«Vino al mundo un maestro nacido en la Tierra santa de
Indiana, criado en las colinas místicas situadas al este de Fort Wayne.
»El maestro aprendió lo que concernía a este mundo en las
escuelas públicas de Indiana y luego, cuando creció, en su oficio de mecánico de automóviles…»
Llevo aproximadamente unos 15 años de mi vida esperando
encontrar, cuando doy vuelta a una página más de uno de los libros que voy leyendo, o una página más de mi vida, una pluma de color azul…
Ya estamos, pensaréis, ya se le vuelve a ir la «olla» a este
tío, pero ¿es que nunca se cansa?, ¿se medicará? ¿beberá en demasía? Bueno, la verdad es que tenéis razón en casi todo, pero no va por ahí el tema… Simplemente os quiero invitar a hacer un pequeño viaje conmigo esta tarde de martes, os pido que subáis a la carlinga de este biplano que es la tarde de hoy, de este dejarme llevar por la corriente del viento que es mi semana, mi día, mi tarde y la pantalla de mi ordenador; concretamente un Air Travel 4000, un viejo modelo de 1929 aproximadamente. De primeras entiendo que puede asustar, pero os aseguro que está muy bien conservado y no se va a desplomar en mitad del vuelo…
Bien, vamos allá, para empezar y antes de despegar, dos
cosas, una, no, no me he olvidado de la pluma, pero ya volveré a ella más adelante, cuando podáis entender… La segunda, los hechos que os voy a resumir, comentaros que ocurrieron, son reales, hace ya unas cuantas décadas, eso sí, concretamente en la sagrada tierra de Illinois. Despegamos:
Se me hace difícil una vez más reseñar uno de los libros
que más me ha gustado, bueno, más que gustar, que recuerdo con más cariño de los que leí hace unos años, ¿cómo convenceros a vosotros, ¡¡oh!! ávidos lectores, de que lo que a un humilde servidor le pareció maravilloso, a vosotros os tendría que interesar? Es una pregunta recurrente que me asalta cada vez que quiero compartir con esta página uno de mis Libros… Volvemos a lo mismo, no es un libro al uso de los que se reseñan aquí, aunque por esta vez, sí que puedo vender algo de historia en su contenido, por lo menos el contexto, situado en EEUU hace ya unas décadas (no me preguntéis más… no lo recuerdo), sumergida la trama en la sencillez de la población rural americana de hace unos años, cuando todo parecía más sencillo, cuando se podía aterrizar con un avión en medio de los campos segados y cobrar a los lugareños, por un paseo de diez minutos, tres dólares, lo que equivalía a poder comer ese día… Época de libertad para soñadores, de pocos peligros, de confianza y de esperanza, una época pasada, claro, que de eso se trata.
Una vez en situación, y con la esperanza de haber
convencido a la concurrencia de que éste no es un libro de historia (espero que esta parte Javi se la salte, que si no, no la publica) vamos con su actor secundario: Dios, o el Mesías o como queráis llamarlo, de nombre Donald Shimona, maestro agotado de la gente, uno más, cansado de que no se le escuche, de que la gente se contente con que él les solucione los problemas sin hacer nada ellos mismos para solucionarlos, hastiado del ser humano y sus carencias, en definitiva, un mesías dimitido que sólo quiere vivir en paz, volando con su biplano a tres dólares el paseo, lo justo para poder sobrevivir, aunque no le haga falta ni eso… Y como actor principal, alguien, quizás uno de nosotros, ¿por qué no? Llamado Richard, piloto también, solitario y soñador, inconformista derrotado y que se deja llevar por el viento cambiante para hacer aterrizar su biplano, en un campo u otro, con más o menos fortuna a veces, tranquilo, libre en definitiva.
La interacción entre estos dos personajes, y cómo
ven el mundo uno y otro, es donde radica la importancia del libro, la contraposición entre la visión del humano y la del mesías, su aprendizaje recíproco de la humanidad y del poder…
Bufff, entre explicaciones, excusas y sentimentalismos mal
enfocados ya se me ha ido la mitad de la reseña y aún no os he dicho de qué va realmente el libro, bueno, perdonad y sigamos con el vuelo… En un momento de la lectura, mientras nuestro protagonista escucha a su mesías, a su maestro, éste le dice que nada es imposible si se desea realmente; la respuesta es obvia. Así que, si imagino que quiero algo, y lo quiero de verdad, ¿aparecerá? Prueba… ¿Qué es lo que quieres?, le dice Shimona. Richard le contesta, pues… una pluma azul. ¿Una pluma?, le dice sorprendido el maestro. Claro, qué más da, si aparece ya sabré que lo que quiera se puede cumplir… Está bien, pues imagínatela cómo tiene que ser…
En ese momento de la lectura, sumergido en la inocencia
de mi edad temprana, pasé una noche entera imaginándome una pluma azul. ¿Por qué no me iba a aparecer a mí? Si la deseaba como decía Shimona, también me aparecería, si no, qué sentido tendría este libro. Al día siguiente, cuando llegué a casa por la tarde del colegio, fui a coger el libro para leer un rato y, al abrirlo, cayó sobre mi regazo una pluma de color azul. El impacto al verla fue tremendo, me duró unos segundos si cabe, y luego me puse rojo como un tomate mirando a mi alrededor y esperando que nadie hubiese visto la expresión de mi cara al caer la pluma, por suerte estaba solo y pude reflexionar, tranquilamente… La conclusión se hizo fácil mientras buscaba un razonamiento a la broma de la pluma… En estos tiempos en los que andamos, en los que tan de moda están los libros de autoayuda, el Dónde esta mi queso o Es fácil dejar de fumar…, os propongo una lectura de los años setenta, rodeada de un halo mágico, donde para alcanzar ese grado de autoayuda que se nos propone actualmente con estos libros, tienes que utilizar la imaginación, bonito ejercicio por otro lado, algo menos directo, un fin, donde lo que realmente importa es el camino recorrido para alcanzarlo…
La pluma, claro está, la encontré, porque alguien la puso
entre las páginas, pero ¿fue por eso, o por que realmente deseé encontrarla? ¿Es verdad que si se desea algo de verdad, se consigue, ya sea con tu esfuerzo o con la ayuda de alguien que te quiere?
Termino, aún guardo la pluma entre las páginas del libro, a
veces se lo dejo a alguien para que lo lea y pueda encontrar también su pluma azul, es un pequeño acto de fe, lo sé, por eso le dejo el libro sólo a quien sé que realmente deseará encontrar esa pluma… Ahora sí, aterrizamos con una frase sacada del libro:
«¿Y qué haríais -preguntó el maestro a la concurrencia– si
Dios os hablara directamente a la cara y os dijera: OS ORDENO QUE SEÁIS FELICES EN EL MUNDO MIENTRAS VIVÁIS? ¿Qué haríais entonces?»