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Fénix

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Para otros usos de este término, véase Fénix (desambiguación).

Miniatura del Bestiario de Aberdeen:

ave fénix renaciendo de sus cenizas.

El fénix que supera la Maison de la Louve en Bruselas.

En la mitología griega, el fénix (griego antiguo: φοῖνιξ12


, romanización: phoînix, pronunciación: pʰó͜ɪ̀nikʰs (clásica), pʰˈyːnikʰs (koiné), ɸ
ˈyniks (medieval o bizantina) es un ave de larga vida que se regenera de las
cenizas de su predecesor. Según algunas fuentes, el fénix muere en un
espectáculo de llamas y combustión, aunque hay otras fuentes que afirman que
el ave legendaria muere y simplemente se descompone antes de nacer de
nuevo.3 Existen diferentes tradiciones con respecto a la vida útil del fénix, pero
en la mayoría de los casos el fénix vivió a unos 500 años antes del
renacimiento.4 Heródoto, Lucano, Plinio el Viejo, papa Clemente
I, Lactancio, Ovidio, e Isidoro de Sevilla están entre los que han contribuido al
recuento y transmisión del tema del Ave Fénix. En la antigua Grecia y Roma, el
fénix se asoció con Fenicia, (moderno Líbano), una civilización famosa por su
producción de tinte púrpura a partir de conchas y por su comercio marítimo en
grandes extensiones a través del mediterráneo.
En el registro histórico, el fénix «podría simbolizar la renovación en general, así
como el sol, el tiempo, el Imperio, metempsicosis, consagración, resurrección,
la vida en el Paraíso, Cristo, María, virginidad celestial, el hombre excepcional y
ciertos aspectos de la vida cristiana».5

Índice

 1Mitología
 2Bestiarios
 3Véase también
 4Referencias
 5Enlaces externos

Mitología[editar]
El tema del ave Fénix alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de
supervivencia en el Más allá, pues el Fénix se desvanece para renacer con
toda su gloria. Según el mito, poseía varios dones extraños, como la virtud de
que sus lágrimas fueran curativas, una fuerza sobrenatural, control sobre el
fuego y gran resistencia física. En el Antiguo Egipto se le denominaba Bennu y
fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol. En Rusia las
tribus antiguas le denominaban Anivia, quien era una antigua diosa que vivió en
esas tierras desde que el mundo fue creado, su apariencia era la de un ave
cubierta de hielo y era asociada a las grandes tormentas nevadas, a la
resurrección y a la protección. El fénix ha sido un símbolo del cuerpo físico y
espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y de la inmortalidad. Para
Heródoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina, esta sagrada ave viajaba a
Egipto cada quinientos años, y aparecía en la ciudad de Heliópolis, llevando
sobre sus hombros el cadáver de su padre, a donde este iba a morir, para
depositarlo en la puerta del templo del Sol.
Probablemente la leyenda del fénix pasó de la tradición egipcia a la
grecorromana a través del historiador Heródoto (484-425 a. C.), quien cuenta
en sus historias que viajó a Egipto y también conoció a los sacerdotes egipcios
de Heliópolise
Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en
efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al
Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal
como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte
doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque
para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos.
Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente
maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para
llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va
después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual
ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado
con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y
lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.
Heródoto.6

En adelante, el mito aparece en obras de autores clásicos diversos: el


naturalista Plinio el Viejo (Naturalis Historia, Libro X, Cap. II7), el
escritor Luciano, el retórico Séneca, el historiador Tácito8 y los
poetas Ovidio y Claudio Claudiano, o los cristianos el papa Clemente de
Roma, Epifanio de Salamina o San Ambrosio.

Miniatura del ave fénix, en el Bestiario  de Aberdeen

Según la leyenda cristianizada [cita  requerida], el ave fénix vivía en el Jardín


del Paraíso, y anidaba en un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de
la espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió el nido del
fénix, haciendo que ardieran este y su inquilino. Por ser la única bestia que se
había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones,
como el poder del fuego y la luz, siendo el más destacado la inmortalidad a
través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas
aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer
día ardía. El fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía
del huevo la misma ave fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada
quinientos años.

El ave fénix, en Las Crónicas de Nuremberg.


Estatua de la Unión y el Fénix, en Santa Cruz de Tenerife (España).
Hay un ave, llamada fénix. Esta es la única de su especie, vive quinientos años; y cuando ha
alcanzado la hora de su disolución y ha de morir, se hace un ataúd de incienso y mirra y otras
especias, en el cual entra en la plenitud de su tiempo, y muere. Pero cuando la carne se
descompone, es engendrada cierta larva, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le
salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva toma consigo el ataúd en que se hallan
los huesos de su progenitor, y los lleva desde el país de Arabia al de Egipto, a un lugar llamado la
Ciudad del Sol; y en pleno día, y a la vista de todos, volando hasta el altar del Sol, los deposita allí; y
una vez hecho esto, emprende el regreso. Entonces los sacerdotes examinan los registros de los
tiempos, y encuentran que ha venido cuando se han cumplido los quinientos años.
Clemente de Roma. Epístola a los Corintios (XXV). 9

Para San Ambrosio, el ave fénix muere consumida por el Sol, convertida en


cenizas de las que renace, después de arder su cuerpo, como un pequeño
animal sin miembros, un gusano muy blanco que crece y se aloja dentro de un
huevo redondo, como si fuera una oruga que se vuelve mariposa, hasta que
dejando de ser implume se transforma en un águila celeste que surca el
firmamento estrellado.
Durante el reinado del emperador Claudio, un supuesto fénix fue capturado en
Egipto y trasladado a Roma, donde este mandó exponerlo. Nadie se lo tomó en
serio.10
Claudio Claudiano (siglo IV), considerado el último de los grandes poetas
romanos, comentaba:

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