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Moreno, J. (2011) Las TIC como instrumentos psicológicos que favorecen la construcción
de textos científicos y académicos. En F. Díaz Barriga, G. Hernández y M. A. Rigo.
Experiencias educativas con recursos digitales. Prácticas de uso y diseño
tecnopedagógico. 191-212. México: UNAM Facultad de Psicología
Las TIC como instrumentos psicológicos que favorecen la construcción de textos
científicos y académicos
Javier Moreno Tapia1
Introducción
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Profesor de la Licenciatura en Psicología de la Escuela Superior de Actopan, de la Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo. Pasante del Doctorado en Educación en la Universidad de Barcelona, Programa en
Multimedia Educativo. Participa como académico externo invitado en el proyecto PAPIME PE303207,
psicray@gmail.com
La lectura y escritura estratégica de textos científicos y académicos
Por otro lado podemos decir que éste tipos de textos tienen tres propósitos básicos que se
entrelazan cuando son elaborados como actividades educativas. El primero se refiere a un
carácter comunicativo porque cuando se elabora se dirige a alguien; pueden los mismos
compañeros a quienes se hará una presentación, una publicación en una web educativa o
al docente para demostrarle como se ha interpretado y comprendido la información
procesada. El segundo es revisar los textos publicados de expertos en el tema en cuestión
para crear un texto propio que los integre. El tercero se refiere a aprender, a la intención
de construir significados propios a partir de la apropiación de los significados
comunicados en los textos revisados y que integran el propio.
Los documentos que sustentan un marco teórico o “estado del arte” y que se denominan
también como monográficos son ejemplos de estos textos científicos o académicos, los
cuales permiten fundamentar una tesis, un artículo, la elaboración de un instrumento de
recogida de datos, un ensayo o simplemente conforman la monografía actualizada de un
tema. Cuando se elabora uno de éstos están involucrados dos grandes procesos: la lectura
y la escritura. En ambos se reconoce que existen componentes comunes porque son
procesos de construcción de significados. Estas actividades implican procesos cognitivos
que plantean problemas a resolver y procesamiento de la información y requieren de una
autorregulación o un control consciente del proceso y exigen una actividad y
pensamiento estratégico que a su vez implica realizar cambios en las acciones que
permitan adaptar la tarea a la situación y al contexto determinado. En tal sentido, debe
considerarse que su enseñanza exige un tratamiento integral y contextualizado en donde
el alumno pueda atribuirles sentido como actividades comunicativo-funcionales (Díaz
Barriga y Hernández, 2002; Solé y Teberosky, 2001).
Por una parte la lectura es considerada como un proceso que se aprende y, como ya se
había comentado, permite construir significados, que están determinados culturalmente, a
través de la recuperación de referentes y esquemas socialmente adquiridos para aplicar
estrategias que pretenden hacer una interpretación y comprensión del mensaje que fue
comunicado a través del texto (Carrasco, 2003). De esta forma una lectura es
considerada como significativa cuando está basada en un propósito e implica procesar la
información a diversos niveles, lo cual le permite al lector elaborar una interpretación con
la que lleva a cabo una construcción personal que se ve influida por los conocimientos
previos donde los puede problematizar y reestructurar. Así pues, se reconoce que el
lector experto, quien siempre activa sus conocimientos previos relevantes, guía su
actividad por un objetivo que le favorecen en el control de su propia comprensión del
texto ubicando las dudas y contradicciones y generando acciones, por ejemplo haciendo
una relectura o consultando otro texto similar, para resolverlas (Solé y Teberosky, 2001).
Por su parte, durante el proceso de escritura, de acuerdo con Castelló (2007), existen tres
variables implicadas que actúan de manera interdependiente. Es decir, que se presentan
de manera recurrente y entrelazada mientras se escribe. La primera se refiere a la
representación que el propio escritor tiene de lo qué es la tarea de escribir. Sí un
estudiante considera, por ejemplo, que para hacer un ensayo será suficiente con una
lectura exploratoria del texto y un momento de inspiración seguramente se encontrará con
una gran sorpresa cuando vea la retroalimentación y evaluación que el docente hace de su
producto entregado. En cambio, estar consciente de que escribir un texto científico o
académico es una tarea ardua que implica un proceso cognitivo de alto nivel y en
consecuencia se debe leer, releer, hacer varios borradores de esquemas y del propio texto,
y aceptando críticas, nos permite enfrentar la tarea de una manera más efectiva
La tercer variable implicada se refiere a los textos que ya existen y al texto propio que se
está construyendo. Qué tanto aporta nuestro texto en términos del establecimiento de
conexiones y de la discusión de los diversos postulados e ideas de los diversos autores
revisados y que se interpretan en el producto que se desarrolla. Aquí el cuestionamiento
acerca de qué tanto aporta nuestro texto es importante de rescatarlo.
Considerando que estas variables están presentes y afectan la acción de escribir se puede
decir que adicionalmente para Díaz Barriga y Hernández (2002) existen tres componentes
o fases que no necesariamente son secuenciales pero si fundamentales durante el proceso
de composición escrita y que se entrelazan y ocurren de forma recursiva:
De esta forma se puede decir que el escritor experto posee herramientas para planificar su
actividad de escritura y es capaz de revisar y controlar lo que escribe, lo cual implica que
hay una concordancia entre lo que tiene en mente y lo que plasma en el documento. Al
escribir reflexiona sobre lo que escribe estableciendo relaciones que le permiten
organizar la información y activar estrategias metacognitivas que regulan sus tareas al
escribir (Castelló, 2007).
En este contexto coincidimos con Solé y Teberosky (2001) respecto a que un lector y
escritor estratégico es aquel que se caracteriza porque cuenta con objetivos que dirigen su
actuación; la ausencia de los mismos podría causar que ocurra una lectura superficial. A
su vez, éstos plantean dos problemas para el escritor, cuya resolución permite crear
conocimiento: ¿Qué decir? que refiere a una cuestión de contenido; y ¿Cómo decirlo y
con qué propósito? Que refiere un problema retórico, y que implica la recuperación de los
conocimientos previos los cuales interactúan con la información de texto y podrían con
ello ser reestructurados.
La persona que lee y escribe estratégicamente debe además poseer una capacidad para
planificar sus acciones, las cuales deben ser evaluadas formativamente. Es decir, como se
trata de un proceso dinámico que en momentos puede ser cíclico y que implica un alto
grado de elaboración y reelaboración de los productos que permiten comunicar el
conocimiento es necesario contar con un control o supervisión de las acciones para hacer
los ajustes pertinentes tanto a los objetivos como a lo planificado.
Por su parte para Carrasco (2003), el lector estratégico es capaz de recuperar y recordar lo
leído; visualizar o elaborar una imagen de lo leído; así como, lograr establecer relaciones
de intertextualidad mientras lee. Mientras que el escritor experto reflexiona sobre qué
decir y cómo hacerlo, toma recurrentemente notas o realiza algún tipo de reporte de
lectura así como realiza esquemas de contenido (Díaz Barriga y Hernández, 2002).
El uso de recursos TIC como estrategias cognitivas para regulación de los procesos
de lectura y escritura
A pesar de que los procesos de lectura y escritura pueden ser realizados con o sin
Tecnologías de la Información y la Comunicación. Éstas pueden dotar de un componente
diferente al proceso fungiendo como verdaderos instrumentos psicológicos en un sentido
vigotskyano.
Desde este fundamento el propósito del presente texto es hacer una propuesta para la
incorporación estratégica de diversos recursos TIC en estos procesos de lectura y
escritura para elaboración de textos científicos y académicos. Y que utilizadas con esta
finalidad, de acuerdo a lo que sabemos de lo que hacen los lectores y escritores
estratégicos y que fue descrito en el apartado anterior, pueden ser considerados como
herramientas para pensar (Hernández, 2009).
Cuadro 1. Tabla para la definición del esquema de contenido. (Adaptación del Esquema
de Acopio de información de García, 2008).
Para poder elaborar esta tabla es necesario hacer una búsqueda de información valida y
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lectura exploratoria de la misma con el fin de allegarnos de la suficiente información
que nos permita elaborar un primer borrador del esquema de contenido de nuestro texto
científico o académico.
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Aquí nos referimos a la consulta de los resúmenes, prólogos, índices y listas de referencias de los
diferentes documentos consultados.
También es importante recalcar que se trata de una versión que evolucionará con el
avance de la lectura y escritura, y gracias a la paulatina construcción de significados que
se llevan a cabo en el proceso, por lo que es claro que esta tabla es un instrumento
flexible y dinámico. En este sentido hacerlo en una versión digital facilita mucho los
cambios que deban realizarse insertando nuevas filas e incluso nuevas columnas si se
considera pertinente hacer alguna adaptación al tipo de información requerida.
Dentro de la tabla las primeras dos columnas conforman el esquema de contenido que
esta compuesto por lo que se denomina “elementos principales” y “elementos
secundarios” los cuales hacen referencia a los temas y subtemas, títulos y subtítulos,
índice tentativo o ideas principales y secundarias que componen la estructura.
Una vez elaborado el borrador inicial del esquema sugerimos que se realice una actividad
reflexiva que se plasme en la columna de propósito de tal forma que pueda justificarse la
inclusión de ese tema o subtema así como evaluar la coherencia y claridad del propio
esquema
Una vez definidos los temas, subtemas y teniendo claro el propósito de los mismos se
debe proceder a establecer las frases y/o palabras clave que le permitan al aprendiz
proceder a la búsqueda estratégica y más exhaustiva de información. Para ello es
importante recordar algunos de los criterios para validar información electrónica (Correa,
2002), los cuales pueden ser utilizados en forma de una lista de cotejo:
Figura 1 Secuencia para la elaboración de una tabla para la definición del esquema de
contenido (Elaboración propia)
Referencias
Localizadas
del
subtema 2
Esquema de contenido.
índice tentativo, lista de
Figura 2. Ejemplo de Matriz de Referencias 3
temas y subtemas, etc.
3
Las celdas con fondo amarillo representan referencias que ya han sido revisada a través de una lectura y esquematización de la
información; las celdas con fondo blanco representan referencias que aún no han sido revisadas; las celdas vacías ilustran la falta de localización
de referencias de el subtema en la fila; Es posible repetir referencias que respondan a diversos subtemas.
Entre las ventajas que podemos identificar con el uso de este recurso, están las siguientes:
Es importante hacer una lectura profunda y significativa de los textos. Para ello , como se
mencionaba en el primer apartado, uno de las recomendaciones es realizar algún tipo de
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esquematización, por ejemplo un mapa conceptual o mental , que le permita al lector
plasmar el proceso cognitivo de interpretación y comprensión del mensaje comunicado
por el autor o autores del texto leído (Díaz Barriga y Hernández, 2002; Solé y Teberosky,
2001).
Para llevar un proceso sistemático y puntual de las referencias hay que hacer un mapa por
cada celda de la matriz aunque también se puede realizar uno por cada fuente de
información y éste atender a diversas celdas de la matriz de referencias, en cualquier
caso poder identificar que celda corresponde a que mapa es muy importante para cuando
se vaya a realizar la paráfrasis y hacer las citas correspondientes.
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Es necesario considerar que cuando se hace un mapa conceptual o mental en versión digital debe
contarse con el suficiente espacio para esquematizar nuestras ideas. En ese sentido en ya hemos detallado
en una obra previa como muchos estudiantes utilizan aplicaciones para diseñar documentos textuales o
diseño de presentaciones para realizar estos esquemas. En cambio hacerlo en una hoja de cálculo nos ofrece
un amplio espacio con las mismas posibilidades del uso de autoformas que los anteriores. Sin embargo, lo
más recomendable cuando se trata de hacer un mapa conceptual es utilizar la aplicación CmapTools que es
de libre uso, puede ser descargada desde diversas Web educativas y fue diseñada especialmente para
elaborar este tipo de esquemas.
En el caso de escritores que no son considerados estratégicos hacer un mapa por cada
celda es lo más apropiado a fin de que puedan conocer toda la secuencia de
sistematización y una vez que desarrollen experiencias puedas de acuerdo a sus
estrategias metacognitivas hacer adaptaciones a la propuesta.
Una vez expuesto a una situación dialógica los mapas conceptuales de un mismo tema
pueden agruparse en un gran mapa concentrado de tal forma que pueda visualizarse todo
el esquema de ideas que desean plasmarse en el texto. Es como el ejercicio de exposición
pero en esta ocasión es más formal en su lenguaje porque esta dirigido a un auditoria que
percibirá el mensaje de forma asíncrona y se encuentra en prosa en un archivo textual.
También podrían manejarse como mapas separados y poner todos ellos a disposición de
tal forma que su visualización en la pantalla o físicamente nos permita realizar el
ejercicio de paráfrasis. Es una cuestión estratégica y por tanto cada aprendiz tiene la
posibilidad de adaptar este procedimiento según le sean más útiles.
Aquí la propuesta es que el escritor se allegue de todos los esquemas que le permitan
reactivar la información procesada de un subtema de tal forma que pueda integrarla y
llevar a cabo ese proceso de intertextualidad parcial. Es decir, que genere una parte del
texto final. Retomando el ejemplo de la figura 2 se refiere a la concreción del subtema 1
“La lectura y escritura estratégica de textos científicos y académicos” a partir de los
mapas generados de la lectura del texto de Castelló y Diaz Barriga y Hernández.
Una vez realizado este texto parcial que conformará una de las versiones final de todo el
documento, porque recordemos que la revisión es necesaria, será posible proceder a
elaborar el texto del subtema 2 “El uso de recursos TIC como estrategias cognitivas para
regulación de los procesos de lectura y escritura”.
De esta forma se intenta evitar el caos que generan tantas lecturas, mapas que sintetizan
la idea de lo comprendido y notas que conformarán nuestro texto. Se trata pues de dar un
orden y elaborar de manera sistemática productos parciales apoyado en las TIC de tal
forma que la fuerte tarea cognitiva del proceso de composición escrita se vea beneficiada
por una planificación y control de la actividad que los escritores expertos presentan en
sus tareas de escritura (Díaz Barriga y Hernández, 2002; Solé y Teberosky, 2001).
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Una de las formas de revisión es asegurarnos que el esquema de contenido se encuentre
satisfactoriamente aterrizado en el texto que se produce por eso es muy importante que
éste esquema sea lo más detallado posible, incluso aunque en el texto final no aparezcan
como tal todos los títulos y subtítulos de la estructura que originalmente guiaba el
proceso.
La revisión del docente, pares o lector potencial se vuelve muy necesaria porque nos
permite reconocer cómo leen los otros nuestro texto y la ambigüedad que a veces no
percibimos porque no necesariamente se expresan apropiadamente las ideas que tenemos
intención de comunicar.
A manera de síntesis final se enlistan las diversas directrices que deben considerarse para
el proceso intertextual:
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y que tenga los propósitos definidos con la finalidad de dar coherencia a la información
y está sea lo suficientemente abordada.
• La exposición de ideas y discusión alrededor del tema a partir de los diversos avances
que se realizan en la elaboración de esquemas de información contribuye no sólo a
informar a otros sobre lo que hacemos sino que permite reorganizar y clarificar las
nuestras propias ideas, teniendo con ello la posibilidad de corregir esquemas
elaborados.
• Concentrar las diversas ideas plasmadas en los mapas conceptuales a través de un gran
mapa concentrado o visualizar los diversos mapas para poder recuperar esas ideas es
elemental en el momento en que se pretende escribir y generar la intertextualidad. A
través de esta recuperación es posible establecer un diálogo entre textos donde la
intención es plasmarla en un texto propio.
• La revisión exhaustiva de los avances a lo largo de todo el proceso por el propio autor,
el docente otros pares o incluso alguna persona del auditorio es necesaria para corregir
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errores u omisiones en nuestro texto y que por cuestiones totalmente comprensibles no
alcanzamos a percibir por nosotros mismos.
Referencias
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Marchesi (Eds.), Desarrollo psicológico y educación. Psicología de la
educación escolar (2 ed., Vol. 2, pp. 461-485). Madrid: Alianza.
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