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“Analizar, construir, sostener”. La Ética en la Ingeniería Civil: Responsabilidad,


convivencia y futuro

Conference Paper · October 2016

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Erasto Antonio Espino Barahona


Universidad Católica Santa Maria la Antigua
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“Analizar, construir, sostener”.
La Ética en la Ingeniería Civil:
Responsabilidad, convivencia y futuro.

Erasto Antonio Espino Barahona, M.A.


eespino@usma.ac.pa

La Ética es una dimensión de la vida humana que nos caracteriza como especie.
De hecho, hasta donde las ciencias biológicas nos permiten saber hoy, no tenemos
noticia de que los animales se interroguen sobre el fundamento y la validez de sus
actos como, en cambio, sí lo hace la Humanidad desde que tiene conciencia de sí
misma. Todo el acontecer humano, tanto en el ámbito personal, comunitario y social,
está marcado por una pregunta de índole moral, es decir, por la reflexión sobre la
Bondad o Maldad del actuar, del sentir o del pensar. Las personas, de hecho,
reflexionamos continuamente sobre la legitimidad de nuestro vivir en el mundo y con
los otros. La ética es, valga la metáfora, como el aire: no podemos (ni debemos)
escapar de ella, si no queremos correr riesgos vitales para la propia calidad de vida:
personal o colectiva.

Dicha reflexión – este “aire”- forma parte de lo que se denomina “saber moral” y es
un elemento esencial del patrimonio cultural de cada comunidad. Por medio de este
saber, la sociedad discierne sus comportamientos, calificando algunos como válidos
y correctos, y considerando otras conductas como ilegítimas, esto es como carentes
de sentido y de reconocimiento colectivo.

La Ética también nos ayuda a plantearnos la vida como un quehacer teleológico, es


decir, ordenado y orientado a descubrir los fines de nuestro obrar: los para qué de
nuestra acción. De esta manera, por ejemplo, podemos saber si determinada acción
es correcta moralmente, al discernir si cumple o no con los fines para los que ha
sido pensada o planeada.

La Ética también se expresa como el “saber-vivir” que nos permite convivir


armónicamente; es decir como ese cuerpo de ideas, valores y acciones humanas
que unifican el tejido social. Desde este punto de vista, será ética cualquier
pensamiento o acción humana que genere unidad o una sana interacción entre los
distintos miembros de la comunidad. Lo auténticamente ético sería entonces,
aquello que produzca comunión o “amistad social”, como señalan algunos expertos.

Si quisiéramos, en síntesis, definir la Ética, podemos acudir a la definición del


filósofo español Aranguren, que con lucidez afirmó que la ética no es más que “la
moral pensada”. La ética es, pues, la reflexión filosófica sobre la moral.

Por todo lo anterior, puede -sin duda- afirmarse que también el ámbito profesional
de la Ingeniería Civil se concibe como un espacio humano digno de ser pensado
éticamente. Para comprenderlo mejor, basta pensar cómo el rol del ingeniero(a) civil
supone actuar con rigor en el quehacer técnico-científico, calibrar su
responsabilidad profesional en la calidad de vida y en la seguridad de los
ciudadanos y ejercer su rol laboral de manera que sepa convivir armónicamente con
otros sujetos sociales, dada la vastedad e interdisciplinariedad de personas y
situaciones en la que se ejerce la Ingeniería Civil.

Sabemos, sin embargo, que la Ingeniería -como toda acción humana-, está
atravesada por la libertad. Es decir, se puede ejercer, de un modo o de otro, en favor
del bien común o para el propio y exclusivo beneficio. Conversando con colegas del
ámbito de la ingeniería civil con los que comparto el claustro académico de la USMA,
indagué sobre cuáles podrían ser los desafíos éticos que generalmente se ofrecen
en nuestro contexto a quién quiere vivir ética y, por lo tanto, responsablemente su
profesión. Del coloquio surgió una suerte de lluvia de ideas o elenco de peligros
que todo ingeniero integro deberá sortear. Comparto dicha lista con ustedes, con el
ánimo de calibrar los obstáculos que debemos enfrentar para un ejercicio ético
cabal: Imaginemos, así, algunas hipótesis de dilemas éticos que problematicen la
dimensión moral de la Ingeniería apenas esbozada:

 Ofrecimiento de coimas o sobornos: el DRAE lo define como


“Dar dinero o regalos a alguien para conseguir algo de forma ilícita”. Se da
el caso frecuente de que un indeterminado promotor de proyectos quiera
que un trámite sea resuelto antes de los términos prescritos legal o
institucionalmente y para lograrlo ejecuta la acción antes descrita, ante X
o Y funcionario; a veces con el agravante que el proyecto no cumple
cabalmente con los requerimientos técnicos o hay implicaciones negativas
para la salud o seguridad vital de la comunidad.

 Otras veces, se utilizan -subrepticiamente- materiales de construcción


defectuosos o de baja calidad, poniendo en riesgo la salud o -
posiblemente- la vida de los futuros usuarios o habitantes de la obra
construida. La motivación no parece ser más que la avaricia, traducida en
el ahorro en costos, para maximizar ganancias sin importar las
consecuencias futuras en la calidad de vida de las personas.

 Una práctica lamentablemente frecuente es la fachada jurídica falsa que


esconde empresas que no están sólidamente constituidas y que no cuenta
con una trayectoria o presencia que las respalde. Estas empresas, no sólo
sortean los estándares de calidad de construcción exigidos por el Estado y
por el Gremio legítimo, sino que una vez finalizada la obra, los dueños
disuelven la sociedad empresarial, dejando en un limbo tanto las
reclamaciones de los posibles afectados como las acciones de Estado al
exigir la responsabilidad civil, legal o de garantías propiamente dichas.

 En ocasiones, las faltas a la ética provienen de inspectores que realizan su


labor con serias lagunas en cuanto a experticia profesional actualizada, con
una actitud rutinaria o con poca responsabilidad.

 tenemos la situación de obras que se inician sin el permiso de construcción


previo, o que tienen el vicio de falsedad o incongruencia en los datos
proporcionados, lo que se puede traducir en poca fiabilidad en la calidad de
los procesos de construcción.

 Se da el caso también de que, mediante una cadena referencial mal


entendida y perversamente utilizada, se obtienen permisos de ocupación
fraudulentos o se usa el tráfico de influencias para ocultar fallas técnicas en
los proyectos, censurando desde el Poder a los funcionarios que han dado la
voz de alerta ante la mala práctica detectada.

 Existen, a su vez, empresarios de la construcción que, por afán de lucro,


contratan más extranjeros -sea profesionales, sea mano de obra- de aquellos
permitidos por la ley, lesionando el legítimo derecho (prioritario) de satisfacer
la demanda laboral local. Llegándose también incluso a saberse que algunos
de dichos profesionales no tengan la idoneidad para ejercer en el país.

Lo que hemos planteado son solo algunas de las actitudes, antivalores y malas
prácticas que podemos encontrar en el ámbito de la Ingeniería cuando se prioriza
el propio beneficio material a ultranza y se desconoce el principio inalienable de la
vida humana, su dignidad, su seguridad y el derecho a llevar adelante dicho su vida
-bien precioso e inigualable- en las mejores condiciones posibles. Un ingeniero civil
íntegro es, en cierto modo, uno de los artífices de la salvaguarda de dicho bien.
Custodio de la vida del prójimo que habitara, usará o trabajará, en fin, desplegara
su vida en las vías o edificaciones que él con su experticia profesional logre
construir.

Alguno podrá objetar que la tendencia al mal y la corrupción que parece hoy
permearlo todo es un fenómeno universal e imposible de desarraigar del ser
humano. Y que los ingenieros no son la excepción. Sin embargo, y la Historia es
testigo de ello, el libre albedrío, la memoria personal, la experiencia colectiva, el
patrimonio cultural y religioso de nuestros pueblos es testigo de que el hombre no
es sólo caos, injusticia y prevaricación, sino también esfuerzo personal, alianza
comunitaria y progreso en la virtud. En otras palabras, que el Bien es posible y que
el hombre -en su libertad- puede alcanzarlo y perseverar en ello.

Cuándo un ingeniero debe decidir sobre la calidad de los materiales a utilizar en la


construcción de una carretera, ¿le es lícito -bajo la lógica del costo/beneficio- usar
los materiales más baratos en desmedro de la calidad de vida de la población que
usará esa vía de comunicación? Cuando el clima laboral entre obreros e ingenieros
sufre algún menoscabo, ¿debe el ingeniero-jefe limitarse a cumplir metas y objetivos
y exigir lo estipulado en el contrato laboral o debe intervenir con su autoridad y
mediación para desbloquear situaciones conflictivas y lograr tender puentes entre y
con todos sus subalternos?

La respuesta moral, responsable y virtuosa a estas interrogantes es positiva y


posible, siempre que el ingeniero o ingeniera ponga los medios para cultivar y
salvaguardar su ética personal. Dimensión intransferible del pensar y del actuar lo
moral, que no puede descuidar si no quiere verse arrastrado por la vorágine
contraria que parece contaminarlo todo.

Pero, ¿cómo puede, efectivamente, cultivarse la dimensión moral del ingeniero?


Aquí un símil puede ser de utilidad: así como las obras viales requieren del debido
mantenimiento, para mitigar la fatiga natural de materiales y para subsanar el
desgaste provocado por el uso humano, así mismo nuestra interioridad, lo que
pensamos y lo que sentimos, nuestra dimensión interior intangible (pero real)
también necesita... mantenimiento. Puede ser, por tanto, cultivada, desarrollada y
mejorada.

Fruto de mi experiencia docente y ciudadana me atrevo a compartir algunas


herramientas de comprobada utilidad para desarrollar -en lo profundo del ser
personal- la dimensión moral o, como señalan los especialistas, su competencia
ética:

 Reconstruir la memoria ética (personal, familiar y laboral), a través de la


escritura reflexiva que recupere las figuras tutelares que han inspirado
éticamente nuestra historia.
 Suscitar o inscribirnos en un grupo de apoyo “inter pares”, de modo que se
cuente con un ambiente de seguridad emocional y con un grupo fiable de
interlocutores que nos permita dialogar, responsablemente, sobre nuestro
recorrido vital y obtener ayuda frente a los desafíos éticos que se nos
presenten.
 Poner por obra una labor de autocuidado, dedicando tiempo al discernimiento
personal sobre nuestro obrar y vigilando sobre nuestros insumos simbólicos,
esto es, que clase de discursos, objetos o prácticas consumimos en nuestro
quehacer diario y, por tanto, influyen en nuestra conducta o incluso en
nuestros imaginarios.
 Diseñar un Decálogo para la propia vida profesional, redactándolo luego de
un serio proceso de reflexión donde plasmemos los 10 mandamientos
principales que regirían nuestra vida laboral. Puede pensarse también como
una auto-ruta hacia la excelencia en el campo del trabajo o como una lista de
puntos no negociables, sobre los cuáles nunca transigir éticamente.

Estas son algunas de las cuestiones que hemos querido plantear en esta ponencia
explorando las relaciones entre la Ética y la Ingeniería Civil, a la luz de lo que
consideramos constituye su misión social fundamental: Analizar, construir y
sostener la vida concreta (espacial) de las personas desde el ejercicio profesional
honesto de su profesión de Ingeniero (a).

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