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CONTRA LA BANALIZACIÓN DEL DEBATE JURÍDICO Y POR LA RESPONSABILIDAD, EL RIGOR

Y EL RESPETO EN LA CRÍTICA A LA INVESTIGACIÓN DEL PROCESO SECESIONISTA CATALÁN

En su escrito “La banalización de los delitos de rebelión y sedición” de 21 de


noviembre, un conjunto de profesores de Derecho de diversas universidades españolas
sostienen, frente a las conclusiones provisionales presentadas por la Fiscalía del
Tribunal Supremo y la Abogacía del Estado en la Causa 20907/2017, que los hechos
acaecidos los días 20 de septiembre y 1 de octubre de 2017 no constituyen un delito
de rebelión ni de sedición y terminan reclamando “la puesta en libertad de las nueve
personas que permanecen en prisión preventiva por delitos inexistentes”.
En esencia, los firmantes de “La banalización…” sostienen que:

a) El delito de rebelión tipificado en el artículo 427 del Código Penal exige la violencia
y esta requiere, según una referencia del Tribunal Constitucional en la STC 199/1987,
el uso ilegítimo de armas de guerra o explosivos.
Al respecto cabe puntualizar varias cosas:
1) La referencia del TC a la rebelión es, en la mencionada sentencia, puramente
incidental, pues lo que se dilucidó en ese procedimiento no fue la definición de
la rebelión o su constitucionalidad, sino asuntos distintos.
2) El TC no es un órgano jurisdiccional penal, ni es competente para interpretar
cuestiones de mera legalidad ni mucho menos para definir por sí solo los
elementos que definen el delito de rebelión ignorando lo establecido en la
legislación penal vigente cuando no se ha planteado su inconstitucionalidad.
3) Al respecto, no hay que olvidar que la regulación de la rebelión en el Código
Penal vigente, cuya inconstitucionalidad ni se ha declarado ni deducirse de
referencias incidentales de sentencias anteriores a su entrada en vigor,
contempla la existencia de una forma agravada de rebelión que exige,
precisamente, la circunstancia de “esgrimir armas” o también las de causar
estragos, distraer caudales públicos o ejercer violencias graves contra las
personas (artículo 473 CP). Esto significa que existe una rebelión básica (art.
472 CP), en la que no parece que sea necesario el uso de armas o en la que, por
ejemplo, simplemente podrían ejercerse violencias no graves sobre las
personas.

b) A juicio de los firmantes de “La banalización…” tampoco cabe considerar los hechos
como constitutivos de un delito de sedición (art. 544 Código Penal), pues la incitación
a participar en las movilizaciones del 20 de septiembre y en la “votación” del 1 de
octubre lo fue a “ejercer los derechos fundamentales de manifestación, reunión o
concentración”.
A nosotros nos parece, sin embargo, que lo ocurrido en las manifestaciones y
concentraciones de los días 20 de septiembre y 1 de octubre dista mucho de poder ser
descrito como el ejercicio pacífico de derechos fundamentales, y que hacerlo supone,
esta vez sí, una banalización de la gravedad de lo ocurrido y del sentido propio de los
derechos de manifestación y reunión constitucionalmente garantizados.

En definitiva, los abajo firmantes desean hacer constar lo siguiente:

1. Creemos que estamos ante una discusión jurídicamente muy compleja, pues
complejos son los hechos investigados y limitada nuestra capacidad para
procesarlos a la vista de que, por ejemplo, no disponemos de jurisprudencia
específica a propósito de muchos de los asuntos que se investigan. En esas
condiciones, es evidente que hay margen para las discrepancias razonables. Es
deseable que cada uno se forme su propio criterio sobre si se dan o no
suficientemente los elementos necesarios para poder hablar de rebelión o de
sedición. Pero ese criterio ha de ser fundado y presuponer siempre un análisis
considerado de las opiniones distintas a la propia. Las reglas del debate jurídico
nos obligan a ser deferente con la opinión de quienes sostienen un
planteamiento distinto al nuestro y a atender a sus razonamientos con la mayor
minuciosidad y consideración, sean estos expresados por otros juristas
académicos o por jueces y fiscales en el ejercicio de sus funciones.
2. Por esa razón, debemos ser respetuosos con la labor de los órganos
constitucionalmente llamados a valorar lo sucedido. Es posible que haya
aspectos criticables en los escritos de los Fiscales del Tribunal Supremo o de
los Abogados del Estado, pero estamos seguros de que los argumentos de la
Fiscalía o los Abogados del Estado no pueden despachados en pocas palabras
hablando sin más de inexistencia de los delitos. También nos parece
inaceptable la insinuación de que tras las actuaciones de la Fiscalía y los Jueces
Instructores que se han ocupado de la causa hay motivos espurios o de que sus
actuaciones están orientadas a silenciar a los ciudadanos o a reprimir el
ejercicio de sus derechos. Consideramos sin ambages que España es un Estado
de Derecho solvente que cuenta con la legislación penal y las garantías
procesales propias de una democracia constitucional y eso es incompatible con
presuponer que Jueces y Fiscales actúan exclusivamente en función de
motivaciones represivas. Esas conclusiones resultan extremadamente
aventuradas y poco acordes con la pretendida “perspectiva estrictamente
jurídica” en la que los firmantes de “La banalización…” dicen que se enmarca
su escrito.
3. Tampoco podemos estar de acuerdo con la afirmación de que una condena por
rebelión o sedición acreditada por quienes tienen un conocimiento riguroso del
derecho y directo de los autos supondría la banalización del derecho penal: al
condenar a alguien en una sentencia fundada en derecho como autor
penalmente responsable de unos hechos declarados delictivos después de una
investigación rigurosa y de un proceso abierto y contradictorio no se banaliza
el derecho penal, sino que se aplican sus normas. Y si finalmente ese fuera el
caso, aún será posible examinar los argumentos jurídicos de esa hipotética
sentencia para criticarla, pero habría que hacerlo sin apriorismos ideológicos
que impidan nuestra capacidad de análisis.
4. No hay que olvidar, por último, que el derecho penal de una democracia
constitucional no existe para reprimir los derechos de los ciudadanos, sino para
protegerlos. En consecuencia, si finalmente los acusados resultan condenados
y si las razones de la condena son sólidas, será razonable pensar que se ha
hecho para proteger el derecho de todos los españoles a decidir sobre su marco
institucional y constitucional frente a quienes pretendieron apropiarse del
mismo de resultas de un proceso de secesión unilateral.

En consecuencia, los abajo firmantes hacen a los juristas y expertos un llamamiento a


la responsabilidad al momento de pronunciarse sobre asuntos judiciales como los
mencionados, a la necesidad de mantener el rigor de sus planteamientos y de guardar
el debido respeto al trabajo de los miembros del Poder Judicial, de la Fiscalía y de la
Abogacía del Estado y también, por supuesto, de las defensas de los acusados en la
causa. Esa responsabilidad, ese rigor y ese respeto son condiciones que hacen posible
el Estado de derecho, una tarea a la que todos los juristas y también los ciudadanos
parece que han de sentirse naturalmente inclinados.

FIRMANTES:

Antonio Peña Freire


Profesor Titular de Filosofía del Derecho
Universidad de Granada
Alfonso Valero, Fundador del Foro de Profesores, abogado y solicitor (Inglaterra y
Gales, no en ejercicio)

Alfonso J. García Figueroa


Filosofía del Derecho
Universidad de Castilla-La Mancha

José Joaquín Jiménez Sánchez


Filosofía del Derecho
Universidad de Granada

Araceli Mangas Martin


Catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales
Universidad Complutense de Madrid

Javier Tajadura Tejada


Catedrático (A) de Derecho Constitucional de la UPV-EHU

José Joaquín Fernández Alles


Profesor Titular de Derecho Constitucional
Universidad de Cádiz

Luis F. Rull
Catedrático de Física Teórica
Universidad de Sevilla.

Juan José Rubio Guerrero


Catedrático Hacienda Pública
Decano. Facultad Derecho y Ciencias Sociales
Universidad de Castilla La Mancha

Juan Ramón Fernández Torres


Catedrático de Derecho Administrativo
Universidad Complutense de Madrid

Julio Carabaña
Profesor Honorífico, UCM

Eduardo Vieira Jiménez-Ontiveros


Universidad Loyola-Andalucía

Montserrat Ginés Gibert


Profesora Titular jubilada de Tecnología y Cultura (Universidad Politécnica de
Cataluña)

José A. Olmeda
Catedrático de Ciencia Política, UNED.

Fernando Jiménez Sánchez


Profesor Titular de Ciencia Política y Administración Pública
Universidad de Murcia

Montserrat Baras
Profesora titular de Ciencia Política
UAB (Jubilada)

Eduardo Vírgala Foruria


Catedrático de Derecho Constitucional
Universidad del País Vasco

Ángel J. Sánchez Navarro


Catedrático de Derecho Constitucional
Universidad Complutense de Madrid

Miguel Caínzos López


Universidad de Santiago de Compostela

Javier Fernández Sebastián


Catedrático de Historia del Pensamiento Político
Universidad del País Vasco

José Manuel Cansino


Catedrático de Economía Aplicada
Universidad de Sevilla e investigador asociado de la Universidad Autónoma de Chile

Pedro Tent Alonso


Profesor Asociado de Derecho Internacional Privado
Universidad de Valencia

María Victoria Petit Lavall


Catedrática de Derecho Mercantil
Universidad Jaume I

Javier Ruipérez Alamillo


Catedrático de Derecho Constitucional
Universidad de A Coruña

Alberto Oehling de los Reyes


Profesor de Derecho Constitucional
Universidad de las Islas Baleares

Domingo González Hernández


Profesor contratado doctor
Universidad de Murcia

José María Rosales


Catedrático de Filosofía Moral y Política,
Universidad de Málaga

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