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cl “El Salvador: Relatos de hace 20 años”

EL SALVADOR
RELATOS DE HACE 20 AÑOS

“25 años yo espere, salir campeón, por una copa yo no cambio mi pasión, soy del león, soy
del león”

Recopilación de relatos de hinchas, quienes vivieron en carne propia el partido Cobresal vs


Universidad de Chile, jugado el 18 de diciembre de 1994 en el estadio El Cobre, El Salvador.

Prohibida su reproducción y adulteración, todos los derechos corresponden a sus autores y a


elnooficial.cl – Proyecto realizado por hinchas para hinchas – Distribución Gratuita

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“Aquel día quedara grabado en la memoria de cualquier hincha azul, cualquiera que pudo
vivir el 18 de diciembre de 1994 estará de acuerdo en que luego de que sonó el pitazo
final, nuestra vida cambio para siempre, fue aquel instante en que confirmamos y
reafirmamos que amábamos a la institución sin importar su resultado, fue el día que
marco un antes y un después en la historia del futbol chileno, el día en que recibimos el
gran premio de ver a nuestro amor campeón y que quedara incrustado en la memoria de
todos quienes amamos a la Universidad de Chile”

En Memoria de Alfonso Troncoso QEPD.

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La vida de Colegio

Recuerdo que era el único en el curso de la U, habían otros compañeros que cuando veían que el
equipo iba ganando el año 94' y yo daba la cara por ellos, sacaban la voz y los lunes orgullosos
decían que eran de la U. Éramos como tres contra 20 en el curso y un par de compañeras también
aportaban su granito de arena en las discusiones sobre el amor por los colores y el respeto por la
camiseta, para que contarles que éramos minoría en el colegio, éramos muchos menos azules en
esa época en que no ganábamos nada y aunque si bien fuimos pocos, éramos bien orgullosos.

Para ponerte en perspectiva era la época que cuando veías a alguien con camiseta de la U en la
calle, lo saludabas con alguna frase buena onda, grossa, taquillera, cachilupi, mortal. La época del
miti-miti de menta, de sacar a bailar cuando tocaban los "lentos" en ingles al final de la fiesta, los
años del cassette y el VHS

En el barrio con los amigos lo mismo, siempre en minoría pero el día del partido lo vimos en mi
casa junto a dos amigos; Uno de U y uno de la contra. Cuando nos hacen el gol, suena el teléfono
y me gritan a todo pulmón "gol conchetumadre" del otro lado, colgué rápidamente pero no pensaba
en nada, no había tiempo para racionalizar esa falta de respeto de un "amigo/indio" y en
ese corazón lleno de fe no entraban balas. Recuerdo que después de contener la angustia por
largos y eternos minutos, de un instante a otro se paralizó todo, se cobraba un penal a favor de la
U en pleno desierto y desde ese momento pasé a vivir minuto tras minuto todo en cámara
lenta, mientras caminaba "Pato Mardones" a patear el penal (con una calma que desconcertaba),
mientras mostraban a la barra más numerosa y bulliciosa que ha pisado desierto alguno y en ese
instante, mientras se acomoda el balón mil cosas pasan por tu cabeza, loco, empiezas a contar
cuantas veces había pateado ese año el "Pato" los penales y empiezas a sacar estadísticas…que
a fin de cuentas no sirven de nada, piensas en que pasa si se lo pierde, o cómo vas a festejar si
la mete adentro (si debo llamar de vuelta a ese desgraciado y gritarle gol en su oreja), te pones a
ver si se están adelantado los jugadores del otro equipo para que repitan el penal en caso que se
lo pierda…tu cabeza es una licuadora con vida propia.

La pelota en el aire, un abrir y cerrar de ojos bien largo y escucho el grito de gol, pero no me
muevo de mi asiento, no me puedo mover, estoy clavado al sillón, congelado, ahí me quedo
inmóvil, como una estatua de yeso y espero ver al árbitro, quiero que me muestren al guardalineas
en televisión, quiero ver la pelota en el centro de la cancha junto a los jugadores listos y dispuestos
para reiniciar el partido, para volver a respirar y poder gritar gol con toda el alma. "Salvador
Imperatore" el árbitro del encuentro indica el centro del campo mientras pita el gol. Se desata
la algarabía, nos abrazamos y ponemos a llorar junto al "Tobal" mi mejor amigo de la época, un
Chuncho de tomo y lomo. De ahí angustia, silencio, la ciudad de Santiago esta callada, no existen
ruidos en la calle, no hay niños jugando, no hay automóviles en tránsito, ni volantines en los
cielos, creo que desde el final de la teleserie "La Torre 10" no había tanto silencio en la
ciudad, hasta que llega el anhelado pitazo final, es ahí cuando se desata el carnaval en la Plaza
Italia, nosotros llegamos allá en camionetas llenas de hinchas, en una caravana vestida de azul, de
emoción, de sentimiento, en las calles la gente nos aplaudía al pasar y se escuchaba una y otra
vez el "Ceachei" en todas las esquinas, gente que no era de la U, que celebraba a sus amigos, que
quería ser parte de esa alegría, nunca vi tanta gente junta y estuve presente cuando volvió la
"democracia" y se celebró en la mismísima Plaza Italia y también me tocó estar presente cuando
murió Pinochet y si bien, no se de números exactos, a "vuelo de pájaro" te digo que jamás podrá
ser comparada la celebración de ese título tras largos 25 años con ninguna otra actividad junto a
ese obelisco.

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De vuelta al Colegio.

El lunes me levanté a clases y bajo mi camisa blanca del uniforme de colegio iba orgulloso con otra camiseta,
pero de color azul y con una U Roja bien grande en el pecho que se traslucía toda, recuerdo que por más que
al inspector durante el recreo le decían que me tenía que sacar la camiseta de abajo, que no era parte de la
indumentaria del colegio, que era una falta de respeto, y cuanta palabra envidiosa y venenosa salía de sus
bocas, el "chico" se hacia el desentendido a todas esas demandas, los profesores también hicieron oídos
sordos en clases, ahí fue cuando me di cuenta que éramos muchos más de la "U" en el colegio y que ya era
hora para ellos de sacar la voz también, me di cuenta que ese triunfo fue un tatuaje profundo,
mi convicción máxima, mi test de ADN que mi sangre fue, es y será AZUL, por los siglos de los siglos hasta el
ultimo día de mi vida.

Gabriel Salcedo

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El Gran Premio

Recuerdo que mi acercamiento a la U se lo debo a un tío, mi padre no es cercano al fútbol, así que
con mi tío conocí el estadio y esta camiseta, era extraño, porque conocí de golpe lo más sufrido de
la U, el descenso, los primeros partidos en los potreros, esos “clásicos de segunda” con
Magallanes, mientras por otro lado celebraban y celebraban, era fácil para un pendejo irse donde
se gana todo fácil, pero no, me quede de este lado, quizás porque era primera vez que veía a
hombre grande llorar por un resultado de futbol, primera vez que veía que gente demostraba una
pasión inexplicable a una camiseta.

Ese 18 de diciembre lo llevo tan presente como si hubiese sido ayer, ese día recuerdo haberme
despertado temprano, la ansiedad ya se apoderaba de mi para los partidos decisivos de la U, que
no eran muchos en esos tiempos, o más bien nos habíamos acostumbrado a definir en la parte
baja de la tabla, pensaba todo el día en que estábamos a 90’ minutos de cambiar la Historia, de
salir a la calle como el hincha del equipo grande, ese equipo grande que hizo historia pero que
muchos no las vimos, solo las conocimos por relatos de nuestros mayores, solo 90’ nos separaba
de esas burlas, de esos comentarios soberbios de otros hinchas…

Era un pendejo, por lo tanto me era imposible ir a El Salvador, pero me instale en la pieza de al
frente de la TV, sintonice Megavision e instale el VHS para grabar aquel momento histórico,
escuchando comentarios de Milton Millas, entrevistas a históricos como Salah, Hoffens, Rivas,
Reyes, etcétera… hasta que se escucho el pitazo inicial, se veía que el estadio se desbordaba, la
U era local y en la cancha un partido tenso…recuerdo que estaba solo frete a la TV y me venían a
la memoria esos comentarios como “si al final se van a caer”, “te vas a morir sin ver a la U
campeón” y tantos otros que solían decirnos... llego el gol de Local y se me enfrió el cuerpo,
tomaban mas fuerzas esas burlas, pero yo ahí con la fe intacta esperando que llegara ese gol que
tanto ansiábamos los hinchas en todo chile… Para muchos era la primera vez que podíamos ver a
nuestro equipo levantar esa copa tan esquiva.

Hasta que llega el minuto bendito, penal a Matador, a ese jugador que no se imaginaba todo lo que
le esperaba en el futbol, el silencio y el nerviosismo se apodero de mí, se hacían eternos esos
minutos antes de que Patricio Mardones pateara ese tiro, se pone frente al balón y vi que le pego
con el alma, creo que ese momento ha sido el más importante que me ha tocado vivir con la U,
éramos campeones, por fin, se terminaba esa maldición, se terminaban las burlas, éramos los
mejores.. Recuerdo que la alegría me desbordaba, Salí corriendo a gritar a quien me quisiera
escuchar que éramos los mejores, se escuchaban los bocinazos, las calles se comenzaron a llenar
de banderas y de alegría, por fin el pueblo azul podía festejar.

Ese título del 94 quedo marcado a fuego desde ese título en adelante, lo que viene es gratis, ni una
Libertadores, ni un mundial de clubes, ni la misma Sudamericana se van a comparar con esa copa,
para nosotros que vivimos los peores momentos este era el premio, esta copa era la que tanto
esperamos.

Leandro Méndez

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Noventa Minutos Junto a mis Desconocidos Amigos

Tenía 15 años y no tenía los medios para poder ir a El Salvador. Iba en segundo medio y, como en
todos lados, mi curso organizó un paseo a El Quisco. Mi mente no estaba de ánimo para ir a
escuchar la guitarra en la playa o engancharse a la más linda de la clase. No, lo único que
importaba era ese domingo 18 de diciembre, cuando Salvador Imperatore diera el pitazo inicial y
los once leones buscarán con todo cortar la maldita racha sin ser campeones.

Vargas, Castañeda, Delgado, Fuentes, Guevara, Musrri, Mardones, Valencia, Aredes, Salas e
Ibañez. Esos fueron los titulares de aquella tarde. Imposible olvidarlo. La noche anterior, entre una
parrilla con los compañeros, me entraba que Católica le ganaba 5x1 a O’Higgins. El partido del
domingo sería infartante, no había dudas.

Como debe haber ocurrido en muchos colegios de la época, era el único azul. Los compañeros se
dividían entre blancos y cruzados. “No van a salir campeones”, “Que te preocupai de ese partido”,
me decían algunos pseudofanáticos que no entendían el momento.

Ya en domingo, salí en una misión única: Buscar un bar para ver el juego. Eran las tres de la tarde
y todos los locales estaban llenos, hasta que encontré uno. Entré sólo, me senté junto a otros
azules que estaban con la misma tensión que yo, pero la camaradería de ese día te hace pensar
en lo hermoso que significa vestir esta camiseta. Un pendejo de quince años sentados con hinchas
de 25, 30, 35 y cuarenta años, cantándole a la televisión y coreando cada ceachei como si
estuviéramos en la galería sur del Estadio Nacional.

El partido en si fue tenso, todos los sabemos. El gol de Adolfo Ovalle fue un puñal al corazón y el
restaurant se transformó en un sahumerio con todos los fumadores que apagaban la ansiedad con
tabaco, hasta que vino el penal a Marcelo Salas. Una locura, mezcla de angustia y esperanza,
precedió al inmortal derechazo de Pato Mardones que se coló en el ángulo superior izquierdo de
Johnny Pérez. Voló la cerveza, el Kétchup, la mostaza, la mayonesa e incluso vasos. Hubo
lágrimas, las que se acentuaron cuando el partido terminó. Gente a la que nunca había visto en mi
vida se transformó durante noventa minutos en mis mejores amigos. La schopería entera fundida
en un abrazo. Vi la hora. Chuta, hay que irse a Santiago. El bus se vino en una carretera llena de
autos con banderas de la U. La llegada al terminal de buses fue caótica. La Alameda era un festejo
nunca antes visto y que sólo la clasificación de Chile a Francia 98 puede hacerle el peso. Me fui a
mi casa en Puente Alto. Participé del carnaval en que se transformó Vicuña Mackenna antes de
llegar a mi casa y tirarme de cabeza a ver los programas deportivos, Futgol y Zoom Deportivo,
principalmente.

Han pasado los años y de vez en cuando pasó por El Quisco. Veo a su alrededor y es imposible
olvidar lo vivido aquella mágica tarde de diciembre, donde, por noventa minutos, tuve a los mejores
amigos del mundo….

Javier Muñoz

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Campeones de 1994 y de Toda la Vida

En esa ocasión con toda la fe en romper la historia y así como siempre seguimos a la U en todas
las canchas no fue la excepción y nos preparamos para viajar al salvador junto con mi amigo
Waldo Castro Valencia, cargamos el auto con bencina y mucha ilusión y aunque no tenia
documentos para conducir emprendimos ese largo viaje, tomamos panamericana y nos dirigimos al
norte, justo al ir pasando por el cruce de quilicura ya se veían los primeros camaradas haciendo
dedo para llegar a esta cita tan importante y que se transformaría en histórica, todos con la misma
ilusión que llevábamos nosotros, levantar esa copa después de tan larga espera. Decidimos que
tendríamos que llevar a algún viajante, nos detuvimos y llevamos a dos personas de la hinchada
que pertenecían al grupo de los anormal de quinta normal, el nano y el mosca eran sus apodos,
con los cuales hicimos ese largo viaje, con muchas anécdotas en el camino, mucha talla y buen
humor, a pesar de no conocernos teníamos un sueño en común lo cual facilito una muy buena
relación de compañerismo y camaradería, después de ese largo viaje llegamos al salvador sin
siquiera una alternativa donde quedarnos y desconocimiento total del lugar donde llegábamos, fue
así como estos muchachos consiguieron una casa donde quedarnos, no sé como lo hicieron, pero
ahí estábamos, instalados en una muy buena casa con un montón de personajes que no
conocíamos, pero que igual éramos una familia, la familia azul.

Llegamos un día y medio antes del partido, el salvador era una fiesta, un carnaval azul día y noche.
Era tan así, que no importaba de donde vinieras o con quien vinieras, compartías con todo el
mundo, era tan así, que los vecinos de las casas colindantes, gente trabajadora y habitantes de la
ciudad nos invitaban a sus casas a compartir con sus familias desayunos o almuerzos, nada nos
faltaba, comida, techo, todo llegaba por sí solo. Como si ellos supieran lo que ahí ocurriría, y lo
compartían con nosotros.

Llego el momento, nos fuimos al estadio todos juntos, llenos de ilusión, entramos y nos instalamos
con toda la energía cantando, saltando y siendo un jugador mas en esa cancha, que altura, que
calor, nada se sentía, el ánimo siempre arriba tratando de transmitirlo y entregar toda esa energía
a nuestros guerreros que lo estaban dejando todo en la cancha, hasta que llego el penal, la alegría,
los abrazos llenaban ese estadio luego el gol y se desata la fiesta, desde ese momento hasta el
pitazo final, luego ya no fue fiesta, fue carnaval, entramos a la cancha todos nos abrazábamos,
cuando no me di cuenta y aparecieron mis mejores amigos, yuntas de estadio, Alejandro Torres y
el Pato Sandoval, nos abrazamos, lloramos y celebramos esta gran hazaña, una explosión
contenida por años, hasta que llego el día y estuve ahí, para poder contárselo a mis hijos y nietos,
somos parte de este día…este día tan importante en la historia del pueblo azul.

Fidel Mamani R.

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El Fin de una Maldición y la Confirmación de un Amor Inconmensurable

Recuerdo que esa semana en el colegio se hablaba mucho del campeonato, que estaba arreglado,
que no había merecimiento para estar allí, que la católica aquí que la católica allá… Puras weas!.

Éramos pocos los chunchos en el curso del liceo, estaba lleno de zetas que te refregaban cada vez
que podían el zorrazo del 91, que no teníamos estadio y la misma historia de siempre que hasta el
día de hoy los sostiene, “el exitismo”. Esa semana fue de muchos nervios y algo de pesimismo, ya
que los medios de prensa hablaban día a día de los 25 años que la Universidad de Chile no salía
campeón, del paso por segunda división, extrapolaban los éxitos de los zorras y el otro equipo de
moda, Cobreloa. Pero se acercaba el día y yo me aferraba a la ilusión de que esta vez sí se podía,
esta vez sí que sí… El día del partido fuimos con mis papas a la casa de mi abuela en la Villa
Portales, le decía a mi viejo: Papá ayer en las Torres estaban todos los cabros de la “U” cantando,
tomando y diciéndole a cada persona que se acercaba a comprar que íbamos a salir campeones,
se notaba que la energía era inmensa, y la gente que llegaba a los locales a comprar aportaba
como nunca con chauchas para poder comprar la anhelada Pilsen Cristal de esos años….

Empieza el partido y no podía ser de otra manera, abajo uno cero y a empezar a remontar….
Historia parecida, historia repetida… Que siga siempre así nuestra historia porque es lo que nos
hace distintos. Jugando mal, pases al rival, nerviosismo en el plantel hasta que pitan penal… Les
juro que nunca escuche la palabra “PENAL CONCHETUMADRE” más fuerte que esa vez, los
gritos de pasión y aliento retumbaban en los pasillos de los Block de departamentos de la Villa
Portales, parecidos a los de la Villa Olímpica, la wea suena y tiembla, increíble… Se para el Pato
Mardones y le pega como se le debe pegar a los penales, con el alma y el
corazón….GOOOOOOOOOOOOOOOOLLLL¡¡

Emocionante es poco para interpretar la mansa caga. La gente corriendo como loca por los
pasillos, chocándose de un lado para otro, nada orquestado; pura emoción y rabia contenida, las
banderas de la “U” en las escaleras de los puentes, la cerveza que salía de las botella cual
champaña de año nuevo…era gol de la “U”.… Finaliza el partido y nos vamos con mi viejo y la
gente del block 9; que salían gritando por todos lados celebrando; hacia General Velázquez, en
dirección a la antigua estación de metro Pila del Ganso, la cantidad de gente era increíble, la gente
llorando de alegría, saltando, gritando, se bajaban de los autos y los dejaban estacionados en
plena Alameda¡¡¡¡ daba lo mismo, era campeón la “U”, los sites de Estación Central llenos de
abuelitos con banderines pequeños de la “U”, eso fue lo que más me marco, los abuelitos que
esperaron y aguantaron esos 25 años sin logros… Después de ver jugar al Ballet, la época más
gloriosa de nuestra querida institución… Estuvieron allí, los 25 años aguantando, y ahora les
tocaba otra celebración más, otro título más, otra alegría más. La U era campeón ese año,
después de 25 años, no podía ser de otra manera¡¡¡

…25 Años yo espere, Salir Campeón, Por una copa yo no cambio mi pasión, Soy del León, soy del
león…

Paul

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El Datsun 150

Para relatar mi historia de hace 20 años atrás en tierra santa debo comenzar con el partido que
chile califico como una final anticipada, si esa con los pechos fríos, cabe señalar que tenía 11 años
y mi padre (con el cual seguimos esa como muchas otras campaña) me dice que por problemas
económicos no podríamos ir al nacional contra la cato, que ese dinero mejor lo guardáramos para
ir al Salvador ya que me prometía que éramos campeones, todos saben cómo termino esa historia
y los rivales que vinieron para poder llegar a esa final, nuestra alcancía crecía y crecía para tan
anhelado viaje, estaba todo preparado nos iríamos con mis tíos y un primo en el Datsun 150, Y que
teníamos como colectivo, sin embargo tres días antes a mi padre lo choca un camión y se vuelca
en la panamericana, justamente frente al puente Bulnes, arrastrándose por las tres pistas,
subiéndose por el parque que en ese entonces dividía las vías, golpeando el techo del auto contra
un gran árbol el cual detuvo el deslizamiento, gracias a san bulla mi padre termino solo con un
rasguño en la cara y el auto, única fuente de ingresos en ese entonces hecho mierda, así mismo
quedaron las ganas de viajar, creo que después del accidente, ya más relajado y viendo la
magnitud de lo ocurrido lloro, pero lloraba más por no poder cumplir el sueño de ver a la U
campeón, el dinero de la alcancía obviamente se fue para los arreglos del auto, asi pasaban los
días más tristes que nada, pero con la esperanza de que esa pena terminara el 18 de diciembre.

Llego el día y nos fuimos con la familia donde mis abuelos maternos, en el, mi guelo, en su cuarto
de herramientas tenía desde muy temprano la sintonía azul, que uno de los tantos relatos que
dieron me marco uno “encontramos a cuatro jóvenes caminando por el desierto, eran de la U,
había uno que se encontraba mal físicamente, ofrecimos llevarlo ya que no caían todos, sin
embargo el señala que prometieron llegar los cuatros juntos y no se separaran, los de la sintonía
azul le dejaron un bidón de agua” . las horas pasaban lentas, la tele no se movía del megavisión,
mis tíos comienzan a llegar y obviamente a ponerle Pilsen también, comienza el partido… ya
sabemos cómo chucha jugo el cobresal ese día, el entre tiempo se hacía presente, cuando mi
padre me dice que fuéramos donde su mama que vivía cerca de donde mis guelos, en la casa
estaban todos también, primos, tíos del colo, también apoyándonos, para que sintiéramos lo que
era ser campeón, mi papá decía “yo no me acuerdo del 1969”, mi abuelita (mami), como siempre
con su velo negro en la cabeza sentada al lado de la IRT de 14 pulgadas, con la virgen del Carmen
grande (que le regalo mi taita) y su rosario en mano orando para que saliéramos campeones hizo
una pausa solo para decirle a mi papá “no le pongai mucho! mira que si pierden, no quiero ni
pensar cómo va estar ese niñito” , comenzó el segundo tiempo y yo decidí volver donde mi guelo y
mi taita se quedó adivinen, si po tomando con sus hermanos, el partido se ponía peludo más
cuando nos hacen el gol, la angustia las lágrimas, las putia en silencio para que no me retaran, mi
guelo seguía arreglando algo en el cuarto, escuchando el partido, yo encerrado solo en la
habitación de mi tía, hasta que vino el penal, mi guelo siguio como si nada, recuerdo
perfectamente que me arrodille (tal cual como lo hice el 6 de diciembre pasado), le di vuelta la
espalda al televisor y baje el volumen, junto con eso comencé a rezar, solo me entere del gol

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cuando mi guelo, luego de estar callado casi todo el día grito fuertemente GOL de la U mijito, salí
corriendo de la habitación llorando, porque no sabía que sentía, me abrazo fuertemente me
besaba y me decía no llores mientras que él también se le caían sus lagrimones, me quede con el
escuchando los últimos momentos del partido hasta que llego el minuto final, mierda éramos
campeones, por primera vez éramos campeones, no sabría explicar cómo me sentía en ese
momento, era una boba de emociones, éramos los mejores, mi guelo se mete en el cuarto y me
entrega en una de las tantas leseras que hizo ese día para matar el tiempo, me entrego una
bandera de la U que alguna vez me la había dado.

Mi taita volvió a buscarme y me dijo saca la bandera con orgullo, como alguna vez me dijo cuándo
precisamente cobresal nos mandó a segunda, pero con un tono malicioso ya que la calle donde
vive mi guelo lleva el nombre del archirrival, quedamos en ir a buscar a los jugadores al
aeropuerto, sin embargo cuando llego la hora, estaban más doblados que yo mismo para el último
campeonato (ahora los entiendo) de igual forma éramos campeones de primera.

Desde ese entonces que no veo penales de la U, desde ese entonces que las otras copas que
vengan se disfrutan, pero yo con esa quedo pagado, viva la Universidad de Chile conchemimadre,
ah y hablando de mi madre, notaron que no hable de ella en este relato, bueno la muy desubica es
del audax (en realidad no cacha de futbol) pero ese día se fue al persa parque los reyes a comprar
huevadas, después me entere que mi taita le paso unas Lucas para que nos dejara disfrutar de ese
gran día tranquilos…

Pipa

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La Caja de Vino y La Pilsen de Litro

Aquel 18 de diciembre, por razones que mi memoria no recuerda, no me fue posible emprender
viaje rumbo a Tierra Santa, por lo que no me quedó más que compartir aquel momento, de los 90
minutos, en casa, junto a mi viejo, el mismo que me inculcó el amor por la camiseta de la Chile.
Tenía 15 años y recuerdo muy bien que durante la semana previa esperábamos ansiosos las
noticias para ver los reportes de la U, pero sobre todo a los miles de camaradas que iban hacia el
norte, muchos viajando a dedo, con varios días de anticipación, para poder llegar a tiempo. Ese día
nos sentamos con mi viejo frente al televisor, mi taita como de costumbre con su vino en caja y yo,
con una Pilsen de litro, mi vieja haciendo sus cosas y mi hermano en casa de amigos viendo el
partido y repitiendo el ritual, imagino.

Fue un partido raro, la U no jugó bien, se notaba a los jugadores apretados, la gente, el
nerviosismo, la instancia histórica debieron ser factores que mermaron el rendimiento del equipo en
cancha. Más encima todo mal, empezamos con gol en contra. Los fantasmas se hacían presentes,
el nerviosismo era brutal, las lágrimas comenzaban a caer de los ojos, aunque siempre con la fe,
porque así crecí, con la U sufriendo, pero con la esperanza de dar vuelta un resultado hasta que el
referí pite el final. La U con más ganas que fútbol buscaba ese añorado gol, era uno sólo, una
conquista que de seguro quedaría en el recuerdo del Olimpo para muchos. Y así fue, segundo
tiempo y penal para la U. Conchesumadre, penal para la U, la puta que lo parió. Me preguntaba en
ese momento quién fue el que hizo el guion de ese partido?. Porque el muy puto lo hizo perfecto,
como es la U, sufriendo. Cuesta describir aquella sensación, creo que habrán pasado 2 días
fácilmente entre que el árbitro cobra el penal y el Pato Mardones remata al arco. Y bueno, toda
angustia debe terminar, la pelota toca la red y por fin, sí, somos campeones. Saltamos de nuestros
puestos y nos fundimos en un profundo abrazo de lágrimas con mi viejo, un abrazo que no
necesita palabras porque la fuerza de los sentimientos lo dicen todo. Gracias viejo, somos
campeones. La sensación de pasar del sufrimiento a la alegría creo que solamente la gente de la U
sabe realmente como es, inexplicable.

Pitazo final y vamos mierda…- Viejo, voy a Plaza Italia. – Anda y celebra por mí, pero cuídate
hueón. No recuerdo cómo llegué a Plaza Italia, pero nadie podrá borrar de mi mente la imagen
intacta de ver a miles de bullangueros celebrando, la Alameda estaba completamente teñida de
azul, era una locura, una fiesta total. La gente seguía llegando y el carnaval recién comenzaba. Los
rumores decían que el plantel llegaría a la Moneda, así que de a poco la gente comenzó a caminar
hacia palacio de Gobierno. El problema es que éramos tanto en el centro que más que marcha fue
una toma de la Alameda, porque muchos siguieron los festejos en Plaza Italia, mientras otros
seguíamos rumbo hacia la Moneda. El ceachei en el antiguo Diego Portales quedará en el
recuerdo vivo de los que estuvimos allí, como también cuando paramos frente a la católica para
dedicar un par de cantos al ese entonces rival del título.

La contra podrá hablar de la libertadores, pero según los entendidos, Chile, y sobre todo la
Alameda, nunca antes vio un carnaval y un nivel de festejo como se vio aquel día. Me podrán citar
otros campeonatos de la U, Sudamericana incluida, pero ningún campeonato podrá igualar el
significado del título del 94, porque más que una copa, fue el término a una maldición de 25 años,
jamás, creo y espero, llegará un día tan glorioso para nuestra institución, como aquel 18 de
diciembre de 1994.

Chunshop

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El Choque y el Abrazo

Aquel año fue raro, pero en la segunda mitad recuerdo a mi padre en Sor teresa de los Andes
haciendo una manda para que la U fuese campeón, ese mismo día, la U jugaba con Cobreloa en
Calama. Eran fines de noviembre, y en el grupo que regularmente asistíamos al estadio se
encontraba también mi padrino, lo cito porque ese mismo día ganamos a Cobreloa. Antes del
partido ya habíamos ganado a los del frigorífico y el escollo mas difícil era ir a jugar a Calama,
ganamos el partido y al parecer la manda daba resultados…Era muy temprano en la mañana
cuando sonó el teléfono de mi casa, mi padrino había comprado una reja con su Nissan sentra,
andaba celebrando que habíamos ganado a Cobreloa, luego de los trámites pertinentes y de
constatar que estaba todo bien, seguimos adelante, nos quedaba un partido en Santiago e ir al
salvador.

Por razones económicas, con mi viejo y mi padrino, no pudimos viajar, fue triste, habíamos estado
todo el torneo siguiendo a la U, dentro y fuera de la capital, pero ya no había más, el único regalo
de navidad que pedí, era que saliéramos campeones, como muchos más en el mundo. Por historia
con mi padre, desde que tengo uso de razón, nunca nos hemos sentado al lado en el estadio,
siempre unos asientos más allá o más abajo, aquel 18 de diciembre no fue la excepción. Mi padre
sentado en el living frente a una TV a color de 14 pulgadas, y yo encerrado en mi pieza frente al
fiel Samsung, paradójicamente blanco y negro, pendientes del partido, no había nadie más en la
casa, el silencio era casi tétrico. –Escucho una Puteada- Conchetumadre! Gol de
cobresal…Recuerdo haber tenido una medallita de la U, la cual apretaba fuerte rezando por el
empate, vino el penal, el pato que le pega con la fuerza de más de la mitad del país y la pelota
entra, Gol Conchetumadre, Gol! Grito en mi interior, mi casa seguía en silencio….Pasaron los
minutos hasta el pitazo final, fue solo entonces cuando retorno el sonido a mi casa, corrí hacia el
living, abrazando a mi padre, ambos llorando, por primera vez sabía lo que era ser campeón con la
U, por primera vez sentía lo importante que es esta camiseta, los años malos bancados, los
empates celebrados como triunfos, sentía que por fin volvíamos a estar donde merecíamos, donde
nunca había visto con mis propios ojos a la institución.

Atravesamos unas cuadras, donde estaba mi padrino, nos abrazamos, lloramos, comimos ceviche y
fuimos a plaza Italia, mi padre me puso su camiseta, me quedaba peor que poncho, pero la U
gigante que tenia, me quedara por siempre en el corazón, para recordar que la mejor herencia que
mi padre me podría dejar, es ser hincha de la U.

Patricio Torres

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elNooficial.cl “El Salvador: Relatos de hace 20 años”

Muchos coincidimos en que aquel partido y aquel campeonato fue histórico, y que
todo lo que vino después fue yapa, el tricampeonato, la sudamericana, nada se
compara con aquel emotivo y especial torneo.

Este libro digital está dedicado a todos aquellos que juraron traer al equipo a lo
más alto, a los que estaban cuando estábamos arriba, a aquellos que estuvieron
25 años sin ganar nada, a los que en el colegio, trabajo y universidades
aguantaron las burlas de todos, los que se quedaron en el estadio luego que
bajamos a segunda, a todos a quienes alguna vez dijeron “volveremos a ser
grandes, grandes como fue el ballet”

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