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Bogotá,

18-19 de abril de 2020.






Recordado amigo,



En verdad encuentro muy agradable haberte leído. No obstante, me parece que este es
tiene algo optimista con relación al fin del capitalismo frente a un escenario presente y
futuro –al que espero referirme– con tanta incertidumbre: considero por lo tanto que
la lechuza de minerva sigue volando en la noche (en esto encuentro un tanto confusa
tu idea sobre “la plena aurora” ¿Te refieres a la ex-posición escrita de los filósofos? ¿A
las luces de ideas –que pueden enceguecer– de los filósofos? O ¿Te refieres a una caída
inmanente del capitalismo?).

Bueno, siguiendo, los mismos escépticos se daban la oportunidad de elaborar
narrativas de mundo que encajaran de manera aproximada con los sucesos y quizas
eso es lo que importa. Si encerráramos los acontecimientos del presente dentro de los
estereotipados y confusos términos de lo bueno y lo malo, podría uno decir que lo
mejor de todo es el baño de finitud y mortalidad que esta causando esta enfermedad
alrededor del mundo –que con el tiempo (lo que lo hace también pernicioso) pueden
pasar de cambios substanciales a cambios culturales importantes–, lo que nos podrá
hacer cambiar ciertos hábitos tan perjudiciales para la vida y el planeta. Quizás es lo
mas cercano (a nivel global) de lo que estaremos a ese concepto de existencia
autentica de la que habla Heiddeger (en la que quizás no podemos llegar a estar de
acuerdo): el ser-para-la-muerte que tiene como referente su mortalidad y sabe lo
importante que es vivir, que acepta o se apropia de su finitud, lo que le permite partir
a las posibilidades de la existencia siempre abierta. La pregunta es: ¿Seremos capaces
de escuchar a la muerte, donde tan difícil es escuchar lo vivo? Y por otro lado, tenemos
el bajón de popularidad de Trump y otros rostros del neoliberalismo que puede ser
fundamental en las próximas elecciones. ¿Pero esto puede llegar a cambiar
radicalmente el panorama de la economía, el capitalismo y por otro de las
individualidades y los colectivos? ¿Cuál es el horizonte real del capitalismo o el
neoliberalismo?

Aún cuando se ven muchas respuestas de solidaridad, resistencia y resiliencia todavía
uno no deja de ser algo pesimista ante un mundo al que le han venido incrustado
tantas expectativas limitadas o directrices de todos los modos y formas. Y allí es donde
veo el aspecto mas nocivo de esto. A muchos que han podido construir comunidad (y
los hay), pueden estar a todas tranquilos. A los demás, ¡nos cogieron con los calzones
abajo!. Lo que hace ver los sucesos del presente, es la falta de ordenación,
determinación y unión –muchas veces por culpa de intereses personales y privados–
del Estado (y sus instituciones) y a su vez de muchas comunidades y organizaciones
políticas y sociales. ¿Se podrá luchar y construir ahora ante estos sucesos que
promulgan la solidaridad desde la lejanía, el uso masivo de las redes, el mercado
digital y los intereses colectivos sobre las libertades individuales que pueden a la larga
promover el actuar de rebaño y el autoritarismo?.

Si esto llega a ser mas un impulso (por la vida) que un debacle hay que tomarse el
tiempo para construir de verdad comunidad (y no comunismo): lazos de solidaridad
desde la igualdad –no unos por aquí y otros por allá– y a cultivar en pequeña o
mediana escala, promoviendo la autonomía y la autosuficiencia. Ese día se empezara
de nuevo –ya muchos lo hacen o lo siguen haciendo hoy día– a tener contacto con la
tierra, a aflorar más el pensamiento y las buenas tradiciones que por lo visto se han
ido perdiendo: de cultivo, de abonos, de conocimientos, de reuniones, de vínculos, de
medicina, etc. Sólo así se podrá ir removiendo la idea del dinero, de la ganancia y de
un Estado paternalista –que obstruye más que promueve– que difumina las decisiones
propias.

La superioridad humana promulgada por la razón desde el renacimiento y exacerbada
por la revolución industrial y el capitalismo ha hecho de los humanos unos seres
pedantes. Esperemos que ahora cuando su vulnerabilidad y su ignorancia se muestra
ante una posible catástrofe –a causa de una puñalada por algo tan microscópico– y se
nos revela a toda luz un ser pequeño e invalido –principalmente el sujeto
metropolitano–, se pongan en duda sus hábitos y su forma de vida (productivista,
individualista y consumista) lejana de la construcción de comunidad, de la vida y de la
Tierra. Según Yuval Harari –autor “De animales a dioses” y “Homo deus”– ante
escenarios diversos que van de regímenes totalitarios, aislacionistas y nacionalistas,
primero: “no hay nada predeterminado en la manera de lidiar con esta crisis y... hay
muchas opciones, no una sola y, segundo, que las decisiones que tomemos tendrán un
impacto durante años y décadas y reconfigurarán el planeta”. Ojala esta crisis brinde
luces para empezar a luchar contra la contaminación del plantea, el cambio climático y
el horror de la guerra. Allí la pregunta fundamental que hay y habría que hacerse es:
¿Qué estoy haciendo yo por cambiar realmente a favor de la vida? ¡Hay que empezar a
tener en alto esos principios kantianos de: pensar en uno, pensar en el otro y ser
consecuentes! Si no existe después de esto una reflexión profunda en este sentido, con
honda empatía y radical determinación, con acciones consecuentes por la vida en la
inmanencia de la vida, ¡nada habremos aprendimos!.

¿Que posibilidades se nos muestran y que posibilidades tenemos?... ¿El fin de una era
y el principio de una nueva, mejor o peor? ¿El inicio de una nueva sociedad
disciplinaria? ¿El comienzo o la expansión de una sociedad de control y registro
basada en lo digital? ¿Es la expansión de la rigurosidad asiática? (Byung Chul Han).
Hay sobre estas preguntas algunas cosas a tener en cuenta. Y aquí habría que volver
sobre el horizonte real del capitalismo y el neoliberalismo que sabemos se a expandido
y mutado de muchas formas, para nosotros aun tan difíciles de entender. Es posible
deducir por las cifras que el poder norteamericano y europeo –y por lo tanto
occidental– se va a encontrar ante un escenario bastante fuerte (económica y
socialmente) que se le va hacer difícil enfrentar, pero ante éste encontramos el
escenario de caridad y seguridad que puede llegar a brindar el mundo asiático – y por
tanto oriental, sobre todo chino–, en un sociedad tan débil de forma inmunológica –
mental (psicopolítica) y corporalmente (biopolítica), por la “psique emprendedora” y
el “cuerpo obediente”. Un tipo de neoliberalismo que a todas luces (para nadie es un
secreto) se a empoderado tecnológica y económicamente –y los números lo
confirman– antes y ahora. Lo que impondría un capitalismo mas rígido y vigilante.
Pasar de una vigilancia implícita a una explicita; pasar de una sociedad donde prima el
individualismo con fuerte tendencia al egoísmo narcisista, a una sociedad donde
“impera el colectivismo con una fuerte tendencia a la disciplina”, que no parece tener
mayor problema en Asia, según Han. Se abre entonces, a partir de una reacción
inmunitaria social, la necesidad –otra– de algo que nos brinde más seguridad (el
miedo a la libertad): ya lo veo yo con mi padre que frente a este hecho –al que le tiene
mucho miedo, un tanto mas que todos– conjura los demonios contra el imperialismo
estadunidense, pero por otro invoca y admira –eso si con cierto recelo– el poder del
fantasma ruso y chino. Quizás a eso se refiere Agamben en uno de sus artículos sobre
esta peste, cuando dice que le parece sorprendente la facilidad en como accedimos al
aislamiento y considera “que de alguna manera, aunque inconscientemente, la plaga
ya estaba allí, que, aparentemente, las condiciones de vida de las personas se habían
vuelto tales que una señal repentina fue suficiente para que aparecieran como lo que
ya eran, es decir, intolerables, como una plaga”. ¿Es quizás al intruso al que te refieres?

Y a todas estas ¿Cómo va quedar parada Colombia y América Latina? ¿Dónde queda un
país y una región como la nuestra en medio de esta visión, donde al parecer todo llega
tarde o en su defecto se transforma a su modo?... ¿Existirán mas posibilidades de
resistencia y resiliencia entre la subalternidad? ¿Habrá mas posibilidades de cambio
entre las vidas abyectas, excluidas y no dignas de las lagrimas que entre los incluidos y
las vidas dignas de llorarse? O a todas estas, en lo que se refiere a la psiquis, el
redimiendo y la era digital ¿No somos todos en ultimas incluidos y excluidos? ¿Y qué,
cuando el Banco Mundial y los grandes poderes se den cuanta de la importancia de la
vida indígena y campesina y quieran fomentarla como una forma de vida necesaria?.

Hoy (ahora) la gente esta mucho mas conectada: trabajando, estudiando, comprando,
hablando, viendo, etc. Dentro de la sociedad de la productividad y el rendimiento,
donde se espera que se trabaje más, más rápido y más eficiente; donde se espera
abarcar el mayor tiempo posible ¿A quien le conviene mas esto?. Puede que ahora las
economía se tambalee, seguramente muchos negocios fracasen, pero otros empezaran
a volcarse sobre el mercado digital y global y las pequeños y medianos mercados
tomaran otros rumbos más amplios y la economía empezara a balancearse. Entonces
habremos pasado a un mercado global total y a la moneda digital... Entonces la
vigilancia y la tecnología habrán dado un gran paso... Entonces la gestión política de la
vida y la salud abra funcionado… Todo esto parece un gran experimento. Puede que
hoy todos-todos tengamos miedo e incertidumbre, que las cosas no se vean tan bien
¿Pero a quiénes les conviene más adelante que estemos encerrados, perdiendo menos
tiempo y produciendo más?...

Y para ir dejando, en una sociedad donde la gente vive cada vez mas rápido, acelerada,
conectada a ordenadores móviles que nos sobresaturan de información; donde las
relaciones de tacto y contacto, que fomentan el dialogo y la escucha, se han vuelto
insubstanciales o de segundo plano en muchos casos; donde la soledad y el silencio
pasan por ser rasgos de una mística lejana o absurda o en el peor de los casos causa de
un narcicismo depresivo y donde hemos pasado a darle mas confianza y poder a la
democracia y sus políticos, encerrándonos cada vez mas dentro del rendimiento y la
vana indignación que se promueven desde las redes sociales ¿Es posible que el
esmero y la reflexión puedan llegar a tomarse el tiempo necesario para pasar por “el
filtro de la interrogación”, lejos de los estándar, la sujeción o del automatismo mental?
¿Cuánto tiempo, esfuerzo y que tipo de actos se requieren para que seamos
consientes, atentos, consecuentes con nuestros actos y seamos capaces de tomar
nuestras propias decisiones?...

Por otro lado ¿En verdad existe una duda (real y consiente) sobre lo dado o
establecido por el capitalismo? ¿Sabe la gente hasta donde o quienes mueven los hilos
del capitalismo? ¿Será una generación o una sociedad en particular la que muestre el
camino?... Y… ¿Que podemos esperar –cómo referencié en el escrito sobre “Parasite”–
de una realidad paradójica donde se favorece tanto la autonomía como la
dependencia?. Chul Han es tajante: “Hoy no hay ninguna multitud cooperante,
interconectada, capaz de convertirse en una masa protestante y revolucionaria
global… Hoy compiten todos contra todos… La competencia total conlleva un enorme
aumento de la productividad, pero destruye la solidaridad y el sentido de comunidad”
(“¿Por qué hoy no es posible la revolución?”). En palabras de Lipovetsky: “La vida en
presente ha reemplazado a las expectativas del futuro histórico y el hedonismo a las
militancias políticas; la fiebre del confort ha sustituido a las pasiones nacionalistas y
las diversiones a la revolución” (“La felicidad paradójica”).

Pero insisto, ¿Qué puedo hacer yo por cambiar? Y quizás averiguar ¿Quiénes lo están
haciendo y cómo?. Cada vez estoy mas seguro o tengo cierta certeza –que no me
invade aún con entusiasmo enardecido como al viejo coronel Aureliano Buendía, bajo
los privilegios de la simplicidad y en un pacto honrado con la soledad haciendo
pescaditos de oro– que lo que importa es pelear por mi propia liberación y no por
ideales abstractos, que al final reclaman autoridad y servidumbre. Cada vez tengo la
certeza que es a partir de pequeñas o grandes revoluciones personales, que actúan
desde el ejemplo vital y silencioso, que las cosas pueden tomar más grandes rumbos.

Finalmente, considero que uno de los grandes cuestionamientos que esta en juego es
el de la vida y por ese mismo camino, la reinvención del amor como: salud, lucha,
calidez, asistencia, empatía, conocimiento. O cómo Enrique Leff que piensa que el
mayor desafío para trascender la crisis ambiental será darle su lugar al derecho a la
vida, al devenir de la vida en la inmanencia de la vida; al derecho de los pueblos de
“vivir bien” y construir modos diversos de vida… resguardados por una ética política
de la con-vivencia, que busca comprender y habitar el planeta conforme a las
condiciones de vida (“El fuego de la vida”). O según Agamben quien considera que el
“conflicto político decisivo” de nuestra cultura –al que se debe ver con urgencia– es
haber separado lo no-humano y/o el animal de lo humano. Es fundamental
preguntarse cómo se entiende hoy la vida y la preservación de la misma, más allá de
los números o los datos –como lo pensaría Han– teniendo en cuenta una teoría en
sentido amplio que sea capaz de dar cuenta de lo común entre lo humano, el animal y
la planta (“Lo abierto. El hombre y el animal”)… y para llevar a cabo ello por supuesto
es necesario un cambio substancial y radiacal dentro de nuestro modos de
comportamiento para con la naturaleza y/o el planeta… ¿Será posible todo ello –a
corto, mediano o largo plazo– tras estos eventos desafortunados (o afortunados)?... Lo
mas seguro es que quien sabe… pero lo pronto empezar por uno…

Bueno, eso es lo que pienso o supongo…

Espero estas palabras traviesas y atravesadas puedan ayudar de algo en tu
pensamientos…


Abrazos,

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