Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Kevin:
Actualmente esta conducta es muy estudiada en el terreno de la psicología, pero es
riesgoso afirmar que una persona es agresora por un motivo y otro. Algo que sí
sabemos por consenso es que los bullys son personas con una ausencia de empatía,
son sujetos que no tienen sensibilidad ante las necesidades de otro.
Los niños hostigan a otros por diversas razones. A veces toman de punto a otros
niños porque necesitan una víctima (alguien que parece más débil en el aspecto
emocional o físico, o que simplemente actúa o parece diferente de alguna manera)
para sentirse más importantes, populares o al mando. Algunos hostigadores son
más grandes o más fuertes que sus víctimas, pero esto no siempre es así.
A veces los niños atormentan a los demás porque es ese el trato que han recibido.
Quizás crean que su comportamiento es normal porque ellos vienen de familias u
otros entornos en donde a menudo todos se enojan, se gritan o se insultan unos a
otros. En algunos programas de televisión populares parece promoverse la maldad:
eliminan a la gente mediante un proceso de votación, la evitan o la ridiculizan por
su apariencia o falta de talento.
Julián:
TIPOS DE MATONEO
-PSICOLÓGICO.
-VERBAL.
Este tipo es el más habitual en la práctica del bullying y se caracteriza por poner
apodos, insultar, generar rumores, expresar comentarios raciales o sexistas con la
finalidad de discriminar, realizar acciones de exclusión, bromas insultantes y
continuas en público para poner en evidencia al más débil.
-CIBERBULLYING.
Otra perspectiva la ofrece Silvia Aragón*, psicóloga. “Lo que he podido observar es
que los niños y adolescentes que hacen bullying por lo general provienen de
familias en las que también hay dinámicas de violencia. Toda la carga negativa que
traen de sus hogares la descargan con otros compañeros”, expresó Aragón.
Con base a esto podemos incentivar el apoyo, orientación y ayuda tanto a la víctima
como al acosador y trabajar en una convivencia pacífica tanto en los hogares como
el entorno escolar.
El primer eslabón que debe activarse para estos casos es el monitoreo de los
padres, que deben estar atentos a las señales de alerta. Generalmente, la agresión
escolar es un asunto soterrado y no es fácil de percibir por los adultos.
Frente a una agresión, los padres deben guiar a sus hijos a responder de manera
asertiva. Es decir que los niños puedan desarrollar habilidades que les permitan
pararse bien, mirar a los ojos y responder en torno firme y respetuoso a su agresor:
Sin embargo, es importante tomar conciencia desde el hogar y decirles a los niños
que no respondan al hostigamiento con peleas o con más hostigamiento. Eso
rápidamente puede pasar a la violencia, pueden generarse problemas y alguien
puede salir lastimado. En su lugar, es mejor alejarse de la situación, salir con otras
personas y avisarle a un adulto.
Reforzar en los niños la idea de que no están solos y que se pueden defender sin
necesidad de agredir, resulta clave.
Y concluye que enseñar a manejar emociones, como la rabia, permite que tanto
padres como hijos “respiren, se calmen, no busquen culpables y ayuden a construir
soluciones que permitan terminar con la agresión”.