacimiento virginal” se trata de una cuestión
sumamente compleja e incluso abierta a la investigación. ¿Es
necesario defender la virginidad biológica o debe pensarse, más
bien, como afirmaron muchos Padres de la Iglesia, en la virgini-
dad teológica? Para el documento de la Conferencia Episcopal
parece definitivamente resuelta la cuestión, no abierta sino ce-
rrada, y así lo expresó ya en una de las Congregaciones para la
doctrina de la fe (n. 29 y citas 92 y 93).
La doctrina de la “expiación vicaria” requiere una explicación
más seria y profunda. Ella no expresa de forma íntegra y total la
obra que Dios encomendó a su Enviado.
Finalmente la “resurrección corporal en la segunda venida de
Cristo” exige ser enmarcada dentro de la revisión de los novísi-
mos. Y a ello nos referimos. Será tratado más abajo.

2. Guardianes de la ortodoxia

La reacción fundamentalista tiene una justificación en el


hecho siguiente: muchos de los primeros protestantes que recu-
rrieron a la exégesis histórico-crítica partían de presupuestos
antidogmáticos. Esto significaba erosionar los fundamentos
mismos de la fe. Los fundamentalistas reaccionaron, lógica-
mente, rechazando la exégesis crítica. Era necesario absoluta-
mente mantener los fundamentos de la fe cristiana. Era nece-
EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO AMPLIO 41

sario insistir en que todo lo que dice la Biblia es siempre lite-


ralmente verdadero, realmente ocurrido tal como se nos cuen-
ta. Por eso, la única forma literaria reconocida por ellos en la
Biblia es la historia. Una historia en la que el autor humano
que la narra es un simple amanuense o un taquígrafo, que se
limita a dejar constancia de aquello de lo que Dios es el único
responsable 3.

Pongamos el ejemplo de la Ascensión. Frente a la imaginación


desbordada de otras narraciones apócrifas sobre el tema, la
nuestra se caracteriza por una gran sobriedad. Si se nos habla de
la nube ello obedece a su profundo simbolismo bíblico. La nube
siempre es signo de la presencia divina. Toda la atención está
centrada en el hecho mismo de la Ascensión (nótese que, en tres
versículos, es mencionada la palabra “cielo” cuatro veces). Las
vestiduras blancas, ya en el mundo griego, hacen referencia a los
dioses cuando se hacen presentes entre los humanos.

La forma como nos es narrada la Ascensión se halla con-


dicionada por la imagen o la idea que los antiguos tenían del
mundo. Desde este punto de vista, nuestra concepción ha
cambiado radicalmente. Nuestros conocimientos cosmológicos
difieren profundamente del que ellos tenían. ¿Ese cambio en la
forma de representación del hecho justificaría la negación del
mismo? Ciertamente que no. Pero esto nos obliga a un intento
de discernimiento entre la forma de presentarnos el aconteci-
miento y el hecho mismo. Lo que Lucas afirma esencialmente
es el retorno de Jesús al Padre. Este hecho, como tal, es el mis-
mo en los tiempos de Lucas y en los nuestros. Las imágenes o
medios utilizados para describirlo están al servicio del hecho
mismo, como el vestido se halla siempre al servicio de la per-
sona que lo lleva

3. A. González Nuñez, La Historia Bíblica, en “Cuadernos de Teología Bíblica”,


Escuela Bíblica, Madrid, 1970, p. 38-39.
42 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

La interpretación literalista-fundamentalista era considerada


como el único medio seguro para mantener la inviolabilidad de
los fundamentos. A principios del siglo pasado, y allá por los
años 20, fue diagnosticado como un fenómeno nacido enclen-
que y abocado a una muerte temprana, sin futuro alguno. Pero
“el fundamentalismo no sólo ha logrado sobrevivir, sino que ha
conocido una prodigiosa expansión. Durante los últimos sesen-
ta o setenta años se ha ido alejando de una marginación que le
tenía relegado a las zonas más periféricas del protestantismo
norteamericano, para ir ocupando poco a poco el centro... Lo
queramos o no, nos guste o nos disguste, el movimiento funda-
mentalista se ha convertido paradójicamente en uno de los ins-
trumentos más efectivos para transmitir la fe cristiana, en su
vertiente protestante, y para inculturar nuestro mundo contem-
poráneo 4.
Esto mismo puede afirmarse, con toda justicia, del catolicis-
mo. ¿Qué tanto por ciento de las gentes que acuden a nuestros
templos se hallan liberadas de la interpretación literalista del
Éxodo, de las plagas de Egipto o de los milagros del evangelio?
¿No hay una mayoría que sigue creyendo y esperando en la resu-
rrección del cuerpo, en el sentido que comúnmente se da a esta
palabra, y que esto ocurrirá al final de la historia del mundo en
el que vivimos? Y la culpa no es sólo de las afirmaciones bíblicas
entendidas de forma fundamentalista– literalista, sino también
de las afirmaciones litúrgicas y, más en general, de la doctrina
común de la Iglesia. En la Iglesia católica, después del Vaticano
II, se observa el resurgimiento de un fundamentalismo que ape-
la a la figura del Papa. Estas nuevas corrientes fundamentalistas,
que invocan la autoridad del Papa, reivindican la vieja cultura
católica del más puro integrismo 5.

4. F. Fernández Ramos, Hechos de los Apóstoles, en “Comentarios a la Biblia


Litúrgica”, ya citada, p. 1593-1594.
5. J. A. Coleman, El fundamentalismo en su globalidad. Perspectivas sociológi-
cas, en el n. cit., de “Concilium”, p. 437.
EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO AMPLIO 43

3. Refugio en la seguridad del Integrismo

El integrismo, no sin un fuerte carácter polémico, o por lo


menos con un matiz peyorativo, se utiliza habitualmente para
significar una conducta opuesta al progresismo. Hoy estaría
encarnado en la resistencia a la aplicación de las reformas plani-
ficadas por el Vaticano II. Los integristas ven amenazados los
valores religiosos por ciertos cambios que, en su opinión, des-
truyen la base de la tradición: modificación del rito de la misa;
cierta vaguedad en la formulación del contenido doctrinal; for-
mación excesivamente “horizontalista” y filosóficamente eclécti-
ca de los futuros sacerdotes en los seminarios; preocupación ante
un “ecumenismo” insuficientemente preparado...
Aferrados a la “herencia”, en la línea de la contrarreforma, los
integristas-fundamentalistas cuestionan la audacia y la “loca
imprudencia” de los que avanzan, en su opinión, hacia lo desco-
nocido. Incluso los más “silenciosos” tienen miedo del “neomo-
dernismo” considerado como más grave todavía que la crisis de
comienzos de siglo. En este caso, su non possumus, no les ha
conducido a la ruptura. Tratan de mostrarse totalmente fieles a
la auténtica tradición y a la ortodoxia católica, como dicen ellos.
El integrismo no es sólo un fenómeno histórico; se trata tam-
bién de una actitud mental que es necesario tener en cuenta,
como todas las realidades de este género, so pena de grave error.
Su unión con la doctrina católica del pasado es tan fuerte que
constituyen una unidad con ella. Es como una unión sustancial.
Desde ella es desde donde surge el non possumus, nos es impo-
sible aceptar este tipo de “novedades” porque son una claudica-
ción de la herencia recibida 6.
En 1947, el cardenal Suhard, en una carta pastoral célebre,
Essor ou déclin de l´Eglise, piensa que el integrismo es un error

6. Y. Marchasson, Inrtegrismo, en “Diccionario de las religiones”, P. Poupard,


p. 861-863.
44 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

de perspectiva que reviste tres formas: la primera, doctrinal, con-


funde, según él, “la integridad de la doctrina con su ropaje lite-
rario, la segunda, táctica, “tiende a huir de o combatir contra el
mundo”; la tercera, moral, “proclama el divorcio entre el mundo
y el cristianismo”.
Diez años más tarde, el arzobispo de Bourges, monseñor
Lefèbre, piensa que el integrismo es “incapaz de distinguir... lo
que está fijado definitivamente en el orden doctrinal, lo que es
susceptible de progreso y lo que queda todavía a la libre discu-
sión de los teólogos”.
Ambos diagnósticos son exactos, aunque puede que no sean
completos. Habría que añadir, para matizarlos, que las personas
que sostienen esta orientación de pensamiento sienten confusa-
mente una cierta tendencia a no percibir, o dejar de un lado, lo
que Y. Congar llama “la fuente de abajo”, es decir, la “plenitud de
una creación despierta, activa en sus investigaciones, en sus
planteamientos, en el crecimiento y en la multiplicación” para no
quedarse más que con “la fuente de arriba”, la cual no tiene por
qué ser Cristo mismo y puede estar constituida por ciertas repre-
sentaciones humanas, incluidas las tradiciones –muy distintas de
la tradición– “a menudo lejanas y caducas” 7.
Teniendo como punto de partida el conocimiento más per-
fecto posible del lenguaje de la revelación –sabiendo distinguir lo
que pertenece a la esencia de la revelación y lo que nosotros le
hemos añadido, impurificándolo o sirviéndonos de él como vehí-
culo de expresión del pensamiento–, la consecuencia inevitable
será ofrecer una evangelización no en forma descendente, de arri-
ba hacia abajo, interese o no al que oye de forma paciente y
resignada, sino en forma ascendente, desde la miseria humana
hacia la elevación divina. Partir de los hechos y situaciones con-
cretas para intentar resolverlos desde la palabra de Dios y las exi-
gencias que impone. La revelación se produce siempre en arti-

7. Y. Marchasson, op. cit., p. 862-863.


EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO AMPLIO 45

culación con la realidad histórico-social, no de forma absoluta,


abstracta e inevitable por tratarse de la palabra inspirada de
Dios. Es su misma naturaleza la que exige la adaptación al des-
tinatario de cada momento para que éste pueda entender al Dios
que le habla 8.

Otros autores explican el fenómeno integrista-fundamentalis-


ta desde la adhesión a un pasado mítico, a un “comienzo” al que
se hace referencia constantemente. En él se encontraría la solu-
ción intelectual y espiritual para todos los problemas que surgi-
rían posteriormente en el decurso de los tiempos. Desde estas
perspectivas es lógico el temor a desviaciones derivadas de con-
cesiones inoportunas. Se encuentra el fundamento filosófico
recurriendo casi exclusivamente a la filosofía escolástica y, en el
ámbito teológico a la teología especulativa, con escasa insisten-
cia sobre “el estudio de los modos históricos de la revelación”, y
sobre las múltiples exigencias actuales que tienen en cuenta las
“necesidades nuevas del mundo”. Todo esto conduce a una teo-
logía moral en la que se concede poco margen a la moral social
y, en el plano de las investigaciones exegéticas, a una actitud
muchas veces, aunque no siempre, temerosa ante la utilización
de métodos rigurosamente científicos 9.

Ciertos excesos, protagonizados por los anti-integristas, han


provocado movimientos de resistencia, dolorosas reservas e in-
dignaciones. De esta forma sólo se consigue que el movimiento
integrista permanezca para siempre en la reserva más absoluta.
Pero cuando se piensa que uno mismo posee toda la verdad, la
posición del otro provoca de forma natural una actitud de recha-
zo. Los unos piensan que cuentan en su favor con los “comien-
zos” y con la historia; los otros estiman que esta última, conce-

8. F. Fernández Ramos, El Auncio del Evangelio, en “Naturaleza y Gracia”,


1994, p. 82.
9. El Documento “Teología y Secularización” tiene especial preocupación
sobre lo que hemos expuesto en el párrafo anterior.
46 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

bida de esa manera, equivale a nostalgia, cuando, a sus ojos, la


historia no es sino impulso para proseguir el desarrollo 10.

4. Adhesión firme a fundamentos inmutables

Los cambios en la interpretación de la Biblia, debidos a las


nuevas orientaciones de la exégesis crítica, la aparición de un
mundo cimentado sobre otros fundamentos distintos de los con-
siderados como tales argumentos, el nuevo rostro del dogma y de
la moral, el pluralismo de formas ensayadas para la formulación
modernizada de la fe cristiana... hizo pensar a muchos en un
caos total en el que nada quedaba en pie. Para garantizar la con-
tinuidad y permanencia de lo antiguo el fundamentalismo busca
un nuevo poder de absolutización de los fundamentos. Surge así:

• El totalitarismo, que se resiste a todo análisis crítico de los


textos fundamentales y a toda reflexión sistemática sobre la
estructura de la fe.
• El autoritarismo, que excluye posibles alternativas a una
postura indiscutible.
• El fanatismo, que moviliza todos los medios para controlar
a los fieles, llegando incluso a lavados de cerebro para posi-
bles discrepantes, y crea estrategias de defensa o, más bien,
de ataque contra los adversarios11.

Hemos mencionado “el pluralismo de formas ensayadas para


la formulación modernizada de la fe cristiana”. Esto hizo, y hace,
que el fundamentalismo fortaleciese sus trincheras defensivas. El
pluralismo le hizo pensar en el relativismo, por “relativizar”, por

10. Entre ambas aguas se mueve el Documento “Teología y Secularización”.


Sus autores creen hallarse en la posesión absoluta de la verdad (n. 3).
Séanos permitido colocar aquí la frase siguiente: La fe es absoluta e inmu-
table; la expresión de la misma es contingente y transitoria.
11. G. Müller-Fahrenhols, ¿Qué es el fundamentalismo contemporáneo? Pers-
pectivas psicológicas, en “Concilium”, n. cit., 413.
EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO AMPLIO 47

desposeer de su valor absoluto todo aquello que era considerado


como intangible por los fundamentalistas. Debemos reconocer
que, aunque los conceptos son muy diferentes, no es difícil el
paso de uno al otro. Esto le afianzó aún más, y le afianza, en un
tradicionalismo a ultranza, que ignora la posibilidad incluso de
dicho pluralismo y le convierte en paladín de la ortodoxia, y en
el conservadurismo, que le instala en una distancia dogmática
frente a los que piensan de manera diferente, aferrándose a las
formas heredadas de una práctica estereotipada.
Todas estas formas derivadas o emparentadas con el funda-
mentalismo rehúsan el contacto con cualquier tipo de ideología
“avanzada” por presumir, ya a priori, que este contacto es conta-
gio para el mal. Ahora bien, la modernidad comporta este con-
tacto. El otro vive en la casa de al lado; su presencia envía toda
clase de señales inquietantes y perturbadoras a través de los
medios de comunicación social, de modo que resulta difícil
hacer oídos sordos. La sociedad moderna ofrece una base legal
para el pluralismo, al pretender que todos los individuos tienen
derecho a hacer oír su voz. Precisamente el reconocimiento de
esta libertad por el Concilio Vaticano II fue uno de los motivos
específicos que llevaron a los seguidores de Mons. Lefèbre a
rechazar este Concilio. El Colegio Episcopal en pleno, al aprobar
la Declaración sobre la libertad religiosa, reconoció los derechos
legales a los que viven en el error. Más aún, lo más pernicioso fue
que ese detestable pluralismo fue creciendo con el mayor desca-
ro dentro del mismo seno de la Iglesia 12.

5. Grave peligro del modernismo para la fe

La modernidad o el modernismo, en su sentido más amplio,


hizo, y hace, que el fundamentalismo cerrase filas frente al peligro
que suponía para la fe. Y esto tanto en relación con el modernis-

12. M. E. Marty, art. cit., p. 395.


48 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

mo cultural como en su referencia al sociológico y práctico. El


modernismo intelectual, ofrecido por un catolicismo más ilustrado
que el de la enseñanza escolástica, constata que la Iglesia ha per-
dido el tren del progreso de la ciencia; que no ha utilizado las cate-
gorías filosóficas nuevas procedentes, sobre todo, del mundo ger-
mánico y que no permiten moverse con tanta seguridad en el pla-
no metafísico como se había hecho durante siglos; que ha renun-
ciado a la aportación de los textos místicos generados fuera del
catolicismo y cuya asimilación le hubiese enriquecido; que no ha
valorado debidamente el positivismo en su insistencia en el plano
de lo experimental; que se empeña en aplicar el concepto moder-
no de historia a los relatos “históricos” de los libros bíblicos...
Estas constataciones implican unas conclusiones, aunque peli-
grosas: “Es necesario adaptar a ellas el catolicismo, desembarán-
dolo de los elementos contingentes que aparecen como caducos”
(Aubert), buscar una “orientación” distinta (Sabatier), admitir
una “tendencia” que permita el encuentro y la confrontación de
un pasado anquilosado desde hace tiempo con un presente que ha
encontrado en otra parte las fuentes vivas de la inspiración.
La necesidad de estos planteamientos se halla justificada desde
la urgencia de devolver a la fe y a su expresión el aspecto espiri-
tual, incluso místico, que le corresponde, considerando que hay
que alcanzar la verdad vivida y no sólo conocida.
La peligrosidad de dichos planteamientos la constata la expe-
riencia. En lugar de remozar el viejo edificio teológico y de actua-
lizar el concepto tradicional de la revelación, ambos se vinieron
abajo. Loisy llega a considerar la revelación como “la conciencia
adquirida por el hombre en su relación con Dios”. La reduce a las
posibilidades inmanentes de la conciencia humana, a una expe-
riencia religiosa. Otros modernistas, como Turmel, no dudarán
en afirmar la necesidad de cambio, aunque hubiese que “sacrifi-
car las creencias católicas” 13.

13. Y. Marchasson, Modernismo, art. cit., p. 1227-1232.


EL FUNDAMENTALISMO EN SENTIDO AMPLIO 49

¿Existe mucha diferencia entre estos planteamientos y los que


haría R. Bultmann, no mucho tiempo después, centrando la fe
cristiana en la decisión, en su célebre Entscheidung? La revela-
ción facilitaría dicha decisión, estimularía la adecuada reacción
humana en orden a lograr una vida auténtica, que sería, para él,
la vida de la gracia; la revelación no posibilitaría, no sería nece-
saria, para provocar dicha decisión.
El modernismo sociológico y práctico reflejaría, de forma más
llamativa, las especulaciones del modernismo intelectual. Se pro-
ducirían, se están produciendo, cambios profundos, y no siem-
pre justificados, en el orden de la vida, en las actitudes prácticas
en el seno de una sociedad en profunda evolución.

6. Reacción ante el peligro modernista

Ante estas profundas convulsiones hacemos nuestra la re-


flexión de J. Guiton en su estudio sobre la Pensée de Loisy: “El
modernismo se nos presenta como una forma de pensamiento
que se repetirá continuamente en el curso de la historia del cato-
licismo, siempre que la mente quiera justificar la fe por el espíri-
tu del tiempo en lugar de integrar éste en la fe” 14. Una tarea siem-
pre antigua y siempre nueva. La mencionada “integración” debe
ser entendida en el sentido más sano y estricto de la incultura-
ción, en la línea mencionada tanto en el DPCB como en el dis-
curso previo del Papa y, en general, en la línea de los documen-
tos eclesiásticos de un pasado reciente, particularmente según la
mente de Pablo VI, expresada en su exhortación Evangelii nun-
tiandi.
El contrapeso a los peligros del modernismo adquiere matices
diversos en las grandes “religiones del libro”, aunque no exista
una diferencia esencial entre ellas. El fundamentalismo católico
se refugiaría en la autoridad de los grandes concilios, particular-

14. Y. Marchasson, Modernismo, art. cit., p. 1232.


50 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO

mente en el de Trento y en el Vaticano I y, de manera más ase-


quible y concreta, en la autoridad del Papa. El fundamentalismo
protestante lo hará recurriendo a la autoridad de los textos bíbli-
cos insuficientemente interpretados, desligados de la Tradición.
El fundamentalismo judío seguirá el mismo camino, incorporan-
do a los textos bíblicos una antigua tradición, oral primero y aho-
ra escrita, a la que concederá el mismo valor que a la Biblia; pro-
pugnará el aislamiento integracionista, al estilo de los ghetos
antiguos; admitirá la concepción política en la medida en que sea
una oportunidad para mejorar los propios intereses y un instru-
mento para alejar la amenaza a su integridad y a la autonomía
del propio grupo. El fundamentalismo islámico se aferra al Corán,
porque es la auténtica y pura revelación de Dios; su libro sagra-
do es la “Constitución” que regula la vida religiosa y civil del indi-
viduo y del pueblo. La imagen del Ayatolá Jomeini es una perso-
nificación bien ilustrativa del fundamentalismo islámico, aunque
haya sido sustituido por “teólogos más coránico-civiles” 15.

7. Vivencia personal de la problemática planteada

Como ilustración práctica del fundamentalismo en sentido


amplio queremos aportar nuestra experiencia personal.

Entre los peligros del aperturismo, patrocinado por las postu-


ras moderadamente modernistas, figuraba la “formación excesi-
vamente “horizontalista” y “filosóficamente ecléctica” de los fu-
turos sacerdotes en los seminarios que subsisten. Los que nos
encontrábamos en la fase de formación sacerdotal por los años
40-50 no estuvimos expuestos a estos peligros. Frente al “hori-
zontalismo” amenazante se nos impuso –no dudamos que con la
mejor buena voluntad del mundo– un claro y único “verticalis-
mo”; frente a una formación “filosóficamente ecléctica” se nos

15. J. Neusner, El reto del fundamentalismo judío contemporáneo, en el número


citado de “Concilium”, p. 453-458.

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