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SÓLO CON EL ÁNIMO DE QUE SE RESTAURE Y FORTALEZCA EL MOVIMIENTO


Mi visión puntual de los acontecimientos y el porvenir.
En calidad de catedrático con presencia fundamental en la universidad en las horas cátedra y
poco o ningún conocimiento e injerencia en los asuntos administrativos, presento mi visión
de lo percibido desde el momento de mi primera participación en el llamado realizado por
funcionarios administrativos y PTC de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, para
recuperar la dignidad y el respeto que se nos estaban pisoteando a profesores, funcionarios
administrativos y en general trabajadores de la UAC, por parte de altos funcionarios de este
centro del conocimiento.
En ese primer momento pude identificar a dos líderes inmensas, de grandes cualidades y
arrojo en la misión: Soledad y Silvia, y uno que a partir de ese momento no lo volví a ver en
las reuniones; prontamente se sumaría y con similar visibilidad, dinamismo y valentía John;
otros también lo hicieron con gran decisión, pero me he referido específicamente a los mas
visibles. Es de reconocer que de los diversos integrantes de lo que he denominado “El
colectivo original” hubo también importantes aportes en las deliberaciones para direccionar
el camino.
En las reuniones se dió a conocer los desmanes a que estaba siendo sometido el patrimonio
de la universidad, el desgreño en la administración y el detrimento de los órganos y recursos
propios y necesarios para la calidad de la misión formativa; igualmente la necesidad de
organizarnos para la exigencia de nuestros derechos laborales y salvaguardar la universidad.
Desde algunos días antes, y con mayor énfasis en los días posteriores, se estuvo dando a
conocer, a nivel nacional, como resultado de la labor del gran equipo investigativo de La W
Radio, a través de su frecuencia radial, detalles acerca de las formas presuntamente
delictuosas de deterioro del patrimonio de la universidad y las andanzas del señor Rector.
Todos los anteriores acontecimientos, que se daban con gran celeridad, justificaban que el
objetivo de “El colectivo original” fuera no solamente el pago de salarios, seguridad social,
prestaciones sociales y descuento de nomina por obligaciones de trabajadores con terceros,
sino que se estableciera como objetivo primario y paralelo la salida del Rector y de la
totalidad los miembros de la Sala General y el Consejo Directivo, a quienes también compete
responsabilidad por acción u omisión; retomando a Monseñor Rubiano, no era posible que
no vieran el enorme elefante que, para el presente caso, caminaba por el recinto universitario
tragándose todo.
En la tal vez primera de mis siempre cortas y puntuales intervenciones, plateé que los
objetivos y el movimiento estaban muy bien concebidos, pero que faltaba organización; que
debía haber un ente organizado con una “Junta directiva” que nos representara formalmente
(Debió darse un ente formal que se nutriera, para las acciones necesarias conjuntas, con
representación de los estudiantes, los padres de familia, los trabajadores de funciones
diferentes a las propiamente administrativas y docentes, los egresados y la sociedad civil), se
dijo que eso se iba a hacer y se formaron unas comisiones de trabajo con funciones precisas,
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de las cuales algunas cumplieron una labor gigantesca que dimensionó el movimiento y se
logró múltiples adhesiones; se unió con gran fuerza la Facultad de Ingeniería (posteriormente
me enteré que ellos previamente habían iniciado las acciones con los mismos objetivos, sin
ser muy visibles a nivel general).
En otra de las reuniones generales, ante la magnitud de los hechos indeseables, casi
delictuosos, que se fueron conociendo, realizados por altos funcionarios administrativos, y la
conciencia de que estábamos ante un “enemigo” feroz, frio, calculador, inescrupuloso y a la
vez insensato, que ya de tiempo atrás había mostrado su carácter intolerante y perseguidor
(aun cuando presentara tierna sonrisa ante los medios) se planteó la necesidad de pensar en
la protección laboral de los participantes en el movimiento y fundamentalmente de los
dirigentes más visibles, todos con largos años de imponderables servicios a la universidad.
Ya habíamos padecido el indignante y doloroso episodio, en las postrimerías del tercer ciclo
del segundo semestre académico del año anterior, del despido de tres ilustres docentes del
Departamento de Humanidades, profesionales altamente calificados, muy queridos por todos
y entregados al apostolado de la enseñanza, así como otro de iguales cualidades, forzado a
“renunciar” por el peligro que su autorizada voz, que decía verdades, significaba para las
andanzas del Rector, sus compinches y escuderos, y adicionalmente a ellos la secretaria del
Departamento, todos sin justa causa, cuya falta fue tratar de ejercer el derecho constitucional
fundamental de asociación.
Se consideraron varias posibilidades y surgió la información de la existencia de un Acta
firmada entre el sindicato SINTRAUAC y la universidad, que legalmente debe considerarse
parte de la Convención Colectiva vigente, según la cual el despido de cualquier miembro del
sindicato debía ser por justa causa; en ese mismo momento se dio una afiliación masiva que
no se puede confundir con oportunismo, era una manera legítima de lograr relativa protección
laboral a quienes asumían gran riesgo, no sólo laboral, por proteger los intereses, todos, de
la comunidad universitaria y de la ciudadanía, ya que la universidad es un patrimonio de la
ciudad.
A partir del momento de la masiva afiliación empecé a ver al sindicato como el gran jalonador
del movimiento, no se dieron más reuniones que citara “El colectivo original”.
¿Qué estaba pasando?
En la última reunión citada por “El colectivo original” pregunté por la formalización de la
organización y se me respondió que se estaba en eso.
En una de las primeras asambleas del sindicato, a que asistí en la presente coyuntura, pregunté
por qué no estaban Soledad, Silvia y John, y alguien me respondió que estaban en otras
actividades; recibí la respuesta sin prevención y no me pareció que fuera algo anormal.
Posteriormente vine a conocer que en la práctica se dio una lucha de poderes de la cual “El
colectivo original” resultó marginado, y que dentro de esa lucha de poderes se suscitaron
señalamientos del carácter de la odiosa “posverdad” que hoy inunda nuestros tiempos.
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Luego he visto con mucha tristeza que en mal uso del chat, nos hemos dedicado a darnos
picotazos entre nosotros mismos; eso no tiene presentación y no hace ningún bien al
movimiento ni a los altos objetivos propuestos; nosotros, la comunidad universitaria, excepto
los altos directivos de la universidad, hemos sido víctimas, no victimarios; es comprensible
el espectáculo de los altos directivos de la universidad dándose picotazos y desplumándose
entre ellos mismos (luego se dedicarán a cuidarse entre ellos las plumas para verse menos
afectados por sus acciones u omisiones) el miedo (que ya nosotros perdimos) y la vergüenza
(que al respecto nosotros nunca deberemos tener) hoy los invade; nosotros no podemos caer
en situación similar, es el peor de los caminos y pone en peligro nuestros más nobles
objetivos. Hay que reflexionar y tomar el sendero de la unión.
Ante hechos cumplidos: el convenio forjado en la noche del día 8 de marzo, entre quienes
firmaron con la actual administración de la universidad (el representante de los estudiantes
no firmó) el Acta de acuerdo que permitió la finalización de la toma física del recinto
universitario y otros asuntos, se ha suscitado gran controversia, ahora también el sindicato es
puesto en la picota pública.
Quiero “pensar con el corazón” y vislumbrar que aún es posible curar las heridas auto
infringidas, muy probablemente causadas por la visión de imaginarios intereses personales
por encima de los netamente colectivos, en los propósitos de algunos dirigentes de las
diferentes fuerzas en acción contra la perversidad de la alta dirección de la universidad. Los
líderes de “El colectivo original” son valiosos y sería de gran utilidad recuperarlos y su
participación activa en la larga y difícil lucha que nos espera.
Idílico lograr inmediatamente todos los objetivos, pero si bien podemos tener mayores o
menores insatisfacciones con el acuerdo realizado entre el sindicato y otras fuerzas amigas,
con la actual administración del alma Mater, no podemos soslayar que ha habido logros
importantes y que otros vendrán más temprano que tarde, en la medida de nuestras fortalezas.
La toma indefinida nos hubiera podido llevar a un descarrilamiento total, con clausura del
semestre académico, no reconocimiento del salario de los trabajadores durante el tiempo de
la toma, persecución al sindicato y fácil sanción a los lideres del movimiento, es decir, una
pérdida de grandes proporciones.
Había que pactar con alguien, obteniendo algunos logros, sin que ello implicara su
reconocimiento y aceptación de su permanencia en la institución; es simple asunto de
representación legal, así el(los) sujeto(s) nos guste(n) o no nos guste(n).
En mi humilde concepto no son los sindicatos, sean de base o de industria, quienes tienen
que liderar esta lucha, dada la naturaleza y características de los objetivos trazados, la misión
de estos es más específica; otra cosa y benéfica es, que los lideres al interior de la universidad
se encuentres afiliados a algunos de ellos, ya que la agremiación profesional debe ser un
puntal de apoyo de incuestionable e inconmensurable valor; sin embargo, puede haber líderes
que no estén sindicalizados.
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El lunes 12 se realizará una reunión general de catedráticos, para elegir dos representantes
que participen en las reuniones con entes donde se deban considerar sus situaciones
particulares, y fijar una posición unificada frente a la alternativa del reinicio de clases. No es
para crear más división ni protagonismo.
¡No seamos inferiores al reto que nos desafía, nuestra mayor fuerza será la unidad en la
acción; somos hermanos de una misma tragedia donde nos ha correspondido el papel de
víctimas! ¡La mayor de nuestras fuerzas es la fuerza moral!

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