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Llevamos el peso de la historia a cuestas, una historia que habla de lo que fuimos,

de lo que somos y seremos, no que nos configure en su totalidad pero que sí nos

traspasa. Pasado que se caracterizó por su tinte religioso, moral y técnico, ha

hecho poner en duda nuestra cientificidad al ser en ocasiones cuestionada y

nombrada como una actividad moral – práctica (Viscarret, 2007).

Los años nos han hecho lidiar con todo tipo de argumentos que ponen en tela de

juicio nuestra configuración como profesión, a esto hemos respondido con un

importante avance teórico y con un recorrido investigativo, que ha nutrido y dado

fuerza a nuestra fundamentación epistemológica; pese a esto, debo decir, con

gran acíbar, que como afirman Weick y Saleeby (1998) las orientaciones morales

y sociales que en sus inicios dieron fundamento a nuestra profesión, hoy son una

especie de losa que se sigue arrastrando (c.p. Viscarret, 2007, p. 18), residuos

que son visibles tanto en discursos, como en las formas de hacer que poseen aún

algunas y algunos profesionales de Trabajo Social; indudablemente esto sigue

asociado a una lógica asistencial, irreflexiva y carente de una postura crítica de la

realidad social; profesionales que manifiestan, sin mesura, servilismo al sistema

económico imperante son la memoria de un pasado y el resultado de un presente

olvidado, actúan como en una realidad sin historia, una estructura sin peso y unos

sujetos sin nada; discursos llenos de “usuarios”, “clientes”, “carentes” siguen

siendo los lentes de muchos y el mapa de otros tantos.


En una ocasión, estando en los primeros semestres de estudio, tuve la

oportunidad de dialogar con una amiga que tenía un cartón colgado en su pared

que decía que era trabajadora social, pero que desde que abrió su boca parecía

más un “vigilante institucional”, pues no hacía otra cosa que defender una “razón

social”, aunque esto le costara caminar por encima de aquellos, quienes se

suponen, son la prioridad de su quehacer. Así me he topado con muchos y

muchas profesionales de quienes no pretendo hacer un nota con intención de

desprestigio, pero sí una crítica a su ejercicio de la profesión. Es impensable

trabajadoras y trabajadores sociales cuyo accionar no esté ligado a una

fundamentación teórica y metodológica, sino a apuestas dadas institucionalmente

cuya intención se centra solo en beneficios otorgados a la misma institución.

El ser del trabajador y la trabajadora social es intervenir en las realidades sociales,

dicha intervención entendida como una acción fundamentada, reflexiva, crítica y

consciente que posee intencionalidad y que a su vez se realiza en un contexto

específico, donde el sujeto es entendido de una forma horizontal, como el otro con

quien se realiza la acción y la prioridad de la misma. Cuando actuamos sin un

previo conocimiento en la realidad a intervenir y sin una base sobre la cual se

basa nuestra profesión, esta acción se convierte en una labor sin ánimos de

transformar “perdiendo de vista el propósito real del trabajo social cual es el de

transformar una realidad social partiendo desde el interior de una comunidad y las

problemáticas que le afectan . Es en este punto donde volvemos a los orígenes de

la profesión, orígenes cuya historia puede enriquecernos hoy, y a su vez hacernos

profesionales un poco vulnerables. ¿Cómo intervenir sin la presencia de una


investigación crítica?, actuaríamos en la oscuridad , condenados a ser productores

y reproductores de la desigualdad y la injusticia social propios del sistema

imperante y corrupto , cuyo deseo es totalmente ajeno a las necesidades de las

sociedades como lo es el sistema colombiano.

Despidámonos del negativismo de que solo es una realidad aquello que funciona,

y carguemos nuestras maletas como estudiantes de, teorías, enfoques,

metodologías, pero también sueños, anhelos y pasiones que configuran nuestro

“ser trabajadores sociales”; llenémonos de logros logros pero también de virtudes,

que caraterizan nuetra profecion vistamos nuestro hacer de diálogos teoría y

práctica.

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