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Empezamos estas instrucciones con un estudio del plan de salvación por que con
eso mismo es que comenzamos la visa cristiana. Este estudio nos ayudara a tener
una base firme sobre la cual edificar nuestra vida cristiana.
Realmente nosotros nunca podemos comprender la profundidad del plan de
salvación porque el mismo fue concebido en la mente infinita de Dios. Sin
embargo, este plan de salvación a su vez es tan sencillo que todos nosotros con
mentes sanas podemos entenderlo y encontrar nuestra propia salvación.
Mientras hagamos este estudio, desde el principio hasta el fin, debemos recordar
que llevar a cabo nuestra salvación es obra de Dios. Ciertamente nosotros
tenemos una parte que hacer, pero nunca pidiéramos realizar la misma sin la
gracia y la ayuda de Dios, “Porque Dios es el que en vosotros produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2.13).
Nosotros sugerimos estudiar este plan de salvación por medio de cuatro puntos:
A. La parte de Dios en la salvación
B. Nuestra parte en la salvación
C. Los resultados de la salvación
D. La seguridad de la salvación
Jesús vino al mundo para salvarlo, pero su venida y obra no lograran nada en
nuestra vida a menos que creamos en él. Tenemos que creer que él es el único
Salvador (Hechos 4:12; Juan 14:6). La fe verdadera en su poder para salvarnos
nos guiara a recibirle en nuestro corazón y a entregarnos completamente a él. De
otra manera no podemos ser sus hijos (Juan 1:12). No lograremos jamás la
justicia delante de Dios sin la fe verdadera (Romanos 5:1).
Debemos confesar abiertamente ante todo el mundo que Cristo es nuestro Señor.
Esto lo debemos hacer tanto con nuestra boca, como también con nuestra vida. El
testimonio de nuestra boca nada valdrá a menos que rindamos de buena gana
nuestra vida al señorío de Cristo.
El bautismo es también una confesión de nuestra unión con Cristo. (más adelante
estudiaremos acerca del bautismo). Nonos avergoncemos, pues, de Cristo. Si le
confesamos delante de los hombres, él nos confesara delante de su Padre (Mateo
10:32-33). Confesar a Cristo no se hace solo una vez, sino muchas veces-
cuantas veces tengamos oportunidad (1Juan 4:15).
Cristo es nuestro gran ejemplo. Él consagró su vida para hacer la voluntad del
padre. La comida espiritual del cristiano es hacer la voluntad de Dios. Este anhelo
ferviente se llama consagración. El apóstol Pablo también es un ejemplo de
consagración. En el momento de su encuentro con Cristo, él deseó saber que
debía hacer para agradarle y servirle (Hechos 9:3-6).
Dios le mostró lo que él debía hacer por medio de un hermano fiel de la iglesia
(Hechos 9:15). Como veremos en el punto siguiente, necesitamos a nuestros
hermanos de la iglesia y debemos sujetarnos a ellos por nuestro propio bien
(1Pedro 5:5).
4. Un deseo de compañerismo.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron
aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las
oraciones (Hechos 2:41-42).
Los conversos en el día de pentecostés no siguieron viviendo de la misma manera
que antes los hacían. Ellos fueron añadidos a la iglesia en aquel día. Cada
cristiano verdadero busca hacerse parte de una congregación de creyentes
verdaderos. Para poder perseverar en la sana doctrina y en los mandamientos del
Señor, necesitamos la comunión unos con otros y la ayuda de otros cristianos. No
dejemos de congregarnos y de buscar el compañerismo cristiano (Hebreos
10:25).
No obstante, es posible que una persona quiera hacerse miembro de una iglesia
teniendo motivos incorrectos. En la actualidad algunas personas desean ser parte
de una iglesia para llegar a convertirse en un maestro, en un predicador, para
encontrar una novia, para recibir ayuda económica o por un sinfín de motivos no
espirituales.
Los que buscan ser parte de la iglesia por estos motivos traen sobre si mismos el
juicio de Dios (Hechos 5:1-11). La libertad en Cristo nunca debe ser pretexto para
lograr ganancia egoísta, sino para servir a Cristo en la iglesia (1Pedro 2:16).
D. La seguridad de la Salvación.
A. La Iglesia.
1. La cabeza de la Iglesia.
y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el
primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
(Colosenses 1:18). porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo
es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. (Efesios
5:23).
Cristo es el fundador de la Iglesia (Mateo 16:18). El es la cabeza: la iglesia es su
cuerpo. Así que, ¡Cuánto debemos estimar y apreciar la iglesia! ¿Podemos tener
la bendición de Cristo si menospreciamos su iglesia? ¿Podemos seguir en unión
con él si nos alejamos de su cuerpo? ¿Qué sería una cabeza sin el cuerpo? Y
¿Qué seria cuerpo sin la cabeza? Cada persona que recibe a Cristo y entiende la
unidad esencial de Cristo y su iglesia, deseará ocupar el lugar que Dios le ha
asignado dentro de la misma.
2. Los miembros de la Iglesia.
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un
mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos
(1Corintios 12:13-14). Porque de la manera que en un cuerpo tenemos
muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así
nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los
unos de los otros (Romanos 12:4-5).
La iglesia comenzó hace casi 2,000 años con 120 miembros, pero ha crecido a
través de los siglos hasta llegar a ser un Ejercito Poderoso.
La iglesia se compone de aquellos que se han arrepentido de sus pecados, han
recibido a Jesús como su Salvador y Señor personal y han demostrado por medio
de una vida nueva su fe y amor hacia el Señor. Al apartarse del mundo, de todo
pecado y de sus propios deseos carnales, los conversos serán recibidos en la
congregación de creyentes por medio del bautismo.
3. El propósito de la Iglesia.
de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Efesios 4:16).
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura
(Marcos 16:15).
4. La organización de la Iglesia.
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la
principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, (Efesios 2:20). Y él mismo
constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros, (Efesios 4:11).
Pero aun así Cristo usa a los hombres para efectuar su Señorío en la iglesia. El
mismo los escoge de la iglesia, obrando en ella para dar a conocer su voluntad.
Debemos estimar a todos los lideres de la iglesia porque son puestos por Dios
para cuidar el rebaño (1Timoteo 5:17; Hebreos 13:17). Ellos predican la palabra,
animan a los miembros, advierten contra los peligros, reprenden a los errantes y
los guían a la iglesia en toda su obra.
5. La Autoridad de la Iglesia.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será
desatado en los cielos (Mateo 16:19). De cierto os digo que todo lo que atéis
en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo (Mateo 18:18).
B. La Adoración.
1. ¿Qué es la Adoración?
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren (Juan 4:24).