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La palabra logística etimológicamente proviene del término “logistikos”, término usado en el siglo
VII antes de Cristo, que a su vez significa “diestro en el cálculo” o “saber calcular”. En Grecia en el
año 489 antes de Cristo, ya se usaba la palabra logística, y esta definía el “hacer algo lógico”.
La primera concepción de la logística moderna se le atribuye al barón Antoine-Henri Jomini, quien
en su texto Précis de lárt de la guerre (compendio del arte de la guerra), hace referencia a una
teoría de abastecimiento y distribución de tropas y estrategia de guerra, tal como se puede
observar en el siguiente fragmento:
“Recibiendo los franceses la batalla con un desfiladero a retaguardia y unas praderas cubiertas de
arboledas y cortados por pequeños ríos y jardines, era necesario haber echado un número de
pequeños puentes, abrir paso para que condujeren a ellos y marcar con jalones las
comunicaciones.
Si bien estas precauciones no hubieran evitado la pérdida de aquella batalla decisiva a los
franceses, hubieran podido salvar un gran número de hombres, cañones y carros de municiones
que se vieron obligados a abandonar.”
La concepción de la logística como concepto que maneje las actividades relacionadas con el
movimiento y el almacenamiento de manera coordinada, además de la percepción de la utilidad de
la logística como generadora de valor agregado se remonta a 1844, cuando el ingeniero,
matemático y economista francés Jules Juvenel Dupuit, establece la idea de asociar
comercialmente los costos de inventario por los costos de transporte.
Ya en los años posteriores los avances conceptuales de la logística son atribuidos al desarrollo
militar estadounidense, debido a algunos de sus más sobresalientes miembros estrategas como
Alfred Thayer Mahan, Cyrus Thorpe y Henry E. Eccles, quienes sentaron bases importantes en la
clasificación de los procesos logísticos y en la formación de su vocabulario.
En el año 1962, es fundada la organización profesional de gerentes de logística, docentes y
profesionales CLM (Council logistics Management), con el ánimo de captar la esencia de la
gerencia o dirección de la logística en el comercio y los negocios.
En 1985 y cosechando un grupo de conceptos y elementos que surgían desde la década de los
cincuenta, tales como reducción de costos, mercadotecnia, tercerización, flujos tecnológicos y
administración de la calidad, el Council of Logistics Management (CLM) define la logística
como: “Una parte del proceso de la cadena de suministros que planea implementa y controla el
eficiente y efectivo flujo y almacenamiento de bienes, servicios e información relacionada del punto
de origen al punto de consumo con el propósito de satisfacer los requerimientos del cliente”.
Definición que marcó la ruta de la logística actual, y entorno a la cual han surgido un conjunto de
investigaciones y operaciones con el propósito de perfeccionar la esencia conceptual de la idea
logística del CLM.
Tanto así que 18 años más tarde (2003) el cambio de la definición era poco, contrastando con el
avance y el surgimiento de prácticas afines al propósito logístico, ya que el CLM replanteaba su
definición como: “Una parte del proceso de la cadena de suministros que planea implementa y
controla el eficiente y efectivo flujo y almacenamiento hacia delante y en reversa de bienes,
servicios e información relacionada del punto de origen al punto de consumo con el propósito de
satisfacer los requerimientos del cliente”, planteando un nuevo concepto conocido como logística
inversa.
La logística en teoría comprende los procesos de estrategia de planeación, abastecimiento,
fabricación, movimiento o distribución y venta, desde los proveedores hasta los clientes que
permita obtener una optimización sobre las variables que determinan una ventaja competitiva, ya
sean costo, flexibilidad, calidad, servicio e innovación mediante la máxima integración de su
estructura organizacional a través de la adopción de una estrategia de “coevolucion” entre
proveedores, gestión interna y clientes que permita administrar la estructura como una sola idea de
negocio que beneficie a todos los eslabones que participen en ella, y que a su vez requiere de total
sincronización basándose en el uso de plataformas idóneas que permitan un elevado grado de
comunicación en tiempo real.
La estrategia logística como fuente de apoyo y/o plataforma de las decisiones de las estrategias
operativas se componen de una estructura y una infraestructura, que determinan un organigrama
logístico integral dentro de las organizaciones.
Estructura Infraestructura
Centros logísticos Recursos humanos
Redes logísticas Servicio al cliente
Transporte Sistemas de planificación y control
Integración vertical Sistema de pedidos
Red informática Política de inventarios
Estos organigramas logísticos (cuya estructura depende de la evolución conceptual, y que son
motivo de estudio) permiten la conceptualización temática de las afluentes (actividades) de la
logística, actividades que integran áreas dispersas dentro de las organizaciones, tales como:
producción y marketing, y se apropia de otras que se encontraban totalmente segregadas por toda
la estructura de las mismas.
Luego de décadas de evolución conceptual, las actividades logísticas han quedado integradas
esbeltamente al dominio de dos (2) áreas fundamentales:
Área logística de compras y manipulación de materiales.
Área logística de distribución física.
Las actividades que constituyen las áreas logísticas generales son:
Pronóstico de la demanda
Compras
Planeación de la producción
Inventario de fabricación
Almacenamiento
Manejo de materiales
Embalaje
Planes de distribución
Procesamiento de pedidos
Transporte
Servicio al cliente
La Economía Minera
Con la conquista española se inician tres siglos de recia actividad minera. La necesidad económica
europea derivada de la exigencia de oriente de metales preciosos a cambio de materias primas, la
ruptura de la cadena de aprovisionamiento español de oro en Sudán debido a la invasión del islam
en el norte de África, la abundancia de recursos naturales del continente americano y las
características de densidad de los metales, fueron los factores fundamentales para considerar a
estos como mercancía de imperiosa explotación.
La economía dorada es descrita históricamente como la economía colonial (1550 – 1820), y es en
este periodo donde surgen las primeras rutas de transporte, los primeros caminos labrados y las
primeras actividades comerciales portuarias, todas para jalonar un proceso de actividades de
extracción y distribución de metales preciosos con destino europeo. La minería no solo impactaba
los procesos de explotación, sino que generó el desarrollo de la agricultura y la ganadería, dando
paso a la economía de hacienda, para resolver los problemas de alimentación y transporte de la
actividad minera.
Este período se caracterizó por desarrollar organizaciones y actividades económicas para
fortalecer las labores de explotación, tales como la mita, que era un mecanismo a través del cual
los indígenas tributaban por medio de trabajo obligatorio; el resguardo, que eran instituciones que
se encargaban de manejar la mano de obra y facilitar el recaudo de tributos; la encomienda, que
era un mecanismo de repartición de tierras y tributos a españoles a cambio de protección de los
indígenas, y la esclavitud, siendo la colonia un período marcado por la llegada de miles de
hombres de raza negra, quienes se convierten en la principal fuente de mano de obra, victimas del
trabajo forzado.
Durante la colonia se desarrolló por vez primera en el continente americano la captación de
impuestos, siendo los más representativos e influyentes en la actividad comercial, el
“almojarifazgo” un impuesto de aduanas, precursor del arancel; el “quinto real” un impuesto de
minería, y el “diezmo” un impuesto pagado a la influyente iglesia tomando como base los productos
de la agro, precursor de los productos gravados en América.
Las actividades logísticas como el transporte en la colonia tenían como rutas entre América y
España, la ruta comprendida entre Nombre de Dios, Portobello, en Panamá hacia Cartagena,
punto en el cual existía un abastecimiento de metales provenientes del virreinato de Granada,
posterior a este se dirigía hacia el puerto de Veracruz, en el golfo de México, donde se abastecía
de lo recolectado por el virreinato de la Nueva España, y luego se dirigía a la Habana, en la isla de
Cuba, lugar desde el cual se zarpaba hacia Guadalquivir, hoy Cádiz, España, ruta la cual tardaba
no menos de tres meses y cuya frecuencia era determinada por la disposición militar española.
La logística del transporte de metales hacia España no incluía factores meramente comerciales,
sino costos de seguridad, derivados de los despliegues de convoyes y armadas que
periódicamente realizaban la llamada “carrera de indias”.
Dada la necesidad de comunicar los accesos marítimos con las zonas que alcanzaban cierta
identidad económica al interior del país, surgirían las barrancas, que eran lugares que servían de
zonas de embarque y desembarque a las orillas de los ríos que convergían en los puertos ya
desarrollados, y que motivó la prestación del servicio de depósito de mercancías por parte de
casas, posadas y bodegas que se ubicaban en cercanías a ellas. La primera barranca conocida fue
la de Malambo, que data del año 1562, y que se complementaba con recuas de mulas, algo así
como una flota de transporte propia del precario puerto que se ubicaba a orillas del rio Magdalena y
que servía de conector con el interior al puerto de Cartagena, estableciendo las barrancas como
zonas de intermodalidad de transporte.
Sin embargo, la precariedad de los puertos fluviales convertía los procesos de transbordo en una
pesadilla para el acceso a los puertos marítimos. Es así como en el año de 1650, el proceso
logístico de intercambio comercial interno tuvo un viro trascendental, pues después de cuatro
meses de ardua labor, un grupo conformado por aproximadamente dos mil esclavos logró
comunicar la red de ciénagas con el conjunto de caños que corrían al oeste de la ciudad de
Cartagena, construyendo el memorable Canal del Dique, que representaba una directa
comunicación de la ciudad con el rio Grande. Esta obra no solamente influyó en el intercambio
como plataforma más eficiente, sino que motivó un cambio en el medio de trasporte utilizado para
este, estableciéndose el champán como el medio dominante del canal, aunque este ya existía
desde el siglo XV, ahora desplazaba significativamente las balsas y las piraguas.
Sin embargo el proceso de intercambio a través del canal no fue del todo eficiente y constante,
dado que este era arrendado mediante contratos anuales y las administraciones basaban su
gestión en el cobro del peaje, sin invertir en su mantenimiento, lo que llevo a paras sucesivas y
navegación sobre lodo. Además varios grupos de propietarios de recuas de mulas se unieron con
el objetivo de competir con el canal basándose en el vandalismo al llenarlo de empalizadas para
ser requeridos. De esta manera el intercambio a través del Dique se convirtió en un proceso
logístico de intermodalidad de transporte inducida, que comprendía arriería y navegación, elevando
los costos operativos.
A pesar de los avances en las comunicaciones comerciales por agua, los rezagos en materia de
infraestructura y productividad de la colonia española eran evidentes, la tecnología de las
explotaciones mineras, que era controlada por los indígenas y esclavos, permaneció sin
variaciones durante todo el periodo económico, los resultados positivos de los periodos de
explotación se producían gracias a un incremento en la mano de obra o al descubrimiento de
nuevos yacimientos de minerales, esto y el derroche del Reino español europeo marcaron la
economía hasta el final del periodo histórico.
Aún sin estar independizados, pero enmarcados en el territorio e historia al que hoy corresponde
Colombia, se da el origen de las primeras actividades relativas al concepto de logística, un origen
derivado de un proceso de explotación, que no logra ninguna consolidación e inicia un rezago
tecnológico que desencadena en un posterior subdesarrollo de las colonias españolas.
Durante la época del virreinato (1740 – 1810), las actividades comerciales granadinas tuvieron un
impulso vital con la llegada a la corona de Carlos III, quien llevó a cabo diferentes reformas
económicas enmarcadas en las “reformas borbónicas”, tales reformas atenuaban los modelos
conservadores impuestos en la economía colonial, permitiendo la llegada de actores económicos
ajenos al monopolio americano y español.
En España se habilitaban un importante número de puertos adicionales a los tradicionales de Cádiz
y Sevilla para el comercio americano, entre los que se encontraban el puerto de Barcelona,
Valencia y Bilbao.
En Nueva Granada la habilitación de puertos afectaba a Cartagena como puerto mayor, ya que se
habilitaban veinte mas, entre los que se consideraban los puertos de Riohacha y Santa Marta como
puertos auxiliares o menores, seguido de una reducción arancelaria para productos como el
algodón y la lana que provenían de España.
Las reformas económicas permitían ahora transportar las mercancías en barcos de propiedad de
españoles y americanos, lo que representaba una intensificación del intercambio comercial. La
estrategia económica del reino español motivaba grandes cambios estructurales e
infraestructurales, ya que para entonces se reemplazaba el parque marítimo, conformado por flotas
y galeones, por urcas mercantes o navíos sueltos, lo que reducía los tiempos de los intercambios
comerciales, además de eliminar las restricciones de frecuencia de operaciones que representaba
la carrera de indias.
A partir de entonces se comienzan a configurar focos logísticos en la Nueva Granada, dado que
Cartagena se consolidaba como el mayor centro distribuidor nacional, y núcleos comerciales que
establecían directas relaciones con Cartagena como Santa Fe, Antioquia, Honda y Popayán que a
su vez se establecían como centros de redistribución para el interior del virreinato veían
incrementar sus operaciones día a día.
La distribución interna se efectuaba a lomo de mula y hombres cargueros, las mediciones de
transporte se presentaban en días, semanas, y meses. Cartagena gestionaba una mejor
organización capaz de cumplir con los requerimientos comerciales, para lo cual en 1795 fundaba el
Tribunal del Consulado del comercio de Cartagena, entidad que recaudaba un tributo del 0.5 % de
las exportaciones e importaciones con el fin de administrar las actividades mercantiles entre las
que se encontraban el mantenimiento de los caminos de acceso al puerto y la flota de navíos.
Una alternativa de desarrollo económico partió de la ilegitimidad comercial, siendo el contrabando
un factor de progreso para regiones como Mompox, que era conocida como “la capital del comercio
ilícito”, y siendo de beneficio para el Nuevo Reino, dado que permitía el abastecimiento que no era
capaz de suplir el monopolio comercial. Las rutas exploradas por los contrabandistas permitieron
consolidar zonas portuarias naturales como las de la guajira y quienes se dedicaban a dichas
actividades clandestinas constituyeron una de las principales fuerzas que planteaba la necesidad
de independizarse.
El interés del arzobispado (1780) de independizar la economía americana de la española,
principalmente en lo que corresponde a la desproporcional economía minera (actividad que
generaba un estado de dependencia económica de las colonias con la metrópoli europea y que las
importaciones de la Nueva Granada quintuplicaran las exportaciones de la misma, fluctuando en un
estado económico inviable), sirvió de envión para el desarrollo de un conjunto de actividades y
procesos de administración que influirían el desarrollo logístico nacional, ya que para entonces se
consolidaban procesos de almacenamiento, aprovisionamiento y gestión de transporte y
mantenimiento encaminados a optimizar los diferentes procesos de mitigación económica
(procesos como el de la quina), denominados “procesos de economía alterna”, que no propiamente
representarían la independencia económica de la Nueva Granada.
La situación comercial durante la segunda mitad del siglo XIX no era nada positiva para el
desarrollo de las labores logísticas, la barrera impuesta por la desconexión regional a lo largo de la
colonia y la economía del virreinato no desaparecía rápidamente, las conexiones terrestres
existentes se basaban en redes de caminos de herradura, y las pendientes generadas por la
geografía colombiana eran un obstáculo ineludible en épocas de lluvia.
Los centros urbanos y agrícolas se encontraban atrapados en su propia producción y debían de
basarse en la autosuficiencia, dado que sus productos eran difícilmente negociables fuera de las
zonas vecinas y así mismo se les dificultaba la obtención de productos ajenos a su itinerario
productivo.
Un impulso logístico marcaría el comercio fluvial de la nación en la segunda mitad del siglo XIX,
aunque desde 1823 Bolívar le entregó el monopolio de la navegación a vapor a Bernardo Elbers, y
se adelantaron varios trabajos e intentos por implementar el sistema, todas las embarcaciones eran
retiradas rápidamente debido a la falta de previsión en el diseño de su calado, solo hasta 1847 se
estableció de manera permanente la navegación a vapor, dado que en el gobierno de Tomas
Cipriano de Mosquera se fijaron las primeras normas e itinerarios. Sin embargo, el costo del
intercambio comercial realizado a través de las naves a vapor aumentaba sustancialmente frente al
realizado a través de los champanes, al igual que se mejoraba la eficiencia de las operaciones,
claro está, además el sistema tarifario era controlado por un monopolio al cual le había sido
adjudicada la exclusividad; aun así, desde 1850 hasta 1880 el trafico presentó una expansión
considerable, la cual contribuía con productos que se encontraban expuestos al intercambio
internacional, como era el caso del tabaco.
Con la ley 7 de mayo de 1845 la infraestructura de transporte recibe un estímulo importante al
determinarse un plan nacional de construcción de caminos, dejando a un lado el contexto regional
y local que existía para la construcción de los mismos, pasando a una adjudicación municipal y
departamental de las concesiones. Así se define la construcción de diversos tramos, los cuales
para ser adjudicados debían de generar un beneficio económico, asegurando la mejora del flujo
comercial. Los primeros tramos contemplados por esta ley fueron:
Tramo Bogotá a Venezuela (Chocontá – Tunja – Capitanejo – Páramo de Almorzadero –
Pamplona – Rio Zulia).
Tramo Bogotá a Buenaventura (La mesa – Tocaima – Neiva – La Plata – Moscopán –
Popayán – Cabuyal – Pasto – Rio Patía hasta Tumaco).
Aunque en el año de 1849 panamá era una provincia de los Estados Unidos de Colombia, el
ferrocarril que ahí se construyó se puede asegurar que muy poco le aportó al desarrollo comercial y
tecnológico de la nación, es por eso que bien se puede decir que el primer ferrocarril que tuvo
Colombia, y del cual obtuvo grandes beneficios, fue el ferrocarril entre Barranquilla y Puerto
Colombia, obra concluida en 1870, y que le daba a Barranquilla el lugar que por tanto tiempo había
ocupado Cartagena de principal puerto del país, dada la situación que presentaba el Canal de
Dique, de ahí en adelante se desencadeno la fiebre férrea que comprendió los siguientes tramos:
Ferrocarril Iniciado Terminado Duración (años)
Antioquia 1874 1914 40
Cúcuta 1878 1888 10
Dorada - Honda 1881 1897 17
Tolima 1893 1921 17
Caldas 1915 1924 9
Nariño 1922 1942 20
Medellín - Amaga - Bolombolo 1909 1932 23
Puerto Wilches 1881 1941 60
Buenaventura - Cali 1879 1915 36
Cali - Popayán 1914 1925 11
Los cuales tuvieron un impacto económico lento, dada la falta de operatividad de todos los tramos
en las primeras dos décadas luego del primer ferrocarril. Se puede decir que el impacto generado a
finales del siglo XIX fue significativo, más aun, cuando estos permitieron colonizar áreas
anteriormente improductivas.
Sin embargo, según José Alvear Sanín, “El raquitismo de las líneas, la exagerada lentitud de su
tendido, la mediocridad y escasez del material rodante no permiten caracterizar los últimos años
del siglo XIX como los de un boom, porque ningún país puede exhibir resultados más pobres en
materia de ferrocarriles que Colombia, tanto cualitativa como cuantitativamente”.
El desarrollo del comercio exterior al finalizar el siglo XIX crea un punto de subdesarrollo mayor
para la economía colombiana respecto al movimiento de capital europeo que se dio en el
continente americano, motivado de la expansión de la producción fuera del vejo continente. Este
era un punto donde comienza a requerirse de determinada ventaja competitiva que el país no tenia.
Por un lado estaba el problema de origen institucional, que se evidenciaba en la permanencia de
bienes en poder de la autoridad eclesiástica y que no se podían enajenar; en la existencia de la
esclavitud y todo el problema de progreso tecnológico y productivo que esta modalidad trae
consigo. De otro lado estaba el problema logístico derivado de los altos costos de transporte que
adquirían cierta ponderación dado su requerimiento en la economía de exportación, además de la
fragmentación regional de los estados, derivada de la autosuficiencia productiva, lo que hacía más
difícil el proceso de estimular un aumento de la producción que se considerara como herramienta
competitiva para llamar el capital europeo.
Es así como culmina un periodo económico al cual aparte de todas las desventajas competitivas y
comerciales se le sumaba la ausencia de inversión significativa de capital extranjero, que si
sumaban países como Argentina, Estados Unidos y Australia, quienes hicieron que el flujo de
emigrantes europeos en busca de alimento se comportara de manera coordinada, para garantizar
el flujo continuo de comercialización de tales bienes.
Sin embargo, a pesar de la perdida de oportunidades económicas trascendentales a final del siglo
XIX, se puede decir que el periodo comprendido entre 1850 y 1899, fue un periodo de expansión
exportadora, donde se había logrado gracias al auge de productos como el tabaco, los sombreros y
la quina reducir la dependencia de la economía minera, la cual en el periodo 1844 – 1845
representaba un 74,8% de las ventas externas, y en el año 1898 representó el 22.7% de las
exportaciones, cediendo el protagonismo a productos como el café que para esa época ya
representaban el 50% de las ventas internacionales.
Si se tratara de asociar la situación que afrontó Colombia en el empalme del siglo XIX
y XX con un fenómeno físico, quizá lo más adecuado es recurrir al término “caída
libre”. En un Estado que principalmente basaba sus ingresos en el recaudo aduanero,
la idea de una disminución del precio de las exportaciones no solamente causaría una
depresión del sector externo, sino un conflicto económico generalizado.
Si la caída de los precios de las exportaciones, la precariedad del sistema de
transporte, la crisis de una primitiva economía cafetera que constituía el núcleo
económico más dinámico de la sociedad, no eran factores suficientes para constituir un
caos social, el cuadro se completaba con afrontar una guerra civil. De esta manera el
caos se quedaba corto al describir las circunstancias que afrontaba el Estado, porque
existía una hecatombe nacional.
La Guerra de los Mil Días fue el periodo de beligerancia más cruel de la historia
colombiana, y sus consecuencias económicas y por tanto logísticas no representaron
un estancamiento, sino un retroceso en la evolución comercial de la nación, el cual se
adapta fácilmente al selecto grupo causal del subdesarrollo actual.
El gobierno colombiano ordenó la emisión y disposición de las cantidades monetarias
necesarias para el financiamiento del restablecimiento del orden, decreto que llevo al
cambio extranjero a aumentar su proporción respecto a la tasa local hasta en un
18900% en octubre de 1902. Tras finalizar la guerra, la inflación era colosal, el precio
de los víveres y artículos de primera se hacían inalcanzables, el sistema de transporte
que ya presentaba suficientes problemas quedaba generalmente desarticulado, debido
a que las mulas escasearon, los barcos eran destruidos en un 55% del total existente
en el rio Magdalena, y los ferrocarriles fueron ferozmente violentados, incrementando
así los costos de los fletes.
Las pérdidas humanas alcanzaron las ochenta mil vidas, y el costo de la conflagración
oscilo los veinte y veinticinco millones de pesos oro, lo cual se sumaba al
desplazamiento generado por el conflicto de las zonas productivas, el reclutamiento
forzado y el conflicto centrado en los focos urbanos que mostraban indicios de
prosperidad como los Santanderes y Cundinamarca, donde se centraba el 80% de la
producción del café colombiano y la industria textil más prometedora.
Colombia, una vez más devastada debería de iniciar un proceso de reconstrucción
económica y política, y encontraría en la región occidental la base de su resurgir.
Antioquia, Caldas y el Valle del Cauca constituían las regiones menos sacudidas por la
guerra, logrando escapar de la destrucción. Es así como la región occidental se
convirtió en un catalizador económico vital de la nación, logrando desplazar la
producción de café de Cundinamarca a Caldas y el Norte del Valle, a la vez que
Antioquia se erguía como potencia de la industria textil.
Con la victoria del partido conservador y los cimientos productivos ubicados en el
occidente colombiano, se inicia un camino reconstructivo basado en un proteccionismo
que se hacía eficaz, con muchas vicisitudes en materia logística, dado que se
aumentaban los aranceles y de esta manera se ejercía un comercio cerrado que
afectaba el intercambio internacional, y por otro lado se brindaban excepciones
generales para la compra de maquinaria y materias primas, además de establecer
subsidios y garantías sobre el capital para determinadas empresas, brindando también
garantías particulares y subvenciones de capital encaminadas a financiar operaciones
de exportación de café, tabaco y caucho.
Quizá lo más importante del proceso de reconstrucción comercial iniciado por el
gobierno de Rafael Reyes, fue la desbocada ofensiva hacia la constitución de un óptimo
sistema de transportes, de esta manera se lograba ampliar la red de carreteras, se
iniciaban labores con el objeto de optimizar la navegación por el rio Magdalena y se
construyen más de 250 kilómetros de ferrocarriles.
Bonanza cafetera
Costos de
transporte en 1920
Colombia 1906
– 1922.
Resu
men del estado de la red ferroviaria en 1930
Invers
iones en los ferrocarriles y cables aéreos nacionales, 1921 – 1930
A partir de los anteriores datos se puede realizar un análisis económico, una especie de
relación costo beneficio, donde para construir 2.905 km de vías férreas se invierten
106‟756.969, 99 dólares, algo así como 36.488,81 dólares por km de vía férrea, que
son lo equivalente a 448.881,23 dólares para el año 2007. Y como beneficio se
obtienen un sistema férreo escaso y de la más baja calidad de capacidad y servicio.
El análisis es aún más severo si se considera que el PIB para 1930, era de 744
millones de dólares, y que la inversión sobre la insipiente red de transportes
representa más del 15% del PIB de la época.El endeudamiento en la construcción de
una red insignificante de transporte es alarmante, aun más cuando la financiación
resulta de la desidia sobre la inversión en educación, y respecto a lo que compete al
análisis del desarrollo conceptual “en idoneidad logística”, principio fundamental de lo
que hoy se conoce como competitividad.
Presu
puesto de obras públicas 1920 – 1929
El promedio del presupuesto de educación en la década comprendida entre 1920 –
1929, no superó el 8%, muy por debajo del 22,47% del presupuesto de obras
públicas, incluso del presupuesto de guerra el cual fue superior al 9%, y
axiomáticamente del presupuesto de hacienda.
El desarrollo en materia logística no obstante resulta significativo, principalmente en lo
que respecta a tiempos de distribución y capacidad de carga, sin embargo, el
rendimiento sobre la inversión hace ver el presupuesto en la red férrea como una
inversión gravosa, y sin capacidad de satisfacer las necesidades logísticas del país.
Tanto así que el sistema carecía de tarifas constantes lo que generaba una
inestabilidad de costeo e incomodidad operativa por parte de los usuarios de la red.
Rendi
miento de los ferrocarriles nacionales, 1930.
Las utilidades representaron el 2,89% sobre la inversión, nada comparado con el
beneficio que se dejó de recibir al no apostar por la formación en competitividad.
Posteriormente la ley 29 de 1931 creó el Consejo Administrativo de los Ferrocarriles
Nacionales, el cual prometía gran avance en materia de logística de transporte quien
se encargaría de organizar las operaciones férreas, y se proponía la solución de los
problemas más significativos del sistema, como lo eran:
Compensación férrea.
Articulación regional mediante el sistema.
El rol asumido por el Estado en el periodo de posguerra fue una apuesta por la
modernización industrial, basada en una estrategia de desarrollo económico que se
fundaba en una sustitución progresiva de las importaciones y la producción de bienes
industriales para un mercado interno, enfocándose en la fabricación de materias
primas, estimulando por ende la industrialización. La estrategia de desarrollo se basó
en una intervención del Estado como agente gestor de recursos crediticios, de
inversiones directas y de una actitud proteccionista.
Sector logístico de transporte por carretera 1948 –
1960
A partir del año de 1948 no paró la construcción de carreteras, aún cuándo las
condiciones exigían lo contrario, condiciones como la escasez de automotores,
desabastecimiento de llantas y repuestos producto de la segunda guerra mundial y la
existencia de un sistema de transporte férreo sumamente deteriorado.
Dentro del fracaso histórico por desarrollar una logística de transporte adecuada a las
necesidades latentes y condiciones presentes del país, se encuentra en el año de 1950
un punto de inflexión hacia la modernidad, este punto de inflexión tiene su
consistencia en la puesta en marcha de los ideales de Mariano Ospina Pérez, quien
acudió al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento en busca de un salvavidas
para el desastre vial que afrontaba Colombia.
Los resultados de la gestión de Ospina se vieron con la visita al país del economista
canadiense Lauchlin Currie con el objetivo de realizar un diagnóstico del transporte de
Colombia.
Tecnificación
Reconstrucción y
Es así como la desde entonces nombrada “Misión Currie” presenta en 1950 el siguiente
mapa, como guía de acción:
Una idea de la concepción de previsión como elemento fundamental que tenía el
gobierno en la construcción de la infraestructura logística, la ilustra el siguiente
fragmento del aquel entonces Ministro de Obras Públicas, el contralmirante Rubén
Piedrahita Arango:
“Pensemos todos los días en el próximo invierno, preparemos a las carreteras para
resistirlo y estoy seguro de que sus consecuencias no serán tan graves (…) Adoptemos
un plan y cumplámoslo (…) Cuándo llegue la próxima estación de lluvias, en toda la
red nacional de carreteras no debe existir una sola cuneta sucia, ni una alcantarilla
obstruida, ni un talud sospechoso sin su ronda adecuadamente mantenida, ni las
fuentes cercanas sin su debida captación y condición, ni falta de filtros suficientes y
convenientemente ubicados en los sitios que lo requieren, ni los estribos de los
puentes sin su debida protección contra las avenidas de las corrientes (…)
Como relación costo beneficio queda un plan vial que costó 158 millones de dólares,
equivalentes a 767 millones de dólares para el año 2007, y como beneficio dejó una
integración general del país en un periodo de tiempo de siete (7) años.
Integración que no vio impedimento en la convergencia de carreteras y ríos, dado que
se optó por la masiva construcción de puentes, la mayoría de estos con la
intencionalidad de unir el occidente y el oriente colombiano, tal como se puede
apreciar en la siguiente tabla:
Principales puentes
construidos, 1951 – 1958
Además el rio Magdalena que servía de articulación logística fluvial entre el norte y sur
colombiano, cumplía la función opuesta entre oriente y occidente, en lo que a
transporte terrestre respecta, por lo cual se debió trazar un ambicioso plan de audaces
estructuras (1949 – 1960) que comprendían puentes carreteros y férreos que
atravesaran el Magdalena.
Puentes construidos
sobre el rio Magdalena, (1949 – 1960).
Para el año de 1960, posterior a la estadía en el poder del General Gustavo Rojas
Pinilla, el parque automotor del país justificaba una significativa inversión en
infraestructura, tal como lo demuestran las siguientes cifras:
Parque automotor
colombiano, 1960.
Para 1960 Colombia tenía una infraestructura logística de transportes basada en una
moderada red de carreteras, con capacidad de resistir los inviernos, principalmente las
vías ya pavimentadas a las cuales le correspondía el mayor tráfico, de igual manera
alcanzaba cierto estado de integración en un verdadero mercado nacional.
Es así como el 5 enero de 1920 al puerto de Cartagena llegaban los dos primeros
aviones Farman, ciudad en la cual también fue construido el primer Hangar de la
compañía, localizado en Boca Grande, el cual debía de tener la capacidad para recibir
los presentes y futuros aviones, dotados tanto de ruedas como de flotadores. Dichos
aviones ya se encontraban listos para ser inaugurados y bendecidos 10 (diez) días más
tarde, en un acto público que debía contar con la participación del Alcalde y el
aventurero gerente de la empresa.
La compañía logra un record de 46 meses sin accidentes fatales, en lo que fue una
gran contribución hacia la confianza del sistema de transporte. Para 1924 se conceden
subvenciones por parte del Estado previos compromisos de inclusión y formación de
personal colombiano dentro de la compañía, lo cual permite la consolidación de la flota
aérea, ya que para 1925 la utilidad neta de la compañía, asciende a 44.448,59 pesos,
utilidades a las cuales se les decretaron un dividendo del 5%, en lo que ya era un
negocio muy rentable.
En el año de 1933 se funda el Servicio Aéreo Colombiano (SACO), que era propiedad
del capitán Ernesto Samper Mendoza, cuyo propósito era constituirse como la
competencia de SCADTA. Para ello inició sus operaciones en 3 (tres) aviones
trimotores Curtiss Kingbird, a los que se sumaron 2 (dos) trimotores Ford, referencia
que un año más tarde comenzaría a operar SCADTA.
En el año de 1935, en un hecho que iniciaba con el ocaso de SACO, un avión Ford de
esta compañía colisionó con otro similar de la compañía SCADTA que se encontraba en
la pista de Medellín, en el accidente murieron la mayoría de tripulantes y pasajeros,
entre los que se encontraba Carlos Gardel.
Las dificultades para SACO no se hicieron esperar, operaban cada vez con mayores
problemas, hasta que en febrero de 1940, gracias al gobierno nacional se logró
articular la fusión con SCADTA, creando lo que hoy se conoce como AVIANCA.
Expansión del sistema de transporte aéreo comercial
Desde que el rendimiento financiero de SCADTA fue positivo, la expansión del sistema
de transporte aéreo comercial en Colombia no se hizo esperar, a tal punto que la
aviación alcanzaba nuevos lugares en el territorio nacional, sin tan siquiera haber
iniciado servicios regulares en ellos. Para el año de 1944 ya existían pistas para
aterrizaje en Amalfi, Ayapel, Barrancabermeja, Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga,
Buenaventura, Cali, Cartagena, Ciénaga, Corozal, Cúcuta, El Banco, Gamarra, La
Gloria, Magangué, Medellín, Montería, Neiva, Otú, Popayán, Puerto Wilches, Quibdó,
Riohacha, San Marcos, Tamalameque, Turbo y Zaragoza.
Para el año de 1949 habían surgido 23 aerolíneas, con la aparición de TACA, SOTA,
TACO, la oferta aumentaba en tanto disminuían las tarifas, contrarrestando el
monopolio establecido por AVIANCA , beneficiando el sistema logístico de transporte,
dado que algunas de estas aerolíneas se dedicarían únicamente al transporte de
pequeñas unidades de mercancía. A esta proliferación de aerolíneas AVIANCA
respondía con una estrategia que resultaba igualmente ventajosa para el desarrollo
logístico, como lo era la apuesta por la inversión en equipo, logrando con sus nuevas
aeronaves ofrecer servicios internacionales, como lo serían Cali – Quito, Barranquilla –
Miami y Barranquilla – Nueva York.
Sin embargo para 1950 la utilización de la aviación para el transporte de carga era
todavía atípica, no solo en Colombia, sino en gran parte del mundo.
Empresa Colombiana de Aeródromos
Desde los inicios de la aviación como sistema de transporte en el país, la
infraestructura aeroportuaria se encargó a cada compañía de aviación, lo que generaba
que cada aerolínea destinara gran parte de su capital a la adecuación de la misma, y
no solo eso sino un incremento en los costos operativos de cada aerolínea que
aterrizaba en un aeropuerto que no era de su propiedad, motivado por negligencia en
la prestación de los servicios de pista, lo cual ocasionaba retardos y perdidas de
vuelos. Eventos que no llegaban a favorecer a aerolínea alguna como al monopolio de
AVIANCA.
Estos factores motivaron a que por medio del decreto 3269 del 10 de noviembre de
1954 se creara la Empresa Colombiana de Aeródromos, la cual debía de encargarse del
mantenimiento y la operación de aeropuertos destinados al uso de aeronaves de
transporte público, en calidad de empresario.
El principal propósito de la ECA era la construcción del aeropuerto de El Dorado, sin
embargo también inicio la construcción de los aeródromos de Araracuara,
Barrancabermeja, Leticia, Paipa, Puerto Berrío, Quibdó, San Andrés, Tunja y
Villavicencio, los cuales se sumaban a los 39 aeródromos heredados de AVIANCA, los
cuales fueron adquiridos por un valor de 11’031.800 pesos.
Aeropuerto de Techo.
Poco a poco ECA fue adquiriendo la totalidad de pistas de aterrizajes que tenía el país,
de los cuales algunos seguían siendo municipales como es el caso de los aeródromos
de Medellín y Cali. Para 1957 la ECA ya contaba con 59 aeropuertos, y la aviación
comercial en general gozaba de buena salud.
Del cuadro anterior vale la pena analizar el comportamiento constante del puerto líder
en exportaciones desde 1922 hasta 1930, su pérdida de protagonismo no obedece a
razón distinta que a la naturaleza de su carga, pues el puerto de Santa Marta fue y
permaneció como puerto bananero.
El crecimiento de las exportaciones del puerto de Barranquilla no se dio gracias al
desplazamiento de parte de la carga de grano de café hacia Buenaventura, mientras
Cartagena tuvo un crecimiento constante debido al significativo aumento en la
exportación de crudo por este puerto.
Empresa de Puertos de Colombia, buscando competitividad
El desarrollo portuario que había presentado Colombia desde 1930 se vio siempre
contrastado por el fuerte régimen sindical que gobernaba y burocratizaba la logística
en los puertos. Por superar esta problemática que significaría una mayor agilidad
administrativa en los puertos, y el hecho de que estos pudiesen dedicarse a
actividades de mejoramiento adicionales a su subsistencia, se creó a partir de la ley
154 de 1959 la Empresa Puertos de Colombia (EMPOCOL), a la cual se le plantearon
cuatro objetivos específicos.
1. Dirigir, administrar, explotar, conservar y mejorar los terminales marítimos y
fluviales que pasen a su patrimonio.
2. Tecnificar los sistemas de trabajo para lograr la mayor eficacia.
EMPOCOL fue sustituida por COLPUERTOS, pero el cambio necesario era mayor a un
cambio de siglas, la situación no mejoró, por el contrario a la problemática de salarios
y prestaciones desbordadas, se sumaba ahora la problemática de las jubilaciones, las
cuales se adjudicaron a cualquier edad.
Proexpo fue creado como un fondo dotado de recursos propios, mediante el impuesto
del 1.5 % sobre el valor CIF de las importaciones, con acceso a cupos de redescuento
del Banco de la República, que ofrecía la oportunidad a los exportadores de acceder a
líneas de crédito con tasas de interés nominales menores a las del mercado.
Adicionalmente, Proexpo ejercía una labor de promoción no financiera a la actividad de
comercio exterior, prestando asistencia técnica y ayuda financiera para solucionar
problemas relacionados con la logística de las exportaciones en materia de transporte
y comercialización, dado que este era el concepto logístico dominante en el mercado.
Plan Vallejo junior
Aunque el Plan Vallejo ya existía desde 1959, fue en 1967 con el decreto 444 cuando
se complemento la legislación para el óptimo funcionamiento de este, dándose el paso
hacia el Plan Vallejo Junior, el cual tenía el objetivo fundamental de establecer medidas
tendientes a reducir el desestimulo a las exportaciones, mediante mecanismos
dirigidos a exonerar a los exportadores del pago de gravámenes e impuestos sobre las
materias primas, insumos, bienes de capital y repuestos importados utilizados en la
fabricación de productos destinados a la exportación o a servicios directamente
relacionados con la actividad exportadora. De esta manera quedaba especificado de
manera contractual que porcentaje de insumos estaban destinados a determinado
porcentaje de sus ventas para así poder recibir su subvención tributaria.
Por último, de cara al futuro las operaciones cada vez serán mas reguladas por la
tecnología como el BigData, el rastreo y trazabilidad de mercancías, lo cual
aumentara la eficiencia en el comercio. Además, la tendencia hacia las
operaciones ambientalmente sostenibles cada vez crece más, y los medios de
transporte amigables serán los protagonistas en los próximos años.
Encuesta nacional logística 2020
Daniel Gomez el subdirector general sectorial del DNP, nos compartió los
resultados obtenidos de la encuesta nacional logística 2020, la cual tiene como
objetivo hacer un censo en las diferentes empresas para caracterizar el
desempeño logístico del país. La importancia de esta encuesta para el sector
publico es muy grande, ya que, con los resultados arrojados, el gobierno puede
tomar iniciativas para seguir incentivando la mejora del perfil logístico de país.
Población
Para el 2020 el costo logístico bajo al 12,6% con respecto al 13,5% en 2018 de las
empresas encuestadas, dentro de los diferentes factores que componen los costos
logísticos, el rubro mas alto de dichos costos fue la categoría de transporte, que
ocupa el 30,7% de los costos totales logísticos, seguido de costos de inventario
con un 29,3% y costos administrativos con un 17,8% de los costos logísticos
totales. Los sectores con peor desempeño en costos fueron el agropecuario y
minería que sufrieron aumentos en dichos costos para el año 2020, se puede intuir
que algunos factores que influyeron en esto, fue la dificultad para el transporte
durante la pandemia y también la baja en la demanda de minerales en el año
2020.
Dentro del tamaño de las empresas las micro y pequeñas empresas sufrieron
aumentos en sus costos logísticos para las pequeñas empresas el aumento fue
del 6,6% con respecto a 2018 y para las micro fue de 1,7%. Por otro lado, las
medianas y grandes hubo una disminución. Es importante coordinar esfuerzos
tanto sector publico como privado para disminuir estos rublos para que las
empresas sean mas competitivas.
Pedido perfecto
Agro logística
Fortalezas y retos
Por otra parte, hay varias fortalezas y retos que la empresa ha tenido que sortear
como tener varias alianzas con productores, agencias de carga y agentes en el
extranjero. Esto se fortaleció, debido a que, la empresa siempre se ha esforzado
por mantener las relaciones con los productores a largo plazo y esto los beneficio
en la pandemia, porque la mayoría de los productores entendieron las demoras
que causo la coyuntura del COVID- 19, también, la empresa logro posicionarse
internacionalmente en el tercer lugar de las empresas exportadoras aéreas, fue
reconocida por su innovación en empaques ecológicos.
A partir de esta conferencia, se abrió paso a una nueva discusión sobre las
tendencias globales sobre las cadenas agrícolas existentes y como estas se
deben volver más sostenibles. En primer lugar, el especialista en cadenas de
abastecimiento, Santiago Henao Montoya mostro diversas proyecciones de datos
sobre la producción agrícola en el 2050, una de ellas es que esta se debe publicar
para poder satisfacer y alimentar a la creciente población y poder satisfacer la
demanda de alimentos.
Así mismo, la producción agrícola depende de los recursos naturales esto significa
que utiliza un 55% de las tierras, el 80% del agua dulce y un 30% de los
combustibles fósiles por tal motivo es muy importante invertir en políticas agrícolas
que sean más sostenibles.
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