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Los fieles que reciben el “Sacramento del Orden” son consagrados para que “en el
hombre de Cristo sean los pastores de la Iglesia con la Palabra y la gracia de Dios”. En el
Sacramento del Matrimonio, “los cónyuges cristianos, son fortificados y consagrados para
los deberes y dignidad de su estado por este sacramento especial”.
Todos los bautizados participan del sacerdocio de Cristo, lo cual lo capacita para
colaborar en la misión de la Iglesia. Pero, los que reciben el Orden quedan configurados
de forma especial, quedan marcados con carácter indeleble, que los distinguen de los
demás fieles y los capacita para ejercer funciones especiales. Por ello, se dice que el
sacerdote tiene el sacerdocio ministerial, que es distinto al sacerdocio real o común
de todos los fieles, este sacerdocio lo confiere el Bautismo y la Confirmación. Por el
Bautismo nos hacemos partícipes del sacerdocio común de los fieles.
El Jueves Santo, en lo que se conoce como la Cena del Señor (La última Cena), se
conmemora (Recuerda) la institución de este Sacramento.
Efectos
Con este sacramento se reciben varios efectos de orden sobrenatural que le ayudan
al cumplimiento de su misión:
Ministro y Sujeto
La gracia del Espíritu Santo propia de este sacramento es la de ser configurado con
Cristo Sacerdote, Maestro y Pastor, de quien el ordenado es constituido ministro.
Cristo eligió a doce apóstoles, entre sus numerosos discípulos, haciéndoles
partícipes de su misión y de su autoridad. Desde entonces hasta hoy es Cristo quien
otorga a unos el ser Apóstoles y a otros ser pastores.