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Jorge L. Caputo
FFyL (UBA) / Conicet
Resumen
querelle que tuvo entre sus participantes más notorios a Sainte-Beuve, Wilhelm
Froehner y, por supuesto, al propio Flaubert), Théophile Gautier decide romper una
bajo su firma una reseña elogiosa de la novela (luego recopilada en el segundo tomo de
su libro L’Orient1) cuyo propósito evidente fue contrarrestar las críticas implacables que
hasta ese momento, sobre todo en la voz tan determinante de Sainte-Beuve, se habían
levantado contra la obra. Pero, al mismo tiempo que contestaba los argumentos
de las civilizaciones antiguas y establecía, en ese mismo movimiento, una filiación entre
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Recopilada póstumamente en el segundo tomo de L’Orient (1882); todas las citas de la reseña
se hacen a partir de esa edición, indicando el número de página.
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de este trabajo es relevar los términos de esa crítica y discutir su pertinencia a partir del
contraste entre uno de los textos más representativos del relato arqueológico 2 de
II. La argumentación desplegada por Gautier apuntaba a defender una doble naturaleza
del pasado; por el otro, exactitud, veracidad en los datos empíricos relevados y rigor en
combinando ciencia e imaginación, reconstruye las formas del pasado histórico perdido
en la novela, “les images du monde antique semblent s’y être fixées toutes seules
comme sur un miroir de métal poli qui aurait gardé leur empreinte” (317). Como es
una impresión o, mejor, de una fijación de huellas. Al mismo tiempo que sueña, la
impersonalidad permite al novelista hacerse testigo, ser un ojo: 3 el relato adquiere por
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La categoría de novela o relato “arqueológico” es formulada por Froehner en su artículo “Le
roman archéologique en France”, publicado el 31 de diciembre de 1862 en la Revue
Contemporaine (Saminadayar-Perrin, 2011: 605).
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“Il voit (nous soulignons exprès le mot pour lui donner toute sa signifiance spirituelle) les
choses qui ne son plus dans le domain de l’oeil humain avec une lucidité toute contemporaine. ”
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ende el cariz de una evocación entendida en el sentido fuerte del término, esto es, como
negar que la escritura de este tipo de textos encuentra su impulso en un profundo deseo
novela o el relato histórico (en concreto, su caracterización como género que insufla
vida al pasado muerto) sino que también habían sido ya tematizadas en su obra
ensayística y literaria: de esta forma, Gautier construye una filiación, una continuidad
joven francés víctima del hastío, visita el museo de los Studj en Nápoles y queda
forma perfecta del seno de Arria Marcella, muerta por la erupción del Vesubio en 79
(317).
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“Ce n’est pas une description, c’est une évocation. ” (293).
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Las citas de este relato se hacen por la versión incluida en los Contes fantastiques (1986),
indicando número de página.
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testigo ocular de la existencia cotidiana de la ciudad. En este sentido, es posible plantear
estructura temporal que Gautier retoma del Fausto de Goethe y, sobre todo, de la
interpretación que Nerval propone de esa obra (Poulet: 278-307). Presente tanto en su
este relato una de sus formulaciones más explícitas, que merece ser citada in extenso:
En effet, rien ne meurt, tout existe toujours; nulle force ne peut anéantir ce qui fut une
fois. Toute action, toute parole, toute forme, toute pensée tombée dans l’océan universel
des choses y produit des cercles qui vont s’élargissant jusqu’aux confins de l’éternité. La
figuration matérielle ne disparaît que pour les regards vulgaires [...] Paris continue
d’enlever Hélène dans une région inconnue de l’espace. La galère de Cléopâtre gonfle ses
voiles de soie sur l’azur d’un Cydnus idéal (225-226).
El poeta (Octavien, Flaubert) capta la resonancia de las formas del pasado, y
distancia temporal, reencontrarse con la historia; en una palabra, operar una auténtica
resurrección.
III. Pero, ¿es posible aceptar sin más este linaje que Gautier establece entre Salammbô y
su propia noción del relato histórico-arqueológico? ¿Son semejantes las figuraciones del
tiempo y las concepciones de la historia que estructuran las dos escrituras? En principio,
distancia temporal, fenómeno que ocurre tanto a nivel individual (repetición del propio
pasado, déjà vu), como a nivel histórico, en términos que prácticamente reproducen los
de las ficciones y artículos de Gautier; así, por ejemplo, durante su estancia en Nápoles:
“[...]l’absence des marées qui divisent le temps en périodes régulières semble vous faire
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oublier que le passé est long, et qu’il y a eu des siècles entre Cléopâtre et vous” (carta a
Historia romana de Michelet: “J’ai vécu à Rome, c’est sûr, du temps de César ou de
Néron” (mayo de 1846).7 Nos enfrentamos aquí a lo que el propio Flaubert caracterizó
como “simpatía histórica” y que, prima facie, puede homologarse al désir rétrospectif
Fustel de Coulanges recomienda al historiador, que quiera revivir una época, que se quite
de la cabeza todo lo que sepa del decurso posterior de la historia. Es un procedimiento de
empatía. Su origen está en la desidia del corazón, en la acedia que desespera de adueñarse
de la auténtica imagen histórica que relumbra fugazmente. [...] Flaubert, que hizo migas
con ella, escribe “Peu de gens devineront combien il a fallu être triste pour ressusciter
Carthage.” (Benjamin: 181; nuestras cursivas).
Cabe cuestionarse cuál es la naturaleza de esta “simpatía histórica”. Flaubert
responde brevemente este interrogante en una carta a Louise Colet: “D’où viennent les
molécules qui tournent, diraient les épicuriens” (26 de mayo de 1853). La simpatía, ya
sea que se expanda en el presente o se proyecte hacia el pasado, tiene pues (al menos en
esta formulación) una base física. En efecto, en la misma epístola Flaubert postula la
posibilidad de una identificación panteísta del sujeto con la naturaleza a partir de una
Ne sommes-nous pas faits avec les émanations de l’univers? La lumière qui brille dans
mon oeil a peut-être [été] prise au foyer de quelque planète encore inconnue [...], et si les
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En adelante, las citas de la correspondencia de Flaubert se hacen se hacen por la edición de
Jean Bruneau (Gallimard, coll. Bibliothèque de la Pléiade) indicando fecha y destinatario de la
carta referida.
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Los ejemplos podrían multiplicarse: “J’ai été batelier sur le Nil, leno à Rome du temps des
guerres puniques, puis rhéteur grec dans Suburre [...].” (carta a G. Sand, 29 de septiembre de
1866).
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atomes sont infinis, et qu’ils passent ainsi dans les Formes comme un fleuve perpétuel
roulant entre ses rives, les Pensées, qui donc les retient, qui les lie?- A force quelquefois
de regarder un caillou, un animal, un tableau, je me suis senti y entrer.
Esa simpatía, concepto clave de la poética flaubertiana puesto que es la condición
formas diferentes. Así, mientras que para Gautier el proceso de restauración histórica se
produce a partir de la captación de una forma ideal eterna, atemporal, que luego es
comprende entonces que parte del programa de redacción de Salammbô haya incluido
arqueológico específico sino más bien, como declara en su correspondencia, para captar
por ejemplo, a una pintura, elemento prestigiado por la tradición estética, pero también
hacia una simple piedra. La fascinación resulta de una cierta manera de mirar, no de una
la muerte del último mercenario en el desfiladero del Hacha, observada sólo por un
testigo (un cartaginés) cuyo destino, el lector lo reconoce, es perecer también sin dejar
testimonio: “[...] je sympathise [...] aux misères disparues des peuples morts auxquelles
personne ne pense maintenant, à tous les cris qu’ils ont poussés, et qu’on n’entend plus”
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Son palabras de Nerval en su Introducción al Fausto de Goethe (XIII).
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“Voilà un mois que je suis ici, à humer le grand air chaud, à regarder le ciel et à me brunir la
peau” (carta a Jeanne de Tourbey, 15/5/1858).
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Sainte-Beuve basaba en ese aspecto un momento fuerte de su crítica.
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(carta a Colet, 26/8/1846). Como sostiene G. Séginger (156), no se trata apenas de
buscar en Cartago una vía de escape al mundo moderno sino de restituir a la historia su
por Gautier son siempre notables, ocupan una posición destacada en la cronología y, si
historia son para Gautier siempre nominadas o pasibles de serlo (constituyen una firma)
mientras que son precisamente las huellas anónimas y mudas las que atraen la atención
pérdida.13
que organiza la escritura de Salammbô. Por eso es notable que en aquella séptima tesis
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En este relato de Gautier, el conflicto entre la tradición pagana y el advenimiento del
cristianismo.
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Por ejemplo, las milenarias trazas de pies que ve en algunos templos egipcios: “Autour du
temple marques de pieds au ciseau […] et chaque fois que je rencontre ces pieds, je suis ému –
c’est trop beau comme témoignage, rien que la marque d’un pied!” (Flaubert, 1991: 361).
Saminadayar-Perrin, que cita el pasaje, observa que mientras Du Camp quiere llenarlas de
significado, lo que conmueve particularmente a Flaubert es que esas huellas no dicen nada
(130).
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En “Arria Marcella” la comunicabilidad de sentimientos, experiencias e ideas no es puesta
jamás en cuestión. De hecho, es precisamente el surgimiento simultáneo del deseo en ambos
amantes (el que está vivo y el que está muerto, el que habita el presente y el que proviene del
pasado) lo que activa la resurrección: su pasión y su erotismo es ahistórico, intemporal
(Chambers: 643). De allí que el lenguaje, en tanto vía de comunicación de esa interioridad, sea
desestimado como problema en el relato de Gautier. Flaubert, en cambio, se queja repetidas
veces en su correspondencia de la dificultad que supone, para la escritura de Salammbô, la
radical distancia que lo separa de la psicología de sus personajes, siempre difusa e indefinible.
El abismo lingüístico debe ser pues sorteado mediante un intento de “traducción permanente”
que amenaza todo el proyecto de la novela: “Pour être entendu, d’ailleurs, il faut faire une sorte
de traduction permanente, et quel abîme cela creuse entre l’absolu et l’œuvre” (carta a Feydeau,
fines de noviembre de 1857). Como la materia (porque es también materia) el lenguaje se
transforma, muta, puede perderse.
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Benjamin cite erróneamente, pues Flaubert no escribió “Peu de gens devineront
combien il a fallu être triste pour ressusciter Carthage” sino “Peu de gens devineront
Feydeau, 29-30 de noviembre de 1859; nuestras cursivas), dando cuenta del esfuerzo que
suponía la mediación literaria y sin asumir el supuesto éxito de la empresa, que sabía
una ilusión. Y, en efecto, hacia el final de su vida Flaubert volvería a reflexionar sobre
esta imposibilidad : “Me croyez-vous assez godiche pour être convaincu que j’ai fait
dans Salammbô une vraie reproduction de Carthage [...] ? Ah ! non !, mais je suis sûr
d’avoir exprimé l’idéal qu’on en a aujourd’hui” (carta a Léon Hennique, 2-3 de febrero
de 1880).
que tout n’est pas illusion? Il n’y a de vrai que les ‘rapports’, c’est à dire la façon dont
IV. Por último, séanos permitido un desvío final por otros textos de Flaubert en los que
cristalizan, de manera ejemplar, algunas de las cuestiones aquí desarrolladas. En Par les
champs et par les grèves (1847), Flaubert daba cuenta de una pasión esencialmente
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“L’histoire n’est que la réflexión du présent sur le passé, et voilà pourquoi elle est toujours à
refaire” (carta a Mme. Roger des Genettes, noviembre de 1864).
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palpables. [...] (Oh ! que je donnerais volontiers toutes les femmes de la terre pour avoir
la momie de Cléopâtre !). (Flaubert, 1964 II: 480).15
Diana de Poitiers, Cleopatra: son algunas de las figuras históricas femeninas que
también formaban parte del “serrallo ideal” fantaseado por Octavien. 16 Sin embargo,
más de dos décadas después, Flaubert recupera este deseo y lo inscribe en un personaje
Rosanette pasean por el palacio de Fontainebleau durante las jornadas de junio de 1848
[elle] s’était fait peindre, à droite, sous la figure de Diane Chasseresse, et même en Diane
Infernale, sans doute pour marquer sa puissance jusque par delà le tombeau. Tous ces
symboles confirment sa gloire ; et il reste là quelque chose d’elle, une voix indistincte, un
rayonnement qui se prolonge. Frédéric fut pris par une concupiscence rétrospective et
inexprimable. (OC II: 125; nuestras cursivas).
Se percibe en el pasaje la ironía con la que el Flaubert maduro reelabora aquella
experiencia erótica de juventud. En primer lugar, ese poder más allá de la muerte de la
y arrojado a una fosa común. Más importante aún es el énfasis puesto en la continuidad
observadores hablan una lengua diferente, y en esa caducidad del lenguaje están
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rayonnement replique la imagen gautieriana de las ondulaciones de la historia. Sin
embargo, para Flaubert esa transmisión tiene como fuente un objeto perimido e
irrecuperable; como último desvío, séanos permitido sugerir que su modelo más
perfecto lo constituye aquella luz de las estrellas (otro rayon) que contemplan Bouvard
y Pécuchet y que suscita en los escribientes una reflexión melancólica: “Un rayon de la
voie lactée met six siècles à nous parvenir. Si bien qu’une étoile, quand on l’observe,
peut avoir disparu.” (OC II: 225). En esta especulación astronómica se concentra la
cierto ente perdido y en la cual, al fin de cuentas, sólo se pone en juego el soliloquio del
observador.
Bibliografía
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