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23 al 25 de noviembre de 2005
Cita sugerida:
Barbetta, P.; Sabatino, P. (2005). Las experiencias productivas del Movimiento
Campesino de Santiago del Estero (Mocase) y la Asociación de productores del
noroeste de Córdoba (Apenoc). IV Jornadas de Sociología de la UNLP, 23 al 25 de
noviembre de 2005, La Plata, Argentina. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.6693/ev.6693.pdf
Pablo Barbetta∗
Pablo Sabatino*
Introducción
Las acciones políticas de las organizaciones campesinas por lo general han logrado una
gran visibilidad en los escenarios políticos latinoamericanos. Algunos ejemplos son el
Movimiento Sin Tierra de Brasil, el Barzón de México, CONAMURI y la Federación
Nacional Campesina en Paraguay, entre muchos otros. A nivel internacional, Via
Campesina y la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo. Sin
embargo la fuerte impronta de las acciones políticas ha relegado en importancia
analítica otro aspecto de las organizaciones campesinas. Nos referimos puntualmente a
los emprendimientos productivos y estrategias de comercilización que apuntan a
consolidar las unidades productivas y desarrollar una “política de vida” (Giddens, 1995)
de las familias campesinas.
Argentina luego de la última dictadura militar ha sido testigo del surgimiento de
organizaciones campesinas e indígenas que tiene como eje central la lucha por la tierra,
Este trabajo se enmarca en el proyecto “Agro y alimentación en Argentina: los problemas de la
seguridad y la soberanía alimentaria. Programas estatales y las estrategias de los actores.”, dirigido por el
Dr. Miguel Teubal y financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica de la
República Argentina.
Licenciados en Sociología, Grupo de Estudios Rurales, Instituto de Investigaciones Gino Germani,
Facultad de Ciencias Sociales; Universidad de Buenos Aires. E-mails: pablobarbetta@fibertel.com.ar;
psabatino@mail.fsoc.uba.ar
la defensa de los recursos naturales, el medioambiente y derechos comunitarios. Entre
ellas se encuentran el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) y la
Asociación de Productores del Noroeste de Córdoba (APENOC). A la par de estas
reivindicaciones políticas ambas organizaciones han desarrollado una serie experiencias
tendientes a desarrollar emprendimientos productivos e iniciativas de comercialización.
El objetivo de nuestro trabajo es abordar la reconfiguración de las relaciones
sociales en los mundos rurales a partir de dichas experiencias. En otras palabras nos
preguntamos en qué medida la dimensión productiva de las organizaciones campesinas
reconfiguran las relaciones sociales en los espacios rurales. Y en qué medida estas
experiencias adquieren una dimensión política transformando las relaciones de poder
local.
El presente trabajo esta organizado en cuatro apartados. El primero de ellos, hace
referencia a las transformaciones económicas y su incidencia en los mundos rurales. En
el segundo se realiza una presentación de las organizaciones mientras que en el tercero
se abordan las experiencias de producción y comercialización. El último apartado está
dedicado a las reflexiones finales del trabajo.
Desde mediados de la década del ’70, y con una profundización en la última década, se
vienen aplicando en América Latina políticas económicas “neoliberales”. Éstas se basan
en la premisa de que “el mercado” es el mejor asignador de recursos de una sociedad,
por lo cual el Estado sólo debe intervenir en la medida en que garantice su buen
funcionamiento.
De esta manera, se fijan nuevas prioridades en la economía, como la apertura
externa, la privatización de empresas públicas, la desregulación económica, la reducción
de la presencia estatal, la disciplina fiscal y la liberalización financiera.
Dentro de la agricultura, la aplicación de este tipo de políticas 1 modificó
sustancialmente un escenario que en el pasado se había caracterizado por una fuerte
intervención estatal. La apertura de las fronteras para la importación y exportación de
productos agrícolas; la eliminación de los mecanismos y organismos de regulación
estatales; y la prioridad dada a los productos de exportación de grandes y medianos
1
Implementadas a partir de la Ronda Uruguay del GATT de 1985, que luego derivó en la constitución de
la Organización Mundial del Comercio.
agricultores que cuentan con inversiones en tecnología; influyeron para que las
agriculturas campesinas y de pequeños productores se hagan más frágiles o que
directamente desaparezcan del escenario rural (Chonchol; 1995).
En el caso específico de la Argentina, estas medidas se comenzaron a insinuar a
mediados de la década del ’60, aunque se aplicaron definitivamente a principios de los
’90. El impacto de estas medidas fue heterogéneo pero, a grandes rasgos, se podría
afirmar que esta reorientación de la economía agraria hacia la exportación favoreció a la
producción del área pampeana, sobre todo en los rubros de cereales, oleaginosas y
lácteos. En cambio, las economías regionales –productoras de bienes ligados a la
demanda interna, especialmente la de los sectores asalariados- se estancan o disminuyen
su nivel de actividad (Aparicio, Giarracca, Teubal, 1992, en Jorrat y Sautú, 1992). De
todas maneras, el crecimiento del sector agropecuario contrasta con la caída en la
rentabilidad, impulsada por el fuerte endeudamiento del sector debido a la presión
tributaria, el aumento de las tarifas de los servicios públicos privatizados, la falta de
crédito y el aumento de los precios de los insumos, lo que provoca el éxodo de
pequeños y medianos productores (Giarracca, 1995; en Piñeiro, 1995).
En Santiago del Estero y el noroeste de Córdoba, las transformaciones que
empezaron a operar a mediados de la década del ’60 repercutieron fuertemente en la
región, revalorizando las tierras como consecuencia de la expansión de la frontera
agropecuaria, impulsada por el ciclo favorable de la ganadería pampeana entre 1960 y
1970. Esta expansión de la frontera agropecuaria llega a ambas provincias a través de la
introducción de cultivos orientados a la exportación (principalmente, soja), cuya
producción hasta ese momento había estado concentrada en la región pampeana y en las
provincias periféricas a ésta (Manzanal y Rofman, 1989).
En el caso santiagueño, la producción de poroto y soja se hace atractiva para firmas
de Salta y Tucumán, conocedoras de la actividad, que sufrían el deterioro de las tierras
de estas provincias. La introducción de estos actores se apoyó en una expansión
productiva en la que el excedente generado correspondió a empresas no residentes en la
zona y en donde la producción, basada en un uso intensivo del capital, no modificó la
demanda de mano de obra ni tampoco implicó un aumento en los salarios. Además, el
desmonte de tierras restó el recurso de la leña a los pobladores locales e impidió que el
ganado caprino aproveche el monte como abrigo (Aparicio, 1985). Asimismo, otro
proceso que hizo más atractivas a las tierras de Santiago del Estero fue la
sobrevaluación de estos inmuebles con el fin de obtener créditos hipotecarios, práctica
ampliamente diseminada durante la liberalización financiera instrumentada durante la
última dictadura (Dargoltz, 1997). Durante el mismo período que se desarrollaron estas
transformaciones, la distribución de la tierra evidenció un rápido proceso de
concentración de la propiedad –que se mantiene hasta la actualidad- en un contexto que
coexiste con una marcada importancia de los pequeños productores (Barbetta; 2005).
En el caso de la provincia de Córdoba, el desarrollo de variedades de soja aptas para
las condiciones de la región generaron una expansión de la frontera agrícola, que a su
vez, generó principalmente una (re)localización de productores ganaderos proveniente
de las zonas tradicionales de ganadería en el sureste de la provincia de Córdoba que se
veía reconvertida a la agricultura. El avance de la agricultura, de la mano de la soja,
produjo en Córdoba un proceso de desplazamiento de la ganadería desde las zonas
tradicionales hacia zonas anteriormente consideradas marginales. El desarrollo de la
ganadería en estas zonas se vio favorecida por la introducción desde Sudáfrica de un
pasto apto para zonas desérticas, bouffel gras, y por los bajos precios de la tierra. De
esta manera comenzó a ser corriente en la zona la presencia de empresarios foráneos
que llegan a reclamar tierras con sus respectivos títulos.
Este conjunto de situaciones configuran el escenario donde se manifiestan los
conflictos por la propiedad de la tierra: la expansión de la frontera agropecuaria supuso
un desplazamiento coactivo de sectores campesinos, los cuales poseían una tenencia
precaria de la tierra, ya que en la provincia existe, aún hoy, un alto porcentaje de
familias rurales que no son propietarias de los predios que habitan: a veces se trata de
poseedores inscriptos a favor de un particular en el registro de la propiedad; o muchas
veces no se hace juicio sucesorio y el inmueble pasa a ser un bien mancomunado de los
herederos, o en ocasiones se trata de ocupantes de tierras fiscales cuya estado no ha sido
regularizado.
Conclusiones