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MINISTERIO

SACERDOTAL
MINISTERIOS
DIONISIO BOROBIO

OBRAS DEL MISMO AUTOR


publicadas en esta Editorial:

— El sacramento de la reconciliación. Qué significa. Cómo se


celebra. MINISTERIO SACERDOTAL
— Bautismo.
— Matrimonio cristiano. ¿Para quién?
MINISTERIOS LAICALES
— El derecho a casarse en la libertad.

— Más fuertes que el dolor.


— Confirmar hoy.
Tomo I: De la teología a la praxis.
Tomo II: Libro del catequista.
Tomo III: Libro del confirmando. Fichas de catequesis.
— El riesgo de predicar.
Ciclo A
Ciclo B
Ciclo C

— La penitencia en la Iglesia Hispánica.


— Proyecto de iniciación cristiana.

— Eucaristía para el pueblo.


Tomo I: Para una catequesis sobre la Eucaristía.
Tomo II: Para una mejor participación de los fieles.
DESCLÉE DE BROUWER - BILBAO
ÍNDICE

Introducción 13

Capítulo I

ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA ... 17


1. Precisión terminológica 17
Servicio 17
Ministerio 18
Ministerio sacerdotal 19
Ministerios laicales 19
Sacerdote-presbítero 20
2. El ministerio sacerdotal y su crisis actual 21
Hechos y datos que interpelan 21
Causas que explican 31
Consecuencias que urgen 38
© EDITORIAL DESCLgE DE BROUWER S. A. 1982
3. Los ministerios laicales y sus intentos de renovación. 44
Razones de un despertar de los ministerios laicales ... 44
Ministerios laicales más frecuentes en las comuni-
dades 50
Ministerios laicales en el orden de la 'dirección». 50
Ministerios laicales en el orden de la Palabra 57
Ministerios laicales en el orden del culto 64
Ministerios laicales en el orden de la caridad 74
Conclusión 82
Prínted in Spain
Problemas y puntos pendientes de los ministerios lai-
ISBN 84-330-0596-0 cales en su estado actual 87
DEPOSITO LEGAL S. S. 169(82

Capítulo II

LOS MINISTERIOS, ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA


ESENCIA Y LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA 99
1. Ministerios y concepción de Iglesia 100
Iglesia carismática e Iglesia institucional 101
Iglesia «cristológica» e Iglesia «pneumática» 103
Impreso en Itxaropena, S. A. - Errikobarra kalea, 2 - Zarautz - 1882 Iglesia de la autoridad jerárquica o Iglesia de la partici-
pación del pueblo de Dios 106
8 ÍNDICE ÍNDICE 9

Iglesia segregada del mundo e Iglesia «sacramento de La dimensión sacerdotal del ministerio ordenado 185
salvación» para el mundo 108 2. Configuración histórica del ministerio sacerdotal 193
Iglesia de «ministros» e Iglesia «toda ella ministerial». 110 La Iglesia primitiva: s. I-IV 195
Iglesia del culto y del rito e Iglesia de la Palabra y la La edad media: s. VIII-XVI 198
caridad 112 Trento y la época postridentina: s. XVI-XX 204
Iglesia «centralizada» e Iglesia «localizada» 114 El Concilio Vaticano II 207
Iglesia de dualismo «clérigo-laico» e Iglesia del bino- 3. Sacramentalidad del ministerio ordenado 211
mio «comunidad-ministerios» 115 Ministerio, carisma y ordenación 211
2. Los ministerios, elemento constitutivo de la Iglesia ... 117 Sacramentalidad del ministerio ordenado 220
Aclaraciones hermenéuticas 117 Ministerio y carácter 231
Una cuestión ecuménica: ¿El ministerio elemento
«constitutivo» o «regulativo» para la Iglesia? 120
La ministerialidad de toda la Iglesia, constitutivo del Capítulo IV
ser eclesial 124
El apostolado como ministerio originante-constitutivo ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL. 243
para la Iglesia 125 1. El servicio (diakonía) como clave explicativa y centro
La pluralidad de ministerios necesarios para la misión, de sentido del ministerio 243
un constitutivo de la Iglesia 127 Estructura diacónica de la historia de la salvación 244
Los ministerios especiales institucionalizados como El servicio como misión y tarea de todo cristiano 245
«momento» constitutivo de la Iglesia 128 El ministerio como servicio especial 246
3. Unidad y diversidad orgánicas de los ministerios ecle- Autoridad y servicio 248
siales 131 2. El ministerio como servicio a la obra de Dios 250
Organización estructural de los ministerios eclesiales. 132 «In persona Christi capitis» 250
Unidad y diversidad en los ministerios eclesiales 139 La re-presentación como servicio: sentido y alcance de
Articulación y complementariedad de los diversos mi- la representatividad ministerial 254
nisterios 149 3. El ministerio como servicio a la comunidad eclesial ... 259
4. Comunidad eclesial y ministerios 151 «In persona Ecclesiae»: Conciencia histórica de la re-
La Iglesia en cuanto comunidad 152 presentatividad eclesial 260
Los ministerios en cuanto relacionados con la comu- Dimensiones del servicio ministerial a la comunidad. 264
nidad 156 Servicio de dirección de la comunidad y especificidad
La comunidad en cuanto determinante y destinataria de ministerial 269
los ministerios 161 4. El ministerio como servicio especial a la misión 271
Conclusión: ¿Qué ministerios necesita una comunidad? 168 Servicio a la diversidad de funciones de la única mi-
sión 272
El ministerio como servicio a la palabra 276
Capítulo III El ministerio como servicio sacramental y cucarístico. 280
El ministerio como servicio de dirección en la caridad. 286
EL MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFI-
GURACIÓN 171
1. Ministerio «especial»-«ordenado» en el Nuevo Testa- Capítulo V
mento 172
El apostolado como fundamento y origen del ministerio PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO. BÚSQUEDAS DE
ordenado 173 RESPUESTA TEOLOGICO-PASTORAL AL PROBLEMA DE
Existencia del ministerio ordenado en el Nuevo Testa- LA FALTA DE SACERDOTES 289
mento 178 1. ¿Recomponer las funciones del ministerio sacerdotal? 290
10 ÍNDICE

2. ¿Dejar a las comunidades sin la presencia-presidencia


del sacerdote? 294
3. ¿Privar a las comunidades de Eucaristía? 297 SIGLAS Y ABREVIATURAS
¿Asambleas dominicales sin Eucaristía? 299
¿Eucaristía presidida por laicos? 301
4. ¿Extender el diaconado permanente? 310
Del olvido a la renovación 311 AA = Apostollcam actuasitatem, sobre el apostolado de los
Identidad y funciones del diácono 312 seglares.
Aspectos positivos e interrogantes abiertos por el dia- AAS = Acta Apostolicae Sedis, Roma, Ciudad del Vaticano,
conado 315 1909 ss.
El diaconado en el interior de la estructura ministerial AG = Ad gentes, decreto sobre actividad misionera de la
jerárquica 319 Iglesia.
Conclusión: ¿Son los diáconos la «solución» a la falta BAC = Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1945 ss.
de sacerdotes? 321 CA = Constitutiones Apostolorum: ed. F. FUNK, Paderborn
5. ¿Ordenar sacerdotes a las mujeres? 322 1905.
Reflexionar para una valoración teológica 324 CD = Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de los
Caminos de avance y de búsqueda 328 obispos.
6. ¿Cambiar la ley del celibato? 332 CIC = Codex luris Canonici, Roma 1917.
El celibato en la vida de la Iglesia 338 DA = Didascalia Apostolorum: ed. FUNK, Paderborn 1905.
Reflexiones teológico-pastorales sobre la unión minis- DACL = Dictionnaire d'Aechéologie Chretienne et de Litur-
terio-celibato 341 gie, Paris 1903 ss.
¿Es solución al problema del ministerio sacerdotal DS = Enchiridion Symbolorum: ed. H. DENZINGER - A.
cambiar la ley del celibato? 346 SCHÓNMETZER, Freiburg i.B. 1963.
DTC = Dictionnaire de Théologie Catholique, Paris 1899-1950.
EN = Evangelii Nuntiandi, Evangelización del mundo con-
Capítulo VI temporáneo: PABLO VI, 1975.
GE = Gravissimum educationis, sobre la educación cris-
LOS MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA A LA tiana de la juventud.
FALTA DE SACERDOTES Y A LA REESTRUCTURACIÓN GS = Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo ac-
MINISTERIAL DE LA IGLESIA 351 tual.
1. Los ministerios laicales y su importancia histórica ... 352 LG = Lumen gentium, sobre la Iglesia.
Los ministerios «laicales» en el Nuevo Testamento ... 352 LMD = La Maison Dieu, Paris 1945 ss.
Los ministerios laicales en la Iglesia primitiva 362 PG = Patrologiae cursus completus. Series graeca, Paris
Los ministerios laicales de la Edad Media al Vaticano II 384 1857 ss.
Los ministerios laicales en la reforma del Vaticano II ... 398 PL = Patrologiae cursus completus. Series latina, Paris
2. Los ministerios laicales para la Iglesia de hoy 417 1857 ss.
Ministerios laicales y corresponsabilidad eclesial 417 PO = Presbyterorum Ordinis, decreto sobre el ministerio
¿Qué ministerios laicales deben promoverse e insti- y vida de los presbíteros.
tuirse? 431 PC = Perfectae caritatis, decreto sobre la renovación de la
Conclusión: los ministerios laicales como lugar de ac- vida reliqiosa.
ceso al ministerio sacerdotal 452 OGMR = Ordenación general del misal romano, 1969.
SC — Sacrosanctum Concillum, constitución sobre sagrada
índice de autores 455 liturgia.
ThWNT = Theologisches Wórterbuch zum Neuen Testament,
Stuttgart 1933 ss.
INTRODUCCIÓN

El tema de los ministerios se encuentra en permanente ebu-


llición desde la década de los 60. Durante este tiempo son nu-
merosos los autores que han reflexionado, investigado y escrito
sobre la «cuestión ministerial», desde perspectivas diversas y
con objetivos distintos. Son graves las necesidades, numerosos
los problemas, difíciles las soluciones que se plantean al res-
pecto. Y no puede decirse que la Iglesia esté en trance de encon-
trar una salida inmediata para esta urgente situación.
Los hechos son de todos conocidos: el número de sacerdo-
tes ha disminuido de forma alarmante; apenas hay candidatos al
sacerdocio; no pocas comunidades están «condenadas» a quedar-
se sin la presencia y la asistencia de un sacerdote; cada vez será
más normal el que no haya un sacerdote que presida la Eucaris-
tía del domingo; los seglares se ven urgidos, en no pocos casos,
a responsabilizarse de diversos ministerios, pero, además de
la carencia de formación y la falta de dispositivos institucionales
de apoyo, sus funciones se ven reducidas y limitadas; la Iglesia
sigue manteniendo, a pesar de todo, una visión clericalista de la
vida cristiana, y defiende «modelos ministeriales» discutibles;
algunas comunidades viven un momento crítico, bien porque se
sienten abandonadas, o porque no hay quien asuma los ministe-
rios «laicales», o porque en ellas ha desaparecido todo signo de
comunión cristiana y de pertenencia eclesial... Ciertamente no
se puede unlversalizar el fenómeno a todo lugar y circunstancia.
Pero los datos confluyen en una misma dirección.
Estos hechos patentes plantean preguntas importantes: ¿Có-
mo valorar esta abultada disminución del clero? ¿Se debe hoy
defender el sacerdocio en los mismos términos que ayer? ¿No
está acaso superada la división entre la realidad profana y sa-
14 INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN 15

grada, entre el sacerdocio y el laicado? ¿Es que no hemos aban- de los ministerios, desde la profundización en su sentido escrl-
donado ya una visión ritualista y racial del sacerdote, para en- turístico-teológico, desde la inserción en su contexto eclesloló-
tenderlo como persona al servicio de los hombres, en medio de gico-comunitario, desde la integración de la variedad de minlste
un mundo en construcción? El problema para algunos ya no es rios en una estructura ministerial renovada. Estamos convenci-
«por qué no existen sacerdotes», sino «si es necesario que exis- dos de que los ministerios deben dejarse interpelar y deben res-
tan»; ya no es «cómo se hace un sacerdote», sino «para qué ponder a las necesidades reales de las comunidades cristianas.
sacerdotes». Y, en todo caso, se pregunta: ¿por qué este tipo Creemos que esta respuesta sólo será válida si tiene en cuenta
o modelo de sacerdote? ¿Hay que lamentarse de la desaparición el origen y punto de referencia paradigmático de la Escritura, y
de un «modelo arcaico», y empeñarse en la reproducción de un si al mismo tiempo mantiene un diálogo abierto y dinámico con
modelo tradicional? A situaciones nuevas ¿no habrá que proponer la tradición o experiencia histórica de la Iglesia. Pensamos que la
un nuevo tipo de ministerio? ¿Habrá que privar a las comunida- cuestión de los ministerios, lejos de ser un problema clerical
des de sacerdotes y de Eucaristía, por defender, en todo caso, de respuesta a una situación de indigencia de sacerdotes, es un
un modelo de sacerdote masculino, célibe, ilustrado y aliñado problema eclesiológico, que debe desarrollarse en y desde la
según las exigencias de nuestros seminarios? ¿Cómo configurar eclesiologia, y donde se juega el futuro de una estructura, un
los ministerios laicales, y cuál es la importancia que pueden o modelo, una imagen y una realización de Iglesia. Es, en fin, nues-
deben tener en la búsqueda de una respuesta a esta situación tra opinión que sólo desde una verdadera renovación y valoración
eclesial? ¿Cuáles son las funciones o servicios que pueden de- de los llamados «ministerios laicales», que conlleva una relativi-
sempeñar los seglares, y en qué relación se encuentran con las zación del actual modelo de presbítero, puede encontrarse un ca-
funciones presbiterales? ¿Podrá encontrar la Iglesia un camino mino de solución a las cuestiones que, por la indigencia de sacer-
verdadero de renovación, desde la renovación de sus ministerios? dotes, se plantean a la Iglesia y a las comunidades concretas.
El estudio que presentamos quiere ser, pues, una aportación
Los problemas son tan serios y profundos que puede caerse fundamentada y coherente de redescubrimiento de la identidad y
en la tentación de escamotear un serio planteamiento, sea por funciones de los diversos ministerios en la Iglesia, de manera
el miedo a la conmoción de unos modelos establecidos, o por la que se pueda prever una respuesta adecuada a una situación
incapacidad para nuevas soluciones, o por inseguridad ante res-
nueva, que viene a replantear, desde el hecho concreto de la falta
ponsabilidades distintas. No es que la jerarquía eclesiástica no
de sacerdotes, la misma estructura ministerial y la redistribución
haya abordado este problema (v.gr. Pablo VI, Conferencias Epis-
de funciones de la Iglesia.
copales de Francia, Alemania, Brasil...), sino que en nuestra opi-
nión no lo ha abordado con la radical profundidad que se merece, Dividiremos la obra en dos partes fundamentales: la desti-
ni ha puesto los medios eficaces para la solución que reclama. nada más expresamente al «ministerio sacerdotal», y la dedicada
Se recuerdan los problemas, pero no se aportan soluciones. Se más específicamente a los «ministerios laicales». Las dos partes
evoca la crisis, pero se minimiliza. Se enuncian principios, pero están íntimamente unidas, se complementan y exigen mutua-
no se sacan todas las consecuencias. En el fondo, se sigue pen- mente. No pretendemos agotar ni acotar todas las cuestiones
sando desde y para un modelo de sacerdote y de Iglesia que no que plantea el tema. Pero sí nos esforzaremos por destacar aque-
se atiene a romper los moldes del pasado, ni a afrontar radical- llos puntos más importantes en los que, a nuestro entender, se
mente las situaciones del presente, ni a proyectar con valentía decide el rostro y el futuro de los ministerios.
las soluciones del futuro. Y, sin embargo, la realidad sigue ur-
giendo a la búsqueda, porque (al menos en España) lo que tene- Esperamos así poder prestar un servicio, no sólo a los pas-
mos (todavía un número suficiente de sacerdotes] vamos a dejar tores y responsables de comunidades, que se interrogan sobre el
de tenerlo (en diez años habrá de un 40-50 % menos de sacerdo- futuro de los ministerios actuales y sobre la posibilidad de los
tes en edad «laboral»), y lo que esperamos (muchas comunida- ministerios nuevos, sino también a aquellos cristianos conscien-
des sin sacerdote) vamos a comenzar pronto a vivirlo (las con- tes y responsables, que se sienten inquietos por la ausencia de
secuencias se están ya percibiendo). sacerdotes, y no saben cuál será el porvenir de sus comunida-
des. El determinar, o al menos el intuir, los caminos que debemos
Es en este contexto donde situamos el objetivo de nuestra recorrer y las metas que hay que alcanzar, puede ser una ayuda
obra. Trata de ofrecer elementos para una respuesta al problema no despreciable en orden a ir preparando el futuro.
CAPITULO I

ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA

Antes de iniciar una reflexión teológica sobre los ministe-


rios, creemos necesario tomar conciencia de su situación en la
Iglesia actual. Para ello ofrecemos un breve sondeo sociológico
a nivel general, que sintetiza los últimos datos por nosotros co-
nocidos, y nos lleva a percibir los contomos y repercusiones del
problema. Es preciso saber dónde estamos, para llegar a saber
hacia dónde debemos dirigirnos. La fenomenología sobre los mi-
nisterios eclesiales nos lleva a la ontología de los ministerios
de la Iglesia.

1. PRECISIÓN TERMINOLÓGICA

Permítasenos, ya en este primer momento, hacer algunas


precisiones terminológicas, con el fin de evitar posibles confu-
siones, y para permitir una mejor comprensión de nuestro len-
guaje.

a) Servicio:
Es la tarea a realizar por el cristiano, en fidelidad al Evange-
lio, y para la edificación de la comunidad, crecimiento de la vida
cristiana y extensión de la salvación. La comunidad cristiana más
que tener servicios, es servicialmente. Sin embargo, pueden se-
ñalarse como servicios más importantes el de la Palabra, el del
culto y el de la caridad. Los servicios se ejercen de formas va-
riadas, y abarcan diversidad de funciones, de las que surgen
18 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 19

los distintos ministerios y variedad de figuras ministeriales'. c) «Ministerio sacerdotal»:


Cuando hablamos de «servicios» nos referimos, pues, a las ta-
reas del cristiano, en cuanto realizadas sobre todo para el bien En nuestra exposición hablamos de «ministerio sacerdotal»
de los demás, y en vistas a la edificación de la comunidad. Todo y de «ministerios laicales». Aunque la terminología no sea uni-
ministerio es un servicio, aunque no todo servicio es un minis- forme en todos los escritores y se perciba una cierta evolución
terio. semántica, debemos indicar la razón por la que la empleamos.
Preferimos hablar de "ministerio sacerdotal» y no de "sacerdo-
cio ministerial», porque siendo el ministerio común a otros ser-
b) Ministerio: vicios (v.gr. ministerio del lectorado), no lo es tanto lo «sacer-
En sentido amplio designa la misión global de la Iglesia (con- dotal» en cuanto cultural-ritual (v.gr. ministerio de la Palabra).
tinuadora de la obra de Cristo), los servicios fundamentales de Es verdad que todos participamos del «sacerdocio común» y que
esta misión (ministerio de ia Palabra, del culto, de la caridad), el puede ser lícito el contraponerlo al «sacerdocio ministerial» de
ejercicio espontáneo u ocasional por un cristiano de una de las los ordenados. Con todo, nos parece más exacto hablar de «mi-
funciones correspondientes a tales ministerios (ministerio de la nisterio sacerdotal», ya que es lo sacerdotal cultual lo que más
acogida, de la catequesis...). Mientras hasta ahora la palabra «mi- bien especifica el ministerio en general, y no al revés. Siempre
nisterio» se usaba sobre todo en singular, y se refería casi ex- que hablemos del «ministerio sacerdotal» nos referimos, por
clusivamente a la función del «sacerdote» en cuanto investido tanto, al ministerio «ordenado» de los presbíteros y obispos. Po-
de un cargo y consagrado por una ordenación, ahora suele em- dría discutirse si no sería mejor hablar de «ministerio presbite-
plearse también en plural («ministerios») y se refiere a la va- ral», evitando así las dificultades del término «sacerdotal», pero
riedad de servicios y funciones dentro de la Iglesia. Con todo, entonces dejaríamos fuera de nuestro campo a los obispos. Por
hay que notar que, en un sentido más teológico, se usa «minis- ello preferimos la expresión primera 3 .
terio» 2 :
— Para indicar servicios precisos, de importancia para toda d) «Ministerios laicales»:
la comunidad, que comportan una cierta responsabilidad, En cuanto a «ministerios laicales», si bien puede discutirse
son reconocidos por la Iglesia local y son relativamente el valor de la expresión, por lo dicho resulta inteligible y señala
estables. sin ambigüedades la realidad a que se refiere. Por supuesto, el
— Para señalar servicios que, además de implicar todo lo término «laical» lo empleamos como simple contraposición es-
anterior, en mayor o menor grado, suponen una cierta insti- pecificadora de ministerio en relación con «sacerdotal». Pero no
tucionalización de oficialidad y son asumidos en un acto li- en cuanto que suponga, ni la aceptación, ni la defensa del dua-
túrgico expresamente destinado para ello. Se les llama mi- lismo clásico entre «sacerdotes» y «laicos», a partir de una defi-
nisterios «instituidos». ciente comprensión del «sacerdocio» y del «laicado», y como si
el laico no participara también del «sacerdocio» y el sacerdote
— Para referirse a los servicios que, suponiendo todo lo an- no fuera también fundamentalmente un laico. Será necesario cier-
terior en un grado máximo, implican también la ordenación tamente prescindir de las connotaciones negativas que lleva al
sacramental y la cualificación de gracia que los distingue binomio «sacerdocio-laicado», explicando nuestra realidad desde
del resto de los ministerios. Se les llama ministerios «orde- el binomio «comunidad-ministerios» 4 . Pero tampoco esta termi-
nados» y son el episcopado, el presbiterado y el diaconado. nología indica todo lo que queremos decir, ya que ni la comuni-
dad es el sujeto de los ministerios, ni los ministerios son exclu-
(1) Cf. J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el sivos del sacerdote ni de los fieles. Tal vez la expresión más
Nuevo Testamento: en J. DELORME (ed.), El ministerio y los ministerios según
el Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid 1975, pp. 288-299. En adelante cita-
(3) Cf. DELORME, 289.
remos la obra con el nombre de Delorme.
(4) Cf. J. M. CASTILLO, Los ministerios en la Iglesia: de una valoración
(2) Cf. A. TURCK, Des ministéres pour quelle Eglise?: Communautés et
clerical a una instancia comunitaria, Sal Terrae 1 (1974), 13-14. Sobre el sen-
Liturgie 1 (1976), pp. 39-41; D. BOROBIO, Sobre el ministerio del catequista
tido de «laico» y sus variaciones, desde una crítica a la visión de Y. M. Con-
de confirmación y sus funciones dentro del proceso de iniciación cristiana: gar; cf. P. GUILMOT, Fin d'une Eglise clérlcale, Cerf, París, 1969, 215 ss.
Seminarios 71 (1979), 12-19.
20 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA .' I

exacta sería «ministerios de los fieles», con la connotación que sacerdocio de los fieles, ni la reducción de las funciones dol
tiene la palabra «fidelis» de cristiano creyente y perteneciente ministerio ordenado a su aspecto cultual-sacerdotal.
a la Iglesia, y evitando así el sentido peyorativo que pudiera te-
ner «laico», sin embargo, no se destacaría tanto la distinción con
el «ministerio sacerdotal», y tal vez no resultara tan claro y de-
2. EL MINISTERIO SACERDOTAL Y SU CRISIS ACTUAL
terminado su sentido, según indica la expresión «ministerios lai-
cales», ya común en nuestros días.
La Comisión Internacional de Teología escribía en 1970: «El
Vaticano II constató ya que en nuestra época el puesto de los
e) Sacerdote-presbítero: sacerdotes es cada vez más difícil, debido a los cambios pro-
fundos y rápidos que se verifican en la actual situación humana
Como es sabido, el Nuevo Testamento no habla de sacer- y pastoral. Pero, después del Concilio, la situación se ha agra-
dote sino refiriéndose a Cristo. Del pueblo de Dios se dice que vado de modo singular. Con razón se habla hoy de la crisis del
es un pueblo «sacerdotal», pues le corresponde un «sacerdocio sacerdocio. Crisis esta que se manifiesta en todas las regiones
real». Pero nunca se llama a nadie personalmente «sacerdote», del mundo, si bien las razones que la motivan son diferentes, y
aunque se le haya encomendado un ministerio. El término em- su intensidad y extensión son variables» 6 . Esta apreciación
pleado para designar a los ministros que han recibido la enco- de hace doce años, lejos de suavizarse, se ha recrudecido en la
mienda o investidura oficial para proclamar la palabra y presidir actualidad. Los hechos, las estadísticas, los datos sociológicos
la comunidad es el de «presbítero», y no el de «sacerdote» hablan por sí mismos, y sus consecuencias no dejan lugar a fá-
(cf. Epístolas pastorales). Hacia comienzos del siglo III comienza ciles optimismos. Teniendo en cuenta los límites y el objetivo
a extenderse la costumbre de llamar «sacerdote», tanto al «epis- de nuestro estudio, recogemos de forma sencilla algunos as-
copos» cuanto al «presbíteros», sin duda por una evolución que pectos y resultados más recientes y elocuentes al respecto.
condujo a poner el acento y concentrar el significado de los «mi-
nistros ordenados» en su función cultual-sacerdotal. Debido a la
preponderancia creciente de dicha función cultual-sacerdotal, a) Hechos y datos que interpelan:
dentro del conjunto de las tareas del ministro, se extenderá e
impondrá como nombre más común para denominarlo el término «Los sacerdotes abandonan»
«sacerdote»5. En verdad responderá más a la concepción neo-
testamentaria el 'hablar de «presbíteros» siempre que nos refi- Sigue siendo relativamente elevado el número de sacerdotes
ramos a los «ministros ordenados» que no son «obispos» ni que, con la secularización obtenida o sin ella, abandonan su mi-
«diáconos». Sin embargo, puesto que el lenguaje común no está nisterio, por causas diversas. Respecto a las secularizaciones se
familiarizado con la denominación de «presbítero», y ya que si pasó de 640 en 1964, a 2.263 en 19687. Solamente en España de
hablamos de «el sacerdote» o «los sacerdotes» todo el mundo 1975 a 1977 se secularizaron 845 sacerdotes 8 .
comprende exactamente los sujetos a que nos referimos, man-
tendremos las expresiones más comunes. Es evidente que esto (6) Rapport de la Commission Internationale de Theologie, Le ministére
sacerdotal, Cerf, París 1971, 11. Citaremos en adelante: Comisión Interna-
no indica, en nuestro caso, ni la defensa de un dualismo estruc- cional.
tural eclesial («sacerdotes» «laicos»), ni la minusvaloración del (7) Dato facilitado por el Servicio central de estadística del Vaticano
en 1970. Cf. Comisión Internacional, 12. Nos referiremos solamente a algu-
(5) Casi todos los autores que tratan del tema advierten esta evolución. nos datos sobre la Iglesia en Europa Occidental. Pero las estadísticas, con
Véase por ejemplo: J. COLSON, Ministre de JesúsChríst ou le sacerdoce de raras excepciones, confirman el mismo proceso en otras latitudes. En Amé-
l'Evangeile. Etude sur la condition sacerdotale des ministres chrétiéns dans rica Latina, por ejemplo en Brasil, de 1957 a 1973 el número de sacerdotes
l'Eglise primitive (Theologie Misterique 4), Beauchesne, París 1966. En ade- que abandonó el ministerio fue de 1.508, o sea, el 1 0 % más o menos del
lante COLSON. Especial referencia merecen, en todo lo que se refiere a esta total del clero del país. Así lo afirma el SECRETARIADO GENERAL DEL
cuestión, los estudios de T. VANHOYE, La structure litteraire de l'Epitre aux CELAM, Medellin, BAC, Madrid 1977, 157.
hebreux, Bruges 1962; ID., Testi del nuovo Testamento sul sacerdozio, Roma (8) F. KLOSTERMANN, Die Pastoralen Dienste heute, Veritas Verlag,
1976; ID., Prétres anciens. Prétre nouveau selon leNouveau Testament, Seuil, Linz-Wien-Passau, 1980, 335. V. SASTRE, Estructura generacional del clero es-
Paris 1980. pañol: Iglesia Viva, 91/92, (1981), 150.
22 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS 1 N LA 101 I MA 23

De modo general, y también por otras razones, el número de «Las parroquias quedan sin pastor»
sacerdotes ha disminuido en Europa en proporciones muy altas,
durante los últimos años. En Alemania, por ejemplo, había 14.600 Comienzan a ser cada vez más numerosas las parroquias y
sacerdotes diocesanos en 1950, y sólo llegaban a 11.423 en 19759. comunidades que en Europa Occidental, y en general en el mundo
En Francia eran 41.000 sacerdotes en 1966, y descendieron a entero, quedan sin sacerdotes (siendo que normalmente los tu-
32.000 en 1976 10. En España se pasó de 25.762 sacerdotes en vieron), y por tanto se ven privadas no sólo de su ayuda y ser-
1969 a 25.481 en 1971, y a 23.975 en 1976". vicio permanente, sino también de la celebración dominical de
la Eucaristía. Según los últimos datos estadísticos conocidos por
«Nadie quiere ser cura» nosotros 16 , en Francia había en 1977, 1.100 parroquias que cele-
Las vocaciones al sacerdocio, en proporción con los años braban su asamblea dominical sin sacerdote. Es posible que su
ante-conciliares, disminuyen de un modo creciente, de manera número haya ascendido actualmente a 1.700. Las diócesis que
que el número de los nuevos sacerdotes es totalmente insufi- cuentan con parroquias en esta situación son al menos 83 v.
cinte para cubrir los puestos vacantes y las necesidades pasto- En Alemania se percibe este mismo fenómeno, de forma
rales de las Iglesias locales. Algunos datos hablan por sí mis- especial en algunas Diócesis. Se prevé, por ejemplo, que la
mos. En Austria, mientras el número total de ordenados (sacer- Diócesis de Rotemburgo (2.112.000 católicos), en 1984 sólo ten-
dotes diocesanos y religiosos) era de 163 en 1966, en 1979 fue drá 661 sacerdotes dedicados a la pastoral parroquial, mientras
sólo de 46 12. En Alemania fueron ordenados 465 sacerdotes dio- que las parroquias serán 1.025. En Tréveris (1.958.000 católicos)
cesanos y religiosos en 1969, mientras en 1977 sólo se ordenaron pronto ocurrirá que sólo una de cada dos parroquias tendrá sacer-
209 13. En Francia se ordenaron en total 656 sacerdotes en 1965, dote. Del 31 de diciembre de 1959 al 31 de diciembre de 1975
mientras en 1976 sólo se ordenaron 136 14. En España descendió descendió el número de sacerdotes diocesanos de 1.185 a 873.
el número de los sacerdotes ordenados de 825 en 1961/62 a 231 Se calcula que para 1985 el número descenderá a 459, siendo el
en 1974/75. Y desde 1975 hasta 1977 se ordenaron 608 sacerdo- número de parroquias unas 1.00018. Datos semejantes arrojan
tes, mientras en el mismo tiempo hubo 845 secularizaciones. Y si otras diócesis alemanas como Limburgo, Regensburgo, Augsbur-
entre los años 1970-1977 los seminaristas mayores pasan de go... 19 .
3.622 a 1.746, las ordenaciones, que en 1970 eran 609, en los
años siguientes bajan a 200-2501S. Y lo mismo ocurre en otras naciones centroeuropeas, como
Austria y Suiza20. Es cierto que en otros países, como Holanda,
(9) F. KLOSTERMANN, Ibid., 46. Bélgica, Italia, España o Portugal... todavía no se plantea con la
(10) Ibid., 56. misma crudeza el problema de las parroquias sin sacerdote. Pe-
(11) Datos tomados de la Guía de la Iglesia de España, correspondiente ro si se tiene en cuenta la tendencia general señalada y el au-
a los años indicados. Aunque los datos no son todavía muy significativos,
parece percibirse una cierta «serenación» en las secularizaciones, en los dos
últimos años. español, 149-150. En España, también en la cuestión de vocaciones, si bien el
(12) F. KLOSTERMANN, 31. fenómeno no puede decirse que tenga entidad, parece percibirse un cierto re-
(13) Ibid., 47. En el Sínodo de Alemania de 1975 se describía así la si- torno de vocaciones que, en parte al menos, surgen de las pequeñas comu-
tuación: «En los últimos diez años se ha reducido a la mitad el número de nidades: neocatecumenados de Kiko Arguello, A.D.S.I.S. Así se constata, se-
candidatos al sacerdocio en toda Alemania. De ellos sólo un tercio llegarán gún información personal, de las últimas reuniones de rectores de seminario.
a ser ordenados sacerdotes, mientras otros muchos desean colaborar como (16) Cf. M. BRULIN, Assamblées dominicales en l'absence des prétres:
laicos en las tareas de la Iglesia, después de haber terminado sus estudios situation en France et enjeux pastoraux: LMD, 130 (1976), 80-113.
teológicos. El número de sacerdotes que abandonan... alcanza en alguna dió- (17) J. KERKHOFS, Sacerdotes y -parroquias'. Estudio estadístico: Con-
cesis la cifra de los nuevos ordenados. El envejecimiento de los sacerdotes cilium 153 (1980), 308.
que permanecen activos en su ministerio crece. En el curso de las próximas (18) J. KERKHOFS, Ibid., 308; F. KLOSTERMANN, 39-40.
décadas el número de sacerdotes activos en el ministerio llegará a ser apro- (19) F. KLOSTERMANN, 36-49.
ximadamente de un tercio del actual, alcanzando una media de edad de 65 (20) F. KLOSTERMANN, 11-35. 51-56; ID., Wir brauchen Priester, Linz
años más de la mitad. La pregunta sobre la falta de sacerdotes ha venido a 1977; P. ZULEHNER, Wie kommen wir aus der Krise? Kirchliche Statistick
ser una pregunta vital de la Iglesia». Véase: Synode 1 (1975), 57. Osterreichs 1945-1975 und ihre pastoralen Konsequenzen, Viena 1978; ID.,
(14) F. KLOSTERMANN, 56. Der Priestermangel und selne Folgen: en F. KLOSTERMANN (Ed.), Der Priester-
(15) Ibid., 60, 335. Cf. V. SASTRE, Estructura generacional de! clero mangel und seine Konsequenzen, Patmos, Dusseldorf 1977, 11-26.
24 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 25

mentó creciente de la edad media del clero, no es difícil prever han prestado25. Estos datos muestran hasta qué punto la evolu-
que pronto vamos a encontrarnos con idénticos problemas n . ción y el estado actual del clero, así como su futuro, coinciden
con lo señalado respecto a otros países europeos.
«Curas cada vez más viejos»
En efecto, uno de los datos más significativos es el crecien-
te envejecimiento del clero que, con ritmo más o menos acele-
rado, constituye un fenómeno general de la Iglesia universal, si
descontamos alguna rara excepción (v.gr. Polonia). En Alemania,
en las Diócesis de Friburgo y Rotemburgo, por ejemplo, la edad
media del clero entre los años 1975, 1985, 1995 va ascendiendo
de los 45 años de media, a los 55 y a los 65 respectivamente.
De manera que si hoy son alrededor del 25 % mayores de 65
años, en 1985 serán el 47 %, y en 1995 serán el 66 %, es decir,
que las dos terceras partes del clero serán mayores de 65 años 7l .
En Francia, en 1965 había 34.065 sacerdotes por debajo de
los 65 años; en 1975 sólo había por debajo de esta edad 27.131;
en 1985 según la previsión estadística habrá solamente 18.000;
y en 1995 únicamente serán 8.600 los sacerdotes que no supe-
ren la edad de los 65 años. Es decir, que en 1985 los sacerdotes
entre 30-34 años de edad serán de 2-4 % del total del clero; el
20 % tendrán entre 70-74 años; y el 8 % entre 80-84 años B .
En España, los datos no son muy diferentes a los indicados.
La pirámide de edades muestra un claro déficit estructural, un
perfil anómalo. A partir de los cincuenta años los efectivos son
cada vez menores. Los sacerdotes de menos de treinta años sólo
son el 3 % 100 del total, cuando deberían ser cinco o seis veces
más24.

Y entre nosotros, ¿qué ocurre?


Disponemos de algunos datos recientes sobre el estado del
clero en las diócesis vascas, y más en concreto sobre la dióce-
sis de Bilbao, que queremos ofrecer como primicia informativa,
y con el debido consentimiento de quienes amablemente nos los
(21) V. SASTRE, Estructura generacional del clero español, 145 ss.,
donde dice: «La Iglesia de nuestro país, hoy por hoy, es una de las mejor
dotadas de sacerdotes de toda la Iglesia universal (uno por cada 1.864 hab.)...
Pero añade: «Aunque en los próximos años se llegara a 2.000 ordenaciones
por año (no son previsibles más que 250) la mella de la crisis de ordenacio-
nes es ya suficientemente amplia para que pueda cubrirse. Ese vacío irrepa-
rable va a modificar la tónica general del clero español». (25) Estos datos proceden de un estudio encomendado por los Obispos
(22) P. M. ZULEHNER, Der Priestermangel.., 11-15. Pueden verse otros del País Vasco a Dn. Francisco Azcona, actualmente Director de la Oficina
datos en el libro citado de F. Klostermann. de Estadística y Sociología de la Iglesia en España. Los referentes a la dió-
(23) F. KLOSTERMANN, 59. cesis de Bilbao han sido completados con datos nuevos que nos han sido
(24) V. SASTRE, Estructura generacional del clero español, 147-149. proporcionados por el Secretariado Social del Obispado de Bilbao.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 27
26 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

SACERDOTES DIOCESANOS ORDENADOS EN ESTOS AÑOS

EVOLUCIÓN DEL NUMERO DE SACERDOTES


EN LAS DIÓCESIS (1954-1978 ) Años Pamplo- Bilbao San Se- Vitoria
na-T. bastián

1972 ... . 6 6 6 12
1973 ... . 5 6 5 3
1974 ... . 1 2 2 7
1975 ... . 4 5 0 12
1976 ... . 1 11 4 3
1977 ... . 2 6 1 0
TOTAL . 19 36 18 37

SECULARIZACIONES

Años Pamplo- Bilbao San Se- Vitoria TOTAL


na-T. bastián
• I I I I I I
1966 2 0 1 3
1950 1960 1970
1967 0 0 0 0
1968 5 3 1 9
1969 ... 0 7 6 13
1970 ... 7 4 8 1 20
Se da un descenso del N.° de sacerdotes, a partir del año 1967. 1971 .. 12 5 16 2 35
Ese descenso tiene características similares en las cuatro 1972 .. 9 5 11 5 30
diócesis. 1973 ... 13 7 12 2 34
El promedio anual, durante estos últimos años, ha sido: 1974 ... 16 6 9 10 41
• Pamplona, 26,6 sacerdotes menos al año. 1975 8 10 9 1 28
1976 ... 10 10 4 3 27
• Bilbao, 10,9 sacerdotes menos al año.
1977 ... 12 17 7 5 41
• San Sebastián, 11,4 sacerdotes menos al año.
TOTAL 94 74 84 29 281
• Vitoria, 10 sacerdotes menos al año.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 29
28 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

CANDIDATOS AL SACERDOCIO, CURSO 77-78


EDAD DE LOS SACERDOTES ño 1978)
Pamplona: Teología 10, Filosofía 5, total 15
Bilbao: Teología 36, Etapa Intermedia 21, total 57 *
PAMPLONA-T. BILBAO San Sebastián: Teología 11, Etapa Intermedia, 21, total . 32
Vitoria: Teología , Filosofía , total 36
Edad N.° Edad N.° En los años siguientes el n.° de candidatos para Bilbao es:
78-79: 51; 79-80: 44; 80-81: 36; 81-82: 37.
+ 80 32 + 80 40
76-80 30 76-80 58 SACERDOTES FUERA DE LA DIÓCESIS (febrero 1978)
71-85 66 71-75 41
66-70 90 66-70 75 Pamplona-T 124 14,25 % sobre el total de S.
61-65 68 61-65 83 Bilbao 68 8,77 % sobre el total de S.
56-60 63 56-60 56 San Sebastián 63 9,17 % sobre el total de S.
51-55 120 51-55 97 Vitoria 91 19,40 % sobre el total de S.
46-50 142 46-50 117 Podemos completar los datos anteriores respecto a la dió-
41-45 116 41-45 96 cesis de Bilbao con algunos todavía más recientes, que han sido
36-40 88 36-40 73 elaborados por el Secretariado Social del Obispado. El número de
31-35 53 31-35 35 sacerdotes ha descendido de 775 en 1978 a 682 el 1 de diciem-
— de 30 2 — de 30 11 bre de 1980. Las ordenaciones se han mantenido de modo esta-
ble: 6 fueron en 1977, 7 en 1978, 8 en 1979, y 3 en 1980. La edad
Edad media: 54,30 años Edad media: 56 años media del clero de Bilbao también ha crecido de 56 años de me-
dia en 1978 a 56,45 en 1980; y según las previsiones, el aumento
de la media será considerable para 1980. He aquí el cuadro que
nos ha sido proporcionado al respecto:

(1-12-80)
SAN SEBASTIAN VITORIA
EDADES 1980 1985 1990
Edad N.° Edad N.° 25-30 años 20 4 4
31-35 » 26 26 10
+ 80 24 •f 80 20 36-40 » 52 26 26
76-80 24 76-80 18 41-45 » 60 52 . 26
71-75 55 71-75 36 46-50 » 96 59 52
66-70 75 66-70 27 51-55 J» 103 95 58
61-65 69 61-65 32 56-60 * 54 102 93
56-60 67 56-60 35 61-65 » 75 53 101
51-55 60 51-55 37 66-70 1» 72 70 48
46-50 109 46-50 42 71-75 » 46 64 62
41-45 107 41-45 46 76 y más 78 75 90
46-40 62 36-40 42 Total 682 626 570
31-35 40 31-35 35
— de 30 7 •de 30 10 — Media de edad del clero diocesano:
1980 (56,45 años). 1985 (59 años). 1990 (61,35 años).
Edad media: 55,42 años Edad media: 54,46 años
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 31

b) Causas que explican:


Si esta es la situación, deben existir naturalmente unas cau-
sas que la explican. Señalamos algunas con brevedad.

A/o es simple la razón:

En relación con la disminución del clero digamos, en primer


lugar, que el «abandono del ministerio o la emigración hacia
otros lugares de actividad profanos» no pueden considerarse co-
mo fenómenos de una aventura, sino como manifestación de un
desequilibrio estructural en la sociedad cristiana. Como bien
dice J. Moingt, «pretender explicar el primer fenómeno por la
debilidad ante las tentaciones, y el segundo por la vergüenza de
ser puesto aparte del resto de los hombres, es inútilmente inju-
rioso, tanto para aquellos que permanecen en el ministerio cuan-
to para aquellos que lo abandonan... En la mayoría de los casos
un sacerdote no abandona el ministerio porque desea tener una
mujer. Se va sencillamente porque ha dejado de creer en aque-
llo que hacía. No se entrega a una función profana, por el deseo
de liberarse de la pesada carga pastoral, perdiéndose entre la
masa. Más bien busca emigrar hacia lugares más propicios para
un contacto más verdaderamente humano y evangélico»26.
De una manera más inmediata y directa, y de una manera
más general y última, creemos que pueden determinarse las si-
guientes causas27:
— El conocimiento de que su ordenación fue un error, ya
que su actividad pastoral ha constituido un permanente fra-
caso, una frustración continua, que bloqueaba la propia rea-
lización.
— El choque radical e insistente con unas estructuras de
Iglesia, que consideran trasnochadas, opresoras y antievan-
gélicas, y el deseo de liberarse de tales estructuras.
— El desánimo ante la indiferencia de un mundo materialis-

(26) J. MOINGT, Services et lieux d'Église: Etudes 6 (1979), 836.


¡27) Cf. S. BURGALASSf, C'é un domaní per ¡I prete?, Mondadori, Roma
1968; COMISIÓN INTERNACIONAL, 12-13; J. M. ABAD, Aproximación a la
situación actual de los sacerdotes: VARIOS, De dos en dos, Sigúeme, Sala-
manca 1980, pp. 27-69; F. URBINA, Hacia un replanteamiento actual de la
problemática del ministerio sacerdotal en la Iglesia católica: Iglesia Viva
91/92 (.1981), 7-28.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 33
32 MINISTERIO SACFRDOTAI MINISTERIOS LAICALES

— El reto de la secularización: Cuando se exalta el valor de


ta, y la incapacidad de superar dificultades como la incomu- lo humano, se idolatriza la grandeza del mundo, se super-
nicación con el mundo, la esterilidad del esfuerzo pastoral, valoran los bienes de la tierra, y el horizonte de la vida, apa-
la soledad humana, la indigencia económica y material. Todo rece como encerrado en un ensimismamiento del propio po-
lo cual lleva a buscar un trabajo más compensatorio en la der y posibilidades..., resulta más difícil despejar los cami-
sociedad, a protegerse con una seguridad económica y so- nos del Absoluto, entregar la vida a una tarea que vea más
cial, a fundar una familia como lugar de encuentro y reali- allá en lo material, empírico, y compaginar en justa dialéc-
zación. tica el servicio a Dios con el servicio a los hombres, la fe
— La incompatibilidad entre su forma de concebir el minis- con el rito, la vida con el culto, la Iglesia con el mundo. La
terio y la forma oficial del mismo; entre su concepción de Iglesia, sobre todo desde el Vaticano II, ha roto su aisla-
la fe y la concepción de la Iglesia institucional, entre su con- miento y ha tomado conciencia de su ser en el mundo y para
cepción de la vida cristiana y sus funciones ministeriales. el mundo, y se ha comprometido en un diálogo de colabora-
Cuando esta contradicción ha cristalizado y se ha hecho in- ción, reconciliación y salvación con el mundo. Pero esta
flexible, la permanencia resulta una contradicción y un su- opción teórica está todavía muy lejos de llegar a realizarse
frimiento. en la práctica, tanto por el mantenimiento de estructuras y
— El conflicto, insoportable para muchos, entre un modelo formas, cuanto por la insistencia de corrientes recesivas e
de sacerdote integrado totalmente en la vida del mundo y la involutivas, así como por la ruptura permanente, en una u
sociedad, comprometido en la transformación y la evangeli- otra área, del necesario equilibrio entre los valores huma-
zación («modelo secular»), y otro modo de sacerdote, enten- nos y los valores religiosos, entre la identidad y la apertura,
dido como el hombre del rito y del pasado, de la continuidad entre el compromiso y la fe... El sacerdote, que vive como
y de la memoria histórica («modelo sacral»). La tensión pro- nadie entre los polos de esta tensión, padece trágicamente
ducida entre la opción personal por un «modelo» y la impo- sus consecuencias. «He aquí, pues, el sacerdote evocado a
sición popular (el pueblo pide ritos de sacralización), am- elegir entre la ruptura y el conformismo. Si elige el com-
biental (los problemas obligan a salir de las sacristías), ofi- prometerse en los caminos de la secularización, aunque sea
cial (la Iglesia «condena en definitiva a ser magos»), por para descubrir nuevos modos de anuncio evangélico, se
otro, llega, en algunos casos, a ser tan insoportable que verá rechazado por aquello que conserva de personaje sa-
conduce a la «emigración» o al abandono. cral. Y si acepta seguir el juego de su personaje, quedándo-
se al servicio de las necesidades religiosas del pueblo, sea
— La entrega casi exclusiva a una función religioso-secular cual sea su buena voluntad y su creatividad evangélica, no
(denomínese promoción, liberación, evangelización) que lle- podrá evitar el preguntarse si no habría hecho mejor dedi-
va al compromiso de toda la vida, a la pérdida de interés cándose a otra cosa»29.
por las tareas ministeriales de la Palabra y el culto, a la
instrumentalización de lo religioso, a la búsqueda de unos — La crisis de la Iglesia: Es evidente que la crisis del sacer-
medios más eficaces que aquellos de que se dispone desde docio hay que interpretarla en el interior de la crisis más
el «status» clerical. Esto conduce a una apatía por el minis- general de la Iglesia. También la Iglesia padece las conse-
terio, y a una contradicción tan fuerte entre las funciones cuencias del reto de la secularización. Lo que en realidad
que el ministerio conlleva y los centros de interés que com- está en crisis, no es tanto la forma de ser del sacerdote,
prometen la vida, que prácticamente desemboca en el aban- cuanto la forma de ser y el mismo ser de la Iglesia, en cuan-
dono o «auto-marginación» ministerial. to Iglesia en y para el mundo. Es lógico que si la Iglesia no
Las raíces son más profundas: From Frustration to liberation? A tactual approach to ministries in the church:
Naturalmente, estas causas es preciso todavía enmarcarlas AA.VV., Minister?, Pastor?, Prophet?, SC de PRES LTD., London 1980, 5-21;
en el contexto de unos cambios más radicales de comprensión A. HOUTEPEN, Gospel, Church, Ministry. A theological diagnosis of present-day
problems in the ministry, lbid., 22-40.
del mundo y de la Iglesia, en el marco de unas raíces sociológi-
(29) J. MOINGT, Services et lieux d'Eglise, 837. Sobre algunos de es-
cas y eclesiológicas fundamentales M. Tales son: tos aspectos, véase lo que escribía ya O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, ¿Crisis
del seminario o crisis de sacerdotes?, Marova, Madrid 1967.
(28) COMISIÓN INTERNACIONAL, 16-21. Igualmente: JAN KERKHOFS,
34 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 35

encuentra el verdadero sentido y realización de su ser, corno se ha visto modificada por la nueva imagen que propone el
ser-para-los-demás, en el cumplimiento de la misión que Cris- Vaticano II (ministerio sacerdotal se explica en relación con
to le ha encomendado, y en respuesta a las cuestiones y ne- el sacerdocio universal, comparte la responsabilidad con los
cesidades de los hombres, tampoco podrá encontrarlo el fieles, exige una actitud colegial, no se limita a las funcio-
sacerdote. En este momento de recomposición de estructu- nes sacramentales, se entiende no como ejercicio de un po-
ras y funciones eclesiales, de exigencias de corresponsabi- der, sino como servicio, está comprometido en las tareas de
lidad, y de reivindicación de los derechos olvidados de los construcción del mundo). «Una concepción de sacerdocio
fieles, la Iglesia no puede por menos de conmoverse e inte- estática, dominante e individualista, ha venido a ser sustitui-
rrogarse sobre su propia identidad, sobre la manera mejor do por otra concepción de sacerdocio dinámico y multifor-
de adecuar su misión y medios, contenido y forma, Evan- me, en clave de servicio y de colegialidad» 31.
gelio y fe, rito y vida.
Hay que decir, sin embargo, que si ésta es la concepción, no
No es extraño, por tanto, que también los sacerdotes sufran siempre es ésta la realidad. Ni ha sido superado por todos el
las consecuencias de esta crisis, viéndose inmersos en un modelo de sacerdote tradicional, ni ha sido asumida por to-
mundo de preguntas, que les lleva a revisar su sistema de dos la nueva imagen de sacerdote. Los planos se confunden
valores y sus medios de actuación, sus contenidos evangeli- y superponen. Mientras la jerarquía parece empeñada en per-
zadores y sus estructuras pastorales, su identificación con petuar el «cuerpo sacerdotal» a partir de un único modelo de
las estructuras de la Iglesia, sus prioridades de dedicación sacerdote, los teólogos discuten sobre la necesidad de mo-
y acción pastoral. Pensamos que esta crisis, que en cierta delos nuevos32. Si por un lado se insiste en un estado sacer-
medida ha llegado a una sedimentación en los últimos años, dotal jerarquizado, que de algún modo se impone a la comu-
va a entrar en una nueva fase, sobre todo por la disminución nidad, por otro se acentúa una doctrina del ministerio desde
del clero y por la conmoción de estructuras y funciones que el criterio de la comunidad. Esto refleja el «entre-dos» en que
influirá, dando origen a un nuevo modelo de Iglesia. se encuentran muchos sacerdotes urgidos, por otro lado,
— El conflicto de la identidad: De la crisis nace el conflicto desde la realidad, a comportamientos, a veces, contradicto-
de la identidad, tanto para la Iglesia cuanto para el sacerdo- rios. No se sabe si elegir entre el modelo impuesto o el mo-
te. «Si la prueba actual por la que atraviesa el sacerdote es delo necesario. No se es libre para ejercer el ministerio co-
una crisis de identidad, ello indica que se trata de una crisis mo se desearía, sujeto como se está a un «sistema ministe-
de identidad de la Iglesia entera» 30. La imagen tradicional rial» determinado. Los cambios de formas externas, de acti-
de sacerdote heredada del Concilio de Trento (puesto privi- vidad, de lenguaje, de forma de presencia en el mundo, no
legiado en la comunidad, función de administrar los sacra- han logrado, ni disipar el malestar de los sacerdotes, ni re-
mentos sobre todo Eucaristía y Penitencia, responsable de solver su crisis de identidad. Muchos siguen preguntándose
la salvaguarda de la «verdadera e inalterable doctrina», de- si son más ministros del Evangelio que ministros de un sis-
fensor de la disciplina y las costumbres de la Iglesia, me-
diador como «alter Ohristus» entre la comunidad y Cristo) O í ) Ibid., 17-18. Cobo bien dice F. URBINA, o c , 17-20: en el fondo,
la razón última de la crisis de identidad estaba en el desfase eclesial que
(30) COMISIÓN INTERNACIONAL, 16. A pesar de que se siente cierto había mantenido un modelo de sacerdocio válido para el barroco, inválido
cansancio en atribuir casi todos los conflictos del clero a la «crisis de iden- para el mundo moderno... La crisis del sacerdocio es un momento de desin-
tidad», no cabe duda de que ésta es una raíz fundamental del problema. Como tegración o destructuración de la forma, tipo, estructura o modelo anterior
bien se ha notado parece haber hoy un cierto deslizamiento de la cuestión de sacerdocio ministerial, que podemos llamar también «figura histórica».
respecto a los años anteriores. Si hace diez años la pregunta era: «sacerdo- Pero para reestructurarse, renovarse, hacia una forma, modelo o figura his-
tes, ¿para quién? (cf. A. BRUNOT, Curas ¿para qué?, Marova, Madrid 1969; tórica nueva.
K. RAHNER, Sacerdotes ¿para qué?, Paulinas, Madrid 1970; H. KÜNG, Sacer- (32) Cf. J. M. CASTILLO, Los ministerios en la Iglesia, 12; Ch. DU-
dotes, ¿para qué?, Herder, Barcelona 1972), hoy aceptada la función insusti- QUOC, Theologie de l'Église et crise du minlstére: Etudes 1 (1979), 101-104. La
tuible del presbítero, la cuestión es: «Sacerdotes, sí, pero ¿cómo?» (J. MAR- crítica que hace el autor a los planteamientos de la jerarquía francesa, y la
TIN ABAD, Aproximación a la situación actual de los sacerdotes: VARIOS, respuesta que motivó por parte de un obispo significativo como E. MARCUS
De dos en dos, Sigúeme, Salamanca 1980, pp. 32-33). O con otras palabras: ('L'appel ou presbyteres': Etudes 3 (1979), 415-425), es una clara manifesta-
Sacerdotes, sí, pero ¿qué tipo de sacerdotes?». ción de este doble planteamiento.
36 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 37

tema, si su ministerio pastoral y sus prioridades de actua- vocadores. No hay quien responda, porque tampoco hay
ción responden al ideal; si esta forma posconciliar de ser quien llame M .
sacerdote responde a las urgencias de las comunidades; si — La falta de aprecio por la misión del sacerdote en las
en el futuro va a haber quien continúe la tarea y ningún es- mismas familias, y el miedo de los mismos padres a la po-
fuerzo va a ser reducido a la inutilidad. sible vocación de sus hijos al sacerdocio, oponiéndose a ello,
a veces, con toda dureza.
El miedo por la aventura:
— La imagen negativa que muchos jóvenes tienen del sacer-
Hemos dicho que el número de sacerdotes disminuye, no só- dote, a quien se le considera como un hombre inadaptado y
lo porque se van los que son, sino también porque no vienen los poco libre, cuya labor difícilmente se comprende, y cuyo
que querrían ser. La ausencia de vocaciones y la escasez de se- estado celibatario fácilmente se rechaza. Si a esta imagen
minaristas también tienen sus causas, como son: del ambiente añadimos, en algunos casos, la visión negativa
— La influencia de un mundo secularizado y secularizador, del seminario que dan los mismos sacerdotes, cuando no las
que reduce al hombre a un ser unidimensional, y ahoga la palabras de desánimo que pronuncian, se comprende la reac-
instancia del Absoluto, condiciona la sensibilidad religiosa, ción de los jóvenes 35 .
y eclipsa el sentido del ministerio sacerdotal.
Sin duda, se podrían señalar otras muchas razones, como el
— La actitud crítica de los jóvenes respecto a las institu- ejemplo negativo de algunos sacerdotes, su decreciente influen-
ciones sociales y eclesiales, respecto a la moral y las for- cia y rol en la sociedad, la precariedad de su situación económi-
mas religiosas de la Iglesia, a la que se identifica como el ca, la atmósfera poco estimulante de algunas parroquias36. Lo
baluarte del orden establecido y la tradición, personificados cierto es que a nuestros jóvenes les atrae bien poco la misión
de forma especial en los sacerdotes33. sacerdotal, el estilo de vida del sacerdote, y los medios y formas
— El predominio de un ambiente materialista y hedonista, de presencia en el mundo. Será preciso quizás que preceda una
que lleva a poner la máxima aspiración en los bienes 'huma- nueva experiencia de fraternidad y comunidad, o tal vez que se
nos, y en la felicidad que proporciona nuestra sociedad con- abra el camino hacia un nuevo tipo de sacerdote, para que sea
sumista, de manera que difícilmente se está dispuesto a la posible una respuesta a las necesidades del ministerio. En cual-
austeridad y la renuncia que supone la opción por el sacer- quier caso, por parte de algunos, ya se advierte que la experien-
docio. cia comunitaria, unida a una desabsolutización de los «valores»
que propugna la sociedad actual, así como a nuevos aspectos
— La polarización en los problemas y valores humanos, sea que sustenten la opción por el ministerio presbiteral... pueden
de carácter humanista, social o político, por motivos de jus- ser factores que ayuden a una renovación, siempre aceptada la
ticia, igualdad o libertad, que llega a ofrecérseles en mu- pluralidad de medios de acceso al sacerdocio36bis.
chos casos como campo suficiente para realizar sus aspira-
ciones más nobles, sin que vean necesaria una entrega en «Si es algo constitutivo de la Iglesia la existencia de minis-
el orden del sacerdocio. tros ordenados, ésta no puede quedar supeditada a la genero-
sidad de los jóvenes o al talante cultural de las generaciones.
— La incapacidad que se siente para asumir un compromiso
La Iglesia tiene derecho a proveerse por otro procedimiento» 37.
definitivo, que supone la aceptación del celibato, y el miedo
a arriesgar su vida en una aventura difícil para la que se
requiere una dosis de utopía e ilusión, poco común entre (34) Mons. ECHEGARAY, Le prétre, l'appelé appelant. Carta a los sacer-
la juventud actual. dotes enviada para el 16-4-78, en un documento del C.N.V. Cit. Ch. DU-
QUOC, Theologie de l'Eglise et crise du ministére, 101-102.
— La falta de interés de los mismos sacerdotes en susci- (35) Cf. F. KLOSTERMANN, 13-15.
tar vocaciones, en hacer explícita la llamada, en animar a (36) Ibid., 19, 24, 42, 52, 57.
quienes tendrían una disposición de acogida. En parte pue- (36 bis) Algunas observaciones al respecto en J. DE D. MARTIN VELAS-
de ser verdad que no hay convocados, porque no hay con- CO, Crisis de la condición sacramental del ministerio presbiteral. Notas para
un análisis de la situación: Phase 123 (1981), 255-262.
os) Ibid., 14. (37) J. M. CASTILLO, Los ministerios en la Iglesia, 13.
38 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA V)

El problema no es tanto cómo la Iglesia puede abastecerse de Vaticano <ll, sobre todo, se ha querido (aun sin conseguirlo siem-
ministros con el sistema vigente, o cómo puede reproducir el ac- pre) poner el acento en la función evangelizadora catequétlca,
tual modelo de sacerdote, sino cómo puede y debe responder a buscando un reequilibrio de funciones. Debido a la falta de sacer-
las necesidades de la comunidad y el cumplimiento de los planes dotes, y a su carácter de «administrador de los sacramentos»,
salvadores de Dios sobre los hombres. que lo califica como el único que puede presidir la Eucaristía, ce-
lebrar la reconciliación y la Unción de los Enfermos, se corre
c) Consecuencias que urgen: hoy el peligro de concentrar la función del sacerdote en su as-
pecto sacramental-cultual. Los cambios por los que se llegaría a
La situación y las causas que hemos descrito tienen sin du- esto serían distintos hoy que ayer. Pero la consecuencia sería la
da consecuencias de gran importancia para la Iglesia y las co- misma, con el agravante de ir en contra de la concepción de la
munidades. Desde ellos podemos valorar la magnitud, la profun- misma Iglesia, y de las aspiraciones de los mismos sacerdotes.
didad y la trascendencia del problema. La falta de sacerdotes, Si nadie más que el sacerdote puede celebrar estos sacramentos,
quiérase o no, conmueve numerosos pilares del sistema ecle- y la demanda que antes se repartía entre diversos sacerdotes, se
sial M . concentra ahora en uno solo, es fácil deducir las consecuencias,
— La sobrecarga de trabajo pastoral: Si a la reducción de no sólo de dedicación, sino también psicológicas y de imagen
sacerdotes, unimos la multiplicación de tareas en la época pos- del mismo ministerio sacerdotal.
conciliar, y la todavía persistente concentración de responsabi-
lidades en el sacerdote, se comprenderá la sobrecarga de traba- — La crisis del «modelo» sacerdotal: Es evidente que si el
jo, la incapacidad de atención a todos los problemas, la necesi- sacerdote sigue siendo necesario para la comunidad, pero hay po-
dad de una nueva redistribución de funciones. Esto urge a una cos que quieran ser sacerdotes según el modelo actual, la Iglesia
planificación pastoral en la que las parroquias de un determina- tendrá que prever otros «modelos», para que las comunidades
do sector o territorio, dejen de ser «cotos cerrados», y se unan puedan crecer y vivir realizando en ellas la plenitud de funciones
para una dirección común (un párroco que dirige varias parro- que necesitan para su desarrollo. La ausencia de aspirantes al
quias), y según un plan pastoral coordinado, en el que pueden sacerdocio pone en cuestión la pervivencia de este modelo sacer-
colaborar algún(os) otro sacerdote, y sobre todo seglares. En dotal. Parece claro que los «sustitutos del sacerdote» («ersatz-
este caso, se verifican cambios importantes, debido a la falta de priester») no solucionan el problema, sino todo lo contrario, al pe-
sacerdotes: el sacerdote ya no está asignado a un territorio pas- dírseles que desempeñen funciones sacerdotales sin consagra-
toral fijo; la función del párroco viene a ser la de animación y ción sacerdotal, llevando a una pérdida de significado de la misma
coordinación, asumiendo el puesto de un «mini-obispo»; se con- ordenación, y a una ambivalencia personal que, a veces perjudica
mueve el clásico concepto de parroquia; los seglares pasan a a la misma comunidad. Se plantean, pues, otras posibilidades de
tener un puesto más importante. Pero hay que preguntarse: ¿en respuesta que rompen con el modelo sacerdotal vigente: sacer-
qué medida esta organización puede dar cumplida respuesta a dotes sin celibato o casados, ordenación de mujeres o mujeres
las necesidades de las comunidades? ¿Libera esto al sacerdote sacerdotes, laicos que, en determinadas condiciones, acceden al
de una sobrecarga pastoral, que pueda axfisiarle, si se sigue ministerio sacerdotal, ordenación de casados, sacerdotes «tem-
reservando todos los asuntos que hoy se juzgan de su compe- porales» como respuesta a una necesidad de la comunidad...
tencia? Y se estudian y discuten no pocas cuestiones al respecto: ¿En
qué medida va unida la decisión por el sacerdocio con la opción
— La concentración en lo cultual-sacerdotal: Las tres fun- por el celibato? ¿La ordenación de casados no encuentra acaso
ciones ministeriales de la Iglesia, del sacerdote y del cristiano, su apoyatura en una tradición de la Iglesia, y su exigencia en la
cada uno a su nivel, son la que corresponde al orden de la Pala- actual situación eclesial? ¿Puede defenderse que a las mujeres
bra, la que pertenece al orden del servicio en la caridad, y la que les está prohibido «por derecho divino» y en razón de su sexo,
se refiere al orden del culto. Durante muchos siglos el ministe- el acceso al sacerdocio y por tanto la posibilidad de participación
rio se ha centrado en la función sacerdotal-cultual. A partir del directa en el gobierno de la Iglesia? ¿Qué es más importante:
mantener a ultranza un modelo de «sacerdote» o hacer posible el
(38) Véase sobre todo: G. SCHMIDTCHEN, Zwischen kirche und Gesell-
cumplimiento de la misión de Cristo, atendiendo a las necesida-
schaft, Freiburg 1972; P. M. ZULEHNER, Der Priestermangel und selne Folgen,
l.c, 15-26; F. KLOSTERMANN, 11-94.
des vitales de la comunidad cristiana?
40 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA II

— El decrecimiento de la vida cristiana: En nuestras comu- sometida a unos mayores riesgos de privatización religiosa y do
nidades la vida cristiana tiene una «referencia sacerdotal», está pérdida de su conciencia eclesial. El sacerdote es para la comu-
orientada hacia la presencia y la actividad del sacerdote. Es ver- nidad, no sólo el «administrador» de los sacramentos o el «pro-
dad que ha llegado el tiempo de una cierta emancipación comuni- dicador» de la Palabra, es sobre todo el símbolo personal fio
taria. Pero esto no quita para que se siga constatando la impor- comunicación eclesial, el «personaje de relación», el «otro sig-
tancia del sacerdote, como el personaje central desde el que se nificante» 40 , desde el cual y por el cual se vive la comunión con
promueve, alimenta, expresa y madura la vida cristiana. El sacer- la Iglesia universal, la pertenencia a la Iglesia particular, y la
dote no lo es todo pero, por desgracia, sin él, a veces, no se participación en la vida de la Iglesia local o comunidad concreta.
manifiesta nada. Su actitud y su acción pueden ser estímulo o Parece claro que esta función no pueden realizarla con la misma
freno, pero son, en todo caso, decisivas. Pocos grupos esperan verdad los laicos, por muy cualificados que sean, si no son ver-
tanto de su «personaje social» como la comunidad cristiana de daderos sacerdotes ordenados (v.gr. caso del diácono). Cuando
su sacerdote. Será quizás el fruto de una monopolización histó- no se ha recibido el Sacramento del Orden y la encomienda de la
rica clerical de funciones, y también quizás el resultado de una Iglesia, siempre se actúa con una especie de «déficit» de com-
mayor necesidad del personaje para la expresión del misterio. En petencia y capacitación, de prestigio y de función, que recorta las
todo caso, el hecho es que allí donde no existe el sacerdote, hay posibilidades de respuesta a la comunidad (v.gr. no poder cele-
un número importante de funciones que quedan sin realizarse, brar la Eucaristía), y la riqueza significante de un símbolo-perso-
aun supuesta una normal participación de los laicos en las tareas naje de relación permanente y «autorizado».
de la comunidad. Tales son la «administración» de los sacramen-
tos, sobre todo la celebración de la Eucaristía, la predicación — La privación de la Eucaristía dominical: Siendo el
autorizada a la comunidad, e! encuentro personal con los fieles, sacerdote ordenado el único que puede presidir la celebración
la visita personal a los enfermos y las familias, la coordinación de la Eucaristía, es claro que allí donde haya una comunidad sin
de las diversas áreas de la misión en verdadera complementa- sacerdote, habrá una comunidad sin Eucaristía. Esto lleva a pre-
ción de dimensiones... Las estadísticas muestran con datos que guntarse sobre la necesidad de asamblea dominical; sobre las
allí donde no hay un sacerdote que anime, coordine y presida la formas sustitutivas de culto comunitario; sobre la capacidad «sa-
vida de la comunidad, se percibe un verdadero decrecimiento de cerdotal» de los laicos; sobre el sentido del «precepto» domini-
esta vida 39. cal; sobre el derecho de una comunidad a la Eucaristía; sobre la
posibilidad de vida verdaderamente comunitaria sin la comunión
— La pérdida de la conciencia eclesial: La vinculación y el en la Cena y el Cuerpo del Señor... No es éste el lugar para res-
sentimiento de pertenencia la Iglesia sufren de modo importan- ponder a todas estas cuestiones. Baste decir, por el momento,
te, cuando falta el personaje o el medio vinculativo específico que ni la responsabilización de diversos ministerios por parte
que la expresa. Ahora bien, no cabe duda que el «personaje» prin- de los laicos, ni la promoción de asambleas dominicales sin Eu-
cipal que cumple esta función es el sacerdote, y que los medios caristía, pueden considerarse como «sustitutivos» definitivos del
más significativos de esta función son los sacramentos. Como sacerdote o de la celebración eucarística. Por encima de todo
resulta que si falta el sacerdote faltan también los signos sacra- precepto de la Iglesia, la Eucaristía es un derecho y un deber de
mentales más importantes (Eucaristía-Penitencia), nos encontra- la comunidad cristiana; es el «culmen y la fuente», el centro vi-
mos con que la comunidad sin sacerdote se encuentra privada tal de existencia y consistencia, el lugar privilegiado e insusti-
de los elementos exteriores fundamentales de su eclesialidad, y tuible de expresión y realización de la comunidad. Podrá reunir-
se a diversas comunidades cercanas, 'habrá que revisar y adaptar
(39) Según los datos que ofrece P. M. ZULEHNER (I. c , p. 16-17) sobre el ritmo de celebración eucarísticas, y tal vez será necesario
la vida eclesial en parroquias con y sin sacerdote, en Karnten, entre los años pensar en un nuevo tipo de presidencia de la Eucaristía... Pero
1947-1974, resulta que la vida de relación con la comunidad desciende de un en cualquier caso, nunca será justo ni evangélico el dejar per-
48 % en la comunidad con sacerdote a un 30 % en la comunidad sin sacer- manentemente a una comunidad cristiana sin Eucaristía. La Eu-
dote; mientras el cumplimiento pascual es en el primer caso del 48 %, en el caristía es un elemento constitutivo e irrenunciable de la comu-
segundo del 3 2 % ; si las comuniones llegan a un 11 % en la primera pa-
rroquia, sólo alcanzan el 3 % en la segunda; y mientras el abandono de la
Iglesia se produce en el primer caso en un 5 , 2 % , en el segundo es en un (40) Cf. P. L. BERGER-T. LÜCKMANN, Die gesellschaftliche konstruktion
7,8%. der Wirklichkeit, Frankfurt 1969, 167 ss.
42 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 43

nidad. Cualquier otro tipo de celebración, por muy digna que sea, Estas y otras preguntas se agolpan a la conciencia de la
podrá considerarse como una respuesta necesaria a una situa- Iglesia ante el problema que se le echa encima. Nunca debiera
ción de «anormalidad», pero no como una solución definitiva a haber sucedido que, para suscitar y promover los ministerios
las normales necesidades de la comunidad. Si, por otra parte, laicales, haya que haber esperado a un grave eclipse del minis-
no se quiere que un número cada vez menor de sacerdotes cele- terio sacerdotal. Los ministerios laicales no son, ni la «pieza de
bre una cantidad cada vez mayor de Misas, como si fueran «má- recambio», ni el «parche de solución» a la crisis del clero. Son,
quinas eucarísticas», es evidente que la solución debe buscarse más bien, la condición esencial de una manifestación del ser de
en la línea de un nuevo modelo de ministerio sacerdotal 41 . la Iglesia, como pueblo de Dios, como comunidad responsable y
creyente. Lo que, en definitiva, plantea la falta de sacerdotes,
— La promoción de los ministerios laicales: En medio de no es la sustitución del modelo sacerdotal, sino la renovación
las muchas consecuencias negativas que acarrea la falta de del modelo de Iglesia. Una Iglesia donde los fieles sean recono-
sacerdotes, 'hay una consecuencia positiva, que quizás puede ser cidos con sus derechos y deberes, con su capacidad y responsa-
en el futuro la verdadera vía de solución a los problemas plan- bilidad, con su misión y sus tareas, con sus carismas y minis-
teados. Nos referimos a la necesaria promoción de los ministe- terios.
rios laicales, junto con la desclericalización de la comunidad, que
acarrea la carencia de sacerdotes, en parte por reacción com- Digamos ya, como conclusión de este apartado que, ante el
pensatoria y en parte como respuesta a la necesidad de una per- actual estado de cosas, la Iglesia se plantea una seria alterna-
vivencia de la misma comunidad cristiana. Por desgracia, viene tiva: o renovar y abrir los caminos hacia «nuevos modelos» de
a resultar, a veces, necesario el que «desaparezca el cura», para ministerio sacerdotal, o condenar a las comunidades a vivir sin
que aparezca la responsabilización de la comunidad. Quizás sea alguien que las presida en plenitud significante. Más aún, o la
verdad, también en este caso, que la comunidad «no aprecia Iglesia responde a los interrogantes que hoy plantea la realidad
lo que tiene, hasta que lo pierde», bien se deba esto a la mono- de los ministerios, o cae en la tentación de traicionar su misión
polización ministerial de los sacerdotes, o a la misma comodidad ministerial recibida del mismo Cristo. Si la Iglesia no puede
e indiferencia de la comunidad. Sea como sea, lo cierto es que abastecerse de ministros por el sistema vigente, tiene el deber
ante la falta de sacerdotes surge inevitablemente la pregunta: y el derecho de buscar otros medios adecuados para que en cada
¿Quién hace ahora lo que antes hacía el cura? ¿Cuáles son las comunidad haya los ministros necesarios, de manera que se pue-
tareas que puede asumir la comunidad? ¿Quién se responsabili- da anunciar adecuadamente la Palabra, y celebrar dignamente los
za de estas tareas y en qué condiciones? ¿En qué medida exigen sacramentos, y promover fraternalmente la caridad, cumpliendo
estas tareas una dedicación plena (cf. problema económico), o así la misión que Cristo le ha encomendado. Lo decíamos ya hace
pueden realizarse en «horas extraordinarias» al servicio de la co- algún tiempo: «la renovación de los ministerios es una de las
munidad? ¿No podría pensarse que, llegado un determinado mo- cuestiones más urgentes y decisivas que hoy se plantea en la
mento de experiencia, de madurez cristiana, de testimonio reco- Iglesia, ya que de estos ministerios depende, en alguna medida,
nocido, de probada responsabilidad... sería posible ordenar co- el cumplimiento de la misión que procede de Cristo, la pervi-
mo sacerdotes, para presidir la comunidad y la Eucaristía, a aque- vencia de la comunidad cristiana, la revitalización de su fe y la
llos laicos que se han venido preparando por el desempeño per- atención a sus necesidades internas y extemas, dentro del mun-
manente de un ministerio? ¿Acaso no sería lógico que aquellos do concreto en que vive e intenta crecer. Los ministerios son una
que han desempeñado el ministerio del «diaconado permanente», condición de posibilidad de asistencia y persistencia de la Iglesia
pudieran acceder, en las debidas condiciones y circunstancias al en el espacio y el tiempo; y la adecuada estructuración minis-
ministerio sacerdotal? ¿Qué relación existe entre el servicio a terial de la Iglesia es una condición de posibilidad del cumpli-
la unidad, la dirección de la comunidad y la presidencia de la miento de su misión en el mundo»42. Quién sabe si la crisis
Eucaristía? sacerdotal no debe considerarse como una verdadera oportuni-
dad («chance»), como una llamada de gracia, en orden a despe-
(41) Cf. sobre este punto, que volveremos a tratar con mayor profun-
didad, pueden verse los interesantes trabajos recogidos en el libro en cola- (42) D. BOROBIO, Sobre el ministerio del catequista de confirmación y
boración J. BLANK-P. HÜNERMANN-P. M. ZULEHNER, Das Recht der Gemeinde sus funciones dentro del proceso de la incitación cristiana: Seminarios 71
auf Eucharistie, Pauiinus-Verlag, Trier 1976. (1979), 11-44, p. 11.
44 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 45

jar el ministerio de sus elementos extraños, y a descubrir la Nuevo concepto de Iglesia:


pluralidad de ministerios, y a determinar la especificidad del
El Concilio Vaticano II ha venido a ser algo así como la llave
ministerio sacerdotal, y a renovar las mismas estructuras minis-
que nos ha abierto la puerta de tránsito de una eclesiología más
teriales de la Iglesia, desde la renovación de los ministerios
piramidal, jerárquica y monolítica, a otra eclesiología más parti-
en cada comunidad cristiana.
cipativa, comunitaria y abierta. La Iglesia como sociedad perfec-
ta, regida por el Papa y los Obispos, ha dejado un puesto a la
Iglesia como misterio y sacramento de salvación, compuesta por
3. LOS MINISTERIOS LAICALES Y SUS INTENTOS todo el pueblo de Dios. Más aún, lo primario ya no es la jerar-
DE RENOVACIÓN quía, sino el pueblo de Dios, como lo da a entender el significa-
tivo esquema seguido por la Lumen Gentium 44 . La jerarquía de-
Dado que nuestro objetivo es tratar, no sólo sobre el mi- berá entenderse, no como desde fuera y por encima del pueblo
nisterio sacerdotal, sino también sobre los ministerios laicales, de Dios, sino dentro del mismo y como expresión privilegiada
conviene que, antes de estudiar su fundamento, su sentido y su de la misión de servicio que Cristo ha encomendado a todo el
variedad, demos una visión panorámica sobre su situación actual pueblo de Dios. De este concepto de Iglesia nace, como es lógi-
en las comunidades, de modo que podamos partir de donde esta- co, una nueva conciencia de ser y estar en la Iglesia, un nuevo
mos, para encaminarnos hacia la meta a la que deberíamos llegar. sentido de pertenencia, una nueva configuración de la comuni-
Es un hecho que mientras la Iglesia se va quedando sin minis- dad. Las distancias entre la jerarquía y el pueblo, entre los que
tros, la misma Iglesia se va llenando de ministerios nuevos. mandan y los que obedecen, entre los que se dedican a las cosas
Mientras los seminarios quedan vacíos, fuera de ellos se desa- de Dios y los que se entregan a los asuntos de los hombres...
rrolla un nuevo tipo de vocación. Mientras las parroquias quedan tienden al menos a reducirse. El «coto» ya no es tan privado,
sin pastores, las pequeñas comunidades eclesiales se llenan de se tiene conciencia de que pertenece a todos.
servicios y ministerios y reclaman un nuevo tipo de ministro 43 .
Muchas comunidades entre nosotros presentan una imagen nue- Los ministerios en la comunidad primitiva:
va por el relieve y la importancia creciente que en ellas están to-
mando los ministerios laicales. El grado de dedicación, el nivel En los tiempos precedentes y siguientes al Vaticano II se han
de responsabilidad, el área de ejercicio de los diversos ministe- intensificado y multiplicado los estudios exegéticos y teológicos
rios es diverso según los lugares, las situaciones, los servicios sobre los ministerios en el Nuevo Testamento'15. Creemos que
que se pretenden cubrir. Pero no cabe duda que, aquí y allá, en uno de los resultados más importantes de esta investigación ha
una u otra medida proliferan ministerios laicales, que desempe- sido la valoración de los ministerios laicales. La comunidad pri-
ñan funciones en otro tiempo clericalizadas o sacralizadas, y por mitiva se estructura sobre la unidad y diversidad de ministerios.
tanto, reservadas a quien tenía el «poder sacerdotal». Uno mismo es el Espíritu que prolonga históricamente el «servi-
cio» de Cristo, unificando a la Iglesia en una misma misión día-
cónica, y diversificando esta misión en multiplicidad de dones y
a) Razones de un despertar de los ministerios laicales: carismas, que comportan pluralidad de ministerios, para el bien
común de la comunidad y la edificación de la Iglesia (cf. 1 Co 12).
¿A qué se debe este resurgir de los ministerios laicales?
¿Qué ha cambiado para que sea posible el ejercicio de unas fun- (44) Recuérdese, como indican todos los autores, que en dicho docu-
ciones, antes reservadas en «exclusividad» al clero? ¿Por qué mento se trata en primer lugar del «misterio de la Iglesia» (n. 1-8), después
la disponibilidad y participación actual de los laicos va rompien- de la Iglesia como «pueblo de Dios» (n. 9-17), y a continuación de la «consti-
do la indiferencia e inactividad de otros tiempos? Sin pretender tución jerárquica de la Iglesia» (n. 11-12).
decir ni explicar todas las razones, señalaremos las que nos (45) Estudiaremos después el tema con más detención. Puede verse un
parecen más importantes. excelente estudio del estado actual de la investigación (hasta 1973) en la vi-
sión biliográfica y documentado trabajo de A. LEMAIRE, Les ministéres dans
la recherche neo-testamentaire. Etat de la question: LMD 115 (1973), 30-60.
(43) Cf. R. LAURENTIN, La crisis actual de los ministerios a la luz del Igualmente M. HOUDUK, Reciente disensión sobre los fundamentos neotesta-
Nuevo Testamento: Concilium 80 (1972), 449. mentarios del ministerio sacerdotal: Concilium 80 (1972), 573-583.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA 10II SI A 47
46 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

Desde esta misión fundamental y esta tarea se entiende el sacer- recinto hacia el mundo, los laicos son movilizados para asumir
docio y la «jerarquía» en la Iglesia primera. A pesar de que, in- tareas de los sacerdotes... Todo indica que cuando el sacerdote
cluso en el N. T. aparecen diversos «modelos de Iglesia» y distin- viene a ser un nuevo «laico», y cuando el laico viene a ser un
ta estructuración ministerial según las Iglesias (v.gr. la Iglesia nuevo «ministro», se está autorizado a pensar que la distinción
de Corinto, la Iglesia de Jerusalén, la Iglesia de las cartas Pasto- rígida entre laico-sacerdote ya no expresa de modo adecuado la
rales), se tiende a no ver oposición entre ministerio y ministe- estructura del pueblo de Dios» 48 . No es que los laicos quieran
rios, entre carisma e institución, entre participación «desde aba- «arrebatar», repartir o rechazar la «autoridad» y el puesto que
jo» y ordenación «desde arriba». En cualquier caso, creemos que compete a los sacerdotes. Lo que desean es que se abandone
todo ello ha contribuido a la renovación de los ministerios laica- todo tipo de «dictadura» en la Iglesia, que se les considere como
les en la Iglesia actual. «mayores de edad», que se deje de utilizarlos como simples
«ayudantes» o «auxiliares» del clero, que se creen espacios ade-
Exigencias de participación y responsabilización: cuados para el ejercicio de su misión de modo responsable, que
puedan participar en aquellos organismos de dirección donde se
La exigencia de participación y responsabilización en la vida decide el futuro de la Iglesia y de la comunidad cristiana 49 Y
eclesial se manifiesta por dos conductos: la doctrina del Vatica- todo esto, naturalmente, implica una renovación de las estructu-
no II, y la que podemos llamar «reivindicación de los laicos». ras ministeriales de la Iglesia y un nuevo resurgir de los minis-
El Vaticano II ha formulado los principios exigitivos de una co- terios laicales.
munidad activa y responsable, en la que todos los miembros es-
tán llamados a participar, por el Bautismo y la Confirmación, en
la misión y tareas de edificación de la Iglesia, según la capaci- Reconocimiento oficial de los ministerios laicales:
dad, la disposición y el carisma de cada uno 46 . El reconocimiento Otra razón del resurgir de los ministerios laicales es su re-
de este «derecho y deber»47 de todos los miembros del pueblo conocimieto oficial por parte de la Iglesia, sobre todo desde el
de Dios ha llevado a una nueva concienciación de los fieles y a Vaticano II. El mismo Concilio en la Lumen Gentium, después de
una real promoción de los servicios y ministerios que les com- tratar de la constitución jerárquica de la Iglesia (n. 24-27), se
peten dentro de la comunidad cristiana. Pero no es esto todo: refiere a la función que desempeñan otros ministerios que, junto
a la exigencia de la Iglesia ha venido a sumarse la «reivindica- con el ministerio jerárquico, contribuyen a la edificación de la
ción» del pueblo que, influenciado por la nueva mentalidad de- misma Iglesia (n. 30-38). La palabra «ministerio» no se reduce en
mocrática y sensibilidad social-participativa, reclamaba un nuevo el conjunto de los documentos del Concilio a los «ministerios
«estatuto» para su ser, estar y actuar en la Iglesia. Una vez rotas ordenados» (obispo, sacerdote, diácono), sino que se aplica tam-
las barreras que separaban a la Iglesia del mundo, lo espiritual bién a otros servicios, como el del catequista: «Para la plantación
de lo material, lo sagrado de lo profano, los laicos van teniendo de la Iglesia y el desarrollo de la comunidad cristiana son nece-
acceso a tareas y funciones que en otro tiempo se consideraron sarios varios ministerios que, suscitados por vocación divina del
reducto o prerrogativa del clero. Ya no se consideran como res- seno mismo de la congregación de los fieles, todos deben favore-
ponsables solamente del mundo, sino también de la edificación cer y cultivar diligentemente; entre tales ministerios se cuentan
de la Iglesia, de su imagen, estructuras y ministerios. Se da un las funciones de los sacerdotes, de los diáconos, de los cate-
«curioso entre-cruzado»: mientras los sacerdotes salen de su quistas y de la Acción Católica» 50 . Si, por una parte, se exige que
toda comunidad cristiana se establezca desde el principio de
(46) Cf. VATICANO II: LG 9-12.30-38. Recordamos lo que se dice en el modo que sea «capaz de satisfacer sus propias necesidades», y
n. 33: «Los laicos congregados en el pueblo de Dios y constituidos en un de ejercitar las «funciones sacerdotal-profética y real que Cristo
solo cuerpo de Cristo bajo una sola Cabeza, cualquiera que sean, están lla-
mados a fuer de miembros vivos, a procurar el crecimiento de la Iglesia y
su perenne santificación con todas sus fuerzas, recibidas por beneficio del (48) H. DENIS, Ministres du cuite ou ministres de l'Evangile?: LMD 115
Creador y gracia del Redentor. El apostolado de los laicos es la participación (1973), 143.
en la misma misión salvífica de la Iglesia. A este apostolado todos están lla- (49) Cf. J. MOINGT, Services et lleux d'Église. I. La traversée des fron-
mados por el mismo Señor en razón del Bautismo y de la Confirmación». tieres: Etudes 6 (1979), 840-844.
(47) Ibid., SC 14. Lo mismo en la Ordenación General del Misal Ro- (50) AG 15. La importancia del «ministerio» del catequista la manifiesta
mano, n. 3. al dedicar un número completo a su formación: Ibid. 17.
48 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 49

le ha encomendado»51; por otra se dirá que la «congregación de nocimiento oficial por parte de la Iglesia sea una razón decisiva
los fieles... se ve dotada de los ministerios e instituciones nece- para la renovación de que hablamos.
sarias, cuales son: sacerdotes, religiosos y seglares»52. Es,
pues, evidente que para el Concilio la Iglesia universal, la parti-
cular y la local-concreta se entienden como una comunidad que, Multiplicación de funciones y necesidades:
para cumplir su misión y sus funciones, necesita de diversos mi-
Al fenómeno señalado de la disminución de sacerdotes, se
nisterios, los cuales deben ser asumidos, a distinto nivel, por los
ha unido, en los últimos tiempos, el de la multiplicación de las
miembros de dicha comunidad, la mayoría de los cuales son lai- funciones, lo cual ha generado un considerable incremento de
cos o seglares. necesidades. Si por una parte el clero comprendió que su función
Después del Vaticano II, el Motu Proprio «Ministeria Quae- no se reducía a la sacerdotal-cultual, por otra, los laicos enten-
dam»53 reconoció oficialmente como ministerios laicales insti- dieron que su vida cristiana tampoco se limitaba al cumplimien-
tuidos el «lectorado» y el «acolitado». Pablo VI, en la Exhortación to con unas tradiciones y unos ritos cristianos. Junto a esto, y en
parte por ello mismo, la Iglesia tomó conciencia de ser una Igle-
Apostólica «Evangelii Nuntiandi»54 decía expresamente que «los
sia misionera, no sólo «ad extra» sino también «ad intra». Una
seglares también pueden sentirse llamados a colaborar con sus
Iglesia que no sólo tenía que bautizar a los convertidos, sino
pastores en el servicio de la comunidad eclesial, para el creci- también convertir a los bautizados. En una palabra, la Iglesia
miento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy diversos, pasó de ser «Iglesia de cristiandad» a ser «Iglesia de misión».
según la gracia y los carismas que el Señor quiera conceder- Esto condujo, sin duda, a una multiplicación de funciones, pues
les» 55 . Y entre estos ministerios enumera: «los catequistas, ani- ya no bastaba con enviar misioneros a otras tierras, era preciso
madores de la oración y el canto, cristianos consagrados al ser- convertir a la misma comunidad en misionera. Ni era suficiente
vicio de la Palabra de Dios o de la asistencia a los hermanos ne- con catequizar a los niños, se requería también catequizar a los
cesitados, jefes de pequeñas comunidades, responsables de mo- adultos. Ni se daba respuesta a la exigencia de la fe con celebrar-
vimientos apostólicos u otros responsables»36. En los últimos la, era necesario dar testimonio de ella en la transformación del
años, diversas Conferencias Episcopales y numerosos obispos, mundo. Por tanto, el horizonte y las funciones se multiplicaban
se han ocupado del tema, orientando y urgiendo a una promoción doblemente: hacia afuera, por una inserción en las tareas secu-
de los ministerios laicales 57 . Es natural, por tanto, que este reco- lares y mundanas; y hacia adentro, por una conciencia de la ne-
cesidad de evangelización eclesial interna. Ahora bien, la res-
puesta adecuada a estas funciones y necesidades sólo puede ve-
(51) AG 15. nir por una distribución y responsabilización comunitaria de las
(52) AG 19. mismas, según el carisma de cada uno de sus miembros. Un
(53) Fue publicado por Pablo VI, el 15 de agosto de 1972, y en él se sacerdote que pretenda «hacer todo» en la comunidad, no sólo
revisan las antiguas «órdenes menores», algunas de las cuales desaparecen,
no ha entendido lo que es la comunidad, sino que se está aho-
mientras otras recuperan su originario carácter laical. Volveremos sobre el
tema en otro momento. Véase el texto en Ecclesia 2 (1972), 1.365-1.367.
gando en su propia limitación, y está obstaculizando el cumpli-
(54) El documento recoge los resultados del Sínodo de Obispos de 1974 miento de las funciones que se le plantean. La ¡nter-conexión de
sobre la Evangelización. Fue publicado en 1975. Cf La evangelización del funciones, la encomienda y la responsabilización por parte de los
mundo contemporáneo (Evangelii Nuntiandi), PPC, Madrid, 1975. seglares debe entenderse como una necesidad vital de creci-
(55) Ibid., n. 73, p. 64. miento de la comunidad, no una «cesión» obligada de los sacer-
(56) ¡Ibid., n. 73, p. 65. dotes. Los celos de no pocos sacerdotes ante la extensión y el
(57) Ciñéndonos sólo a las Conferencias Episcopales del mundo occi- desempeño de funciones que tocan el poder religioso o rozan el
dental, recordemos tres documentos importantes: CONFERENCIA EPISCO- umbral de lo sagrado, por parte de los laicos (v.gr. ministro
PAL FRANCESA, Tous responsables dans l'Eglise? Le mlnistére presbiteral extraordinario de la comunión, predicación...), se comprenden
dans une Eglise toute entiére «ministérielle». Centurión, París 1975 (trad. es- difícilmente desde una concepción de Iglesia como la indicada58.
pañola, Sal Terrae 1975); CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Grundsátze
zur Ordnung der pastoralen Dienste, el 8 de marzo de 1977; CONFERENCIA
EPISCOPAL ITALIANA, / Ministeri nella Chiesa. Documento pastorale: Noti-
ziario CEI, n. 8 (1973), 157-168. Cf. W. RUSP1, / ministeri istituiti nella inter- (58) Cf. J. MOINGT, Services et lieux d'Eglise, 840-841.
pretazione di alcune Chiese locall: Rivista Litúrgica 5 (1976), 629-640.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 51
50 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

la Penitencia60. Puede decirse que, por lo general, en América


b) Ministerios laicales más frecuentes en las comunidades: Latina la mujer desempeña ministerios importantes. Así actúan
Al principio de este apartado dábamos por sentado el hecho «como ministros extraordinarios de la Palabra y la Eucaristía. En
de una renovación y multiplicación de los ministerios laicales. algunas diócesis están personalmente a cargo de zonas y parro-
Queremos indicar ahora cuáles son, en concreto, los ministe- quias donde no ¡hay sacerdotes. En movimientos especializados,
rios laicales que se renuevan o surgen en las diversas comuni- a veces, hacen de «asesoras». En algunos casos, son delegadas
dades. No pretendemos explicar aquí el sentido y las funciones para recibir el consentimiento matrimonial de las personas que
de cada uno de estos ministerios, sino anotar su existencia en contraen matrimonio, o bautizan... es decir, que despliegan una
unas u otras comunidades, y describir brevemente su finalidad. gran gama de actividades ministeriales» (o pastorales)» 61 .
Tompoco nos fijaremos, por el momento, en su cualidad de minis-
En Honduras, debido a una parecida situación (una Vicaría
terios «instituidos» o espontáneos, siendo suficiente la consta-
tación de su ejercicio en la comunidad. Como es lógico, será pre- tiene 280.000 católicos, 17 sacerdotes y 10 religiosas) se ha
ciso situar cada uno de estos ministerios en su área geográfica, encomendado a seglares preparados el anuncio de la Palabra y
en su contexto eclesial concreto, y a partir de unas necesidades la dirección de algunas comunidades especialmente necesitadas.
determinadas. Nuestra intención es ofrecer una visión panorámi- Esta encomienda se hace a gente sencilla, generalmente agricul-
ca sencilla del estado en que se encuentran los ministerios laica- tores, que reúnen la comunidad domingo tras domingo y cele-
les en la Iglesia, y no detenernos en los datos de una Iglesia bran la Palabra de Dios.
particular.
— El catequista
Para ordenar nuestra exposición partimos de la distinción También es de señalar que esta responsabilidad directiva es
tridimensional básica de la misión de la Iglesia: misión profé- encomendada y asumida, a veces, por los diáconos o los lecto-
tica, sacerdotal, real, o, con otras palabras de la ministeriali-
res-catequistas, allí donde existen y se juzga necesario. No se
dad fundamental en el orden de la Palabra, del culto y del ser-
debe olvidar que tanto los «ministerios del Lectorado y Acolita-
vicio en la caridad, y concentramos los diversos ministerios lai-
do, como el Diaconado permanente son ya una realidad en casi
cales en torno a -cada uno de estos centros ministeriales 59 . Por
su especial importancia destacaremos, sin embargo, el ministe- todos los países de América Latina» 62. La Conferencia Episcopal
rio laical que tiene como función primordial el ser responsable de Colombia pedía al respecto que los lectores y acólitos «pudie-
de la misma comunidad. ran ser delegados para promover y formar grupos apostólicos, co-
munidades eclesiales de base, ejercitar el oficio de catequistas,
aa) Ministerios laicales en el orden de la «dirección»: desempeñar las cátedras de religión (según sus capacidades pe-
dagógicas y su preparación doctrinal) y para otros muchos servi-
— La religiosa cios pastorales determinados por el ordinario respectivo» 63 . Y en
En algunos países de AMERICA LATINA, como Perú, Brasil, el Encuentro Centroamericano sobre los ministerios se pedía el
sucede que, debido a la extremada indigencia de sacerdotes, y el reconocimiento oficial o institución del «Ministerio de la unidad
elevado número de católicos, se suele encomendar, sobre todo a o presidencia», que sería «el de las personas que ejercen un
«religiosas^ (cuando las hay), la responsabilidad pastoral de la liderazgo para suscitar y promover la unidad en medio de su co-
comunidad cristiana, y diversos servicios parroquiales. Estas re- munidad (coordinador, visitador, Presidente de Asamblea) 64 . Por
ligiosas, en no pocos casos, bautizan, asisten como testigos al
matrimonio, predican, distribuyen la comunión, cuidan de los an- (60) F. KLOSTERMANN, 71. Cf. G. P. SOSS, Volkskatholizismus in Bra-
cianos y enfermos, oran por los difuntos... Según el testimonio silien, Mainz 1978, 175 ss. Para los datos que siguen nos servimos sobre
de estas religiosas, el pueblo las respeta y aprecia, participa todo del estudio de F. Klostermann.
en sus celebraciones y las ayuda. Lo único que lamentan es que (61) J. E. MIJALCHYK, Ministerios laicales en América Latina: Semina-
no pueden ni presidir la Eucaristía, ni celebrar el Sacramento de rios 72 (1979), 192.
(62) J. E. MIJALCHYK, Ministerios laicales en América Latina, 187.
(63) Directorio Pastoral, n. 8: cit. J. E. MIJALCHYK, 188.
(59) Toda nuestra exposición girará, en parte, en tomo a este esquema,
que ¡remos explicando y completando en otros lugares. Cf. D. BOROBIO, (64) Encuentro Centroamericano sobre: 'Celebración de la Palabra y
Sobre el ministerio del catequista..., 16-18. Nuevos Ministerios', n. 2.3.3: cit. J. E. MIJALCHYK, 188.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 53
52 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS I AICAI TS

bien del Alto Volta. En ella, según su Obispo Dr. Anselmo Tittian-
su parte la Tercera Conferencia General del Episcopado latino- me Sanon, se da especial importancia a los laicos, sobre todo a
americano en Puebla el 29.1.1979, decía: «Fenómeno estimulante los catequistas, que son los responsables naturales de la vida
es el de los diáconos permanentes con su variado ministerio, es- religiosa de la comunidad. Llamados a ser los líderes espiritua-
pecialmente en parroquias rurales y campesinas, sin olvidar las les de la comunidad, se les exige una preparación (hay escuela
comunidades eclesiales de base y otros grupos de fieles. Con de catequistas) y unas cualidades adecuadas. Por eso deben te-
todo, se hace necesaria una profundización teológica sobre la
ner estudios, poner su función al servicio de la comunidad, ser
figura del diácono para lograr una mayor aceptación de su mi-
modelos de padres de familia, vivir entregados a Dios y dar tes-
nisterio» 65 .
timonio de su fe... Estos catequistas no viven de la comunidad
Este fenómeno se da todavía con más intensidad en ÁFRICA. sino de un oficio 68 .
El número de sacerdotes es tan reducido para el número de cató-
licos y de comunidades, que los obispos buscan caminos de so- Mención especial merece la Diócesis de Kinshasa, en el
lución desde los laicos, como el medio más apto de respuesta a Zaire, donde de forma sistemática se entregan las pequeñas co-
las urgentes necesidades. En Burundi, por ejemplo, estructurada munidades a los catequistas. En 1975 decía el Cardenal Molula:
sociológicamente en pequeñas comunidades agrícolas y religio- «Hace un año que hemos lanzado el proyecto de confiar ciertas
sas (los Hügel) el responsable de la comunidad es un equipo parroquias a los laicos. Esto no lo hacemos tanto por la falta de
compuesto de cuatro personas, dos adultos y dos jóvenes, que sacerdotes, cuanto porque queremos ayudar a nuestra Iglesia a
se encarga de la atención espiritual y material a la comunidad. enraizarse, o «¡ndigenizarse», y para que los laicos asuman su
La responsabilidad recae sobre todo en el catequista, en nombre parte de responsabilidad en !a implantación de esta Iglesia local
del sacerdote. El catequista es el verdadero animador de la co- con rostro africano» 69 . Para ello se requería la preparación ade-
munidad, a la que reúne para la oración, atiende con su caridad, cuada de quienes iban a llevar adelante esta tarea: serán los
evangeliza y catequiza con su palabra. Es el obispo quien, con la «Mokambi» o «responsables laicos de la parroquia: El Mokambi
imposición de manos encomienda públicamente el ministerio del es, por tanto, un laico «oficialmente establecido por el obispo
catequista, comprometiéndole ante la comunidad en el anuncio para dirigir una comunidad cristiana en un determinado territo-
de la Palabra. La misma comunidad deberá hacerse cargo de la rio» 70 . Ni es sacerdote ni se llama sacerdote. Por el contrario, se
sustentación material del catequista66. encuentra asistido por un sacerdote-animador, que tiene por
función ejercer en su parroquia el ministerio específicamente
En la diócesis de Kaya (Alto Volta) las comunidades están sacerdotal. El Mokambi es «investido» por un rito para desem-
animadas bien por sacerdotes (cuando los hay), o por religio- peñar su misión, que al principio tenía la duración de un año
sos(as) o por catequistas. Pero la dirección de estas comunida- renovable, y vive de su trabajo profesional, sin gozar de privile-
des suele estar en otra persona, elegida por la comunidad para gios económicos eclesiales por su ministerio. Para llevar a cabo
esta función, sin que ello obste a que otros laicos desempeñen
su función, el Mokambi puede rodearse de personas que desem-
otros ministerios. Esta estructura se inspira en la de la «gran fa-
peñan diversos ministerios: catequesis, preparación al matrimo-
milia» africana, y marca su fuerte sentido comunitario y de soli-
nio, animación de grupos, asistencia a enfermos, pastoral de ju-
daridad 67.
Algo parecido sucede en la Diócesis de Bobo-Dioulasso, tam-
(68) Ibid., 77-78. Semejante función se le atribuye al catequista también
(65) Cf. Edición BAC, Madrid 1979, n. 672, p. 248. en otros países africanos, como Zambia, Rodesia, Sudáfrica, Tanzania, Ugan-
(66) F. KLOSTERMANN, 74-75. Cf. M. PEITZ, Wenn die Hügel lebendig da..., ibid., 79-82. Sobre los requisitos, condiciones de vida, espiritualidad de
werden: Publik-Forum 8 (1979), 17-21; A. SHORTER - E. KATAZA, Missionaries los catequistas africanos, véase J. R. de BENOIST, Catéchistes afrlcains:
Yourselves. African Catechists Today, Londres 1972; J. M. ELA, Ministerio LMD 102 (1970), 108-110.
eclesial y problemas de las Iglesias jóvenes: Concilium 126 (1977), 370-379; (69) P. LEFEBRE, La huitiéme semaine théologique de Kinshasa Con-
Inform: La question des ministéres en Afrique: Spiritus 18 (1977), 339-364; clusions et recommendations: Spiritus, 54 (1973), 440-447; A. TURCK, Des
P. LEFEBRE, Prédicence des comunautés chrétiennes et présidence de l'eu- ministéres pour quelle Egllse: Communautés et Liturgie 1 (1976), 31-44, p. 32.
charistie: Spiritus 18 (1977), 359-364; F. LOBINGER, Derecho de la comunidad Nos servimos de estos trabajos y de los textos que allí se aducen para
a un pastor. Testimonios y experiencias. África: Concilium 153 (1980), 347-352. esta breve reseña.
(67) F. KLOSTERMANN, 76-77. (70) ^Manual del Mokambi responsable de la parroquia», n. 7: ibid., 32.
•n
54 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA

ventud. Su tarea será sobre todo animar y coordinar estos mi- 20 sacerdotes-misioneros) dividida en 49 zonas, cada una da l i i
nisterios. cuales cuenta con varias «diakonias» (pequeñas comunidades da
pueblo o de base), es también un laico el que preside dichas día-
En cuanto al sacerdote-animador es nombrado por el Obispo,
conías. Se le llama «Mwongozi», y no tiene por qué ser catequis-
y se le considera como el primer colaborador y consejero del
ta, sino que basta sea un hombre capaz y apreciado, en su fami-
Mokambi, como aquel que en nombre del Obispo, manifiesta la
lia, en su pueblo o comunidad. Al encomendarle la misión ol
presencia de Cristo en la comunidad, y es garante de la Palabra
Obispo le entrega un bastón como símbolo de su «investidura».
y los Sacramentos. Al Mokambi le corresponde, no la adminis-
El Mwongozi tiene todas las atribuciones de un párroco, excepto
tración de los sacramentos, sino la acogida y la preparación a
el presidir la Eucaristía y celebrar la Penitencia: él bautiza a los
los mismos. Puede, en cambio, presidir las asambleas dominica-
niños, predica y catequiza, asiste a las bodas en nombre de la
les sin Eucaristía, las liturgias familiares, las exequias. Por su-
Iglesia, reúne a la comunidad para las celebraciones litúrgicas,
puesto a él le pertenece también la acción caritativa y la admi-
lleva la comunión a los enfermos y atiende a los moribundos,
nistración parroquial 71 .
ayuda a los pobres y necesitados y administra los asuntos de la
comunidad cristiana. Le ayudan y aconsejan un equipo de hom-
— El «responsable de los cristianos»
bres y mujeres, llamados «animadores», entre los que suele
En la región de Fianga (El Schad), la dirección de la comuni- estar la mujer del Mwongozi 73 .
dad cuenta con diversos servicios. El de los «consejeros» que lo
componen los miembros pertenecientes a un «comité de pasto- Aunque en menor proporción también en ASIA, sobre todo
ral», elegidos de entre las diversas categorías de cristianos por en Filipinas (que cuenta con un sacerdote para 16.000 fieles), se
la comunidad, y cuyo fin es orientar y estudiar los problemas extiende la praxis de encomendar la responsabilidad de peque-
pastorales; los llamados «consejeros del matrimonio», que se ñas comunidades a laicos preparados y dispuestos para ello. En
ocupan de orientar y solucionar los conflictos matrimoniales; y los últimos años se ha extendido el «movimiento de misioneros
los «responsables de las finanzas», que se encargan de la cues- rurales», encomendado sobre todo a los religiosos para atender
tión económica y la comunicación de bienes. Pero junto a esto a los sectores rurales, que son el 80 % de la población nacional.
existe el «responsable de los cristianos», que es un hombre ca- Es un ministerio que tiende a la evangelización, la promoción
sado, elegido por la comunidad como «jefe», por sus cualidades social, la liberación humana. En este movimiento están compro-
humanas y cristianas, en orden a mantener la unidad de la comu- metidas 20 congregaciones, con más de 40 «estaciones rurales» 74 .
nidad. Le corresponde también el aconsejar, reconciliar, hablar «En Filipinas, lo mismo que en Sudamérica, se da la tendencia
en nombre de la comunidad, animar la reflexión sobre los diver- hacia una ordenación relativa, por lo menos para aquellos que
sos problemas, presidir la asamblea dominical sin sacerdote y dirigen las comunidades de base, cosa que también se busca pa-
dar la comunión. Vive, como todo el mundo de su oficio o tra- ra los diáconos en América Latina75.
bajo en el campo, y sólo recibe una pequeña gratificación men- En INDONESIA se tiene una experiencia semejante a la de
sual. Últimamente se ha venido a llamar a estos laicos «servi- algunos países centroeuropeos hoy (Francia, Alemania); en los
dores de la comunidad», y se habla sobre la necesidad y posi- sectores rurales, donde no hay sacerdote para la Eucaristía del
bilidad de su ordenación72. domingo, la reunión de la asamblea, la liturgia de la Palabra y
En el mismo Zaire, en la Diócesis de Uvita (31.000 Km.2, el servicio de la comunión están encomendados a los laicos. Se
421.000 personas, 65.800 católicos, 11 parroquias centrales, unos estima que el 60 % de las asambleas dominicales están presi-
didas por laicos, la mayoría de ellos catequistas locales, desig-
(71) Ibtd., 32-34. A. TURCK, al comentar la figura del Mokambi plantea
algunas cuestiones de fondo importantes: ¿Es lógico que venga un sacerdo- (73) F. KLOSTERMANN, 82-83. Cf. A. HASTINGS, Das schwarze Experi-
te «de fuera» a administrar los sacramentos para los que preparó el Mokambi ment. Kirche und Misión in niedernen Afrika, Grez 1969, 255 ss.
en su comunidad? ¿Cuál es la función del sacerdote en esta comunidad? (74) INDE J. DUPUIS, Colloque d'Asie-Ministéres dans l'Eglise: Spiritus
¿Qué le falta al Mokambi para ser sacerdote? (pp. 35-36). 69 (1977), 365-385, p. 368-69. También recogemos de aquí la información sobre
(72) J. ROCHON, Recherches sur les nouveaux ministéres: De Fianga, Indonesia y Micronesia.
au Schad: Spiritus 54 (1973), 418-425; Ibid., J. L. MURÍALE, Responsables de (75) Documentación acerca del Coloquio Asiático sobre «Servicios y Mi-
communautés chrétiennes, pp. 426-430. nisterios en la Iglesia; en Hong Kong 1977. Cit. F. KLOSTERMANN, 84-86.
56 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA ICLLSIA 57

nados por el sacerdote local y confirmados por el obispo. En al- supraparroquial: predicación y formación de adultos, animación
gunos lugares estos «líderes» son nombrados por los mismos de grupos de adultos y jóvenes, clases de religión, celebracio-
fieles. nes litúrgicas... 78 .
En MICRONESIA se lleva a cabo una experiencia única en También en Francia, la encomienda especial a algunos laicos
todo Asia: Se ordena diáconos a hombres casados y moralmente de las asambleas dominicales sin Misa, y la responsabilización
maduros, que son ya líderes apreciados y respetados por sus co- de diversas tareas al servicio de la comunidad, está haciendo
munidades, con el fin de responder a su necesidad de alguien surgir la nueva imagen del ministerio a que venimos refirién-
que les dirija y anime en su vida cristiana. A estas personas se donos 79.
les exige una seria preparación. De hecho ocupan en la comuni-
dad el lugar de los pastores residentes y ejercen las siguientes bb) Ministerios laicales en el orden de la Palabra
funciones: celebran sacramentos (excepto la Eucaristía, Peniten-
cia y Unción) y presiden la asamblea litúrgica, predican y ense- — Catequistas
ñan, dirigen y orientan la pastoral... En cuanto al sacerdote se
dedica sobre todo a formar a los diáconos y catequistas, a cele- En lo referente a la Palabra, el ministerio más importante es
brar la Eucaristía y la Penitencia, a apoyar y coordinar el trabajo sin duda el «catequista». Detrás de este nombre se encierran di-
de los responsables. versidad de funciones, responsabilidades, dedicación, forma-
ción... De modo que, aun siendo común a todos los casos la en-
— El «asistente de pastoral» trega preferente al ministerio de la Palabra y a la educación de
la fe, puede afirmarse que no hay un solo tipo de catequista,
El fenómeno señalado no es exclusivo de América Latina, sino muchos. El relieve que el catequista ha venido a tener en
África o Asia, países tradicionalmente limitados en lo que a los años anteconciliares y posconciliares va al unísono con la
sacerdotes se refiere. Comienza a darse también, aunque sea a importancia dada al ministerio de la Palabra y, en general, a la
nivel de experiencia, en algunos países de EUROPA, como Ale- tarea evangelizadora, catequética, educativa, a todos los nive-
mania y Francia. Tal es el caso, por ejemplo, de algunas zonas les 80 . Sería inútil empezar a ofrecer números al respecto, ya que
del Eifel, en la Diócesis de Tréveris (Alemania), donde este mi- las cifras no indican todo lo que hay detrás de las mismas, si no
nisterio ha sido encomendado a alguna mujer cualificada 76 , que se interpretan en su propio contexto. De la Diócesis de Rotem-
asume la responsabilidad del servicio a la comunidad en todo, burgo (Alemania) se dice que tenía el 1 de enero de 1978, 386
excepto en la presidencia de la Eucaristía y la celebración de la responsables de comunidades catequistas con dedicación plena,
Penitencia. En los últimos años se va configurando, en los países y 65 catequistas con dedicación parcial 81 . De mi Diócesis de Bil-
de habla germana, sobre todo Alemania Occidental y Austria, la
imagen del llamado «Asistente de Pastoral» (Pastoralasistenten- (78) Ibid., 169-172.182-183. Cf. Hoja Diocesana de Viena: «Grundsatze
referenten) v. Aunque no existe unanimidad de criterios en la de- fúr den Dienst der akademischen Pastoralassistenten Wiens», de mayo 1979.
terminación de sus funciones, pueden señalarse los siguientes Cf. K. RAHNER, Pastorale Dienste und Gemelndeseitung: Stimmen der Zeit 11
rasgos: pertenece al equipo parroquial, y tiene encomendada una (1977), 735-743.
función importante en una determinada comunidad; no supone la (79) Véase M. BRULIN, Assemblées dominicales en l'absence de prétre.
falta de sacerdote, se les exige una capacidad y una preparación Situation en France et enjeux pastoraux: LMD 130 (1977), 78 ss. I D , Derecho
teológica y pedagógica especiales, distinguiendo entre «asisten- de la comunidad a un pastor. Testimonios y experiencias. Francia- Concilium
tes de pastoral académicos y no académicos»: sus funciones no 153 (1980), 327-333.
se limitan a un área determinada, sino aue se extienden al orden (80) Prueba de este relieve son los Documentos oficiales publicados
últimamente sobre el tema: VATICANO II, Christus Dominus, n. 14, 30, 44; Di-
de !a Palabra, del culto, de la caridad, de la dirección, del consejo
rectorio General de Pastoral Catequética, Roma 1971; La evangelización del
mundo contemporáneo (Evangelii Nuntiandi), o. c ; La catequesis de nuestro
(76) Nos honra la amistad con una de estas mujeres, Elisabeth Koch, tiempo (Catechesi Tradendae), PPC, Madrid 1978.
que desempeñó tal ministerio durante algunos años. (81) F. KLOSTERMANN, 43-44. En Alemania los «responsables» de la co-
(77) Cf. F. KLOSTERMANN, 42-43.150-152.169-71.282-287; P. J CORDES, munidad» (Gemeindereferenten) vienen a ser animadores de la comunidad so-
Pastoralassistenten und Dlakone: Stimmen der Zeit 6 (1977), 389-401. Volve- bre todo en lo que se refiere a la catequesis. Por eso se les asocia a los
remos en otro lugar sobre esta figura ministerial. catequistas.
58 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 59

bao (España) se dice que habrá más de 3.000 catequistas, con- se sitúa plenamente en el orden de la Palabra a la que intenta
tando entre ellos, tanto a los catequistas de niños, cuanto a los servir, bien en el marco intralitúrgico proclamándola, o en el
de adolescentes, jóvenes y adultos, que desempeñan su minis- marco extralitúrgico catequizando para la celebración sacramen-
terio en diversas situaciones (preparación a sacramentos, cate- tal M .
quesis de adultos, catecumenados, grupos de formación —edu-
cación permanente). Pero qué duda cabe que en uno y otro caso No contamos con datos estadísticos que nos permitan seña-
se aplica el nombre a contenidos ministeriales catequéticos di- lar el número de «lectores» existente, siquiera fuera en alguna
versos. El catequista de los países africanos, que ha recibido una Diócesis significativa. Esto vale sobre todo para quienes ejer-
formación especial, es responsable de la comunidad, y dirige el cen el ministerio de forma expontánea; ya que no es difícil saber
grupo de catecúmenos existente... es algo muy distinto a lo que quiénes han recibido este ministerio por medio del rito previsto
solemos llamar catequista en nuestro mundo occidental, no sólo y según la encomienda oficial (ministerio instituido), especial-
por la situación en que desempeña su misión, sino también por el mente cuando se trata de los candidatos al sacerdocio. Creemos,
grado de responsabilización comunitaria que se le exige. En todo con todo, poder constatar, que en la mayoría de las iglesias y
caso, es un fenómeno importante el resurgir del ministerio del comunidades este ministerio se ejerce de forma expontánea, por
catequista; su dedicación primordial a la Palabra (evangelización, personas capacitadas y dispuestas a realizar el servicio en la
catequesis, educación de la fe); la extensión de su función a las asamblea litúrgica, sean hombres o mujeres, y sin hacerse nin-
diversas edades y situaciones que lo reclaman; la exigencia de gún problema acerca de la conveniencia o no de instituirlo. Hay
una formación conveniente y la institucionalización de escuelas lugares donde el ministerio del lector se ejerce de forma más
de catequistas; la tendencia general a una institución, o enco- fija y permanente por la persona que se ha comprometido a este
mienda y dedicación permanente de este ministerio. La plurali- servicio. En otros casos se realiza con mayor libertad y expon-
dad de tipos o «modelos» de catequista permite hablar de este taneidad 85 .
ministerio como un poco de «comodín»: debido a que nunca ha
formado parte de la ley canónica, ni es un ministerio general- En cuanto al ejercicio extralitúrgico del ministerio del lector
mente instituido, no tiene encasilladas sus funciones en un mar- no nos consta que, al menos en las Iglesias occidentales, se haya
co estático y fijo. Es lo que llevaba a decir a A. Hastings: «Estos llegado a unir este ministerio con el del catequista, asociando a
son los pensamientos que nos causa el reconocimiento de que su función la instrucción catequética presacramental, como era
hoy el catequista no desempeña meramente un ministerio laico el deseo de «Ministeria Quaedam». Normalmente ni el lector se
normal, sino que también actúa como tapahuecos en las cosas de siente obligado a preparar a los que van a celebrar los sacra-
gran emergencia eclesial» 82 . mentos, ni el que da la catequesis presacramental piensa que
debe hacer de lector. Si se ejercen ambas funciones es, las más
de las veces, por coincidencia, no por aceptación consciente de
— El encargado de la preparación a los sacramentos las dos vertientes de este ministerio 86 .
Según el Motu Proprio «Ministeria Quaedam», el Lectorado
es uno de los ministerios instituidos, que se restituyen a los
laicos, y que permanece como ministerio a ejercer en el de «iter» textos y documentos referentes a la liturgia eucarística puede verse A. PAR-
de los candidatos al sacerdocio. El lector tiene por función ser- DO, Liturgia de la Eucaristía. Marova, Madrid 1979.
vir a la Palabra de Dios, proclamándola en la asamblea litúrgica. (84) Cf. L. RUBIO MORAN, Presencia y urgencia de ministerios nuevos
Pero además le compete el preparar a quienes van a hacer de en la Iglesia Española: Seminarios 64 (1977), 149-183, p. 156-158; J. MANZA-
lectores en las asambleas, y el «instruir a los fieles para recibir NARES, Los nuevos ministerios del lector y el acólito. Comentario al Motu
Proprio «Ministeria Qaedam»: Rev. Española de Derecho Canónico 29 (1973),
dignamente los sacramentos»83. En cualquier caso su ministerio
361-384. Trataremos con más amplitud el tema en otro momento.
(85) Es frecuente que el «lector» no esté señalado de antemano, sino
(82) A. HASTINGS, El ministerio del catequista desde el punto de vista que se presente en el momento de la celebración a prestar sus servicios.
teológico: Seminarios 56 (1975), 186-203, p. 202. Véase el reciente estudio de Esto tiene su inconveniente, como veremos.
GAETANO GATTI, Ser catequista hoy. Itinerarios de fe para la formación es- (86) Cf. D. BOROBIO, Eucaristía para el pueblo. Para una catequesis so-
piritual del «ministerio de la Palabra; Sal Terrae, Santander 1981. bre la Eucaristía, Desclée, Bilbao 1981, p. 302-323; F. MARTINELLI, Parroquia
(83) Ministeria Qaedam, n. V: Ecclesia 2 (1972), 1.366-1.367. Para los con conciencia ministerial: Seminarios 72 (1979), p. 145-148.
60 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 61

— El predicador «ordenados» (obispo, sacerdote, diácono), así como las exigen-


Aunque la predicación pertenece sobre todo al sacerdote o cias que implica de formación, capacidad... para su ejercicio, y
diácono en la asamblea litúrgica, y de modo especial en la Eu- las limitaciones que impone la misma Santa Sede, explican su li-
caristía 8 7 , dado que en no pocos casos ni existe el sacerdote, ni mitado ejercicio por parte de los laicos.
puede celebrarse la Eucaristía, es lógico que el laico autorizado
— El profesor de religión
y competente que dirige la asamblea o reúne a la comunidad
pueda desempeñar este ministerio. Los Responsables de comu- Si el ejercicio de esta función se califica como «ministe-
nidades de América Latina, los Catequistas en Á f r i c a , los Asis- rio», no hay duda de que su existencia y su extensión tienen an-
tentes de pastoral, o los Responsables de la reunión de la asam- tecedentes y proporciones muy amplias. Como es sabido, el ejer-
blea sin Eucaristía en Europa... ejercen también por necesidad cicio de este ministerio depende, en sus condiciones sociales,
y coherencia con su ministerio la función de predicadores. La y eclesiales, del lugar (África-Europa...), sistema político (Rusia-
preparación que se les exige en el orden teológico (recuérdese América), religión mayoritaria (IndiaJEuropa), ideología dominan-
el fenómeno de los «teólogos laicos» en Europa), la necesidad te (socialista-democristiana), ley de educación vigente (diferen-
que se les plantea en el orden práxico (anunciar la Buena Nueva cias entre países europeos)... Una cosa es cierta, sin embargo;
en la congregación del pueblo), la función que desempeñan en el valor y la función del profesor de religión es apreciable de
el orden litúrgico (bautizan, reciben el consentimiento en el ma- modo diverso según los contextos socio-culturales y político-
trimonio, presiden las exequias y las asambleas) están exigien- religiosos de que se trate 9 1 .
do el que puedan desempeñar el ministerio de predicadores. No
Su función es fundamentalmente didascálica o formativa de
es, pues, de extrañar que los Obispos suizos pidieran a Roma el
la materia religiosa, y la realiza en el marco escolar o universi-
que la «predicación de los laicos», sobre todo de los Asistentes
tario. Se la considera complementaria de la función catequética
de pastoral fuera reconocida como verdadero ministerio 8 8 .
realizada en el marco comunitario, y de la función educativa rea-
Por su parte, los Obispos alemanes dicen que el servicio de lizada en el marco familiar. Tiene por finalidad, no sólo ilustrar
los asistentes de pastoral podría llamarse «ministerio de predi- la mente, sino también suscitar la sensibilidad sobre la dimen-
cador» i(Amt des Predigers), y desean que este ministerio les sión religiosa de la vida, la carga trascendental de 'los aconteci-
sea reconocido por su competencia y su formación teológico- mientos. Su enseñanza, aun siendo libre para una instancia crí-
académica 8 9 . Sin embargo, como afirman los mismos obispos y tica, debe estar en consonancia con el mensaje del Evangelio, la
la Congregación del Clero 9 0 , para el desempeño de este minis- experiencia viva de la Iglesia, la enseñanza del Magisterio. Su
terio no bastan los conocimientos teológicos, es preciso tam- formación pedagógica y teológico-religiosa será, por lo menos,
bién la autenticidad y testimonio de vida cristiana, la disponibi- proporcional al nivel de enseñanza que ejerce.
lidad a la tarea pastoral, la armonía con la fe de la Iglesia y la Es discutible el que, para realizar estas funciones, sea pre-
enseñanza del magisterio... ciso o incluso conveniente utilizar el marco escolar. Las opcio-
El ministerio del predicador, si bien tiende a asociarse a los nes son diversas (en Occidente): hay quienes precisan que la
ministerios laicales que suponen una responsabilidad-directivi- eficacia es mayor en la catequesis parroquial liberándose de los
dad en las comunidades, no puede afirmarse que sea un «minis- inconvenientes y condicionamientos que implica la enseñanza
terio laical instituido», ni que se pueda ejercer espontáneamente magisterial: ley de educación, marco escolar académico como
oor los laicos, ni que haya venido a extenderse de modo general una clase más, mediatización económica, funcionarios de religión;
en la Iglesia. El hecho de que sea un ministerio propio de los y 'hay quienes creen que, con el debido esfuerzo y medios para

(87) Ordenación General del Misal Romano, nn. 11.41165. (91) Indicamos solamente algunas generalidades, con el fin de recor-
(88) F. KLOSTERMANN, 145. En la Diócesis de Basilia (Basel) todos los dar cuál es la situación de este «ministerio». Puede verse, por ejemplo, las
Asistentes de Pastoral gozan del permiso de predicar mientras permanecen orientaciones de la CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Der Religionsun-
en su ministerio. tericht in der Schule: Synode 1 (1975), 55-72. Respecto a España, pueden
(89) En el documento: «Ordnung der pastoralen D/ensfe»: ¡bid., 283. verse algunas referencias en: CONFERENCIA EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y
(90) Gemeisame Synode der Bistümer in der BRD, I, Freiburg 1976, 181- CATEQUESIS, Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar,
184. EDICE, Madrid 1980.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA f,t
62 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

dad de formar y educar la fe de diversos grupos o comunldadea,


superar los inconvenientes señalados, es preciso defender y man-
v.gr. grupos de adultos, comunidades eclesiales de base, nooca-
tener la presencia y enseñanza religiosa en el marco escolar, de
tecumenados de uno o de otro tipo. Los segundos o «teólogoa
modo que se transmita la cultura religiosa, se amplíen los cono-
laicos» abundan más en los países centro-europeos (Alemania,
cimientos cristianos, y se eduque la fe. También las experien-
Austria, Suiza, Francia, Holanda...), donde en los últimos años
cias son distintas: mientras, por ejemplo, en los países de Euro-
se ha notado un crecimiento extraordinario del número de «estu-
pa Occidental se admite la libertad religiosa y tiene un puesto
diantes teólogos laicos» en las universidades católicas 94 . Algu-
la enseñanza de la religión(es), en la escuela-universidad; en los
nos de estos teólogos, hombres o mujeres, son admitidos al mi-
países de Europa Oriental (área soviética), de concepción marxis-
nisterio de «Referente-Responsable de pastoral», otros al de
ta, no se admite tal enseñanza, que queda encomendada de mo-
«profesor de religión», otros al de «formador-educador de la
do pleno a la comunidad cristiana, dentro de da estructura parro-
fe» 95 . En cada caso se imponen unas condiciones, y unas fun-
quial. Tanto las opciones cuanto las experiencias indicadas tie-
ciones determinadas, que varían con frecuencia de un lugar a
nen sus ventajas y sus inconvenientes.
otro, siendo causa de una múltiple configuración de dicho minis-
— El formador-educador de la fe terio 96 . Es importante notar, de todos modos, que esta figura
Entendemos por tal ministerio aquel que se encomienda a ministerial, íntimamente relacionada con el «catequista», está
miembros adultos con una formación teológica adecuada, en or- dando lugar, sí a algunos problemas, pero sobre todo a no pocas
den a formar y educar, de modo permanente, y a través de se- esperanzas, dada su importancia en el seno de la comunidad 97.
siones, cursillos, charlas, coloquios, la fe de la comunidad, en
respuesta sobre todo a las cuestiones humano y socio-religiosas sable que anima y educa la fe de los miembros de estas comunidades, ya
que se plantean en cada momento de la vida de la Iglesia. Es que a veces desempeña esta función el sacerdote, sin embargo, es frecuente
éste un ministerio que en América Latina, África, Asia, estaría tal ministerio, incluso respecto a los miembros de la «gran parroquia» no
encomendado a los «responsables de la comunidad» principal- constituidos en comunidad pequeña. Cf. K. ARGUELLO, Le comunitá neocate-
mente, debido a la formación y cualidades que requiere, y dado cumenali: Rivista di Vita Spirituale 2 ( 1975), 192 ss.; C. FLORISTAN, Mode-
los de comunidades cristianas: Sal Terrae, Enero-Febrero (1979), 61-72 y 145-
que se ejerce con jóvenes y personas adultas creyentes, que 154; D. BOROBIO, Proyecto de iniciación cristiana, Desclée, Bilbao 1980,
buscan educarse y renovar su fe 92 . En Europa parece estar confi- pp. 208 ss.
gurándose actualmente este ministerio, que tiende a ser enco- (94) Según datos que ofrece F. KLOSTERMANN, 146, en la Facultad Ca-
mendado a dos tipos de personas: a los responsables de la cate- tólica de Teología de Viena había 500 estudiantes en 1973/74, mientras en
quesis o de los neocatecumenados de adultos, y a los «teólogos 1976/77 había en toda Austria 2.278 estudiantes de Teología, de los cuales
laicos» o cristianos que han realizado estudios teológicos de ca- 1.538 eran laicos. Parecidas estadísticas se ofrecen de todos los países in-
rácter académico. Los primeros son más frecuentes en los paí- dicados. Cf. F. HORNER, Mit zweirlei Mass-kleriker und Laien an der Univer-
ses del Sur de Europa (España, Italia...): supuesta una seria for- sitát: Academia 29 (1978), 35 ss.
mación religiosa, que puede adquirirse con el estudio personal, (95) Nótese que en algunos lugares, v.gr. Alemania, Austria, el «Refe-
la participación en cursos o «escuelas de teología», el contacto rente-Responsable de pastoral» viene a coincidir con el que nosotros llama-
mos «Formador-educador de la fe». Cf. F. KLOSTERMANN, 42-44.145 ss.
con verdaderos maestros de la fe o la participación en cursos
(96) Cf. F. KLOSTERMANN, 145-179; ID., Zur neuen «Ordnung der Pas-
teológicos institucionales 93 , se les encomienda la responsabili- toralen Dienste in der BfíD»: Pastoraltheologische Informationen, Januar 1978.
(92) Por ejemplo, en el Encuentro Centroamericano sobre «Celebración (97) Problemas como su «derecho» a un puesto en la Iglesia; la posible
de la Palabra y Nuevos Ministerios celebrado en Tegucigalpa en enero de funcionalización de la teología; la unión entre el saber teológico, el creer vi-
1978, se distingue entre el ministerio del «Delegado de la Palabra» (que es a tal, y el actuar pastoral; la búsqueda de un puesto de trabajo a través de la
la vez de presidencia y de la Palabra), y el ministerio de la «catequesis» enseñanza de la religión... Pero también comporta grandes esperanzas, como
(que aparece muy ligado al ministerio del lector). Al primero corresponde- la desclericalización del saber teológico; la potenciación del ministerio de la
ría el que nosotros calificamos como el ministerio del formador-educador de Palabra; la atención a las necesidades que en el mismo orden puede pre-
la fe». Cf. J. E. MIJALCHYK, Ministerios Laicales en América Latina, 188. sentar la comunidad; la posible vía a un nuevo «modelo» de ministerio sacer-
dotal; la reserva de posibles candidatos al sacerdocio... Cf. F. KLOSTERMANN,
(93) En España, según una Encuesta realizada por el Departamento de
263-288; L. KARRER, Ist der Priestermangel durch die Auffacherung der Kir-
Catequesis de Adultos, hay aproximadamente unas 3000 comunidades. El nú-
chlíchen Dienste zu beheben? Zur Problematik der amtlichen Einbezihung von
mero más importante es el de los neocatecumenados, entre los que destacan
Laien in die pastorale Arbeit: en AA.VV., Der Priestermangel..., 27-57.
los de Kiko Arguello. Aunque no en todos los casos sea un seglar el respon-
64 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGI.hMA

ce) Ministerios laicales en el orden del culto pecial, el modelo de sacerdocio ministerial existente en la luí
sia y la necesidad o no de una renovación de dicho modulo '
Es evidente que, con la reforma litúrgica, sobre todo desde
el Vaticano II, se ha dado una importante renovación de los mi- Teniendo esto en cuenta, podemos ya describir de moilu
nisterios laicales en la celebración cultual. Muchas son las ra- aproximativo el estado actual de ejercicio de los diversos mi-
zones que han llevado a esta renovación, manifestada sobre todo nisterios laicales litúrgicos, no sin reconocer nuestra limitación
en la Eucaristía: el paso de una actitud individualista al sentido en datos estadísticos, y advirtiendo que dejamos para otro mo-
comunitario; la acentuación del carácter celebrativo y festivo de mento la explicación del sentido, la función y la forma de reali-
la Eucaristía; la mayor conciencia de un derecho y un deber de zación concreta 103.
participación; el deseo de ejercer el sacerdocio universal; una
mayor responsabilidad en los ministerios que competen a los — El monitor
fieles... 98 . Tiene por finalidad introducir, ambientar, animar, ayudar a
Sin embargo, ni todas estas causas han pesado por igual, ni comprender, celebrar y vivir el acto litúrgico, con verdadera ac-
la extensión de los ministerios laicales en la liturgia es uniforme, titud comunitaria y participativa m. Puede decirse que antes e
ni en todas las partes han adquirido idéntico relieve los mismos inmediatamente después del Concilio tuvo un puesto importante
ministerios. A pesar de que el campo de los ministerios en el en las celebraciones, sobre todo en la Eucaristía. Trataba de ex-
culto está más acotado y determinado que en otros casos, por plicar lo que hasta entonces había estado «vedado» y resultaba
las normas litúrgicas, no siempre ni en todas partes se ejercitan ininteligible para la comunidad (lengua latina); buscaba hacer
estos ministerios de igual modo, debido, en parte, a las circuns- comprender el sentido de los nuevos ritos, gestos y fórmulas;
tancias y necesidades, y en parte a la capacidad y disposición movía a la respuesta y participación, ordenando los movimientos
de los miembros de la comunidad. de la Asamblea. Debido a la exigencia de sensibilidad y forma-
ción litúrgica este iministerio lo desempeñaban, a veces, los
Conviene resaltar algunos elementos específicos de los mi- sacerdotes. Cuando lo hacían los fieles, lo más frecuente es que
nisterios laicales litúrgicos: Son ministerios más determina- se les entregaran unas moniciones preparadas de antemano, o
dos y con menos margen para la espontaneidad que los pertene- recogidas de algún libro. Este fenómeno se dio en todas las Igle-
cientes al área de la Palabra o la caridad " ; los únicos ministe- sias de una u otra forma.
rios «institutuidos» que hoy existen en la Iglesia universal per-
tenecen al orden del culto, y son el lectorado, el acolitado, el Hoy, el ministerio del monitor tía dejado de tener tanta im-
ministro extraordinario de la comunión 10°; estos ministerios ex- portancia, e incluso 'ha desaparecido en no pocos casos. Las ra-
presan, como en ningún otro caso, sobre todo en la celebración zones pueden ser éstas: mejor conocimento de la liturgia, con
de la Eucaristía, la estructura ministerial de la Iglesia101; en la sus partes, movimientos y respuestas, por parte del pueblo; ex-
forma de ejercer estos ministerios se manifiesta, de modo es- tensión de las moniciones presidenciales y de las intervenciones
(102) Así se ve con claridad sobre todo si los ministerios litúrgicos lai-
(98) Véase nuestra exposición en D. BOROBIO, Eucaristía para el pue- cales se ejercen con la presidencia de sacerdote o ministro ordenado o sin
blo, 302 ss. ella. Una comunidad que se reúne y desempeña sus ministerios, pero al no
(99) La «Ordenación General del Misal Romano», dedica el capítulo III estar presidida por un sacerdote, no puede celebrar la Eucaristía, está mos-
a 'Los oficios y ministerios en la Misa», nn. 58-73: BAC, Madrid 1969, 139-151. trando la urgencia por una solución a la falta de ministro ordenado que pre-
(100) Motu Proprio 'Ministeria Quaedam» y *Ad pascendam» del 15 de sida. Cf. W. KASPER, Die schadlichen Nebenwirkungen des Prlestermangels:
agosto de 1972, donde se instituyen los ministerios del «lectorado» y el «aco- litado». Instrucción 'Inmensae Caritatis' del 27 de abril de 1973 para facíll-
litado». Instrucción «Inmensae Caritatis» del 27 de abril de 1973 para facili- Stimmen der Zeit 2 (1977), 129-135; P. HÜNERMANN, Eucharlstle-Gemeinde-
tar la comunión sacramental en algunas circunstancias, donde se habla de Amt. Dogmatische Reflexionen zur gegenwártigen Problemiage: en Das Recht
la institución del «ministro extraordinario de la Sagrada Comunión». der Gemeinde auf Eucharistie, 47-63.
(101) Por eso dice la OGMR n. 58: «por consiguiente, todos, ministros (103) Comprenderá el lector que sólo tratamos de hacer unas observa-
y fieles cumpliendo cada uno con su oficio, hagan todo y sólo aquello ciones generales, deducidas de noticias e Informaciones provenientes de una
que pertenece a cada uno; de este modo, y por el mismo orden de la cele- u otra Iglesia, sin la pretensión de describir lo que al respecto sucede en
bración, aparecerá la Iglesia constituida en su diversidad de órdenes y mi- cada una de ellas.
nisterios». (104) Cf. OGMR, n. 21, 68.
66 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 67

más espontáneas por parte de la comunidad (v.gr. pequeñas co- terio de lector. «Si se puede hacer lo mismo sin esta solemnidad
munidades); sensación de reincidencia permanente, cuando no y formalismo, ¿por qué complicarse la vida?». Esta espontanei-
de obstáculo para la participación; carencia de personas prepa- dad en el ejercicio del ministerio no quiere decir que las perso-
radas y dispuestas a ejercer este ministerio; tendencia a dar nas que lo asumen no tengan una capacidad y preparación ade-
primacía a otros ministerios, como el lector, y a evitar la multi- cuadas. Aunque las situaciones son muy variadas, y no siempre
plicación de «personajes» en la celebración... Sea por lo que se encuentra en las comunidades el lector ideal, generalmente
sea, lo cierto es que, por lo que nosotros sabemos y vemos, al se encomienda a personas que «saben leer» y proclamar la Pa-
menos en España, e incluso en Europa, puede decirse que está labra. Hay lugares donde se ha dado a los lectores una «prepa-
pasando el «tiempo de los monitores». ración especial»107. En cuanto a las pequeñas comunidades, nor-
malmente no tiene encomienda especial la persona que ejerce
— El lector el ministerio del lector, sino que proclama la lectura aquel que
en el momento puede y desea con libertad.
Como ya dijimos, «el lector queda instituido para la función
que le es propia, de leer la Palabra de Dios en la asamblea litúr- Por tanto, debemos constatar la extensión de este ministe-
gica. Por lo cual proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, rio: su ejercicio de forma espontánea; la prevención para acep-
pero no el Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones tar su institución por parte de sacerdotes y seglares; la identifi-
sagradas...»105. Este ministerio ha tenido una gran acogida y se cación del ministerio con su función intralitúrgica, más que con
ejerce en la mayoría de las comunidades de forma espontánea, su función extralitúrgica; la variedad de origen de la encomien-
sin preocuparse de su institución, que muchos sacerdotes con- da de realizar el ministerio, según lugares y comunidades (unas
sideran innecesaria y complicada para los fieles. Recuérdese veces precede la encomienda, otras lo realiza el que en aquel
que las condiciones de institución son: momento puede y está dispuesto); la diversidad de organización
— «Petición libremente escrita y firmada por el aspirante, y formación de las personas que ejercen el ministerio.
que ha de ser presentada al Ordinario... a quien correspon-
de la aceptación. — El «Profeta»
— Edad conveniente y dotes peculiares, que deben ser de- Calificamos así a un ministerio que, si bien no está recono-
terminados por la Conferencia Episcopal. cido como tal por la Iglesia, ni figura en los libros de la reforma
— Firme voluntad de servir fielmente a Dios y al pueblo litúrgica, sin embargo, tiene una fuerte raigambre en la tradición
cristiano. bíblica y eclesial m, y está comenzando a tener un puesto de
hecho en algunas asambleas litúrgicas. Se trata del ministerio
— Los ministerios (del lectorado y el acolitado) son confe- que busca interpretar la Palabra, desde la clave de los signos de
ridos por el Ordinario (el obispo, y en los institutos clerica- los tiempos y a partir de la propia experiencia y carisma, en or-
les de perfección, el superior mayor) mediante el rito «de den a una mejor aplicación a la realidad y a una respuesta más
institutione lectoris» y «De institutione Acolythi», aprobado comprometida a los problemas e interrogantes de los hombres,
por la Sede Apostólica»106. según el plan de Dios. El «profeta» no pretende suplantar al
Tales condiciones «impresionan» también a muchos fieles, «predicador», sino completarlo. Es un ministerio que, como se
que no ven necesario el someterse a ellas para ejercer el minis- comprende, se realiza sobre todo en las «pequeñas comunida-
des eclesiales», por la intervención o comunicación espontánea
(105) 'Ministeria Ouaedam» V. Sólo señalamos aquí algún aspecto, com- en el momento de la homilía. De ahí el nombre de «homilía dia-
pletando lo anteriormente dicho. Profundizaremos en este ministerio en otro logada», que se ha intentado realizar en variadas situaciones:
capítulo. gran asamblea, asamblea homogénea, pequeña comunidad, gru-
(106) Ministeria Ouaedam Vlll-IX. Además de los comentarios de nota
80, véase: J. URDEIX, Presente y futruro del lector y del acólito: Phase 15
(107) Conocemos algunas comunidades en Europa, sobre todo en Es-
(1975), 435-452; R. BERAUDY, Les ministéres institués dans -Ministeria Quae-
paña, donde esto sucede. Por desgracia, pensamos que son demasiado pocas.
dam» et «Ad Pascendum»: LMD 115 (1973), 86-96. P. DEZZA, Reflessioni sulle
(108) Trataremos sobre este ministerio en otro capítulo, donde aparece-
lettere apostoliche «Ministeria Ouaedam» e «Ad Pascendum»: Monitor Eccle-
rá más claro cuanto aquí decimos. Véase sobre todo esto E. COTHENET, Pro-
siasticus 98 (1973) 77-90; H. MÜLLER, De suppressione ordinum minorum et de
phetisme et ministére d'aprés le N. T.: LMD 107 (1971), 29-50.
vera institutione mlnisteriorum in Ecclesia Latina: Periódica 63 (1974), 99-120.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 69
68 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

Los niños pueden hacer de acólitos, pero no pueden recibir el


po celebrante... Pero que de hecho sólo puede realizarse en si- ministerio del acolitado.
tuaciones muy determinadas, y generalmente con grupos redu-
La situación actual respecto al ejercicio de este ministerio
cidos y homogéneos 109. En la medida en que las celebraciones
son menos «oficiales» (v.gr. Sacramentos) y más «libres» Cv.gr. nos parece que puede describirse del modo siguiente, sobre to-
celebración de la Palabra, celebración común de la Penitencia...), do en la Iglesia de Occidente: Hay una clara tendencia a la desa-
en esa medida sería más posible ejercer este ministerio con ma- parición de la figura clásica del «monaguillo» incluso en países
yor espontaneidad. Con todo, hay que decir que normalmente donde se le ha valorado de modo importante, como Alemania [los
suele realizarse en la celebración eucarística de los pequeños llamados «Ministranten»); se está extendiendo, en forma mayor
grupos o comunidades. Es nuestra opinión que debería recuperar- o menor según los lugares 1M, la praxis de que también las mu-
se el puesto del «profeta» en la celebración incluso en grandes jeres ejerzan este ministerio, a pesar de las prevenciones mos-
asambleas, creando espacios para la intervención espontánea, tradas por «Ministeria Quaedam»115, y de la postura negativa de
según unas determinadas condiciones y en circunstancias espe- la Instrucción «Inestimabile donum»116: la institución de este mi-
ciales, v.gr. encomendando a algún laico este ministerio para nisterio apenas ha tenido acogida entre los fieles, que no com-
las festividades importantes de la comunidad; dando lugar a la prenden muy bien por qué hacer todo esto, cuando se puede rea-
comunicación de fe de los padres en el Bautismo de sus hijos, lizar la misma función de modo espontáneo; se ha superado en
de los novios en la celebración del Matrimonio, de los confir- muchos casos el «complejo» de los adultos en servir al altar,
mandos en la Confirmación... 110 . debido a la asociación tradicional de este ministerio a los niños;
con frecuencia, dada la praxis de la presentación de ofrendas, el
— El acólito sacerdote se encuentra sólo en el altar, sin que «necesite a na-
El lectorado y el acolitado, los dos ministerios instituidos, die para que le sirva»117; las personas adultas se muestran más
están estrechamente vinculados entre sí y son lo que bien puede
(113) La Conferencia Episcopal Italiana determinaba el 15 de noviembre
calificarse de ejes fundamentales sobre los que gira toda co- de 1973 lo siguiente: «L'etá conveniente per l'assunzione di questi due minis-
munidad cristiana: la Palabra y el altar111. «El acólito queda ins- teri viene stabilita a 21 anni. Prima di quest'etá, pare difficile un orientamento
tituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote. stabile della persona e un acquisito rapporto pastorale del candidato con la
Es propio de él cuidar el servicio del altar, asistir al diácono y al comunita»: / ministeri nella Chiesa, n. 9: Rivista Litúrgica 2 (1974), 275.
sacerdote en las funciones litúrgicas, principalmente en la Misa; (114) Según lo que hemos leído o visto, donde más se extiende la pra-
además distribuir, como ministro extraordinario, la sagrada co- xis es en América Latina y en Centroeuropa. En los pequeños grupos o co-
munión cuando faltan los ministros...» 112 . Si ésta es su función munidades esto no constituye ningún problema.
principal, se entiende que queda superada la antigua figura del (115) Dice así: «Los ministerios pueden ser confiados a seglares, de
acólito, identificada durante mucho tiempo con el «monaguillo», modo que no se consideren como algo reservado a los candidatos al Sacra-
y cuyas funciones se encomendaba a los niños. Como ministerio mento del Orden» (n. III). «La institución de lector y de acólito, según la ve-
nerable tradición de la Iglesia, se reserva a los varones» (n. Vil). Esta deter-
instituido sólo pueden desempeñarlo personas adultas, capaces
minación originó disensiones sobre el sujeto de los ministerios (cf. artículos
de comprometerse de modo permanente en este ministerio 113. citados de R. BERAUDY, J. MANZANARES, L. RUBIO MORAN ). Algunas
(109) Sobre la homilía dialogada, véase: J. URDEIX, A propósito de las conferencias Episcopales, como la Americana, Francesa, Alemana, dieron una
homilías dialogadas: Phase 9 (1976), 64-68; R. COLL-VINENT, La comunicación amplia interpretación a la cuestión del sujeto, precisando que no se trata de
en las homilías: Phase 91 (1976), 55-59; J. DELFOSSE, Ministére de la Parole, que las mujeres no pueden ejercerlos, sino el que no pueden ser «Institui-
ministére du dialogue: Paroisse et Liturgie 4 (1970), 337-342. Tenemos expe- das —«ordenadas» para ejercerlo. Cf. J. MANZANARES, 377-380; Phase 72
riencia de diversas posibilidades de «homilía dialogada», y nos parece que, en (1972), 544.
todo caso, hay que atender mucho a la situación, dar sentido y ordenar debi- (116) Decía así: «Las funciones que la mujer puede ejercer en la asam-
damente el diálogo, tener una fina sensibilidad para el equilibrio de las par- blea litúrgica son varias, entre ellas la lectura de la Pulabra de Dios y la pro-
tes de la celebración, saber crear un clima de libertad, confianza, acogida y clamación de las intenciones en la oración de los fiólos. No están permitidas
escucha mutua. a las mujeres las funciones de servicio al altar»: Esta Insistencia tuvo, como
(110) Cf. Nuestro estudio citado: Eucaristía para el pueblo, 312-313. es sabido, reacciones muy contrarias, en algunas Iglesias de Centroeuropa y
(111) Cf. J. MANZANARES, Los nuevos ministerios del lector y acó- de América Latina.
lito, 373. (117) En España creemos poder afirmar que es ya casi raro que haya
(112) Ministeria Ouaedam, VI. «acólito» durante la celebración de la Eucaristía.
70 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLrsIA /I

dispuestas a ejercer el ministerio de «ayudante extraordinario de cisas al respecto 121. En casi todas las grandes paroquias se ojor-
la comunión», que el de «acólito»; en los clásicos «países de ce este ministerio por los laicos, de modo regular. En Francia, a
misión», sobre todo en África y Asia, el ministerio del «acolita- pesar del gran número de parroquias donde hay asamblea domi-
do» no ha llegado a tener importancia, siendo más bien los mi- nical sin sacerdote (unas 1.100), y a pesar de que existen anima-
nisterios de la Palabra los que acaparan la mayor atención. dores formados o laicos bien dispuestos y preparados para ha-
cerse cargo de la asamblea, «surgen las dificultades cuando se
trata de asumir determinadas funciones... como pronunciar la
— El ministro extraordinario de la comunión homilía o dar la comunión»122. Por lo mismo no está ordenado
Es aquel a quien se le encomienda públicamente la misión ni existe ningún documento especial sobre el «ministro extraor-
de ayudar a distribuir la comunión, durante la Misa, fuera de la dinario de la comunión» dejando su realización a la espontanei-
misma, y con respecto a los enfermos, cuando no hay sacerdo- dad, cosa que es criticada por algunos autores ,23.
tes suficientes y existe una real necesidad 118. Según la Instruc- En cuanto a España tampoco nos consta que este ministerio
ción «Inmensae Caritatis» este ministerio puede ser encomen- haya sido ordenado e instituido en ninguna Diócesis. Por lo que
dado para un caso concreto, para un período determinado de vemos y oímos se ejerce, en no pocos casos, con la simple en-
tiempo, o de modo permanente; para distribuirse a sí mismos el comienda «privada» del sacerdote, y de modo espontáneo, aun-
pan eucarístico o para distribuirlos a los fieles y enfermos; lo que siempre se procura encomendar a personas cuya vida cris-
concede el Ordinario del lugar y, con su permiso, los sacerdotes tiana y testimonio es notorio. Por regla general la encomienda
dedicados al ministerio para un acto concreto; los sujetos, por suele ser más «ad actum» que permanente, cuando se trata de
orden de preferencia son: el lector, el alumno del Seminario distribuir la comunión en las asambleas eucarísticas, ya que en
Mayor, el religioso, la religiosa, el catequista; pueden ejercerlo la mayoría de los casos todavía hay suficientes sacerdotes.
lo mismo los hombres que las mujeres; se requiere que la enco-
mienda les sea hecha, después de una adecuada preparación, con — El responsable de la colecta
el rito correspondiente, de modo que se evite el desconcierto que
la ignorancia pueda suscitar en los fieles "'. Se trata, a nuestro entender, de otro ministerio, que se
ejerce con normalidad en la celebración eucarística, por perso-
La praxis del «ministro extraordinario de la comunión» es nas adultas, cuya función es ordenar la colecta dentro de la
muy diversa según los lugares, circunstancias, comunidades. En asamblea, hacerse cargo de contar el dinero, entregarlo a la «jun-
los «países de misión», donde se concentra gran número de fie- ta económica» o al «responsable de la comunicación de bienes»,
les para la Eucaristía, se ejerce con normalidad: el número de participar en las decisiones económicas de la comunidad, inter-
personas que ha recibido esta encomienda es diverso, según las venir en la acción de la misma distribución de bienes a los más
necesidades. Se entiende que tanto los diáconos, los «responsa- necesitados de la comunidad...
bles de comunidades», los catequistas... ejercen este ministerio Este ministerio se ejerce de una u otra forma en todas las
de modo permanente, sobre todo cuando dirigen las asambleas comunidades cristianas. En otro tiempo era el sacerdote quien
dominicales, sin Eucaristía. En Europa podemos distinguir diver-
sas situaciones: En Italia: «las disposiciones de las Diócesis al (121) K. SCHLEMMER, Gottesdiensthelfer: Rolle, Ausgabe und Anforde-
respecto son distintas según las diversas circunstancias de las rung, Echter Verlag, Würzburg 1979. Véase igualmente texto y comentario de
mismas. En unas se aconseja la institución, mientras que en Th. DUCARME, Les «nouveaux» ministéres. L'auxillalre de Communlon: Oues-
otras se desaconseja»120. En Alemania existe un estatuto del tions üturgiques 2/3 (1980), 144-148.
«ayudante para la comunión» («kommunion helfer») que regula (122) M. BRULIN, Derecho de la comunidad a un pastor. Testimonios y
debidamente las condiciones del sujeto, el rito del mandato, etc. experiencias: Francia, 331.
(123) Por ejemplo, A. G. MARTIMORT en Notlclae 1 (1980), p. 14, donde
El obispo de Würzburg publicaba recientemente normas muy pre-
dice que aunque no se trate de un ministerio «ordenado», sí se trata de un
ministerio instituido, que debe ejercerse en determinadas condiciones y com-
portamientos precisos, que se oponen al mero ejercicio espontáneo. De la
(118) Instrucción 'Inmensae Caritatis*, para facilitar la comunión sacra- misma opinión es Th. DUCARME, L'auxillalre de communlon, 147, donde dice
mental en algunas circunstancias, del 29 de enero de 1973. de Francia: «II n'existe toutefois pas, que nous sachions, de «ministére Ins-
(119) -Inmensae Caritatis*, nn. I-VI. Cf. A. PARDO, 210-212. titué»; y aboga por una institución y «ritualización» del ministerio.
(120) F. MART1NELU, Parroquia con conciencia ministerial, 149.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IC.I I SI A 71
72 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

se encargaba, casi en solitario, de la cuestión económica de la En Europa se extendió este ministerio sobre todo en nlfliinas
parroquia. Hoy, además de que casi siempre hay una «junta eco- Diócesis y comunidades de Francia. No sabríamos doclr 8l Ac-
nómica» para el caso, compuesta en su mayoría por seglares, tualmente se le sigue dando importancia 128. En los demás países
también suele existir esa persona o personas que se responsa- no tenemos noticia de que tal ministerio tenga especial relieve.
bilizan de la colecta durante la celebración de la Eucaristía. El Y ciertamente en España apenas se ha puesto en práctica on
mismo Misal Romano, al hablar de los oficios y ministerios en ningún sitio. Suponemos que las dificultades son éstas: reparo
la Misa, se refiere a «los que hacen las colectas en la Iglesia124. de los seglares para realizar el ministerio; falta de conocimien-
to entre los miembros de la comunidad, en nuestra urbanizada
Pensamos que este ministerio, profundamente enraizado en civilización; sospecha de la gente de un cierto «control», que se
la tradición de la Iglesia y el sentido de la Eucaristía, en cuanto rechaza desde nuestra afirmación de la libertad...
celebración que comporta y exige la justicia y la caridad, debe-
ría ser siempre ejercido por aquellas personas que en la vida se — El que acompaña con el instrumento musical (organista)
responsabilizan de la comunicación de bienes y de los asuntos
de la comunidad. Una comunidad que toma en serio la comuni- Desempeña un ministerio verdadero y tiene como función el
cación de bienes no debe prescindir de este ministerio. Por des- animar y sostener el canto; el acompañar a los cantores, a la
gracia, en no pocos casos todavía se siguen comportamientos Schola y al pueblo; el crear un ambiente con la música, propicio
de otros tiempos, y no se da ninguna importancia a las personas para la participación y la oración. Como se sabe es éste un minis-
que realizan esta función 12S. terio litúrgico ya viejo en la Iglesia Occidental. Pero no tiene
por qué llamarse necesariamente «ministerio de organista» IX', ya
— El encargado de la acogida que puede haber otros instrumentos que cumplen la misma fun-
ción, no en todos los pueblos tiene la misma carga religiosa la
Es aquella persona que va recibiendo a los fieles a la puer-
música de órgano, y sobre todo no en todos los lugares puede
ta de la iglesia, y tiene por función saludarlos fraternalmente,
crear un clima de familiaridad y conocimiento mutuo, acompa- encontrarse un órgano y un organista.
ñarlos a los puestos que les corresponden, atender de modo es- Exceptuando algunos países europeos, sucede hoy que este
pecial a los enfermos y ancianos, orientar sobre las posibles de- ministerio se encuentra en cierto declive, por diversas razones:
mandas o preguntas referentes a la «marcha de <!a parro- imposibilidad de muchas parroquias de pagar a un organista, el
quia»... 126. coste elevado de un órgano, la extensión y empleo de otros ins-
Es un ministerio que tiene gran importancia en los «países trumentos musicales como la guitarra, la utilización de música
de misión» donde los fieles tienen especiales dificultades para grabada, la desaparición de gran número de coros parroquiales
reunirse, y sólo se encuentran algunas veces al año para cele- que en otro tiempo exigieron la existencia de órgano y orga-
brar la Eucaristía. Esta función suele hacerla, bien el mismo nista... 13°.
sacerdote, o el responsable, o el catequista de la comunidad, re-
cibiendo a aquellos que con frecuencia vienen de lejos al centro — Fl director de coro y el cantor
de la misión m'. El director de coro es aquella persona que dirige la Schola,
ensaya adecuadamente al pueblo, elige los cantos para la cele-
(124) OGMR 68, c. bración de acuerdo con el sacerdote, cuida de la correcta eje-
(125) En algunas de nuestras parroquias se da el caso de que, al no
cución de las distintas piezas musicales.. B I .
haberse encomendado a nadie el ministerio, y al no existir conciencia de su
importancia, lo realiza cualquiera de modo espontáneo, resultando, a veces
ser los niños que participan los que con más frecuencia «pasan la cesta» de (128) Cf. J. GELINEAU, Ministeri e servid nell'assamblea: en Nelle vos-
la colecta. tre assamblee, Vol. I; Oueriniana, Brescia 1975, 94-96.
(126) OGMR 68, b., donde se habla de este ministerio: «Existe también (129) La OGMR sigue hablando del organista, n. 63.
en algunas regiones, el encargado de recibir a los fieles a la puerta de la (130) Véase sobre este problema: AA.VV., La música en la Iglesia, hoy:
Iglesia...» Su problemática. V. Decena de Música en Toledo, 1973, Ed. Ministerio de
(127) Tal es el caso de África sobre todo. Cf. J. R. DE BENOIST, Caté- Educación y Ciencia, Madrid 1975.
chistes africains, 108-119. (131) OGMR, 64.
74 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA '

De este ministerio puede decirse algo parecido a lo que de- la evangelización debe realizarse, no al margen, sino desde don
cíamos del anterior. Salvadas las honrosas excepciones, cabe tro de las situaciones humanas, conflictos sociopolíticos, trage-
sólo indicar que no abunda en las asambleas litúrgicas. Una vez dias y esperanzas de los hombres concretos. En los últimos tiem-
desaparecidos los coros, también tienden a desaparecer los di- pos, debido sobre todo a las nuevas teologías (política, de libe-
rectores que los mantenían. Es cierto que en unos lugares se ración, de realidades terrenas, secular...) y a la nueva sensibili-
mantiene más que en otros este ministerio. Pero, en general, no dad religiosa (que inste más en el compromiso, testimonio, jus-
ocupa un puesto importante en la comunidad, y su función se ticia, unión de la fe con la vida...), los ministerios en el orden de
suple, a veces, con otros medios, como los «casettes» m. la caridad han venido a tener un puesto importante, si no pre-
En cuanto al salmista o cantor tiene por función cantar los valente, en las comunidades cristianas y en las distintas Iglesias.
versículos o estrofas, animar y sostener el canto del pueblo, La exaltación de estos ministerios ha conducido, en ocasiones,
mantener la variedad de la ejecución, ayudar a orar cantando... a nuevos desequilibrios en la realización de la misión de la
Con frecuencia suele unirse este ministerio al del «director de Iglesia.
coro». Existen al respecto, como es de suponer, muy diversas Se comprende que, dada la pluralidad de situaciones y de
situaciones y posibilidades. En general, se nota hoy una tenden- realizaciones ministeriales al respecto en las diversas Iglesias,
cia a que la misma comunidad cante las partes que corresponde- nuestro objetivo sea muy modesto, limitándonos a señalar los
rían al cantor. Cuando éste no existe, ni la comunidad puede asu- ministerios más importantes y su puesto y desarrollo más gene-
mir su papel por no saber la letra o la música, es frecuente que ral en la Iglesia 134. Por otro lado, téngase en cuenta que algunos
asuma la función el mismo sacerdote de estos ministerios sólo pueden realizarse plenamente a un
nivel supra-parroquial o incluso diocesano (v.gr. servicio de hos-
dd) Ministerios laicales en el orden de la caridad pitalidad, de promoción cultural...).
Los ministerios laicales en el orden del servicio en la cari-
dad son la verificación ética y práctica del resto de los ministe- — El ministerio de la hospitalidad y la acogida a tos marginados
rios. Por la justicia y la caridad se manifiesta la autenticidad de Es aquel que realizan las personas encargadas de acoger,
los diversos órdenes ministeriales. Así como no hay existencia orientar, ofrecer las primeras ayudas, a los transeúntes ocasio-
cristiana sin compromiso en la vida, tampoco hay verdadero nales, a los emigrantes o inmigrantes, a los forasteros de trán-
equilibrio ministerial sin ministerios de promoción y liberación sito, a los jóvenes inadaptados, a los alcohólicos abandonados,
de la vida. La «¡nstitucionalización», o creación de estos minis- a los excarcelados que no saben dónde ir, a los drogadictos, y
terios hace que la acción social-caritativa y el compromiso ético- en fin, a todos aquellos que se sienten marginados, incluidos los
político salgan de su privatismo, encuentren un espacio recono- homosexuales VB. La finalidad primordial de este ministerio se-
cido y organizado dentro de la comunidad, se realicen por la ría acoger, escuchar, compartir y comprender, ayudar, dar cobijo,
responsabilización concreta de unas determinadas personas, que atender a sus necesidades psicológicas y humanas con todos los
sirven como de cauce y estímulo permanente para el resto de medios disponibles. Naturalmente este servicio, que existió des-
los hermanos creyentes. El hecho de situar este orden de minis- de siempre en la Iglesia, sólo está organizado en aquellos luga-
terios al mismo nivel que los restantes es de suma importancia, res donde se dispone de medios y personal para ello como son
ya que indica que son ministerios con los que debe contar la
comunidad entera, que estos ministerios deben ser promovidos blterado desde Trento al Vaticano II: AA.W., Vaticano II. Los sacerdotes, Tau-
por el sacerdote lo mismo que los demás, sin pensar que a él rus, Madrid 1969, pp. 217 ss.; P. ALBERTO ANTONIAZZI, Los ministerios ecle-
le corresponde sólo la evangelización y el culto, mientras a los siales según el documento de Puebla: Seminarios 74 (1979), p. 425-26.
laicos les pertenece la promoción y la liberación humana 133; que (134) Nos parece válida la clasificación y descripción que de estos mi-
nisterios hace L. RUBIO MORAN, Presencia y urgencia de ministerios nuevos
en la Iglesia Española, 170-175.
(132) D. RIMAUD, El disco ¿una ayuda?: Phase 114 (1979), 511-516. (135) Estamos de acuerdo con lo que afirma L. Rublo Moren, p. 172:
(133) Este era el esquema tridentino, del que hemos estado viviendo «Hay que comenzar a pensar con urgencia en el mundo de la sexualidad, es-
hasta hace poco tiempo, y que ha seguido influyendo en los planteamientos pecialmente el de la homosexualidad. No habrá que cometer de nuevo, como
del Vaticano II, y otros documentos, tal como se manifiesta en el manteni- se ha hecho tantas veces con el asunto de la prostitución, el pecado del es-
miento de un doble lenguaje significativo. Cf. H. DENIS, La teología del pres- cándalo farisaico que recrimina pero no echa una mano».
76 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA //

Norteamérica y algunos países centroeuropeos (v.gr. Alemania, e instalaciones como Alemania («Altenheim»), pueden sí solu-
Francia...). En otros muchos sitios se realiza de forma más es- cionar los problemas materiales, pero no solucionan los psico-
pontánea y en la medida de las posibilidades (v.gr. América La- lógicos y humanos.
tina). En España realiza algo de esta labor «Caritas», si bien en Aparte del ministerio de asistencia que ejercen personas en-
la mayoría de los casos se limita a una cierta asistencia mate- cargadas de los ancianos en instituciones sociales o religiosas,
rial y no disponen de locales para la hospitalidad. Es significa- hay comunidades cristianas que encomiendan también este mi-
tivo y elocuente que en Madrid, el día 15 de diciembre de 1980, nisterio a personas cualificadas, con sensibilidad y capacidad
fuera inaugurado por el Cardenal Tarancón el llamado «Centro de suficiente para atender a los ancianos que en ella residen. Su
acogida al marginado», cuya finalidad responde plenamente a lo tarea se centra, sobre todo, en promover lugares de recreo, de en-
que hemos dicho. También es aleccionador que exista en San Se- cuentro, de promoción y formación de las personas ancianas;
bastián (Guipúzcoa), una institución llamada «Hogar del Tran- en ofrecer acogida y orientación a sus diversas demandas y pro-
seúnte», sostenida por el Excmo. Ayuntamiento de la ciudad y blemas; en intercambiar cuando se planteen conflictos familia-
atendido por RR. de la Compañía de María, en donde tienen aco- res; en ofrecer unos medios adecuados de formación religiosa y
gida todos los marginados, y en el que encuentran habitación, unas formas adaptadas de celebración 137.
comida y atención e interés por sus problemas.
Por supuesto, no se trata tanto de suplir la tarea que debería
— El ministerio de la asistencia a los mayores desempeñar o acometer la sociedad, cuanto de cumplir un com-
promiso de la fe, promoviendo aquel grado de humanidad, de
Pensamos que puede calificarse así al servicio que desde
acogida, de amor y de integración social que merecen los ma-
la Iglesia se ofrece en no pocos lugares respecto a las personas
yores para una comunidad cristiana.
de la tercera edad y los ancianos, cuyo número aumenta conside-
rablemente por la elevación de edad media de vida, pero cuyos — El ministerio de la promoción social y cultural
problemas humanos, psicológicos y, a veces, económicos y ma-
teriales no se ven por lo mismo disminuidos. La función de este Es el ministerio que busca promover socialmente a las per-
ministerio de asistencia, ya viejo en alguna medida en la Igle- sonas, sobre todo en las zonas más deprimidas, haciéndoles cons-
sia 136, será acoger a estas personas y ayudarles en sus proble- cientes de sus derechos y también de sus deberes por mejorar
mas de todo tipo; pero sobre todo será hacer lo posible para la condición de vida, culturizando y abriendo caminos para una
que integren en su vida la fragilidad fisiológica propia de la edad; mejor formación humana y cristiana. En este ministerio se pre-
para que sean y se sientan útiles a la sociedad entera, para que tende unir al progreso técnico con la promoción socio-cultural,
no se les margine o recluya de la vida normal, para que superen y la liberación humana con la salvación cristiana 138 . «Nuestra so-
la soledad y mantengan la ilusión de vivir, la fuerza para esperar ciedad necesita una amplia labor de concienciación humana, de
y crecer. potenciación de las personas, de ayuda a la expansión del ser
personal más que del hacer y del tener, ya servidos por otros
Las realizaciones concretas en este campo son muy varia- caminos. Habría que crear escuelas de humanización y servi-
das según los lugares. En Europa se tiende a buscar medios dis- cios de humanismo integral. Para hacer descubrir a los hombres
tintos a aquellos que suponían un cierto apartamiento de la vida su valor como personas, para enseñarles el respeto mutuo y la
social, una reducción de su mundo a la sola ancianidad, una mar- educación para la convivencia»139.
ginación y separación de la vida familiar. Sin embargo, la inten-
ción e incluso los planes y realizaciones sociales, no siempre res- Como en el resto de los casos, es muy diverso el puesto
ponden a la realidad. Siguen existiendo los «clásicos asilos»; que ocupa este ministerio en las Iglesias, dependiendo sobre
muchos ancianos se sienten olvidados, marginados y obligados
(137) La parroquia donde vivimos y colaboramos, en Bilbao, intenta or-
a una reclusión «voluntaria» en estas instituciones existentes. ganizar este servicio. Las charlas dirigidas a los mayores, así como las ce-
Las casas u hogares para ancianos, incluso en países con medios lebraciones especiales a las que se les convoca, encuentran siempre una muy
buena acogida.
(136) Ya en la Iglesia primitiva existieron los llamados «xenotropium». (138) Cf. Evángel izad ón del mundo contemporáneo (Evangelii Nuntian-
Durante la Edad Media, los ancianos fueron acogidos y atendidos en los mo- di), nn. 25-39.
nasterios y en las parroquias. Más tarde nacieron los -asilos». (139) L. RUBIO MORAN, Presencia y urgencia de ministerios nuevos, 171.
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 79
78 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

la medicina preventiva y la larga duración de las enfermedades;


todo del nivel de desarrollo de los pueblos. Es muy distinto en la desaparición del marco familiar sanitario y el necesario «exi-
los «países desarrollados», o «en vías de desarrollo». En Amé- lio» de los enfermos a los hospitales; el paso de las institucio-
rica Latina y África tiene este ministerio un lugar preferente, lo nes sanitarias de las manos de la Iglesia a las del Estado; el cam-
mismo que lo tiene la teología de la liberación 140. También suce- bio del «rol» del sacerdote respecto a la persona del enfer-
de así en Filipinas donde los llamados «misioneros rurales» de- mo... m. A esto hay que añadir el puesto relativamente secunda-
sempeñan esta misión M1. En centroeuropa tiene este ministerio rio de la pastoral de enfermos en las comunidades debido, en
un carácter especial, al estar orientado hoy al problema de los parte, a que otros centros de interés han venido a acaparar la
emigrantes y trabajadores extranjeros. En cuanto a España cuen- atención, y en parte al traslado de los enfermos a los Centros
ta con la tarea llevada a cabo por los «Asistentes sociales» que hospitalarios.
están extendidos por todas las Diócesis, y sobre todo en años
anteriores, cumplían esta misión 142. Esto no quiere decir, sin embargo, que aparte de las perso-
nas especializadas dedicadas al cuidado de los enfermos (v.gr.
Pensamos que, en una comunidad cristiana amplia no debe- enfermeras, religiosas, médicos...), no existan también en las
ría faltar este ministerio que, según las situaciones sociales y comunidades cristianas quienes asumen y realizan este minis-
culturales, deberá orientarse en uno u otro sentido, para respon- terio, con cierta permanencia, bien sea de modo particular, o a
der a la misma realidad. Unas veces se realizará colaborando con través de su integración en grupos dedicados principalmente a
otras instituciones, como son los sindicatos, las asociaciones, esta misión. La organización y el estilo de estos grupos es di-
los movimientos de diverso tipo; otras veces será preciso asu- verso según los lugares. En Alemania, por ejemplo, se extiende
mir aquellas tareas que son marginadas por tales organizaciones, este ministerio entre mujeres que se dedican plenamente a la
y sin embargo, constituyen también un espacio para la justicia atención de enfermos realizando con ellos toda la tarea pastoral,
y la caridad, que no puede ser olvidado por los cristianos (pro- excepto la administración de los sacramentos (v.gr. Sealsorgehel-
moción social y cultural de los marginados). ferin, religiosas). En Francia desempeña este ministerio los gru-
pos «Unión Católica de servicios Sanitarios». Y «Unión católica
— El ministerio de la visita y atención a los enfermos de medios sanitarios sociales» M5. En España están muy exten-
didas la «Conferencias de San Vicente de Paúl», la «Fraternidad
Sería el ministerio que tiene por objeto la atención a los Católica de Enfermos», las «Damas de la Caridad de San Vicen-
enfermos, crónicos o permanentes, psíquicos o físicos, y que te», la «Hermandad de San Felipe Neri», la «Asociación de ayuda
busca una atención material y espiritual, pero sobre todo su con- a domicilio Ntra. Sra. de la Esperanza»..., o bien los grupos pa-
suelo y su acogida, desde una actitud de compartir los dolores, rroquiales más o menos expontáneos, que se ocupan de modo
angustias y esperanzas que les aquejan. Este ministerio, de tan especial de los enfermos. Aunque en muchos lugares este ser-
largo historial en la Iglesia 14\ por su creación y atención a ins- vicio es realizado por los sacerdotes, «existen comunidades que,
tituciones sanitarias y hospitalarias, viene a tener hoy un nuevo como tales, se interesan por los enfermos: en ellas hay un grupo
rostro, debido a los cambios sociales y culturales que ha expe- que se responsabiliza de este servicio, que cuenta con enlaces y
rimentado, como son entre otros: las proporciones que ha toma- visitadores a lo largo de todo el territorio de la parroquia para in-
do la sociedad en los Estados modernos; los avances de la cien- formar e interesarse por los enfermos que promueve las visitas a
cia y la técnica médicos; las grandes instalaciones hospitalarias; los centros hospitalarios...» 146 . Su misión fundamental ya no es

(140) Véase un planteamiento de síntesis sobre estas cuestiones: A. LÓ- (144) Cf. M. PFENDER, Les malades parmi nous. Le ministére de l'Eglise
PEZ TRUJ1LLO, De Medellín a Puebla, BAC, Madrid 1980. auprés les malades, Delachaux et Niestié. París 1971; AA. VV., Evangelizando
(141) INDE J. DUPUIS, Colloque cTAsie. Minlstéres dans l'Eglise, 368-69. al mundo de los enfermos, Madrid 1974; D. BOROBIO, Más fuertes que el
(142) Es significativo el que en Bilbao existiera hasta hace tres años dolor. Unción de enfermos, Desclée, Bilbao 1977.
la «Escuela de Asistentes Sociales», y que ahora haya desaparecido. (145) Véase la relación de grupos dada a conocer en el 'Encuentro de
(143) Recuérdese como ya en la Iglesia primitiva se crearon centros para Responsables Nacionales de la pastoral de la Salud', en Luino (Italia), marzo
atender a ancianos y enfermos. En la Edad Media nacieron las Ordenes Hos- de 1978 (material policopiado).
pitalarias. Más tarde se multiplican las instituciones y crecen congregaciones (146) J. L. URRUTIA, La comunidad cristiana y el enfermo: Seminarios
diversas de religiosas y religiosos para atender a los enfermos: San Vicente 75 (1980), 23-30, p. 24. Nos consta que en Cataluña, por ejemplo, se ha dado
de Paúl, Hermanas de los Desamparados, Siervas de Jesús...
80 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 81

la aplicación de una «medicina doméstica», como pudo suceder nes, el «consejo de la comunidad parroquial», de todavía re-
en otro tiempo, sino más bien la información sobre los enfermos ciente creación en muchas parroquias, ha venido a hacerse cargo
existentes en la comunidad, la atención a sus posibles necesi- de estas funciones, dándole a este ministerio un carácter más
dades, la visita y el consuelo humano, el compartir con ellos la pastoral. Con frecuencia, sin embargo, sucede que la «junta
fragilidad desde la fe, la esperanza y el amor cristiano. Será ne- económica» funciona de modo independiente de «Caritas», y
cesario que estos grupos de la comunidad estén relacionados con mientras aquella se «ocupa de las cuentas», a ésta se le encarga
aquellos otros de los centros hospitalarios, que también, desde de la caridad. Pensamos que estas dos funciones no deben se-
su trabajo profesional, intenten realizar este ministerio. Y, en pararse, sino unirse, en el ministerio de la comunicación de
todo caso, es preciso que este ministerio ocupe un puesto que bienes m.
se merece en la comunidad, como lo exige la misma continuación
del ministerio evangélico de Cristo, y la última enseñanza de la — El ministerio de la asistencia a la familia
Iglesia en «Pastoral y Ritual de la Unción de Enfermos»147.
Es aquel ministerio que tiene por objetivo ayudar a las fa-
— El ministerio de la «comunicación de bienes» milias necesitadas, bien con el consejo, el diálogo, la acción
intermediaria, la educación pedagógica y moral, la reflexión hu-
Creemos que debiera llamarse así al ministerio que tiene mana y cristiana, la oración y la celebración... Tiene que ser
por objetivo la administración económica de los bienes de la co- ejercido por personas verdaderamente maduras y formadas, ca-
munidad, cuya finalidad primera debería ser la realización del paces de ayudar, aconsejar y formar. No está destinado exclu-
ministerio de la comunicación de bienes («koinonia»), atendiendo sivamente a la atención de la familia o el matrimonio en casos
a las situaciones y necesidades de los propios miembros y de conflictivos (desavenencias y problemas matrimoniales, desem-
los del grupo social al que pertenecen. Este ministerio no trata pleo y falta de trabajo, choques generacionales, separación y di-
sólo de realizar una buena gestión económica, sino también de vorcio, los divorciados vueltos a casar...), sino también a la
educar y promover la comunicación de bienes, responsabilizan- promoción y animación de la vida familiar con todos aquellos
do de modo permanente a la comunidad sobre las necesidades medios que contribuyen a su realización humana y cristiana (for-
existentes, creando una fuerte conciencia de solidaridad, impul- mación, encuentros, acciones y compromisos comunes, oración
sando la fraternidad humana y cristiana a todos los niveles. y celebración...). El último Sínodo de Obispos, dedicado a la fa-
Existen al respecto organizaciones de nivel supra-parroquial, milia, ha recordado la urgencia de este ministerio 149 .
como es «Caritas» en la mayoría de los países, o «Adveniat», Creemos puede afirmarse que el ministerio de atención a
«Misereor», en el caso específico de Alemania. También se rea-
lizan campañas en la Iglesia con objetivos semejantes, tales co- (148) Véase sobre la verdadera praxis de la caridad: E. REISCH, Prác-
mo «el Domund», o la «Campaña contra el hambre»... Pero no tica de la caridad: en Sacramentum Mundi, Herder, Barcelona 1972, vol. I, 659-
669. Igualmente: La comunidad cristiana y Caritas: Caritas Diocesana, Madrid
es éste el problema, sino su enraizamiento y su configuración
1981.
ministerial, de modo permanente, en las comunidades cristianas.
(149) En el mensaje final se dice: «Interesa mucho a la Iglesia el apos-
Hay que reconocer que en la mayoría de los casos se cuenta en tolado o ministerio familiar. Bajo este nombre comprendemos la tarea que
las parroquias con la «Junta Económica», a la que se le encarga realiza todo el pueblo de Dios por medio de las comunidades locales, parti-
la cuestión económica, encomendándosele, según los casos, unas cularmente por obra de los pastores y laicos entregados a la acción pastoral
u otras funciones: relación de cuentas, pagos, concreción de ne- familiar. Estos, actuando con los individuos, matrimonios y familias, les ayu-
cesidades, aprobación de planes, ayudas a necesitados, cobro de dan a vivir de modo más pleno su vocación conyugal. Este ministerio incluye
suscripciones y cuotas... Según las circunstancias, es diverso la preparación para el matrimonio, la ayuda a los casados en todas las etapas
su funcionamiento: más o menos «manejada» por el sacerdote, de la vida matrimonial; programas catequéticos y litúrgicos orientados a la
con más o menos miembros y tareas, con una mayor o menor in- familia; asistencia a matrimonios sin hijos, a familias que carecen de padre
cidencia en la vida y la conciencia de la comunidad. En ocasio- o de madre; a madres abandonadas, a viudas, a esposos separados y divor-
ciados y, en particular, a familias y matrimonios que sufren el peso de la
pobreza...» Vida Nueva 1.250 (1980), 32-33. La Exhortación recién publicada
la «missio canónica» a algunos seglares, en orden a una dedicación perma- por el Papa Juan Pablo II, el 22.11.1981, Familiaris consortio, Paulinas, Madrid
nente al ministerio de los enfermos. 1981, nn. 70-76, pp. 118-129, recuerda los objetivos y los agentes de la pas-
(147) Ritual de la Unción y de la Pastoral de enfermos, nn. 32-37. toral familiar.
82 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICAI I S
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 83

las familias existe y está muy extendido por toda la Iglesia, con comunidades. Nos hemos valido, en conjunto, de informaciones
las lógicas diferencias y variaciones según los lugares. En África, de carácter general. Tampoco era otro nuestro objetivo en estos
por ejemplo, dadas las costumbres propias y los conflictos que momentos. No obstante, para tener una relación más localizada
se plantean con la concepción de la Iglesia occidental, hay cris- y completa, queremos concluir este punto con la cita directa
tianos que tienen esta encomienda, bien individualmente o en de algunos testimonios que juzgo más significativos, cual mues-
grupo. En Fiange (El Tchad), se les llama los «consejeros del tra de una totalidad.
matrimonio», y se trata de un grupo de tres o cuatro cristianos,
más bien mayores y buenos conocedores de las costumbres loca- — América Latina
les, que aconsejan sobre la dote, el momento de la celebración
cristiana, que ayudan e intervienen en los conflictos I50. También «Actualmente encontramos en América Latina una gama
en América Latina existen en muchas comunidades personas que muy variada de ministerios no ordenados. Bautizadores, catequis-
atienden a las familias, sobre todo en momentos conflictivos 151. tas, rezadores, cantores, animadores de oración, salmistas, fis-
En Europa son frecuentes los grupos matrimoniales y familias cales, animadores parroquiales, misioneros laicos, presidentes
cristianas: en Alemania serán los «Familiensoelsorge»; en Fran- de asambleas» 1S5.
cia los «Grupos de Nuestra Señora»; en España los grupos del Los ministerios laicales más estables los constituyen en
«movimiento familiar cristiano». Últimamente, se han organiza- América Latina: «Los catequistas permanentes, los lectores, los
do también los servicios de «orientación matrimonial y familiar» acólitos, los guías, los grupos organizados para formación y es-
en algunas Diócesis152, como Madrid, Barcelona, Bilbao..., con tudios bíblicos, los animadores de comunidades y parroquias,
el fin de ayudar a los matrimonios cuando se plantea el con- los organismos permanentes de Caritas o instituciones, los de-
flicto, y antes de que se llegue a una situación irreversible 1S3. dicados a la actividad misionera, los ministros extraordinarios
En Italia, se tiende a los «centros parroquiales de pastoral fami- de la Eucaristía» 156.
liar», además de hablar de los «catecumenados postmatrimonia-
Por su parte la Conferencia General del Episcopado Latino-
les, grupos de espiritualidad familiar, consultorios matrimonia-
americano distingue y reconoce diversos planos de presencia
les y familiares» 1S4.
y ministerios entre los laicos de aquel continente:
— «En el espacio de la «vecindad» (parroquias, barrios) la
ee) Conclusión existencia de numerosos laicos y movimientos de laicos;
Terminemos esta ya larga descripción de «ministerios laica- — en el espacio de «apoyo pastoral» (entendido como tal
les» existentes hoy en la Iglesia. Somos conscientes de no haber el que reúne los servicios de formación doctrinal del laica-
dicho todo cuanto hubiera sido preciso de cada ministerio. Tam- do, invitación al compromiso, espiritualidad, etc.) hay una
bién creemos que han quedado ministerios por señalar. No dis- presencia apreciable, pero con diferencias en los servicios
ponemos de una información detallada sobre cada uno de los de formación;
ministerios, tal como se desempeñan en los diversos lugares y — en el espacio de la «construcción de la sociedad» (obre-
ros, campesinos, empresarios, técnicos, políticos, etc.) la
(150) J. ROCHON, Recherches sur les nouveaux mínistéres. De Fiange, presencia es muy débil; casi total la ausencia en el espacio
au Tchad: Spiritus 54 (1973), 420. de creación y difusión cultural (intelectuales, artistas, edu-
(151) J. E. MIJALCHYK, Los ministerios laicales de América Latina, 183 cadores, estudiantes y comunicadores sociales)»157.
ss.; J. A. ODDONE, Hacia una teología de los ministerios, 345.
(152) Estos servicios hace tiempo que están organizados en algunos (155) J. E. MUALCHIK, Los ministerios laicales en América Latina, 185.
países de Europa, como Francia y Alemania. También los Estados han orga- Véase la orientación del documento de Puebla al respecto: P. A. ANTONIAZZi,
nizado servicios de este tipo. En España cumplen esta función los «Módulos Los ministerios eclesiales según el documento de Puebla, 421-422.
psico-sociales», de reciente creación en algunos centros urbanos impor- (156) J. A. ODDONE, Hacia una teología de los ministerios, 345. Véase
tantes. una crítica sobre el clericalismo y la carencia de posibilidad y medios en
(153) Después de la aprobación de la Ley del divorcio en España (julio muchas parroquias de América Latina, para ejercer con responsabilidad los
1981), está prevista la creación de un servicio semejante, desde la ordena- ministerios laicales: J. COMBLIN, Communautés et mlnlstéres: Spirltus 54
ción estatal. (1973), 371-386.
(154) F. MARTINELLI, Parroquia con conciencia ministerial, 170-171. (157) Puebla, BAC, Madrid 1979, nn. 820-823. Anteriormente habla sobre
84 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA K.I.I'SIA '

— África g) Ministerio familiar (preparación al matrimonio, mnoh


ciliación de esposos).
Según un testimonio de la República popular del Congo éste
es el sentido y la diversidad de ministerios: «Hemos procurado h) Presidencia de la oración dominical; animación lltúrnlin
repartir al máximo las responsabilidades en la comunidad, en par- musical y coral.
te para no dar a uno solo todo el poder... y, en parte, para per- i) Secretariado parroquial y diocesano (administración,
mitir al máximo que cada uno ocupe su puesto en la comunidad, gestión financiera, contabilidad...).
según su carisma. Existe el responsable de los hombres, llamado j) Ministerio de los sacramentales y bendiciones,
presidente, y ayudado de un vice-presidente, y la presidente de k) Celebración de ciertos sacramentos» 159.
las mujeres, igualmente ayudada por una vice-presidente. Están
también los responsables de la formación y reflexión (catequis- — Francia
tas, secretarios, maestros del canto, etc.). Igualmente los res-
ponsables de la organización y de la marcha de la comunidad La Asamblea Episcopal Francesa reconocía, en 1975, la plu-
(los tesoreros, los que rúnen y amonestan a los miembros, los ralidad de ministerios laicales existentes en su Iglesia: En el
que velan por el buen orden...). Además los responsables de la plano diocesano, algunos laicos asumen sus responsabilidades
caridad (consejeros, visitadores de enfermos, encargados de la en un movimiento de Acción Católica. En una Diócesis con pre-
oración comunitaria, responsables de los esfuerzos para el de- dominio rural está a punto de crecer un nuevo «tipo» de minis-
sarrollo, y del trabajo gratuito por los necesitados). Se podría terio sacerdotal (debido a que los laicos asumen tareas antes
añadir todavía el ministerio del padrinazgo colectivo, puesto que realizadas por el sacerdote, y se orienta el impulso misionero en
cada catecúmeno tiene un padrino desde el principio de su ca- nuevo sentido). En el campo de la catequesis hay realizaciones
tecumenado. Y también de equipos de jóvenes que se ayudan muy varias: Hogares que tienen a su cargo esta función, religio-
continuamente para el aprendizaje de oficios. En cuanto a los sos que se encargan de la educación en la fe de un grupo de
responsables de muchachos y muchachas tienen un puesto es- parroquias, catequista «profesional» que dedica su vida a la ca-
pecial en el interés de la comunidad»158. tequesis, responsable seglar de la catequesis diocesana, comi-
té de acogida y preparación a los sacramentos. Igualmente exis-
Y en la octava Semana Teológica de Kinshasa, al ofrecer ten y crecen comunidades que se responsabilizan de los diver-
unas conclusiones se señalan los siguientes ministerios laicales: sos servicios y ministerios, sobre todo de las asambleas domi-
a) «El ministerio de la Palabra (lectores e intérpretes de nicales, no obstante la ausencia de sacerdote. Y no menos im-
la Escritura, ministerio homilético). portante es la animación misionera del sector rural, a cargo de
b) Ministerio de la visita y la consolación (enfermos, mori- hombres y mujeres del propio sector160.
bundos, prisioneros, exequias). «Según los documentos recogidos en 1979, los laicos se en-
c) Servicio de desarrollo nacional y regional. cargan de los siguientes servicios (aparte de las asambleas
d)^ Obras caritativas y sociales (responsabilización en el litúrgicas): catequesis de niños; mantenimiento de los locales
propio medio). parroquiales; finanzas de la parroquia, gestión; visita de enfer-
e) Acogida de la juventud (animación cultural). mos y ancianos; información, difusión de prensa, comité de
prensa; recepción; preparación para los sacramentos: Bautismo,
f) Catequesis de niños y jóvenes, formación permanente
Matrimonio, Comunión, funerales (asistiendo el sacerdote); vi-
de adultos.
gilia de oración en el momento de la muerte; movimientos; de-
legados parroquiales; resoonsabilidad asumida en las celebra-
la unidad y diversidad de ministerios laicales: n. 804-805 Sobre la relación ciones...» 161 . Otro autor añade: hay equipos especializados para
entre concepción de Iglesia y ministerios, y su explicación desde la «ecle-
siología de comunión» propugnada en Puebla, puede verse el informe de
A. PARRA, Ministerialidad desde la Iglesia de América Latina (conferencia (159) Huitiéme Semaine Theologique o Kinshasa: Spiritus 54 (1973), 444.
multicopiada). (160) ASAMBLEA DEL EPISCOPADO FRANCÉS, ¿Todos responsables en
(158) Testamento recogido por un equipo, que preparó «un dossier la Iglesia?, Sal Terrae, Santander 1975, 40-47.
d'enquéte», publicado bajo el título: Misión et ministéres: Spiritus 54 (1973), (161) M. BRULIN, Derecho de la comunidad a un pastor. Testimonios y
352. Ahí pueden encontrarse otros testimonios significativos. experiencias, Francia, 330-331.
86 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 8/

la animación litúrgica, que preparan con el sacerdote las cele-


braciones y las homilías...; en muchos lugares, a los tradiciona- sabilización de actos litúrgicos; o bien por el desempeño de al-
les servicios caritativos, se han añadido grupos de reflexión y de guna función dentro de la liturgia, como lector, cantor, organis-
acción que abren la parroquia hacia afuera, por ejemplo, con su ta; o por la dirección de celebraciones de la Palabra y en cir-
gestión municipal, su acción sobre el problema del empleo, los cunstancias especiales por hacer de «ministro extraordinario de
emigrantes, los problemas del tercer mundo; en otros sitios hay la comunión» m.
laicos, a veces elegidos, que entran en los consejos pastorales,
donde discuten y deciden, junto con los sacrdotes, todos los pro- — España
blemas importantes de la vida parroquial»162. «En estrecha conexión con el ministerio del diácono, hay
todavía en la Iglesia gran multiplicidad de servicios, asumidos
— Alemania desde el principio por los laicos. Se trata de actividades que
forman una especie de constelación alrededor de los dos gran-
«Desde hace algunos años asciende el número de laicos cua-
des polos de la misión eclesial: la Palabra y la Eucaristía... las
lificados o teólogos laicos, que estén dispuestos a ejercer un
ministerio en la comunidad, bien con dedicación plena o con de- maneras de realizar estas actividades han variado a través de los
dicación parcial... Entre los muchos ministerios existentes des- tiempos, respondiendo a necesidades circunstanciales. Entre no-
tacan en los últimos años en algunas Diócesis los llamados sotros, por ejemplo, existe buen número de personas —hombres
«Asistentes de pastoral»... siguiendo las directrices del Vatica- y mujeres— que se dedican a la catequesis de niños, jóvenes
no N ha sido renovado el diaconado permanente, como ministerio y adultos; es ya corriente en las iglesias ver a seglares que sir-
que se transmite sacramentalmente... Más que nunca nos en- ven en la celebración como lectores, cantores, ayudantes en la
contramos hoy con mujeres que están dispuestas a responsabili- distribución de la Eucaristía, etc.; algunos ejercen el ministerio
zarse de un ministerio pastoral... 1<a. «Los ministerios espontá- de llevar la Eucaristía a los enfermos y ser junto a ellos el tes-
neos encuentran su realización fundamental en el campo social- timonio de la comunión eclesial; no son pocos los que colabo-
caritativo, en el litúrgico-sacramental, y en el del anuncio de la ran en la pastoral de los que preparan el Bautismo de los niños
Palabra, así como en su participación en el consejo de la comu- o en la acogida y preparación de los novios que se disponen a
nidad parroquial o en la junta parroquial. Otro amplio campo para celebrar el Matrimonio. Todos éstos ejercen verdaderos servi-
estos ministerios lo constituyen los grupos, las pequeñas comu- cios eclesiales, aunque carecen de la ordenación sacramental y
nidades y asociaciones... En concreto, los laicos de una comuni- realicen su labor con carácter temporal»185.
dad participan en los ministerios de asistencia a los ancianos y
enfermos, a los disminuidos mentales, a los trabajadores extran- c) Problemas y puntos pendientes de los ministerios laicales
jeros. Otros campos de actividad son: la escuela y la educación, en su estado actual:
la formación de adultos, el trabajo de publicidad, la pastoral del
teléfono, el servicio del consejo, la pastoral de los hospitales, La situación descrita en el punto anterior nos indica, por sí mis-
la colaboración con la justicia, la visita familiar, el apostolado ma, algunos problemas fundamentales, que creemos debe afron-
del barrio, la administración eclesial. En el campo del anuncio de tar la Iglesia con urgencia. Sólo pretendemos señalar'los en este
la Palabra desempeñan los laicos una función ministerial por su momento, esperando poder ofrecer una respuesta a lo largo del
responsabilización de los grupos de diálogo sobre la fe, de los estudio.
encuentros para la predicación, de la catequesis de niños jóve-
nes o adultos, de los seminarios sobre la fe y matrimonio, y es- (164) ibid., p. 63. P. M. ZULENNER, recogiendo los resultados de una
pecialmente cuando se les encomienda la enseñanza de la reli- encuesta, señala que los laicos se muestran dispuestos a desempeñar los
áión o la predicación. Respecto al ministerio litúrgico-sacramen- siguientes ministerios: trabajos de los locales parroquiales; colaboración a
tal, l ° s ' a ¡ c o s participan del mismo por la preparación y respon- sacar la hoja parroquial; atención a los mayores y ayuda a sus necesidades;
preparación de los niños a la comunión y a la Confirmación; participación en
la Acción Católica y apostolado con los jóvenes, los acólitos...; llevar la co-
(162) J. MOINGT, Services et ¡ieux d'Eglise, 840. munión a los enfermos; responsabilizarse de una liturgia de la Palabra: Zur
(163) Tomado de la Ponencia: «D/e pastoralen Diensie in der Gemeln- pastoralen Entwicklung in priesterlosen Germeinden, 51-52.
de,: Synode 1 (1975), 57. (165) CARDENAL JUBANY, Los ministerios en la acción pastoral de la
Iglesia, PPC, Madrid 1978, n. 5, p. 17-18. Cf. L. RUBIO MORAN, Presencia y
urgencia de ministerios nuevos en la Iglesia Española, 149-175.
88 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA

Entre la ignorancia y la exageración rito celebrativo, o en la acción comprometida. En el cumpllmii


to de cualquiera de estos ministerios debe conservarse lit din
El fuerte clericalismo histórico llevó en muchos casos, a la
láctica «reunión-misión», acción «ad intra-ad extra», pues ningún
ignorancia práctica de los ministerios. El panorama descrito no
ministerio agota su función en la intraeclesialidad, sino quo to-
quiere decir, ni que tal clericalismo haya desaparecido en todas
dos tienen una repercusión en la sociedad, en el mundo, en la
partes, ni que los ministerios laicales tengan un puesto en todas
cultura, en la política... y, por otro lado cada ministerio exlgo ni
las comunidades. Las posibilidades, las actitudes y las realiza-
mismo tiempo la profundización interna y la acción externa '*'.
ciones son muy diversas. Y aunque no sería bueno denunciar el
Si esto así, ¿qué hacer para salvar este equilibrio ministerial?
peligro de un fenómeno deseado antes que dicho fenómeno se
¿Qué ministerios hay que potenciar en concreto en cada uno
produzca, sí conviene advertir de su inicio de deformación real
de los órdenes? ¿Cómo combinar la necesaria acentuación de
cuando se está produciendo. Allí donde los ministerios laicales
unos determinados ministerios, porque así lo exige la situación,
son bien acogidos y se desarrollan y encuentran campo propicio
y la exigida referencia y complementariedad con los otros órde-
de acción, hay, a veces, una cierta tendencia a la «inflación mi-
nes? ¿No debería institucionalizar la Iglesia algunos ministerios
nisterial», a la multiplicación desconsiderada de ministerios, a
laicales fundamentales en cada uno de los órdenes, para ayudar
la parcelación exagerada de funciones. Ello conduce, si no se
a que la Iglesia se manifieste y realice en su plenitud de misión?
advierte el riesgo, a crear una «super-estructura» ministerial sin
contenido, a la inadaptación a las necesidades reales, al conflicto
de competencias. Los ministerios laicales no existen sólo por- La complementaria articulación entre el ministerio
que se les defina y clasifique. Los carismas son múltiples y los sacerdotal y los ministerios laicales
servicios diversos, pero no a todo carisma y servicio se le puede El desarrollo de los ministerios laicales, unido al problema
aplicar igualmente la calificación de ministerio. Cuando todo es de la identidad del ministerio sacerdotal, crea, a veces, serios
un «ministerio» ya no sabemos qué es el ministerio. De la má- problemas de articulación y complementariedad en la realización
xima indigencia de ministerios laicales no debemos pasar al de la misión de la Iglesia. Hay sacerdotes que se encuentran
«panministerialismo» laical. Pero ¿dónde está entonces el pun- «celosos» de sus poderes sacerdotales, temerosos de admitir a
to justo de este desarrollo? ¿A qué debemos llamar en verdad los laicos a la esfera de lo espiritual-sagrado, inclinados a seguir
ministerio laical? ¿Con qué criterios armonizar el contenido y la considerando a los seglares como simples «auxiliares» o meros
expresión? ¿No es necesaria una clarificación hermenéutica al ejecutores de algo determinado ya con anterioridad por ellos
respecto? m. mismos168. Y seglares que, por reacción, contestan los «pode-
res» sacerdotales, se atribuyen una facultad de dirección que
Desarrollo armónico de los diversos órdenes ministeriales no les corresponde, intentan conseguir su autonomía constru-
yendo la comunidad al margen del ministerio sacerdotal169. En-
Acotada la distinción entre los tres órdenes o dimensiones tre estos dos extremos está la gran mayoría de sacerdotes y se-
integrantes o constitutivas de la misión-ministerialidad (diako- glares que, con los variantes propios de las «circunstancias».
nia) de la Iglesia: el orden de la palabra (kerigma-martyria), el
orden del culto-sacramentos (leiturgia), y el orden de la caridad
(koinonia), el problema que se plantea es el del desarrollo ar- (167) D. BOROBIO, Sobre el ministerio del catequista de confirmación, 8.
mónico y la articulación complementaria de la diversidad de mi- (168) Cf. J. MOINGT, Services et lieux d'Eglise, 844-848.
nisterios que van surgiendo en la comunidad. Estos tres ministe- (169) Hay que reconocer que la contestación laical, más que pretender
rios engloban y estructuran la totalidad de la vida y la misión de arrebatar los poderes al clero, ha intentado reivindicar sus propias «compe-
tencias» y responsabilidades. En esta reacción ha habido recelos clericalistas
la Iglesia, de manera que, siendo los tres igualmente necesa-
y exageraciones laicales. De ahí las tensiones que en ocasiones se han crea-
rios, ninguno puede suplantar o sustituir al otro, sino que se rea- do, como reconocían los obispos latinoamericanos en Puebla: «Hay crisis que
lizan en mutua complementariedad y referencia. Cualquier re- ha afectado, naturalmente, al laicado latinoamericano y en especial, al lalca-
duccionismo crea un desequilibrio fundamental, que redunda do organizado, que sufrió, no sólo los embates de la confllctlvldad de la pro-
en una imagen deformada de la Iglesia y de la comunidad cris- pia sociedad sino también los producidos por una fuerte ldeologlzación, por
tiana, al concentrar su misión, bien en la sola Palabra, o en el desconfianzas mutuas y en las instituciones que llevaron Incluso, a doloro-
sas rupturas de los movimientos laicos entre sí y con los pastores»: Docu-
[166) Cf. Puebla, nn. 786 ss., p. 273-280. mento de Puebla, n. 780, p. 271.
90 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA 101 I'MA

intentan colaborar y trabajar armónicamente en la tarea de la (v.gr. catequista...) si lo creen necesario y conveniente, tu n.
edificación de la Iglesia en el mundo. Pero estos deseos chocan tiiución supone, como veremos; una vocación y aptitud domo»
muchas veces con actitudes y comportamientos contrarios. Aun- trada y ratificada por los pastores, la encomienda oficial por
que la Iglesia proclama la primacía del pueblo, a pesar de la parte de la Iglesia, la significación por medio de un rito adocim
exaltación teórica del ministerio como «servicio», no obstante la do establecido, la estabilidad y permanencia en el ministerio, In
llamada a la participación y co-rresponsabilidad, la jerarquía y el dedicación más o menos plena a este ministerio, y a veces la
sacerdote sigue imponiéndose a los laicos, ya que es ella la que consiguiente retribución económica para el que lo ejerce. La ins-
sabe, piensa, enseña, decide organiza, manda, exige, obedien- titución de los ministerios laicales puede tener ventajas, sin
cia... mientras a los fieles no les queda, muchas veces, más re- duda, pero también tiene inconvenientes m . Por regla general
medio que pensar lo que el clero piensa y hacer lo que el clero estos ministerios no son mejor acogidos por el hecho de ser
decide 170. El pueblo vive todavía el complejo de su histórica ig- instituidos. Muchos laicos reaccionan con reparos y prevención
norancia religosa, la carga de su secular dependencia del clero, cuando se les proponen las condiciones. Por otro lado, si bien a
y no se siente todavía al mismo nivel del sacerdote, ni en el sa- veces es buena para la acción una «apoyatura oficial», no por
ber, ni en el poder, ni en la capacidad, ni en la responsabilidad. eso puede decirse que tales ministerios sean más eficaces en
Pero la vida sigue su curso. Y se producen dos corrientes para- la realidad. Muchos tienen miedo a que con dicha institución se
lelas: la del clero y la del pueblo, que lejos de encontrarse se pierda la espontaneidad, se encierren los carismas, se caiga en
distancian con frecuencia, llevando a una continua división entre las redes de lo institucional, se fomenten las apetencias de ho-
lo que la jerarquía enseña y lo que el pueblo vive, entre lo que nor, se esté, en fin, apoyando un medio para la clericalización
los sacerdotes deciden y lo que los fieles buscan. Es verdad que y el control jerárquico de dichos ministerios m. Estas reacciones
el grado de armonía y desarmonía entre ministerio ordenado y serán más o menos marcadas en cada caso. Pero lo cierto es
ministerios laicales es muy diverso según los lugares y comu- que suscitan serios interrogantes a los que intentaremos res-
nidades. Pero no cabe duda de que éste es un serio problema a ponder: Si se puede hacer lo mismo en un ministerio, haya sido
resolver. ¿En qué debe consistir el nuevo tipo de relación de los o no instituido para el desempeño de su función, ¿a qué viene
sacerdotes con la comunidad? ¿Qué es lo propio del ministerio tanta oficialidad y tanto rito? ¿Qué añade la institución que no
sacerdotal en relación con los otros ministerios? ¿Cómo realizar posea ya el ejercicio espontáneo? ¿Cuáles son las situaciones,
al mismo tiempo la función de presidencia (gobierno) y servicio los ministerios y las necesidades pastorales que aconsejan la
sin contradicciones? ¿Hasta dónde debe llegar la participación, institución? ¿Qué medios habrá que poner para evitar al mismo
corresponsabilidad, capacidad de gestión de los laicos? ¿De qué tiempo la inflación de ministerios instituidos y el rechazo radi-
forma ordenar las funciones del ministerio sacerdotal y los mi- cal de los mismos, la simple formalidad vacía y el puro espon-
nisterios laicales para que, lejos de hacerse competencia se táneísimo desordenado? ¿Quiénes pueden ser los sujetos de los
complementen en una acción pastoral eficaz? ministerios y cuáles deben ser en cada caso las cualidades re-
queridas?
La institución de los ministerios laicales
La graduación y promoción desde los ministerios laicales
Como ya sabemos, la Iglesia habla de ministerios laicales
instituidos y no instituidos. Por el momento los únicos oficial- Supuesta la existencia y la institución de algunos ministe-
mente instituidos son algunos pertenecientes al orden de! culto: rios laicales (a quienes en determinados lugares se les confía
lector, acólito, ministro extraordinario de la comunión m. Pero importantes responsabilidades pastorales, dada la ausencia del
las Conferencias Episcopales pueden pedir la institución de otros sacerdote) surge espontánea la cuestión siguiente: ¿por qué no
aceptar una determinada graduación, según tiempo, entrega, ma-
(170) J. M. CASTILLO, Los nuevos ministerios, 3-5. Y el Documento de
Puebla, 784: «Así mismo, la efectiva promoción del laicado se ve impedida (172) Estudiaremos este punto con detención en otro lugar. Cf. L RU-
muchas veces por la persistencia de cierta mentalidad clerical en numerosos BIO MORAN, Presencia y urgencia de ministerios nuevos, 175-183; D. BORO-
agentes pastorales, clérigos e incluso laicos». BIO, Sobre el ministerio del catequista de confirmación, 40-44; E. COSTA,
(171) Cf. Los documentos citados: *Ministerla Quaedam», "Inmensae Significato dell'istituzione ministerlale: Rlvista Litúrgica 5 (1976), 674-676.
Caritatis». (173) Cf. Documento de Puebla, nn. 811-817, p. 278.
92 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 93

durez cristiana, capacidad y responsabilidad mostradas... en or- La presidencia de la Eucaristía por parte de los laicos
den a una posible promoción al ministerio sacerdotal ordenado?
Muchos laicos, instituidos en el ministerio de «responsables de Es éste uno de los problemas más delicados e importantes
comunidad» o «catequistas», sobre todo en los clásicos países que se plantea en el caso de algunos ministerios laicales. La
de misión, sufren la tensión entre la demanda de la comunidad, tradición de la Iglesia ha defendido siempre que la presidencia
el deseo personal, la necesidad concreta, la oficial ordenación de de la Eucaristía sólo corresponde a quienes han sido ordenados
la Iglesia. Ellos presiden la comunidad, pero no pueden presidir para el ministerio sacerdotal. Lo más específico del sacerdote
la Eucaristía, ni celebrar la Penitencia. Tienen un prestigio entre es el poder («potestas») de consagrar176. Junto a esta enseñan-
el pueblo, pero les falta la «autoridad» que lo avale hasta za tradicional existe otra, que habla de la centralidad de la Eu-
las últimas consecuencias. Hacen casi todo lo que hace un sacer- caristía, del derecho y deber de la comunidad a celebrar euca-
dote, pero no son sacerdotes. Celebran de algún modo todos los rísticamente la memoria de Jesús, de la irrenunciable necesidad
sacramentos 174, pero no pueden celebrar en plenitud los dos sa- de la Misa para expresar la fe, celebrar el misterio, realizarse
cramentos permanentes de la comunidad cristiana. Ellos son «lai- como comunidad cristiana en el mundo m. Si esto es así, ¿cómo
cos» sin serlo sin más ante los demás, y son «sacerdotes» sin es posible salvar los dos principios, en caso de falta de sacer-
serlo más que en una cierta medida sustitutiva. Su puesto, su' dote ordenado? ¿Deberá privarse permanentemente a la comu-
responsabilidad, sus funciones tienden a convertirlos en las nidad de Eucaristía, porque no hay un sacerdote según el mo-
«personas de relación» («bezugsperson») respecto a Cristo y a delo tradicional? ¿Qué es más importante: la defensa a ultranza
la Iglesia universal, y , sin embargo, les falta el pleno reconoci- de un tipo de reproducción sacerdotal, o la respuesta salvífica o
miento, la aceptación oficial, la ordenación sacramental para la necesidad eucarística de la comunidad? ¿Cabría pensar en
ello. Diríamos que, llegado un cierto momento, estas personas un tipo de presidencia de la Eucaristía para los laicos que de-
vienen a ser algo así como una vocación condenada a ser frus- sempeñan un ministerio instituido, en caso de especial necesi-
trada, un «quiero y no puedo», un «entre dos» ministerial. Por dad? Y si esto no es ni siquiera cuestionable, ¿por qué no pre-
todo ello, son numerosos los interrogantes que se suscitan 17S: guntarse con valentía sobre la posibilidad de ordenar sacerdo-
¿Existe en verdad algún principio dogmático que se oponga tes, aunque fuera «ad tempus et casum», a los seglares cualifi-
al reconocimiento, en algunos casos, de una capacitación sufi- cados que fuera necesario? ¿Habrá que defender más la ley del
ciente para el ministerio sacerdotal de estas personas? ¿No celibato que la dotación de ministros suficientes para la exis-
exigen las circunstancias otro «modelo» de sacerdote, que su- tencia y edificación de la comunidad, y en definitiva de la Igle-
pere el fixismo, cuasi-dogmatización, la reproducción necesaria sia? ¿Es acaso solución el separar la presidencia de la Eucaris-
del modelo clásico vigente en nuestros días? ¿Por qué no re- tía de la presidencia de la comunidad? ¿Podemos admitir un es-
conocer por la ordenación las funciones de «ordenados» que tado de cosas según el cual se reduzca de nuevo al sacerdote
prácticamente ejercen algunos de ellos? ¿Dónde se encuentra la a «agente de lo sagrado», a confeccionador de Eucaristía? ¿Es
frontera entre lo sacramental y lo no sacramental en muchos conveniente la separación que se esablece entre el que sirve a
de estos casos? ¿No será esta situación de falta de sacerdotes la comunidad «desde dentro» con la palabra y la caridad, y el que
según el modelo establecido una llamada, una provocación de viene a servirle «desde fuera» con la Eucaristía y la Peniten-
Dios para andar estos caminos? cia? 17s.

(176) Concilio de Trento, Ses. XXIII, can. 1: DS 1.764, 1.771.


(174) Entendemos que «las asambleas dominicales sin Misa», así como (177) Vaticano II: SC, 2, 10, 47, 48; PO, 5: OGMR, 1-6...
las «celebraciones comunitarias no sacramentales de la Penitencia», que ta- (178) Estas y otras preguntas se las han formulado en los últimos tiem-
les personas pueden presidir están necesariamente en el orden de lo sacra- pos importantes autores católicos como K. Rahner, E. Schillebeeckx, Ch. Du-
mental, se sitúan en la dinámica de lo antecedente del sacramento, en cuanto quoc, L. Boff, J. M. Castillo, J. Losada, H. Küng., J. P. Lemonon, Schütte...
orientado a su plena realización signal en la celebración de la Cena eucarís- Véase uno de los últimos estudios al respecto: VARIOS, Das Recht der Ge-
tica y del Sacramento de la Penitencia. meinde auf die Eucharistie, o. c. También los autores protestantes se han
(175) Cf. P. M. ZULEHNER, Zur pastoralen Entwiklung ¡n pñesterlosen planteado con fuerza la pregunta: R. Bultmann, H. Gonzelmann, W. Andersen,
Gemeinden, 54-61; F. KLOSTERMANN, 85-87.277-278; Ch. DUQUOC, Teología E. Schweizer, J. F. Von Allmen. Desde un punto de vista ecuménico es impor-
de la Iglesia y crisis del ministerio, 234-35; VARIOS, Responsables de cornmu- tante el Documento de Dombes sobre la Eucaristía.
nautés chrétiennes: Spiritus 54 (1973), 426-439. Como es lógico, las Iglesias que más se han planteado esta cuestión son
94 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 95

Los sujetos de los ministerios gicamente convincentes, ni dogmáticamente vinculantes, ni so-


ciológicamente y humanamente irreversibles. Más aún, hoy mu-
La Iglesia, como es lógico, exige unas condiciones y cuali- chos se preguntan por qué habría que prohibir a los sacerdotes
dades en los sujetos a quienes encomienda el desempeño de un secularizados el ejercicio, si no de su ministerio sacerdotal, al
ministerio. Desde hace siglos (aunque no según la tradición pri- menos de aquellos ministerios laicales, que pueden desempeñar
mitiva) los ministerios laicales habían sido clericalizados, hasta normalmente personas casadas. Su cua'lificación y disposición
el punto de convertidos en paso necesario dentro del «iter» ha- para estos ministerios es, en la mayoría de los casos, muy buena.
cia el sacerdocio, reservado solamente a los hombres, que ad- Sin embargo, como es sabido, la Iglesia les retira toda «misión
quirían una formación determinada y estaban dispuestos a acep- canónica» y les prohibe expresamente el ejercer cualquier mi-
tar el compromiso del celibato. Esta concepción limitaba de mo- nisterio en la comunidad 182. Ante todo esto surgen numerosos
do abusivo los sujetos de los ministerios. Hoy, en cambio, nos interrogantes: ¿Por qué prohibir que las mujeres sean instituidas
encontramos con nuevos hechos que urgen, desde diversas ins- en los ministerios del lectorado y acolitado? ¿No sería más ra-
tancias, una profunda revisión y renovación al respecto. Entre zonable y más cristiano el que, allí donde se planteara una ur-
estos hechos, podemos señalar, por ejemplo; la nueva concep- gente necesidad (v.gr. algunos países de América Latina) y exis-
ción de ministerio desde una eclesiología renovada; el proceso tiera una mujer cualificada y dispuesta (v.gr. religiosa), se acep-
que pugna por la desclericalización de los ministerios; la llama- tara su ordenación al sacerdocio, antes que condenar a una co-
da a los laicos para una participación y responsabilización de munidad a la privación permanente de la Eucaristía? ¿No supo-
las tareas eclesiales; el reconocimiento oficial de los ministe- ne para la Iglesia una patente contradicción al defender, por una
rios laicales por parte de la Iglesia; la reivindicación social y el parte, apoyándose en razones bíblicas y teológicas, la igualdad
reconocimiento eclesial teórico de la igualdad entre el hombre en dignidad y derechos entre el hombre y la mujer, y el imponer,
y la mujer, así como de los derechos de la mujer en la Iglesia; por otra parte, apoyándose en puras razones socio-culturales, una
la misma falta de sacerdotes, que deja al descubierto la cuestión discriminación real entre hombre y mujer por razón de su sexo?
de los sujetos aptos para desempeñar las funciones que él ejer- ¿Es justo que, por el hecho de haber abandonado el sacerdocio,
cía; la promoción teológica y comunitaria de los mismos laicos; la Iglesia rechace y prohiba toda colaboración pastoral (ministe-
la existencia de un considerable número de sacerdotes secula- rio) de aquellos sacerdotes secularizados, a quienes un día aco-
rizados... Estos hechos llevan a una clara conclusión, por todos gió con amor y encomendó la presidencia de la comunidad cris-
aceptada: que los sujetos de los ministerios laicales deben ser tiana? ¿Con qué criterios sopesar, en todo caso, la actitud de la
los propios laicos. Pero, por desgracia, no llevan a una conclu- Iglesia y la situación actual?
sión por la mayoría deseada: que estos sujetos, en todo caso,
pueden ser hombres o mujeres, sin acepción ni discriminación La formación-preparación para los ministerios
de personas por razón de sexo m. Las razones que aducen algu-
nos documentos oficiales de la Iglesia, para prohibir a las mu- Una de las cuestiones más importantes que se plantean a la
jeres el acceso a los ministerios instituidos del «lectorado», del Iglesia en la promoción de los ministerios laicales es la deter-
«acolitado»180, e incluso del sacerdocio181, no parecen ni teoló- minación de la preparación requerida en cada caso, la oferta de

la posibilidad de acceso de la mujer al sacerdocio («ínter Insigniores», del


27.1.1977).
las de África, América Latina, Asia, e incluso Centroeuropa. Estudiaremos
Juan Pablo II, por su parte, ha rechazado, de modo si cabe más radical,
más adelante este punto con cierto detalle.
toda pretensión sobre el sacerdocio de las mujeres (Viaje a América del
(179) Para una bibliografía sobre la cuestión de los sujetos de los mi-
Norte y América del Sur).
nisterios, que también trataremos después, véase, por ejemplo; A. LEMAIRE,
Véase por ejemplo, Ch. DUQUOC, Teología de la Iglesia y crisis del mi-
Les ministéres dans la recherche neo-testamentaire: Etat de la question:
nisterio, 234. Un resumen de las diversas posturas en: E. CODI, Ministero
LMD 115 (1973), 56-60.
della donna: problemática attuale. fíasegga bibliográfica: RL 5 (1976), 677-689.
(180) El Motu Proprio *Minister¡a Quaedam* da la siguiente razón: «La
(182) El documento donde se recogen estas disposiciones no está pu-
institución de lector y de acólito, según la venerable tradición de la Iglesia,
blicado. Es algo que se comunica personalmente a los que adquieren la secu-
se reserva a los varones», n. Vil.
larización. Las últimas normas al respecto están publicadas por la Sagrada
(181) Como es sabido la Sagrada Congregación para la Doctrina de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, el 10.10.1980.
Fe, con la aprobación de Pablo VI, sacó un documento importante rechazando
96 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 97

medios e instituciones adecuadas para tal preparación, la previ- Digamos ya, en conclusión, que todas éstas y otras cues-
sión de instrumentos aptos para una formación y renovación per- tiones pendientes en torno a los ministerios, plantean a la Igle-
manentes. Es evidente que un ministerio sólo puede ejercerse sia una urgente y grave tarea de respuesta. La situación actual
con dignidad y competencia cuando se tienen las bases necesa- es para la Iglesia un reto y una oferta, un juicio y una gracia, un
rias para una comprensión, asimilación y realización de su fun- riesgo y una oportunidad, que no debe desaprovechar en abso-
ción en el conjunto de la vida de la comunidad cristiana. Sólo se luto 1S5. La Iglesia tiene la misión de responder a las necesida-
puede asumir la responsabilidad y participar en las decisiones des de los hombres de su tiempo; tiene el deber de afrontar con
de la misma comunidad, cuando se conocen las dimensiones del valentía los problemas de las comunidades cristianas; tiene el
objeto de que se trata, y se aborda su repercusión desde unos derecho de renovar su vida y estructura ministerial, de modo que
criterios objetivos de discernimiento. Y esto es algo que sólo pueda ser «testigo fiel» de Cristo cumpliendo la misión y el ser-
se puede dar cuando ha precedido una formación adecuada. For- vicio que le ha encomendado. Ante esta urgencia debe ejercer
mación que no sólo ha de ser teológica y doctrinal, sino también una función de discernimiento: ¿En qué medida debe permanecer
humana, social, pedagógica, psicológica, pastoral... 18\ de manera ligada a un pasado Ministerial? ¿Cuáles son las posibilidades
que pueda anunciarse el mensaje, celebrar el culto o servir en la que se le presentan desde un mejor conocimiento de las fuentes
caridad con la máxima eficacia. La «espontaneidad» de los minis- de su existencia y consistencia (Escritura, Tradición)? ¿Cómo
terios, la libertad de los carismas no está reñida con la forma- puede y debe configurar hoy su identidad, su estructura, su uni-
ción para los ministerios, ni tiene nada que ver con la ignoran- dad y su pluralidad ministerial, de modo que responda mejor
cia sobre los ministerios. Y aunque no en todos los casos haya a su misión? ¿Cuál puede ser la respuesta a los interrogantes y
que exigir la misma formación 1U. El problema será, en muchos ca- cuestiones pendientes? Intentaremos ofrecer una respuesta en
sos, la disposición de personas, instituciones y medios que po- las páginas que siguen.
sibiliten y ofrezcan esta formación. De cualquier modo: ¿No
sería conveniente que en las Iglesias locales se determinara
con claridad las condiciones para acceder a un ministerio? ¿No
se deberían organizar cursos especiales destinados a la promo-
ción y formación de determinados ministerios, como el de'l ca-
tequista, responsable de la comunicación de bienes, etc.? ¿Por
qué no crear dispositivos adecuados para un encuentro periódi-
co, comunicación de experiencias, oración y convivencia de aque-
llas personas que desempeñan un mismo ministerio? Natural-
mente, para esto es preciso que una Iglesia particular o comu-
nidad tenga bien claras las metas que persigue, los ministerios
laicales que necesita, el puesto y valor que les concede, los me-
dios de que dispone.

(183] El Documento de Puebla decía al respecto: «Pedimos que se fo-


menten centros o servicios de formación integral de laicos que pongan ade-
cuado énfasis en una pedagogía activa, complementada por una formación
sistemática en los fundamentos de la fe y de la enseñanza social de la Igle-
sia. Asimismo, consideramos los movimientos organizados como instrumen-
tos de formación con sus proyectos, experiencias, planes de trabajo y eva-
luaciones», n. 832. p. 281.
(184) En la mayoría de los países de Europa se han multiplicado, sobre
todo después del Vaticano II, las Facultades, Escuelas de Teología, Institu-
tos, Seminarios, Cursos, a los que tienen acceso los laicos, en orden a una
posible responsabilización de un ministerio: diáconos, catequistas, responsa-
bles de comunidad o de grupo... También en África abundan las «Escuelas (185) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Dle pastoralem Dienste In
para catequistas». Y lo mismo sucede en América del Norte y Sudamérica. der Gemeinde, 1.3.
CAPITULO II

LOS MINISTERIOS, ELEMENTO CONSTITUTIVO


DE LA ESENCIA Y LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA

En el capítulo primero hemos visto cuál es la situación y


la problemática, cuál la renovación y las urgencias de los minis-
terios en la Iglesia actual. En este segundo capítulo pretende-
mos ver cuál es el espacio, cuál la centralidad y articulación es-
tructurante de los ministerios en una concepción renovada de
Igjlesia. Si antes abordábamos la «situación de los ministerios»
desde la óptica sociológica y pastoral ahora queremos abordar-
lo desde la óptica eclesiológica y teológica. Se trata de descu-
brir la esencialidad y consustancialidad de los ministerios con
la Iglesia. Los ministerios (no sólo el ministerio sacerdotal), le-
jos de ser un elemento periférico y accidental de la Iglesia, son
un elemento constitutivo y estructurante de la misma Iglesia.
No pueden considerarse, ni como añadidura cultural, ni como
adorno ritual, ni como retórica verbal. Más allá de las evolucio-
nes históricas, o de las suplencias litúrgicas, o de las teóricas
afirmaciones, hay una verdad ministerial fundamental de la Igle-
sia, que debe expresarse y configurarse de modo operativo y real,
en cada tiempo, a fin de que la Iglesia no deje de ser ella misma
en su esencia ministerial. Pues si los ministerios dependen de la
concepción de Igjlesia, la imagen de la Iglesia depende de su
realización ministerial. O la «ontología» ministerial de la Iglesia
se expresa y realiza en unas estructuras y realizaciones de minis-
terios, o se desvirtúa el propio ser eclesial y se cae en una in-
terna contradicción. La Iglesia, antes que tener ministerios, es
ministerialmente en y por sus ministerios. Por ello sólo descu-
briendo y aceptando su ser ministerial, puede emprender la tarea
de renovar y renovarse desde los ministerios.
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 101
100 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

1. MINISTERIOS Y CONCEPCIÓN DE IGLESIA lación entre «dimensiones contra-envolventes» 3 , de manera que


la tensión conduzca a la integración y no a la ruptura? Aún sin
La concepción y realización de los ministerios depende de pretender agotar todas las «eclesiologías» subyacentes en la
la concepción y realización de la Iglesia a sus distintos niveles. concepción de los ministerios 4 , ni en su variedad, ni en su cuali-
Según sea la concepción de Iglesia, según se proponga y propug- dad, sí vamos a ofrecer, sirviéndonos de un lenguaje de relación,
ne un modelo u otro de Iglesia, así será la concepción de los oposición y complementariedad dialéctica, las dimensiones ecle-
ministerios y su configuración concreta en las comunidades ecle- siológicas que crean la tensión, y pueden ser, a la vez, fuente
siales. «Cuando se discute sobre los ministerios de 'la Iglesia, se de riqueza u origen de división.
tiene necesariamente en la cabeza una cierta idea de la Iglesia:
toda teología sobre el ministerio o el sacerdocio presupone una a) Iglesia carismática e Iglesia institucional:
determinada teología sobre la Iglesia, o una «eclesiología» '. Esta Durante algún tiempo se hablaba de «Iglesia carismática» y
«eclesiología» pretende basarse con frecuencia, en las mismas de «Iglesia institucional» como de dos realidades opuestas, cuan-
fuentes y documentos; pero conduce también con frecuencia a do no contradictorias e irreconciliables. Las discusiones teoló-
distintas conclusiones, según la interpretación personal, o la gicas de los últimos años 5 , así como las investigaciones sobre
actitud eclesiológica, o la acentuación doctrinal, o la necesidad la vida y organización de la comunidad primitiva 6 , han contribui-
de las situaciones de las que parten los diversos autores 2 . En
todo caso debemos preguntarnos ahora: ¿Cuáles son las «ecle-
(3) Llamamos «dimensiones contra-envolventes» a aquellas que se re-
siologías» que más condicionan la diversa concepción de los fieren a aspectos eclesiológicos opuestos pero relacionados cuya evolución
ministerios? ¿Sobre qué dimensiones de Iglesia se asienta la o desarrollo no referenciado a los otros aspectos, conduce a concepciones
situación ministerial de la Iglesia actual? ¿Cómo entender la re- parciales y a comportamientos erróneos.
(4) La denominación y concreción de los diversos modelos de Iglesia
o eclesiologías es diversa, según los autores. Se habla de «Iglesia institu-
t í ) J. MOINGT, Services et lieux d'Eglise: De Yanden dans le nouveau:
ción», «Iglesia, cuerpo místico», «Iglesia sacramento», «Iglesia anunciadora»,
Etudes (julio 1979), 103-119, p. 105. En los últimos años se ha hablado y es-
Iglesia servidora» (A. Dulles); o bien «Iglesia comunidad», «Iglesia libera-
crito sobre los diversos «modelos de Iglesia»: A. DULLES, Modelos de Iglesia,
dora» (G. Faus), «Iglesia popular» (J. Marins), «Iglesia de comunión» (J. M.
Sal Terrae, Santander 1975; J. MARINS (ed.), Modelos de Iglesia, Bogotá 1976;
Castillo)... Más que desarrollar cada uno de estos modelos, vamos a fijarnos
H. FRÍES, Cambios en la imagen de la Iglesia y desarrollo histérico-dogmático:
en los diversos aspectos que polarizan las diversas concepciones de Iglesia,
Mysterium salutis I V / 1 , Madrid 1973, 231-296; J. M. ROVIRA, -Sociedad per-
y en su repercusión en la concepción y configuración de los ministerios.
fecta y "sacramentum salutis»: dos conceptos eclesiológicos, dos imágenes
de Iglesia: en Iglesia y sociedad en España 1939-1975, Madrid 1977, 317-352; (5) Como caso más típico, recuérdese la discusión entre la interpreta-
J. M. CASTILLO, La alternativa cristiana, Sigúeme, Salamanca 1979, 106-125. ción de Hans Küng (y en parte E. Schillebeeckx) y la interpretación de Y. M.
(2) Una de las mejores muestras de lo que decimos es la discusión en- Congar (seguida también por P. Grelot)... Mientras Küng acentúa la Iglesia
tablada en Francia entre Ch. DUQUOC («Theologie de l'Eglise et crise du mi- carismática, desde su interpretación de la comunidad de Corinto, Congar, sin
nistére; a. c.) y Mons. E. MARCUS («A propos d'une reflexión sur l'appel au olvidar el aspecto anterior, insiste en la coherencia de la evolución hacia una
presbyterat», a. c ) . Como bien ha señalado un tercer autor que media en la institución y estructuras, desde la interpretación de los datos bíblicos sobre
discusión: J. MOINGT («Services at lieux d'Eglise; II a. c.) se trata de dos la comunidad mateana, y la que aparece en las Cartas Pastorales. Esta dis-
eclesiologías diversas, a partir de la misma fuente del Vaticano II. Mientras cusión, ya iniciada con la publicación del libro de H. Küng sobre la Iglesia
Duquoc parte de la crisis del sacerdocio y afirma que el ministerio no tiene (Herder, Barcelona 1968), llegó a su punto álgido con la condena pública de
otra razón de ser que las necesidades de la comunidad, partiendo de una este punto y algunas otras tesis del autor por parte de Juan Pablo II. Un
eclesiología neumática y de comunión, y acusando a los obispos de ser resumen sobre este punto, con la bibliografía correspondiente, en M. M."
«prisioneros de una eclesiología jerárquica y desde arriba o preconciliar»... GARUÓ, Reflexiones entorno al hecho del ministerio y su desarrollo en la
E. Marcus parte de un concepto de Iglesia universal, que es sobre todo Igle- obra de H. Küng: Lumen 2 (1980), 156-171.
sia de Cristo, y cuyo origen apostólico hace que tenga que cumplir la (6) Recuérdense, por ejemplo: H. VON CAMPENHAUSEN, Kirchliches
misión encomendada, en la fuerza del Espíritu, precisamente a través de su Amt und geistliche Vollmacht ín den drei ersten Jahrhunderten, Tüblngen 1953;
organización jerárquica y sacerdotal, que implica el lugar distintivo que los A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de l'Eglise, o. c ; G. DIX, Le mlnls-
sacerdotes ocupan respecto a la comunidad. Simplificando, para Duquoc el tére dans l'Eglise ancienne, Delachaux-Niestlé, Paris 1955; J. COPPENS, Le
ministro se entiende desde y para la comunidad; para Marcus se entiende sacerdoce chrétien. Ses origines et son dévelopement. I. Les origines neotes-
sobre la comunidad y para la Iglesia. Para un resumen de las posturas: Se- tamentaires: Nouvelle Revue Theologique 92 (1970), 225-245; K. H. SCHELKLE,
lecciones de Teología, 75 (1980), 232-242. Servicio y ministerio en las Iglesias de la época neotestamentaria: Conclllum
102 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 103

do, sin embargo, a una mejor comprensión de las dos dimensio- sino todo lo contrario (cf. 1 Co 1,16-23; 15,1.11; 1 Tes 2,14). La
nes. La oposición, que ya viera A. Harnack7, entre carisma e existencia de carismas no excluye la función de los jefes locales,
institución, ha sido abandonada por otros autores que han estu- ni la función de quienes presiden la comunidad tiene que ahogar
diado el tema 8 , y después de la maduración a que suelen llevar los carismas personales 10.
las discusiones y reacciones ante el efecto contrario, parece ha-
berse entrado en una vía de síntesis, aún sin olvidar las prefe- Pero, en cualquier caso, resulta evidente que una concepción
rencias y acentuaciones interpretativas según los casos. Los au- eclesiológica que acentúe los carismas, favorecerá más los mi-
tores parecen encontrarse de acuerdo en los siguientes puntos: nisterios que una concepción eclesiológica que acentúe la insti-
tución. La primera estará más abierta a la participación y co-
— Carisma e institución no se identifican, pero tampoco se rresponsabilidad de todos los miembros en la vida de la comu-
oponen de modo irreconciliable. nidad, respetando su propio carisma y libertad, compartiendo
— En las comunidades del Nuevo Testamento cohexisten tareas y responsabilidades. La segunda se inclinará más a po-
y evolucionan diversos modelos de Iglesia. tenciar el puesto de quienes presiden la comunidad, la organiza-
cinó externa, la unicidad y uniformidad, el respeto y la obedien-
— Ministerio y carisma no se oponen, sino que por el con-
trario deben ir unidos 9 . cia. Ninguna de estas «eclesiologías» puede considerarse como
la única eclesiología, excluyendo o reduciendo a la otra. Las dos
Con todo, es indudable que cada una de estas «eclesiolo- deben complementarse e integrarse, valorando los aspectos po-
gías» pone el acento en unos determinados aspectos. La eclesio- sitivos, y superando, con la contrapartida de una mutua relación
logía más institucional insistirá en la institución de un modelo y acogida, los posibles riesgos. Por eso mismo, no podrá haber
de Iglesia por Cristo, en «la sucesión apostólica, en el ministerio ministerios laicales sin ministerio ordenado y viceversa; ni pre-
ordenado, en la ordenación y estructura externa, en la visibilidad, sidencia de la comunidad sin respeto a los carismas de los
territorialidad, juridicidad en las notas de unidad y catolicidad... miembros de la comunidad.
En camibo la eclesiología más carismática pondrá el énfasis en
la diversidad de dones y carismas, en la pluralidad de estructu- b) Iglesia «crístológica» e Iglesia «pneumática»:
ras comunitarias, en el impulso del Espíritu, en la libertad y res- Se han formulado, a veces, como modelos disyuntivos. Tal
ponsabilidad de cada miembro por la construcción de la comu- formulación implica una contradicción interna con el signifi-
nidad, en la prioridad del carisma sobre la institución, en la igual- cado de la Iglesia. No se puede hablar de Iglesia «crístológica» o
dad y la fraternidad de todos los miembros de la Iglesia... «pneumática», sino de Iglesia «crístológica» y «pneumática». Es
Las diversas «eclesiologías» o los diversos estratos de evo- decir, de Iglesia cristológicamente pneumática, o pneumática-
lución eclesiológica del Nuevo Testamento (Corinto, Efeso, Jeru- mente crístológica; de eclesiología cristológico-pneumática a la
salén; situación gentil, o situación judeo-cristiana), dan pie para vez. La Iglesia sólo existe en cuanto procede de Cristo y es ani-
estas acentuaciones, pero no para una radical oposición. Pablo no mada y vivificada por el Espíritu. El ser de la Iglesia es cristo-
funda comunidades en oposición a la Iglesia madre de Jerusalén, lógico-pneumático. Más aún, es cristológico porque es pneumá-
tico, y viceversa. La Iglesia no existe sin Cristo, ni sin el Espí-
43 (1969), 161-174; H. SCHLIER, Eclesiología del Nuevo Testamento: en Myste- ritu, de la misma manera que la Trinidad no existe sin el Verbo
rlum Salutis I V / 1 , Madrid 1973, 107-230; E. KASEMANN, Begründet der neu-
testamentliche Kanon die Einheit der Kirche?: en Exegetische Versuche und (10) Aunque en las últimas discusiones teológicas se haya valorado uno
Besinnungen, vol. I, Gotingen 1970, 214-223; J. DELORME, El ministerio y los u otro aspecto, ningún autor niega la mutua relación necesitante entre caris-
ministerios según el Nuevo Testamento, o. c ; J. ROHDE, Urchristliche und ma e institución. El mismo H. Küng afirma: «.. no se da, por principio, hosti-
Frühkatholische Amter, Berlín 1976; J. G. G. DUNN, Jesús y el Espíritu (Koi- lidad entre carisma e institución. Por el contrario, hay entre ambos una re-
nonía 9), Secretariado Trinitario, Salamanca 1981. ferencia mutua. Los conflictos son siempre posibles y con frecuencia pro-
(7) A. HARNACK, Entstehung und Entwiklung der Kirchenverfassung und vechosos. Pero el servicio institucionalizado tiene necesidad del carisma, si
des Kirchenrechts in den zweí ersten Jahrhunderten, Leipzig 1910, 40 ss. no ha de ser un «servicio» de transmisión y de dirección vacío de espíritu.
Y viceversa, la institución puede representar una gran ayuda para el carisma,
(8) Por ejemplo, E. Schweizer, D. Moody, P. Bonnard, K. Kertelge,
si se entiende como servicio a los carismas ..»: Sacerdotes, ¿para qué? Her-
A. Rodenas...
der, Barcelona 1972; ID., Estructura carismática de la Iglesia: Concilium 4
(9) Cf. A. LEMA1RE, Les ministéres dans la recherche néo-testamentalre,
a. c , p. 35-36. (1965), 44-65.
104 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 105

o el Pneuma, y que la Pascua no existe sin la Resurrección y mente inserto en un marco jurídico, separado del «sacramento
Pentecostés. de la Iglesia» n .
Sin embargo, esta ontología eclesiológica no siempre se ha El Concilio Vaticano II ha querido recuperar el aspecto pneu-
expresado y realizado en las concepciones y modelos de Iglesia, mático-eclesiológico de! ministerio ". Su enseñanza al respecto
ni en las concepciones y modelos de ministerio. La polarización «se ha quedado en un compromiso entre los dos grandes bloques
histórica en uno u otro aspecto, no sólo justifica la formulación tradicionales de la Iglesia» 14: el que acentúa el poder («sacra
de la pregunta, sino que aparece como causa de «eclesiologías» potestas») que procede de Cristo; y el que insiste en el servicio
diferentes. Una, más cristológica, que tenderá a acentuar la re- y los carismas («ministeria», «muñera») asignados más al Espí-
lación directa con Cristo, el poder recibido de Cristo, la capita- ritu. Los primeros defenderán un concepto de ministerio más cle-
lidad y dirección, la dimensión mediadora-«encarnatoria» de la rical-jerárquico; los segundos se inclinarán más por los ministe-
Iglesia, los aspectos visibles del Cuerpo Místico de Cristo im' rios laicales. Pero tanto unos como otros deberán dejarse inte-
marginando en parte al Espíritu y la comunidad... Otra, más rrogar abriéndose a la necesaria complementariedad. Cuando se
pneumática, que insistirá más en animación eclesial del Espíri- insiste en una eclesiología de encarnación 15, en que la Iglesia es
tu, en la importancia de la comunidad, en el valor y la fuerza de vista como estructura y el ministerio es considerado como po-
los carismas... u . der 16, se tiende a marginar un concepto de Iglesia entendida co-
mo servicio, y el sacerdote viene a ser considerado como al-
De aquí, como es lógico, nacerán dos concepciones diver- guien que se sitúa no en la comunidad, sino fuera de ella 17 .
sas de ministerio, que han tenido su puesto en la historia y que
siguen ejerciendo también hoy, una decisiva influencia. «Hemos Esta concepción de la Iglesia y del ministerio sacerdotal
de admitir con E. Schillebeeckx que el primer milenio cristiano contradice ciertos ejes eclesiológicos y ministeriales del Vatica-
—en especial el período preniceno— tematizó su concepción del no II, y ha sido, al menos en parte, superada por este Concilio, al
ministerio más bien en sentido eclesial-pneumatológico, o bien insistir en la relación Cristo-Espíritu-comunidad eclesial, y al
penumático-cristológico, mientras que el segundo milenio dio al presentar el ministerio como «servicio» IS. Sin embargo, el man-
ministerio una base directamente cristológica, relegando a se- tenimiento simultáneo de un concepto de sacerdocio basado en
gundo término la mediación eclesial y la acción del Espíritu la «potestad sagrada» w , y la falta de articulación con el aspecto
Santo. Nació una teología del ministerio carente de eclesiolo-
gía... De este modo, se oscurece el significado eclesial-carismá- (12) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros: Concl-
tico y penumatológico del ministerio, el cual queda progresiva- lium 153 (1980) 394-438, p. 424. Y. M. CONGAR afirma, por su parte: -La teo-
logía del sacerdocio... tal como se configura en la Edad Media y todavía en
el Concilio de Trento, se elabora sin referencia a una comunidad, por una
especie de educción directa de Cristo. De hecho, en la Suma de Santo Tomás
(10 bis) La imagen paulina tomó forma en el modelo de Iglesia que de- de Aquino, por ejemplo, el tratado de los sacramentos sigue Inmediatamente
sarrollará la eclesiología de Móhler, la escuela de Tublnga, E. Mersch y el al tratado de Cristo sin tratar de la Iglesia. No escribió Santo Tomás tratado
Papa Pío Xll« Cf. A. ANTÓN, Cuerpo de Cristo: Manresa 40 (1968), 283-304; de la Iglesia»: AA.VV., ¿Todos responsables en la Iglesia?, o. c , 83-84.
J. R. GEISELMANN. Les varíations de la définition de l'Eglise chez J. A. Móh- (13) Sobre todo en la Lumen Gentlum y en la Presbyterorum Ordlnls.
ler. L'EccIesiólogie au XIX siécle, París 1960, 141-195. Se insiste en la iden- (14) E. SCHILLEBEECKX, ibid., 425. Disponemos de la traducción ale-
tificación con Cristo, en la capitalidad, en la representación de Cristo mana del libro del ator, donde se recoge su aportación en Concllium y al-
Cabeza... gunos temas más bien complementarlos: Das Kirchllche Amt, Patmos, Dus-
(11) Cf. Los estudios de H. MÜHLEN, El Espíritu Santo en la Iglesia, seldorf 1981. Citaremos normalmente el art. de Concllium, refiriéndonos a la
Ed. Secretariado Trinitario, Salamanca 1974. Estas dos «eclesiologías» han obra cuando juzguemos conveniente.
distinguido la opinión de los católicos y los protestantes sobre el ministe- (15) Ch. DUQUOC, Teología de la Iglesia y crisis del ministerio, 236-237;
rio. Si los primeros han insistido más en la cristológica, los segundos lo han ID., Mlnlstére et pouvoir: Spirltus 70 (1978), 8-18.
hecho en la pneumática. Los esfuerzos ecuménicos del Consejo Ecuménico (16) lbid., 236-37.
de las Iglesias han tendido a conciliar ambas posturas. Véase el Documento: (17) lbid., 237.
Hacia el reconocimiento y la reconciliación de los ministerios: en A. MA7A- (18) LG. 18: «Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están
BOSCH, Liberación humana y unión de las Iglesias, El consejo Ecuménico en- al servicio de sus hermanos»...
tre Upsala y Nairobi (1968-1975), Cristiandad, Madrid 1975, 75-77. Volveremos (19) LG. 10: «Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada
más tarde sobre el tema. potestad de que goza, modela y dirige al pueblo sacerdotal».
106 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 107

anterior, 'hacen que este pretendido equilibrio no encuentre su El Vaticano II pretendió mitigar la «eclesiología» de autori-
pleno desarrollo y coherencia en el mismo Vaticano II 2 0 . Será dad jerárquica, hablando de carismas y servicios, dando una prio-
preciso, en todo caso, superar las limitaciones de una concep- ridad al pueblo de Dios, potenciando los ministerios laicales, exi-
ción de Iglesia y de ministerio parcialmente cristológica o en- giendo la participación activa y responsable de los fieles "a. Esta
carnacionista (insistencia polarizada en el poder, la mediación, concepción, sin embargo, no siempre encuentra su reflejo ade-
la «superioridad» sacerdotal, la prolongación visible de la encar- cuado en >la práctica. A las proclamaciones teóricas de una auto-
nación...), integrándola en una concepción más pneumática, co- ridad y ministerio entendidos como servicio no corresponden ac-
munitaria y diacónica (insistencia en inserción del ministerio en tuaciones de servicio, gestos de acogida y fraternidad. Como
la comunidad, en el ministerio como servicio y carisma, en su bien dice J. M. Castillo «la autoridad eclesiástica tendría que
respuesta a las necesidades de la comunidad...), que permita re- concebirse y realizarse como colaboración, coordinación, coope-
lativizar el modelo «tradicional» de sacerdote, y abra la posibili- ración desde abajo, desde la base, viviendo entre, con y como
dad de una renovación ministerial más acorde con las necesida- la comunidad, l a comunidad no tiene que ser pasiva en la toma
des de la comunidad, y con la exigida participación del pueblo de decisiones...» Sin embargo, en la práctica, «la comunidad
de Dios en la edificación y gestión de la Iglesia. se estructura según el modelo de sumisión y no de participación.
La Iglesia se concibe en el eje obispo-padre-fiel, autoridad-obe-
diencia, reposando el gobierno en la figura del obispo, quien de-
c) Iglesia de la autoridad jerárquica e Iglesia de la participación lega su autoridad en sus representantes. El fiel se convierte en
del pueblo de Dios: sujeto-pasivo, sin participación alguna en las decisiones... no
Es verdad que, durante mucho tiempo, ha predominado una sintiéndose responsable ni activo en el funcionamiento y la mar-
«eclesiología» de autoridad y poder jerárquico, que monopoliza- cha de la Iglesia» s . La comunidad enviada y peregrina, la comu-
ba funciones y responsabilidades relegando prácticamente a los nidad ordenada jerárquicamente en pluralidad de oficios y minis-
fieles, sobre una eclesiología de comunión y participación res- terios, la comunidad responsable para con el mundo y corres-
ponsable, que valora el puesto y la función de los fieles, su coo- ponsable consigo misma, de la que habla el Vaticano II, está lejos
peración y responsabilidad. Este predominio y marginación han de realizarse.
tenido serias consecuencias, como son: un protagonismo cen-
tralizador del clero en el orden del saber, del santificar, de! man- Todo esto da lugar a dos concepciones e imágenes distintas
dar, una cierta forma totalitaria y absolutista de gobierno en la de ministerio. Para quienes acentúan la autoridad jerárquica, el
Iglesia, la imposibilidad de una participación y gestión por parte ministerio es algo centralizado, cuya misión principal es dirigir;
de los fieles, la estructuración comunitaria sobre los principios al clero le corresponde tomar las decisiones; el clero es medio
de la sumisión y la obediencia, el eclipse de los ministerios lai- único de identificación edlesial; por el clero se realizan todas
cales, la centralización de la vida de la comunidad en el signo las tareas eclesiásticas: desde el clero se organiza toda la vida
del sacerdote... 21 . eclesial... En cambio, para quienes valoren más la participación
del pueblo de Dios, el ministerio será, más que un acaparamien-
to, una división de tareas y funciones; más que una gestión cen-
(20) Esta crítica es bastante común entre los autores que comentan la tralizada, una participación en las decisiones y responsabilidades;
Lumen Gentium. Ch. Duquoc dice al respecto: «Ambos intentos son legítimos
más que una forma de «funcionariado», una animación de las
pero el uso simultáneo de la imagen de servicio y de la idea de poder sa-
grado oculta su antagonismo: la comunidad ya no es dueña de su destino, funciones que se realizan desde 'los distintos ministerios. Tam-
regido por un «cuerpo social» dentro de ella... El Vaticano II no ha podido bién en este caso será preciso llegar a un equilibrio desde la
integrar en su esquema este elemento salido de una eclesiología preconci- purificación. «No es a priori evidente que haya que rechazar co-
liar»: Ibid., 237. Cf. A. ACERBI, Due ecclesiologie. Ecclesiologia giuridica ed mo no evangélica toda noción de poder... El problema no es que
ecclesiologia d¡ comunione nella 'Lumen Gentium", Bologna 1975; P. J. COR- el ministerio vaya unido a un cierto tipo de poder, sino el que
DES, Sendung und Dienst, Frankfurt 1972. esta acción impida el libre desarrollo de la comunidad cristia-
(21) Véanse, por ejemplo, los artículos de J. M. CASTILLO, Los minis-
terios en la Iglesia, de una valoración 'clerical' a una instancia comunitaria:
Sal Terrae 1 (1974), 13-27; ID., Los nuevos ministerios. La iglesia será ella (22) Cf. LG, 9-12, 18 ss.; AG 15, 19.
misma cuando tenga su centro en los laicos: Sal Terrae 66 (1977), 3-20; ID., (23) J. M. CASTILLO, Los nuevos ministerios, 4-5; ID., La alternativa
La alternativa cristiana, Sigúeme, Salamanca 19794, 145-196. cristiana, 156-166.
108 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 109

na» M . Sólo un poder que no tiraniza y oprime, sino que ama y sir-
ve, como Cristo, puede ser evangélicamente adjudicable al mi- mundo. No se identifica con la «carne» del mundo, pero está he-
nisterio y a los ministerios en la Iglesia. En una concepción plena cha de la carne del mundo. No es la humanidad entera, pero es
de Iglesia no puede haber ni jerarquía sin pueblo, ni pueblo sin plenamente humana. No se reduce a lo temporal, pero tampoco
jerarquía. La Iglesia no es ni «ácrata» ni «teocrática». Y el cen- puede desentenderse de lo mundano. No coincide simplemente
con el «nosotros» social, pero es un «nosotros» dentro de la so-
tro no lo tiene que ocupar ni el clero ni el pueblo sino Cristo,
ciedad. Ni tiene como función prioritaria la transformación de las
a quien todos sirven, y la comunidad que entre todos construyen,
estructuras socio-políticas, pero tampoco puede marginarse de
según sus funciones y ministerios.
los compromisos que las hacen más justas.
d) Iglesia segregada del mundo e Iglesia «sacramento de sal- Pues bien, esta Iglesia, a la que se llama templo del Espí-
vación» para el mundo: ritu Santo, Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, es también «sa-
cramento de salvación» para el mundo, en la medida en que apa-
Desde algunas eclesiologías señaladas («de encarnación», rece como comunidad de servicio y fraternidad, testifica ante el
«de autoridad»...) se comprende el que, durante tanto tiempo, mundo la fe en la Resurrección, y es signo de reconciliación y
se haya mantenido la «eclesiología» de separación del mundo. esperanza para los hombres. Y todo ello por medio de la cele-
La superioridad de lo divino sobre lo humano, de lo espiritual so- bración, la Palabra, el compromiso y el ministerio, que competen
bre lo material, de lo sagrado sobre lo profano, unido a la ¡dea a todos los miembros del pueblo de Dios. «Hablar de la Iglesia
del necesario sometimiento de lo inferior a lo superior, y un como misterio o como sacramento, es poner el acento en el con-
cierto concepto platónico de Iglesia, condujo a una verdadera se- junto de los cristianos. Por todo ello es acogida, manifestada y
paración entre Iglesia y mundo. La Iglesia está en el mundo, pero servida en el mundo la gratuita intervención de Dios en Jesucris-
no es del mundo; su acción es sobre el mundo, pero desde fuera to. Misterio sacramento y ministerio están, no sólo unidos entre
no desde dentro del mundo; su preocupación no es lo temporal, sí, sino introducidos unos en otros... El misterio de la Iglesia,
sino lo espiritual. Por lo mismo el obispo y el sacerdote, máximos desde el momento en que es acogido por unos hombres, se con-
exponentes de la Iglesia, deben dedicarse a las cosas espiritua- vierte en «ministerio» por parte de esos hombres. Se confía a
les y sagradas, a los asuntos de Dios y de la Iglesia, no a los la responsabilidad de todos cuantos lo reciben y lo viven, en
materiales y mundanos. Y como estos asuntos corresponden más mutua solidaridad y según la gracia recibida por cada uno» Z7.
bien a los laicos se insistirá en una cierta separación de los fie-
les y la misma comunidad, para acentuar la prevalencia de los Es evidente que quien comprenda a la Iglesia como una rea-
bienes superiores. lidad sagrada del mundo, entenderá el ministerio de forma di-
versa a quien la comprende como sacramento de salvación para
El Vaticano II, al comprender de modo nuevo la relación de el mundo. Aquél tenderá a insistir en la superioridad y separa-
la Iglesia con el mundo25, y al definir a la misma Iglesia como ción del sacerdote respecto al mundo, en la misión «ad intra» y
«sacramento de salvación» para el mundo26, ha querido superar en la función cultual, en el «pietismo» y el apoliticismo... Este
la concepción anterior e insistir en la presencia de la Iglesia en en cambio, potenciará la inserción del sacerdote en las tareas
el mundo. La Iglesia no es del mundo, pero está y vive en el del mundo y la sociedad, valorará más el compromiso y el tes-
timonio, animará los ministerios, responsabilidades y servicios
(24) Ch. DUQUOC, Minlstére et pouvoir, 8-9. Duquoc critica lo que llama
en orden a hacer posible que la comunidad entera sea signo de
«un poder eclesiástico sin verdadera regulación comunitaria», ante el cual la
única salida que queda a los fieles es la huelga: huelga de la práctica litúr-
(27) Mons. R. BOUCHEX, El ministerio de los sacerdotes en una Iglesia
gica, de la forma actual de penitencia, de la moral impuesta... (p. 9).
enteramente ministerial: en ¿Todos responsables en la Iglesia, 25. La ecle-
(25) A esto responde toda la 'Constitución pastoral sobre la Iglesia en siología de la Iglesia-sacramento se ve afectada, no sólo por las aportaciones
el mundo actual- (— Gaudium et Spes). sino también por la problemática sacramental de nuestros días. Depende
(26) LG 1, 8, 9, 48; SC 1,5; GS 45. Cf. Mons. COFFY, Église, signe de de cómo se entienda «sacramento» para ver cómo se entiende Iglesia-sacra-
salut au mllieu des hommes, Centurión, París 1972; A. SEMMELROTH, La Igle- mento. Si la Iglesia es sacramento vivo, signo que aparece, símbolo que con-
sia como sacramento de salvación: en Mysterium Salutis I V / 1 , 321-370. Y. M. tiene, señal que remite a otras realidades; y si este símbolo realiza su tra-
CONGAR, L'Église sacrement de salut dans la Théologie Moderne: en Un peu- bajo en el mundo, por su permanente búsqueda de autenticidad y testimo-
ple Meslanique, Paris 1875 (Trad. española: Un pueblo mesiánlco. Cristiandad nio... entonces puede dar lugar a un ministerio adecuado, pero no de otra
Madrid 1976). forma.
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 111
110 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

la salvación, levantado en medio de las naciones. La concepción tampoco pretendía otra cosa que articular los diversos ministe-
«segregacionista» debe ser superada por la concepción «inser- rios en una Iglesia toda ella ministerial. Y no será distinta la vi-
cionista». El ministerio sacerdotal, como los demás ministerios, sión que presenta la «Tercera Conferencia General del Episcopa-
se realizan en una Iglesia que vive en el mundo, pero no se iden- do Latinoamericano» en su reunión de Puebla de 1979, al valorar
tifican con las tareas mundanas. Algo hay en ellos que les con- la presencia y los ministerios de los laicos en la vida de la Igle-
vierte en símbolo remitente, en signo de otra realidad superior. sia 32 . Lo que todas estas manifestaciones «oficiales» de la Igle-
Pero esto lo son siendo ministerios, al mismo tiempo para la sia intentan, no es ocultar el ministerio sacerdotal en la abundan-
Iglesia y para el mundo. «Los ministerios siempre son ministe- cia de ministerios laicales, sino «situar bien, teológica y pasto-
rios en y para la Iglesia, pero para una Iglesia sacramento de ralmente el ministerio de los sacerdotes»33.
salvación en medio del mundo»28. La responsabilidad y especificidad del sacerdote sólo podrá
entenderse bien en y desde el contexto de una coresponsabilidad
e) Iglesia de «ministros» e Iglesia «toda ella ministerial»: diferenciada y orgánica de la comunidad entera, y a partir de lo
que especifica a los otros ministerios no «sacerdotales», que de-
Hasta el Concilio Vaticano II apenas se aplicaba el término
ben ser desempeñados por otros miembros de la comunidad.
«ministro» a otros cristianos que no fueran los obispos y sacer-
Quienes todavía piensan en una Iglesia de «ministros» tenderán
dotes, y apenas se utilizaba la expresión «ministerio» para otra
a insistir en la distinción-reparación «clérigos-laicos», en la es-
cosa que para designar el «ministerio sacerdotal»29. En los últi-
pecificidad del ministerio sacerdotal frente a cualquier otro mi-
mos años, se ha revalorizado un uso más amplio de los términos,
nisterio, es decir, en lo distintivo por el orden, poder, relevancia
en correspondencia con el uso neotestamentario de la palabra
eclesial y social... Quienes creen en una Iglesia «toda ella mi-
«diakonia» - «diakonoi», y debido a la renovación eclesiológica-
nisterial» intentarán equilibrar lo específico con lo común, no
ministerial del Vaticano II. La evolución semántica está indican-
insistirán en la «línea divisoria» entre clérigos y laicos y no si-
do, sin duda, el cambio de concepción y de praxis. Si antes preva-
tuarán al sacerdote fuera de la pluralidad de ministerios de la
lecía una Iglesia de «ministros» (especie de «funcionarios ecle-
comunidad, sino dentro de ellos, como el ministerio-eje, que
siásticos»), que disponía del poder-saber-valer religiosos, y aca-
preside y sirve, coordina y anima, reconcilia y crea la comu-
paraba funciones y ministerios, relegando al pueblo cristiano al
nión M. Sólo una falsa interpretación de la ministerialidad de la
papel de puro ejecutor sumiso... Hoy, desde la nueva concepción
Iglesia total, o del ministerio sacerdotal en concreto, puede te-
y realidad, tiende a prevalecer una Iglesia de «ministerios», don-
mer que se desvanezca lo específico del sacerdote o que se
de el bien de la comunidad se siente como propio por los miem-
exagere lo propio de otros ministerios. Lo que sucede es que
bros, donde se comparten tareas y responsabilidades, donde se
esta especificidad hemos de entenderla desde nuevas claves, y
busca la unidad desde la diversidad, donde el indicador principal
esto supone un cierto «lavado categorial» y cultural o, con otras
de la Iglesia, no es tanto el sacerdote cuanto 'la comunidad.
palabras, una verdadera conversión 35.
Cuando la Asamblea Plenaria del Episcopado Francés, ha-
blaba en 1973 del «ser todos responsables en la Iglesia», y que- (32) Véase: III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINO-
ría situar el «ministerio presbiteral en una Iglesia enteramente AMERICANO, Puebla, La evangeHzación en el presente y el futuro de América
ministerial» 30 , no hacía, en el fondo, otra cosa que reconocer y Latina, BAC 1979, 3.* parte, II, 3: «ios laicos; nn. 777-849.
expresar públicamente algo que ya constituía el sentir del mismo (33) Mons. R. BOUCHEX, El ministerio de los sacerdotes en una Iglesia
enteramente ministerial, 30.
pueblo de Dios. Y cuando el Sínodo Alemán de 1975 dedicaba
(34) Ibid., 31-36. Lo mismo en la intervención de Y. M. CONGAR, en la
un importante capítulo a «los ministerios pastorales en la comu- misma Asamblea Episcopal: pp. 79-88. Igualmente Y. M. CONGAR, Ministé-
nidad», con especial atención a los «ministerios de los laicos» 31 , res et structuration de l'Église: LMD 102 (1970), 7-20.
(28) Ibid., 24. (35) Tenía razón Mons. R. BOUCHEX cuando afirmaba: «La puesta en
(29) Recuérdese lo que dijimos al explicar al vocabulario, en el capítulo práctica de esta orientación, no es sólo un asunto de técnica pastoral. Es
anterior. primero asunto de conversión. Conversión para el pueblo cristiano, apegado
(30) Baste recordar el título en castellano: «¿iodos responsables en la a una determinada imagen de Iglesia . Conversión para los obispos, que es-
Iglesia?» El ministerio Presbiteral en una Iglesia enteramente ministerial*. tamos obsesionados con la disminución del número de sacerdotes... Conver-
(31) Dle Pastoralen Dienste in der Gemeinde, 2. Der Gemeinsame Dienst sión para los sacerdotes, cierto número de los cuales no saben ya para qué
der Gemeinde. 3. Der Dienst der Laien: Synode 1 (1975), 55 ss. sirven, y se preguntan si no son ellos los últimos de una «raza»...: Ibid., 28.
112 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 113

f) Iglesia del culto y del rito e Iglesia de la Palabra y la caridad:


Esta concepción ha sido, en parte, superada por el Vatica-
En los años inmediatamente posconciliares arreció, desde di-
no II. La Iglesia se entiende como Pueblo de Dios y Cuerpo de
versas instancias, una dura crítica al ritualismo cultual de la
Cristo, como sacramento de salvación para el mundo, como mis-
Iglesia, a su desconsiderada sacramentalización, a su «sacerdo-
terio e institución a la vez. Ya no exalta con exclusividad la fun-
talización» monocolor del ministerio, a su sacralización abusiva,
ción cultual-sacerdotal, sino que la integra dentro de la función
a su imagen ante el mundo como religión e institución... Frente
de la Palabra, de la caridad y de la presidencia de la comunidad.
a esta crítica se potenciaron otros aspectos de la misión de la
Los ministerios son entendidos en conexión con el pueblo de
Iglesia, antes olvidados o marginados, como eran: la evangeliza-
Dios y no por encima del mismo. El sacerdote y el cristiano de-
ción y el diálogo sobre la Palabra, el compromiso y la acción en
ben comprometerse en el mundo y respetar su autonomía... 3 *.
el mundo, el testimonio y la preferencia por los pobres y opri-
Sin embargo, esta concepción, no aparece exenta de ambigüeda-
midos, la lucha por la liberación de los pueblos y la transforma-
des, al querer integrar en un inmaduro equilibrio elementos de la
ción del mundo... Pero no es éste el momento de examinar con
concepción antigua. Como ya indicábamos, se habla de pueblo y
amplitud este fenómeno, ya estudiado por numerosos autores
comunidad, pero se conserva la visión de «sacerdocio-mediador»;
desde sus diversos aspectos36. Bástenos constatar que, en el
se valora la participación y responsabilidad de los laicos, pero
fondo, se trata de dos concepciones y modelos de Iglesia, de dos
los laicos no tienen, como tales voz activa, representación ni
formas de concebir la relación Iglesia-mundo, de dos maneras de
«status» social en la Iglesia; se da importancia a la Palabra y al
entender el ministerio y sus funciones.
compromiso en la caridad, pero no se articulan los medios para
Desde la Edad Media, y especialmente desde el Concilio de salir del «impasse» de la acaparación del culto y el rito... 3 9 . Tal
Trento, la Iglesia se había entendido a sí misma sobre todo como vez por todo ello los deslizamientos de la nueva concepción
religión e institución sagrada; y el ministerio había concentrado han ido a veces hasta el extremo de negar o prescindir del culto
sus funciones casi exclusivamente en lo sacerdotal-cultual. Más y el rito, de polarizarse en la sola Palabra o el solo compromiso,
que otra cosa, la Iglesia aparecía como una institución a la que de colorear la pastoral de un cierto complejo ritual no superado...
había que acudir para pedir unos bienes espirituales, para reci- Será preciso, en todo caso, integrar en lo que tienen de más au-
bir unos ritos, y los ministros eran considerados como los distri- téntico estas dos visiones de Iglesia, yendo hacia un nuevo equi-
buidores y agentes de estos ritos sagrados. «Con otras palabras, librio que valore en su justa medida las diversas dimensiones
la Iglesia fue concebida abstractamente como estructura sagrada, eclesiales y las diversas funciones del ministerio sacerdotal. El
antes de ser considerada concretamente como cuerpo social, en sacerdote, no es sólo para el culto, pero tampoco lo es sin culto.
la diversidad de los miembros y grupos que la constituyen. Lo El ministerio del presbítero no es sólo sacerdotal», pero tam-
cual significa que era pensada esencialmente como religión, co- poco lo es sin lo sacerdotal» 40 .
mo institución establecida por derecho divino para dar un culto
sacrificial a Dios, lo cual llevaba a poner en primer plano el fun- (38) No repetimos las citas ya aducidas. Esta concepción se encuentra
cionamiento de un organismo sacerdotal. Este es el sentido de sobre todo en la Lumen Gentium, Gaudium et Spes, Presbyterorum Ordínis.
las referencias al Antiguo Testamento. Se hablaba de Iglesia algo (39) Véase la crítica que hace el mismo J. MOINGT, ibid., 113-117, donde
así como nosotros hablamos de la Religión de la Roma pagana: no obstante contrapone la concepción de Trento y del Vaticano II en los si-
se describían su organización cultural, sus colegios sacerdota- guientes términos: «El Concilio de Trento mostraba una Iglesia replegada so-
les, su código ritual» 37 . bre su pasado y centrada sobre ella misma por y para el culto sacrificial: el
polo de su reflexión es la religión. El Vaticano II muestra a la Iglesia vuelta
hacia el mundo y abierta al futuro, reunida, cierto, alrededor de la Eucaristía,
(36) Estos aspectos se encuedran bien en las «categorías»: seculariza- pero para trabajar en la obra de Dios en el mundo, «Iglesia peregrinante» que,
ción, desacralización, religión, liberación, acción... O bien en la contrapo- incluso en sus instituciones más sagradas, «lleva la figura de este mundo
sición: fe-rito, sacramento-evangelización, culto-compromiso, Iglesia de cris- que pasa» (LG 48): su polo de reflexión es el Evangelio» (p. 117).
tiandad-Iglesia de misión... Cf. P. DE CLERCK, Sacrements, Église, Monde et (40) Las acotaciones y precisiones que hoy se hacen a la utilización del
Royaume: La foi et le temps 7 (1977), 527-553 (trad. Selecciones de Teología, término «sacerdote»-«sacerdoc¡o», desde su sentido neotestamentario y desde
69 (1979) 3-15). la integración y referencia en otras funciones presbiterales por lo menos igual-
(37) J. MOINGT, Services et lieux d'Eglise. II. De l'ancien dans le nou- mente importantes, muestra la «novedad» de la concepción del ministerio en
veau, 112. relación con otras épocas. Véase, por ejemplo: ASAMBLEA EPISCOPAL FRAN-
CESA, ¿Todos responsables...?, 66-72; J. COLSON, Ministre de Jésus-Christ ou
114 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. H5

g) Iglesia «centralizada» e Iglesia «localizada»: conducido a colocar a la comunidad particular-local como punto
de referencia primera de los ministerios. Y es que sólo la comu-
Es evidente que desde la Edad Media hasta el Concilio Va- nidad concreta comprende en plenitud sus propias necesidades
ticano II prevaleció una concepción de Iglesia centralizada, roma- y sólo ella es capaz de discernir los carismas de los propios
nizada, uniforme, cuyos ejes doctrinales los constituían las no- miembros, en orden a desempeñar los diversos ministerios 45 .
tas de ia unidad y la catolicidad 41 . En esta concepción el punto
de referencia más directo del ministerio, no era la Iglesia particu- Cuando se parte de esta concepción más «localizada» de
lar o local, sino la Iglesia universal, el modelo y la misión co- Iglesia, es evidente que se concibe el ministerio, no tanto como
munes. En cambio, en la actual concepción de Iglesia, que vive, «poder» independiente de su referencia a una comunidad con-
se expresa y realiza en las Iglesias particulares y las comunida- creta, o como «dirección separada jurídicamente del concepto
des concretas 42 , será esta Iglesia particular o local la que de territorialidad», sino como ministerio en función de la comu-
viene a constituir el punto de referencia más inmediato y direc- nidad y para la comunidad, como servicio a los miembros de la
to del ministerio. Como bien lo ha expresado J. Moingt, «se trata comunidad concreta y respuesta a sus necesidades46. También
de dos puntos de vista diferentes sobre la Iglesia, que conducen en este caso será preciso «localizar» el ministerio sin desuni-
a dos concepciones divergentes de ministerio. Si se toma el pun- versalizarlo, referirlo a la comunidad sin relativizarlo o desiden-
to de vista de la particularidad, el de los grupos de cristianos y tificarlo desde su comunitarismo.
sus necesidades concretas, se tenderá a una noción funcional de
ministerio, que tiene su fuente en el Espíritu de las mismas co- h) Iglesia de dualismo «clérigo-laico» e Iglesia del binomio
munidades, pero se explicará menos cómo la misma perspectiva «comunidad-ministerios»:
permite integrar las necesidades de la misión y de la comunión La distinción entre «klerikós» y «laikós» tiene raíces en la
universales de 'la Iglesia. Por el contrario, si se toma el punto de tradición de la Iglesia 47 . Pero esta terminología se utilizaba, no
vista de la universidad de la misión evangélica de la Iglesia y para indicar una distinción de grupo entre clérigos y laicos, sino
de su «naturaleza sacramental», entrañada (no necesaraimente, para significar una distinción de funciones, no en el sentido de
pero sí de hecho) en una representación jerárquica y sacral del «funcionarios», sino en el sentido de funciones eclesiástico-caris-
ministerio, tomado abstractamente como sacerdocio, nacido de máticas, aunque de naturaleza específica 48 . A pesar de este
la «sucesión apostólica», entonces se explicará mejor la univer- sentido y de la convicción permanente de que la Iglesia es sobre
salidad, pero se explicará menos el ministerio desde las nece- todo fraternidad, desde la Edad Media se derivó hacia un uso
sidades de las comunidades concretas y no se encontrará razón que indicaba la distinción, cuando no la separación de dos gru-
para que los grupos cristianos se acerquen al orden sacerdo- pos: el de los clérigos eclesiásticos, en quienes residían la
tal» 43 . El Concilio no ha negado ninguna de estas perspectivas, gestión, los ministerios y responsabilidades de la Iglesia; y el
pero ha prestado especial atención a la Iglesia particular y lo- de los laicos o seglares, a quienes pertenecía la obediencia, la
cal, y a la Iglesia que se reúne en asamblea eucarística, como fidelidad, la sumisión. Mientras a los primeros correspondían las
instancia primera de manifestación y autorrealización de la Igle-
sia 44 . Esto, juntamente con la insistencia en la corresponsabilidad
(45) Cf. J. A. KOMONCHAK, Ministros 'Ordenados» y -no ordenados' en
de todos los miembros y con la valoración de los carismas, han la Iglesia local: Concilium 153 (1980), 340-341.
(46) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 420-
le sacerdoce de l'Evangile, Beauchesne, París 1966; H. KÜNG, Sacerdotes 422. Según Schlllebeeckx la separación entre poder y comunidad, entre «po-
¿para qué?, 38-40, etc. Trataremos más tarde el tema. testas ¡urisdlctionis» y «potestas ordinis», y la unión entre sacerdoclo-potes-
(41) Y. M. CONGAR, L'Eglise. De Saint Agustín a l'époque moderne, tad-Eucaristía, dieron lugar a las llamadas «ordenaciones absolutas», a las or-
Du Cerf, Paris 1970; H. FRÍES, Cambios en la imagen de la Iglesia y desa- denaciones sacrales», que eclipsan la necesaria unión entre ministerio y co-
rrollo histórico-dogmático: en Mysterium Salutis 1V/1, 231-297. munidad.
(42) Esta es la visión que aparece sobre todo en Lumen Gentlum. Véase (47) Cf. CLEMENTE, / Clem 40, 4-5; HIPÓLITO, Traditio Apostólica, 1, 19:
comentarios en G. BARAUNA, La Iglesia del Vaticano II, t. I-II, Ed. Juan Flors. «Sive clericus (ekklesiastikos) est qul dat (doctrinam), sive laícus (laikós)
Barcelona 1966. faciat sic»: Ed. B. BOTTE, La Tradition Apostolique de Saint Hipolite (LQF 39),
(43) J. MOINGT, Services et lieux d'Église, 107-108. Münster 1963, 40.
(44) Recuérdese la Constitución Sacrosanctum ConcÜium y la visión de (48) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 425-
la Ordenación General del Misal Romano. 426.
116 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 117

tareas espirituales y sagradas, a, los segundos les correspondían dirección prestado a la comunidad, con todo lo que esto significa
los asuntos temporales y profanos. Esta concepción de Iglesia es en una «comunidad de Cristo» 53 .
considerada hoy como inaceptable49, por ser causante de un dua- Digamos ya corrió conclusión, que todas estas «eclesiolo-
lismo de grandes consecuencias: «Lo que en el fondo nos esta- gías» se reducen en síntesis a dos: la más jerárquica-institucio-
mos planteando, dice J. M. Castillo, es todo nuestro modo de en- nal y la más comunitaria-carismática. En todos los casos se de-
tender a'la Iglesia. ¿La concebimos a partir del binomio «sacer- riva hacia una semejante doble concepción de ministerio: la más
docio-laicado», o más bien a partir del binomio «comunidad-mi- fundada sobre el poder sagrado para la defensa de la institución,
nisterios»? 50 . En el primer caso, valoraremos más lo que separa y la más basada sobre el servicio fraterno para la edificación de
y divide que lo que une e ¡guala; pondremos el centro de grave- una comunidad responsable. Probablemente no sea lícito elimi-
dad en el clero y no en la comunidad; tenderemos a concentrar nar ninguno de los polos de la tensión, debiendo esperar en la
las tareas eclesiales en el sacerdote; relegaremos la participa- fecundidad de la «utopía», que nos impulsa hacia un equilibrio
ción y responsabilidad de los fieles; impediremos, en fin, que la perfecto. Pero nadie puede excusarnos la tarea de justificar aqué-
comunidad cristiana se desarrolle en la igualdad y la fraternidad, llo que con sinceridad evangélica creemos se opone al ideal.
puesto que «en una institución en la que unos miembros son res- Nuestra intención no era resolver en síntesis los términos de
ponsablemente activos y otros meramente pasivos, el desarrollo una dialéctica, sino presentar la raíz y los contornos de dicha
de lo comunitario resulta enormemente reducido»51. En el se- dialéctiva. Una cosa queda clara: la cuestión de los ministerios
gundo caso, tendremos más en cuenta a la comunidad, a los ca- depende de la cuestión de la Iglesia. O con otras palabras, el
rismas personales, a la responsabilidad compartida, a la cola- verdadero problema radical no son los ministerios, sino la co-
boración en las tareas comunes, a los ministerios laicales, a las munidad donde sean posibles tales ministerios. Sin olvidar, por
necesidades concretas... y haremos más posible la verdadera supuesto, que si los ministerios dependen de la concepción de
realización de la misión salvadora en la comunidad concreta 52 . Iglesia y de la existencia de la comunidad, la misma concepción
La superación de las deficiencias de la primera concepción por la de Iglesia y la vida de la comunidad dependen también de los
segunda no quiere decir, ni que se rechace el carácter jerárquico ministerios.
de la Iglesia en pro de una democracia al estilo de la sociedad
civil, ni que se liquide la especificidad del ministerio sacerdotal,
en pro de un igualitarismo imposible; ni que se prescinda de la
referencia del ministerio a Cristo y al Espíritu, en pro de una ex- 2. LOS MINISTERIOS, ELEMENTO CONSTITUTIVO
DE LA IGLESIA
clusiva dependencia de la comunidad. Pero sí quiere decir que el
pretender mantener dos modos de vida diferente para el clérigo
y el laico, el separar entre el «ordo» y la «plebs», el insistir en La tensión que se percibe entre las diversas «eclesiologías»,
las diferencias de honor, dignidad o poder, va en detrimento de de las que nacen distintas concepciones sobre los ministerios,
la imagen ministerial de la Iglesia, conduce a una situación domi- debiera intentar superarse por un redescubrimiento de la consti-
nante de los obispos y sacerdotes sobre los otros miembros de tutividad de los ministerios respecto a la Iglesia, y por una me-
la comunidad, y ahoga las posibilidades de una renovación de la jor comprensión de los elementos sustanciales identificantes del
Iglesia desde la responsabilidad compartida y la unidad-diver- ministerio respecto a sus históricas configuraciones. Es lo que
sidad de ministerios. «El dilema entre una concepción ontológico- nos proponemos hacer en los párrafos siguientes de modo su-
sacerdotalista y otra puramente funcionalista debe ser superado cinto y fundamental, no sin antes aclarar brevemente algunos
con el concepto de «ministerio eclesial», entendido como don conceptos.
de un carisma eclesial que otorga el Espíritu y como servicio de
a) Aclaraciones hermenéuticas:
(49) ASAMBLEA EP. FRANCESA, Todos responsables, 80. Afirmamos que los ministerios son un elemento constituti-
(50) J. M. CASTILLO, Los ministerios en la Iglesia, 14-15. vo del ser y de la estructura fundamenta! de la Iglesia. Es decir,
(51) Ibid., 15. un elemento que, al ser condición de posibilidad del cumplimien-
(52) Véase sobre el binomio comunidad-ministerios la opinión de Y. M. to de la misión de la Iglesia, es parte constitutiva de su propio
CONGAR, Ministerios y comunión eclesial, Fax, Madrid 1973. Igualmente en
ASAMBLEA EPISCOPAL FRANCESA, Todos responsables, 81-83. (53) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 426.
118 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO CE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 119

ser, de su fundamental estructura. Notemos las precisiones si- gencia, desde su mismo ser constitutivo, de una exterioriza-
guientes: ción adecuada en la comunidad histórica.
— Hablamos, en nuestra afirmación general, de «ministe- — Es preciso no confundir «estructura fundamental», con
rios», y no de «ministerio», para indicar que nos referimos, organización concreta de esta estructuraS6. Mientras la es-
no sólo al ministerio «especial» u «ordenado», sino también tructura fundamental arranca de la voluntad de Dios y per-
a los ministerios más generales o «laicales»; y para signifi- tenece a la enseñanza básica del Nuevo Testamento; «orga-
car que no pensamos tanto en unos ministerios «así confi- nización» concreta es la diversa forma de ordenarse entre
gurados», cuanto en aquellos ministerios que han sido, son sí los diversos componentes de la estructura, dando lugar
o serán necesarios para el cumplimiento de la misión de la a diversas figuras, lo cual puede ser fruto de unas circuns-
Iglesia. tancias y una evolución histórica eclesial concreta, suscep-
tible de cambio también en el futuro. La estructura funda-
— Estos ministerios son «consf/fuf/vos» de la Iglesia, por- mental, cuya continuidad es indiscutible, no se opone al re-
que forman parte de su mismo ser. Los ministerios pertene- conocimiento de la historicidad de organizaciones de la mis-
cen a la «ontología eclesial». La Iglesia sólo puede ser Igle- ma, que han dado lugar a distintas figuras ministeriales 56bis .
sia cumpliendo la misión que Cristo le ha encomendado, y Al contrario, la estructura se expresa, está implicada en las
esta misión sólo puede realizarse por los ministerios. Aun- formas concretas de organización y en las figuras ministe-
que los ministerios se hayan configurado según un variado riales; sin ellas desaparecería.
proceso eclesial, este proceso arranca de la misión del mis-
mo Señor resucitado, y conserva unos elementos constantes — Estas precisiones deben llevarnos a comprender lo que
en la fe de la comunidad. Desde la misión dada por el Señor hay que atribuir a la voluntad de Dios, y lo que es fruto de
resucitado (cristología), desde el envío del Espíritu para la concreción humana. Clásicamente se empleaba la expre-
cumplir esta misión (pneumatológica), desde la constitución sión «c/e iure divino» para unir el ministerio a la voluntad
de la Iglesia para cumplimiento de la misión (eclesiológica), divina. Esta expresión, en sí teológicamente legítima, res-
no sólo es posible, sino también legítimo y necesario el ha- ponde más bien al esquema apologético de la Constitución
blar de un ministerio constitutivo del mismo ser de la Igle-
sia 54 .
LORME, El ministerio y los ministerios, 323. Sesboüe explica el término
— Pero los ministerios también son constitutivos de la Igle- estructura diciendo que «... evoca ... una totalidad orgánica de elementos
sia porque forman parte de su «estructura fundamental». Por- que mantienen entre sí un juego de relaciones tal que el cambio de lugar o
que la Iglesia es misterio en visibilidad, Cuerpo de Cristo y la modificación de uno arrastra ¡nevitabfemente el cambio de lugar o la mo-
Pueblo de Dios, no puede por menos de expresar externa- dificación correlativa de los demás. Una estructura es móvil y, por tanto,
mente, en una adecuada ordenación, aquello que internamen- abierta a variaciones de gran amplitud, pero dentro de ciertos límites, más
te la constituye. Es parte de la estructura fundamental de allá de los cuales pierde su identidad... Este concepto de estructura es
perfectamente aplicable a la Iglesia». Por su parte Y. M. CONGAR dice: «Ha-
la Iglesia aquello que, constituyéndola y componiéndola co-
blamos de estructura en singular, distinguiéndola de estructuras en plural, y
mo Iglesia, es insustituible en la totalidad orgánica eclesial, entendemos por tal aquello que da a la Iglesia su identidad en el orden de la
y no puede dejar de aparecer externamente. Con el término fe, de los sacramentos y de las funicones jerárquicas»: Ministéres et struc-
«estructura» señalamos, pues, aquello que «ha sido y sigue turation de l'Église: LMD 102 (1970), 19.
siendo querido por Dios para su Iglesia, a través de! aconte- (56) E. SESBOÜE, Ibid., 324-325. Nos parece justa esta distinción que se-
cimiento fundante del misterio pascual y del don del Espí- ñala el autor: «En efecto, se trata ante todo de discernir en fos testimonios
ritu Santo»55. Pero con una importante connotación: la ur- del N. T. lo que pertenece al dominio de la estructura y lo que es propio de
la organización, y ver si la diversidad de las organizaciones conduce o no a
(54) P. HÜNERMANN, Ordo in neuer Ordnung? Dogmatische überlegun- la unidad de una estructura».
gen zur Frage der Amter und D'ienste in der Kirche heute: en F. KLOSTER- (56 bis) E. URBINA, Hacia un replanteamiento actual de la problemática
MANN, (ed.), Der Priestermangel und seine Konsequenzen, o. c , 58-94, p. 64. del ministerio sacerdotal, 21: «Esta esencia no se vive a-históricamente, por-
Para nuestras reflexiones en este apartado tenemos muy en cuenta este inte- que a su vez, no es una magnitud a-histórica. El ministerio forma parte intrín-
resante artículo. seca de una Iglesia de Jesucristo también esencialmente histórica: por eso
(55) B. SESBOOE, Ministerios y estructuras de la Iglesia: en J. DE- pasa por diferentes figuras históricas...».
120 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 121

dogmática «Dei Filius» del Concilio Vaticano I 57 , y tiende, una Iglesia, en el sentido de una comunidad de fe propia y
en gran parte, a legitimar una determinada organización je- especial 62 .
rárquica de los ministerios, según lo cual Cristo ha institui- — De entre el grupo de los discípulos de Jesús sobresalen
do los Apóstoles, y a estos suceden los obispos, los cuales los doce. Pero a éstos no les corresponde formalmente nin-
pueden ordenar sacerdotes y diáconos para cumplir la mi- gún ministerio especial. Sólo tienen una función representa-
sión y celebrar los sacramentos... M . Esta forma teológica de tiva. Encarnan el Reino de Dios, la plenitud de Israel, por
expresarse ha sido preterida en los últimos años, debido en los que Jesús llama a los hombres 63 .
gran parte al cambio de la misma eclesiología y el movimien-
to ecuménico. Ahora se habla más bien del origen de los — Los primeros testigos de la Resurrección son personas
ministerios especiales de la misión que procede de Cris- que tienen una fuerza carismática. Su testimonio no puede
to 59 ; y sin negar la «institución divina» se distingue entre ser prolongado al modo de un ministerio de oficio 64 .
«institución» aplicando la palabra a «lo que pertenece a la — La formación de ministerios estables en la comunidad
estructura de la Iglesia y que le permite existir porque Cris- sucede por un proceso paulatino, paralelo al crecimiento y a
to la ha congregado», e «instituciones», entendiendo por ta- las dificultades de las comunidades. Pero las estructuras
les las formas diversas surgidas en el tiempo 60 . O bien que surgen tienen, en razón de su circunstancia sociológica
otros autores preferirán distinguir entre «instituciones ecle- e histórica, un carácter simplemente «regulativo», y no un
siales (las que dimanan de su propio ser, y son expresión de carácter «constitutivo» 65 .
su naturaleza sacramental), e «instituciones confesionales»
que no brotan de su ser, sino que proceden «ab extrínseco»,
(62) Cf. R. BULTMANN, Theologie des Neuen Testaments, Tübingen
y por tanto pueden cambiar)eobis.
1965, 9; E. SCHWEIZER, Gemeinde und Gemeindeordnung im Neuen Testa-
ment, Zürich 1959, 14: «Jesús no conoce ninguna comunidad distinta de la
b) Una cuestión ecuménica: ¿el ministerio elemento «consti- de Israel...»; J. JEREMÍAS, Neutestamentliche theologie, Erster Teil: Die
tutivo» o «regulativo» para la Iglesia?: Verkündigung Jesu, Gütersloh 1971, 164-174; G. BORNKMANN, Das Buch der
Bücher, Neues Testament. Eifühsung, München 1972, 169: «Jesús hat die
En los últimos tiempos, R. Bultmann, E. Sdhweízer, H. Gon- christliche Gemeinde Weder gegründet noch ihre Gründung ins Auge ge-
zelmann, H. V. Compenhausen, E. Lohse... han rechazado, desde fasst...».
algunos resultados de la investigación exegética e histórica so- (63) Cf. H. GONZELMANN, Grundriss der Theologie des Neuen Testa-
bre la comunidad primitiva, el que el ministerio deba ser consi- ments, München, 1967, 62: «Los doce no tienen ninguna función jurídica, ni
derado como algo constitutivo de la Iglesia. Más bien hay que ningún puesto de funcionarios, sino que representan a la Iglesia como al ver-
considerarlo, afirman, como algo originalmente funcional y regu- dadero pueblo de las doce tribus»; H. V. CAMPENHAUSEN, Kirchliches Amt
lativo, que con el tiempo evolucionó hacia una forma constituti- und geistliche Vollmacht in den ersten drei ¡ahrhunderten, Tübingen 1953,
va. P. Hünermann resume las razones en que se basan dichos 15 ss.; J. MATEOS, Los 'doce' y otros seguidores de Jesús en el evangelio
autores en los siguientes puntos61: de Marcos, Cristiandad, Madrid 1981.
(64) Cf. E. SCHWEIZER, Gemeinde und Gemeindeordnung, 178: «A los
— Jesús, durante su vida terrena, ni fundó ni quiso fundar Apóstoles ha sido confiado el fundamental anuncio de la Resurrección, que
servirá como medida de todo otro anuncio posterior. Se puede hablar de dis-
(57) VATICANO I, Constitutio Dogmática 'Del FilluS'-. DS 3.000-3.045. cípulos de los Apóstoles, pero no de verdaderos sucesores en la específica
(58) Véase, por ejemplo, la Encíclica de PÍO XI, Ad catbollcl sacerdocíi, misión»; E. LOHSE, Ursprung und Pragung des christlichen Apostolats: Theo-
de 1935. Cf. P. HÜNERMANN, Ordo in neuer Ordnung?, 60-61. logische Zeitschrift 9 (1953), 259-275.
(59) Así los resultados de las conversaciones entre Luteranos y Cató- (65) Cf. R. BULTMANN, Theologie des Neuen Testaments, 456-59: «Los
lico-Romanos sobre el ministerio, en EE.UU., Cf. H. MEYER, Luthertum und apóstoles fueron primero hombres carismáticos. Pero con el tiempo el apos-
Katholizismus in Gesprach. Ergebnisse und Stand der Katholisch-Lutberiscben tolado fue comprendido como una función por toda la Iglesia. La fundación
Díaloge ¡n den USA und auf Weltebene, Frankfurt 1973, 72 ss. organización y dirección de las comunidades se hizo bajo la inspiración de los
(60) B. SESBOÜE, Ministerios y estructura de la Iglesia, 325. apóstoles, y no así de las comunidades paulinas. Lo nuevo fue que se llegó
(60 bis) Cf. J. DE ROVIRA BELLOSO, La Iglesia realizada como auténti- a afirmar (en los Hechos y en las Cartas Pastorales) la constitución de los
ca comunidad. Hacia una alternativa evangélica y válida para boy: Iglesia Vi- ministros por medio de los Apóstoles, lo cual fue una ficción. En la 1." Epís-
va 67/68 (1977), 41-67. tola de Clemente llegará esta visión a su desarrollo pleno: en adelante el
(61) P. HÜNERMANN, Ordo in neuer Ordnung?, 61-64. ministerio es considerado como constitutivo de la Iglesia».
122 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 123

— Será en el «catolicismo primitivo» donde, con la acentua- sonas»71. Y el Consejo Ecuménico de las Iglesias publicaba, en
ción de la sacramentalidad, se declarará el ministerio como Accra 1974, un documento sobre el «Ministerio ordenado», donde
constitutivo de la Iglesia, y donde se referirá tal ministerio a se afirma: «Cristo eligió a los apóstoles y les confió la palabra
los Apóstoles, por medio de la ficción de una sucesión apos- de reconciliación. Los apóstoles ejercieron en el seno de las pri-
tólica ininterrumpida. Lo verdaderamente constitutivo en la meras comunidades cristianas una función única y fundamental,
Iglesia es el anuncio de la Palabra, y esto no comporta nin- que no podrá transmitirse. Su ministerio, sin embargo, debía pro-
guna función jurídica constitutiva. Lo que es la función y su longarse en cuanto que sobre ellos recaía una responsabilidad
carácter jurídico, es decir, la institución de los funcionarios especial (pero no exclusiva) con respecto a la proclamación del
de la comunidad, el sacerdote y el obispo, no puede decirse mensaje de reconciliación, la fundación de Iglesias y su edifica-
que constituye la comunidad, sino que regule la praxis de ción en la fe apostólica. Si bien es cierto que en la primitiva Igle-
la comunidad 6Ó. sia había una variedad de dones, el Nuevo Testamento nos infor-
ma de una segregación con vistas al ejercicio de un ministerio
Esta interpretación, sin embargo, no puede considerarse co- especial; los ministerios se diversificaron. Este ministerio espe-
mo la única. Tanto sobre el problema de la «sucesión», cuanto cial fue necesario entonces y es esencial también en todos los
sobre el problema de la relación entre «ministerios y comunidad» tiempos y circunstancias... La comunidad cristiana y el ministe-
existen entre los exégetas y teólogos protestantes diversas pos- rio especial son dos realidades que se remiten una a otra...» 72 .
turas 67, algunas de las cuales pueden considerarse como muy
cercanas a la concepción de no pocos exégetas y teólogos cató- Basten ya estos ejemplos para caer en la cuenta de que, con
licos modernos68. Los últimos documentos de carácter ecumé- unas u otras palabras, se reconoce por lo general el carácter
nico muestran un acercamiento entre las posturas al respecto. esencial y constitutivo del ministerio, para el cumplimiento de
Así en el «Diálogo católico j luterano en USA» se reconoce: «Cris- la misión encomendada por Cristo a la Iglesia. Las críticas sobre
to ha dado a su Iglesia un determinado orden ministerial. El mi- el carácter jurídico-institucional que adquirió dicho ministerio con
nisterio pertenece al acontecimiento de la reconciliación como el tiempo, no están exentas de razón. La mayoría de los autores
algo constitutivo» 69 . Y en otro lugar: «El ministerio es, no sólo acepta una evolución o proceso en la primitiva comunidad, inclu-
una función (ministerium), sino también un estado (ordo) dentro so la coexistencia de diversos modelos de comunidad. Pero no
de la Iglesia»70. En el «Documento del Grupo de Dombes», en el parece sostenible la afirmación de una discontinuidad entre las
que participan católicos, luteranos y reformados, se dice: «El comunidades de las cartas paulinas y la de las Cartas Pastorales,
ministerio especial, que fue instituido por Cristo con la llamada entre lo más carismático y lo más «constitutivo». El ministerio
y él envío de los apóstoles, pertenece, como don de Dios para el del apóstol es constitutivo de la Iglesia desde el principio. Desde
servicio, a la estructura de la Iglesia total... El ministerio espe- el principio hay un especial envío de determinadas personas, y
cial es un servicio, que viene encomendado a determinadas per- esto es constitutivo de la Iglesia. No hay Palabra que se anuncia,
si no existen anunciadores de 'la Palabra. Y si el anuncio de la
Palabra es constitutivo de la Iglesia, no puede no serlo el minis-
(66) R. BULTMANN, Ibid., 456. 459; H. V. CAMPENHAUSEN, Kirchliches terio de aquellos por los que se anuncia. Pero ¿en qué consiste
Amt, 163; J. MARTIN, Die Genese des Amtspriestertums in der frühen Kirche en verdad esta constitutividad del ministerio para la Iglesia? ¿A
(AD 48), Frelburg/Brsg. 1972, 19.
(67) Véase el excelente trabajo de H. SCHÜTTE, Amt, Ordination und
Sukzerssion. Im Verstandnis evangelischer und katholischer Exegeten und (71) GRUPO DE DOMBES, Pour une reconclllatlon des minlstéres. I, 3;
Dogmatiker der Gegenwart, sowie ¡n Dokumenter ókumenischer Gesprache, I, 5. Cf. H. SCHÜTTE, 384-385.
Patmos, Dusseldorf 1974. El autor distingue sobre cada punto al menos tres (72) CONSEJO ECUMÉNICO, El ministerio ordenado, nn. 13-15 Cf. A.
opiniones (A, B, C), según su menor o mayor acercamiento a las concepcio- MATABOSCH, Liberación humana y unión de las Iglesias, 68. Que el ministe-
nes católicas: pp. 48-58; 80-86; 110-111, etc. rio especial es un ministerio esencial en la Iglesia también viene recono-
(68) Por ejemplo, R. Schnackenburg, W. Pesch, H. Schlier, H. Küng, cido por el mismo documento ecuménico de la Comisión Romano-Católica y
Ch. Duquoc... Evangélica Literaria: 'El ministerio ordenado en la Iglesia», n. 17-18. La mis-
(69) Ebda, 19; H. MEYER, Luthertum und katholizismus, 71; H. SCHUTTE, ma se reconoce en el último documento emanado de la Comisión Romana-Ca-
361. tólica y Evangélica-Luterana, el 13.3.1981: "Das gelstliche Amt in der Kirche;
(70) Ebda, 49; H. SCHUTTE, 362. nn. 17-18.
124 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 125

qué niveles hay que comprenderlo? Véamoslo en los puntos si- La ministerialidad de la Iglesia entera puede entenderse me-
guientes. jor todavía desde su sacramentalidad. Toda la Iglesia es ministe-
rial, porque toda la Iglesia es sacramental. O, con otras palabras,
c) La ministerialidad de toda la Iglesia, constitutivo del ser del misterio de la Iglesia «sacramento de salvación» nace el mi-
eclesial: nisterio de la Iglesia total para cumplir dicha misión salvífica 76 .
Cuando se acentúa el carácter sacramental de la Iglesia, no sólo
Porque creemos que el ministerio «especial» como constitu-
se valora su fundamental ministerialidad, sino que los diversos
tivo de la Iglesia, debe entenderse en el interior de otras dimen-
ministerios que corresponden a sus estructuras y organizacio-
siones ministeriales, también constitutivas para el ser eclesial,
nes son redimensionados a partir de los valores ontológicos del
por eso comenzamos explicitando el tema por este punto.
ser cristiano, y de la sacramentalidad eclesial. Se ve así más
«En el Nuevo Testamento la ministerialidad es propia de to- claro el descubrimiento y sentido de su cualidad funcional... A
de la Iglesia. Porque toda la comunidad cristiana está, por su vo- partir del concepto de sacramentalidad, los diversos ministerios
cación a la fe y por su apostolicidad, en situación de servicio o vocaciones dentro de la Iglesia, tienen por finalidad ir expli-
(diakonía) y de misión, servicio fraternal del Evangelio para el citando lo ontológico del ser cristiano. En consecuencia... la
mundo. El ministerio de toda la Iglesia interesa, por lo tanto, a Iglesia no aparecería completa sin tales ministerios 77 .
cada cristiano: es ley de la existencia cristiana que todos estén
al servicio de todos, según la particularidad de los dones de ca- En definitiva, la ministerialidad fundamental de la Iglesia
da uno»73. se debe a su ser como comunidad, no para sí misma, sino en
servicio desde sí misma a la humanidad entera. Los diversos ser-
La Iglesia, desde el principio, no sólo tiene «apóstoles», toda vicios o ministerios dentro de la comunidad, al mismo tiempo
ella es apostólica. Fundada sobre el testimonio de los apóstoles que expresan esta vocación, este ser ministerial de la Iglesia
y de los profetas, en comunión con el grupo original de testigos universal, lo realizan. La Iglesia tiene ministerios porque es on-
de su Resurrección, es la comunidad entera la que, impulsada tológicamente ministerial. La ministerialidad de la Iglesia es,
por el Espíritu y los apóstoles, se siente movida a dar testimo- por tanto, un constitutivo fundamental del mismo ser eclesial.
nio, a cumplirla misión, a anunciar al Señor resucitado. Sólo des-
de esta responsabilidad «apostólica» se siente la comunidad ella d) El apostolado como ministerio originante-constitutivo para
misma. Su ser en este sentido ministerialmente le pertenece co- la Iglesia:
mo algo constitutivo 74 .
Hemos dicho antes que toda la Iglesia es «apostólica». Pero
Más aún, toda la Iglesia debe asumir la misión de anunciar hay que añadir ahora que lo es porque toda ella ha recibido de
el Evangelio como un verdadero servicio sacerdotal (hierateuma: Cristo la misión del apostolado, es decir, la misión de ser tes-
1 P 2, 5-9). Todo el que cree en Jesús, el Cristo, y ha sido bau- tigo del Evangelio en la fuerza del Espíritu; si bien esta misión
tizado, participa de su sacerdocio, está comprometido desde su se ha encarnado y encomendado de forma especial a los discípu-
mismo ser con la misión, de manera que viendo 'las buenas los de Jesús, y a los doce. «La existencia de llamamiento y
obras, todos alaben a Dios (1 P 2, 12). La función de anunciar el transmisión de poderes a determinados hombres en servicio del
Evangelio pertenece, no sólo a los ministerios especiales, sino Evangelio está documentado por el Nuevo Testamento ya en tiem-
también a la comunidad entera, como «ministerio» fundamental. po de la vida prepascual de Jesús, si bien es verdad que en me-
Diríamos que la comunidad, antes que tener ministerios, está dida limitada y sólo con carácter provisional (Me 1, 16 ss.; 3, 13;
llamada a ser ministerialmente, a ser ministerio (diakonia) vi- 6, 7-13 par.)... Pero el factor realmente constitutivo del ministe-
viente con su palabra y sus obras75. rio eclesial es la voluntad del Señor resucitado, quien con su
revelación, con el envío de los discípulos y con la comunicación
(73) B. SESBOÜE, Ministerios y estructura de Iglesia, 372.
(74) Cf. Ibld., 377. (76) Cf. ASAMBLEA EPISCOPAL FRANCESA, ¿rodos responsables en la
(75) En el citado 'Documento del Grupo de Dombes» se dice: «Existe Iglesia?, 23-32.
el envío universal de la Iglesia: cada cristiano ha sido llamado y capacitado (77) J. A. ODDONE, Hacia una teología de los ministerios, a. c , 337-338.
para dar testimonio de la reconciliación obrada por Dios en Cristo, por medio En el mismo sentido F. MARTINELLI, Parroquia con conciencia ministerial,
de la palabra y las obras»: 1,3: SCHÜTTE, 384. a. c , 133-181, esp. 137-140.
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. < ¿'
126 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

de la virtud del Espíritu Santo llamó a la vida a la Iglesia (cf. Mt público, autorizado y responsable el Evangelio «Pablo, que se
28,19; Hch, 8; Jn 20,21 ss)... El mandato del resucitado va diri- siente un «esclavo» actuando para el Señor y en su nombre
gido, sin duda alguna, de un modo general a la comunidad entera (cf. Gal 1,1; Rm 1,1; 2 Co 2,14 ss; Fil 1,1...), está realizando al
de los discípulos, representados en aquel momento por los doce. mismo tiempo la Iglesia con su ministerio apostólico. El apos-
Pero por otra parte, va dirigido también de un modo concreto y tolado aparece en Pablo, no sólo como constituyente ( = edifi-
particular a estos hombres que, con Pedro a la cabeza, van a ser cante) de la Iglesia, sino también como constitutivo ( = parte
más tarde los guías de la primitiva Iglesia de Jerusalén...» 7S. esencial) de la misma 81 . Esta Iglesia que para Pablo tiene por
Quiérase ver o no una función rectora en esta encomienda espe- fundamento a los apóstoles y profetas, y a Jesucristo como la
cia! a los discípulos, lo cierto es que la importancia histórica de piedra angular (Ef 2,20), no puede no tener el fundamento de sus
los doce en los comienzos de la Iglesia y de sus ministerios es ministerios en e'l mismo apostolado, encomendado por Jesús
incontestable... «Los doce, en cuanto apóstoles, son y siguen sobre todo a los Doce. Los apóstoles «punto de arranque y de
siendo los enviados de Jesús, primeros testigos y garantes, del manifestación del misterio de Cristo», lo son también de los
Evangelio. Y en cuanto discípulos representan a la comunidad que ministerios que nacen de la misión de Cristo. La apostolicidad
escucha la Palabra, es interpelada por ella y debe estar a su ser- de la comunidad cristiana no está reñida con el apostolado de
vicio. En ellos, Iglesia y ministerio se identifican» 79 . Con otras los Doce. Al contrario, significa que las comunidades tienen con-
palabras, queremos decir que el apostolado como misión reci- ciencia de estar edificadas sobre el fundamento de «los apósto-
bida de Cristo, y encomendada de modo especial a los doce, a les y profetas» de la Iglesia primitiva. Esta apostolicidad de la
los discípulos y por ellos a la comunidad, es un ministerio cons- comunidad se halla, junto con el apostolado de los Doce, en el
titutivo de la Iglesia, que tiene además la cualidad de ser minis- origen de los ministerios 82.
terio originante de la diversidad de ministerios. Los doce fueron
llamados para el servicio del Evangelio, para el ministerio del
apostolado, en su calidad de testigos oyentes de Jesús, y de e) La pluralidad de ministerios necesarios para la misión, un
testigos vivientes de'l Señor resucitado. Por los doce se mani- constitutivo de la Iglesia:
fiesta de modo especial la Iglesia y el ministerio. A través de Ministerialidad fundamental de la Iglesia y apostolado vie-
ellos Iglesia y ministerio aparecen enraizados en la misma mi- nen a ser dos dimensiones complementarias e inseparables, so-
sión de Jesús. Desde ellos, el ministerio del apostolado cobra bre las que se funda radicalmente la constitutividad de'l minis-
toda su relevancia como ministerio central originante de los di-
terio en general para la Iglesia, Pero el ministerio no existe como
versos ministerios en la Iglesia. «Si en la Iglesia existe un minis-
ente o estructura abstracta, sino como servicio que se asumo
terio, éste es el de'l apostolado. El constituye el ministerio cen-
en concreto por los miembros de la comunidad, dando lugar a la
tral y fundamental, del cual derivan todos los ministerios» 80 .
pluralidad de ministerios realizantes de la misión según la di-
Esta misma constitutividad del apostolado, que hemos inten- versidad de los dones y carismas, y en atención a las necesida-
tado descubrir desde la misión de los doce, de los discípulos y des concretas de la comunidad (cf. 1 Co 12,1 ss.).
de la comunidad, aparece igualmente en el caso del «Apóstol» Pablo concibe la pertenencia a la comunidad como un 9er-
Pablo. Para Pablo, el apostolado es una gracia, un carisma, que para-los-demás en cristiano, que abarca la existencia total, y po-
implica la llamada y el envío de Cristo, para anunciar, de modo ne a! servicio del bien común los propios carismas. Cada cris-
tiano tiene la obligación de servir al cuerpo según sus dones,
(78) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, Si- su capacidad y su función. A través de este servicio actúa Cristo,
gúeme, Salamanca 1971, 26. se manifiesta la fuerza del Espíritu y se construye la comunidad.
(79) Esta es una de las conclusiones del estudio del ministerio en el
Evengelio de Marcos, que saca J. DELORME, El evangelio según San Marcos:
en ID., El ministerio y los ministerios, 168-171. En la misma obra P. BONY, co- (81) Cf. P. HÜNERMANN, Ordo In nouer Ordnung?, 64-66; P. GRELOT,
mentando la carta a los Efesios dice: «Cuando hablamos de apostolocidad de Los apóstoles de Pablo: la misión apostólica: en J. DELORME, 40 ss.
la Iglesia nos referimos a la Iglesia fundada sobre los Apóstoles... Afirmar (82) Cf. P. BONY, La epístola a los Eloslos: en J. DELORME, 78-00.
la apostolicidad de la Iglesia es, según Efesios, reconocer que está funda- Cf. 349-50. E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 398-
da sobre la revelación escatológica del ministerio» (p. 90-91). 399. J. D. G. DUNN, Jesús y el Espíritu, Secretariado Trinitario, Salamanca
(80) ASAMBLEA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 28. 1981, 417-487.
128 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 129

La insistencia de Pablo en la diversidad de ministerios 83 : após- bio entre la situación de las comunidades paulinas y las de los
toles, profetas, doctores, maestros, jefes de comunidades... Hechos, así como las de las Epístolas Pastorales o deutero-pau-
(Rm 12,1 ss.; 1 Co 12,5 ss.), episcopos y diáconos (Fil 1,1; 1 Tes linas (las dos a Timoteo y la de Tito) M. Mientras en aquéllas se
5,12); más los que tienen don de hacer milagros, o de curar, acentúan los ministerios carismáticos, en éstas se insiste en los
o de socorrer al prójimo, o de hablar todo género de lenguas, o ministerios oficiales instituidos, como son los de los «colabora-
de gobierno... (1 Co 12, 28; Ef », 11), parece estar indicando que dores de Pablo» (sobre todo Tito, Timoteo, Bernabé, Silas y Apo-
para él esta diversidad no es algo accidental, sino fundamental lo), así como los de aquellos que son llamados «presbíteros»,
para la vida de la comunidad, ya que manifiesta la actuación de «episcopos», «diáconos» (Hch 20,28; 1 Tim 3,1-13; Tit 1, 59). Y
Cristo por el Espíritu en todos los miembros, pone de relieve la no sólo se nombran los «ministros», se especifican también las
prioridad del servicio, y responde a las necesidades concretas en condiciones o cualidades para llegar a serlo (1 Tim 3,1-13); se
orden a la realización del Reino. La acentuación de lo carismá- concreta el modo de la ordenación o investidura por la imposi-
tico sobre lo institucional en Pablo no significa ni la negación de ción de manos y la profesión de fe en presencia de los testigos
los ministerios «instituidos», ni la reducción a los ministerios (1 Tim 4,14); se determina las funciones y servicios a realizar
carismáticos. en el orden de la Palabra (1 Tim 4,3.16; Tit 2,1; 2 Tim 1,14), en
el orden de la dirección (1 Tim 1,3; 4,11; 5,7), en el orden del
En resumen, según Pablo, «hay ministerios públicos», que culto (1 Tim 2,1-15), en el orden de la caridad (1 Tim 5,3-16;
afectan a toda la Iglesia, y que expresan de modo eficaz la ac- 2 Tim 2,22.24.25)... " .
tuación del Señor resucitado y de su Espíritu en la comunidad.
Estos ministerios son nombrados junto con otros diversos minis- Esta evolución no sucede por la ruptura, sino por la conti-
terios, que no poseen el mismo carácter público y universal. Los nuidad de un proceso de configuración, condicionado en gran
ministerios que hemos llamado públicos no aparecen en Pablo parte por las circunstancias y situaciones de la comunidad. La
todavía institucionalizados, o lo aparecen muy inicialmente, y sus dirección y animación de las comunidades, que en otro tiempo
funciones no parecen transmitirse por una investidura o enco-
mienda especial. Pero estos ministerios poseen, lo mismo que
(86) P. DORNIER-A. LEMAIRE, Las epístolas pastorales: J. DELORME,
los demás, un carácter constitutivo para la Iglesia 84 . La plurali- 92-113; P. GRELOT, La structure ministerielle de l'Eglise d'aprés Saint Paul:
dad de ministerios es un elemento constitutivo de la Iglesia, en Istina 15 (1970), 389-424; E. KÁSEMANN, Amt und Gemeinde im N.T., l.c,
la medida en que estos ministerios son imprescindibles para el A. LEMAIRE, De los servicios a los ministerios. Los servicios eclesiales en
verdadero cumplimiento de la misión recibida de Cristo, y para la los dos primeros siglos: Concilium 80 (1972), 471-486...
realización de su «apostolicidad» y de su ministerialidad funda- (87) Aunque la relación estructural «algunos»-«todos» se vive en Pa-
mentales. El Evangelio sólo puede ser realizado en un ser-con blo desde los lazos de comunión fraterna, sobre el eje del ministerio del
y en un ser-para de 'los diversos carismas y ministerios. Por eso Apóstol y su autoridad (exousia) y acompañado de otros «colaboradores»,
mismo, estos carismas y ministerios son constitutivos de la es- hay que reconocer la diferencia existente entre los dos tipos de comunidad.
tructura fundamental de la Iglesia. «Las Iglesias paulinas no conocen el título de «presbítero» para designar un
ministerio. No admiten un episcopado monárquico: el único ministerio «mo-
nárquico» es el del Apóstol. En ninguna parte se encuentra atestiguada la
f) Los ministerios especiales institucionalizados como «momen- imposición de manos. La idea misma de sucesión está ausente. Su silencio
to» constitutivo de la Iglesia: acerca de la presidencia de la Eucaristía nos asombra hoy. Finalmente es
casi inútil afirmar que no se halla la trilogía jerárquica de obispo, sacerdote
Desde los puntos explicados puede comprenderse mejor el y diácono, que en esta forma no aparecerá ni siquiera en los últimos textos
sentido de la afirmación de este párrafo, cuyo contenido funda- del N.T.»: B. SESBOÜE, Ministerios y estructura de la Iglesia, 347. En estos
mental es aceptado por la mayoría de las confesiones cristia- datos se fundarán algunos autores protestantes (v.gr. Buitman, Kásemann) y
nas85. Como ya indicábamos es apreciable una evolución o cam- católicos (v.gr. Küng, Schnackenburg) para defender la existencia de dos tipos
de estructuras en la Iglesia. Aunque también se reconoce la dificultad en
(83) Cf. A. LEMAIRE, Las epístolas de Pablo: La diversidad de ministe- marcar las fronteras y caracteres exactos de los cambios producidos y las
rios: en J. DELORME, 61-74; ID., Les ministéres aux origines de l'Eglise, Paris causas concretas a que se debieron. Cf. G. DIX, Le ministére dans l'Eglise
1971, J. D. C. DUNN, Jesús y el Espíritu, 319-416. ancienne, Delachaux-Niestle, Paris 1955, 20-26. 92-95: el autor insiste en la
(84) P. HÜNERMANN, Ordo in neuer Ordnung?, 67. influencia del «presbiterado» judío y en el cambio en el transido al mundo
(85) Recuérdese el punto b) de este punto 2 del II capítulo, p. pagano.
130 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICAIT.S ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 131

fue llevada a cabo por Pablo y sus colaboradores, ahora aparece ñala el ser de la Iglesia, porque éste no puede identificarse de
encomendada de modo oficial e institucionalizada a ciertas per- manera inmediata con su Señor»89.
sonas, a quienes se les considera como ministros públicos al ser-
vicio de la comunidad. El ministerio especial, que en todo caso
procede de Cristo y supone un carisma y una actuación del Es- 3. UNIDAD Y DIVERSIDAD ORGÁNICAS
píritu, no se ejerce de forma espontánea, sino que viene enco- DE LOS MINISTERIOS ECLESIALES
mendado de forma oficial o institucionalizada, a través de la im-
posición de manos. Este ministerio supone un compromiso total Si los ministerios son elemento constitutivo de la Iglesia,
y permanente al servicio de la comunidad local, y viene a ser ¿cuál es el espacio y el puesto que ocupan en la Iglesia? ¿Cuá-
considerado como algo absolutamente necesario para la reali- les son las diversas «estructuras ministeriales» que dan forma a
zación de su vida y de su vocación cristiana. De ahí la preocupa- la ministerialidad de la Iglesia? ¿En qué se funda la unidad y di-
ción por asegurar, a través de la encomienda especial de1! mi- versidad de ministerios? ¿Cómo se organizan y articulan entre
nisterio, la transmisión fiel del evangelio: «Cuanto me has oído sí para la realización de la misión integral de la Iglesia? A éstas
en presencia de muchos testigos, confíalo a hombres fieles que y otras preguntas nos proponemos responder en las siguientes
sean capaces a su vez de instruir a otros» (2 Tim 2,2). El mi- páginas.
nisterio institucionalizado aparece así como un ministerio cons-
titutivo de la Iglesia, porque junto con los demás ministerios, es Se trata fundamentalmente de mostrar en qué consiste la
imprescindible para el cumplimiento de la misión. Todos los mi- unidad y la diversidad de ministerios, y cómo se estructuran y
nisterios son constitutivos en la medida en que son mediaciones articulan entre sí de modo armónico y complementario, tanto los
necesarias para la realización plena de la salvación. Los minis- distintos «centros» ministeriales, cuanto los diversos ministerios
terios especiales institucionalizados constituyen un «momento» concretos dentro de cada área ministerial 90 . La dialéctica unidad-
privilegiado de esta mediación, en la medida en que represen- diversidad es una constante en el N.T. y en la vida de la Iglesia.
tan a Cristo-cabeza y son animadores del resto de los minis- La comunidad, así como cada cristiano, está llamada a «conser-
terios 88. var» la unidad para la «edificación», por medio del «ágape» y la
fraternidad (cf. Ef 4,7-16). La gracia viene siempre dada por
Desde esta perspectiva pensamos que la aparición de los Cristo y el Espíritu, pero diversamente. Por eso cada uno debe
ministerios oficiales institucionalizados, no es sino la manifes- colaborar a la edificación «según la medida del Don» (Ef 4,7;
tación personal concreta de la relación dialéctica-«algunos»- 1 Co 12,11; Rm 12,6). La unidad del origen del don (Cristo-Es'
«todos» en continuación con la función apostólica, como ele- píritu) y de la finalidad de la misión ( = edificación hasta la
mento constitutivo y estructurante de la vida de una comunidad. plenitud), lejos de oponerse a la diversidad de servicios, funcio-
«A través de las diferencias de figuras y de organización, que nes y ministerios, los exige y reclama como condición para el
pueden ser considerables, la existencia de ese grupo de minis- pleno desarrollo de sus exigencias.
tros es un hecho masivo de la enseñanza del Nuevo Testamento,
tanto en el primer momento como en el segundo de su testimo- Pero el problema no consiste en esta constatación, aprecia-
nio. Puede decirse, por lo tanto, que la relación entre ese grupo ble desde distintas perspectivas según autores y comunidades
de «algunos» y «todos» es constitutiva del misterio de la Iglesia en el 'Nuevo Testamento, sino en la determinación de su signifi-
en su visibilidad... El ministerio principal puede considerarse co- cado, implicaciones y formas concretas de realización 91 .
mo «lo uno» entre «los demás»; sin embargo, es el que hace la
unidad de todos dos otros y permite a todos los otros ejercerse (89) B. SESBOÜE, Ministerios y estructuras de la Iglesia. 373-375, cf. 3.
en la unidad. Nunca los acapara, pero siempre los discierne. Las (90) Llamamos «centros ministeriales» a los centros de misión, v.gr.
relaciones estructurales entre «algunos» y «todos» existen tanto anuncio de la Palabra, en torno a los cuales se ordenan una variedad de ser-
a nivel de la comunidad local como en el de la Iglesia universal... vicios y ministerios (apóstol, doctor, catequista...). Por «área ministerial» en-
tendemos la totalidad de ministerios que se encuadran y tiene como fin fun-
La dualidad insuperable de la relación «algunos» y «todos» «se-
damental el servicio a un determinado «centro ministerial» (v.gr. el área mi-
nisterial de la Caridad).
(91) Cf. H. DENIS, Nuevo Testamento, Iglesia y ministerios: en J. DE-
(88) P. HÜNERMANN, Ordo in neuer Ordnung?, 69-70. LORME, 386-415.
I MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALFS ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 133

a) Organización estructural de los ministerios eclesiales: La Iglesia primitiva puede decirse que, desarrollando cohe-
rentemente la misión encomendada por Cristo, no sólo tiene
Si por «estructura» entendemos la totalidad orgánica de conciencia y se esfuerza por cumplir las funciones profética,
elementos que constituyen la identidad de la Iglesia, en cuanto sacerdotal y real, sino que de hecho organiza sus ministerios
tiene su origen en la voluntad de Dios; y por «organización» com- en torno a estas «grandes funciones ministeriales»: el servicio
prendíamos la diversa forma de ordenarse entre sí los elementos de la Palabra o función profética, el servicio de la comunión o
de la estructura; por «organización estructural» queremos indi- función pastoral, y el servicio del culto o función sacerdotal 93 .
car las diversas ordenaciones de ministerios que inciden en el
interior de la estructura fundamental (Iglesia ministerial por ra- El servicio de la Palabra tiene en el N.T. un puesto priorita-
zones indicadas), y que dan lugar a organizaciones de estructura rio. Los verbos que caracterizan la misión de los enviados de
menores, en torno a un centro ministerial orgánico (v.gr. la Pa- Jesús son «proclamar» (Mt.Mc), «enseñar» (Mt), «ser testigo»
labra). Lo que ahora nos proponemos estudiar es cuáles son pre- por la palabra (Lc.Hch). En efecto, Cristo envía a sus discípulos
cisamente esos «centros ministeriales», esos ministerios ordena- a «proclamar la buena Nueva» (Me 16,15). Pablo dice que «Cristo
dores o principios ministeriales estructurantes, en torno a los no le ha enviado a bautizar, sino a anunciar el Evangelio» (1 Co
cuales deben armonizarse en la unidad y la diversidad, los diver- 1,17). El servicio, la fidelidad, el anuncio de la Palabra es el pri-
sos ministerios. Para ello queremos partir de las dimensiones mer objetivo de la misión y de los servicios internos de la co-
fundamentales constitutivas de la misión salvífica, tal como apa- munidad (1 Co 12,8; Rm 12,6-8; Heb 13,7). Los ministros tendrán
recen en Cristo, en la comunidad apostólica, y en la conciencia la responsabilidad de «velar», «vigilar», «conservar» la sana doc-
histórica y actual de la Iglesia, de modo que nuestras afirmacio- trina, al mismo tiempo que de proclamarla y transmitirla (Ef 4,11;
nes aparezcan suficientemente fundamentadas. 1 Tim 3,1; 4,6-13; 5,17; 2 Tim 2,2; Tit 1,9; Hch 20,28-32). Un buen
número de ministerios de que se nos habla en el N.T. se ordenan
Los «centros» ministeriales en el Nuevo Testamento y agrupan también en torno a la Palabra: los Apóstoles, los Pro-
fetas, los Doctores, los Maestros, los evangelizadores (Hch 13,1;
Todo ministerio eclesial se funda en los poderes y el envío 1 Co 14,3; 12,28; Ef 2,20...). La misión profética se ejerce en el
«originante» del mismo Cristo. Cristo transmite lo que él posee: interior de la comunidad para la conversión. (Cf. Rm 1, 18 ss.).
su misión. La misión que el Padre ha encomendado a Cristo cons-
tituye el signo primero de una economía salvífica ordenada a rea- En cuanto al «servicio de la comunión» viene atestiguado
lizarse mediante el servicio de unos en favor de otros. Este ser- como una función primordial respecto a aquellos que se han
vicio mutuo o misión que procede de Cristo (cf. Mt 28,18; Me unido por la conversión y la fe que proceden de la Palabra, así
16,15-16; Jn 20, 21-22) debe tener los mismos objetivos y debe como por la gracia del Bautismo (Hch 2,37-38; Gal 3,26-28; Ef 4,
configurarse de manera semejante a la misión de Cristo. Ahora 4-6). Entre los cristianos ya no debe haber división ni discrimina-
bien, esta misión de Cristo, tal como se deduce de sus títulos ciones. Su testimonio ante el mundo debe ser el de la unidad y
y denominaciones, de sus palabras, su vida y sus obras, se con- el amor fraterno (Jn 17,23; 1 Jn 2,24; 4,11). Aunque este servicio
centra en tres ministerios fundamentales n: el ministerio profé- en la comunión se inserte dentro de la fraternidad y del ágape
tico o de la Palabra, el ministerio sacerdotal o del culto y el mi- que afecta a todos los miembros de la comunidad, hay algunos
nisterio pastoral o de la comunión en la caridad. El Nuevo Tes- a quienes corresponde una función y una responsabilidad al res-
tamento atribuye a la persona de Cristo las tres principales pecto, que supone cierta «disimetría» en orden a garantizar dicha
funciones ministeriales del Antiguo Testamento: la de profeta, la comunión94. Esta responsabilidad se ejercerá de diversas mane-
del Rey y la de Sumo Sacerdote. La prueba de su mesianismo es ras: predicando el Evangelio y guardando fidelidad a su ense-
la realización plena de estas funciones, que culmina en el miste-
rio pascual. Desde entonces, todo aquél que continúa la misión (93) Cf. J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el
de Cristo debe participar en este triple ministerio: profético, real, Nuevo Testamento: en J DELORME, 263-288, esp. 284-288. Sobre todo esto
sacerdotal, a uno u otro nivel. también H. RIESENFELD, Unlté ef dlverslté dans le Nouveau Testament, Cerf,
París 1979: J. COLSON, Les fonctions ecclésiales aux deux premiers slécles,
(92) No nos detenemos a probar con citas esta triple función de Cristo, Bruges 1960.
que es evidente en todo el N. T. Cf. J. COLSON, Ministére de Jesus-Christ ou (94) Cf. A. JAUBERT, Las epístolas de Pablo: El hecho comunitario: en
le sacerdoce de l'Evanglle, o. c. J. DELORME, 30-31; J. D. G. DUNN, Jesús y el Espíritu, 285-295.
134 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE JA I SI NCIA V I SIKIK 1I1KA Dr LA I 135

ñanza (2 Tim 2,14-18); haciéndose cargo de la «asistencia» y «di-


zada especial para la entera comunidad. «El ministerio de la con-
rección» (1 Co 12,28); desempeñando el ministerio de la presi-
gregación comporta también la presidencia do la oración y de la
dencia (1 Tes 5,12; Rm 12, 8; 1 Tim 3,5); ejerciendo la función
asamblea litúrgica, que es el lugar donde la Palabra anunciada co-
del pastor de cara a la comunidad (Jn 10, 1-18; 21,15-17); ayudan-
bra toda su eficacia y se convierte en Palabra expresada con
do y socorriendo a los necesitados (Hch 4,32-37; 6,1-6; 11,29-30;
gestos. Realiza los gestos en donde se atestigua ni don del Es-
Rm 12,8.13; 15,26-27...); creando la unidad y realizando la cari-
píritu. Es verdad que este aspecto está menos subrayado en el
dad por la comunicación de bienes (Hch 4,32; 5,11).
Nuevo Testamento. Sin embargo, en los Hechos, los Apóstoles
Como puede apreciarse los dones de presidencia y dirección son los únicos que animan la oración de la comunidad, los que
(kiberneseis) están destinados al servicio de la comunión, a la bautizan o hacen bautizar, y los que, generalmente Imponen las
cohesión y fraternidad dentro de la comunidad cristiana 95 . Pre- manos y juzgan los pecados 97. Cuando se habla del ministerio de
sidir es, en una palabra, servir a la comunidad por la caridad los sacramentos, el Nuevo Testamento no suele hacer referencia
plena. Si el que ejerce este servicio tiene una autoridad (2 Tes clara a los agentes o ministros a quienes podrían estar encomen-
3,14; 1 Tim 4,11; 1 Co 5,3-13) no será para oprimir a los herma- dados. Pedro y Pablo encomiendan a otros la tarea de bautizar
nos, sino para cumplir el Evangelio y salvar la identidad cristia- (Hch 10,48; 19,5-6; 1 Co 1,14-17); a los apóstoles se les encarga
na. El servicio de la comunión da lugar también a diversos mi- repetir la Cena eucarística (Le 22,14-19); a los apóstoles se les
nisterios: los epíscopos, los presbíteros, los diáconos, los en- encomienda el ministerio de la reconciliación (Jn 20.21-23), y
cargados de las colectas, las «viudas»... (cf. sobre todo, Pablo y Pablo interviene, porque no lo ha hecho la comunidad de Corinto,
Epístolas Pastorales). para expulsar al pecador (1 Co 5, 2-5); la imposición de manos
se atribuye sólo a los apóstoles y ministros ya reconocidos (Hch
Respecto al "servicio del culto» o función sacerdotal % , 8,17; 13,3; 19,6; 2 Tim 4.14; 2 Tim 1,6). Es, pues, claro que los
arranca también del ministerio de la Palabra y de la caridad. Por apóstoles están capacitados para presidir los sacramentos. Y,
eso el anuncio del Evangelio, así como los sufrimientos por los aunaue no se dice con claridad qué sucedía cuando ellos no es-
demás, son para Pablo una verdadera «leiturgia» o sacrificio agra- taban, la misma estructura de la comunidad, así como la lógica
dable a Dios (Rm 12,1-13; Fil 2,17; 3,3; 4,17; 2 Tim 4,6; Heb 9,14; del desarrollo de las funciones dice que este ministerio corres-
13,15-16...). La comunidad, fundada sobre Cristo, es un verdade- pondería también a quienes habían recibido una especial enco-
ro santuario consagrado al servicio de Dios, al culto que sucede mienda.
a! Templo de Jerusalén (Rm 12,1). El verdadero y único sacerdo-
cio de Cristo toma así forma visible en la misma vida del pueblo
sacerdotal (1 Ptr 2,4-9). Los «centros» ministeriales en la enseñanza de la Iglesia
Esto no quiere decir, sin embargo, que no existan actos cul- Es evidente que, a pesar de una centralización histórica en
tuales más específicos de toda la comunidad, ni que la función la función sacerdotal, la Iglesia ha tenido clara conciencia de le
sacerdotal de todo el pueblo no tenga una expresión personali- triple función o «munus» que estructuraba su propia misión. Pare
constatarlo bastaría hacer un breve recorrido por los Padres y
la liturgia, cosa que no entra en nuestra intención en estos mo
(95) B. SESBOÜE, Ministerios y estructura de Iglesia, 379. «El ministerio mentos 98 . Bastará con que nos fijemos brevemente en el Vati
de la Palabra desemboca así en un ministerio de «presidente», de «guía», de
cano II y algunos documentos posconciliares, para darnos cuenta
«vigilante» (epíscopos) o de «pastor» de la comunidad. . Vela por su unidad
y por los lazos de comunión con otras Iglesias. Ejerce sobre ella una autori-
de las coincidencias y variantes con el Nuevo Testamento.
dad que está al servicio de la comunión en el ágape. Es el garante de la El Vaticano II ha adoptado claramente una ordenación es
fidelidad de la comunidad a la tradición del Evangelio recibido». Cf. también
J. COLSON, La fonction diaconale aux origines de l'Égíise, DDB, Paris 1960,
(97) B. SESBOÜE, Ministerios y estructura de Iglesia, 379; J. DELORME
esp. 15-82.
Diversidad y unidad de los ministerios según el N. T., 285-287.
(96) Trataremos más extensamente este punto en el capítulo siguiente.
(98) Véase, por ejemplo, J. COLSON, Ministére de Jesus-Christ ou le se
Cf. J. D. C. DUNN, Jesús y el Espíritu, 295-304, donde afirma, junto a la im-
cerdoce de l'Evangile, o. c ; A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines dt
portancia y dependencia judía del culto de la comunidad, su necesaria cen-
l'Égíise, o. c ; K. BECKER, Der Priesterliche Dienst II. Wesen und Vollmachtei
tralización en la experiencia común del Espíritu escatológico y del entusias-
des Priestertums nach dem Lehramt (AD 47), Freiburg 1970; H. SCHMIDT
mo comunitario consecuentemente originado» (p. 304).
Diakonia populi sacerdotalis (Ad usum privatum), PUG, Romae 19.
136 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 137

tructural de ministerios en torno a las funciones señaladas en el


Nuevo Testamento. A pesar de un cierto desequilibrio histórico, y nia», «diakonia», que, si bien se refiere de modo especial a las
debido a las investigaciones de los exégetas a la instancia ecu- funciones del ministerio sacerdotal indica claramente los «cen-
ménica (v.gr. la triple misión es fuertemente señalada por Calvi- tros» o ejes en torno a los cuales deberán estructurarse orgáni-
no y los Reformados), a la urgencia pastoral... el Concilio no ha camente los diversos ministerios. El mejor ejemplo tal vez sea
dudado en proponer la triple función como el eje que estructura el de la Asamblea Episcopal Francesa m, que explica así los tér-
la misión de Cristo, la de los Apóstoles, la de los obispos y minos indicados 103:
sacerdotes y la de la Iglesia entera " . Quizás una de las expresio- «Martyria»: Función de testimonio, de palabra, de enseñan-
nes más claras se encuentra en la descripción de las funciones za, de anuncio y de educación de la fe. Quien ejerce un ministe-
de los presbíteros, donde habla en primer lugar de la función rio, especialmente el sacerdote, está comprometido de forma
profética, luego de la sacerdotal, y finalmente de la pastoral100. especial y pública con el anuncio del Evangelio, la transmisión
Sin embargo, uno de los textos más elocuentes es el que nos de la fe, la fidelidad a la doctrina. La martyria responde al servi-
propone el Decreto sobre el Apostolado de los Seglares, n. 2, cio de la Palabra, a la misión profética, pero con una clara conno-
cuando dice: tación a! testimonio que la debe acompañar, no sólo en el acto
de la predicación, sino también a lo largo de toda la vida.
«Hay en la Iglesia pluralidad de ministerios, pero unidad de «Koinonia»: Función de unir, construir y presidir una co-
misión. A los Apóstoles y a sus sucesores les confirió Cris- munidad en la totalidad de su vida, en la acción y la celebración.
to el encargo de enseñar, de santificar y de regir en su pro- La comunión en el misterio conduce y exige la comunidad en la
pio nombre y autoridad. Los seglares, por su parte, partici- vida. La koinonia es el «servicio de la comunión», e implica todo
pan del ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo, cum- cuanto puede llamarse el valor doxológico, de alabanza de Dios
plen en la Iglesia y en el mundo la parte que les atañe en la o lo que se llamaría la «leitourgia», cuyo centro es la Cena de!
misión del pueblo de Dios». Señor. Se trata de edificación de la comunidad cristiana alrede-
dor de la Eucaristía.
En todo caso, resaltando el servicio de la Palabra y el servi-
cio de la comunión-caridad, el Vaticano II fia pretendido volver «Diakonia»: Es la función de armonizar y eventualmente sus-
a las estructuras ministeriales neotestamentarias, recuperar el citar toda la acción caritativa o «caritas», que implica todo cuanto
equilibrio perdido de las dimensiones de la misión, enriquecer es signo o acción que realiza el amor de Dios a los hombres en
la teología de los ministerios, situar mejor el puesto y la identi- Jesucristo. En cuanto «sacramento de salvación» la Iglesia debe
dad del ministerio sacerdotal. Después del Vaticano II, algunos llevar la curación y el consuelo, el perdón y la paz, la liberación
documentos episcopales han insistido y profundizado en el «tri- y la justicia. La diakonia como servicio en la caridad, a todos los
ple munus», aceptando una clasificación y terminología propues- hombres, pero en especial a los más necesitados, es el signo
ta por algunos documentos ecuménicos101: «martyria», «koino- visible realizante del mismo servicio de Dios a los hombres en
Cristo, que debe ser asumido y vivido por todo cristiano.
(99) VATICANO II: LG 18 ss.: PO, 2-3. Parecida distinción de funciones señala también de modo
(100) PO, n. 4-6. constante la Conferencia Episcopal Alemana, en su Documento
(101) Así el Documento sobre los ministerios del Consejo Ecuménico
de las Iglesias, publicado en Marsella en 1972: H. SCHUTTE, 393. Lo mismo
sobre los «Ministerios Pastorales»104. Con la diferencia de que,
el Documento del mismo Consejo sobre «e/ ministerio ordenado», publicado
en ACCRA 1974, n. 13-15: A. MATABOSCH, Liberación humana y unión de las sobre el 'Ministerio ordenado en la Iglesia' afirma que la «Martyria, la Lei-
Iglesias, 68. Y el Documento del Grupo de Dombes, «Para una reconciliación turgia y la Diakonia han sido encomendados a todo e1 pueblo de Dios»: n. 13.
de los ministerios', n. 5 dice: «Las funciones fundamentales del ministerio (102) ¿Todos los responsables en lo Iglesia?, 55-56 Y el P. CONGAR
son el anuncio del Evangelio, la celebración de los sacramentos y la reunión al explicar los términos dice: «Hoy es bastante frecuente, sobre todo en unión
de la comunidad. En el interior del sacerdocio de los bautizados estructura con el trabajo del Consejo Ecuménico do las Iglesias, analizar las activida-
Cristo su Iglesia con los ministerios pastorales. Por medio de estos minis- des de la Iglesia sacramento de salvación o mensajera del Evangelio en todo
terios Cristo conduce a sus discípulos al sacrifico espiritual, al testimonio y el sentido de la palabra, en la trilogía: koinonia, martyria, diakonia .. (p. 74).
al múltiple servicio eclesial, que tiene su punto crucial en la Eucaristía», (103) Resumimos las explicaciones que da el documento, completándo-
H. SCHUTTE, 385. El mismo documento romano-católico y evangélico-luterano, las con aportaciones personales.
(104) Die pastoralen Dienste In der Gemeinde, I. c , 3. 1, p. 63.
138 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 139

en vez de hablar de «Martyria», «koinonia», «diakonia», incluyen- señalarse la «leiturgia» como centro ministerial específico dis-
do en la segunda la función cultual, prefiere hablar de «ministe- tinto de la «koinonia»; y que debe indicarse igualmente como
rios en el orden del anuncio de la Palabra», en el orden «litúrgico- centro ministerial el de la «dirección de la comunidad» o «ser-
sacramental», y en el orden «caritativo-social» e incluso en el or- vicio de la comunión», distinguiéndolo del servicio en la cari-
den de la «dirección de la comunidad» (v.gr. Consejo de la Co- dad». Aunque nada tenemos en contra de la triple función, si-
munidad Parroquial). Los diversos ministerios laicales se orde- guiendo el paradigma de Cristo, y sabiendo que todos los centros
nan en torno a estos tres «centros ministeriales» o núcleos de ministeriales están coimplicados y conexionados, nos parece
misión 10S. que la distinción clarifica y ordena mejor la variedad de los mi-
nisterios. Según esto, a nuestro juicio, podrían distinguirse los
También la Tercera Conferencia General del Episcopado La- siguientes centros ministeriales:
tinoamericano se expresa en el mismo sentido m. No sólo afir-
ma que la comunidad entera, sacerdotes y laicos, «participan, — El «servicio de la Palabra» o «Martyria» cuya función es
cada uno a su modo, de la función sacerdotal, profética y real
proclamar y extender el Evangelio con fidelidad y que englo-
de Cristo, ejerciéndola en su condición propia» m, sino que su-
ba todos los ministerios dedicados a la evangelización, la
braya también cómo «el laico contribuye a construir la Iglesia
predicación, la catequesis, la enseñanza, el testimonio por
como comunidad de fe, de oración, de caridad fraterna, y lo hace
por la catequesis, por la vida sacramental, por la ayuda a los la Palabra de la fe en la vida cristiana.
hermanos» m. Más aún. en otro momento señala también el mi- — El ^servicio de la dirección-comunión» o «koinonia», que
nisterio de la «conducción de la comunidad», cuando dice: «Los tiene por función el servicio de la «representación» y la uni-
ministerios que puedan conferirse a los laicos son aquellos ser- dad entre los miembros y las comunidades, y engloba los
vicios referentes a aspectos realmente importantes de la vida ministerios de la presidencia, los responsables de comuni-
eclesial (v.gr. en el plano de la Palabra, de la Liturgia o de la dades y de grupos, los miembros activos en los consejos de
conducción de la comunidad)»109. dirección de la comunidad quienes, de una manera orgánica
y diferenciada participan del mismo «centro ministerial».
Como puede apreciarse por estos ejemplos, existe una cier-
ta variabilidad o fluctuación a la hora de determinar los «centros — El «servicio del culto» o «leitourgia», cuya función es la
ministeriales», aun partiendo en todos los casos de las mismas ordenación, celebración y servicio en orden a una acción
fuentes, e incluyendo de una u otra forma todos los aspectos fun- » cultual, donde se exprese la alabanza a Dios en espíritu y
damentales de la misión no. en verdad, al mismo tiempo que la santificación en el poder
del Espíritu por la mediación realizante de la Iglesia. Todos
En nuestra opinión creemos que es preciso distinguir tantos los ministerios litúrgicos, desde la presidencia de la Euca-
centros ministeriales cuantos sean necesarios para abarcar la ristía al ejercicio de cualquier función especial por parte de
totalidad de la misión, y para ordenar estructural mente la diver- los fieles, se ordenan en torno a este «centro».
sidad de ministerios eclesiales. Por ello, consideramos que debe
— El «servicio de la caridad» o «diakonia», destinado a ma-
nifestar de modo peculiar el amor o ágape al prójimo, la
(105) Ibid., 3. 1, p. 63 y también.
voluntad radical de servicio a todos los hombres, no sólo
(106) Puebla. La evangelización en el presente y el futuro de América
Latina, o. c. asistiendo o consolando, sino también luchando por la co-
(107) ibid., n. 786, p. 273. municación de bienes y la promoción de todos los valores
(108) Ibid., n. 788, 273. que contribuyen a la realización ¡ntenral de la persona hu-
(109) Ibid., n. 805, 276-277. mana con marcada atención a los pobres y necesitados. En
(110) Esto sin detenernos a notar las diferencias entre autores. J. DE- torno a este centro se ordenan todos los ministerios de la
LORME, por ejemplo, se expresa así: «Puede hacerse otro agrupamiento con «caritas», promoción y asistencia social.
los datos del Nuevo Testamento acerca de las diversas figuras ministeriales.
Sus actividades concurren a la comunicación o al establecimiento de ciertos b) Unidad y diversidad en los ministerios eclesiales:
valores que permiten distinguir dos funciones principales: el servicio de la
palabra de Dios, y el servicio de la comunión fraterna»: Diversidad y unidad El Nuevo Testamento es la base de una ordenación ministe-
de ministerios según el Nuevo Testamento, 284. rial en torno a centros diversos, precisamente porque es tam-
140 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I 141

bien el fundamento de la unidad y diversidad necesaria de mi-


nisterios. Si antes hablábamos de «centros» de ordenación es- muerte, y muerte de Cruz» " 3 . Esta radicalidad del amor de Dios,
tructural de los ministerios, ahora podemos hablar de «centros» hecha servicio de una forma extraordinaria en Cristo, y manifes-
o principios de unidad-coherencia y diversidad-diferenciación de tada de un modo privilegiado en la Encarnación y el Misterio
ministerios. ¿Por qué, en definitiva, siendo uno el servicio fun- Pascual, es el origen y la causa última, no sólo del misterio de
damental hay diversidad de ministerios? ¿Qué principios exigen, la Iglesia, sino también de su ministerio. La ministerialidad de la
al mismo tiempo, la unidad y diversidad de ministerios? Además Iglesia entera, y cualquier ministerio dentro de la Iglesia, tienen
de los «centros ministeriales», ¿qué otras categorías permiten su principio unificante último en esta estructura diacónica de la
clasificar los distintos ministerios? m . Historia Salutis, cuya prolongación y corporeización personali-
zada se realiza de modo especial por el ministerio y los minis-
terios.
Principios unificantes de los distintos ministerios
El don escatológico del Espíritu
Aunque todos los ministerios tienen un centro de referencia
y coherencia primera, que es Cristo, y en él se sintetiza cualquier El Espíritu, como don escatológico, como fruto salvífico de
otro principio, podemos diferenciarlos del siguiente modo: la Resurrección enviado por Cristo a la Iglesia, es el continuador
y el «promotor» de la diaconía iniciada por Dios y realizada de
Estructura ministerial de la economía de salvación modo radical por Cristo en la Cruz. Esta diaconía que se visibi-
liza históricamente en la Iglesia, no es sólo el servicio de los
La economía de la salvación tiene una estructura ministerial
hombres a Dios desde la iniciativa salvífica de Dios Salvador, es
o diacónica, en cuanto se desarrolla y realiza en una permanente
también el servicio de los hombres entre sí. Para vivir salvífica-
tensión de «servicio» de Dios respecto al hombre y del hombre
mente en la comunión, de la que todo creyente es responsable,
respecto a Dios y a sus hermanos. Lo más maravilloso, sorpren-
es preciso que cada uno, según su capacidad y su don particu-
dente y original de esta historia, no es que Dios exija un servi-
lar, esté al servicio de todos. Pues bien, el verdadero motor e
cio al hombre, sino que el mismo Dios se haya hecho «siervo»
impulsor de esta comunión y servicialidad es precisamente el
y servicio para los hombres. Frente a la concepción de las reli-
Espíritu. El Espíritu, al mismo tiempo, es la fuente de la que
giones paganas y de las antiguas filosofías, para las que el único
proceden los dones y carismas; el impulsor de dichos dones al
camino de salvación (soteriología) consistía en emprender un,
servicio de todo el cuerpo; el principio unificante de todos los
movimiento ascendente hacia las fuentes originarias y divinas
dones para el bien común (cf. 1 Co 12,4 ss.). Es el mismo Espí-
de la vida y felicidad eternas m, el cristianismo aparece como
ritu el que nos ha engendrado a la vida de Cristo y nos ha incor-
verdaderamente revolucionario al afirmar que la salvación tiene
porado al Cuerpo de la Iglesia, y el que distribuye sus dones
su origen y sentido, no en un movimiento ascendente del hom-
como quiere (12,11). La pluralidad que el mismo y único Espíritu
bre hacia Dios, sino en un movimiento descendente y gratuito de
promueve, no puede contradecirse con la unidad que supone y
Dios hacia el hombre, que llega hasta el extremo y el escándalo
construye. La unidad está del lado de Dios y de Cristo, expresada
de «despojarse de sí mismo, tomando condición de siervo, ha-
sobre todo en la función unitiva del Espíritu. Es especialmente
ciéndose semejante a los hombres. . y obedeciendo hasta la
el Espíritu el que aparece como principio originante y promotor
de la unidad, como punto de referencia y cohesión de los diver-
(111) Véanse los dos trabajos citados y recogidos en DELORME: Del sos servicios o ministerios, por los que realiza la diaconía sal-
mismo autor, diversidad y unidad de los ministerios según el Nuevo Testa- vífica 114.
mento, 263-420; H. DENIS, Nuevo Testamento, Iglesia y ministerios, 386-415, '
esp. 402-404.
(112) Un exponente claro de esta ocncepción lo encontramos en la filo- (113) Fil 2, 6-8. El N. T. no emplea el término >Eros' y muy raramente
sofía platónica y en todo su pensamiento sobre el Eros como fuerza ascen- el término <-Philia', sino que habla de 'Agape-agapnn- para Indicar lo más es-
dente, a la cual se contrapondría, de algún modo, la concepción neotestamen- pecífico de una salvación que tiene su iniciativa gratuita en Dios, que se
taria del Ágape como movimiento descendente. Cf. A. NYGREN, Eros und realiza de forma definitiva en Cristo, y que se continúa en lo vida de la Iglesia
Ágape. Gestaltwandlungen der chrlstllchen Liebe, Berlín 1955; J. PIEPER, y los cristianos. Otros textos importantes: Mt 22, 34-40 y par.; 1 Co 13; 1 Jn...
Ober die Llebe, München 1972; H. KÜHN, Liebe. Geschichte eines Begriffes, (114) Cf. M. A. CHEVALLIER, Esprit de Dleu, paroles d'hommes, Neu-
München 1975; F. J. NOCKE, Liebe, tod und Auferstehung, München 1978. chatel 1966; E. MÜHLEN, El Espíritu Santo en la Iglesia, Secretariado Trinita-
rio, Salamanca 1974, J. D. G. DUNN, Jesús y el Espíritu, 319-416.
142 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 143

La ministerialidad de toda la Iglesia su propia naturaleza y vocación se sabe fruto del amor y voca-
La Iglesia, en cuanto continuadora de la misión de Cristo, cionado al amor. Y por ello, se debe considerar al amor también
en cuanto sacramento de la salvación de Dios para los hombres, como un principio unificante de la diversidad ministerial.
en cuanto historización visible del don escatológico del Espíritu,
es constitutiva y esencialmente diaconía y servicio. La Iglesia La edificación de la comunidad
sólo existe como servicio al Evangelio y para el Evangelio. Es Finalmente, creemos debe señalarse la «edificación de la co-
decir, como servicio al Reino de Dios inaugurado en Cristo Je- munidad» como principio o meta polarizante de toda acción mi-
sús 11S. La existencia misma de la comunidad representa un ser- nisterial en la Iglesia. S. Pablo lo decía claramente: «A cada cual
vicio, un ministerio que se realiza ya aquí pero en perspectiva se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común»
escatológica: «Venga a nosotros tu Reino». Antes de ejercer o (1 Co 12,7). Más todavía, el criterio de discernimiento de la au-
realizar unos servicios, la Iglesia es servicio por su origen, su tenticidad o inautenticidad de los ministerios será la edificación
misión y su destino. Este ser de la Iglesia es participado por to- de la comunidad: «todo es lícito, mas no todo edifica. Que nadie
dos sus miembros, sobre todo a través de la mediación sacra- procure su propio interés, sino el de los demás» (1 Co 10,23-24).
mental. Por los sacramentos la Iglesia, mediando el don de Dios, La edificación de la comunidad, el bien común, es como el polo
es mediación de sí misma en lo que tiene de más fundamental en centrípeto hacia el que se ven dirigidos todos los ministerios.
cuanto recibido del mismo Dios: su ministerialidad, su llamada y Nadie ejerce un ministerio para sí, sino para el servicio de los
destino al servicio. No hay, por tanto, cristiano que no participe demás. Ningún ministerio es auténtico si se mira a sí mismo y
de esta misión eclesial, y que no esté unido a sus hermanos en su propio bien, sino si mira hacia los demás y busca el bien
la misma tarea de servicio a Dios y a los demás. Cualquier mis- común. En todo ministerio deben armonizarse la misión, la uni-
terio encuentra en esta ministerialidad fundamental de la Iglesia, dad en la diversidad y la edificación. Si es enviado para edificar
en esta radical vocación de servicio, un punto de unión y cohe- la Iglesia, colaborando a cumplir la misión que viene de Cristo,
sión, de referencia mutua, por encima o desde la diversidad. desde la diversidad del propio don, pero en la unidad de una
meta común. La unidad de los ministerios está sí, del lado de
El «ágape» o amor a Dios y a los hombres Dios, cuya misión hay que cumplir, pero también del lado de los
De la misma manera que la radicalización del amor por parte hombres destinatarios, cuya comunidad hay que edificar. Lo uno
de Dios hace que este amor se convierta en servicio hasta la en- se cumple con lo otro y viceversa.
trega en la Cruz, así mismo la aceptación radical del amor de
Dios por parte de la Iglesia debe suponer que este amor se hace Principios diversificantes de los ministerios eclesiales
servicio a los hombres sin condiciones. Un principio fundamen-
tal del ser de la Iglesia y de ser Iglesia es, por tanto, el amor La unidad de servicio comporta la diversidad de ministerios.
que se hace servicio o el servicio en el amor. Por algo San Pablo La diversidad ministerial, lejos de negar la unidad, la confirma
pone el amor (ágape) por encima de todos los dones y carismas y realiza. La unidad del ministerio aparece en la diversidad de
(1 Co 13), y todos estos carismas los entiende al servicio del ministerios. Todo en la Iglesia es «servicio», pero no todo lo que
amor (1 Co 12, 9-21)116. Y es que el amor es el origen y la meta se hace en la Iglesia es el mismo servicio. Así como los servi-
de todo posible ministerio eclesial; es el centro de cohesión y cios pueden ser diversos, de igual modo los ministerios son di-
la fuerza de toda acción ministerial. Ni puede haber ministerio ferentes y se realizan a diverso nivel. Pero ¿cuáles son los prin-
verdadero sin amor, ni puede existir auténtico amor sin minis- cipios diversificantes de ministerios, o desde los que nacen los
terio. El cristiano, todo cristiano, antes que nada es un «minis- diversos ministerios? Señalemos algunos más importantes.
tro» del amor de Dios respecto a los hombres, y por lo mismo
un servidor al amor de los hombres entre sí para con Dios. Por Los dones y carismas del Espíritu
En las epístolas paulinas, el Espíritu aparece al mismo tiem-
(115) H. DENIS, Nuevo Testamento, Iglesia y ministerios, 404. po como principio de unidad y como principio de diversidad:
(116) Cf. A. DAUBERT, Las epístolas de Pablo: El hecho comunitario: «Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo...
J. DELORME, 28-29. Nuestro artículo citado: Sobre el ministerio del Catequis- Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de salvación; a
ta..., 13-14.
otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el
144 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 145

mismo Espíritu...» (1 Co 12, 4.8-11). Todo carisma exige e impul- serán los ministerios que los realizan. La pluralidad de funciones
sa al «ministerio general» o ministerialidad fundamental de la nace de la diversidad de dimensiones de la misión de Cristo en-
propia vida. Pero no todo carisma exige e implica el ejercicio de comendada a la Iglesia: el kerigma, la koinonia, la leitourgia, la
un ministerio. Sin embargo, todo ministerio nace de un carisma diakonia, están declamando, por su misma especificidad la dife-
y supone un carisma. La diversidad de carismas se enraiza, por renciación de ministerios. Por otra parte, la misma estructura y
el don del Espíritu, en la propia naturaleza humana, en la singu- ministerialidad de la Iglesia, con sus exigencias de participación
laridad personal, en la individualidad y cualidades de cada sujeto y responsabilización de todos sus miembros, reclaman, no preci-
que, consciente de este don en sí para los demás, se pone a su samente una concentración, sino más bien una distribución ade-
servicio movido por la fuerza del Espíritu. La diversidad de ca- cuada de funciones, que al mismo tiempo que respeta los caris-
rismas, enraizados en la diversidad de singularidades persona- mas permite una mejor realización de la misión de la Iglesia. Es-
les, es, pues, principio de diferenciación ministerial n7 . tas funciones se concretizarán o adquirirán una «figura» concreta
según sean las circunstancias y necesidades de la comunidad
La plural organización de ¡la relación «algunos» - «todos* particular.
«La Iglesia no goza de ninguna libertad en lo que atañe a su El grado de reconocimiento eclesial y de compromiso
propia estructura; por lo tanto no puede negar, ni el ministerio personal
apostólico, ni la ministerialidad global que la constituyen. Pero
sí goza de una considerable libertad en cuanto a la figura y a la Los ministerios son diversos según sea el grado de recono-
organización que hay que dar a esa relación fundamentad entre cimiento v el área de competencias que les acompañan, a partir
«algunos» y «todos». Esta libertad no es un capricho, ni un de la mayor o menor importancia sacramental de un gesto de
fácil recurso, sino una exigencia y una tarea: es el deber suyo investidura social o pública (v.gr. ordenación), que determina la
dar al ministerio apostólico, en cada época, la forma capaz de misma Iglesia, comprometiéndose en el mismo compromiso de
hacer oír mejor su testimonio y de conferirle mayor eficacia; quien asume un concreto ministerio. La competencia ministerial
también le toca discernir e incluso idear ministerios nuevos que va unida al diferente reconocimiento que está dentro de la com-
necesita el pueblo de Dios y el Espíritu sugiera» " 8 . Si la relación petencia eclesial. Todos los ministerios son igualmente «servi-
«algunos» - «todos» en la comunidad puede y de hecho sufre cio» dentro del ser ministerial de la Iglesia, pero cada uno lo
variaciones según las circunstancias histórico-culturales y ecle- es a su nivel. Todos los ministerios tienen una importancia «ab-
siales, es evidente que puede y de hecho da origen a una diversa soluta» en sí mismos; pero no todos son igualmente decisivos
organización y configuración de ministerios " 9 . para la existencia y la vida de la Iglesia. En todos los ministe-
rios va exigido un compromiso y entrega personal; pero la in-
La diversidad de funciones tensidad y amplitud del compromiso es diferente.
Porque los servicios y funciones son diversos, también lo Las necesidades de la comunidad
(117) Sobre los carismas en este sentido: G. HASENHÜTTZ, Charisma, La unidad del servicio comporta una diversidad de ministe-
Ordnungsprinzip der kirche, Freiburg 1969; H. MÜHLEN, Espíritu, Carisma, Li- rios necesaria, porque debe realizarse en diversos contextos y
beración, Secretariado Tritinitario, Salamanca 1978. circunstancias histórico-eclesiales. La salvación es siempre la
(118) B. SESBOÜE, Ministerios y estructura de la Iglesia, 383. Cf. Tam- misma; pero su realización concreta es diversa con las propias
bién W. KASPER, Kollegiale strukturen in der kirche: Sein und Sendung 34 situaciones de las comunidades. Entre el pasado y el presente
(1969), 5-18 y 50-55. hay continuidad de misión, pero no siempre tiene que haber con-
(119) Piénsese, por ejemplo, en esta distinta relación en los primeros tinuidad de formas. La misma fidelidad a la misión está exigien-
tiempos de la Iglesia y durante la Edad 'Media; en Europa Occidental y en do, a veces, una pluralidad formal debido a los distintos contex-
África... Por esta misma razón se puede hablar hoy del movimiento de «nue- tos sociológicos y a las diferentes necesidades de las comunida-
vos» ministerios. El mismo B. SESBOÜE concreta este punto diciendo: «La
des locales. Los servicios y ministerios, si bien no dependen sólo
trilogía tradicional: obispo, sacerdote, diácono, constituye una cristalización y
una determinación de funciones que rebasan el testimonio del Nuevo Testa-
de la comunidad, también nacen y se configuran desde las nece-
mento, aunque éste no cierre tal posibilidad... esta trilogía en cuanto tal sidades de la comunidad. De la recta conexión y armonía entre
pertenece al orden de la organización y no de la estructura eclesial» (p. 383). la diversificación que procede del Espíritu y la diferenciación que
146 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 147

reclama la comunidad concreta, depende la configuración varia- más los ministerios instituidos y, por último, los ministerios con-
ble y adecuada de los ministerios 120. fiados por la ordenación: episcopado, presbiterado, diaconado.
La extensión del uso del término no puede ser rechazada, en to-
Pluralidad de ministerios y estructura eclesial do caso, como está indicándolo el empleo que de él ha hecho el
Papa Pablo VI en su Motu Propio «Ministeria Quaedam»123. Ex-
Una vez determinados los principios y fundamentos de di- pliquemos brevemente cada uno de estos «grados» o «niveles»
versificación ministerial, podemos preguntarnos sobre cuál de ministeriales:
ellos es el decisivo a la hora de ordenar una clasificación de mi-
nisterios, y sobre cuál es, en concreto, la clasificación que con- — El «ministerio general» es aquel que nace espontánea-
sideramos más objetiva y completa. Respecto al principio deci- mente de la función diacónica de todo bautizado, como ex-
sivo para la clasificación, pensamos que, en la actual economía presión de su testimonio de fe realizado en las situaciones
salvífico-eclesial y supuesta una cierta sección «vertical» de la concretas de la vida. Este ministerio suele ser espontáneo
comunidad cristiana, el más orgánico y significante es el del y pasajero; no «ordenado» dentro de la comunidad, ni reco-
«grado de reconocimiento eclesial y de compromiso personal». nocido con ningún tipo de encomienda. Tales son, por ejem-
En efecto, supuesto el carisma y compromiso personales, sólo la plo, la catequesis de una madre a un hijo, la colaboración es-
Iglesia puede determinar la encomienda y responsabilidad que pontánea a una acción social, la visita a un enfermo...
compete a cada ministerio, dignificándolo de forma oficial y pú-
blica por un gesto adecuado, que da al sujeto y a sus acciones — El «ministerio determinado» o el «ministerio no institui-
ministeriales el «rango social», el valor eclesial que les corres- do» es aquel que tiene una concreción en la comunidad, es
ponde. Los otros principios diferenciantes tienen en sí tanto va- de vital importancia para su crecimiento y se ejerce de for-
lor como éste, y jamás deben ser olvidados por la Iglesia a la ma temporal, con la clara intención o compromiso de con-
hora de diversificar los ministerios. Sin embargo, dentro de la tribuir activa y responsablemente al cumplimiento de la mi-
Iglesia, es la misma Iglesia a través de sus «jefes» ( = jerarquía) sión que procede de Cristo y a la edificación de la Iglesia
la que, teniendo muy en cuenta las necesidades de la comunidad en el mundo, según el carisma y la disposición personales m.
y contando con su intervención, puede y debe concretar los di- Tales son, por ejemplo, el ministerio de los «catequistas,
versos ministerios m. animadores de la oración y del canto, cristianos consagrados
al servicio de la Palabra de Dios o de la asistencia a los
En cuanto a la clasificación concreta que consideramos me- hermanos necesitados, jefes de pequeñas comunidades, res-
jor creemos es la señalada por la Asamblea Episcopal Francesa, ponsables de movimientos apostólicos u otros responsa-
orientada sobre todo en los trabajos de Y. M. Congar 122. Dice así: bles» 12S. De estos y otros ministerios laicales pueden afir-
«Sin duda hay que distinguir, por una parte, el ministerio general marse las siguientes características recordadas por la III
constituido por la vida de los cristianos y por las iniciativas es- Conferencia del Episcopado Latinoamericano: «a) No cleri-
pontáneas y pasajeras que toman algunos de ellos y, por otra, las calizar: quienes los reciben siguen siendo laicos con su mi-
bien determinadas responsabilidades, de vital importancia, asu- sión fundamental de presencia en el mundo, b) Se requie-
midas durante cierto largo tiempo y como tales reconocidas; ade- re una vocación o aptitud ratificada por los pastores, c) Se
(120) Cf. J. MOINGT, Services et lieux d'Église, III, 388.
(121) Cf. K. RAHNER, Cambio estructural en la Iglesia, Cristiandad, Ma- (123) CONFERENCIA EPISCOPAL FRANCESA, ¿Todos responsables en
drid 1974. la Iglesia?, 26. Lo mismo Juan Pablo II, Familiaris consortio, nn. 38, 52, 53...
(122) El P. CONGAR ya había distinguido entre a) «ministerios más donde habla del ministerio que ejercen los padres en la educación de la fe
bien ocasionales, espontáneos o pasajeros» (la madre que catequiza a su de los hijos.
hijo, el que visita espontáneamente a un enfermo...); b) «ministerios más (124) PABLO VI afirmaba: «Los seglares también pueden sentirse lla-
estables en relación más directa con las necesidades y actividades habitua- mados a colaborar con sus pastores en el servicio de la comunidad eclesial,
les de la Iglesia» (catequistas permanentes, responsables de grupos, lecto- para el crecimiento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy diversos se-
res...); c) y «ministerios ordenados», que son en el sentido pleno del tér- gún la gracia y los carismas que el Señor quiera concederles»: Exhortación
mino servicios públicos con base sacramental» (diaconado, presbiterado, epis- Apostólica: La Evangelización del mundo contemporáneo (Evangelii Nuntian-
copado)»: Cf. Ministerios y comunión eclesial, o. c , 43-50; ID, Ministéres et di), o. c , 66.
structuration de l'Église, 16-20. (125) Ibid., 65.
148 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. I49

orientan a la vida y el crecimiento de la comunidad eclesial, comunión» es también un ministerio instituido, dado que
sin perder de vista el servicio que ésta debe prestar al mun- responde a una necesidad, supone estabilidad, e implica un
do, d) Son variados y diversos de acuerdo con los caris- compromiso y reconocimiento públicos expresados por un
mas de quienes son llamados y las necesidades de la comu- rito 13°. Como ya veíamos, en algunas Iglesias se han insti-
nidad; pero esta diversidad debe coordinarse por su rela- tuido otros ministerios, como el de los «Mokambi» o cate-
ción al ministerio jerárquico» m. quistas en África... 131 . En cualquier caso, debemos recordar
— El «ministerio instituido» es aquel que ha sido reconocido que para que se dé este «ministerio instituido» es condi-
públicamente u oficialmente instituido por la Iglesia, y que ción básica la«missio» o mandato, o bien la «institutio» de
comporta un determinado gesto o rito de investidura social. la competente autoridad eclesiástica l32.
Para que unos determinados servicios «puedan ser recono- — El «ministerio ordenado» es el ministerio encomendado
cidos públicamente como ministerios dentro de la comuni- a aquellos que han recibido el orden sagrado por la impo-
dad eclesial, deben gozar de una cierta estabilidad, median- sición de manos del obispo (obispos-presbíteros y diáconos),
te el compromiso personal de la persona interesada por un y que supone la encomienda oficial y pública de un servicio
tiempo determinado, y recibir de alguna manera el encargo comunitario y permanente, en orden a presidir, enseñar y
por parte de la jerarquía, dentro de una pastoral organiza- santificar133.
da» 127. Es decir, para que un ministerio pueda considerarse
como instituido se requieren estas condiciones (que son c) Articulación y complementariedad de los diversos minis-
distintivas respecto a los ministerios no instituidos): a) terios:
Que la tarea que se encomienda responda a aspectos real-
mente importantes de la vida eclesial, y sea de utilidad para Podemos abordar este punto desde tres perspectivas: la de
la comunidad entera, b) Que el ministerio tenga la estabi- las grandes funciones o «centros ministeriales« (martyria, koi-
lidad de una misión duradera y definida, c) Que se dé una nonia, leitourgia, diakonia); la de los diversos «ordenes» de mi-
responsabilización formal o un compromiso públicamente nisterios (generales, determinados, instituidos, ordenados); la
manifestado por parte del sujeto, d) Que el ministerio sea de la recopilación en la experiencia personal y comunitaria (por
públicamente reconocido y confiado por quien tiene la res- la integración de las diversas dimensiones de la misión y la co-
ponsabilidad correspondiente en la Iglesia, e) Por tanto, laboración con los diversos órdenes ministeriales).
que la encomienda y compromiso sea convenientemente ex- — En cuanto a los «centros ministeriales» señalados hay
presado por un gesto o rito determinado para el caso 128. que decir que engloban y estructuran la totalidad de la vida y
Actualmente, como sabemos, los únicos ministerios laicales la misión de la Iglesia, de manera que siendo todos igualmente
instituidos que existen en la Iglesia son el lectorado y el necesarios, ninguno puede suplantar o sustituir a los demás, sino
acolitado119. Parece claro que el ministerio del «ayudante» que sólo pueden realizarse plenamente en mutua complementa-
para distribuir la comunión o «ministro extraordinario de la riedad y referencia. Cualquier reduccionismo crea un desequili-
brio fundamental, que redunda en una imagen deformada de la
(126) III CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Puebla, Iglesia y de la comunidad cristiana, al concentrar su misión, bien
278. en la sola Palabra, o en la sola directividad, o en el solo rito
(127) N. JUBANY, Los ministerios en la acción pastoral de la Iglesia, celebrático, o en la sola acción comprometida. Cada una de estas
o. c , 18. áreas de la misión debe encontrar su verdadero desarrollo y
(128) Cf. Y. M. CONGAR, Notas teológicas sobre el ministerio presbi-
teral: en ¿Todos responsables en la Iglesia?, 58-59. Lo mismo en los lugares (130) Véase: Instrucción -Inmensae Carítatis: Cf. Ritual de la Sagrada
citados en nota 121; Documento de Puebla, n. 805, p. 276-277: «Los ministe- comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa, Madrid 1974, 131-142.
rios que pueden conferirse a laicos son aquellos servicios referentes a aspec- (131) Recuérdese cuanto dijimos en el capítulo primero.
tos realmente importantes de la vida eclesial (v.gr. en el plano de la Palabra, (132) J. A. ODDONE, Hacia una teología de los ministerios, 344.
de la Liturgia o de la conducción de la comunidad), ejercidas por laicos con (133) Dice el VATICANO II: «Los obispos recibieron el ministerio de la
estabilidad y que han sido reconocidos públicamente y confiados por quien comunidad con sus colaboradores, los sacerdotes y diáconos, presidiendo en
tiene la responsabilidad en la Iglesia. nombre de Dios la grey de la que son pastores, como maestros de la doctrina,
(129) Remitimos al Motu Proprio Ministeria Quaedam, ya citado. sacerdotes del culto sagrado y ministros de gobierno»: LG n. 20.
150 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 151

equilibrio interno y externo en conexión y referencia a los res- — Finalmente, en lo relativo a la integración personal y co-
tantes, conduciendo y complementándose mutuamente. Cierto munitaria de los aspectos señalados, hay que decir que cualquie-
que si miramos al Nuevo Testamento encontramos una preemi- ra que desempeña un ministerio, debe integrar en su vida y su
nencia de la Palabra 134. Cierto también que, según los momentos acción los elementos de los otros centros ministeriales de modo
y circunstancias, la Iglesia puede designar a uno de estos as- pueda cumplir adecuadamente con su misión. Quien, por ejem-
pectos de la misión como «tarea prioritaria» 135. Sin embargo, esto plo, ejerce el ministerio de catequista debe unir al anuncio de
no se opone a la afirmación de que cualquier comunidad donde la fe, la comunión con los hermanos en la doctrina (koinonia),
se margine, minusvalore o reduzca de forma fundamental una la celebración de la fe (leitourgia), la realización de la fe en el
de estas dimensiones está edificando parcialmente y dando una compromiso de caridad (diakonia). Pero, así como toda cateque-
imagen deformada de la Iglesia. sis, para ser verdadera, debe ser también koinonia, leitourgia y
diakonia, de igual modo toda celebración litúrgica, para ser au-
— Respecto a los diversos órdenes de ministerios, es tam- téntica, ha de ser también martyria y koinonia y diakonia, etc.
bién evidente que deben articularse y complementarse entre sí, Es verdad que cada «centro ministerial» con sus correspondien-
dentro del propio centro o área ministerial (v.gr. ministerios de tes ministerios pone el acento en uno u otro aspecto de la misión
la Palabra entre sí: predicador, catequista de niños o jóvenes, y por eso tienen especificidad propia. Pero esto nunca querrá
educador de la fe de adultos, profeta, informador...), y en rela- decir mutua ignorancia y extrañamiento. El ministerio del cate-
ción con los otros centros ministeriales (el de la koínonia, leitour- quista, como cualquier otro ministerio, deben integrar la totali-
gia, diakonia). La complementariedad y referencia afecta, no sólo dad de aspectos fundamentales de la misión; deben ejercerse
a los diversos ministerios laicales entre sí, sino también a teniendo en cuenta, respetando y dejándose interpelar y animar
éstos con los ministerios ordenados y viceversa. Esto quiere por los otros ministerios; deben articularse desde la armonía en
decir que, si todos estos órdenes son de algún modo constituti- los principios que los unifican, y desde el respeto a los princi-
vos de la Iglesia, ninguno de ellos puede faltar en una comuni- pios que los diferencian. En cualquiera de estos ministerios de-
dad de características normales, si no se quiere deformar la berá conservarse la dialéctica especificidad-integración, reunión-
imagen y estructura de la Iglesia. El que en una comunidad sólo misión, trabajo «ad ¡ntra»-«ad extra», edificación eclesial-servicio
existan ministerios ordenados, o sólo ministerios instituidos, o al mundo... Sólo así se creará la unidad desde la diversidad, o
sólo ministerios espontáneos es signo de una insuficiente vida la diversidad desde la unidad 136.
comunitaria y participación del pueblo de Dios, como comunidad
creyente, en el cumplimiento de la misión. Si, por otro lado, los
ministerios de las diversas áreas se desconocen y actúan con
total independencia y descoordinación, no tendrán la eficacia que 4. COMUNIDAD ECLESIAL Y MINISTERIOS
de ellos se espera en la edificación común. En esto consistirá
sobre todo la tarea de quien preside la comunidad: en hacer po- Queremos contemplar los ministerios en su vertiente más
sible la existencia y desarrollo de todos los ministerios necesa- eclesiológica, desde su relación con la Iglesia particular y local,
rios para la vida de la comunidad; en animar, orientar, coordinar en cuanto comunidades eclesiales concretas que, estando cons-
los diversos ministerios dentro de su propia área y en relación tituidas por el mismo ser y estructura ministerial de la Iglesia
con los otros centros ministeriales; en velar por los objetivos, exigen una realización y verificación determinadas del ideal, por
dispositivos y correctivos comunes, de modo que haya una con- aquellos medios más en consonancia con el evangelio y más ade-
fluencia de acción pastoral y una eficacia en las tareas, desde y cuados a la realidad. AI hablar de «ministerios» queremos refe-
para la comunión. rirnos, tanto a los ministerios «ordenados», cuando a los minis-
terios «no-ordenados»137, entendiendo que la relación especial
de aquellos con la comunidad sólo puede entenderse desde la
(134) Cf. J. DELORME, 284-289; J. MOINGT, Services et lieux d'Église, relación común de todos con esa misma comunidad.
III, 374.
(135) Cf. PABLO VI, La evangelización del mundo contemporáneo (Evan-
gelii Nuntiandi), n. 1-5, p. 7-10. Históricamente, puede verse las variaciones (136) Cf. D. BOROBIO, Sobre el ministerio del catequista, 16-19.
en Y. M. CONGAR, L'Église de Saint Augustin a l'époque moderne, Cerf, (137) Recogemos nuestro artículo: D. BOROBIO, Comunidad eclesial y
París 1970. ministerios; Phase 123 (1981), 183-201.
152 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 153

a) La Iglesia en cuanto comunidad: vista sociológico e institucional M2, pero parece claro que entre
ellas existe una coincidencia e identidad de contenido desde un
La concepción de los ministerios no sólo depende de la con- punto de vista bíblico y teológico. «Comunidad es la reproduc-
cepción de Iglesia, sino también de la concepción de comunidad ción de lo que el Nuevo Testamento llama Iglesia»143. «La comu-
particular, en cuanto realización concreta de la Iglesia138. Iglesia, nidad es en un lugar concreto lo que la Iglesia es en su totali-
comunidad y ministerios están interrelacionados, tanto en su dad»144. «Aquello que hace que la comunidad sea comunidad, es
concepción teórica, cuanto en su práctica configuración. lo mismo que lo que hace que la Iglesia sea Iglesia» 14S.
Es de todos conocido que el Nuevo Testamento sólo emplea Esta identificación de contenido teológico lleva a decir, con
una palabra: «Ekklesia», para expresar lo que nosotros queremos toda verdad, que la Iglesia es comunidad y la comunidad es
decir con dos: «Iglesia» y «comunidad». «Ekklesia» significa a! Iglesia, destacando por una parte el carácter comunitario de la
mismo tiempo: a) la asamblea reunida para escuchar la Palabra, Iglesia y, por otra, el carácter eclesial de la comunidad146. La
para celebrar la Eucaristía; b) la comunidad que reside en un de- Iglesia está presente en toda la vida y actividad de sus comuni-
terminado lugar o Iglesia local; c) la comunidad universal de todos dades, y las comunidades están presentes como su base en la
los que creen en Cristo Salvador y lo confiesan como el Señor, vida de la Iglesia147. Y, aunque no todo lo que se predica de la
formando el Pueblo de Dios o la Iglesia universal139. La diferen- Iglesia universal, puede predicarse, en sentido unívoco, de la
cia que solemos establecer entre «Iglesia = reunión de todos Iglesia particular y local, y viceversa (v.gr. la universalidad o
los creyentes» y «comunidad = reunión localizada de creyentes la cercanía, el aparato institucional o la sencillez de medios...),
o grupo cristiano» 140, no aparece, al menos con claridad, en el sin embargo sí puede decirse que, ontológica y teológicamente,
Nuevo Testamento; ya que para los diversos autores, sobre todo son una misma cosa. Esta doctrina se desprende del Vaticano II,
Pablo, la comunidad de salvación se realiza tanto en la congre- cuando afirma que las parroquias «representan de alguna ma-
gación de todos los creyentes, cuando en su reunión local. Más nera a la Iglesia visible establecida por todo el orbe» 148 ; y que
aún, la Iglesia universal sólo se expresa, presencializa y realiza «la Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las
en y desde aquellas comunidades concretas en las que se cum- legítimas reuniones locales de fieles, que, unidas a sus pasto-
ple y vive la misión que procede de Cristo M1. Por eso se explica res, reciben también en el Nuevo Testamento el nombre de
que sean relativamente pocos los pasajes en que el término
«Iglesia» se refiere a la Iglesia universal, mientras son muchos
aquellos en que se aplica a la comunidad particular o loca!. Cada
(142) Cf. Por ejemplo: N. GLATZEL, Gemeindebildung und Gemeindestruk-
una de estas comunidades está llamada a realizar en sí misma,
tur, F. Schoningh, München-Paderborn-Wien 1976, 59 ss. El autor resume el
por medio de la palabra y los signos, y desde la fe, la esperanza concepto de «Ekklesia» en estas notas: es la multitud de hombres llamados
y el amor, todo aquello que se predica de la totalidad de los cre- por Dios de todas las partes de la tierra; su característica diferenciante prin-
yentes o comunidad universal. Y ello lo realizarán, no aislada- cipal es la referencia a Dios; es una realidad visible; enclavada en un lugar
mente, sino en comunión y comunicación con todas las Iglesias determinado donde periódicamente se reúne. La Ekklesia dice más referencia
aue forman el Pueblo de Dios. Podrá discutirse cuales son las a lo universal, mientras la comunidad indica más lo concreto y particular;
diferencias entre «Iglesia» y «comunidad» desde un punto de aquella señala más una relación divina, esta una relación Interhumana
(pp. 64-65).
(143) K. KERTELGE, Geeminde und Amt Im Neuen Testament, München
(138) No es nuestra intención desarrollar este punto en todas sus ver- 1972, 31.
tientes eclesiológlcas, ni abordarlo desde una perspectiva sociológica, sino (144) A. WINTER, Offene Gemeinde, Hlldesheim 1972, 5.
sólo proponer algunas consideraciones de carácter teológico, que nos ayuden (145) E. WALTER, Zweite Stellungnahme zu Gemolndoroform-Prozess an
a situar los ministerios en relación con la comunidad, desde su relación der Bassis, Freiburg 1970, 94-122.
con la Iglesia. (146) Cf. F. KLOSTERMANN, Prlnzlp Gemeinde, Wlen 1965, 15-17; ID.,
(139) Véase, por ejemplo: K. L. SCHMIDT, art. ExxXriina: en Theologis- Algemeine Pastoralthelogie der Gemeinde: en Handbuch der Pastoraltheologle,
ches Wórterbuch zub Neuen Testament, ed. G. KITTEL, vol. III, Stutgart 1938, vol. III, Freiburg 1972, 17-58.
502-539; J. HAINZ, Ekklesia, Regensburg 1972. (147) Cf. H. GREINACHER, Derecho de la comunidad a un pastor: Conci-
(140) K. L. SCHMIDT, Ibid., 503. lium 153 (1980), 374-375: «Estas comunidades forman la base de la Iglesia y
(141) L. ROOS, Begriff und Gestan der christllchen Gemeinde: Lebendi- surgen de la propia base».
ge Seelsorge 27 (1976), 302. (148) SC, n. 43.
154 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 155

Iglesias» w. No hay, pues, lugar para opener Iglesia universal y


comunidad, sino todo lo contrario: en ambas se da una mutua — En quinto lugar, la comunión con las demás comunida-
referencia implicante o constitutiva, ya que si la Iglesia univer- des que profesan la misma fe, a través de los vínculos de
sal existe de algún modo porque existen las comunidades, estas fraternidad y solidaridad eclesiales, y por medio de la acep-
existen como comunidades eclesiales porque existe la Iglesia. tación del «servicio de dirección o comunión», encomenda-
do de modo especial al ministro ordenado, cual símbolo sig-
Pero, esto supuesto, ¿podemos determinar los elementos nificante personal de la unidad de las comunidades entre sí
fundamentales de identidad entre comunidad e Iglesia o, con y con Cristo.
otras palabras, podemos decir cuándo una comunidad cristiana
es comunidad eclesial, es decir, comunidad que representa «ade- Estos cinco elementos constituyen, a nuestro modo de ver,
cuadamente» a la Iglesia? Queremos señalar aquí los puntos las claves de verificación de la comunitariedad de la Iglesia y de
que consideramos más importantes 150: la eclesialidad de las comunidades 1SI. W. Kasper, en un intento
de definición de la comunidad, los formula así: «Comunidad es
— En primer lugar, la tensión entre lo humano visible y lo el grupo que, en un determinado lugar o dentro de un círculo de
divino invisible, que hace no se niegue ninguno de los polos personas, está unido por la palabra, el sacramento y el servicio
del misterio eclesial por su reduccionismo, y permite que fraterno, y que, en comunión con la Iglesia universal, cree en
aparezca la sacramentalidad propia de la Iglesia. Jesucristo y da testimonio público de esta fe. Mediante el único
— En segundo lugar, la confesión de una misma fe cristia- bautismo y la común participación en la Cena del Señor es un
na y eclesial, que hace se reconozca a Cristo como el Señor, Cuerpo en Cristo. Ha recibido la misión de hacer efectivo y vi-
que nos ha salvado y llamado, y que nos convoca de modo sible en el mundo el amor recibido en Cristo» 152. El problema, sin
permanente por la palabra y los sacramentos, sobre todo la embargo, no es tanto la determinación de unos elementos de
Eucaristía, para el crecimiento en la Fe, esperanza y amor identidad, cuanto el discernimiento sobre su real verificación
que edifica al Cuerpo entero. práctica en los diversos «niveles» o situaciones comunitarias de
— En tercer lugar, la aceptación de la misión apostólica que realización de Iglesia: Diócesis, parroquia, comunidades «perso-
procede de Cristo, como misión universal que debe reali- nales» (de emigrantes, estudiantes, heterogénea...), comunida-
zarse en la historia, por una acción «ad intra» y «ad extra» des de base, comunidades religiosas, grupos menores de co-
de la misma Iglesia que, como pueblo peregrinante, sabe munidad... 15\ Dejando a un lado esta cuestión, señalemos cua-
sólo llegará a su plenitud en la escatología. les son las consecuencias que se derivan, en orden a un plantea-
— En cuarto lugar, la realización histórica de las tres gran- miento adecuado de la relación «comunidad eclesial-ministe-
des funciones o dimensiones de la misión: el servicio de la rlos»:
Palabra ( = Martyria), el servicio del culto ( = Leitourgia),
y el servicio de la caridad [ = Diakonia), según aquellos ele- (151) Para Y. M. CONGAR, «todos estos elementos: confesión de fe,
mentos fundamentales que los constituyen, y desde la acep- comunión con las demás comunidades, fraternidad de participación, sentimien-
tación de una responsabilidad a la vez común y diferen- to de hacer que exista la Iglesia y reconocimiento del ministro ordenado, acu-
ciada. mulan y encuentran su coherencia en la celebración eucarística, que es el
momento supremo de realización de la Iglesia»: ¿Todos responsables en la
Iglesia?, 82.
(149) LG, n. 26. El Concilio cita Hch 8,1 ¡14.22-23; 20,17 . Sobre esta
(152) W. KASPER, Elemente einer Theologie der Gemeinde: Lebendige
doctrina:G. BARAUNA (ed.), La Iglesia del Vaticano II, J. Flors, Barcelona
Seelsorge 27 (1976), 297. El Sínodo alemán de 1975 definirá la comunidad de
1966, esp. B. NEUNHEUSER, Iglesia universal e Iglesia local, 631-656; AA.VV.,
modo idéntico, pero añadiendo que «la comunidad, fundada por la palabra y
Ortskirche-Weltkirche. Festgabe für Julius Kardinal Dópfner (ed. H. FLEKEN-
el sacramento, y dirigida y unida por el servicio del ministerio, tiene por
STEIN), Würzburg 1973.
función la glorificación de Dios y el servicio a los hombres»: Die pastoralen
(150) F. KLOSTERMANN, Die Gemeinde Christi. Prinzipien-Dienste-For-
Dienste in der Gemeinde, 2.3.2.
men, Augsburg 1972, y demás lugares citados en nota 10, Y. M. CONGAR,
(153) Cf. Die pastoralen Dienste in der Gemeinde, 2.3.2.; F. KLOSTER-
Ministerios y comunión eclesial, Fax, Madrid 1973, 33 ss.; ID., ¿Todos res-
MANN, Priester und piesterlicher Dienst in der Gemeinde: en ID., Der Priester-
ponsables en la Iglesia?: CONFERENCIA EPISCOPAL FRANCESA, Sal Terrae,
mangel und seine Konsequenzen, Patmos, Dusseldorf, 1977, 134-144; C. FLO-
Santander 1975, 81-83; K. LEHMANN, Was ist eine christliche Gemeinde?: In-
RISTAN, Modelos de comunidades cristianas: Sal Terrae, enero-febrero (1979)
ternationale Katholische Zeitschrift 1 (1972), 481-497.
61-72 y 145-154.
156 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 157

— Si la Iglesia se realiza primaria y esencialmente en y por munidad es diakonía y ministerio, no puede por menos de tener
cada una de sus comunidades, y esto significa el cumpli- ministerios. Su forma de ser es ministerialmente. Todo lo que
miento de su misión, quiere decir que la «esencia de la vida es y sucede en la comunidad queda incluido en estas palabras:
eclesial no es la dirección central de la Iglesia ni sus es- misión-funciones-servicios-ministerios-ministros, y en la interco-
tructuras funcionales, sino la realización de cada comuni- municación y relaciones intra y extra-comunitarias que conllevan.
dad», lo cual sólo puede suceder por medio de los minis- Sin duda, es en las comunidades paulinas donde con más clari-
terios 154. dad se manifiesta la mutua relación dialéctica entre ministerios
y comunidad 1S6. Aunque es el Espíritu el que suscita los caris-
— Si la comunidad es la presencia de la Iglesia, y todo lo
mas en la comunidad, y es toda la comunidad la que debe sentir-
que tiene la Iglesia debe tenerlo la comunidad, es induda- se responsable de la misión, siempre, de una u otra forma según
ble que los ministerios también son elemento constitutivo los escritos (v.gr. Cartas a los Corintios, Cartas Pastorales),
de la comunidad en orden a su realización como tal comu- aparecen «algunos» a quienes se les ha encomendado una espe-
nidad, lo mismo que lo son de la Iglesia para cumplir su cial responsabilidad. El deber de amonestar, por ejemplo, afecta
misión. a todos (Mt 18,15-17), pero hay algunos especialmente encarga-
— Sí las tres grandes funciones de la misión de la Iglesia, dos de este deber (Gal 6,1). «Se establece así una especie de
son también las tres grandes tareas que la comunidad debe dialéctica entre la responsabilidad de todos y el cargo de algu-
realizar de modo estable para ser tal comunidad, entonces nos», entre la comunidad y los que ejercen los ministerios, entre
tendrá que dotarse de todos aquellos ministerios necesarios «la asamblea y los ministros» 157 . Esta dialéctica no fue entendi-
para que tales funciones se cumplan adecuadamente, de da en el Nuevo Testamento como oposición, sino como relación
modo que cumpliendo la misión de Cristo, pueda crecer y necesitante, como referencia mutua constitutiva de la comuni-
edificarse como comunidad cristiana. dad, en la que se complementan e integran la encomienda de
Cristo y el impulso del Espíritu, los carismas libres y el carisma
— Si la Iglesia total es «sacramento de salvación», sobre del ministerio, la autoridad que comporta el ser representación
todo desde su ser y aparecer (ontología o misterio, y ética de un «frente» a Cristo y «frente» a la Iglesia, y el «servicio» que
o testimonio) en las comunidades particulares y locales, es- exige el ser en Cristo miembros de la Iglesia.
to quiere decir que todo el «nosotros» de la comunidad debe
sentirse sujeto responsable de la misión, tanto «hacia aden- Pero esta relación dialéctica no siempre se ha salvado en la
tro» como «hacia afuera», teniendo derecho y deber a asu- vida de la Iglesia(s). La diversa concepción católica y protestan-
mir los ministerios necesarios a tal fin, según el carisma y te sobre la relación ministerio-comunidad marca una cierta rup-
disposición de cada uno de sus miembros 1S5. tura. La discusión se centra en saber en qué medida la comuni-
— Finalmente, si la Iglesia es «comunión de comunidades», dad es fundamento del ministerio (prioridad de la comunidad), o
y esta comunión debe expresarse y realizarse en cada comu- el ministerio es fundamento de la comunidad (prioridad del mi-
nidad para ser verdaderamente eclesial, sobre todo a través nisterio). Señalemos lo más relevante de ambas posturas:
del ministerio ordenado, esto quiere decir que toda comuni- — La concepción católica clásica, a partir de un concepto
dad debe estar provista de tal ministerio, de modo que de Iglesia que insistía en la institución por parte de Cristo,
tanto la comunión vertical (con Cristo), cuanto la horizontal
(con la Iglesia) queden debidamente manifestadas. (156) A. JAUBERT, tas epístolas de Pablo: el hecho comunitario- en
J. DELORME.
b) Los ministerios en cuanto relacionados con la comunidad: (157) Ibid., 31. Esta dialéctica ha recibido diversas Interpretaciones en
los últimos años, tanto por parte protestante (R. Bultmann, H. von Campen-
Desde el principio de la vida de la Iglesia, los ministerios hausen, E. Kasemann, E. Schweizer, L. Goppelt, H. D. Wendland ..), cuanto por
juegan un papel fundamental para las comunidades. Porque la co- parte católica (H. Küng, E. Schillebeeckx, Y. M. Congar, R. Pesch, P. Grelot
J. Budillon, E. Cothenet...), según se pusiera la Insistencia más en la comuni-
(154) N. GREINACHER, Derecho de la comunidad a un pastor, 374. dad carismática o en la comunidad estructurada por los ministerios, y a
(155) La Conferencia Episcopal Francesa apoyaba su afirmación de «una partir sobre todo de la distinta valoración de la evolución del modelo de la
Iglesia enteramente ministerial», en la doctrina de la «Iglesia, sacramento comunidad primitiva. A. LEMAIRE, Les mlnlstéres dans la recherche néo-tes-
de salvación para el mundo»; ¿Todos responsables en la Iglesia?, 25-30. tamentaire: La Maison-Dieu 115 (1973), 30-60.
MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 159
158

la sucesión de los Apóstoles, el carácter jerárquico («socie- presidencia o dirección 16°. Esta interpretación protestante
tas inaequalis hierarchica»), la «sacra potestas», la función ha llevado a cierto olvido del origen cristológico de los mi-
sacerdotal del ministerio ordenado, la diferencia entre «clé- nisterios, de la necesidad del ministro ordenado en la co-
rigo-laico»... derivó en una exagerada acentuación de la pers- munidad, de su carácter sacramental simbólico, de su fun-
pectiva segunda: el ministerio tiene prioridad y es el fun- ción sacerdotal específica... La acentuación de la responsa-
damento de ila comunidad. El hecho de referir el ministerio, bilidad comunitaria y el sacerdocio común, al polarizarse, ha
no a una voluntad general sino particular de Cristo, y en- dado origen a veces a un tipo de «societarismo» eclesial
tenderlo como una participación en su autoridad y en las o de libertad comunitaria que, lejos de favorecer la unidad y
prerrogativas derivadas de su misión, condujo a definir al comunión, las ha dificultado.
sacerdote sobre todo como el «representante de Cristo»
(«alter Christus») de cara a la comunidad. Según esto, el Pero estas concepciones históricas están en trance de acer-
ministro sacerdote aparecía como el personaje «sacro», co- camiento y de «síntesis», con los impulsos del Vaticano II, del
mo el «supercristiano» representante de la jerarquía y úni- movimiento ecuménico y, más en concreto, de los acuerdos y
co responsable con autoridad de la misión, separado de la clarificaciones conjuntas sobre el ministerio lél . Sin pretender re-
comunidad e independiente de su evolución y sus necesida- coger todos los aspectos, señalamos los centros comunes del
des 158. El ministerio ya no es visto ni comprendido en el nuevo planteamiento de la relación ministerios-comunidad 162 .
interior de la comunidad, sino sobre ella. Reconocida la necesidad de una dirección para la existencia
de cualquier tipo de comunidad, desde un punto de vista socio-
— La concepción protestante parte de un concepto de Igle-
lógico ltó , el planteamiento de la relación se hace desde un punto
sia en el que la prioridad la tiene en principio la comunidad
y no la jerarquía; donde no cuenta tanto la sucesión de los de vista bíblico-teológico. Según esto, todo ministerio, dentro
Apóstoles, cuanto la apostolicidad de todo el pueblo de de la Iglesia, debe ser comprendido a la luz de la iniciativa
Dios; donde se insiste en el «sacerdocio universal» sobre
(160) Téngase en cuenta que entre los mismos protestantes existen
cualquier otro «sacerdocio»; donde se tiende a acentuar más diversas corrientes, más o menos moderadas o rígidas al respecto. Cf. W
¡la responsabilidad común que la autoridad de los pastores... JOEST, Das Amt und die Einheit der Kirche: Una Sancta 16 (1961), 236 ss
Para la doctrina protestante no son los ministros los que Véase como describe estas corrientes H. SCHUTTE, Amt, Ordination, S u c e -
tienen prioridad y fundamentan la comunidad, sino ésta la sión, 172-175.
que fundamenta y de la que proceden los ministros. Lo que (161) Estos documentos son: La Declaración luterano-católico romana
afirma no es tanto la institución divina de los ministerios, sobre "Eucaristía y ministerio» (1970); la Declaración del Grupo teológico lu-
cuanto del ministerio en general. Dios ha dotado a la comu- terano-católico de EE.UU. sobre 'El primado del Papa» (1971); el Informe de la
nidad cristiana de un estatuto de servicio y misión, y quiere Comisión de estudio evangélico-luterana y católico-romana sobre "El evange-
que para cumplirlo haya unos ministerios, que, según las lio y la Iglesia» (1972); la Declaración de la Comisión Internacional angllcano-
circunstancias, serán suscitados por el Espíritu y determina- católica romana sobre 'Ministerio y ordenación» (1973); el Acuerdo del Gru-
po de Dombes entre católicos y protestantes: 'Para una reconciliación do los
dos y confiados por la Iglesia159. La misión ha sido encomen- ministerios» (1972V, el Memorándum de los Institutos Ecuménicos alemanas
dada prioritariamente a la comunidad, la cual viene a seña- sobre 'Reforma y reconocimiento de los ministerios» (1973); la Declaración
lar a aquellos que para realizarla han recibido un carisma de de la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias so-
bre: 'El ministerio ordenado» (1974). Cf. Compilación y estudio de los docu-
mentos: AA.VV., El ministerio en el diálogo Interconfeslonul. Estudios y do-
(158} Cf. Y. M. CONGAR, Ministéres et structuration de l'Église: La Mai- cumentos, Sigúeme, Salamanca 1975; A. MATABOSCH, Liberación humana y
son-Dieu 102 (1970), 7-20, esp. 10-11; Ch. DUQUOC, Théologie de l'Église et unión de las Iglesias, Cristiandad, Madrid 1975; H. SCHUTTE, Amt, Ordination
crise du ministére: Etudes 350 (1979), 101-113; J. M. CASTILLO, Los nuevos und Sukzession, o. c. Una síntesis de las dos posturas aparece en el reciente
ministerios: La Iglesia será ella misma cuando tenga su centro en los laicos: documento de la Comisión Romano-Católica y EvangólIco-Luterana publicado
Sal Terrae 66 (1977), 3-20; ID., Los ministerios en la Iglesia: de una valoración el 13.3.1981: "Das geistliche Amt in der Klrcho».
'clerical» a una instancia comunitaria: Sal Terrae 62 (1974), 13-27; J. MOINGT, (162) Véanse los estudios citados en nota anterior, esp. T. I. JIMÉNEZ
Services et lieux d'Égllse: Etudes 350 (1979), 835-849; 351 (1979), 103-119; URRESTI, El ministerio ordenado en el diálogo Interconfeslonal: en El minis-
351 (1979), 363-394. terio en el diálogo..., 293-348.
(159) Y. M. CONGAR, Ibid., 13. (163) Cf. N. GLATZEL, Gemelndebildung und Gemelndestruktur, 59 ss.;
160 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. K> I

de Dios y de la diakonía de Cristo, quien envía su Espíritu terios de la comunidad eclesial, ni olvide su origen fundamental-
para construir la Iglesia y cumplir la misión. El origen prin- mente cristológico 166.
cipal del ministerio hay que situarlo no en la comunidad, sino
en Cristo y el Espíritu, de quienes procede la misión y los c) La comunidad en cuanto determinante y destinataria de los
carismas dentro de la comunidad. Pero los ministerios deben ministerios:
comprenderse no por encima o al lado, sino desde el interior
El ministerio no tiene su origen último en la comunidad, pero
de la comunidad que interviene en su determinación, y destina-
tampoco se origina al margen de o sin la comunidad. Aún tenien-
dos a la misma comunidad que se edifica con sus servicios.
do su más radical fundamento en Cristo, y su más inmediato
Todo ministerio debe entenderse desde la comunidad y para
origen en el don del Espíritu, puede decirse también que los mi-
el servicio de la comunidad. Tanto el ministerio de todo el pue-
nisterios proceden de alguna manera de la comunidad eclesial,
blo, cuanto los diversos ministerios de la comunidad, y el minis-
y tienen su razón de ser en la misma Iglesia comunidad. La Igle-
terio «especial» u «ordenado», deben ser comprendidos a partir
sia es, pues, al mismo tiempo, objeto de donación de los minis-
de la naturaleza de la Iglesia, y de las necesidades de la comu-
terios por parte de Dios, y sujeto autodonante de los ministerios
nidad creyente. Ni los ministerios son antes que la comunidad,
por parte de la comunidad, en la medida en que esta interviene,
ni esta se constituye como tal sin la presencia de los ministe-
colabora, anima y determina sus ministerios. Pero, ¿no se en-
rios. La comunidad existe ministerialmente desde el principio,
cierra en esto una afirmación contradictoria? ¿Cómo explicar- es-
y los ministerios existen comunitariamente desde el comienzo,
ta especie de aporía ministerial?
aún aceptando una variedad de estructuras y de configuración.
El ministerio especial no debe considerarse como un elemento La comunidad se da los ministerios:
secundario, sino como un elemento constitutivo de la misma
Iglesia, en cuanto querido por Cristo para el cumplimiento de En las epístolas paulinas no abundan tanto los ministerios,
su misión 164. cuanto los carismas que surgen en la comunidad por impulso
del Espíritu (1 Co 12). Es cierto que se nombran con énfasis la
Como bien resume Y. M. Congar: «No se pueden entender tríada de los «apóstoles, profetas y doctores» (1 Co 12,28; Ef
los ministerios más que como una estructuración en el interior 4,11), y se alude a algunos ministros que ejercen una responsa-
de la comunidad cristianamente cualificada y viva. El ministe- bilidad en las Iglesias locales, como «encargados» que «traba-
rio no crea la comunidad como desde arriba o desde afuera. Más jan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan»
bien es puesto en ella por el Señor para suscitarla y construirla. (1 Tes 5,12). Pero no se dice cual es la parte de iniciativa e in-
Tampoco se puede decir pura y simplemente que los ministe- tervención de la comunidad en la elección de estos ministros,
rios emanan de la comunidad; aunque hay un sentido según el que ciertamente están en comunión con Pablo y en estrecha re-
cual los ministerios no sólo vienen de la Iglesia, sino que tam- lación con la comunidad 167. En cambio, en los Hechos de los
bién son constituidos por la Iglesia, y representan y personifi- Apóstoles (cf. 1,15-26; 6,1-6) y en las Epístolas Pastorales
can a la comunidad...»165. (1 Tm 1,18; 4,14; 2 Tm 1,6; Tit 1,6-7) los ministerios aparecen ya
Tanto la concepción cristológica del ministerio, prevalente
(166) Cf. ST. CHARALAMBIDIS, Los ministerios en la Iglesia: punto de
dentro de la Iglesia católica hasta nuestros días, cuanto la con- vista ortodoxo: en El ministerio en el diálogo interconfesional, 379-394. El
cepción eclesiológica, preferida por el protestantismo, parece mismo Y. M. CONGAR dice: «La secuencia: Cristo (histórico) —ministerios
deben superar sus antagonismos, integrándose mutuamente en jerárquicos nacidos de él por el apostolado— Iglesia o comunidades de fie-
una perspectiva más pneumatológica que, ni desligue los minis- les, ha sido sustituida por el Consejo Ecuménico de las Iglesias, bien por el
esquema: Espíritu Santo-Iglesia como comunidad encargada corporativamente
de la misión y del ministerio-ministros, o bien y con más acierto el esquema:
(164) El documento que mejor recoge estos aspectos es el dedicado al Espíritu Santo (Cristo Señor)
«Ministerio ordenado» (Accra 1974), n. 5-7, 11-18. Pueblo de Dios Ministerios.»
(165) Y. M. CONGAR, Ministéres ef structuration de l'Église, 12. Tam- Ministéres ef structuration de l'Église, 13.
bién: G. RAMBALDI, Sacerdocio de Cristo y sacerdocio ministerial en la Igle- (167) A. LEMAIRE, Las epístolas de Pablo: la diversidad de los ministe-
sia. Algunos problemas de teología sacerdotal posconciliar: en J. COPPENS, rios: en J. DELORME, El ministerio y los ministerios, 61-74; B. SESBOUE, Mi-
Sacerdocio y celibato, BAC, Madrid 1971, 231 ss. nisterios y estructura de la Iglesia: Ibid., 342-344.
162 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 163

institucionalizados y la intervención de la comunidad aparece reside la vocación sacerdotal. Pero dado que se considera comu-
más organizada. Junto al carisma o «investidura invisible» del nidad de Jesús, la designación eclesial se entiende a la vez como
Espíritu, aparece la intervención de la comunidad y de los un 'don del Espíritu Santo', como un hecho pneumatológico» m.
apóstoles o «investidura social», y la expresión signal por la im- Esta intervención de Ja comunidad, que perduró de una u otra
posición de manos o «investidura ritual». Apóstoles y comunidad forma hasta el fin de la época patrística, vino a desaparecer de
desempeñan un papel importante en la encomienda de los diver- hecho posteriormente, debido a la concepción eclesiológica y
sos ministerios, aunque con diferentes títulos. Como aparece con ministerial vigentes, así como a los diversos procesos de «sacer-
claridad en el caso de la elección de los Siete (Hch 6,1j6), la co- dotalización» del ministerio que se produjeron. Actualmente se
munidad ,«no se limita a ser la destinataria del servicio y a hacer está recuperando, al menos teóricamente, esta tradición. Nadie
valer sus deseos: ella es apta para discernir los dones del Es- discute, afirma la Asamblea Episcopal Francesa, que la comuni-
píritu, y al elegir participa con los apóstoles del papel de des- dad puede tener parte en el discernimiento de las funciones, las
tinador social del contrato ministerial. Es notable que en el necesidades, las personas más capacitadas, para el desempeño
primer caso de institución ministerial que narran los Hechos se de los ministerios no ordenados. Pero, cuando se trata de mi-
ve asociada la asamblea de este modo: la comunidad se da ella nistros ordenados, se afirma que las comunidades o iglesias par-
misma sus servidores, al mismo tiempo que los recibe» m. Según ticulares contribuyen a la elección según procedimientos di-
el Nuevo Testamento los ministerios tienen, pues, dos referen- versos, pero no pueden «constituir» ministros 176 . El problema,
cias diversas, pero las dos necesarias y complementarias: la sin embargo, no está en el reconocimiento de esta necesidad,
referencia al don de Dios en el Espíritu, y la referencia a la co- sino en su realización concreta, en la instrumentación de medios
munidad. Esta doble referencia está asegurada por los ministros adecuados para su verificación. Y en esto se permanece todavía
de la ordenación: apóstoles, presbíteros... «Los textos no sólo muy lejos del ideal. Con todo, interesa que en estos momentos
no excluyen, sino que sugieren la participación de la comunidad nos preguntemos por las razones teológicas profundas en que
con sus representantes en el papel de destinador social» 169. se apoya esta intervención y determinación ministerial de la co-
munidad:
Una intervención semejante de la comunidad aparece atesti-
guada en la praxis de la Iglesia subapostólica y aún posterior- — En primer lugar, debe señalarse la apostolicidad-minis-
mente. Testimonios tan importantes como la Tradición Apostó- teriaUdad de la Iglesia entera y la comunidad. Sin negar que
lica de Hipólito 170, San Cipriano m , San León Magno m, el Con- Cristo encomendó de modo especial a los Apóstoles la mi-
cilio de Calcedonia173... indican que existía una concepción emi- sión de continuar su obra y servir al evangelio, es preciso
nentemente eclesial del ministerio, y que la comunidad tomaba reconocer también que esta misión está encomendada y
parte activa en la determinación de los ministerios y la elección afecta de modo propio a la Iglesia entera m. El apostolado,
de los ministros. La «ordinatio» suponía la imposición de manos
por el obispo (cheirothesia), el don del Espíritu (Epíklesis), y la
designación y aceptación por parte de la comunidad (Cheiroto- (175) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros: Con-
cilium 153 (1980), 402-408; R. KOTTJE, La elección de los ministros en la Igle-
nia)174. Como afirma E. Schillebeeckx, «la comunidad llama: ahí
sia: Concilium 63 (1971), 406-415; H. M. LEGRAND, Sentido teológico de laa
elecciones episcopales en la Iglesia antigua: Concilium 77 (1972), 44-56. Igual-
(168) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el mente el número completo reciente de Concilium 157 (1980), 5-141: Iglesia
Nuevo Testamento: en Id., 313. local y elección de obispos.
(169) Ibid., 316. (176) ¿Todos responsables en la Iglesia?, 31 y 59-60. Aunque se desea
(170) B. BOTTE, La tradition Apostolique de Saint Hypolite (LQF 39), una mayor participación, se insiste en las condiciones: que la designación no
Münster 1963. sea exclusiva para dicha comunidad; que Intervenga el obispo y el presbite-
(171) S. CIPRIANO, Epist. 4,5: PL 50, 434. rio con el rito correspondiente; que la comunidad esté en estado de comunión
(172) S. LEÓN MAGNO, Ad Anast.: PL 54, 634: «El que debe presidir a eclesial; que el ministro se Inserte pastoralmente en la comunidad. En esta
todos, debe ser elegido por todos». Intervención de la comunidad Insiste también el Documonto de Accra: El mi-
(173) Concilio de Calcedonia: PG 104, 558. Véase después. nisterio ordenado, n. 48, 39...
(174) C. VOGEL, Chirotonie ei Chirothésie. Importance et relativité du (177) Cf. ASAMBLEA EPISCOPAL ALEMANA. El ministerio sacerdotal.
geste de l'imposition des mains dans la collatlon des ordres: Irénikon 45 43-70; H. DENIS, Nuevo Testamento, Iglesia y ministerios: en J. DELORME,
(1972), 7-21 y 207-238. 405-411; T. I. JIMÉNEZ URRESTI, £/ ministerio ordenado en el dlélogo ínter-
164 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 165

más que ser un ministerio, es un principio inherente a la constituidos: el servicio, la edificación de la Iglesia, pero
Iglesia, que determina su propio ser y le urge en el cumpli- desde y a través de la comunidad concreta. Los ministerios
miento de su fidelidad y su misión. Ahora bien, asumir el alcanzan su pleno sentido desde la comunidad y en referen-
servicio apostólico es acoger, estimular, servir a su reali- cia a una comunidad. La comunidad concreta y sus necesi-
zación en las comunidades concretas, por medio de una res- dades es una de las razones básicas del ser y configurarse
ponsabilización tal, que las hace capaces de dotarse de de los ministerios m.
aquellos medios y ministerios necesarios para el cumpli-
Esta fundamentación teológica de la intervención de la co-
miento de su apostolicidad. El apostolado es principio de uni-
munidad en la determinación-elección de los ministerios-minis-
dad y diversidad de ministerios; es fuente de servicios y de
tros, no resuelve la cuestión. Será preciso partir de unas con-
unidad y edificación para las comunidades y la Iglesia. De
diciones locales concretas. El principio básico de actuación sería
la apostolicidad de la Iglesia nace su ministerialidad. La Igle-
este: «que el servidor de la comunidad sea tal que pueda per-
sia, y la comunidad eclesial, son ministeriales; por serlo se
mitir efectivamente la existencia de la vida comunitaria, y que
estructuran ministerialmente; y para ordenarse ministerial-
no sea su principal obstáculo» m.
mente necesitan la unidad y diversidad de ministerios, ne-
cesaria para expresar su propio ser y cumplir su misión.
Los ministerios se dan para la comunidad:
Esto sólo puede suceder de una forma concreta y real cuan-
do la comunidad particular interviene para dotarse de aque- Los ministerios, que en definitiva son don de Dios por Cris-
llo que necesita. La comunidad local, en cuanto realización to y en el Espíritu, son igualmente autodonación de la comuni-
concreta de la Iglesia, por haber asumido su ser y su misión dad, en orden a una realización de su ser como comunidad cris-
apostólicos, por ser ministerial, tiene el derecho y el deber tiana, que tiene su origen en Cristo.
de intervenir en la determinación de los servcios y ministe- Puede decirse que los ministerios son el «servicio de Cris-
rios necesarios para el cumplimiento de diüha misión y para to» ( = don por el Espíritu) a la comunidad, y el servicio de la
su realización como comunidad cristiana " 8 . comunidad a Cristo ( = cumplimiento de la misión); y al mismo
— En segundo lugar, puede indicarse la referencia principal tiempo son el servicio de la comunidad a su propio ser de co-
de los ministerios a la comunidad local. Aunque la ministe- munidad ( = misión ad intra), y el servicio de la comunidad a los
rialidad concierne a todos los miembros de la Iglesia, sin hombres ( = misión ad extra). Los ministerios son así el medio
embargo algunos la ejercen desempeñando servicios y fun- de comunicación de Dios con los hombres por el Espíritu, de los
ciones especiales en bien de toda la comunidad. Ningún mi- hombres entre sí por la comunidad, y de la comunidad y los hom-
nisterio puede prescindir del bien de la Iglesia universal. bres con Dios por el testimonio 1M. Todo esto quiere decir que
Pero todos los ministerios tienen una referencia y una reali- los ministerios sólo pueden entenderse si tienen como destina-
zación local-particular. Por eso, es 'lógico que sea también taria a la comunidad cristiana, y a través de ella a la comunidad
la Iglesia local-particular la que se constituye en punto de de la Iglesia.
referencia inmediato, en determinante concreto, en exigen- Este pensamiento se encuentra perfectamente expresado en
cia y orientación directa de los ministerios. No se trata de
optar por un camino ascendente: de la comunidad a los mi- (179) J. A. KOMONCHAK, Ministros «ordenados* y -no ordenados* on
nisterios; o por un camino descendente: de los ministerios la Iglesia local: Concilium 153 (1980), 340-346; B. SESBOÜE, Ministerios y es-
a ¡la comunidad; sino de unir ambos procesos, de manera tructura de la Iglesia, 359-360; H. WALDENFELS, ¿Derecho a un sacerdote?:
que los ministerios respondan a aquello para lo que son Concilium 153 (1980), 362-372. El autor saca entre otras, esta consecuencia:
«En la medida en que la comunidad llega a ser sujeto de la predicación de la
confesional, 306-335; M. M. GARIJO-GUEMBE, Naturaleza del ministerio sacer- palabra, de la congregación y la misión, debería tenor lo posibilidad de Inter-
dotal: perspectivas teológicas: Ibid., 349-378. venir en la designación de un dirigente que es la persona que procura unidad
(178) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 398 e integración. A esto no se opone el hecho de que el don de dirección sea
ss., donde dice: «La comunidad tiene derecho a hacer por sí misma todo concebido como carisma o don del Espíritu» (p. 371).
lo que es necesario para ser una verdadera comunidad de Jesús y para (180) J. COMBLIN, Communautés et mlnistéres: Splrltus 54 (1973), 384.
poder construirse como tal. Aquí se incluyen el derecho apostólico de una (181) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el N. T.,
comunidad a un presidente, su derecho a la celebración de la Eucaristía». I. c , 299.
166 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 167

el Nuevo Testamento. Para Pablo los carismas tienen una finali- siguiente: «ningún obispo sin Iglesia local, ningún sacerdote sin
dad principal: servir al bien común, edificar la comunidad (1 ministerio, bien en una Iglesia urbana, o de los mártires o mo-
Co 12,7 ss.; Ef 4,12; 1 Col 14,3.4-12). Todos cuantos han sido «es- nástica»184. Sólo a partir de entonces se extienden y justifican
tablecidos» en un ministerio están al servicio de la comunidad, y las «ordenaciones absolutas», bien por la acentuación creciente
la comunidad discierne y reconoce si se cumple este servicio del elemento cultual-ritual, bien por el valor concedido a la im-
(1 Tes 5,19-21). Los ministros de las Iglesias locales son perso- posición de manos, bien por la insistencia puesta en la «sacra
nas que «se han consagrado al servicio de los santos» (1 Co 16, potestas» recibida en vistas, y casi exclusivamente, de la cele-
15-18). Y los que son «ordenados» como «epíscopos» o «presby- bración de la Eucaristía 1S5. Después del Vaticano II la Iglesia ha
teros» lo son en calidad de servidores y para el servicio de la tomado conciencia más clara de la destinación de los ministerios
comunidad (1 Tm 3,1 ss.; 2 Tm 1,6 ss.). al servicio de la comunidad, si bien no se plantea radicalmente
la cuestión de las «ordenaciones absolutas» 186. En todo caso, va-
La Iglesia de los primeros siglos también tuvo clara concien- rias afirmaciones fundamentales pueden sintetizar la concepción
cia de la destinación de los ministerios al servicio de la comu- actual:
nidad eclesial, por el servicio a una comunidad concreta. Tan es
así que, en el caso de los ministerios ordenados, se llega a decla- — Todos los ministerios, ordenados y no ordenados, deben
rar inválida toda «ordenación absoluta», es decir, toda ordena- entenderse para el bien común, la edificación, y el creci-
ción que no lleve consigo la destinación a una comunidad con- miento de la comunidad, desde una servicio «ad intra» y una
creta. El famoso canon 6 del Concilio de Calcedonia (a. 541) así acción evangelizadora-testimonial «ad extra», que tiene co-
lo expresa: «Nadie puede ser ordenado de manera absoluta, ni mo centro motor la misión apostólica que procede de Cristo
sacerdote ni diácono... Si no se le ha asignado claramente una y el impulso que viene del Espíritu 187. Los ministerios no
comunidad local, en la ciudad o en el campo, en un martyrium son fin en sí mismos, sino medio en orden a un fin, que
o en un monasterium, el Sacrosanto Concilio decide que su or- debe concretarse desde las necesidades y exigencias de
dinatio (cheirotonia) es nula e inválida... y que, por tanto, en nin- una comunidad determinada, y no tanto desde esquemas pre-
guna ocasión pueden ejercer función alguna»182. Como indica establecidos. La edificación de la Iglesia, por y desde la edi-
E. Schillebeeckx, la concepción eclesiológica que aquí se expresa ficación de la comunidad particular, y la «salus animarum»,
es «la de que sólo quien sea llamado por una comunidad deter- son el punto de partida y la base del desarrollo de todos los
minada para ser su presidente y guía puede recibir la ordinatio. ministerios 188.
Lo que hoy llamamos ordenación era entonces ante todo la incor-
— Al ministerio especial u ordenado le compete, además,
poración de un fiel como ministro de una comunidad determina-
una tarea específica de dirección y «gobierno», de corrección
da, la cual llamaba a este hermano para que fuera su dirigente o
y reconciliación, de comunión y solidaridad, de animación y
'presidente', o bien aceptaba y confirmaba la actividad ejercida
responsabilización, no sólo respecto a los miembros de la
en virtud del carisma de dirección por uno o \/arios de sus miem-
propia comunidad en su vida interna, sino también en su re-
bros.
lación con otras comunidades. «La presencia de este minis-
Una ordenación absoluta —o sea, la designación de alguien terio en la comunidad significa la prioridad de la iniciativa
(cheirotonia), que luego recibió el nombre de 'imposición de y autoridad divinas en la existencia de la Iglesia...» 189 , la
manos' (cheirothesía)— sin que el candidato fuera invitado por
una determinada comunidad a presidirla... era nula o inválida» 183. (184) C. VOGEL, Titre d'ordination, 70.
(185) Ibid., 78.
Hasta finales del siglo XII o principios del XIII estaba en vigor,
(186) Véase sobre todo Presbyterorum Ordinis, 12.
tanto en Oriente como en Occidente, lo que expresaba el adagio (187) Por ejemplo, la III Conferencia Gral. del Episcopado Latinoameri-
cano dice respecto a los laicos: «Los ministerios laicales... se orientan a la
(182) Syntagma Canonum I, 33: PG 104, 558 B. Cf. PG 104, 975-1.218; vida y el crecimiento de la comunidad eclesial, sin perder de vista el ser-
PG 137, 406-410. Cf. C. VOGEL, Vacua manus Impositio: en Melanges Liturgi- vio que esta debe prestar al mundo»: Puebla, BAC, Madrid 1979, n. 813,
ques (B. Botte), Lovaina, 1972, 511-524; ID., Titre d'ordination ef lien du pres- p. 278.
bytre a la comunauté lócale dans l'Église ancienne: La Maison-Dieu 115 (1973), (188) F. LOBINGER, Derecho de la comunidad a un pastor, VI: Países
70-85; E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 402 ss. Africanos: Concilium 153 (1980), 352.
(183) E. SCHILLEBEECKX, Ibid., 402-403. (189) Documento de Accra: El ministerio ordenado, n. 13.
168 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y ESTRUCTURA DE LA I. 169

continuidad y fidelidad en la misión apostólica es la res- Está claro que la comunidad «tiene derecho a un pastor»,
puesta común de fe, el servicio a la comunión y fraternidad porque sin él ni se significa suficientemente la iniciativa divina,
en el interior de las comunidades particulares, y de estas ni se expresa la capitalidad de Cristo, ni se manifiesta la unidad
con las comunidades locales y con la Iglesia universal. La eclesial, ni se revela la centralidad de la Eucaristía... «Nunca se
capacidad personal de servir a la comunión, de animar la insistirá demasiado en que una comunidad sin pastor es por
edificación, de representar con fidelidad a Cristo y a la Igle- principio, por razones sociológicas y teológicas, un absurdo» 192.
sia en una comunidad concreta, es el criterio más importan- «Una comunidad halla su realización plena en la Eucaristía. Pero,
te de idoneidad para el ministerio ordenado 190. Esta función puesto que el sacramento de la unidad no es posible sin el mi-
la asume públicamente cuando queda incorporado por la nisterio sacerdotal de la unidad, no puede existir propiamente co-
ordenación a la comunidad del presbítero reunido en torno munidad sin sacerdote» 193. Este derecho y necesidad delatan dos
al obispo, y a través de esta incorporación es destinado al cuestiones, desde la actual situación de la Iglesia: una cierta
servicio de la comunidad concreta. El ministerio ordenado es- incoherencia contradictoria con la misión recibida de Cristo y
tá destinado al servicio de la ministerialidad-apostolicidad- una lesión del derecho de las comunidades al no ofrecer nuevos
sacerdocio común del pueblo de Dios, a quien sirve en el medios para que tengan pastor; y la conflictiva prioridad fáctica
cumplimiento de su misión, por la dirección y comunión, por que se da a una determinada configuración ministerial de la Igle-
la palabra y los sacramentos, sobre todo por la Eucaristía. sia, y a la «reproducción» de un concreto modelo sacerdotal so-
El ministro procede del seno de la comunidad, existe para la bre el objetivo primario de la edificación de la comunidad m.
comunidad, actúa desde la comunidad y en la comunidad, y
se sitúa frente a/o ante la comunidad, no precisamente para Junto al ministerio ordenado también hay que decir que, a
dominarla, sino para servirla, siendo signo-sacramento vi- distinto nivel, la comunidad necesita los ministerios no ordena-
viente de Cristo Servidor m. dos, de manera que, asumiendo como pueblo responsable las di-
versas funciones de la misión, pueda realizarlas en fidelidad a la
misión de Cristo y sus concretas necesidades.
d) Conclusión: ¿Qué ministerios necesita una comunidad?:
La diversidad de dimensiones de la misión (martyria, lei-
Los ministerios, en su unidad y diversidad, son un elemento tourgia, diakonia) está exigiendo, por su sentido y su puesto en
constitutivo de la Iglesia y de las comunidades particulares y lo- la vida de la comunidad, una pluralidad de ministerios corres-
cales. Ministerios y comunidad se remiten y exigen mutuamente. pondientes. Para una comunidad, que quiere cumplir las «reglas»
Una 'comunidad sin ministerios no es una comunidad cristiana, de su ser comunidad cristiana, toda ella apostólica y ministerial,
porque no es una comunidad capaz de cumplir la misión de Cris- participante y corresponsable, los ministerios no ordenados no
to en su pluralidad de dimensiones. Unos ministerios sin comu- son algo marginal, sino algo constitutivo y esencial para su edi-
nidad no son ministerios cristianos eclesiales, porque no reali- ficación como tal comunidad. Podrán ser estos ministerios más
zan la función principal a la que están destinados. La comunidad o menos en cada caso; se podrán configurar y estructurar de for-
no es la causa última de los ministerios, pero sí es su causa de- ma diversa en cada situación; pero lo cierto es que una comu-
terminante y referente inmediata. Para comprender el ministerio nidad «normal» sin ministerios diversos para cada área de la mi-
ordenado, es preciso situarlo en el contexto de una diaconía ra- sión (Palabra, culto, caridad), es una comunidad empobrecida, in-
dical en Cristo Servidor, de una apostolicidad-ministerialidad de capaz de realizar en plenitud la misión realizándose a sí misma,
la lqlesia entera continuadora de la misión de Cristo, de una uni- en contradicción entre su ser y aparecer. Cada comunidad, en
dad y pluralidad ministeriales que desarrollen !a diversidad de comunión con la Iglesia local y universal, debe poder darse a sí
funciones de la misión. Esto no significa la devaluación del mi- misma todos los ministerios que necesita para ser ella misma.
nisterio especial, sino la creación del espacio o entorno en el que
destaca y adquiere todo su relieve. Desde aquí se comprende
mejor qué ministerios son necesarios oara la comunidad. (192) N. GREINACHER, Derecho de la comunidad a un pastor, 378-379.
(193) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Dle pastorolen Dlenste in
(190) Cf. H. WALDENFELS, ¿Derecho a un sacerdote?, 370-372. der Gemeinde, 2.5.3.
(191) Cf. E. ROYON LARA, Los ministerios eclesiales. Nuevas perspec- (194) Cf. Documento de Accra: El ministerio ordenado, n. 29; Ch. DU-
tivas: en El ministerio en el diálogo intercontesional, 428-431. QUOC, Theologie de l'Église et crlse du mlnlstére, 101-113.
170 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

Si esto no se posibilita por la misma institución eclesial, habrá


una contradicción interna entre el contenido de la misión y las
formas de realización concreta 195.

CAPITULO III

EL MINISTERIO SACERDOTAL
Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN

Una vez estudiadas las relaciones entre comunidad y minis-


terios, debemos centrarnos en las relaciones entre Iglesia-co-
munidad-ministerio ordenado. Nuestro propósito es estudiar, de
forma sintética y adecuada al objetivo de la obra, el origen y fun-
damento (1.° «Ministerio ordenado en el N.T.»), la eclesial con-
figuración histórica. (2.° «Configuración histórica del ministe-
rio sacerdotal»), la ontológica verdad sacramental. (3.° «Rela-
ción teológica entre ordenación y ministerio: sacramentalidad
del orden») del ministerio sacerdotal. Teniendo en cuenta nues-
tro propósito, se comprenderá fácilmente nuestros límites '. Pero
estamos convencidos de que sólo en una síntesis entre diacro-
nía y sincronía, puede llegarse a una aproximación más objetiva
a la verdad. Desde esta convicción nos parece exacto el princi-
pio hermenéutico, tal como lo formula, por ejemplo, J. Molngt:
«nada de lo que aparece en los orígenes invalida de por sí lo que

(1) Para un estudio amplio y detallado, recuérdese: G. DIX, Lo miniatura


dans l'Église anclenne, o. c ; J. COLSON, Ministre de Jésus-Chrlst ou lo sacer-
doce de l'EvangHe, o. c ; A. LEMAIRE, Les mlnlstéros aux origines do l'Égllae
o. c ; J. DELORME, El ministerio y los ministerios, o. c ; AA.VV., Dor prlester-
//che D/enst, (AD 46-50), 5 tomos. Herder, Frelburn 1970 ss.; J. HAINZ (ed.),
Klrche im Werden, Schóningh, München 1976. J. COPPENS, Sncnrdoclo y ce-
libato, BAC, Madrid 1971; AA.VV., Teología del sacordoclo (Facultad Teológica
del Norte de España) Ed. Aldecoa. Burgos 1969 as.; P. GRELOT, El mlnlstorlo
de la Nueva Alianza, Herder, Barcelona 1969; A. VANHOYE, Tostl dol nuevo
testamento sul sacerdozio, Roma 1976; ID., Prétres unclons-prótros nouvoaux
selon le N. T., Seuil, París 1980; A. FEUILLET, Le sacerdoce du Chrlst et de
(195) Cf. J. COMBLIN, Comunautés et minlstéres, 379-386. ses ministres, Paris 1972.
172 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 173

sucede a lo largo de la Historia de la Iglesia, porque el Espíritu los casos, presentaremos primero el resultado de los datos del
Santo la guía en todo momento para afrontar las necesidades de Nuevo Testamento, y después haremos una breve reflexión teo-
su misión; y, recíprocamente, nada de aquello que a lo largo del lógica.
tiempo se inscribe en la enseñanza y la praxis oficial de la Iglesia
podría anular aquello que apareció en los orígenes y después ca- a) El apostolado como fundamento y origen del ministerio
yó en el olvido o desuso, ya que todo lo que es constitutivo del ordenado:
acontecimieno fundador forma siempre parte del acto revelador
y permanece siempre para nosotros como fuente de insipiración. Gristo es el verdadero enviado o Apóstol del Padre para
La diferencia que podría descubrirse entre los orígenes y las nuestra salvación. Cualquier otro apostolado tiene su origen y
ideas y prácticas dominantes en nuestro tiempo no condena es- último fundamento en Cristo (Jn 20,21). En su misión y obra sal-
tas últimas, sino que les prohibe el impedir otras ideas y vífica Cristo concentra de tal modo en sí el servicio a Dios y a
otras prácticas que el mismo origen hace posibles; de este modo los hombres, por sus palabras y sus signos, por su muerte y re-
queda abierto y delimitado un espacio de libertad, donde el surrección, que se convierte en fuente y modelo permanente de
acontecimiento fundador podrá actualizarse en una fundación toda posterior misión y servicio en el pueblo de Dios. Más aún,
nueva en la historia que él mismo ha engendrado, sin despo- junto a esta ejemplarizad fundante, encontramos la voluntad po-
seerla» 2. sitiva de Cristo, que con la elección de los Apóstoles y la asocia-
cin a su obra, está preparando la continuación de su misión y
de su apostolado. Y esta continuación será encomendada, de
modo especial, a los Doce (Me 1,16 ss.; 3,13 ss.; 6,7-13 y par.).
1. MINISTERIO «ESPECIAL» «ORDENADO»
EN EL NUEVO TESTAMENTO Los Doce son un grupo de discípulos privilegiados, elegidos
por Jesús durante su ministerio terrestre (Me 14,10; Mt 26,14.17;
Le 22,47; Jn 6, 71). Debido a esta elección, a su contacto con
Sabemos ya cuáles son los límites y la riqueza del Nuevo
Cristo, a la asociación a su persona y su obra, a su envío espe-
Testamento. En él se nos dice lo suficiente para comprender el
cial, parece claro que el grupo de los Doce está en el centro del
ministerio ordenado, pero no todo lo que quisiéramos saber sobre
proyecto de Jesús (Mt 19,28; Le 22, 28-30; Me 3,13-16)3. Lucas
la ordenación del ministerio. El estado de evolución y desarrollo
considera a los Doce, no sólo como quienes han compartido la
del ministerio, los diversos modelos de comunidad existentes, la
vida de Cristo (Hch 1,21.22), sino también como quienes han sido
distribución espontánea y funcional de tareas, la expectativa es-
testigos excepcionales de su resurrección y ascensión al cielo
catológica de la comunidad, la correspondencia de una situación
(Hch 1,8; 10,34-43), y han recibido la misión de continuar su
espacio-temporal histórica concreta..., son otros tantos condicio-
obra (Le 9,1 ss.-, cf. Me 3,13-19), en la fuerza del Espíritu que les
namientos para una visión desarrollada completa del ministerio
ha sido dado (Le 24,44-49; Hch 1,8 ss.; 10, 40 ss.). Juan presenta
ordenado en el Nuevo Testamento. Por otro lado, los datos se
a los Doce como aquellos que han sido «consagrados en la ver-
encuentran dispersos, no son uniformes, responden a diversos
dad» (Jn 17,17) por Cristo, cual gran Sacerdote. Por esta consa-
momentos o fases y situaciones... y exigen, por tanto, una di-
gración están destinados a «guardar la Palabra», a convocar a los
ferenciación adecuada, así como una ordenación coherente para
hombres, a dar testimonio, a fin de suscitar verdaderos «adora-
su exposición.
dores en espíritu y en verdad» (Jn 4,23-24; 10, 36; 17,18; 20,21).
Teniendo en cuenta todo esto, articulamos nuestra presen- A semejanza de Jesús Servidor-Pastor, también ellos deben ser
tación en tres puntos, que juzgamos son la clave explicativa del servidores-pastores del rebaño escatológico (Jn 13,12-20; 21,
origen y fundamento del ministerio sacerdotal: a) el apostolado; 15-17) \
b) la existencia real de ministros ordenados; c) la dimensión
sacerdotal de este ministerio. La sucesión y continuidad desde (3) J. GIBLET, Les Douze, histoire et theologie: en Le prétre, foi et con-
los Apóstoles nos da el fundamento explicativo de la existencia testation, Duculot-Gembloux, Paris 1970, 44-74; J. DELORME, El evangelio
de ministros con investidura o encomienda especial, y esta enco- según San Marcos: J. DELORME, 156-171; A. GEORGE, Des Douze aux apotres
mienda nos da la razón última de su función sacerdotal. En todos et a leurs succeseurs: en Le ministére sacerdotal, un dossier theologique,
Lyon 1970; J. MATEOS, Los "doce' y otros seguidores de Jesús, o. c , cap. I.
(2) J. MOINGT, Services et lieux d'Église, III, 364. (4) Cf. J. COLSON, Ministre de Jesus-Christ, ou le sacerdoce de l'Evan-
174 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 175

En cuanto a Pablo considera su apostolado semejante al de vo Testamento se funda en el vínculo especial que les unía a
los Doce reivindicando para sí el título de Apóstol (Gal 1,17). Jesús y en el privilegio de ser los testigos de la Resurrección.
Y lo es, en efecto, porque en él se cumplen las «notas» del ver- Precisamente por esto, toda continuidad con el Jesús terrestre
dadero apóstol: ha sido «segregado» desde un principio (Rm 1,1; pasa por los Doce, cual eslabón necesario, principio de unidad
Gal 1,15); ha sido «llamado» (1 Co 1,1) y «enviado»; se le ha y garantía de fidelidad a Cristo. En este sentido debe decirse, en
encomendado una «oikonomía» o «administración de los miste- verdad, que los Doce ejercieron un papel de fundadores-funda-
rios de Dios» (1 Co 4,1 ss.); tiene el poder de la «exousia» para mentos en los orígenes de la Iglesia 8 . Sin embargo, nada indica
actuar en nombre de Cristo cual delegado suyo (1 Co 1,10; 2 Co en el Nuevo Testamento que los Doce recibieran el mandato ex-
5,20; 10,8; 2 Tes 3,6); es testigo cualificado de la resurrección preso de transmitir su función y su cargo 9 . Aparte de la intrans-
del Señor (1 Co 15,8), de quien ha recibido la autoridad para edi- misibilidad de su especial vivencia y testimonio respecto a Je-
ficar la Iglesia (2 Co 10,8; 13,10); y ejerce su ministerio en virtud sús, parece que el silencio sobre este punto puede explicarse
de la fuerza del Espíritu (1 Co 2,4; 2,13) \ por la mentalidad escatológica que tenían. «Precisamente por el
papel que se les prometía para el fin de los tiempos, los Doce no
Según se puede apreciar por estos datos, el factor determi- podrán perpetuarse en la historia» 10. Con todo, es indudable que
nante del apostolado de los Apóstoles es la elección y el envío, los Doce tenían un prestigio y autoridad efectivos y reconocidos
la voluntad del Señor resucitado y el poder del Espíritu. «El man- entre las primeras comunidades cristianas, que llevó, a medida
dato del resucitado va dirigido, sin duda alguna, de un modo que fueron desapareciendo, a plantearse el problema de la con-
general, a la comunidad entera de los discípulos, representada tinuidad o sucesión, de manera que pudiera salvarse la referencia
en aquel momento por los Doce (Mt 28,16). Pero, por otro lado, al pasado del acontecimiento de Jesús, y la continuidad de la
va dirigida también, de un modo particular, a estos hombres que misión por el Espíritu que actúa en la Iglesia ".
con Pedro a la cabeza han de ser más tarde los guías de la pri-
mitiva comunidad de Jerusalén» 6 . El ministerio de los Doce, co- A lo indicado hay que añadir, por otro lado, que la autoridad
mo el de Pablo... «no está fundado sobre los carismas, aunque apostólica no es un monopolio de los Doce, ni de Pablo. Junto a
esté lleno de ellos; está fundado sobre un mandato de Cristo. ellos, que ocupan un puesto privilegiado, hay otros discípulos de
Se trata de un envío (apostóle), un servicio (diakonia), una mi- Jesús, testigos también de la Resurrección (cf. 1 Co 15,6; Hch
sión (oikonomia), una función ministerial pública (2 Co 5,18 ss.; 1,15), que cuentan entre los primeros predicadores del Evangelio
1 Co 12,28; Ef 4, 11; Gal 1, 12 ss...) 7 . y fundadores de Iglesias. También ellos, junto con algunos mi-
sioneros itinerantes, emisarios de las comunidades y colaborado-
Los Doce aparecen, pues, en el Nuevo Testamento con una res de Pablo, reciben el nombre de «apóstoles» n. Lucas, que
doble función: por una parte, son los primeros participantes de
la vida y confidentes de la Palabra de Jesús, y por tanto, los pri- (8) «Antes y después de Pascua, su número (de Doce) tenía valor prag-
meros eslabones de la tradición; por otra, son los prototipos de mático, o más bien profético. Al elegirlos asoció Jesús su misión juntamen-
los futuros discípulos, los modelos del servicio al Evangelio. Los te a la antigua concepción de Israel y a la promesa de su restauración me-
Doce representan para la Iglesia los misioneros del Evangelio, siánica. Su grupo expresaba la voluntad de Dios, el designio de convocar a
los garantes de la tradición auténtica, los inauguradores de la su pueblo escatológico: la «Iglesia de Dios»... No se presentaba como una
misión, los «enlaces» directos con el Señor resucitado, los im- reforma, una cofradía, o una selección en el seno del judaismo, sino como la
congregación en germen de la totalidad absoluta de Israel»: J. DELORME,
pulsores de una misión que compete a toda la Iglesia y que debe
Diversidad y unidad de los ministerios según el N. T.: en ID., 268.
continuarse por los siglos. La importancia de los Doce en el Nue-
(9) Cf. X. LEON-DUFOUR, El evangelio y las epístolas ¡oánicas, 237-240.
(10) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios en el N. T., 368.
gile, o. c , 88-110; X. LEON-DUFOUR, El evangelio y las epístolas ¡oánicas: (11) VARIOS, Servíteurs de 1'Evanglle. Les ministéres dans l'Église,
J. DELORME, 226-245. Paris 1971, 96-107.
(5) Cf. P. DORNIER, Pablo Apóstol: J. DELORME, 92-100; J. D. G. DUNN, (12) Cf. Hechos 15,3; 1 Co 4,9; 9,2-6; 12,28-29; 2 Co 8,23; Ef. 2,20...
Jesús y el Espíritu, 437-486. J. DELORME, afirma al respecto: «Los apóstoles pertenecen al período pos-
(6) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, pascual de los orígenes cristianos. Su nombre es funcional, se deriva del
26-27. verbo griego apostollein», «enviar»... En los escritos paulinos... la figura del
(7) COMISIÓN INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA, Le minístére sacerdo- apóstol de Cristo se define por el encargo recibido del resucitado: el servicio
tal, 58. del evangelio, que debe ser proclamado al mundo entero... En los Evangelios
176 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 177

nombra a los Apóstoles 26 veces en Jerusalén, los identifica con — La misión recibida de Cristo por parte de los Doce, y de
los Doce (Hch 1,26; 2,14.37; 6,2.6), y los define como «los que los apóstoles, indica la voluntad del mismo Cristo de res-
desde el principio han sido testigos de Cristo y ministros de la ponsabilizar a algunos de forma especial en orden al cum-
palabra» (Le 1,1-2). Las funciones que les atribuye son: el ser plimiento de los objetivos de la misión.
testigos de la Resurrección de Jesús (Hch 1,8; 2,32; 3,15...); el — Esta encomienda se ve cumplida y expresada constante-
desempeñar un papel directivo discreto en la iglesia de Jerusalén mente en el Nuevo Testamento a través de la relación «al-
(4,35-37; 5,2); el ser garantes de la unidad con las comunidades gunos-todos», como la más eficaz realización de una misión
de fuera de Jerusalén (8,14-17)". «El hecho de que la figura de apostólica que, si bien afecta y ha sido dada a toda la Iglesia,
los Doce 'haya sido sustituida (en los escritos paulinos) o asi- sin embargo, es encargada de modo especial a algunos den-
milada (Lucas-Hechos) a la de los apóstoles es doblemente sig- tro de la Iglesia.
nificativo. Indica primeramente que la experiencia misionera
transformó la imagen que la Iglesia se había formado de sí mis- — La misión propia de quienes, después de los Apóstoles,
ma al principio. Esta experiencia destruyó los límites que la reciben este encargo especial, será la de continuar la misma
Iglesia, agrupada en torno a los Doce, ponía a su misión... Por función apostólica, en lo que se refiere a ser signos de con-
otra parte, esto demuestra que la vida de Jesús con sus discípu- tinuidad, garantes de fidelidad, eslabones de unión con la
los y las promesas hechas a Israel fueron interpretadas a la luz misma comunidad apostólica y, a través de ello, con Cristo.
del evangelio de Pascua predicado por los apóstoles... El concep- — «Los apóstoles cumplieron una función única y funda-
to de envío presta dinamismo al de agrupamiento... y lo extiende mental que no podría ser transmitida; sin embargo, en la
a toda la humanidad» 14. Por tanto, la misión se extiende, la apos- medida en que ellos portaban la responsabilidad particular
tolicidad se ensancha a otros que no son los Doce, y aparece (no exclusiva) de proclamar el mensaje de reconciliación, de
con nitidez la misión universal de la Iglesia. Misión ésta que pa- establecer Iglesias y de edificarlas en la fe apostólica, su
rece tener su origen, no tanto en un poder transmitido, cuanto ministerio debía ser proseguido»17.
en una creciente comunicación misionera, y en la Palabra testi- — «Esta divina misión confiada por Cristo a los apóstoles
ficante de la Resurrección del Señor, transmitida por los Após- ha de durar hasta el fin de los siglos (cf. Mt 28,20), puesto
toles. La necesidad de una referencia y ligazón con el Jesús his- que el evangelio que ellos deben transmitir es en todo tiem-
tórico explica la legitimación instiucional de una continuidad de po el principio de toda vida para la Iglesia. Por lo cual los
la función apostólica en lo que tiene de permanente. Es lo que apóstoles, en esta sociedad jerárquicamente organizada, tu-
se llamará en la Iglesia la «sucesión apostólica» 15. vieron cuidado de establecer sucesores 18.
¿Qué nos dicen todos estos datos respecto al «ministerio — Así como puede hablarse de dos «apostolicididades»: la
ordenado»? ¿Por qué el apostolado es fundamento y origen del de la Iglesia entera y la de los Apóstoles, parece que tam-
«ministerio ordenado»? Resumimos los argumentos principa- bién puede hablarse de dos «sucesiones»: la sucesión apos-
les 16: tólica de toda la Iglesia, y la «sucesión apostólica en el mi-
nisterio instituido por el Señor» 19. El apostolado es, en cual-
y en los Hechos las figuras de los Doce, de los apóstoles y de los discípulos, quier caso, el origen de una «sucesión» ministerial, que com-
se conjugan o se superponen diferentemente, según los casos»: Diversidad y porta los ministerios especiales.
unidad de los ministerios según el N. T., 268-269.
(13) Cf. A. GEORGE, La obra de Lucas: Hechos y Evangelio, 197-201. Así pues, la misión de los apóstoles, al ser constitutiva de
(14) Ibid., 270-271. Cf. G. DIX, Le ministére dans l'Église ancienne, 35, 70- la Iglesia, está llamada a prolongarse, no en aquello que tiene de
74, donde afirma que poco a poco los «apóstoles» vienen a reemplazar a los instransferible (testigos presenciales de Cristo y su Resurrec-
doce, aún sin haber formado parte del grupo original, a medida que se va
extendiendo la Iglesia (p. 72).
(15) Cf. J. MOINGT, Services et lieux d'Église, III, 369-370. Cf. J. REM- (17) Documento de Accra, El ministerio ordenado, 13.
MERS, Sucesión Apostólica de la Iglesia Universal: Concilium 34 (1968), 40- (18) LG 20.
57; COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La apostolicidad de la Iglesia (19) Documento del grupo de Dombes: Para una reconciliación de los
y la sucesión apostólica (1974): Diálogo Ecuménico (1974), 617-631. ministerios, 8-11. Cf. J. I. JIMÉNEZ URRESTI, El ministerio ordenado en el
(16) Véanse los textos del Vaticano 11: LG 17-20; 30-33; AA 2; AG 56. diálogo interconfesional, 319-325.
178 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 179

ción), sino en aquello que tiene de transferible (anuncio perma- zan la misión apostólica, ciertamente, pero no aparece en Pablo
nente del evangelio y aplicación de la salvación), de manera que que para ello necesitaran una ordenación o «investidura» social
pueda cumplirse la voluntad del Señor. Los Apóstoles, cual tes- y ritual especial. Las comunidades paulinas tienen más una or-
tigos privilegiados de la Muerte-Resurrección de Cristo, son, a ganización carismática que institucional 24 .
la vez, el origen y fundamento de todo ministerio especial pos-
terior. En su testimonio se apoya la fe en el Resucitado de la Sin embargo, aparece en Pablo una tríada ministerial de es-
comunidad entera; en su misión se fundamenta la misión de sus pecial significado: son los apóstoles, profetas y doctores (1 Co
«sucesores», en cuanto «sostenedores, confiadores, garantizado- 12,28; Ef 4,11)25. Ya hemos hablado anteriormente de los apósto-
res históricos» de la salvación 20 . «El apostolado, y en consecuen- les. Cabe añadir aquí que, teniendo el apostolado un carácter
cia los ministerios que continúan la obra apostólica, han sido profético y siendo que se nombra juntos a los «apóstoles y pro-
dados a la Iglesia para todo el tiempo que dure su existencia, es fetas» (Ef 2,20), parece referirse, al menos en este caso, a los
decir, para el tiempo que va desde la ascensión de Jesús a los apóstoles en cuanto reveladores del misterioso designio de
cielos hasta su retorno» 21 ... Dios 26 . Por lo demás, los profetas son personajes bien definidos:
suscitados de un modo carismático, con frecuencia itinerantes,
intervienen en las asambleas de la comunidad, se les reconoce
b) Existencia del ministerio ordenado en el Nuevo Testamento: inspirados por el Espíritu, y ocupan un puesto de primer orden
en algunas Iglesias 27 . En cuanto a los doctores son aquellos que
Supuesta la necesidad de una continuación del ministerio
explican la Palabra en las comunidades, y llegan a tener una
apostólico, ¿cómo se manifiesta y configura esta continuación
importancia creciente en orden a interpretar el Evangelio desde
en el Nuevo Testamento? Es preciso reconocer una evolución y
las Escrituras y la Tradición sobre las palabras y obras de Jesús28.
un progreso en las diversas comunidades, tendente a instituir to-
En todo caso, hay que decir que la tríada «apóstoles, profetas,
dos aquellos ministerios necesarios para continuar la misión
doctores» indica una lista y un orden tradicionales en la primera
apostólica. «La conciencia de la naciente Iglesia ve en estos
comunidad, muestra la estructura fundamental de la Iglesia, mani-
ministerios una continuación o extensión del apostolado, lo cual
fiesta la dependencia de los doctores respecto al apostolado que
hace posible que en el tiempo apostólico se constituyan en mi-
viene de Cristo y a la iluminación del Espíritu, y de algún modo
nisterios con autonomía propia» n.
refleja la complementariedad entre el servicio de la comunión
En lo que se refiere a San Pablo hay que señalar, en primer (apóstoles), el de la Palabra (profetas-doctores) y el del culto
término, los colaboradores en la misión del Apóstol: Bernabé, (profetas). Pablo no señala expresamente ningún gesto público
Juan Marcos, Silas, Timoteo de Listra, Apolo, Erasto (Hch 4,36-37; de investidura para los profetas o los doctores, ni habla de nin-
Col 4,10; Hch 15,22.27; 16,1-3; 18,25; 19,22; 20,4...). Aunque no se
indica si existió o no un medio o forma de investidura de la 5,12; Fi! 1,1 Rm 12,8; Rm 66,1... Cf. A. GEORGE, La obra de Lucas: Hechos y
misión, ni se señala con frecuencia su función concreta y sus Evangelio: J. DELORME, 212-213.
actividades, su existencia muestra una participación en el mismo (24) Recuérdese la discusión en torno al carácter carismático de las
apostolado. Lo mismo puede decirse de aquellos que son seña- comunidades paulinas, en contraposición al estilo más institucional de las
lados como ministros locales de las Iglesias paulinas: profetas, Cartas Pastorales.
doctores, epíscopos, presidentes, servidores, guías, evangelis- (25) Los Hechos hablan también de apóstoles y profetas en Jerusalén,
y atribuyen un papel importante en Antioquía a cinco profetas y doctorea
tas, pastores... 23 . Estos ministerios expresan continúan y reali-
(13,1-3). Se menciona a unos doctores en Hebreos y Santiago. El Apocalipsis
distingue: «los Santos, los apóstoles y los profetas» (18,20). Mateo cita unas
(20) Cf. J. L. JIMÉNEZ URRESTI, El ministerio ordenado en el diálogo palabras de Jesús sobre los profetas y doctores (7,15.22; 23,8.10) y Lucas
interconfesional, 323, donde dice: «Tenemos así dos apostolicidades distintas anuncia el envío de profetas y apóstoles (11,49): J. DELORME, Diversidad y
referidas a los apóstoles: la de toda la Iglesia y la de esos edificadores; am- unidad de los ministerios en el N. T., 271.
bas en forma y densidad distinta. La una en la vida y en el consiguiente tes- (26) COMISIÓN INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA, Le ministére sacerdo-
timonio y servicio de fe y de vida; la otra en la funcionalidad de edificación tal, 63.
y sostenimiento... la de los sucesores de los apóstoles». (27) Cf. J. DELORME, Diversidad y unidad de ministerios en el N. T.,
(21) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 32. 271-272. E. COTHENET, Prophetisme et ministére d'apres le Nouveau Testa-
(22) Ibid., 33. ment: LMD 107 (1972), 29-50.
(23) Cf. 1 Co 12,10.28; 13,2.8; 14,1-5.29-33; Rm 12,6; Ef 3,9; 4,11; 1 Tes (28) Ibid., 272-273.
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 181
180 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

gún rito de ordenación al respecto. Sin embargo, el hecho de 21,18). Pero no se relata su «institución» o forma de «investidu-
nombrarlos juntos y de atribuirles un papel de «fundamento» de ra». «Al presentarlos en la comunidad de Jerusalén al lado de
la Iglesia, muestra que se les atribuye un rango de primer or- los apóstoles y luego de Santiago parece sugerir que nacieron
den. Y esto mismo indicaría que para Pablo, no existe ninguna para el servicio de la comunidad local, a fin de compartir y des-
incompatibilidad entre el carisma profético y la organización ins- pués asumir algunas tareas del grupo apostólico en el momento
titucional de la Iglesia. Una prueba de esta inexistencia de opo- en que éste desaparecía» 33.
sición es la misma evolución y desarrollo posteriores, tanto de Por lo demás, Lucas, que señala numerosos ministerios en
los ministerios, cuanto de la estructuración de las comunidades las comunidades, pone especial énfasis en la descripción del mi-
sin que aparezca ningún tipo de disensión o rechazo al respecto. nisterio de los apóstoles, pero, aparte del caso de los Siete, no
Ya en Filipos nos habla Pablo de la existencia de «episcopos» y se preocupa de describirnos la forma de institución de los otros
«diáconos» (Fil 1,1); y en otro lugar se refiere a «los que están al ministerios: ni de los profetas, ni de los ancianos de Jerusalén,
frente de vosotros y os corrigen» (1 Tes 5,12). Lo cual indica que ni de los doctores de Antioquía, ni de los episcopos de Efeso...
existen ministros al cargo de las comunidades con autoridad, y Tal vez esto demuestre, como afirma J. Delorme 34 que «el siste-
que la existencia de los carismas no excluye la función de la ma presbiteral, tomado del judaismo, debió aparecer relativa-
presidencia 2 ". mente pronto en las comunidades judeo-cristianas, empezando
En las comunidades judeo-cristianas de Palestina, tal como por Jerusalén. Este sistema fue adoptado por unas Iglesias del
nos las describe Lucas, sobre todo en los Hechos, aparecerán área geográfica de las misiones paulinas (epístolas pastorales,
más desarrolladas las estructuras comunitarias, y más perfilados primera de Pedro). Pero esta evolución no fue universal, ni uni-
los ministerios «ordenados». El libro de los Hechos habla poco forme. El sistema atestiguado en Hebreos parece diferente, y los
de «ministerio», pero menciona diversas figuras ministeriales: escritos joánicos lo ignoran. La preponderancia de profetas y doc-
los «apóstoles» (28 veces), los «ancianos» (10 veces), los «pro- tores pudo durar bastante tiempo en ciertas Iglesias (cf. Hch 13,
fetas» cristianos (4 veces), los «maestros» (13,1), los «episco- 1-3; Mt)».
pos» (20,28), los siete (6,1-6) y un «evangelista» (21,8)30. Nos fi- Sea como sea, lo cierto es que el último eslabón neotesta-
jaremos en aquellos que más nos interesan para el tema. La elec- mentario de este desarrollo nos lo muestran sobre todo las Car-
ción de los Siete '(Hch 6,1-6) en la comunidad de Jerusalén, para tas Pastorales35. En ellas son consatables varios fenómenos: es-
que atiendan las necesidades de los «helenistas», prueba que hay tamos al final del siglo, y la situación eclesial ha cambiado; los
ya una forma reconocida en la comunidad para encomendar un ministros tienden a convertirse de itinerantes (apóstoles, pro-
ministerio, según la cual se dan estos elementos: elección, por fetas, doctores) en sedentarios; los apóstoles van desaparecien-
parte de la comunidad, presentación a los apóstoles, oración, do; el horizonte del final escatológico se aleja; la Iglesia se
imposicón de manos, encomienda pública de una función 31 . Aun- «instala» y comienza a pensar en serio en su organización; la
que Lucas «no quiere presentar aquí la institución de un orden, institución «presbiteral» de las Iglesias judeo-cristianas se ex-
sino la organización de un ministerio particular para una situa- tiende a las pagano-cristianas; hay una preocupación por estable-
cinó especial» que reclama la necesidad de la Iglesia de Jerusa- cer «presbíteros» en todas las ciudades. Se habla, en verdad, de
lén 32 , el dato es significativo. unos ministerios ordenados: «presbyteroi», «episkopoi», «diako-
También se refiere el libro de los Hechos a los «ancianos»
(presbyteros) de Jerusalén en tres ocasiones (11,30; 15,2-16.4; (33) Ibid., 205.
(34) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el N. T.,
(29) Cf. COMISIÓN INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA, Le ministére sa- 274-275.
cerdotal, 63-65. (35) Cf. C. SPICQ, Les Epitres pastorales, París 1969; N. BROX, Die
(30) A. GEORGE, Los ministerios según el libro de los Hechos: J. DE- Pastoralbriefe, Ratisbona 1969; A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de
LORME, 196. l'Église, Cerf, París 1971, 123-138. M. GUERRA, Problemática del sacerdocio
(31) No nos detenemos en la cuestión de las funciones que se les en- ministerial en las primeras comunidades cristianas: en Teología del Sacerdo-
comendó a los elegidos: servicio en las mesas de los pobres, servicio de la cio, I, 9-92; ID., Ministerios de los directores locales y supralocales de las
predicación... Cf. A. GEORGE, Ibid., 202-203. comunidades cristianas según el N.T. y los Padres Apostólicos: en Teología
(32) fbid., 203-204. del sacerdocio, XI, 7-86.
182 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 183

noi»; y se nos describe con detalle la forma de institución, la — Respecto al término «diakonos» ( = servidor) no lo uti-
ceremonia de investidura para el ejercicio de tales ministerios. liza Tito, sino Timoteo (1 Tm 4,5-6), y probablemente no im-
plica todo lo que técnicamente se ha significado con este
Dejando de lado otras cuestiones, expliquemos los ministe- nombre. Es probable que no existieran en todas las Iglesias,
rios ordenados que aparecen y su forma de institución en estas sino sólo en los grandes centros. Se nos describen sus cua-
comunidades. A partir del vocabulario empleado: presbíteros- lidades (1 Tm 3,8-12), pero apenas aparecen determinadas
episcopos-diáconos, se ha pretendido encontrar aquí los tres gra- sus funciones 39 .
dos jerárquicos del ministerio ordenado. La exégesis nos permite
afirmar lo siguiente: Respecto a la ceremonia o rito se dice, en la primera a
Timoteo: «No malogres la gracia (charisma) que tienes, la
— Los términos empleados se utilizan ya en el mundo griego cual se te dio en virtud de una profecía con la imposición
y judío 36 . Es muy probable que la institución judía de los de las manos del colegio de presbíteros» (1 Tm 4,14). Y en
«presbytéroi» esto en la base de su función en la Iglesia. otro lugar: «Te exhorto que avives la gracia (charisma) de
Mientras «prosbyteros» significa «anciano», «episkopos» de- Dios que reside en ti por la imposición de mis manos» (2 Tm
signa una función: la de vigilar. 1,6; 1 Tm 1,18; 6-12). Como se ve, se señalan los siguientes
elementos fundamentales:
— l o s dos términos «presbyteros-episkopos» parecen de-
signar a las mismas personas, al describirlas de modo pa- • La «imposición de manos» es el rito principal: la realiza
recido y atribuirles funciones semejantes. Por otro lado el apóstol movido por la inspiración profética (Hch 13,1-3),
«episkopos» suele nombrarse en singular, lo que indica cier- y sigue el rito judío para transmitir la dignidad de «anciano»
ta distinción. Era un momento de evolución de vocabulario, u ordenación rabínica40.
y aunque «el título de «presbítero» sigue siendo el nombre
» La «profecía» que se pronuncia «sobre» el candidato.
tradicional, el de «episcopo» se va imponiendo para desig-
Consiste probablemente en una oración litúrgica oficial
nar al presidente de la comunidad»37.
(cf. Hch 13,3; 14,23) 41.
— Los documentos contemporáneos de las pastorales ates- » La «profesión de fe» en presencia de los testigos, que
tiguan que las Iglesias eran gobernadas por un colegio de consistía probablemente en la recitación de alguna fórmula
«presbíteros», llamados también «episcopos-diaconos», «vi- de fe, a la que puede aludir 1 Tm 6,12: «combate el buen
gilantes y ministros», o bien residentes. El episcopado mo- combate de la fe» (Cf. 1 Tm 1,18).
nárquico aparecería más tardíamente, quizás con Ignacio de
Antioquía (segunda mitad de! s. II) 38 . • Y como don que se significa: el «carisma de Dios» (2
Tm 1,6) o el Pneuma que Dios concede para cumplir el ser-
(36) Cf. A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de l'Église, 17-35, vicio ministerial que se encomiende42.
donde dice como conclusión: «Presbyteros» era ya un término técnico de fun- «Las cartas pastorales interpretan la imposición de manos
ción en el mundo griego y más aún en el mundo judío; es probable que este
último uso se encuentre en el origen de la institución de los «presbytéroi»
como una investidura de las funciones apostólicas. Lo que en
cristianos. Por el contrario, las palabras «episcopos» y «diáconos», aunque vida de los apóstoles no era la mayoría de las veces otra cosa
se utilicen para designar a los titulares de ciertas funciones, parecen no refe-
rirse a una institución específica y es poco probable que sean términos téc- II. III...Sobre el testimonio de San Ignacio de Antioquía, hoy están sometidas
nicos de función» (p. 34-35. Cf. también G. DIX, Le ministere dans l'Église an- a revisión crítica sus Cartas, y se tiende a datarlas más tardíamente. Cf.
cienne, 83-96, donde estudia el «tránsito de las instituciones judías a las ins- R. JOLY, Le dossier l'lgnace d'Antioche, Bruselles 1979; G. DIX, Le ministere
tituciones cristianas, mostrando que los «presbíteros» judíos son revestidos dans l'Église ancienne, 97-109.
de nuevas funciones cristianas. (39) Cf. A. LEMAIRE, Los ministerios en la Iglesia, 109-111. J. COLSON,
(37) ID., Los ministerios en la Iglesia: J. DELORME, 106-107; Cf. M. GUE- La fonction diaconale aux origines de l'Église, 35 ss.
RRA GÓMEZ, Episcopos y presbíteros, Burgos 1962, A. SAND, Anfange einer (40) Cf. K. H. RUBY, La notion d'ordination dans la tradition juive: LMD,
Koordinierung verschiedener Gemeindeordnúngen nach den Pastoralbriefen: 102 (1970), 30-56.
en J. HAINZ, Kirche im Werden, Schoningh, München 1976, 225-231. (41) Cf. E. COTHENET, Prophetísme et ministere: LMD 107 (1971), 29-50.
(38) Estos documentos son la Didache, XV, 1-2; La Carta de Clemente (42) A. LEMAIRE, Los ministerios en la Iglesia: J. DELORME, 101-103;
Romano a los Corintios, XXI, 6; XLII, 4-5...; El Pastor de Hermas: Visiones, ASAMBLEA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 35.
184 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 185

que un sello personal, adquiere en la nueva situación de la Igle- tiempo, las funciones esenciales del ministerio apostólico: pre-
sia, tras la muerte de los apóstoles, el carácter de rito y de dicación del evangelio y enseñanza, servicio de gobierno... La
institución. Aquella concesión de delegaciones prácticas de que forma de los ministerios todavía no está estructurada en sus
los apóstoles se servían para poder atender al gobierno de las detalles, pero una cosa es cierta: todos los ministros tienen
diversas comunidades cristaliza en la imposición de manos como conciencia de que el fundamento esencial de su ministerio es la
acto oficial de otorgamiento de poderes. Los ministerios ecle- continuidad con el ministerio de los apóstoles y, a través de
siásticos están ligados al ministerio apostólico, no sólo por la éstos, con el de Cristo. Los apóstoles son los prototipos que
continuidad fáctica de funciones, sino también por la continui- marcan a los sucesivos ministros el camino a seguir en el cum-
dad del mandato, de la autorización y del envío» 43. plimiento de sus funciones y en su conducta personal»45. La exis-
Se trata, pues, de una verdadera «ordenación», que habilita tencia de ministerios ordenados en la primera comunidad, nos
para ejercer una determinada función en la Iglesia, confiere dig- da la pauta para una comprensión de la relación carisma-institu-
nidad y autoridad (1 Tm 3,1-8; 4,12), compromete con la misión ción, ministerios-comunidad, ministros-funciones ministeriales,
(1 Tm 4,14), otorga al ordenado la facultad de imponer las manos ministerio-sacerdocio... que deberemos tener en cuenta a lo lar-
a otros (1 Tm 5,22), de manera que el ministerio apostólico se pro- go de nuestro estudio.
pague por las comunidades. Pero esta «ordenación», a la que se
le puede atribuir un carácter «sacramental», en cuanto supone c) La dimensión sacerdotal del ministerio ordenado:
el don del Espíritu por el signo de la imposición de manos, no Hemos constatado la existencia del «ministerio ordenado»
puede ser calificada igualmente como «ordenación sacerdotal». en el Nuevo Testamento. Pero también hemos visto que a este
Esto parece «excluido por la referencia al rito rabínico, y por ministerio no se le puede calificar sin más de «sacerdotal», pues-
tanto, a una función de enseñanza, y no a las instituciones sacer- to que no se le atribuyen expresamente unas funciones cultuales-
dotales y cultuales del judaismo» 44 . sacerdotales. Más aún, está claro que el Nuevo Testamento evita
Las funciones que se atribuyen a estos ministros confirman aplicar el término «sacerdocio» (hierateuma), «sacerdote» (hie-
esta apreciación. En primer lugar, como función prioritaria se se- reus) en el sentido cultual-sacrificial-mediador a cualquier tipo
ñala el ministerio de la Palabra, la enseñanza, la interpretación de ministros. Sólo se aplica el término «sacerdote» a dignatarios
fiel del Evangelio, la lucha contra las falsas interpretaciones, la judíos y paganos, pero nunca a los responsables de servicios o
salvaguarda de la verdadera tradición [1 Tm 3,2; 4,2-5; 4,16; funciones instituidos o no dentro de la Iglesia 46 .
2 Tm 1,13 s.). ¿Quiere decir esto que hay que negar el carácter o dimen-
En segundo lugar, se resalta su función de «presidir» y «go- sión sacerdotal del ministerio? Si Cristo ha mandado a sus após-
bernar» (1 Tm 3,5; 5,17). Revestidos como están de autoridad mo- toles continuar su misión, y esta misión tiene una vertiente
ral en el seno de las comunidades, los «presbíteros-epíscopos» sacerdotal, ¿en qué medida se expresa en el Nuevo Testamento
deben «ser capaces de gobernar su propia casa» (1 Tm 3,5), de- y qué puesto ocupa en el ejercicio del ministerio ordenado?
ben de «saber conducirse en la casa de Dios» (1 Tm 3,15), deben ¿Quiso Cristo incluir las funciones sacerdotales en la misión y
velar por la buena marcha de la comunidad. los poderes dados a la Iglesia para la extensión de la salvación
a todos los hombres? Para responder a estas cuestiones trata-
Y en tercer lugar, se indica también, de algún modo, su res- remos con brevedad y sucesivamente del sacerdocio en el An-
ponsabilidad litúrgica: a ellos les compete organizar la plegaria tiguo Testamento, del sacerdocio de Cristo, del carácter sacer-
litúrgica (1 Tm 2,1-15), la ayuda a las viudas [5,3-16), el estable-
cimiento de presbíteros en las comunidades (5,22), la excomu- (45) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 39.
nión de quienes no obedecen sus amonestaciones (Tit 3,10). (46) Cf. J. COLSON, Ministre de Jésus-Christ ou le sacerdoce de l'F.van-
De todo lo dicho se puede sacar la siguiente conclusión: gile, 111 ss.; H. SCHLIER, Die neutestamentliche Grundlage des Prleternmtos:
"Tras la muerte de los apóstoles surgen en la Iglesia unos mi- en A A . W . , Der priesterliche Dlenst, 81-114; H. KÜNG, Sacerdotes ¿para qué?,
38-40; J. M. R. TILLARD, 'La qualité sacerdotales du ministére chrétlen: Nou-
nisterios que van continuando en las comunidades, a través del velle Revue Theologique 95 (1973), 481-514; B. SESBOÜE, Ministerio y sacer-
(43) Ibid., 35. docio: J. DELORME, 437-445; A. VANHOYE, Test! del Nuovo Testamentl sul
sacerdozlo, 1-4.
(44) J. MOINGT, Services et lieux d'Église, III, 378.
186 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 187

dotal del apostolado, del sacerdocio de todo el pueblo de Dios por los pecados del mundo entero (ls 53,5-12), llegando a ser el
y, finalmente, de la dimensión sacerdotal del ministerio orde- verdadero mediador de la reconciliación entre Dios y su pueblo.
nado 47. El sacrificio que Dios quiere, no es el sacrificio material, sino el
el espiritual: el de la vida y el amor49.
El sacerdocio antiguo:
El culto del Tabernáculo, y más tarde del Templo, expresa la El sacerdocio de Cristo:
consagración perpetua de todo el pueblo de Israel al Dios vivien- Cristo ejerció un servicio sacerdotal-mediador a lo largo de
te, que le ha liberado y salvado, ha hecho con él una Alianza, y toda su vida. Pero, sobre todo, se destaca este servicio allí donde
!e 'ha mandado celebrar la Pascua del memorial salvador de gene- se habla de la entrega de sí mismo, de su sacrificio y su muerte
ración en generación (Ex 13.24). Todo el pueblo tenía un carácter en la Cruz (1 Co 5,7; Me 10,45; 14,24; Le 22,19; 1 P 1,18-19)50.
sacerdotal, que debía expresarse en la vida y la fidelidad, en la Aunque expresamente se diga que Cristo da su vida en sacrifi-
alabanza y el culto. La elección de sacerdotes permitirá que esta cio (cf. Ef 5,25), ninguno de estos textos emplea la palabra
dimensión se exprese social y visiblemente, se manifieste en «sacerdote» para designar a Cristo que se sacrifica. Sin duda, se
cultos y ritos. quiere con ello indicar la diferencia con el sacerdocio levítico. Je-
sús es un sacerdote distinto. Un sacerdote, que asume la función
Pero este sacerdocio se expresa también en algunos perso-
del «Siervo suficiente», que se convierte en víctima sacrificada,
najes privilegiados. Entre ellos destaca Moisés, quien, en la
que se da a sí mismo en don perfecto (cf. Jn 17; Le 24,51), que
unidad de su persona, asume la diversidad de mediaciones, que
cual «buen Pastor» está dispuesto a dar la vida por sus ovejas
más tarde se encontrarán repartidas entre diversas personas:
(Jn 10,4-16, realizando así el verdadero culto en «espíritu y en
reyes, sacerdotes, profetas. Moisés, siendo mediador entre Dios
verdad» (Jn 4,23).
y su pueblo, ejerce una verdadera función sacerdotal (Ex 24,6-8) *.
Cabe señalar también, un «sacerdocio real», personificado Será, sin embargo, la Epístola a los Hebreos la que hable y
en la monarquía davídica, depositaría de las promesas divinas reflexione de modo explícito sobre el sacerdocio de Cristo 51 . Se-
(cF. 2 S 7,8-16). La imagen del rey-sacerdote, que ejerce una gún esta carta, Jesús no desciende de familia sacerdotal (8,4),
función mediadora entre Dios y su pueblo (1 R S. 14-66; 2 R 23, pero es llamado por Dios para ser Sumo Sacerdote (2,17; 5,5).
1-3) encuentra su máxima expresión en Melquisedeq (Sal 110,4). Esta vocación la cumple, no ofreciendo sacrificios y oblaciones
como los sacerdotes de Aaron, sino ofreciendo su propia vida,
Pero será la tribu de Leví la que, por una vocación y llamada de un modo obediente y libre, en sacrificio (10,5-9). La novedad
particular desempeñará el «sacerdocio levítico» o la función me- del sacerdocio de Cristo consiste en la entrega total de sí mismo
diadora entre Dios y su pueblo, sobre todo a través del culto y de hasta la muerte, o en el «disponer sobre sí mismo mediante un
la ley (Nb 6,24-27; Lev 1 ss.). Precisamente las limitaciones de absoluto dejar disponer a Dios sobre sí»; en la identidad entre
este sacerdocio, con sus liturgias sacrificiales- penitenciales y el sacerdote y la víctima en la eficacia expiatoria, justificadora y
su ritualismo, harán surgir la esperanza de un nuevo sacerdocio
escatológico, como lo anuncian los Profetas (Jr 31,14; 14,7-9; (49) Cf. A. GEORGE, Sacerdocio: en Vocabulario de Teología Bíblica, Her-
Ez 40-48; ls 25,6; MI 3,1-4). der, Barcelona 1967, 722-728; J. RATZINGER, Opíer, Sakrament und Priestertum
Será e! sacerdocio que encarne el Siervo de Yavé, quien, in der Entwiklung der Kirche: Catholica 26 (1972), 108-125.
(50) Las expresiones más significativas: «Nuestra Pascua, Cristo, ha si-
con su obediencia, su entrega, su sacrifico y su muerte, expiará
do inmolada» (1 Co 5,7); las menciones a la sangre (Rm 3,5; 5,9; 1 P 1,18-19);
la entrega «por nosotros» (Jn 6,51; 10,11.15); la designación como «cordero
(47) Cf. ASAMBLEA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal,
de Dios» (Jn 1,19)... Cf. J. RATZINGER, Opfer, Sakrament und Priestertum,
39 ss. tenemos en cuenta los puntos de esta excelente exposición del docu-
Ibid.; A. FEUILLET, Le sacerdoce du Chrlst ef de ses ministres, Parfs 1972.
mento sobre el tema. Y nos guiamos sobre todo por los estudios de A. VAN-
(51) Cf. C. SPICQ, Epitre aux Hebreux II, París 1953; J. COLSON, Minis-
HOYE, uno de cuyos mejores resúmenes se encuentra en el librito: El men-
tre de Jésus-Christ ou le sacerdoce de 1'Evanglle, 97-110, 203-5; CH. PERROT,
saje de la carta a los hebreos {Cuadernos bíblicos 19), Verbo Divino, Estella
La Epístola a los Hebreos: J. DELORME, 114-131; A. VANHOYE, Testi del nue-
1980, 57 pp.
vo Testamento sul sacerdozlo, Roma 1976; ID., La structure lltteralre de l'Epi-
(48) COMISIÓN INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA, Le ministére sacer- tre aux Hebreux, Bruges 1962; ID., El mensaje de la carta a los hebreos, Verbo
dotal, 39-43. Divino, Estella 1980.
188 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 189

reconciliadora de su sacrificio en la Cruz (9,12-15; 10,10-22.29...);


en la unidad mediadora de su acción, que atravesando los cielos, entender su ministerio, su servicio al Evangelio, como una ac-
llega hasta Dios {6,19-20; 4,4); en la Alianza nueva que logra es- ción verdaderamente sacerdotal: «...os escribo... en virtud de la
tablecer entre Dios y su pueblo, cumpliendo las promesas (8,8 gracia que me ha sido otorgada por Dios, de ser para los gentiles
ss.; 9, 15; 10,16-22.24); en la unicidad, irrepetibilidad e insupera- ministro de Cristo Jesús, ejerciendo el sagrado oficio del evan-
bilidad de un sacerdocio que es «único», exclusivo e intransferi- gelio de Dios, para que la oblación de los gentiles sea agradable,
ble y dura para siempre (5,6; 7,3.24-27): Cristo es el «sacerdote santificada por el Espíritu Santo» (Rm 15,15-16). Pablo ve en su
según el orden de Melquisedeq», el «pontífice para siempre» predicación del Evangelio, en su acción apostólica, en los signos
que el Espíritu obra por él, en la entrega de su propia vida, una
(6,20)52.
«liturgia sacrificial público-ministerial en favor de! mundo ente-
El sacerdocio de Cristo supera de modo radical el sacerdo- ro... El apostolado es, pues, para Pablo, un ministerio y una obra
cio levítico y lo reemplaza. Rechaza el sistema de separaciones sacerdotal: mediante el servicio al evangelio se actualiza entre
rituales, santifica mediante la acogida, realiza de forma nueva la nosotros el sacrificio de Cristo en la forma de la palabra»55.
mediación. Todas las actitudes sacerdotales verdaderas del Anti-
guo Testamento alcanzan su plenitud escatológica en el único Este apostolado es un «ministerio», una «diaconía» (Rm 11,
sacerdocio de Cristo, que por su novedad supone una cierta rup- 13; 2 Co 3, 7 ss.), que el Apóstol ejerce con la autoridad (exou-
tura, más que con la corriente sacerdotal profunda con las formas sia) que le viene de Cristo y la fuerza del Espíritu (c'harisma), al
concretas de realización53. Si esto es así, hay otra cuestión que servicio de la economía de la salvación (oikonomia), viniendo a
debemos plantear: ¿En qué medida se prolonga y participa este ser una verdadera acción litúrgica (leitourgia) de alabanza a Dios
sacerdocio de Cristo en la Iglesia? ¿Cómo y en qué medida es- y servicio al hombre (1 Co 7, 40; Rm 15,19; 2 Co 4,10 ss.).
tán implicados los «santos» en la mediación de Cristo? ¿Hasta Se trata de un servicio apostólico, que se cumple con el
qué punto es aplicable el término «sacerdocio-sacerdote-sacerdo- anuncio de la muerte y resurreción de Cristo (1 Co 15,1 ss.), en
tal» a otros que no son Cristo? 54 . la proclamación de la reconciliación (2 Co 5,20), en la celebra-
ción de la Eucaristía (1 Co 10-11), en la renuncia y el sacrificio de
El carácter sacerdotal del apostolado: la propia vida (1 Co 9,12 ss.; 7,7; 4,9-13...), Por este servicio se
manifiesta y realiza la misma mediación sacerdotal de Cristo:
El apostolado como participación y servicio a la misión de
«Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el mo-
Cristo, a la salvación, al Evangelio, tiene un carácter sacerdotal,
rir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste
que indica su participación en la obra mediadora de Cristo. Es
en nuestro cuerpo» (2 Co 4,10).
San Pablo, sobre todo, quien pone de relieve este aspecto, al
Pablo aparece, pues, como aquel que a través del apostolado
(52) Como afirma J. COLSON, «Todo el desarrollo de la Carta sobre cumple una función litúrgica. Su sacerdocio es su vida, su litur-
Cristo-Sacerdote responde a la cuestión de la decadencia del sacerdocio ju- gia es su propia existencia evangélica. «La función de Pablo como
dío y de la restauración del valor sacerdotal de un orden escatológico, en la liturgo de sus comunidades no aparece con la claridad que ca-
persona de Cristo-Jesús, elevada progresivamente a la condición sacerdotal bría esperar. Esto se debe principalmente al hecho de que
por la encarnación, la pasión (calificada de «teleiosis»), la muerte en la cruz Pablo ve su misión específica en la predicación del Evangelio, de
y, finalmente, la ascensión, obra ésta que es considerada como el sacrificio tal manera que llega a decir que Cristo no le ha enviado a bau-
del Gran Pontífice de una Alianza Nueva»: Ministre de Jésus-Christ, 99-100.
tizar, sino a evangelizar»56.
(53) Hay diversas opiniones entre los autores sobre si el sacerdocio de
Cristo supone perfeccionamiento y continuidad (v.gr. C. Spicq, Comisión
Internacional), o superación y ruptura (J. Colson, Ch. Perrot, A. Vanhoye)
Cf. Ch. PERROT, La Epístola a los Hebreos, 126-127; A. VANHOYE, El mensaje
de la carta a los Hebreos, 12-16.
(54) Ch. PERROT, Ibid., 125-126. La COMISIÓN INTERNACIONAL dice, (55) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 44.
por su parte: «De las consideraciones precedentes se desprende la conclusión Cf. H. SCHLIER, Die neutestamentliche Grundlage des Priesteramtes, 84 ss.
siguiente: si la Epístola a los Hebreos no permite deducir del sacerdocio de P. GRELOT, La liturgie dans ¡'Escriture: en Liturgie et Vie spirituelle, 1977;
Cristo un ministerio sacerdotal neotestamentario, sí nos permite entrever su E. KÁSEMANN, Gottesdienst ¡m Alltag der Welt: en Exegetische Versuche
posibilidad teológica». und Bessinnungen, Góttingen 1964, 198-204.
(56) Ibid., 47.
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 191
190 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

El sacerdocio del pueblo de Dios: a Dios en cuerpo y alma como «hostias puras e inmaculadas», el
culto «racional» del «servicio vivo, santo, grato a Dios» (Rm
Si el ministerio apostólico está destinado a la Iglesia, si toda 12,1 ss.). En segundo lugar, por las obras de caridad y de justi-
la Iglesia es apostólica, y esta apostolicidad implica un carácter cia, de atención a los «huérfanos y a las viudas» (Hb 10,24; 13,16;
sacerdotal, quiere decir que todo el pueblo de Dios es, de algún Sant 1,26 ss.). En tercer lugar, por medio de la oración y la ala-
modo, sacerdotal, en virtud del nuevo sacerdocio de Cristo. En banza, los cánticos e himnos espirituales (Ef 5,19 ss.). Y final-
este contexto hay que comprender las afirmaciones del Nuevo mente, por el martirio y la entrega de la vida, si preciso fuere
Testamento sobre el sacerdocio del pueblo de Dios 37 . Así cuando (Fil 1,29 ss.) 60 .
se dice en Fp 1,5 ss.: «Al que nos ama y nos ha absuelto de nues-
tros pecados por la virtud de su sangre, y nos ha hecho reyes y La dimensión sacerdotal del ministerio ordenado:
sacerdotes de Dios, su Padre, a él la gloria y el imperio por los
siglos de los siglos, amén». Es claro, en principio, que si el apostolado tiene un carácter
sacerdotal, y el pueblo de Dios participa todo él del sacerdocio
Por tanto, los cristianos somos «sacerdotes», no en virtud de Cristo, también los «ministros ordenados», en cuanto miem-
de nuestro servicio o sacrificio, sino en virtud del sacrificio de bros cualificados de este pueblo, participen de dicho sacerdocio.
Cristo, en la medida en que por nosotros sigue Cristo realizando Si el ministerio sacerdotal de Cristo se continúa en el ministerio
su servicio salvador, asociándonos a su obra (Ap 5,9 ss.; 7,13- apostólico, de modo que el sacrificio de Cristo se presencialice
14). Nuestro sacerdocio no es otro que el único sacerdocio de permanentemente en el mundo, quienes, de modo especial, per-
Cristo, realizándose, prolongándose en y por nosotros. «Cristo, sonifican dicho ministerio apostólico, también encarnarán, de
que es el amén de Dios, dice el amén, que pronuncia la Iglesia. modo especial, su dimensión sacerdotal. Desde el momento en
La Iglesia pronuncia el amén, que es dicho a través de Jesucristo, que los ministros posapostólicos están constituidos según el
y que es él mismo» (cf. Hb 13,15; 2 Co 1.20)58. Es participación modelo de los inmediatos continuadores del ministerio de Cristo
y dependencia del único sacerdocio de Cristo que se manifiesta o apóstoles, hay que admitir para ellos el mismo carácter o di-
de modo especial en la Eucaristía. En ella, al unirse y ser el sa- mensión sacerdotal que se les atribuye a aquéllos.
crificio de la Iglesia el mismo sacrificio de Cristo, resulta que
«el amén de Cristo se convierte en el amén de la comunidad, su Ahora bien, ¿en qué consiste este carácter sacerdotal del
sacrificio en el sacrificio de la comunidad. De donde se deduce ministerio ordenado? ¿Qué tiene de específico que no lo tenga
que el sacrificio neotestamentario no puede ser otra cosa que la ya por su participación del sacerdocio común del pueblo de Dios?
actualización del único sacrificio de Cristo» 59 . En primer lugar, este carácter sacerdotal, hay que entender-
Por todo ello, no es extraño que San Pedro, al hablar del lo positivamente, en cuanto participación, presencialización y
nuevo pueblo de Dios, entiende que éste ha heredado los títulos continuación del mismo y único sacerdocio de Cristo, cuya me-
honoríficos del pueblo de Israel: «el sacerdocio santo» (1 P 2,5), diación «de una vez para siempre» continúa realizándose en la
el «sacerdocio regio» (2,9). Un sacerdocio del que se participa historia. Pero también tiene una connotación negativa, en cuanto
por el Bautismo (1,2), al unirnos al edificio espiritual de la Igle- no significa un transfert a los nuevos ministros de unas prerro-
sia como piedras vivas, cuyo fundamento es la piedra angular: gativas cultuales de los antiguos sacerdotes, sino todo lo contra-
Cristo (2,4-5). rio: su rechazo y, por ende, su ruptura con la exclusividad de
un «cuerpo sacerdotal». «El vocabulario sacerdotal no tiene sen-
Ahora bien, ¿cómo y dónde ejerce su «sacerdocio» el pueblo tido en el campo de las religiones y en su acepción cultual, más
de Dios? En primer lugar, en la vida y por la vida, ofreciéndose que si funciona a manera de prohibición, de exclusión, de clau-
sura: prohibe a todos los otros lo que constituye el privilegio de
(57) Trataremos este punto con más detención en otro momento. Véase unos pocos. Pero aquí (en el Nuevo Testamento, y con la aplica-
los escritos citados en nota 54. Además J. COLSON, Ministre de Jésus-Christ, ción de sacerdotal a todo el pueblo) este sentido ha sido cambia-
119 ss.; G. DE ROSA, Voi siete un sacerdozio regale, Citta Nuova Editrice,
Roma 1979.
(58) H. SCHLIER, Die neutestamentliche Grundlage der Priesteramtes, do) Ibid., 51-52. Cf. P. FERNANDEZ, El término -liturgia'. Su etimología
97. y su uso: Ciencia Tomista 310 (1970), 147-163; F. HAHN, Der Urchristliche Go-
(59) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El Ministerio sacerdotal, 50. ttesdienst (KBW 41), Stuttgart 1969.
192 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 193

do, ya que su modo natural de funcionamiento ha sido invertido. lícito excluirla. Dicha función cultual se realiza en la lógicamen-
Esto significa que el vocabulario sacerdotal, en régimen cristia- te supuesta presidencia de la Eucaristía63, en el Bautismo en el
no, cambia de campo, pasa del registro de lo sagrado-cultual al agua y el Espíritu (Hc'h 2,38; 5,31; Jn 3,1 ss...), en la potestad del
de la santidad ética, del registro de los privilegios rituales al de perdón de los pecados (Jn 20, 22; Mt 18.15-18; Me 2,1-12; Mt 9,
la libre y común racionalidad («culto racional»: Rm 12,1). Por tan- 1-8)... Si bien cabe decir que no es precisamente la celebración
to, el significado de este vocabulario en el cristianismo es nega- de la Eucaristía «lo que otorga a la misión de los «presbyteri» y
tivo: prohibe a algunos el reservarse, a modo de monopolio, aque- «episcopi» su carácter sacerdotal»64, parece debe reconocerse
llo que realmente pertenece a todos. Es preciso colocarse en es- que la reiteración del memorial del Señor, la influencia de la cos-
ta perspectiva para comprender la revolución introducida por tumbre judía que unía la bendición y acción de gracias sobre el
Cristo en el campo religioso» 61 . pan y la copa al que presidía la asamblea, la cualificación sacer-
dotal que según la misma tradición correspondía a quien cumplía
Por tanto, y en segundo lugar, el ministerio sacerdotal no tales funciones... Todo ello, decimos, influyó decisivamente en
debe entenderse, en su esencia, ni como un ministerio «sacral» la toma de conciencia del carácter sacerdotal del ministerio or-
en sentido pagano, ni como un ministerio «profano» en sentido denado cristiano 65 .
religioso, sino como un ministerio sacerdotal «escatológico» en
su sentido salvífico. Y esto significa, que sólo puede entenderse
desde la clave de la misma salvación de Cristo; desde su inser- 2. CONFIGURACIÓN HISTÓRICA DEL MINISTERIO
ción en el mismo sacerdocio de Cristo y las acciones por las que SACERDOTAL
ha cumplido su función sacerdotal, sobre todo la entrega de su
vida en sacrifico, por la muerte en la Cruz. La novedad maravi- El ministerio ordenado ha experimentado, a lo largo de la
llosa del sacerdocio de Cristo es que ha suprimido las barreras y historia, «diversos procesos de evolución, cambios y reformas
separaciones entre los cristianos y Dios: entre el pueblo, el que originan inevitablemente diferencias más o menos acentua-
sacerdote, la víctima, y Dios. Y esto debe ser continuado por el das con respecto a ese núcleo fundamental, cuya validez y valor
sacerdocio de la nueva ley62. normativo permaneció de un modo constante a través de los
En tercer lugar, la dimensión sacerdotal del ministerio, que tiempos» 66 . Del conjunto de eclesiología y cristología, celebra-
tiene por función especial la actualización del sacrificio de Cris- ción litúrgica y acción pastoral, vida comunitaria y piedad popu-
to en el mundo, no debe reducirse a la celebración eucarística de lar, geografía e historia, derecho y jurisprudencia, han ido na-
este sacrificio (aun siendo lo más específico), sino que debe ciendo pluralidad de formas y de estructuraciones del ministerio
realizarse también en la autodonación personal como sacrificio ordenado, que es preciso reconocer y analizar, no sólo para des-
en la vida, en el servicio y amor al prójimo, en la conversión de cubrir lo accidental transitorio y lo esencial permanente, sino
la propia existencia en «sacrificio espiritual», en la entrega per- también para superar los condicionamientos históricos y los
manente a la causa del Evangelio. bloqueos mentales y de concepción, y para impulsar hacia el fu-
turo, con la relatividad y la lucidez que marca lo histórico, las
En cuarto lugar, se manifestará y realizará esta función formas nuevas de realización ministerial que exigen las circuns-
sacerdotal en los actos cultuales que celebren, por los signos y tancias eclesiales. Como bien dice el Documento de Accra, es
en asamblea, el misterio de la salvación. Así como no es lícito
reducir la función sacerdotal a lo puramente cultual, tampoco es (63) Como sabemos, esta presidencia no se afirma expresamente (cf.
Hch 20,7). Pero «se ve sin duda alguna como una cosa natural la relación entra
(61) J. MOINGT, Services et lieux d'Eglise, III, 318-382. De ahí, como predicación y partición del pan. De la situación misma se sigue casi espon-
afirma J. COLSON, que según Hebreos, ni siquiera a los sacerdotes de Leví táneamente que los mismos que presiden la comunidad, «los que trabajan en
que se convertían al cristianismo se les reconociera el carácter sacerdotal la predicación y en la enseñanza» (1 Tm 5,17), sean también los que asuman
procedente de la antigua Ley. El sacerdocio levítico no es más que una som- la presidencia de la celebración de la Eucaristía»: CONFERENCIA EPISCO-
bra, incapaz de representar el nuevo sacerdocio instituido por Cristo: Minis- PAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 56. Volveremos con más detención
tre de Jésus-Christ, 178-79, ID., Los ministerios eclesiales y lo sacral: Conci- sobre este punto.
lium 80 (1972), 502-513. (64) Ibid., 56.
(62) Cf. H. SCHLIER, Die neutestamentliche Grundlage der Priesteram- (65) J. COLSON, Ministre de Jésus-Christ, 176. 207.
tes, 112; A. VANHOYE, El mensaje de la carta a los Hebreos, 54-56. (66) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal. 63.
194 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 195

preciso tener en cuenta que «el único ministerio ordenado... a) La Iglesia primitiva: s. I-VI:
puede ser discernido en las Iglesias bajo formas y según estruc-
Del examen de las fuentes de esta época se desprenden los
turas variadas. La forma que el ministerio ordenado asume en
siguientes resultados fundamentales respecto a la concepción y
una tradición eclesial dada, se debe a la interacción de tres ele-
mentos: a) al dato del mandato de Cristo y de la recepción del la praxis del ministerio ordenado:
Espíritu Santo; b) a la evolución de las estructuras de la so- 1. Hacia una estructura ministerial común: El Nuevo Tes-
ciedad; c) a las respuestas de la Iglesia, conducida por el Espí- tamento sobre todo en las Cartas Pastorales, habla de «episco-
ritu, a la evolución de estas estructuras en el entorno social» 67 . pos-presbyteros-diakonos», sin por ello ofrecer una estructura
fija y establecida del ministerio ordenado. Los testimonios pos-
Teniendo, pues, en cuenta, los criterios hermenéuticos que canónicos más antiguos (s. II): la Didache, Clemente de Roma,
requiere la lectura de la «gramática» de la historia de los minis- la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermes, Ignacio de Antio-
terios eclesiales (contextos culturales y teológicos, valor y den- quía71, hablan de diversas estructuras ministeriales, que difieren
sidad de enseñanzas magisteriales, leyes disciplinares y for- notablemente entre sí 72 . Esto indicaría que «desde el sistema de
mas de vida...), vamos a intentar exponer, de forma breve, las gobierno de los «ancianos» hasta el episcopado monárquico hay
fases de evolución y su sentido, los criterios teológicos o extra- un proceso evolutivo que discurre con poca uniformidad y con rit-
teológicos de fondo que mueven tal evolución 68 , los centros de mo irregular en las diferentes regiones de la Iglesia. La evolu-
comprensión que marcan el sentir de la Iglesia respecto al mi- ción comienza ya a cristalizar en las Cartas Pastorales y culmina
nisterio eclesial, los elementos esenciales que constituyen la en una estructura fundamental definida y estable a finales del
base de una renovación ministerial. Creemos, con E. Schille- siglo II» 73 .
beeckx, que «nuestras preguntas modernas no son de por sí de-
cisivas sin la memoria crítica de todo el pasado eclesial, del cual 2. Un ministerio de y para la comunidad: En los primeros
forman parte... La posibilidad de una respuesta verdaderamente siglos no se concebía, ni una comunidad sin ministerios, ni unos
cristiana se da únicamente en el contexto de una confrontación ministerios sin comunidad. La comunidad interviene en la elec-
crítica entre presente y pasado» 69. En este momento nuestro ob- ción y determinación de sus ministros, pues «el que debe presi-
jetivo no es, como se comprende, examinar con detalle los diver- dir a todos debe ser elegido por todos» 74 . Y sólo los ministros
sos documentos o fuentes de cada fase histórica. Sólo queremos que son llamados desde la comunidad y para una comunidad con-
resaltar, teniendo en cuenta las investigaciones al respecto, aque- creta, pueden ser sus presidentes y sus guías: la «ordinatio» ab-
llos puntos neurálgicos que explican el ritmo y las secuencias soluta se considera nula e inválida 75 . Junto a la imposición de
principales de la evolución de los ministerios 70 . manos (cheirothesia) y el carisma-don del Espíritu (epíklesis),
la primera comunidad considera necesaria la intervención y des-
(67) DOCUMENTO DE ACCRA, El ministerio ordenado, n. 23. tinación del ministro a una comunidad determinada (cheiroto-
(68) E. SCHILLEBEECKX, escribe al respecto: «lo que me interesa, fun-
damentalmente son los criterios teológicos y el significado teológico de la (71) Véase un examen de estos Documentos en J. COLSON, Ministre
praxis eclesial relativa al ministerio a través de los siglos, en unas circuns- de Jésus-Christ, 211-346. También M. GUERRA, Problemática del sacerdocio
tancias históricas concretas. El punto crítico consiste en determinar si... la ministerial en las primeras comunidades cristianas, 11-91; I. OÑATIBIA, In-
praxis ministerial... se ha configurado primariamente sobre la base de crite- troducción al estudio de los Santos Padres sobre el misterio sagrado: Teolo-
rios teológicos, o bien... sobre la base de factores extrateológicos»: La co- gía del sacerdocio, 45-122.
munidad cristiana y sus ministros, 396-397. (72) Mientras la Didache habla de «apóstoles» y «profetas», y parece
(69) Ibid., 396. separar las funciones de gobierno y el ministerio sacerdotal; Clemente de
(70) Como estudios históricos de conjunto, además de A. LEMAIRE, Roma habla de una forma de gobierno colegial, y a quienes lo ejercen les
J. COLSON y E. SCHILLEBEECKX, pueden verse A. MICHEL, Ordre, ordination: llama unas veces «presbíteros» y otras «obispos»; e Ignacio de Antioquía tes-
DTC, XI, París 1932, 1.193-1.405; J. LECUYER, Le sacerdoce dans le mystére timonia de que en Siria se ha impuesto un tipo de obispo entendido en sen-
du Christ (Lex Orandi 24), París 1957; L. OTT, El sacramento del orden (Histo- tido monárquico. Cf. C. DIX, Le ministére dans l'Église ancienne, 97-107.
ria de los dogmas, t. IV, 5), BAC, Madrid 1976; AA.VV., Der priesterliche (73) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 67.
Dienst, 6 tm., Herder, Freiburg 1970 ss.; M. NICOLAU, Ministros de Cristo. (74) LEÓN MAGNO, Ad Anast: PL 54, 634. Cf. H. M. LEGRAND, Sentido
BAC, Madrid 1971; AA.VV., Teología del sacerdocio (Facultad Teológica del teológico de las elecciones episcopales en la Iglesia antigua, l.c, 44-56.
Norte de España), 13 vol. Ed. Aldecoa, Burgos 1969-1982. Especialmente inte- (75) Recuérdese el Concilio de Calcedonia, canon 6: PG 104, 558. Cf.
resante sobre nuestro tema el vol. 1 y el 4.°. C. VOGEL, Vacua manus impositio, l.c, 511-524.
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 197
196 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES

nía)76. Esto demuestra que la Iglesia antigua tiene del ministerio 4. La «vuelta constantiniana» como inicio de una imagen
una concepción fundamentalmente eclesial y comunitaria 77 . nueva: Lo que supuso la conversión de Constantino «no cambió
radicalmente las relaciones entre ministerio y comunidad», pero
3. De la presidencia de la comunidad a la presidencia de la supuso un aumento del número de fieles, un crecimiento «anor-
Eucaristía: En los primeros siglos no se es «ordenado» directa- mal» de comunidades, una modificación de relaciones entre los
mente para presidir la Eucaristía, sino para presidir la comuni- miembros de la comunidad, variaciones «administrativas» impor-
dad, l a función del ministro es sobre todo presidir, instruir, co- tantes, nueva organización de acento más «jerárquico», aumen-
rregir, animar, hacer, crear y edificar la comunidad78. Sin embar- to de los ministros «ordenados» que se reúnen en torno al obis-
go, se destaca una intrínseca cohesión creciente entre ministro po... 82. El obispo local, si bien no puede decirse sin más que que-
de la palabra, dirigente de la comunidad y presidente de la Eu- dara incorporado a la jerarquía del Estado 8 \ sí puede decirse que
caristía 79 . Por eso es normal que el dirigente de la comunidad comenzó a desempeñar un papel importante en la comunidad ciu-
tenga derecho a presidir la Eucaristía de la comunidad, en virtud dadana. En cuanto a los sacerdotes, era frecuente que formaran
del derecho de la misma comunidad a la Eucaristía. «En la Igle- una comunidad colegial en torno al obispo 84 . Aunque se mantie-
sia antigua se da una conexión esencial entre la comunidad y el ne una concepción eclesial y carismática del ministerio, se ini-
dirigente y, por tanto, entre el dirigente de la comunidad y la cia un proceso de «judaización», que segrega al ministerio sa-
comunidad que celebra la Eucaristía» 80. No existe, pues, una con- grado del pueblo; y un proceso de «dogmatización», que absolu-
cepción sacerdotal-cultual-sacral del ministerio, sino más bien tiza una determinada estructura ministerial; y un proceso de in-
una concepción eclesiológica-neumática-funcional, en la que la sistencia en el «poder» y la «dignidad-honor», que margina la
Eucaristía encuentra su puesto central de signo de comunión fuerza del carisma B .
y edificación 81 .
5. Proceso incipiente de «judaización» ministerial: La litera-
(76) Cf. C. VOGEL, Chirotonie et Chirothésie. Importance et relativité tura prenicena, siguiendo el Nuevo Testamento, no suele em-
du geste de l'imposition des mains dans la collation des ordres: Irénikon 45 plear el nombre «sacerdote» para designar a los dirigentes de la
(1972), 7-21 y 207-238.
(77) E. SCHILLEBEECKX, La comcunidad cristiana y sus ministros, 403.
Tan importante era este aspecto que si un ministro, por cualquier motivo, der Gemeinde auf Eucharistie, Paulinus-Verlag, Trier 1978; También C. VOGEL,
dejaba de presidir una comunidad, volvía a ser reducido a «laico» en su Le ministére charismatique de ¡'Eucharistie: AA.VV., Ministéres et celebrations
sentido estricto: C. VOGEL, Laica communione contentus. Le retour du presby- de ¡'Eucharistie (Studia Anselmiana 61), Ed. Anselmiana, Roma 1973, 181-209.
tere au rang des laics: Rev. Se. Reí. 47 (1973), 56-122. (82) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal,
(78) La prioridad de esta función se deduce del análisis del N. T., como 68-69
aparecía tanto en las Cartas paulinas, cuanto en Hechos y en las Cartas Pas- (83) Cf. La tesis de Th. KLAUSER, Der Ursprung der bischdflichen Insig-
torales. nien und Ehrenrechte, Krefeld 1953; E. JERG, Vir venerabilis, Wien 1970.
(79) En esta línea van los testimonios al respecto: En la Didache los que (84) Cf. A. VILELA, La condition collegiale des pértres au III siécle, Beau-
presiden la Eucaristía parecen ser en algunos casos «profetas y doctores» (X, chesne 1971.
7), pero luego se habla de «episcopos» y «diáconos» (XIV) establecidos en ca- (85) P. FRANSEN, Aspectos del proceso de dogmatización del ministe-
da comunidad, para suplir a los primeros, y en vistas a la celebración de un rio: Concilium 80 (1972), 541-545. Así se expresa, por ejemplo, I. OÑATIBIA:
rito eucarístico (J. COLSON, Ministre de Jésus-Christ, 279). Clemente habla de «La crisis montañista, al enfrentar a la «Ecclesia numerus episcoparum» con
«episcopos» y «presbíteros» para presidir la Eucaristía (XLI, 2; XLII, 3-4). Ter- la «Eclesia Spiritus», a la «disciplina» con la «potestas», al ministerio con el
tuliano dice que no se recibe la Eucaristía sino del presidente de la comu- carisma, supervalorando los elementos carismáticos a espensas de los ins-
nidad (De Corona, 3). Ignacio insiste en que contra la voluntad del obispo no titucionales, llevó a los teólogos católicos a insistir en la existencia de un
se puede celebrar la Eucaristía [Ad Smyrn. 8, 1-2). Son numerosos los Padres poder exclusivo de los jerarcas de la Iglesia, olvidando, acaso demasiado, la
que ponen en relación presidencia de comunidad y de Eucaristía. Cf. para tex- gracia o carisma del Espíritu. A partir de esta época, al formular la doctrina
tos J. SOLANO, Textos eucarísticos primitivos, I: Hasta finales del siglo IV, sobre el sacerdocio cristiano, empiezan a ser cada vez más frecuentes ex-
BAC, Madrid 1952. II: Hasta el fin de la época patrística, BAC, Madrid 1954. presiones como «auctoritas», «honor», «dignitas». Nos hallamos ante la prime-
(80) E. SCHILLEBEECKX, Ibid., 409-410, donde dice también: «En cual- ra fase de un proceso que llevará a desviaciones serias»: Introducción al estu-
quier caso, no hay razones bíblicas para establecer una conexión místico- dio de la doctrina de los Santos Padres sobre el ministerio sagrado: en Teo-
sacral del ministerio con la Eucaristía. Lo cual no significa que la Eucaristía logía y sacerdocio, o.c, vol. 1, 116. En el mismo sentido: M. GUERRA GÓ-
no tenga nada que ver con el ministerio». MEZ, Cambio de terminología de «servicio' por «honor-dignidad« jerárquicos
(81) Sobre estas cuestiones y su aplicación actual: AA.VV., Das recht en Tertuliano y San Cipriano, ibid., vol. 4, 295-314.
198 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 199

comunidad. Pero pronto se manifiesta la tendencia a comparar 1. «Privatización» del ministerio: A la concepción más ecle-
a los Apóstoles y sus sucesores con la «taxis» u ordenación je- sial-comunitaria del ministerio en la Iglesia antigua, sucede una
rárquica sacerdotal judía, y a referirse a los ministros aludiendo concepción más privatista del mismo durante la Edad Media 91 .
al sacerdocio judío, y a la clase de los levitas 86 . Así nos encon- La declaración de invalidez de las «ordenaciones absolutas» que
tramos con que, mientras en el período prenicano «sacerdos» se hará el canon 6 de Calcedonia, si bien es ratificada por el Decreto
utiliza en sentido alegórico, e inicialmente se aplica al obispo 87 , de Graciano y Hugo de San Víctor 92 , será modificado por los
a partir del siglo III se extiende el uso también a los sacerdotes, Concilios III y IV de Letrán (a. 1179 y 1198), al interpretarla como
aunque se les llamara «sacerdotes secundi meriti» 88 . Es cierto prohibición de ordenar a un clérigo sin que le sea asegurado un
que esto no significa la pérdida de la dimensión eclesial-comuni- medio suficiente para su subsistencia 93 . La designación, desti-
taria pneumática del ministerio, pero sin duda supone una nota- nación del ministro ordenado a una Iglesia determinada (cheiro-
ble evolución en su concepción teológica: toma importancia la tonia), como título necesario para la ordenación, cede poco a
dimensión sacerdotal-cultual; se comienza un proceso de «judai- poco a la preponderancia de la imposición de manos (cheirothe-
zación» que desembocará en cierto ocultamiento de la novedad sia), como rito suficiente autónomo y eficaz «ex opere operato»
cristiana; nace un cierto concepto «sacral» de ministerio 89 . para dicha ordenación. El ministerio pierde, en parte, su refe-
rencia a la comunidad, se absolutiza la ordenación, se multipli-
b) La Edad Media: s. VMI-XVl: can los clérigos bajo un protector, por el hecho de que la «chei-
rothesia» ha sido realizada conforme a las prescripciones de los
La concepción o imagen del ministerio ordenado sufre cam-
libros litúrgicos oficialmente en vigor 94 .
bios considerables a lo largo del extenso período de la Edad
Media. Simplificando, se pueden concretar en los puntos si- 2. Sacerdotalizacíón y ritualización: El proceso de «sacer-
guientes 90 : dotalización» y «judaización» iniciado en la época patrística cul-
minó en la Edad Media. Estos son los aspectos más reseñables:
al ministro se le llama, para identificarlo, «sacerdote»; los teó-
(86) En Clemente de Roma se percibe ya una tendencia indirecta en
este sentido (J. COLSON, o.c, 215-256). Cipriano muestra una clara predilec-
logos toman la categoría del «sacerdocio» como centro de pers-
ción por la terminología sacrificial vetereotestamentaria (V. SAXER, Vie litur- pectiva de su reflexión sobre el ministerio presbiteral; se justi-
gique et quotidienne a Carthage vers le milieux du III siécle, Roma 1969, fica la ordenación de presbíteros, cuya única tarea es celebrar la
194-302). Ambrosio abunda en comparaciones con los sacerdotes y levitas del Misa 95 ; la tarea y la función del sacerdote se orienta cada vez
A.T. (cf. R. GRYSON, Le préte selon Saint Ambroise, Lovaina 1968). Hipólito más hacia los aspectos litúrgicos-rituales, entre otras razones,
en su Tradición Apostólica compara también al obispo con el sumo sacerdote para vivir y satisfacer las necesidades propias y de los fieles; el
y a los presbíteros con los sacerdotes del A.T. (cf. B. BOTTE, La tradition servicio a la Palabra es relegado, de hecho, a un segundo plano,
Apostolique de Saint Hippolite, o.c). Cf. A. PARRA, El proceso de sacerdota-
el desarrollo creciente de los ritos litúrgicos, y el carácter de la
lización. Una histórica interpretación de los ministerios laicales: Theologica
Xaberiana 28 (1978), 79-100.
piedad y prácticas de la religiosidad popular, coinciden en una
(87) E. SCHILLEBEECKX, Ibid., 409. Sobre la terminología sacerdotal en
esta época: M. GUERRA GÓMEZ, Problemática del sacerdocio ministerial en el sacerdocio ministerial en la Edad Media: en Teología del Sacerdocio, I, 123-
las primeras comunidades cristianas, 67 ss. 154.
(88) Cf. B. BOTTE, Secundi meriti munus: Quest. lit et par. 21 (1936), (91) Cf. E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 415-
84-88. A. VI LELA, La notlon traditionelle des 'sacerdotes secundi ordinis» des 423.
origines au Decret de Gratian: en Teología del sacerdocio, V, 31-66. (92) Decretum Gratiani, I, d. 70, e l ; HUGO DE S. VÍCTOR, De Sacra-
(89) P. FRANSEN, Aspectos del proceso de dogmatización del ministerio, mentís, II, p. 3, c. 2: PL 176, 421. Véanse los textos y un estudio detallado
349-351. En el Documento de la CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA se dice: al respecto en C. VOGEL, Titre d'ordination et lieu du presbytre a la commu-
«sería totalmente ilícito, sin embargo, ver en esta especie de plagio termino- nauté lócale dans l'Église ancienne: LMD 115 (1973), 70-75.
lógico exclusivamente o al menos predominantemente una «sacralización» im- (93) C. VOGEL, Ibid., 77: Concilio de Letrán (1179), c. 5: MANSI, Con-
premeditada o una tendencia a un «ritualismo anticristiano»: El ministerio cilio XXII, 220.
sacerdotal, 70. (94) E. SCHILLEBEECKX, Ibid., 416-417; C. VOGEL, Titre d'ordination, 70-
(90) Cf. Y. M. CONGAR, L'ecclésiologie du haut Moyen-Age, Cerf, París 71.
1968; ID., L'Église de Saint Agustín o l'époque modeme, Cerf, París 1970; (95) Cf. J. JUNGMANN. El sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1963,
M. LÓPEZ MARTÍNEZ, A/oías en torno a la historia de hechos y doctrinas sobre 98-170.
200 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 201

insistencia «sacerdotalista»; en fin, la interpretación clara del 4. Feudalización del ministerio: Las circunstancias políti-
ministerio a la luz del sacerdocio y las formas cultuales-sacrifi- cas, sociales y económicas de la Edad Media, condicionan tam-
ciales del Antiguo Testamento, contribuyen a una imagen con- bién la concepción y configuración del ministerio. Bajo la idea
creta del presbítero 96 . del Sacro Imperio Romano los obispos se convierten en «prínci-
3. Finalización en la Eucaristía: El ministerio sacerdotal tu- pes eclesiásticos» frente a los «príncipes seculares», en una
vo siempre como uno de sus centros principales de referencia, estructuración feudal de la sociedad. «Los simples sacerdotes se
manifestación y realización, la Eucaristía. Si el ministerio es para encuentran desparramados en pequeñas iglesias y capillas rura-
la dirección y edificación de la comunidad, no puede no ser para les, para las que habían instituido prebendas los señores ecle-
la celebración de la Eucaristía, como centro desde el que la co- siásticos o civiles. Su última vinculación con su obispo o con
munidad se edifica 97 . Pero esta perspectiva sufre un cambio, so- la Iglesia local, hasta entonces tan característica de su vocación,
bre todo a partir del siglo XI, al concebir de forma distinta la se descompone en múltiples vínculos de lealtad, que no son to-
función del sacerdote. Los presbíteros son ordenados cada vez dos eclesiásticos y que pueden variar casi tan caprichosamente
más, no al servicio do una comunidad, sino principal y casi ex- como los demás vínculos feudales» m. Por otro lado, el hecho de
clusivamente pnrn celebrar la Eucaristía que, a su vez, viene a aceptar la «ordenación absoluta» sólo cuando el obispo ordenan-
ser «la mlsn prlvndn». A esto contribuyen, entre otras causas, la te se hace cargo del sostenimiento material, viene a interpretar
declaración dol Concilio IV de Letrán de que la Eucaristía puede la destinación a una iglesia («Titulus Ecclesiae») en términos de
sor roallzndn únicamente «por un sacerdote válida y lícitamente beneficio («beneficium») y de dependencia del «señor»105. Con lo
ordenado» 9 \y In convicción de que la Misa es un «opus opera- cual vemos que surge una imagen de ministro condicionada por
tum», unn obrn de purificación y santificación personal que es unas estructuras políticas, sociales y económicas de la época.
preciso repetir' 9 . Esta interpretación «restrictiva» del ministerio, 5. «Dogmatización» sacramental: La Edad Media, con sus
finalizado casi exclusivamente en la Eucaristía tiene serias con- grandes escolásticos, supone desde un punto de vista teológico:
secuencias: «desaparece el nexo con la elección por parte de la la explicitación de la sacramentalidad del ministerio, la profun-
comunidad y la dimensión eclesial de la Eucaristía queda redu- dización de la relación teológica entre ordenación y ministerio,
cida al «sacerdote celebrante» m; por el afán de santificación los la elaboración de una teoría del carácter como elemento ontoló-
monjes vienen a ser «monjes-sacerdotes» que celebran diaria-
mente la Misa 1M; nace un tipo de sacerdote dedicado casi ex-
clusivamente a decir Misas por difuntos, penitentes..., llamados
(104) P. FRANSEN, Proceso de dogmatización del ministerio, 545. Como
los «sacerdotes-lectores» o los «altaristas» m; la Eucaristía, en indica N. LÓPEZ MARTÍNEZ, en esta época, a la multiplicación de las parro-
fin, deja de ser la celebración de la comunidad, para convertirse quias rurales acompaña la multiplicación de sacerdotes, lo cual contribuye a
en celebración privada103... dar más poder al obispo. El sacerdote desta'ca socialmente más que en otros
siglos. Se da un fuerte proceso de mundanización y abundan las lacras de la
«simonía» y la incontinencia, a pesar de las exigencias que se les imponían,
(96) Cf. Los manuales de Liturgia sobre el desarrollo de los ritos: ya en tiempos de los merovingios (s. Vil): «el presbítero tenga más de
A. G. MARTIMORT, La Iglesia en oración, Herder, Barcelona 1964, 511 ss.; 30 años, sea célibe, no use armas, no se dedique a la caza, no preste a inte-
H. A. J. WEGMAN, Geschichte der Liturgie im Westen und Osten, F. Pustet, rés, no forme parte de los tribunales civiles o criminales, no asista a actos
Legensburg 1979, 150-160; A. PARRA, El proceso de sacerdotalización, 80 ss. de tortura, ni a ejecuciones y lleve vestidos distintos a los que usan los
(97) Recuérdese lo dicho anteriormente, cf. nota 96. seglares»: A/oías en torno a la historia, 144.
(98) Concilio IV de Letrán: DS 802. (105) Esta es, como ya indicábamos, la interpretación que bajo Alejan-
(99) C. VOGEL, Titre d'ordination, 78. dro III se daba del canon 6 del Calcedonia (Concilio de Letrán de 1179). Y
(100) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 417, también que ofrecía Inocencio III (1198), quien afirmaba: «Aunque nuestros
donde añade: «El hecho es que un cambio fundamental no obedeció a razones predecesores hayan declarado nulas e inválidas las ordenaciones absolutas...
teológicas, sino más bien a motivos extrateológicos». nosotros, deseando actuar más benignamente, mandamos sólo que los obis-
(101) Cf. A. DE VOGÜE, Le prétre et la communauté monastique dans pos ordenadores, o sus sucesores, aseguren a los ordenados la subsistencia
l'Antiquité: LMD 115 (1973), 61-69. hasta que obtengan un beneficio eclesiástico; y esto, para que no demos la
(102) Cf. J. JUNGMANN, El sacrificio de la Misa, l.c. impresión de ser sordos a las recriminaciones de los clérigos pobres»: Ep. ad
(103) Cf. O. NUSSBAUM, Kloster, Prlestermonch und Privatmesse, Bonn Zamoren. episcopum: Compilatio III antiqua, c. 1. cit. C. VOGEL, Titre d'ordi-
1961. nation, 77.
202 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 203

gico permanente del ministerio, la distinción entre la «sacra po- Por lo demás, se entiende el ordo como un «totum potesta-
testas» o «potestas ordinis» de la «potestas iurisdictionis»... 106 . tivum» es decir, como una totalidad a través del concepto «po-
En cuanto a la definición del orden, Pedro Lombardo ofrece testas»113. Pero, como dice Buenaventura, la «potestas» no se
la siguiente: «(ordinem) signaculum quaedam esse, id est sa- entiende como «praelatio o subiectio», sino como un ser orde-
crum quaedam, quo spiritualis potestas traditur ordinato et offi- nado al servicio de los demás m .
cium»107. Se pone el acento en «signaculum» designando el rito Y este ser ordenado implica, según Santo Tomás, una po-
externo de la ordenación, en cuanto imprime un sello o carácter testad entendida como totalidad integral, es decir, como poder
sacramental y que permanece para siempre en el ordenado m. que afecta a un todo compuesto de diversas partes, tal como su-
Algunos autores, como Alejandro de Ales (1245) añadirán a este cede en el sacramento del Ordo, que abarcando diversos «ordi-
aspecto y al de la «potestas spiritualis» para cumplir la función, nes» forma una unidad integral " 5 . Ahora bien, esta «potestas»
una dimensión más eclesial-eucarística: «Ordo est sacramentum del Ordo se manifiesta, de modo especial, en referencia a la Eu-
spiritualis potestatis ad aliquod officium ordinatum in ecclesia caristía. Es común a todos los grandes teólogos escolásticos la
ad sacramentum communionis» m. Parece que la doctrina del ca- definición del sacerdocio por su relación con la Eucaristía, y la
rácter, según la entendieron los escolásticos, designa la capa- interpretación de la potestas, no en referencia a la dirección y
citación para cumplir una función eclesial, es decir, designa el servicio de la comunidad, sino en referencia a la consagración
«nexo visible entre ecclesia y ministerium...» lo cual empalma- del pan y el vino116. «La antigua relación entre ecclesia y minis-
ría con la antigua concepción del ministerio» no . terium, entre comunidad y ministerio, se convierte en una rela-
En cuanto a la sacramentalidad del Orden era algo induda- ción entre potestas y Eucharistia: una transformación que se
ble para los teólogos de la escolástica clásica y tardía. Pedro ve favorecida por el retroceso del término «corpus verum Chris-
Lombardo lo incluye entre los siete sacramentos de la Nueva ti», que para la Iglesia antigua era la comunidad eclesial, ante el
Alianza, pues en él se cumplen todos los elementos de sacramen- término «corpus mysticum Christi», es decir, el cuerpo eucarís-
talidad, y afirma que cada uno de los siete grados que constitu- tico» 117 . Se invierten los términos en relación con la Iglesia an-
yen el ordo ha de considerarse como sacramento en sentido pro- tigua: antes se ordenaba para presidir la comunidad, ahora se
pio 1 ". En cambio, al episcopado no lo considera como «orden», ordena para celebrar la Eucaristía.
ni como «sacramento», sino sólo como dignidad o cargo, debido
En resumen, la teología escolástica supuso sí, una profun-
a que el obispo no se diferencia del sacerdote en relación con
dización teológica en el Orden como sacramento, pero también
el «poder» sobre la Eucaristía112.
una determinada fijación dogmatizante de la concepción y mode-
lo sacerdotal, que, sobre todo por obra del Magisterio posterior,
(106) Cf. L. HÜDL, Die Geschichte der scholastischen Literatur und der
Theologie der Schlüsselgewalt, Münster 1960; K. J. BECKER, Wesen und Voll-
perdurará hasta nuestros días. La polarización en los aspectos
machten des Prlestertums nach dem Lehramt (QD 47), Freiburg 1970; J. RA- ontológico-rituales y jurídicos, y el considerable olvido de la re-
TZINGER, Opter, sakrament und Priestertum in der Entwicklung der Kirche, ferencia a la comunidad y del servicio a la Palabra en una pers-
108-125; L. OTT, El sacramento del orden, 42-113; N. LÓPEZ MARTÍNEZ, Notas pectiva misionera fueron las grandes limitaciones de esta época.
en torno a la historia, 150-153. El autor piensa que el desarrollo clerical no
acompaña un desarrollo teológico del ministerio, sencillamente porque no
existe un desarrollo correspondiente de la eclesiología (p. 129). como Alberto Magno, Buenaventura, Sto. Tomás, al definir todos al orden
(107) PEDRO LOMBARDO, Sent. IV, 24, 13. sobre todo en relación con la Eucaristía. Cf. L. OTT, 88 ss.
(108) Así entienden los teólogos del s. XII la doctrina de Pedro Lombar- (113) P. HÜNERMANN, Ordo in neuer Ordnung?, I.c, 75-77.
do: PREPOSITINO, Summa: De ordine, q. 1: -ordo est quaedam signaculum, (114) BUENAVENTURA, Líber IV Sent, dist. XXIV, p 1, a 2, q. 2.
quod confertur ordinato, sine quo ese non potest». Cit. L. OTT, 50. (115) SANTO TOMAS, Summa Teol., I, q. 77, a. 1, ad 1.
(109) ALEJANDRO DE ALES, Glossa IV, d. 24, n. 2. Cf. L. OTT, 77-78. (116) Así decía SANTO TOMAS, Summa Teol. III, q. 65, a 3: «Manifestum
(110) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 418- est enim quod sacramentum ordinis ordinatur ad Eucharistiae consacrationem-
419. Como dice el autor, el primer documento oficial que menciona el carácter Y más adelante: «Per sacramentum vero Eucharistiae non deputatur homo ad
sacerdotal es una carta de Gregorio IX dirigida, en 1231, al Arzobispo de Pa- aliquid officium: sed magis hoc sacramentum est finis omnium officiorum».
rís: DS 781 y 825. (117) Cf. Y. M. CONGAR, Corpus Mysticum. L'eucharistie et l'Église au
(111) PEDRO LOMBARDO, Sent. IV, 24, 2. Moyen-Age, París 1949; E. SCHILLEBEECKX, La comunidad y sus ministros,
(112) Ibid., IV, 24, 14. Esta opinión será común entre los escolásticos, 421.
204 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 205

c) Trento y la época postridentina: s. XV1-XX: terial está incluido en la noción de ministerio. Y el minis-
Desde finales de la Edad Media (s. XIV) surge en la Iglesia terio consiste, según el Nuevo Testamento, en alimentar y
una creciente protesta contra el clericalismo reinante en la Igle- sostener la fe por la Palabra y los sacramentos. El ministerio
sia, una contestación de sus usos y abusos rituales, un rechazo no concede ningún poder suplementario. Tiene aquello que
de su papel social. Desde Ockam a Marsilio de Padua, pasando le corresponde por allí donde se encuentre la Iglesia, y se-
por Wicleff y Huss hasta la Reforma, y posteriormente con la gún la necesidad, organizarse para el servicio de Dios.
Ilustración, crece una protesta anticlerical, que dará lugar a nue- — Lutero no rechaza tanto la ordenación en cuanto tal, como
vos planteamientos en la Iglesia. En este contexto debe enten- el concepto católico de ordenación como «consagración para
derse la reacción de Lutero y la concepción de los Reformado- el sacerdocio sacrificial» 120 . El rechazo del carácter sacrifi-
cial de la Eucaristía, tal como se entendía, lleva consigo la
negación de una ordenación para ofrecer dicho sacrificio.
1. Resumen de la concepción de Lutero sobre el ministe- Lutero funda el ministerio, como otros aspectos, en su nueva
1I9
rio : visión de la Iglesia, y en la categoría, existencial no onto-
— El Nuevo Testamento sólo aplica la palabra «sacerdote» lógica, del «interior», de lo «invisible», del «ante Dios»
a Cristo y al conjunto de los bautizados. (coram Deo). Aquello que existencialmente no es decisivo
— En la Nueva Alianza no hay más que un sacerdote, Cristo, puede ser modificado, e incluso suprimido.
que es el verdadero y único mediador ante Dios.
— Todos los miembros bautizados del cuerpo de Cristo son 2. Declaraciones más importantes de Trento sobre el mi-
sacerdotes de forma invisible por la fe. nisterio:
— Los «curas» (clero romano) no son menos sacerdotes que El Concilio de Trento formula las primeras declaraciones ex-
los otros cristianos, pero todo cristiano lo es tanto como plícitas sobre el sacerdocio, movido sobre todo por los ataques
ellos. Desde un punto de vista sacerdotal todos tienen en la de los Reformadores, que iban, no sólo contra los abusos y desór-
Iglesia los mismos derechos y poderes. denes clericales, sin también contra el mismo concepto católico
— El sacramento del orden no existe en realidad, porque de ministerio. Trento tiene una gran importancia por haber dado
no aparece en el Nuevo Testamento. El supuesto sacramento expresión a la «verdad cristiana» en un momento y circunstan-
del orden no es otra cosa que un -cierto rito para llamar a cias concretas, con una intención de respuesta determinada. Pe-
alguien a desempeñar el ministerio eclesiástico. Quienes ro, precisamente por eso, también tiene sus límites. «No expre-
son ordenados sólo para rezar las horas canónicas y para sa la multiforme totalidad de la fe cristiana, sino sólo un segui-
celebrar la Misa, son sacerdotes papistas, pero no sacerdo- miento de la misma, perteneciente a una situación histórica de-
tes cristianos. terminada y, además, privativa de las Iglesias occidentales»121.
La Conferencia Episcopal Alemana resumía la respuesta de Tren-
— La distinción entre sacerdote y laico no se puede apoyar to en los siguientes puntos m:
en ninguna institución divina. Proviene de la ambición y de
un ejercicio de autoridad según el espíritu del mundo. La — «En el Nuevo Testamento existe un sacerdocio visible y
verdadera autoridad, conferida por la Palabra de Dios, es
(120) Lutero mismo creó un Ritual de ordenación, cuyo núcleo lo forma-
la de «ecónomos», «servidores». ban una oración y una imposición de manos. El sentido de esta ordenación es
— La participación en el sacerdocio de Cristo nos viene con- triple: a) La ratificación oficial de la vocación, o llamada de la comunidad
ferida por el bautismo. Pero la Iglesia de Cristo lo ignora. por la autoridad competente, ante la comunidad reunida; b) la misión efec-
Todo lo que hay de válido en la noción de sacerdocio minis- tiva al cargo; c) la bendición para el cargo con la infusión del Espíritu Santo.
Cf. A. LIEBERG, Amt und Ordination bei Luther und Melanchthon: FKDG, G6-
tingen 1962; L. OTT, El sacramento del Orden, 114-121; LUTERO, Obras: Ed.
(118) Cf. P. FRANSEN, Aspectos del proceso de dogmatización del mi-
T. EGIDO, Sigúeme, Salamanca 1977.
nisterio, 547-548.
(121) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad y sus ministros, 397.
(119) Cf. D. OLIVIER, Luther et le sacerdoce ministériel (inédito). Extrac-
(122) El ministerio sacerdotal, 75-79. Véase el mismo CONCILIO DE
to de doctrina en COMISIÓN INTERNACIONAL, Le ministére sacerdotal, 24-27.
TRENTO, Doctrina de Sacramento ordinis, sesión XXIII, 15 de julio de 1963:
Resumimos de esta obra, sobre todo.
DS 1764 ss.
206 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 207

dotado de especiales poderes espirituales en orden a la con- sequilibrio «ministerial»; la supervaloraron del «ministerio»
sagración que tiene lugar en la celebración de la eucaristía sacerdotal frente al sacerdocio de los fieles, de donde resultará
y en orden a! perdón de los pecados en el sacramento de la una separación mayor entre clérigos-laicos y un desconocimien-
penitencia. to real de los «ministerios» de los fieles m. El esfuerzo de Trento
fue considerable. Sus resultados clarificadores. Pero sus conse-
— Este sacerdocio es comunicado en el sacramento del or-
cuencias para un desarrollo teológico y práxico del ministerio
den; un efecto del sacramento es el «signo indeleble» (cha-
dejaron mucho que desear.
racter).
La teología postridentina, quizás con el deseo de desarrollar
— Con el sacramento del orden está esencialmente vincula-
la doctrina conciliar, no logró sino «extremizar» algunos de sus
da la estructura «jerárquica» del ministerio eclesial, funda-
puntos. Pero será sobre todo la espiritualidad sacerdotal poscon-
da en el mandato y el envío de Cristo (y que, por tanto, no
ciliar, cuyo origen ya se encuentra en Josse Clichtove (1472-
puede proceder «de abajo»)»123. 1543), la que influirá en la dogmatización de la idea del sacer-
Trento, si bien en principio se proponía elaborar una «doc- dote 127. Esta espiritualidad será posteriormente desarrollada por
trina» sobre el sacerdocio, dadas las divergencias y discusiones Berulle y toda la escuela francesa, y estará a la base de una
de los Padres sobre cuestiones importantes, se limitó a respon- concepción del sacerdote que perdura hasta el Vaticano II. «En
der a las enseñanzas de Lutero, «dando forma explícita y norma- una sociedad cristiana, ordenada jerárquicamente y regida por
tiva a la conciencia real de la Iglesia» sobre el ministerio 124 . No un poder basado en el derecho divino, el sacerdote, en virtud de
obstante, su insistencia en algunos puntos tuvo gran trascenden- su estado de vida, es segregado del mundo y de los laicos (a los
cia. Tales son, por ejemplo: la conexión o correspondencia casi cuales corresponde ocuparse de la realidad secular... El sacer-
axiomática con que aparecen vinculados «sacrificio» y «sacerdo- docio cristiano viene a ser la prolongación del sacerdocio" leví-
cio», que llevará a un concepto de sacerdocio eminentemente tico en una sociedad teocrática... En esta época es-cuando la ima-
cultual; el acento en los poderes del sacerdote en orden a la gen sacerdotal se hace completamente clerical y jerárquica...
celebración de la Eucaristía y al perdón sacramental de los peca- Así pues, a partir del siglo XVI asistimos a un angostamiento
dos, que conducirá a cierta concepción parcial de la especifici- jurídico propiamente moderno de la imagen medieval del sacer-
dad del ministerio sacerdotal; la definición de un «signo» inde- dote. En el siglo XX, Pío X, Pío XI, y Pío XII contribuyeron en for-
leble o carácter sacramental, que derivará en una comprensión ma destacada a popularizar esta imagen moderna» m.
ontologista del sacerdocio, olvidando su dimensión funcional, y
en una exaltación de su superioridad sobre los fieles, olvidando d) El Concilio Vaticano II:
su relación con la comunidad 13s; la consideración de las órdenes
más como un factor de dignidad o como grados de ascensión al La teología preconciliar se esforzó ya por interpretar y situar
sacerdocio, que conducirá a la desvalorización práctica del prin- las afirmaciones del Concilio de Trento en el marco total y uni-
cipio de funcionalidad; la prioridad de la función cultual-sacra- tario de la tradición de la Iglesia. Los resultados de este esfuer-
mental sobre el servicio a la Palabra (a pesar de llamar a la pre- zo han sido recogidos, en gran parte, por el Vaticano II, cuya
dicación «praecipuum munus»), que tendrá como efecto un de- doctrina quiere ser una continuidad y desarrollo de las enseñan-

(126) Cf. A. GANOCZY, .Grandeza y miseria» de la doctrina tridentina


(123) Es importante que el Documento de la Conferencia Episcopal Ale-
sobre los ministerios: Concilium 8 (1972), 514-526.
mana centre en estos puntos la doctrina de Trento, con intención de relativi-
(127) P. FRANSEN, Aspectos del proceso de dogmatización del ministe-
zar otras afirmaciones o expresiones, v.gr. que hay otras órdenes mayores
y menores, por las que se asciende al sacerdocio; que Cristo «instituyó» el rio, 548.
sacerdocio; que hay que aceptar la unción y otras ceremonias usuales del (128) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 422-
rito; que la Jerarquía, «instituida por ordenación divina», conste de obispos, 423. La Constitución Apostólica *Sacramentum Ordinis' de Pío XII, no cons-
presbíteros y ministros». Cf. L OTT, El sacramento del orden, 121-129. tituyó novedad alguna respecto a la doctrina y espiritualidad precedentes.
(124) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Ibid., 76. 77. Será el último documento de este estilo antecedente el movimiento y cele-
(125) Ibid., 77-84, donde se hace una excelente valoración de esta ense- bración del Vaticano II. Véase más ampliamente sobre estas cuestiones,
ñanza del Concilio. Trataremos en el capítulo siguiente algunas de estas Y. M. CONGAR, el sacerdocio del Nuevo Testamento, misión y culto- en
AA.VV., Vaticano II: Los sacerdotes, Taurus 1969, 272-281.
cuestiones.
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 209
208 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

Dios. «Cristo, por medio de los mismos Apóstoles, hizo partíci-


zas fundamentales de Trento, pero también una renovación des-
pes de su propia consagración y misión a los sucesores de aqué-
de el mejor conocimento de las fuentes. Sin pretender desarro-
llos, que son los obispos, cuyo cargo ministerial, en grado su-
llar aquí todos los aspectos de esta doctrina, vamos a resumir
bordinado, fue encomendado a los presbíteros... que participan
los puntos más salientes 129. de la autoridad con que Cristo mismo edifica, santifica y gobier-
1. Punto de partida cristológico y eclesiológico: A diferen- na a su pueblo» (n. 2). La institución del presbiterado es enten-
cia de Trento, que partía de la Eucaristía para explicar la nece- dida, por tanto, en un amplio marco de relaciones: a Cristo, a la
sidad y el sentido fundamental del sacerdocio, el Vaticano II misión recibida de Cristo, a los apóstoles, a todo el pueblo de
parte de la misión del Padre a Cristo, y de Cristo al pueblo de Dios, a los obispos, al presbiterio (cf. LG 28). Frente a Trento,
Dios en su totalidad: «El Señor Jesús, a quien el Padre santificó que defendía la institución del sacerdocio en la Ultima Cena 13°,
y envió al mundo (Jn 10,36), hace partícipe a todo su Cuerpo el Vaticano II, sin negar el valor de aquella afirmación, pone el
Místico de la unción del Espíritu con que él fue ungido, pues en acento en la misión apostólica recibida de Cristo, renunciando a
él todos los fieles son hechos sacerdocio santo y regio...» (PO 2). la pretensión de fijar el momento de la institución. Por haber
Frente a una opción verticalmente cristológica (el sacerdote re- recibido esta misión o envío de Cristo, a través de la encomienda
cibe los poderes sacerdotales directamente de Cristo) el Vati- especial de la Iglesia, en adelante podrán actuar «en nombre de
cano II prefiere una opción cristológica-neumatológica y eclesio- Cristo» (ibid., n. 1-2).
lógica. El punto de partida para comprender el ministerio sacer-
dotal es el pueblo sacerdotal, y dentro de este pueblo la misión 3. El ministerio presbiteral, un servicio a Cristo y a la Igle-
que le ha sido encomendada, y dentro de esta misión la celebra- sia: La clave de comprensión del presbiterado, no es para el Va-
ción del sacrificio de la Eucaristía: «el mismo Señor... instituyó ticano II el poder («potestas»), sino la diaconía, el servicio («mo-
a algunos por ministros, que en la sociedad de los creyentes po- nus ministerii») (nn. 2,5). Ciertamente, se afirma que «el sacer-
seyeron la sagrada potestad del orden para ofrecer el sacrificio docio de los presbíteros se confiere por aquel especial sa-
y perdonar los pecados» (n. 2). El Vaticano II, aún partiendo de cramento con el que... por la unición del Espíritu Santo, quedan
una visión nueva, se esfuerza por integrar también la perspectiva sellados con un carácter particular» (n. 2). Pero este,«carácter
de Trento («Sacra potestas»), lo que no dejará de conducir a particular» se entiende como uno «configuración con Cristo
ciertas ambigüedades. sacerdote», cuyo objetivo es «obrar como en persona de Cristo
cabeza» (ibid.). Más que como un privilegio o poder ontológicos,
2. Institución del presbiterado y misión apostólica: Trento se quiere considerar el carácter como una representación de
entendía que la función principal para la que el presbítero había Cristo cabeza, como una destinación al servicio de Cristo, como
recibido la potestad sagrada, era ofrecer el sacrificio de la Eu- una capacitación para actuar públicamente «en nombre de Cris-
caristía y perdonar los pecados. El Vaticano II entiende que la to» 131. Por otro lado, al carácter y la gracia del sacramento que
función del presbítero es el cumplimiento de la misión integral proceden de Cristo, se le asignan estas funciones o servicios:
recibida de Cristo, por medio de los apóstoles y sus sucesores, la «gloria de Dios en Cristo»; la edificación de la Iglesia «con
en orden a la edificación, santificación y dirección del pueblo de la autoridad con que Cristo edifica, santifica y gobierna a su pue-
blo»; el crecimiento de la vida cristiana al «recibir los hombres
(129) Véanse los comentarios al Vaticano II, sobre todo a la «Presbyte- consciente, libre y agradecidamente la obra de Dios»; la evange-
rorum Ord¡n¡s>, en AA.VV., Los sacerdotes, o.c, esp. H. DENIS, Teología del lización a todos los hombres, puesto que «Dios les da la gracia
presbiterado desde Trento al Vaticano II, 217-268. Tenemos especialmente en para que sean ministros de Cristo en las naciones, desempeñan-
cuenta este estudio. Otros comentarios: E. TARANCON, El sacerdote a la luz
del Vaticano II, Sigúeme, Salamanca 1966; M. NICOLAU, Sacerdotes y religio-
d o ) DS 1752. Cf. A. DUVAL, L'Ordre au Concite de Trente: AA.W., Etu-
sos según el Vaticano II, Madrid 1968; XXVI Semana española de Teología
des sur le sacrement de l'Ordre, Cerf, París 1957, 461-462.
(1966): El sacerdocio de Cristo y los diversos grados de su participación en
(131) Dice al respecto A. DENIS: «el sacerdote no aparece ya solamente
la Iglesia, Madrid 1969; AA.VV., Dekret über Dienst und Leben der Priester:
como el que preside la Eucaristía en nombre de Cristo, sino que esta situa-
Lexikon für Theologie und Kirche, Herder, Freiburg 1968, 127-140; G. THILS,
ción de presidencia se extiende a toda la misión del sacerdote. El sacerdote
Les ministéres de dírection dans l'ecclésiologie de Vaticano II: Revue de
debe ser signo de Cristo Cabeza para con su Iglesia, en todo lo que hace...
Droit Canonique, 23 (1973], 211-223. VARIOS, Concillo Vaticano II. Comenta-
es la sacramentalización del señorío de Cristo sobre su Iglesia»: La teología
rios sobre la Iglesia, BAC, Madrid 1966; VARIOS, Los presbíteros, a los diez
del presbiterado, 247.
años de la Presbyterorum Ordinis: en Teología del sacerdocio, Vil, 584 págs.
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ÉCLESIAL CONFIGURACIÓN 211
210 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

vida, sino todo lo contrario: en cuanto culminación del sacrificio


do el sagrado ministerio del evangelio, a fin de que sea aceptada
la oblación de las naciones» (ibid., 2). Es, pues, evidente que el personal y colectivo, que encuentra su culmen en el sacrificio de
carácter-gracia del sacramento deben entenderse como don de Cristo. El ministerio sacerdotal será, por tanto, también un ser-
Dios, por Cristo y el Espíritu, para el servicio a Cristo, a la igle- vicio a la Eucaristía.
sia, y a los hombres.
4. La diversidad y complementariedad de las dimensiones 3. SACRAMENTALIDAD DEL MINISTERIO ORDENADO
de la misión: Ya desde el principio intenta el Vaticano II supe-
rar una concepción puramente cultual o sacramentalista del A lo largo de la vida de la Iglesia el ministerio especial u
sacerdote, consagrada, en gran parte, en Trento. Para ello pre- ordenado se ha ido delimitando como un sacramento. Tratamos
senta el ministerio como una participación integral en la misión de profundizar en los diversos aspectos y razones de esta sacra-
de Cristo, sacerdote, profeta y rey, que debe continuarse y rea- mental idad. Tres cuestiones van a centrar nuestra atención:
lizarse de modo especial en el servicio a la Palabra, el servicio a a) ¿Cuál es la relación teológica que existe entre carisma, mi-'
la caridad y el servicio cultual del ministerio sacerdotal (cf. PO nisterio y ordenación? O, con otras palabras, ¿por qué la enco-
6,8,16). La misma secuencia que se propone en el n.2 b: «predi- mienda de un ministerio supone una ordenación pública y sig-
cación apostólica del evangelio» que convoca y congrega al pue-
nificada para el mismo? b) ¿En qué consiste el fundamento
blo de Dios ( = servicio a la Palabra) —*• santificación por el Espí-
antropológico y teológico de la sacramentalidad del ministerio or-
ritu Santo, de manera «que» se ofrezcan a sí mismos como sa-
denado? ¿Qué añade la consagración sacramental del orden a la
crificio viviente, santo, acepto a Dios» ( = servicio en la caridad
desde la vida) —> «consumación del sacrificio espiritual de los consagración creatural-radical de la existencia, y a la consagra-
fieles en unión con el sacrificio de Cristo» que, por manos del ción ontológica-cristiana del Bautismo? c) ¿Cuál es el sentido
sacerdote se ofrece en la Eucaristía... ( = servicio cultual). Esta del llamado «carácter sacerdotal»? ¿Cómo supera; las tensiones
secuencia, decimos, está indicando, por sí misma, que el minis- interpretativas de modo que se evite el puro «ontologismo», y
terio ha de entenderse como la realización integral, equilibrada se supere la simple funcionalidad? Creemos que estas tres cues-
complementaria de estas tres dimensiones de la misión, que si tiones condensan y articulan los puntos decisivos desde los que
bien competen a todo cristiano, encuentran en los portadores del ha de explicarse la sacramentalidad del Orden.
ministerio sacerdotal, una «representación» oficial y especial.
De estas tres funciones, no obstante, se destaca el servicio a la a) Ministerio, carisma y ordenación:
Palabra, que es situado en el primer puesto por el mismo Con- Se entiende por «ordenación» la encomienda a una persona
cilio (cf. LG 28; PO 4). de un servicio espiritual por medio de un acto sagrado jurídico-
litúrgico. La ordenación, en sus diversos niveles, siempre está
5. Centralidad de la Eucaristía en el conjunto de la Misión: destinada a unos servicios concretos a la comunidad. Sin em-
El Vaticano II no ha puesto el centro de la misión, ni la esencia bargo, no siempre se ha expresado o valorado de la misma forma,
del sacerdocio en los poderes para celebrar la Eucaristía. Pero ni siempre 'ha ido unida a la encomienda oficial de una misión 132.
no por eso ha dejado de proclamar la centralidad que la Euca-
¿Qué relación existe entonces, entre ministerio y ordenación?
ristía ocupa en la misión, tanto para el ministro cuanto para todo
el pueblo de Dios. Por eso dice en el mismo n. 2, uniendo el «sa- De la investidura neotestamentaria a los «estados»
crificio espiritual» de los fieles (también del sacerdote), el sa- eclesiásticos:
crificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía: «A esto tiende
y en esto se consuma el ministerio de los presbíteros. Su mi- Como ya señalábamos anteriormente, el Nuevo Testamento
nisterio, que comienza en la predicación evangélica, saca del sa- da testimonio de la existencia de un ministerio ordenado, en el
crificio de Cristo su fuerza y su virtud, y tiende a que «toda la
ciudad misma redimida... sea ofrecida como sacrificio univer- (132] Cf. K. LEHMANN, Das dogmatische Problem des theologischen An-
sal a Dios por medio del gran Sacerdote». La Eucaristía no es lo satzes zum Verstandms des Amtspriestertums: en Existenzproblem des Pries-
principal ni lo único, pero sí es el centro de la vida ministerial ters, München 1969, 130 ss.; J. NEUMANN, Die wesenhafte Einheit von Ordl-
del sacerdote y de la comunidad. No en cuanto separada de la nation und Amt: Priester und La]en Im Dienst der Kirche: en F. KLOSTER-
MANN (ed.), Der Priestermangel und seine Konsequenzen, 95-128.
212 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 213

que se distingue una triple investidura (cf. Hch 1,15-26; 6,1-6; También los Hechos silencian, a veces, la investidura ritual (Hch
1 Tim 4, 14; 2 Tim 1,6). 14,23 ss.). En general, aparece más resaltada la investidura espi-
— La «investidura espiritual», que supone una vocación in- ritual o el carácter carismático del ministerio (1 Tim 1,18; 4,14).
terior e invisible del Espíritu, quien, con sus dones y carismas Es muy probable que la «investidura social» y «ritual» tuvieran
cualifica en orden a cumplir una función al servicio de la co- un cierto desarrollo en la Iglesia primitiva, unido a la preocupa-
munidad y para edificación de la Iglesia (cf. 1 Co 12; 1 Tes 5,19- ción por la continuidad del ministerio. En todo caso, la «ordena-
21). Sin la investidura secreta e invisible del Espíritu, no puede ción» que implicaba la encomienda oficial o transmisión «auto-
existir verdadera investidura social-ritual. Sin la vocación inte- rizada» del ministerio, por la imposición de manos y la oración,
rior que viene del Espíritu difícilmente puede sostenerse la vo- parece ser lo más normal en tiempos de las Cartas Pastorales.
cación exterior que viene de la Iglesia133. Ordenación ésta, que al parecer, no tenía lugar con los «profetas»
o «doctores», sino con los «presbyteros», «episcopos» y «diá-
— «Investidura social», que indica el acto por el cual la conos» m.
Iglesia, por mediación de la comunidad y los que la presiden,
encomienda públicamente el ejercicio de un ministerio, para el Posteriormente, como ya sabemos, además del don del Es-
esrvicio de una comunidad concreta. En la investidura social la píritu se dio especial importancia a la imposición de manos
comunidad con sus jefes es, al mismo tiempo, la destinadora y la (cheirothesiá), pero siempre en orden a indicar la destinación o
destinataria. De ella viene la vocación exterior y la solicitación designación para el cumplimiento de una determinada función
y la encomienda «oficial» de un ministerio. Por ello aparece y en una comunidad concreta (cheirotonia)137. Con el tiempo, sin
es socialmente reconocido lo que internamente se ofrece como embargo, y debido a la influencia del Derecho Romano, se pasó
don del Espíritu (Hch 1,15-26; 6,1-6; 13,1-3) m . a considerar el ordo» como un «estado». Este cambio, ya iniciado
con Tertuliano y Cipriano138, y que suponía una sacerdotalización
— «Investidura ritual», que significa el rito o gesto, consis- que consideraba al ministro ordenado como perteneciente a un
tente sobre todo en la imposición de manos, a través del cual se
expresa y significa de un modo accesible y concreto, tanto la
iniciativa del Espíritu Santo o destinador divino, cuanto la enco- (136) Algunos autores hablan de dos posibles formas de ordenación en
mienda y mediación de la Iglesia o destinador social (cf. 1 Tim el Nuevo Testamento; una la que tiene lugar sobre todo en Jerusalén, bajo
el modelo de la ordenación judía, con el consejo de ancianos, que se basaría
1,18; 4,14; 2 Tim 1,6). «La imposición de manos no crea la misión
en el «rito de entronización» (cf. Núm 11, 16); otra, en las comunidades fun-
que procede del Espíritu y, sin duda, ya está comprometida, pero dadas por Pablo, donde existían diversas formas de ministerio y se imitaría
constituye un reconocimiento eclesial, aparentemente indispen- la organización de las sinagogas, teniendo como rito fundamental la imposi-
sable, de esa misión... El don del Espíritu necesita, por así decir, ción de las manos. Cf. E. LOHSE, Die Ordination in Spátjudentum und im Neuen
ser avalado y celebrado en la Iglesia de una manera institucional. Testament, Gotingen 1951; B. D. DUPUY, Teología de los ministerios: en Mys-
El ministerio permanece ligado a una doble referencia: la del terium Salutis, Cristiandad, Madrid 1969, 473-506, p. 489-490; E. KILMARTIN,
Espíritu y la de la Iglesia como comunidad fundada por Jesu- Ministére et ordination dans l'Église chrétienne primitive: leur arriére-plan ¡uif:
cristo» 135. LMD 138 (1979), 49-92, esp. 49-73. Igualmente G. DIX, Le ministére dans l'Égli-
se ancienne, 26 ss.
No en todos los casos en que se trata del tema en el Nuevo (137) Recuérdese cuanto dijimos anteriormente sobre el canon 6 de!
Testamento aparece con claridad esta «triple investidura». Pablo Concilio de Calcedonia (a. 541).
no alude, a veces, a ningún tipo de investidura social, refiriéndo- (138) Tertuliano (a. 160-220) habla de «ecclesiae ordo», «ordo ecclesias-
se sólo a un consentimiento por su parte (1 Tes 5,12-13; Fil 1,1). ticus», «ordo episcoporum», «ordo sacerdotalis»... Cipriano emplea las pala-
bras «ordinare», «ordinatio» para designar el proceso por el que un candidato
entra en el «ordo ecclesiasticus», que consiste en el acto que manifiesta un
(133) Cf. H. VON KAMPENHAUSEN, Kirchliches Amt und geistliche Voll- mandato y designación al cumplimiento de una función determinada. Cf. Th.
macht in der ersten drei fahrhunderten, Tübingen 1953, 272-291; M. VIDAL, G. RING, Auctoritas bei Tertulian, Cyprian und Ambrosius, 1975, 111 ss.;
Ministerio y ordenación: J. DELORME, 446-453. J. NEUMANN, Die Wesenhafte Einheit von Ordination und Amt, 107-111; M.
(134) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el Nue- GUERRA GÓMEZ, La «plebs» y los «ordines» de la sociedad romana y su
vo Testamento: Ibid., 412-415. traspaso al pueblo cristiano: en Teología del sacerdocio, 253-295; ID., Cambio
(135) B. SESBOÜE, Ministerios y estructura de la Iglesia: J. DELORME, de terminología de «servicio' por «honor-dignidad' jerárquicos en Tertuliano
365. y San Cipriano: Ibid., 295-314.
214 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 215

estado especial, se debe a las siguientes causas: la acentuación neotestamentaria y en la «cheirotonia» de la Iglesia primitiva
de la dignidad de lo espiritual frente a lo mundano139; la concen- debe llevar a una renovación de la ordenación.
tración del saber y la cultura, al menos en gran parte, en los clé-
rigos y los monjes; la acentuación del poder sacro sobre la Eu- Ministerio y ordenación por la imposición de manos:
caristía y los sacramentos: la exaltación de la vida monástica- La ordenación ha tenido en su conjunto como centro de ex-
celibataria como forma ideal de existencia cristiana; el rango y presión ritual la imposición de manos. Pero los autores no se
«prestigio social» que se atribuía a los portadores del ministerio ponen de acuerdo sobre la extensión y el significado concreto de
sacerdotal... 140 . Estas y otras causas llevaron a la afirmación ex- este rito durante los primeros siglos 144. Es posible que en las
plícita que ya recogiera el Decreto de Graciano, de que en la Iglesias no paulinas tuviera lugar un nombramiento o designación
Iglesia hay «dos géneros de cristianos» («dúo genera christia- por palabras y sin investidura ritual. Pero pronto se extendió el
norum»): el uno dedicado al servicio divino, la contemplación y rito de imposición de las manos como parte de la liturgia de
la oración, está constituido por los clérigos, a quienes corres- ordenación. En cuanto a los lugares influenciados por las Iglesias
ponde la función de dirigir y conducir al pueblo a las virtudes paulinas, la imposición de manos es un rito que cobra especia!
cristianas...; y el otro, dedicado a las tareas temporales y cons- importancia en el siglo II, para significar las funciones mayores
tituido por los laicos, a quienes se les permite poseer bienes, institucionalizadas. Posteriormente su unión al don del Espíritu
casarse, poseer tierras, pagar diezmos...»141. Esta distinción-se- y a la encomienda de una función, le confiere valor especial, co-
paración de los dos estados que ha perdurado desde la Edad Me- mo se muestra en la Tradición Apostólica. Pero, según otros
dia hasta nuestros días, fue recogida por el Código de Derecho documentos del siglo III (v.gr. Didascalia de los Apóstoles), su
Canónico en 1918 142, y en parte se ha mantenido en el mismo significado encierra cierta ambigüedad 14S.
Concilio Vaticano II l4 \
C. Vogel14é, por su parte, llega a las siguientes conclusiones,
Sea como sea, la verdad es que la ordenación pasó de ser refiriéndose a la «cheirotonia» y a la «cheirothesia»: La distinción
una investidura de y para la comunidad, a ser un rito para el in- entre estos dos aspectos es un problema propio de Oriente, hay
greso en ol «estado» superior de la Iglesia = el orden de los que inscribirla en el orden jurídico y no litúrgico, y parece no
clérigos. Siempre apareció en la Iglesia la necesidad de una puede utilizarse como punto de partida para una reflexión sobre
ordenación para el ministerio especial. Pero no siempre se com- el sentido del ritual de la imposición de manos. La imposición
prendió y realizó de la misma manera. Creemos que la recupe- de manos, que en Oriente y Occidente se emplea tanto para la
ración de los aspectos centrales incluidos en la «investidura» «cheirothesia» cuanto para la «cheirotonia», tiene una extensión
diferente en un caso y en otro. Mientras en Oriente forma parte
(139) Muchos obispos, desde la época constantiniana, pertenecían a la
nobleza, lo cual contribuyó a un cierto sentido de «superioridad» sobre el
pueblo o los fieles sencillos. Cf. AMBROSIO, De offíciis ministrorum, I, cap. 5. (144) Cf. E. LOHSE, Die Ordination im Spatjudentum und im Neuen Tes-
Cf. G. RING, Auctorltas bel Tertulian, Cyprian und Ambrosius, 204 ss. tament, 101 ss.; G. KRETSCHMAR, Die Ordination im frühen Christentum:
(140) Cf. J. NEUMANN, Dle yvesenhafte Einheit von Ordination und Amt, Freiburger Zeits. für Phil. und Theol. 22 (1975), 48 ss.; K. RICHTER, Ansatze
107-110. für die Entwicklung einer Weiheliturgie in apostolischer Zeit: Archiv für Li-
(141) Decretum Gratlani, c. 7, C 12, q 1. turgiewissenschaft 16 (1974), 44-48.
(142) Para el CIC a los clérigos pertenece dirigir a los laicos y celebrar (145) E. KILMARTIN, Ministére et ordination dans l'Église chretienne
el culto (can. 948). Los clérigos están constituidos por la «jerarquía de orden» primitive, 89 ss. Este autor afirma en las conclusiones: «Podemos concluir,
(obispos, presbíteros, diáconos que han sido ordenados), y por la «jerarquía basándonos en las fuentes del siglo III que, durante el siglo II, el rito de la
de jurisdicción» (Papa, obispos, sacerdotes que han recibido la «missio canó- imposición de manos, allí donde era practicado, no se interpretaba exactamen-
nica»). A los laicos les corresponde sobre todo prestar obediencia y mante- te de la misma manera» (p. 91).
nerse fieles a la jerarquía. (146) C. VOGEL, L'imposition des mains dans les rites d'ordination en
(143) La afirmación de la Lumen Gentium, según la cual el sacerdocio Orient et Occident: LMD 102 (1970), 57-72 (nos fijamos sobre todo en este
de los fíeles se distingue del sacerdocio jerárquico, no sólo en grado, sino artículo); Vacua manus impositio: en Melanges liturgiques (B. Botte), Lo-
en esencia (n. 10); así como el seguir hablando de «sacra potestas» (LG, n. vaina 1972, 511-524; Laica communione contentus. Le retour du presbytre au
27) y de la obediencia que los fieles deben a ios «sagrados pastores, como rang des laics: Rev. Se. Reí. 47 (1973), 56-122: Chirotonie et chirotbesle. Im-
representantes de Cristo» (LG, n. 37), indica una cierta pervlvencia de esta portance et relativité du geste de l'imposition des mains dans la collatlon des
concepción en la Iglesia. ordres: Irenikon 45 (1972), 7-21 y 207-238.
216 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 217

del ritual de todos los «grados», incluso subalternos, de la cle- interpretativo y práctico de sus funciones: la ordenación se con-
ricatura; en Occidente se reserva exclusivamente para la colación sideraba como el presupuesto necesario para toda acción espiri-
de las funciones mayores: episcopado, presbiterado, diaconado, tual-pastoral... Hoy, debido a la renovación eclesiológica del
bastando para las funciones subalternas una bendición. En todo Vaticano II, y a una mejor comprensión de las funciones espe-
caso, puede afirmarse que, desde el siglo III, la imposición de cíficas del ministerio ordenado, es claro que, sin necesidad de
manos acompañada de una fórmula que explica su sentido es un ordenación por imposición de manos, los seglares pueden desem-
rito universal y permanente de la liturgia de la ordenación. Lo peñar muchas funciones antes consideradas exclusivas del sa-
cual no quiere decir ni que haya sido siempre considerado como cerdote. Muchos hombres y mujeres han recibido la encomienda
un gesto absolutamente indispensable 147, ni que se baya acepta- o mandato («missio canónica») para cumplir un ministerio en
do como un rito mágico para la transmisión de órdenes. La or- nombre de la Iglesia y, sin embargo, no han recibido la ordena-
denación no es una simple instalación o entrada en funciones, ción. Y si han sido «instituidos» en su ministerio por algún rito,
como en el caso de la magistratura pública («cónsul designatus»). éste no ha sido la imposición de manos. Ello quiere decir que la
Tampoco es sin más, la elección por parte del presbiterio o de la ordenación por la imposición de manos faculta para unas funcio-
comunidad. Es preciso que a esto acompañe la imposición de nes específicas, pero no supone el acaparamiento de funciones
manos realizada por el obispo(s) y el presbiterio, como signo eclesiales. Los laicos pueden realizar todo aquello que no co-
de que en último término el ministerio no depende de la vo- rresponde, por esencia, al ministerio ordenado, porque es nece-
luntad de la comunidad, sino de la voluntad de Dios 148. sario para mantener su propia identidad evangélica y eclesial, en
orden a expresar la relación algunos-todos que a tal identidad co-
Este puesto o importancia de la imposición de manos en la rresponde 150.
ordenación, explica la centralidad del rito a lo largo de toda la
vida de la iglesia, y en la actual renovación del Ritual de Orde- — En cuanto a la segunda cuestión, parece claro que sin or-
nes ,49. Pero, hecha esta constatación, pretendemos ahora res- denación (investidura «espiritual», «social», «ritual») no se dan
ponder a la siguiente pregunta: ¿quiere decir esto que todo lo las condiciones requeridas para el ministerio especial (obispo,
que tradicionalmente sa ha atribuido al ministro ordenado, por presbítero, diácono). Pero, lo que no parece tan claro es que só-
haber recibido imposición de manos, está vedado también hoy lo éstos hayan de ser considerados como ministerios especiales,
a aquellos que no han sido ordenados, porque no han recibido o que la ordenación por la imposición de manos sea, sin más, la
ninguna imposición de manos? ¿Es posible ejercer un ministerio barrera sacramental divisoria entre el clérigo y el laico 1S1. Cier-
«especial» sin haber sido ordenado? ¿Y es posible ejercer un mi- tamente, hay en la Iglesia determinados ministerios «pastorales»
nisterio de ordenado sin por ello ser incorporado al orden cle- no ordenados (como el del responsable de comunidad, el cate-
rical? quista, el encargado de la acción caritativa...), cuya entidad e
— Respecto a la primera cuestión sabemos que, durante importancia no es menor que el ministerio pastoral de un sacer-
siglos, el ministro ordenado monopolizó en sí las tareas ecle- dote o diácono. Si, por otra parte, la especificidad del ministerio
siales. Al «poder de ordenación» se unía el «poder de jurisdic- ordenado es la «presidencia» de la comunidad, y no se quiere re-
ción» y el poder pastoral. Este constituía, en verdad, un abuso ducir al sacerdote a una función sacramental-cultual- (sobre todo
Eucaristía y Penitencia), parece que habrá que poner a este mi-
(147) Por ejemplo, según el testimonio de Cipriano, la imposición de nisterio en relación mucho más dependiente y abierta con esos
manos se emplea ciertamente para la ordenación del obispo. Pero parece otros ministerios «especiales» no ordenados. Además, supuesta
entenderse como un «signo o expresión no Indispensable de la inteclón de esta mayor comunicación ministerial, ¿no cabría determinar de
investir a un candidato», ya que lo Importante es el mandato eclesiástico: CI-
PRIANO, De Praesc. 32, 2, Ep 55, 8. Cf. C. VOGEL, Cheirotonie et chirothesie,
15-16. (150) Cf. J. NEUMANN, Die wesenhafte Einheit von Ordination und Amt,
(148) C. VOGEL, L'imposition des mains, 67-72. 117-121.
(149) Cf. Ritual de Ordenes, Madrid 1977. En la Constitución Apostólica (151) Estas cuestiones, planteadas ya por K. RAHNER creemos no han
'Pontificalis Romani» se dice, por ejemplo: «Ha parecido necesario dar mayor sido respondidas suficientemente todavía: Ober das Laienapostolat: Schriften
unidad a todo el rito, distribuido en varias partes, y destacar más vivamente zur Theologie II, 1961, 339-373, esp. 342; Weihe im Leben und in der Reflexión
el núcleo central de la ordenación; esto es, la imposición de las manos y la der Kirche: Schriften zur Theologie 14, Venzinger Verlag, Zürich-Einsiedeln-
oración consecratoria» (p. 10). Koln, 1980, 113-130, esp. 128-130.
218 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 219

otro modo la frontera entre ministerio ordenado y no ordenado, Como ya hemos afirmado en otros lugares, no hay en sí opo-
que a partir del sacramento de la ordenación? En realidad, como sición alguna entre Cristo y el Espíritu, entre Encarnación y Pen-
señala K. Rahner, no habría dificultad en que la Iglesia asumiera, tecostés, entre Espíritu e Institución, entre carisma y ordenación
por un rito sacramental, determinados ministerios laicales de im- ministerial. El ministerio supone el carisma, y reclama, al mismo
portancia. Cuando se piensa que en la historia de la Iglesia han tiempo, una ordenación, que lo haga aparecer en la visibilidad
existido ministerios, que en sí eran sacramentales, y que, sin eclesial de modo adecuado. «No podemos saber aquello que
embargo, la teología les negó su sacramentalidad (v.gr. la con- obra el Espíritu Santo más que en referencia a la institución cris-
sagración episcopal en la Edad Media), entonecs es posible pre- tológica, es decir, en dependencia del signo por el que nos es
guntar por qué la Iglesia no podría reconocer hoy esta sacramen- dado» m.
talidad a otros ministerios que no entran en la tríada clásica152.
Pero, es preciso insistir y poner el centro del ministerio, no
— Sobre el tercer punto cabe aducir la opción que expresa tanto en la ordenación, cuanto en el carisma y el don del
J. Moingt 1W : «asi como se puede acceder a una función pública, Espíritu. La autoridad ministerial, si no quiere ser veleidosa o
bien siguiendo una carrera administrativa o por la elección de abusiva, debe ponerse siempre en relación con el carisma. «Si
una asamblea representativa, de igual modo hay dos maneras de se concibe la ordenación como donación de un carisma especi-
acceder a un servicio de Iglesia, y en concreto al ministerio eu- fico y determinado, entonces la autoridad del ministerio no co-
carístico: por agregación a un cuerpo de ministros de la Iglesia, rre el riesgo de avasallar a los demás carismas, anulando la libre
o por la elección de una comunidad y el contrato realizado con y plural floración de la experiencia cristiana» 1SS. Pero si se con-
ella. En el primer caso, la imposición de manos significa la entra- cibe la ordenación como una mera transmisión de poderes, en-
da en el «orden sacerdotal»; pero no en el segundo, ya que deja tonces se corre el peligro de sobrepasar los límites de su ejerci-
al ministro en su rango de laico en el seno de una comunidad, cio, y el sentido de su función al servicio de la comunidad.
siendo su ministerio, en un grado diferente, el signo de comunión
La «ordinatio» no se opone al carisma, sino que lo expresa,
o de presencia de la Iglesia universal en dicha comunidad. La
crea el espacio para su manifestación y reconocimiento eclesial,
cuestión no es saber si es posible ordenar a gente casada... sino
garantiza su autenticidad y concreta su destinación comunitaria.
si se pretende ordenar a gente casada sólo para cumplir las ca-
Entre lo que viene de arriba (carisma) y lo que viene de abajo
rencias del reclutamiento sacerdotal, y para poder enviar a las
(ordenación eclesial) se da, en la actual economía, una mutua
comunidades representantes de la jerarquía, o se admite que ha-
implicación y complementariedad, con tal de que todo sea valo-
ya laicos que lleguen a ser ministros de sus comunidades, sin
rado en su justo nivel. El aspecto pneumático, eclesiológico y
que por ello tengan que ser miembros de un cuerpo externo, y
litúrgico del ministerio contribuyen, cada uno a su nivel, a la ver-
pudiendo compartir en todos los ambientes y niveles la función
dad plena de dicho ministerio. «Sin contradicción entre carisma
y autoridad de los sacerdotes, aun admitiendo una justa distin-
y ministerio (o institución), el carisma ministerial es esencialmen-
ción de responsabilidades y una diferencia de actividades».
te la incorporación u ordinatio, lo cual es a su vez comunitario-
eclesial, penumatológico y sacramental-jurídico. La llamada va-
Ministerio, carisma y ordenación lidez o eclesialidad de la ordenación está vinculada no tanto
La pregunta sobre la necesidad absoluta de un sacramento, (aunque normalmente lo esté) a una acción sacramenta! aislada
recibido en la sucesión histórica de los Apóstoles, para el ejer- (en especial la imposición de manos considerada en sí misma),
cicio válido de un ministerio al servicio de la comunidad, ha sido cuanto a la acción de la comunidad eclesial en su conjunto, es
frecuente en los últimos años. ¿Por qué, se pregunta, es nece- decir, como comunidad apostólica y en comunión con todas las
sario la intervención de la jerarquía por un rito, y no basta la «in- demás Iglesias locales 156.
vestidura espiritual» o el don interno y directo del Espíritu? Se
trata, en una palabra, de poner en claro la relación entre carisma,
ministerio y ordenación. (154) COMISIÓN INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA, Le ministére sacerdo-
tal, 93 <
(152) K. RAHNER, Weihe im Leben und ¡n der Reflexión der Kirche, 129. (155) S. DIANICH, El ministerio sacerdotal entre ritualismo y realidad:
(153) J. MOINGT, Services et lieux d'Église, III, 390-391. Esta referencia Concilium 153 (1980), 359.
no quiere decir que compartamos en todo la opinión que se expresa. (156) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 427.
220 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 221

b) Sacramentalidad del ministerio ordenado: plicarán desde el ministerio sacerdotal de los presbíteros. Los
grandes escolásticos, como Tomás de Aquino y Buenaventura,
La doctrina definida por Trento de que «nadie debe dudar que fundamentarán la sacramentalidad del ordo en su necesidad y
el orden es, en sentido propio, y verdadero uno de los siete centralidad para el cumplimiento y la realización de la misión de
sacramentos de la Santa Iglesia» 157, se encuentra hoy en día con la Iglesia 161. El ordo es sacramento, puesto que en él se dan
la incomprensión de muchos. «Si la sacramentalidad del orden la gracia para el ministerio, y (cosa que no sucede en otros ca-
es puesta en duda, es porque se considera a la Iglesia como una sos) se capacita para la administración de los demás sacramen-
forma de sociedad puramente mundana, y no se entiende, por tos 162. La sacramentalidad se encuentra sobre todo en los grados
tanto, el sentido de un envío transmitido sacramentalmente, ni más altos del «ordo» («ordines maiores»), pero también afecta a
el carácter específico del ministerio que de ahí se deriva» 158. Tra- los grados más inferiores («ordines minores»), ya que también
taremos de explicar brevemente las razones en que se apoya por ellos viene mediada la gracia e imprimido un carácter163. La
esta sacramentalidad, desde una actitud a la vez crítica y reno- concepción del «ordo» como un «totum potestatuum», así como
vadora. la pedagogía-sabiduría divina y la limitación de la capacidad hu-
Ministerio ordenado y reconocimiento sacramental: mana para comprender y asumir de golpe la totalidad del miste-
rio, serán las principales razones con que expliquen esta varie-
Por todo lo dicho anteriormente, tanto respecto al Nuevo dad de «ordines» 164.
Testamento, cuanto respecto a la Iglesia primitiva (Tradición
Apostólica, Didascalia de los Apóstoles, Concilio de Calcedonia, Este carácter sacramental del «ordo» será reconocido tam-
Sacraméntanos...), resulta claro que, si bien no se afirma explí- bién por algunos documentos del Magisterio de la Iglesia, ema-
citamente del orden que es un sacramento, sin embargo, se le nados durante ía Edad Medía. Entre estos destacan 165 eí Conci-
atribuye una estructura claramente sacramental (investidura es- lio IV de Letrán (a. 1215), que en oposición a la senseñanzas de
piritual, social, ritual), y se habla de él con todos los acentos los Valdenses, sostiene que sólo el sacerdote válidamente orde-
propios de lo que más tarde se llamará sacramento (gracia del nado puede hacer («conficere») el Sacramento del altar166; el
Espíritu, misión eclesial, fuerza para cumplir la misión, rito es-
pecífico, re-presentación y naturaleza simbólica...) 159 . (161) Cf. TOMAS, Sum. Theol. suppl. q. 34, a. 1 resp, donde dice:
El hecho de que al ministerio se le llamara «ordo» (Tertulia- «Et ideo, ut ista pulchritudo Ecclesiae non deesset, posuit ordinem, in ea, ut
no, Cipriano) para caracterizar la posición del clero en el pueblo quídam alus sacramenta traderent, suo modo Deo in hoc assimilati, quasi
Deo cooperantes». BUENAVENTURA, L IV sent. dist. XXIV, p. 1, a 2, q 2
de Dios, no quiere decir que como tal ordo se le atribuyera una
resp.: «Hanc autem necesse est poni in Ecclesia propter régimen et decorem,
significación sacramental. Este sentido aparece relativamente qua attenduntur penes ordinem, ut prius visum est, quare debet esije in
tarde, y en concreto hacia el siglo XI. Es en esta época cuando Ecclesia ordo».
comienza a distinguirse entre «ordo» y «dignitas», y cuando co- (162) TOMAS, Sum. Theol. suppl. q. 34, a. 3: «1. Est (sacramentum),
mienza a reservarse la palabra «ordo» para indicar el sacramen- quia ab ómnibus enumeratus Ínter septem Ecclesiae sacramenta. 2. Pt-aete-
to que confiere la dignidad y el poder de celebrar la Eucaristía, rea, propter quod unumquodque, et illud magis. Sed propter ordinem fit homo
más que la dignidad de pertenecer a un «estado» en la Iglesia 160. dispensator aliorum sacramentorum. Ergo ordo habet magis rationem quod
Precisamente por esta referencia directa a la Eucaristía, los di- sit sacramentum quam etiam alia».
versos grados del orden (obispos, diáconos) se definirán y ex- (163) TOMAS, Sum. Theol. suppl. q. 35, a. 2 resp.: «Unde, cum character
sit signum distinctivum ab alus, oportet quod in ómnibus character imprima-
(157) DS 1.766. tur». BUENAVENTURA, L IV Sent., dist. XXIV, p. 2, a. 1, q. 1.: «In ómnibus ordi-
(158) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 90. nibus character imprimitur».
(159) No nos detendremos aquí a examinar los testimonios de los Sa- (164) Cf. TOMAS, Sum. Theol. suppl., q. 37, a. 1. resp. Cf. L. OTT, El sa-
craméntanos de la Iglesia antigua. En ellos aparece como en ningún otro lugar cramento del orden, 88 ss.
este carácter sacramental del ministerio ordenado. Cf. J. M. BERNAL, La iden- (165) Anteriormente se habrán planteado en la Iglesia diversas cues-
tidad del ministerio sacerdotal desde los rituales de ordenación. Balance his- tiones sobre la ordenación, en especial en el caso de los herejes. Así en
tórico: Phase 123 (1981), 203-222. Concilio de Nicea, can. 19: DS 128; Statuta Ecclesia Antiqua, can. 90-93: DS
(160) Cf. HUGO DE SAN VÍCTOR, De sacramentjs, II, 2, 5: PL 176, 419. 326-329; S. GREGORIO MAGNO, Ep. 'Quia caritati nihih ad episcopos lbt>riae:
Cf. Th. KLAUSER, Der Ursprung der bischóflichen Insignien und Ehrenrechte, DS 478; Concilium Lateranense: De ordinationibus simoniacis: DS 691-694.
Krefeld 1953; J. M. BERNAL, Ibid.. 214 ss. (166) CONCILIO LATERANENSE IV, cap. 1. De fide catholica: «Et hoc
222 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 223

segundo Concilio de Lyon (a. 1274), que incluye por primera vez, La teología postridentina seguirá defendiendo y profundi-
como documento magisterial, el ordo como uno de los siete zando en los mismos argumentos de Trento, sin aportar verdade-
sacramentos 167; y el Concilio de Florencia (1431-1447) que, en su ros elementos de progreso. R. Belarmino, Cayetano, Billot... se
Decretum pro Armem's, afirma que la Iglesia es gobernada y centrarán sobre todo en aducir pruebas sobre la institución del
alimentada espiritualmente por el sacramento del ordo, al hacer sacramento, y en las razones acerca de la sacramentalidad de
del sacerdote verdadero administrador de los sacramentos 168. los diversos órdenes m.
En el siglo XVI los Reformadores rechazan la forma de en- En cuanto al Magisterio de la Iglesia, las Encíclicas de los
tender la sacramentalidad del ordo por parte de los católicos, y Papas anteriores al Vaticano II repiten los argumentos clásicos
discuten los criterios desde los que se afirma dicha sacramen- sobre el Sacramento del Orden, desde una visión que pone el
talidad (v.gr. textos de Escritura...). Para ellos no existe un sa- centro en la función sacerdotal-sacramental del mismo 173. Habrá
cramento específico para la consagración sacerdotal, porque que esperar al Concilio Vaticano II m para encontrar una apertura
en ningún lugar del Nuevo Testamento aparece su institución por y progreso teológico que enriquece los fundamentos y dimen-
Cristo. El orden no es un sacramento, sino un rito para selec- siones de la sacramentalidad del Orden: La institución por Cristo
cionar y constituir ministros de la Palabra y los sacramentos. Y se une a la misión apostólica o apostolado; la función cultual
en cuanto a las órdenes menores no pueden entenderse como se equilibra con la valoración de las otras funciones ministeria-
grados escalonados y diversos de un mismo sacramento169. Fren- les, lo específico del sacerdocio no es tanto el poder sobre el
te a estas doctrinas, el Concilio de Trento enseña que el orden cuerpo eucarístico, cuanto la actuación en nombre de Cristo-Ca-
es un verdadero y propio sacramento, instituido por Cristo; que, beza; se propone una nueva organicidad sacramental a partir
además del sacerdocio hay otras órdenes, mayores y menores, del reconocimiento de la sacramentalidad del episcopado; se
por las que se asciende al sacerdocio; que por la ordenación se comprende, en fin, la sacramentalidad en el marco cristológico-
otorga el Espíritu y se imprime el carácter170. Estas afirmacio- pneumatológico y eclesiológico-litúrgico que le da todo su sen-
nes las basa Trento en un eje argumental: puesto que Cristo ha tido... 175 .
instituido la Eucaristía como sacrificio visible, también ha insti- Desde una perspectiva ecuménica la sacramentalidad del Or-
tuido el sacerdocio visible de la Nueva Alianza para el ofreci- den comienza a ser entendida con una actitud de acercamiento.
miento de dicho sacrificio m . Ei «Memorándum» de los institutos alemanes dice que «es una
cuestión de terminología»176. Por su parte, el acuerdo anglicano-
utique sacramentum (altaris) nemo potest conficere, nisi sacerdos, qui rite católico llama a la ordenación «acción sacramental», por la que
fuerit ordinatus, secundum claves ecclesiae, quas ipse concessit Apostolis el don de Dios es conferido a los ministros» 177 . Y el Grupo de
eorumque seccesoribus lesus Christus»: DS 802.
(167) CONCILIO DE LYON II, Sessio IV. Michaelis imp. Ep. ad Grego-
rium: DS 851-861. vocaverimus ordinem sacramentum»: Apología Confessionis, XIII, 7, 11. Cf.
(168) CONCILIO FLORENTINO, Decretum pro Armenis: DS 1.310-1.328. H. SCHOTTE, Amt, Ordination und Sukzession, 166-168.
Entre otras cosas se habla de cómo todos los grados pertenecen al sacramen- (172) Cf. L. OTT, El sacramento del orden, 130 ss.
to, y de la materia y la forma propia del presbiterado, diaconado y subdia- (173) Cf. PIÓ X, Haerent animo: AAS 41, 555-577; PIÓ XI, Ad catholici
conado. sacerdocii: AAS 28, 5-53; PIÓ XII, Mentí nostrae: AAS 42, 657-702.
(169) Cf. H. LIEBERG, Amt und Ordination be¡ Luther und Melancton, (174) LG, n. 11; Presbyterorum Ordinls, esp. 1-3.
26 ss.; L. OTT, El sacramento del orden, 114 ss. (175) Cf. AA.VV., Los sacerdotes (comentario al Vaticano II), Taurus, Ma-
(170) CONCILIO TRIDENTINO, Sessio XXIII: Doctrina de sacramento or- drid 1969, esp. art. cit. de H. DENIS, 217-268.
dinis: DS 1.763-1.796, esp. cañones 1-8: DS 1.771-1.778. (176) Documento: 'El evangelio y la Iglesia», n. 59: «Vemos más clara-
(171) Cf. P. HÜNERMANN, Ordo in neuer Ordnung?, 81-82. En realidad, mente que otras veces que la cuestión de saber si la ordenación es un sa-
es este argumento el que condiciona la negación de la sacramentalidad por cramento es sobre todo una cuestión de terminología».
parte de los protestantes, ya que la discusión se sitúa en el contexto más (177) Declaración: 'Ministerio y ordenación», n. 15: «En este acto sacra-
amplio de la polémica sobre la Misa como sacrificio. Melancton afirmaba mental, el don de Dios es conferido a los ministros, con la promesa de la
al respecto: «Sacerdotium intelligunt adversarii (catholici) non de ministerio divina gracia para su trabajo y santificación... el Espíritu Santo sella a aque-
verbi et sacramentorum alus porrigendorum, sed intelligunt de sacrificio... llos que ha escogido y consagrado... así los dones y llamamientos do Dios
Nos docemus, sacrificium Christi morientis in cruce satis finisse pro peccatis a los ministros son irrevocables. Por esta razón la ordenación es Irrepetible
totius mundi... Si autem ordo de ministerio verbi ¡ntelligatur, non gravatim en nuestras iglesias».
224 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 225

Dombes afirmará, que la ordenación es a la vez: «a) Invocación Según Ra'hner pertenece a una interna y apriorística deter-
de Dios para que dé los dones del Espíritu Santo en vista del minación del hombre la «consagración ontológica y existencial»
ministerio; b) Signo sacramental de la acogida favorable de es- que procede del mismo Dios creador. Hay en el hombre una san-
ta oración por el Señor que da los carismas; c) Acogida por tificación, una consagración, una sacralidad creatural, que pre-
parte de la Iglesia de un nuevo servidor y su agregación al cole- cede a toda consagración eclesial-cultual como condición de po-
gio de los ministros; d) Compromiso del ministro dándose al sibilidad, aunque dicha consagración suponga una aparición en
ministerio que le es confiado» " 8 . En cuanto a los teólogos pro- e! espacio público y social de la Iglesia, y una clarificación por
testantes, las posturas divergen según se trate de evangélicos, las diversas formas y articulaciones que adquiere. Las diversas
luteranos, reformados o anglicanos, e incluso según se trate de consagraciones eclesiales (Bautismo, Confirmación, Orden, con-
una u otra corriente 179 . H. Schütte resume así, por ejemplo, la sagración para funciones determinadas, religiosa, de abades...)
opinión de los teólogos evangélicos: «La ordenación puede lla- no hacen a un hombre consagrado por primera vez, como si antes
marse sacramento, pero según el contenido que se le dé a la pa- de tal consagración existiera en una simple profanidad. Estas
labra «sacramento». Supone la aceptación de un compromiso que consagraciones son más bien un venir-a-aparecer («In-Erschei-
dura para toda la vida y no puede repetirse (carácter para los nung-treten») cultual-eclesial de una consagración, ya existente
católicos). Por la ordenación se pide y comunica el don del Es- desde siempre, que abarca la existencia total del hombre, y nos
píritu Santo. La ordenación se realiza por los ministros ordena- ha sido ofrecida por Dios como autodonación a la libertad del
dos; pero el verdadero ministro de la ordenación es Cristo» ls0. hombre.
La sacramentalidad como «aparición» y «destinación» eclesial- Para un cristiano, toda consagración tiene su base y funda-
histórica de una consagración existencial mento en el Bautismo. El Bautismo es la consagración básica, la
Nos hemos fijado anteriormente en la afirmación y concien- iniciación fundamental, el presupuesto sacramental necesario de
cia de la Iglesia de la sacramentalidad del Orden. Queremos ver cualquier otra consagración eclesial. Pero, esta consagración bau-
ahora cuáles son las raíces creaturales y antropológicas de dicha tismal hay que considerarla, más como la primera y fundamen-
sacramentalidad. Para ello seguimos fundamentalmente la opi- tal «aparición» de una consagración ontológica y existencial pree-
nión de K. Rahner, por considerar que es el autor que más ha xistente, por la gracia de Dios, que como la absolutamente pri-
profundizado en este punto WI. mera consagración que saca al nombre de su profanidad. Esto
no quiere decir que toda eficacia que se atribuye al Bautismo,
(178) Documento: 'Para una reconciliación de los ministerios», n. 35 haya que considerarla como precedente al Bautismo; sino que
Al hablar de «signo sacramental» se cita un texto de Calvino, que dice: «En existe en el hombre una consagración fundamental que le ha
cuanto a la imposición de manos... yo no me opongo a que se la tome por sido concedida por Dios mismo antes de la misma consagración
sacramento, pues en primer lugar es una ceremonia tomada de la Escritura, bautismal; y que tal consagración ontológica-existencial es base
y no es vana, sino que, como dice San Pablo, es un signo de la gracia espi- y no consecuencia de la que sucede en el mismo Bautismo 182.
ritual de Dios»: Institutio christiana IV, XIX, 28. En el último documento
Romano-Católico y Evangélico-Luterano: 'El ministerio ordenado en la Igle-
sia", nn. 32-34, se reconoce que el ministerio especial sucede en la Iglesia, el tema del mismo autor: Priesterliche Exístenz: Schriften zur theologle III,
Einsiedeln 1957, 285-312; Theologische Reflexionen zum Priesterbild von heute
desde el tiempo apostólico, por la imposición de manos y la oración dentro
und morgen: A A . W . , Weltpriester nach dem Konzil, München 1969, 91-118.
de una celebración de la comunidad reunida. Se reconoce la diferencia entre
(182) Esta tesis, como dice el autor, supone una concepción fundamen-
la tradición católica y luterana en llamar a este sacramento o no, dado el
tal determinada de la relación Dios-mundo, de la esencia de la «agraciación»
distinto concepto de sacramento de que se parte. Pero también se afirma que
sobrenatural y de la vocación del mundo, de la esencia de la historia de la
en esta cuestión hay una coincidencia fundamental.
salvación. Rahner muestra cómo hay que entender a Dios, no como un mo-
(179) Véase H. SCHÜTTE, Amt, Ordination und Sukzesslon, 166-172; 190-
mento particular de la totalidad, sino como una presencia permanente en esa
192; J. F. VON ALLMEN, La ordenación ¿es un sacramento? Respuesta pro- totalidad. La revelación e historia de la salvación no son la suma de cada
testante: Concilium 74 (1972), 47-53. P. TENA, La ordenación y el sentido del una de las puntuales intervenciones de Dios desde fuera, en un mundo y una
ministerio en el diálogo ecuménico: Phase 123 (1981), 223-240. historia creados como simplemente profanos, sino que la historia de la sal-
(180) H. SCHÜTTE, Ibld., 419. Responde a lo que antes llama la posición vación es la manifestación espacio-temporal de una autodonación libre y
A, más cercana a la enseñanza católica. gratuita de Dios, que tuvo lugar ya al principio como salvación del mundo
(181) Nos guiamos sobre todo de la última exposición del autor: Weihe desde su más interna centralidad. Ibld., p. 116-120.
im Leben und in der Reflexión der Kirche, I.a, 113-131. Otros escritos sobre
226 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 227

¿Qué «añaden», entonces los sacramentos de consagración de ser cristiano, sino la forma de ser cristiano para aquel que ha
de la Iglesia, y más en concreto el Orden, a la consagración on- sido llamado. En el orden aparece la última verdad de aquella
tológica-existencial de todo ¡hombre en cuanto creado? Estos sa- consagración ontológica existencial que ha sido ofrecida por la
cramentos (Bautismo, Confirmación, en alguna medida, Matrimo- gracia de Dios a la libertad del hombre, en todas partes y desde
nio, y sobre todo Orden), cada uno según su modo específico, siempre.
constituyen al hombre que los recibe en una consagración per-
manente (por eso se pueden llamar «sacramentos de estado»). La ordenación como sacramentalización pluridimensional:
Por una parte suponen un don no existente antes de su celebra-
ción; por otra parte, implican una aparición de la gracia en la Si antes hemos visto cómo el sacramento del Orden es la
visibilidad eclesial, en orden al cumplimiento de una función es- aparición eclesial de una sacramentalidad ontológico-existencial,
pecífica. La consagración de gracia no sucede a modo de un don ahora vamos a ver cómo dicha ordenación es la sacramentaliza-
que es ofrecido a la libertad del hombre siempre y en todas par- ción o expresión simbólica de la gracia ministerial de Cristo
tes (como en el caso de la consagración existencial-ontológica); Cabeza, del ministerio apostólico, de la ministerialidad de la
sino a modo de una oferta que tiene lugar en la visibilidad de la Iglesia entera.
Iglesia, y por ello implica un carácter sacramental. Los sacramen- La Iglesia es sacramento de salvación para el mundo, y aun-
tos de consagración son siempre signos de la interna consagra- que toda ella está llamada a realizar esta misión, encomienda a
cinó existencia! ontológica del hombre, y también ofrecimiento algunos la función especial de animarla y promoverla. «Es com-
eficaz para un crecimiento de la gracia santificadora, es decir, prensible que aquellos bautizados que son llamados a servir en
para una aceptación existencial cada vez más radical de la santi- el desempeño de esta tarea salvífica, en cumplimiento de la vo-
dad fundamental del hombre, desde la libertad. luntad expresa de Cristo, reciban su cargo ministerial mediante
una acción sacramental, entrando así en la línea continua de la
Respecto al sacramento del Orden, hay que decir, desde sucesión apostólica, en la cual está situada la Iglesia entera, y
esta perspectiva, que no es un sacramento por el que el hombre, precisamente por ello de un modo especial el ministerio ecle-
antes profano y no santificado, recibiera una santidad como des- sial» 183. A quien ha sido llamado para desempeñar el ministe-
de fuera, de manera cuasi milagrosa y mágica, que lo segregara rio sacerdotal no le basta, pues, el haber recibido el Bautismo y
en un mundo elitista. Lo que sucede en el sacramento del Orden la Confirmación, ni la simple voluntad o deseo, ni la mera pre-
es más bien la aparición histórica y la especificación social con- paración o disposición personal, sino que necesita el sacramen-
cretizadora, en la dimensión visible de la Iglesia, de una santidad to del Orden ¿Por qué esta necesidad? ¿Qué da el sacramento
y consagración, que, por la voluntad salvífica de Dios, existe ya del Orden que no se tenga sin el sacramento del Orden?
en él desde siempre bajo la forma de ofrecimiento a su libertad.
El signo externo y visible de un sacramento de consagración re- En primer lugar, el Orden es la sacramentalización de la
mite al que lo recibe a la última y más genuina profundidad de gracia ministerial de Cristo Cabeza. Es decir, la expresión de una
su propia existencia, donde él desde siempre (lo haya sabido prolongación personalizada histórico-eclesial de aquel ministe-
reflejamente o no) ha sido un consagrado por la autodonación del rio que Cristo realizó, cumpliendo la voluntad del Padre, y que
Dios santo. El sacramento del Orden llama a esta interna consa- ahora se continúa por la gracia victoriosa de Cristo, que es en
gración del hombre; la implora para hacer de ella una experien- este caso gracia ministerial, en cuanto destinada a la realización
cia de consagración siempre más clara y radicalmente existen- del ministerio apostólico fundamental. Más aún, esta gracia mi-
cial; hace posible que su estado de consagrado aparezca y se nisterial es gracia al servicio de Cristo Cabeza; destinada a ha-
realice en aquella concreción social y aquella especificación sa- cer a los sacerdotes capaces de obrar en nombre de Cristo Ca-
cramental que es propia de su vocación ministerial cristiana. El beza, como afirma el Vaticano II w. Esta actuación representativa
consagrado es un llamado a descubrir siempre de nuevo, y a ha- de Cristo, no se reduce ya a la presidencia eucarística (como
cer fructificar, la profunda experiencia del Espíritu Santo, que diría Trento), sino que se extiende a toda la misión del sacerdote.
comparte con los demás, pero que él ha recibido como misión La gracia ministerial del sacramento del Orden es una gracia que
por el sacramento del Orden. Su función eclesial es la concreta
manifestación para los demás de una consagración fundamental.
1,1 ministerio sacerdotal, no es una función añadida a la misión [183) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 92.
(184) Presbyterorum Ordinis, n. 2.
228 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 229

hace del ministro un «sacramento» permanente de Cristo-Cabeza. esta expresión sacramental sucede en un acto concentrante, ori-
Por eso «ministerio jerárquico es la sacramentalización del se- ginante y referente que es el sacramento del Orden; y el sacra-
ñorío de Cristo sobre la Iglesia»185, es la significación visible y mento del Orden hace de los ministros ordenados-«sacramentos»
la presencialización rememorativa de la única presidencia y ca- permanentes ante la comunidad eclesial, de una misión apostóli-
pitalidad que existe en la Iglesia: la del Señor Resucitado. Esta ca que afecta a todos, y que ha de realizarse por el servicio a la
representatividad se realizará más privilegiadamente en unos Palabra, a la caridad y a la doxología.
momentos que en otros (v.gr. celebración de sacramentos, sobre En tercer lugar, decimos que la ordenación es la expresión
todo Eucaristía), pero es indudable que el «carácter» con que han simbólica eclesial de la ministerialidad de la Iglesia entera. Y
sido marcados en el sacramento tiende a hacer de ellos un sím- esto es así por varias razones: porque el Ordo es una dimensión
bolo permanente del señorío de Cristo presente y actuante en su esencial de la Iglesia, un acto de autorealización de la misma
Iglesia. «El ministerio ordenado representa a Cristo como Ca- esencia de la Iglesia, cuyo valor sacramental se explica desde
beza en la medida en que representa a la Iglesia que reconoce la sacramentalidad de la misma Iglesia l87. Porque el mismo Ordo
la capitalidad de Cristo, de manera análoga a como Cristo repre- es una personificación simbólica de la Iglesia, cuya comunión so-
senta a Dios Padre representando al hombre en cuanto que éste cial reclama una representación pública y una expresión signifi-
reconoce y se acerca al Padre... El ministerio ordenado represen- cante de tal nivel, que sólo puede realizarse por una convocación
ta a Cristo ante la comunidad, en la medida en que representa personal de quienes han sido llamados para representarla 188. Por-
la obediencia de la comunidad a Cristo como Palabra de Dios. que por la ordenación, los ministros vienen a ser signos sacra-
Revelando a la comunidad su condición de dependencia con res- mentales personalizados de una múltiple relación entre Cristo y
pecto a Cristo, revela a Cristo... El ministerio ordenado ha de la Iglesia, entre los ministerios entre sí en Cristo y en la Iglesia.
estar al servicio de esta autocomprensión de la comunidad cris- Los ministros ordenados «significan» a Cristo para la comunidad,
tiana, y no sólo en virtud de sus servicios y funciones, sino tam- muestran la dependencia de la comunidad respecto a Cristo, son
bién en calidad de símbolo» m. como signo memorial permanente de la misión que la comunidad
En segundo lugar, decíamos que la ordenación es la expre- entera ha recibido de Cristo. «En una perspectiva sacramental se
sión simbólica-sacramental del apostolado. El apostolado con- trata menos de reparto y delimitación que de condensación o
cierne y afecta a toda la Iglesia, aunque de forma diferenciada. cristalización simbólicas; de igual modo que la Eucaristía concen-
En este sentido es toda la Iglesia la que está al servicio de la tra en su fuente, por decirlo así, la caridad de la Iglesia para que
misión apostólica, recibida de Cristo, personificada significativa- se extienda más, así la ordenación concentra en la vocación pas-
mente, de modo especial, por los Apóstoles. Pero si el servicio toral de algunos por el Buen Pastor la «mutua solicitud de todos
o misión apostólica da figura sacramental a la ministerialidad de los miembros y su afán por construir el Cuerpo en la fe y el
la Iglesia, esta sacramentalidad se expresa y como concentra de amor»189. Aquí se comprende por qué el ministerio ordenado no
modo privilegiado en aquellos que encarnan, con un especial en- puede entenderse como por encima o al lado de la comunidad,
cargo y responsabilidad, dicho ministerio apostólico. Ahora bien, sino en el interior y desde dentro de la misma. En sí, el ministe-
este mismo encargo o encomienda sucede en un acto sacramen- rio ordenado no añade nada de especial al ministerio de la co-
tal (ordenación), que es para la Iglesia el símbolo originante y re- munidad entera. Pero le presta un servicio absolutamente im-
ferente de una sacramentalidad reconocida y permanente de prescindible y necesario a su ministerialidad, de manera que ejer-
aquellos que han sido ordenados. Con otras palabras, la aposto- ciendo las mismas funciones a un nivel de «sacramentalidad»-re-
licidad requiere una expresión sacramental en quienes la en-
carnan con más responsabilidad para la edificación de la Iglesia; (187) Recuérdese que el problema de la institución de los sacramentos,
\ antes situado en la búsqueda de unas palabras escriturístlcas que la Indicaran,
[185) H. DEN1S, Teología del presbiterado desde Trento al Vaticano II, hoy se plantea y resuelve desde el interior de la sacramentalidad de la misma
247. G. RAMBALDI, «Alter Christus», «in persona Christi», «personara Christl Iglesia, que en cuanto sacramento de Cristo debe tener todo lo que necesita
gerere». Note sull'uso di tale e simili espressloni nel magistero da Pió XI al para realizarse. Cf. K. RAHNER, Iglesia y sacramentos, Herder, Barcelona
Vaticano II e ¡I loro rlferimento al carattere: en Teología del sacerdocio, V, 1964, 82 ss., esp. 103-115.
211-264. (188) Cf. U. VON BALTHASAR, Existencia sacerdotal: en Sponsa Verbi,
(186) D. POWER, Celebración sacramental y ministerio litúrgico: Con- Cristiandad, Madrid 1965, 449-501.
cilium 72 (1972), 179. En el cap. siguiente profundizaremos en este aspecto. (189) M. VIDAL, Ministerio y ordenación: J. DELORME, 449.
230 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 231

presentatividad cualificados, se convierte en un elemento cons- dos» en referencia a la consagración y misión del obispo. Por
titutivo de su misma esencia de comunidad eclesial. ello es lógica la afirmación del Decreto sobre los presbíteros:
«Todos los presbíteros, a la par de los obispos, de tal forma par-
Organicidad sacramental del Orden: ticipan del mismo y único sacerdocio y ministerio de Cristo, que
la misma unidad de consagración y misión requiere su comunión
El sacramento del Orden tiene de específico, con respecto
jerárquica con el orden de los obispos, que de vez en cuando po-
a otros sacramentos, el que constituye una totalidad orgánica sa-
nen muy bien de manifiesto en la concelebración litúrgica, y con
cramental, que se realiza en diversos sujetos y a nivel diverso
ellos unidos profesan celebrar la sinaxis eucarística» m. Según
(episcopado, presbiterado, diaconado), aun permaneciendo un
esta visión, no se trata de poner el origen del sacerdocio, y
único sacramento. Aunque siempre existió en la Iglesia la estruc-
menos la gracia sacerdotal, en el obispo, pues no hay más que
tura ministerial del episcopado-presbiterado-diaconado (junto a
un ministerio sacerdotal, cuya fuente es Cristo. Se trata, más
otras estructuras), no siempre se puso el centro de explicación
bien, de situar los diversos grados ministeriales en aquella uni-
de la sacramentalidad en el mismo grado. Mientras Trento partía
dad orgánica que explica su sentido, sus funciones, su mutua re-
del presbiterado, el Vaticano II partirá del episcopado. Para Tren-
ferencia, en el mismo interior de la misión apostólica, que tiene
to lo fundamental del sacerdocio es el poder de celebrar la Eu-
su origen en Cristo. Los presbíteros son los «colaboradores y
caristía; por tanto el presbiterado es, en alguna medida, todo el
consejeros necesarios en el ministerio de enseñar, santificar y
sacerdocio; y como la tarea sacerdotal ( = cultual) es la central
apacentar al pueblo de Dios» I95 . Ellos tienen, no otra, sino la
en la Iglesia, de ahí que el presbiterado sea también el centro o
misma misión del obispo, que realizan a su nivel, en colaboración
punto de arranque explicativos de todo sacerdocio. Cierto, se re-
y unidad, para la edificación de la Iglesia.
conocen los tres grados del ministerio jerárquico 19°; se afirma
que los obispos son más directamente sucesores de los Apósto-
les; se dice que son superiores a los sacerdotes... Pero, todo c) Ministerio y carácter:
esto, no tanto en razón del sacerdocio o poder sacerdotal (de
Hemos afirmado anteriormente, que se participa en el mi-
consagrar), cuanto en razón del poder de gobernar o por causa
nisterio ordenado por el sacramento del Orden, y que el sacra-
de su jurisdicción especial. Trento no dio respuesta, ni a la cues-
mento del Orden hace del ministro ordenado un signo sacramen-
tión de la sacramentalidad del episcopado, ni al problema de la
tal «permanente» del ministerio original de Cristo, y de la minis-
organicidad sacramental del Orden m.
terialidad fundamental de la Iglesia entera. Pero, ¿en qué medida
El Vaticano II, por su parte, explicará el sacramento del Orden y grado puede afirmarse esta «permanencia»? ¿De qué depende
poniendo como centro, no al presbiterado, sino al episcopado. y hasta dónde se extiende? Plantearse estas custiones supone,
«En Trento el obispo es definido en relación con el sacerdote, sin duda, afrontar de lleno el tema del carácter ministerial, tan
mientras que en el Vaticano II el sacerdote es definido en rela- debatido en los últimos años, y de tanta transcendencia para
ción con el orden episcopal; en Trento, el obispo es superior al comprender la identidad del ministro ordenado l%. En efecto, de
sacerdote, mientras que en el Vaticano II los sacerdotes son coo- la realidad, sentido e interpretación que se dé al carácter depen-
peradores del orden episcopal, «subordinatu gradu», en una úni- de la esencia y consistencia, la permanencia y la duración, la
ca misión» i n . El Vaticano II llega a este planteamiento desde el espiritualidad y funcionalidad del ministerio ordenado. Por mucho
reconocimiento de la sacramentalidad del episcopado 193, lo cual que se pueda relativizar la cuestión del carácter, no es posible
supone la base para una reestructuración orgánica de los «gra- considerar como accidental la aceptación o no de su objetividad
y novedad, de su consistencia y perdurabilidad. De la interpre-
tación del carácter depende, en alguna medida, la imagen, con-
(190) Cf. DS 1.765, 1.772.
(191) Cf. H. DENIS, La teología del presbiterado desde Trento al Vati-
cano II, 254-260. (194) PO., n. 7.
(192) Ibid., 258. (195) Ibid., n. 7.
(193) LG, n. 21: «Este Santo Sfnodo enseña que con la consagración (196) Cf. Y. M CONGAR, Quelques problémes touchant les mlnlstéres:
episcopal se confiere la plenitud del sacramento del Orden, que por esto se Nouvelie Rev. Théol. 93 (1971), 785-800; G. GOZZELINO, Carattere mlnlsterlale
llama en la liturgia de la Iglesia y en el testimonio de los Santos Padres «su- e spiritualitá: Rivista Litúrgica 5 (1976), 652-673. VARIOS, Escritos sobre el
premo sacerdocio» o «cumbre del ministerio sagrado*. carácter sacerdotal: en Teología del sacerdocio, VI, 277 págs.
232 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 233

cepción y configuración del ministerio m. Teniendo esto en cuen- esto no quiere decir que exalte al sacerdote sobre la comunidad,
ta, vamos a estudiar algunos puntos que consideramos de mayor ni que haga depender la eficacia de su acción de la santidad per-
interés para nuestro objetivo: en primer lugar, la enseñanza y sonal. Al contrario, «la doctrina acerca del carácter sacramental
doctrina de la Iglesia al respecto; después las interpretaciones del Ordo no tiende originariamente a destacar la santidad espe-
y planteamientos de la teología actual; finalmente, la valoración cial del sacerdote, sino la permanente diferencia entre ministe-
que nos parece más coherente con las diversas instancias obje- rio y santidad subjetiva»201.
tivas de interpretación.
Durante la Edad Media, los teólogos escolásticos intentaron
profundizar en la naturaleza del carácter, llegando a construir to-
Enseñanza de la Iglesia respecto al carácter ministerial:
do un «sistema ontológico» de aplicación. Se discute si el carác-
La aceptación y desarrollo teológico del concepto de «ca- ter es una realidad visible o invisible. Tomás de Aquino hablará
rácter están envueltas en tal confusión, que apenas es posible de «carácter interior» 202 , pero sin explicar si en esta expresión
seguir su historia 198. El Nuevo Testamento ofrece un punto de incluye o no una realidad física visible y extrasacramental. En
apoyo cuando afirma que los cristianos están marcados con un general, los autores escolásticos, «discordes en determinar la
«sello» (sphragis) que permanece para la vida eterna (2 Co 1,22; naturaleza del carácter, pero concordes en definirlo como «sig-
Ap 7,2-8). La tradición teológica parece encontrar un fundamen- no» (sacramentum) y «realidad» (res), desarrollan sus tesis en
to ilustrativo en la analogía con lo que sucede en el campo pro- términos tales que ponen de relieve lo que hace del carácter
fano o religoso circundante: la sphragis es considerada como una «res», más que un «sacramentum»203. Con todo, parece no se
«signo de reconocimiento» de una propiedad y dependencia (ani- puede negar que, a! menos para los grandes escolásticos, el
males, esclavos, soldados), o también (en el campo religioso) carácter designa el nexo visible entre iglesia y ministerium, si-
como un signo de entrega a Dios o de protección divina. La pra- guiendo el pensamiento de la Iglesia antigua204.
xis eclesial muestra, además, que desde los primeros tiempos hay
El Concilio de Trento, consciente de las divergencias entre
signos sacramentales que no se repiten, como son los «ritos
los teólogos sobre la naturaleza del carácter, se limitó a cons-
bautismales» y el «ministerio ordenado». Pero será sobre todo
tatar lo fundamental, declarando que los tres sacramentos del
San Agustín el que primero formulará con claridad una teología
Bautismo, Confirmación y Orden, confieren un «signo (carácter)
sobre el carácter. «En su lucha contra el donatismo llegó a la
espiritual e indeleble», que comporta la irrepetibilidad de los
conclusión de que los sacramentos del bautismo y el orden, ade-
mismos205. Trento no intenta definir la esencia o naturaleza del
más de conferir la gracia, producen un efecto permanente (sa-
carácter, smo sólo defender su existencia y su cualidad distin-
cramentum permanens) en virtud del cual el creyente es consti-
tiva frente a aquellos que la negaban206, sin por ello pretender
tuido en propiedad de Cristo (signum dominicum) mediante una
«consagración»199. El carácter sacerdotal es para Agustín el sa-
cramento mismo, el signo externo de la ordenación, que tiene lu- no se puede despojar al carácter en San Agustín de su referencia interna,
gar en el interior de la Iglesia y consagra a una misión 200 . Pero como sello interior del alma: Visage nouveau du prétre, 133-134. Un estudio
interesante al respecto: J. R. VILLALON, Sacrements dans l'Esprit. Existence
humaine et theologie existencielle, Beauchesne, París 1977.
(197) G. GOZZEL1NO, Ibid., 652-656. Somos partidarios de no exaltar la (201) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Ibid., 82.
importancia de la cuestión del carácter, ya que existen otros aspectos fun- (202) S. TOMAS, Sent. JV, Dist. 24, 21, y. 2 ad 1. Cf. sobre las opinio-
damentales de comprensión. Sin embargo, al confluir muchos de estos as- nes de autores escolásticos, y en general la evolución de la doctrina del
pectos en el carácter, éste se convierte en pieza interpretativa fundamental. carácter; véanse los estudios de J. GALOT, La nature du caractére sacramen-
(198) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 80. tal, Lovaina 1956; Visage nouveau du prétre, Duculot, Genebloux 1970; Le ca-
(199) Ibid., 81. Los textos en que se apoya esta doctrina: De baptismo I, ractére sacerdotal selon le Concile de Trente: Nouvelle Rev. Theol. 93 (1971),
1, 2; Contra Ep. Parmeniani II, 13, 28, 30; In Joan, tract. 6, 15... 923-946; Le caractére sacerdotal: en Teología del sacerdocio III, 113-132.
(200) E. RUFINI, El carácter como visibilidad concreta del sacramento (203) E. RUFINI, El carácter como visibilidad concreta, 112.
en relación con la Iglesia: Concilium 31 (1968), 111-124; H. M. LEGRAND, (204) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 417-
Carácter indeleble y teología del ministerio: Concilium 74 (1972), 58-63. La 419.
opinión de que Agustín se refiere al signo externo que sucede en el interior (205) DS 1.609. Cf. J. CALOT, Le caractére sacerdotal selon le Concito
de la Iglesia, cuando se refiere al carácter («si characterem... intus habeas») de Trente, 924 ss.
no es compartida por todos los autores. J. GALOT, por ejemplo, defiende que (206) DS 1.767, 1.774. Recuérdese que los reformadores negaban la exls-
234 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 235

exaltar al clero frente a los laicos. La teología postridentina2"7 no dote, que capacita para obrar en su nombre. Estas afirmaciones,
desarrolló de modo especial esta doctrina del carácter, pero sí sin embargo, serán punto de partida suficiente para acercarnos a
llegó a una cierta exaltación de su dimensión ontológica, que la naturaleza o esencia del mismo carácter.
conduciría a los siguientes extremos: a) Acentuar la diferen- Desde un punto de vista ecuménico, los luteranos (que tie-
cia entre clérigos y laicos, pues, de hecho, se utilizó el carácter nen dificultad en aceptar el término), subrayan el aspecto o di-
para consolidar la superioridad de los clérigos sobre los laicos; mensión funcional del carácter, contra una concepción más me-
b) la marginación fáctica del objeto del ministerio, al centrar tafísica u ontológica de los católicos. Pero se considera que, al
toda la atención en la persona del ministro, que posee el carác- practicar la irreiterabilidad de la ordenación, «tienen en la prác-
ter sacerdotal por el sacramento del Orden208. tica algo que corresponde a la doctrina católica del carácter sa-
El Concilio Vaticano II, recogiendo los resultados de las in- cramental»211. El Memorándum alemán señala, por su parte, cómo
vestigaciones teológicas sobre el carácter, se ha esforzado por la mayor dificultad para comprender la doctrina del carácter ra-
situarlo en el marco de una eclesiología y concepción del minis- dica en el convencimiento, por parte protestante, de que con tal
terio nuevos. El sacerdote es considerado como el enviado y doctrina se tendía a considerar al ministro como superior al res-
continuador de la misión de Cristo, que ejerce su ministerio en to de los cristianos, en cuanto que lo hacía perteneciente a la
el interior y para el servicio de la comunidad (no sobre ella por clase sacerdotal212. Este reconocimiento mutuo de las posibles
privilegios especiales), en virtud de una unción del Espíritu que polarizaciones interpretativas abre el camino para una mayor
lo capacita para actuar permanentemente en nombre del mismo comprensión.
Cristo, y en solidaridad con el obispo y los otros hermanos del
presbiterio 209 . En este contexto se entiende el sentido del párra- Interpretaciones teológicas sobre el carácter ministerial:
fo donde más explícitamente habla del carácter sacerdotal: «Por No está en nuestro ánimo el recoger todas las opiniones
eso, el sacerdocio de los presbíteros supone, desde luego, los emitidas sobre el carácter ministerial en los últimos años213,
sacramentos de la iniciación cristiana; sin embargo, se confiere pero sí el sintetizar las grandes corrientes interpretativas que
por aquel especial sacramento con el que los presbíteros, por se manifiestan al respecto. Como bien dice G. Gozzelino, pueden
la unción del Espíritu Santo, quedan sellados por un carácter par- distinguirse dos grupos de opiniones, según sus autores pongan
ticular, y así se configuran con Cristo sacerdote, de suerte que el acento en el aspecto ontológico o en el aspecto funcional del
puedan obrar como en persona de Cristo cabeza»210. carácter. O, con otras palabras, según se dé preferencia a una
Como puede apreciarse, el Vaticano 11 no entra en cuestio- visión «cosmocéntrica» que interpreta lo real desde la preexis-
nes debatidas sobre la naturaleza del carácter, y se contenta tencia de lo objetivo permanente e inmutable (concepción grie-
con afirmar los aspectos fundamentales dentro de un nuevo con- ga); o una visión «antropocéntrica», que interpreta lo real desde
texto: que el carácter sacerdotal está relacionado, pero se dis- la experiencia de la historicidad humana, en constante devenir
tingue del carácter del Bautismo-Confirmación; que la verdad del
carácter tiene su origen, no en una acción humana, sino en la (211) Documento luterano-católico: Encaristía y ministerio, n. 17; Docu-
acción del Espíritu; que supone un sello con particularidad pro- mento: 'El evangelio y la Iglesia; n. 60, donde se dice: «Para defenderse de
pia (no dice en qué medida es externo o interno); y que esta una interpretación metafísica unilateral, muchos de los teólogos católicos po-
particularidad supone una configuración especial a Cristo sacer- nen hoy el acento sobre una concepción más netamente funcional y, por eso,
más aceptable para los luteranos». En el último documento citado: 'Ministe-
rio ordenado en la Iglesia', n. 36-37, se reconoce la doctrina común de la
tencia de una carácter propio del ministerio sacerdotal, que distinguiera a los irrepetibilidad del orden, que es dado «de una vez para siempre» al servicio
sacerdotes de los simples fieles. de la Iglesia. Pero también se Indica el diferente acento de interpretación:
(207) E. DASSMANN, Charakter indelebilis. Anpassung oder Verlegen- más ontológico (católicos), más funcional (protestantes).
heit, Kóln 1973. (212) Documento: 'Reforma y reconocimiento de los ministerios', n 22
(208) H. M. LEGRAND, Carácter indeleble y teología del ministerio, 64, c: «El concepto tradicional de carácter indeleble ha llevado no pocas veces
nota 77. al convencimiento de que el ministro es superior al resto de los cristianos;
(209) Véanse sobre todo los textos: LG 10, 28; PO 2, 5, 6. este falso desarrollo ha de superarse teórica y prácticamente».
(210) PO, n. 2. Cf. LG 21; Ritual de Ordenes, Madrid 1977: Constitución (213) G. GOZZELINO, Carattere ministeriale e spiritualitá, 652-673. Te-
Apostólica, p. 10. nemos muy en cuenta la distinción de opiniones que propone este autor.
236 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 237

y progreso (concepción más moderna) 21\ Esta distinción no puedan obrar como en persona de Cristo cabeza»218. Según Ram-
quiere decir, sin embargo, que todos los autores que adscribi- baldi la conjunción «ita ut» subrayaría que la función del presbí-
mos a una opinión, nieguen radicalmente el aspecto que los de la tero sólo puede realizarse si tiene como base la cualificación de
otra opinión defienden, ni viceversa. su ser, que consiste en una especial configuración a Cristo, y su-
pone una realidad ontológica nueva219.
a) Interpretación más ortológica:
El carácter sería, por tanto, una realidad ontológica nueva,
Los autores que defienden esta opinión (entre otros, E. Ru- objetiva y definitiva, que configura a Cristo y tiene una dimen-
fini, U. Von Balthasar, J. Galot, G. Rambaldi, J. Ratzinger, G. Goz- sión cristológica prioritaria, en la que se basaría su funcionali-
zelino...) 215 , afirman que la ordenación confiere realmente algo dad o dimensión eclesiológica220.
objetivo, nuevo y definitivo, que no existía antes de recibir el
sacramento, y que constituye la base de la función ministerial. b) Interpretación más funcional:
Esta realidad es el carácter. Para todos estos autores lo priorita-
Estos autores (entre otros, R. J. Bunnik, P. Schoonenberg,
rio en el carácter no es la función sino la «ontología». Más aún,
E. Schillebeeckx, J. Moingt, H. M. Legrand, Ch. Wackenheim,
si existe una funcionalidad del carácter, es porque existe una ob-
H. Mutilen, H. Küng, W. Kasper...) 221 partiendo de una reinterpre-
jetividad del mismo. Y la objetividad no es otra cosa que el mi-
tación de los puntos de la Escritura y Tradición, intentan expli-
nisterio en sí mismo.
car el carácter acentuando su dimensión eclesiológica, funcional
Por lo general, este grupo de autores dice apoyar su inter- e histórica, y relativizando o poniendo en duda o incluso negando
pretación en ¡a enseñanza permanente y viva de )a tradición y ei su dimensión ontoiógica y objetiva, tal como se interpretó en
Magisterio de la Iglesia. San Agustín, así como Santo Tomás ha- gran parte desde la Escolástica hasta nuestros días. El carácter,
brían insistido ya en el carácter como «marca interna del alma»216.
El Concilio de Trento, al hablar del carácter como «signo espiri- (218) PO, n. 2. Algunos autores encuentran una apoyatura a su inter-
tual e indeleble», habría confirmado su realidad ontológica y su pretación también en el Sínodo de Obispos de 1971, y en el Documento
permanencia217. Por su parte, el Vaticano II también tendría en citado del Episcopado Alemán.
cuenta este aspecto ontológico (aun sin meterse en cuestión de (219) G. RAMBALDI, Sacerdocio de Cristo y sacerdocio ministerial de
opiniones) al afirmar que el ministerio «se confiere por aquel es- la Iglesia, 236-239.
pecial sacramento con el que los presbíteros, por la unción del (220) G. GOZZELINO, se expresa así: «El carácter ministerial es una nue-
Espíritu Santo, quedan sellados con un carácter o marca particu- va, objetiva y definitiva situación eclesial especificada por ser el lugar fontal
lar, y así se configuran con Cristo sacerdote, de modo que (ita ut) de la acción de Cristo a nivel de personas, en favor de la Iglesia y del
mundo»: Carattere ministeriale e spiritualitá, 670. El autor se esfuerza por
unir la interpretación ontológica con la funcional, la dimensión cristológica
(214) Ibld., 655-656. con la eclesiológica del carácter.
(215) Entre otros: E. RUFINI, El carácter como visibilidad concreta, l.c; (221) R. J. BUNNIK, Ce un prete per il domani. II minlstero eclesastico
H. U. VON BALTHASAR, Existencia sacerdotal, l.c.; J. GALOT, La nature du in un tempo di evoluzlone, Queriniana, Brescia 1969; P. SCHOONENBERG,
caractére sacramental, o. c ; G. RAMBALDI, Sacerdocio de Cristo y sacerdo- Ouelques reflexions sur le sacrement de l'ordre, en partlculier sur lo cat-ac-
cio ministerial en la Iglesia, l.c; J. RATZINGER, Das neue Volk Gottes. Ent- tére sacramentel: Bulletin d'information de l'lnstltut pour l'entralde sacet-do-
würfe zur Ekkleslologie, Dusseldorf 1970; Zur Fragt¡ nach Sinn des priesterli- tale en Europe, 1-2, Maastricht 1968, 59-62; E. SCHILLEBEECKX, Reflexions
chen Dienstes: Geist und Leben 41 (1968), 347-376; G. GOZZELINO, Caractére teologiques sur la crise actuelle du prétre: Collectanea Mechllnensla (1969),
mlnisteriale e splritualitá, l.c. 221-258; ID., La comunidad cristiana y sus ministros, 415-423; J. MOINGT, Ca-
(216) J. M. GARRIGUES-LE GUILLOU-A. RIOÜ, Le caractére sacerdotal ractére et ministére sacerdotal: Rech. de Se. Ral. 56 (1968), 563-589; Nature
dans la tradition des Peres Grecs: Nouvelle Rev. Theol. 93 (1971), 801-820; du sacerdoce ministeriel: ibid. 58 (1970), 237-272; H. M. LEGRAND, Carácter
J. CALOT, Visage nouveau du prétre, 133-136. indeleble y teología del ministerio, l.c; Ch. WACKENHEIM, Esqulsse d'une
(217) El mismo J. GALOT, Ibid., 136, afirma; «Es indudable que (con esta theologie des ministéres: Rev. des Se. Reí. 47 (1973), 3-28; H. MÜHLEN,
afirmación) el Concilio nos hace discernir en el carácter sacramental una Entsakrallsierung. Ein epochales Schlagwort In selner Bedeutung für die Zu-
realidad ontológica. Se trata de un sello impreso en el alma. No se podría ver kunft der christlichen Kirchen, Paderborn 1971; H. KÜNG, Sacerdotes ¿Para
en ello la sola designación externa hecha por el rito sacramental, ni una sim- qué?, 66-67; Ser cristiano, Cristiandad, Madrid 1977, 607 ss.; W. KASPER,
ple aptitud para una función... Se trata de una marca real que subsiste en el Nuevos matices en la comprensión dogmática del ministerio sacerdotal: Con-
alma...». cilium 45 (1969), 374-389.
MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 239
238 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

dirán estos autores, no es otra cosa que la especificación fun- a partir del carácter, la posibilidad de un ejercicio temporal del
cional de la misión del cristiano 222 ; la expresión que designa el ministerio 231 ; ni se puede interpretar como un «privilegio clerical
nexo visible o la relación permanente entre comunidad y minis- metafísico» que hiciera superiores a los demás232; ni hay por
tro, y entre ministro y carisma ministerial m\ la manifestación de qué pensar que su «indeiebiiidad» signifique el que se permanece
una permanencia del ministro al servicio de la Iglesia, que no para siempre sacerdote, aunque no se ejerza el ministerio 233 .
puede romperse por decisión unilateral, sino atendiendo al bien Como bien puede apreciarse, para estos autores la priori-
de la misma Iglesia224; la indicación de que la fidelidad a la mi- dad en el ministerio la tiene la función, en cuanto responde a una
sión en servicio a la comunidad no depende del sacerdote única- misión recibida de Cristo. La función ministerial, para existir, no
mente, sino del don recibido y permanente de Dios225; la expre- necesita de una realidad ontológico-objetiva previa y específica,
sión del hecho de que toda gran decisión de fe constituye una que se distinga de la ya existente por la iniciación cristiana. La
experiencia imborrable para aquel que la realiza226; una forma de conexión del ministerio con Cristo está sobre todo en la línea
decir que aquello que Dios comenzó de forma inédita y definitiva del envío y misión que de él procede, y que se realiza en la fun-
en Cristo, también aparece en la irrepetibilidad del don ministe- ción que se asume al servicio de la comunidad concreta.
rial, cuya función al servicio de la comunidad es preciso poner de
relieve 227 ; una manera de afirmar que el que ha sido llamado c) Interpretación más valorativa:
compromete en el servicio toda su existencia, consciente de Entendemos por tal interpretación aquella que, valorando los
que el ministerio no es un en-sí o para-sí, sino una función y un aspectos de las dos posturas anteriores, pretende explicar el
servicio para los demás228... carácter, teniendo en cuenta todos los elementos válidos de ex-
Todos los autores, con uno u otro acento, coinciden en afir- plicación, y buscando una nueva coherencia y síntesis. Esta pos-
mar que debe superarse la concepción de que el carácter es una tura, un tanto ecléctica, es la que, a nuestro juicio, adopta el Do-
realidad ontológica-objetiva, o una «misteriosa cualidad ontoló- cumento de la Conferencia Episcopal Alemana de 1970234, y la
gica interna», ya que tal concepción es, en parte, un «teologu- que creemos merece la pena profundizar.
meno escolástico»229. Las afirmaciones de Trento están dirigidas — El carácter indica, en primer lugar, «la entrega del cre-
contra los que negaban el carácter, y no hay que entenderlas yente en manos de Dios y el derecho de propiedad sobre él ad-
como una definición de fe, sino como una contestación de la quirida por Dios, en cuya virtud, y a través del mandato de Cristo,
concepción y praxis de la época230. Por tanto, según el sentir de queda capacitado para ejercer el ministerio de reconcialiación
la mayoría de estos autores, aunque el ministerio suponga un en, para y frente a la comunidad de los creyentes».
compromiso total y definitivo en principio, no se puede excluir, Según esto, el carácter indica la entrega humana y la acep-
tación divina, la donación personal desde la autodonación de
Dios, el ofrecerse en servicio y el ser tomado al servicio. El
(222) R. J. BUNNIK, C'é un prete per II domani, 168-170, donde afirma
que si se puede hablar de una realidad «objetiva», esta consiste en la nece-
carácter es consagración. Es signo de que hemos sido adquiri-
sidad de la comunidad, la capacidad del sujeto, y la encomienda de la Iglesia. dos por Dios, y ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, ni
(223) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, somos la última instancia de nuestras decisiones. Todo esto su-
418-419. cede, no por nuestros méritos propios, sino en virtud de una ini-
(224) J. MOINGT, Caractére et ministére sacerdotal, 563 ss. ciativa divina, que se expresa en el mandato de Cristo. El carác-
(225) H. M. LEGRAND, Carácter indeleble y teología del ministerio, 65. ter tiene, pues, una dimensión cristoíógica fundamental por estos
Para el autor la insistencia en el carácter «indeleble» lleva a un olvido de su conceptos: porque se basa en el mandato o misión de Cristo, por-
necesaria referencia a la comunidad.
(226) H. MÜHLEN, Entsakralislerung, 496. (231) E. SCHILLEBEECKX, Reflexions theologiques, 610.
(227) H. KÜNG, Sacerdotes ¿para qué?, 67. (232) El caso de la reducción al estado laical. Cf. C. VOGEL, Laica com-
(228) W. KASPER, Nuevos acentos, 384-385. munione contentus: le retour du presbytre au rang des laics: Rev. des Se.
(229) Ibid., 385. Reí. 47 (1973), 56-122.
(230) Esta interpretación se basa sobre todo en los estudios de P. F. (233) Ibid., 121-122.
FRANSEN, Le Concile de Trente et le sacerdoce: en t e prétre. Foi et contes- (234) El ministerio sacerdotal, 83-84. Véase un breve comentarlo en
taron, Duculot, París-Genbloux 1970, 106-142; ID., Ordenes sagradas: Sacra- H. SCHÜTTE, Amt, Ordination. Sukzession, 316-322.
mentum Mundi V, Herder, Barcelona 1974, 22-69, esp. 62-65.
240 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFIGURACIÓN 241

que tiene por finalidad el continuar el mismo ministerio de recon- a la misión, supone para los ministros el compromiso de signifi-
ciliación de Cristo235. Pero, junto a esta dimensión cristológica, car debidamente, ante la comunidad y la humanidad entera, esta
también se destaca la dimensión eclesiológica: es para ejercer gratuidad y definitividad del don de Dios. El carácter no es nunca
el ministerio «en, para y frente a la comunidad de los creyentes». algo que «se tiene para sí», sino una forma de ser para los
Diríamos que el texto, sin hablar de una «realidad» ontológica- demás.
objetiva, une los dos puntos necesarios de referencia del ca- — El carácter supone igualmente la «recepción en el cole-
rácter: mandato de Cristo, necesidad de la comunidad. Desde la gio de los ministros de la Iglesia y la investidura público-litúrgica
instancia «originante» y desde la instancia «destinataria» se en- con un cargo especial dentro de la comunidad de los creyentes,
tiende lo que es la «capacitación». El mismo envío capacita para que será ejercido en nombre y representación de Cristo y distin-
cumplir la misión, sin que esto suponga necesariamente una rea- guirá, por tanto, a su portador del resto de la comunidad».
lidad objetiva nueva y distinta de lo que el mismo envío supone. La dimensión eclesiológica y cristológica del carácter apa-
— El carácter implica también la «sigilación de esta vincula- recen de nuevo unidas en este párrafo. El carácter, no sólo su-
ción con la persona y el envío de Cristo mediante la promesa efi- pone una distinción al servicio de la comunidad, sino también un
caz y perenne de Dios en el sacramento del orden». ser acogido en el colegio de los ministros de la comunidad. Así
aparecen unidos el carácter y el «ordo», la comunidad y el «or-
El ser enviado, el donarse y ser aceptado para la misión, el do». Ser ordenado es ser introducido en el colegio de los pres-
compromiso interpersonal diríamos, es preciso que se manifies- bíteros, que están con un cargo especial dentro de la comunidad;
te, signifique y celebre debidamente. Y esto sucede con la sigi- pero no ser separado de la comunidad. El sacerdote está en un
lación del sacramento del Orden. Aquí vemos cómo se une eJ ca- «frente-a» la comunidad (gegenüber), no en cuanto que es su-
rácter («sigilación») al sacramento del Orden y a la gracia que le perior, o más santo o perfecto que la comunidad, sino en cuanto
corresponde. En efecto, esta sigilación sucede «mediante la que por el ministerio encomendado «actúa en nombre de Cris-
promesa eficaz y perenne de Dios», es decir, mediante un «com- to» y representa a Cristo. El actuar en nombre de Cristo no se
promiso» divino que no falla, sino que cumple lo que dice, y me- opone al actuar en servicio de la comunidad, sino al contrario,
diante una permanencia y fidelidad a dicho compromiso. Por el lo exige.
carácter se expresa, pues, no una realidad pasajera, sino una
sigilación que, en lo que de Dios depende, es «eficaz y perenne», — Finalmente, se entiende que al carácter pertenece la
supone la definitividad del don. «caracterización fundamental de la persona del ministro por la
gracia vinculada a la decisión personal; la exigencia de una se-
— El carácter se entiende sobre todo como «signo de la riedad y validez fundamental, orientada a la irrevocabilidad de
constante iniciativa de la voluntad salvífica de Dios con prefe- la decisión personal con que ha sido aceptado el ministerio. De
rencia a toda decisión humana, y en cierto sentido, independien- estos princiipos se sigue la irrepetibilidad de la transmisión sa-
te del mérito o debilidad del hombre; en consecuencia, prueba y cramental de los poderes ministeriales».
garantía de la promesa de salvación de carácter irrevocable, de- Como puede apreciarse, junto a la caracterización por la
finitivo y, en cuanto tal. escatológico, hecha por Dios en Cristo gratuidad y definitividad del don de Dios, el texto subraya la
a los ministros, y a través de ellos a la comunidad cristiana y a la caracterización por seriedad y definitividad del compromiso hu-
humanidad entera». mano. El carácter significa también ese «sello» del que compor-
De nuevo vuelve a insistir, ahora de forma más explícita, en ta toda decisión fundamental de la vida, y más aún cuando tal
que el carácter hay que entenderlo como una expresión privile- decisión quiere responder de modo pleno al don definitivo, per-
giada de la soberana e incondicionada iniciativa de Dios, que gra- manente e irrevocable de Dios. Entonces la decisión se ve llama-
tuitamente ofrece su don, envía y capacita para la misión. Más da, «provocada» a la irrevocabilidad, como sucede en el Orden.
aún, el carácter tiene la peculiariedad de que indica este don en Pero esto no significa que el ideal no admita limitaciones, es de-
cuanto definitivo, último, escatológico. Y, puesto que está unido cir, que el sacerdote ordenado no pueda ser «reducido al estado
laical», o «ser secularizado en sentido estricto», o «dejar de ser
(235) El texto recoge la cita de Pablo en 2 Co 5, 18-20, y emplea una sacerdote» aunque haya abandonado el ministerio 236 . El texto se-
expresión frecuentemente usada por otras confesiones para indicar la función
(236) Cf. P. MOINGT, Caractére et ministére sacerdotal, 563 ss.; H. JO-
del ministerio. Cf. Documento de Accra: El ministerio ordenado, n. 13.
242 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

ñala con claridad que tal decisión está «orientada a la irrevocabi-


lidad»; pero no afirma de modo explícito que sea totalmente irre-
vocable. De hecho, las secularizaciones indican lo contrario. Y,
sin embargo, es claro que la posible renuncia o abandono de la
decisión primera ya no depende de una decisión personal unila-
teral, sino que al haber sido asumida por Dios y haber sido acep-
tada al servicio de la Iglesia en un plano sacramental, está exi- CAPITULO IV
giendo una instancia ulterior, que depende de la misma Iglesia237.
En resumen, no es posible explicar debidamente el carácter
cuando se absolutiza o polariza una interpretación. El carácter es ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL
el ministerio, en la medida en que en él confluyen todas las lí-
neas de la identidad ministerial. Oponer lo cristológico y ecle-
siológico del carácter, así como lo «ontológico» y «funcional» del
mismo, es parcializar su sentido. Se trata de aspectos comple-
mentarios, no yuxtapuestos. Con todo, es para nosotros claro
que lo «ontológico» del carácter no es algo distinto de lo fun-
cional, sino la misma función, l a misma función en cuanto reali-
dad consistente por el envío de Cristo y la encomienda o inves-
tidura público-litúrgica de la Iglesia, es la ontológico-objetivo del En el capítulo anterior hemos podido apreciar cuál es el ori-
carácter. gen, la configuración histórica, y la comprensión sacramental del
ministerio ordenado. Queremos ahora profundiar en la esencia
o naturaleza de este ministerio, de manera que podamos descu-
brir su especificidad y su identidad, su razón de ser y de exis-
tir. Se trata de responder a las siguientes preguntas: ¿qué es
lo propio y distintivo del ministerio ordenado? ¿Qué añade este
ministerio a una existencia creyente, o a un ministerio no or-
denado? ¿En qué consisten sus funciones específicas o su misión
diferenciada? ¿Desde qué «categoría» explicar la realidad mi-
nisterial?

1. EL SERVICIO (DIAKONIA) COMO CLAVE EXPLICATIVA Y


CENTRO DE SENTIDO DEL MINISTERIO

En los últimos años, sobre todo a partir del Vaticano II, tanto
los documentos del Magisterio, cuanto los estudios de los teó-
logos, ponen como centro de sentido fundamental del ministe-
rio la «diakonia» o el servicio. Esta expresión ha venido a ser la
RISSEN, Bemerkungen zum 'character indelebilis» des Amts-Prestertums: en
«categoría» o la clave explicativa principal desde la que par-
F. GRONER, Die Kirche ¡m Wandel der Zeit, Kóln 1971, 217-225. JORISSEN ten y en la que confluyen y se articulan los diversos aspectos
llega a decir que la «irrevocabilidad de la decisión existencial para el sacer- del ministerio. Con ello, además de que se sitúa el «ministerio»
docio sellada sacramentalmente, no pertenece a la esencia del sacerdocio sa- en un contexto más amplio, se pone el acento en la esencia mis-
cramental» (p. 221). ma de dicho ministerio, recuperando aquel elemento bíblico que
(237) Cf. J. RATZINGER, Das konzilsdekret übet den priesterlichen es la clave de su sentido. El «servicio» bíblico (abadah) es «una
Dienst, 52. especie de existencial de la revelación, ya que significa la forma
244 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 245

de vida del hombre que trata de conducirse según lo establecido consiste tanto en el servicio humano, cuanto en que el mismo
en la alianza divina» 1 . En el Nuevo Testamento la «diakonia» es Dios haya tomado «figura de siervo, haciéndose semejante a los
igualmente la forma fundamental de ser y estar en el mundo hombres... y obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz»
por parte de aquellos que han creído en el amor de Dios, ma- (Fil 2,6-8). Esta revolución religiosa, no sólo transtorna todas las
nifestado en Cristo Jesús. Quizás por constituir esta «diakonia» categorías culturales soteriológicas de las religiones paganas3,
la forma más distintiva y original del cristiano, se llamará «diá- sino que implanta una nueva forma de ser y existir de cara a
conos», «servidores», a aquellos que reciben la misión de reali- Dios y a los demás, que será el eje de la vida de la comunidad
zar dicho servicio de forma más cualificada y responsable. El cristiana y de sus ministros. La radicalidad del amor de Dios,
Nuevo Testamento, aún adoptando términos de origen profano, re- hecha servicio de una forma extraordinaria en Cristo, y manifes-
chaza aquellos que servían para designar el «cargo» o «autori- tada de modo privilegiado en la encarnación y el misterio pas-
dad» (arché, exusía, timé, telos), y los sustituye por la expresión cual, es el origen y la causa última, no sólo del misterio de la
«servicio», expresión corriente y no religiosa, que difícilmente Iglesia, sino también de su diaconía y ministerio. La Iglesia, en
se asocia con alguna clase de autoridad, superioridad, dominio cuanto continuadora de la misión de Cristo, en cuanto sacramen-
o poder 2 . Veamos con más detención algunos aspectos funda- to de salvación para el mundo, en cuanto encargada del minis-
mentales. terio de la reconciliación, es constitutiva y esencialmente diaco-
nía y servicio. En adelante, cualquier función, cualquier tarea,
a) Estructura diacónica de la Historia de la Salvación: cualquier ministerio que quiera situarse en la línea de Cristo
deberá ser una «diakonia», un servicio. En este sentido, el mi-
La economía de la salvación tiene una estructura ministe- nisterio sacerdotal habrá que entenderlo como servicio a la sin-
rial o diacónica, en cuanto se desarrolla y realiza en una perma- gularidad escatológica del ministerio de Cristo, a su autodona-
nente tensión de «servicio» de Dios respecto al hombre, y del ción como siervo humilde y doliente. Es decir, como servicio que
hombre respecto a Dios y sus hermanos. Lo más maravilloso, transparenta el servicio del Siervo escatológico. La Iglesia ente-
sorprendente y original de esta historia, no es que Dios exija un ra, los ministros de la Iglesia, no sólo están llamados a continuar
servicio al hombre (cf. Det 6, 14-15; 5, 29-30; Jr 7), sino que el el servicio de Cristo entre los hombres, son la presencia visible
mismo Dios se haya hecho «siervo» y servicio para los hombres. de dicho servicio. 'El servicio es su ser y su tarea 4 .
El siervo de Yavé anunciado en el Antiguo Testamento (Is 49-53)
es Jesús de Nazaret, tal como aparece en el Nuevo Testamento
Jesús asume y realiza plenamente la misión del Siervo de Yavé: b) El servicio como misión y tarea de todo cristiano:
él es el siervo humilde (Mt 11,29), que anuncia la salud a los •El servicio no es tarea y deber de unos pocos electos, sino
pobres (Le 4.18-19); vive y actúa sirviendo a los demás (Le 22,27; de todos los cristianos. Cristo nos ha llamado a todos de la es-
Jn 13,13-15); tiene conciencia de que ha sido enviado, no para clavitud del pecado, y todos hemos sido trasladados al reino del
ser servido, sino para servir (Me 10,45); movido por el amor, y servicio en la libertad (Jn 8,31-36). Servir a Cristo, ser «esclavo»
en aras de este servicio, está dispuesto a dar su vida por los de Cristo en la libertad es la tarea de los redimidos: «Pues el
demás (Jn 13,1; 15,13; Me 10, 43-45); por eso es tratado como que recibió la llamada del Señor siendo esclavo, es un liberto
un inicuo, y muere y resucita por la salvación de los pecadores del Señor; igualmente, el que era libre cuando recibió la llama-
(Le 22, 37; Me 14,24; 8,31; 1 P 2,21-25...). da, es un esclavo de Cristo. ¡Habéis sido bien comprados! No
La verdadera radicalidad y originalidad del cristianismo no os hagáis esclavos de los hombres» (1 Co 7,22-23). El servicio
del cristiano es, pues, un servicio a Cristo, a la voluntad de Dios
(1) B. D. DUPUY, Teología de los ministerios: Mysterium Salutis, l.c, 473.
(Ef 6,61. Pero no con el espíritu del esclavo, sino desde la acti-
Sobre el «servicio» = diakonia, puede verse: H. W. BEYER, art. Siaxovioc, tud de quien es considerado amigo y ha llegado a ser hijo de
Swxxovo,;: ThWNT, 2, 87-93; W. BRANDT, Dienst und dienen ím Neuen Testa- Dios en la novedad del Espíritu: «Yo no os llamo ya siervos,
ment, Gütersloh 1931; VARIOS, Martyria, Leiturgia, Diakonia, Matthias Grüne-
wald 1968; H. SCHMIDT, Diakonia populi sacerdotalis (Pont. Inst. Lit. Ansel- (3) Cf. A. NYGREN, Eros und Ágape. Gestaltwanlungen der christlichen
mianum). I. Teología bíblica-litúrgica, Romae 1972; J. COLSON, La fonction dia- Liebe, Berlín 1955; F. J. NOCKE, Liebe, Tod und Auferstebung, München 1978.
conal e aux origines de l'Église, DDB, París 1960. (4) Cf. D. BOROBIO, Sobre el ministerio del catequista de confirmación,
(2) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 71. a.c, 12-14.
246 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 247

porque el siervo no sabe lo que ihace su amo; a vosotros os he el primero entre vosotros será vuestro esclavo». En este pasaje,
llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre, os lo he Jsús se dirige claramente a ios responsables de la comunidad
dado a conocer» (Jn 15,15). «Mas, al presente, hemos quedado («megas et protós»).
emancipados de la ley, muertos a aquella que nos tenía aprisio- La misma función de servicio encomendada a los ministros
nados, de modo que sirvamos con un espíritu nuevo y no con la aparece en la imagen del pastor (poimén): Jesús es el buen Pas-
letra vieja» (Rm 7,6). tor (Jn 10, 1-8) que, como Yavé y Moisés en el Antiguo Testamen-
Según los Evangelios, Jesús rompe con el sistema de orga- to, apacienta las ovejas, las guía, da su vida por ellas... Y los
nización de las «naciones», definido en términos de poder y de ministros, a quienes Jesús encomienda la misma misión: «apa-
dominio, y construye la comunidad sobre el servicio y el amor cienta mis ovejas»... (Jn 21,16), deberán «servir», «trabajar»,
de los unos para con los otros, l a comunidad es el lugar de la «ser obreros», y estar dispuestos a dar la vida lo mismo que
fraternidad, donde todos son «servidores» y «esclavos» unos de Cristo (Mt 9,38; Le 10,2; Mt 10,10; l e 10,7)6.
otros; donde la ley es que aquél que quiere ser grande llegue a
Las cartas de Pablo y los Hechos de los Apóstoles hablan
ser el servidor, y el que quiere ser primero llegue a ser esclavo
también en el mismo sentido. En ellas se muestra cómo el «ser-
de todos (Me 10,42-45; 9,35); donde el único y principal manda-
vicio» de ayuda mutua entre los hermanos adopta la forma de
miento es el amor hasta dar la vida por los demás (Jn 15,1 ss.)
«ministerio» que se confiaba a hombres con carisma y elegidos
Esta es, por tanto, la forma esencial de ser y estar los cristia-
por la comunidad, como es el caso de los Siete (Hch 6,1 ss.). Pero
nos entre sí y ante el mundo: el servicio de la caridad: «amán-
el vocabulario de «servicio» se aplica también a otras funciones,
doos cordialmente los unos a los otros, estimando en más cada
como la predicación de la palabra... (Hch 6,1.4; 20,24; 21,19...).
uno a los demás, con una solicitud sin negligencia; con espíritu
Y personas con cargos distintos son llamados «servidores»: Pa-
fervoroso, sirviendo al Señor» (Rm 12,10-11). Servir es amar y
blo, Apolo, Febe, Tiquico, Epafres, Timoteo, los responsables de
viceversa, pues sólo se ama sirviendo, y sólo se sirve amando.
la Iglesia de Filipos, los diáconos —hombres o mujeres— de las
Y el servicio es «estar ahí» para el otro, dispuesto a acoger,
epístolas pastorales, incluso unos misioneros que se enfrentan
ayudar, promocionar, entregar. . «En la Iglesia todo servicio es
a Pablo (2 Co 11,23). De entre todos estos, el ministerio del
servicio del amor» 5 .
Apóstol aparece como el servicio por excelencia (2 Co 6,3; 2 Tim
4,11). Pero a todos los que ejercen un ministerio especial les re-
c) El ministerio como servicio especial: cuerda Pablo que Dios les ha «capacitado para ser servidores de
una nueva Alianza» (2 Co 3,6); que el mismo Dios les ha «con-
Pero si el servicio es tarea de todos, lo es de modo especial fiado el ministerio de la reconciliación» (2 Co 5,18); que para la
de quienes asumen la responsabilidad de un ministerio. Así se comunidad deben ser «servidores de Cristo y administradores de
explica la insistencia del Nuevo Testamento en el carácter del los misterios de Dios» (1 Co 4,1) 7 .
«servicio» (diakonia) del ministerio, en la función de «servir»
(diakonein), y en el nombre de «servidor» (diakonos} que se da En cuanto a las Cartas Pastorales el término «diakonon»,
a los ministros. «servidor» nunca designa a Pablo, sino a Timoteo (1 Tim 4,6), o
En los Evangelios el término «diakonos», «servidor», no es a ciertos funcionarios de las Iglesias locales (1 Tim 3,8.12). Pa-
un nombre de funciones bien precisas: designa «aquel que sir- blo es llamado «esclavo» (doulos) en Tit 1,1. El verbo «servir»
ve a la mesa» (Mt 8,15; Le 12,37; 17,8; 22,26; Jn 2,5), o el que (diakonein) se emplea a propósito de Onesíforo (2 Tit 1,18) y de
asegura la subsistencia de otro (Le 8,3), o los servidores cua- los funcionarios locales (1 Tim 3,10.13). El sustantivo «servicio»,
lificados, los ministros de un rey (Mt 22,13). Cristo mismo se «ministerio» (diakonia) se encuentra tres veces: en 1 Tim 1,12
proclama «diakonon» y pide a los «grandes» de la comunidad el y 2 Tim 4,11 refiriéndose a Pablo, y en 2 Tim 4,5 a Timoteo 8 .
tomar la actitud de «servidores» (Mt 20,26-28; Me 10,43-45): «Pe-
ro no fia de ser así entre vosotros, sino que el que quiera ser (6) Cf. A. LEMAIRE, Les minlstéres aux origines de l'Église, 41-43.
grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser (7) Cf. J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el
NI., 290-292.
(5) W. PESCH, Kirchlicher Dienst und Neues Testament: en ID., Zum (8) P. DORNIER, Las epístolas pastorales: J. DELORME, 92-100, esp. 93,
Thema Priesteramt, Stuttgart 1970, 18. nota 4.
248 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 249

En resumen, es evidente que si todo cristiano tiene el «ser- (Mt 10, 1 par; Me 3,15; l e 10,19; Mt 28,18-20), y debe realizarse
vicio» como tarea y misión, con más razón lo tienen los «minis- en el mismo sentido y dirección que Cristo. «Pablo ejerce su au-
tros». Todo ministro es fundamentalmente un «servidor», cuya toridad en y por obediencia a Dios y a Cristo, en y para el estable-
función principal es el «servicio» a Cristo y la referencia a la cimiento de relaciones de mutuo servicio que construyen la co-
comunidad. La dependencia de Cristo y la referencia a la comu- munidad. La obediencia a Cristo va unida a la obediencia a sus
nidad son el marco necesario en que debe situarse el servicio de mensajeros (2 Co 5,20), pero el Apóstol se veda a sí mismo el do-
los ministros. El ser-servidor no es una cualidad optativa, sino minio y el avasallamiento (1 Co 4,8; 2 Co 1,24), distingue entre
una forma de ser constitutiva del ministerio eclesial. La función los preceptos del Señor y sus instrucciones propias (1 Co 7,6.10.
del ministro no puede ser otra que la diakonia. Y aunque esto co- 12.40); respeta y favorece el intercambio de iniciativas y decisio-
rresponde a todo cristiano, al ministro le obliga de forma especial, nes entre él y la comunidad (1 Co 5-6; 2 Co 2, 5-10), reconoce que
en correspondencia con la misión y responsabilidad de su mi- el Señor y el Espíritu son el origen de los dones y servicios que
nisterio 9 . se realizan en las iglesias (1 Co 12)»". Por otra parte, cuando,
apoyados en la autoridad recibida, alaban o piden obediencia a los
d) Autoridad y servicio: miembros de las comunidades, no se trata de un acto de poder,
sino de un servicio a la obediencia de la fe que a todos afecta
En el Nuevo Testamento, «la cualidad de servidor no exclu- (Rm 1,5; 6,16-17; 10,16; 15,18; 16,19; 2 Co 10,5; Hch 6,7; 1 P 1,
ye la posibilidad de una subordinación entre servidores... De 2,14,22).
hecho, Pablo ordena, prescribe y reivindica su autoridad sobre
los corintios, pide respeto y docilidad para las personas que Y en cuanto a otros ministerios, como el de «profeta», «doc-
ejercen funciones de dirección en las comunidades (1 Tes 5,12- tor», «evangelista», «anciano» o presbítero... se insiste igualmen-
13; 1 Co 16,16). El mismo subraya la importancia de sus buenas te en el mismo sentido de autoridad, en dependencia total del
relaciones con las autoridades de Jerusalén (Gal 2,2.6.9)» 10. Ade- único Señor, y con la exclusiva finalidad del servicio a la comu-
más en otros lugares se indica que se debe sumisión a los nidad (Heb 13,7,17; Hch 14,12). En realidad, en la comunidad cris-
«guías» (Heb 13,17) y a los presbíteros (1 P 5,5), y que Tito debe tiana no hay quien sirva y quien es servido, sino que todos son
«hablar, exhortar y reprender con plena autoridad» (T8it 2,15). servidores los unos de los otros, con la mirada puesta en el
bien común (Hch 13,17). La regla evangélica del servicio se ex-
Pero, junto a esto, es preciso anotar también que esta au- presa magníficamente en estas palabras de Lucas: «Los reyes de
toridad no es nunca entendida al modo de la de los jefes del Es- las naciones las gobiernan como señores absolutos, y los que
tado o del judaismo. El hecho de que nunca se llame a los mi- ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienechores; pero
nistros de la Iglesia «arjontes», «arjai», «exousiai» (nombres em- no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el
pleados en el Nuevo Testamento para designar a las potencias su- más joven y el que gobierna como el que sirve... Pues yo estoy
praterrestres, o a las autoridades civiles o religiosas, judías o ro- en medio de vosotros como el que sirve» (Le 22, 25-27).
manas: (Le 12,11; 20,20; Rm 13,1-3; Tit 3,1), está indicando el
modo peculiar de entender la autoridad en la Iglesia. Y esto es En conclusión, podemos decir con J. Delorme que «los datos
así porque, en principio, para los cristianos el único «jefe» (arjon: del Nuevo Testamento relativos a la autoridad de los ministros no
Ap 1,5; Hch 3,15; 5,31), el único Señor (Kyrios: Ef 4,5...), la única se oponen a los que los caracterizan como servidores, antes al
verdadera «autoridad» (exousia: Mt 28,18) es la del Señor resuci- contrario, unos y otros están de acuerdo. No consisten en afirmar
tado (Fil 2,9-11), la del Hijo de Dios (Jn 17,2), que ya se había ma- un poder para reclamarlo en espíritu de servicio; se inscriben en
nifestado en sus palabras y obras (Mt 7,29; Me 1,22,27; Le 4,36; la relación que define al ministerio como servicio: la dependen-
Mt 9,6), pero que ha aparecido en plenitud por su muerte y resu- cia respecto a Cristo para la utilidad de los hombres. El sacrificio
rrección (Fil 2.9-11; Ef 4,10; Hch 2,36)... Toda otra «autoridad», del Hijo de! Hombre venido para servir cambia la índole de la au-
sea de los enviados, discípulos o ministros, procede de Cristo toridad que se ejerce en las Iglesias. Estas manifiestan su origi-
nalidad de Iglesia de Dios por el nuevo tipo de relaciones que
(9) Cf. W. BREUNING, Zurrí Verstandnis des Priesteramtes vorn 'Dienerf se instaura en su seno. Paradógicamente esta autoridad está al
her: Lebendiges Zeugnis 1969, 31. servicio de la libertad de los creyentes: liberados de las «auto-
(10) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios, 293. Cf. J. D.
G. DUNN, Jesús y el Espíritu, 437-486. (11) Ibtd., 295.
250 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 251

ridades» (exousiai) alienantes, por el reconocimiento de la única


autoridad de Cristo, han llegado a ser libres para amar, hacién- Ya en el Nuevo Testamento vemos que, sobre todo Pablo, só-
dose servidores unos de otros (Gal 5,13)» n. lo se atribuye una autoridad en la medida en que la ha recibido
de Cristo (Rm 1,5; 1 Co 15,8 ss.). Para indicar esta dependencia
y delegación recuerda que él «ordena en nombre del Señor Jesu-
2. EL MINISTERIO SOMO SERVICIO A LA OBRA DE DIOS cristo» (2 Tes 3,6), «amonesta por el nombre de nuestro Señor Je-
sucristo» (1 Co 1,10), decide y juzga en «el nombre del Señor Je-
sús (1 Co 5,4), pide obediencia, no para sí, sino para Cristo y el
El ministerio es servicio. Pero ¿a quién? En primer lugar a la Evangelio (2 Co 10,6; Rm 10,16; 2 Tes 1,8; 3,14). Todo esto indica
«obra de Dios», es decir, al Dios que nos ha salvado por Cristo la conciencia del Apóstol de tener una autoridad que depende y
y continúa su obra por la fuerza del Espíritu. En segundo lugar, a procede de Cristo, de actuar en representación de Cristo, de ser
la Iglesia, en cuanto comunidad de creyentes llamada a edificarse el «medio» personal viviente por el que Cristo predica y ordena,
y crecer hasta la plenitud. En tercer lugar, a las funciones (Pala- bautiza y santifica, juzga y perdona ló.
bra, culto, caridad) por las que se realiza la misión de la Iglesia.
Y en cuarto lugar, a la Eucaristía, como centro condensador, sig- En cuanto a la literatura patrística puede decirse que el uso
nificante y realizante a la vez, de la pluralidad de dimensiones teológico de las expresiones «in persona», «ex persona», «in no-
del único servicio. Trataremos de explicar cada uno de estos pun- mine» («ek prosópon» para los Padres griegos) tiene un triple
tos sucesivamente, comenzando por el ministerio como servicio fundamento: de una parte, el sentido de estas expresiones en el
a Ja obra de Dios. latín clásico; de otra, la utilización escriturística de 2 Co 2,17 ";
y finalmente el uso corriente de la literatura patrística. A partir
a) «ln persona Christi capitis»: de estos hechos se desarrollará el empleo de las expresiones in-
dicadas en la teología del ministerio 18 . En cualquier caso se in-
Afirma el Vaticano II que por el sacramento del Orden los siste en la idea de representación, sobre todo en el sentido en
presbíteros «quedan sellados con un carácter o marca particu- que se atribuyen al representado (Cristo) las palabras que pro-
lar, y así se configuran con Cristo sacerdote, de suerte que pue- nuncia el representante (ministro). Los Padres tienen clara con-
dan obrar como en persona de Cristo cabeza («ut ¡n persona ciencia de que Cristo habla y actúa por sus ministros y en sus
Christi capitis agere valeant»)". Esta afirmación es de un valor ministros. Así lo señalan con diferentes expresiones: S. Cipriano
extraordinario, en cuanto que nos ofrece una de las claves para dice que el «sacerdote vice Christi veré jungitur» w ; S. Juan Cri-
la interpretación de la naturaleza del ministerio, o si se quiere sóstomo y S. Agustín afirman respecto al Bautismo que «cuando
la «base de la especificidad del ministerio jerárquico en general el sacerdote bautiza, no es él quien bautiza, sino Dios mismo» 20 ;
y del ministerio presbiteral en particular» M. Por eso mismo me-
rece la pena que nos detengamos en una breve referencia his- valor de una fórmula teológica: 'In persona Christi': Phase 106 (1978), 303-
tórica sobre su sentido 1S. 312. G. RIMBALDI, 'Alter Christus», 'In persona Christi», 'personam Christi
gerere*, l.c, 211-264, especialmente conclusiones, pp. 261-264.
(12) Ibld., 298. Cf 318. H. KÜNG, afirma al respecto, después de mos- (16) Cf. H. SCHLIER, Dle neutestamentliche Grundlage des Priesteram-
trar la Importancia de servicio»: «El ejercicio del poder en la Iglesia sólo se tes, 91-93; J. D. G. DUNN, Jesús y el Espíritu, 291-304; 437-451.
puede justificar en razón del servicio y valorar conforme a su carácter de (17) 2 Co 2, 10: «Pues lo que yo perdoné —si algo he perdonado— fue
servicio tal poder, que dimana del servicio, es plenitud de poder. Así pues, por vosotros en presencia (en prosopó) de Cristo», las traducciones e inter-
no hay oposición precisamente entre poder y servicio, sino entre ejercicio del pretaciones patrísticas del texto no son totalmente coincidentes y se inclinan
poder como dominio y ejercicio del poder como servicio. El ejercicio de do- por una orientación sacramental. Pero lo cierto es que la traducción de «en
minio es lo contrario del servicio, es abuso del poder»: Sacerdotes ¿para prosópo» por «in persona» es predominante en el siglo IV y así pasará a la
qué?, o. c , 37. Vulgata: MARLIANGEAS, 45-46.
(13) PO, n. 2. (18) Ibid., 226.
(14) H. DENIS, La teología del presbiterado desde Trento al Vaticano II, (19) Ep. 63, 14: PL 4, 386. Lo mismo IGNACIO DE ANTIOQUIA, Ad Magn.
246. 6, 1; Ad Trall. 2, 1. 3. 1.
(15) Nos guiamos del estudio realizado al respecto por B. D. MARLIAN- (20) CRISOSTOMO, ln Mt. Hom. 50, 3; PG 57, 507; In Act. hom. 12, 3:
GEAS, Clés pour une theologie du ministére, París 1978, con prólogo de PG 60, 116; AGUSTÍN, Tract. in Jo. VI, 7: PL 35, 1.428 donde dice: «Petrus
baptizat, hic est qui baptizat, Paulus baptizat, hic est qui baptizat, Judas
Y. M. CONGAR, pp. 5-14. Una síntesis sobre el tema: A. G. MARTIMORT, El
baptizat, hic est qui baptizat».
252 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 253

Próspero de Aquitania distinguirá el sacerdocio universal del mi-


que son actos de Cristo o de la Iglesia. No se trata de sustituir
nisterial en que los ministros «summi pontifici et mediatoris per-
la acción del ministro por la de Cristo, sino en un sentido más
sonam gerunt» 21.
orgánico de hacer posible la acción de Cristo en y por la acción
La teología escolástica desarrolló el sentido de estas ex- del ministro.
presiones («in persona», «in nomine») en referencia, no sólo a
Después de Santo Tomás, y en toda la época postridentina
Cristo, sino también a la Iglesia22. Respecto a la primera, se
no se hará otra cosa que repetir la teología tomista al respecto.
trataba de ver con la mayor precisión en qué medida podían
Si algún avance cabe señalar habría que colocarlo en los si-
atribuirse a Cristo palabras pronunciadas por el sacerdote. Y
guientes puntos: empleo de otras expresiones semejantes como
esto se veía principalmente en las palabras de la consagración 23,
«induere personam Christi» 27 ; desarrollo del empleo de la ex-
y también en la celebración de otros sacramentos 24, incluso en
presión «in nomine» o «nomine» en sentido equivalente a «in,
la acción sacerdotal en su conjunto. Santo Tomás no duda en
ex persona»; tendencia, sobre todo en los teólogos del siglo
calificar toda la acción sacerdotal ministerial como una acción
XVI, a una interpretación más bien jurídico-canónica que teoló-
«in persona Christi», y en afirmar que los poderes del sacerdote
gica de dichas expresiones28.
son poderes para obrar «in persona Christi», ya que actúan en
nombre de Cristo, cumplen su misión, ocupan su puesto 25 . Sin Serán las Encíclicas de los Papas del siglo XX29 las que
embargo, utiliza estas expresiones en un contexto sacramental, volverán a emplear, con cierta frecuencia las expresiones «in
y sobre todo eucarístico, lugar por excelencia donde se verifica persona», «in nomine Christi» en un sentido teológico. Refirién-
la proclamación de las palabras consagratorias «in persona dose a la Eucaristía dice la Mediator Dei que el sacerdote hace
Christi», al decir: «hoc est Corpus meum»26. En el pensamiento las veces de Cristo, ya que por la consagración sacerdotal ha
de Tomás no se trata de una delegación para obrar en lugar de sido asimilado de tal modo al sumo sacerdote, que goza de la
la Iglesia o de Cristo, sino de una habilitación para poner actos potestad de obrar con la fuerza y en representación del mismo
Cristo 30 . Y la Mystici Corporis indicará que toda la acción pasto-
ral del sacerdote se realiza «in Christi nomine» 31 .
(21) Psalmorum expos., 131: PL 51, 381.
(22) Sum. Theol. III, 82, 7, 3um: «sacerdos in missa ¡n orationibus quídam El Vaticano II, por su parte, volverá a recoger desde una vi-
loquitur ¡n persona Ecclesiae in cujus unitate consistit. Sed in consecratione sión cristológica y eclesiológica renovadas, las mismas expre-
sacramenti loquitur ¡n persona Christi cujus vicem in hoc gerit per ordinis siones. Cristo, se dice, está presente en toda la acción sacerdo-
potestatem». tal («atque sacerdotali officio publice pro hominibus nomine
(23) Ibld., III, 78, 1, 4um: «quia intentio faceret ut haec verba intellige- Christi jungerentur»: PO 2). Esta presencia se funda en la con-
rentur quasi ex persona Christi prolata». figuración a Cristo que se expresa por el carácter y se significa
(24) Contra Gentes 76, 4.108: «manifestum est enim quod omnia sacra- y realiza por el sacramento del Orden («peculiari... i I lo sacra-
menta ¡pse Christus perfecit: ipse enim est qui baptizat, ipse qui peccata
mento confertur, quo presbyteri, unctioni Spiritus Sancti, specia-
remittit...».
(25) Sum. Theol. II, 2, 88, 12, c. En Oriente y curiosamente, como señala
A. G. Martimort, existe ya en el siglo XI un testimonio que tiene grandes (27) Así, por ejemplo, en Suárez: cf. MARLIANGEAS, Ibid., 197 ss.
semejanzas con la enseñanza de Tomás. Se trata de un comentario a la li- (28) MARLIANGEAS, Ibid., 220-222.
turgia bizantina, la Protheoria, donde se dice: «Si alguno pregunta cómo es (29) Pío XI Ad catholici sacerdotii fastigium (20 diciembre 1935); Pío XII,
posible a los pontífices y sacerdotes de hoy ser los mediadores de realidades Mystici Corporis (29 junio 1943); ID., Mediator Dei (20 noviembre 1947); ID.,
tan santas, que sepa que eso no es imposible, sobre todo a quienes poseen Fidei Donum (21 abril 1957).
esta dignidad, por el hecho de que representaban la persona de Cristo, Sumo (30) AAS (1947), 548. Esta es la frase latina: «...ídem ¡taque sacerdos,
Sacerdote». Cf. R. BORNET, Les comentaires byzantins de la divine liturgie du Christus Jesús, cujus quidem sacram personam ejus administer gerit. Hic
Vléme au XVéme siécle, París 1966, 187. Cit. A.G. MARTIMORT, El valor de siquidem ob consecrationem quam accepit sacerdotalem, Summo Sacerdoti
una fórmula teológica, 307-308. assimilatur, ac potestate fruitur operandi virtute ac persona ipsius Christi».
(26) Cf. MARLIANGEAS, Ibid., 63-98. Cf. S. AMBROSIO, De sacramentls, (31) AAS (1943), 21: «... utpote veri pastores assignatos sibi gregea
IV, 14: SC 25 bis, 108-111, donde ya decía: «Desde el momento en que co- singuli singulos Christi nomine pascunt ac regunt». Excusamos indicar cómo
mienza a realizar el adorable sacramento, el sacerdote no utiliza ya sus pro- el empleo de esta expresión, en el siglo XIX y posteriormente, condujo n
pias palabras, sino las de Cristo; es, por tanto, la palabra de Cristo la que exaltar la «vicariedad», la autoridad, la capitalidad del sacerdote en relación
produce el sacramento». con la comunidad.
25-1 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 255

li oharactere signantur et sic Christo sacerdote configurantur»: cáliz (Cipriano)»32. Precisamente en este misterio radical de re-
PO 2). Debido a ello los sacerdotes pueden obrar como en per- presentatividad y unidad se funda el hecho de que la Iglesia pue-
sona de Cristo cabeza («in persona Chrísti Capitis agere va- da actuar «in persona Christi», y de que esta actuación pueda
leant»: PO 2), no sólo cuando celebran el sacrificio de la Euca- personalizarse de modo especial en el ministro ordenado. En la
ristía («Suum vero munus sacrum máxime exercent in Eucharis- actual economía, la visibilización de la unidad entre Cristo y el
tico cultu ver synaxi, qua in persona Christi agentes»: LG 28. Cuerpo de Cristo necesita de una personalización representada,
cf. 10), sino también cuando celebran otros sacramentos y diri- que es la que se da en el ministerio ordenado al que, por su
gen preces a Dios («... preces a sacerdote, qui coetui in perso- configuración y unión con Cristo, se le reconoce la capacidad
na Christi praest»: SC 33), y cuando ejercen su función pastoral de obrar «in persona Christi capitis».
(«...episcopi... ipsius Christi magistri, Pastoris et Pontificis par- — El ministerio de Cristo como norma y paradigma del mi-
tes sustineant et in ejus persona agant»: LG 21). La autoridad de nisterio eclesial: La medida y modelo de todo ministerio en la
los ministros tiene dos puntos de referencia y dos «topes» de Iglesia es el ministerio del mismo Cristo, tal como lo cumplió
actuación: la autoridad de Cristo mismo («Haec potestas qua con su vida, muerte y resurrección. Cristo es el único verdade-
nomine Christi personaliter junguntur»: LG 27), y el bien de la ro ministro. Todo otro ministerio arranca de la fundación de
comunidad («et certis limitibus intuitu utilitatis Ecclesiae vel fi- Cristo y es continuación histórica eclesial del ministerio de Cris-
delium circunscribí possit»: LG 27). to. Está, por tanto, unido históricamente a Jesús. «Este vínculo
Estas son las afirmaciones fundamentales que se despren- histórico constituye, en cierto modo, la prenda depositada por
den de esa enseñanza básica y permanente de la Iglesia sobre el mismo Señor en cuya virtud tenemos la certidumbre de que
la cualidad representativa del ministro respecto al mismo Cristo. los sacerdotes ordenados «ejercen su ministerio en nombre de
Pero ¿cuál es el sentido y alcance de esta afirmación? Cristo» (cf. 2 Co 5,20)... El entronque histórico con Jesucristo es
asimismo prenda de que la representación de Jesucristo en el
ejercicio del ministerio sacerdotal se realiza por la virtud de una
b) La re-presentación como servicio: sentido y alcance de la unión carismática con el Cristo exaltado, de tal manera que en
representatividad ministerial: la acción ministerial del sacerdote es Cristo mismo quien actúa
realmente»33. Por el sacramento del Orden se expresa y concre-
Que el ministro ordenado actúa «in persona Christi capitis» ta hoy en la Iglesia el mismo envío histórico de los Apóstoles
es una enseñanza indiscutible de la Iglesia. Pero debemos preci- por Cristo, y la función de hacer presente la salvación, por la
sar su sentido y analizar su riqueza de contenido para percibir Palabra y los sacramentos, a través de aquellos que han sido
su verdadero alcance. Queremos hacerlo presentando las diver- capacitados para actuar «in persona Christi».
sas razones desde las que puede obtenerse una coherente ex-
plicación. — Representatividad original: A esta capacitación para ac-
tuar «en nombre de Cristo», a este ser constituido para el ser-
— Unidad entre Cristo y el Cuerpo de Cristo: El misterio vicio de Cristo por el sacramento del Orden, se le llama «repre-
cristiano engloba a Cristo y al Cuerpo de Cristo. No puede haber sentación». La representación permite hacer presente, de forma
separación entre uno y otro, aunque sí haya distinción. Lo que concreta, sea una realidad transcendente, sea una colectividad
Cristo ha sido y ha hecho, lo ha sido y hecho por nosotros, «iden- ausente. La representación cristiana no se reduce a una delega-
tificándose» con nosotros. De algún modo todos estábamos pre- ción, o a un mandato, o a una sustitución. Supone más bien una
sentes en él, de quien se dice que es «el primogénito entre mu- concepción orgánica, según la cual el representante incorpora
chos hermanos» (Rm 8,29). El es el Adán de la nueva creación, y personifica la realidad trascendente o la colectividad, hacién-
de cuyo sueño (muerte sacrificial) nace la nueva Eva (Rm 5). La dola presente de modo concreto y accesible 34 . En nuestro caso,
unidad entre Cristo y los redimidos es tan grande que se aseme- el sacerdote, al ser asumido como ministro ordenado y público
ja a la unidad entre el Hijo y el Padre, y por eso se pide «que
sean uno como nosotros somos uno» (Jn 17, 22-23). «A la rela-
(32) Y. M. CONGAR, Prólogo al libro de B. D. MARLIANGEAS, Ibid., 6.
ción de la relativa identidad entre Cristo y su Cuerpo eclesial
(33) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal,
responde la relación de identidad entre nuestra Eucaristía y la
98-99.
Cruz. Cristo y su pueblo están unidos como el vino y el agua del
(34) Cf. Y. M. CONGAR, Prólogo, 8-9; P. E. PERSSON, Representado
256 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 257

en la sacramentalidad de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, es capaci- sia sacramento— y la presencia de signos sacramentales... sino
tado para representar a Cristo, es decir, para hacerlo presente que también exige una representación sacramental de Cristo
de modo privilegiado, a través de la Palabra y los sacramentos. Cabeza y Mediador en la reunión de los fieles. La función de los
El ministro es aquel que, sin sustituir a Cristo, está, de algún ministros se establece, pues, en la categoría del signo. El senti-
modo, «en lugar de» Cristo («uper Criston»). Cristo actúa y habla do de la representación del ministro en la comunidad no es «el
por él. Cristo prolonga por él de forma concreta, accesible, per- hacer las veces de Cristo», ni el de «suplir» su presencia. La re-
sonalizada, su ministerio de salvación y de reconciliación. El mi- presentación en el orden sacramental indica presencia significan-
nistro es, por tanto, el representante permanente de Cristo, en te y activa, manteniendo la necesaria distinción entre represen-
la medida en que presencializa a Cristo actuante en la historia tante y representado»38. Así pues, la «sacramentalidad» del mi-
concreta de los hombres y de la Iglesia, de un modo personaliza- nistro ordenado hay que entenderla desde y en el interior de la
do 35 . Su función es servir del modo más fiel posible como «ins- sacramentalidad de la Iglesia, como símbolo personal histérico-
trumento» de Cristo, como «vicario» de Cristo. El actuar «in concreto que remite al sacramento Cristo, desde cuya realidad
persona Christi» significa «que el sacerdote hace visible de un sacramental hay que entender el mismo ministerio 39 . Y esta sa-
modo vicario al mismo Cristo mediante el ejercicio de su minis- cramentalidad ministerial sólo viene a ser tal cuando se realiza
terio, recordando así a la comunidad que sólo en el encuentro en el servicio, en la «remitencia», en la transparencia del minis-
y vinculación con Cristo podrá llegar hasta Dios según la forma terio-sacramento de Cristo. En este sentido el sacerdote cumple
dispuesta en la actual economía salvífica» 36. una función ¡cónica: «Como el icono, el sacerdote debe ser trans-
parente al mensaje que porta en sí, sin identificarse con él. Debe
— Mediación simbólica personal de Cristo: Así como la
saber estar-ahí sin imponer su presencia... El sacerdote es como
Iglesia no es Cristo, sino la mediación sacramental de Cristo, de
un icono, in persona Christi» 40 .
igual modo el ministro de la Iglesia tampoco es Cristo, sino la
mediación simbólica personal de Cristo. El ministro ordenado — El servicio a la misión de Cristo como tarea: El ministe-
es el medio personal por el que Cristo sigue ejerciendo su minis- rio es un servicio en relación a Cristo, que se cumple desde la
terio en una comunidad eclesial concreta. Es la visibilización cor- realidad «ontológica-sacramental» del mismo, en una pluralidad
poral de la capitalidad de Cristo. Es la sacramentalización per- de funciones y situaciones, que comprometen a la persona del
sonal de la única presidencia y la única mediación verdadera que ministro de forma peculiar. El primer ámbito de realización de es-
existe para la comunidad cristiana. Por eso dice el Vaticano II te servicio a Cristo es la cooperación concreta en orden a pro-
que «por el sacramento del orden los presbíteros se configuran porcionar a los hombres los «misterios de Dios (1 Co 4,1), los
con Cristo sacerdote, como ministros de la Cabeza, para cons- bienes de la gracia que Dios les ofrece en Cristo Jesús, la sal-
truir y edificar todo su cuerpo, que es la Iglesia, como coopera- vación realizada de una vez para siempre en Cristo y que debe
dores del orden episcopal»37. Por tanto, los ministros, al hacer
visible, al presencializar el ministerio de Cristo y su «presiden- (38) E. ROYON LARA, Los ministerios eclesiales, l.c, 430.
cia» de la comunidad, como el único Señor, están al servicio de (39) Esta idea está también presente en los Documentos Ecuménicos,
Cristo. Se muestran a sí mismos como servidores del Servidor, como el Documento de Dombes: «Cristo para cumplir esta misión ha dado
a la Iglesia, en la persona de los Apóstoles, el signo ministerial de que es él
como ministros del Ministro, como símbolos sacramentales del
quien la convoca»: n. 9; cf. n. 13. Lo mismo en el Documento de Accra, n. 29.
Sacramento original. Esto, lejos de ser una afirmación retórica, cf. T. I. JIMÉNEZ URRESTI, El ministerio ordenado en el diálogo interconfesio-
responde a una necesidad de la actual economía de salvación. nal, 326.
«La economía encarnatoria sacramental... no sólo exige el ca- (40) Texto recogido por Y. M. CONGAR, Prólogo, 10, de una entrevista
rácter de signo salvífico eficaz para la comunidad eclesial —Igle- televisiva con el obispo oriental A. BLOOM. Dice al respecto: A. G. MARTI-
MORT, El valor de una fórmula teológica, 311-312: «el sacerdocio cristiano es
de naturaleza sacramental; no sólo en el acto transitorio de la ordenación,
Christi. Der Amts Begriff ¡n der neueren rómisch-katholischen theologie, Gót- sino también en la persona del sacerdote... el sacerdote mismo es y debe
tingen 1966. ser signo y, por tanto, verificar las condiciones requeridas para ello: puesto
(35) Cf. G. BORNKANN, Ttpeo-pEuw: ThWNT, VI, 682; H. SCHÜTTE, Amt, que el sacramento es un signo, para todo aquello que interviene en el sacra-
Ordination und sukzession, 299-300. mento, se requiere no sólo la «res» sino el «signum rei» (Tomás, IV Sont,
(36) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, £/ ministerio sacerdotal, 98. dist. 25, ort. 2), y la principal de estas condiciones es que el signo tenga un
(37) PO, n. 12. parecido natural con lo que significa».
258 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 259

extenderse a todos los hombres. El ministro, sin constituirse ministros no deben identificarse sin más con la voluntad de
en mediador entre Dios y los hombres —cosa que pertenece a Dios 43 . «Los ministros significan a Cristo para la comunidad y al
Cristo— participa, en algún modo, de esta función mediadora, en mismo tiempo enseñan a la comunidad (incluidos los ministros)
la medida en que interviene, favorece, sirve a la comunicación que Cristo sigue siendo el otro» 44 . Y todo esto, naturalmente,
entre Dios y el hombre. «El ministerio interviene en una relación sucede no desde una imagen idealista del sacerdote, ni desde
fundamental entre Dios y los hombres; se sitúa en el eje de un «ontologismo ministerial», ni desde una sacramentaUdad que
comunicación ente ellos..., el ministerio hace cooperar a unos condujera a creer que el ministro reemplaza a Cristo en la tie-
hombres en la acción humano-divina de Dios en favor de los rra... sino desde un compromiso de servicio a la obra de Dios en
hombres»41. Cristo, que implica la «configuración» por el sacramento del
El segundo ámbito de realización de este servicio a Cristo, Orden, pero también el ejemplo de vida, la verificación ética, la
es el cumplimiento de las grandes funciones que integran y en realización en la propia carne de la dinámica de la cruz, la acti-
las que se realiza la misión recibida de Cristo: el servicio a la tud y gestos críticos-proféticos ante toda posible manipulación.
palabra, por el que leen, escuchan, profundizan, proclaman y pre- El siervo no es mayor que su Señor, y por tanto, debe estar dis-
dican el Evangelio; el servicio al culto, por el que, a la vez que puesto a entregar la propia vida en oblación (1 Tim 2,6; 2 Tim 2,
imitan lo que realizan, expresan y animan la alabanza a Dios, y 10; 4,6) en la esperanza de la recompensa eterna: «Si sufrimos
significan la santificación del hombre; el servicio a la caridad, trabajos y oprobios es porque ponemos la esperanza en Dios
por el que se entregan a la ayuda de los demás, desde el amor vivo» (1 Tim 4,10), «El Señor me librará de toda obra mala y me
y justicia que hacen posible la nueva fraternidad cristiana. En salvará guardándome para su Reino» (2 Tim 4,18) 4i .
todos los casos, el ministro no hace sino expresar la continuidad
y presencia activa de Cristo ministro, que a través de los hom-
bres continúa proclamando la salvación (servicio a la Palabra), 3. EL MINISTERIO COMO SERVICIO A LA COMUNIDAD
alabando al Padre en un culto espiritual y único (servicio litúr- ECLESIAL
gico), y liberando a los hombres por el amor (servicio en la ca-
ridad). En una palabra, Cristo Profeta, Sacerdote y Rey continúa El ministerio ordenado, además de ser un servicio a Cristo,
realizando la salvación a través del ministerio ordenado, por cu- es fundamentalmente un servicio a la comunidad, en vistas a que
yo servicio aparece de forma visible y concreta 42 . toda ella pueda realizar, del modo más integral y pleno posible,
el servicio a Cristo que le corresponde. El ministro ordenado
Finalmente un tercer aspecto del servicio ministerial de ejerce también una función de representatividad respecto a la
Cristo, es precisamente el servicio a la alteridad de Cristo. En Iglesia, tanto cuando ejerce el servicio cultual, cuanto en el ejer-
efecto, por su calidad simbólica, el ministro se identifica y dife- cicio del servicio a la Palabra, y del servicio a la caridad. Por
rencia, a la vez, de Cristo; remite y presencializa a Cristo sin po- tanto, puede decirse que actúa, no sólo «in persona Christi», sino
der ser asimilado con Cristo; es signo de presencia y, a la vez, también «in persona Ecclesiae». Aunque estos dos títulos no sean
signo de ausencia. Cristo es siempre el Otro-significado, el que exactamente iguales o supongan lo mismo, ya que lo que hace
remite el ser y actuar del sacerdote: Cristo es aquel que en «in persona Christi» no es lo mismo que lo que hace «in perso-
último instante tiene la iniciativa, preside y santifica la comu- na Ecclesiae». Pero veamos cuál es el sentido de estas afirma-
nidad creyente. El ministro no es «otro Cristo» («alter Christus»), ciones.
sino el que remite y recuerda permanentemente que Cristo es
el Otro indiscutible a quien hay que servir. Su representación de (43) Cf. A. EXELER - H. J. POTTMEYER, Neue Amtsstrukturen in der
Cristo, no es una identificación con Cristo, sino la expresión de Kirche: AA.VV., Fragen der kirche heute, Echter Verlag, Würzburg 1971,
una diferenciación entre representante y representado, desde su 170-177.
ser como símbolo-«sacramento» del ministerio de Cristo. Por (44) H. DENIS, Nuevo Testamento, Iglesia y ministerios: J. DELORME,
eso mismo el ejercicio de la autoridad, las decisiones de los 413.
(45) Como bien dice W. KASPER, «el acontecimiento de la cruz es el
(41) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios, 299. prototipo y norma de todo sacerdote neotestamentario, que no puede serlo
(42) Cf. J. FRISQUE, Decreto 'Presbyterorum OrdiniS'-. Historia y co- por su aspecto exterior, ni por el poder mundano, sino por su plena participa-
mentario: en AA.VV., Los sacerdotes, o. c , 184-186. ción en el testimonio de Jesús en la cruz»: Ser y misión del sacerdote: Se-
lecciones Teal. 75 (1980), 245.
260 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 261

a) «In persona Ecclesiae»: Conciencia histórica de la repre- margen de la comunidad, ni tiene que actuar sin tener en cuenta
sentad vidad eclesial: a la comunidad. De algún modo, la comunidad es y está en él, y
él es y está en la comunidad.
Es evidente que en el Nuevo Testamento los Apóstoles, los
Será, sin embargo, durante la época escolástica cuando se
responsables de las comunidades, los «ministros ordenados» ac-
llegue a una cierta tematización de esta representatividad ecle-
túan en nombre de la Iglesia, sintiendo la responsabilidad de una
sial. Los autores del siglo XII desaroilan esta idea, sobre todo a
misión que afecta y compromete a todos. Así aparece de modo
partir de sus comentarios al Padre Nuestro. La cuestión es ésta:
especial en Pablo, los Hechos y las Cartas Pastorales4*. Más aún
¿puede rezar el Padre nuestro quien no está dispuesto a perdo-
como ya indicábamos en otro lugar, el hecho de que los fieles
nar a sus deudores? Alberto Magno responderá que, aunque al
de la comunidad intervengan para reconocer los carismas que
rezarlo no se perdonen los propios pecados, es lícito siempre
habilitan para el ministerio, testifiquen de la fe e idoneidad de
que se haga «in persona Ecclesiae»: «Oui autem non dimittit frus-
los llamados, e intervengan en su elección 47, es prueba de que
tra hanc orationem praesumit dicere: nisi in persona Eclesiae di-
a dichos ministros se les concedía un valor representativo, en
cat» 52 . Y S. Buenaventura afirmará igualmente: «...potest dici
cuanto que en ellos se jugaba algo importante de la comunidad.
quod istam orationem, quando aliquis dicit, non dicit in persona
Aunque no aparecen empleadas las expresiones «in nomine» o
sua, sed in persona Eclesiae, cujus vult esse membrum» 53 .
«in persona Ecclesiae», sí aparece indicado el contenido o la
idea que en ellas se encierra 48 . Pero será sobre todo la reflexión sobre el caso límite del
La Iglesia primitiva continúa la praxis de la intervención de sacerdote excomulgado o separado de la unidad de la Iglesia, la
la comunidad para discernir y elegir a quienes, de algún modo, que hará avanzar \a teología de \a acción «in persona Ecclesiae»,
la van a representar. Como dice la Tradición Apostólica de Hipó- especialmente con el desarrollo más sistemático de Santo Tomás.
lito es toda la comunidad, junto con sus dirigentes, la que elige Además de que asume las explicaciones respecto al Padre
a su obispo, a sus presbíteros, a sus diáconos, e incluso a quie- nuestro 54 , Tomás insiste de modo original en que todo el culto
nes desempeñan otros ministerios 49 . El ministerio es una reali- cristiano, en cuanto acto del hombre, es una profesión de fe de
dad eclesial, pneumatológica, que afecta a todos, puesto que a la Iglesia, siendo el papel del ministro el actuar como «órgano»
todos tiene que servir, y exige, por tanto, la intervención de to- de la comunidad orante y creyente. Por lo mismo el sacerdote
dos. «El que debe presidir a todos, debe ser elegido por to- debe permanecer en la unidad eclesial y debe orar, celebrar y ad-
dos»50. Por eso mismo no se comprende que alguien pueda ser ministrar los sacramentos «in persona Ecclesiae», es decir, con
ordenado «absolutamente», sin estar destinado a quedar incor- !a intención de hacer lo que hace la Iglesia, asumiendo y expre-
porado a una comunidad concreta, para ejercer el ministerio de sando su fe: «Sacerdos in missa in orationibus quídam loquitur
presidencia. Así lo recordaba con claridad el famoso canon 541 in persona Ecclesiae in cujus unitate consistit» 55 ; «minister sa-
del Concilio de Calcedonia51. Una cosa es cierta, en cualquier ca- cramenti agit in persona totius Ecclesiae, ex cujus fide suppletur
so: quien ejerce un ministerio público respecto a la comunidad id quod deest fidei ministro» 56 . Esto se debe a la cualidad y el
no debe proceder de fuera de la comunidad ni puede situarse al poder que han sido concedidos al sacerdote por el sacramento
del Orden 57 . Cierto, al haber sido ordenado o incluso sin tener
la cualidad de «ministro de la Iglesia», se puede obrar «in per-
(46) Cf. Los estudios de la obra citada J. DELORME, El ministerio y los
ministerios según el Nuevo Testamento. La idea de la representación está (52) Com. in Le 11,4. Y en IV Sent. 16, a. 55 dice: «dico adhuc quod in
ya en el A. T. y se expresa especialmente en el N. T. Cf. H. MÜHLEN, El Es- persona membrorum Ecclesiae debet dicere: sic enim Christus caput Ecclesiae
píritu en la Iglesia, Secretariado Trinitario, Salamanca 1974. ratione membrorum dicit sua esse delicta in Psalmo ubi dicitur: «Deus meus,
(47) Cf. Hech 6,3 ss.; 13,1-3; 1 Tim 1,18; 4,14. réspice in me...». Cf. MARLIANGEAS, 71-76.
(48) Cf. Y. M. CONGAR, Ordinatione ¡nvitus, coactus, de l'Église antique (53) In III Sent. 30, dubium 3.
au canon 214: Rev. Se. Phil. et Théol. 50 (1966) 169-197. (54) In III Sent. 30; IV Sent. 16; Com. Math. 6.
(49) B. BOTTE, La Tradition Apostolique .. 2, 7, 8. (55) Sum. Theol. III, 82, 7, 3um.
(50) LEÓN MAGNO, Ad Anast.: PL 54, 634. Recuérdese cuanto dijimos (56) Ibid., III, 64, 9, 1um.
al tratar el tema de las relaciones «ministerio-comunidad». También los es- (57) Ibid., III, 65,1 c: «perficitur homo in ordine ad totam communltatem
tudios allí citados. per hoc quod accipit potestatem regendi multitudinem et exercendl aotut
(51) PG 104, 558. Recuérdese lo explicado anteriormente. públicos: et loco cujus in spirituali vita est sacramentum ordinis».
262 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 263

sona Eclesiae» e «¡n persona Christi», porque Dios no ha ligado para refirirse al oficio coral de los religiosos siempre se utiliza
el poder de su gracia, ni a los ministros de la Iglesia, ni siquiera «in nomine Ecclesiae»63.
a los bautizados58. Sin embargo, en cualquier caso se exige una En cuanto a los documentos del Magisterio de los Papas del
condición indispensable para obrar «in persona Ecclesiae»: que siglo XX se emplea la expresión «nomine Ecclesiae» sobre todo
no se esté separado de la Iglesia y se mantenga la comunión refiriéndose al culto, y para indicar la diferencia entre culto pú-
eclesial 59 . Para Santo Tomás, la actuación «in persona Ecclesiae» blico y culto privado64. Pío XI, en su Encíclica «Ad catholici
no significa que la Iglesia delegue en los sacerdotes para orar sacerdocii» afirmaba que al sacerdote le corresponde ofrecer
en lugar de la comunidad eclesial, sino que los sacerdotes, pues- tanto el sacrificio del altar, cuanto el sacrificio de alabanza en
to que han sido configurados al único sacerdocio de Cristo, pue- nombre de la Iglesia («altaris sacrificium Ecclesiae nomine coe-
den, por ello mismo, ser órganos por los que la Iglesia, comuni- lestis numine oferre, sed etiam sacrificium laudis»)65. La misma
dad de creyentes y Cuerpo Místico de Cristo, ora y profesa su ¡dea será expuesta por Pío XII en sus Encíclicas «Mystici Cor-
fe. El sacerdote representa a la Iglesia en la medida en que la poris» y «Mediator Dei», donde define así la liturgia: «Sacra li-
Iglesia se encuentre presentada en y por el sacerdote*°. turgia imprimís a sacerdotibus Ecclesiae nomine absolvitur» 66 .
Después de una época de olvido de estas expresiones en los Los Documentos del Vaticano II desarrollarán más estos pen-
siglos XIV y XV, se produce una cierta renovación y evolución samientos, resaltando la unión orgánica entre la acción que se
a partir del siglo XVI. Esta evolución se constata en el mismo vo- realiza «in persona Christi» e «in persona Eclesiae». Así lo
cabulario, obedece al nuevo contexto cultural y teológico, y con- afirma la Constitución de Liturgia: «las oraciones que dirige a
duce a un empleo cada vez más frecuente de la expresión «in Dios el sacerdote, que preside la asamblea representando a
nomine», en lugar de «in persona». Aunque son expresiones se- Cristo, se dicen en nombre de todo el pueblo santo y de todos
mejantes, sin embargo, «in persona» tiene una mayor carga teo- los circunstantes» 67. Cristo e Iglesia aparecen unidos en la misma
lógica, mientras «in nomine» tiene un mayor acento jurídico. El acción cultual, a través del ministerio del sacerdote, por el que
hecho de que fueran sobre todo los canonistas quienes la em- se expresa, al mismo tiempo, el movimiento ascendente de la
pleaban, así lo indicaría 6 '. El progreso es da en dos puntos, que glorificación y alabanza a Dios, y el «descendente» de la santifi-
son objeto de especial reflexión teológica: la cuestión de la cación de los hombres: «Realmente en esta obra tan grande, por
ofrenda del sacrificio eucarístico y de los frutos del sacrificio; la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santifi-
y la cuestión de la oración hecha por los religiosos «in nomine cados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa la
Ecclesiae»62. En esta época, así como para referirse a las pala- Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre
bras de la consagración siempre se emplea «in persona Christi»; eterno» 68 . Esta acción litúrgica se cumple principalmente en la
oración del Oficio, y en la celebración de los sacramentos, sobre
(58) Cf. Sum. Theol. Illa, 64, 6, 3um; 64, 7 c y 67, 5, 2um.
todo en la Eucaristía. Del Oficio se dice que quienes están obli-
(59) Sum. Theol. Illa, 82, 7, 3um. En el caso límite del Bautismo dado
por un infiel dice: «quamvis non pertinet ad Eclesiam se vel sacramento, po-
gados a él por su ministerio «participan del altísimo honor de la
test tamen ad eam pertlnere ¡ntentione et similitudine actus»: Illa, 67, 5, 2um. Esposa de Cristo, ya que, mientras alaban a Dios, están ante su
Cf. MARLIANGEAS, 132-139. trono en nombre de la madre Iglesia» 69. De la Eucaristía se afir-
(60) MARLIANGEAS, 138. Constata también el autor cómo Tomás, si bien ma que «el sacerdocio ministerial, por la potestad sagrada de
se fijó en el culto sacramental y en la organicidad de una acción «in persona
Christi»-«in persona Ecclesiae», no prestó atención al caso de la oración de
los religiosos (oración de las horas «in nomine Ecclesiae») (p. 229). (63) Ibid., 222. 230.
(61) A excepción de Cayetano y Pedro Soto, que permanecen fieles al (64) El CIC n. 1.256 ya decía: «Cultus, si deferatur nomine Ecclesiae a
lenguaje de Tomás, la mayoría de los autores, como Suárez y otros, utiliza- personis legitime ad hoc deputatis et per actus ex Ecclesiae institutione Deo,
rán «nomine», «¡n nomine», influenciados, sin duda, por las obras de los ca- sanctis ac beatis tantum exhibendos, dicitur publicus; sui minus privatus».
nonistas. (65) AAS 28 (1936), 18 ss.
(62) SUAREZ dirá que el rezar el oficio «nomine ecclesiae» pertenece (66) AAS (1947), 539.
también a aquellos que no son clérigos: Atque hinc intelligitur mérito ab Ec- (67) SC, n. 33
clesia institutum esse ut non solum per clericos, sed etiam laicos et per (68) SC, n. 7.
religiosos horae canonicae publice recitentur, seu canantur etiam nomine (69) S C , n. 85; PO 5: «in divino officio, quo quidem nomine Ecclesiae,
Ecclesiae»: MARLIANGEAS, 218. pro toto populo sibi comiso, immo pro universo mundo, Deum deprecatur».
264 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 265

que goza, forma y dirige al pueblo sacramental, confecciona el particulares y locales. Esto es, al mismo tiempo, un servicio
sacrificio eucarístico en la persona de Cristo, y lo ofrece en y una necesidad. Veamos cómo.
nombre de todo el pueblo de Dios»10. Esto no quiere decir, sin En primer lugar, el sacerdote juega aquella función que la
embargo, que en el culto se agote la representatividad eclesial psico-sociología reserva a las llamadas «personas de relación»
del ministro. Así lo insinúa la Constitución de Liturgia, aunque a (Bezugsperson), o «el otro significante» (signifikant anderer)73,
decir verdad no se haya desarrollado este aspecto: «Esta función según la cual una persona (hijos respecto a padres) o un grupo
sacerdotal se prolonga a través de su Iglesia, que sin cesar ala- (sociedad o comunidad respecto a representantes) considera a
ba al Señor e intercede por la salvación de todo el mundo, no alguien como medio de relación, como forma vincuiativa, como
sólo celebrando la Eucaristía, sino también de otras maneras, símbolo de conexión y encuentro con una realidad tercera. Para
principalmente recitando el oficio divino» 71 . los cristianos, si bien es Cristo Jesús la persona de relación con
Dios Padre, el verdadero y definitivo otro-significante, el minis-
b) Dimensiones del servicio ministerial a la comunidad: tro es la persona de relación con Cristo. La comunidad cristiana,
lo mismo que las pequeñas comunidades eclesiales y los grupos,
Como ya explicamos en su momento, comunidad y ministe-
necesitan de una persona de relación, que sea como el «medio
rios están intrínsecamente unidos 72 . Los ministerios no son un
simbólico» remitente de modo estable, hacia la realidad no inme-
elemento accidental, sino constitutivo de la comunidad. No existe
diatamente materializable y tangible en que se funda la propia
verdadera comunidad sin ministerios; ni auténticos ministerios
existencia creyente. La relación de la comunidad con Cristo Je-
sin comunidad. Ahora bien, la esencia de todos los ministerios,
sús, y por él con el Padre, necesita de una experiencia, de una
y en especial de) ministerio ordenado, es el servicio a ¡a comu-
concreción simbólica al nivel de la humana inter-relación. Y esto,
nidad. Los ministerios nacen también del interior de la comuni-
si bien se puede dar en el grupo cristiano, y en cada uno de los
dad y son para el servicio de la comunidad. Y aunque este aspec-
cristianos en cuanto me llevan a Cristo por estar bautizados-con-
to no sea exclusivo, es evidente que todo ministerio está deter-
firmados, sin embargo, sólo adquiere toda su densidad de signi-
minado funcional y eclesialmente por el servicio a la comunidad
ficación y simbolismo cuando se da en un cristiano que ha re-
de la Iglesia, a partir del servicio a la comunidad concreta. El
cibido la encomienda y ha asumido públicamente la función de
ministro ordenado, que actúa «in persona» o «in nomine Eccle-
ser «persona de relación», «otro significante» para la comuni-
siae», no debe hacerlo para abrogarse un honor, o incrementar
dad respecto a Cristo. Este es el servicio necesario y fundamen-
un prestigio, o manifestar un privilegio, sino para prestar un ser-
tal que el sacerdote presta a la comunidad cristiana, con su ser
vicio a la comunidad creyente. ¿Cuáles son las dimensiones fun-
y actuar «in persona Christi-in persona Ecclesiae». «Bien enten-
damentales de este servicio?
dido, debe decirse que aquí reside el momento más significati-
vo del ministerio sacerdotal, tanto desde un punto de vista teo-
Servicio a la relación de la comunidad con Cristo: lógico cuanto antropológico: a través de la relación diaria con
El ministro ordenado actúa «in persona Ecclesiae» en la me- una «persona de relación» que es el ministro, la verdadera y de-
dida en que actúa «in persona Christi». Ambos aspectos no están finitiva persona de relación simbolizada que es Cristo viene a
separados, sino unidos. Se actúa «in persona Christi», no res- ser para la comunidad algo presente, experimentable, accesible
pecto a Cristo mismo, sino respecto a la Iglesia y sus comunida- y concreto» 74 .
des, quienes se relacionan con Cristo a través de la representa-
ción sacramental-ministerial de! sacerdote. Y se actúa «in per- Servicio a la relación del cristiano con la comunidad eclesial:
sona Ecclesiae» no respecto a la misma Iglesia (universal), sino
respecto a Cristo (Padre-Espíritu), y respecto a las comunidades Siguiendo el mismo argumento, hay que decir que otro ser-

(70) LG, n. 10: «sacrificium echaristicum in persona Christi conficit. (73) Así, autores como G. O. MEAD, C. COOLEY... Cf. K. LEHMANN,
Illudque nomine populi Deo offert». Lo mismo PO, n. 2: «per manus eorum, Chancen und Grenzen der neuen Gemelndetheologie: Internazionale katholls-
nomine totius Ecclesiae.» che Zeitschrift 6 (1977), 125 ss.; P. M. ZULEHNER, Zur pastoralem Entwlcklunq
(71) S C , n. 83. in priesterlosen Gemeinden: AA.VV., Das Recht der Gemeinde auf Eucharlstle,
(72) Véase el apartado en el que se estudia la relación «ministerio- Paulinus-Verlag, Trier 1978, 47-61.
comunidad». (74) P. M. ZULEHNER, Ibld., 56-57.
266 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 267

vicio fundamental que presta el ministro ordenado, en cuanto ministro puede ser «persona de relación» en sentido pleno, cum-
«persona de relación», es de remitir o referir a los miembros de pliendo el servicio de relacionar y expresar y crear la comunión
la comunidad, y a las comunidades particulares y locales, a la entre los miembros de la comunidad, las comunidades entre sí,
comunión de la Iglesia universal. El sacerdote es necesario para y éstas con la Iglesia universal.
la comunidad en la medida en que la misma comunidad necesita
una «persona de relación» por la que se exprese su referencia,
su comunión y sus relaciones con la Iglesia universal, con la Servicio a la relación con el ministerio apostólico:
entera comunidad de los creyentes. En este sentido, los «sus- Los sacerdotes, cooperadores de los obispos, están situados
titutos» del sacerdote, los delegados para determinadas funcio- en la línea de la sucesión apostólica, y en la continuidad de la
nes «sacerdotales», los encargados de diversos ministerios lai- misión de los Apóstoles, que continúa la misión del Hijo. Por
cales, no pueden cumplir debidamente la función de «persona de este hecho, ellos, además de que significan la iniciativa salvado-
relación» que cumple el ministro ordenado, ya que no poseen, ra gratuita de Dios, «significan y aseguran también que las co-
ni >la encomienda explícita, oficial y pública que autentifica tal munidades de Iglesia existentes y nacientes en el mundo se
función, ni la estabilidad y permanencia que exige su desempeño unen aquí y ahora como la Iglesia de Jesucristo, apostólica y
en la misma comunidad, ni el «prestigio» social que normalmente católica» 78 . Si toda comunidad es y debe aparecer como «apos-
acompaña a quienes son aceptados para dicha tarea por la co- tólica» necesita de aquel símbolo personal de relación, que le
munidad. «Una verdadera edificación de la comunidad sin la pre- garantice su conexión y su continuidad con tal apostolado. Y
sencia estable del sacerdote (párroco) como persona de rela- este símbolo es el sacerdote. El ministro ha sido ordenado al
ción concreta y permanente, es a la larga muy problemática... servicio de la comunidad, para anunciarle el Evangelio con la
Sólo quien comparte la vida y vive en el mismo lugar, puede en garantía del enraizamiento apostólico. De esta manera, el mi-
verdad desempeñar esta función y ser aceptado como su pastor nistro presta a la comunidad un servicio particular, que no se
por la comunidad»". reduce al simple testimonio de la fe (cosa que corresponde
la encomienda de esta función de «persona de relación» a a todo cristiano), sino que implica la certeza de su autenticidad
quienes no han sido ordenados (laicos, responsables de comuni- y fidelidad, por estar entroncada con la tradición apostólica. En
dades...), si bien en ocasiones puede responder a una necesidad, este sentido, puede decirse que el ministro ejerce, respecto a la
e incluso llenar un vacío, no puede, sin embargo, sustituir al mi- comunidad, un servicio de paternidad evangélica, en la medida
nistro ordenado76. Un laico puede quizás cumplir determinadas en que le está engendrando por la Palabra y los sacramentos, co-
funciones «sacerdotales» mejor que el sacerdote, pero no puede mo continuador de la misión apostólica 79 . El ministro ordenado
realizar la función simbólica que se le reconoce al sacerdote, sen- presta, pues, un servicio imprescindible, a la relación de la co-
cillamente porque no ha sido «ordenado» para tal función. Como munidad concreta con la comunidad apostólica, y a través de
dice K. Rahner, «en aquellos casos en que se encomienda fun- ésta con Cristo. Todo cristiano puede realizar, en alguna medida,
ciones sacerdotales a personas de relación no ordenadas, nos en- este servicio, pero nadie puede realizarlo en la misma medida,
contramos, teológicamente hablando, y por la misma naturaleza con la misma reconocida significatividad y eficacia, que el mi-
del objeto, con una persona sacerdotal, a la que lo único que le nistro ordenado. Por medio de él la comunidad «experimenta»,
falta es el reconocimiento sacramental del ministerio eclesial» 77 . de forma más elocuente y cercana, de manera más segura y flol,
Esta especie de contradicción o «ficción sacerdotal» debe supe- su conexión con la comunidad de los Apóstoles, su comunión
rarse cuanto antes de modo que no haya separación sino unión con la Iglesia universal, su apostolicidad y su misión. El ministro
entre función eclesial e investidura ritual-pública. Sólo así el viene a ser algo así como el «memorial viviente personnl» <ln
una misión que arranca de Cristo, toma cuerpo en los ApcV;i<>l<">
y se prolonga hasta su plenitud en la comunidad ecleslnl
(75) K. LEHMANN, Ibid., 125.
(76) Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Zur Ordnung der pasto-
ralen Dienste (Secretariado de la Conferencia Episcopal Alemana), Bonn 1977, (78) ASAMBLEA EPISCOPAL FRANCESA, ¿Todos respon:..^!.
25-42. Iglesia?, 32.
(77) K. RAHNER, Patorale Dienste und Gemeindeleitung: Stimme der Zeit (79) S. DIANICH, Ministére et communauté: Communmit<i> " i litiiu,i
11 (1977), 738 ss. 1 (1976), 25.
ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 269
268 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

Servicio a los carismas y ministerios de la comunidad: c) Servicio de dirección de la comunidad y especificidad mi-
nisterial:
La comunidad se estructura desde la unidad de servicio en Desde hace algunos años se ha venido defendiendo cada
una pluralidad de funciones y ministerios, que tienen como fun- vez con más insistencia, por parte de algunos autores, que lo ver-
damento la diversidad de carismas, y la diferenciada encomien- daderamente específico del ministerio sacerdotal es la fundación
da y compromiso personal con las tareas de la misión. Pues de las comunidades cristianas y el servicio de dirección de la
bien, el ministro ordenado está puesto al servicio de la comuni- comunidad. De las tres funicones principales del ministerio: pro-
dad y sirve, de hecho, a la comunidad cuando sirve a los diver- fético, sacerdotal, pastoral, la verdaderamente específica e in-
sos carismas y ministerios que surgen y necesita la comunidad. sustituible, según estos autores, es la pastoral. Veamos en sín-
Esto es, según W. Kasper, lo más específico del sacramento del tesis la opinión de dos autores significativos del área alemana:
Orden: «que por la imposición de las manos y la oración, otorga H. Küng y W. Kasper.
una asimilación particular a Jesucristo, por lo que da un minis-
terio en orden a dar testimonio público y oficial de Jesucristo H. Küng83 comienza recordando que el servicio de dirección
en el servicio a los demás servicios» 80 . Ahora bien, el ordenado de la comunidad cristiana, aun habiendo asumido mistéricamente
cumplirá este servicio a los servicios descubriendo y suscitan- rasgos de diversas «personalidades dirigentes» (fundador, refor-
do los carismas, respetando y acogiendo los dones, animando y mador, profeta, mago, santo), no se identifica con ninguna de
creando espacio para las diversas funciones, coordinando e in- ellas. Es preciso discernir lo que debe conservarse y lo que
tegrando los diferentes ministerios. Su función es realmente de debe modificarse del servicio de dirección eclesial. Es preciso
servicio a la comunidad cuando no bloquea, cierra, acapara o mo- descubrir cuáles son en este servicio las variables y las constan-
nopoliza las funciones y ministerios, sino cuando los anima des- tes, de manera que se pueda determinar los elementos de con-
de dentro coordinándolo y creando la unidad armónica que con- tinuidad y discontinuidad.
duce al verdadero crecimiento y edificación de la comunidad,
desde el despliegue y realización de todas sus posibilidades y Para H. Küng las variables del servicio de dirección eclesial
riqueza. Para decirlo con palabras de H. Küng: «e! servicio de son: la comprensión del servicio de dirección como profesión ex-
dirección en la Iglesia no ha de ser fundamentalmente una au- clusiva (sería posible ejercer este servicio con dedidación «se-
toridad que absorba en forma autocrática todas las demás fun- miplena»); la permanencia vitalicia en el ministerio (pudiendo
ciones, sino un servicio en medio de una multiplicidad de otros ser temporal en algunas circunstancias); el que dicho ministerio
carismas y funciones: un servicio estimulante, coordinador e constituye un estado, estamento o categoría social (pues hoy sa-
integrador prestado a la comunidad y a los otros servicios» 81 . bemos mejor lo que significa sacerdocio «universal» y «servi-
Esto es, y no otra cosa lo que recomendaba el Vaticano II a los cio»); la necesidad de que el sacerdote sea un hombre de for-
presbíteros al hablar de su relación con los laicos: «los presbí- mación académica (pues, en circunstancias, es posible que sin
teros son hermanos entre sus hermanos... reconozcan con gozo esta formación se puede ejercer mejor el ministerio); la vincula-
y fomenten con diligencia los multiformes carismas de los lai- ción necesaria del servicio de dirección con el celibato (ya que
cos, tanto los humildes como los más altos... Encomienden el Evangelio lo entiende como una vocación elegida libremente
igualmente con confianza a los laicos organismos en servicio de —carisma— pero no como la ley que obligue en general); el que
la Iglesia, dejándoles libertad y campo de acción y hasta invi- este servicio sea desempeñado exclusivamente por hombres
tándoles oportunamente a que emprendan también obras por su (siendo que no hay ningún impedimento fundamental a que pue-
cuenta. Los presbíteros están puestos en medio de los laicos dan desempeñarlo las mujeres).
para llevarlos a todos a la unidad de la caridad»82.
En cuanto a las constantes del servicio de dirección, o los
elementos fundamentales de especificidad señala: la compren-
sión del ministerio de dirección, no como una forma de dominio,
(80) W. KASPER, Ser y misión del sacerdote; Selecciones Teol. 75 sino como un servicio permanente a la comunidad; el ejercicio
(1980), 246. de la autoridad, no absorbiendo todas las funciones, sino sir-
(81) H. KÜNG, Sacerdotes ¿para qué?, 85-86.
(82) PO, n. 9. (83) Su opinión se encuentra expuesta principalmente en: Sacerdotes
¿para qué?, 73-90.
270 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 271

viendo a la multiplicidad de carismas y servicios; la aceptación Ahora bien, ¿cómo se concreta esta función de dirección en
del servicio de dirección, no como un sistema rígido y uniforme el servicio a la comunidad? Kasper lo explica de diversas formas.
de cargos u oficios, sino como uno de tantos servicios, flexible, En primer lugar, la función no es la acumulación de carismas,
móvil, multiforme, según los tiempos y lugares; la determina- sino la integración mutua de todos los carismas. El sacerdote es
ción del servicio de dirección, no como algo dependiente de la el responsable de la unidad y colaboración ordenada de todos
disposición arbitraria de los hombres, sino como la realización los carismas, y por ello su servicio se centra de manera especial
de un poder del Señor de la Comunidad y como libre don del en la unidad de la Iglesia. Se trata de un ministerio entre y para
Espíritu. los otros ministerios. En segundo lugar, esta función de direc-
ción en servicio a la unidad se concreta en la realización de las
En resumen, H. Küng entiende que el servicio de dirección otras funciones que competen al ministro ordenado: la función
es el aspecto más significativo del ministerio ordenado, cuya profética, la función sacerdotal, la función del servicio en la ca-
misión fundamental es servir a la comunidad, animándola desde ridad. La unidad de la Iglesia se realiza concretamente en la
dentro, por una moción y coordinación armónica de los diversos unidad de la confesión de fe, en la unidad de la celebración eu-
carismas y servicios. Podrán discutirse algunos de los puntos carística, a la que dicen referencia todos los demás sacramentos,
que señala como variables» o «constantes» del servicio de direc- y en la unidad a través del servicio mutuo y comunitario del amor.
ción; pero es perfectamente legítimo el considerar que tal «ser-
vicio de dirección» es la característica fundamental del ministe- Una vez expuestas estas dos opiniones, digamos cuál es
rio ordenado84. nuestro punto de vista al respecto. Pensamos que la función es-
pecífica del ministro ordenado es la «presidencia», de la comu-
W. Kasper*5 insiste igualmente en que la función de gobier- nidad, entendida como un servicio necesario y propio para la co-
no es la función más específica del ministerio ordenado. Todas munidad. Pero esta función de presidir, muestra toda su especi-
las demás funciones se derivan orgánicamente de la única misión ficidad cuando se la considera en mutua referencia y en comple-
fundamental: el servicio a la unidad de la Iglesia o la comunidad. mentaria integración de las diversas funciones que la constitu-
La misión de dirigir la comunidad en la unidad supone un ver- yen: la función profética, la sacerdotal y la pastoral, o si se quie-
dadero carisma, que implica capacidad de contacto, de diálogo, re, el servicio de la Palabra, el servicio del culto (especialmente
de dirección de los hombres... Pero esta concepción funcional la Eucaristía) y el servicio en la caridad. El servicio de dirección
del ministerio no debe ser entendida en sentido actualista. Tam- de la comunidad no consiste solamente en el servicio de anima-
bién una función es, en último término, algo ontológico, en cuan- ción, coordinación e integración de los diversos ministerios, sino
to que determina el ser. En lo que el sacerdote es, y no sólo en también en el servicio de complementariedad de las diversas
lo que él hace, es, al mismo tiempo, un ser para los otros. La áreas ministeriales, en orden a una realización integral de la
función de gobierno de la comunidad tiene, pues, una dimensión misión, y desde el nivel o representatividad que es propio del
claramente ontológica. En este contexto es donde hay que com- ministerio ordenado. Este aspecto, más desarrollado por W. Kas-
prender la doctrina del «carácter indeleble», no como la expre- per que por H. Küng, merece la pena ser desarrollado en el apar-
sión de un «clericalismo metafísico», sino del hecho de que tado siguiente.
el ministerio, en sí mismo y de por sí, no es nada, sino que ha
sido dado como función y servicio en favor de los otros.
4. EL MINISTERIO COMO SERVICIO ESPECIAL A LA MISIÓN
(84) Véase otros lugares donde desarrolla su pensamiento: La Iglesia,
Herder, Barcelona 1968, II, 1-2; Estructura carlsmática de la Iglesia: Conci- Hasta ahora hemos afirmado y explicado, que a la esencia
lium 4 (1965), 44-65; Ser cristiano, Herder, Barcelona 1977, 624-627. del ministerio ordenado pertenece su especial representatividad
(85) W. KASPER, Nuevos matices de la concepción dogmática del mi- de Cristo y de la Iglesia, su capacitación para actuar «in persona
nisterio sacerdotal: Concilium 43 (1969), 375-389; Sein und Sendung des Ohristi» e «in persona Eclesiae». Pero esto no es todo. Debemos
Priesters: Geist und Leben 51 (1978), 196-212, trad. Selecciones Theol. 75 explicar también dónde y cuándo actúa de esta forma, con el fin
(1980), 243-250; Kollegiale Strukturen in der Kirche: Sein und Sendung 34
de determinar el ámbito o campo de la misma especlficklml
(1969), 5-18 y 50-55; Amt und Gemeinde: en Glaube und Geschichte, Mainz
1970, 383-414. Cf. Sobre esta opinión: N. GLATZEL, Gemeindebildung und
sacerdotal diferenciante. Nuestra tesis es que a la esenclu dol
Gemeindestruktur, o. c , 133-138. ministerio ordenado pertenece también el servicio que prontn a
272 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 273

Cristo y a la Iglesia, sirviendo precisamente de forma especial han llevado asimismo a un concepto de ministerio más centrado
a las funciones integrantes de la misión de Cristo y de la Iglesia. en la función de servicio a la caridad.
Ciertamente, la Iglesia tiene derecho a acentuar una u otra
a) Servicio a la diversidad de funciones de la única misión: función, y por tanto, uno u otro aspecto del ministerio, a tenor
de las circunstancias y exigencias del momento histórico-eclesial
La Iglesia ha recibido una única misión apostólica de Cristo, concreto. Pero también tiene la obligación de no permitir que
que se realiza en diversidad de funciones fundamentales: tales acentuaciones polaricen y parcialicen la misión, hasta el
— La del servicio a la Palabra - » función profética - » «mu- punto de crear un desequilibrio fundamental que llegue a falsi-
ñus docendi». ficarla. Sin duda el Vaticano II ha intentado ejercer este discer-
nimiento y recuperar este equilibrio, al articular las funciones de
— La del servicio cultual - > función sacerdotal —» «munus
los presbíteros en torno al triple «munus»: los presbíteros son
santificando. ministros de la Palabra de Dios, ministros de los sacramentos y
— La del servicio en la caridad - » real-pastoral —> «munus de la Eucaristía, y rectores del pueblo de Dios 87 . Los presbíteros,
regendi». lo mismo que los obispos, participan, por la identidad sustancial
Cada una de estas funciones se realiza en el servicio por el del rito sacramental y del ministerio apostólico, del triple «mu-
ministerio (triple munus). Tiene un campo de especificidad pro- nus» de la misión. Pero con una diferencia, mientras los obispos
pio, y desarrolla un aspecto fundamental de la única misión. En- participan del triple «munus» con la plenitud de los poderes apos-
tre las diversas funciones no existe oposición ni competencia, tólicos, en cuanto sucesores directos de los Apóstoles, los pres-
sino mutua integración y complementariedad. Más aún, la verdad bíteros participan de esta triple «munus» en cuanto cooperadores
de cada una de ellas depende de su capacidad de integración y del orden episcopal y en modo subordinado88. En todo caso, y
referencia a las restantes. El equilibrio en la realización de las aunque pueda discutirse el valor de esta división tripartita de la
diversas funciones consiste en la valoración específica de cada misión en orden a un eficiente y pleno análisis teológico del mi-
función y on su relatlvizaclón respecto a las demás funciones. nisterio 89 , es evidente que la ordenación de funciones presbite-
Asi por ejomplo, ol sorvlcio a la Palabra será tanto más verdade- rales que ofrece el Vaticano II destaca estos elementos:
ro cuanto más desarrolle todas sus dimensiones internas (refle-
xión, compronslón, meditación, proclamación, acogida, evangeli- — El ministro ya no aparece en primera línea como el «hom-
zación, enseñanza, catequésis, homilía...) y cuanto más integre bre de los sacramentos».
sus funciones de referencia (la celebración y expresión cultual — Su misión aparece más bien como una participación in-
y la acción-compromiso de la caridad). Lo mismo cabe decir de tegral en la totalidad de la misión de Cristo.
las otras dos funciones.
— Se destaca su conexión y continuidad con la obra de los
Sin embargo, este equilibrio y mutua referibilidad de funcio- Apóstoles, a través de una cooperación con los obispos.
nes no siempre se ha salvado en la Iglesia. Las diversas concep-
ciones teológicas del ministerio son el mejor reflejo de los de- (87) PO., n. 4-6. Véase el comentario de J. FRISOUE, «Presbyterorum
sequilibrios históricos de las funciones de la misión 86 . La im- Ordinis*. Historia y comentario, l.c, 155 ss.
portancia dada en los primeros siglos a la Palabra y la caridad, (88) Esta es la afirmación del Vaticano II, PO, n. 2: «Cristo, por medio
llevó a un concepto de ministerio más centrado en la función pro- de los mismos Apóstoles, hizo participar de su propia consagración y misión
fética y en la comunión. El acento que, a partir de la Edad Media, a los sucesores de aquellos, que son los Obispos, cuyo cargo ministerial,
se puso en el poder de administrar los sacramentos y consagrar en grado subordinado, fue encomendado a los presbíteros, a fin de que, cons-
la Eucaristía, llevaría a un concepto de ministerio más centrado tituidos en el orden del presbiterado, fuesen cooperadores del Orden Episco-
en la función sacerdotal-cultual. La insistencia que en la actua- pal para cumplir la función apostólica confiada por Cristo.»
lidad se pone en el compromiso pastoral y la acción testimonial, (89) Aun reconociendo la comodidad y claridad que ofrece esta divi-
sión, así como su fácil y coherente enraizamiento en la misión de Cristo, hay
autores que no la consideran perfecta y advierten que el Concilio no pre-
(86) Cf. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Le ministére sacer- tende cubrirla con su autoridad o presentarla como doctrina definitiva. Cf. J.
dotal, o. c , 86-90. FRISQUE, Ibid., 155.
274 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 275

— Si alguna función aparece con prioridad sobre los restan- de la Iglesia y de un compromiso personal e irreversible signifi-
tes ésta es la del servicio a la Palabra (tarea de «predica- cados y sellados por el sacramento del Orden. Y tampoco repre-
ción» o «evangelización»: LG.28; PO 4). sentan a Cristo del mismo modo que los bautizados. Por el
— Pero, en realidad, las tres funciones (profética, sacerdo- hecho de haber sido llamados consagrados y enviados para ser
tal, pastoral) entran en un nuevo equilibrio y ordenación mu- los principales responsables de la misión, sus promotores y ani-
tua, por el que se entiende que ninguno de ellos puede exis- madores en nombre de Cristo, pueden «re-presentar» la inicia-
tir sin referirse y conducir a las restantes 90 . tiva y capitalidad de Cristo, así como la participación y continui-
dad de la misión en la Iglesia, de un modo muy singular, que se
— En el desempeño de estas tres funciones el presbítero acredita por la atribución de unas facultades por parte de la
actúa con una especial representatividad respecto a Cristo misma Iglesia y el reconocimiento de unas atribuciones por par-
y a la Iglesia, que sitúa su ministerio en el verdadero centro te de la comunidad concreta.
diferenciante o de especificidad en relación con el ministe-
rio o función de todos los bautizados. En segundo lugar, debe decirse que esta especial participa-
ción en la misión y representatividad, basadas y significadas en
Detengámonos un momento en esta última afirmación, ya el sacramento del Orden, se manifiestan sobre todo en la capa-
que plantea el problema siguiente: Si todos los fieles, por su cidad de servicio a los servicios, en la facultad de coordinación
consagración bautismal y confirmatoria (iniciación cristiana) par- y animación de las diversas funciones, en la entrega a un desa-
ticipan de la triple función (munus) de Cristo 91 , ¿en qué se di- rrollo armónico y equilibrado de las diferentes áreas de la mi-
ferencia o qué tiene de más la participación en dicho triple «mu- sión, en la diaconía para la integración mutua del triple «munus»
nus» por parte de los presbíteros? ¿Dónde se encuentra el ele- desde la unidad y variedad de carismas y ministerios en que se
mento o aspecto específico diferenciante en relación con los desarrolla cada uno dentro de la totalidad 92 . La especificidad de
demás miembros del pueblo de Dios? Digamos, en primer lugar, la participación presbiteral en el triple «munus» es la represen-
que los presbíteros, aun participando como todos los bautizados tatividad con que ejerce las diversas funciones («in persona
de la misma y única misión de Cristo, y aun teniendo en común Christi capitis» - «in persona Eclesiae») y el carácter del servi-
con todos los miembros del pueblo de Dios la capacidad funda- cio que presta a dichas funicones (profética-sacerdotal-pastoral),
mental de «representar» a Cristo y a la Iglesia, sin embargo, han al realizarlas por una «presidencia» que es coordinación y armo-
sido hechos partícipes de esta misión y capacitados para esta nía de la unidad con la diversidad, en un equilibrio que al mismo
representatividad, de tal forma y en tal medida, a través del sa- tiempo que evita la falsificación de la misión, la impulsa y pro-
cramento del Orden, que ellos ejercen y realizan de modo espe- mueve hacia su realización más perfecta. Todos los miembros de
cial aquello que fundamentalmente compete a todos. Los pres- la Iglesia participan y sirven a la misión recibida de Cristo, pero
bíteros, por serlo, ya no participan de la misión sólo a título bau- cada uno participa y sirve desde una situación, un carisma, una
tismal sino también a título de una encomienda oficial y pública encomienda, un compromiso, una cualificación sacramental, una
resonsabilización diversa. Al presbítero le compete un servicio
(90) La cuestión de la prioridad de las funciones fue debatida en el Con- especial desde su función de dirigir, construir y animar la unidad
cilio, destacándose sus pros y sus contras. Si en el orden cronológico lo de la Iglesia en cada área de la misión y a partir del principio de
primero parece ser la Palabra (ya que se requiere la conversión-fe para poder unidad en la diversidad. AI ministro le compete el servicio a la
sacramental Izar), en el orden ontológico lo primero es el sacramento (fuente palabra como a cualquier cristiano; pero con la función especial
principal de la gracia), y en el orden pastora! lo primero parece ser la caridad de velar por su verdad y autenticidad en la unidad. También le
(ya que en la vida nada está por encima del amor). Aunque parece haberse compete el servicio a la Eucaristía, como a los demás; pero con
atendido más al orden cronológico, lo cierto es que la principal preocupación
fue la coherencia, referencia e implicación mutua de las funciones. Cf. H. DE-
NIS, Teología del presbiterado desde Trento al Vaticano II, 263. (92) Véanse al respecto las posturas de W. BREUNING, Das Sakrimwnt
(91) LG, n. 31: «Los fieles, en cuanto incorporados a Cristo por el bau- der Ordo und die besondere Verantwortung des Priesters in der Klrclw un
tismo, integrados al pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la Beitrage zur Diskussion um das priesterlicbe Selbstverstandnis, Bonn 1!)(ü), l'i
función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el 29; ID., Zum Verstándnis des Prlesteramtes von *Dienen» her: Lnlimiillo» >
mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corres- Zeugnis 1 (1969), 24-40; W. KASPER, Nuevos matices de la concopiMn (Imi
ponde». mática del ministerio sacerdotal, a. c „ 375-389. Otra bibliografía on miln ii'i
276 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES
ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 277

la responsabilidad especial de quien preside y garantiza la uni- cación del Evangelio de Jesucristo constituye el centro del mi-
dad. Y de igual manera le corresponde ordenar y dirigir la vida nisterio salvífico apostólico: de ahí derivan y adquieren su carác-
de la comunidad, sin excluir la participación de los demás en ter sacerdotal todas las demás actividades del apóstol en orden
esta tarea; pero a él le corresponde especialmente relacionando a la edificación de la Iglesia» 96 .
y coordinando la variedad de carismas y ministerios en la unidad
del amor93. ¿Puede concretarse esta especificidad del servicio a Esta prioridad del servicio a la Palabra respecto a otras fun-
la misión en cada una de las principales funciones? Creemos que ciones ministeriales, ha sido defendida de modo especial por
sí, y lo vamos a hacer a continuación. K. Rahner, quien sostiene que es justamente esta función la que
marca la fundamental especificidad del ministerio ordenado. Esta
es, en síntesis, su opinión 97 : para determinar la esencia del mi-
b) El ministerio como servicio a la Palabra:
nisterio ordenado lo mejor no es partir del poder sacramental,
Debido a la prevalencia del ministerio de la Palabra en el porque no tiene una seria apoyatura bíblica, ni permite un pleno
Nuevo Testamento, así como a su prioridad «cronológica» en desarrollo teológico. Tampoco es bueno partir del concepto de
orden a la fe, y por razones, no sólo de re-equilibrio de funcio- mediador, porque es algo que en sí sólo pertenece a Cristo. De
nes, sino también de ecumenismo y de situación y urgencia evan- donde hay que partir es de un ordenado concepto eclesiológico.
gelizados... el Vaticano II puso el acento en la función profética En la Iglesia existen los ministerios establecidos y los libres ca-
que compete a los presbíteros, verdaderos «ministros de la Pa- rismas. Ambos tienen un puesto y son necesarios para la edifi-
labra de Dios»94. «Los presbíteros, como cooperadores de los cación, debido a la pluralidad de dones, servicios y funciones, y
obispos tienen por deber primero el de anunciar a todos el Evan- sobre la base de una singularidad personal, y de un diferente
gelio de Dios», por varias razones: porque es la forma de cum- compromiso eclesial 98 . La Iglesia, como sacramento de salvación,
plir el primer mandato del Señor quien se manifiesta sobre todo es la oferta salvífica de Dios a los hombres, es la actualidad per-
como servidor de la Palabra y envía a predicar el Evangelio manente e histórica de la Palabra escatológica, victoriosa y exhi-
(cf. Me 16, 15)""'; porque la predicación o proclamación de la Pa- bitiva de Dios en Cristo Jesús. Esta Palabra exhibitiva y eficaz
labra es el primer paso para despertar la fe; porque dicha pro- ha sido encomendada a la Iglesia, la cual hace presente por ella
clamación es el mejor medio para alimentar y hacer crecer la el acontecimiento salvífico para los hombres concretos, según la
misma fe; porque las otras dos funciones (cultual-pastoral) de- diversa intensidad de compromiso eclesial y las diversas situa-
penden y exigen la misma predicación para su autenticidad. A ciones. Esta aparición histórica y significante de la salvación, por
estas razones que señala el Decreto sobre los presbíteros habría medio de la Iglesia que anuncia la Palabra, se realiza sobre todo
que añadir la importancia salvífica de la Palabra en orden a mani- a través del ministerio. Aunque a todo bautizado afecta la mi-
festar la salvación por la muerte y resurrección de Cristo, y la sión de hacer presente el acontecimiento salvífico por la Pala-
centralidad que dicha Palabra tiene en el conjunto de aspectos bra, sólo los ministros 'han recibido el poder y la encomienda
del ministerio apostólico. Como bien indicaba la Conferencia especial de proclamarla, y sólo ellos pueden hacerlo con una
Episcopal Alemana «el ministerio apostólico no tiene otro sen- especial cualificación, en orden a discernir el verdadero mensaje
tido y motivo que el de hacer presente en cada momento en el y a presencializar la salvación. El ministerio es la autorización
mundo y para la salvación del mundo el sacrificio y el amor de para el servicio de la Palabra en cuanto palabra de la Iglesia, que
Jesucristo. En la proclamación salvífica de la muerte y resurrec- es transmitida a una persona particular. El ministro o sacerdote
ción del Señor, invitando a todos los hombres a creer en Cristo «es un heraldo de la Palabra de Dios, ligado a una comunidad
y a ofrecer a Dios el sacrificio de su amor, tiene lugar esencial- dada, que habla por mandato de toda la Iglesia y, por tanto, oficial-
mente la acción sacerdotal del ministerio apostólico. La predi-

(96) El ministerio sacerdotal, 59.


(93) Cf. W. KASPER, Nuevos matices, 375-376.
(97) K. RAHNER, Dogmatische Grundlagen des priesterlichen Selbstver-
(94) PO, n. 4. Cf. LG 28.
standnisses: en AA.VV., Mitten in dieser Welt, Paderborn 1968, 96-115, ID.,
(95) Cf. sobre Jesús como el primer servidor de la Palabra, y sobre la
El punto teológico de partida para determinar la esencia del ministerio sacer-
relevancia en su vida del ministerio apostólico profético: F. GILS, Jésus
dotal. Concilium 43 (1969), 440-445; ID., Die Tráger des Selbstvollzugs der
prophete, Lovaina 1957, 26 ss.; A. GEORGE, Los ministerios según el Evange-
Kirche: en Handbuch der Pastoral, vol. I, 2, Freiburg-Basel-Wien 1970, 157-232
lio de Lucas. I. Jesús servidor de la Palabra: J. DELORME, 217-219.
(98) Die Tráger des Sellstvollzugs, 163 ss.
278 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 279

mente, de tal modo que a él le son confiados sacramentalmente establece los ministros como signos... de una palabra que es
los más altos grados de intensidad de la Palabra». Este grado de iniciativa de Dios, don de Dios»102.
intensidad llega a su máxima expresión y, por tanto, a su máxima En segundo lugar, la especificidad de esta función en el mi-
eficacia en la proclamación de la muerte y resurrección de Cristo nistro ordenado se manifiesta en la extensión que tiene, en la
que tiene lugar en la Eucaristía". La permanencia de la Iglesia responsabilidad con que debe ejercerse, en su conexión con las
y de la misión indica la necesidad de permanencia y pervivencia especificidades que se manifiestan en las otras dos funciones
del ministerio ordenado. La necesidad de presencializar la salva- ministeriales: la del servicio al culto-Eucaristía, y la del servicio
ción por la palabra exhibitiva, para la comunidad concreta expli- pastoral o de dirección. En efecto, el ministerio profético se
ca la necesidad del ministro para la comunidad cristiana 10°. ejerce, no sólo cuando se proclama la Palabra de Dios (cateque-
Aunque consideramos que esta opinión de K. Rahner no ex- sis, homilía...}, o cuando se interpreta esa Palabra magisterial o
plica suficientemente la cuestión de la esencia o especificidad normativamente (documentos del Magisterio), sino también cuan-
del ministerio ordenado l01, sin embargo, nos parece que sí re- do se da un testimonio evangelizador, cuando se coordina y con-
salta con claridad lo peculiar del servicio ministerial o la función duce a la unidad la palabra de los diferentes miembros del pue-
profética, en relación con lo que es común a todos los miembros blo de Dios, cuando se atiende a las necesidades de los hom-
del pueblo de Dios. La pregunta es ésta: ¿en qué se diferencia bres, cuando se ejerce el ministerio sacramental y se celebra la
específicamente el anuncio del Evangelio hecho por un ministro Eucaristía 103. «En cada una de las diversas formas de dirección
responsable, del anuncio que hace un creyente cualquiera? En espiritual ejerce el sacerdote el ministerio de profeta y abogado
primer lugar, en que dicho anuncio es realizado por una persona de Dios, que hace valer ante los hombres los derechos divinos,
autorizada y cualificada oficialmente por la Iglesia, a través del pero que intercede también por ellos ante Dios como correspon-
sacramento del Orden, para cumplir esta misión en nombre de de a la misión de profeta. También en la actualización sacramen-
Cristo, y así expresar, al mismo tiempo, la iniciativa divina, la tal de la obra salvífica de Cristo... de un modo especial en la
fuerza o eficacia de la palabra exhibitiva de salvación, la presen- Eucaristía, realiza el sacerdote su función profética» M. La pro-
cia de la gracia escatológica y victoriosa, la autenticidad del men- clamación de la Palabra se realiza también, con toda su especifi-
saje. En el ministro aparece de modo especial Cristo mismo anun- cidad presbiteral, allí donde el ministerio ordenado muestra su
ciando y realizando la salvación a través de la mediación ecle- especificidad sacramental, por la presidencia de la acción sacra-
sial, precisamente porque es el ministro, y no cualquier cristiano, mental, sobre todo de la Eucaristía. Ministerio de la Palabra y
el que puede actuar de forma especial «in persona Christi capi- ministerio sacramental aparecen así unidos en la especificidad
tis» e «in persona Ecclesiae». Como afirma J. Colson, la dife- de su realización ministerial. Lo específico de la proclamación
rencia está en que en el ministro se trata «de un anuncio rea- de la Palabra por el ministro es que puede proclamarla con «au-
lizado por un enviado oficial de Cristo, en nombre de Cristo en toridad» y en sus diversos grados de intensidad, allí mismo don-
persona, para convocar y constituir el pueblo santo. El orden que de sólo a él le compete una acción sacramental (presidir la Eu-
confiere este ministerio es precisamente un sacramento porque caristía y proclamar la Plegaria Eucarística) y una dirección de
la comunidad (servicio de presidencia para la unidad de la diver-
sidad).
(99) Punto de partida teológico, 443-444. Cf. ID., Palabra y Eucaristía: Todo esto no quiere decir que el servicio presbiteral a la
Escritos de Teología, IV, Taurus, Madrid 1961, 323-366.
Palabra esté, ni por encima, ni por debajo del servicio a la Pa-
(100) Die Trager des Selbstvollzugs, 107 ss. Cf. Véase la valoración que
de esta opinión hace N. GLATZEL, Gemeindebildung und Gemeindestruktur, labra de todo el pueblo de Dios. Al contrario, debe ser un servi-
o. c , 138-141.
(101) Las mismas o parecidas razones que se aducen para poner la (102) J. COLSON, Los ministerios eclesiales y lo sacral: Concilium 80
esencia del ministerio en la Palabra, pueden aducirse para ponerla en la fun- (1972), 512.
ción sacerdotal-sacramental, o en la función pastoral de dirección. Como in- (103) Cf. PO, n. 4. Cf. J. RATZINGER, Palabra en la Iglesia, Sigúeme, Sa-
dicábamos anteriormente, nos parece que en las tres funciones hay un as- lamanca 1976, 13-72, donde insiste en cuatro normas fundamentales de la pre-
pecto de especificidad inter-relacionado; y si por alguna función hubiera que dicación: La Escritura, la confesión de fe y dogma, el magisterio y la fe del
inclinarse, lo haríamos por la pastoral, en la línea que propone W. Kasper, pueblo de Dios (24-36).
en cuanto servicio de coordinación, animación y unidad para la edificación. (104) El ministerio sacerdotal, 102.
280 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 281

ció al servicio de la función profética del pueblo; un servicio — La función sacerdotal no se agota para los presbíteros
que no aniquila ni ahoga otras palabras, sino que las anima y en la celebración de los sacramentos, sino que tiene su pro-
acoge; un servicio que no se ejerce desde el dominio, la impo- longación en el Oficio Divino, en la oración personal, sobre
sición a la asimetría del «saber», sobre los que no pueden hacer todo ante la Eucaristía, y en las actividades de la vida
otra cosa que aprender y obedecer (fieles), sino que se ejerce entera.
desde la comunicación en la fe, y la acogida de otras palabras
sencillas por las que habla el Espíritu, y la promoción de otros Por tanto, el elemento sacerdotal debe considerarse como
«profetas» que proclamen la Palabra m. una característica básica del ministerio total, en relación directa
con la función profética y pastoral, a las que remite y de las que
c) El ministerio como servicio sacramental y eucarístico: es su punto culminante. La función sacerdotal tiene su principal
forma de expresión en la liturgia sacramental y, dentro de ésta,
El Vaticano II ha relativizado y puesto en su lugar la función en la celebración eucarística. La Eucaristía ocupa el lugar cen-
sacerdotal-cultual del ministerio ordenado, proponiéndola en el tral en el conjunto de acciones que integran la función sacerdo-
marco de un nuevo equilibrio ¡nterfuncional. Estas son sus prin- tal-litúrgica de los presbíteros y de la Iglesia entera107. «En el
cipales afirmaciones m: rito eucarístico la Iglesia expresa en su más alto nivel, celebra
y alimenta ese sacerdocio suyo que vive a diario en los hechos
— Los presbíteros, por su especial participación en el sacer- y en la fe. En la Eucaristía el sacerdocio de Cristo y de la Iglesia
docio de Cristo, prolongan en las acciones sagradas aquella se hace sacerdocio ritual: en cuanto se refiere a Cristo, es «fons»
única mediación sacerdotal, y colaboran a la obra de la san- de todo el sacerdocio vivido por la Iglesia en los hechos de la
tificación. vida; en cuanto se refiere a la Iglesia, es el culmen de la mis-
— En la liturgia sacramental, y especialmente en la Misa, ma» m.
Cristo no cesa, mediante su Espíritu, de realizar su misión Supuesta esta centralidad de la Eucaristía para la Iglesia y
sacerdotal. el ministerio ordenado, podemos preguntarnos ahora sobre su
— Los presbíteros ejercen su ministerio sacerdotal-sacra- origen y fundamento. Es indudable que el Nuevo Testamento cer-
mental en comunión jerárquica con el obispo, de modo que tifica con claridad sobre el puesto que la Eucaristía ocupaba
manifiesten toda la eclesialidad de su función. desde el principio para la comunidad cristiana (cf. 1 Co 10-11;
— Toda la acción sacramental y litúrgica de los presbíteros, Hch 2,42-47...). Pero no ofrece testimonios claros acerca de la
y en general de! pueblo de Dios, así como todas las funcio- relación entre ministerio sacerdotal y cena eucarística (1 Co 11,
nes y tareas apostólicas, encuentran su punto de referencia 20-34; Hch 20,7 ss.). Con todo, se ve como cosa «natural la re-
y su centro, su fuente y su culminación en la Eucaristía. La lación entre predicación y partición del pan». Y «de la misma si-
Eucaristía es la fuente y culmen de toda evangelización, por- tuación se sigue casi espontáneamente que los mismos que pre-
que en ella se ofrece junto con el sacrificio de Cristo, la siden !a comunidad, los que trabajan en la predicación y en la
vida, el trabajo, la creación entera. enseñanza (1 Tm 5,17), sean también los que asumen la presi-
dencia de la celebración de la Eucaristía»109.
— En el cumplimiento de su función sacerdotal, los presbí-
teros deben asociar y hacer participar a todos los fieles, en- El que no haya «razones bíblicas para establecer una cone-
señándoles a desempeñar sus ministerios, así como a ofre- xión místico-sacra! del ministerio con la Eucaristía, no significa
cer toda su vida como verdadero acto de culto o «leitourgia» que la Eucaristía no tenga nada que ver con el ministerio... te-
oara alabanza de Dios. niendo en cuenta sobre todo que la antigua Eucaristía estaba es-
tructurada siguiendo el modelo de la bendición judía de la mesa,
(105) Por desgracia, la Iglesia jerárquica ha interpretado con frecuencia
y de hecho esta especificidad como un «monopolio del saber sobre la Pala- (107) Cf. SC, n. 10. 48.
bra», que se imponía al pueblo de Dios... Cf. J. M. CASTILLO, Los nuevos (108) S. DIANICH, El ministerio sacerdotal entre ritualismo y realidad:
ministerios. La Iglesia será ella misma cuando tenga su centro en los laicos, Concilium 153 (1980), 359.
a. c , 3-7. (109) El ministerio sacerdotal, 55-56. Cf. K. H. SCHELKE, Theologie des
(106) PO, n. 5. Neuen Testaments IV, 2: Jüngergemeinde und Kirche, Dusseldorf 1976, 151 ss.
282 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 283

la birkat-ha-mazon, que no podía ser presidida por cualquiera,


es de suponer que los presidentes de la comunidad, por el mismo rencia la función eucarística de cualquier cristiano de la función
hecho de serlo, presidieran también la Eucaristía, cosa que sabe- eucarística del presbítero? ¿Qué hace el uno que no pueda hacer
mos además por algunos textos contemporáneos de la última el otro? ¿En qué consiste la especificidad de este servicio, la
parte del Nuevo Testamento» "°. La Iglesia primitiva tomó muy función sacerdotal de la misión, por parte de los ministros orde-
pronto conciencia de que la presidencia de las celebraciones sa- nados? El servicio cultual del presbítero se distingue del de los
cramentales, y en especial de la Eucaristía, estaba íntimamente fieles sobre todo por la especial representatividad respecto a
ligada con la función de gobierno o presidencia de la comunidad, Cristo y a la Iglesia con que lo ejerce. Como ya enseñaron
ya que si por la presidencia de la Eucaristía se expresaba y rea- los Padres de la Iglesia y los teólogos escolásticos, principal-
lizaba la unidad de los miembros de la comunidad, por la presi- mente Santo Tomás, en el sacerdote actúa el mismo Cristo,
dencia de la comunidad se manifestaba y vivía la comunión sig- de modo que cuando el sacerdote bautiza, o perdona... es Cristo
nificada en la Eucaristía. Debe considerarse como positiva la el que bautiza y perdona113. Pero esta «re-presentación» llega a
evolución hacia una unión entre presidencia de la Eucaristía y de su punto culminante en la Eucaristía, donde el sacerdote «in-cor-
la comunidad U1, puesto que ambas tienen un mismo sentido y pora» de modo especial a Cristo, hasta el punto de poder decir
objetivo, y cada una se manifiesta, certifica y realiza por la otra. en su nombre: «esto es mi cuerpo», usando las mismas palabras
No podría ser verdadero presidente de la Eucaristía el que no de Cristo 1M. Esta doctrina, recogida por el Vaticano II " 5 implica
fuese presidente de la comunidad y viceversa. Otra cosa distin- los siguientes aspectos fundamentales:
ta será que la comunidad, su presidente, e incluso la celebración
de la Eucaristía tengan que «configurarse» así o de otra forma, — La Eucaristía, como celebración de la comunidad, es el
cosa que puede ser discutible. En cualquier caso, «la legitima- lugar privilegiado del reconocimiento de la única autoridad
ción de la doctrina que afirma la necesidad de poseer una po- existente, que es la del Kyrios glorioso, a quien representa
testad ministerial especial para poder presidir la celebración eu- y presencializa de modo especial el presbítero.
carística deriva tanto del sentido total del ministerio sacerdotal, — No es posible imaginar una fracción del pan o Eucaristía,
como de la importancia de la eucaristía con respecto a la vida sin alguien que pronuncie la bendición sobre las ofrendas,
del cristiano y de la Iglesia» " 2 . como lo hacía el padre de familia en la cena pascual judía,
como lo hizo Cristo en la última Cena. En adelante quien
Admitiendo, pues, esta unión entre ministerio y Eucaristía,
asume el papel del padre de familia sólo podrá hacerlo para
nuestra atención debe centrarse ahora en la específicidad-«espe-
la comunidad cristiana, en nombre de Cristo. No hay cena
cialidad» de esta unión, en relación con la existente en el resto
eucarística cristiana sin representación de Cristo; ni hay
de los bautizados. Todo cristiano, en su ser y actuar como tal
correspondiente representación de Cristo sin ministro. Am-
cristiano, tiene una conexión con la Eucaristía. No hay ministerio,
bas cosas son un elemento constitutivo fundamental del cul-
ni servicio que no desemboquen y tengan un punto central de
to cristiano y, por supuesto, de la Eucaristía.
referencia en la celebración de la Eucaristía. La Iglesia es «su-
jeto celebrante» de la Eucaristía, y todo el que participa en la — La presidencia en la acción sacerdotal-cultual, ejercida
Eucaristía es sujeto celebrante de la misma. ¿En qué se dife- «¡n persona Christi capitis», no sólo hace presente a Cristo
vivo y actuante en la asamblea que celebra, y para unos
(110) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 410- creyentes concretos, sino que también manifiesta la única
411. Recuérdese cómo en la Didache la presidencia en la celebración eucaris- presidencia y capitalidad de Cristo, indicando, por lo mismo,
t í a corresponde a los ministros encargados en velar por la unidad de las
comunidades (c. 13-15), a pesar de que parezca que también la presiden los
«profetas», y como en la Primera Carta de Clemente los «episcopi» presiden (113) Cf. S. AGUSTÍN, Tract. in Jo. VI, 7: PL 35, 1.428. Recuérdese lo ex-
la Eucaristía (c. 42-44). A fines del siglo I, según testifica Ignacio de Antioquía, puesto en el capítulo correspondiente.
es común que los ministros presidan la Eucaristía (Magn. 7, 1 ss.; Esm. 8, (114) Dice SANTO TOMAS: «Linde sacerdos peragit In persona Christi,
1 s.). et non utitur verbis in persona sua, sed In persona Christi» (Sum. Theol. 82,
(111) Cf. E. KLOSTERMANN, Gemeinde-Kirche der Zukunft I, 298-300. 1 c). Y en otro lugar: «sacerdos gerit imaginem Christi in cujus persona et
Volveremos más adelante sobre este punto. virtute verba pronuntiat ad consecrandum... et ita quodam modo ¡dem est
(112) El ministerio sacerdotal, 105. sacerdos et hostia» (III, 83, 1, 3um). Cf. B. D. MARLIANGEAS, 94-95.
(115) LG, 10; PO, 2, 5; LG, 47.
284 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 285

que la comunidad no es propietaria de los sacramentos-Euca- Y es así, no sólo porque está cualificado para tal representa-
ristía, sino que los recibe de otro: Cristo. Aún permane- tividad por el sacramento del Orden, sino también porque
ciendo miembro de la asamblea, el ministro es aquel miem- tiene la «intención de hacer lo que hace la Iglesia», y porque
bro cualificado, de cuyo servicio necesita la asamblea, pre- en él se hace presente, de modo especial, la comunidad uni-
cisamente para que se signifique la iniciativa de Dios, la versal «jerárquicamente ordenada» " 9 .
presidencia y mediación de Cristo '"'.
— Por su especial representatividad, el ministro ora, cele-
— Al celebrar la Eucaristía, la comunidad primera ponía más bra y ofrece el sacrificio en nombre de toda la Iglesia, pero
el acento en la fraternidad, que en la jerarquía y presidencia. no sustituyendo, ni suplantando a los miembros de la comu-
Lo cual quiere decir que la presidencia en nombre de Cristo nidad eclesial concreta. La función cultual del ministro está
ha de entenderse en función de la fraternidad cristiana, que al servicio de la comunidad en la medida en que lleva a la
se expresa y realiza en el banquete eucarístico. promoción de los ministerios y a la participación en el culto
— Junto a esta actuación «¡n persona Christi capitis», he- de la comunidad. El ministro actúa como un hermano cuali-
mos dicho que el sacerdote actúa también «in persona Eccle- ficado en el interior de la comunidad y para la comunidad. Su
siae». Y esto es así por parecidas razones a las indicadas servicio cultual se distingue del de los demás, no por el
anteriormente. El Vaticano II, reconociendo y avanzando en honor y dignidad, sino por la capacidad de transparencia ha-
una doctrina tradicional en la Iglesia, afirma esta represen- cia la comunión, por su remitibilidad a la Iglesia universal,
tatividad, al mismo tiempo que Insiste en la participación por su servicialidad y coordinación de los diversos servicios
de la comunidad celebrante, en su calidad de sujeto de la litúrgicos I20.
celebración, en unión con el ministro que preside m. Estos
son los puntos centrales Implicados en la actuación «in per- Así pues, el ministro ordenado realiza la función cultual, no
sona Ecclesiae» del ministro, en la realización de su función separado de la comunidad, sino como servicio cualificado a la
sacerdotal-cultual: misma. Y esta cualificación tiene un momento significante-fun-
dante en el sacramento del Orden, por el que se capacita para
— El banquete eucarístico, memorial del Señor, está desti-
una «representación» peculiar de Cristo y de la Iglesia en el
nado a la comunidad, y no al ministerio en sí mismo. Por
orden sacerdotal. El culto, los sacramentos, no sirven primaria-
tanto, la Eucaristía tiene primacía sobre el ministerio, y el
mente a la devoción privada del sacerdote, sino a la construc-
ministro está al servicio de la Eucaristía para la comunidad.
ción de la comunidad. Y el sacerdote tanto mejor ejerce su fun-
El ministerio tendrá como una función primordial garantizar
ción cultual cuanto más ayude a la comunidad a desarrollar esa
la celebración eucarísica de la comunidad " 8 .
misma dimensión en su vida y sus celebraciones, desplegando
— La Eucaristía, no es sólo el lugar donde mejor se mani- todos los sentidos y exigencias de su ser como pueblo sacerdo-
fiesta la naturaleza del ministerio, sino también la celebra- tal. Si corresponde a un ministro responsable el presidir la Eu-
ción donde mejor aparece la estructura de la Iglesia en su caristía, «no es en virtud de un carácter sacral del mismo género
ordenación ministerial. Presidir la Eucaristía será, por tanto, que en las religiones..., sino porque es conveniente que el que
servir a la unidad y pluralidad de ministerios eclesiales, de convoca, constituye, totaliza, por la predicación de las maravillas
manera que aparezca y se realice la estructura fundamental de Dios, el pueblo de los Santos, lo totalice también en la presi-
de la Iglesia. dencia de la comunidad que los anuncia ritualmente» m. El sacer-
— El presbítero actúa y celebra «in nomine Ecclesiae», no dote lleva a su culmen la función sacerdotal cuando en la Euca-
sólo en la celebración de la Eucaristía, sino también cuando ristía, figurando a la vez a la asamblea litúrgica y a Cristo, sig-
preside las demás celebraciones sacramentales y litúrgicas. nifica (y realiza significándola) la presencia de Cristo en su
Iglesia, para congregarla, santificarla, alimentarla con su cuerpo
(116) Cf. Documento del Grupo de Dombes de 1972, n. 34.
(117) Cf. LG, 11; PO 2, 5; CD 30; LG 26; SC 6-7. 85...
(118) J. BLANK, Das Herrenmahl ais Mitte der christlichen Gemeinde im (119) Cf. SC 41; LG 11; PO 2; GD 30; OGMR 1-6.
Urchrlstentum: en AA.VV., Das fíecht der Gemeinde auf Eucharistie, o. c , (120) Cf. P. HÜNERMANN, Eucharistie-Gemeinde-Amt: AA.W., Das Recht
22-26. der Gemeinde auf Eucharistie, 30-38.
(121) J. COLSON, Los ministerios eclesiales y lo sacral, 513.
286 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL 287

y su sangre, hacerla capaz de ofrecer, juntamente con él, el sa- dividualmente de los fieles, sino que se extiende también
crificio de alabanza m. propiamente a formar una genuina comunidad cristiana». Lo
cual sucede si esta comunidad vive su comunión con la Igle-
d) El ministerio como servicio de dirección en la caridad: sia universal, y si se preocupa, no sólo de los que ya son
cristianos, sino también de los que están en trance de serlo
El ministerio ordenado es también un servicio especial de (catecúmenos, iniciandos), ejerciendo con todos ellos una
dirección en la caridad, al que el Vaticano II califica de «ministe- función evangelizadora y «maternal», que autentifique la
rio pastoral», por lo que los presbíteros son llamados «rectores celebración eucarística y, al mismo tiempo, conduzca a la
(pastores) del pueblo de Dios»123. Esta función pastoral, que a caridad y la justicia.
nuestro juicio constituye el punto de partida más apropiado para
explicar el ministerio 124 , viene descrita por el Concilio en los Como puede apreciarse, el Concilio entiende la función pas-
siguientes términos: toral como un servicio a la unidad y edificación de la Iglesia, des-
de la fe, la caridad, y animación de la vida comunitaria que tiene
— «Los presbíteros, que ejercen el oficio de Cristo, Cabeza su centro en la celebración eucarística. La función pastoral apa-
y Pastor, según su parte de autoridad, reúnen, en nombre del rece armónica y equilibradamente unida con la función profética
Obispo, la familia de Dios, como una fraternidad de un solo y sacerdotal. Pero, preguntémonos también aquí: ¿Qué es lo es-
ánimo, y por Cristo, en el Espíritu, la conducen a Dios Pa- pecífico de la función de «servicio en la caridad» que realiza el
dre». ministro ordenado, en relación con lo que realizan los demás
Esta frase programática ofrece la clave de comprensión cris- miembros del pueblo de Dios? La respuesta, por estar implicada
tológíca de la función pastoral, al unirla a la función de Cris- en cuanto venimos diciendo, no merece mayores explicaciones.
to-Cabeza y Cristo-Pastor, y poner el acento en la congre- Supuesto que el servicio en la caridad abarca también la presi-
gación-animación de la comunidad eclesial, como familia de dencia de la comunidad, lo específico de dicho servicio será que
Dios y fratornidad cristiana. La «potestad espiritual» que ha se realiza desde una capacitación (potestas) directiva significa-
recibido el presbítoro no es para el mando o el dominio, sino da y asumida en el sacramento del Orden, por la que el objetivo
para la edificación. primario es la coordinación, animación, unión y promoción de to-
dos aquellos servicios que la comunidad necesita para edificarse
— ¿Cómo se logra o se promueve tal edificación? En pri-
como comunidad cristiana. Todos los miembros de la comunidad
mer lugar, por la enseñanza y la «educación de la fe», que
tienen una responsabilidad de edificación; el presbítero tiene
conduce a «cultivar la propia vocación» y «alcanzar la ma-
además la responsabilidad especial de animar y coordinar las
durez cristiana». En segundo lugar, por el compromiso en el
diversas responsabilidades para que la edificación sea más ple-
mundo, desde un discernimiento de los planes de Dios, y
na y verdadera. No se trata de una simple capacidad y función
una voluntad de servir en la caridad al prójimo. En tercer
de carácter sociológico organizativo, sino de una función recibi-
lugar, por una atención esmerada a todos los grupos de la
da como gracia, y ejercida como servicio, que tiende a cambiar
comunidad, comenzando por los más necesitados: «los más
la vida y las relaciones por el anuncio de la palabra de recon-
pobres y débiles», los «jóvenes», los «cónyuges y padres
ciliación y la celebración de los sacramentos, desde una fe, un
de familia», los «religiosos», los «enfermos y moribundos».
amor, y una esperanza en Cristo resucitado, que no tienen pa-
En una palabra, la comunidad se edifica por el servicio pres-
rangón con ninguna ideología ni organización simplemente hu-
biteral cuando éste promueve, anima y realiza la caridad en
manas 125.
sus diferentes miembros.
— Pero la función del pastor «no se limita a cuidar sólo in- «Servir a Jesucristo es, por tanto, ministerio pastoral en la
edificación de la Iglesia y sus comunidades, creando en ellas un
ambiente de humanidad y fraternidad en que se acepte a cada
(122) Cf. Y. M. CONGAR, Sacerdocio del Nuevo Testamento. Misión y
culto: AA.VV., Los sacerdotes, 269-302.
(123) PO 6, LG 28. (125) Cf. K. LEHMANN, Das priesterliche Amt im priesterlichen Volk:
(124) Recuérdese lo que decíamos en el apartado anterior al hablar de Gemeinde des Herrn. 83. Deutscher katholikentag (Trier 1970), Paderborn 1970,
«la presidencia de la comunidad como servicio a la comunidad». 247-261, esp. 254.
288 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

uno tal cual es, con sus dotes y obligaciones: es descubrir y


suscitar carismas, animarlos e integrarlos en la totalidad»126.
En conclusión, podemos decir que la especificidad del minis-
terio ordenado radica, no tanto en lo peculiar de una de sus fun-
ciones, cuanto en la originalidad sacramental de su capacitación
para cumplir todas ellas, según aquel grado de representatividad CAPITULO V
y responsabilidad que le reconoce la misma comunidad cristiana,
siempre en orden a una conducción y animación para la edifica-
ción de la comunidad por el equilibrio armónico de dialéctica PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO.
unidad-diversidad. BÚSQUEDAS DE RESPUESTA TEOLOGICO-PASTORAL
AL PROBLEMA DE LA FALTA DE SACERDOTES

Hemos visto hasta ahora cuál es la situación ministerial de


la Iglesia actual, y cuál es el puesto que le corresponde al mi-
nisterio dentro de la estructura eclesial, así como en qué con-
siste su dimensión sacramental, y en qué su esencia y sus fun-
ciones principales. De todos estos capítulos se deduce una neta
conclusión: los ministerios, y más en concreto el ministerio or-
denado, son un elemento constitutivo y esencial de la Iglesia, en
la medida en que sólo por ellos y con ellos es posible cumplir la
misión que Cristo le ha encomendado. Esta necesidad, sin em-
bargo, contrasta con la deficiente valoración de los ministerios
laicales, y con la alarmante indigencia de ministros ordenados.
A la crisis no solucionada del estatuto y la identidad sacerdotal,
se añade la mediocridad y timidez de los planteamientos de la
Iglesia oficial en orden a buscar una solución válida al problema.
Aquí y allá se buscan salidas de emergencia a la situación de
anormalidad, bien por medio del diaconado permanente, o de los
«responsables de las comunidades», o de los catequistas... Pero
la Iglesia se niega a ordenar de sacerdotes a quienes no respon-
den al modelo preestablecido, y lejos de transformar el «sistema
de reproducción», se empeña en «reclutar gente para reproducir
el sistema». «La definición de ministerio a base del actual estado
sacerdotal bloquea toda respuesta efectiva»'. Y, entre tanto,
muchas comunidades permanecen sin Eucaristía y sin sacerdote;

(1) Ch. DUQUOC, Teología de la Iglesia y crisis del ministerio, a.c, 234-
235.
(126) W. KASPER, Ser y misión del sacerdote, 247.
290 MINISTERIO SACERDOTAL. MIN1STKRIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 291

y otras tantas, aunque tienen responsables y piden que éstos tendrán que dedicar la mayor parte de su tiempo, desatendiendo
puedan ser sus sacerdotes, para tener también Eucaristía, no las otras funciones de su misión. Esta situación plantea numero-
pueden obtener ni una, ni otra cosa. sos problemas, como son: la desfiguración de la propia misión;
En este capítulo que iniciamos queremos revisar las diversas el reduccionismo de las funciones y de la misma imagen sacer-
salidas que se presentan, algunas como situación que se impone, dotal; la escasa dedicación a otras tareas quizás más necesarias
otras como búsqueda de solución, de manera que valorándolas y urgentes; la desazón, el disgusto personal, el automatismo, e
críticamente, podamos ayudar a un discernimiento, en orden a incluso la destrucción psicológica que supone tener que repetir
encontrar la verdadera respuesta que necesita la Iglesia. unos ritos por encima de la capacidad humana de sintonía y ex-
periencia religiosa; la vuelta a un concepto simplemente sacral
1. ¿RECOMPONER LA FUNCIÓN DEL MINISTERIO y numérico de sacerdote, que en nada beneficia la verdad del
SACERDOTAL? ministerio... 2 .
Durante los últimos años, sobre todo desde el Vaticano II, Una de las respuestas más válidas que se proponen es la
ha existido una fuerte reacción por parte de un gran sector del que defiende que, para superar este riesgo es preciso una recom-
clero, intentando recomponer, de forma nueva, y según la situa- posición y diferenciación de las funciones sacerdotales. E. Pin
ción del mundo actual y las necesidades de la Iglesia, las funcio- hablaba ya hace algún tiempo de esta solución 3 . El autor consta-
nes propias del ministerio ordenado. Puede decirse que, en gene- ta, en primer lugar, la unidad y acumulación tradicional de fun-
ral, los sacerdotes, queriendo liberarse del ritualismo y sacra- ciones en el sacerdote, fundada en una investidura de tipo sacral
mentalismo precedentes, de la cerrazón y monopolio clericalista (ordenación), por la que se adquiría una «potestas» y una com-
reinantes, optaron por la función profétlca frente a la función petencia casi automática sobre las diversas áreas del «hacer
cultual, por la verdad de la fo frente a la exterioridad sacramen- sacerdotal»: «sacralización de los acontecimientos familiares,
tal, por el compromiso con la Justicia y el amor frente a las locales y nacionales; predicación del Evangelio, enseñanza de la
manifestaciones rituales y «folklóricas». De este modo, en los teología y del catecismo; de la moral y de la filosofía; supervi-
últimos tiempos el ministerio ordenado ha puesto el acento, más sión de las escuelas, dirección espiritual, pedagógica y psicoló-
en el servicio a la Palabra y la caridad que en el servicio cultual. gica; administración de las cosas y las personas en la Iglesia,
No se desprecia la función sacerdotal, pero se la considera me- beneficencia en nombre de los fieles... 4 .
nos importante y urgente que las otras. El sacerdote que se ha Esta acumulación, sin embargo, no es fácilmente aceptable
replanteado la identidad de su ministerio y ha meditado el senti- desde un punto de vista sociológico, ni es necesaria desde un
do de los sacramentos, rechaza ser reducido a «consagrador» de punto de vista teológico. Las razones son las siguientes: es di-
los acontecimientos personales, familiares o sociales; o el verse fícil que una persona esté capacitada para realizar completamen-
convertido en «administrador» de una agencia de ritos para per- te todas estas funciones; la especialización de las ciencias, las
sonas que apenas tienen fe... técnicas y las tareas exige conocimientos más profundos, capa-
citación más particular; el principio de competencia ha susti-
Pero esta reacción, todo lo justa o extremosa que se quiera,
tuido al principio de investidura; la valoración de la participación,
está por convertirse en un «callejón sin salida», en un deseo sin
colaboración, corresponsabilidad, conduce a una verdadera «des-
fruto, en batalla perdida que conduce a nuevas frustraciones y
cogestión» clerical de las funciones; la multiplicación de servi-
«complejos rituales». En efecto, los sacerdotes son cada vez
cios, el reconocimiento y respeto a la diversidad de carismas, el
menos, los fieles que piden los ritos son cada vez más. Propor-
cionalmente cada vez van a existir más número de personas que
demandan los sacramentos, y menos número de sacerdotes que (2) Debido a esta problemática se comprende que los mismos obispos,
los administren. Con lo cual, y mientras sólo sea el sacerdote al menos en algunas Iglesias, prohiban a los sacerdotes el celebrar más
quien puede administrar los sacramentos (de modo especial la de dos o tres misas al día: CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Die pasto-
Eucaristía, la Penitencia y la Unción) se corre el peligro de vol- ralen Dienste in der Gemeinde, 5.3.1: Synode 5 (1975), 70; F. KLOSTERMANN,
Die pastoralen Dienste heute, 36 ss.
ver de nuevo a la «esclavitud» de los ritos, convirtiendo a los
(3) E. PIN, Diversificación de la función sacerdotal. Análisis sociológico:
ministros en «magos de los sacramentos», en «agentes de lo Concilium 43-(1969), 402-416.
cultual», en «máquinas de celebración», a lo que prácticamente (4) Ibid., 410.
292 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 293

renacer de los ministerios laicales exigen una nueva concepción el descentralizar, diversificar, recomponer, y repartir las diversas
de ministerio y una nueva distribución de las tareas. A la impo- funciones ministeriales de manera que sea posible una verdadera
sibilidad clerical de desempeño de funciones, se une la reivin- realización de la misión de la Iglesia, en la corresponsabilidad, y
dicación laical de responsabilización de tareas. La nueva ecle- el respeto a los diversos carismas y ministerios. Es preciso evi-
siología apoya la exigencia sociológica. tar por todos los medios la reducción del ministerio ordenado a
Pero ¿en qué consistiría esta recomposición-diversificación la función cultual, bien sea porque sólo se le reserva a él la
de funciones? ¿Qué funciones no tendría que desempeñar el atención a la demanda ritual-sacramental de los fieles, bien por-
sacerdote, y cuáles caerían en el arco de su competencia? Según que se le «libera» de todas las demás funciones menos de la
E. Pin, el sacerdote no tendría que cumplir la función de «consa- función específicamente sacerdotal-religiosa. Nos parece claro
grador» de los acontecimientos familiares, locales y nacionales que al sacerdote le corresponde de modo especial la presidencia
(por medio de sacramentos, bendiciones...); ni tendría por qué de la comunidad, la función directiva, coordinadora y animadora
aparecer como el simple «intermediario sagrado entre el fiel y de la misma, a la que lógicamente va unida la presidencia de la
su Dios a fin do obtener favores de éste», cumpliendo una fun- Eucaristía 7 . Pero no vemos que, dado el proceso creciente de
ción mágica. Además piensa que el sacerdote no tiene por qué disminución del clero y de «eucaristización» de la vida cristiana 8,
ejercer necesariamente la función de teólogo, pues ésta pueden la recomposición de funciones propuesta pueda evitar el riesgo
desempeñarla los laicos (lo cual supondría que no sería necesaria señalado. Si sólo el sacerdote puede presidir la Eucaristía y la
la carrera teológica); que el sacerdote tampoco tiene por qué Penitencia, y si sólo pueden ser sacerdotes los que responden al
desempeñar la función de dirección espiritual, pues el carisma modelo y sistema de reproducción vigentes ¿cómo evitar el que
del consejo pueden tenerlo los laicos, y hoy las ciencias exigen la función cultual aparezca como la más relevante y dominante
unos conocimientos psicológicos y humanos que apenas puede de los ministros? Pensamos que, junto a la recomposición de
tener el ministro; que los sacerdotes, en fin, tampoco tienen funciones, debe darse la renovación del «modelo» de sacerdote,
por qué desempeñar una función burocrática-administrativa, con- y la capacitación de las comunidades (en unidad eclesial) para
virtiéndose en «funcionarios eclesiásticos», dado que hay segla- dotarse a sí mismos de los ministros ordenados necesarios para
res preparados y competentes, que pueden realizar mejor esta realizar la misión ( = celebrar la Eucaristía). El ministro ordena-
misión 5 . do debe poder realizar, a nivel de presidencia-dirección-coordi-
nación-animación de la comunidad, las tres funciones que cons-
La función propia del sacerdote será para nuestro autor la tituyen la unidad de la misión, la esencia de su ministerio: la fun-
«función del apóstol o del misionero», que supone un carisma ción profética (enseñanza y predicación cualificada, velando por
y una vocación. «Vocación, carisma, estudio serio (de la Escritu- la verdad del contenido de la fe); la función cultual (presidencia
ra, sobre todo) dedicación total, parecen ser condiciones norma- de la Eucaristía-Penitencia); la función caritativa (comunicación
les de la misión apostólica... La tarea propiamente sacerdotal, di- de bienes). Sólo entonces nos parece que, al potenciar su papel
gamos la del obispo o la del presbítero, parece que puede defi- coordinador-animador, aceptando la participación del pueblo de
nirse esencialmente como función de presidir las comunidades Dios en la realización de funciones, puede superarse tanto el
cristianas, a la que va unida la celebración de la Eucaristía. Esta reduccionismo cultual, cuanto la irrelevancia o pérdida de iden-
tarea parece exigir de su titular, no una competencia científica, tidad ministerial.
sino más bien una experiencia que le permita dirigir y mantener
unida a la comunidad... Experiencia de grupo que le capacite para
presidir los intercambios dentro del mismo grupo y actuar como
factor de comunidad» 6 .
(7) Recuérdese lo dicho anteriormente. Cf. W. KASPER, Nuevos matices
¿Cómo valorar esta propuesta de solución, sobre todo res- en la concepción dogmática del ministerio sacerdotal: Concilium 43 (1969],
pecto al peligro de una reducción nueva del ministerio a la fun- 375-389.
ción cultual? Nos parece desde todo punto de vista necesario (8) Hablamos de «eucaristización» porque, si bien en los últimos años
ha habido un decrecer de la participación en la Eucaristía dominical, sin em-
bargo, la Eucaristía ha venido a ser la celebración casi única que se tiende
(5) Ibid., 411-413. a proponer para las múltiples ocasiones de reunión o encuentro de las co-
(6) Ibid., 414. munidades y los grupos.
294 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 29 5

2. ¿DEJAR A LAS COMUNIDADES SIN LA PRESENCIA- la primacía de Dios en la historia salvífica, la iniciativa y
PRESIDENCIA DEL SACERDOTE? gratuidad de la revelación divina, el no ser él totalmente él
mismo como ministro más que en dependencia del poder
Según las estadísticas, el número de comunidades que que- del Señor, deberse no a sí mismo sino más bien a la comu-
da sin la presencia y presidencia permanente del sacerdote es nidad. Con otras palabras, el ministro es necesario para la
cada vez mayor, sin que exista en perspectiva una solución al comunidad, en cuanto que es un signo visible de la alteridad
problema a corto plazo 9 . Las consecuencias que de tal hecho trascendente, de la no totalidad inmanente, de la realidad
se deducen no son ciertamente positivas para la comunidad con- donante e infinitamente superadora, que nos precede y nos
creta ni para la Iglesia. El ministro ordenado sigue siendo y apa- previene.
reciendo como necesario e insustituible para el desarrollo pleno
de la vida de la comunidad y para el cumplimiento de la misión. — En la medida en que la comunidad necesita y tiene por
«Toda comunidad verdadera, es doclr, toda comunidad cristiana centro la Eucaristía, y la Eucaristía sólo puede ser presidida
que quiere realizar las cuatro funciones fundamentales y decisi- por el ministro ordenado, en esa medida el sacerdote es
vas: el anuncio, la liturgia, la koinonla y la diakonia, de una ma- también necesario para la comunidad, y la comunidad no
nera plena y duradora... necesita, para ser reconocida como tal puede permanecer por largo tiempo sin el sacerdote. Direc-
comunidad, la dirección do al monos un ministro ordenado, el ción de la comunidad y presidencia de la Eucaristía se recla-
cual, si desea que su dirección soa eficaz, deberá estar presente man y exigen. «La comunidad encuentra su punto álgido de
y vivir en la comunidad como concreta persona de relación (Be- realización en la Eucaristía. Ahora bien, puesto que el sacra-
zugsperson)» "\ mento de la unidad no es posible sin el ministerio sacerdotal
de la unidad, por eso mismo no puede haber en sentido es-
¿Cuáles son, on concreto, las razones en que se basa esta tricto ninguna comunidad sin sacerdote» n.
necesidad do un ministro ordonuclo o sacerdote? Pueden concre-
tarse en los siguientes puntos: — Una comunidad sin sacerdote deja de ser una comunidad
cristiana en su más pleno sentido 13. Aunque de la falta de
— La comunidad necesita de alguien que represente a Cris- sacerdote puede deducirse alguna positiva consecuencia, en
to, de modo que significando la verdadera capitalidad y pre- sí es un signo de empobrecimiento e indigencia, que recla-
sidencia de Cristo, predicando la Palabra y celebrando los ma ser solucionado lo antes posible, en orden a una realiza-
sacramentos «en nombre de Cristo», el mismo Señor se ha- ción adecuada de todas las dimensiones de la vida de la
ga presente en medio de su pueblo, según este título esen- misma comunidad. Podrá decirse que el ejemplo de un mís-
cial que le pertenece. tico, o el testimonio de un político, o la acción de un cate-
quista son quizás más eficaces que la del sacerdote. «Pero
— El ministro ordenado, en virtud de su origen en la volun- su servicio no es indispensable, mientras que sí lo es el del
tad del Señor y en la intervención de la comunidad, está lla- sacerdocio ordenado, para que la Iglesia sea ella misma»14.
mado a ser «la persona de relación (Bezugsperson), por la
que los fieles remiten, recuerdan y actualizan, tanto la pre-
sencia de Cristo, cuanto la catolicidad de la Iglesia. «El mi- Todas estas razones están diciendo hasta qué punto una
nisterio sacerdotal puede ser calificado con justo título co- comunidad necesita y tiene derecho a un pastor. «La comunidad
mo «signo de la catolicidad» porque asegura a la comunidad cristiana se entiende a sí misma como «comunidad de Dios»,
un modo necesario de presencia de Cristo y llama a vivir la porque es «comunidad de Jesús»... Esta comunidad tiene dere-
catolicidad del ministerio de Cristo» ". cho (incluso desde el punto de vista sociológico), a contar con
dirigentes. Para una comunidad de Dios se trata además de un
— Precisamente por esto, el sacerdote representa también derecho apostólico. Y, por ser comunidad de Cristo, en virtud

(9) Cf. Véase el estudio citado de F. KLOSTERMANN, Die pastoralem


Dienste heute, 11 ss. (12) Die pastoralen Dienste in der Gemeinde, 2.5.3: Synode 1 (1975), 61.
(10) F. KLOSTERMANN, Die pastoralen Dienste heute, 232; ID., Priester (13) F. KLOSTERMANN, Ibid., 233.
und priesterlicher Dienst in der Gemeinde von morgen, l.c, 144. (14) S. DIANICH, El ministerio sacerdotal entre ritualismo y realidad;
(11) COM. INTERNATIONAL DE THEOLOGIA, t e ministére sacerdotal, 96. Concilium 153 (1980), 356.
296 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 297

del mandato de Jesús: «Haced esto en memoria mía», tiene tam- que consagra», al personaje sacro. Aparecerían separadas,
bién un derecho eclesiológico a celebrar la Eucaristía» 1S. por ello mismo, la celebración y la catequesis, el culto y la
vida diaria de la comunidad, la animación de los servicios y
Ahora bien, aún supuesta esta necesidad, debemos pregun-
el servicio litúrgico. Si al sacerdote se le redujera a ejecu-
tarnos: ¿No podría separarse la función directiva de la función
tor de unos ritos, a «repartidor ambulante de unos sacra-
sacerdotal? ¿En qué medida puede haber en la comunidad un
mentos», sin que tuviera parte, ni en la ordenación de la vida
sacerdote no «dirigente», y un «dirigente» no sacerdote? ¿Pue-
comunitaria, ni en la preparación de esos sacramentos, apa-
den los laicos suplir al sacerdote en la presidencia-dirección de
recería más bien como un extraño venido de fuera para la
la comunidad? Veamos los inconvenientes que esto tendría:
misma comunidad, y su función no sería adecuadamente
comprendida.
— La dirección de la comunidad por los laicos supondría, no
sólo que no ejerce el ministro ordenado la función más es-
pecífica que le pertenece (de la presidencia), sino también En conclusión, podemos decir que, tanto la formación de una
que se separan las diversas funciones de la misión que de- comunidad cuanto la realización de sus funciones, se convierte
ben estar especialmente personificadas en el sacerdote. Si en problemática, e incluso se hace imposible, a largo plazo, sin
el ministro ordenado no ejerce la función de crear la unidad, la presencia directiva y animadora del sacerdote, lo cual sólo
de animar y coordinar los diversos servicios, deja de apa- puede suceder cuando el mismo sacerdote vive y comparte la
recer en su más propia especificidad. vida en la misma comunidad. El ministerio ordenado pertenece a
la misma estructura de la Iglesia, y de la comunidad. Por eso
— Si la función directiva la asumieran los seglares, se sepa- mismo es tan difícilmente sustituible. El problema que se genera
raría la presidencia de la Eucaristía y la presidencia de la no es sólo el de la falta de Eucaristía, es también el de la au-
comunidad. Pero «si se parte del significado central de la sencia del animador «nato», de la persona de relación reconoci-
celebración eucarística para la comunidad cristiana, es ab- da, del consejero y predicador cualificado. Es, en definitiva, el
surdo separar de la dirección de la comunidad en su con- problema de la disminución creciente de la eclesialidad y de la
junto, la presidencia de la celebración de esta cumbre de la conciencia de pertenencia. Podrá quizás extraerse alguna conse-
vida cristiana» ". Como dice K. Rahner, «el presidente orde- cuencia positiva de la falta de sacerdote, como bien señala Com-
nado de la celebración eucarística debe ser, por principio, blin 18, debido al monopolio y predominio históricos que han ejer-
la misma persona que el dirigente de la comunidad... La teo- cido sobre las comunidades, las cuales para liberarse y encon-
ría de que el presidente de la celebración eucarística y el trarse, necesitan partir de una situación clericalmente descon-
dirigente de la comunidad no tienen por qué ser la misma dicionada. Pero lo cierto es que, sin ministro que presida al
persona, ni conviene que lo sean, llevaría, a la larga, prác- mismo tiempo la comunidad y la Eucaristía, no hay verdadera
ticamente, a la ruina de la comunidad y a un abandono, irres- expresión-significación, ni de la capitalidad de Cristo, ni de la
ponsable y anticristiano, de lo sacramental»17. comunitariedad de la Iglesia.
— Si esta separación se diera, difícilmente podría evitarse
la reducción de sacerdote al «hombre del rito», al «hombre
3. ¿PRIVAR A LAS COMUNIDADES DE EUCARISTÍA?
(15) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 400.
(16) N. GREINACHER, Derecho de la comunidad a un pastor, a.c, 377.
Una de las consecuencias de la falta de sacerdote es la pri-
(17) K. RAHNER, Cambio estructural de la Iglesia, Cristiandad, Madrid vación de la Eucaristía en las comunidades. Este hecho, que está
1974, 136. Cf. H. WANDELFELS, ¿Derecho a un sacerdote?: Concilium 153 viniendo a ser cada vez más frecuente, plantea numerosos pro-
(1980), 377-372, donde dice: «Puesto que la comunidad cristiana sólo se cons- blemas, y no es fácil encontrar un «sustitutivo» que responda a
truye cuando tiene como raíz y quicio la celebración de la Sagrada Eucaris- las interrogantes que se suscitan.
tía (PO, 6), se debe aspirar, a Imitación de Cristo, a que la dirección y el
sacerdocio coincidan en una misma persona, el legítimo presidente de la ce-
Recordemos, en principio, que la Eucaristía es eje y centro
lebración eucarística y de la predicación de la palabra de Dios, vínculo de de la vida comunitaria. No puede haber, en su pleno sentido, ni
unión enraizado en la eucaristía, y de la inspiración para los múltiples servi-
cios salvíficos. (18) J. COMBLIN, Communautés et mlnistéres: Spiritus 54 (1973), 384 su.
298 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 299

Eucaristía sin comunidad, ni comunidad sin Eucaristía. Así como de prioridades: El ministerio eclesiástico, Papa y Obispos, no
la Eucaristía es un acto constitutivo e identificante de la comuni- pueden simplemente disponer sobre si puede o debe haber Eu-
dad, la comunidad es una realidad posibilitante y ejecutora de caristía o no. Es preciso que la haya. Las comunidades cristianas,
la Eucaristía. Si la comunidad existe porque existe la Eucaristía, según el Nuevo Testamento, tienen un derecho inalienable a la
la Eucaristía se celebra porque existe la comunidad. No es la Eucaristía, precisamente en nombre y por mandato de Cristo.
comunidad concreta la que se haya «inventado» y dado a sí mis- Por tanto, el Papa y los Obispos, por razón de su misión, están
ma la Eucaristía, ya que ésta le es ofrecida como don preexisten- obligados a hacer todo lo posible para que las comunidades cris-
te, pero es un don que existe desde el principio por y para la tianas puedan celebrar la Eucaristía... Si la celebración de la
comunidad. El Vaticano II, resaltando la centralidad de la Euca- Eucaristía tiene prioridad sobre el ministerio, se sigue que la for-
ristía, como culmen y fuente de la vida comunitaria, no ha hecho ma de organización del ministerio debe ser de tal modo que se
más que reconocer esta verdad: en la Eucaristía se manifiesta y garantice de modo permanente la celebración de la Eucaristía
actualiza, al mismo tiempo, el misterio de Cristo y la ausencia, para la comunidad. El ministerio no puede absolutizarse a sí mis-
la naturaleza y la estructura de la Iglesia. Con justicia se afirma, mo, ni hacer depender de la continuidad de su concepción la ce-
pues, que la Iglesia hace la Eucaristía, y la Eucaristía hace la lebración de la Eucaristía. Esto contradiría fundamentalmente su
Iglesia 19 . Con verdad se dice que «la celebración de la Misa, carácter neotestamentario de servicio» 22 .
como acción de Cristo y del pueblo de Dios ordenado jerárquica- Así, pues, para la comunidad cristiana, existe un deber y un
mente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia uni- derecho respecto a la Eucaristía dominical. Este deber y este
versal y local, y para todos los fieles individualmente» 20 . «La ce- derecho tienen por sujetos, no sólo a cada individuo, sino a la
lebración de la Eucaristía es un acto de comunicación e identifi- comunidad entera. «Una comunidad cristiana, que por su situa-
cación, que tiene carácter constitutivo para la comunidad, hasta ción, su estructura, el número de sus miembros, tiene derecho a
el punto de que puede decirse que sin celebración de la Eucaris- permanecer y vivir como Iglesia local, también tiene derecho a
tía no puede constituirse una comunidad cristiana como tal co- un sacerdote que la presida y a la celebración de la Eucaristía...
munidad. La comunidad necesita de la Eucaristía para ser y rea- Este derecho tiene prioridad sobre el de un clero celibatario» 23 .
lizarse como comunidad, para descubrir la razón de su existencia
y la esencia de su misión» 21 . Una vez aclarada esta centralidad y esta prioridad, este deber
y derecho de la comunidad cristiana a la Eucaristía, debemos
Más aún, la Eucaristía, al ser el centro de la vida comunita- preguntarnos por la validad o no de dos «respuestas» de nece-
ria, es también el punto de referencia de todo ministerio. En la sidad que hoy se ofrecen ante la ausencia de sacerdote y de Eu-
celebración de la Eucaristía se reconoce y se confiesa la única caristía: ¿Puede sustituirse la Eucaristía por otros actos litúrgi-
y definitiva autoridad de Cristo Señor, el Kyrios, a la que deben cos de la asamblea en domingo? Si la Eucaristía tiene prioridad
servir y están sometidos todos los ministerios de la Iglesia. En sobre el ministerio ordenado ¿no podría permitirse a un laico el
la Eucaristía aparece, de modo especial, que la relación de los que presidiera la Eucaristía?
miembros de la Iglesia no se define tanto por la jerarquía, cuan-
to por la fraternidad, por la koinonia. Como bien dice J. Blank: a) ¿Asambleas dominicales sin Eucaristía?:
«la cena eucarística es un bien de la Iglesia total, y no puede,
por tanto, depender o estar a merced solamente del ministerio. El fenómeno de las asambleas dominicales sin sacerdote y
Para decirlo más claramente: La celebración de la Eucaristía, la sin Eucaristía, se ha extendido de forma considerable en los úl-
cena del Señor, tiene, en cuanto institución de Cristo, una clara timos años, no sólo en los clásicos «países de misión», sino
primacía sobre el ministerio eclesiástico. Es el ministerio el que también en los clásicos «países de cristiandad». En Francia y
está al servicio de la Eucaristía y de la dirección de la comuni- Alemania se trata de un fenómeno relativamente generalizado24;
dad y no al revés. Este es, según el Nuevo Testamento, el orden
(22) J. BLANK, Das Herenmahl ais Mitte der christlichen Gemeinde im
(19) Cf. SC 2; CD 30; PO 5,6,2; LG 11. Urchristentum: AA.W., Das Recht der Gemeinde auf Eucharistie. 25.
(20) OGMR 1. (23) K. RAHNER, Pastorale Dienste und Gemeindeleitung: Stimme der
(21) P. HÜNERMANN, Eucharistie-Gemeinde-Amt: AA.W., Das Recht der Zeit 195 (1977), 742.
Gemeinde auf Eucharistie, 39. (24) Cf. M. BRULIN, Assamblées dominicales en l'absence de prétre.
300 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES * PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 301

en otros países de Europa (v.gr. España) está en trance de ser- túa la división del ministerio en dos niveles: el del laicado y el
lo 23 . Por regla general se trata de comunidades pequeñas, que del clero, el de los ordenados y los no-ordenados, creando una
movidas por el impulso de varias personas o equipos, actúan de especie de superposición inadecuada; se tiende a considerar es-
común acuerdo con el sacerdote encargado de la localidad, en tas reuniones dominicales como un «sustitutivo» de la Misa, y
orden a responsabilizarse de las tareas que pueden desempeñar, aunque no suelen confundirse con ella, y se mantiene el deseo
sobre todo de la celebración dominical. Periódicamente viene de Eucaristía, se produce una cierta devaluación eucarística; este
el sacerdote para celebrar la Eucaristía: la frecuencia varía en- fenómeno viene a suplantar e incluso a poner en tela de juicio,
tre dos, cuatro veces al año y cada cuarto domingo. La celebra- la cuestión de la presidencia de la asamblea y la necesidad o
ción dominical sin sacerdote consiste, por regla general, en la no de que sea un ministro ordenado... v.
celebración de la Palabra y en la distribución de la Comunión. En resumen, quien en definitiva sale perjudicada de esta si-
En conjunto se da una buena distribución de las funciones y una tuación es la propia comunidad, que se ve privada, no sólo de su
verdadera participación activa 26. presidente «nato», sino también de aquella acción eucarística,
¿Cómo valorar este fenómeno? ¿Qué ventajas e inconvenien- por la que se manifiesta y realiza su propia esencia de forma
tes tiene? En principio nos parece que hay que reconocer en este única e insustituible. Con otras palabras, «en tales situaciones
fenómeno una «solución» de emergencia ante una situación de sale perjudicada sobre todo la relación intrínseca y constitutiva
necesidad. Esto no impide el que puedan reconocérsele algunos que media entre la Eucaristía y la Iglesia» 28. Por muy bien que
aspectos positivos, como son: la revalorización del domingo co- resulte la celebración dominical sin Eucaristía; por muy buena
mo día de la asamblea cristiana; la urgencia hacia una mayor res- que sea la participación y entusiasmo de la asamblea... nada
ponsabilización de los seglares; la división de servicios y la podrá sustituir, de modo estable y permanente, a la misma cele-
promoción de ministerios laicales; la liberación de un cierto abu- bración eucarística. Cuando esta situación se prolonga, crea
sivo clericalismo; la instancia para la revisión de un modelo de unas «desarmonías cristianas» de tal entidad, que impiden la ver-
presbítero, que necesitan estas comunidades; la participación dadera realización comunitaria, y entran en colisión con la esen-
más activa en la misma celebración; de forma indirecta, el apre- cia de la misma Iglesia.
cio simultáneo de la Eucaristía y de otras formas de celebra-
ción...
b) ¿Eucaristía presidida por laicos?:
Pero, junto a esto, se detectan aspectos negativos importan-
tes: la asamblea dominical sin Eucaristía supone un «déficit» Una de las cuestiones especialmente debatidas en los últi-
cristiano para la comunidad creyente, que reclama una mejor mos años es la de si un laico podría presidir la Eucaristía, sobre
solución; en esta «solución de emergencia» aparecen perjudica- todo en caso de necesidad y en circunstancias especiales. Sin
dos, tanto la Eucaristía (que no tiene el puesto que le corres- pretender hacer un análisis completo del tema, vamos a resumir
ponde), cuanto el ministerio (que no aparece en el lugar y mo- los diversos argumentos y opiniones que hoy se proponen al
mento que le pertenecen); la distribución de la comunión fuera respecto.
del marco de la celebración eucarística conduce a la separación La primera cuestión discutida es en qué medida puede de-
entre Eucaristía, sacrificio, memorial del misterio de Pascua, y ducirse del Nuevo Testamento que la presidencia de la Eucaristía
Eucaristía comunión del banquete pascual; esta situación perpe- le pertenece al ministro ordenado. Hay que reconocer al respecto
que, sorprendentemente, no se dice nada de forma explícita, so-
Situation en f ranee et enjeux pastoraux: LMD 130 (1977), 78-97; ID., Asam- bre una especial función o papel del ministro ordenado, en la ce-
bleas dominicales sin sacerdote: Concilium 153 (1980), 327-333. Respecto a lebración de la Eucaristía. En las comunidades paulinas, ni se
Alemania, véase la parte estadística de F. KLOSTERMANN, Die pastoralen afirma, ni se niega tal «presidencia». Sólo vemos que, cuando
Dienste heute, 11 ss. Pablo quiere corregir los abusos de la comunidad de Corinto, no
(25) En España hay regiones en que el fenómeno empieza a urgir seria- se dirige a un ministro en especial, sino a la comunidad entera
mente, como en Andalucía, Cataluña... El Secretariado Nacional de Liturgia
acaba de publicar un material, queriendo responder esta necesidad: Celebra-
ciones dominicales sin sacerdote. Ciclo A, Sigúeme, Salamanca 1981. (27) Ibid., 333.
(26) M. BRULIN, Asambleas dominicales sin sacerdote, 328-331. (28) J. A. KOMONCHAK, Ministros «ordenados* y 'no-ordenados*, 342.
302 MINISTERIO SACl H D O I Al MIN1,linios lAKAlT.S PASTORAL DEL M I N I S T E R I O ORDENADO

(1 Co 11,17-34)29. En la llamada «duda de los Gálatas» (Gal 2,11- «los que trabajan en la predicación y en la enseñanza (1 Tim
16) sobre la comunidad de mesa entre judíos y paganos, se tra- 5,17), sean también los que asumen la presidencia de la celebra-
tara o no de la mesa eucarística, lo cierto es que Pablo tampoco ción de la Eucaristía»33.
alude a ninguna presidencia y autoridad, fuera de la de Cristo Se- Posteriormente, los testimonios, si bien muestran que los
ñor y su Evangelio (2,14). En los Hechos (20,7-11), en una reunión, obispos, auténticos presidentes de la comunidad, presidían tam-
para «partir el pan» Pablo predica y se supone, aunque no se bién la Eucaristía, también muestran una cierta ambigüedad al
dice, que preside la Eucaristía, pero no se dice quiénes quedaban respecto. Según la Didajé (n. 13-15) la presidencia de la Eucaris-
encargados de esta presidencia cuando él estaba ausente. En tía pertenece a los ministros encargados de velar por la unidad
cuanto al argumento de que el «ministerio sacerdotal» podría de las comunidades, pero también parece que los «profetas» ce-
fundarse en la institución de la Eucaristía y en su carácter sacri- lebran la Eucaristía como los «sumos sacerdotes» (13,3). En
ficial, parece no tener un sólido fundamento neotestamentario. 7 Clemente aparece como normal que el «episkopos-presbyter»
La comunidad primera se preocupa sobre todo de reconocer en presida la Eucaristía, pero añade: «u otras personas eminentes
la Eucaristía la presencia y presidencia o autoridad del Señor con aprobación de toda la Iglesia» (44,4-6). Ignacio de Antioquía
resucitado, y no tanto de determinar la presidencia y autoridad afirma en diversos lugares que el verdadero presidente de la
humanas. El acento se pone más en la fraternidad que en la je- Eucaristía es el obispo 34 , pero también parece admitir casos en
rarquía 30. los que es posible sustituirlo en esto, sin que mencione como
En resumen, en el Nuevo Testamento, ni se dice expresamen- posibles sustitutos a los presbíteros o diáconos35. Tertuliano, que
te que la presidencia de la Eucaristía esté reservada a algunos distinque perfectamente entre «ordo» (incorporación ministerial)
ministros, ni se afirma con claridad que todo cristiano puede pre- y «plebs» (el pueblo fiel o los laicos), afirma que en circunstan-
sidir la Eucaristía, aunque más tarde aparezca con claridad que cias normales la presidencia de la Eucaristía corresponde al que
son los «presbyteros» y «episcopos» quienes desempeñaron esta preside la comunidad, es decir, al obispo. Pero, para el caso de
función 31 . Es probable que el servicio apostólico, el ministerio necesidad, dice lo siguiente: «Donde no hay un colegio de ser-
de la Palabra y la dirección de la comunidad estuvieran unidos vidores incorporados, debes, tú, laico, celebrar la Eucaristía y
a la presidencia de la Eucaristía. La función que Pablo desem- bautizar; en este caso, eres tú mismo tu sacerdote, porque donde
peña en las comunidades lleva también a presumir que, estando están dos o tres reunidos, allí está la Iglesia, aun cuando esos
presente, era él quien presidía la Eucaristía. Aunque pudiera ha- tres sean laicos» 36. Quien, en tales circunstancias, era invitado
berse dado una separación entre el servicio «fundamental» de la por la comunidad a presidir la Eucaristía, se convertía «ipso fac-
presidencia de la comunidad y la presidencia de la Eucaristía, to» en ministro, en virtud de tal aceptación eclesial (antigua
no resulta coherente suponerlo32. «La existencia de una relación «cheirotonia»), pasando a ser guía competente de la comunidad37.
entre el ministerio presbiteral y episcopal y la presidencia de la Estos testimonios, junto a otros que señalan que la presidencia
celebración de la Eucaristía no está documentada en el Nuevo de la Eucaristía p^rtenece solamente a los «episkopos-presby-
Testamento, pero tampoco está excluida por su silencio. Hay que teros» 38, muestran en qué medida se dio un proceso evolutivo,
tener en cuenta que la misión fundamental consiste en la predica- que tuvo en cuenta también las circunstancias especiales y las
ción y en la enseñanza... Pero de la situación misma se sigue ca- urgentes necesidades de la comunidad.
si espontáneamente que los mismos que presiden la comunidad,

(29) Cf. K. H. SCHELKLE, Theologie des Neuen Testaments, IV/2: Jün- (33) CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, El ministerio sacerdotal, 55-
gergemeinde und Kirche, Dusseldorf 1976, 140-146. ID., Servicio y ministerio 56. Cf. 47-48.
en las Iglesias de la época neotestamentaria: Concilium 43 (1969), 361-374. (34) Cf. Et. 5,1 ss.; Magn. 7,1 ss.; Esm. 8,1 ss.
(30) Cf. J. BLANK, Das Herrenmahl ais Mitte der chrislichen Gemeinde (35) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 414.
im Urchristentum: AA.VV., Das Recht der Gemeinde aut Eucharistie, 22-24. (36) TERTULIANO, De exhort. cast, 7,3. Cf. De prescriptione, 41, 5-8.
(31) A esta conclusión llegan también los teólogos protestantes, como Cf. E. SCHILLEBEECKX, ibid., 414.
R. Bultmann, E. Haenchen, L. Goppelt, E. Schweizer... Cf. H. SCHÜTTE, Amt. (37) Ibid., 415.
Ordination und Sukzession, 150-152. (38) San Agustín negaba expresamente al «laico» todo derecho a presi-
(32) Cf. J. P. LEMONON, Ministére et présidence de l'Eucharistie: Spi- dir ia Eucaristía, aunque se tratara de situaciones de urgencia: IM. 3,8: CSEL
ritus 70 (1978), 34-48, esp. 47-48. 34, 655.
304 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES
PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 305

En los últimos años, y debido a las situaciones y necesida- específico el servicio de la palabra, el de los sacramentos-Eu-
des pastorales planteadas, se ha debatido ampliamente esta caristía, y el de la mutua diakonia. Respecto a lo segundo recuer-
cuestión por parte de los teólogos católicos y protestantes. Re- da que la «Iglesia, congregada en la fe, se realiza, en su máxima
sumimos la opinión de algunos de los primeros, antes de propo- densidad y concreción, en la unidad de la celebración eucarística.
ner la nuestra propia 39 . Este es, de manera especial, el signo de unidad. Por eso, corres-
K. fíahner afirma que la celebración de la Eucaristía, de la ponde también al ministerio, como servicio a esta unidad, la pre-
Penitencia y de la Unción exigen la ordenación sacramentales, sidencia de la celebración eucarística, y por esa misma razón se
al menos en las situaciones normales de la vida de la Iglesia. da una íntima vinculación entre el ministerio sacerdotal y la Eu-
El autor no niega, sin embargo, que puedan darse situaciones ex- caristía... Probablemente ha 'habido en la historia ciertos casos
cepcionales *. en los que personas «no consagradas» pronunciaban el canon eu-
carístico (1 Co 14,16; Did. 10,7). Aunque no debemos rechazar
En la misma línea Y. M. Congar señala que «la historia no a la ligera tales casos tildándolos de abusos, sigue siendo ver-
nos presenta otro medio normal de determinar los presidentes de dad que al ministerio le compete la responsabilidad oficial y la
la Eucaristía y de ligar su ministerio al de los Apóstoles, fuera unidad de la comunidad en el banquete eucarístico. Por eso, una
del de la imposición de las manos, es decir, por la ordenación.» celebración eucarística de espaldas al ministerio sería, en todo
Pero junto a esto también cree el autor que, «dogmáticamente no caso, una monstruosidad que suprimiría en su realidad más pro-
puede excluir la hipótesis de que otra cosa sea posible» 41 . funda la Eucaristía; lo que debería ser signo de unidad, se con-
W. Breuning piensa que, en una situación de necesidad, todo vertiría en expresión de discordia. Otra cosa sería en el caso
cristiano creyente, que sea un miembro vivo de la Iglesia, dispo- de ciertas situaciones extremas de emergencia, en las que du-
ne de la capacidad que tiene la Iglesia, en orden a realizar la rante largo tiempo resulte inasequible la presencia del sacerdote.
misión que procede de Cristo. Si, en tal caso, puede presidir ésta En estas condiciones, una celebración de la Eucaristía no tendría
o aquella celebración sacramental, es una cuestión secundaria42. lugar a despecho del ministerio, sino en el dolor por la separa-
ción y la falta del ministerio. Cuando unos cristianos, por tanto,
H. Küng, por su parte, cree que la Eucaristía pertenece a la se reuniesen en una de estas situaciones extremas, para celebrar
esencia de la comunidad y que, teniendo por referencia las co- el banquete comunitario en memoria de la voluntad última de
munidades carismáticas paulinas, en caso de necesidad debería Jesús, el mismo Cristo estaría ciertamente entre ellos: la co-
poder asumir la presidencia de la misma alguien que es llamado munión con la Iglesia y su ministerio se daría al menos por el
por los miembros de la comunidad, o que tiene un especial ca- deseo («in voto»). El problema de si se trata en este caso de una
rísima al respecto. Es preciso que pueda ser celebrada una Eu- Eucaristía en sentido formal de la palabra es una cuestión toda-
caristía válida donde no puede haber sacerdote ordenado, como vía discutida, que pierde, sin embargo, su virulencia si se con-
en China o Sudamérica 4 '. sidera que, en la realización de la Eucaristía, hay diversos «gra-
W. Kasper parte de que el ministerio ordenado tiene como dos de densidad», como hay también diversas formas de presen-
cia de Cristo» 44 .
(39) Cf. H. SCHÜTTE, Amt, Ordlnatlon und Sukzesion, 323-326. Dejamos f. Schillebeeckx considera las comunidades carismáticas de
a un lado la cuestión ecuménica sobre el valor que tienen los ministerios y Pablo como una realidad bíblica. Dentro de estas comunidades
las celebraciones eucarísticas salidas de la Reforma. surgieron, de forma, libre, diversos ministerios, sobre todo en
(40) K. RAHNER, Theologische Reflexionen zum Prlesterbild von heute especiales circunstancias misioneras. Entre estos ministerios
und morgen: en F. HENRICH, Weltpriester nach dem konzll, München 1969, hay que contar los de dirección, sin que sea posible demostrar
91-118. que implicaban la imposición de manos. Este hecho carismático
(41) Y. M. CONGAR, Ouelques problemes touchant les ministéres: Nou-
parece aceptarlo Pablo sin dificultad. Y es justamente en este
velle Revue Theol. 93 (1961), 794-795.
hecho donde se fundamenta la posibilidad de un ministerio ecle-
(42) W. BREUNING, Zum Verstandnis des Prlesteramtes von Dlenen her,
25 ss.
sial y válido que, no «contra ordinem», sino «praeter ordinem»,
(43) H. KÜNG, La Iglesia, Herder, Barcelona 1968, 270. 479. 480; ID.,
Algunas tesis sobre la naturaleza de la sucesión apostólica: Concilium 34 (44) W. KASPER, Nuevos matices en la concepción dogmática del mi-
(1968), 38-39. nisterio sacerdotal, 385-387.
306 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS T.AICAI TS PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 307

es decir, por encima del orden eclesial vigente, puede surgir, por Aun aceptando que la regla y lo normal sea la presidencia
razón de las instancias carismáticas de una comunidad apostóli- de la Eucaristía por el sacerdote, se pregunta el autor: «¿qué
camente fundada, que se encuentra en una situación de nece- sucede si lo normal y la regla en una determinada Iglesia conti-
sidad misionera 45 . Según el autor, algunos testimonios primiti- nental o nacional consiste precisamente en la carencia de mi-
vos, sobre todo Tertuliano, indican la posibilidad de una presi- nistros? ¿Qué hacer entonces? ¿Pueden las comunidades vivir
dencia de la Eucaristía por parte de los laicos, en casos extraor- permanentemente en la privación del sacramento máximo de
dinarios o de necesidad: esta aceptación para la presidencia de nuestra fe?» 50 . Una vez planteado y delimitado el problema, nues-
la Eucaristía implicaría la aceptación para la dirección de la co- tro autor señala aquello que constituye la esencia del sacerdocio,
munidad46. Con el Concilio IV de Letrán, al declarar que la Euca- en orden a ver su posible extensión a otras personas no orde-
ristía puede ser realizada únicamente por un sacerdote «válida y nadas, en caso de necesidad. «El poder sacerdotal fundamental,
lícitamente ordenado», se da una interpretación restrictiva, y dice, está en la comunidad sacerdotal. Se tematiza y explícita en
desaparece algo que antes era esencial: el nexo con la elección una persona por el sacramento del orden ejercido en función de
por parte de la comunidad... 47 . La Iglesia antigua, y también la la comunidad sacerdotal. ¿Qué es lo que confiere de específico
Iglesia del Vaticano II, no pueden imaginarse una comunidad cris- el sacramento del orden? Confiere un poder, mediante el sacra-
tiana sin celebración de la Eucaristía. Entre «ecclesia» local y mento, de actuar en lugar de Cristo («in persona Christi capi-
Eucaristía existe una conexión esencial. Pero mientras en la con- tis...»: P0 2)... El sacerdocio cristiano es un sacerdocio repre-
cepción de la Iglesia antigua la carencia de sacerdotes era ecle- sentativo del sacerdocio permanente de Cristo... Cristo está pre-
sialmente imposible, en la Iglesia actual esta carencia es palpa- sente, pero es invisible. El sacerdocio cristiano presta visibilidad
ble, siendo las causas fundamentalmente ajenas al mismo minis- al ministerio sacerdotal de Cristo... El servicio de sacramenta-
terio. «Existen actualmente un gran número de cristianos, hom- lizar a Cristo en la Iglesia es función ordinaria del ministro or-
bres y mujeres, que poseen el carisma de la presidencia (cate- denado. Pero ¿esa función es exclusiva suya, o en caso de una
quistas en África, colaboradores pastorales en Europa). Son cris- falta prolongada, sin culpa de la comunidad, de un ministro or-
tianos que, de hecho, presiden sus comunidades, les sirven de denado, podría el jefe de la comunidad actuar como ministro ex-
puntos de identificación y actúan como guías de las mismas, pero traordinario?» 51 . El autor, supuesta la apostolicidad de la comu-
se ven excluidos de la «incorporación litúrgica» por motivos «ex- nidad, su carácter sacerdotal, su sacramentalidad, su comunión
trínsecos» a la naturaleza del ministerio eclesial y, en consecuen- con las demás Iglesias, su privación permanente de ministro or-
cia, no pueden presidir la Eucaristía ni el servicio de reconcilia- denado y de Eucaristía... formula la siguiente propuesta en di-
ción. Se trata de una anomalía eclesiológica» 48. versos puntos:
L. Boff también ha intentado elaborar una «hipótesis teoló-
gica» sobre el tema. Considera que la celebración de la Euca- — «La comunidad, por el «votum» (deseo) ya tiene acceso a
ristía es un derecho divino, que en absoluto puede ser obstacu- la gracia eucarística (res);
lizado por un derecho eclesiástico. Se trata, por otra parte, de — mediante la celebración de la Cena por parte de su coor-
valorar teológicamente un hecho: el de aquellos que, presidien- dinador no ordenado tiene también los signos sacramentales
do una comunidad, sufriendo por ausencia de la Eucaristía y de- (res et sacramentum);
seándola, en comunión con toda la Iglesia, se sienten movidos
por el Espíritu a celebrar la Cena del Señor, aun cuando estén — nos parece que celebraría verdadera, real y sacramental-
privados del poder sagrado otorgado por el sacramento del mente la Eucaristía. Cristo, presente pero invisible, se haría,
orden "9. en la persona del coordinador no ordenado, sacramentalmen-
te visible;
(45) E. SCHILLEBEECKX, Theologie des kirchlichen Amtes: Diakonia/Der — aunque haya presencia sacramental del Sumo Sacerdote
Seelzorger 1 (1970), 147-160, esp. 153 ss.; ID., La misión de la Iglesia, Sigúe-
me, Salamanca 1971, 497 ss.
Jesucristo, el sacramento está incompleto, porque falta la
(46) E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cristiana y sus ministros, 414-415.
(47) Ibid., 417. Iglesia, Sal Terrae, Santander 1979, 98-99.
(48) Ibid., 427-428. (50) Ibid., 101.
(49) L. BOFF, Eclesiogénesis. Las comunidades de base reinventan la (51) Ibid., 103-104.
308 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 309

ordenación al sagrado ministerio presbiteral. La Iglesia uni- un ministro extraordinario en una «situación eucarística excep-
versal... haría válido, mediante la «economía», el rito euca- cional»?; la comunidad debe tener todos aquellos ministerios ab-
rístico celebrado en la comunidad, expresión local de la solutamente necesarios para cumplir su misión y realizarse co-
Iglesia universal; mo tal comunidad, y entre todos ellos el más importante es el
— el celebrante no ordenado sería ministro extraordinario de la presidencia de la Eucaristía y el servicio a la unidad; el mi-
del sacramento de la Eucaristía... Esto no significaría un nisterio ordenado debe ser relativizado en función de la Euca-
nuevo ministerio presbiteral en competencia con el ministe- ristía, de manera que más que depender la Eucaristía del minis-
rio ordinario, ordenado por el sacramento del orden. Como terio, sea éste el que, en cualquier caso, esté al servicio de la
ministro extraordinario, el celebrante no ordenado sería ele- Eucaristía... Estas y otras razones nos llevan a no rechazar la
gido siempre «ad hoc», no usurpando el poder de represen- posibilidad de que un laico presida la Eucaristía, en las indica-
tar a Cristo, sino haciendo lo que haría un ministro ordena- das circunstancias.
do en comunión con toda la Iglesia apostólica.
Pero en esta posibilidad, que tendría la ventaja de no privar
— Por otro lado, quizás no se debiera llamar a eso Misa, ya a la comunidad de Eucaristía, de «memoria» del Señor, de presen-
que Misa es una categoría bien definida teológicamente. Ha- cia real-sacramental del misterio, encontramos también algunos
ríamos mejor en denominarla: celebración de la Cena del serios inconvenientes: En primer lugar, creemos que tal celebra-
Señor. No se debería reproducir el rito litúrgico de la Santa ción eucarística no podría califacarse de «Eucaristía» en sentido
Misa, que tiene su contexto litúrgico, histórico y oficial es- pleno (cf. Kasper, Boff) pues en ella aparecerían mediocremente
tablecido. Se debería preferir un rito establecido por la co- significadas, tanto la unidad, cuanto la «representatividad» ecle-
munidad, nacido de su capacidad creadora, dentro del cual sial, y la plenitud del misterio. En este sentido, se trataría de una
se diera la celebración de la Cena del Señor» 52. «acción eucarística», especie de grado intermedio entre la «Eu-
caristía de deseo» (votum) y la Eucaristía plena, que no se po-
¿Qué decir de todo esto? ¿Puede ser la presidencia de la dría calificar más que de «solución de emergencia provisional» o
Eucaristía por laicos no ordenados, una solución a la falta de mi- «sustitutivo eucarístico de necesidad», pero en absoluto se po-
nistro y a la carencia de Eucaristía?53. dría confundir con la Eucaristía plena. Por eso mismo, creemos
Estamos de acuerdo, en primer lugar, en que, supuesta la que en tal caso no habría que hablar de Eucaristía, sino de «ac-
apostolicidad y comunión eclesial de la comunidad concreta, así ción eucarística»; ni se debería repetir el rito litúrgico de la Misa,
como su indigencia permanente de sacerdote y de Eucaristía, en sino otro rito que incluyendo el símbolo del banquete (pan y
caso de verdadera necesidad y en situaciones extraordinarias vino) tendría que ser determinado por la Iglesia (cf. Boff); ni
(L. Boff), sería posible que un seglar cualificado, no ordenado, se debería juzgar subjetivamente sobre los casos de «gran ne-
presidiera la celebración de la Cena del Señor, no al margen o cesidad», sino a partir de los criterios que estableciera la misma
en contra del ministerio, sino en el dolor por la falta del mismo, Iglesia.
y como respuesta, no permanente sino pasajera, a una situación
de anormalidad (W. Kasper). Las razones fundamentales las en- Una «acción eucarística» del tipo indicado no realiza en ple-
contramos en lo siguiente: tanto las comunidades paulinas, cuan- nitud, ni la representación de Cristo, ni la representación de la
to algunos testimonios de la Iglesia primitiva (veremos el caso Iglesia; porque no es lugar pleno de manifestación de la presen-
de los «confesores»), permiten tomar en serio esta posibilidad; cia de Cristo, Cabeza y Pastor, ni expresión plena de comunión
lo que en situaciones normales es impensable, no lo es cuando con las comunidades que forman la Iglesia universal. Todo esto,
se dan situaciones «anormales»; si la Iglesia admite ministros sólo puede significarse en plenitud cuando precede el signo sa-
extraordinarios para unas situaciones sacramentales de excep- cramental del Orden, por el que la Iglesia entera (jerarquía-pueblo
ción (v.gr. Bautismo, Matrimonio...), ¿por qué no admitir también de Dios) cumple su misión de continuar el ministerio de Cristo
de forma personalizada, y cuando se especifica concretamente su
función sacerdotal universal por la destinación de uno de sus
(52} Ibid., 104-105. miembros al servicio directo de la comunidad y a la ordenación
(53) Cf. M. M. GARIJO-GUEMBE, Naturaleza del ministerio sacerdotal: de los carismas de la comunidad para su propia edificación. La
AA.VV., El ministerio en el diálogo interconfesional, 349-375, esp. 376-377. Eucaristía plena exige la capacitación sacramental adecuada pa-
310 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 311

ra obrar con pleno derecho y significatividad «in persona Christi a) Del olvido a la renovación:
capitis» e «¡n persona Ecclesiae». Y esto sólo se da si precede
el sacramento del Orden. El diaconado pertenece a la estructura jerárquica ministerial
de la Iglesia, forma parte del Sacramento del Orden, y es un gra-
La cuestión no es sólo saber si, en caso de necesidad, po- do inferior al episcopado y al presbiterado, pero superior al «lai-
dría un laico presidir la «acción eucarística», sino también deter- cado», en cuanto que éste no forma parte de la jerarquía.
minar si tal «presidencia» puede considerarse como respuesta
válida a la falta de sacerdote y de Eucaristía. Mientras a lo pri- A pesar, y quizás debido a esta concepción del diaconado,
mero respondemos que sí, a lo segundo contestamos que no. clásicamente defendida por la Iglesia, con diversas variaciones
Nuestra opinión es que la Iglesia debe modificar, no tanto la con- históricas, hay que decir que el diaconado, como ministerio per-
cepción eucarística, cuanto su concepción ministerial, dado que manente, cayó en el olvido eclesial. Dos son las causas históri-
ésta debe estar al servicio de aquella y no viceversa. Habría que cas principales de este fenómeno: la concentración de la varie-
preguntarse: ¿Qué es más importante: que una comunidad per- dad de ministerios de la comunidad en los ministerios instituidos
manezca sin Eucaristía, por defender a ultranza la actual concep- y jerárquicos (ministerios estables, consagrados sacramental-
ción del ministerio ordenado? ¿No será posible un cambio en las mente, continuando el ministerio apostólico); y la reducción fác-
condiciones actuales para la ordenación (v.gr. celibato, tipo de tica de los ministerios instituidos al ministerio sacerdotal que,
preparación...) de modo que pudieran ser ordenados para presi- al ser definido por su referencia a la Eucaristía, sólo cuenta con
dir la comunidad y la Eucaristía, aquellas personas seglares que el diaconado como un grado de acceso al ministerio presbite-
de facto ya ejercen, de modo probado y eficaz, la responsabilidad ral S5.
de dirección? Tal solución sería, a nuestro modo de ver, una ver- Pero estos fenómenos, y las correspondientes concepciones
dadera respuesta a los casos de necesidad planteados. que los sustentaban, no sólo 'han sido sometidos a la crítica teo-
lógica moderna, sino que, al menos en parte, han sido superados
por la concepción eclesiológica-ministerial del Vaticano II, y por
la praxis subsiguiente. El Vaticano II, además de atender a las
4. ¿EXTENDER EL DIACONADO PERMANENTE? llamadas e instancias existentes 5é , restableció para la Iglesia
latina el diaconado como grado permanente de la jerarquía, con
Uno de los caminos de solución que tal vez alguien podría la promulgación de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia 57 .
proponer al problema de la falta de sacerdotes, es el de la ex- Posteriormente, con la publicación de diversos documentos so-
tensión del «diaconado permanente». De hecho, en algunas Igle- bre el diaconado58, se profundiza en su identidad y funciones, se
sias, se propone el diaconado como la forma mejor de suplir la determinan las normas litúrgicas y disciplinares que regulan el
deficiencia de sacerdotes, y de responder al incumplimiento de status diaconal, se orienta sobre cuestiones pastorales para su
las tareas eclesiales. No pretendemos tratar de modo completo renovación. Entre tanto, van apareciendo documentos sobre el
todas las cuestiones relativas al diaconado. Pero sí queremos re-
flexionar, aunque sea parcialmente, sobre aquellos puntos que
(55) Cf. Y. M. CONGAR, Le diaconat dans la theologie des ministéres:
afectan más directamente a nuestro objetivo central: la consis-
en Le Diacre dans l'Église, 126-127.
tencia o la flaqueza de las posibles respuestas al problema del (56) Antes del Concilio se dieron diversos pasos en orden a la renova-
ministerio ordenado hoy54. ción del Diaconado. En 1951 se constituye el «Círculo Diaconal» de Friburgo;
en 1953 se crea en Friburgo el «Centro del diaconado»; a partir de esta
fecha se extienden los «Centros diaconales» en Austria, Francia, Suiza, Bél-
(54) Para un estudio más completo sobre el diaconado: AA.W., Diacc- gica. . y en África y Asia; entre 1961-62 aparece la «Agrupación internacional
nia in Christo, Freiburg in B. 1962; AA.W., Le Diacre dans l'Église et le mon- de círculos diaconales».
de d'auiourd'hui, Cerf, París 1966; H. BOURGEOIS-R. SCHALLER, Mundo nuevo, (57) En 1964, con la promulgación de la Lumen Gentium, n. 29, se res-
nuevos diáconos, Herder, Barcelona 1969; AA.W., El diaconado permanente. taura el diaconado permanente.
Estudios y documentos: Seminarios 65/66 (1977); J. URDEIX, Diáconos para (58) En 1967, Pablo VI publica el Motu Proprio «Sacrum Diaconatus Or-
la comunidad (Dossiers CPL, n. 7), Barcelona 1979. G. PLÜGER-H. J. WEBER, dinem»; en 1968, con la Constitución Apostólica «Pontificalis Romani» se es-
Der Diakon. Wieder entdeckung und Erneuerung seines Dienstes, Herder, Frei- tablecen los nuevos ritos para la ordenación de los Diáconos; en 1972 se
burg 1980. Tendremos especialmente en cuenta estos estudios. publica el Motu Proprio «Ad pascendum».
312 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 313

tema, publicados por las diversas Conferencias Episcopales de y a un para los demás (la Iglesia es para los otros), sin los cua-
los países en los que se instaura el diaconado59. El 29 de abril les, ni la Iglesia, ni el cristiano existen como tales. En el marco
de 1978 la Santa Sede aprobaba también las Normas Prácticas de esta diaconía eclesial existencial es donde se sitúa todo mi-
para la instauración del diaconado permanente en España60. nisterio, y más en concreto el ministerio del diácono. El diácono
viene a ser la personificación oficial pública y jerarquizada de
Pero, por encima de estos hechos y de la extensión paulati- la diaconía eclesial, y de la diaconía cristiana; el símbolo sacra-
na del diaconado (se calcula que hay unos cinco mil diáconos es- mental personalizado, y así públicamente reconocido por la in-
parcidos por toda la Iglesia latina), hay que valorar la nueva con- vestidura litúrgica, de un servicio que a todos compete; la
cepción que da origen y sustenta esta praxis diaconal. Creemos «anamnesis» individualizada de una diaconía fontal divina, y la
que en los puntos siguientes se centra la causa de la renovación: interpelación visible de una responsabilidad diacónica eclesial
la afirmación del pueblo de Dios como la realidad eclesial fun- y existencial humana. El diácono no se define por estar por en-
damental; la principalidad de la «categoría» servicio (diakonia) cima o por debajo de nadie, sino por haber sido constituido en
como centro de sentido del ministerio; la superación de una de- persona significante privilegiada (cf. Sacramento del Orden) de
finición del sacerdocio por la función cultual-ritual; la valoración una realidad eclesial y existencial, que aún competiendo a todos,
de las diversas funciones y ministerios eclesiales, en cuyo con- sólo se reconoce con toda su fuerza de misión desde la especial
texto hay que entender el diaconado; la definición del diaconado encomienda en «algunos»63.
como un ministerio jerárquico al que se accede por la participa-
ción en el Sacramento del Orden; la comprensión del mismo dia- Sentado así el centro de su identidad, veamos cuál es su
conado dentro de una concepción eclesiológica nueva, en la que originalidad concreta respecto a los obispos, sacerdotes y segla-
tiene un mayor puesto lo carismático y funcional; la conciencia, res. Respecto al obispo, sucesor de los Apóstoles que preside
en fin, de una obligación de responder con el servicio diaconal la Iglesia local, representando de modo principal a Cristo Cabeza,
a las urgentes necesidades de la Iglesia... El diaconado es, en el diácono es ordenado «no para el sacerdocio, sino para el ser-
definitiva, un ministerio concentrante y relevante de la nueva vicio del obispo». Una característica fundamental del diácono es
imagen, los nuevos problemas y las nuevas esperanzas de la Igle- la de «estar al servicio del obispo en todo cuando éste precise
sia. «La renovación del diaconado debe ser la ocasión de una para responder a las necesidades de una Iglesia activa, tanto
renovación de toda la jerarquía en su significación para la Igle- para atender a la interna realización estructural de la Iglesia,
sia, y de una renovación de todo el pueblo de Dios en su signi- como para dar una respuesta inmediata a las nuevas necesida-
ficación para el mundo»61. des eclesiales fruto de campos inéditos de la labor pastoral» 64 .
Respecto de los sacerdotes, mientras estos participan de la
b) Identidad y funciones del diácono: responsabilidad episcopal en todos los niveles, sobre todo pre-
Para responder a nuestra pregunta inicial debemos decir sidiendo la asamblea y significando a Cristo Cabeza ante la co-
una palabra sintética sobre la identidad y funciones del diáco- munidad, a la vez que siendo ministros de la unidad y la catolici-
no62, l a diaconía es un elemento constitutivo y esencial del ser
de la Iqlesia y del ser cristiano, como forma de ser remitente (63) N. JUBANY, Los ministerios en la acción pastoral de la Iglesia, 15:
a un sobre sí (la razón de ser de la Iglesia no está en ella misma) «En virtud de la imposición de manos hecha por el obispo en el Sacramento
del Orden, un hombre cristiano, responsable ya por el bautismo de la «diaco-
nía» común de la Iglesia, recibe la gracia del Espíritu para una tarea peculiar
(59) Así el Episcopado alemán, el norteamericano, el francés, el suda- y una responsabilidad nueva. Es ésta: hacer presente de una manera privi-
mericano... legiada, en medio de la comunidad eclesial, a Cristo como servidor de los
(60) Véase el documento en J. URDEIX, Diáconos para la comunidad, hombres... El diácono es aquel que tiene como misión específica y peculiar
47-55. Sobre el tema, en España, la carta del Cardenal N. JUBANY, Los minis- el ser testimonio visible y eficaz del servicio de Cristo y de la Iglesia».
terios en la acción pastoral de la Iglesia, PPC, Madrid 1978. (64) J. URDEIX, Diáconos para la comunidad, 6, La vinculación del diá-
(61) VARIOS, Le diacre dans l'Église et le monde d'aujourd'hui, 153. cono al obispo aparece atestiguada desde el principio de la Iglesia. Mención
(62) No es nuestra intención desarrollar en profundidad este aspecto. especial merece la Tradición Apostólica de Hipólito. Cf. G. BENTIVEGNA,
Para ello H. BOURGEOIS-R. SCHALLER, Mundo nuevo, nuevos diáconos, esp. // «ferzo sacerdozio»: rilievi sul diaconató nella storia della Chiesa: Rasegna
156 ss. P. W1NNINGER, Los diáconos. Presente y porvenir del diaconado, PPC, di Teología 20 (1979), 144-154. J. COLSON, La fonction diaconal aux origines
Madrid 1968. de l'Église, esp. 41-43. 97-212.
MINISTERIO SACERDOTAL. MINIMIKIUS LAICALES 315
314 PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO

dad, el diácono está al servicio del obispo, responsabilizándose el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles,
de ía tarea concreta que éste le encomienda. El diácono, no es, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y la oración de los
ni un ayudante, ni un competente del sacerdote, sino un colabo- fieles, administrar los sacramentales, presidir los ritos de fu-
rador al servicio de la Iglesia desde la peculiar y concreta enco- nerales y sepelios. Dedicados a los oficios de caridad y adminis-
mienda del obispo. Desde esta diferencia pueden aceptarse tam- tración...» 70 . A estas funciones añade el «Sacrum Diaconatus Or-
bién otras: El sacerdote significa más bien una Iglesia como rea- dinem»: el «dirigir la celebración de la Palabra de Dios, sobre
lidad «siempre dada por Cristo» y «congregada de lo alto», todo cuando falta el sacerdote; guiar legítimamente, en nombre
mientras el diácono significaría una Iglesia «que se está hacien- del párroco o del obispo, las comunidades cristianas dispersas;
do», «en trance de ser» 65 . O bien, «los sacerdotes significan un promover y sostener las actividades apostólicas de los laicos».
Cristo reconocido y proclamado en la asamblea, que congrega su
A pesar del excesivo acento que ponen estos documentos
Iglesia y se da a ella: un Cristo Cabeza. Los diáconos significan
en la acción litúrgica, está patente que las funciones del diáco-
a un Cristo servidor, anónimo... que no se halla siempre allí don-
no se delimitan desde los centros de misión o áreas ministeria-
de se lo esperaba, que escapa a nuestras categorías»66.
les de la Palabra, el culto y la caridad. Creemos que estas fun-
Finalmente, respecto a los laicos, el diácono se especifica ciones debe desempeñarlas el diácono de modo equilibrado y
por haber sido aceptado y consagrado (Sacramento del Orden) complementario, sin exagerar ni suprimir ninguna, realizando por
a significar la diaconía de modo especial, por una asociación su testimonio la mutua integración, remitencia, interpelación y
directa de parte del obispo a una misión concreta, mientras el enriquecimiento que cada una de estas áreas comporta respecto
laico, aunque haya recibido una encomienda especial o un mi- a las demás71. Si alguna prioridad debiera buscarse en las tres
nisterio instituido, con la intervención del obispo, no ha sido funciones básicas del diácono, ésta debería ponerse en el «ser-
consagrado a tal misión por el Sacramento del Orden 67. vicio en la caridad», entendiendo por tal la acogida y la anima-
ción, la unidad y la acción social-caritativa. Pero, en principio, su
De los contornos que muestran la identidad diaconal pode- función, lo mismo que la del obispo o sacerdote aunque al nivel
mos ya deducir las dimensiones y características de su misión. propio que le compete, es la de animar y hacer posible, con su
Supuesto que la identidad del diácono se encuentra más en su participación concreta y su testimonio, que se cumplan y reali-
encomienda oficial y en su ordenación para la significatividad cen en el seno de los grupos y la comunidad las tres funciones
diacónica, que en aquello que hace o puede hacer (lo cual a por las que se realiza la misión. Sólo entendido así, el diácono
otro nivel pueden hacerlo igualmente los laicos), hay que esfor- no será nunca, ni un «semi-sacerdote», ni un cacique», ni un
zarse por delimitar la «originalidad» de la misión del diácono. sacristán camuflado, ni un monopolizador de funciones.
En el Motu Proprio «Sacrum Diaconatus Ordinem» 68 , Pablo VI
señaló once tareas específicas del diácono, la mayor parte de
ellas litúrgicas, siguiendo lo que ya había sido indicado en la
c) Aspectos positivos e interrogantes abiertos por el diaconado:
Lumen Gentium donde se dice: «Es oficio propio del diácono, La renovación del diaconado permanente indica unos aspec-
según la autoridad competente se lo indicase, la administración tos teórico-prácticos positivos, pero también suscita serios in-
solemne del bautismo, el conservar o distribuir la Eucaristía, el terrogantes y problemas en cada uno de estos terrenos. Conviene
asistir y bendecir los matrimonios en nombre de la Iglesia, llevar tener ambas cosas en cuenta para encontrar el nivel y modo de
una justa valoración. Entre los valores positivos podemos seña-
(65) H. DENIS, Le dteconat dans le hiérarchie: sa specificité: en Le
diacre dans l'Eglise, 146-147.
lar los siguientes: es importante que la Iglesia actual recupere,
(66) H. BOURGEOIS - R. SCHALLER, Nuevo mundo, nuevos diáconos, 170. en todo su sentido, una figura tradicional, que forma parte de
(67) Como bien dice H. DENIS, Ibid., 145: «los ministros jamás tendrán la estructura jerárquica y tiene, de algún modo, un origen apos-
que hacer algo distinto a lo que hace la Iglesia; pero hay ministros jerárqui- tólico. El diaconado permanente, no es sólo fruto de una eclesio-
cos para que esta acción de la Iglesia sea reconocida como acción de Cristo. logía renovada, sino también impulso para seguir renovando la
De este modo, no puede haber concurrencia ni división entre la obra de los Iglesia, sobre todo en sus estructuras ministeriales. La restau-
ministros y la obra de la Iglesia: es la misma obra. Pero cuando la realizan
los ministros, significan que esta obra se relaciona a su solo autor: Jesu- (TOTTG, 29.
cristo». (71) Los obispos de USA han insistido con toda razón en esta comple-
(68) Motu proprio "Sacrum Diaconatus Ordinem*, n. 22. mentariedad. Cf. J. URDEIX, Diáconos para la comunidad, 40-41.
316 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 317

ración del diaconado podría ser una etapa importante de la re- nado. Concentrándolos en pocos puntos señalaremos los si-
cuperación de una relación equilibrada entre la Iglesia y el mun- guientes:
do. «Un diaconado renovado que tuviera un puesto inequívoco — Falta de articulación con los sacerdotes: El diaconado
en el interior de la jerarquía podría rendir a la Iglesia servicios viene a ser en la práctica el «espacio» libre que queda entre
inestimables: como eslabón intermedio entre los miembros su- las funciones presbiterales y las funciones laicales. Es una
periores de la jerarquía —obispos y sacerdotes— y los fieles o especie de «entre-dos» ( = bocadillo) que no siempre es «di-
el pueblo de Dios; como órgano de encarnación del mensaje cris- gerible» por unos o por otros, y al que no siempre se le re-
tiano en las situaciones sociales concretas; como portavoz de conoce una identidad. Así resulta el primer problema: la fal-
las necesidades y aspiraciones del pueblo cristiano ante la je- ta de articulación con los sacerdotes. Esto sucede unas ve-
rarquía; como animador de la diaconía de la Iglesia en las comu- ces por excesiva «clericalización» (reducción a un semi-
nidades o iglesias locales; como «sacramento eficaz» del en- cura) o «sacerdotalización» (desempeño casi exclusivo de
cuentro entre la Iglesia y el mundo»... la función diaconal ase- tareas litúrgicas) otras veces por unilateral «funcionaris-
guraría un mejor equilibrio jerárquico en la Iglesia, sobre todo mo» (simple ejecutivo de la institución eclesial) o «buro-
en las iglesias locales; constituiría un lazo vivo entre la liturgia cratismo» (dedicación a tareas administrativas). Esta falta
y la vida cristiana, entre el misterio del altar y la práctica de la de articulación tiende a convertir al diácono, o en una es-
caridad, entre la jerarquía y el laicado, entre el mensaje cristia- pecie de ayudante-auxiliar del sacerdote (cuando éste exis-
no y el mundo al que se dirige...» 72 . te), o en una forma «frustrada» de sustitución del sacerdote
(cuando siendo responsable de una comunidad sin sacerdo-
Sin duda estos valores son la posibilidad de una realización te, no puede celebrar la Eucaristía ni la Penitencia). Parece
ideal del diaconado. Pero para que esto se dé es preciso crear como si los diáconos, queriendo ser «puente» entre los
unas condiciones adecuadas de desarrollo de la función diaco- sacerdotes y los seglares, llegaran a convertirse, a veces, en
nal. Tales son, por ejemplo; la renovación del sentido diaconal obstáculo, tanto para la solución del problema de la falta
de toda la Iglesia; la inserción en comunidades responsables de de sacerdotes, cuanto para la respuesta a la promoción del
la evangelización de sus propios ambientes, y conscientes de sus laicado. Cierto que el diácono puede liberar al sacerdote de
necesidades y tareas; la promoción y el reconocimiento, por su sobrecarga de funciones. Pero no se le puede reducir a
estas mismas comunidades, de aquellas personas capaces de de- simple ayudante «de sacristía», ni a «sacerdote de segundo
sempeñar el ministerio del diaconado; la aceptación, respeto y orden». La razón de ser principal de los diáconos, no es la
ayuda a los diáconos, por parte de obispos y sacerdotes, de ma- ayuda a los sacerdotes, sino la significatividad personaliza-
nera que puedan cumplir plena y eficazmente su función; el des- da de la misión diacónica de la Iglesia. «Si la Iglesia tiene
cubrimiento, por parte de los diáconos, de su propia identidad y necesidad de diáconos, no es porque le faltan sacerdotes,
de aquella forma de ser y estar en el mundo, que acerca y une sino porque es Iglesia»74. En ocasiones, la articulación entre
a todo el pueblo de Dios (jerarquía-fieles), y le ayuda a asumir sacerdotes y diáconos llega a enturbiarse, bien por un «com-
sus tareas en el mundo; la capacidad, en fin, de los propios diá- plejo de competencia» que lleva a reservarse las funciones
conos en ser verdaderos animadores de la comunidad, acogien- más interesantes marginando al diácono, bien por un «sen-
do y respetando carismas, suscitando y promocionando servicios tido de superioridad», que conduce a considerar al diácono
y ministerios, siendo verdaderos diáconos para la diaconía de como un mero seglar, porque ni puede presidir la Eucaristía,
los diversos ministerios de la comunidad73. ni puede decidir sobre las cuestiones en que se juega el fu-
Precisamente porque estas condiciones no siempre se dan, turo de la comunidad. Pero la función del diácono no puede
surgen no pocos interrogantes y problemas respecto al diaco- depender del espacio que «caprichosamente» le deja el
sacerdote, sino de la originalidad de su misión y de la en-
comienda más directa del obispo. De cualquier forma, esta
(72) A. KERKVOORDE, Esquisse d'une théologie du diaconat: en Le dia- articulación está, en muchos casos, lejos de conseguirse.
cre dans l'Église et le monde d'au¡ourd'hui, 162. 181-182.
(73) Cf. J. VAN CAUWELAERT, Conclusiones del I encuentro internacio-
(74) H. DENIS, Le diaconat dans la Hiérarchie, 143-148. Lo mismo: H.
nal sobre el diaconado: Seminarios 65/66 (1977). Cf. J. URDEIX, Diáconos pa-
BOURGEOIS - R. SCHALLER, Mundo nuevo, nuevos diáconos, 95 ss.
ra la comunidad, 31-35.
PASTORAL DEL MINISTI Kl(> OKDI'NADO 319
318 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

— Oscuridad de sentido respecto a los laicos: En la Iglesia tación adecuada. Pero, aún así, el problema no sería menor,
hay no pocos que consideran sería preferible «promover el bilizarse de una remuneración conveniente de los mismos.
laicado, a ordenar diáconos». Más aún", los diáconos serían Esta dificultad podría solucionarse en parte responsabilizan-
una especie de obstáculo o de excusa para seguir marginan- do a las comunidades concretas de su necesidad de aporta-
do a los laicos en la vida eclesial, pues si por una parte sobre todo en algunos casos»7". En efecto, si los diáconos
supone la clericalización de los mejores laicos, por otra im- permanentes llegaran a multiplicarse, y el cumplimiento de
plica el bloqueo de sus reivindicaciones y la monopolización su función implicara la dedicación piona, osto supondría que
de sus funciones 75 . Aun aceptando que, en principio, debe la Iglesia local, de una u otra forma, deebría responsabili-
caber en la Iglesia, tanto la promoción laical cuanto la dia- zarse de sus necesidades materiales. Esta obligación de
conal, sin oponerse ni contrarrestarse, hay que reconocer justicia y caridad no siempre ni en todos los lugares podría
que aquí se plantea un serio problema teológico. Así se ex- cumplirse dignamente, y conllevaría una inevitable compli-
presaba esta dificultad en el coloquio de Asia sobre «los mi- cación del «funcionariado» eclesiástico. La solución, tal vez,
nisterios en la Iglesia»: «Los diáconos no son necesarios, debiera buscarse en la promoción de diáconos que, desem-
puesto que los laicos pueden, sin ser ordenados, asegurar peñando normalmente un trabajo en la sociedad, tienen una
todo aquello que comporta el ministerio diaconal, compren- dedicación «parcial» a las específicas tareas diaconales den-
dida la predicación de la palabra, la ayuda en la celebración tro de la comunidad. Esto no impediría, por supuesto, que
litúrgica, el servicio en la caridad. Más aún, ni siquiera son en casos de necesidad, también hubiera diáconos de «plena
útiles los diáconos, ya que de ningún modo pueden sustituir dedicación»79. Con todo, hay que reconocer que el problema
a los sacerdotes en la presidencia de la Eucaristía y del sa- planteado en el punto anterior, lejos de solucionarse, se
cramento de la reconciliación. Por ello, la ordenación de los complicaría más aún: ¿Qué pueden significar y hacer de más
diáconos aparece como una clarificación no sancionada de estos diáconos de dedicación parcial, que no pueden hacer
los servicios prestados por los laicos»76- Es decir, si los lai- los laicos cuando desempeñan los diversos ministerios, con
cos pueden hacer todo lo que hacen los diáconos, ¿por qué una dedicación caritativa y gratuita al servicio de la comu-
no promocionar a los laicos desde su «laicidad» en vez de nidad?
querer hacerlo desde el jerarquismo? ¿Qué tiene más ven-
tajas en este momento eclesial: ordenar diáconos o promo-
cionar «ministerios laicales»? Es evidente que no se trata d) El diaconado en el interior de la estructura ministerial
de una alternativa. También es claro que al diácono no se jerárquica:
le debe valorar tanto por la originalidad de su acción, cuan-
to por la significatividad de su ser77. Sin embargo, dado que La estructura del ministerio eclesial en forma de trilogía
el orden de la acción expresa, realiza e identifica el orden —episcopado, presbiterado y diaconado— aun teniendo su fun-
del ser, la cuestión adquiere caracteres de alternativa, so- damento en la Escritura, puede considerarse como el resultado
bre todo cuando la función diaconal se «falsifica» de una u de un desarrollo o evolución histórica, de estilo semejante al
otra forma. que se dio con el Canon de la Escritura o el nuevo septenario de
los sacramentos 80. La aplicación y distinción no uniformes de
— Carga económica para las comunidades: También esto los nombres a la función («episkopos» - «presbyteros»); las va-
constituye una seria dificultad, como lo expresaba el citado cilaciones reinantes hasta el siglo IV respecto a la distribución
coloquio de Asia: «La dificultad práctica reside en la carga de tareas entre «episkopos» y «presbyteros»; y sobre todo la
financiera que con la multiplicación de diáconos permanen- práctica desaparición del diaconado como verdadero ministerio
tes se impondría a la Diócesis, que tendrían que responsa-
(78) J. DUPUIS, Ibid., 377-378.
(75) H. BOURGEOIS - R. SCHALLER, Ibid., 96-106. (79) El Sínodo alemán de 1975 distinguía claramente entre «diáconos de
(76) J. DUPUIS, Ministéres dans l'Église. Colloque d'Asie: Spiritus 69 plena dedicación» («Hauptberufliche Diakone») y diáconos de dedicación par-
(1977), 365-385, esp. 377. cial» (Nebenberufliche Diakone»): Synode 1 (1975), 67.
(77) Dice al respecto H. BOURGEOIS - R. SCHALLER, Ibid., 100-101: «Im- (80) B. D. DUPUY, Teología de los ministerios: Mysterium Salutis, lV/2,
porta muy poco que un diácono». Cristiandad, Madrid 1975, 499.
320 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 321

desde el final de la era patrística... 81 , permiten afirmar que «no expresa aspectos originales de este ministerio, y justamente por
existe una única estructura normativa del ministerio eclesial que ello no debe olvidarse. Con todo, nos parece que, en la actual
estuviera fijada para todo el tiempo que dure la Iglesia, y a la coyuntura eclesial, y dada por una parte la crisis del ministerio
que tuviera que acomodarse ipso facto toda la comunidad cris- presbiteral, y por otra la necesaria renovación de la imagen de
tiana. La estructura ministerial de la Iglesia... constituye una la Iglesia desde una verdadera corresponsabilidad de todo el pue-
«realidad dada, que debe ser calificada más bien de «realidad de blo de Dios, habría que poner el acento más en los llamados «mi-
derecho apostólico» que de «realidad de derecho divino» 82 . Esto nisterios laicales» que en el ministerio del diaconado. A fin de
quiere decir que, aun aceptando la «imposibilidad de repudiar la cuentas, lo que más importa, no es la instauración de un minis-
teología actual y de considerarla nula..., debido a que las es- terio jerárquico, por serlo, sino la renovación ministerial total
tructuras eclesiales llevan en su seno una significación que des- de la Iglesia, por ser sencillamente Iglesia, es decir, pueblo de
borda sus realizaciones históricas» 83 , sin embargo, sí es posible Dios. El diaconado podría también tener su sentido en ser ese
preguntarse por la concreta configuración de cada uno de los ministerio que, realizado de manera digna, probada y permanen-
ministerios que forman dicha estructura, de manera que respon- te, abriera el acceso, dadas las condiciones que fueran pertinen-
dan mejor a su misión, a las necesidades concretas de la Iglesia, tes, al ministerio presbiteral, al servicio de la misma comunidad
y a la integral articulación de funciones. «Con esta gradación tri- concreta.
partita no se excluye necesariamente, desde el punto de vista
dogmático, que dentro de esas tres funciones, o junto a ellas, e) Conclusión: ¿Son los diáconos la «solución» a la falta de
puedan darse otras subdivisiones de ese único ministerio, igual- sacerdotes?:
mente propias, aunque estén condicionadas por nuevas situacio-
nes históricas» 84 . De todo lo dicho, y en relación con la pregunta central de
este capítulo, se deduce la siguiente conclusión: los diáconos o
Respecto al diaconado, pensamos que, siendo un ministerio el «diaconado permanente» ni pretende ni puede ser la solución
cuyo origen se sitúa en la misma Iglesia apostólica, y pertene- a la crisis del ministerio presbiteral. El diaconado no debe ser
ciendo históricamente a la estructura jerárquica ministerial, no considerado, ni como la «tapadera» de Ips problemas sacerdota-
debe quedar marginado ni olvidado en el momento actual de la les, ni como el «remiendo» a los vacíos de la misión sacerdotal.
Iglesia. El ministerio ordenado es único dentro de la pluralidad, Al contrario, debe ser el estímulo que lleva a plantear a fondo
pero los obispos y sacerdotes no expresan por sí solos de forma todos los problemas del presbiterado: desde el modelo de sacer-
plena todo el significado del ministerio. También el diaconado dote «a reproducir» hasta la función identificante a realizar, des-
de su relación con el mundo hasta el sentido de su celibato 85 .
Por muy bien que un diácono desempeñe sus funciones (en un
(81) La recomposición de funciones de estos ministerios «no se sitúa país de cristiandad), por importante que sea su puesto de res-
en el tiempo de la constitución del Nuevo Testamento, sino que aparece des-
ponsable de una comunidad (en países de misión), jamás podrá
pués. Puede resumirse así: el cargo de episcopé (común a los presbíteros y
a los episcopos) se hace poco a poco exclusivo del obispo; al presbítero se
el diácono sustituir, ni suplantar al sacerdote de modo permanen-
le confían cada vez más tareas cultuales, cosa que se acentúa con la «sacer- te. Esto no sólo carece eclesiológicamente de sentido, al asumir
dotalización» del ministerio presbiteral; finalmente, el diácono es colocado una función de «presidencia» de la comunidad que no le com-
junto al obispo para tareas administrativas... y caritativas: J. DELORME, pete; sino que es también teológicamente contradictorio, ya que
435-436. no acompaña la presidencia de la Eucaristía ni de la Penitencia;
(82) Ibid., 499-450. Véase un examen de la doctrina de Trento y de la del y además es pastoraimente insuficiente, porque al no haber sido
Vaticano II al respecto en H. SCHÜTTE, Amt, Ordination und Sukzession, 342- oficialmente consagrado y destinado a la función práctica que
347. El autor concluye que Trento no definió que la tríada fuera instituida por desempeña, no puede representar en pleno vigor ni a Cristo ni
Dios, ni que la superioridad de los obispos sobre los sacerdotes haya sido a la Iglesia, base sobre la que se sustenta la vida de la comu-
directamente ordenada por Dios. En cuanto al Vaticano II dice que la tríada nidad. Cuando los diáconos desempeñan de facto las funciones
está vigente ya «ab antiquo» en la Iglesia, pero no pretende definir nada al
respecto: LG, 28.
(83) H. DENIS, Episcopado, presbiterado, diaconado, J. DELORME, 434. (85) Cf. H. BOURGEOIS - R. SCHALLER, Mundo nuevo, nuevos diáconos,
112 ss. El diaconado no tiene por razón de ser el plantear la cuestión del ce-
(84) K. RAHNER, Punto de vista teológico para determinar la esencia del
libato eclesiástico, pero no puede evitar el que también éste se plantee.
sacerdocio ministerial, a.c, 442-443.
322 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 323

de presidencia de la comunidad de modo prolongado, se plantea cobrara el tema especial importancia ecuménica90, se tratara en
una alternativa: o estos diáconos son ordenados de sacerdotes, diversos Sínodos Episcopales91, diera lugar al surgir de diversos
o se acepta el riesgo de una verdadera confusión de ministerios, movimientos y grupos de defensa n, e incluso fuera motivo de
cuando no de «usurpación de poderes». El diácono debe de ser que el Papa Pablo VI instituyera una Comisión de estudio para
en las circunstancias de falta de sacerdote, el «precursor» del determinar «la función de la mujer en la Iglesia y en el mun-
presbítero (que a veces podrá llegar a ser él mismo), pero nunca do»93. La consecuencia eclesial más directa de esta inquietud,
su permanente sustituto 86 . así como de los estudios «oficiales» y de diversos teólogos 94

(90) Ya en 1958 la Iglesia Luterana sueca admitía el derecho de la mu-


5. ¿ORDENAR SACERDOTES A LAS MUJERES?
jer al sacerdocio. La iniciativa se extendió a los reformadores de Francia.
En 1971 y 1973 el obispo anglicano de Hong Kong ordenó tres mujeres, de
Otra de las «posibilidades de solución» de las que se ha ha- acuerdo con su Sínodo. En julio de 1974, en Filadelfia, los episcopalianos or-
blado, ante la falta de sacerdotes varones, es la ordenación de denaron once mujeres. En 1975 el Sínodo de la Iglesia anglicana de Canadá,
mujeres sacerdotes. La cuestión es, sin embargo, mucho más aprobó el acceso de la mujer al sacerdocio. El mismo año el Sínodo de la
profunda y complicada: En los últimos años ha surgido la cues- Iglesia anglicana de Inglaterra tomaba idéntica solución. En Consejo Ecumé-
tión del sacerdocio de la mujer, no precisamente para resolver nico de las Iglesias, celebrado en Nairobi en 1975, se ocupó también del tema.
una indigencia, sino más bien para «reivindicar un derecho», del Los posteriores documentos ecuménicos sobre ministerios apenas han tratado
que se ha venido a tomar conciencia con la valoración de la igual- el tema. Cf. J. PIQUER, La dclsión de no admitir a la mujer al presbiterado,
dad y los derechos de la mujer, con la emancipación e incorpo- 517; AA.VV., El ministerio en el diálogo interconfesional. Estudios y docu-
mentos, o. c , 469 ss. El documento ecuménico: 'El ministerio ordenado en
ración a la vida pública, con la lucha por la superación de todas
la Iglesia», n. 25, reconoce la diversidad de praxis y que se trata de una
aquellas discriminaciones que la situaban en estado de inferiori- cuestión abierta.
dad respecto al hombre. (91) Además de los dos Sínodos Canadienses (1971) y Norteamericano
Ya Juan XXIII, en la «Pacem in terris», declaraba que «la mu- (1973), también en el Sínodo Holandés (1969), el Suizo (1975), el Alemán
jer, cada vez más consciente de su dignidad humana, no tolera (1975), el austríaco (1974) se trató del tema y se hicieron diversas proposicio-
nes sobre el ministerio de la mujer. Sobre todo este punto véase una buena
ser considerada como un instrumento, sino que exige se la trate
exposición en el estudio de M. ALCALÁ, El problema de la ordenación mi-
como persona, tanto en el hogar como en la vida pública»87. El nisterial de la mujer a partir del Vaticano II: en AA.VV., Teología y mundo
Vaticano II, aunque no se planteó directamente el sacerdocio de contemporáneo. Homenaje a K. Rahner, Cristiandad, Madrid 1975, 577-612,
la mujer, al reconocer sus derechos, su igualdad, su participa- esp. 585-597. En las pp. 608-612 se presenta una buena selección bibliográfica
ción y corresponsabilidad en la vida y las tareas de la Iglesia 88 , sobre el tema. El autor ha publicado recientemente una obra sobre el tema,
puso el contexto en el que surgía lógicamente la pregunta: ¿No donde analiza los antecedentes e interpretaciones históricas de la cuestión,
es una discriminación el que algo más de la mitad de los miem- así como su situación actual, dentro y fuera de la Iglesia Católica: M ALCA-
bros de la Iglesia permanezca al margen de las responsabilidades LA, La mujer y los ministerios en la Iglesia, Sigúeme, Salamanca 1982.
ministeriales? ¿Están justificadas las razones por las que histó- (92) Por ejemplo, el grupo holandés 'St. Willibrard Vereniging»; o la
ricamente la mujer queda excluida del sacerdocio?89. «Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas»; o la 'Alianza Inter-
nationale Jeanne d'Arc». Todas estas asociaciones, aunque su objetivo direc-
No es, pues, extraño que a partir del Concilio, sobre todo, to no fuera la reivindicación del sacerdocio de la mujer, hicieron declaracio-
nes al respecto. Cf. M. ALCALÁ, El problema de la ordenación, 582-583.
(93) El Sínodo de Obispos de 1971, que trató el tema de 'El sacerdocio
(86) Cf. P. WINNINGER, Les ministéres des diacres: laics, diacres, pré- ministerial», ya pidió al Papa el que se nombrara una comisión mixta de hom-
tres: Le diacre dans l'Eglise et le monde d'aujourd-hui, 194-201. bres y mujeres para tratar el tema. El 3 de mayo de 1973, Pablo VI anunciaba
(87) AAS 55 (1963), 267. Cf. M. A. GALINO, La mujer en el mundo de el nombramiento de dicha Comisión, cuyo nombre era: «Comisión de estudio
hoy: Comentarios a la 'Pacem in terris», Madrid 1963, 218-236. sobre la mujer en la sociedad y en la Iglesia». Cf. M. ALCALÁ, Ibid., 590-597.
(88) VATICANO II: GS 9, 29; AA 9. (94) Entre los más importantes, pueden recordarse: J. DANIELOU, Le
(89) Estas preguntas y otras semejantes fueron formuladas sobre todo ministére des femmes dans l'Eglise ancienne: LMD 61 (1960), 70-96; H. VAN
por los obispos canadienses y norteamericanos, en los Sínodos Episcopales DER MEER, Priestertum der Frau, Herder, Freiburg 1968; Concillum 34 (1968),
de 1971 y 1974. Cf. J. PIQUER, La decisión de no admitir la mujer al presbi- art. de E. COSSMANN (126-137) y J. PETERS (138-151), sobre el tema; R. GRY-
terado, ¿arcaísmo o fidelidad?: Phase 102 (1977), 515-534, esp. 517-18; SON, Le ministére des femmes dans l'Eglise, ancienne, Duculot, Gembloux
324 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 325

sobre el tema, fue la declaración «ínter insigniores» de la Sagra- afirma H. Van der Meer, desde el punto de vista teológico-cien-
da Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobado por el Papa tífico, no es cierto que esto tenga carácter obligatorio para nues-
Pablo VI el 15 de octubre de 197695. En esta declaración que opta tra época. Puede que así sea, pero no está probado» 10°. Además
por una dirección concreta, comienza afirmándose sin ningún pa- de una mayor profundización en los datos y testimonios de la
liativo que «La Iglesia, por fidelidad al Señor, no puede modificar Tradición, sería preciso, ver con más claridad para sacar conclu-
la praxis observada sin interrupción desde los tiempos apostó- siones definitivas en qué medida la enseñanza de los Padres era
licos, en Oriente y en Occidente, de conferir exclusivamente a dependiente de las concepciones de la época sobre la mujer; en
los hombres la ordenación sacerdotal»96. qué medida esta praxis era desarrollo coherente del conjunto de
datos que el Nuevo Testamento nos proporciona sobre el minis-
No es nuestro objetivo, ni tratar ampliamente el tema, ni terio; en qué medida, en fin, esta concepción y praxis históricas
discutir los argumentos del documento oficial (abierto a una ul- constituyen una constante de expresión de la identidad eclesial,
terior reflexión teológica). Sólo queremos examinar, desde la que compromete irreversiblemente a la misma Iglesia101. El he-
perspectiva que nos ocupa, el valor de unas razones teológicas, cho de que la mayoría de los argumentos en que se apoyaban los
y las posibilidades de una revisión del tema, en orden a una me- Padres sean relativizados, al menos por algunos historiadores,
jor comprensión e inserción del ministerio de la mujer en los exégetas y teólogos de importancia, no debe ser desconsiderado.
ministerios de la Iglesia globalmente considerados. En efecto, tanto el que Jesús eligiera sólo hombres para formar
el grupo de los Doce; como el que, al ser él mismo varón hubiera
a) Reflexiones para una valoración teológica: condicionado la mediación sacerdotal a la masculinidad; como
el que en la Escritura se limitara la actividad de la mujer... no
El documento «ínter insigniores» comienza exponiendo sus parecen por sí mismos argumentos absolutos para una total ne-
razones por la Tradición, de la que dice: «La Iglesia no ha admi- gación de la posibilidad del sacerdocio de la mujer.
tido nunca que las mujeres pudiesen recibir válidamente la orde-
nación sacerdotal o episcopal». La uninimidad entre los diversos En cuanto al Nuevo Testamento se constata ciertamente que
Padres, y las Iglesias de Oriente y Occidente es en este punto ninguno de los Doce era mujer. Pero se difiere en la interpreta-
indiscutible 97 . «Lo que era un hecho, es decir, el sexo masculi- ción. La «ínter insigniores» dice que «al actuar así, Jesús no lo
no de los Doce, se vivió como un derecho» en la Tradición de la hizo para acomodarse a las costumbres de su tiempo, ya que su
Iglesia 98 . Y parece que este fenómeno no es simplemente atri- actitud respecto a las mujeres contrasta singularmente con la
buible a razones sociales o histórico-culturales sobre la condición de su ambiente y marca una ruptura voluntaria y valiente». Esto
de la mujer en la época, sino más bien a una coherencia de con- no quiere decir, sin embargo, que Cristo no tuviera otras inten-
tinuidad significante en el ministerio de Cristo 99 . «Sin embargo, ciones (v.gr. representar a las Doce Tribus de Israel) ni que esto
se oponga a la posibilidad de un sacerdocio femenino102. Por
otro lado, el papel de las mujeres que siguen a Jesús, destacado
1972; E. GIBSON, Femmes et mínistéres dans l'Église, Casterman, París 1971,
por Lucas, no carece de significación. Y en las cartas de Pablo
con prefacio de Y. M. CONGAR, 7-15; J. GALOT, L'Église et la femme, París
1965. Cf. E. LODI, Ministerio della donna: problemática attuale. Rassegna bi-
hay suficientes indicios que 'hablan de la importancia de la mujer
bliográfica: Rivista Litúrgica 5 (1976), 677-689. Para bibliografía más com- y de su intervención al lado de los hombres en el trabajo apostó-
pleta: M. ALCALÁ, La mujer y los ministerios, 353-374. lico. Así se nombra a una mujer, Junia, con un hombre, Andró-
(95) Véase texto en castellano: Declaración sobre la cuestión de la ad- nico, «entre los apóstoles» (Rm 16,7). Otra mujer, Febe, es diá-
misión de las mujeres al sacerdocio ministerial: Ecclesia 1.824 (1977), 10-15 cono de la Iglesia de Cencreas (Rm 16,1). Otras mujeres realizan
(96) Ibid., 11. funciones características de los profetas, en la oración pública,
(97) Testimonios importantes son Tertuliano (s. III), Juan Crisóstomo en la exhortación, en la manifestación de una revelación (1 Co
(s. IV), el IV Concilio de Laodicea (s. IV), los teólogos escolásticos, etc.,
citados por el mismo documento en notas 7-9.
(98) J. DELORME - H. DENIS, La participación de las mujeres en los mi- (100) H. VAN DER MEER, Priestertum der Frau?, 130.
nisterios: en J. DELORME, 468. (101) Cf. R. GRYSON, Le ministére des femmes dans l'Église ancienne,
(99) La «ínter insigniores' dice: con ello «se quiso permanecer fiel al 178. K. RAHNER, Priestertum der Frau?: Schriften zur Theologie, XIV, Ben-
tipo de ministerio sacerdotal deseado por el Señor, Jesucristo, y mantenido zinger, Zürich-Einsiedeln-Koln 1980, 208-226.
cuidadosamente por los apóstoles»; Ibid., p. 11. (102) En sentido contrario J. CALOT, L'Église et la femme, cap. V.
326 MINISTERIO SACERDOTA1 MIN1SJERI0S LAICALES
PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 327

11,5; cf. 14,3.26)103. Es verdad que en ningún momento se habla


de imposición de manos o algo por el estilo (cf. «ministerio or- Pero esta visión de lo humano total no se opone a la dife-
denado») respecto a la mujer. Pero además de tener en cuenta renciación de lo masculino y lo femenino, del hombre y la mujer.
los diversos estratos y la evolución referente a este punto en las Y es quizás desde esta totalidad diferenciada del ser hombre
comunidades apostólicas habría que procurar no excluir la po- desde la que hay que releer el argumento «teológico». Pensamos,
sibilidad por el hecho de darse el silencio (argumento «ex silen- pues, que la representación plena de Cristo, incluso en el orden
tio»). Como señalaba el informe de la Comisión Bíblica nombra- del ministerio, se encuentra en el hombre total, en el hombre en
da para el caso en 1976, el Nuevo Testamento, ni afirma, ni nie- cuanto masculinidad y feminidad, en cuanto varón y mujer. Sin
ga algo claro y definitivamente sobre el asunto. Más aún, en él embargo, dada la diferenciación indestructible entre Cristo y la
parecen encontrarse indicios que dejarían abierta la puerta a Iglesia, y teniendo también en cuenta la indestructible diferen-
una posible ordenación de la mujer m. Parece claro, por tanto, ciación entre el hombre y la mujer, es coherente y significativa-
que no se puede afirmar el que la prohibición del sacerdocio fe- mente lógico que el varón represente más adecuadamente a
menino sea de derecho divino, y proceda de una positiva volun- Cristo, y que la mujer representa más adecuadamente a la Igle-
tad de Cristo im. sia. Como bien dice Urs von Balthasar, sólo en la indestructible
diferencia entre Cristo y la Iglesia adquiere su decisiva luz la
Respecto al argumento más teológico en que suele apoyarse reciprocidad entre el hombre y la mujer, reciprocidad irreducti-
el sacerdocio masculino, es decir, el carácter representativo, ble y no intercambiable en el ámbito de representación de Cris-
simbólico del ministro varón en relación con Cristo, dice la «ín- to en la Iglesia 107. Entre el varón y la mujer es evidente que es
ter insigniores» que el sacerdote, por la ordenación actúa «in el varón el que, en el orden de la significatividad o simbolismo
persona Christi capitis», y esta función sólo puede ser asumida ministerial, puede ser considerado como símbolo personal ob-
por un hombre, ya que Cristo fue y sigue siendo un hombre, y jetivo más adecuado, con una mayor analogía, con una más ce-
no una mujer. Aunque este argumento «no pretende hacer una ñida correspondencia respecto al ministerio de Cristo, que, al
demostración, sino esclarecer la doctrina por la analogía de la fin y al cabo, fue varón y no mujer, aunque pudiera haber sido
fe», y hay autores que lo consideran endeble, nos parece que al revés. Si, por otra parte, es de la esencia del ministerio or-
debe valorarse su importancia. Comencemos por reconocer que denado el actuar «in persona Christi capitis», es decir, repre-
no creemos deba exagerarse la analogía Cristo = hombre, Igle- sentando a Cristo en cuanto verdadero «presidente» de la asam-
sia = mujer; ni pensamos que la sexualidad deba ser en sí limi- blea eclesial, en cuanto Cabeza del Cuerpo, en cuanto donante
tativa de la significatividad del cristiano respecto a Cristo; ni de una realidad que viene «de arriba« y no «de abajo», entonces
nos parece que el ser «cuerpo» deba reducirse sólo al varón, parece claro que tal ministerio puede desempeñarlo más ade-
estando dicho sin restricciones: «vosotros sois el cuerpo de cuadamente, en razón del simbolismo, el hombre que la mujer108.
Cristo». El hombre total m, el llamado a ser verdadera «imagen»,
«icono», símbolo representativo de Cristo, no está, desde el Gé- Ahora bien, precisamente por la misma lógica simbólica, ha-
nesis, ni sólo en lo masculino, ni sólo en lo femenino, sino en bría que afirmar que en esta representatividad no puede quedar
la realidad integral de varón y mujer. excluida la mujer. ¿Por qué? Porque si la mujer guarda una mayor
reciprocidad con la Iglesia, y el ministerio ordenado es también
actuar «in persona (nomine) Ecclesiae», es decir, representando
(103) J. DELORME - H. DENIS, La participación de las mujeres en los y simbolizando a la comunidad eclesial, en su función esponsali-
ministerios, 466-467; M. ALCALÁ, La mujer y los ministerios, 149-166. cia respecto a Cristo, entonces también parece claro que tal
(104) Así respondían de forma más o menos canónica a las cuestiones aspecto esencial de ministerio pueda quedar significado más
que se les planteó; J. PIQUER, La decisión de no admitir la mujer al pres-
biterado, 526.
(105) Y. M. CONGAR, Prólogo a la obra: La mujer y los minsterios en (107) URS VON BALTHASAR, Ininterrotta tradizione: L'Osservatore Ro-
la Iglesia, 12. El autor se pregunta también: «¿Qué autoriza a decir que se- mano 5-11-1977. El autor sigue en este punto a L. BOUYER, Mystére et minis-
mejante limitación sea únicamente de índole socio-cultural? Niego que pueda tére de la femme, Aubier, París 1976 Cf. J. PIQUER, Ibid., 523.
afirmarse esto con plena certeza». (108) Recuérdese cuanto dijimos al tratar sobre la naturaleza o esencia
(106) Sobre este argumento véase algún aspecto en E. GÓSMANN, ¿La del ministerio. Sobre esto el artículo publicado por G. MARTELET, // mistero
mujer como sacerdote?: Concilium 34 (1968), 126-137; ID., La mujer en la dell'alleanza nei suoi rapporti col sacerdozio ministeriale: L'Osservatore Roma-
Iglesia y en la sociedad, Madrid 1967. n o , 16-11-1977.
328 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 329

adecuadamente por la mujer que por el hombre. ¿No se estaría las Constituciones Apostólicas 114, las llamadas «Novelas» de Jus-
indicando en esto que, aunque el varón sea el llamado a desem- tiniano 115 ... permiten concluir: que las diaconisas ocuparon un
peñar, de modo normal, y más general, el ministerio ordenado, puesto importante en la Iglesia primitiva, sobre todo en Oriente;
también podría aceptarse, sin contradicción, sino más bien como que sus funicones eran el anuncio del Evangelio a las mujeres
complementariedad simbólica, el que la mujer, sobre todo en paganas, así como su preparación catecumenal al Bautismo, y
casos de necesidad, pudiera desempeñar dicho ministerio? sobre todo la realización de la unción bautismal; que aun notán-
dose ciertas diferencias con los diáconos en las funciones, el
rito de ordenación era tan semejante, que tal ministerio puede
b) Caminos de avance y de búsqueda: ser considerado como participación en el mismo sacramento.
Como dice R. Gryson, si hasta el siglo III los testimonios relati-
A pesar de lo dicho anteriormente, y teniendo en cuenta in- vos a las diaconisas son ambiguos, e incluso la Didascalia da a
cluso un cierto mayor endurecimiento de la postura oficial de la entender que se trata de una cierta innovación, a partir del
Iglesia 109, hay que reconocer que es difícil esperar pasos decisi- siglo IV, los testimonios son numerosos en Oriente (salvo en
vos al respecto. Con todo, creemos que la brecha abierta en las Egipto). Las Constituciones Apostólicas atribuyen a las diaco-
discusiones de los años posconciliares puede y debe dar sus nisas un papel intermedio entre las mujeres y los miembros mas-
frutos. Ni el Concilio Vaticano II, ni la declaración «ínter insig- culinos de la jerarquía.
niores» han dicho una última palabra doctrinal al respecto. La
cuestión ha sido disciplinarmente determinada, no dogmáticamen- A finales del siglo IV, en cambio, se las cuenta entre los
te definida. La investigación, el diálogo y la búsqueda común miembros del clero, recibiendo la ordenación por la imposición
deben continuar. de manos. Esta institución permaneció en Oriente, mientras en
Occidente se la redujo a simple dignidad o título honorífico. Co-
Pero, ¿qué cabe ir haciendo entretanto? Algunos autores opi- mo se ha demostrado, no puede confundirse ni identificarse la
nan que debe comenzarse por desarrollar el ministerio diaconal figura de las diaconisas con la de las «viudas» 1I6.
de la mujer110. Últimamente ha sido A. M. Tortras quien ha de-
fendido esta postura111. Piensa el autor que «la ordenación de Sobre la conveniencia de la admisión de las mujeres al dia-
la mujer al presbiterado no puede realizarse en la actualidad, y conado ha habido algunas importantes manifestaciones en los
esto porque a la Iglesia no se lo permite su conciencia... Hay últimos años117. El Sínodo Alemán de 1975 pedía expresamente
indicios que hacen sospechar que se trata de una conciencia mo- al Papa «la admisión de la mujer al diaconado sacramental», y en
dif¡cable... El progreso puede venir sobre todo a través de la las conclusiones finales expresaba las razones que le movían a
acción... Tal actuación pienso que es posible. Se trata de la or- ello: muchas mujeres, sobre todo en terrenos de misión, desem-
denación de la mujer al diaconado» m. Una ordenación que, según peñan una función diaconal, y no es bueno una separación entre
recuerda el mismo autor, es una realidad en la Iglesia a partir función y sacramento; la admisión de la mujer al diaconado, ade-
del siglo III. Los testimonios de la Didascalia de los Apóstoles m , más de reconocer el valor y dignidad de la mujer, enriquece al
mismo ministerio... 118 .
(109) Recuérdese como Juan Pablo II ha rechazado, de modo más tajan- (114) Constituciones Apostólicas 8, 20, 1-2, donde se refiere el rito de
te si cabe, toda posiblidad de acceso de la mujer al sacerdocio, sobre todo la ordenación de la mujer al diaconado, que se hace por la oración y la im-
en el Sínodo del Episcopado Holandés celebrado en Roma, en sus discursos posición de manos del obispo, en presencia de los presbíteros y diáconos.
del viaje a EE.UU. y a Sudamérica... (115) El emperador, para evitar la acumulación de clérigos en la Iglesia
(110) Esta postura era ya defendida por M. THURIAN, Sacerdoce et Mi- de Santa Sofía de Constantinopla determina que no puede haber más de 425,
nistére, Les Presses de Taizé 1970, 218. y entre ellos 40 diaconisas: Novellae 3, 1, 1. Un estudio de la tradición en
(111) A. de TORTRAS, ¿Mujeres presbítero o mujeres diácono? Apuntes R. GRYSON, Le ministére des femmes dans l'Église ancienne, 95-96.
para una ordenación de la mujer: Estudios Eclesiásticos 214 (1980), 355-368. (116) R. GRYSON, Ibid., 173-179, donde propone sus conclusiones. Cf. J.
(112) Ibtd., 361. DANIELOU, Le ministére des femmes dans l'Église ancienne, 95-96. También
(113) Didascalia de los Apóstoles 3, 12-13, 1. Cf. J. DANIELOU, Le minis- M. ALCALÁ, La mujer y los ministerios, 167-190.
tére des femmes dans l'Église ancienne, a.c, 70 ss.; R. GRYSON, Las minis- (117) J. URDEIX, Ordenación de las mujeres al diaconado: Phase 83
téres des femmes dans l'Église ancienne, 65-79. El autor estudia las diferen- (1974), 412-414.
cias de las diaconisas con las «viudas». (H8) Pastorale Dienste in der Gemeinde, 4.2.2: Synode 1 (1975), 67. Loa
330 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 331

Esta opinión, sin embargo, no es compartida por todos. todos aquellos ministerios que no requieran ordenación, así como
R. Gryson dice, por ejemplo: «Desde un punto de vista doctrinal en los niveles de decisión sobre la participación de los bautiza-
es perfectamente admisible confiar a la mujer un ministerio de dos no ordenados en la jurisdicción de la Iglesia, para que la ac-
tipo diaconal. Así lo hizo un notable sector de la Iglesia, duran- tual decisión romana no pueda comportar —o aparecer como—
te varios siglos, sin que ello supusiese problema de orden teóri- un bloqueo a la promoción eclesial de la mujer y del creciente
co... Sin embargo, las funciones de las diaconisas eran menos pluralismo y revalorización de los ministerios» 121 . Nos parece,
amplias e importantes que las de los diáconos, y la más aducida, pues, que el primer y más importante paso a dar es la promoción
a saber: la asistencia al Bautismo de mujeres por razones de total de la mujer dentro de la Iglesia, acogiendo y animando su
pudor, hoy no tiene razón de ser. No se prueba, pues, que la participación y corresponsabilidad, en los organismos eclesiales
restauración de un diaconado femenino pueda tener hoy sen- de reflexión, planificación, decisión y evaluación, a los diversos
tido, a no ser que se le quiera dar un contenido diverso del que niveles parroquiales, diocesanos, nacionales e internacionales,
tuvo en la antigüedad»119. de manera que actuando en paridad de condiciones con el hom-
bre, también pueda desempeñar todos los ministerios que tal
Personalmente, si bien no estamos en contra del diaconado planteamiento exige m. Antes de cambiar la forma, intentemos
sacramental de la mujer, tampoco vemos, por las mismas razones cambiar el contenido; antes de multiplicar los «tinglados», reno-
aducidas respecto al diaconado del hombre, que tal diaconado vemos la mentalidad. El problema, no es tanto la ordenación de
fuera a dar respuesta, ni a las reivindicaciones de la mujer al res- la mujer, cuanto la creación y promoción de unas comunidades,
pecto, ni a la necesidad de renovación de los ministerios. El op- donde sea posible incluso que la mujer sea ordenada.
timismo que muestra A. M. Tortras, al afirmar que «es probable
que a través del ejercicio del ministerio diaconal la Iglesia viese Pero, dicho esto, queremos sacar también una conclusión
la posibilidad de conferir a la mujer el grado siguiente, es decir, coherente con lo anteriormente expuesto. Si efectivamente no
el presbiterado» no, no nos parece del todo fundado. Entonces, hay dificultades insuperables de carácter teológico-dogmático y
¿cómo avanzar en este terreno? práctico para la ordenación de la mujer; si en no pocos lugares
de misión hay mujeres que, de modo ejemplar y experimentado,
Estamos fundamentalmente de acuerdo con la conclusión que dirigen ordinariamente la comunidad, y desempeñan todas las
saca J. Piquer en este punto: «Los hechos obligan a reconocer funciones que les corresponde, excepto la presidencia de la
que si el pensamiento teológico sobre el acceso de la mujer al Eucaristía y la Penitencia; si esta presencia y ejercicio del mi-
sacerdocio no está maduro, aún menos lo está la mentalidad po- nisterio es considerada como verdaderamente necesaria o in-
pular sobre esta cuestión, y de ahí que las ordenaciones femeni- dispensable para la vida de la comunidad, o porque no hay otra
nas hayan sido generalmente conflictivas y polémicas para las persona capaz de hacerlo (v.gr. religosas en Sudamérica, Asia,
respectivas comunidades. Por ello, lo más urgente, no es plan- África...), o porque esta es la mejor forma de realizar la misión. .
tearse el dilema del «sí» o del «no» al sacerdocio ministerial fe- Si todo esto es así. decimos, no creemos que debería haber difi-
menino, sino avanzar en la superación de las discriminaciones fe- cultad alguna para, ya en este «hodie» eclesial, conferir la orde-
meninas en la Iglesia y, positivamente, introducir a la mujer, en nación sacerdotal a la mujer. La necesidad de Eucaristía y de Pe-
paridad de condiciones con el hombre, de manera especial en nitencia para las comunidades; su derecho a un «pastor» que las
presida y manifieste su representatividad de modo significativo
y públicamente pleno; la misma especial correspondencia sim-
teólogos consultados por e! Sínodo expresaban parecida opinión. Así Y. M.
bólica de la mujer con la representación de la Iglesia («in perso-
CONGAR, decía: «La admisión de la mujer al diaconado sacramental es po-
sible, dogmáticamente hablando. Durante siglos existió el diaconado... Habría,
na Ecclesiae») v su complementariedad con la especial corres-
sin embargo, que subrayar que con esto no se toca el problema de la exclu-
sión de la mujer del sacerdocio, aunque no pueda asegurarse que esta sea
una ley de derecho divino: Gutachten zum Diakonat der Frau: Synode 7 (1973), (121) J. PIOUER, Decisión de no admitir a la mujer al presbiterado, 533.
27. En el mismo sentido P. HÜNERMANN, libid., p. 31; y H. VORGRIMLER, Cf. M. MARTINELL, La mujer y los ministerios de la Iglesia: Phase 13 (1973),
/oíd., 35-36; Cf. K. RAHNER - H. VORGRIMLER, Diakonia in Christo, Freiburg 447-463.
in B., 1962. (122) La Comisión de Teólogos que estudió el tema, como preparación
(119) R. GRYSSON, Ibid., p. 173-179. al Sínodo de 1974, proponía una conclusión parecida. Cf. M. ALCALÁ, La or-
(120) A. M. TORTRAS, ¿Mujeres presbítero o mujeres diácono?, 362. denación de la mujer a partir del Vaticano II, 595.
332 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 333

pondencia simbólica del hombre... Todo ello serían razones su- la voluntad salvífica, y las necesidades y situaciones de las co-
ficientes que justificarían, a nuestro modo de ver, una aceptación munidades cristianas.
«extraordinaria» actual de la mujer al ministerio sacerdotal. En En cualquier caso, hay que constatar desde el principio que
todo caso, parece evidente que, hoy por hoy, no puede conside- el celibato, lo mismo que el ministerio, se encuentra en crisis.
rarse el sacerdocio de la mujer como la respuesta que cabe es- La crisis del ministerio ordenado, no es sólo crisis de celibato,
perar al problema de la falta de sacerdotes y de los ministerios pero el celibato es probablemente la crisis más importante del
en la Iglesia. ministerio. Tal como decía la Comisión Internacional de Teología,
las razones que conducen a la crisis colectiva de la conexión en-
tre celibato y ministerio, son las siguientes: «pérdida del sentido
6. ¿CAMBIAR LA LEY DEL CELIBATO? del celibato a nivel sociológico; nueva manera de percibir las
relaciones entre los valores trascendentes y el servicio al mun-
Uno de los aspectos, desde los que se urge la respuesta al do; paso de una interpretación sacral a una interpretación secu-
problema de la falta de sacerdotes, es el cambio de la ley del ce- lar de la realidad; revalorización teológica del matrimonio; esti-
libato obligatorio. O, con otras palabras, la no conexión necesa- mación positiva de la sexualidad y de la necesaria intersubjeti-
ria entre celibato y ministerio ordenado. La pregunta se plantea vidad para la realización humana...; valoración de otras formas
en estos términos: «¿no es preciso afirmar que el derecho de las más eclesiales de servicio pastoral...; dificultades psicológicas
comunidades a la calebración de la Eucaristía y, por tanto, a un y de soledad, en un mundo masificado y tecnificado, que exige
sacerdote, tiene preferencia sobre la Ley del Celibato obligato- unas mayores relaciones de intimidad...» 125 . Junto a estas razo-
rio, cuando esta Ley se traduce en que no haya suficientes sacer- nes de crisis, creemos que hay que anotar la que a nosotros nos
dotes?» m. parece más radical: la prioridad de la voluntad salvífica de Dios
Como puede comprenderse, no es nuestro objeto ni nuestra sobre el derecho de las comunidades eclesiales a la Eucaristía
intención el tratar todos los aspectos referentes al celibato, sino y a un Pastor, junto con la no necesaria conexión del celibato al
sólo aquellos que más directamente afectan a su conexión con modelo de ministro concreto que puede presidir la Eucaristía.
el ministerio ordenado, y a la posibilidad o no de una respuesta En torno a este aspecto vamos a orientar nuestro desarrollo del
a los problemas que dicho ministerio plantea, desde una revisión tema.
de la ley actual, y desde una reorientación del mismo sentido
del celibato, basándonos en los resultados del estudio de las. a) El celibato en la vida de la Iglesia:
fuentes, en la prioridad de «objetivos salvíficos», y en la ur-
gencia de necesidades pastorales. Señalamos los hitos más importantes de una interpretación
histórica del celibato, en orden a comprender por qué y cómo
Somos conscientes de que la problemática del celibato no se iha unido al ministerio sacerdotal.
se agota en este aspecto m. En el fondo, el celibato plantea cues-
tiones más radicales como son: el sentido y la necesidad de un
Escritura:
determinado modelo de ministerio; la relación de los valores
cristianos con los valores humanos y la sensibilidad apreciativa Jesús se encuentra con una realidad sacerdotal profunda-
del mundo actual; la actitud y comportamiento de la Iglesia res- mente sacralizada y ritualista. El sacerdote del Antiguo Testa-
pecto a otras maneras de interpretar el sentido del hombre; la mento se distingue netamente del laico (Ex 29,33; 30,33); su fun-
prioridad de unos valores sobre otros, según la interpretación de ción lo convierte en santo, sagrado, separado del mundo profano,
para ser capaz de acceder al mundo divino (Nm 8,14; Dt 10,8;
(123) H. J. VOGELS, Celibato obligatorio y derecho de la comunidad a 1 Cr 23,13). Por lo mismo todo cuanto puede suponer «impureza»
un sacerdote: Concilium 153. (1980), 383-394, p. 383. La pregunta fue planteada está rigurosamente prohibido: entre otras cosas, el tomar como
ya por K. RAHNER, en «Geist und Leben» 40 (1967), 128, y explicitada en: mujer a una prostituta, violada o repudiada (Lev 21,7); el tener
Pastoraje Dienste und Gemelndeleitung: Stimme der Zeit 195 (1977), 742.
(124) Cf. F. BÜCKLE y OTROS, El celibato. Experiencias. Opiniones. Su-
gerencias, Herder, Barcelona 1970; VARIOS, Existenzprobleme des Priesters, (125) Le ministére sacerdotal, 100-101. Hemos resumido algunos puntos
Kósel, München 1969. del párrafo.
334 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 335

relaciones sexuales antes de la prestación del servicio sagrado de Dios («hois dedotai», en perfecto: que ha sido dada preceden-
(Ex 19,15; 15,18-19); la obligación de multiplicar las purificaciones temente). Es preciso, pues, distinguir: «Porque hay eunucos que
y abluciones para eliminar la impureza y entrar en el mundo de nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los
lo sacro (Ex 29,4; 30,17-21; Lv 8,6; 16,4). No obstante, esta con- hombres, y hay eunucos que se hicieron a sí mismos por el Rei-
cepción, la prohibición del matrimonio para los sacerdotes ni si- no de los cielos» (19,12). Sólo los que han recibido el don, y pue-
quiera se plantea: ante todo tiene prioridad el mandato bíblico den ser eunucos por el Reino de los cielos, viven con pleno sen-
del Génesis (1,28). «Tampoco los manuscritos de Kumram esta- tido el celibato.
blecen ninguna relación especial entre la abstención sexual y
el sacerdocio, aunque los qumranitas eran una secta sacerdotal. Pablo, en su primera carta a los corintios, expresa un pensa-
Y era opinión común entre los rabinos, tanto contemporáneos a miento parecido. Aunque le gustaría que todos siguieran el ce-
Jesús, como posteriores a él, que la Torah rechazaba el celi- libato, como él, comprendo que esto es imposible debido a la di-
bato m. versidad de dones: pues «cada uno tiene el don particular que
Dios le Iha dado: unos de una manera, otros de otra» (7,7). Y
En cuanto a Jesús, ciertamente no se casó. Fue un célibe más adelante (7,25-40), al hablar de la diversidad de estados de
laico. No sabemos por qué permaneció célibe ni qué quiso en- vida, aconseja a los corintios que permanezcan en aquel en el
señar con ello a sus seguidores, aunque algo puede deducirse que se encontraban cuando abrazaron la fe. La fe no exige el
de la máxima «por el Reino de los cielos» (Mt 19,12). Pero no cambio de condición social o estado de vida. Y el celibato no
hay ningún indicio de que Jesús uniera, de modo necesario, ni puede entenderse como una obligación, sino que debe aceptarse
en su persona, ni en su doctrina, el celibato con el ministerio como un don. (Por lo mismo cabe concluir en primer lugar, que
sacerdotal. El único texto que en los Evangelios parece hablar «el celibato por el Reino de los cielos no depende de la libre
expresamente del celibato (Mt 19,10-12), no habla de él relacio- decisión de los cristianos y, por tanto, no puede prescribirse:
nándolo con el ministerio, y muestra claramente que es imposi- constituye un don divino que no se otorga a todos»128.
ble exigir el celibato mediante una Ley I27.
En la misma carta a los corintios (9,5) encontramos otro pasaje
En efecto, Mt 19,10-12 es un texto pronunciado por Jesús significativo respecto al celibato, al recordar Pablo su derecho
después de expresar una severa exigencia sobre la indisolubi- a viajar en compañía de una «mujer creyente» que probablemente
lidad del matrimonio (Mt 19,1-9), que provoca en los discípulos se refiere a la «esposa». Dice así: «¿No tenemos derecho a lle-
una búsqueda de solución por «la huida», ante la dureza de tal
var con nosotros una mujer creyente (esposa), como los demás
enseñanza: «Si tal es la situación del hombre con la mujer, no
apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?» Aunque las inter-
trae cuenta casarse» (19,10). Pero Jesús les advierte que «no
pretaciones del término «gynaikas» son diversas129, hay razones
todos son capaces de entender este lenguaje, sino sólo aquellos
a quienes les es dado» (19,11). La capacidad para vivir sin casar- para creer que Pablo alude más bien a una «esposa», y no a una
se, para el celibato voluntario es, por tanto, un don y una gracia asistenta como las mujeres que seguían a Jesús y a los doce,
ayudándoles con sus bienes. «Si no fuera así, el razonamiento

(126) G. SLOYAN, Motivos bíblicos y patrísticas a favor del celibato (128) H. J. VOGELS, Celibato obligatorio..., 386.
de los ministros de la Iglesia: Concilium 78 (1972), 169-173. Cf. R. DE VAUX, (129) Esta traducción, incluido el paréntesis que es nuestro, es la que
Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona, 452 ss. ofrece la Biblia de Jerusalón, que explica «creyente» diciendo: «una cristiana
(127) Sobre la interpretación de éste y otros textos, puede verse: que se ocupaba de las necesidades materiales de los apóstoles». Pero como
J. BLINZLER, Eisin eunuchoi. Zur Auslegung von Mt 19, 12: Zeitsch für neu- muestran diversos autores, hay razones fundadas para creer que se refiere
testamentliche Wissenschaft 48 (1957), 254-270; J. DUPONT, Mariage et di- a «esposa». H. J. VOGELS, apoya esto en «hechos históricos» (Pedro y otros
vorce dans l'Evangile, Brujas 1959, 161-220; H. BALTENSWEILER, Die Ehe ¡m apóstoles estuvieron casados y las mujeres que les acompañaban no podían
Neuen Testament, Zurich-Stuttgart 1967, 102-112; Q. OUESNELL, Made them- ser otras que sus propias esposas); en «argumentos de tradición» (los Padres
selves eunuchs for the kingdom of Heaven, Mt 19, 12: The Catholic Biblical más antiguos traducen «gynaikas» por «uxores»: Tertuliano, Clemente de Ale-
Quarterly 30 (1968), 335-338; H. J. VOGELS, Pflichtzólibat. Eine kristische Un- jandría, Hilario...). Sólo al final del siglo IV se traduce por «mulieres» (Jeró-
tersuchung, Munich 1978, 21-35; ID., Celibato obligatorio y derecho de la co- nimo) y se dice de ellas que les servían con sus bienes, como fue servido el
munidad a un sacerdote: Concilium 153 (1981), 383-394; P. BONY, Ministerios, Señor; y en «razones lingüísticas» («mujer» en sentido de pertenencia, es lo
matrimonio y celibato: DELORME, 457-466. mismo que «mi mujer», «mi esposa»): Celibato obligatorio, 387-389; ID.,
Pflichtzólibat, 69-86.
336 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 337

de Pablo en 1 Co 9,5 pierde toda su fuerza: no quiere decir: no — Durante los tres primeros siglos no se impuso a los
me hago ayudar por alguna mujer caritativa, sino no quiero ser clérigos ninguna restricción respecto al matrimonio y ninguna
mantenido por las comunidades que evangelizo, como tendría el ley respecto al celibato. De muchos ministros se dice que esta-
derecho a serlo yo e incluso la esposa que me acompañase, como ban casados y según parece el matrimonio se considera un es-
ocurre con otros apóstoles» 13°. Este pasaje nos ayuda a compren- tado normal de vida también para ellos 133.
der varios aspectos: que existe un derecho a la esposa recono- — La primera prohibición del matrimonio para sacerdotes,
cido en la praxis apostólica; que el celibato de Pablo supone una que ha llegado hasta nosotros, se encuentra en el Concilio de
renuncia voluntaria a tal derecho; que, en consecuencia, se debe Elvira (a. 306), en su famoso canon 33 m. A su explicación con-
relativizar el valor del celibato frente a otros valores. fluyen diversas causas: el decrecimiento de la estima del ma-
Esta interpretación paulina encuentra su refrendo en la con- trimonio entre los cristianos; la minusvaloración, cuando no des-
creta configuración de los ministerios «ordenados» (obispos, precio de la actividad sexual13s; la influencia de las doctrinas de
presbíteros, diáconos), tal como aparece en las Cartas Apostó- estoicos, pitagóricos, neoplatónicos y maniqueos; el comienzo
licas. En 1 Tim 3,2 y Tit 1,6, al concretar las condiciones de ido- de una sacralización de los ministerios, que implica la pureza y
neidad para estos ministerios, se afirma sin ambigüedad que «el exige la abstención sexual; el hecho de que el Concilio de Elvira
presbítero-epíscopo sea irreprensible, casado una sola vez». Lo fuera, en éste como en otros aspectos, la expresión extremosa
normal es, pues, que los responsables de las comunidades sean de una reacción ante la degradación de la vida cristiana... 136 .
personas casadas; padres de familia que han dado pruebas de — Más tarde, el Concilio de Nicea (a. 325) se negó a con-
dirigir bien la casa, de educar bien a los hijos, de ser capaces vertir la norma del Concilio de Elvira en exigencia general. Pero,
de asumir responsabilidades (1 Tim 3,4.12; Tit 1,6). «Para la aco- ya en la Carta del Papa Siricio a Himerio de Tarragona (10.2.385)
gida de la «ekklesia» local no es el matrimonio lo que hubiera se intenta justificar la prohibición de tener hijos, refiriéndose a
podido ser un problema, sino el celibato. En todo caso, en nin- la «impureza del acto de procreación» 137. Tanto las decretales de
guna parte se impone el celibato como condición previa para el los Papas (Siricio, Inocencio, León) cuanto los Concilios locales
ministerio» m. Se comprende, por ello, que llegue a afirmarse que (Roma, Toledo, Cartago, Turín, Orange, Tours) de finales del
el prohibir el matrimonio es propio de «espíritus engañadores» y s. IV y del s. V, aceptarán, extenderán e impondrán poco a poco
de «doctrinas diabólicas» (1 Tim 4,1-5). la ley del celibato m, basados en una concepción más bien nega-
Digamos ya en conclusión que el Nuevo Testamento no cone-
xiona en ningún momento, de modo vinculante, el ministerio con GELS y de G. SLOYAN, así como R. GRYSON, Les origines du célibat eccle-
siastique, Gembloux 1968; E. SCHILLEBEECKX, Der Amtszólibat, Dusseldorf
el celibato. El celibato evangélico no es patrimonio de unos mi- 1967; J. E. LINCH, Marriage and Celibacy of the Clergy. The discipline of the
nistros determinados. Es fruto de la gratuidad de un don conce- Western Church: An Historico-Canonícal Synopsis: The jurist 32 (1972), 14-38.
dido, expresión de un carisma dado, compromiso de una libertad (133) Testimonios de ello nos lo ofrecen Policarpo. Ireneo, Melitón de
que afirma la novedad del Reino frente al mundo. El Evangelio Sardes, Clemente de Alejandría, La Didascalla de los Apóstoles... También
no exige a los ministros una vida celibataria, «extra-matrimonial». hay autores de esta época que defienden el celibato, como Tertuliano, Hipó-
Pero sí exige que se prefiera a Cristo y el Reino, a la propia es- lito, Orígenes... Véanse textos en R. GRYSON, Les origines du célibat, 13 ss.
posa, a la familia, a la casa, a los bienes (Le 9, 60-62). La relati- (134) DS 185: «Placuit in totum prohibere episcopis, presbyteris et dia-
vización de los lazos familiares frente al Reino no supone la exi- conibus... abstinere se a coniugibus et non generare filios».
gencia del celibato, pero puede llegar a incluirla coherente- (135) Arnobio el Viejo, retor numida y convertido ya adulto, califica la
mente. actividad sexual de «foeditas ista cocundi», «obscenitas coeundi»: Contra Na-
tiones, 4, 19 y 3, 9. Cit. G. SLOYAN, Motivos bíblicos y patrísticos a favor del
celibato, 183.
Tradición: (136) Véase nuestra interpretación de este rigorismo respecto a la pe-
Resumimos las etapas fundamentales, señalando los puntos nitencia en: D. BOROBIO, La penitencia en la Iglesia hispánica del siglo IV-VII,
decisivos de evolución y fijación de la Ley del Celibato 132. Desclée de Brouwer, Bilbao 1978, 84-91.
(137) Véase la interpretación que hace H. J. VOGELS, Celibato obligato-
(130) P. BONY, Ministerios, matrimonio y celibato, 463. rio, 390-391.
(131) Ibid., 464. (138) Cf. H. LECLERQ, Célibat: Dictionnaire d'Archéologie Chrétlenne et
(132) Tenemos en cuenta sobre todo los estudios citados de H. J. VO- Liturgie, 2, 2.808 ss.
338 MINISTERIO SACERDOTAL. MINIS'I I.RIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 339

tiva de la sexualidad y el matrimonio, y en la consideración del el debate de los grandes Concilios 143. Trento no promulgó una
acto conyugal como agente de impureza, incompatible con el culto nueva ley sobre el celibato, sino que se limitó a confirmar la
sagrado 139. que estaba en vigor, defendiéndola contra los reformadores m.
— Del siglo VI al XII el celibato tiene sus alternancias prác- — Después de Trento, se vivió el celibato por parte del
ticas entre los clérigos. Si las invasiones del Norte (s. VI-VII) clero con las normales dificultades. El Código de Derecho Canó-
relajaron las costumbres y llevaron a no pocos clérigos a vivir nico sigue la misma defensa de la ley del celibato, y establece
en matrimonio; la obra misionera de los siglos VIII-IX, con la que las órdenes mayores constituyen un impedimento para el
reforma carolingia, condujo a una valoración del monacato y a matrimonio 145, y que el intento de matrimonio por parte del sacer-
una recuperación de la unidad del ideal del celibato y de la dis- dote es nulo ,46. Se trata de un deber, de una ley que deben acep-
ciplina; y en los siglos Xl-Xll, mientras por una parte se refle- tar quienes deseen ser sacerdotes. No se tiene en cuenta que
xionaba y exaltaba la dignidad, el carácter sagrado y la «potes- el celibato es un carisma, o quizás se presupone que carisma
tas» sacerdotal, por otra parte los sacerdotes se encontraban del celibato y del ministerio van necesariamente unidos. El ju-
sometidos al control de los señores feudales, y el matrimonio ramento de libertad que viene a exigirse a partir de 1930 147 pe-
o el concubinato de los clérigos estuvo al orden del día 14°. dirá igualmente la obediciencia a la ley del celibato, suponiendo
que quien preste esta obediencia tiene el carisma correspon-
— La reforma gregoriana (c. 1050-1150), unida a las severas
diente.
medidas adoptadas por León IX y los Papas que le sucedieron, vi-
nieron a poner un poco de orden, y se fue imponiendo cada vez — El Vaticano II plantea de modo nuevo el celibato al reco-
más la norma del celibato de los clérigos M1. Esta imposición nocer que es un carisma, un don de gracia, un compromiso de la
llegó a su punto culminante con la ley radical adoptada por el libertad, e incluso que «no se exige, ciertamente por la natura-
II Concilio de Letrán (a. 1.139), y reiterada posteriormente en el leza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la
Lateranense IV (a. 1215), según la cual se declaran nulos e in- Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias orientales»148.
válidos los matrimonios de los clérigos (antes se consideraban Sin embargo, existe también en la fidelidad a la disciplina en la
ilícitos), tanto los ya contraídos, cuanto los que puedan contraer- «múltiple armonía del celibato con el sacerdocio», en su voluntad
se en el futuro l42. El impedimento es absoluto. Con todo, las cons- de «aprobar y confirmar» la ley del celibato, en la confianza de
tantes amonestaciones y censuras de los Papas y de los Con- que el carisma o don del celibato será concedido a quienes se
cilios locales, durante los siglos XII y XIII suponen una clara comprometen con el ministerio...El argumento admite un aspec-
prueba de que el celibato eclesiástico no llegaba a imponerse to crítico, pues como dice H. J. Vogels: «De este modo, el
totalmente. El concubinato siguió siendo un grave problema en Concilio o fuerza a todos los sacerdotes a cumplir la ley aunque
tiempos de la reforma y la contrareforma, y por eso aparece en no hayan recibido el carisma, lo cual es imposible según Mt 19,11
y 1 Co 7,7; o pretende forzar a Dios mediante una ley a que
(139) G. SLOYAN, Motivos bíblicos y patrísticos a favor del celibato, conceda a todos los textos neotestamentarios en que se afirma
186. que Dios también llama al sacerdocio a personas casadas»149.
(140) Cf. E. LYNCH, Marriage and Celibacy oí the Clergy, 20 ss. Creemos que, ni por mantener la ley del celibato se debe presu-
(141) Ello no obsta para que se sigan planteando y discutiendo cuestio- poner que Dios concede el carisma, ni al querer insistir y deli-
nes como la de la manutención de la familia del sacerdote, la herencia de mitar el carisma puede rechazarse la ley del celibato. El proble-
las propiedades de la Iglesia, y la compra de oficios para los hijos de los
obispos. En algunas regiones tardó en imponerse el celibato. Cf. Ibid., 21.
(142) Cf. Conclliorum Oecomenicorum Decreta, Bologna 1973, 198, don- (143) El de Vienne (1311-1312), el de Constanza (1414-1418), el de Flo-
de dice: «huiusmodi namque copulationem, quam contra ecclesiasticam regu- rencia (1431-1445), el Lateranense V (1512-1517). .
lara constat esse contractam, matrimonium non esse censemus». Esta ley, (144) DS 1.809. Cf. E. SCHILLEBEECKX, Der Amtszólllbat, nota 69; H.
en la opinión de H. J. VOGELS (Celibato obligatorio, 392-393) es contraria al J. VOGELS, Pflichtzóllbat, 47 ss.
dogma y al derecho divino, ya que disuelve matrimonios considerados válidos (145) C.I.C., can. 132.
hasta ese momento, contraviniendo lo que dice Mt 19, 6.. y priva por com- (146) C.I.C., can. 1.072.
pleto a los sacerdotes del derecho divino al matrimonio. Una eclesiástica (147) AAS 23 (1931), 127.
regula... no puede derogar un derecho divino». Aunque el juicio parezca ra- (148) VATICANO II, Presbyterorum ordlnls, 16.
dical, no deja de tener sus razones. (149) Celibato obligatorio, 393.
340 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 341

ma está, según nos parece, en que la ley esté así configurada, y tado, a recibir con gozo la enseñanza permanente de la Iglesia,
en que el carisma sea tan incontrolable. a descubrir los aspectos positivos de esta praxis, a renovar per-
— Después del Vaticano II, ha vuelto a tratarse del proble- manentemente el compromiso...
ma. Pablo VI, en su carta «Sacerdotalis coelibatus», del 24 de
junio de 1967, revisaba los argumentos en favor de un cambio, b) Reflexiones teológico-pastorales sobre la unión ministerio-
reafirmaba de forma solemne la ley, y explicaba las razones de celibato:
tipo cristológico, eclesiológico y escatológico que abogan a su
favor150. El Sínodo de 1971 declaraba que «la ley del celibato No es nuestra intención recoger, ni siquiera de forma con-
sacerdotal, en vigor en la Iglesia latina, debe conservarse en su densada, los argumentos a favor o en contra del celibato. Sólo
totalidad»151. queremos, desde la perspectiva señalada anteriormente, reflexio-
nar y sacar las consecuencias que se derivan respecto a la unión
Junto a estos documentos hay que constatar la contestación ministerio-celibato.
a que durante este tiempo se ve sometida la ley del celibato 152.
El Concilio de pastoral holandés de 1970 '", las declaraciones de El celibato, un proyecto válido de existencia:
diversos grupos de sacerdotes154, las recopilaciones de estudios
Reconozcamos, en primer lugar, que el celibato es en sí un
sobre la materia... 1SS son pruebas fehacientes de esta discusión
proyecto válido de existencia, una forma posible de vida, una po-
a favor o en contra de la ley del celibato 15f\
sibilidad de realización personal. Esto se explica por diversas
Con la llegada del Papa Juan Pablo II se ha visto favorecida razones fundamentales:
y apoyada la disciplina y la concepción clásica de la Iglesia,
que defiende la unión entre sacerdocio y celibato. Diversas han — El hombre puede optar por un valor concreto: el celibato,
sido sus intervenciones al respecto 157. En todas ellas anima a renunciando a otros valores: el matrimonio. Esta opción, rea-
acoger el don del celibato, a mantenerse fiel al compromiso acep- lizada sobre la base de un carisma (óptica cristiana), y sobre
el presupuesto de una decisión libre, al servicio de un ideal,
hace posible que el hombre descubra de modo privilegiado
(150) Sacerdotalis celibatus: AAS 59 [1967), 657 ss. nuevos sentidos de existencia, que se concretan: en el ser-
(151) Véanse los documentos en AAS 63 (1971), 897 ss.
vicio desinteresado a los demás, en la disponibilidad más
(152) Cf. Una relación en J. A. CORIDEN, Celibato, derecho canónico y
Sinodo de 1971: Concilium 78 (1972), 263-275.
plena de sí mismo, en la afirmación más neta de los valores
(153) En este Concilio se aprobó por mayoría abrumadora de votos que del Reino, en la proyección más dinámica de la propia vida
fuera abolida la obligación del celibato como condición para desempeñar el hacia la escatología, en la mayor relativización de las posi-
ministerio sacerdotal; que en adelante el celibato no fuera condición para bilidades humanas... Desde estos nuevos sentidos, el hom-
acceder al sacerdocio; que los sacerdotes que hayan contraído matrimonio bre célibe es capaz de concentrar, integrar, articular y rea-
fueran readmitidos al ejercicio ministerial; que los sacerdotes que deseen lizar las diversas dimensiones de su existencia, sin entrar
contraer matrimonio pudieran continuar su función como sacerdotes; y, final- en contradicción, ni con la llamada de Dios, ni con la voca-
mente, que se admitiera al sacerdocio a hombres casados.. Cf. National Ca- ción humana. Desde el celibato se es también plenamente
tholic Repórter, 14 enero de 1970. hombre y plenamente cristiano 1SS.
(154) El más significativo de estos grupos fue el de los sacerdotes de
los Estados Unidos: Study on Priestly Life and Ministry, Washington 1971, — La libre renuncia al matrimonio por el Reino de Dios y
24-69. el servicio a la comunidad es una forma de vida muy ade-
(155) Entre otras publicaciones, cabe señalar la de J. COPPENS, Sacer- cuada al ministerio sacerdotal, ya que al ser este ministe-
docio y celibato, Gembloux-Lovaina 1971, donde se ofrece una recopilación
rio «símbolo» de relación entre Dios y el hombre, y expre-
masiva de estudios y artículos en favor del celibato.
(156) Véanse múltiples opiniones a favor y en contra, recogidas por
sión de interiores realidades, puede realizar mejor esta m¡-
F. KLOSTERMANN, Die pastoralem Dienste heute, 95-135.
(157) Carta del 8 de abril de 1979 a todos los obispos y sacerdotes de (158) Cf. COMISIÓN INTERNACIONAL, Le ministére sacerdotal, 102-103;
la Iglesia; Discurso al clero romano del 9 de noviembre de 1979; nueva J. RATZINGER, Zum Zóllbat der katholischen Prlester: Stimmen der Zelt 11
Misa crismal para el Jueves Santo, con renovación de las promesas sacer- (1977), 781-783; W. KASPER, Ser y misión del sacerdote: Selecciones de Teo-
dotales .. logía 75 (1980), 249.
342 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 343

sión desde un compromiso por el celibato, que desde una dad que llevan todas sus acciones, sino especialmente por
opción por el matrimonio. «El celibato del sacerdote puede la relación interpersonal diferencial, a través de la cual in-
representar para el seglar, en la forma más concreta y visi- tegra, confronta y vive, por su lenguaje, sus actitudes y com-
ble de que dispone en su experiencia, un pape) importante portamientos, la otra dimensión integrante del ser hombre
del drama en que él mismo se reconcilia con algunas dimen- total, que es la fecundidad. Ni lo masculino-femenino del
siones verdaderamente decisivas de su experiencia perso- hombre total, implica sólo la sexualidad. Ni la sexualidad
nal, de su relación personal con la santidad y la sexualidad... se realiza sólo en la genitalidad. Hay una forma de realiza-
Si no existiera el celibato sacerdotal, los seglares deberían ción sexual que renuncia al ejercicio de la genitalidad, en
buscarse un equivalente»159. Más aún, el sacerdote célibe, aras de un valor considerado superior: esta forma es el
no sólo simboliza la ambigüedad, el deseo, la reconciliación celibato 161.
a la que aspira el hombre desde su conflictualidad, ambigüe-
dad psicológica. Simboliza, sobre todo cuando vive de ver- Ministerio sacerdotal y celibato obligatorio:
dad el celibato, los valores escatológicos, la prioridad del
servicio a los demás, la descentración de lo humano, la otre- Según hemos visto, el celibato es un proyecto válido de exis-
dad de Dios, la cercanía de lo trascendente. Podrá vivirse tencia, que lejos de oponerse a la realización del ministerio y a
o no conscientemente este simbolismo. Pero una cosa es la autorealización personal, puede apoyarlas y facilitarlas. Na-
cierta: en esta realización-expresión simbólica, también se die niega el valor del celibato y la virginidad, porque, entre otras
encuentra la autorealización personal. cosas, supondría negar una constante religiosa y cultural (en to-
das las épocas y religiones ha habido hombres y mujeres que
— El celibato permite una realización personal, también a han renunciado a la unión sexual para mejor encontrar a Dios
nivel de sexualidad. Monseñor Uriarte ha explicado así esta o dedicarse a los hombres), y prescindir de uno de los «lugares»
afirmación: El celibato no debe entenderse como una renun- de valoración del propio matrimonio. Lo que se discute, e inclu-
cia sin más a la sexualidad, que «quedaría reducida en el so rechaza, es la vinculación necesaria que se hace entre celi-
célibe a los aspectos biológicos inevitables y a impulsos bato y ministerio sacerdotal, es decir, la obligatoriedad del ce-
psíquicos no consentidos... Pero, la dimensión sexual no es libato ministerial. Las dificultades han ido apareciendo a lo lar-
algo que se pueda congelar o colocar respetuosamente go de esta exposición: el celibato es un carisma y no una obli-
aparte. La antropología nos enseña que es una dimensión gación; no se debe unir necesariamente carisma ministerial con
existencial que traspasa la cuadrícula del comportamiento celibato; la ley del celibato es una ley eclesiástica que va con-
propiamente sexual y se hace presente en todo comporta- tra un «derecho divino» al matrimonio; el no poder acceder al
miento de la persona... Si es posible una manera célibe de ministerio por no sentirse capaz de celibato, es una violencia in-
existencia verdaderamente humana, dicha manera no podrá justa por parte de la Iglesia; el mantener hoy esta ley, tal como
consistir en una denegación de la condición sexual propia está, es desoír la voz de muchos pastores y fieles, y descono-
y ajena, sino en una asunción de dicha condición. El célibe cer la prioridad de la misión...
ha de tener, quiéralo o no, en la relación humana, una vida
sexual... Para comprender esto hay que partir de la diferen- Todas estas dificultades encierran, ciertamente, su verdad.
ciación que establece la psicología entre sexualidad y ge-
nialidad. El ser humano no puede renunciar al ejercicio de (161) Ibid., 65, donde dice: «La naturaleza pulsional de la sexualidad es
su sexualidad; en cambio puede, dentro de determinadas uno de los factores que está en el origen explicativo de la posibilidad del
condiciones, renunciar a la genitalidad» m. El sacerdote con celibato... Justamente porque la sexualidad humana es pulsión y ésta es
su celibato, verdaderamente vivido, afirma, expresa y reali- plástica y móvil en objeto y fines, y desarreglada en su base orgánica y en
za su dimensión sexual, no sólo por la huella de masculini- su dinamismo, cabe un ejercicio no genital de la sexualidad y, por tanto, el
celibato». Importantes sonsideraciones en este sentido, también en M. ORAI-
SON, El celibato, Estella, Barcelona 1970; C. MAAS, Affektivitat und zólibat.
(159) J. E. DITTES, Valor simbólico del celibato para los católicos: Con- Dargestellt auf Grund einer untersuchung der Hollandischen Literatur, 1960-
Clllum 78 (1972), 243-251, p. 248. J978. (Missionspriesterseminar St. Augusten bei Bonn, n. 31), Steyl 1979.
(160) Mons. J. M. URIARTE, Ministerio sacerdotal y celibato: Iglesia Viva Una crítica en F. KLOSTERMANN, Affektivitat und Zólibat. Gedanken zu einem
91/92 (1981), 49-79, p. 60-61. mutigen Buch: Theol. Prak. Ouartal. 2 (1981), 168-170.
344 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 345

Pero creemos que la mayor dificultad que puede plantearse es la cartas pastorales del Nuevo Testamento proceden de cabe-
siguiente: ¿En qué medida la ley del celibato, tal como lo inter- zas de la comunidad casados. No se puede, por tanto, arries-
preta la Iglesia, se opone o dificulta, no sólo la realización de la gar el bien mayor, o sea la salvación de la comunidad y del
persona como «hombre-total», sino sobre todo el pleno cumpli- sacerdote, por mantener un bien ciertamente elevado, pero
miento de la misión, como Dios lo ha querido? Aun supuesta la en ninguna manera máximo» 16\
licitud de una unión entre ministerio y celibato, ¿puede antepo-
nerse dicha unión al derecho de las comunidades a una Euca- — En la medida en que el celibato impide el que haya un
ristía y a un pastor, que haga posible la plena realización como número de sacerdotes suficiente, como para atender a las
tal comunidad cristiana? ¿Qué es más importante: el cumplimien- necesidades de las comunidades, en orden a cumplir la mi-
to de una ley de la Iglesia, o el cumplimiento de la misión evan- sión que procede de la voluntad de Cristo, en esa misma
gélica, que expresa la voluntad divina? medida la Iglesia debería estar dispuesta, no a renunciar el
bien del celibato, sino a cambiar la ley que lo une necesaria-
Aunque somos conscientes de que cualquier respuesta ple- mente al ministerio sacerdotal ,64 . La comunidad tiene un de-
na al respecto debe proceder de la Iglesia, queremos recoger y recho irrenunciable a la presidencia y a la Eucaristía, para
proponer algunos puntos de reflexión: la que se requiere una «persona de relación» sacramental-
mente consagrada y oficialmente reconocida. Este derecho
— «La conexión histórica existente entre celibato y ministe- está por encima de la ley del celibato.
rio sacerdotal no es necesaria. El ministerio es posible sin
celibato, lo mismo que el celibato es posible sin ministerio. — En sí misma, la ley no desnaturaliza el valor ni la vivencia
La unión o disociación entre estas dos realidades, que han del celibato. Más aún, en algunos casos, cuando existe el
sido introducidas por la tradición eclesiástica, no provienen carisma del celibato y es asumido con gozo y libertad, la ley
de una necesidad dogmática, sino de un juicio pastoral de puede ser una apoyatura y salvaguarda que no molesta. El
valor» 162. problema no es, pues, la ley, sino la absolutización y gene-
ralización obligatoria de la ley, por encima de aquellas cir-
— El análisis de los datos de la Escritura y la Tradición
muestra con claridad que la ley del celibato, lejos de ser un cunstancias personales o eclesiales en que tal ley se con-
absoluto, debe relativizarse, no sólo en función de otros vierte en obstáculo para la realización de valores y derechos
bienes superiores, sino también en razón de la visión filo- superiores 165.
sófica, la concepción antropológica, las situaciones políti- — Sería preciso, por tanto, abrirse a nuevas posibilidades
cas, los intereses eclesiásticos, y las complicaciones eco- de ministerio ordenado, de modo que, sin menoscabo del
nómicas... que la hicieron nacer y consolidarse. valor del celibato, fuera posible una decisión opcional pre-
— La ley del celibato y el ministerio sacerdotal no se opo- via a la ordenación, o una ordenación posterior al matrimo-
nen ni excluyen en principio, pero tampoco se exigen nece- nio que garantizara el derecho de las comunidades y la rea-
sariamente. El celibato es un modo de vivir la sexualidad, lización de la misión. «La afirmación de que una vida del
pero no se ve por qué ha de imponerse este modo de vivirla discípulo de Cristo, conducida en la pobreza, la virginidad, el
a todo el que desea ejercer el ministerio. «Entre la inspira- gozo y el servicio al prójimo es la condición que la jerarquía
ción fundamental del sacerdocio y la del celibato existen debe considerar como la mejor para poder asumir el minis-
afinidades importantes que sugieren una convergencia», terio apostólico, no significa que debe exigirla siempre y a
pero esta convergencia no puede darse cuando se acepta todos los candidatos posibles de la misma manera» "*.
«forzadamente», sino cuando se acepta libremente.
(163) W. KASPER, Ser y misión del sacerdote, 249.
— «El celibato no es la única expresión posible de forma (164) El mismo planteamiento: K. RAHNER, Cambio estructural da h
de vida espiritual adecuada al sacerdocio, y representa un Iglesia, Cristiandad, Madrid 1974, 135; R. EGENTER, Erwagungen zum flllnh
cnrisma propio y distinto, cuya conexión necesaria e ine- tzolibat der katholischen Prlester: Stimme der Zeit 9 (1977), 635-0311
ludible con él no puede probarse teológicamente. Todas las (165) Cf. H. GREINACHER, Derecho de la comunidad a un ¡¡HHIIII Mil
donde dice: «El celibato obligatorio no es el único obstáculo, puro »l «I in*s
" (7(52) COMISIÓN INTERNACIONAL, Le mlnistére sacerdotal, 103. decisivo para salvar el derecho de la comunidad a tener un pnulor*
(166) COMISIÓN INTERNACIONAL, Le mlnistére sacerdotnl, 1011 ion
346 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO 347

c) ¿Es solución al problema del ministerio sacerdotal cambiar caso de las circunstancias, del lugar, del contexto socio-cultural,
la ley del celibato? de la situación religioso-comunitaria. Con todo, nos parece que,
Es difícil pronosticar el futuro y aventurar una respuesta a en el momento actual, la Iglesia debería considerar más conse-
la pregunta que formulamos. La historia es una realidad siempre cuentemente dos posibilidades en relación con el celibato: la del
abierta, en la que ningún momento puede juzgarse como defini- celibato opcional, y la de la ordenación de casados.
tivo. Cada momento aguarda y exige su propia superación. Y no
nos aventuramos a asegurar que la superación de este momento El celibato opcional:
crítico respecto al ministerio y los ministerios se solucionara Entendemos por celibato opcional aquel que hay posibilidad
cambiando la ley del celibato. para aceptarlo o no, sin que del sentido de la opción dependa la
El celibato, lo hemos dicho, es un valor a defender siempre. ordenación para el ministerio sacerdotal. Tal opción, lo mismo
Probablemente, en nuestra cultura occidental, más entre adultos que sucede en la Iglesia Ortodoxa, debería hacerse antes de la
y mayores que entre jóvenes, existe una mejor predisposición a ordenación. Una vez tomada la decisión, se exigiría que el indi-
aceptar al sacerdote célibe, a quien culturalmente se le ha iden- viduo se comportara en consecuencia, no permitiéndose el ma-
tificado con el celibato167. Por otro lado, no debe pensarse, ni trimonio después, sino antes de la ordenación im. Esto supondría
que todos los problemas del ministerio están en el celibato, ni que, tanto quienes han recibido el carisma del celibato, cuanto
que el cambio de la ley del celibato es la solución a todos los quienes han recibido la gracia para el matrimonio, se sometan a
problemas del ministerio. La suspensión de la actual ley del la formación establecida y siguen un «iter» institucional común
celibato traería consigo nuevos problemas de carácter estruc- para el sacerdocio.
tural, funcional y económico... Y, con todo, pensamos que la Igle- Nos parece que esta posibilidad tendría no pocas razones a
sia debería reconocer el clamor de no pocas situaciones, la pri- su favor, como ya hemos ido indicando a lo largo de nuestro es-
mariedad del carisma y el cumplimiento de la misión, y por tanto, tudio: libertad de carisma, valoración dentro del ministerio y al
la posibilidad de un cambio o reinterpretación de la ley. mismo tiempo del celibato y la virginidad, posibilidad de acogida
Varias son las soluciones de las cuales se habla. Decía al de los dos caminos de acceso al ministerio, más capacidad de
respecto H. Greinacher: «Es evidente que en el futuro, no todos atención a las necesidades... También creemos que supone algu-
los que reciban la odenación para dirigir la comunidad serán nas dificultades, como son: el cambio de imagen de sacerdote
sacerdotes con formación académica y dedicados exclusivamente con sus consecuentes conflictos, una cierta renuncia a la origi-
al ministerio. El servicio sacerdotal adoptará en el futuro formas nalidad de la tradición de la Iglesia occidental, dificultades de
muy diversas. Habrá sacerdotes con formación académica, y tipo estructural y económico...
sacerdotes que han adquirido por otros caminos su preparación
teológica y espiritual. Unos se dedicarán exclusivamente al mi- La ordenación de casados:
nisterio, otros harán de él su segunda profesión, y otros un ser- Tal ordenación no supondría ninguna novedad en la tradición
vicio prestado en su tiempo libre y sin retribución. Habrá sacer- global de la Iglesia. Siempre se dio, de una u otra forma, la orde-
dotes casados y sacerdotes no casados. Tampoco se pueden nación de personas casadas. Y se pide, desde dlvereaa Inatan»
aducir razones teológicas que impidan encomendar el ministerio cias y situaciones el que se renueve esa praxis. Ya al Papa P**
sacerdotal a la mujer o ejercerlo sólo durante un tiempo deter- blo VI, en la respuesta a las propuestas del Concillo Paatornl
minado» 168. Holandés de 1970'70, se preguntaba si no debería concederán I»
ordenación sacerdotal a hombres casados y ya maduros en l<»«
Es previsible que todas estas modalidades de ministerio países donde existe una extrema escasez de sacerdotes. En l«*
sacerdotal no puedan realizarse a corto plazo. Aunque todas fue- intervenciones del Sínodo 1971 sobre el ministerio sacerdotal, •«
ran posibles, su posibilidad de realización dependería en cada

(169) Cf. D. J. CONSTANTELOS. Matrimonio y celibato del obro (I* '


(167) Cf. J. GILL, Impacto psicológico del cambio al celibato opcional: Iglesia ortodoxa: Concilium 78 (1972), 187-196.
Concilium 78 (1972), 252-262. (170) Carta del Papa al Cardenal Villot, Secretarlo de Eatado, «<>l»"
(168) H. GREINACHER, Derecho de la comunidad a un pastor, 381-382. este asunto: AAS 62 (1970), 98 ss.
PASTORAL DEL MINISTriUO ORDFNADO 349
348 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

pidió repetidas veces que se admitiera la ordenación de perso- por solución se entiende que con tal medida van a quedar supe-
nas casadas. Los defensores de esta posibilidad se dividían al rados los problemas del clero, la reestructuración ministerial de
preguntarse quién debería tener la autoridad para tal decisión, si la Iglesia, las necesidades últimas de las comunidades... enton-
el Papa o las Conferencias Episcopales. «La votación del 5 de ces creemos que no. Pero si por solución se interpreta el abrir
noviembre, víspera de la clausura, puso de manifiesto que el caminos para el ministerio ordenado, el reconocer la relatividad
45 %, poco más o menos, de los miembros del Sínodo, no se de una ley frente a otros derechos superiores, el crear todas las
oponía a la ordenación de hombres casados de edad madura allí posibilidades para el cumplimiento de la misión y la vida de las
donde las necesidades pastorales lo exigieran; pero preferían comunidades... entonces sí creemos que el cambio o reinterpre-
dejar la decisión en manos del Papa» m . tación aplicada de la ley del celibato puede ser un camino para
la solución del problema del ministerio, o incluso para la verda-
La Comisión Internacional de teólogos también afirmaba: dera renovación estructural y ministerial da la Iglesia. La cues-
«La jerarquía responsable del anuncio permanente, eficaz y tión decisiva no es cambiar la ley del celibato, sino renovar la
universal del evangelio como palabra de vida y dispositivo sa- imagen, la estructura ministerial de la Iglesia, de modo que sea
cramental de gracia, puede elegir, para ejercer el ministerio más ella misma cumpliendo su misión. Y si para ello se juzga que
apostólico, por una parte, aquellos que lian sido llamados y viven la actual ley del celibato constituye obstáculo, allí donde lo cons-
ya el carisma de la virginidad y, por otra parte, aquellos que, tituya y en la medida en que lo constituya, debería revisarse.
en el matrimonio, por una experiencia de años, han adquirido Creemos que, aceptado esto, así como la necesidad de renova-
una madurez humana y profesional, un equilibrio familiar, y sobre ción ministerial en la Iglesia, el problema se centra en la si-
todo un valor apostólico en el sentido en que se indica en las guiente cuestión: ¿qué puesto deben tener los «ministerios lai-
cartas pastorales»172. En cuanto a los autores católicos son nu- cales» en esta renovación, y en qué medida puede venir de ellos
merosos los que abogan por esta posibilidad. Citamos unas sig- la respuesta a las urgencias teológico-pastorales planteadas? Es
nificativas palabras de Ch. Duquoc: «Actualmente nada prueba lo que vamos a tratar en los siguientes capítulos.
que el carisma del celibato favorezca la presidencia eficaz y
evangélica de una comunidad, ni que la ausencia de este carisma
perjudique a tal presidencia. No querer ordenar a casados que
presiden comunidades, especialmente en África, muestra hasta
qué punto esta ley (de celibato) se opone en ciertos casos a la
vitalidad de la Iglesia. Además, es infinitamente más seguro or-
denar a un hombre maduro, responsable de su comunidad, que
ha dado pruebas de gobierno, que elevar al sacerdocio a un joven
inexperto, sobre la base de una selección muy subjetiva, y quizás
ambigua, como es la del celibato» 173.
Vengamos ya hacia una breve conclusión. Al principio nos
preguntábamos: ¿Es solución al problema del ministerio sacer-
dotal cambiar la ley del celibato? Al final nos respondemos: Si

(171) J. A. CORIDEN, Celibato, Derecho canónico y Sínodo de 1971, 268-


269. E. SCHILLEBEECKX, Das Kirchliche Amt, 157-188. También J. ESQUERDA,
£/ sacerdocio ministerial en el Sinodo de Obispos: en Teología del sacerdocio,
IV, 352-359.
(172) Le mínístére sacerdotal, 106, donde se dice también que, si uno
opta por el celibato, en caso de que éste le resulte después imposible, debe
cesar en el ejercicio de su ministerio, y no tiene posibilidad de ejercerlo en
el matrimonio, según la tradición universal de la Iglesia.
(173) Ch. DUOUOC, Theologíe de l'Églíse et crise du mínístére: Etudes
350 (1979), 101-113. Trad. Sel. Teol. 75 (1980), 232-238, p. 835.
CAPITULO VI

LOS MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA A LA FALTA


DE SACERDOTES Y A LA REESTRUCTURACIÓN MINISTERIAL
DE LA IGLESIA

Desde la constatación y el análisis de dos fenómenos: la


disminución de los ministros ordenados, y el resurgir de los mi-
nisterios laicales, hemos ido estudiando a lo largo de nuestro
estudio, los diversos aspectos fundamentales que consolidan la
teología del ministerio ordenado, así como los distintos puntos
interrogativos, que urgen hacia una nueva configuración dentro
de la estructura ministerial total de la Iglesia. En este último ca-
pítulo queremos volver de nuevo a los llamados «ministerios lai-
cales», no ya para constatar el hecho de su existencia y prolife-
ración actual, sino para verificar la prueba crítica de su valor
histórico y de su fundamentación permanente. Así, pues, anali-
zaremos primero la configuración histórica que han tenido los
ministerios laicales, de manera que viendo su importancia y sus
vicisitules, podamos deducir el puesto permanente que les co-
rresponde, así como las figuras culturales que les afectan. En se-
gundo lugar, intentaremos individuar los principales ministerios
laicales que, a nuestro juicio, y desde los criterios que nos ofre-
cen las fuentes principales, deben tener un puesto itrenunciable
en la comunidad cristiana. En tercer lugar, estudiaremos las po-
sibilidades y las ventajas-desventajas que tiene la instituciona-
lización-'sacramentalización» de tales ministerios, en orden a
poder ejercer con mayor eficacia y significatividad sus funcio-
nes. Finalmente, como conclusión, veremos en qué medida nues-
tra propuesta de ministerios laicales puede ser lugar de un nue-
vo acceso al ministerio ordenado, de un nuevo «modelo» de sacer-
dote, y de una nueva estructura de Iglesia.
352 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 353

1. LOS MINISTERIOS LAICALES Y SU IMPORTANCIA servicio o ministerios que necesita, en orden a ser fiel a su
HISTÓRICA vocación evangélica y a la misión recibida (Hch 6,1 ss.). Estos
ministerios, sin embargo, tienen siempre origen en los dones o
La evolución histórica que han sufrido los ministerios laica- carismas que el Espíritu suscita para el bien común y la edifica-
les es aleccionadora en doble sentido: para saber lo que se debe ción (Heb 2,4; 1 Co 12, 11). Entre estos ministerios, hay algunos
hacer, para evitar lo que no se debe hacer. Nuestro tratamiento que conciernen más al anuncio de la palabra (profetas, evange-
del tema es, como puede comprenderse, limitado y resumido. listas, doctores...), otros al servicio de dirección de la comuni-
Destacaremos las etapas y aspectos que más y mejor señalan dad (apóstoles, episcopos, presbíteros...), otros a la función ca-
el avance o el retroceso, y subrayaremos las repercusiones en ritativa (diáconos, viudas, personas que acogen...) otros, en fin,
orden a una renovación actual. a la acción cultual (los que presiden la eucaristía, bautizan, im-
ponen las manos, ungen a los enfermos, o animan la oración con
a) Los ministerios «laicales» en el Nuevo Testamento: «himnos y cánticos»...). (Cf. Hech 11,27; 20,7-12; 1 Co 12,4-11;
El Nuevo Testamento ofrece numerosos datos sobre los mi- Hch 6,1 ss.; 2,38; Sant 5,13-17...). Es evidente que, entre todos
nisterios. Pero estos datos, además de ser con frecuencia frag- estos ministerios, hay muchos que no pueden incluirse en la ca-
mentarios y ocasionales, llevan el sello de una evolución histó- tegoría de los que hoy llamamos ministerios «ordenados», sino
rica cuyos factores, en gran parte, se nos escapan... Todos los que más bien habría que inscribirlos en los llamados ministe-
escritos del Nuevo Testamento atestiguan la existencia de mi- rios «laicales» 3 . ¿Cuáles son, en concreto? 4 .
nisterios en el sentido más amplio de la palabra: existen accio-
nes o funciones necesarias a la vida de las iglesias, que se En las primeras generaciones cristianas encontramos, por
asignan a unos hombres y a veces a unas mujeres, que se distin- ejemplo, a Apolo, un judío convertido, que «había sido instruido
guen por ellas de otros miembros de las comunidades. Esos mi- en el camino del Señor y con fervor de espíritu hablaba y en-
nisterios se designan de formas muy variables. Muchas denomi- señaba con todo esmero lo referente a Jesús» (Hch 18,24-25),
naciones pueden responder a funciones parecidas y, a la inversa, instruyendo él mismo a Aquila y Priscila (18,26). Felipe es otro
funciones diferentes pueden denominarse de igual modo (por «laico» que anuncia y explica al eunuco la Buena Nueva de Je-
ejemplo, «apóstol»). Además, los textos sobre el ministerio no sús, y recorre ciudades evangelizando (Hch 8,35.40), por lo que
sólo atestiguan diversas prácticas y organizaciones ministeria- es llamado el «evangelizador» (Hch 21,8). Felipe tiene cuatro hi-
les, sino que se encuentran en contextos cuyas perspectivas teo- jas que profetizan (Hch 21,9), y que como los profetas de la épo-
lógicas están diferenciadas'. Estas palabras de J. Delorme nos ca desempeñan un papel importante en la comunidad (Hch 11.27;
sitúan perfectamente en el contexto de interpretación de cuanto 13,1-2; 15,32; 9,6; 21,10-11; Ef 4,11), lo mismo que Judas y Silas
puede afirmarse sobre los ministerios. No repetiremos aquí cuan- quienes siendo también profetas «exhortaban y confortaban» a
to ya dijimos en otro momento, al tratar del «ministerio sacerdo- los hermanos (Hch 15,32). Otras personas desempeñan la fun-
tal en el Nuevo Testamento» 2 . Nuestro objetivo se ciñe ahora a ción de «doctores» (Hch 13,1; 1 Co 12,28; Ef 4,11; Heb 5,12), que
cuanto puede hacer referencia o calificarse como «ministerio consiste en instruir sobre la palabra y asegurar la didaskalia o
laical» en la comunidad apostólica. fidelidad a la enseñanza apostólica. De ellos se dice, lo mismo
que de los apóstoles y profetas, que han sido «establecidos por
Dios» (1 Co 12,28). También hay quienes ejercen la función de
a) Descripción global: «delegados» para la comunión de las iglesias, y son enviados
Si algo se constata al estudiar los ministerios, es que la co-
munidad cristiana puede darse a sí misma aquellas formas de
(3) No pretendemos en absoluto encontrar en el N. T. ni la terminología
(1) J. DELORME, Diversidad y unidad de ¡os ministerios según el Nuevo ni el contenido que hoy ponemos en la expresión «ministerios laicales». Su
Testamento: en Ibid., 263-320, p. 263-264. En ei mismo sentido: R. SCHNAC- mentalidad dista de la nuestra. Pero es evidente que en la comunidad se
KENBURG, Die Kirche im Neuen Testament, Freiburg 1961, 21 ss.; K. KERTEL- comienzan a configurar unos servicios que corresponden a lo que hoy deno-
GE, Gemeinde und Amt im Neuen Testament, München 1972, 97-126; H. SCHO- minamos «ministerios laicales».
TTE, Amt, Ordination und Sukzession, 236-249. (4) Véase al respecto: J. M. TI LLAR D, Église catholique ef pluriformltá
(2) Recuérdese aquel capítulo, así como la bibliografía que citábamos des ministéres: Conference des Institutions Catholiques de Theologie en 1981
en nota correspondiente. (conferencia policopiada).
354 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 355

en orden a certificar y promover la unidad (Hch 11,22.29-30; 2 Co tercer lugar como doctores...» (Cf. v. 29 y Hch 14,4.14; 13,1)7.
8, 23), con frecuencia acompañando a Pablo u otro apóstol (Hch Estos tres ministerios vuelven a aparecer en Efesios 4,11: «El
15,2. 22.25.27.30.33). Y no faltan tampoco quienes se dedican al mismo dio a unos ser apóstoles y maestros, para el recto orde-
servicio de la caridad y ayuda a los pobres, a la comunicación de namiento de los santos...». En Mateo se proponen unidos sola-
bienes y a la distribución de las colectas (Hch 4,32-37; 11,29-30; mente los «profetas y doctores» (Mt 7,15.22; 23,8.10), lo mismo
Rm 15,26-27; 1 Co 16,1-4; 2 Co 8,1-9,15). No es raro, pues, que que en Hechos (13,1-3). 'En cambio Lucas habla de «profetas y
pronto se suscitara la cuestión de este ministerio, dando como apóstoles» (Le 11,49), y el Apocalipsis distingue «los santos, los
resultado la elección de los siete, «para el servicio de las me- apóstoles y los profetas» (Ap 18,20).
sas» (Hch 6,1-6). Igualmente es significativo el «servicio de hos-
pitalidad» y acogida, que desempeñan algunas parejas, y también Ya nos referíamos en otros momentos a estas figuras minis-
mujeres, respecto a los apóstoles, a otros hermanos y a la co- teriales de los «apóstoles, profetas y doctores» 8 . Vamos a fi-
munidad cristiana que se reúne en sus casas. Pablo se hospeda jarnos ahora en los siguientes aspectos. ¿Cuál es la función que
en la casa de Lidia (Hch 16,40), en la de Aquila y Priscila (18,2), desempeñaban? ¿Se les puede calificar como «ministerios laica-
en la de Ticio y Justo (18,7). El Apóstol llama suya a la madre les»? ¿Qué repercusiones tendría esta clarificación?
de Rufo (Rm 16,3), y recomienda a «nuestra hermana Febe, pro-
tectora de muchos hermanos, comenzando por mí» (Rm 16,1-2). Los «Apóstoles»:
Los términos en que Pablo habla de este servicio de acogida, Pertenecen al período pospascual, deben distinguirse del
aunque no signifiquen necesariamente un ministerio en sentido grupo de los Doce, y su nombre es funcional: proviene del griego
estricto, caracterizan ciertamente un trabajo apostólico 3 . En «apostellein» ( = «enviar»). Estos aspectos convenientemente
cuanto a las «viudas», además de que aparecen como objeto aceptados, contrastan con una interpretación divergente sobre
de atención y ayuda especial por parte de la comunidad (Tim 5,16; su función: según algunos, «apóstol» designaría sobre todo a los
Hch 6,1; Sant 1,27), también parece que llegaron a desempeñar «enviados de las iglesias», a «misioneros enviados oficialmente
un oficio importante; «la que de verdad es viuda, y ha quedado por su comunidad», a «misioneros ambulantes que tenían que es-
enteramente sola, tiene puesta su esperanza en el Señor y per- tar respaldados por alguna autoridad». Estos misioneros «viaja-
severa en sus plegarias y oraciones noche y día» (1 Tim 4,5). Por rían de dos en dos, provistos de cartas de recomendación, y las
eso no se admite a todos al grupo correspondiente, sino sólo a comunidades cristianas que visitan deben recibirlos como al
las que pueden cumplir su «compromiso» (1 Tim 5,11-14)6. Señor» 9 .
Según otros, basándose especialmente en Pablo (Gal 1,11-
b) Análisis particular: 17), el término «apóstol» designa al enviado de Cristo resucitado,
aquel que ha recibido un encargo directo del Resucitado en orden
De todos los ministerios señalados, hay tres que suelen a proclamar el Evangelio en el mundo entero. Se trata de «un mi-
aparecer unidos, y que por su importancia merecen nuestra nisterio único en su género: el de enviado directo de Cristo para
atención: son los «apóstoles, profetas, doctores». La primera lis- publicar y comunicar la obra de Dios, realizada a través de la
ta que los reconoce como ministerios establecidos aparece en vida, muerte y resurrección de Jesús... Esta misión de los após-
1 Co 12,28: «Y así hay a quienes puso Dios en la Iglesia, prime- toles no tiene más límites que los de la humanidad que debe ser
ramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en reunida» 10.
Estas dos interpretaciones no se oponen, sin embargo. Esta-
(5) P. BONY, Ministerios, matrimonio y celibato, 464. Cf. P. BONNARD,
Ministéres et laicat chez saint Paul: en Verbum Caro 71/72 (1964), 56-66, (7) Probablemente Pablo cita esta triada, siguiendo una tradición de
donde dice al respecto: «no se trata en primer lugar de situar los ministerios Antioquía, que sitúa a estos tres en el primer plano de los ministerios:
con relación al laicado, sino de situar todo el pueblo cristiano (con sus mi- cf. B. RIGAUX, Los doce Apóstoles: Concllium 34 (1968), 7-18; A. LEMAIRE,
nistros) en relación al apostolado. Es el apostolado el que interpreta la acti- Las epístolas de Pablo: la diversidad de los ministerios: J. DELORME, 62-63.
vidad de los ministros» (p. 59). (8) Véase pp.
(6) A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de l'Église, 127-136; A. (9) A. LEMAIRE, Las epístolas de Pablo: diversidad de ministerios, 63.
SAND, Witwenstand und Amterstrukturen in den urchristlichen Gemeinden: (10) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el Nuevo
Bibel und Leben 12 (1971), 186-197. Testamento: en Ibid., 269-270.
y>(, M I N I M I KIO SACERDOTAL. MINISTERIOS lAK'AIl'S
MINISTERIOS LAICALES C O M O RESPUESTA... 357

rían indicando dos momentos de la autocomprensión y experien-


cia de la Iglesia apostólica. El hecho de que la figura de los Doce píritu 13. Los profetas desempeñan su función en el orden de la
haya sido sustituida (en Pablo) o asimilada (en Lucas-Hechos) a palabra. En ellos se muestra de modo especial el carácter profé-
la de los Apóstoles estaría significando, primero, que la expe- tico del apostolado (cf. Gal 1,15 ss.). El mismo hecho de que apa-
riencia misionera de la primera Iglesia le hizo abrirse a otros rezcan unidos a los apóstoles (Ef 2,20; 4,11) manifiesta su pro-
horizontes que los de la agrupación de la comunidad en torno ximidad. Se podría decir que se trata como de «dos círculos con-
a los Doce, y segundo, que las promesas de Jesús son reinter- céntricos. El profetismo desborda el círculo del apostolado, pero
pretadas desde la experiencia de la resurrección, a la luz del es dentro del apostolado donde se verifica con toda su fuerza la
Evangelio o Kerigma pascual predicado por los apóstoles. Al naturaleza del profeta como mensajero de Dios, establecido co-
envío se une la experiencia del Resucitado, y ambos elementos mo autoridad para fundar la Iglesia» ,4. Por eso mismo, el profeta
nos dan la figura del «Apóstol» en cuanto enviado por Cristo es, ciertamente, aquel a quien le corresponde la «profecía apoca-
para ser, desde la experiencia de la comunidad, testigo y men- líptica», por la que mantiene la tensión escatológica de la comu-
sajero de la resurrección a la humanidad entera ". nidad, la espera y la esperanza en la venida del Señor, la presen-
cia del juicio y la victoria definitiva (1 Tes 1,9-10; 5,19-22; 1 Co
Es evidente que, en principio, si algún ministerio debe cali- 16,22; Ap 22,20; 11...). El profeta es igualmente aquel a quien
ficarse como «ordenado», éste es el de los «apóstoles», especial- se debe la «exhortación profética», exhortación que tiene lugar
mente cuando nos referimos a los Doce. El envío por parte de sobre todo en la asamblea (1 Co 14,3), y tiene por objetivo el ase-
Cristo, la experiencia del Resucitado, el don escatológico del gurar el desarrollo ed la asamblea y de la Iglesia, aplicar el men-
Espíritu, son la base de un ministerio único y original, que no saje de Dios a las circunstancias concretas, consolar y animar a
necesita ni puede ser sometido a los encuadres de nuestras ca- los miembros de la comunidad (Hoh 4,36; 11,23; 15,32; Rm 112,8).
tegorías «sacramentales». Esta cuestión se plantea, en todo ca- Y también le pertenece al profeta la «bendición profética», es
so, cuando va desapareciendo la generación de los apóstoles, decir, la expresión de la respuesta de fe a Dios, la proclamación
como lo testifican las Cartas Pastorales. Con todo, si además de y alabanza por las «miravilia Dei» (v.gr. Benedictus: Le 1,68), el
a Pedro y a los Doce Cristo resucitado se apareció también «a rezo de «¡himnos y cánticos inspirados» (Col 3,16; Ef 5,18 ss.).
más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales la mayor par- Oración y bendición van unidas de modo permanete (1 Co 11,
te viven y otros han muerto... y más tarde se apareció a todos 4-5; 14,26). Quizás por ello la misma Didache pide que «dejen
los apóstoles» (1 Co 15,5-6); y si posteriormente nos dice la a los profetas dar gracias (eucharistein) todo el tiempo que quie-
Didache que las comunidades cristianas deben recibir a los após- ran» )5.
toles que las visitan «como al Señor» n... cabe pensar que en la
comunidad primera hubo personas a las que se les atribuía una De todo lo dicho se desprende que los profetas ejercen su
función de «apóstol» (¿Visitador, Delegado de la comunidad?), y función, preferentemente en torno al momento cultual de la co-
que probablemente tal función no incluía ni la presidencia de la munidad, en las asambleas cristianas. Diversos detalles parecen
comunidad, ni la presidencia de la Eucaristía, ni ningún otro tipo confirmar esta afirmación: Los profetas dirigen su palabra sobre
de investidura social o litúrgica. todo en las asambleas: «el que profetiza habla a los hombres
para su edificación, exhortación y consolación» (1 Co 14,3)...
'Los profetas»: y así: «edifica a toda la asamblea» «14,4). La exhortación profé-
tica (paraclése) viene a suponer que a ellos les pertenece espe-
Tienen un puesto muy importante en la comunidad; a veces cialmente la homilía o predicación en las asambleas litúrgicas:
aparecen como itinerantes y otras como fijos; se les reconoce
como poseídos de un carisma y una inspiración especial del Es- (13) Existen diversas interpretaciones sobre la figura de los «profetas»,
que señalan las diferencias entre protestantes y católicos. Especialmente
véase: E. COTHENET, Prophetisme et ministére d'aprés le Nouveau Testa-
f u ) Cf. A. GEORGE, Des Douze apotres et á leurs successeurs: en Le
ment: LMD 107 (1971), 25-50; ID., ¿e prophetisme dans le Nouveau Testnmont:
minlstére sacerdotal, Lyon 1970, 25-53; J. GNILKA, Geistliches Amt und Ge-
Supplément au Dictionnaire de la Bible 8 (1971), 1.322-1.337.
meinde nach Paulus: Kairós 11 (1968), 95-97; D. MÜLLER, Apóstol: en Diccio-
(14) E. COTHENET, Prophetisme et minlstére, 39. Cf. G. DIX, Le mlnla-
nario Teológico del Nuevo Testamento, vol. I., Sigúeme, Salamanca 1980,
tére dans 1'ÉglIse ancienne, 80-84.
140-146.
(15) DIDACHE. X, 7. Cf. E. COTHENET, ibid., 40-44, de donde hemo» resu-
(12) DIDACHE, XI, 4. Cf. Gal 4, 14.
mido fundamentalmente.
358 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA ., 359

«en el grupo de textos de primera Corintios, Romanos, y primera ¿Desempeñaban los «profetas» un ministerio que podríamos
de Pedro, hay que entender la profecía en relación con la predica- calificar de «laical» o un ministerio «ordenado»? Por los datos
ción que tenía lugar en la sinagoga, después de la lectura de la aducidos parece cabría hablar de «ministerio laical instituido»,
Escritura (Hch 13,15)16. De ahí que al profeta se le llame «el que ya que si por una parte no se indica en ningún lugar un gesto
exhorta» (ho parakalon: 1 Co 12,8). La misma función bendicional público de investidura, que los capacite para presidir la comuni-
que ejerce el profeta lo sitúa plenamente en el centro de la fun- dad y la Eucaristía, por otra parte su ministerio es público y
ción cultual, como personaje que alaba a Dios y anima a la ala- oficialmente reconocido, se le atribuye una función concreta
banza con «salmos, himnos y cánticos espirituales» (Col 3,16). (palabra en la asamblea cultual), y se le califica como «funda-
Su vertiente escatológica hace asimismo que la palabra profética mento» de la Iglesia, asignándole un rango de primer orden.
se concrete a veces en oración de espera y esperanza: «Mara- El profeta no es, por tanto, un ministerio accidental, sino un mi-
natha» = «¡Ven, Señor Jesús!» (1 Co 16,22; Ap 22,20; Didache nisterio fundamental en la primera comunidad cristiana.
X,6). No extraña, pues, que se plantee la cuestión de si los pro-
fetas estaban capacitados para presidir la Eucaristía. Probable- Los «doctores»:
mente de las palabras de la Didaché {«dejad que den gracias Los doctores (didaskaloi) aparecen en diversos pasajes del
—eucharistein— todo el tiempo que quieran») no se puede de- Nuevo Testamento, generalmente unidos a los profetas, bien sea
ducir tal presidencia 17, sino más bien que pronunciaban plegarias en la triada o fuera de ella (Hch 13,1). De este hecho se deducen
de bendición y acción de gracias, de modo espontáneo, en la si- dos consecuencias: que en las iglesias se concedía gran impor-
naxis dominical, en la que también se nombra a los doctores 18 . tancia a la enseñanza o didaskalia; que esta enseñanza se con-
Quizás podría suponerse incluso que, dado su carácter más bien sideraba como unida y complementaria de la profecía. En efecto,
itinerante, y supuesto que tenían una función de servicio a la pa- los «doctores» tienen por función la enseñanza metódica del
labra en la asamblea cultual, en el caso de encontrarse con co- mensaje, apoyándose en las Escrituras, al estilo de los rabinos
munidades en las que no había «episcopos» o «presbíteros» pro- judíos 20 . A la predicación del Evangelio, a la proclamación de la
nunciaban excepcionalmente la plegaria eucarística. Así se com- Buena Nueva, acompañaba una justificación escriturística ade-
prendería la respuesta de la Didaché a la cuestión de cómo ce- cuada, que no sólo tenía en cuenta lo anunciado por los profetas
lebrar el «día del Señor» en caso de ausencia de los ministros del Antiguo Testamento, sino también la tradición sobre las pala-
itinerantes: «elegios episcopos y diáconos, dignos del Señor... bras y las obras de Jesús, así como la exhortación realizada por
y ellos cumplirán el servicio de los profetas y doctores» 1". los profetas del Nuevo Testamento. «En Mateo se da igual impor-
tancia a la enseñanza, a la relación entre la ley y los profetas, y a
la voluntad divina revelada por Jesús. En la triada paulina, los
(16) Ibid., 43. apóstoles y profetas preceden a los doctores. Este orden mani-
(17) La probabilidad de que presidieran la Eucaristía la señalaba ya O. fiesta la dependencia de los últimos en relación al evangelio y a
SEMMELROTH, Das geistliche Amt, Francfort 1958, 73; E. COTHENET, afirma las luces del Espíritu. En Hechos (13,1-3) la preponderancia que
que en todo caso esto no supondría que la presidencia de la Eucaristía se se da a los profetas y doctores muestra cómo la docilidad al Es-
dejaba a la improvisación, ya que el ministerio profético en la Iglesia primi- píritu encuentra su complemento en la enseñanza doctrinal cris-
tiva debía estar reconocido por una comunidad estructurada según la medida tiana» 21 . Estas pequeñas diferencias, no modifican la función,
apostólica, y por otro lado, se habla también de los episcopos y diáconos, cuya importancia debió llevar consigo la tentación de apetecer y
instituidos para esta función por la imposición de manos: Ibid., 106-107. Por
disfrutar de tal título. Esto explica que Santiago salga al paso de
su parte, A. LEMAIRE, al examinar este punto, piensa que los profetas tuvie-
ron un puesto importante en la asamblea eucarística, y que algunos de ellos,
siendo itinerantes" se instalaron en las comunidades para asegurar el servi- (20) A. LEMAIRE, Les mínistéres, 106-108; ID., Las Epístolas de San Pa-
cio de la palabra. Pero Lemaire no deduce de su análisis que los profetas blo, 64.
presidieran la Eucaristía: Les mínistéres aux origines de l'Église, 139-144. (21) J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios, 272-273. Cf
(18) DIDACHE, XIV, 1 y XV, 1. P. AUDET, La Didaché, 440 donde dice: «El campo de acción del profeta no
(19) DIDACHE, XV, 1: «Constituite (cheirotonesate) ¡gitur vobis episco- comienza donde termina el del apóstol, ni el de doctor donde termina el del
pos et diáconos dignos domino... vobis enim ministrant (leitourgousi) et ipsi profeta. En parte al menos los campos de acción se superponen, aunque
ministerium (leitourgian) prophetarum et doctorum (ton prophétón kai didas- existan ciertas diferencias irreductibles en la modalidad de la acción, que
kalón)». impiden una superposición total», cit. E. COTHENET, I. c , 107.
360 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 361

los que ambicionan ser doctores (Sant 3,1-2). Y que Mateo pro- ció en la caridad (Los Siete, los que distribuyen los bienes, los
venga ante la tentación de llamarse fácilmente maestros o doc- que ejercen la hospitalidad). Más aún, diríamos que estos tres
tores, «porque no tenéis más que un maestro y vosotros sois to- órdenes están de algún modo representados en la triada: «los
dos hermanos» (Mt 23,8). Y que en numerosos pasajes de las apóstoles» = ministerio de la presidencia y la koinonia; los
Cartas Pastorales y Epístolas católicas se denuncie a los falsos «profetas», ministerio del culto, la exhortación y la alabanza en
doctores (1 Tim 1,3-4.10-11; 4,1-2,6; 1 Jn 2.18-28; 2 Jn 7-10; 2 P 1, la asamblea; los «doctores» = ministerio de la Palabra. Es inú-
16; 2,1; 17-20). til extremar el argumento. Sólo queremos decir que, por la fun-
ción que se les atribuye, resalta más en cada uno el aspecto se-
¿Puede decirse que los profetas desempeñan un «ministe- ñalado. La prioridad unificante la tiene, sin embargo, la palabra22.
rio laical» o un «ministerio ordenado?» Teniendo en cuenta el
sentido y alcance que damos a estas expresiones, cabe decir que En quinto lugar, vemos que en la comunidad apostólica se
los «doctores» parecen desempeñar una función de la que al dan multiplicidad de ministerios «laicales». Son ministerios, sin
menos no se afirma que requiera una investidura ritual o social duda unificados y coordinados por el ministerio de aquellos que
determinada. Aparte del discernimiento y reconocimiento de la institucionalmente garantizan la unión con la «sucesión apostó-
autenticidad de su misión, sin duda deducida de su sabiduría y de lica» (apóstoles, episcopos...). Pero ministerios que surgen y
la calidad de su enseñanza, no aparece el que se les exigiera se configuran diversamente, según los dones del Espíritu y las
otras especiales condiciones. Su función lo mismo que la de los necesidades de la comunidad. El grado de institucionalización no
profetas, cabría calificarla como del desempeño de un ministerio es fácil determinarlo, dada la evolución y los estratos diversos
laical instituido». de comunidad. Con todo, es evidente que tanto los «profetas» y
«doctores», como los «delegados» y «evangelizadores», o los
Conclusión: Siete y los que ejercen el servicio de hospitalidad, suponen un
discernimiento y reconocimiento por parte de la comunidad y de
Somos conscientes de que no se puede forzar una conclu- sus jefes, en orden al ejercicio de su ministerio. Cuando y cómo
sión en favor de ninguna intención probatoria. Hay, con todo, se llegaba a este reconocimiento es algo que no podemos con-
elementos importantes que pueden deducirse objetiva y cohe- cretar, porque tampoco hay datos suficientes para ello 23 . Diría-
rentemente. mos, pues, que si se puede hablar de «ministerios laicales» en
En primer lugar, es claro que todos los ministerios se expli- el Nuevo Testamento, tales ministerios no aparecen como sim-
can desde su centralización carismática. El Espíritu es siempre plemente espontáneos, sino como «instituidos».
el que reparte los dones y suscita los carismas en orden al bien
común y a la edificación de la Iglesia. El es la verdadera causa
originante y fundante de los ministerios.
En segundo lugar, estos ministerios siempre tienen una
funcionalidad comunitaria. Su fin es el servicio de la comunidad, (22) E. COTHENET, Profhetisme et ministere, 107. El autor ve la dife-
la edificación de la Iglesia. Surgen desde las necesidades de la rencia «sobre todo en el modo de llamada y en la forma de predicación. En
comunidad, para el cumplimiento de la misión de la comunidad. el sentido fuerte del término, Apóstol en un testimonio oficial de Cristo resu-
citado, de quien ha recibido directamente el mandato de predicar. La voca-
En tercer lugar, en estos ministerios predomina una orienta- ción de los profetas depende de una iniciativa del Espíritu Santo, pero no
ción misionera. Por eso, prevalecen los ministerios itinerantes sin relación con la acción de Cristo... La palabra profética... compromete
sobre los sedentarios, los «apóstoles» sobre los episcopos, los siempre la autoridad personal del Profeta en tanto que fiel mensajero de
«profetas» sobre los presbíteros, los «doctores» sobre los diá- Dios. En cambio el Doctor es el hombre de la tradición, encargado de trans-
conos. El crecimiento sucede por la expansión, más que por la mitir la fiel interpretación de las Escrituras y de desarrollar su enseñanza
organización. moral».
(23) Los casos más claros son el de los Siete de Hechos 6, 1 ss. De los
En cuarto lugar, los ministerios señalados se articulan y com- «delegados», así como de los «profetas» y «doctores» se dice que «se los
plementan entre sí al expresar y realizar los tres órdenes o fun- reciba», que tienen una misión... Pero no se afirma bajo qué condiciones, y
ciones de la misión: el servicio a la palabra (apóstoles, profetas, en qué circunstancias, y de qué modo se ha llegado a encomendar o reco-
doctores, evangelistas), el servicio litúrgico (Profetas); al servi- nocer tal ministerio en tales personas. .
362 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 363

b) Los ministerios laicales en la iglesia primitiva: deberse a que en la comunidad de Antioquía estos dos títulos
podía recibirlos el mismo ministro 28 .
Es nuestra intención analizar en este apartado el desarrollo
y evolución de los ministerios no ordenados o «laicales», fun- Comparando esta enseñanza con otros escritos notamos al-
damentalmente en al Iglesia occidental. Para ello haremos un gunas diferencias: Así, Clemente Romano, en su «Epístola ad
breve análisis comparativo de las fuentes que juzgamos más im- Corinthios» (c. 92-101] entiende «apóstoles» como aquellos que
portantes 24. han sido enviados directamente por Cristo para evangelizar y
vigilar las iglesias, lo cual se manifiesta en la constitución de
a) La Didaché (s. I-II): Apóstoles, profetas y doctores: nuevos «apóstoles» en las iglesias locales 29 . No se trata, pues,
Es un manual de enseñanzas y reglas prácticas dirigido a de ministros itinerantes, sino de ministros locales, en la línea
las nuevas comunidades cristianas, probablemente de Siria, en de sucesión apostólica.
el siglo l-ll. Entre otras enseñanzas, trata del comportamiento y También el Pastor de Hermas (s. I-II) se refiere en sus «Se-
actitud de la comunidad respecto a los ministros itinerantes y a mejanzas»30 a los «apóstoles», a los que siempre nombra junta-
los ministros locales25. En todo su tratamiento se manifiesta una mente con los «doctores» (apostoloi kai didaskaloi), recordando
continuidad y evolución, sobre todo respecto a las comunidades (habla en pretérito) la tarea que realizaron de predicación del
paulinas. En primer lugar se refiere a los ministros itinerantes: nombre del Hijo de Dios, de enseñanza de la palabra de Dios 31 .
apóstoles, profetas y doctores, que empareja de modo diverso En este caso, los «apóstoles» tienen una mayor semejanza con
bien apóstoles y profetas, o bien profetas y doctores. Nos fija- los de la Didaché.
remos en éstos, dejando de lado lo que se refiere a los ministros
locales («summi sacerdotes» = archiereis; «episcopos et diáco- — Los "profetas» ocupan un puesto importante para la Di-
nos» = episkopous kai diakonous)26. daché. Se les nombra, junto con los «apóstoles», y junto con los
doctores. Merecen todo el aprecio porque hablan movidos por
— Los apóstoles son misioneros itinerantes, que deben ser el Espíritu, y el pecado contra el Espíritu es imperdonable32. Sin
recibidos como el Señor27, no deben permanecer más de dos embargo, es preciso discernir entre el verdadero y el falso pro-
días, no deben exigir recompensa. En caso contrario, será prue- feta. El verdadero profeta guarda las costumbres del Señor, dis-
ba de que son «falsos profetas» («pseudoprophétes: Xl,5). En el cierne la mesa del Señor, anuncia la verdad del Señor33. El pro-
párrafo está claro que la comunidad debe mostrar su hospitali- feta es, por tanto, un ministro itinerante al que la comunidad debe
dad respecto al «apóstol». Pero, ¿cómo sabe que es verdadero
apóstol? Si se comporta sin deseo de aprovecharse de la comu- (28) A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de l'Église, 139-140. Cf.
nidad y de obtener una ganancia personal. En caso contrario, dice, J. P. AUDET, La Didaché, 199.
el apóstol es falso «profeta». Este intercambio de nombre parece (29) Ep. ad Corinthios XLII, 1-2: «Apostoli nobis evangelii praedicatores
facti sunt a domino lesu Christo, lesus Christus missus est a Deo. Christus
(24) Para un estudio más amplio: G. DIX, Le ministére dans l'Église igitur a Deo et apostoli a Cristo; et factum est utrumque ordinatim ex volún-
ancienne, Delachaux-Niestle, París 1955; A. LEMAIRE, Les ministéres aux ori- tate Dei».
gines de l'Église, Cerf, París 1971; J. COLSON, Les fonctions ecclésiales aux (30) El Pastor de Hermas, obra romana escrita entre el siglo 1-11 (180?),
deux premiers siécles, Desclée, Bruges 1956; L. OTT, Das Weihesakrament está estructurada en «Visiones», «Preceptos» y «Semejanzas». Cf. R. JOLY,
(Handbuch der Dogmengeschichte IV, 5), Herder, Freiburg in B. 1969. Trad. Hermas, le Pasteur (Sources Chrtiennes 53), Cerf, París 1958.
El sacramento del Orden (Historia de los dogmas IV, 5), B.A.C., Madrid 1976; (31) Similitudines IX, 15. 4: «quadraginta autem sunt apostoli et doctores
A. VI LELA, La condition collegiale des prétres au lile siécle (Theologie his- praedicationis filii Dei». Sim. IX, 16. 15: «Quia, inquit, hi apostoli et doctores,
torique 14), Beauchesne, París 1971; H. SCHMIDT, Diakonia populi sacerdotalis. qu¡ nomen Filii Del praedicaverunt, postquam dormierunt»... Sim. IX, 25. 1:
Pars secunda. (Pontiflcium Institutum Llturgicum Amselmianun), Romae 1972. «apostoli et doctores qui praedicaverunt... ac caste docuerunt verbum domi-
(25) En los capítulos XI, XII, XIII, XV. Cf. Ed. J. P. AUDET, La Didaché, n¡». Cf. Vísio III, 5. 1. J. IBAÑEZ - F. MENDOZA, La figura del «Didaskalos» en
instruction des Apotres, Gabalda, París 1958. Autores como R. Knopt, K. Bihl- la literatura cristiana: en Teología del sacerdocio, VI, 1-24.
meyer, H. H. Strecter, J. Hazelden-Welker, y el mismo J. P. Audet, discuten (32) DIDACHÉ XI, 7: «Et omnen prophetam loquentem in spiritu ne ten-
sobre el origen antioqueno del escrito. tate ñeque discernite».
(26) DIDACHÉ XIII, 3; XV, 1. (33) Ibid., XI, 9: «Non omnis, qui loquitur in spiritu, propheta est, sed
(27) Cap. XI, 4: «Omnis apostolus veniens ad vos suscipiatur sicut do- si habet mores domini: ex morlbus igitur cognoscetur pseudopropheta et
minus». propheta»...
364 MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 365
MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

acoger y aumentar, cuando viene «en el nombre del Señor», pero la figura del doctor. Así el Pastor de Hermas los nombra, como
no cuando pide ordenar la mesa, o exige dinero. Y en caso de piedras fundamentales del edificio de la Iglesia, entre los «apos-
que desee permanecer en la comunidad, deberá trabajar y de- toli», «episcopi», «doctores», «diaconi»40. Normalmente los sitúa
sempeñar su función, recibiendo las primicias que le correspon- junto a los apóstoles, destacando su función de predicación y en-
den, pues entonces son para la comunidad como «sumos sacer- señanza41. Más aún, les atribuye una competencia doctrinal im-
dotes» (archiereis) M. Aunque es posible que, en comunidades portante, al apoyarse en ellos para proponer la unicidad de la pe-
sin ministros estables se concediera a los profetas el poder pre- nitencia (penitencia una vez en la vida), ya que nuestros pecados
sidir la Eucaristía («prophetis vero permittite gratias agere quan- primeros fueron perdonados en el Bautismo42. Pero, probablemen-
tas volunt»: X,7), y, por tanto, se les reconociera un rango sacer- te, los doctores de los que habla Hermas pertenecen al pasado
dotal, creemos que su función era más bien de exhortación y y no al presente, dado que siempre habla en pretérito 43 .
animación carismática dentro de la asamblea eucarística. Ignacio de Antioquía también se refiere a los «doctores».
También el Pastor de Hermas habla de los profetas. Los des- Muestra una preocupación: la verdad de su enseñanza. Por eso
cribe como hombres carismáticos, que merecen el aprecio de la insiste en que Cristo es el único «doctor», anunciado por los pro-
comunidad, ocupando un lugar de honor entre los ministros M . Sin fetas y esperado desde siempre 44 . Por eso insiste en que no
embargo, es necesario un discernimiento cuidadoso para distin- basta enseñar de palabra, sino también de obra 45 .
guir entre los verdaderos y los falsos profetas x.
b) San Cipriano (c. 200-258): El «doctor audientium»,
Por su parte, Ignacio de Antioquía (f 98-117) alude también los catequistas:
en sus cartas a los «profetas», en relación con los «apóstoles», Cipriano, nacido en Cartago a principios del s. III, y conver-
y pide para ellos la estima y aprecio, no sólo porque anunciaron tido hacia el 245, llegó a ser obispo hacia el 249. Su labor y preo-
el Evangelio, sino también porque mantuvieron la esperanza en cupaciones quedan patentes en sus numerosas cartas o epísto-
Cristo y en su venida". El autor resalta, como se ve, la función las principalmente. Uno de sus temas preferidos es el referente
escatológica de los profetas. a los ministros y ministerios en la Iglesia, tanto los ordenados
— Los «doctores» no tienen en la Didaché un tratamiento cuanto los no ordenados46. En estos últimos vamos a centrar
tan extenso como los apóstoles y profetas. De ellos se dice que
deben ser tratados como los profetas, pues también a ellos se (40) Visiones III, 5, 1.
aplica el que «el obrero es digno de su sustento» 38. Por otro lado, (41) Similitudines IX, 15, 4; IX, 16, 5; IX, 25, 1. Cf. nota 31.
cuando dice que constituyan «episcopos» y «diáconos» dignos, (42) Mandata IV, 3, 1: «Audivi, ¡nquam, domine, a quibusdam doctoribus
en caso que lo necesiten, también se compara a estos ministros (didaskaloi), aliam poenitentiam non esse nisi ¡Mam, cum in aquam descendi-
mus et accepimus remissionem peccatorum nostrorum priorum». Sobre la
con los «profetas y doctores» 39 .
interpretación del pasaje. Cf. S. GIET, Hermas et les Pasteurs, les trois au-
En cambio, encontramos otros documentos que explican más teurs du Pasteur d'Hermas, P.U.F., París 1963.
(43) Cf. A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de l'Église, 158-159,
donde opina que Hermas se refiere al pasaje de Heb 6, 4-6.
(34) Ibid. XIII, 1: «Omnis verus propheta, volens considerare apud vos,
(44) Epístola ad Magnesios IX, 1-2: «ut inveniamur discipuli lesu Christi
dlgnus est cibo suo... 3. ... sumes ac dabis primitias prophetis; ipsi enim
solius doctoris nostri... quem etiam prophetae... ut doctorem expectabant».
sunt summi sacerdotis vestri».
(45) Epístola ad Ephesios XV, 1: «Melius est tacere et esse, quam lo-
(35) PASTOR DE HERMAS, Similitudines IX, 15, 4: «Triginta quinqué pro-
quentem non esse. Bonum est docere (didaskalein), si, qui dicit, faciat. Unus
phetas dei et ministri».
igitur doctor (didaskalos), qui dixit, et factus est».
(36) ID., Mandata XI, 1-12: «Audi, inquit de utroque propheta, et sicut
(46) A Cipriano, cuya máxima fue «ecclesia plebs sacerdoti adunata»
tibí dicturus sum, ita probabis et pseudoprophetam» (XI, 7).
(Ep. 66, 8), se le atribuye una evolución en la configuración ministerial de
(37) Ep. ad Romanos V, 1: «Sed et prophetas diligamus, quia et ipsi
la Iglesia, una acentuación de la dimensión sacerdotal del ministerio, una
evangelium annuntiaverint et in Christum speraverint et ipsum expectave-
fuerte convivencia colegial, una insistencia en la dignidad-honor y en la
rint...».
unidad... Cf. J. COLSON, L'évéque lien d'unité et de charité chez Saint Cy-
(38) DIDACHE, XIII, 2: «Similiter doctor (didaskalos) verus, et ipse
prien de Carthage, París 1961; P. M. GY, Remarques sur le vocabulalre an-
dignus est sicut operarius cibo suo».
tique du sacerdoce chrétien: en Etudes sur le sacrement de l'ordre (Lex
(39) Ibid., XV, 1: «Ipsi enim (episkopous kai diakonous) sunt honoratl Orandi 22) Cerf, París 1957; Ch. SAUMAGNE, Saint Cyprlen évéque de Car-
inter vos una cum prophetas et doctoribus». El paréntesis es nuestro.
366 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTFIUOS LAICALES
MINISTFRIOS IAICALES COMO RESPUESTA .. 367

nuestra atención, principalmente en la figura del «doctor audien- «Debéis saber que he ordenado de lector a Saturo y subdiá-
tum». cono a Optato el confesor. Ya antes, de común acuerdo, les
habíamos acercado a la clericatura, al encargar una y otra
Aunque Cipriano considera a los obispos, sacerdotes y diá- vez a Saturo que proclamara las lecturas el día de pascua, y
conos como el clero por excelencia, ello no quiere decir que no últimamente, cuando examinando cuidadosamente a los lec-
valore la función de los ministerios inferiores. Al contrario, al- tores con los presbíteros doctores (cum presbyteris docto-
gunos se dedican de tal modo a la comunidad y al culto que me- ribus), elevamos a Optato al rango de los lectores que ins-
recen una retribución adecuada47. Entre estos ministerios nombra truyen a los catecúmenos (Optatum inter lectores doctorum
el del subdiácono, el acólito, el exorcista y el lector 48 . No hace audientium constituimus). También examinamos en aquel
referencia a los ostiarios, pero en cambio da gran importancia a momento, si ofrecían las cualidades que deben tener aque-
los que llama «doctores audientium» 49 . Por esta misma época llos que se preparaban a la clericatura» 55 .
nos refiere la Historia Eclesiástica de Eusebio que en Roma se
contaban los siguientes ministros y ministerios: «cuarenta y seis Como bien dice A. Vilela * en este pasaje se nombran cua-
sacerdotes, siete diáconos, siete subdiáconos, cuarenta y dos tro tipos de personas: los candidatos a las órdenes; los sacerdo-
acólitos, cincuenta y dos exorcistas, lectores y porteros, y más tes doctores que examinan con el obispo; los catecúmenos o au-
de mil quinientos viudas e indigentes» 50 . Las diferencias, como dientes; y los maestros de catecúmenos o «doctores audientium».
puede apreciarse, son mínimas. Pero al explicar quiénes son estos últimos, afirma que, dado que
En cuanto a las funciones de cada uno de estos ministerios, también se llama a los presbíteros «doctores» y que se atribuye
se afirma lo siguiente: Los subdiáconos son los mensajeros del a los «doctores audientium» un rango superior a los «lectores»,
obispo, y tienen por misión atender a sus necesidades materia- hay que suponer que no se trata de un ministerio laico, sino de
les 51 . Los acólitos también acompañan al obispo, pero están más un título que se da a los mismos sacerdotes, a quienes se les
directamente asociados a los subdiáconos52. Los exorcistas pro- llama: «presbyteri doctores», «doctores audientium» y «docto-
nuncian oraciones para liberar a los posesos y a los que están res» simplemente 57 . Esta interpretación no nos parece convin-
bajo el dominio del demonio , \ En cuanto a los lectores, tienen cente. Creemos, más bien, que se trata de un verdadero ministe-
por función proclamar las lecturas bíblicas en la asamblea, y ayu- rio laico al que podríamos calificar hoy de «instituido». Estas son
dar a los «doctores audientium» o maestros de los catecúmenosS4. las razones:
Finalmente, los "doctores audientium» son aquellas personas
que, desde el desempeño de la función de lectores, y debido a — El texto distingue claramente entre «lectores», «presby-
sus méritos y su formación, acceden y asumen la responsabili- teri doctores» y «doctores audientium». Si a Optato se le ha
dad de la instrucción de los catecúmenos, viniendo a ser verda- elevado al rango de «lector», y de lector ha sido elegido para
deros conductores del catecumenado para la iniciación cristiana. ser «doctor audientium», precisamente por los «presbyteri
Cipriano se refiere a esta figura en una carta dirigida a los pres- doctores», ello quiere decir que no se pueden identificar
bíteros y diáconos de Roma, con motivo de la institución de Sa- éstos con los «doctores audientium»; pero esto no se de-
turo como lector y de Optato como subdiácono. Dice así: duce del texto, y mucho menos que en el caso concreto de
Optato hubiera coincidencia entre presbítero y «doctor au-
thage «pape» d'Afrique, París 1975; A. VILELA, La condition coffegiaíe des dientium». A Optato se le elige desde el lectorado, para ser
prétres, o. c , 252-338. J. CAPMANY, El sacerdocio ministerial según San Ci- «doctor audientium», probablemente en vistas a un acceso
priano: en Teología del sacerdocio, N, 143-176. posterior al clero 58 , pero no se le concede el título de «doc-
(47) Ep. 39,4, donde habla de «retributlones mensuras». tor audientium» porque es presbítero.
(48) Ibid.
(49) Ep. 38 y 39.
(50) En la Iglesia de Roma: CORNELIO, Ep. ad Fabium: en EUSEBIO, (55) Ep. 39.
Hist. Ecle. 6, 43, 11. (56) A. VILELA, La condition colegíale des prétres, 311.
(51) Ep. 9, 1-2 y 20, 3; Ep. 29 y 35; Ep. 34, 4 y 36, 1. (57) Ibid., 311-313.
(52) Ep. 7; Ep. 45, 4 y 52, 1; Ep. 34, 4. (58) Esto podría indicar la frase final: «Optatum inter lectores doctorum
(53) Ep. 23. cf. Ep. 69, 15. audientium constituimus, examinantes an congruerent illis omnia quae esse
(54) Ep. 38, 2; 39, 4. deberent in his qui ad clerum parabantur». Podría ser que el desempeño de
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 369
368 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

como está establecido» 62 . Y como nos consta por otros docu-


— Además de la razón expuesta (de crítica-lógica interna), mentos, también podían ser catequistas de catecumenado los
existe otra razón importante de orden comparativo. Las Ac- diáconos: S. Agustín llega a dedicar un libro a los catequistas,
tas de Perpetua y Felicidad nombran como mártir de la orientándoles en las dificultades de su tarea 63 .
Iglesia de Cartago a Saturo, que fue catequista y a diversos
cristianos, que más tarde defendieron su fe con el martirio. Se deduce, pues, de todo esto, que la figura de los catequis-
Y en la misma comunidad se nombra la presencia de un tal tas, y más en concreto del «doctor audientium», como modelo y
Aspasio, a quien se le llama «doctor audientium», lo cual paradigma de todo catequista, ocupaba un puesto importante en
hace suponer la existencia de catequistas laicos en África la primitiva Iglesia. Otros testimonios también lo testifican así.
durante el siglo III 59 . Nos consta también por la Tradición En la Iglesia siria, por ejemplo, la llamada Epistula Clementis 64
Apostólica de Hipólito que el catecumenado era un momento cuenta entre los personajes (ministerios) más importantes que
fuerte para la instrucción (Kaxrixeiv) en las verdades de la fe navegan en la «nave de la Iglesia» a los catequistas. Dice así:
cristiana, a través de la catequesis (Karnxeais), que se recibe
de un catequista (Kcrnixiotog) O «doctor» (8i8aoKaXoi;)60. Este es «El cuerpo entero de la Iglesia se asemeja a una gran nave
el texto: que transporta, en medio de una violenta tempestad, a hom-
bres de diverso origen, que desean habitar en la ciudad del
«Cuando el «doctor» ha terminado de dar la catequesis, reino. Considerad, pues, que Dios es el capitán de la nave,
los catecúmenos rezarán aparte, separados de los fie- Cristo el piloto, el Obispo el vigía, los presbíteros los maes-
les... Cuando el doctor, después de la oración, haya tros de equipo, los diáconos los jefes de los remeros, los
impuesto la mano sobre los catecúmenos, que rece él catequistas los oficiales que tienen por función el reclutar
mismo y que los envíe»61. ( oí vaoto^oyoi TOIS Kat^xouciv ), y el común de los hermanos los
pasajeros...» 65 .
En el texto citado no se dice expresamente quiénes eran o
podrían ser «doctores» par la instrucción en el catecumena- El orden de enumeración de los diversos ministerios: obispo-
do. Sin embargo, más adelante se afirma que puede ser tan- presbíteros-diáconos-catequistas, está indicando que al catequis-
to un «clérigo», cuanto un «laico»: «Bien sea un clérigo ta se le concede un rango oficial, muy cercano a quienes ejercen
(FKKATioicuniKo.;} o un laico (^.aiKOí) el que instruya, que lo haga el ministerio ordenado. Por eso los fieles deben honrarlos y esti-
marlos igualmente:
esta función de «doctor audientium» fuera considerada como un paso, una
«prueba de aptitud» y preparación en orden al presbiterado.
(59) Passio Stae Perpetuae et Filicitatis: ed. ROB1NSON, Cambridge 1891, (62) «Sive clericus est qui dat (doctrinam), sive /a/cus, faciat sic», n. 19,
66 ss. Cf. H. LECLERQ, Perpetué et Felicité: DACL 14, 422; G. BAREILLE, p. 40.
Catéchumenat: DTC II, 1969; G. BARDY, L'Église et l'enseignement dans les (63) S. AGUSTÍN, De cathechizandis rudibus: ed. I. B. Bauer (ce. 46),
trois premiérs siécles: Revue des Sciences Religieuses 12 (1932), 1-28, p. 8. pp. 121-177. Comienza diciendo: «Petiste me, frater Deogratias, ut aliquid
(60) Sobre todo este punto véase nuestro estudio; D. BOROBIO, Sobre ad te de catechizandis rudibus, quod tibi usui esset, scriberem», I, 1, p. 121.
el ministerio del catequista de confirmación y sus funciones dentro del pro- El libro, como se ve, está dirigido a Deogracias, diácono de la Iglesia de
ceso de la iniciación cristiana: Seminarios 71 (1979), 11-44, esp. p. 27-30. Cartago, a quien se le había confiado el ministerio de la instrución de los
Cf. P. DE PUNIET, Catéchumenat: DACL, II, París 1925, col. 2.579-2.617; H. LE- catecúmenos, de los que accedían a la fe del paganismo.
CLERQ, Catéchese, - catéch/sme - catéchuméne: DACL, 2.520-2.579. (64) La "Epistula Clementis* es el documento más importante de los
(61) «Cuando doctor cessavit instructionem daré (xaxrixEw0ai), cate- llamados 'Escritos pseudoclementinos*. cuyo origen fundamental parece da-
chumeni orent seorsum separati a fldelibus... Cum doctor post precem im- tarse entre el 220-230. Cf. W. ULLMANN, The Significance of the Epistula
posuit manum super catechumenos, oret et dimittat eos»: Ed. B. BOTTE, La Clementis in the Pseudo-Clementines: Journal of Theologlcal Studies 11 (1960),
tradition Apostolique de Saint Hipolite (Liturgiewls. Quellen und Forschungen 295-317.
39) Münster 1963, nn. 18-19, p. 40. Sobre la figura del «doctor audientium» (65) Epistula Clementis, 14-15: Die griechischen christlichen Schriftste-
también se habla en los Cánones de Hipólito, can. 18, 12, 17. PATROLOGÍA ller, Leipzig 1897, 42, 16 ss. Sobre la imagen de la nave para describir la
ORIENTALIS, 31, 363 ss.: Trad. de R. G. COQUIN. Dice por ejemplo el canon Iglesia: H. RAHNER, Navícula Petri. Zur Symbolgeschichte des rómisches Pri-
17: «Le catécumene qui est digne de la lumiére... car sa conduite est une máis: Zeits. f. Kath. Theol. 69 (1947), 1-35.
preuve: Le docteur de l'Église est celui qui juge cette affaire». COQUIN, 373.
370 MINISTERIO SACERDOTAL. M1NI.IIÍRIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 371

«En el mismo orden de cosas, honrad a los presbíteros, a los «escuelas de catequistas» estaban bajo la autoridad del obispo y
catequistas, a los diáconos que os sirven, a las viudas que las grandes reuniones de los catecúmenos estaban presididas
conducen una vida ejemplar...» 66 . por el obispo, así también el ejercicio del ministerio del catequis-
Parece incluso probable que, al menos durante los siglos II- ta obedecía a la llamada y encargo del obispo, quien, en alguna
III, algunos laicos, probablemente lectores o «doctores audien- medida, se hacía responsable de su sustento y retribución 71 .
tium», llegaran a predicar en la asamblea. Así Orígenes, siendo Por tanto, el catequista, y especialmente el «doctor audientium»,
todavía laico, fue invitado por el obispo de Cesárea y por el de es el ejemplo más típico de ministerio «instituido» en la antigüe-
Jerusalén para comentar las Escrituras en la asamblea de los dad cristiana. Ministerio al que, por otro lado, se le concede prio-
fieles 67 . En el siglo IV, las Constituciones Apostólicas parecen ridad sobre cualquier otro tipo de ministerio laical, sea en el
ofrecer indicios de este mismo hecho, que ciertamente se verá orden del culto (acólito, lector, subdiácono), o en el orden de la
acotado y sometido a severas restricciones desde el siglo V68. caridad (colectas, viudas...). Si en la Didaché veíamos que tenían
más importancia los profetas que los doctores, en Cipriano y los
De todo esto, parece poder deducirse que la función del cate- testimonios aludidos tienen más importancia los doctores que
quista, sobre todo la del «doctor audientium», era considerada los profetas. Y no obstante, este acento en la función de la pala-
como el ejercicio de un verdadero ministerio instituido, ya que bra, debemos reseñar antes de concluir, que en la Iglesia Africa-
suponía una capacitación, implicaba la encomienda oficial del na, durante los siglos lll-IV, parece existió una importante insti-
obispo, comportaba una responsabilidad y se desarrollaba de tución, encomendada a los laicos y bajo la dirección del obispo,
forma más o menos estable. Por eso, se sitúa al catequista en- que se encargaba de la administración de asuntos eclesiásticos,
tre los ministerios más cercanos a los ordenados. Por eso, la y muy probablemente de la administración y distribución de bie-
Historia Eclesiástica de Eusebio, al referirse a Orígenes dice que nes. Eran los llamados «séniores laici", de los que nos hablan
recibió del obispo la investidura oficial de «didaskalos»69. Y por Tertuliano, Cipriano, Agustín, Ambrosio 72 . Aunque no está muy
eso el mismo S. Agustín afirma expresamente que «la misericor- claro el personaje de los «séniores» y sus funciones, de los tes-
dia de Dios se hace presente por el misterio del catequista (m¡- timonios se desprende que era una especie de consejo o Sane-
nisterium catechizantis)70. Parece que del mismo modo que las drín de laicos, elegido por el pueblo, que ocupaba un grupo inter-
medio entre la jerarquía y una situación de puro honor, y partici-
(66) Ibid., Hom. 3, 71: 42, 82. Sobre estos textos véase igualmente: paba activamente en asuntos de administración y en la ejecución
A. VILELA, La condition collegiale des prétres, 185-187.
de la justicia. De cualquier forma la existencia histórica de este
(67) Historia Eclesiástica de Eusebio, VI, 19, 17-18. El texto invoca o se
refiere a otros casos análogos.
grupo nos ilumina sobre la revalorización de un ministerio laico
(68) Constitutiones Apostólicas, VIII, 32, 10: «Qui docet, quamvis laicus sobre la justicia-caridad.
sit, modo peritus in sermone, ac morum probitate ornatus, doceat: «Erunt
enim omnes a Deo docti...». No está claro si se refiere a la enseñanza o a
la predicación. En cambio los -Statuta Ecclesiae Antigua» prohibía incluso la
enseñanza a los laicos hombres (mucho más a las mujeres), si se encuentran
presentes los sacerdotes: «Laicus, proesentibus clericis, nisi ipsis probanti-
bus, docere non audeat», can. 38. cf. postea. (71) Recuérdese la importancia de las «escuelas de catequistas» en
(69) Historia Eclesiástica VI, 1, 23. Según refiere Eusebio, Demetrius, Alejandría y Capadocia durante el siglo lll-IV. Recuérdees igualmente cómo,
obispo en Alejandría, encomienda a Orígenes la Escuela de catequesis: durante el catecumenado, era el obispo el que presidía los «escrutinios», el
en esta escuela se prepara a los catequistas, no para iniciar en la «gnosis» que confirmaba la «electio», el que realizaba la «traditio symboli»... Cf. H.
a los cristianos bautizados, sino para preparar a los paganos a recibir el LECLERQ, Catéchése..., 2.555-2.556; D. BOROBIO, Sobre el ministerio del ca-
bautismo. Todos los testimonios están de acuerdo en decir que Orígenes tequista de confirmación, 28-30.
recibió una misión oficial, y que estab encargado de preparar a los nuevos (72) En los distintos lugares se les da los nombres siguientes: «sénio-
convertidos al bautismo enseñándoles los rudimentos de la fe cristiana. res laici», «fideles séniores», «séniores plebis», «séniores christiani populi»,
Cf. G. BARDY, Pour l'histoire de l'Ecole d'Alexandrie: en Vivre et Penser «séniores laicorum». Véase un estudio de los testimonios en G. CARÓN,
(Rev. Bibl.) 2." Serie, 1942, 80-109; M. SAUVAGE, Catéchése et laicat, Ligel, Les premieres 'séniores laici' de l'Église africaine: Revue Int. des Droits de
París 1962, 94-95. TAntiquíté 6 (1951), 7-22; H. LECLERQ, Laiques: DACL VIII/1, 1.063-1.064; Y.
(70) De catecbizandis rudibus, 9, 3: I. B. Bauer, p. 129. Ibid., 4, 8-9, M. CONGAR, Jalones para una teología del laicado, Estela, Barcelona 1971,
p. 123. 307.
372 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 373

d) La Tradición Apostólica (s. III): Los confesores, las viudas:


Como ya es sabido, la Tradición Apostólica es un documento — y aquellos que, sin llegar a padecer estos sufrimientos,
de una importancia litúrgica excepcional, porque nos describe de ocasionalmente han sido despreciados y castigados con una
forma concisa las celebraciones, formas litúrgicas y ordenación «pena doméstica» 75 .
ministerial de la Iglesia en torno al año 200, y porque ejerció una
gran influencia, tanto en las liturgias orientales, como en las A los primeros se les considera con el honor y en el rango
occidentales 73 . de presbíteros, por el hecho de su confesión, y por tanto no es
preciso que se les ordene e imponga las manos, ni para el diaco-
La Tradición Apostólica tiene el mérito de que nos habla, no nado, ni para el presbiterado. Ya son presbíteros 76 .
sólo de los ministerios existentes en la Iglesia, sino también de
las celebraciones en las que eran ordenados e instituidos los mi- En cambio, a los segundos sí hay que imponerles las manos,
nistros. Se trata de los ministerios, pero «¡n actu celebrationis», para que puedan acceder al cargo clerical para el que son dig-
en su expresión y constitución celebrativa 74 . Este es el orden que nos77. ¿Qué significa esta figura del «confesor» en el conjunto
sigue: de las diversas figuras ministeriales que hemos visto aparecer
en la Iglesia? En la opinión de Marc Lods78, los confesores son
2. De episcopis. aquellos que ocupan el puesto de los profetas, cuando éstos de-
7. De presbyteris. saparecieron de la escena de la Iglesia después de los dos pri-
8. De diaconis. meros siglos. A esta desaparición de los profetas, es preciso unir
9. De confessoribus. el «ideal cristiano del martirio» exaltado como medio para entrar
10. De viduis. inmediatamente en la vida eterna y para librarse de la perdi-
11. De lectore. ción 79 . Tanto el confesor como el mártir (que suelen fundirse
12. De virgine. en una única figura) son hombres del Espíritu, hombres por los
13. De subdiácono. que se prolonga, en nueva modalidad, el profetismo 80. Debido a
14. De gratiis curationum. sus sufrimientos, a su valentía, a su testimonio, a la prolonga-
Dejando a un lado lo que se refiere a los ministerios orde- ción de la redención en su propia carne, a la prefiguración sal-
nados, vamos a fijarnos en el resto de los ministerios. Y puesto vífica del último juicio... los confesores gozan de derechos y
que ya nos hemos referido al subdiácono y al lector, nos fijare- poderes privilegiados ante la comunidad. Cuando la confesión
mos sobre todo en los «confesores» y las «viudas»: de fe les ha llevado al martirio, estos privilegios son, por ejem-
plo, el poder de juzgar en nombre de Dios 81 , el poder interceder
Los Confesores:
En general son aquellos que han sufrido por confesar el (75) «Si autem confessor est qui non est ductus coram potestate, ñeque
nombre de Cristo y defender la fe. La Tradición Apostólica dis- castigatur est in catenis, ñeque inclusus est in carcere. . sed per occasionem
tingue dos tipos de confesores: despectus est tantum propter nomen domini nostri et castigatus est castiga-
tione domestica».
— Aquellos que han sufrido condenas, cárcel, persecu- (76) «Habet enim honorem (timé) presbyteratus (presbíteros^ per suam
ción... por parte de los poderes mundanos. confessionem (homología)».
(77) «Quoqumque officio (kléros) sit dignus, imponatur manus super
(731 No nos detenemos en las cuestiones más técnicas debatidas so- eum».
bre las diversas versiones, el autor (¿fue Hipólito de Roma?), las áreas más (78) M. LODS, Confesseurs et martyrs. Successeurs des prophétes dans
o menos directamente influenciadas (además de Italia septentrional, ¿dónde l'Église des trois premiers siécles (Cáhiers Théologiques 41), Delachaux, Neu-
se manifiesta su influencia?). Cf. B. BOTTE, La tradition apostolique de Saint chatel 1958.
Hipolite. Introducción, o. c. (79) Jbid., 18-27.
(74) Así comienza el «orden». De episcopis: «Episcopus ordinetur elec- (80) Sólo se puede sufrir con la fuerza del Espíritu, y el martirio es, a
tus ab omni populo, quique cum nominatus fuerit et placuerit ómnibus, con- su vez, confesión de esta fuerza. Por eso, decía Tertuliano: «Nos pati pro
venient populus una cum presbiterio et his qu¡ praesentes fuerint episcopi, Deo non possumus nisi Spiritus Dei sit in nobis»: Adv. Prax. 39 cit. Rods, 29.
die dominica. Consentientibus ómnibus, imponent super eum manus, et praes- (81) Así San Hipólito afirma: «El mártir no tiene por qué padecer más
byterium adstet quiescens.» el juicio, sino que él mismo es juez»: In Dan. II, 37, 4. Y Dionisio de Alejan-
dría dice: «Los mártires se sientan con Cristo, participan en su reino, juzgan
374 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA .. 375

por la salvación de los fieles de modo más eficaz82, el poder de confesor o diácono, que reciba la imposición de manos»88. ¿Có-
acoger en el cielo al fiel difunto 83 . En cuanto a los confesores, mo interpretar este fenómeno? ¿En qué sentido los confesores
es decir, quienes han confesado la fe con el sufrimiento, pero vienen a ser presbíteros?
no han muerto, se les atribuye el poder de rezar por la salvación Es indudable que a los confesores se les consideraba de un
de los fieles M , el poder de perdonar los pecados S5, y también el modo especial en la Iglesia primitiva. Hermas no duda en colocar-
derecho de entrar o pertenecer al clero, que es sobre lo que trata los antes de los presbíteros, en sus «visiones» sobre la Iglesia 89 .
el texto fundamental de nuestro comentario, Tertuliano y Cipriano resaltan su dimensión carismatica, su estar
La Tradición Apostólica es el primer testimonio que dice ex- poseídos por el Espíritu que obra en ellos' 0 . La Tradición Apostó-
presamente que el confesor, por el hecho de haber confesado así lica va más lejos: considera su confesión como una especie de
la fe, es agregado al presbiterio, posee el honor y dignidad (timé) ordenación «ipso facto», como un «bautismo de sangre»91. El ar-
del sacerdocio, y puede desempeñar las funciones del ministro gumento adquiere su lógica: si el martirio puede sustituir al bau-
ordenado sin 'haber recibido la imposición de manos, es decir, tismo, ¿por qué no puede sustituir a la ordenación? La vida del
la ordenación. Este mismo texto se encuentra, con modificacio- mártir concentra de algún modo lo que se significa en los sacra-
nes más o menos notables, en documentos posteriores influencia- mentos. Pero, ¿no significa esto una «deformación» del camino
dos por la Tradición Apostólica, como son: el «Testamentum Do- normal de acceso al presbiterado? Cabe la siguiente interpreta-
mini», los «Cánones de Hipólito» 86 , y las «Constituciones Apos- ción. La Tradición Apostólica habla de que a los confesores se
tólicas» 87 . En este último documento se percibe una reticencia les concede el «honor» (timé) del presbiterado. Ahora bien, este
a considerar presbíteros a los confesores, quizás por el aumen- honor puede significar el poderse sentar con los presbíteros, el
to de número que se dio, debido a las persecuciones. De ahí que reconocerle una dignidad como a los presbíteros, pero sin asig-
exija la ordenación: «Si es preciso que el confesor sea obispo, narle por lo mismo las cargas y funciones típicamente sacerdo-
tales. De hecho, en Roma, el presbiterio es considerado, a veces,
como una asamblea, en la que también se sientan miembros no
presbíteros 92 . Y el que en esta época el obispo concentrara en
con él y pronuncian con él la sentencia»: Hist. Eccl. de Eusebio VI, 42, 5. sí los poderes sacerdotales, explicará el derecho dado a los már-
cit. M. LODS, Ibid., 62-63.
tires de participar en el presbiterio, por esa especie de ordena-
(82) ORÍGENES, De oratione 11, 1; 14, 6; In. Cant. 2,4: Ibid., 63.
(83) Así se expresa en la narración de la vida de la mártir Tecla, o del
ción automática. No hay más que dos posibilidades, como dice
mártir Potomio de Alejandría: EUSEBIO, Hist. Eccl. VI, 5, 6. Y este es el sen- A. Vilela: «o bien Hipólito deforma la práctica corriente de hacer
tido que tienen también algunas de las pinturas de las catacumbas: Ibid., acceder a los confesores al presbiterado, considerando que ve-
64-65.. nían a ser automáticamente miembros de pleno derecho del pres-
(84) Sobre todo cuando están en prisión los fieles vienen a pedirles biterio; o bien les atribuye simplemente el «honor» de sentarse
oraciones: S. CIPRIANO, Epístola 37, 4, 1; 76,7,3. Hay paralelismo con la en el presbiterio, sin una imposición de manos precedente, en
intercesión de los mártires. vistas a participar en las decisiones concernientes a los asuntos
(85) Es evidente que en la Iglesia primitiva el obispo era el verdadero de la Iglesia» 93 .
ministro que conducía el «ordo poenitentium» y concedía el perdón. Sin em-
bargo, al confesor se le atribuye una autoridad efectiva al respecto, bien in- En cualquier caso, creemos poder sacar las siguientes con-
tercediendo y solicitando del obispo el perdón para otro, o bien decidiendo secuencias: El confesor no es en sí un ministerio, sino una situa-
con el obispo la reconciliación del pecador. Nunca aparece contradicción entre ción de vida que viene a ser privilegiadamente significativa para
el obispo y el confesor. Cf. EUSEBIO, Hist. Eccl. V, 45-46; 2, 5. 6. 7; CI-
la comunidad. Resulta no ser ni un simple «laico», ni un «cléri-
PRIANO, Epístola 21 y 22. Según muestra M. LODS, este privilegio se basa
en las siguientes razones: anticipación del poder de juzgar que tendrán en
el cielo; influencia especial de sus oraciones ante Dios; eficacia de su lucha (88) Ibid., VIII, 23, 3.
conducida contra Satanás; facultad de poner en práctica el derecho de (89) HERMAS, /// Vis. 1, 9.
atar y desatar; aplicación de los méritos del confesor a quienes los necesitan: (90) TERTULIANO, Scorp. 9; CIPRIANO, Epístola 58, 5.
Ibid., 67-70. (91) Tradición Apostólica, 19: B. BOTTE, 41. Cf. ORIGINES, Com. Mat.
(86) Testamentum Domini l, 39: ed. RAHMANI, p. 93 ss.; Cañones Hippo- 16, 6. TERTULIANO, Bapt. 16; CIPRIANO, Ep 73, 21.
lyti 6, Patrología Orientalis 31, 358: COQUIN, 359. (92) A. VILELA, La condition collegiale des prétres, 357-360.
(87) Constitutiones Apostólicas VIII, 23, 1-4: ed. FUNK I, 527 ss. (93) Ibid., 360.
376 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 377

go» normal, siendo al mismo tiempo lo uno y lo otro. En cualquier «Cuando se instituye una viuda, no es que se le ordene,
interpretación que se adopte: ¿No vemos aquí cómo la Iglesia es sino que viene a ser designada con ese título. Si hace tiem-
capaz de reconocer y valorar el poder del testimonio sobre el po que murió su marido, que se la instituya. Pero si su ma-
«orden normal» de cosas? ¿No aparece aquí cómo se puede acce- rido ha muerto hace poco, no se confíe todavía en ello. In-
der al ministerio ordenado, sin seguir un «iter» fijado, atendiendo cluso si es ya mayor, se la someta a prueba durante un cier-
a unas circunstancias excepcionales? ¿O, no es evidente que al to tiempo... Que se instituya a la viuda sólo por la palabra,
laico que lo merece, se le concede una función ministerial im- y que se una a las otras viudas. Pero no se le impondrá la
portante, compartiendo la tarea en el clero? mano, porque lo suyo no es ofrecer la oblación, ni dedicarse
al servicio litúrgico. Y la ordenación se hace con los cléri-
Las «viudas»: gos, por razón del servicio litúrgico. En cambio la viuda es
En la Tradición Apostólica las «viudas» aparecen, lo mismo instituida por razón de la plegaria, y esto es tarea de to-
que en otros testimonios de la Escritura y del siglo II 9 4 , como dos»98.
los beneficiarios de la caridad cristiana, y, en alguna medida, Como bien puede apreciarse, el texto insiste en que la viu-
como agentes de esta caridad. da es «instituida» (KaGioTaoOai), pero no «ordenada» (X^POTOVEIV).
Una de las preguntas que se hace a los candidatos al bau- Ahora bien, ¿en qué consiste y qué implica esta institución? En
tismo en el rito de la «elección» será ésta: «¿Han vivido hones- primer lugar, en qué es oficialmente aceptada y reconocida como
tamente durante el tiempo del catecumenado? ¿Han honrado a perteneciente al grupo de las «viudas», un grupo que, según nos
las viudas? ¿Han visitado a los enfermos? ¿Han multiplicado las consta, fue considerado desde el principio como especial, ya que
buenas obras?»'". Esto quiere decir que «honrar a las viudas», con frecuencia se le nombra entre los diversos ministerios. No
es decir, atenderlos en sus necesidades materiales y espiritua- sólo la Tradición Apostólica incluye a las viudas entre los confe-
les, es una prueba del cumplimiento del precepto de la caridad sores, los lectores, los subdiáconos... Tertuliano parece nom-
cristiana. brarlas incluso entre el clero 99 , y Origines no duda en afirmar
que hay mujeres que son instituidas en el ministerio de la Igle-
Más aún, entre las personas a las que se cuenta para distri- sia, y que llegan a acceder al honor eclesiástico 100 . ¿Qué signi-
buir los bienes se menta expresamente a las viudas. De ahí fica este dato?
que se diga: «Si alguno ha recibido (dones) para llevar a una
viuda, a un enfermo o a alguno que se encarga de los asuntos Parece claro que en algunos casos, sobre todo en la época
de la comunidad, que los lleve ese mismo día»96. Una forma de posterior que nos describen las «Constituciones Apostólicas» W1,
«honrar» a las viudas será el organizar un «ágape» al que se las (98) Tradición Apostólica, 10: B. BOTTE, 31. Las expresiones latinas sue-
invita, con el fin de atender a sus necesidades97. nan así: 'Vidua (chéra) autem eum ¡nstituítur (kathistasthai) non ordinatur
Pero no todas las «viudas» son iguales. Hay viudas «institui- (cheirotonein) sed eligitur ex nomine... Instituatur (kothistasthai) vidua (ché-
das» o aceptadas oficialmente en el grado de «viudas», y viudas ra) per verbum tantum et se iungat cum religua. Non autem imponetur manus
super eam, quia non offert oblationem (prosphora) ñeque habet liturgiam (lei-
que no son aceptadas o «instituidas» en tal grado. He aquí el
tourgia). Ordinatio (cheirotonia) autem f i t cum clero (kléros) propter liturgiam
texto donde se indica esta diferencia: (leitourgia). Vidua autem ¡nstituítur (kathistasthai) propter orationem: haec
autem est omnium».
(94) Cf. 1 Tim. 5, 3-16: Sant 1, 27; CLEMENTE DE ROMA, Epístola ad (99) TERTULIANO, Ex. de castitate (?), 13, 4; De monogamia 11, 1. Cf.
Cor. 8, 4; IGNACIO DE ANTIOQUIA, Ep. ad Smir 6, 2; Ep. ad Polyc. 4, 1; POLI- R. GRYSON, Le ministére des femmes, 46-48; J. DANIELOU, Ministéres des
CARPO DE ESMIRNA, Ep. ad Phil. 6, 1. Cf. J. DANIELOU, Le ministére des femmes, 81.
femmes dans l'Eglise ancienne: LMD 61 (1960), 70-96; R. GRYSON, Le minis- (100) ORIGINES, Com. Rom. 10, 17: «Et hic (Rom 16, 1) apostólica auc-
tére des femmes dans l'Eglise ancienne, Duculot, Gembloux 1972. toritate docet etiam feminas in ministerio Eccleslae constituí». Cf. Hom. Joh
(95) Tradición Apostólica, 20: B. BOTTE, 43. 32, 12.
(96) Tradición Apostólica, 24: B. BOTTE, 63. El pasaje se conserva sólo (101) Las Constituciones Apostólicas constituyen la más amplia compi-
en la versión etiópica de la Trad. Ap., pero no hay duda de su autenticidad. lación canónica y litúrgica de la antigüedad. Muestran claramente la evolu-
(97) «Si alguien invita a las viudas a un ágape, que éstas sean ya de ción de la institución de las viudas y diaconisas entre el siglo III y el IV.
edad avanzada, y que les despida antes de entrar la noche»: Tradición Apos- Cf. ed. F. FUNK, Didascalia et Constitutiones Apostolorum, Paderborn 1905.
tólica, 30: B. BOTTE, 75. (102) Según la Didascalia el obispo elige hombres diáconos para ayu-
378 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 379

las viudas eran el grupo principal del que eran elegidas las dia- tidas, las viudas tienen por función dedicarse intensamente a la
conisas 102, las cuales ciertamente pertenecían a la clericatura, oración («vidua instituitur propter orationem») im . La obligación
por haber recibido también la imposición de manos. Sin embargo, de orar, común a todos los cristianos, viene a encontrar en las
está demostrado que ni puede aceptarse la identificación entre viudas una tipificación singular: ellas son las que representan y
diaconisas y viudas 10\ ni puede considerarse como idéntica la recuerdan a la comunidad orante. Junto a esto, es también fun-
«ordenación» y la «institución»104. Las viudas no son «ordena- ción suya el vigilar y ayunar, dando ejemplo de austeridad y as-
das», sino «inscritas», «establecidas», «instituidas» en el «orden cetismo m. Por eso se les prohibe el aceptar invitaciones por
de las viudas» (viduatus). Esta institución, que implicaba un rito cualquier motivo, o el recibir dones sin razón especial sobre to-
propio (¡nstituatur vidua per verbum tantum), suponía ser acep- do cuando se trata de personas indignas m. Además, parece que
tada a un estado de vida, desde luego, pero también unas funcio- las viudas ejercían también de hecho, una función de caridad,
nes determinadas, que en alguna medida permiten hablar como no sólo con sus obras de ayuda a los demás uo, sino principal-
hacía Orígenes, de un «ministerio de las viudas»105. mente visitando y «bendiciendo» a los enfermos111. Esta obra de
caridad, que expresa una función de hecho realizada por las
¿Cuáles eran, en concreto, las «funciones» de este ministe- viudas se encuentra ya atestiguada en los Cánones de Hipólito
rio de las viudas? En primer lugar, hay que recordar que para (mitad del s. IV). donde se afirma que la función de las viudas
ser admitidas al «ordo» de las viudas se requerían unas condi- es la «oración frecuente, el servicio a los enfermos, y el ayuno
ciones: haber estado casada una sola vez, haber pasado un tiem- frecuente» m . Finalmente, las viudas según dicen los «Statuta
po desde la muerte del marido, edad avanzada (unos 60 años), Ecclesiae Antiqua», si bien tienen prohibido el instruir a los hom-
y sobre todo promesa de continencia perpetua106. Una vez admi- bres en la asamblea, sin embargo, pueden instruir a las mujeres
que se preparan al bautismo, de manera que puedan responder
darle en los asuntos de los hombres, y mujeres diaconisas para ayudarle en dignamente a las preguntas que se les haga y puedan vivir el
los asuntos de las mujeres (DA 3, 12, 1-13, 1, FUNK, 75-77). Según las Cons-
tituciones los diáconos pueden reclutarse entre el pueblo, en cambio las
diaconisas prácticamente sólo entre las viudas o las vírgenes (CA 3, 16, 1: hijos, haber sido hospitalaria, ponderada, casta, fiel y piadosa: CA 3, 3, 1:
FUNK, 209, 10-14; 6, 17, 4: FUNK, 341, 9-11). Así la dlaconlsa parece haber FUNK, 187, 7-10.
jugado un papel intermedio entre las mujeres y los miembros masculinos de (107) CA 3, 7, 6-7: FUNK 195, 18-19 y 197, 7-8. Se insiste en que las
la jerarquía, sobre todo por las funciones que se le encomendaban. La diaco- viudas oran «de día y de noche», imitando a Judlt.
nisa formaba parte del clero, por haber recibido la Imposición de manos y por (108) CA 3, 8, 1-5: FUNK 196, 17-198, 30; CA 3, 8, 1-3: FUNK 197, 17-
desempeñar las funciones junto al clero (CA 8, 19, 2: FUNK, 524, 11-13; CA 199, 20.
8, 31, 2: FUNK, 532, 22-534, 1). En la comunidad ocupaba el primer rango entre (109) CA 4, 5-10: FUNK 223, 16-231, 19; DA 4, 6, 4: FUNK, 224, 23-24.
las mujeres, y precedían a las viudas y a las vírgenes. Cf. R. GRYSON, Le La Didascalia considera como indignos a «todo funcionario del Imperio Ro-
ministére des femmes, 95-109. mano».
(103) R. GRYSON, Ibld., 106-108. 174. (110) Las Constituciones, así como la Didascalia coinciden en denunciar
(104) Los documentos, tanto la Tradición Apostólica cuanto las Constitu- los celos o envidia de las viudas, por los regalos recibidos, e insisten en su
ciones distinguen claramente entre «instituir» y «ordenar». Cf. supra. CA 8, 25, obligación de mantener en secreto el nombre del benefactor: DA 3, 10, 1-6:
2-3: FUNK 528, 9-15. M. PATERNÓSTER, // ministero nella Traditio Apostólica FUNK, 202, 1-24; CA 3, 12, 1-13, 2: FUNK 203, 1-26. Las buenas obras que se
di Ippolito e nelle Costituzionl ecleslastiche della Chiesa: en Teología del les exige, es la oración por los demás y las obras de caridad: DA 3, 10, 6-7:
sacerdocio, XI, 87-126. FUNK, 204, 1-12. Lo mismo ORÍGENES, Hom. Jer 20, 4; Hom. Luc. 17; Com.
(105) En este punto disentimos de R. GRYSON, Le ministére des fem- Mat. 14, 22.
mes, 174, donde dice: La viudez no es una función, sino un estado de vida, (111) DA 3, 6, 3-7, 5 y 3, 7, 6-8: FUNK 190, 17-196, 16. La Didascalia habla
sublimado en el cuadro de un ideal espiritual y organizado, que tenía por su- de esta visita y bendición a los enfermos, mientras las Constituciones no
jetos a las viudas más ancianas, y adquiría la forma de un «orden de viudas» hacen mención.
(xripiKov, viduatus), que es como una especie de orden religiosa o, más (112) Cánones de Hipólito, 9: Patrología Orlentalis 31, 363. R. GRYSON,
exactamente, un instituto secular». í.e ministére des femmes, 88-90. El autor piensa en su conclusión que no hay
(106) Cf. DA 3, 1, 2: FUNK, 182, 3-184, 1; CA 3, 1, 2-3: FUNK 183, 5-11. que ver en este servicio de las viudas a los enfermos «el ejercicio de una
Entre los dos textos (el de la Didascalia y el de las Constituciones) se per- función, sino una intervención de tipo carismático». Las viudas «no se defi-
ciben algunas diferencias. Las Constituciones dice que una verdadera viuda nen por esta función»: Ibid., 175. Pensamos que, aunque oficialmente no re-
debe ser conocida por sus buenas obras, debe haber educado bien a sus cibieran tal función, la ejercían de hecho.
380 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 381

sentido del bautismo I13. Esto indicaría que las viudas, al menos valor y su forma litúrgica. Estos ministerios serán los que van a
en los lugares cuya tradición recogen las «Statuta», ejercían prevalecer y quedar fijados posteriormente, pasando a las más
una función que se situaría entre la de la «diaconisa» y el «doc- importantes fuentes litúrgicas, incluso con las fórmulas que
tor audientium» de tiempos anteriores. Vemos que su función acompañan a su ordenación o institución, aun existiendo algu-
se delimita en este caso todavía más como ministerio. nas variantes que hay que tener en cuenta ni.
De cuanto hemos dicho sobre las viudas puede concluirse
que constituían un grupo bien definido («ordo viduarum») en la Este es el cuadro resultante:
Iglesia primitiva; que su función, aunque próxima, no puede con-
fundirse ni con la de las diaconísas, ni con la de las vírgenes m ; Ministerios Stat. Ve Ga F Ge V Gr H
que tal función supone un estado de vida, pero implica también Obispo 90 942 8 738 —
de hecho una acción ministerial de servicio de los enfermos; que
en la figura de las viudas aparece con claridad la distinción entre Presbítero 91 952 7 739 —
ministerio «instituido» y «ordenado». Esta distinción la resalta
la Tradición Apostólica también cuando se refiere en breves pa- Diácono 92 948 6 740 —
labras al lector y al subdiácono: «El lector es instituido cuando Subdiácono 93 741 1802
el obispo le da el libro, pero sin que se le imponga la mano»11S.
Acólito 94 3 742 1798
c) Los «Estatutos Antiguos de la Iglesia» (c. 476-485): Exorcista 95 4-5 743 1795
Estructura y diversidad de ministerios eclesiales:
Lector 96 744 1793
Los «Statuta Ecclesiae Antiqua» son un compendio de cáno-
nes que se nos han conservado en varias colecciones jurídicas. Ostiario 97 1-2 745 1790
La obra se ha formado a partir de diversas fuentes " 6 , que datan
de la segunda mitad del siglo V, y parece responder principal- Salmista o
98 746
mente a la situación y praxis de las comunidades de la Galia me- Cantor
ridional, pudiendo muy bien ser su recopilador Genadio de Mar-
sella (c. 476-485). Pues bien, los Estatutos nos proponen la es- Fijándonos solamente en los ministerios no ordenados, po-
tructura completa de los ministerios, tal como estaban confi- demos anotar las siguientes consideraciones:
gurados en aquel entonces, en su unidad y pluralidad, con su
— Los ministerios «oficiales» 11S, tal como pasarán y queda-
(113) Statuta Ecclesiae Antiqua, can. 100: «Viduae vel sanctimoniales,
rán fijados posteriormente, aparecen ya en los Estatutos de
quae ad ministerium baptizandarum mulierum eliguntur, tam instructae sint finales del siglo V.
ad id officium, ut possint aperto et sano sermone docere, imperitas et rus- El sacramentario Veronense, no sólo refleja una gran ri-
ticanas mulieres...» queza de contenido ministerial, sino también una completa
(114) Parece estar claro que, si al principio las viudas sirvieron de pa-
radigma a la vírgenes, ya que hacia el siglo II se hablaba de «vírgenes llama-
das viudas», o de «vírgenes admitidas entre las viudas»... más tarde, debido (117) Estas son las otras fuentes a que nos referimos: C. MOHLBERG,
a que se considera que las vírgenes realizan mejor el ideal de continencia, Sacramentarium Veronense, Roma 1956 (Ve); ID., Sacramentarium Gelasíanum
serán las vírgenes las que vienen a ser modelo para las viudas. La compara- Vetus, Roma 1960 (Ge V); ID., Missale Francorum, Roma (GaF); J. DESHUS-
ción entre los textos de ia Didascalia y las Constituciones que hablan al res- SES, Das Sakramentarium Hadrlanum mit Ergánzungen, Fribourg 1961 (Gr H).
pecto así lo indicaría: R. GRYSON, Ibid., 103-104. Citamos los números de estas ediciones, donde aparece la indicación del
(115) Tradición Apostólica, 11: B. BOTTE, 31: «Lector intituetur (kathistas- ministerio, y a continuación el rito y oraciones de ordenación correspondien-
thai) cum episcopus dabit ei librum, non autem imponetur manus super eum». tes. Cf. H. SCHMIDT, Diakonia populi sacerdotalis, o.c, 166-252.
(116) Estas fuentes serían: Hispánicas (decretales pseudo-isidorianas), (118) El título que encabeza la relación de ministerios dice así «Reca-
Africanas (Tradición Apostólica), y Orientales (Constituciones Apostólicas). pitulatio ordinationis officialis Ecclesiae». Con la expresión «officialis» se
Véase para todo lo que sigue también: C. MUNIER, Les 'Statuta Ecclesiae quiere indicar aquellos ministerios que de modo reconocido ejercen y realizan
Antiqua", París 1960. la «diaconía» en la Iglesia.
382 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA. . 3fH

institucionalización del ministerio ordenado en sus tres gra-


dos: episcopado, presbiterado, diaconado. La unidad y la dis- denes sagradas 12°. Al extenderse la costumbre de conferir
tinción entre estos ministerios viene marcada con claridad. todas las órdenes menores antes del diaconado, en gran par-
El Sacramentario se fija más en la distinción de ministerios te por influencia de los Statuta y los demás documentos
que en la especificidad de las funciones. Pero, y esta es la señalados, los ministerios «laicales» quedarán reducidos a
diferencia respecto a los «Statuta», no menciona ni se re- una simple formalidad ritual, sin función real de hecho en las
fiere a los ministerios no ordenados, lo cual no quiere decir comunidades m.
que estos no existieran en la Iglesia Romana (cf. Tradición — En concreto, respecto a las funciones que se atribuyen
Apostólica), sino que el Veronense no está influenciado por a los diversos ministerios no ordenados, cabe destacar lo
los «Statuta». siguiente:
Por su objetivo y su estructura es explicable que sea el Sa- El subdiácono aparece como el que ayuda el diácono en el
cramentario Gelasiano (Vetus) compuesto hacia el año 750, altar, y por eso se dice que en su ordenación recibe el cáliz
el que mejor recoge esta variedad de ministerios. Refleja el y la patena vacíos, así como la vestimenta propia para su
deseo de galicanizar la liturgia romana, y por eso incluye al- función. El acólito también tiene por función servir al altar,
gunas adaptaciones a la situación galicana. y para significarlo recibe los utensilios necesariamente:
En cuanto al Misal de los Francos (c. 720-730), que recoge candelabro, vinajeras... El exorcista recibe de mano del obis-
una liturgia galicana muy romanizada, refleja la influencia po el libro en que se encuentran escritos los exorcismos,
de los Estatutos sobre todo en lo que se refiere a las Orde- para indicar el poder que tiene de imponer las manos y pro-
nes menores, y en concreto al ostiario, acólito y exorcista. nunciar la fórmula adecuada sobre el poseído por el demo-
El Sacramentario Gregoriano Hadriano (c. 790), que en su nio. Del lector se dice que primero el obispo elogia su fe,
versión «auténtica» recoge sólo la ordenación del obispo, su vida y sus cualidades para cumplir la función, y después
presbítero y diácono, en el Suplemento incluye las restantes le entrega el leccionario, para que pueda proclamar la Pala-
órdenes menores, excepto el «salmista o cantor», viéndose bra con fidelidad m. En cuanto al ostiario, se le encomienda
en ello la influencia de los Estatutos. la función de velar por la iglesia, entregándole las llaves
con las que puede abrir y cerrar. Y respecto al salmista o
— Los diversos documentos muestran diferentes estratos cantor, ya no se emplea la fórmula «cum ordinatur», sino que
de evolución en lo que se refiere a los ministerios no orde- se distingue de los demás porque dice que puede desem-
nados. Se ve cómo se va fijando un «orden de ministerios», peñar su oficio con la encomienda directa del presbítero 123.
a modo de escala que conduce a los máximos grados sacer-
dotales, y que encuentra en ellos su polarización y su punto — Pero si en los «Statuta» aparece solamente la forma li-
de referencia. Así, los Estatutos ya no hablan de estos mi- túrgica de conferir y significar estos ministerios, en el «Sa-
nisterios distinguiendo entre «¡nstituere» y «ordinare» cramentario Gregoriano Hadriano» (c. 800) aparece un de-
(cf. Trad. Apostólica, Didascalia y Constituciones Apostóli- sarrollo litúrgico-catequético de los mismos, explicando y
cas), sino que emplean el mismo verbo: «ordinare», tanto profundizando en su sentido. En este caso se nos transmite,
cuando se refieren al obispo como cuando se refieren al os-
tiario U9. Esto indica que los ministerios laicales han comen- (120) Véase: PELAGIO I (555-560), Ep. ad Sapandum episc. Arelatensem:
zado a ser pensados como «ordo» y en relación con el «ordo» ed. P. EWALD, Die Papstbriefe der Britt. SammI: Neues Archiv 5 (1880), 538-39
que representan los ministerios ordenados clericales. Sólo Ordo Romanus 34, 1-2: ed. M. ANDRIEU, Les ordines romani du haut moyon
bastará que se les haga preceder de la «tonsura» y que se age, T. III, Louvain 1951, 603; Ordo romanus 35, 1-8: Ibid., IV, 1956, 33-34; Pon
tilica! romano-germanique: ed. C. VOGEL-R. ELZE, Cité du Vatican 1963, t. I,
les exija para acceder al diaconado, para que queden reduci- 13-19.
dos a funciones subalternas y a simple preparación a las ór- (121) Cf. R. BERAUDY, Les ministéres institués dans «Ministerio Quuo-
dam* et -Ad Pascendum*: LMD 115 (1973), 86-96, p. 87.
(122) «...faciat de ¡lio verbum episcopus ad plebem, indicans alus fldom
(119) Siempre se emplea la misma fórmula, exceptuando el nombre: ac vitam atque ¡ngenium»: Statuta Ecclesiae Antiqua, n. 96.
«Episcopus cum ordinatur', «Subdiaconus cum ordinatur', «Ostiarius cum
(123) «Psalmista, idest cantor, potest absque scientia eplscopl, pola lun
ordinatur' nn. 90, 93, 97.
sione presbyteri, officium suscipere cantandi»: Ibid., n. 98.
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MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 385

junto con la indicación del rito, la oración y bendición litúr-


gica correspondiente a la colación de cada ministerio 124. Así, denes menores» y «mayores», y se impone la costumbre de con-
del ostiario se dirá que tiene que invocar permanentemente ferir todas las órdenes menores antes del diaconado, a pesar de
al Señor. De lector se afirma que adquiere como compromiso que ya no se conferían en virtud de las necesidades pastorales I27.
el leer la Biblia con asiduidad, de manera que no sólo pro- El ministerio, la dignidad y la función, que aparecían anterior-
clame lo que hay que hacer, sino que también cumpla con mente unidos, son separados ahora. Si antes se podía ser lector
las obras lo que ha proclamado 125. Al exorcista se le llama sin pensar en al ordenación sacerdotal, ahora sólo puede ser
«spiritualis imperator» y «medicus eclesiae», por el poder lector el que desea ser ordenado. Y si antes el rito expresaba la
que ejerce en nombre de Cristo, liberando del poder del de- función, ahora el rito expresa el «iter» hacia el sacerdocio, pre-
monio y actuando con la fuerza de la gracia. Y en cuanto al valeciendo sobre la función. Clerecía y órdenes acabarán buscán-
acólito, además de entender su función desde Cristo, luz dose más por los privilegios que comportan que por los servicios
verdadera, que en el misterio de su muerte ha iluminado el a que obligan.
mundo, se pide para el que Dios ilumine su mente con la luz Por otro lado, la elaboración del tratado de Sacramentos, y en
de la ciencia y el rocío de la piedad, de modo que entendien- concreto del Orden, en la época escolástica (XI-XIII), que condu-
do así su ministerio, pueda alcanzar la vida entera. jo a definirlo sobre todo como «potestas» para la celebración de
los sacramentos, y especialmente de la Eucaristía, llevaría tam-
c) Los ministerios laicales de la Edad Media al Vaticano II: bién a definir las órdenes menores, «de modo bien ficticio», co-
mo poderes. Y es ficticia esta calificación, como bien dice Con-
Destacaremos, como en los apartados anteriores, los puntos gar, porque «en realidad, ¿qué poder recibe el acólito o el lector,
más importantes de una evolución que, por abarcar un período que no tuviese antes de su ordenación, y que no tenga cualquier
tan amplio, no podemos sino esbozar brevemente, en favor del hombre tanto como ellos?... La sistematización unívoca, geomé-
equilibrio y la coherencia de nuestro desarrollo. trica, de los diversos grados del ministerio eclesiástico bajo el
signo del poder sacramental del sacerdote, tiende a ignorar el
a) Ministerios sin función: verdadero estatuto de las órdenes menores, consolidando el la-
Hemos visto anteriormente cómo se fueron configurando en mentable divorcio entre el poder o dignidad y la función»128. En
la Iglesia primitiva los diversos ministerios laicales. También he- el siglo XV-XVI era frecuente que las órdenes menores con el
mos anotado cómo estos ministerios fueron poco a poco redu- subdiaconado se administraran todas juntas en una única cele-
ciéndose a aquellos que se disponían a recibir las órdenes sa- bración. Ante la crítica de los Reformadores, que tachaban estas
gradas, y se centraban en el cumplimiento de una función litúr- órdenes como vacías e inútiles 129, el Concilio de Trento quiso
gica. Ahora es preciso añadir que, incluso estos ministerios, ori- renovarlas, devolviéndoles su carácter de función, y previendo
ginariamente desempeñados por los laicos, no sólo fueron so- incluso que, en caso de falta de aspirantes al sacerdocio, pudie-
metidos a un proceso de clericalización, al administrarlos sólo ran recibir dichas órdenes personas casadas, dispuestas a llevar
y necesariamente a quienes aspiraban al sacerdocio, sino que la tonsura y la sotana 13°. Pero el decreto que preveía esto no fue
también fueron reducidos a un simple rito formal sin verdadera nunca aplicado seriamente. Ni sirvió para renovar los ministerios,
función pastoral. ni logró que a las órdenes menores respondiera una función
real, permaneciendo hasta nuestros días (Vaticano II) más como
La influencia de los «Statuta Ecclesíae Antiqua» se hizo notar
de modo evidente en toda la Edad Medía, de modo que ya a par- (127) Cf. R. BERAUDY, Les ministéres institués, 87.
tir del siglo IX, la liturgia franco-germánica m distingue entre «ór- (128) Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del ¡aleado, Estela, Bar-
celona 1971,272.
(124) GrH, nn. 1.790-1.799. (129) M. LUTERO, De instituendis ministrís Ecclesíae: Werke 12, 173 ss.
(125) GrH, n. 1.794: «...et agenda dicat, et dicta opere compleat». Cf. L. OTT, El sacramento del orden, 114-121.
(126) Cf. Pontifical romano-germanique, l.c, 13-19; A. CHAVASSE, Le (130) Decreto -De reíormatione; del 15 de julio de 1563, Sesión XXIII,
sacramenía/re gélasien, Tournai 1957, 5-27. Sobre los testimonios litúrgicos y can. 17, donde dice: «Ouodsi ministeriis quatuor minorum ordinum exercen-
teológicos que hablan de las «órdenes menores»: L. OTT, El sacramento del dis clerici caelibes praesto non erunt, suffici possint etiam conjugatl vltae
orden, 42-49. probatae, dummodo non bigami, ad ea munia obeunda idonei, et qui tonsuram
et habitum clericalem in ecclesia gestant».
386 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RFSPUESTA... 387

un rito formal y privado para acceder al sacerdocio, que como los clérigos y los monjes por igual, y en Occidente apenas hubo
verdaderos ministerios que conllevan una función, y pueden rea- monje que no estuviera en la línea de la clerecía 137. Ahora bien,
lizarlos los bautizados capacitados para ello. ¿cuáles eran las funciones «clericales» que desempeñaban estos
monjes? Dado que la vida del monje se orientaba hacia la liturgia,
b) Ordenes monásticas y concentración de ministerios: y supuesto que no son sacerdotes y que las órdenes menores se
La extensión del monaquisino hacia el siglo V-VI m, y la mul- centran en lo litúrgico, los monjes se encargarán justamente
tiplicación de las órdenes monásticas a partir de la Edad Media, del servicio litúrgico, es decir, del desempeño de las funciones
si bien supusieron en muchos aspectos una fuente de renovación que correspondían a los ministerios expresados en las órdenes
y de vida para la Iglesia m, en relación con los ministerios laica- menores 138.
les significaron una especie de concentración monástica insti- Junto a lo anterior, se da otro fenómeno a señalar. Las ór-
tucionalizada, que los alejaría cada vez más del pueblo sencillo. denes y congregaciones se sienten llamadas a estructurarse en
Tratemos de explicar el fenómeno. el servicio al evangelio, según su propio carisma. De este modo,
En la Edad Media se impone una distinción neta entre los los ministerios o servicios, antes asumidos por miembros de la
tres estados que componen el pueblo de Dios: los laicos, que se comunidad, encuentran un nuevo estatuto, y tienden a concen-
santifican en la vida del siglo y se dedican a los asuntos tempo- trarse en estas órdenes para desarrollar la función que les co-
rales. Los clérigos, que se dedican al servicio al altar, al cuidado rresponde. Siguen surgiendo ministerios, pero no tanto por una
religioso del pueblo y a las cosas sagradas. Y los monjes, quie- decisión o llamada de la jerarquía, sino por una respuesta a la
nes, no dedicándose al cuidado religioso del pueblo, sin embargo, vocación o llamada del Espíritu en una dirección concreta (la de
se dedican a los valores del espíritu, apartándose del mundo, de- tal congregación). La autoridad episcopal no podrá hacer otra
dicándose totalmente a Dios. La distinción entre clérigos y mon- cosa que acogerlos y velar para que sirvan a la edificación de la
jes es clara: la condición del clérigo se define por la función, la Iglesia. De hecho, sin embargo, esta institucionalización en con-
del monje por el estado o forma de vida; se es clérigo por la or- gregaciones de los ministerios vendrá a monopolizar la mayoría
denación, se es monje por la renuncia personal al mundo 1M. Sin de las funciones ministeriales, consagrándolas además con los
embargo, sobre todo en Occidente, clericato y monacato se rela- votos de pobreza, castidad y obediencia 139. Fuera de la pertenen-
cionan e incluso interfieren m .Por un lado, los clérigos, entrega- cia a una familia religiosa, será difícil poder ejercer algunos mi-
dos al servicio del altar y a las cosas sagradas, debían imitar el nisterios. Ministerios que, por otro lado, se multiplican y encuen-
espíritu y las virtudes de los monjes, y de ahí que se funden co- tran numerosos campos de acción: en el orden de la caridad,
munidades de clérigos junto al obispo 13S. Por otro lado, los mon- desde la atención al enfermo y al moribundo, hasta el oficio de
jes pronto desearon acercarse a los clérigos recibiendo algunas enfermería; desde la promoción de los derechos del hombre, has-
órdenes sagradas, e incluso más tarde (s. 1X-X) la ordenación ta la asistencia social y cultural. En el orden de la Palabra, desde
sacerdotal m. A partir del siglo V, la tonsura vino a ser señal de la catequesis, predicación y enseñanza, hasta la publicación teo-
lógica y la investigación. Y en el orden del culto, desde el ser-
(131) Sobre el origen del monaquisino y su evolución: J. LECLERQ, Aux
vicio en las iglesias, hasta la consagración de la vida entera a la
sources de la spirituallté occidentale, Cerf, París 1964, 15-19. alabanza y la oración 14°. En resumen, los numerosos servicios que
(132) Recuérdese lo que supuso el monacato y los monasterios en la han sido desempeñados por hombres y mujeres no ordenados,
Edad Media, desde un punto de vista eclesial, social y político. Cf. J. LE- pero integrados en congregaciones relgiosas, aunque hay que
CLERQ, Ibid., 91.
(133) Cf. M. VILLER-K. RAHNER, Aszese und Mystik in der Váterzeit,
Freiburg in Br., 1939; J. WINANDY, Les moines et le sacerdoce: Vie Spir. (137) Y. M. CONGAR, Ibid., 27.
80 (1949) 23-36. (138) En esta época se extienden los Institutos de clérigos o canónigos
(134) Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del laicado, 24-28. regulares. Cf. A. M. HENRY, Moines et chanolnes: Vie spir. 80 (1949), 50-69.
(135) Así, alrededor de S. Ambrosio, S. Agustín, S. Martín...: Y. M. CON- (139) J. M. R. TILLARD, Église cathollque et plurlformlté des mlnlstéres,
GAR, Ibid.. 25-26. I.C 6.
(136) Sobre el proceso hacia la ordenación sacerdotal de los monjes y (140) Cf. E. VANDENBROUCKE, Nouveaux mllleux, nouveaux problemas,
las «ordenaciones absolutas»: A. VOGÜE, l e prétre et la communauté monas- du XII au XVI siécle: en AA.VV., La spirituallté du Moyen Age, Aubler, Parfs
fique dans l'antiquité: LMD 115 (1973) 61-69. 275-346.
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 389
388 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

cristiano quede reservado prácticamente a las clases dirigentes:


considerarlos como un bien para la Iglesia, produjeron también
los señores y los príncipes. De este modo, los caballeros, uno
un efecto negativo: la marginación de la misión de los bautiza-
de los pilares de la estructura social de la Edad Media ven con-
dos, el desentendimiento práctico del pueblo por tales ministe-
firmado su carácter religioso por medio de un rito de bendición
rios, la monopolización y centralización de los mismos en las ór-
especial aprobado por la Iglesia 144. Este rito, semejante al de la
denes y congregaciones religiosas.
consagración de vírgenes o la coronación de reyes, consistía en
la bendición de las armas y la vestidura, e iba precedido de un
c) El caballero, el príncipe, el defensor: baño purificador, de la confesión y de la comunión, y a veces de
A partir de la conversión de Constantino (s. IV), sobre todo una vigilia de oración 145. De cualquier modo, cabe concluir que
con la operación de unidad llevada a cabo por la dinastía caro- el ser caballero cristiano, si bien no podría calificarse como un
lingia (s. VMI-IX), se impone en Occidente un régimen de cristian- «ministerio instituido» en la Edad Media, sí puede aceptarse co-
dad en el que la ciudad y la Iglesia forman una sola sociedad, mo una forma propia de participar en la defensa de la fe y de
llamada con frecuencia «República christiana» o más simplemen- la Iglesia, comprensible desde los presupuestos de cristiandad
te «Ecclesia». En esta sociedad se es cristiano por nacimiento, que indicábamos.
por pertenencia social, por fidelidad a las leyes e instituciones
vigentes. Ser cristiano es lo suyo, lo mandado. En tal régimen de En cuanto a la figura del Príncipe cabe decir que vino a ser
cristiandad, supuesta la división del pueblo de Dios en dos clases la única persona que, sobre todo por razones políticas y de con-
de cristianos («dúo genera christianorum» 141 : los que pertene- figuración de la sociedad, participaba en las decisiones de la
cen al clero (incluidos los monjes) y los laicos, se entiende que Iglesia, estando presente en sus conidios, e incluso imponiendo
apenas haya lugar para una participación activa, y menos para «soluciones» sobre asuntos de los que poco o nada podía saber,
el desempeño de un ministerio, por parte de quienes no están como sucedió a veces con algunas cuestiones litúrgicas. ¿Cómo
enmarcados en el clero. La condición laica se presenta más como se explica esto? Es evidente que, desde el principio del cristia-
una concesión («his concessum est») que como una responsa- nismo, los laicos tuvieron parte en las decisiones de la Iglesia,
bilidad. Los laicos, consagrados a las tareas temporales, no tie- participando en sus diversas asambleas y concilios m. Desde la
nen parte activa en las cosas sagradas. Ellos construyen la Igle- invasión de los barbaros y la época carolingia (s. VI-VIII), la
sia simplemente obedeciendo lo que el clero manda, cumpliendo Iglesia entra como en simbiosis con el poder temporal, bajo el
sus leyes, que son las leyes de la «República cristiana», y a lo poder de sus jefes. Más tarde, hacia el siglo XV-XVI, la Iglesia
más llegando a ser aceptados como «caballeros» o como «prín- es representada bajo la forma de dos pueblos: uno en torno al
cipes» para la defensa, con las armas especialmente, de la Igle- Papa, compuesto de obispos, clérigos y monjes; y otro junto al
sia y de la fe 142. Emperador, formado por príncipes, caballeros, campesinos. Desde

El «caballero cristiano» nace de un ideal extendido en la


Edad Media: el de la entrega del joven noble al servicio de Dios (144) Cf. G. COHÉN, Histoire de la chevalerie en Franee au moyen age,
y de la Iglesia, a la defensa de los débiles, a la lucha contra los Paris 1949.
(145) En el «Ordo Romanus Antiquus» del siglo X se nos describe este
herejes y cismáticos 143. Nace así un grupo de laicos que, compro-
rito de modo simple, insistiendo en que el caballero o «defensor» se sirva
metidos con la «militia christiana», no sólo deben obrar con ho- de las armas para luchar contra los propios enemigos y los de la Iglesia, a
nestidad, sino que también deben estar dispuestos a dar su vida ejemplo de Cedeón, David, San Sebastián. Cf. M. ANDRIEU, Les Ordlnes
por la causa. A los «caballeros» se les encomienda sobre todo Romani du haut moyen age, t. I, Louvain 1931. Pero el ritual definitivo es el
la defensa de la fe con las armas en las cruzadas. Para ello re- que nos transmite el Pontifical de Guillermo Durando, del siglo XIII, donde
ciben la bendición y la encomienda especial de la Iglesia, dando se percibe un cierto paralelismo de este rito con el de la confirmación (v.gr.
así a su función un carácter sagrado, que hará el que este ideal golpe en la mejilla). Cf. M. ANDRIEU, Le Pontifical romiiln mi moyen Sge,
t. III, Cittá del Vaticano 1940, 447-450 y 549-550. Véaso sobre osto: F. VAN-
DENBROUCKE, Nouveaux mllleux, nouvoaux problemas, du XII au XVI slécle,
(141) Esta es la expresión utilizada por Graciano, y que atribuye a San
338-344.
Jerónimo: canon 7, c XII, q. 1: FRIEDBERG, I, 678.
(142) Cf. Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del laicado, 29-33. (146) Véase al respecto el párrafo dedicado al «papel de los laicos en
(143) De este tema habla significativamente BONIZON DE SUTRI los concilios» por Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del ¡alcedo, 292-
( t 1086), Líber de vita christiana: ed. E. PERELS, Berlín 1930, 242-249, 300.
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estas concepciones y realidades se comprende que en los con- !ás... 149 . Es esta una forma de participar en el servicio de la Pa-
cilios habidos en España (época visigótica: concilios de Toledo), labra, por la defensa de la verdad de la fe, que ha tenido diver-
en las Galias, o en territorio anglosajón (s. VI-IX), se hallaran sas expresiones a lo largo de la historia, y que hay que valorar
presentes algunos laicos distinguidos 147, participando activamen- atendiendo a la mentalidad y circunstancias del momento.
te. También se comprende por qué, a partir del conidio de Letrán
de 1215 y hasta el concilio de Trento inclusive, los concilios
destinados con frecuencia a la unidad y a la paz de la República, d) Contestación y búsqueda de funciones:
requirieran la presencia de los obispos y de los príncipes. Desde
principios del siglo XIII hasta finales del XVI la presencia de los La Edad Media, marcada por un predominio absoluto del
laicos en los concilios, sobre todo de los príncipes, fue consi- clero y de los monjes, y por un privilegio discriminatorio de los
derada como normal, aún siendo conscientes de que los asuntos caballeros y de los príncipes, apenas concedió un verdadero
del derecho divino y del dogma eran dominio propio del sacer- puesto en la Iglesia a los pobres y los sencillos, que eran la
docio. Entre los siglos XIV-XVI los príncipes llegan a excederse grandísima mayoría de los laicos. Sin duda como reacción, sur-
en sus pretensiones, y debido al desorden reinante, tocan temas gieron en la base, como impulso y búsqueda desde abajo, diver-
propiamente eclesiásticos, como son: la liturgia y el culto, la re- sos movimientos de renovación, entre carismáticos y contesta-
forma de la predicación, el reclutamiento y reforma de órdenes tarios, que al mismo tiempo que protestaban contra la institución
religiosas... Pero si los príncipes se atribuyen, por su consa- eclesiástica, sus riquezas y sus abusos, defendían la reforma de
gración, el derecho a intervenir en asuntos eclesiásticos, tam- las instituciones, reivindicaban sus derechos a participar en la
bién los obispos, por sus intereses, intervienen en asuntos tem- vida y la predicación de la Iglesia, y se proponían llevar una vida
porales. Esta mutua intromisión llegará a su momento culminan- de austeridad y pobreza, defendiendo la justicia y la esperanza
te en tiempos de la Reforma, donde se impondría el famoso prin- del reino futuro IS0. Entre otros hay que nombrar a los llamados
cipio: «cuius regio illius et religioso»1+s. Pues bien, lo que todo «Apostólicos»151, a los «Cataros»152, a los «Valdenses» 153, a los
esto tiene que ver con nuestro tema, es que nos muestra cómo
la concepción y estructura eclesial y socio-política de la época,
si bien lleva a una práctica marginación-exclusión del laico de (149) Ibid., 361 ss.
las tareas de la Iglesia, también conduce a una participación exa- (150) Cf. H. GRUNDMANN, Religióse Bewegungen im Mittelalter, Darm-
gerada de algunos laicos poderosos (aunque a título de su sacra- stad 1970; E. WERNER, Pauperes Christi. Studien zu sozialreligiósen Bewe-
gungen in Zeitalter des Reformpapstums, Leipzig 1956; G. VOLPE, Movimenti
lidad) en los diversos asuntos eclesiales. Las distancias tanto religiosí e sette ereticali nella societá medievale italiana nei secoli XI-XIV, F¡-
en concepción de Iglesia cuanto en participación de los bautiza- renze 1961; Y. M. CONGAR, L'Église de Saint Augustin a l'époque moderne,
dos en los diversos servicios y ministerios, son enormes y escan- Cerf, París 1970, 198-205; ID., Jalones para una teología del laicado, 364-368;
dalosas, si comparamos la Iglesia primitiva con el período exa- ID., Je cois en l'Esprit Saint. I. L'experience de l'Esprlt, Cerf, París 1979, esp.
minado. 147-219; J. A. ESTRADA, Un caso histórico de movimientos por una Iglesia
popular: movimientos populares de los siglos XI-XIV: Estudios Eclesiásticos
Respecto al «Defensor de la fe», creemos puede calificarse 54 (1979), 171-200.
así a esa figura laica que, sobre todo después de Trento, y más (151) Los «Apóstoles» o «Hermanos de los Apóstoles» (s. XII), tienen
en concreto a partir de la Ilustración, se entregó a la defensa su inspiración en G. Segarelli de Parma. Su meta era volver a la vida apostó-
apologética de la fe, no ya tanto con la fuerza de las armas o lica, al ideal de los Apóstoles. Cf. L. SPATLING, De apostolicis, Pseudoapos-
tolicis, Apostolinls, Munich 1947; Y. M. CONGAR, L'Église de Saint Augustin
del poder, cuanto con la fuerza de la palabra. Entre otros pueden á l'époque moderne, 199-200.
recordarse, por ejemplo, desde el siglo XVII, a Pascal, Chateau- (152) Los Cataros tienen su origen en Bogomiles de Bulgaria (s. X), y
briand, De Maistre, Goerres, Donoso Cortés, Augusto Nica- se les nombre «Cataros» desde 1163. Defienden un dualismo maniqueo, recha-
zando la materia, la encarnación, los sacramentos... Y. M. CONGAR, Ibld.,
200-201. Cf. H. SODERBERG, La religión des Cathares, Upsala 1949.
(147) Cf. H. BARION, Das frankisch-deutsche Synodalrecht des frühmitte- (153) Los Valdenses, discípulos de Pedro Valdés (1173), están movidos
lalters, Bonn 1931; J. FERNANDEZ, La cura pastoral en la España romano- por una voluntad de predicar el evangelio y de pobreza. Y. M. CONGAR, Ibid.,
201; Chr. THOUZELLIER, Catharisme et Valdéisme en Languedoc a la fin du
visigoda, Roma 1955.
XII et au debut du XIII siécle, París 1966.
(148) Cf. Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del laicado, 299-303.
392 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 393

«Humillados» m, a los «Pobres católicos» ra, y de modo especial, características de la sociedad del gótico y renacimiento, que
posteriomente a los hijos de San francisco de Asís 156. Estos mo- permanecerá en parte hasta nuestros días 160. Las instituciones
vimientos nacen de un pueblo deseoso de autonomía y libertad colectivas fueron sin duda una forma de defenderse contra el
de iniciativa, que siente el gusto por la vida apostólica, que individualismo reinante, una forma de encontrar cauce para la
quiere predicar y seguir el evangelio a su nivel, que busca ma- acción común, la participación religiosa, e incluso la «creativi-
yor actividad y protagonismo en la Iglesia. Son movimientos de dad» «litúrgica», que se le negaba al pueblo sencillo por cauces
laicos, que desean seguir siéndolo. Su principal actividad viene más institucionales. Si después de Trento surge una espirituali-
a concentrarse en la predicación, unida al testimonio de pobreza, dad y sensibilidad barroca; y las formas se retuercen y hacen
porque es la vía más abierta que les deja la jerarquía y el clero floridas; y se multiplican las manifestaciones religiosas teatra-
a una activa participación en la vida de la Iglesia. Surgiendo de les, y las peregrinaciones y procesiones (ejemplo: el Corpus); y
la marginación, el pueblo cristiano busca formas nuevas de estar surgen por doquier devociones múltiples, y santuarios y fiestas
en la Iglesia 157. marianas... se debe no sólo a un subjetivismo sensualístico, o
a un colectivismo subjetivo, sino también a una necesidad del
En el mismo sentido cabe hablar de las fraternidades y co- pueblo por expresarse y participar, por crear espacios donde no
fradías nacidas entre el siglo XIII-XVI e incrementadas posterior- se sienta espiritualmente dominado, sino creativamente libre.
mente en la época del barroco, a veces con una pervivencia que
llega hasta nuestros días 158. Ya en el siglo XIII nace la «tercera
orden franciscana» o los «terciarios franciscanos», cuya función e) Tareas de la Iglesia y participación de los laicos:
era vivir la pobreza y fraternidad en el mundo. Igualmente nos Desde la época de la Iglesia primitiva creemos puede afir-
encontramos en esta época con los «Fratres et sórores de poe- marse que a los laicos no se les reconoce una verdadera partici-
nitentia», cuya finalidad era reparar los ultrajes cometidos con- pación activa, oficial e institucionalizada (fuera de las órdenes
tra el Santísimo Sacramento por los Albigenses 159. Y no menos religiosas o congregaciones) en las tareas de construcción de la
significativas son las Cofradías locales de todo tipo, que nacen Iglesia, con los derechos y deberes que a su nivel les correspon-
bien para ejercer la caridad o hacer penitencia, bien para honrar den, y con la responsabilidad que en su grado les pertenece, jun-
a su patrón o cuidar de unas procesiones, bien para venerar a to con los clérigos. Es verdad que nunca dejaron de actuar los
la Virgen o velar por la oración de los difuntos, bien para agru- laicos en la Iglesia, pero su actuación siempre fue marginal, en-
par a las personas del mismo oficio con una motivación religiosa. tendida como concesión y no como derecho, a nivel de inferiori-
La tendencia a la agrupación, a la asociación, a la fraternidad, dad respecto a los clérigos. Así se manifiesta tanto en el orden
unida a un motivo religioso de carácter popular, fue una de las de la Palabra, cuanto en el orden de la Liturgia o en el orden de
la Caridad. Veamos algunos datos significativos.
(154] Los Humillados del Norte de Italia, que formaron sus Hermanda-
des, y se dedicaban también a la predicación. Los reconoció Inocencio III — En el orden de la Palabra, es evidente que si en la Iglesia
(1201). Cf. H. GRUNDMANN, fíeligióse Bewegungen, 81 ss. primitiva abundaron laicos catequistas, teólogos o didascalos W1,
(155) Los Pobres Católicos, grupo formado por Durando de Huesca a partir de la Edad Media vino a imponerse el principio de que el
(1208), también se proponían la predicación, y fueron aprobados por Inocen- ministerio de la Palabra es asunto de los clérigos. Si la palabra
cio III. Cf. H. GRUNDMANN, Ibid., 109-110. «laico» es sinónimo de «iletrado», el nombre de «clérigo», es
(156) El movimiento franciscano, con su fuerza de renovación, su pobre-
idéntico a «instruido». Por otro lado, si se quería predicar, ense-
za y sencillez, su entrega a la predicación, supuso un impulso para la Iglesia.
Su estado de laicos y extensión tuvieron gran importancia. Véase, por ejem-
ñar o instruir, era preciso primero instruirse o formarse, y para
plo, M. SAUVAGE, Catechése et /a/caí, 232-263.
(157) Cf. R. MORGHEN-C. VIOLANTE, / laici nella «societas christiana* (160) Cf. G. LE BRAS, Les confréries cbrétiennes. Problemes et propo-
dei secoli XI-XII, Milano 1968. Igualmente el artículo de J. A. ESTRADA, sitions: Revue histor. de Droit francais et étranger 19/20 (1940/1941), 310-363;
Un caso histórico de movimientos por una Iglesia popular, 171-200. J. DUHR, La confrérie dans la vle de l'Égllse: Revue Hist. Ecl. 35 (1939), 437-
(158) Cf. P. DUPARC, Contraríes du Saint-Esprit et communautés d'ha- 478; G. ALBERIGO, Contributi a la storla delle confraternite dei Disciplinati e
bitants au moyen age: Revue histor. de Droit francais et étranger 36 (1958), della spiritualitá laicale nei sec. XV e XVI: en // movimiento dei Disciplinati
249-367; 555-585. nel settimo centenario del suo inizio, Perugia 1962.
(159) Cf. F. VANDENBROUCKE, Nouveaux milieux, nouveaux problemes (161) Por ejemplo, Justino, Orígenes, Deogracias, Clemente, Próspero
du XII au XVI siécle, l.c, 422-430. de Aquitania, Casiodoro... Cf. M. SAUVAGE. Catéchése et laical 66-184.
394 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 395

ello había que ser admitido a las escuelas al caso, lo cual supo- el racionalismo, no faltaron en la Iglesia teólogos laicos, gran-
nía una entrada práctica en la clericatura. En tal situación era des apologistas y pensadores religiosos 167. Pero la conciencia
imposible soñar con que un simple laico pudiera ser catequista, más viva de participación en las tareas de la Iglesia, y por tanto
o predicador, o enseñante de la doctrina católica 162. Así se com- en todo lo referente al servicio a la Palabra, no vendría hasta el
prende el escándalo, la oposición, e incluso en casos la condena nacimiento de la Acción Católica m.
de aquellos movimientos renovadores del siglo XII, que preten- — En el orden del culto es tal vez donde menos pudo desa-
dían dedicarse a la predicación. El que con Inocencio III, sobre rrollarse la participación de los laicos, debido a una concepción
todo durante el siglo XIII, se aceptara y extendiera esta predica- sacral y clericalista, que reservaba toda posible función institui-
ción laica, no sólo en reuniones con sus miembros, sino tam- da a quienes habían recibido las órdenes sagradas. Después de
bién en las iglesias y en las plazas 16\ fue toda una conquista la reforma carolingia (VIU-IX), y de las idas y venidas de los li-
eclesial, que hay que situarla en el contexto adecuado: el de bros litúrgicos de Roma a centroeuropa (Imperio franco-germáni-
un crecimiento urbano, un renacimiento intelectual, un deseo de co: centro Aquisgrán) y viceversa, so suceden unos períodos en
renovación y participación, un movimiento comunal, una aparición los que, de modo creciente: se amplían y complican los ritos sa-
de órdenes mendicantes m. Si a esto unimos la falta de forma- cramentales (rituales, influencia cluniacense); se introducen ple-
ción teológica, la inconsistencia en la predicación de un clero garias y oraciones privadas para los ministros (Eucaristía); se
a veces inmoral o incurioso, comprenderemos por qué, a partir extiende y multiplica la «misa privada» con sus enormes conse-
del siglo XIII y sobre todo del XVI, una de las preocupaciones de cuencias; se clericaliza y monopoliza en los monjes la Liturgia
los movimientos laicos de predicación y enseñanza fue el su- de las Horas (nacimiento de los canónigos regulares); hay una
plir ias deficiencias dei cíevo. Ei movimiento humanista, ai ex- cierta desfiguración de la celebración pascual (la vigilia se ce-
tender entre los laicos el afán por la cultura y la ciencia religio- lebra el sábado santo); se amontonan nuevas prácticas y cos-
sa; unido al movimiento reformista, que constataba la ignorancia tumbres en los tiempos litúrgicos de CuaresmajPascua y Advien-
religiosa del clero y el pueblo, condujeron por una parte a la in- to-Navidad... 169. Mientras se producen todos estos fenómenos,
tegración de los laicos en el círculo del pensamiento religioso la participación del pueblo en la celebración litúrgica va decre-
y de las tareas de la Iglesia 165, y por otra parte a la promoción ciendo: comienza a no responder porque no entiende la lengua
de un movimiento catequético importante que, bajo el impulso del culto; ya no canta éi, sino el coro de los clérigos; la oblación
de Trento y de hombres de gran preocupación pastoral m, se ex- ya no es en forma de dones materiales, sino en forma de dine-
tendió por toda Europa. Por otro lado, la gran aventura misionera ro; se abandona poco a poco la comunión; los ministerios litúr-
de Occidente, ya en tiempos de Francisco Javier (1543) y de gicos han sido todos acaparados por los clérigos (excepto el de
Juan Bautista de Pesano (hacia 1580) y posteriormente, necesita- «sacristán» y «monaguillo»); la Eucaristía deja de ser para ellos
ba de creación de catequistas y de personas que se responsa- un verdadero momento de celebración, para pasar a ser un mo-
bilizaran de otros servicios. Durante los siglos XVII y XVlll, en mento de adoración de la hostia sagrada, o de rezo privado, o
gran parte contra el jansenismo y el galicanismo, y más tarde en de simple asistencia al espectáculo que se ofrece en torno al
el siglo XIX contra los movimientos nacidos de la Ilustración y altar170. Sin duda por eso el pueblo, cansado de ser mero espec-
tador de lo que el clero realiza, se busca formas y medios extra-
(162) Cf. Ph. DELHAYE, L'organisation scolaire &u XII siécle: Traditio 5
(1947), 211 ss.; E. LESNE, Les ecoles de la fin du VIH siécle a la fin du XII
siécle, Lille 1940; M. SAUVAGE, Catéchése et laicat, 188-191. de?) Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del laicado, 374-375.
(163) Cf. H. GRUNDMANN, Reiligiose Bewegungen im Mittelalter, 90. (168) Ibid., 440 ss.
(164) Cf. R. FOREVILLE, La societé chrétienne a la fin du XII siécle: en (169) Véanse estudiados estos fenómenos en los manuales de historia
FLICHTE-MARTIN, Histoire de l'Église, t. 9, París 1948, 317-319. de la Liturgia y otros estudios: C. VOGEL, Introduction aux sources de l'hls-
(165) Cf. A. DUVAL, Activité de quelques laics dans le gouvernement toire du cuite chrétien au moyen age, Spoleto 1966; M. RIGHETTI, Historia de
de I Église au moment du Concite de Trente: Vie Spirit. Suppl. 11 (1949), 356- la Liturgia, BAC, Madrid 1954; B. NEUNHEUSER, Storia della liturgia per epo-
360; Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del laicado, 375-376. che culturali (PILA, Ad usum privatum), Roma 1973; H. A. J. WEGMANN, Ges
(166) Recuérdese la publicación del Catecismo Romano; y hombres co- chichte der Liturgie im Westen und Osten, F. Pustet, Regensburg 1979-
mo Carlos Borromeo, Ramón de Carranza... Cf. M. SAUVAGE, Catéchése et (170) Cf. J. JUNGMANN, El sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1963;
laicat, 271-529. H. A. J. WEGMANN, Geschichte der Liturgie, 150-156.
396 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 397

litúrgicos para satisfacer su necesidad de expresar la fe y de — Finalmente, en el orden del apostolado, cual acción fun-
encontrar espacios para la libertad y creatividad cultual. Así hay damental que impulsa a realizar las otras funciones, es posible
que explicar, al menos en parte, la petición de misas privadas, señalar también algunos aspectos. No cabe duda que tanto en los
el culto a los difuntos, la adoración y comunión fuera de la misa, primeros siglos 17\ cuanto en la Edad Media m encontramos bue-
la veneración a los santos y el culto a la Virgen, el gusto por las nas lecciones de quienes se entregan al apostolado. Pero se com-
manifestaciones sensibles y externas de religiosidad (sobre todo prende que en una Iglesia de cristiandad el impulso hacia el apos-
en el barroco), como peregrinaciones, procesiones, representa- tolado sea menor que en una Iglesia de misión. Desde la Reforma
ciones teatrales (autos sacramentales), fiestas populares (Corpus protestante, cuando la división religiosa es un hecho, y la incre-
Christi)... Es decir, mientras la liturgia sigue su curso clerica- dulidad, la indiferencia y el sentido arreligioso se difunden, des-
lista, ritualista, el pueblo desarrolla su piedad, su imaginación, pierta en la Iglesia un nuevo sentido apostólico, de defensa de
sus devociones, intentando buscar un respiro a su creatividad y la fe. Y será también el siglo XIX, con los fenómenos de la re-
necesidad de expresión de su fe m . Este estado de cosas se pro- volución francesa, la industrialización, el racionalismo y materia-
longó, de hecho, hasta la reforma litúrgica del Vaticano II, que lismo, lo que impulsará a la Iglesia a promover el sentido apos-
hará posible la recuperación de los ministerios litúrgicos para tólico, que se expresará en la apología del catolicismo y en la
los laicos, en la medida en que les corresponde m. defensa de la fe l77. Pero el movimiento que asumiría más signi-
ficativamente esta tarea fue la Acción Católica que, en cuanto
— En el orden de la caridad es evidente que los laicos en- acción laica, se caracterizará por la búsqueda de una regenera-
contraron más libertad y posibilidades de acción a lo largo de la ción de la sociedad, por la fe en Cristo. Los Papas Pío IX y León
historia. Dos son las razones fundamentales: en primer lugar, que Xfff verán en fa Acción Católica un medio para la defensa apo-
la caridad y la ayuda al hermano es deber fundamental cristiano, logética y política de la Iglesia, capaz de preservar la fe y promo-
y no necesita permisos ni se encierra en instituciones; y en se- ver la adhesión a Cristo. Pío X trazará las grandes líneas del
gundo lugar, que son precisamente las instituciones caritativas movimiento y propondrá como lema la «instauración de todas
las que más abundaron a lo largo de la historia, y muchas veces las cosas en Cristo» ™. Pero será Pío XI el que definirá e institui-
fundadas y promovidas por laicos. Tal es el caso de órdenes hos- rá de modo claro la Acción Católica, entendida no como una ac-
pitalarias como los Antoninos de Daufine, la orden del Espíritu ción aislada de cristianos relevantes, sino como la acción apostó-
Santo de Montpellier, la de los Cruciferos de Bolonia, la de San lica de un movimiento que, abarcando todas las capas sociales,
Lázaro para los leprosos, la de los Cruzados para los peregrinos realiza su tarea en el mundo, comprometiendo a los laicos en una
y cruzados enfermos, la de los Trinitarios y Mercedarios para los participación en el «apostolado jerárquico», y en una transforma-
cautivos... Otras muchas instituciones nacerán después, dedica- ción del mundo y sus estructuras m. La Acción Católica, con sus
das a la atención de enfermos, de leprosos, de ancianos, de de- movimientos especializados, como la J.O.C., la H.O.A.C, la A.C.I.,
samparados, o de necesitados... Señalemos, por citar alguna más la J.E.C., fue la organización anteconciliar más importante, en or-
importante, las Congregaciones de San Vicente Paúl y de las den a promover la conciencia, la acción y participación de los
Hijas de la Caridad m . Y recordémosles la importancia que en los laicos en las tareas de la Iglesia, por una inserción en los diver-
últimos tiempos ha llegado a tener el ministerio de acogida a sos ambientes, y en las estructuras temporales, políticas y sin-
los emigrantes, la asistencia social, la promoción cultural, la
atención caritativa (Caritas), de asistencia familiar, de visitas y
atención a los enfermos m .
(175) S. JUAN CRISOSTOMO, In Acta Apost. hom. 20, n. 4 decía: «No
digas: me es imposible mover a los otros, porque si tú eres cristiano, es
imposible que no los muevas...». El autor tiene magníficos párrafos al res-
(171) Cf. E. CATTANEO, Introducción a la historia de la liturgia occiden-
pecto.
tal, Studium, Madrid 1969, 119-126.
(176) Cf. Y. M. CONGAR, 1'Égllse de Saint Augustin a l'époque moderne,
(172) Véase el análisis que al respecto hacemos más tarde. 230 ss.
(173) Cf. R. A. LAMBOURNE, Le Christ et la santé, Centurión, París 1972, (177) Hombres importantes en este sentido fueron: Chateaubriand, S. An-
AA.W., Los sacramentos de los enfermos, PPC, Madrid 1974. tonio Claret... Cf. P. DABIN, L'apostolat laique, París 1931, 152-154.
(174) Recuérdese cuanto dijimos al describir en el cap. I los ministerios (178) Así en la Encíclica «// fermo proposito» (11.1.1905), o «£ supreml
que hoy se dan en el orden de la caridad. ApostolatuS' (4.10.1903).
398 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS IAICALES COMO RESPUESTA .. 399

dicales del momento. Este movimiento, será una de las causas ción de la Iglesia l82, exige que tal unidad y pluralidad sea reco-
más importantes de recuperación de los ministerios laicales. nocida, verificada y promovida en el seno de las comunidades
cristianas.
d) Los ministerios laicales en la reforma del Vaticano II:
— Esta unidad y pluralidad debe ser tal que, por un lado,
Fue necesario que viniera el Vaticano II, para que la concep- posibilite el que la comunidad «viva conforme a su vocación...
ción eclesiológica, el reconocimiento teórico, y la práctica con- y ejercite las funciones que Dios le ha encomendado: sacerdo-
figuración de los ministerios laicales, comenzara a ser una rea- tal, profética, real»; y por otro lado, haga posible el que sea ella
lidad importante. El Vaticano II es el momento culminante de misma «capaz de satisfacer sus propias necesidades» (AG 15).
una exigencia de renovación de los ministerios laicales, que se Por tanto, para que exista una verdadera comunidad cristiana, no
encuentra todavía en pleno proceso de desarrollo, y que debe basta sólo el ministerio del sacerdote. «Para la plantación de la
continuarse hasta renovar la imagen y estructura ministerial de Iglesia y para el desarrollo de la comunidad cristiana son nece-
la Iglesia entera. Si alguien dijo del Vaticano II que «era el pri- sarios varios ministerios, que, suscitados por vocación divina
mer concilio en que se hablaba positivamente de los fieles y de del seno mismo de la congregación de fieles...» (AG 15), hagan
su participación plena en la misión de la Iglesia»180, todos pode- posible el cumplimiento de la misión.
mos decir que todavía falta el que lo enunciado y reconocido
teóricamente o en principios, llegue a realizarse consecuente- — Entre los ministerios necesarios para la realización de la
mente o en plenitud en la práctica. Caigamos, pues, en la cuenta Iglesia, deben encontrarse también ministerios laicales, pues de
de cuales son estos principios, y veamos cómo se ha intentado lo contrario la Iglesia «no estará verdaderamente formada, ni vi-
reconocerlos y verificarlos en la práctica 181. virá plenamente, ni será sacramento perfecto de Cristo entre los
hombres»... ni realizará con verdad su presencia en el mundo,
a) El Vaticano II y sus principios exigitivos para una renovación ni aparecerá como pueblo de Dios (AG 21). Así pues, los segla-
de los ministerios laicales: res, su presencia activa, su responsabilidad y su compromiso, su
ministerio y su apostolado son elemento, no accidental y pasa-
Para ordenar nuestra exposición, distinguiremos entre prin- jero, sino constitutivo y permanente del ser, de la misión y de
cipios derivados del apostolado y principios referentes a las di- la edificación de la Iglesia en el mundo183.
versas funciones o áreas de la misión: la Palabra, el Culto, y la
Caridad. — La participación de los laicos con el ejercicio de diversos
ministerios, en la vida de la Iglesia, no es una concesión de la
aa) Desde la concepción del Apostolado: jerarquía, sino una consecuencia necesaria de su «derecho y de-
— La Iglesia reconoce la existencia en ella de la unidad y ber al apostolado» (AA 3). «El apostolado de los laicos es parti-
diversidad de dones, de carismas del Espíritu, de funciones y cipación en la misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado
ministerios que, repartidos entre los miembros del pueblo de al que todos están destinados en virtud del bautismo y la con-
Dios, dan un «múltiple testimonio de admirable unidad en el firmación... Además de este apostolado, que incumbe absoluta-
Cuerpo de Cristo, ya que la misma diversidad de gracias, servi- mente a todos los cristianos, los laicos también pueden ser lla-
cios y funciones congrega en la unidad a los hijos de Dios» (LG mados de diversos modos a una colaboración más inmediata con
32,7). Este reconocimiento, que abarca a sacerdotes y seglares, la jerarquía... poseen aptitud de ser asumidos por la jerarquía
y los pone en plano de igualdad en orden a las tareas y edifica-
(182) LG 32: «Aun cuando algunos, por voluntad de Cristo, han sido
constituidos doctores, dispensadores de los ministerios y pastores para los
(179) Encíclica 'Ubi arcano- (23.12.1922); Carta "Ouae nobis* (13.11.
demás, existe una auténtica igualdad entre todos, en cuanto a la dignidad y
1928); Carta *Lactus sane nuntíus» (6.11.1929); Encíclica 'Non abbiamo bisog-
a la acción común de todos los fieles en orden a la edificación del Cuerpo
no* (29.6.1931). Cf. E. GUERRY, L'Action Catholique. Textes postificaux clas-
de Cristo».
sés et commentés, Desclée de Brouwer, París 1936.
(183) AG 21: «La Iglesia no está verdaderamente formada ni vive ple-
(180) Citado por Y. M . CONGAR, Diario del Concilio: Los laicos, la
namente, no es señal perfecta de Cristo entre los hombres, en tanto no
Iglesia y el mundo, la libertad religiosa, Estela, Barcelona 1965, 66.
exista y trabaje con la jerarquía un laicado propiamente dicho... Observando
(181) No intentamos recoger todos los aspectos, sino señalar los pun-
pues las funciones y responsabilidades propias de los pastores y de los se-
tos centrales, en orden a evitar lo más posible las repeticiones.
glares... para convertirse en señal luminosa de la salvación».
400 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 401

para ciertos cargos eclesiásticos, que habrán de desempeñar con como la difusión de la misma... por la prensa y varios medios
una finalidad espiritual» (LG 33). Hay, por tanto, un apostolado de comunicación social...» (CD 13).
general (el que pertenece a todos), y un apostolado particular (el
— El medio más recomendado, y al que más atención presta
que supone la llamada y encomienda de la jerarquía a un minis-
la Iglesia actual, es la catequesis, de cuyos contenidos y méto-
terio). Pero los dos derivan de la esencia u ontología apostólica
dos se ocupa con insistencia: los obispos deben «vigilar para que
del cristiano.
se dé con diligente cuidado la instrucción catequética... y que
— El campo de realización del apostolado y de los minis- al darla se observen el orden debido y el método acomodado no
terios laicales, es el campo de la misión misma de la Iglesia, sólo a la materia de que se trate, sino también al carácter, ap-
pero al nivel que corresponde a los seglares. Ningún área está titudes, edad y condiciones de los creyentes, y que dicha ins-
exclusivamente destinada al clero. «El apostolado de la Iglesia y trucción se funde en la Sagrada Escritura, en la tradición, en la
de todos sus miembros se ordena en primer lugar a manifestar Liturgia, el Magisterio y la vida de la Iglesia» (CD 14).
al mundo, con palabras y obras, el mensaje de Cristo y a comu- — Y el ministerio al que más atiende también el Vaticano II
nicar su gracia. Todo esto se lleva a cabo principalmente por el es el del catequista (AG 15), con el que desea se comprometan
ministerio de la palabra y los sacramentos, encomendado de for- de modo especial los seglares: «cooperen intensamente en la pre-
ma especial al clero, y en el que los seglares tienen que desem- dicación de la Palabra de Dios, sobre todo en la instrucción ca-
peñar también un papel de gran importancia para ser cooperado- tequética (AA 10). Para ello les exige una formación y prepara-
res... de la verdad. En este orden sobre todo se complementan ción esmeradas, que conozcan los contenidos de la fe, los me-
mutuamente el apostolado seglar y el ministerio pastoral» (AA dios pedagógicos de transmisión, la necesaria adaptación a las
6). El seglar, como se ve, no está excluido de la función profética diversas culturas... (CD 14; AA 17).
(ministerio de la Palabra), ni de la función santificadora (minis-
terio de los sacramentos), ni tampoco de la función directiva (mi- — Consciente de esta importancia y tarea, pide el Concilio
nisterio de gobierno) m. que se creen escuelas de catequistas, y que se organicen cursos
y reuniones para una renovación conveniente, en orden al ejer-
— Todo esto debe encontrar su realización concreta, su ve- cicio de su ministerio y al robustecimiento de su vida espiritual
rificación práctica en las diversas comunidades de la Iglesia. La (AG 17).
comunidad es el ámbito necesario para la realización del apos-
tolado y los ministerios laicales. «Los seglares tienen su parte — Más aún, para que este ministerio pueda desempeñarse
activa en la vida y en la acción de la Iglesia, como partícipes del dignamente, con cierta continuidad y dedicación, «hay que procu-
oficio de Cristo sacerdote, profeta y rey. Su acción dentro de las rar, por medio de una justa remuneración, a quienes se entregan
comunidades de la Iglesia es tan necesaria, que sin ella el pro- por entero a esta obra, una condición de vida decorosa y la segu-
pio apostolado de los pastores no puede conseguir la mayoría de ridad social» (AG 17). Aunque no se habla aquí de «ministerio
las veces plenamente su efecto» (AA 10). instituido» de modo expreso, el tono del texto favorece esta ins-
titución. Por eso añade: «e incluso es de desear que, donde pa-
rezca oportuno, se confiera a los catequistas debidamente for-
bb) En el orden de la Palabra: mados la misión canónica en la celebración pública de la acción
litúrgica, para que sirvan a la fe con más autoridad delante del
— La función profética compete a todos los miembros de pueblo» (Ibid. 17).
la Iglesia, según su ministerio y responsabilidad: a los obispos
— Pero el Concilio no sólo habla del ministerio del catequis-
(CD 12), a los sacerdotes (CD 30), a los seglares (AA 10). Esta
ta, también se refiere a la función profética, en relación con el
función se ejerce por variedad de medios, de ninguno de los
primitivo ministerio del «profeta». «Cristo, el gran profeta... cum-
cuales está excluido el seglar en principio. Estos medios son: «la
ple su misión profética... no sólo a través de la jerarquía... sino
predicación e instrucción catequética, que ocupan sin duda el lu-
también por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente,
gar principal; pero también la enseñanza de la doctrina en escue-
constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de la
las, universidades, conferencias y reuniones de todo género, así
gracia de la Palabra... Así los laicos quedan constituidos en po-
derosos pregoneros de la fe en las cosas que esperamos» (LG
(184) Cf. Los textos citados de LG 33; AA 10. 35). La función del profeta no se identifica con la del catequista,
402 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 403

ni con la del predicador, ni con la del maestro. Tiene de especí- a cada uno; de este modo, y por el mismo orden de la celebra-
fico el expresar la conexión entre el Evangelio y las situaciones ción, aparecerá la Iglesia constituida en su diversidad de órde-
concretas de la vida, y el intuir y discernir los signos de los nes y ministerios» (OGMR 58). La liturgia, sobre todo la Euca-
tiempos, las posibilidades del Reino. La dificultad radica en dis- ristía, es la concentración sacramental de la Iglesia, que, al ser
cernir este carisma, en configurarlo, y en crearle un espacio para un pueblo jerárquicamente ordenado, no puede sino expresar en
su actuación en la comunidad. la misma ordenación de la acción celebrativa, la estructura mi-
— Igualmente, otro ministerio al que se refiere el Concilio nisterial que le es propia. Y esto sucede así en el ejercicio de
es el del enseñante de religión (didaskalos) en las instituciones las funciones y ministerios que a cada uno competen, tanto mi-
educativas. La Iglesia es consciente de su «gravísimo deber» de nistros como fieles.
procurar una «educación moral y religiosa de todos sus hijos». — El ejercicio del sacerdocio universal también se expresa
Y esto quiere realizarlo sobre todo «por el ministerio de los y realiza de modo privilegiado en la Liturgia. Y para que esto apa-
sacerdotes y de los seglares que les enseñan la doctrina de la rezca de modo pleno, se requiere la participación y el desempeño
salvación de forma acomodada a la edad y las circunstancias» de los ministerios correspondientes. «La santa madre Iglesia de-
(GE 7). Es evidente que, cuando esta función se realiza desde sea ardientemente que se lleve a todos los fieles a la participa-
las debidas actitudes de servicio a la fe y unidad eclesial, cons- ción plena... (que le corresponde) en virtud del bautismo, al
tituye un verdadero ministerio 185. pueblo cristiano, linaje escogido, sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido» (SC 14). Este pueblo sacerdotal, en la Eucaris-
m tía, «debe dar gracias a Dios y ofrecer, no sólo por manos del
ce) En el orden del culto :
sacerdote, sino juntamente con él, la hostia inmaculada, y apren-
— Una de las principales finalidades de la renovación litúr- der a ofrecerse así mismo» (OGMR 62, cf. n. 3). El sacerdocio
gica fue la adecuación entre el rito y la función ministerial. Para universal exige, pues, un participar en la celebración, un ofrecer
ello, además de «ordenar los ritos de manera que expresen con y ofrecerse, que reclaman una expresión y actuación correspon-
mayor claridad las cosas santas que significan», intenta que el diente en el ejercicio de los ministerios litúrgicos.
pueblo «comprenda», y que tanto ministros como fieles, «parti-
cipando cada uno según su condición», saquen de ella abundan- — La misma dinámica y realización del derecho y deber a
tes frutos (SC 21; OGMR 2)187. Si, pues, los ritos deben favorecer la participación litúrgica, exigen el reconocimiento y puesta en
la participación y permitir que los fieles desempeñen sus fun- práctica de los ministerios de los fieles. «Toda la celebración se
ciones, ello quiere decir que se reconoce la necesidad de un de- dispone de modo que favorezca al consciente, activa y total par-
sarrollo de los ministerios litúrgicos. ticipación de los fieles, es decir, esa participación en cuerpo y
alma, ferviente de fe, esperanza y caridad, que es la que la Igle-
— Además de exigirse los ministerios por la propia orde- sia desea de ella, la que reclama su misma naturaleza, y a la que
nación litúrgica, también vienen exigidos por la naturaleza ecle- tiene derecho y deber, por fuerza de su bautismo, el pueblo
sial de la misma liturgia. La liturgia, sobre todo la Eucaristía, es cristiano» (OGMR 3. Cf. SC 14). Se trata de un «derecho y deber»,
expresión de la estructura eclesial». La celebración de la Misa, no a hacer cualquier cosa, sino a desempeñar el oficio que co-
como acción de Cristo y del pueblo de Dios ordenado jerárqui- rresponde. «En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro
camente, es el centro de la vida cristiana para la Iglesia» (OGMR o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello
1)... Por consiguiente, «todos, ministros y fieles, cumpliendo ca- que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas
da uno con su oficio, hagan todo y sólo aquéllo que pertenece litúrgicas» (SC 28). Se trata de una «participación, en modo di-
verso, según la diversidad de orden y de oficio» (OGMR 58). Na-
(185) Téngase en cuenta cómo esto quedó concretado en el «Directorium die debe lesionar este derecho. Y nadie debe renunciar a él. Lo
Catechisticum Genérale»: Directorio General de Pastoral Catequética (11.4. cual exige que se reconozcan y se posibilite la realización de
1971). También en otros documentos de los que hablaremos después. los diversos servicios o ministerios litúrgicos.
(186) Cf. nuestro estudio al respecto en D. BOROBIO, Eucaristía para
el pueblo, Desclée de Brouwer, t. I, Bilbao 1981, 302-322. — Pero, ¿cuáles son, en concreto, los ministerios de lo ce-
(187) Citamos con las siglas OGMAR: La Ordenación General del Misal lebración? Los documentos dicen lo siguiente, aún sin pretender
Romano, BAC, Madrid 1969. agotar todas las posibilidades: «Los acólitos, lectores, comenta-
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 405
404 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

su origen y su fuerza en la caridad. Pero hay algunas obras que,


dores, y cuantos pertenecen a la schola cantorum desempeñan por su propia naturaleza, ofrecen especial aptitud para conver-
un auténtico ministerio litúrgico. Ejerzan, por tanto, su oficio con tirse en expresión de la caridad» (AA 8). Estas obras las reivin-
la sincera piedad y el orden que conviene a tan gran ministerio dica la Iglesia para sí «como un deber y derecho propio que no
y les exige con razón el pueblo de Dios» (SC 29. Cf. OGMR 313). puede enajenar... La misericordia para con los necesitados, y
Y en la OGMR 63-69 se enumeran los siguientes ministerios: la los enfermos, y las llamadas obras de caridad y de ayuda mutua
schola cantorum, el cantor, el director de canto; el lector, el sal- para aliviar todas las necesidades humanas, son consideradas
mista, el comentarista, el que acoge a los fieles a la puerta de por la Iglesia con singular honor» (AA 8).
la Iglesia, el maestro de ceremonias. Aunque no siempre se em-
plea la palabra «ministerio» al hablar de estas funciones, es evi- — En concreto, ¿cuál es el campo de estas obras de cari-
dente que aquí se encuentran los ejemplos más típicos de lo que dad? Es un campo que se ha hecho hoy más universal y abierto,
la Iglesia califica como ministerios litúrgicos, y que, como se pue- y abarca no sólo las «obras caritatlvns», sino también la justi-
de apreciar, vienen exigidos por los principios señalados. cia y el derecho, la solidaridad y lu promoción humanas. La «ac-
ción caritativa puede y debe abarcar hoy a lodos los hombres y
a todas las necesidades. Donde qulorn quo huya hombres ca-
dd) En el orden de la caridad: rentes de alimento, vestido, vivienda, modlcinns, trnbajo, instruc-
— La caridad es el primer mandamiento de Dios y el más ción, medios necesarios para llevar una vida vordndoramonte hu-
importante compromiso del cristiano. Toda presencia, toda ac- mana, o afligidos por la desgracia o falta de salud, o sufrlondo el
ción, toda tarea, todo medio que proceda de cristianos, debe destierro y la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la cari-
estar animado por la caridad con que nos amó Dios. Lo mismo que dad cristiana, consolarlos con diligente cuidado y ayudarles con
«Cristo recorría las ciudades y aldeas curando todos los males y la prestación de auxilios» (AA 8).
enfermedades en prueba de la llegada del reino de Dios, así la — Para cumplir en verdad con esta función caritativa, ade-
Iglesia se une por medio de sus hijos a los hombres de cualquier más de la recta intención y el desinterés, supuesta la justicia y
condición, pero especialmente con los pobres y afligidos, y a la lucha contra las causas de los males, es preciso una actitud
ellos se consagra gozosa. Participa de sus gozos y de sus dolo- de ayuda y colaboración con las «obras de caridad y las organi-
res, conoce las aspiraciones y los enigmas de la vida y sufre zaciones asistenciales, privadas o públicas, e incluso interna-
con ellos en las angustias de la muerte» (AG 12. Cf. LG 7). La cionales», de manera que pueda llegar a todos los 'hombres el
caridad es, pues, una misión de la Iglesia y de cada uno de los auxilio y la ayuda eficaz (AA 8). El apostolado de la caridad, lo
cristianos, que se extiende a todos los hombres sin distinción, mismo que todo apostolado, debe ejercerse organizándose y au-
pero sobre todo a los más pobres y necesitados. nando esfuerzos. «El apostolado organizado responde adecuada-
— La centralidad de la caridad está reconocida en las si- mente a las exigencias 'humanas y cristianas de los fieles, y es
guientes afirmaciones: El Espíritu «produce y urge la caridad en- al mismo tiempo signo de la comunión y de la unidad de la Igle-
tre los fieles, unificando el cuerpo» en orden a una acción más sia de Cristo» (AA 18). Es evidente que, en este como en los
eficaz con los «miembros que sufren» (LG 7). Esta caridad ani- otros principios, está implícita la exigencia de un auténtico mi-
mada por el Espíritu es un modo privilegiado de ejercer el sacer- nisterio para el servicio de la caridad. Se entiende que, quienes
docio universal, cuando va unida a la abnegación y a la acción se dedican a esta acción de forma especial y permanente, den-
(LG 10); y viene a constituir el «alma de todo apostolado», si tro de la comunidad están poniendo en práctica tal ministerio,
está animada por la celebración de los sacramentos y sobre todo aunque en ningún momento emplee el Concilio esta calificación
de la Eucaristía (AA 3,8). «La caridad, como vínculo de perfec- al respecto.
ción y plenitud de la ley, rige todos los medios de santificación,
los informa y los conduce a su fin» (LG 42). b) La renovación real de los ministerios laicales en los docu-
mentos posteriores al Vaticano II:
— Pero todo esto, que vale para cualquier cristiano, encuen-
tra su expresión referente, su simbolización personal, en aque- Después del Vaticano II, queriendo poner en práctica los
llos miembros de la comunidad que asumen, de modo más res- principios y exigencias anteriormente recordados m, han sido pro-
ponsable y permanente, la función de servir con la caridad a los
más pobres y necesitados.. «Todo ejercicio del apostolado tiene (188) Así lo dice expresamente el documento que vamos a examinar,
406 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 407

mulgados diversos documentos pontificios, cuyo contenido que- se a la posibilidad de potenciar otros si lo creen conveniente las
remos recordar, para hacernos cargo de los planteamientos y de Conferencias Episcopales. «Entre estos (dice) están, por ejemplo,
la situación oficial en relación con los ministerios laicales. el oficio del ostiario, de exorcista y de catequista, y otros que
se confíen a quienes se ocupan de las obras de caridad, cuando
esta función no esté encomendada a los diáconos» m. El docu-
aa) Motu proprio «Ministeria Quaedam» m: mento no quiere olvidar, sin más, al ostiario y al exorcista. Pero
Con este documento «se completa la necesaria revisión de lo más importante es su alusión expresa a otros dos ministerios:
las fórmulas y ritos del sacramento del Orden; desaparecen las el del catequista (orden de la Palabra), y el de quien se dedica
órdenes menores; y nace la nueva institución de los ministerios, a la caridad (orden de la caridad). Consciente de que los minis-
abierta no sólo a los candidatos al diaconado y al sacerdocio, sino terios de lector y acólito dicen explícita relación al orden del
también a los seglares ajenos a cualquier intención de dejar su culto, se propone crear un equilibrio de funciones-ministerios
condición laical»190. El objetivo de «Ministeria Quaedam» es aludiendo a las otras áreas de la misión. De algún modo se trata
bien claro: «revisar la práctica de las órdenes menores y acomo- de evitar, aunque tímidamente, la centralización ministerial li-
darla a las necesidades actuales, al objeto de suprimir lo que túrgica.
en tales ministerios resulta ya inusitado, mantener lo que es to- Junto a esto, cabe señalar la expresa intención de que a
davía útil, introducir lo que sea necesario y, asimismo, estable- estos ministerios no se les llame ya «órdenes menores»; ni a
cer lo que se debe exigir a los candidatos al orden sagrado m . su colación se la denomine «ordenación», sino «institución»; ni
El desfase entre las órdenes menores y la vida era manifiesto. a los sujetos que los reciben se les llame «clérigos», sino que
¿Para qué ordenar de ostiario, acólito, exorcista o incluso lector, siguen siendo seglares cristianos 193. Estas clarificaciones e in-
si no se iban a desempeñar estos ministerios, o si, en todo caso, tenciones, leídas a la luz de la evolución histórica, son de gran
también podían ejercerse sin recibir las órdenes sagradas»? La importancia, pues si, por un lado, se delimita mejor lo que per-
situación era anómala, y requería una reforma. Los principios eran tenece al sacerdocio común de los fieles y al sacerdocio minis-
claros, y exigían una puesta en práctica. terial; por otro lado, se desclericalizan y «secularizan los minis-
¿En qué sentido realiza todo esto el nuevo documento? terios recuperando su sentido primigenio. Lo que perteneció a
Atendiendo a la tradición y a las necesidades actuales, constata los fieles, les es reconocido y devuelto por derecho. El calificar-
que los ministerios relacionados con la Palabra y el altar, es de- los como «institución» y no como «orden» se basa, como sabe-
cir, el lectorado y el acolitado (que abarca también las funciones mos, en la más pura tradición de la Iglesia. Sentados estos prin-
atribuidas al subdiácono) son los más importantes, y los que cipios, podemos exponer y comentar brevemente la disciplina,
conviene «conservar y acomodar». Hay, pues, un discernimiento que queda como sigue m:
importante según el cual se valoran unos ministerios, sin cerrar-
I. Desaparece la tonsura, y la incorporación al estado cleri-
cal queda vinculada en adelante al diaconado.
Ministeria Quaedam, en su introducción: «El Concillo, sin embargo, aunque no
estableció nada sobre esto para la Iglesia latina, enunció algunos principios II. Las llamadas «órdenes menores» se llamarán en adelante
que abrieron el camino para esclarecer la cuestión». «ministerios».
(189) «Ministeria Quaedam» fue publicado el 15 de agosto de 1972:
Ecclesia 2 (1972), 1.365-1.367. Cf. J. MANZANARES, Los nuevos ministerios del III. Estos ministerios pueden ser confiados a seglares; ya no
lector y del acólito. Comentario al Motu proprio 'Ministeria Quaedam»: Re- están reservados a los candidatos del orden.
vista Esp. Der. Can. 29 (1973), 361-384; R. BERAUDY, Les mlnisterés institués IV. Los ministerios que se mantienen son el de Lector y de
dans 'Ministeria Quaedam» et «Ad pascendum»: LMD 115 (1973), 86-96. fíe-
Acólito, que asumen también las funciones del Subdiaco-
forma de los ministerios laicales: Phase 72 (1972), 528-549; Y. M. CONGAR,
Los ministerios en la Iglesia: Seminarios 21 (1975), 13-24; L. RUBIO MORAN,
nado, el cual desaparece.
Presencia y urgencia de los ministerios nuevos en la Iglesia Española: Semi-
narios 64 (1977), 154-162. Ver también cap. I, nota 106. (192) Ibid., 166.
(190) J. MANZANARES, l o s nuevos ministerios de lector y acólito, 361. (193) Ibid., 166.
(191) Véase la traducción en A. PARDO, Liturgia de los nuevos rituales (194) Ibid., 167-168. Cf. F. MARINELLI, Parroquia con conciencia ministe-
y del oficio divino, Marova, Madrid 1980, 165. rial, 145-148.
408 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 409

V. La función propia del Lector es «proclamar la Palabra de mujeres pueden ejercer estos ministerios igual que los
Dios en la asamblea litúrgica. Como funciones subsidia- hombres, con la diferencia de que con ellos no se hace
rias, en caso de necesidad, se señalan: recitar el salmo, ningún rito especial para indicar la encomienda de la
proclamar las intenciones de la oración, dirigir el canto, función.
instruir a los fieles, preparar otros lectores.
VIII. Las condiciones para ser admitidos a estos ministerios son:
Como puede apreciarse, se viene a atribuir al Lector algu- a) Petición escrita y firmada, b) Edad conveniente y do-
nas funciones que en sí son más propias de otros ministe- tes peculiares a fijar por la Conferencia Episcopal, c) Fir-
rios, como «el instruir a los fieles para recibir los sacra- me voluntad de servir a Dios y al pueblo cristiano.
mentos», que pertenece más bien al catequista; o el diri- Estas condiciones son lógicas. La petición es signo de la
gir el canto, que es propio del cantor. Esta simple consta- libertad y decisión personales, y también expresión de
tación indica que es necesario una revisión de las funcio- que el ministerio lo va a recibir de quien representa la con-
nes y una mejor identificación de los ministerios. tinuidad de la misión apostólica, el centro «local» de las
VI. La función propia del Acólito es cuidar el servicio del altar funciones ministeriales. En cuanto a la «edad conveniente
asistir al diácono y al sacerdote en las funciones litúrgicas y dotes peculiares», es evidente que el ministerio sólo
sobre todo en la Eucaristía. Como funciones de suplencia puede ser encomendado a quien está cualificado y prepa-
o en circunstancias especiales se señalan: distribuir la sa- rado para ejercerlo en verdadero servicio a la comunidad.
grada comunión, exponer el Santísimo, instruir a otros ayu- Por desgracia, la mayoría de las Conferencias Episcopales
dantes. no han determinado estos puntos debidamente 196; razón
por la cual (al menos en España) la figura del Acólito, por
En este caso, creemos que las funciones que se indican, ejemplo, aparece como algo indeterminado, e incluso en
si atendemos a la mentalidad actual, resultan excesiva- trance de desaparecer. ¿Por qué no clarificar el ministerio,
mente dependientes del modelo antiguo, y un tanto reduc- de modo que al hablar de «acólitos» deje de pensarse en
tivas de las nuevas posibilidades. Si se piensa en un Acó- los «monaguillos» de otros tiempos? ¿Qué preparación de-
lito seglar adulto, ¿no cabe encomendarle también otras be exigirse a quienes desean desempeñar este ministerio?
funciones, como el acoger a los que vienen a la asamblea ¿Cuáles deben ser sus funciones y cuál la duración míni-
(de modo especial a los miembros más débiles), el ordenar ma en el desempeño de la función?
los movimientos, el animar la misma celebración...?
IX. Los ministerios son conferidos por el Ordinario 157, median-
Vil. «La institución de Lector y de Acólito, según la venerable te el rito litúrgico correspondiente, aprobado por la Sede
tradición de la Iglesia, se reserva a los varones». Apostólica. Aunque no parece absolutamente necesario
Esta norma se refiere a los sujetos de los ministerios de que sea el Obispo quien «instituya» en estos ministerios
Lector y de Acólito. Es, como se ve, una norma que suena (no se trata de una ordenación), puede ser importante por
a discriminatoria y poco atenta a la sensibilidad actual y la significatividad y eclesialidad que supone. En cuanto al
a las necesidades de muchas comunidades. No quiere de-
cir que se excluya a la mujer de todo posible ministerio nica por parte del Obispo (cf. J. MANZANARES, 377, nota 56). Diversos epis-
instituido, sino de ser instituida en estos dos en concreto. copados, como el francés o el americano, han defendido la posibilidad de que
las mujeres desempeñen estos ministerios, aunque no se les permita ser
Tampoco quiere decir que no pueda absolutamente desem-
«instituidas» en ellos. La praxis confirma esta defensa (cf. Phase 72, 1972,
peñar tales ministerios de Lector o Acólito, sino que, en 444).
cuanto instituidos, están reservados a los varones I5S. Las (196) Las determinaciones que al respecto aprobó la Conferencia Ep.
Española, en la XX Asamblea Plenaria tratan sólo de los ministerios en
(195) La OGMR dice que «la Conferencia Episcopal puede permitir que, cuanto «iter» para el sacerdocio, pero nada determinan al respecto: A. PAR-
cuando no se encuentra un hombre bien preparado para ejercer el oficio de DO, Liturgia de los nuevos rituales, 176-180.
Lector, puede hacer las lecturas una mujer: en este caso, estará de pie fuera (197) «Ordinarios» son: el obispo residencial, los Vicarios y Prefectos
del presbiterio (n. 66). En la misma presentación del «Ministeria Qaedam» se Apostólicos, Administradores Apostólicos, Abades y Prelados Nullíus, Profec-
declaraba que «nada impide el que las mujeres continúen ejerciendo este mi- tos de una Prelatura personal, y también parece serlo el Vicario Capitular.
nisterio, pues para el mismo no se requiere una investidura formal o canó- Cf. PO 10. J. MANZANARES, Los nuevos ministerios de Lector y Acólito. 380.
410 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 411

rito, tiene las siguientes peculiaridades: puede hacerse Eucaristía ha sido y sigue siendo el ideal para todo cristiano.
dentro de la Misa o de una celebración de la Palabra. Des- Con todo, añade, «hay que procurar, en primer lugar, que, debido
pués de la liturgia de la Palabra, se hace la convocación a la escasez de ministros, no resulte imposible ni demasiado
nominal de los candidatos. A continuación tiene lugar la difícil recibir la sagrada comunión. Y, en segundo lugar, hay que
homilía. Sigue la oración de intercesión y bendición. Y acto procurar que los enfermos no se vean privados de! gran con-
seguido se entregan los instrumentos correspondientes: al suelo espiritual de la sagrada comunión, por no poder observar
Lector la Escritura, al Acólito la bandeja con el pan y el la ley del ayuno eucarístico»201. Por ello, se «considera oportuno
vino 198. instituir ministros extraordinarios, que puedan administrar la co-
munión, tanto a sí mismos como a los fieles» 202 .
XI. Los candidatos al diaconado y al sacerdocio deben recibir
y ejercer por un tiempo conveniente los ministerios de Se trata, por tanto, de un ministerio «instituido», no orde-
Lector y Acólito. nado, lo mismo que lo son el Lector y el Acólito. La diferencia
Parece lógico que aquellos que se preparan y desean re- es que mientras estos fueron «instituidos» ya en la Iglesia anti-
cibir el ministerio ordenado ejerzan también estos minis- gua, no lo fue el que ayudaba a distribuir la comunión o la llevaba
terios. «Pero no se ve por qué, junto a estos, no se reco- a los enfermos, aunque tal praxis se diera igualmente en los pri-
miendan igualmente otros, como el de catequista, o asis- meros tiempos 203 .
tente, o encargado de la caridad. Las condiciones que se enumeran para poder conferir y
XII. La colación de los ministerios no da derecho a que sea ejercer este ministerio, son las que comentamos y enunciamos
dada una sustentación o remuneración por parte de la a continuación:
Iglesia.
Sin embarqo en caso de una dedicación permanente a la 1. Son los Ordinarios del lugar los que tienen facultad para per-
función catequética sobre todo en países de misión, se re- mitir «a personas idóneas y elegidas individualmente como
conocía ya en el Concilio que esto podía ser necesario ministros extraordinarios» el distribuir la comunión.
(AG 17)199. A los Ordinarios se da amplias facultades 204 , bien para permi-
tir que los sacerdotes dedicados al ministerio sagrado puedan
Digamos, como conclusión, que «Ministeria Qauedam» su- designar una persona idónea que, en caso de verdadera nece-
pone, ciertamente, un paso importante de clarificación, de reco- sidad, distribuya la sagrada comunión ad actum» (n. II); bien
nocimiento de los ministerios laicales, de descentralización cle- para que «deleguen esta facultad en sus obispos auxiliares,
rical de ministerios, de recuperación para los fieles de funciones vicarios episcopales y delegados episcopales» (n. III). La in-
que les pertenecen. Pero reconozcamos también que este docu- tención de esta cláusula es sin duda resaltar la conexión de
mento es un simple paso y no la totalidad de la renovación; deja todos los ministerios con quien, en nombre de Cristo, preside
puntos oscuros y abre interrogantes; se centra en los ministe- la Iglesia local y es el más directo responsable de la misión
rios litúrgicos y deja pendientes las otras áreas y funciones mi- apostólica.
nisteriales; trata los ministerios desde una óptica excesivamen-
te «sacerdotal» (iter hacia el sacerdocio), y no tanto desde una El modo de proceder para conceder esta facultad puede ser
óptica de estructura ministerial de la Iglesia.
nión y de culto a la Eucaristía fuera de la Misa, Madrid 1974, 131-142, de
donde citamos en adelante.
bb) Instrucción «Inmensae Caritatis»: (201) Ritual de la Sagrada Comunión, 132.
El documento trata sobre el «ministro extraordinario de la (202) Ibid., 133.
sagrada comunión»200. Reconoce que la comunión dentro de la (203) Recuérdees la distribución del «fermentum» en las iglesias roma-
nas, los testimonios que hablan de comunión a los enfermos, la razón prin-
(198} "De instltutlone Lectorls», «De institutione Acolyth, promulgado cipal de la reserva de la Eucaristía .. Aunque posteriormente se atribuyó al
por la Sda. Congregación para el culto divino, el 3 de diciembre de 1972. diácono esta función, no aparece así en los primeros documentos, v.gr. Cons-
(199) Los nn. X y XIII se refieren a simples aspectos burocráticos-disci- titución Apostólica, nn. 8, 22: B. BOTTE 22, 61.
pl¡ nares. (204) Véase nota 190 sobre quiénes son considerados como «Ordina-
(200) Publicado el 29 de enero de 1973. Cf. Ritual de la Sagrada Comu- rios».
412 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 413
diverso, supuesta siempre la petición del interesado. En al-
gún caso se hace así: previa consulta al consejo parroquial, des religiosas de ambos sexos», del «superior y superiora»,
el párroco dirige una petición escrita al Ordinario episcopal, señalando como sujetos más idóneos de tal ministerio: el
en la que se incluyen los datos requeridos205. Lector, alumno del Seminario Mayor, religioso, religiosa, ca-
tequista, fiel varón o mujer (nn. IV-V). Sobre las condiciones
2. En cuanto a las condiciones pastorales requeridas para insti- que se les exige, se indica: que sean personas idóneas
tuir este ministerio, son las siguientes: (nn. 1,11); que hayan sido individualmente elegidas y no acce-
a) Que falten el sacerdote, el diácono o el acólito. dan de modo espontáneo; que estén debidamente preparadas
para comprender y ejercer con dignidad el ministerio; que se
Se entiende, o que faltan totalmente, o que no son sufi- distingan por su vida cristiana, su fe y sus buenas Costum-
cientes. Al nombrar al Acólito se está refiriendo al mi- bres (n. VI); que estén dispuestas a desempeñar el ministerio
nisterio instituido, suponiendo que tal ministerio tiene por un período determinado o, en caso de necesidad, de mo-
prioridad sobre el del «auxiliar de la comunión». do permanente (n. I).
b) Que los ministros nombrados se hallen impedidos para Sin embargo, hay aspectos que no quedan concretados, como
distribuir la sagrada comunión a causa de otro ministe- son: ¿Qué se entiende en concreto por «idoneidad»? ¿A qué
rio pastoral, por enfermedad o por motivo de su edad edad puede ejercerse el ministerio, y qué formación se
avanzada. exige? Se supone que tales aspectos deben fijarse en cada
Es de notar que se nombra en primer lugar la razón pas- caso. El documento de Würzburg lo hace del siguiente modo:
toral, la dedicación ai propio ministerio, dando a enten- el ministerio se confía por cinco años; la edad requerida vein-
der que el sacerdote debe valorar la prioridad de sus ta- ticinco; la formación, además de teológica y espiritual, exige
reas pastorales, aceptando la colaboración de los laicos la participación en unas jornadas, tanto para la preparación
incluso en el servicio de la comunión. inmediata cuanto para la investidura206.
c) Que el número de fieles que desean acercarse a la co- 4. La investidura ritual o el mandato debe tener lugar según pre-
munión sea tan grande, que se prolongaría demasiado la vé el rito «para instituir ministro extraordinario de la distri-
duración de la Misa o la distribución de la comunión fue- bución de la sagrada comunión»207. El rito puede tener lugar
ra de la Misa. fuera o dentro de la Misa. Después de la homilía «el cele-
Se trata de una razón práctica que atiende a las dos po- brante presenta ante el pueblo a la persona que ha sido es-
sibilidades: comunión dentro de la Misa y fuera de la cogida». Siguen unas preguntas y una declaración pública
Misa. En este último caso se precisa: se da esta circuns- sobre su intención y deseo de asumir el ministerio 208 . A con-
tancia en el caso de distancias que hacen difícil llevar tinuación, se ora por el nuevo ministro para que pueda cum-
las especies en forma de viático, el elevado número de plir su misión. Luego, en la procesión de ofrendas, «lleva la
enfermos en hospitales o instituciones similares. Todo patena con el pan y el cáliz» y recibe la comunión bajo las
esto es aplicable de modo especial en territorios de dos especies.
misión. La investidura la preside «la persona designada por el ordi-
3. Respecto a los sujetos y las condiciones requeridas, hay que nario del lugar». En este momento podría serle entregado tam-
decir, en primer lugar, que no se hace ninguna distinción en- bién algún signo de su ministerio. Pero lo que más importa
tre hombres y mujeres. Se habla expresamente de «comunida- es la encomienda oficial y pública por parte del obispo, y la
presentación y aceptación por parte de la comunidad.
(205) Estos datos son: nombre y apellido, dirección, fecha de nacimien-
to, estado familiar y profesión del candidato. Así lo exigía, por ejemplo, el (206) Th. DUCARME, Ibld., 145.
obispo de Würzburg (Alemania). Cf. K. SCHELMMER, Gottesdiensthelferrolle. (207) Ritual, pp. 139-142.
Ausgabe und Aníorderung, Würzburg 1979. Véase un resumen en Th. DUCAR- (208) Dice así el n. 3 del Ritual, p. 140: ¿Ouieres recibir el encargo de
ME, L'Auxiliaire de Communlon: Questions Liturgiques 2/3 (1980), 144-148; distribuir a tus hermanos el Cuerpo del Señor, para servicio y edificación de
H. J. WILLEN, Gottesdiensthelfel: Liturgisches Jahrbuch 2 (1980). 114-120. la Iglesia? ¿Estás dispuesto a procurar diligentemente todo cuidado y reve-
rencia en la distribución de la Eucaristía?
414 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICAIFS COMO RFSPUESTA... 415

5. Otros aspectos para el ejercicio de este ministerio no vienen servicios especiales de la Iglesia, para implantarla y hacerla
concretados. Pero es importante subrayar algunas indicacio- crecer en la unidad. En este documento hay una confirmación
nes del citado documento del obispo de Würzburg. Si la co- más clara y explícita de la diversidad de ministerios en cada uno
munión a los enfermos se lleva en domingo, debe conside- de los órdenes o funciones: la Palabra (catequistas, consagra-
rarse como parte integrante de la celebración eucarística de dos a la Palabra), el culto (animadores de la oración y del canto),
la comunidad. Aunque no se exige ningún vestido especial, la caridad (consagrados a la asistencia a los hermanos necesi-
se entiende que el ministro debe ir dignamente vestido, se- tados), y la responsabilidad de dirección (jefes de pequeñas co-
gún las costumbres de la región. El número de «auxiliares de munidades, responsables).
comunión» debe estar en relación con las celebraciones de la
comunidad, de manera que cada auxiliar pueda participar y También en otros documentos sobre el tema catequético o
comulgar en la celebración en la que ejerce su servicio. Su de educación de la fe, se 'ha reconocido y valorado el ministerio
puesto puede ser el presbiterio o entre la asamblea. Normal- del catequista, del educador, del profesor de religión, o de los
mente, recibirá del sacerdote tanto la comunión como el me- padres en cuanto primeros educadores de la fe. Tal ha sido, por
dio para su distribución a los fieles. ejemplo, en el «Directorio de pastoral catequética» 2U, en el do-
cumento del Sínodo de Obispos sobre la «Catequesis en nuestro
¿Qué puede concluirse respecto a este ministerio? Se trata tiempo» 212. E igualmente en el último documento de Juan Pablo II,
de algo muy importante, por lo que significa de aceptar a los se- sobre la familia, Familiaris Consortio, que recoge los resultados
glares a una función considerada antes como típicamente «sa- del Sínodo de obispos de 1980, e insiste en que la educación en
grada», y por tanto exclusivamente reservada al clero. La barrera la fe y la catequesis de los padres a sus hijos es un «verdadero
de separación sagrado-profano» ha sido ritual e institucionalmen- y propio ministerio de la Iglesia» 212bls. Los mismos Rituales, so-
te (ministerio instituido) franqueada. Los fieles tienen acceso, bre todo el del Bautismo de niños y el de Confirmación213 insis-
en un nivel determinado, pero lo mismo que los sacerdotes, a las ten en la función de aquellos que instruyen y preparan a la cele-
«cosas santas». Por lo demás, se trata de nuevo de un ministe- bración de los sacramentos, tarea normalmente encomendada a
rio litúrgico, y supone una cierta desproporción respecto al re- los catequistas. Sin embargo, junto al ministerio del catequista,
conocimiento de ministerios laicales instituidos en las otras no ha existido por parte oficial un desarrollo paralelo y equilibra-
áreas de la misión. do de otros ministerios.
En el «Proyecto de reforma del Código de Derecho Canóni-
co» tampoco parece que se vaya a subsanar esta limitación mi-
ce) Otros documentos postconciliares: nisterial. En cuanto a la función de la Palabra, se insiste en que
El más importante, además de los ya comentados, es sin du- todos los fieles, en virtud del bautismo y la confirmación, pueden
da la Exhortación «Evangelü Nuntiandi» de Pablo VI 209 . Afirma que ser llamados a colaborar con el obispo y los sacerdotes en el
los seglares pueden colaborar con sus pastores «ejerciendo mi- «ejercicio del ministerio de la Palabra»214. Y esto no sólo por
nisterios muy diversos»; y recuerda cuáles son en concreto estos
ministerios: «los catequistas, animadores de la oración y el can-
(211) Directorio General de Pastoral Catequética, Roma 1971, nn. 20-21
to, cristianos consagrados al servicio de la Palabra de Dios o 108-15.
de la asistencia a los hermanos necesitados, jefes de pequeñas (212) Las orientaciones del Sínodo de 1978 se recogen en el documento
comunidades, responsables de movimientos apostólicos u otros publicado por JUAN PABLO II, La catequesis de nuestro tiempo (Catechesl
responsables»210. Pablo VI insistía en que «debe reconocerse un Tradendae), PPC, Madrid 1978, 12-14.
puesto a los ministerios sin orden sagrado», porque son necesa- (212 bis) JUAN PABLO II, Familiaris consortio. La familia (22.11.1981),
rios para adaptarse a las exigencias actuales, para asegurar los Paulinas, Madrid 1981, nn. 38, 52, 53. También se alude, aunque pensamos
que de un modo insuficiente a la función de los «laicos especializados» res-
pecto a la familia: n. 75, p. 126.
(209) El documento recoge los resultados del Sínodo de obispos de 1974. (213) Ritual del Bautismo de niños, nn. 11-12.23; Ritual de la Confirma-
Fue publicado en 1975. Cf. La evangellzación del mundo contemporáneo (Evan- ción, nn. 3. 12.
gelü Nuntiandi), PPC, Madrid 1975. (214) Así aparece en el can. 714: « ..vocari etiam possunt ut In exercltlo
(210) Ibid., n. 73, p. 65. ministerii verbi cum Episcopo et presbyteris cooperentur».
416 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA . 417

medio de la catequesis, sino también por medio de la predica- de cada ministerio, en orden no precisamente a fijar campos de
ción 215. competencia, sino a reconocer responsabilidades de acción, se-
gún la significatividad que demanda la propia misión de la Igle-
c) Conclusión: ¿Renovación suficiente?: sia. Hay que avanzar en la superación de falsas discriminaciones
respecto a los sujetos aptos para el desempeño de los diversos
El Vaticano II supone un gran avance en el reconocimiento ministerios... Así pues, la tarea iniciada por el Concilio debe
y renovación de los ministerios laicales. Pero debe considerarse concluirse, o mejor, proseguirse, no precisamente para buscar
como un momento decisivo, no como la meta de la renovación. sustitutos a los clérigos, sino para recuperar una imagen de
Tres son las palabras que, a nuestro entender, definen la princi- Iglesia renovada en su comprensión y en su estructura minis-
pal aportación del Concilio respecto a estos ministerios: descle- terial.
ricalización, institución, valoración.
Al «desclericalizar» los ministerios, los ha descentralizado,
los ha situado en su dimensión eclesiológica verdadera, ha clari-
ficado la distinción «clérigo-laico», ha devuelto a los fieles lo
que originariamente ya les pertenecía. 2. LOS MINISTERIOS LAICALES PARA LA IGLESIA DE HOY
«Instituyendo» algunos ministerios, ha clarificado el sentido
Si la evolución y el estado actual de los ministerios laicales
tanto del ministerio ordenado cuanto el del laical, ha reconocido
es como hemos descrito, debemos hacernos una pregunta: ¿Cuál
oficial y ritualmente la importancia eclesial de estos ministerios,
debería ser el puesto y la renovación «ideal» de dichos ministe-
ha reconciliado en la misma base del pueblo de Dios «carisma
rios laicales en la Iglesia de hoy? ¿Qué ministerios laicales de-
e institución». ben promoverse en concreto? ¿Cuáles tendrían que ser sus fun-
Finalmente, con la «valoración» de los ministerios en su ciones y su articulación? ¿Debe la Iglesia ¡nstituir-«sacramentali-
unidad y diversidad, ha destacado la responsabilidad de los lai- zar» estos ministerios, o basta con que se ejerzan espontánea-
cos en las tres funciones de la misión (Palabra, Culto, Caridad), mente? ¿Qué repercusiones tendría esta renovación de los mi-
ha reconocido que la colaboración de los laicos en estas tareas nisterios laicales, en orden a encontrar una respuesta al pro-
es elemento constitutivo para la plena realización de la Iglesia, ha blema de la falta de sacerdotes?
conducido en fin a una eclesiología más integral. En este apartado pretendemos responder, en lo posible, a
En el orden de los principios, el Vaticano II ha formulado un las cuestiones planteadas. Somos conscientes de la limitación de
ideal. Pero en el orden de la concreción y realización práctica nuestra respuesta, e incluso de la vertiente «utópica» de nues-
no ha 'hecho sino iniciar un camino. Ni las propuestas concilia- tro «ideal». Siempre será la Iglesia la que, a sus diversos nive-
res, ni las concreciones posconciliares dan respuesta plena a les de responsabilidad, tendrá la última palabra. Y siempre serán
los planteamientos teóricos. Se percibe un desarrollo excesiva- las comunidades concretas las que, en sus ámbitos de concre-
mente centralizado en el servicio litúrgico: los tres únicos mi- ción, tendrán la última praxis. Pero nos es lícito sacar las con-
nisterios instituidos pertenecen a este orden (Lector, Acólito, secuencias de los planteamientos anteriores, y aventurar cohe-
Auxiliar de la Comunión). No está claramente delimitado, ni rentemente un camino de renovación.
cuáles deberían ser los ministerios laicales en una comunidad
cristiana «típica», ni cuál ha de ser su complementariedad y a) Ministerios laicales y corresponsabilidad eclesial:
articulación. Falta por perfilar la identidad y funciones propias
Los ministerios laicales no son una simple «concesión» de
(215) Dice en can. 721: «Ad praedicandum in ecclesia vel oratorio ad-
la jerarquía, sino una necesidad para la realización plena de la
mitti possunt laici, si certis in adiunctis necessitas id requirat aut cassibus Iglesia, y para la expresión institucional de la corresponsalidad
particularibus utilitas id suadeat, iuxta Episcoporum Conferentiae praescripta, eclesial. Debemos pues, precisar, en primer lugar, cuál es la
et salvo can. 722, 1.». En dicho canon se insiste en que la homilía está re- fundamentación teológica y eclesiológica de dichos ministerios,
servada al sacerdote y el diácono. Se percibe, con todo una apertura en re- y hasta dónde llega y puede llegar la participación de los laicos
lación con el canon antiguo, 1342. en las funciones eclesiales.
418 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 419

a) Sentido de la corresponsabilldad eclesiall: encuentra el centro generativo de mayor interés y a la vez de ma-
yor conflictividad.
La corresponsabilidad supone la capacitación y la misión, la
obligación y el derecho de compartir con otros aquellas funcio-
b) Bases de la corresponsabilidad eclesial:
nes, decisiones y acciones que se refieren y afectan a un deter-
minado orden de la realidad y, en nuestro caso, de la realidad Antes de analizar cómo se da de hecho esta corresponsabili-
eclesial. Esta participación en la responsabilidad es común y se- dad, conviene recordar brevemente cuáles son las bases doctri-
mejante en aquello que depende igualmente de todos (v.gr. ser nales en que se fundamenta.
cristiano); y es diversa y diferenciada en todo aquello que depen-
de principalmente de «algunos», aunque siempre en relación con Todos somos Iglesia:
los «todos» (v.gr. ministerios eclesiales). La realización de la
corresponsabilidad supone asumir, aceptar, coordinar armónica El magisterio permanente, la teología, y sobre todo el Vati-
y eficazmente la propia responsabilidad con la de los demás, de cano II, han recordado que lo primario y fundamental en la Igle-
modo que, ordenando y distribuyendo las tareas entre los diver- sia es el pueblo de Dios, en el cual y desde el cual hay que en-
sos corresponsables, se realice el objetivo o finalidad sobre la tender la jerarquía eclesiástica (LG 9ss). Un cristiano es, antes
que responsablemente se actúa. La corresponsabilidad se opone que nada, un perteneciente al pueblo de Dios, un miembro de la
sobre todo a la indiferencia, la pasividad, el acaparamiento, la Iglesia que, por haber sido iniciado (sacramentos) y haber acep-
marginación, la imposición... Implica, por el contrario, el interés tado la iniciación (fe), participa de la vida y está comprometido
personal, la actividad, la capacidad de compartir, la unión armó- con la misión (tareas eclesiales) en plenitud de derechos y debe-
nica, el compromiso con las tareas... La corresponsabilidad no res. Lo eclesial es una cualificación ontológica del cristiano, no
es simplemente horizontal; normalmente requiere un responsable una añadidura del creyente. Lo eclesial no se deriva de lo jerár-
motor o coordinador de la misma, que haga posible la creación de quico, es la base y la razón de ser de la jerarquía, que debe enten-
espacios y tiempos, de dispositivos y correctivos de responsa- derse como la expresión y el servicio a la eclesialidad fundamen-
bilidad. tal de todo el pueblo de Oios, desde y para la que existe 2 . Ser
Iglesia es la forma de ser cristiano, común a todos los bautizados
En la Iglesia, la corresponsabilidad afecta a todo el pueblo creyentes. La Iglesia somos todos 3 . La Iglesia es de todos. En es-
de Dios: jerarquía y fieles; pero se realiza a distintos niveles y te sentido fundamental se da una igualdad básica, una forma co-
de forma diferenciada desde un fundamento cristiano-eclesial mún de ser y de estar en la Iglesia, que difícilmente admite la dis-
común. Puede distinguirse una corresponsabilidad episcopal (co- tinción «clérigo-laico», el binomio «sacerdocio-laicado», con el
legialidad), otra presbiteral (presbiterio), y otra laical (consejos). trasfondo de división de estados, de separación de tareas, de prin-
Pero la cuestión no es distinguir diversos niveles de correspon- cipalidad de funciones, que en el «estatuto» del clérigo o del
sabilidad, sino determinar en qué medida dichos niveles partici- laico se han ido acumulando a lo largo de la historia. La inter-
pan de la misma responsabilidad, se intercomunican y comparten cambialidad de funciones que hoy se admite, la transformación
funciones, decisiones y acciones; o en qué medida estos niveles de «status» que se reconoce... llevan a preguntarse sobre si exis-
se cierran en sí mismos, negando o limitando la participación res- te y dónde existe ese «quid» específico del sacerdocio y del
ponsable de los demás, cortando la comunicación o en definitiva, laicado, desde el que son identificables o intercomunicables 4 .
creando la división. Sin detenernos a discutir la validez o no de
los estratos de corresponsabilidad, que por razones metodoló-
gicas y de comprensión hemos señalado, vamos a fijarnos en la (2) Véanse los siguientes textos del Vaticano II: LG 9-14. 30-38; AA 2-4.
interrelación de corresponsabilidad que existe y debe existir en- (3) Una fundamentación, desde la imagen de «Iglesia-madre» en K. DE-
tre la jerarquía (clero) y los seglares (laicos), ya que en ello se LAHAYE, Ecclesia Mater chez les Peres des trols premiers siécles, Cerf, Pa-
rís 1964, esp. 131-250.
(4) Alguna bibliografía al respecto: E. LANNE, Le lalcat dans l'Église an-
(1) Cf. Card. SUENENS, La corresponsabilidad en la Iglesia de hoy, Des- cienne: Verbum Caro 71/72 (1964), 105-126; J. J. VON ALLMEN, Clergé et
clée de Brouwer, Bilbao 1969; J. M. ROVIRA BELLOSO, La Iglesia realizada laicat: Ibid., 173-190; Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del laicado,
como auténtica comunidad. Hacia una alternativa evangélica válida para hoy: 21-43; P. GUILMOT, Fin d'une Égllse clérlcale?, Cerf, París 1969, esp. 151-252
Iglesia Viva 67/68 (1977), 41-67. (el autor hace un estudio crítico de la concepción de Congar); J. MOINGT,
Services et lieux d'Église, 835-849; E. SCHILLEBEECKX, La comunidad cris-
420 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 421

Prescindiendo de las diversas discusiones, creemos que debe cristiano en la parte que a ellos corresponde» (LG 31) 5 . En el
superarse la excesiva importancia dada a esta discusión, mante- pueblo de Dios todos somos, fundamentalmente, por nuestro ser
niendo con claridad que se trata de una forma tradicional de ca- cristiano, sacerdotes, profetas y reyes (1 P 2,9). Nadie tiene el
lificar a quienes ejercen un ministerio «ordenado» o no ordena- monopolio ni de la función o servicio a la Palabra, ni de la fun-
do; que la diferencia se centra más en el nivel de desempeño de ción o servicio sacerdotal-cultural, ni de la función o servicio a
la función, que en la pertenencia a un «estado»; que este nivel la caridad.
de acción y responsabilidad tiene su fundamento, no en el bau-
tismo, sino en el sacramento del orden, en cuanto encomienda
y misión, consagración y capacitación para una representativi- Todos somos sacerdotes6:
dad necesaria al mismo significado, manifestación y realización
de la misión que la Iglesia ha recibido de Cristo. La distinción no Cristo, único y eterno sacerdote (Heb 7,24) ha suscitado un
está en el «estado» ni en la «dignidad», y tampoco en lo sacer- pueblo enteramente sacerdotal. Toda la Iglesia ha sido asociada
dotal y laical o en lo sagrado y lo temporal. Todo sacerdote es al sacerdocio de su cabeza, Cristo. Por esta participación, que
laico y viceversa. Y sacerdotes y laicos son responsables de toda se expresa en la visibilidad eclesial a través de la consagración
la misión. Pero cada uno a su nivel de significatividad y repre- del bautismo y la unción del Espíritu, llegamos a ser un reino de
sentatividad; cada uno según su función y su puesto en la Igle- sacerdotes (Apoc 1,6; 5,9-10), un «linaje elegido, un sacerdocio
sia, que es Cuerpo de Cristo y a la vez está jerárquicamente or- real, una nación santa, un pueblo adquirido» (1 P 2,4-8). En el
denada. bautismo y por el bautismo aparece sacramental y eclesialmente
expresada y llevada a plenitud ontológica, aquella consagración
creatural que ya existía desde el principio. Y la participación en
Todos participamos de la misión: el sacerdocio de Cristo se hace ahora explícita, adquiriendo sus
La Iglesia es Iglesia por el envío de Cristo y para el cum- títulos para una actuación sacerdotal reconocida en la comunidad
plimiento de la misión de Cristo. Esta misión única, en su plura- de los bautizados. Esta actuación o función sacerdotal se ejerce
lidad estructural de funciones (Palabra, Culto, Caridad) afecta en la ofrenda de! único sacrificio de Cristo, con él y por él (Apoc
y corresponde básicamente por igual a todos los miembros del 1,5; Heb 13,15). También en la ofrenda de alabanza u «homolo-
pueblo de Dios; pero funcionalmente los afecta de modo diver- gía», que tiene su máxima expresión en la Eucaristía (Heb 13,15;
sificado, según los servicios-ministerios que asume cada uno de 10,22; 1 P 2,9). En el sacrificio espiritual y la entrega de la propia
estos miembros. El apostolado o mandato de realizar la misión, vida (Rm 12,1-2) y la caridad (Heb 10,24; Sant 1,26-27). Y de un
que está a la raíz de toda diversificación de funciones, pertene- modo especial en el testimonio que culmina con el martirio
ce a todos, y a todos compromete, aunque a «algunos» sea con (FU 1,19-30; 1 P 2,20; Apoc 5,9-10). El Vaticano II dice que «los fie-
una especial responsabilidad, que se concreta sobre todo en su les en virtud de su sacerdocio regio concurren a la ofrenda de la
función de animar a los «todos» en la realización de dicha misión Eucaristía y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la
apostólica. Por tanto, existe una misión apostólica o apostolici- oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una vida
dad que corresponde a todo el pueblo de Dios. «La vocación santa, en la abnegación y la caridad operante» (LG 10). Y de-
cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al apos- fiende que el sacerdocio común de los fieles y el jerárquico se
tolado» (AA 2). «Los fieles, en tanto incorporados a Cristo por diferencian «esencialmente, y no solo en grado» (Ibid. 10). De-
el bautismo, integrados al pueblo de Dios y hechos partícipes, a
su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, (5) Cf. LG 30; AA 3.
ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo (6) Alguna bibliografía fundamental al respecto: J. COLSON, Sacerdoce
du Christ et ministres de l'Evangile, 78-79. 126-129...; H. SCHLIER, Grundele-
mente des priesterliches Amtes im N.T., 97-100; H. SCHÜTTE, Amt, Ordination
tiana y sus ministros, 425-426; I. DE LA POTTERIE, Origen y significado del und Sukzession, 353-356; VARIOS, Teología del sacerdocio. II. Sacerdocio mi-
término «laico»: en I. DE LA POTTERIE-S. LYONNET, La vida según el Espíritu, nisterial y laical, Burgos 1970; J. A. ESTRADA, El ministerio y el sacerdocio
Sigúeme, Salamanca 1967, 15-32; K. RAHNER, L'apostolato dei laici: Saggi sulla del pueblo de Dios: Diálogo Ecuménico 55/56 (1981), 263-286; G. DE ROSA, Vol
Chiesa, Roma 1966, 213-265; U. VON BALTASAR, // laico e la Chiesa: en Spon- siete un sacerdozio regale, Cittá Nuevo Editrice, Roma 1979; Número mono-
sa Verbi, 1972, 311-326; D. BONIFACI, «Sacerdozio-laicato» negli svilupi dell'- gráfico de Lateranun 1 (1981), 1-324: Sacerdozio comune e sacerdozio minis-
ecclesiologia di Congar: Lateranutn 1 (1981), 190-198. terlale: unitá e specificitá.
422 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA...
423
jando a un lado las discusiones al respecto, digamos que la dife- Todos portamos carismas*:
rencia no está ni en que uno sea real (el jerárquico) y otro es-
piritual (el de los fieles); ni en que aquel sea sacramental, mien- El Espíritu, don escatológico de Cristo, es la inmediatez au-
tras este no lo es (los dos se basan en un sacramento); ni en todonante y actuante del mismo Cristo, en vistas a la realización
que el uno pueda ofrecer, y el otro solo «concurrir» (pues los de la salvación, por medio de la corporeidad histórica de la Igle-
dos ofrecen y celebran); ni en que el uno suponga una «ontolo- sia, desde la acción personal a la que mueven la unidad y diver-
gía cristiana» distinta del otro (pues los dos se basan en una sidad de carismas en los miembros de la comunidad eclesial. La
ontología bautismal común). La diferencia está más bien en que fuente de donde proceden los diversos dones espirituales y ca-
el ministro ordenado hace todo lo que puede hacer el no orde- rismas es el mismo y único Espíritu, que actúa y distribuye a
nado, y aquello que ministerialmente le corresponde, pero des- cada uno sus dones como le parece (1 Co 12,11), en una libertad
de una consagración y capacitación sacramental-eclesial original y variedad (12,4-10; Rm 12,6-7) que, lejos de contradecir la uni-
o especial (sacramento del orden), que le permite representar dad, edifica en el amor (12,7. Cf. cap. 13). Todos los carismas son
y ofrecer, significando especialmente la capitalidad y presiden- para el provecho común y el servicio en el amor (ágape). Y todos
cia de Cristo, a través del ejercicio de unas funciones concre- los miembros del Cuerpo, incluso los más débiles, tienen algún
tas que sólo él, como tal representante simbólico, puede con don o carisma que ayuda y sirve a su crecimiento (12,27-30). Na-
pleno derecho ejercer: en concreto, presidir la Eucaristía y la die tiene derecho a ahogar o mutilar los verdaderos carismas de
reconciliación eclesial. los hermanos. La Iglesia es la comunidad de quienes se acogen
y animan, en un discernimiento caritativo, al desarrollo de los
propios carismas para la edificación. En el interior del ágape
Todos somos responsables del servicio: que debe unir a la comunidad y del que todos son responsables,
va perfilándose la diversidad de funciones en el Cuerpo, que re-
La expresión clave o la categoría fundamental que da sen- quiere una responsabilización común, en la medida en que cada
tido, que condensa y articula la pluralidad de dimensiones de la uno tiene una parte activa, grande o pequeña, en el funcionamien-
misión, es «Diakonia»7. La economía de la salvación tiene una to del Cuerpo (cf. PO 9). El apostolado, la participación y co-
estructura diacónica, que se manifiesta de modo inigualable en rresponsabilidad de los laicos en la edificación de la Iglesia,
Cristo (Fil 2,6-8), y se prolonga históricamente en la Iglesia de tiene también su fundamento en el Espíritu y en la unidad-diver-
Cristo. La Iglesia, en cuanto continuadora de esta historia de sal- sidad de dones o carismas necesarios para la edificación de la
vación, es constitutiva y esencialmente diaconía y servicio, tie- Iglesia. «Para practicar este apostolado, el Espíritu Santo... da
ne por misión hacerse servicio en el amor, y amar sirviendo co- también a los fieles dones peculiares... de forma que todos y
mo el mismo Cristo. Con otras palabras, esto significa que la cada uno, según la gracia recibida, poniéndola al servicio de los
Iglesia, llamada a ser «sacramento de salvación» para el mundo, demás, sirvan... para la edificación de todo e! Cuerpo en la ca-
sólo puede serlo desde la actitud y los actos de servicio de to- ridad. Es la recepción de estos carismas, incluso de los más
dos sus miembros. «Para ser sacramento de salvación, la Iglesia sencillos, la que confiere a cada creyente el derecho y el deber
tiene que ser enteramente ministerial». Y esta ministerialidad de ejercitarlos para bien de la humanidad y la edificación de la
de la Iglesia entera supone la responsabilidad y participación de Iglesia» (AA 3. Cf. LG 12).
todos en las funciones que dan origen a los diversos servicios y
ministerios (Cf. LG 24-27). El cristiano, todo cristiano, antes que c) Contradicciones en el ejercicio de la corresponsabilidad:
nada es un «ministro» del amor de Dios respecto a los hombres,
y por lo mismo un servidor del amor de los hombres entre sí La corresponsabilidad no es teoría, es ejercicio compartido
y para con Dios. La capacidad de edificación y crecimiento de la y activo de la responsabilidad, en aquellas áreas ministeriales o
Iglesia se manifiesta en la capacidad de promoción y reconoci- funciones principales que realizan la misión: servicio de la Pala-
miento de los diversos servicios-ministerios. bra = enseñar; servicio del culto = santificar; servicio de la direc-
ción-caridad = regir. Estas funciones competen, en diverso grado
(7) Recuérdese cuanto dijimos e nel cap. IV, al hablar de «El servicio (8) Téngase en cuenta lo explicado en otros momentos. Cf. H. SCH0R-
(diakonia) como clave explicativa y centro de sentido del ministerio». Puede MANN, Die christlichen Gnadengaben in den paulinischen Gemeinden, Leipzig
verse AA.W., Martyria, leiturgía, diakonia, Mainz, Mathias Grünewald 1968. 1965.
424 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 425

y medida, a todo el pueblo de Dios. La jerarquía, ejerciendo su verdad que a la jerarquía le corresponde enseñar con autoridad
tarea de enseñar, santificar y regir no hace sino desempeñar, a y de forma pública la verdad revelada. Pero la corresponsabilidad
nivel de la responsabilidad que le compete al ministerio ordenado exige que a esta tarea sean también asociados los laicos. Tanto
en sus grados diversos (episcopado-presbiterado), aquella misma unos como otros deben «ex officio christiano» cumplir y cola-
función básica que corresponde a todo creyente por participar borar en la tarea, aunque cada uno según su carisma, función y
en la función profética, sacerdotal y real del mismo Cristo 9 . En- ministerio 10. Y esta colaboración responsable no puede reducirse
tre el servicio del pueblo de Dios y el de la jerarquía no debería a aprender y enseñar lo que la jerarquía decide sobre los conte-
existir contradicción, ni separación, ni desconocimiento, ni de- nidos de la fe, sino también a estudiar, clarificar y determinar,
sarmonía... sino colaboración, corresponsabilidad y acción co- juntamente con la jerarquía, cuáles son esos contenidos de fe,
mún. Sin embargo, las contradicciones entre la afirmación teó- sobre los cuáles la autoridad apostólica, como depositaría más
rica de la corresponsabilidad y su realización práctica son pa- directa de la revelación, tendrá la última palabra. Ya lo veíamos
tentes en las tres funciones señaladas: la de enseñar - » orden en otro momento: siempre existieron laicos doctores, investiga-
del «saber»; la de santificar -» orden del «valer»; la de gober- dores y maestros de la fe. Pero normalmente los laicos fueron
nar —> orden del «poder». Sólo puede hablarse verdaderamente los grandes «ignorantes de la doctrina». El saber estaba reser-
de corresponsabilidad, cuando se está dispuesto a capacitar a vado a los clérigos, la doctrina a los jerarcas, la enseñanza a los
los demás, y a crear el espacio necesario para ejercerla. Veamos doctores (cf. «doctores tiene la Iglesia que te sabrán respon-
lo que sucede en cada uno de los órdenes señalados, aún recono- der»). Hoy, con la extensión a los laicos del saber teológico (fe-
ciendo desde el principio los enormes pasos dados al respecto nómeno de los «teólogos-laicos»)11, y con la mayor formación y
después del Vaticano II, y la diversidad de situaciones y realiza- educación de la fe de los fieles, la Iglesia debe aprender a
ciones según las distintas comunidades. ejercer la corresponsabilidad en este campo de nuevo. El domi-
nio clerical ejercido por el «saber», debe ceder paso al servicio
En el orden del «saber»: a la Palabra compartida por todos.

El servicio de la Palabra compete a todo el pueblo de Dios. En el orden del «valer»:


De este servicio nace, se alimenta, y crece la fe. Todos en la Igle-
sia somos deudores de la Palabra y buscadores de la perfección El servicio de la santificación no es exclusivo de la jerar-
de la fe. A la jerarquía le corresponde servir a esta palabra y a quía, desde el momento en que la principal participación del úni-
esta fe de modo especial: enseñando, predicando, discerniendo, co sacerdocio de Cristo se da en el pueblo de Dios (cf. 1 P 2,9),
animando, conservando y haciendo crecer... para que todos lle- y todo cristiano puede ser vehículo o medio de santificación y
guen al conocimiento pleno de la verdad, a la fe viva y verdadera. de gracia para los demás n. Sin embargo, por el hecho de haber
Pero de hecho, la jerarquía cumple esta función más desde una concebido al sacerdote como persona sagrada, con poderes ex-
posición de «saber» que se impone, que desde una actitud de clusivos para la administración de los sacramentos, únicos me-
servir que promueve. El que sea la jerarquía (obispos y sacerdo- dios de gracia, los fieles han venido también a considerar que el
tes) la que, casi con exclusividad, piensa, sabe, enseña, marca único orden del «valer» era aquel que representaba el clero (rea-
los límites de la verdad... mientras a los fieles les corresponde lidad sobrenatural, mundo divino, salvación definitiva), mientras
casi únicamente el escuchar, aprender, recibir la enseñanza...
crea una tal situación de dependencia, de desigualdad, cuando no (10) Cf. Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del lateado, 356-367.
de dominio, que hace verdaderamente difícil, o quizás imposible, La distinción que repite una y otra vez Congar entre función «ex officio» y
la corresponsabilidad verdadera en el orden de la Palabra. Es función «ex spiritu» no nos convence por expresar deficientemente la rea-
lidad de que se trata.
(11) La extensión de este fenómeno, sobre todo en centro-europa es
(9) Es evidente que tanto los obispos (CD 11 ss.), cuanto los sacerdo- significativa. Cf. M. GARTMANN, *La¡en»-Teologen in der Gemeindepastoral,
tes (PO 1. 4-6), cuanto los fieles (AA 3, 6, 16; AG 15) participan de la misma Patmos, Dusseldorf 1981; L. KARRER, Laientheologen in kirche und Gesell-
función profética, sacerdotal y real de Cristo, aunque al hablar de los mi- schaft: Stimmen der Zeit 4 (1981), 268-278.
nistros ordenados haya que decir que su función se realiza en «enseñar, san- (12) El Vaticano II, en AA. 6, dice: «... el apostolado de la Iglesia y
tificar y regir», representando de modo especial a «Cristo Maestro, Sacerdote de todos sus miembros se ordena a manifestar... el mensaje de Cristo y a
y Rey». comunicar su gracia».
426 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
427
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA...

el representado por los laicos (realidad secular, tareas humanas, merosas contradiciones reales: la jerarquía, el clero, sigue sien-
mundo terreno) quedaba relegado a muy segundo plano. De do el que tiene el poder y lo ejerce las más de las veces en so-
aquí se comprende el que una gran masa de fieles siga identifi- litario; el que decide, manda e impone; el que «siempre vence»
cando Iglesia con clero, y santificación con culto, y orden sagra- y tiene la «última palabra» en aquellos asuntos y órganos donde
do con orden del «valer». De aquí se deduce igualmente por qué se decide el futuro de la comunidad.
el clero es tan celoso del área del poder de lo sacramental; y
por qué ha monopolizado tanto las funciones y ministerios li- Mientras esto siga siendo así en la vida real, es práctica-
túrgicos; y por qué los seglares siguen teniendo tan poco que mente imposible que la corresponsabilidad sea una verdad llena
decir en las cuestiones de la ordenación litúrgica. Es cierto que de contenido. Los fieles, con demasiada frecuencia, o declinan su
hoy se ha superado en gran parte el antiguo concepto de sacra- responsabilidad, o se sienten impedidos para ejercerla, o desilu-
lidad, y que el sacerdote ha recuperado su dimensión secular, sionados por asumirla. La sospecha o la verdad de sentirse con-
al mismo tiempo que los seglares tienen acceso a múltiples fun- siderados como simples «colaboradores»-ejecutores de las deci-
ciones antes reservadas al clero (v.gr. ministro extraordinario de siones tomadas por la jerarquía, y sometidos a una práctica cle-
la comunión). Con todo, es difícil hablar todavía de verdadera ricalización, les lleva a veces a buscar caminos paralelos de vida
corresponsabilidad, pues, si por un lado los laicos carecen con y ordenación comunitaria. Mientras la Iglesia siga interpretando
frecuencia de una formación litúrgico-sacramental, por otro se la función real de los fieles, simplemente como sometimiento a
ven sometidos a los sacerdotes, que son los que en definitiva Cristo y obediencia a los representantes de Cristo, no será posi-
deciden cómo y cuándo debe celebrarse, movidos a veces por ble una verdadera corresponsabilidad. Se dirá, con razón, que
una concepción más subjetivista y personalista, que «objetiva» y dicha función significa, sobre todo, el dominio sobre sí mismo y
en correspondencia con la naturaleza de la celebración de que sobre las realidades temporales. Pero sería preciso reconocer
se trata. A la «dictadura ritual» precedente, ha seguido con harta algo más: que también implica, en alguna medida, la participa-
frecuencia una «dictadura personal dispersante», que impone a! cinó real en el poder de dirección y gobierno de la Iglesia. Sólo
pueblo un modo de celebrar, o bien sin referencia objetiva-nor- cuando esto comience a darse de modo correspondiente a la fun-
mativa, o bien sin la flexibilidad y adaptación necesarias. En cual- ción, capacidad, y circunstancia de cada uno, podrá decirse que
quier caso, las más de las veces, al pueblo no se le escucha ni la corresponsabilidad de este campo no es una simple espe-
se le explica, no se le prepara ni para participar ni para ofrecer. ranza de futuro 13.

En el orden del «poder»: d) Medios para promover un ejercicio real de la corresponsa-


bilidad:
El servicio de la presidencia o dirección de la comunidad,
aún siendo lo más específico del ministerio ordenado, no es tan Si estas son las contradicciones reales de la corresponsa-
exclusivo que se niegue a los seglares toda posible participación bilidad, ¿cuáles son los medios para superarlas? No es fácil
y colaboración (recuérdense los casos ya existentes de seglares crear de repente unas actitudes, o instrumentar de improviso
responsables de la comunidad en África, Latinoamérica, Asia, e unos dispositivos, que salven las distancias entre teoría y
incluso Europa central). Además, es preciso tener en cuenta que praxis. Pero sí es posible empezar a crear las condiciones en
presidir o dirigir la comunidad no es ejercer un dominio sobre las que la corresponsabilidad deje de ser una afirmación o ense-
ella, ni estar «enfrente» de ella como quien dicta y oprime (cf.
Me 10, 42-43 par.), ni imponerse a ella como quien «ordena y (13) Esta participación se dio, como vimos, en los momentos de la
manda». La potestad de regir es la capacidad de servir, no la fa- unión de la Iglesia con el poder civil, en la función desempeñada por algunos
cultad de imponer. Y el servicio evangélico, irreductible a toda laicos en concilios. . Congar deduefa de su análisis de datos, que siempre se
potestad humana, supone entre otras cosas la acogida y ayuda han unido el polo jerárquico y el comunitario, en una u otra forma, lo cual
fraternal, la autodonación desinteresada, la promoción de los es cierto. Pero su distinción entre «realeza trascendente» (pertenece más a
dones de los demás, la animación de la unidad en la diversidad, la jerarquía, y en ella los laicos participan obdeclendo) y «realeza Inmanente»
la apertura a una participación responsable en la dirección, la (pertenece más a los laicos que participan con el diálogo, opinión, consejo...),
coordinación armónica de carismas y servicios, de funciones y no nos parece convincente. Cf. Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del
ministerios... Pero este «ideal» (utopía) sufre con frecuencia nu- laicado, 275-320. Estudio de esta concepción: P. GUILMOT, Fin d'une Église
cléricale, 221-252.
428 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 429

ñanza contradictoria con la realidad. Estas condiciones podrían


superado el falso concepto de sacralización y el exagerado celo
centrarse en la posibilitación del acceso al saber, al valer y al
clerical de «reserva del poder sagrado». No se trata de quitar
poder de todos los miembros del pueblo de Dios, lo cual se con-
el relieve, renegando de la especificidad sacerdotal del ministe-
cretaría en la posibilidad de prepararse y de desempeñar real-
rio ordenado, sino de acentuar lo propio, valorando la responsa-
mente y en plenitud los ministerios para los que ha sido conce-
bilidad «sacerdotal» de todos los miembros del pueblo de Dios.
dido el carisma, y que son necesarios para una respuesta a las
Esta responsabilidad se manifestará, por ejemplo, en el desem-
necesidades y una integral realización de la misión de la Iglesia.
peño de los diversos ministerios litúrgicos (lectorado, acolitado,
ministro extraordinario de la comunión, encargado de la colecta,
Acceso al saber: cantor...), e incluso en la responsabilidad de ordenar la asam-
Supone que la Iglesia ofrece los medios necesarios (Facul- blea celebrante (asambleas dominicales sin sacerdote, celebra-
tades, Escuelas universitarias de teología, Centros teológicos ciones de la Palabra, predicación, algunas celebraciones sacra-
de nivel diocesano, o interdiocesano, Escuelas de catequistas...) mentales...), siempre que sea necesario para la existencia y la vi-
para la formación teológica de los seglares, y propone los cau- da de la comunidad. Este acceso al «valer» (porque «vale» lo mis-
ces correspondientes (posibilidad de ser profesor de teología mo que si lo hiciera el cura) debería ser posibilitado y promovido
o de religión, de ofrecer un cargo de responsabilidad pastoral por la misma Iglesia (instituciones anteriormente citadas), y esto
a nivel diocesano, o zonal, o parroquial de desempeñar la ta- no sólo porque hace verdadera la corresponsabilidad, sino tam-
rea de educador de la fe o de catequista...) para una realiza- bién porque previene contra la indigencia. La ambigüedad que
ción proporcionada de la función de servicio a la Palabra. Sólo podría producirse por el hecho de encomendar a los laicos un
cuando existan verdaderos «teólogos laicos», a quienes se les máximo de actividad pastoral-litúrgica, sin una inserción sacra-
reconoce en plenitud su valor y capacidad, sus deberes y sus mental correspondiente en el ministerio, tal vez habría que solu-
derechos, en total equiparación con los «teólogos clérigos», cionarla abriendo, desde esta realidad, nuevos caminos para el
sólo entonces podrá decirse que el «saber» no es un mono- mismo ministerio ordenado, teniendo siempre en cuentas las cir-
polio clericalista, ni una forma de ejercer el dominio sobre los cunstancias y necesidades. Una cosa es cierta en cualquier caso:
laicos. El seglar debe poder comprender la Palabra, y discer- sólo cuando se valora la «ofrenda» de los laicos, su ser «leitour-
nir la doctrina, y enseñar el Evangelio, y proclamar el mensaje, gia» en la vida, su participación cultual, su formación para los
y profundizar la fe, y comprometerse en la enseñanza de la Igle- ministerios su colaboración en ordenar la celebración, su desem-
sia... lo mismo que los obispos y sacerdotes, aunque desde su peño de todo lo que les corresponde... sólo entonces podremos
específica situación eclesial. Su función en absoluto tiende a hablar rigurosamente de corresponsabilidad en el servicio li-
suplantar o a homologarse con la de la jerarquía, pero exige ser túrgico.
necesariamente complementada con ella. Los laicos pueden y
deben tener un puesto, no pasivo de oyentes sino activo de par- Acceso al poder:
ticipantes, en todos aquellos organismos, instituciones, asam- La Iglesia, ordenada jerárquicamente, debe edificarse sobre
bleas, acciones, en y por los que se realiza el servicio a la Pala- un modelo de relación entre comunidad-ministerios, fraternidad-
bra. Lo cual requiere no sólo una formación y capacitación «a servicios. Desde esta concepción eclesiológica, el acceso al po-
pari» con el clero, sino también una valoración, no condicionada der no es la posibilidad de un ejercicio de autoridad, sino la
ni por la historia ni por el «prestigio social» del sacerdote, de disposición aceptada y reconocida para una acción de servicio.
sus aportaciones en la función correspondiente. De esta disposición nace la encomienda de unas funciones y
el compromiso de unos ministerios. La comunidad debe tener
Acceso al valer: tantos ministerios cuantos sean necesarios para su plena reali-
zación como comunidad cristiana. En la medida en que estos
La función de santificar no es exclusiva de los sacerdotes, ministerios «proceden» o son determinados por la comunidad
aunque a ellos se reserve el «poder» de celebrar la Eucaristía (que en sí y como tal comunidad de ministerios procede radical-
y la Penitencia, y ellos sean los principales responsables de la mente de Cristo y el Espíritu), en esa medida es la comunidad la
función cultual a sus diversos niveles. En alguna medida, el se- que permanentemente tiene acceso al poder, colabora con la
glar debe tener acceso al «valer» de las cosas santas, una vez función de dirección, corrige las tentaciones de dominio, se res-
430 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 431

ponsabiliza de la misión, toma parte en las decisiones. El «acce-


tores; y un deseo de participar activa y responsablemente en la
so al poder» es, por tanto, la capacitación y posibilidad de par-
misión y las tareas de la Iglesia.
ticipar responsablemente en las tareas (ministerios) y en los ór-
ganos de decisión (consejos diocesanos, parroquiales) desde los Es preciso contar con las posibilidades y las resistencias de
que se configura la vida de la comunidad, y en los que se decide todo el pueblo de Dios a la hora de promover la corresponsabi-
su propio futuro. Sólo con una participación no discriminada ni lidad. La tarea no es de unos pocos, es de todos. Pero, hoy más
marginal, consciente y activa, comprometida y responsable, pue- que nunca, esta tarea debe tener su centro de acción, no tanto
de afirmarse que la corresponsabilidad es verdadera. Sólo cuan- en los clérigos cuanto en los laicos, en la comunidad total. Los
do los laicos tengan, desde su campo de expertos, una palabra seglares no pueden ser ni el apéndice de la Iglesia, ni la clien-
eficaz que decir, y una colaboración activa que prestar, en aque- tela del clero. Ellos tienen que ser el centro de la misma vida
llos «lugares» donde se decide el futuro de la Iglesia, sólo en- eclesial, que se genera, promueve y renueva desde sus impul-
tonces podrá decirse que han dejado de ser meros ejecutores sos y necesidades, por la gracia del Espíritu. Es preciso dejar
de las decisiones tomadas por la jerarquía, y que tienen «acceso de hablar tanto de corresponsabilidad, y comenzar a actuar co-
al poder» al nivel que les corresponde. rresponsablemente. Porque, una de dos: o los seglares llegan a
responsabilizarse hasta donde sea necesario de la misión de la
e) Conclusión: Iglesia, o la misma Iglesia se verá imposibilitada de cumplir su
misión. La falta de sacerdotes no debe ser tanto una razón para
Las distancias entre el «ideal» perfilado y la realidad cons- el lamento, cuanto un motivo interpelante para la renovación del
tatada son muy grandes. Es preciso desencadenar la fuerza utó- modelo de Iglesia y de su propia configuración ministerial.
pica de este «ideal», sin permitir que se frustre la esperanza. Por
otro lado, la verificación práctica siempre encierra un «plus» de b) ¿Qué ministerios laicales deben promoverse e instituirse?
significatividad, cuyos sentidos es preciso tener el coraje de de-
sarrollar, impulsándolos hacia su plena realización y manifesta- Hemos diüho anteriormente que los ministerios son el cau-
ción. La corresponsabilidad discurre en la tensión permanente ce más importante para la realización de la corresponsabilidad
entre el deseo y la impotencia, entre la obligación y la necesidad. de todo el pueblo de Dios. Después de todo lo tratado a lo largo
del libro, estamos ahora en condiciones de preguntarnos y res-
Existen numerosos obstáculos clericales para la realización pondernos a la siguiente cuestión: ¿A qué ministerios nos re-
de este proyecto eclesial: celos y complejos sacrales, mecanis- ferimos en concreto? Si la corresponsabilidad de todo el pueblo
mos de defensa, renuncias de responsabilidad, afán descontro- de Dios tiene su expresión privilegiada en los ministerios laica-
lado de clericalización, resistencia a la palabra y la colaboración les, ¿cuáles son estos ministerios? ¿Qué servicios laicales me-
crítica, desconfianza en la capacidad de los seglares... Pero tam- recen en rigor el calificativo de «ministerios»?
bién existen en el mismo clero profundos y sinceros deseos de
compartir las responsabilidades: nunca abundaron tantas llama- Es indudable que en los últimos años se percibe un cierto
das a los seglares, y tanta voluntad de colaboración, de respon- abuso o inflación de la palabra «ministerio», que produce ambi-
sabilidad compartida, de diálogo y de intercambio, de cercanía güedad, cuando no confusionismo. Los carismas y servicios se
y acogida. confunden fácilmente con los ministerios. Lo mismo se califica
de «ministerio» al desempeño esporádico de una función acceso-
Por parte de los seglares, existen igualmente no pocos obs- ria (v.gr. contar el dinero de la colecta un día especial) que a la
táculos a la corresponsabilidad: desde la indiferencia a la des- entrega permanente y la función pastoral del ministerio ordena-
confianza, desde la comodidad a la pereza, desde la carencia de do. La expresión se vacía de contenido, cuando se aplica a reali-
medios hasta la ausencia de estímulos, desde el mediocre sen- dades tan diversas. La función se desdibuja, cuando ya no res-
timiento de pertenencia hasta el frágil compromiso de la fe, des- ponde al nombre que la califica. Si todo es «ministerio», ya no
de el «para eso les pagan» hasta el «que se me ha perdido a lo es nada. Es preciso, pues, una clarificación práctica, que con-
mi»... Y también se detectan en su actitud no pocos aspectos crete la clarificación teórica que ya hemos dado en otros mo-
positivos: una conciencia más clara de su puesto y función en la mentos 14.
Iglesia, de su responsabilidad y sus tareas, de sus derechos y
deberes; una resistencia a sentirse miembros pasivos y recep- (14) Véase lo que decíamos al distinguir entre «ministerio general»,
MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
432 MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 433

a) Criterios para una individuación de los principales ministe- liza en la diversidad, la diversidad se unifica en la articulación, y
rios laicales: la articulación se realiza por la complementariedad. Ni sería bue-
Creemos necesario enunciar tales «criterios», de manera no renovar un solo ministerio laical, ni eficaz renovar muchos
que se justifique la denominación de «ministerios» a determina- pero desconectados.
dos servicios.
La importancia histórica:
Las funciones de la misión:
La Iglesia no se inventa ahora los ministerios laicales. Su
Si es verdad, como hemos venido afirmando constantemen- experiencia histórica le permite decantar los que han tenido una
te, que la misión de la Iglesia, jerarquía y fieles, se cumple por decisiva y permanente importancia, y los que han sido propios
la realización de la triple misión profética, sacerdotal y real, al de un momento histórico-cultural concreto. A la hora de indivi-
nivel correspondiente... esto quiere decir que los servicios lai- duar los ministerios no pueden olvidarse, por ejemplo, ni la fi-
cales a los que califiquemos de «ministerios» deberán expresar gura ministerial del «catequista» (doctor, lector, maestro), ni la
y realizar de modo personal y significante, las tres funciones in- figura del «acólito» (subdiácono, ostiario), ni la figura del que
dicadas. Es decir, para expresar de modo adecuado la participa- sirve en la caridad (séniores, encargados de colectas, diáconos).
ción de los seglares en la realización de la misión a través de Tendrán uno u otro nombre, aparecerán con esta o con aquella
sus tres funciones, es preciso que se signifique y aparezca tal frecuencia, ejercerán de este modo o del otro su función... Pero
participación, de modo tipificado y referente, en tres ministerios siempre han existido como constantes ministeriales del pueblo
laicales, que sean para toda la comunidad como la «anamnesis» de Dios. El que durante largos siglos hayan sido en gran parte
permanente de sus compromisos y tareas eclesiales. Debe haber, monopolizados por el clero, no quiere decir, ni que no se hayan
pues, al menos tres ministerios laicales: uno que signifique y ejercido de algún modo, ni que hayan desaparecido de la escena
realice más el orden de la Palabra, otro el orden del culto, y otro de la Iglesia.
el orden de la caridad.
La destinación comunitaria:
La unidad y diversidad:
En la Iglesia primitiva no existían «ministerios decorativos»,
Lo mismo que la misión es una y diversas las funciones, así ni ministerios sin función, ni función ministerial sin comunidad.
los ministerios laicales deben configurarse sobre la unidad fun- Los ministerios son de la comunidad y para la comunidad. Y así
damental de exigencias, de objetivos, de dignidad, de reconoci- como no hay «ordinatio» sin llamada y destinación a la comu-
miento eclesial y de investidura ritual..., y sobre la diversidad nidad, tampoco hay «institutio» sin referencia y servicio a la co-
necesaria de dones y cansinas, de funciones y de necesidades. munidad concreta. Pensamos igualmente que un criterio elemen-
Si en la Iglesia sólo se renovara un ministrio laical (v.gr. el Acó- tal y básico para la individuación de verdaderos ministerios lai-
lito), o diversos ministerios pero pertenecientes a sólo un orden cales, de ministerios-eje, es que tales ministerios se desarrollen
de la misión (v.gr. la Palabra), además de crearse un desequili- y realicen en la pertenencia y el servicio a una comunidad con-
brio de acción pastoral, se crearía también un desequilibrio sig- creta. Así, entre el servicio de quien enseña en un colegio y el
nificante, ya que sólo aparecería en la visibilidad ministerial lai- del que catequiza en una parroquia, no dudamos en calificar con
cal un aspecto, y no la totalidad de la misión. En la articulación más rigor de «ministerio» al segundo. Y entre el servicio de quien
y complementariedad de todos y sólo aquellos ministerios lai- prepara unas moniciones ocasionales para un grupo, y el del que
cales, que sean necesarios para realizar y significar la misión cada semana sirve a la comunidad durante la Eucaristía, también
en plenitud, puede decirse que se encuentra un criterio fundamen- habrá que designar como «ministerio» más al segundo que al
tal de individuación de los ministerios laicales. La unidad se rea- primero. Ministerios laicales de verdad sólo son aquellos que
proceden, pertenecen, se realizan y sirven a la comunidad de
forma permanente, en cualquiera de las áreas de la misión. La
«ministerio determinado», «ministerio instituido» y «ministerio ordenado», comunidad tiene primacía sobre el ministerio. No se busca una
cap. II. Sobre la confusión y ambigüedad en el uso actual de otros términos,
como «comunidad», «catecumenado», cf. D. BOROBIO, Proyecto de iniciación
comunidad para un ministerio preexistente, sino que se crean
cristiana, Desclée de Brouwer, Bilbao 1979, 209-211. los ministerios, porque los necesita una comunidad concreta.
434 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA...
435
Las necesidades de la comunidad:
mente la presidencia) y más propio que el de «Asistente de
Hemos repetido una y otra vez un principio capital: toda pastoral» (ya que la asistencia y la acción pastoral son comunes
comunidad cristiana debe tener aquellos ministerios que necesita a todos los ministerios) 16 . Es verdad que todo el que desempeña
para realizarse como comunidad, cumpliendo su misión. Aún un ministerio debe ser «responsable», pero es evidente que aquí
existiendo una estructura y ordenación ideal de ministerios lai- se trata de una responsabilidad principal, que se cualifica por
cales para toda comunidad cristiana, siempre será preciso tener serlo respecto a un grupo o una comunidad, de donde puede
en cuenta la posibilidad de un más o un menos, de un así o de precisarse «Responsable de grupo» o «Responsable de comuni-
otra forma, según las circunstancias, la situación de fe, el núme- dad». El mismo Pablo VI en la «Evangelii Nuntiandi» se refería a
ro de fieles, la prioridad de la función, las posibilidades reales. los «jefes de pequeñas comunidades», «responsables de movi-
Es preciso proceder siempre con gran realismo pastoral, sabien- mientos apostólicos u otros responsables» (n. 73). Y, por otro
do que más vale pocos ministerios con contenido, función y lado, es evidente que al calificar un ministerio de tal modo, se
puesto real, que muchos «ministerios» sin función, sin capaci- indica expresamente la función que le compete de modo priori-
dad o sin competencia. Nunca podrán plantearse los ministerios tario: asumir la responsabilidad de hacer que la comunidad exis-
laicales de igual modo en una parroquia urbana, con gran número ta y se realice, animar su vida para que se edifique y crezca.
de fieles, con grandes problemas laborales o educativos, con múl-
tiples necesidades y medios personales y materiales... que en El Responsable tendría como funciones específicas:
una parroquia rural, con un número reducido de fieles, donde el
sacerdote juega un puesto especial, con apenas medios persona- — La animación y capacitación de los miembros de la co-
les y materiales. Y será así mismo muy diferente una comunidad munidad cristiana, para cumplir con sus responsabilidades
sin sacerdote en Europa, que una comunidad sin sacerdote en en el campo de la familia, de la Iglesia y del mundo.
África... — La promoción, en colaboración con el sacerdote, de los
diversos servicios que se necesitan en la comunidad concre-
b) Ministerios laicales para hoy: ta para realizar su misión, bien sea en el orden de la Pala-
bra, de la Caridad o del Culto.
Desde los criterios expuestos, ya se comprende cuáles
deben ser los ministerios laicales, pensando sobre todo en el — La formación de grupos diversos y la proposición de ini-
tipo más general de parroquia urbana en las modernas ciudades ciativas que conduzcan a la renovación de la vida de los
de nuestros días. Estos ministerios son cuatro, y creemos pueden miembros y de la comunidad entera.
calificarse del siguiente modo: el Responsable (orden de la — La responsabilizaron de aquellas pequeñas comunidades
dirección), el Catequista (orden de la Palabra), el Animador del o grupos que, deseando renovar su fe y vida cristiana, no
culto (orden cultual), y el Asistente (orden de la caridad)1S. Pero, sólo reciben una catequesis, sino que también emprenden
¿por qué esta determinación, y cuáles serían las funciones y diversas actividades, que reclaman un responsable coor-
condiciones para tales ministerios? dinador.
— La planificación y programación, junto con el sacerdote(s)
El Responsable:
y con los miembros del Consejo de la comunidad parroquial,
El ministerio del Responsable se sitúa en el orden de la de los objetivos, los dispositivos y las acciones de la comu-
dirección; significa y representa la participación de los laicos en nidad.
el gobierno y ordenación de la vida eclesial; y desempeña su ac-
tividad sobre todo en el campo pluridimensional de la animación (16) Sobre las funciones atribuidas al «Asistente de Pastoral» en los
de la vida comunitaria. El nombre de «Responsable» nos parece países de habla alemana: CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Dle pustora-
más adecuado que el de «Jefe» (ya que esto indica más directa- len Dienste in der Gemelnde, l.c; ID., Rahmenstatut für Pastoralrcloronien
(innen) in den Bistümern der Bundesrepublik Deutschland: Pressedlonst des
Sekretariats der Deutschen Blschofskonferenz (Dokumentation), vom. 12. 12.
(15) Diversos autores coinciden en señalar, con una u otra formulación, 1978-XXXVI/78. Cf. P. J. CORDES, Pastoralasistenten und Diakone: Stlmmen
estos ministerios laicales: E. SCHILLEBEECKX, Das kichliche Amt, 194-203; der Zeit 6 (1977), 389-401; F. KLOSTERMANN, O/e pastoralen Dlonsto houte,
J. M. TILLARD, Église catholique et pluriformité des ministeres, l.c, 10-13. 169-171. 282-287. 298-303.
MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES
436 MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 437

— La representación de la misma comunidad en aquellas — Desde un punto de vista cristiano, el Responsable debe
acciones o conflictos con la sociedad civil, o en asuntos tem- ser una persona de fe viva, de probado testimonio y ejem-
porales, en los que se precisa una relación «oficial», desde plo, en la vida social y pública, participante fiel en las cele-
un interlocutor válidamente aceptado. braciones litúrgico-sacramentales de la comunidad, con ma-
— El consejo y ayuda familiar, orientando sobre los proble- durez suficiente para discernir entre lo evangélico y lo an-
mas que se plantean, y ordenando las acciones tendentes tievangélico, en sintonía con la enseñanza fundamental y las
a renovar y animar la vida de la familia cristiana. normas de pertenencia a la Iglesia.
— La participación y mejor, dirección del Consejo de la co- — Desde un punto de vista humano, se requiere que esté
munidad parroquial, animando el cumplimiento de las funcio- física y psíquicamente capacitado para cumplir su función:
nes que le competen. que sea capaz de escuchar, de acoger, de animar y de coor-
dinar; que sepa descubrir y discernir los carismas de los
Esta atribución de funciones tiene su pleno sentido en un
demás; que esté dispuesto a trabajar y promover el trabajo
tipo de comunidad que está presidida por un sacerdote, y que
de grupo, coordinando los esfuerzos de todos para el bien
cuenta con los otros ministerios laicales señalados. Son funcio-
común y la unidad.
nes que se mueven en una línea determinada, y que no pretenden
acumular la pluralidad de servicios a ninguno de los niveles, sino — Desde un punto de vista formativo, es preciso que tenga
animarlos todos en colaboración con el sacerdote 17 . Con ello se una preparación teológica y pastoral adecuada a la función
pretende dar significatividad-simbolización personal, en el plano que se le encomienda. Para ello debería exigirse bien los
de la corresponsabilidad seglar, a uno de los aspectos fundamen- estudios de un Centro teológico, o los de una Escuela uni-
tales de la misión apostólica. El Responsable tiene su razón de versitaria de teología, o al menos algunos cursos especia-
ser primariamente en la exigencia de tal expresión personal sig- les realizados al respecto" De algún modo, deben crearse
nificante, unida por supuesto a las necesidades de la comunidad posibilidades y debe regularse debidamente esta formación.
concreta. Y son estas necesidades las que, sin duda, perfilan y Una formación y competencia adaptados al contexto socio-
aplican las funciones señaladas, según se trate de una comuni- cultural propio son absolutamente necesarios.
dad con sacerdote o sin sacerdote, con otros ministerios laica-
les o sin ellos, en una cultura y mundo determinados o en otros... En cuanto a la relación con el sacerdote y con los responsa-
De cualquier modo, el Responsable estaría en continuidad con bles de otros ministerios, el Responsable, lejos de pretender
los «apóstoles-profetas-doctores» de la comunidad primitiva, en asumir la función del ministro ordenado, debe ayudarle y acon-
la medida en que estos no sean los jefes natos de las comuni- sejarle en el servicio de dirección de la comunidad, llegando a
dades locales; o bien se encontrarían en la misma línea de los veces donde no puede llegar el mismo sacerdote, en la tarea
«Séniores» de la Iglesia africana, en cuanto colaboradores en un de animación y coordinación de los diversos ministerios y ser-
aspecto del «gobierno» de la Iglesia local 18 . vicios. Su puesto no es ser un «auxiliar del sacerdote, sino más
bien un avanzado de la comunidad para el ejercicio corresponsa-
En cuanto a las condiciones requeridas para ejercer este mi- ble de la dirección. Y en el caso de ausencia del sacerdote, será
nisterio (supuesto que por regla general no pensamos en una el Responsable quien deberá asumir la función de dirección,
dedicación plena, y considerando que debe realizarse junto con creando y alimentando la relación-comunión con el presidente
otros ministerios laicales y no como «por encima» de los mis-
mos), nos parece que pueden concretarse en los siguientes tér-
minos: (19) En cada lugar deberían establecerse criterios al respecto. Pensamos
que no se pueden trasplantar los modelos de formación exigida de un país a
otro. El Responsable no debe confundirse con el doctor o profesor de teolo-
(17) El fallo más serio que vemos en ei «Asistente de Pastoral» es que gía. Debe haber seglares-teólogos dedicados a la ciencia teológica Pero no
se acumulan en él un sinnúmero de funciones, llevándole «de facto» a apare- todo seglar que ejerza este ministerio debe ser un teólogo, aunque también
cer como un «mini-cura» sin ordenación. Por otra parte, la super-programación pueda serlo. La pretensión de hacer que los teólogos-laicos sean los únicos
a que se somete esta figura, típica de la mentalidad germánica, hace de este que ejerzan estos ministerios nos parece exagerada. Véase: M. GARTMANN,
un ministerio excesivamente complicado. «Laien'-theologen in der Gemeinde pastoral, 31 ss., donde el autor propone y
(18) Véase lo que decíamos al respecto en su momento, pp. analiza diversos caminos de integración en la comunidad.
438 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 439

nato de la comunidad o sacerdote (en último término el obispo),


tequesis, en aquel nivel para el que especialmente asume
y animando-armonizando los diversos ministerios.
la responsabilidad: catequesis de niños, de preadolescentes,
preconfirmatoria, en los catecumenados, en la preparación
El Catequista:
prematrimonial, de adultos. El catequista instituido es aquel
El ministerio del Catequista es el que, a nuestro juicio, me- a quien se le reconoce una competencia, en colaboración
jor representa y tipifica el servicio a la Palabra por parte de los con el sacerdote, en orden a:
laicos. Aunque también desempeñan un ministerio en este orden
• programar y prever la preparación de otras personas que
el predicador laico, el profeta, el profesor de religión, el forma-
ejerzan el ministerio catequético;
dor-educador en la fe, el doctor o investigador... no nos cabe
duda que en el Catequista es donde mejor se cumplen los cri- • estudiar y determinar contenidos y métodos para su pro-
terios antes señalados. Además de representar el servicio a la pio nivel;
Palabra en aquello que tiene de más peculiar, como es el anuncio • revisar la marcha y desarrollo del plan catequético, ha-
para la instrucción y adhesión más profunda, el Catequista es el ciendo que se cumplan sus objetivos;
continuador nato de los «doctores» de la Escritura, del «doctor
audientium» de los Padres, de los «maestros de la doctrina» tra- • detectar las necesidades, y en armonía con el sacerdote,
dicionales 20 . De entre todos los servicios a la Palabra, el del procurar los medios para su solución.
Catequista es el que más directamente sirve y ofrece esta Pala- — El Catequista, en cuanto que sirve a la comunidad en ac-
bra a la comunidad, el que más la aplica a las necesidades con- to catequético, y atendiendo a la misma naturaleza de la ca-
cretas de sus miembros (catequesis a diversos niveles). Es, en tequesis, tiene las siguientes funciones básicas y perma-
fin, el que mejor aglutina los diversos servicios a la Palabra, y el nentes 21:
que mayor reconocimiento y apoyo recibe de la Iglesia, y el que
más es reclamado por las comunidades. • Función «integradora»: En general puede afirmarse que
las funciones del Catequista, desde su acción catequética
Al determinar la función del Catequista como un verdadero central de transmitir e instruir en la fe, no pueden ser más
ministerio, no estamos pensando en que a todos los que se que estas tres: educar la fe (Palabra), celebrar la fe (Culto),
dedican a dicha función les corresponda igualmente dicho título y comprometer la fe (Caridad). Así lo exige tanto la mutua
ministerial. Creemos, por el contrario, que entre todos los que integración y complementariedad de las diversas áreas mi-
en una comunidad dan catequesis o se dedican a la educación nisteriales, cuanto la necesaria referencia de la catequesis
de la fe, sólo algunos deberían ser instituidos de modo solemne a las otras formas de realización del servicio a la Palabra
y público en el ministerio de Catequista. Los demás podrán ser (evangelización = kerigma; enseñanza moral = parénesis; pre-
encargados y asumir este servicio, pero en rigor tendrían que dicación = homilía; enseñanza = didaskalia; anuncio testimo-
llamarse «educadores de la fe», o «formadores cristianos», o nial = martyria).
«ayudantes de catequesis»... Esto se comprende mejor si seña-
lamos cuales serían, a nuestro juicio, las funciones del Cate- • Función iniciatoria: Si la verdadera institución catequé-
quista: tica es el catecumenado, y la verdadera catequesis es la
iniciación, una de las funciones principales del Catequista
— El Catequista, en cuanto que es instituido por la Iglesia será la iniciatoria. Siempre se es Catequista de y para la
en un ministerio propio, tiene por función capital no solo iniciación, o de y para la re-iniciación. Ello debe manifestar-
profundizar, instruir y educar a otros en la fe, sino también
animar, coordinar, discernir e incluso preparar a aquellas a n Véanse al respecto nuestros trabajos: D. BOROBIO, Sobre el mi-
otras personas que también se entregan al servicio de la ca- nisterio del Catequista de confirmación, a.c, 33-44; ID., Función litúrgico-sa-
cramental del ministerio del Catequista: PHASE 118 (1980), 305-322. Igualmen-
te, por ejemplo: P. EMEIS, Gemelnde Theologie und Gemeindekatechese: Le-
(20) Recuérdese lo que expusimos en otro momento, pp. Cf. A.
bendlge Seelsorge 5 (1977), 213-219; D. SARTORE, Attualitá delta catechesi pa-
TURCK, Evangelisatlon et catéchése aux deux premiers siécles, París 1962;
trística per la Chiesa di oggi: Salesianum 2 (1979), 227-233. M. ABADIE, Entre
M. SAUVAGE, Catéchése et laicat, Ligel, París 1962; A. EXELER, Wesen und
profession et ministére. Les catechlstes professionelles: Lumiére et Vie 151
Aufgabe der Catéchése. Eine pastoralgeschichte Untersuchung, Freiburg 1966.
(1981), 54-63.
440 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 441

se en la actitud de apertura y acogida, de progresividad y orando; debe explicar los símbolos desde la celebración y
avance, de ¡niciandos y al mismo tiempo de iniciadores. para celebrarlos...
Puesto que es patente la existencia de muchos cristianos
bautizados, pero no suficientemente iniciados, de ahí la im- Pero si las funciones del Catequista perfilan su figura minis-
portancia de esta función. terial, no menos pueden configurarla las condiciones que se le
exigen para desempeñar su ministerio 22 :
• Función comunitaria: La incorporación ontológica bau-
tismal a la Iglesia es siempre una realidad a desarrollar y — Edad suficiente: En principio, sólo podrían ser instituidos
realizar. Se haya expresado ya sacramentalmente o no la en el ministerio aquellas personas cuya edad fuera garan-
plena iniciación, siempre estamos en deuda con la comuni- tía de una madurez y responsabilidad humanas capaces de
dad. En principio, es toda la comunidad la que inicia a la desempeñar la función. Esta edad, a nuestro juicio, exigiría
comunidad, la responsable de iniciar iniciándose. Pero esta un mínimo de veinte años y un máximo de sesenta, teniendo
tarea la realiza, entre otros, por medio de los Catequistas. en cuenta la catequesis a diversas edades y también la ca-
Es función del Catequista acercar, comunicar, dar a cono- pacidad de sintonía.
cer, llevar al encuentro mutuo al catequizando con la comu-
nidad y viceversa, creando al mismo tiempo un sentimiento — Madurez de fe: Los catequistas han de ser personas con
personal de pertenencia, y una actitud comunitaria de acep- probada madurez de fe, con equilibrio humano constatado.
tación. La madurez de fe se prueba en la capacidad de discernimien-
to entre lo evangélico y lo anti-evangélico, entre lo eclesial
• Función didascálica: Catequizar es instruir, educar, ense- y lo anti-eclesial. Y el equilibrio se demuestra en la capaci-
ñar. La función del Catequista será también la transmisión dad de percibir y acoger los valores, y de criticar o rechazar
de unos contenidos de fe, la instrucción doctrinal, la ilumi- los contravalores, considerando los distintos aspectos de
nación de las razones del creer y esperar. En este sentido la realidad.
el Catequista ha de ser un «doctor», un «didaskalos», un
«pedagogo» que enseña y educa, que conoce el contenido y — Formación: El Catequista no sólo debe conocer los con-
sabe transmitirlo, que está doctrinalmente en armonía con tenidos necesarios para una catequesis inmediata. Debe te-
la Iglesia y crea esta armonía en los sujetos. ner una formación general teológica y pedagógica que le
permitan cumplir con «profesionalidad» su función, sabien-
• Función testimonial: El mensaje es transmitido por la do dar razón de su fe y de su esperanza. El teólogo-laico que
palabra y el ejemplo, por la predicación y las obras. El Ca- estudia en nuestros centros teológicos o Facultades ofrece
tequista tiene por función esencial ser con su vida testigo la garantía de esta formación, pero no es el único que pue-
de aquello que transmite y enseña. En vano se anunciará la de tenerla. En cualquier caso, nos parece que, para instituir
fe, si no se es verdadero creyente; mal se logrará que los a alguien en este ministerio, debería exigirse haber hecho
demás cambien de vida, si uno mismo no ha cambiado. La los cursos que hoy proponen las «Escuelas Universitarias de
«martyria» es elemento vital para la autenticidad y eficacia Teología».
de la catequesis. — Capacidad de sintonía: Hay diversos tipos de Catequis-
• La función litúrgico-sacramental: Consiste en catequizar ta, según edades y objetivos: de niños, de adultos, en un
sobre el misterio, teniendo como base el conocimiento vital catecumenado, en un grupo de jóvenes... La capacidad de
del contenido y exigencias de los signos sacramentales, la sintonía es la capacidad de adaptación a la situación de los
profundización de la fe desde la experiencia y la conviven- sujetos Es ser capaz de conocer y comprender su mundo,
cia comunitarias, sobre todo a partir de la participación en sus problemas e inquietudes, sus centros de interés y sus
la Eucaristía. En el cumplimiento de su función litúrgica el aspiraciones, sus formas de expresarse y comportarse. El
Catequista debe hacer aparecer el rito y ser rito al mismo Catequista debe serlo sólo para aquellos con los que es
tiempo; tiene que hablar de los «sacramentos y los mis-
terios» y ser al mismo tiempo «sacramento y misterio»; tie-
(22] No nos referimos a cualquiera que ejerce este servicio sino a los
ne que hablar de la celebración celebrando, y enseñar a orar que pueden ser «instituidos» como Catequistas de y para la comunidad.
442 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 443

capaz de sintonizar y comunicarse mejor. Pero no debe pre- ble de la colecta o comunicación de bienes, el organista, el
tender serlo para todos. salmista, el director de coro. Tres de estos servicios, como sa-
— Trabajo en equipo: El Catequista no trabaja en solitario bemos, son los únicos ministerios instituidos hoy por la Iglesia:
para sí, sino en equipo para los demás. Por eso, debe ser el de Lector, el de Acólito, y el de Ayudante de la comunión
capaz de compartir, de acoger, de dialogar, de revisar, de Pues bien, nuestra opinión es que de todos estos servicios y mi-
colaborar. En el grupo de catequesis tiene que ser capaz de nisterios, el único que debería estar instituido es el del Anima-
sentirse uno del «vosotros» del grupo. Y en el equipo de ca- dor litúrgico ( = Acólito), lo cual supondría una verdadera re-
tequistas debe estar dispuesto a ser «uno con los demás composición, una delimitación nueva de sus funciones. Las ra-
del equipo». zones en que nos basamos son las siguientes: históricamente,
este ministerio aparece en los primeros documentos de la Igle-
— Encarnación en la comunidad: El que es instituido en un sia (Tradición Apostólica, Constituciones Apostólicas, Estatutos
ministerio ha de vivir, pertenecer, compartir la vida de la de la Iglesia antigua), juntamente con el de Lector y a veces asi-
comunidad concreta. Por tanto, debe tratarse no de alguien milado de hecho al de Subdiácono; teológicamente, el hecho de
«que viene de afuera», sino de alguien que, viviendo dentro, elegir este ministerio como más representante, tiene por finali-
conoce a la comunidad y puede dedicarse con cierta perma- dad equilibrar en su expresión personal externa las diversas fun-
nencia a su servicio. ciones de la misión, y ya que el Lector hace más relación a la
función de la Palabra, parece lógico no señalar también en el
Determinadas las funciones y condiciones del Catequista, servicio cultual un ministerio que dice referencia a dicha fun-
podemos ahora preguntarnos: ¿Cuál será el funcionamiento de ción; litúrgicamente, es claro que lo más propio del servicio cul-
este equipo de Catequistas instituidos en una comunidad, entre tual es aquello que se relaciona directamente con el servicio al
sí y en relación con el sacerdote? Creemos que, así como sólo altar, y esto siempre 'ha sido lo propio del llamado Acólito. En
debe haber un Responsable en una comunidad, nada impide el cuanto al nombre, preferimos hablar de «Animador litúrgico», por-
que haya diversos Catequistas instituidos en la misma comuni- que al menos entre nosotros el nombre de «Acólito» encierra
dad, que se responsabilizaran de los diversos niveles de cate- una dificultad práctica seria: las connotaciones históricas del
quesis: la de primera comunión, la de niños, la de preadolescen- acolitado, identificado por la gente con la función de los «mona-
tes, la del catecumenado preconfirmatorio, la de jóvenes, la de guillos» siempre ejercida por los niños; y sobre todo la escasa
preparación al matrimonio, la de adultos, la de comunidades neo- acogida que tal figura tiene entre los fieles adultos, sobre todo
catecumenales, o la de pequeñas comunidades. Este grupo de en determinados ambientes La denominación «Animador litúr-
Catequistas formaría un Equipo entre sí, y cada uno de estos gico» tendría la ventaja de expresar una tarea importante, y de
Catequistas se encargaría de animar y coordinar a todos los que englobar las diversas funciones atribuibles. En efecto, pensamos
en su propia área, desempeñan un servicio catequético, v.gr. los que las mismas funciones que se le pueden atribuir contribuirían
que trabajan en primera comunión, los que catequizan en grupos a cambiar la imagen de este ministerio Son estas:
catecumenales. A su vez este Equipo estaría dirigido y coordina-
do por el sacerdote, que preside la comunidad cristiana, y a
— En primer lugar, la animación y coordinación de los di-
quien corresponde en sentido propio la función de dirección-ani-
versos servicios y funciones que desempeñan los fieles en
mación-coordinación.
la celebración litúrgica (lectores y cantores especialmente),
siendo el principal responsable laico del Equipo litúrgico.
El Animador litúrgico: — En segundo lugar, la realización de todas aquellas fun-
Correspondería al ministerio del Acólito y sería, entre todos ciones que le atribuye la Iglesia: servir al altar y asistir al
los servicios litúrgicos, aquel que condensara y expresara para la sacerdote, distribuir la sagrada comunión, exponer el San-
comunidad, de modo cualificado, el servicio cultual que es «de- tísimo, instruir a otros acólitos.
recho y deber» de todo el pueblo de Dios. Sin duda, hay muchos — En tercer lugar, le correspondería también, por naturaleza
servicios o funciones litúrgicas que pueden y deben desempeñar del ministerio: cuidar el desarrollo de la celebración, orde-
los fieles dispuestos y preparados: el lector, el «profeta», el mo- nar los movimientos de la asamblea (v.gr. procesiones), aco-
nitor, el ministro extraordinario de la comunión, el responsa- ger a los más necesitados de ayuda, leer los avisos e infor-
444 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUFSTA . 445

mación, invitar en ocasiones a retirarse después de la ho- la función sacerdotal en su verdadero puesto, evitando la cleri-
milía a los no creyentes (v.gr. en funerales). calización y la monopolización de ministerios litúrgicos. Y res-
— En cuarto lugar, también podría dirigir, sobre todo en caso pecto a los otros servicios litúrgicos, la función del Animador
de falta o ausencia de sacerdote, la reunión de la asamblea no es sustituirlos ni acapararlos, sino animarlos y hacer posible
en domingo, la celebración de la Palabra, una celebración su realización.
común de la Penitencia, las Exequias .. y otros tipos de cele-
braciones, excepto la Eucaristía y la Reconciliación sacra- El Asistente:
mental.
Es la figura ministerial laica que representaría y significa-
Si en verdad se fuera conscientes de la importancia y ta- ría el servicio de la caridad que compete a toda la comunidad
reas posibles de este ministerio, tendría una mayor acogida en cristiana, y que aparece expresado y realizado de forma especial
la comunidad, y podría expresar adecuadamente la participación en algunos servicios, como son, por ejemplo: el servicio de la
de los fieles en el servicio litúrgico. Naturalmente, también aquí hospitalidad y acogida a los marginados, el de la asistencia a los
se requieren algunas condiciones importantes: mayores, el de la promoción social y cultural, el de la visita y
atención a los enfermos, el de la comunicación de bienes, el de
— Es evidente que, así entendido, el ministerio del Anima- la asistencia a la familia... La figura del Asistente vendría a ser,
dor litúrgico sólo pueden ejercerlo personas adultas (a par- no la síntesis de todos estos servicios, pero sí el punto de refe-
tir de los veinte o veinticinco años), capaces de responsa- rencia y de mutua ordenación, en orden a atender más real y efi-
bilizarse y de cumplir con las funciones que se les enco- cazmente a las necesidades. Su nombre, «Asistente», quiere ex-
mienda. presar un aspecto fundamental y común a todos los servicios en
el orden de la caridad: la asistencia y ayuda a los demás. Encon-
— Además de una formación teológica fundamental (Escue- traría su precedente histórico, en los encargados de la comuni-
la Universitaria de Teología), debería tener una preparación cación de bienes en la Iglesia primitiva, en los «Séniores» de la
litúrgica especial, que le capacitara para conocer, vivir y Iglesia africana, en los mismos diáconos en la medida en que
transmitir el sentido y el misterio de aquello que realiza o también se les encomendaba esta función.
celebra.
— El Animador litúrgico debe ser capaz de preparar y diri- Sus tareas y funciones en la comunidad serían las siguientes:
gir en su caso una celebración, ordenando los diversos ele-
mentos de manera que respondan a su propia naturaleza, y — Como en los casos anteriores, será función prioritaria el
conduzcan a una verdadera participación. promover, animar y coordinar los diversos servicios en el
orden de la caridad y la asistencia. El Asistente no intenta
— Debe exigirse igualmente que sea capaz de dialogar, de hacer todo, hace posible que todo se haga.
revivir, de coordinar los diversos servicios litúrgicos, crean-
do la cohesión del Equipo litúrgico, y promoviendo la partici- — De modo especial le corresponde velar por una recta
pación de la asamblea. distribución y comunicación de bienes, para lo cual no solo
deberá intervenir en la organización de colectas, en las cam-
pañas de sensibilización comunitaria al respecto, en la «Jun-
En cuanto a su relación con el presbítero y con quienes de-
ta económica de la parroquia»... sino también en la asigna-
sempeñan otros servicios litúrgicos, cabe decir algo parecido a
ción y distribución justa de los bienes, con atención espe-
los casos anteriores. El Animador litúrgico no es ni un «mona-
cial a los más necesitados.
guillo», ni un diácono, ni un sacristán, ni un auxiliar del sacerdo-
te. Es un seglar que, ante la comunidad de los fieles representa — Igualmente, es función suya la información adecuada a
y significa (no sustituye) el servicio litúrgico, la llamada perma- la comunidad sobre el estado, la colaboración y la destina-
nente a hacer de la liturgia una celebración participada y viva. ción de los bienes, así como sobre las necesidades que van
Por eso mismo, es el colaborador más inmediato e importante del surgiendo. Lo cual supone una verdadera disposición a aco-
sacerdote en la animación, la ordenación, la revisión del culto en ger las sugerencias de los miembros de la comunidad y a
la comunidad. Lejos de suplantar al sacerdote, el Animador sitúa atender, en la medida de lo posible, a sus necesidades.
446 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICA! FS COMO RESPUESTA... 447

— Siempre que sea necesario, le corresponde también al la caridad. Pero siempre contando y en colaboración con el Asis-
Asistente el intervenir de cara a las autoridades públicas, tente y el equipo responsable para el caso.
o a las instituciones económicas, en el orden social o polí- Digamos ya, como conclusión a esta determinación de mi-
tico, para defender los derechos y libertades, la justicia y nisterios, que estos suponen, a nuestro juicio, la forma concreta
la dignidad humana, no sólo de los miembros de la comuni- de verificar la corresponsabilidad eclesial, creando cauces ade-
dad cristiana, sino también de todos los hombres con los que cuados para ello. De nada serviría hablar de ministerios, si no
comparte la vida y el trabajo. se crean las instituciones eclesiales, las estructuras pastorales,
las posibilidades comunitarias, los instrumentos prácticos... para
En cuanto a las condiciones que al Asistente se le exigen, que dichas funciones ministeriales se realicen. Y esto sólo su-
podrían concretarse del modo siguiente: cede si, junto a la renovación ministerial (que no consiste sólo
en nombrar a tal persona para que ejerza tal ministerio), se pone
— Ha de ser una persona adulta (a partir de los treinta en movimiento una renovación de la mentalidad y actitud eclesia-
años), responsable, con verdadero carisma, con fuerte sen- les de los obispos y presbíteros, y una reforma de aquellas es-
tido de la justicia y la caridad, consciente de las repercusio- tructuras parroquiales y pastorales que, de hecho, están bloquean-
nes que su tarea tiene en orden a presentar una determina- do la renovación ministerial. Los ministerios laicales no arreba-
da imagen de Iglesia, más ajustada a las exigencias del tan nada al ministerio sacerdotal, recuperan lo que desde el
Evangelio. principio les perteneció. No eclipsan, o minusvaloran, o vacían
— Su formación, que también ha de ser teológica (v.gr. Es- la función del sacerdote. Al contrario, la sitúan en su puesto.
cuela Universitaria de Teología), debe centrarse en las cues- Y su puesto es ser el motor primero, el animador constante, el
tiones relativas a la asistencia social, abarcando tanto as- coordinador necesario, el punto de referencia y unidad, el signo
pectos laborales, cuanto (y principalmente) aspectos huma- de la presencia y la presidencia de Cristo, el representante de
nos, criterios y prioridades de la comunicación de bienes... la Iglesia local y universal. Sin duda, en la realidad, tendrá que
hacer muchas cosas en cada orden ministerial. Pero lo más im-
— El Asistente ha de ser una persona que predica sobre
portante es hacer que los diversos servicios y ministerios existan
todo con el ejemplo y testimonio personal. Por eso no puede
y funcionen, que coordinen sus medios y aunen sus esfuerzos,
ser alguien adinerado y rico, que muestre ostentación o haga
que caminen hacia la misma meta, que es el cumplimiento de la
alarde de sus bienes, que haya participado o participe en
misión encomendada por Cristo.
una injusticia pública. El mismo ha de dar testimonio de
pobreza evangélica, de desprendimiento, de disposición a
acoger y ayudar a los más pobres y necesitados. c) ¿Institución-'sacramentalización» de los ministerios
laicales?:
— No puede ser Asistente quien no está dispuesto a que
se oriente, se controle y se revise su gestión. El Asistente Hemos venido hablando permanente de «ministerios insti-
es el principal laico responsable de la comunicación de bie- tuidos». Más aún, hemos dado por sentado, al seleccionar y ex-
nes, pero no al margen sino con la ayuda y participación ac- plicar unos determinados ministerios laicales, que tales minis-
tiva y decisoria del grupo correspondiente, que podría estar terios deben ser «instituidos». Y es nuestra tesis que, aquilatan-
formado, además del presbítero, por los representantes de do el concepto y llenándolo de realidad, sólo se deben calificar
quienes ejercen diversos servicios en el mismo orden de como «ministerios» a aquellos que han sido instituidos y desti-
la caridad. nados a significar las funciones constitutivas de la única misión
de la Iglesia, calificando todo lo demás como «servicios».
Desde lo dicho, ya se comprende, también en este caso,
cuál es la relación y articulación de este ministerio con el del Somos conscientes, sin embargo, de que la cuestión es dis-
presbítero: tampoco en este ministerio hay ni puede haber una cutida, y de que implica importantes repercusiones. ¿Qué venta-
suplantación o sustitución. El sacerdote debe ser el último res- jas e inconvenientes teóricos y prácticos conllevaría la «institu-
ponsable de la recta ordenación y realización del servicio en la ción»? Si los ministerios existen de hecho sin ser «instituidos»,
caridad dentro de la comunidad cristiana. El es el primer anima- ¿es necesario instituirlos para que existan? ¿Qué añade la ins-
dor y coordinador, el primer comprometido y el primer agente de titución de un ministerio laical a su existencia de hecho? ¿Acaso
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 449
I IS MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

la institución garantiza una mejor calidad y cumplimiento del mi- fe, es un acto connatural de la maduración de la comunidad,
nisterio? Con la institución, ¿no se coartan los ministerios espon- que confiesa su ser ministerial y se crea a sí misma espacios y
táneos, no se complican las cosas, no se cae en la esclavitud medios para su cumplimiento y realización. Lo institucional, co-
institucional, no se clericaliza de algún modo al seglar, no se mo lo jurídico, son falsos cuando están vacíos, cuando no res-
ritualiza innecesariamente la vida? Estas y otras dificultades han ponden a la vida. Pero no cuando dan cauce y hacen que esta
sido planteadas por diversos autores 23 . aparezca en toda su vitalidad, en su requerida publicidad.

Evitar malentendidos: Lo positivo de la «institución»:


Antes de fundamentar nuestra postura, y para evitar malen- En concreto, ¿qué añade la «institución» de un ministerio
tendidos, recordemos lo que se entiende por «institución», «mi- laical a su existencia de hecho? Cuatro aspectos: encomienda y
nisterio instituido». «Instituir» unos ministerios no quiere decir reconocimiento oficial (investidura social); celebración ritual o
absorber, en lo que peyorativamente se ha llamado «institución liturgización (investidura ritual); compromiso de la comunidad
eclesial», las acciones que tienen su desarrollo espontáneo des- respecto al ministro y mayor responsabilización del ministro res-
de la misma base. Tampoco pretende encerrar en un cuadro ju- pecto a la comunidad; cierta estabilidad y permanencia en el ser-
rídico el ministerio que se da de hecho, o hacer que este minis- vicio por parte del sujeto y cierta garantía de apoyo por parte
terio exista «quasi ex decreto» como resultado de tal funciona- de la comunidad24. Esto quiere decir lo siguiente: llegado el mo-
miento jurídico. Ni es su finalidad «institucionalizar» a las per- mento determinado, y después de haber demostrado unas cuali-
sonas y someter a control la fuerza del carisma que surge de la dades y capacidad concretas en el ejercicio del propio ministerio,
propia vida. Ni siquiera el que se quiera reducir todo servicio o el sujeto es reconocido públicamente como apto, y recibe el
ministerio laical a los ministerios «instituidos», o asimilarlos al «mandato» o la «encomienda oficial» («missio canónica»), por
modelo jerárquico, o profesionalizarlos al rango de oficialidad. parte de la comunidad cristiana, a través de los que la presiden
representando la iniciativa divina: el obispo, los presbíteros, a
La «institución», por el contrario, no sería sino el reconoci- los que pueden sumarse los otros miembros que ya ejercen este
miento y encomienda públicos, por parte de la comunidad cris- ministerio.
tiana, de aquellos ministerios que ya existen de hecho, porque
han surgido de su misma vida y necesidad, y son ejercicios real- Esta encomienda y aceptación tendría lugar normalmente, y
mente por aquellos que poseen el carisma, la preparación y las como lo prevé la misma Iglesia, dentro de un acto litúrgico ade-
condiciones correspondientes. La institución de los ministerios cuado. Aunque a primera vista, y por espontánea reacción, pudie-
laicales no es el resultado de una imposición desde afuera o ra esto parecer una sacralización innecesaria, o una cuasi-sacra-
desde arriba de la comunidad, sino la consecuencia de una acep- mentalización no prevista, o incluso un obstáculo psicológico que
tación y de una consolidación de la realidad ministerial que surge a algunos «echaría para atrás», sin embargo, nada más normal y
de adentro y desde abajo, ante la entera comunidad eclesial. La lógico que sellar y celebrar con gozo por parte de la comunidad
confirmación institucional de unos ministerios laicales, que sur- entera, no sólo los dones de gracia divinos, sino también la res-
gen de la misma entraña de la misión y vienen a ser esenciales puesta y la acogida humanas. Estos acontecimientos no pueden
para su realización en una Iglesia corresponsable y de comunión, no celebrarse para un creyente que siente su pertenencia a la
no es una añadidura supérflua, es como un reconocimiento de Iglesia: porque son la forma cristiana de decimos la grandeza de
Dios, la verdad de la misión, la fraternidad y el compromiso; por-
(23) Cf. J. A. KOMONCHAK, El diaconado permanente y los diversos que aquí, la celebración es el punto concentrante de la vida, y el
ministerios en la Iglesia: Seminarios 65/66 (1977), 359-362; y M. CONGAR,
Los ministerios en la Iglesia: Seminarios 21 (1975), 13-24; E. SCHILLEBEECKX,
(24) Recuérdese lo que decíamos al hablar del «ministerio instituido».
Das kirchliche Amt, 198-203; A. TURCK, Des ministeres, pour quelle Église?:
Cf. Y. M. CONGAR, Los ministerios en la Iglesia, 15; F. KLOSTERMANN, Die
Communautés et Liturgies (1976), 31-37; L. RUBIO MORAN, Presencia y au-
pastoralen Dienste heute, 256-260; F. MARINELLI, Parroquia con conciencia
sencia de los ministerios nuevos en la Iglesia Española: Seminarios 64 (1977),
ministerial, 135-136, donde dice que el ministerio no ordenado puede califi-
175-183; D. BOROBIO, Sobre el ministerio del catequista de confirmación,
carse en estos términos: sobrenaturalidad de origen; eclesialidad de fin y
40-44; J. PEREA, El ministerio de la Iglesia y los ministerios en la Iglesia:
de contenido; estabilidad de prestación; publicidad de reconocimiento; aptitud
Iglesia Viva 91/92 (1981), 109-144.
y competencia del candidato (nota 1).
450 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES
MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA .. 451

impulso descentrante para la vida (cf. SC 10). Por otro lado, la vida preceda siempre a la forma; que la institución cumpla lo
institución siempre supuso la oración (cf. lectores, acólitos, viu- que verdaderamente significa; que el rito adoptado por la insti-
das...), porque siempre presuponía la vida. El rito no hace sin tución sea expresión sencilla de lo que la comunidad quiere
más al ministro, pero significa (y por tanto hace) que el ministro decir.
comience a ser de forma nueva. Lo que es preciso es que el
rito no prevalezca sobre la función, que el ministerio funcione Una cierta «sacramentalización»:
antes que el rito, que el reconocimiento público esté precedido
por la vida personal. Pero, esto supuesto, la celebración ritual o Existe todavía una última pregunta por responder: ¿No supo-
litúrgica es la forma original de la Iglesia para reconocer tanto ne la institución descrita una implícita sacramentalización? Y si
el don de Dios cuanto la respuesta comunitaria y personal de lo supone, ¿puede considerarse como acorde o como discorde
los hombres. Es, con otras palabras, el modo de roconocer cuál con la estructura sacramental de la Iglesia? ¿En qué medida la
es la función y el lugar que cada miembro ocupa dentro de una función exige la sacramentalización y qué supone esta para la
comunidad, que cree y se desarrolla orgánicamente para su rea- misión?
lización. Si partimos de un concepto muy general de sacramento, en
Junto a esta característica propia del ministerio instituido, cuanto manifestación visible de una realidad invisible, qué duda
está la del mutuo compromiso de la comunidad respecto al mi- cabe que la institución también tiene un carácter o dimensión
nistro, y de este respecto a la comunidad. Ni los servicios «es- sacramental, en cuanto es el reconocimiento público de un ca-
pontáneos», ni los servicios «determinados» tienen esta nota. risma, la «consagración litúrgica» de una función, la llamada co-
Al ser instituido el ministerio, la comunidad se compromete a munitaria a un auxilio de gracia para cumplirla, la expresión de
apoyarlo, a defenderlo, a reconocer que de alguna manera está un compromiso y de una experiencia, el símbolo de una misión
representada en él, a posibilitar que cumpla su misión, a exigirle que continúa viva en la Iglesia... Se trata, sin duda, de un mo-
su servicio. El ministro, por su parte, también se responsabiliza mento en el cual la radical y ontológica consagración creatural, y
de modo especial ante la comunidad, a cumplir su misión y dar su cristiana plenitud bautismal, aparecen finalizadas en orden
ejemplo de vida, a servir y animar... a cumplir una función concreta en la comunidad. Nadie negaría
a esto un carácter, una densidad sacramental, incluso en la
Y lo mismo debe decirse del cuarto aspecto: estabilidad por línea de los ministerios ordenados. Sin embargo, hay diferencias
parte del sujeto, y cierta garantía de apoyo por parte de la comu- fundamentales: la «institutio» no es (como decían los primeros
nidad. Si antes se tenía plena libertad para ejercer o abandonar documentos) «ordinatio», ya que no le acompaña la imposición
el servicio, ahora hay un compromiso más formal de permanen- de manos, rito que desde el principio acompaña y significa la or-
cia, durante el tiempo que se establezca, en el ejercicio del mi- denación. Por otro lado, a la «institutio» no le acompaña, como
nisterio. Según los casos, la comunidad deberá (aunque no se sucede en la «ordinatio», ni la encomienda de un ministerio es-
obligue siempre) ayudar al ministro, tanto material como huma- tricto de dirección, ni la capacitación para presidir la Eucaristía,
namente. ni la promesa eclesial irreversible del don divino de gracia, como
sucede en los signos sacramentales, ni la consagración definiti-
De todo lo dicho se desprenden las ventajas que tendría la va a la misión (cf. carácter). Esto no quiere decir, no obstante,
institución: una contribución a hacer la Iglesia más ministerial; que la «institución» no tenga pregnancia sacramental ni le acom-
una clarificación de los ministerios laicales; un situar los servi- pañe la gracia divina. Incluso históricamente (no sólo teológica-
cios en el rango de la ministerialidad pública de la Iglesia, un mente) hay razones para apoyarlo. Los autores medievales esta-
impulso y realización concreta de la corresponsabilidad; un me- ban convencidos de que las «ordenes menores» también partici-
dio importante para la descentralización y desclericalización mi- paban de la sacramentalidad del orden 25 . Y la Iglesia, si lo con-
nisterial; una recuperación laica, en fin, de los ministerios que siderara oportuno, podría transmitir estos ministerios sacramen-
por naturaleza siempre les pertenecieron. En conjunto, nos pa- talmente, ya que tiene poder para establecer y delimitar las fun-
rece que la institución viene exigida por la misma maduración
ministerial y crecimiento orgánico de la Iglesia. Y a nuestro en-
(25] Véase lo que dijimos al estudiar la comprensión y configuración
tender, en los casos señalados, tiene más ventajas que incon-
histórica del sacramento del orden. Cf. L. OTT, El sacramento del orden (His-
venientes, con tal de que se cumplan estas condiciones: que la toria de los dogmas IV/5), BAC, Madrid 1976, 42-113.
152 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA... 453

ciones y ministerios, para transmitirlos de una u otra forma se- Hemos dicho una y otra vez que la cuestión de los ministe-
gún necesidades o circunstancias 26 . Los miembros de la Iglesia rios laicales es una cuestión teológica y eclesiológica, no coyun-
que ejercen funciones esenciales por un encargo ministerial al tural y de emergencia. Los ministerios laicales en sí no preten-
que no acompaña la «ordinatio», realizan su función en virtud den ni sustituir a los curas, ni cubrir las necesidades pendien-
de la consagración radical ontológica creatural-bautismal, que tes, ni ser lugar de vocaciones sacerdotales. Se trata, más que
se concreta y objetiva en el cumplimiento ministerial de la fun- de solucionar los problemas de la falta de sacerdotes, de renovar
ción encomendada. La diferencia entre «institutio» y «ordinatio» y remodelar la estructura ministerial de la Iglesia.
no está sólo en la diversidad de «consagración sacramental», es-
tá también en la diversa participación en la única misión de la Por otro lado, hay que recordar que la istitución de los nue-
Iglesia27. Otra cosa muy distinta es si la Iglesia no debería, en vos ministerios no conlleva la necesaria agregación al estado
ciertos casos especiales o de necesidad (dirigentes o responsa- clerical, ni son grados para ascender en una escala jerárquica de
bles de comunidades sin sacerdote) transmitir estos ministe- honores y dignidad, hasta llegar al grado superior del sacerdocio.
rios aceptando el grado sacramental pleno. Ya que, si en ver- Pero, esto afirmado, defendemos que los ministerios laica-
dad se ejercen funciones de presidencia y «sacerdotales», ¿no les instituidos podrían ser también un lugar de acceso al minis-
hay una dislocación negativa entre función y tipo de «consagra- terio ordenado, que condujera de modo paulatino a un nuevo
ción»?28. modelo de sacerdote, del que tanto está necesitada nuestra Igle-
sia. No existen hoy razones convincentes (se trata de una cues-
En cualquier caso, pensamos que, en situaciones normales,
tión disciplinar) que obliguen a la Iglesia a reproducir el mismo
aún debiendo reconocer una densidad sacramental a la «institu-
modelo sacerdotal para todos los lugares, para cada una de las
tio», no por eso debe confundirse con la ordenación sacramento.
comunidades. Nuestro modelo de sacerdote, como el de otras
La eficacia y la gracia de la institución, tanto en el orden humano
épocas históricas, es un modelo cultural. Lo más importante no
como en el orden sobrenatural, no depende en última instancia
es que los presbíteros sean así, sino que haya los presbíteros
de que se discuta sobre un grado mayor o menor de sacramen-
suficientes que necesita la Iglesia, y que exige el derecho de las
talidad.
comunidads a un pastor. Es cierto que se ha dado ya un cambio
importante: el modelo ante-conciliar y el pos-conciliar son en
c) Conclusión: Los ministerios laicales como lugar de acceso gran parte distintos; en no pocos lugares se aceptan pluralidad
al ministerio sacerdotal: de formas para acceder al sacerdocio (lugar de vida, modos de
formación, pertenencia a comunidades...); los esquemas de con-
Al final de nuestro estudio, creemos oportuno sacar algunas ducta, las exigencias de vida, la forma de ejercer el ministerio
conclusiones que se desprenden, respecto a un punto de con- y de relacionarse con la comunidad han cambiado. Y, con todo,
fluencia posible entre ministerio sacerdotal y ministerios laica- hay unas condiciones que nos sitúan en el esquema precedente:
les. ¿Son los ministerios laicales, y en qué medida pueden serlo, el iter teológico, el celibato, la falta de intervención de la co-
una solución para la falta de sacerdotes? munidad en la elección de sus ministros...
¿Cómo podría ser este acceso al ministerio sacerdotal desde
(26) Es la opinión de K. RAHNER, Weihe im Leben und in der Reflexión los ministerios laicales? Reconozcamos, en primer lugar, que
der Kirche: Schriften zur Theologie, XIV, 113-131; ID., // fondamento sacramén- cuanto decimos no puede generalizarse, ni puede ser aplicado a
tale dello stato lalcale nella Chiesa: en Nuovi Saggi II. Saggi di Spiritualitá, todos los sitios por igual. El grado de formación, el tipo de vida
Roma 1968, 417-443; A. MARRANZINI, Sacerdozio comune e ministeriale e y el celibato, la forma de ejercicio del ministerio, si bien tienen
consacrazione nella Chiesa secondo Karl Rahner: Lateranum 1 (1981), 173-189. elementos comunes, pueden realizarse de muy diversa manera
(27) No estamos por ello de acuerdo con la afirmación de E. SCHILLE- en Europa o en África, en América del Sur o en Asia. Pero, su-
BEECKX, de que «desde un punto de vista estrictamente dogmático, la dis-
puesto cuanto hemos dicho de los ministerios instituidos, cree-
tinción entre «ordinatio» e «institutio» apenas es sostenible»; Das kirchliche
Amt, 202.
mos que podrían ser elegidos, admitidos y consagrados sacerdo-
(28) El mismo E. SCHILLEBEECKX, Ibid., 198-199 defiende que en caso tes aquellas personas:
de necesidad los que desempeñan la función de dirección, bien personalmente — Que tienen vocación, y están dispuestas a servir a la co-
o en grupo, podrían ser ordenados y recibir la imposición de manos.
munidad de esta forma.
I >l MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

— Que han demostrado, en el ejerciico de su ministerio,


una capacidad, una madurez y un equilibrio 'humanos y cris-
tianos que les hacen dignos del sacerdocio.
— Que poseen la capacidad de dirigir, animar y coordinar
los diversos servicios y ministerios, para el cumplimiento de
la misión y la edificación de la Iglesia.
— Que conducen una vida espiritual y dan un testimonio de
vida familiar, que constituye un ejemplo para la comunidad
cristiana.
— Que son aceptados por el presbiterio con el obispo, y por ÍNDICE DE AUTORES
la comunidad a la que son destinados.
— Que, en fin, tienen una formación teológica y una «sapien-
tia» cristiana adecuadas, tanto a la función, cuanto al con-
texto y nivel cultural de los fieles y del entorno social.
Abad, J. M., 31. Bernal, J. M., 220.
Según esto, el celibato no sería condición necesaria para Abadie, M., 439. Berulle, 207.
ser aceptados al ministerio sacerdotal. Más aún, atendiendo a la Acerbi, A., 106. Beyer, H. W., 244.
praxis más originaria de la Iglesia (Cartas Pastorales) sería una Agustín, San, 232, 236, 251, Bihlmeyer, K., 362.
prueba de madurez y aptitud su ejemplaridad en la vida matrimo-
283, 303, 369, 370, 371. Billot, 223.
nial y familiar. Todo lo cual supone que sólo podrían ser acepta-
Alberigo, G., 393. Blank, J., 42, 284, 298, 299,
dos a partir de los treinta o treinta y cinco años, y habiendo ejer-
Alberto Magno, San, 261. 302.
cido unos cinco años el ministerio laical que aceptaron. De este
Alcalá, M., 323, 324, 326, 329, Blinzler, J., 334.
modo, creemos, no sólo se abriría paso a un nuevo modelo de
331. Bloom, A., 257.
sacerdote, sino que también recibirían un valor adecuado los
Alejandro de Ales, 202. Bóckle, F., 332.
ministerios instituidos, y probablemente entraría en camino de
Ambrosio, San, 214, 252, 371. Boff, L, 93, 306, 308, 309.
solución el problema de la falta de sacerdotes.
Andersen, W., 93. Bonifaci, D., 420.
Sabemos que la utopía de nuestras últimas proposiciones Andrieu, M., 383, 389. Bonizon de Sutri, 388.
es grande. No ignoramos las dificultades. Creemos que la Iglesia Antón, A., 104. Bonnard, P., 102, 354.
tiene la última palabra. Pero también somos conscientes de que Antoniazzi, P. A., 75. Bony, P„ 126, 127, 334, 336,
la vida necesita ser promovida, desde proyectos fundados, cohe- Arguello, K., 63. 354.
rentes e imaginativos. Por eso hemos escrito. Audet, J. P., 359, 362, 363. Bornet, R., 252.
Bornkmann, G., 121, 256.
Baltensweiler, H., 334. Borobio, D., 18, 43, 50, 59, 63,
Barauna, G., 114, 154. 64, 79, 89,91, 151, 245, 337,
Bardy, G., 368, 370. 368, 371, 402, 432, 439, 448.
Bareille, G., 368. Botte, B., 115, 162, 166, 198,
Barion, H., 390. 215, 260, 368, 372, 375, 376,
Becker, K., 135, 202. 377, 380 411.
Benoist, J. R., 53, 72. Bouchex, R. Mons., 109, 111.
Belarmino, R. San., 223. Bourgeois, H., 310, 312, 314,
Bentivegna, G., 313. 317, 318, 321.
Beraudy, R., 66, 69, 383, 385, Bouyer, L, 327.
406. Brandt, W., 244.
Berger, P. L, 41. Breuning, W., 248, 275, 304.
156 ÍNDICE DE AUTORES ÍNDICE DE AUTORES 457

Brox, N., 181. Constantelos, D. J., 347. Dittes, J. E., 342. Galino, M. A., 322.
Brulin, M., 23, 57, 71, 85, 299, Cooley, C , 265. Dix, G., 101, 129, 171, 176, Galot, J., 232, 233, 236, 324,
300. Coppens, J., 101, 160, 171, 182, 183, 213, 357, 362. 325.
Brunot, A., 34. 340. Donoso Cortés, 390. Ganoczy, A., 207.
Budillon, J., 157. Coquin, R. G., 368, 374. Dornier, P., 129, 174, 247. Garijo, M. M. a , 101, 164, 308.
Buenaventura, San, 203, 221, Cordes, P. J., 56, 106, 435. Ducarme, Th., 71, 412, 413. Garrigues, J. M., 236.
261. Coriden, J. A., 340, 348 Duhr, J., 393. Gartmann, M., 425, 437.
Bultmann, R.,93, 120, 121, 122, Cornelio, 366. Dulles, A., 100, 101. Gatti, G., 58.
129, 157, 302. Crisóstomo, J. San, 251, 324, Dunn, J. G., 102, 127, 128, 133, Geiselmann, J. R., 104.
Bunnik, R. J., 237, 238. 397. 134, 141, 174, 248, 251. Gelineau, J., 73.
Burgalassi, S., 31. Cossmann, E., 323. Duparc,. P., 392. Genadio de Marsella, 380.
Costa, E., 91. Dupont J., 334. George, A., 173, 176, 179, 180,
Cothenet, E., 67, 157, 179, 183, Dupuis, J., 55, 78, 318, 319. 187, 276, 356.
Calvino, 224.
357, 358, 359, 361. Dupuy, B. D., 213, 244, 319. Giblet, J., 173.
Capmany, J., 366.
Duquoc, Ch., 35 37, 92, 93, 95, Gibson, E., 324.
Castillo, J. M., 19, 35, 37, 90, Giet, S., 365.
Charalanbidis, ST., 161. 100, 105, 106, 108, 122, 158,
93, 100, 101, 106, 107, 116, Gilí, J., 346.
Chateaubriand, 390. 169, 289, 348.
158, 160, 280. Gils, F., 276.
Chavasse, A., 384. Duval, A., 209, 394.
Cattaneo E., 396. Glatzel, N., 153, 159, 270, 278.
Cayetano, 223, 262. Chevallier, M. A., 141.
Gnilka, J., 356.
Cipriano, San, 162, 213, 216, Echegaray, Mons., 37.
Goerres, 390.
220, 251, 255, 365, 366, 371, Dabin, P., 397. Egenter, R., 345.
Egido, T., 205. González de Cardedal, O., 33.
374, 375. Danielou, J., 323, 328, 329. Gonzelmann, H., 93, 120, 121.
Clemente Romano, 115, 198, 376, 377. Ela, J. M „ 52.
Elzer, R., 383. Goppelt, L , 157, 302.
335, 363, 376. Dassmann, E., 234. Gósmann, E., 326.
Clerck, P. de, 112. Emeis, P., 439.
Daubert, A., 142. Gozzelino, G., 231, 232, 235,
Clichtove, J., 207. Esquerda, J., 348.
Delhaye, P., 394, 419. 236, 237.
Codi, E., 95. Estrada, J. A., 391, 392, 421.
De la Potterie, I., 420. Graciano, 199.
Coffy, Mons., 108. Eusebio, 366, 374.
Delfosse, J., 68. Gregorio IX, Papa, 202.
Cohén, G., 389. Ewald, P., 383.
Delorme, J., 18, 19, 102, 119, Gregorio Magno, San, 221.
Colson, J., 20, 113, 132, 133, Exeler, A., 259, 438.
126, 127, 128, 129, 131, 133, Greinacher, H., 153, 156, 169,
134, 135, 171, 173, 183, 185, 135, 137, 140, 142, 150, 157, 296, 345, 346.
187, 188, 190, 192, 193, 194, 161, 162, 163, 165, 171, 173, Faus, G., 101. Grelot, P., 101, 127, 129, 157,
195, 196, 198, 244, 278, 279, 174, 175, 179, 181, 182, 183, Fernández, J., 390. 171, 189.
285, 313, 362, 365, 421. 185, 187, 212, 229, 247, 248, Fernández, P., 191. Groner, F., 242.
Coll-Vinent, R., 68. 258, 259, 260, 276, 320, 324, Feuillet, A., 171, 187. Grundmann, H., 391, 392, 394.
Comblin, J., 83, 165, 170, 297. 326, 334, 352, 355, 359. Flekenstein, H., 154. Gryson, R., 198, 323, 325, 328,
Congar, Y. M „ 19, 101, 105, De Maistre, 390. Flichte-Martin, 394. 329, 330, 337, 376, 377, 378,
108, 111, 114, 116, 119, 137, Denis, H., 47, 74, 131, 140, Floristan, C , 63, 155. 379, 380.
146, 148, 150, 154, 155, 157, 142, 163, 208, 209, 223, 228, Foreville, R., 394.
158, 160, 161, 198, 203, 207, Guerra, M., 181, 182, 195, 197,
230, 250, 259, 314, 317, 320, Fransen, P., 197, 198, 201, 204,
231, 250, 255, 257, 260, 286, 198, 213.
324, 326. 207, 238.
304, 311, 324, 326, 330, 371, Deshuses, J., 381. Friedberg, 388. Guerry, E., 398.
385, 386, 387, 388, 389, 390, Dezza, P., 66. Fries, H., 100, 114. Guillou, L. E., 236.
391, 394, 395, 397, 398, 406, Dianich, S., 219, 267, 281, 295. Frisque, J., 258, 273. Guilmot, P., 19, 419, 427.
419, 425, 427, 448, 449. Dionisio de Alejandría, 373. Funk, I., 374, 377, 378, 379. Gy, P. M., 365.
458 ÍNDICE DE AUTORES ÍNDICE DE AUTORES 459

Haenchen, E., 302. Kasper, W., 65, 144, 155, 237, León XIII, Papa, 397. 89, 100, 112, 113, 114, 146,
Hahn, F., 191. 238, 259, 268, 269, 270, 271, Lesne, E., 394. 150, 158, 171, 172, 176, 184,
Hainz, J., 171, 182. 275, 276, 278, 288, 293, 304, Lieberg, A., 205, 222. 192, 218, 237, 238, 241, 419.
Harnack, A., 102. 305, 308, 309, 341, 345. Lintih, J. E., 337, 338. Molula, Card., 53.
Hasenhüttz, G., 144. Kataza, E., 52. Lobinger, F., 52, 167. Mooby, D., 102.
Hastings, A., 55, 58. Kerkhofs, J., 23, 32. Lodi, E., 324. Morghen, R., 392.
Hazelden-Welker, J., 362. Kerkvoorde, A., 316. Lods, M., 373, 374. Mühlen, H., 104, 141, 144, 237,
Henrich, F., 304. Kertelge, K., 102, 153, 352 Lohse, E., 120, 121, 213, 215. 238, 260.
Henry, A . M., 387. Kilmartin, E., 213, 215. López Martínez, M., 198, 201, Müller, D., 356.
Hilario, 335. K i t t e l , G., 152. 202. Munier, C , 380.
Hipólito, San, 115, 162, 198, Klauser, Th., 197, 220. López Trujillo, A., 78. Muríale, J. L., 54.
337, 373, 375. Klostermann, F., 21, 22, 23, 24, Losada, J., 93.
Hodl, L , 202. 37, 38,51, 52, 55, 56, 57, 60, Lückmann, T., 41. Neumann, J., 211, 213, 214,
Horner, F., 63. 63 92, 118, 153, 154, 155, Lutero, M., 204, 205, 385. 217.
Houdijk, M., 45. 211, 282, 291, 294, 295, 300, Lyonnet, S., 420. Neunheuser, B., 154, 395.
Houtepen, A., 33. 340, 343, 435, 449. Nicolau, M., 194, 208.
Hugo de San Víctor, 199, 220. Knopt, R., 362. Nocke, F. J., 140, 245.
Hünermann, P., 42, 65, 118, Komonchak, J. A., 115, 165, Maas, C., 343.
Nussbaum, O., 200.
120, 127, 128, 130, 222, 285, 301, 448. Malancton, 222.
Nygren, A., 140, 245.
298, 330. Kottje, R., 163. Manzanares, J., 59, 68, 69, 406,
Huss, 204. Kretschmar, G., 215. 409.
Marcus, E., 35, 100. Ockam, 204.
Küng, H., 34, 93, 101, 103, 114, Oddone, J. A., 82, 83, 125, 149.
Marins, J., 100, 101.
Ibáñez, J., 363. 122, 129, 140, 157, 185, 237, Olivier, D., 204.
Marliangeas, B. D., 250, 251,
Ignacio de Antioquía, 251, 303, 238, 250, 268, 269, 270, 271, Oñatibia, I., 195, 197.
304. 252, 253, 255, 261, 262, 283.
364, 365. Orígenes, 337, 370, 374, 375,
Marranzini, A., 452.
Marsilio de Padua, 204. 377.
Jauberta, A., 133, 157. Lambourne, R. A., 396. Martelet, G., 327. Ott, L., 194, 202, 205, 206, 221,
Jeremías, J., 120. Lanne, E., 419. M a r t i m o r t , A. G., 71, 200, 250, 222, 223, 362, 384, 385, 451.
Jerg, £., 197. Laurentin, R., 44. 252, 257.
Jerónimo, San, 335. Le Bras, G., 393. Martín Abad, J., 34, 122. Pablo V I , Papa, 48, 94, 147,
Jiménez Urresti, T. I., 159, 163, Martín Velasco, J. de D., 37. 150, 311, 314, 323, 324, 340,
Leclerq, H., 337, 368, 371, 386.
177, 178, 257. Martinelli, F., 59, 70, 82, 125, 347, 414, 435.
Lecuyer, J., 194.
Joest, W., 159. Lefebre, P., 52, 53. 331, 407, 449. Pardo, A., 59, 70, 406, 409.
Jorissen, H., 242. Matabosch, A., 104, 123, 135, Parra, A., 84, 198, 200.
Legrand, H. M., 163, 195, 232,
Joly, R., 183, 363. 234, 237, 238. 159. Pascal, 390.
Juan XXIII, Papa, 322. Lehmann, K., 154, 211, 265, Mateos, J., 121, 173. Pastor de Hermas, 363, 364,
Juan Pablo II, Papa, 81, 95, 266, 287. Mead, G. O., 265. 365, 375.
340, 415. Lemaire, A., 45, 94, 101, 102, Mendoza, F., 363. Paternóster, M., 378.
Jubany, N. Card., 87, 148, 312, 128, 129, 135, 157, 161, 171, Mersch, E., 104. Pedro Lombardo, 202.
313. 181, 182, 183, 194, 247, 354, Meyer, H., 120, 122. Peitz, M., 52.
Jungmann, J., 199, 200, 395. 355, 358, 359, 362, 363, 365. Michela, A., 194. Pelagio, T., 383.
Lemonon, J. P., 93, 302. Mijalchyk, J. E., 51, 62, 82, 83. Perea, J., 448.
Karrer, L , 63, 425. León-Dufour, X., 174, 175. Mohlberg, C., 381. Perels, E., 388.
Kasemann, E., 102, 129, 157, León Magno, San, 162, 195, Móhler, J. A., 104. Persson, P. E., 255.
189. 260. Moingt, J., 31, 33, 47, 49, 86, Perrot, Ch., 187, 188.
ÍNDICE DE AUTORES 4M
460 ÍNDICE DE AUTORES

124, 129, 131, 134, 135, 144, 207, 208, 209, 210, 217, 225,
Pesen, W., 122, 157, 246. Rovira Belloso, J. de, 100, 120, 227, 228, 230, 234, 236, 243,
161, 165, 185, 212.
Peters, J., 323. 458. 250, 253, 256, 263, 273, 276,
Shorter, A., 52.
Pfender, M., 79. Royon Lara, E., 168, 257. 280, 283, 284, 286, 298, 311,
Siricio, Papa, 337.
Pieper, J., 140 Rubio Moran, L , 59, 69, 75, 77, 322, 328, 339, 340, 401, 405,
Sloyan, G., 334, 337, 338.
Pin, E., 291. 87,91, 406, 448. 416, 419, 421, 425.
Sóderberg, H., 391.
Pío IX, Papa, 397. Ruby, K. H., 183.
Solano, J., 196. Vaux de, R., 334.
Pío X, Papa, 207, 223, 397. Rufini, E., 232, 233, 236.
Soto, P., 262. Vidal, M., 212, 229.
Pío X I , Papa, 207, 223, 253, Ruspi, W., 48.
Spátling, L , 391. Vuela, A., 197, 198, 362, 366,
263, 397.
Spicq, C., 181, 187, 188. 367, 370, 375.
Pío XII, Papa, 104, 207, 223,
Sand, A., 182, 354. Strecter, H. H „ 362. Villalón, J. R., 233.
253, 263.
Sartore, D., 439. Suárez, 262. Viller, M., 386.
Piquer, J., 322, 323, 326, 327,
Sastre, V., 21, 22, 24. Suenens, Card., 418. Violante, C., 392.
330, 331.
Saumagne, Ch., 365. Vogel, C., 162, 166, 167, 195,
Plóger, G., 310.
Sauvage, M., 370, 392, 393, Tena, P., 224. 196, 197, 199, 200, 201, 215,
Policarpo de Esmirna, 376.
394, 438. Tertuliano, 213, 220, 303, 324, 216, 239, 283, 395, 398.
Pottmeyer, H. J., 259.
Saxer, V., 198. 335, 337, 371, 373, 375, 377. Vogels, H. J., 332, 334, 335,
Power, D., 228.
Schaller, R., 310, 312, 314, 317, Thils, G., 208. 337, 338, 339.
Próspero de Aquitania, 252.
318 321 Thouzellier, Chr., 391. Vogüe de, A., 200, 386.
Puniet, P. de, 368.
Sc'helíde, K. H., 101, 281, 302. Thurian, M., 328. Volpe, G., 391.
Schillebeeckx, E., 93, 101, 104, Tillard, J. M. R., 185, 353, 387, Von A l l m e n , J. F., 93, 224, 419.
Quesnell, A., 334. 434. Von Balthasar, U., 229, 236,
105, 115, 117, 127, 157, 162,
163, 164, 166, 194, 196, 198, Tomás de Aquino, Sto., 105, 327, 420.
Rahman, 374. 199, 200, 202, 203, 205, 207, 203, 221, 233, 236, 252, 253, Von Kampenhausen, H., 101,
Rahner, K., 34, 57, 93, 146, 219, 233, 237, 238, 239, 282, 261, 262, 283. 120, 121, 122, 157, 212.
217, 218, 224, 229, 266, 277, 296, 303, 305, 306, 337, 339, Tortras, A. M., 328, 330. Vorgrimler, H., 330.
278, 296, 304, 320, 325, 330, 348, 419, 434, 448, 452. Turck, A., 18, 53, 54, 438, 448.
332, 345, 369, 386, 420, 452. Schelmmer, K., 71, 412. Wackenheim, Oh., 237.
Ratzinger, J., 187, 202, 236, Schlier, H., 102, 122, 185, 189, Ullmann, W., 369. Walter, E., 153.
242, 279, 341. 190, 251, 421 Urbina, F., 31, 35, 119. Wandelfels, H., 165, 168, 296.
Remmers, J., 176. Schmidt, H., 135, 244, 362, Urdeix, J., 66, 68, 310, 312, Weber, J., 310.
Richter, K., 215. 381. 313, 315, 316, 329. Wegman, H. A. J., 200, 395.
Rigaud, B., 355. Schmidt, K. L , 152. Uriarte, J. M. 342. Wendland, H. D., 157.
Righetti, M., 395. Schimidtchen, G., 38. Urrutia, J. L , 79. Werner, E., 391.
Riesenfeld, H., 133. Schnackemburg, R., 122, 129, Wicleff, 204.
Rimaud, D „ 74. 352. Van Cauwelaert, J., 316. W i l l e n , H. J., 412.
Rimbaldi, G., 160, 228, 236, Schoonenberg, P., 237. Vanhoye, T., 20, 171, 185, 186, Winandy, J., 386.
237, 251. Schürmann, H., 423. 187, 188, 192. Winninger, P., 312, 322.
Ring, G., 213. Schütte, 93, 122, 123, 124, 136, Van Der Meer, H., 323, 325. Winter, A., 153.
Riou, A., 236. 159, 223, 224, 239, 256, 302, Vandenbroucke, E., 387, 389,
Robinson, 368. 304, 320, 352, 421. 392. Zulehner, P. M., 23, 24, 38, 40,
Rochon, J., 54, 82. Schweizer, E., 93, 102, 120, Vaticano II, 136, 149, 153, 176, 42, 87, 92, 265.
Rodenas, A., 102. 121, 157, 302.
Rohde, J., 102. Segarelli de Parma, G., 391.
Roos, L , 152. Semmelroth, A., 108, 358.
Rosa de G., 190, 421. Sesboüe, B., 118, 119, 120,

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