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Eutanasia, derecho a morir dignamente.

INTEGRANTES
Belén Martínez Luisina Clavijo Victoria Silvera Ailén Ubal

Kiara Gutiérrez Martina Giudici Juan Gimenez

RESUMEN
En este ensayo haremos una defensa sobre la Eutanasia, un tema realmente importante para la
sociedad que hace falta aclarar, argumentar y concluir para enriquecer el conocimiento de cada
uno de nosotros.

TESIS
La eutanasia libera del sufrimiento a la persona de forma digna.

INTRODUCCIÓN
En esta introducción trataremos sobre las diferentes de niciones de eutanasia, los distintos tipos
y haremos referencia también sobre la situación de nuestro país ya que se lanzó un proyecto de
ley para poder aprobar la misma.

Para entender el objetivo de este ensayo debemos de nir la eutanasia. Etimológicamente


signi ca buena muerte; esta se de ne como el tipo de acción que intencionalmente procura la
muerte para evitar cualquier clase de sufrimiento o también se dice que es la acción que adelanta
la muerte de una persona pero con el n de evitar el dolor.

Existen dos tipos de eutanasia, la activa y la pasiva y dentro de ellas encontramos mas detalladas
la voluntaria, no voluntaria e involuntaria. Además reconoceremos características importantes de
la eutanasia que hacen que se considere como tal y nos lleva a organizar nuestros
conocimientos.

Al momento de encarar este problema, nos dimos cuenta que es un tema importante, que en
promedio no se frecuenta demasiado en la vida cotidiana y es necesario abastecerse de
información para que al momento de desarrollar nuestra opinión tengamos argumentos válidos
que de endan nuestro punto de vista.

¿Por que decidimos sobre una vida que no es nuestra? ¿Quién tiene la autoridad de decidir
sobre una vida? ¿Qué vida vale la pena vivir? ¿De qué manera? ¿Qué es la buena vida? En el
desarrollo de nuestro ensayo responderemos estas preguntas explicando una gran diferencia
entre autoridad y poder, utilizaremos la opinión de dos lósofos sobre la buena vida como
referencia para justi car nuestra tesis sobre la eutanasia.

La eutanasia es un problema universal ya que involucra varios campos profesionales. Por un


lado el campo medicinal debido a que implica administrar un medicamento que lo brinda el
hospital y lo manipula un médico, por otro lado el campo político ya que involucra las leyes y lo
ético porque podemos emitir un juicio de valor en caso de estar bien o mal.

DESARROLLO
La eutanasia cuenta con elementos imprescindibles para que una acción sea considerada como
tal. Se debe tratar siempre de una actuación en la cual se propone provocar la muerte y se tiene
que realizar con el n de eliminar algún tipo de sufrimiento en la persona que muere. Por otro lado
tenemos el elemento principal que es el consentimiento del paciente, además de su situación
patológica grave (mayor o menor grado de sufrimiento ya sea físico o psicológico), la muerte
indolora y un contexto sanitario de la acción.

A continuación explicaremos los diferentes tipos de eutanasia y características.

La eutanasia activa es aquella en donde el médico causa la muerte del paciente y la eutanasia
pasiva donde el médico deja morir al paciente, es decir, no hace nada para impedir el n de su
vida.

Dentro de estos tipos de eutanasia encontramos más detalladamente la eutanasia voluntaria


que es aquella que se realiza a petición del paciente, la eutanasia no voluntaria donde el
paciente no puede decidir que es lo que quiere y la eutanasia involuntaria donde la causa de la
muerte del paciente es en contra a su voluntad.

En la mayoría de los casos, la eutanasia activa es moralmente preferible ya que sufrimiento de


aquel al que se le aplica la eutanasia pasiva es más largo y dado el caso, extremadamente cruel.

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Desde luego que puede ocurrir que el paciente pre era la pasiva; puede tener buenas razones
para ello y en tal caso hay que respetar absolutamente su autonomía.

A menudo se objeta precisamente contra la eutanasia activa, con el argumento del posible abuso
pero no se ve en que medida se distinguiría a este, respecto a la eutanasia activa de la pasiva.

Al no estar acostumbrados a hablar sobre la eutanasia en nuestro día a día, es posible que
muchas veces confundamos casos que no se consideran eutanasia como si lo fueran. Por lo
tanto, ahora pasaremos a detallar en que acontecimientos no ocurre la eutanasia.

No se considera eutanasia cuando una persona expresa su voluntad anticipada

al deseo de no querer someterse a los tratamientos y procedimientos médicos que prolonguen su


vida en caso de encontrarse enferma de una patología terminal e incurable.

Tampoco son casos en lo que se involucra la eutanasia cuando se retiran tratamientos o


medicamentos que no bene cian el estado evolutivo del paciente, informando claramente a él y a
la familia o cuando ocurre la sedación del dolor físico o psicológico mediante disminución
profunda o irreversible si se prevé la muerte del paciente.

Cuando una intervención quirúrgica no tiene éxito, es decir, que muere el paciente no se toma
cómo eutanasia ya que no se estaba buscando la muerte del mismo sino que ocurrió debido a
que esa intervención falló.

Por último todas aquellas acciones que aún buscando la muerte del paciente no tienen cómo
nalidad la eliminación de su sufrimiento tampoco conforman la eutanasia.

Afortunadamente en este último tiempo en nuestro país se ha frecuentado más hablar sobre el
tema de la eutanasia ya que se está intentando aprobar un proyecto de ley en el cual en Uruguay
está libre la responsabilidad del médico que debe actuar si la persona tiene las condiciones de
ser mayor de edad, estar psicológicamente apta para esta decisión y sufrir una enfermedad
patológica terminal, irreversible e incurable afectada por sufrimientos insoportables.

El médico cuya intervención se solicite también debe estar asesorado por una segunda opinión
de otro médico que no tenga ninguna vinculación con el paciente. Para dar esa opinión tiene que
examinar personalmente a la persona para así dar un buen diagnóstico.

El médico que se solicita para la intervención debe hablar con el paciente para así veri car que la
voluntad de poner n en su vida es libre, seria y rme.

Luego de la primera entrevista, quince días después deberá realizarse una segunda para
comprobar que se mantiene la decisión, si es así luego se procede a realizarse la eutanasia.

Pero ahora ¿Que es la buena vida? ¿Que vida vale la pena vivir?
Epicuro, un lósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre donde los aspectos más
destacados de su doctrina son el hedonismo racional (doctrina losó ca que coloca el placer
como el bien supremo de la vida humana) y el atomismo (teoría según la cual la realidad material
está compuesta de partículas indivisibles y de vacío) explica que el objetivo de la vida es la paz
del espíritu y el placer humano, que se consigue liberándose del miedo a la muerte, al destino, los
dioses y al fracaso en la búsqueda del bien.

El bien para Epicuro era buscar un placer menor y sostenible en forma de un estado de Ataraxia;
tranquilidad y libertad del miedo y Aponia; ausencia del dolor corporal que se consigue a través
del conocimiento del mundo y los deseos limitantes.

Él sostiene que la ausencia del dolor y miedo es el mayor placer y acompañado a esto a rma que
hay tres tipos de deseos. Los naturales y necesarios que se desarrollan como físicas básicas
como alimentarse, calmar la sed, abrigarse y la seguridad. Luego los naturales e innecesarios que
se identi can como una conversación amena, la grati cación sexual y la expresión. Finalmente
los no naturales e innecesarios que consiste en la búsqueda de fama que se consigue a través
del prestigio social y el poder político. También existen dos tipos de placeres, el placer del alma
que es superior al placer del cuerpo ya que tiene vigencia en el presente ya que son más
duraderos y eliminan o atenúan los dolores corporales y el placer del cuerpo (para el, el mas
importante) donde se renuncia a los placeres, existe carencia de apetito y del dolor corporal.

Luego de desarrollar el pensamiento de Epicuro, Platon un lósofo griego seguidor de Sócrates y


maestro de Aristóteles se cuestiona y responde ¿Cómo se vive una vida buena y feliz? La
buena vida es donde buscamos el conocimiento continuamente como un medio para acercarnos
a la virtud. Este camino nos acerca a los valores que nos importan, y es cuando sentimos
felicidad.

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Según Platón, la forma más poderosa que apunta la buena vida es la re exión personal. Cuando
el alma se encuentra solo, consigo mismo es que se encuentra aquello que es puro. Esto existe
siempre, es inmortal y siempre se presenta del mismo modo. Es así como liberamos el alma de
los deseos del cuerpo que según Platón son los que causan las guerras, revoluciones y más.

Platón pre ere preocuparse por los temas que le importan y no por algunos que no tienen sentido
o que no ayudan a descubrirse a sí mismo. Para la búsqueda de la buena vida es importante
tener tiempo a solas, para re exionar sobre lo que es correcto y lo que es bueno para uno mismo.
Es indispensable re exionar para así poder asegurar que estamos viviendo una buena vida.

Para él la capacidad de pensar por uno mismo y re exionar es para alcanzar una buena vida, por
eso cuando renunciamos a re exionar también perdemos la capacidad de encontrar la virtud y
poder llevar así una buena vida.

Después de desarrollar lo que para estos lósofos y para nosotros es la buena vida, ahora
debemos explicar ¿Por qué decidimos sobre una vida que no es nuestra? ¿Quién tiene la
autoridad de decidir sobre una vida? Como principal debemos aclarar que existe una diferencia
entre autoridad y poder. Al llegar a un lugar como por ejemplo un hospital o una escuela podemos
ver perfectamente quienes llevan el control.

En los hospitales los médicos con túnicas, el personal de recepción y en las escuelas las
maestras, la directora, la portera; esos cargos forman parte de un poder, pero al salir a la calle y
cruzarnos con uno de ellos podemos darnos cuenta que no ejercen la misma presión y poder,
sino que son personas como cualquiera de nosotros, ahí es donde podemos comenzar con la
autoridad. La autoridad no es una propiedad del humano sino que es algo que nosotros
adjudicamos a esa persona en un tiempo y espacio, un claro ejemplo es la autoridad de un
adulto, “el es un adulto, debemos escucharlo y hacerle caso” es una autoridad que se le adjudica
a ese adulto por el simple hecho de ser grande y haber “vivido mucho” pero no quiere decir que
todos lo respeten. Por eso comprobamos que en el poder no podemos interrumpir, no podemos
cambiarlo porque es algo que se adjudica sobre la sociedad a todos por igual, mientras que la
autoridad se la damos a otros, y está en nosotros querer darla o no. Esto sucede con la
eutanasia, el poder lo tienen los médicos a la hora de practicarla pero a quien se le nombra
autoridad en ese tiempo y espacio es el que va a decidir sobre el futuro de la vida de esa persona
que atraviesa el dolor y sufre constantemente o simplemente no puede decidir por sí mismo,
donde su vida ya no es digna de vivir. ¿Pero a quién se le va a dar la autoridad de elegir por
otra vida? Como explicamos en la tesis, la eutanasia es autonomía, por lo tanto la primera
persona que va a elegir sobre la vida del paciente, es el mismo, pero ¿Que pasa si el paciente
no puede decidir por sí mismo? Antes el paciente puede dejar en claro quien puede tomar esa
decisión pero si el paciente no pudo dejarlo en claro antes creemos que lo mas certero y correcto
es que un familiar muy cercano como padres o hermanos puedan decidir y darles esa autoridad
en ese momento. Lo mejor es preguntarse ¿Que preferiría el paciente si pudiera hablar? Y
entonces deben ser determinantes los puntos de vista generales y lo que sus acompañantes
creen a quien él le hubiese dado la autoridad.

En esta parte debemos comenzar a desarrollar los argumentos a favor que nos ayudaran a
explicar nuestra postura y punto de vista.

1 La autodeterminación de los ciudadanos libres. En una sociedad moderna no se debería


impedir a los habitantes cuando su vida carece ya de salud y abunda más el sufrimiento sin
poder vivir una vida digna, por lo tanto, tiene la posibilidad de elegir el momento en cuando
ponerle n. Cuando hablamos de la autonomía o autodeterminación, estamos hablando de la
libertad que posee la persona sobre sí misma, y por lo tanto cada uno puede decidir
autónomamente sobre las cuestiones esenciales de su vida, haciéndose responsable ante las
consecuencias de sus decisiones y de los resultados. Ya que es esta autonomía, la libertad de
poder elegir entre dos nociones contrapuestas acerca de cómo y porqué vivir, y esto es lo que
realmente permite que nuestras vidas sean verdaderamente nuestras.

2. La autonomía del enfermo: El enfermo tiene la autonomía de elegir el proceso de su muerte y


el destino propio, es libre de tomar decisiones y responsabilidades sobre su propia vida. Llega un
momento en que el enfermo no tolera más el sufrimiento, pero esto depende de cada persona,
por lo tanto, no se puede aplicar a todos por igual. El momento en que la vida ya no se resiste y
se hace insoportable depende de la tolerancia de cada individuo, debido a esto es que cada
paciente debe ejercer su autonomía y poder elegir el momento de cuando acabar con su vida.

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El derecho del paciente a la autodeterminación ha sido un argumento central en favor de la
eutanasia. Pero a menudo se asume, sin argumento, que esto implica el derecho del paciente a
pedir que otra persona intervenga en su ayuda para procurar la muerte. Un enfermo terminal
puede no ser capaz físicamente por s solo de ejercitar la opción del suicidio. Se considera que
los enfermos terminales serian discriminados a causa de su incapacidad, ya que las personas
con capacidad física s tendrían la opción. Se disminuiría además la ansiedad en futuros
pacientes si saben que existe la posibilidad de que un médico les asista en el suicidio. Además,
hay que considerar que aun con un adecuado cuidado paliativo hay casos en que no es posible
evitar el dolor.

3. Pobre calidad de vida: El argumento de la pobre calidad de vida plantea que en muchos
casos el sufrimiento se hace tan insoportable que se considera mucho mas viable la muerte que
la vida. Esto se da debido a él gran sufrimiento que puede causar una enfermedad incurable. Esta
agresividad, que implican algunos tratamientos médicos, lleva a que no baste el hecho de estar
vivo, importa también cómo se viva, tienen que estar presentes mínimos de calidad, para que sea
una vida digna de vivirse. Ante la presencia del dolor y la decadencia extrema e irremediable o
ante situaciones de suma crueldad hemos de plantearnos la posibilidad de provocarnos la muerte
o provocársela a otro ser humano. John Harris lo plantea como el “autoperjuicio bene cioso”, y
este lo entiende como que no hay nada ilógico al a rmar que me puede interesar ser perjudicado.
“Si la vida es tan terrible para la persona que la no existencia es claramente preferible, entonces
debería matarse a esa persona. Ninguna persona moral podría quedarse viendo cómo sufre tanto
otra criatura”. John Harris

Pero también debemos desarrollar algunos argumentos en contra a la eutanasia para explicar el
pensamiento y punto de vista de otras personas en el mundo.

1. Criterio de la inviolabilidad de la vida humana. La sociedad no debería permitir que sea


posible que una categoría de personas pueda decidir sobre la vida y la muerte de otras, por
muchas condiciones para evitar abusos. Los médicos realizan diariamente decisiones de vida y
muerte, pero es diferente decidir cuando se deja de luchar contra la enfermedad, a elegir una
acción para acabar con la vida de otra persona, por muy enfermo que esté. 

Cuando el paciente esta enfermo, carece de una buena vida y sufre constantemente debe ser
justo que el decida sobre el futuro de su vida, pero en caso de que el no pueda decidir, los
familiares y acompañantes deben preguntarse que hubiese elegido el paciente y a quien para que
decida sobre su vida y terminar con el sufrimiento. No es decisión de los médicos sino de quién
se le adjudica la autoridad.

2. “Pendiente resbaladiza”. Si se aprueba legalmente la eutanasia para algunos casos extremos,


no se podrá evitar, en más o menos tiempo, otros casos que están fuera de los previstos por la
ley. 

Existe un proyecto de ley el cual tiene pautas exigentes para cada caso, se controlará y se hará
una atención psicológica al momento de decidir. Este proceso estará respaldado por
profesionales que se aseguraran que el paciente cumpla con las condiciones de enfermedad que
toman para que la eutanasia sea aplicada.

3. La eutanasia daña al o cio médico. Los médicos son personas que decidieron dedicar su
vida a cuidar, sanar y acompañar.

Los médicos viven día a día observando la evolución del paciente, a veces para bien, pero
cuando viven el sufrimiento constante del mismo donde no hay una evolución ni mejoría también
saben el dolor del paciente y lo que atraviesa física y psicológicamente. “Hacer de la salud y de la
vida de vuestros enfermos la primera de vuestras preocupaciones.” (Juramento Hipocrático)
Cuando el doctor hizo todo lo posible para salvar y curar al paciente y no encuentra resultados,
siendo profesional va a saber cuando el enfermo no va a evolucionar y se tendrá que tomar la
decisión.

Luego de dejar en claro nuestra postura presentaremos cinco problemas en los cuales se
incluyen diferentes argumentos a favor y en contra que existen en torno a la cuestión de la
eutanasia, todos construidos subsiguientemente en relación al anterior. Los primeros cuatro
resultan respuestas relativamente sencillas, y el quinto surgen solo preguntas abiertas, por lo
tanto, es más complicado.

El primer problema consta en que sí existe un derecho moral al suicidio. Desde la premisa
Judea-Cristiana, solo existen respuestas negativas hacia esta situación, asimismo, a todas las


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subsiguientes; si la vida es por principio intangible, lo es por todos los caso, al menos en los que
están en discusión. Para ambas posiciones morales modernas no hay razón alguna para
considerar el suicidio como moralmente inadmisible, siempre que no vulnere deberes frente a
otros.

Una posición en contra del suicidio que no sea moralmente religiosa es casi inimaginable, esto ya
que la tradición cristiana así como otras similares establecen que la vida no puede quitarse,
puesto a que es dada por un ser superior. Al naturalizar a un Dios estaríamos dejando de tener
una postura intelectualmente honesta.

Quien se encuentra en el medio de la vida normal, se encuentra comprometido a tener


obligaciones frente a los demás y si es este el caso, el suicidio está considerado con razón
moralmente odioso. Sin embargo, en muchos casos no es así, principalmente en casos en donde
aquella persona cree que su entorno no la necesita o incluso que para él mismo ya no es más
que un peso molesto. Esta opinión, antes de clasi carse como correcta o errónea, debe
respetarse desde el punto de vista de la autonomía.

El segundo problema atañe a la asistencia al suicidio, y es aquí en donde nos adentramos al


terreno de la eutanasia, donde se habla de causar la muerte por solicitud en casos de enfermos
de extrema gravedad. En el derecho penal, este tipo de asistencia está generalmente prohibida,
solo la eutanasia pasiva (de la que hablaremos en el próximo punto), que, de hecho se practica a
menudo en casos de enfermos graves, es jurídicamente tolerada en buena medida.

Entonces, ¿Cómo hemos de enjuiciar moralmente este problema? En buena medida de


manera idéntica a la interior. Desde la perspectiva moderna, el derecho al suicidio y la obligación
general a prestar ayuda, resultan como algo evidente no solo por el derecho sino, dado el caso, el
deber de la ayuda al suicidio. Es decir que, aquel de quien se solicita la ayuda tiene
eventualmente el derecho e incluso el deber de adoptar una opinión por si mismo acerca de la
situación de quien quiere morir. Es así en todos los casos en los que se muestre vulnerabilidad en
las obligaciones frente a otros.

¿Tenemos el derecho de negarnos a ayudar solo porque creemos que el otro enjuicie su
situación incorrectamente? ¿Podemos reaccionar con negativas a solicitudes de este tipo
porque consideramos que la persona en cuestión es irracional? Si la respuesta es a rmativa,
estaríamos hablando de una postura paternalista, la cual limita el rango de elecciones de una
persona o su acceso a la información con el argumento de que es por su propio bienestar.

Una verdadera barrera solo se da cuando se considera que la persona en cuestión no es


responsable de sus actos, y para ello hay criterios medianamente útiles.

“La falta de responsabilidad siempre es una base legítima para el paternalismo. La autonomía
presupone la capacidad de ser responsable” Ernst Tugendhat.

Cabe aclarar que la ayuda al suicidio o el causar la muerte por solicitud no están mas que
protegidas de abusos, y es por esto que se deben imponer las barreras correspondientes. Al ya
estar despenalizada esta clase de ayuda, se debe, en principio, objetivizar; no se puede dejar al
criterio de una sola persona, ya que se debe evitar el perseguir intereses propios y por lo tanto,
eventualmente, manipule a quien solicita ayuda para morir.El tercer problema es el único que no
depende de la concepción moral básica, sino que sólo necesita una aclaración conceptual, esta
se trata de la distinción entre lo que es la eutanasia pasiva y la eutanasia activa. Como
anteriormente hemos dicho, la eutanasia activa es aquella en la que el medico causa la muerte
del paciente, y la eutanasia pasiva es aquella en el que el medico no hace nada para impedir la
muerte del paciente.

La concepción moral y jurídica que hoy en día predomina parece ser la que diferencia entre las
dos formas de eutanasia y, dado el caso, tolera la pasiva, mientras que la activa es aborrecida en
todos los casos.

Por el lado losó co existe un amplio consenso acerca de que la distinción se basa en una
confusión conceptual y que el mantener la distinción y la prohibición de la eutanasia activa al
tiempo que se tolera eventualmente la pasiva solo lleva a sufrimientos innecesarios y, por tanto, a
consecuencias moralmente inaceptables.

¿Dónde tendría que estar la diferencia entre el médico que desenchufa el aparato que
suministra el oxígeno y el que ve que el enchufe está a punto de caer por sí solo sin hacer
nada? O, poniendo un ejemplo no relacionado con la eutanasia ¿dónde está la diferencia entre
una madre que mata a su niño con un cuchillo y la que, intencionadamente, lo deja morir de
hambre? En este caso no se puede indicar un criterio moralmente relevante para distinguir entre
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hacer y no hacer. Solamente la intención que guía un acto o la omisión de un acto es
moralmente relevante.

Se tiene que distinguir entre ambos casos ya que la no distinción podría llevar a una no distinción
entre obligaciones positivas y negativas, esto sería una consecuencia inadmisible. Se dice que las
obligaciones negativas son las que no deben causar daños a los demás; y por obligaciones
positivas se entienden las que dicen que se debe ayudar a los demás o evitar que sufran un
daño. La diferencia entre estas dos formas de obligación es precisa: Las obligaciones negativas
existen frente a todo el mundo y de manera absoluta; mientras que a las obligaciones positivas,
existen en grados diversos y se distinguen según la proximidad entre las personas en cuestión.
Aunque, Existe un determinado grado de proximidad en el que ya no se puede distinguir entre
dañar y no evitar un daño. Esto ocurre en el caso de que una persona esté bajo tutela de otra, es
decir que esta es responsable del bienestar de aquella. Esto se puede aplicar, por ejemplo, a la
relación de una madre con su niño o la del médico con su paciente. Generalmente la negligencia
de obligaciones positivas no implica evidentemente que se quiere que el otro sufra un daño,
precisamente este es el caso en la negligencia de la obligación positiva frente a alguien que está
bajo mi tutela. Por esto, en tales casos, la intención es la misma que cuando se quiere hacer
daño al otro. Aquí coinciden la obligación positiva y la negativa.

Por consiguiente, la eutanasia activa se distingue de la pasiva solo en los actos u omisiones
externos, pero no en la intención que guía a los mismos. Sin embargo, en la manera de querer
dejar morir hay diferencias de gravedad para el afectado: el sufrimiento de aquel a que se le
aplica la eutanasia pasiva es más largo y , dado el caso, extremadamente cruel .De ahí en la
mayoría de los casos la eutanasia activa es la moralmente preferible. ( Por supuesto que puede
ocurrir que el paciente mismo pre era la pasiva, puede tener sus razones, y en ese caso hay que
respetar su autonomía) A menudo se objeta precisamente contra la eutanasia activa con el
argumento del posible abuso pero no se ve en qué medida se distinguiría a este respecto a la
eutanasia activa de la pasiva.

El cuarto problema es más complejo, es sobre la llamada eutanasia no voluntaria, distinguida de


la involuntaria; la involuntaria causa la muerte al paciente contra su voluntad, esto está prohibido
bajo todas las circunstancias. En cambio, cuando se habla de eutanasia no voluntaria, los
pacientes no pueden decir que es lo que quieren, como en el caso de niños pequeños, recién
nacidos, o en el caso de adultos especialmente ancianos que se encuentren en un estado de
inconsciencia o incapacidad de comunicación.

Entonces, ¿Cómo se ve la cuestión desde la perspectiva de las otras dos posiciones


morales apartes de la judeocristiana? Deben preguntarse qué preferiría el paciente si pudiera
hablar. Deben ser determinantes los puntos de vista generales, decisivos, o sea una decisión en
representación al afectado y guiada por el mejor saber y entender, y las experiencias médicas
deben tener mucho peso.

A menudo se contesta en este punto que nunca se puede decidir sobre la vida del otro. Pero,
¿Por qué no? En cualquier caso, se decide a favor o en contra de un tratamiento que conserva la
vida. Es absurdo decir que no se debe decidir por otro cuando este no puede hacerlo por sí
mismo. Ya que signi ca deshacerse o abusar de la propia responsabilidad. Esto sería moralmente
reprochable en cualquier caso. La extraña idea de que no se puede decidir por el otro en una
situación así sólo se puede explicar cómo otro de los restos de la tradicional concepción de la
intangibilidad de la vida humana.

Aún así, son necesarias algunas observaciones:

1. Sin duda alguna, hay aquí una zona gris de casos en el que el sufrimiento no es tan grande y
las perspectivas de curación no son tan desesperanzadas que fuera posible tomar una decisión
evidente. Pero esto no cambia nada en el hecho de que existen casos que sitúan
inconfundiblemente en el borde negro y parece inhumano dejarlos a la mereced de su sufrimiento
solo porque existen casos que no se pueden decidir fácilmente. A no ser que se adopte una
posición religiosa extrema. En el mundo que hay que regular normativamente, tenemos zonas
grises en casi todas partes; de ello no se sigue que no estemos obligados a regularlas
normativamente. Por ahora únicamente importa el principio moral y penal. Una vez que esté
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formulado de manera nueva, harán falta muchos conocimientos médicos y mucha re exión moral
para decidir adecuadamente sobre casos intermedios de la zona gris oscura.

2. En esta cuestión, el utilitarismo lo tiene más fácil que el kantianismo. Debido a la orientación
primordial por el sufrimiento y la obvia inclusión de todos los seres capaces de sufrir,
especialmente los seres humanos que no cumplen unos criterios cualesquiera más restringidos
del ser-persona, aquellos frente a los que existe una obligación moral, al utilitarismo le resulta
más fácil asumir una responsabilidad moral en este ámbito, mientras que el kantianismo podría
tener más fácilmente a una posición indiferente.

3 Una forma determinada de abuso parece ser aquí muy evidente. Desde la óptica no cristiana
no solo está moralmente permitido, sino que constituye un deber moral es la eutanasia no
voluntaria por respeto a los intereses del afectado. Sin embargo, en la eutanasia no voluntaria
debe estar asegurado que los intereses del entorno o de la sociedad no puedan ser
determinantes. Uno puede preguntar cómo esto es posible; por medio del único dispositivo que
también puede ser determinante en todas las otras cuestiones políticas de carácter moral: una
esclarecida decisión democrática. Decretar una prohibición por el miedo a que una esclarecida
decisión democrática vaya en la dirección equivocada sólo podría llevar al totalitarismo.
Históricamente, hasta ahora han sido los sistemas totalitarios, los que han llevado a una política
de desprecio por los seres humanos y al asesinato de aquellos ciudadanos que eran un peso
molesto para el Estado.

Otro caso más en el que parece correcto despenalizar el causar la muerte por respeto a los
intereses de la sociedad: en el que de personas que no sufren pero que tampoco sienten, es
decir las que se encuentran en coma irreversible. Desde la perspectiva no religiosa, la
justi cación de causarles la muerte ya no sería de índole moral, el hecho de que estas personas
ya no pertenecen a la comunidad moral, por muy implícita que se la quiera entender, de seres
sensibles.

Este último caso ya pertenece a un quinto problema, ahora se plantea la pregunta de si desde la
óptica no religiosa hay una clase de seres humanos frente a los que, si bien no tenemos el deber
o la obligación de causarles la muerte, pero a los que no obstante podemos causar la muerte. A
pesar de que en primera instancia esta idea parezca terrible (y lo es) ya que causar la muerte a
alguien es algo, normativamente, claramente prohibido, es difícil considerar esta prohibición
vulnerada, pero esto se puede justi car por algo que no tenga menos peso, o sea, algo que debe
ser a su vez una prohibición.

¿Qué razón de tipo más débil puede existir que no obligue a causar la muerte sino que
solamente la admita? La razón sólo puede ser que eventualmente se le podría causar la muerte
a un ser humano porque no se le pueden aplicar los criterios que, en general, son el motivo de la
prohibición de matar. Todas las éticas tradicionales y también algunas modernas hablan
generalmente la prohibición de matar a los seres humanos, pero ¿los embriones o, una vez más,
los que están en coma irreversible no son también seres humanos, es decir, miembros de esta
especie biológica, como también los recién nacidos? ¿Se aplica a éstos la prohibición de matar
de la misma manera?

Las éticas kantianas apenas nos dan respuestas a estas preguntas, no porque en un principio no
pudieran hacerlo, sino porque en esta tradición prácticamente no se planteaba la cuestión de si
las normas que eran obvias en el ámbito central serían aplicadas en zonas marginales. En la
tradición judeocristianas, encontramos una respuesta inequívoca; el único criterio válido y
determinante para ésta es la pertenencia a la especie humana, por lo tanto, se pueden matar a
los animales, pero no se puede matar a un miembro de la especie humana.

En el utilitarismo se niega que esta distinción sea de principio. El criterio de que tengamos
obligaciones morales frente a un ser es que sea sensible, especialmente que pueda sentir dolor.
Si sobre la base moderna se establece no obstante una diferencia, ésta no puede residir en la
pertenencia a la especie, sino sólo en determinadas características, que generalmente se
resumen bajo el concepto de persona: razón, autonomía, etc. Seguro que este criterio es
demasiado estrecho, pues excluiría ya a los niños pequeños del círculo interior de los que tienen
derechos morales.

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Un criterio igualmente relevante es el que menciona John Harris en su libro The Value of Life
(Londres, 1985) a saber, la capacidad de un ente de valorar su vida, y esto presupone que un ente
no sólo tenga, en general, una conciencia, sino que tenga una relación consciente con su vida. Se
puede decir que la razón de la prohibición de matar es precisamente la circunstancia de que
tenemos una relación consciente con nuestra vida y que, por tanto, para formularlo en la
terminología del imperativo kantiano, no podemos querer en ningún caso que se convierta en ley
general que otros pongan n a nuestra vida si nosotros no lo queremos.

Un tal criterio de la persona, que de por sí encaja mejor en la tradición kantiana, también lo puede
adoptar el utilitarismo. Desde su perspectiva se puede decir entonces: primero, no se debe in igir
dolor a ningún ser sensible; segundo, no se debe matar a ningún ser que tenga una relación
consciente con su vida; se pueden matar a aquellos que no tengan una tal relación con su vida,
siempre que sea posible sin causar dolor (en el caso de niños se debería añadir: con el
consentimiento de sus padres).

Muchos encuentran monstruosa tal concepción, porque entonces estaría permitido no sólo matar
de manera indolora a animales y fetos, sino eventualmente también a recién nacidos, y no está
claro hasta qué nivel llegará esto. También tenemos que preguntarnos en qué medida el rechazo
de una tal concepción se basa no sólo en intuiciones sobre los que no se ha re exionado
provenientes de la tradición cristiana. Pero, igualmente, es correcto que se pueda rechazar esta
concepción por otras razones. Nos encontramos ante una problemática a la que sólo nos
podemos acercar con <<miedo y temblor. >>

La primera contradicción consiste en que se trata de diferente manera a los animales y a aquellos
seres humanos que no son personas. Mientras no se haga plausible un criterio comprensible para
esta distinción normativa que está establecido a partir de puntos de vista modernos, solamente
no se trata de una contradicción si se adopta una posición cristiana.

Dejando de lado a los animales, hoy en buena medida es socialmente aceptado que un aborto a
causa de un diagnóstico prenatales permitido en un momento relativamente tardío del desarrollo
del feto, incluso en casos que según nuestros criterios mencionados en el cuarto punto no
obligan a causarle la muerte, por ejemplo en el del mongolismo. Aquí se acepta, por tanto, que se
pueda causar la muerte a un niño antes de nacer sólo porque puede incomodar a sus padres,
mientras que causarle la muerte después del nacimiento no está permitido incluso en aquellos
casos en que esto parece necesario desde la perspectiva del niño mismo. ¿Cómo se puede
poner esto en concordancia?

Si se divide el desarrollo humano en fases moralmente relevantes, desde las re exiones


precedentes se podrían de nir más o menos las siguientes fases: 1. La fase en que podemos
suponer que el niño aún no puede sentir nada; aquí, según el criterio del utilitarismo, está
permitido claramente matarlo. 2. La fase en que el niño ya siente pero aún no es persona, en la
que también está permitido matarlo según los criterios antes mencionados, si esto es posible de
una manera indolora. 3. La fase en que el ser humano es persona y en la que está prohibido
causarle la muerte.

La fase que da muchos quebraderos de cabeza es la segunda. La concepción descrita en el


penúltimo párrafo, que permite causar la muerte a un niño antes de nacer y que lo prohíbe
después de que nazca, desde luego que no sería contradictoria si se pudiera mostrar en qué
medida el nacimiento representa el corte determinante. Hay buenas razones para considerar el
nacimiento como una división muy importante, a pesar de la cuestión planteada en los últimos
tiempos de si no habría que considerar como más relevante el momento en que la capacidad del
niño de vivir fuera del vientre materno. Se puede decir que con el nacimiento comienza un
proceso gradual de comunicación que conduce al ser-persona, de modo que desde el momento
del momento del nacimiento el ser humano inicia un proceso en cuyo nal está el ser-persona.

A ello se añade el punto más bien pragmático de que después ya no hay una fase que se pueda
considerar cómo límite inconfundible entre ser persona y no ser persona. Pero parece dudoso
que estas re exiones sean su cientes. Hay que ser descon ado ante la posibilidad de que a este
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respecto no se traigan por los pelos unos argumentos que solo tienen la función de legitimar
concepciones existentes. Entramos aquí en un ámbito oscuro.

La gran falta de claridad que queda en el quinto problema no debe hacernos pasar por alto que
los primeros cuatro puntos permiten dar respuestas claras según la respectiva convicción ética
básica. En la confrontación con los defensores de una eutanasia según 2,3 y 4 a menudo hay la
falta de honestidad de sostener que especialmente 4 conduzca inmediatamente a 5. Las
explicaciones anteriores muestran que esto no es así.

Para posicionarnos a favor o en contra de algo, en este caso de la eutanasia, es lógico que se
vea los pros y contras para determinar de qué lado colocarse.

CONCLUSION
“La losofía puede aportar en este tema dos cosas: 

1. Contribución en indicar que consecuencias se derivan, de que premisas o principios éticos. Ya


que de este modo se puede lograr que no se siga continuando la discusión de una manera
intuitiva como ha sido hasta ahora. La mayoría de los que discuten sobre estas cuestiones,
parten de ideas éticas planteadas por la religión o la sociedad.

2. Posibilidad de una contribución fuerte que consistirá en que la propia losofía moderna sería
aquella que re exiona sobre las bases de la ética, dejando de lado la religión, la moral y las
convicciones acerca de las legitimidad o ilegitimidad de causar la muerte de una manera
determinada, no es un asunto privado. Las normas morales son exigencias que tenemos
recíprocamente unos frente a todos.

Aquellos que no respetan las normas morales están sujetos a la indignación moral y al desprecio.
Esto exige una justi cación que puede basarse en convicciones religiosas particulares, sino que
debe ser, en lo posible, convincentemente entendible para todos.

La moderna moral losó ca no ha podido ponerse de acuerdo a una posición única sobre la
moral” (Tugendhat Ernst)

Para concluir a lo largo de la lectura de este ensayo podemos destacar ciertas ventajas, donde
entendemos que la eutanasia ahorra el sufrimiento tanto del paciente como quien estuvo
acompañándolo, da libertad a la persona que acompaña y se hace cargo del paciente. Pero de
todas formas existen desventajas, ya que se mata a un ser humano que la mayoría de veces no
puede decidir si vivir o morir y también genera un mal estar psicológicamente en las personas
que autorizaron o decidieron terminar con el sufrimiento de su familiar/amigo ya que según un
estudio un alto porcentaje de personas se arrepienten de haberlo hecho.

Luego de habernos informado y abastecido de información podemos rea rmar que la eutanasia
es la liberación del sufrimiento de la persona de forma digna, todos debemos vivir de formar
digna y con una buena calidad de vida pero en caso de carecer de la misma es justo dar la
oportunidad de cuestionarse el futuro de la vida de alguien que sufre de manera constante.

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BIBLOGRAFÍA

FUENTES

LIBROS:
o “Problemas” Ernst Tugendhat

o “Autoridad y poder” Hannah Arendt

o “Introducción a la Filosofía Moral” James Rachels

o “El libro de la loso a” Aguste Comte

OTRAS FUENTES

PÁGINAS WEB:
o https://www.philosophica.info/voces/eutanasia/Eutanasia.html

o https://www.smu.org.uy/dpmc/hmed/dm/revistaDM/eut-uy.htm

o https://sites.google.com/site/pro ucianagomez/utu/cit/problema- loso co

o https://ideasylibros.com/platon/

o https://asesoria loso caslowthinking.com/2018/08/21/indicaciones-de-epicuro-para-la-vida-


buena-2/

o https://www.cervantes.com/libro/9788494446887/tratados-sobre-la-buena-vida/

o https://www.prudenciauy.org.uy/

o https://personaybioetica.unisabana.edu.co/index.php/personaybioetica/article/view/619/1793

o https://studylib.es/doc/6533677/eutanasia-argumentos-a-favor-y-en-contra

o http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662012000100014

o https://www.redalyc.org/journal/875/87558347006/html/

o https://www.larazon.es/sociedad/la-cuestion-del-bien-morir-FA18909826/

o le:///C:/Users/nahuu/Downloads/art1.pdf

o le:///C:/Users/nahuu/Downloads/7_La_muerte_en_el_pensamiento_de_Seneca.pdf

o le:///C:/Users/nahuu/Downloads/EUTANASIAPROYECTODELEY%20(1).pdf

VIDEOS:
o https://youtu.be/EpMqtINbJxA

o https://youtu.be/sjxOhkZZMAM
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