Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. LA JUSTICIA PAGADA
Sucede que la humanidad tiene un gran problema desde que el pecado ingresó al
mundo (Gn 1:26-31 – En cuanto a la creación, Gn 2:15–17 – El mandato de Dios,
Gn 3:1 – Tentación, 6-7 – el pecado cometido de ambos) por el pecado de Adán y
Eva, todos hemos pasado por la misma suerte (Ro 5:12), pues, habiendo pecado
en una parte de esta ley (10 mandamientos), nos hacemos transgresores de toda la
ley de Dios (Stg 2:10 – 13, Ro 3:23).
Viendo este panorama, uno se pone a preguntar ¿Cuál es la condición del ser
humano con respecto al Dios Justo?
Somos unos miserables, porque hemos pecado ante Dios, ¿Habrá algo que nos
ayude acercarnos más a Dios?
En primer lugar, no tenemos voluntad de querer buscar a Dios (Ro 3:10 – 18), esta
humanidad no tiene la intención de agradar ni de buscar a Dios, por lo tanto, no
existe iniciativa de parte nuestra.
En segundo lugar, existía los intentos que querer agradar a Dios a su propia manera,
lleno de hipocresía y sin entendimiento (Jue 17) y el Señor se cansó de sus
sacrificios sin sentido y faltos de entendimiento (Is 1:10 – 15). Esto conlleva en que
la ira de Dios está sobre todos los pecadores (Sal 7:11 – 13, Ro 1:18 – 23)
En tercer lugar, Dios tomó la iniciativa de una reconciliación con la humanidad (2 Co
5:18), pero Dios no sería justo si nos perdonara y no derramara su ira sobre
nosotros, pues, un Dios justo, debe castigar, de acuerdo a lo establecido por Él
mismo (Ez 7:8, Ro 2:5). Por ello, Dios inició su plan de restauración desde Gn 3:15
y cumpliéndose en la persona de Jesús (Is 53:5 – 7) realizando el mismo proceso
donde los sumos sacerdotes se presentaban ante Dios para el perdón de los
pecados, ciertamente, este proceso era continuo por sus pecados y los pecados de
las personas, pero Cristo fue ante Dios para presentarse como el Sumo Sacerdote
y como Cordero para ser sacrificado (Hb 10: 11 – 12, 14 – 18).
Por eso mismo, Dios fue quien tomó la iniciativa para reconciliarnos con Él mismo
(2 Co 5:19 – 20)
Era necesario la muerte de un justo, por los injustos (1 P 3:18)