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Fleco

… (Es un pequeño paso para un hombre pero un gran salto para la

humanidad ) Año 1969… Neil Armstrong

Mingo volvía trotando de la escuela porque eso le servía como entrenamiento

físico. Como su padre le había dicho que no podía abandonar la escuela

porque no había carrera de futbolista en Clorinda, había decidido que por lo

menos jugaría en su club de la infancia… el….

Pero para el barrio que lo veía desde sus puertas y veredas corriendo por ahí el

era “Fleco” . Algo tenía que ver que había heredado las características

capilares de su mamá y que su hermana había aprovechado para practicar sus

dotes de peluquería con Mingo. Aunque todo se volvía más notable porque a

las carreras el fleco de Fleco se volvía más que evidente.

Esa tarde hubo algo diferente al llegar a su casa. Lo esperaba un conocido

entrenador de futbol de la zona , quien entre mate y mate preparaba su

discurso, para darle la noticia y preguntarle… Che, Fleco, te quiero para la

selección de Clorinda… ya le pregunté a tu madre y me falta saber que piensa

tu padre… Vos que me decís?

Mingo no podía creer lo que estaba escuchando…sintió que despegaba del

suelo y por poco casi lo hizo… Siiiiiii! Todos estallaron de emoción . Quien

hubiera pensado que un pibe de 16 años jugaría para la selección de su ciudad

adoptiva (había nacido también cerca de un río pero en Paraguay . Debido a

los problemas de su abuelo con la dictadura llegaron a Clorinda)


Eso si. Fleco no era cualquier jugador . No se conocía a alguien más veloz en

la carrera y más diestro en el amague. Con un poco de espacio era

prácticamente imparable. En los espacios pequeños un gran gambeteador.

Pero sin duda lo que más admiraban sus compañeros y técnicos era su espíritu

peleador y su visión de juego. Un pase o una recepción de Fleco cerca del área

siempre era sinónimo de peligro para el equipo contrario.

Algunos atribuían su velocidad a los continuos escapes a los zapatillazos de su

padre Don Pedro. Hombre … y poco tolerante con las aventuras de Mingo y

sus hermanos. En la casa de Don Pedro había horas innegociables para la

comida, el descanso, las tareas del hogar y el negocio. Como siempre ahí

llegaba don Pedro para el almuerzo y como plato de entrada…

“Papá… voy a jugar por la selección de Clorinda!!! Le decía Mingo al recién

llegado mientras este se lavaba las manos y le contestaba al sentarse… ¿Con

el permiso de quien? … Fleco no cabía en si mismo de la impotencia… Ya

sabés lo que pienso de esto. Todos comieron en silencio pero nadie podía

digerir el momento…

A la hora en que todos se acostaron se escuchaba en la habitación contigua la

voz de Doña Silvia diciendo: “Pedro, déjalo al Mingo que juegue. Esto es

importante para él”

“Ya se que es importante pero es el hijo mayor, que ejemplo será para sus

hermanos? Para sus compañeros de colegio…

Pero Pedro… Cómo no va a ser un ejemplo para sus hermanos… si todos los

días se esfuerza por ser mejor en lo que hace… (en guaraní)…


Fleco no entendía estas últimas palabras desde su cama pero además de

pedirle a Dios que le permitiera jugar le pedía también ser como su ídolo:

Arsenio Erico.

Mientras volvía por el mismo camino se le ocurrió desviar para pasar por el

estadio del club… donde empezaban ese día los entrenamientos para el

partido que nadie podría advertir… sería inolvidable…

“Che Fleco… no viniste equipado? … le dijo el entrenador… Mingo lo miró sin

entender pidiéndole permiso al mismo tiempo para venir más tarde a mirar el

entrenamiento…

¿No te dijo tu viejo no? Mingo le respondió “ ¿Qué cosa maestro”? No me

embrome así.

Que está esperando? Corra pue a su casa y traiga su equipo…

Fleco… gastando vereda… batió en ese momento del record de velocidad

humana pedestre y entró a la casa buscando a su padre… al verlo le preguntó

si es cierto… y su padre le dijo… “Vos vas a ser más grande que Erico” … pero

comé primero mi hijo y después ándate”

Mingo volvió a sentir que despegaba del suelo y le pareció por momentos ver

en el aire a su ídolo haciendo una acrobacia… sus hermanos corrieron a el

para casi asfixiarlo con los abrazos… de la emoción apenas pudo comer unas

cucharadas de la comida que Doña Silvia con una sonrisa a flor de piel le había

servido a sus hijos…

Volá Fleco… volá… le dijo después de hacerle la señal de la cruz y despedirlo

en la puerta… Mingo ya no pudo ver las lagrimas de emoción que parecían

querer seguirlo desde los ojos de su madre…


Esa misma tarde no le quedó dudas al entrenador de que en su equipo Fleco

iba a ser titular y en la dorsal luciría el número 11… Y en el día del partido no

se hablaría de otra cosa que no sea… el 11… el de los flecos… el pibe… y el

murmullo de las gradas…

“ Con el número 11… Domingo Núñez… se escuchó por el altavoz… mientras

el público impaciente intercambiaba “piropos” entre sí… Fleco sintió el palpitar

de todos esos corazones en el propio suyo… no había otra explicación a esa

frecuencia cardíaca…

El partido arrancó!!!

Después de unos inicios imprecisos Formosa fue demostrando porqué venía

ganando todos estos años y esa tarde parecía que así iba a ser… pero fue

entonces que luego de una picardía … Fleco roba la pelota como un ladrón de

guantes finos y como flecha casi imperceptible… se proyecta por la banda

izquierda… sin darle tiempo a los adversarios de entender la jugada… que en

la cabeza de Fleco ya estaba dibujada y la había hecho varias veces en los

entrenamientos… y saca con esa zurda que parecía ser una sola con todo su

cuerpo… un centro que la misma pelota no hubiese imaginado jamás poder

hacer… para que el número 9… uno que años más tarde usaría su cabeza

para gobernar esa ciudad… usara en ese momento para dar el testazo… que

lograría convertir el primer gol del partido…

Goooooooool de Cloooo-riiiin-da-da-da-da!!! Las tripas del locutor local juro

salieron por esos bafles… La hinchada estuvo a punto de caer de las gradas

que se habían mandado a construir para que estuvieran presentes más

espectadores… porque esa tarde la entrada era gratis para los clorindenses…

pero lo que iban a ver era impagabable…


En el aire se encontraba de nuevo Fleco recibiendo las felicitaciones del

goleador… Quedaba el último tramo del partido y los formoseños fruncían todo

hasta el seño… no iban a permitir que les cambien la historia… pero la historia

ya estaba cambiando…

Defendiendo casi todos como un solo jugador se encontraban resistiendo los

clorindenses en el fondo de su área… resistiendo los pelotazos y fintas… pero

los pies de Fleco ya no resistían… y lo llevaron a interceptar un pase largo

lateral… Fleco miró pero no había nadie a quien pasar la pelota…solo vio al

entrenador haciendo el mismo gesto que le había hecho aquella tarde…

“corré… corré…” y era lo mejor que sabía hacer y ahí todos se iban a enterar…

La flecha se convirtió en bala y la pelota en lo que pudo… Fleco iba dejando

atrás… muy atrás… a los jugadores formoseños que solo veían el número 11…

como la matricula del coche que no pudieron alcanzar… que y parecía que ni la

sombra del propio Fleco iba a hacerlo… el arquero salió a “achicar” pero a

sabiendas de que era imposible achicar esa inmensidad… esa potencia… y

Fleco anotó el segundo y definitivo gol del partido… que finalizaba instantes

después … y que quedaría para siempre en la memoria de los clorindenses…

esta vez Mingo estaba por los aires… llevado en andas por sus compañeros…

antes de ser llevado por el público en las calles y recorrer las calles de la

ciudad pudo ver su padre y a su madre llorando de alegría en las gradas

gritando… “Ese es mi hijo… Fleco… el Apollo 11… el que llegó a la Luna”

A quien no pudo ver Fleco fue a un cazatalentos del club independiente de

Avellaneda… quien le preguntaba al público… Quienes son los padres de

este pibe? Dónde puedo encontrarlos ¿… (continuará…)

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