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Análisis del discurso fundacional y etnografías de una praxis: la formación integral en el Servicio Social de la USMA. View project
All content following this page was uploaded by Erasto Antonio Espino Barahona on 31 July 2017.
La Ética es una dimensión de la vida humana que nos caracteriza como especie.
De hecho, hasta donde las ciencias biológicas nos permiten saber hoy, no tenemos
noticia de que los animales se interroguen sobre el fundamento y la validez de sus
actos como, en cambio, sí lo hace la Humanidad desde que tiene conciencia de sí
misma. Todo el acontecer humano, tanto en el ámbito personal, comunitario y social,
está marcado por una pregunta de índole moral, es decir, por la reflexión sobre la
Bondad o Maldad del actuar, del sentir o del pensar. Las personas, de hecho,
reflexionamos continuamente sobre la legitimidad de nuestro vivir en el mundo y con
los otros. La ética es, valga la metáfora, como el aire: no podemos (ni debemos)
escapar de ella, si no queremos correr riesgos vitales para la propia calidad de vida:
personal o colectiva.
Dicha reflexión – este “aire”- forma parte de lo que se denomina “saber moral” y es
un elemento esencial del patrimonio cultural de cada comunidad. Por medio de este
saber, la sociedad discierne sus comportamientos, calificando algunos como válidos
y correctos, y considerando otras conductas como ilegítimas, esto es como carentes
de sentido y de reconocimiento colectivo.
Por todo lo anterior, puede -sin duda- afirmarse que también el ámbito profesional
de la Ingeniería Civil se concibe como un espacio humano digno de ser pensado
éticamente. Para comprenderlo mejor, basta pensar cómo el rol del ingeniero(a) civil
supone actuar con rigor en el quehacer técnico-científico, calibrar su
responsabilidad profesional en la calidad de vida y en la seguridad de los
ciudadanos y ejercer su rol laboral de manera que sepa convivir armónicamente con
otros sujetos sociales, dada la vastedad e interdisciplinariedad de personas y
situaciones en la que se ejerce la Ingeniería Civil.
Sabemos, sin embargo, que la Ingeniería -como toda acción humana-, está
atravesada por la libertad. Es decir, se puede ejercer, de un modo o de otro, en favor
del bien común o para el propio y exclusivo beneficio. Conversando con colegas del
ámbito de la ingeniería civil con los que comparto el claustro académico de la USMA,
indagué sobre cuáles podrían ser los desafíos éticos que generalmente se ofrecen
en nuestro contexto a quién quiere vivir ética y, por lo tanto, responsablemente su
profesión. Del coloquio surgió una suerte de lluvia de ideas o elenco de peligros
que todo ingeniero integro deberá sortear. Comparto dicha lista con ustedes, con el
ánimo de calibrar los obstáculos que debemos enfrentar para un ejercicio ético
cabal: Imaginemos, así, algunas hipótesis de dilemas éticos que problematicen la
dimensión moral de la Ingeniería apenas esbozada:
Lo que hemos planteado son solo algunas de las actitudes, antivalores y malas
prácticas que podemos encontrar en el ámbito de la Ingeniería cuando se prioriza
el propio beneficio material a ultranza y se desconoce el principio inalienable de la
vida humana, su dignidad, su seguridad y el derecho a llevar adelante dicho su vida
-bien precioso e inigualable- en las mejores condiciones posibles. Un ingeniero civil
íntegro es, en cierto modo, uno de los artífices de la salvaguarda de dicho bien.
Custodio de la vida del prójimo que habitara, usará o trabajará, en fin, desplegara
su vida en las vías o edificaciones que él con su experticia profesional logre
construir.
Alguno podrá objetar que la tendencia al mal y la corrupción que parece hoy
permearlo todo es un fenómeno universal e imposible de desarraigar del ser
humano. Y que los ingenieros no son la excepción. Sin embargo, y la Historia es
testigo de ello, el libre albedrío, la memoria personal, la experiencia colectiva, el
patrimonio cultural y religioso de nuestros pueblos es testigo de que el hombre no
es sólo caos, injusticia y prevaricación, sino también esfuerzo personal, alianza
comunitaria y progreso en la virtud. En otras palabras, que el Bien es posible y que
el hombre -en su libertad- puede alcanzarlo y perseverar en ello.
Estas son algunas de las cuestiones que hemos querido plantear en esta ponencia
explorando las relaciones entre la Ética y la Ingeniería Civil, a la luz de lo que
consideramos constituye su misión social fundamental: Analizar, construir y
sostener la vida concreta (espacial) de las personas desde el ejercicio profesional
honesto de su profesión de Ingeniero (a).