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Sacramento del orden sagraddo (Sacerdocio)

El Orden Sacerdotal y el Matrimonio, están ordenados a la salvación de los demás.


Contribuyen ciertamente a la propia salvación, pero esto lo hacen mediante el servicio que
presta a los demás. Confieren una misión particular en la Iglesia y sirven para la
edificación del Pueblo de Dios.

Los fieles que reciben el “Sacramento del Orden” son consagrados para que “en el
hombre de Cristo sean los pastores de la Iglesia con la Palabra y la gracia de Dios”. En el
Sacramento del Matrimonio, “los cónyuges cristianos, son fortificados y consagrados para
los deberes y dignidad de su estado por este sacramento especial”.

De hecho este es el sacramento por el cual “algunos hombres quedan constituidos


ministros sagrados, al ser marcados con un carácter indeleble, y así son
consagrados y destinados a apacentar el pueblo de Dios según el grado de cada
uno, desempeñando en la persona de Cristo Cabeza las funciones de enseñar,
gobernar y santificar”.

Todos los bautizados participan del sacerdocio de Cristo, lo cual lo capacita para
colaborar en la misión de la Iglesia. Pero, los que reciben el Orden quedan configurados
de forma especial, quedan marcados con carácter indeleble, que los distinguen de los
demás fieles y los capacita para ejercer funciones especiales. Por ello, se dice que el
sacerdote tiene el sacerdocio ministerial, que es distinto al sacerdocio real o común
de todos los fieles, este sacerdocio lo confiere el Bautismo y la Confirmación. Por el
Bautismo nos hacemos partícipes del sacerdocio común de los fieles.

El sacerdote En nombre y con el poder de Jesus

Al servicio de los fieles

Transmiten el Mensaje del Evangelio

Ayudan a los fieles a alcanzar la santidad

Administran los medios de salvación (sacramentos)

El Jueves Santo, en lo que se conoce como la Cena del Señor (La última Cena), se
conmemora (Recuerda) la institución de este Sacramento.

Efectos

Con este sacramento se reciben varios efectos de orden sobrenatural que le ayudan
al cumplimiento de su misión:

⚫ La Ordenación episcopal da la plenitud del sacramento del Orden, hace al Obispo


legítimo sucesor de los Apóstoles, lo constituye miembro del Colegio episcopal,
compartiendo con el Papa y los demás Obispos la solicitud por todas las Iglesias, y le
confiere los oficios de enseñar, santificar y gobernar.

⚫ La unción del Espíritu marca al presbítero (o sacerdote) con un carácter espiritual


indeleble(no se borra), lo une a Cristo sacerdote.
⚫ Lo hace capaz de actuar en nombre de Cristo Cabeza.

⚫ Como cooperador de Orden episcopal (obispo), es consagrado para predicar el


Evangelio, celebrar el culto divino, sobretodo la Eucaristía, de la que saca fuerza todo su
ministerio, y ser pastor de los fieles.

Ministro y Sujeto

La gracia del Espíritu Santo propia de este sacramento es la de ser configurado con
Cristo Sacerdote, Maestro y Pastor, de quien el ordenado es constituido ministro.
Cristo eligió a doce apóstoles, entre sus numerosos discípulos, haciéndoles
partícipes de su misión y de su autoridad. Desde entonces hasta hoy es Cristo quien
otorga a unos el ser Apóstoles y a otros ser pastores.

Por lo tanto, el ministro del Sacramento del Orden es el Obispo, descendiente


directo de los Apóstoles. Los obispos válidamente ordenados, es decir que están en la
línea de la sucesión apostólica, confieren válidamente los tres grados del sacramento del
orden.
Dado que el sacramento del Orden (sacerdocio) es el sacramento del ministerio apostólico,
corresponde a los obispos, en cuanto sucesores de los Apóstoles, transmitir el don
espiritual; la semilla apostólica.

Para que se administre válidamente, solamente se necesita que el obispo tenga la


intención de hacerlo y que cumpla con el rito externo de la ordenación. No importa la
condición en que se encuentre el obispo.

En cuanto a la de la validez de la ordenación, para ordenar a un obispo se requiere ser


obispo y poseer una constancia del mandato del Su Santidad, el Papa. En la ordenación
de obispos, además del ministro, se necesita que estén presente otros dos obispos.

Para ordenar lícitamente a los presbíteros y los diáconos, el ministro es el propio


Obispo.

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