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SENTENCIA DEL 28 DE MARZO DE 2018, NÚM. 65

Sentencia impugnada: Cámara Civil de la Corte de Apelación de San Cristó−


bal, del 29 de julio de 2010.

Materia: Civil.

Recurrente: Banco de Reservas de la República Dominicana.

Abogado: Dr. José Antonio Céspedes Méndez.

Recurrida: Altagracia Petra Gil Beltré.

Abogados: Licdos. Federico Augusto Pérez, Iván Ibarra Méndez


y Licda. Marbel Mella.

SALA CIVIL Y COMERCIAL.

Casa.

PRIMERA
Audiencia pública del 28 de marzo de 2018.
Preside: Francisco Antonio Jerez Mena.

DIOS, PATRIA Y LIBERTAD


En nombre de la República, la Sala Civil y Comercial de la Suprema
Corte de Justicia, actuando como Corte de Casación, dicta en audiencia
pública la sentencia siguiente:
Sobre el recurso de casación interpuesto por el Banco de Reservas de
la República Dominicana, institución bancaria organizada de acuerdo a la
ley núm. 6133, de fecha 17 de diciembre de 1962 y sus modificaciones,
con domicilio social y oficina principal en la calle Isabel La Católica núm.
201 de esta ciudad, y con oficinas sucursales en calle Emilio Prud’
Homme, esquina Nicolás Mañón núm. 87, municipio y provincia de Azua
de Com− postela, representado por la Dra. Rosanna Francisco Paula,
dominicana,
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mayor de edad, casada, en su calidad de directora nacional de cobros,


portadora de la cédula de identidad y electoral núm. 056−00011910−0,
domiciliada y residente en esta ciudad, contra la sentencia civil núm.
114− 2010, dictada el 29 de julio de 2010, por la Cámara Civil de la Corte
de Apelación del Departamento Judicial de San Cristóbal, hoy
impugnada, cuyo dispositivo figura copiado más adelante;
Oído al alguacil de turno en la lectura del rol;
Oído el dictamen de la magistrada procuradora general adjunta de
la República, el cual termina: “Único: Que procede acoger el recurso de
casación incoado por el Banco de Reservas de la República Dominicana
contra la sentencia No. 114−2010 del 29 de julio de 2010, dictada por
la Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Departamento
Judicial de San Cristóbal”;
Visto el memorial de casación depositado en la Secretaría General de
la Suprema Corte de Justicia, el 24 de agosto de 2010, suscrito por el Dr.
José Antonio Céspedes Méndez, abogado de la parte recurrente, Banco
de Reservas de la República Dominicana, en el cual se invocan los
medios de casación que se indicarán más adelante;
Visto el memorial de defensa depositado en la Secretaría General de
la Suprema Corte de Justicia, el 23 de septiembre de 2010, suscrito por
los Lcdos. Marbel Mella, Federico Augusto Pérez e Iván Ibarra Méndez,
abogados de la parte recurrida, Altagracia Petra Gil Beltré;
Vistos, la Constitución de la República, los Tratados Internacionales
de Derechos Humanos de los cuales la República Dominicana es
signataria, las decisiones dictadas en materia constitucional; la Ley núm.
25−91, de fecha 15 de octubre de 1991, modificada por la Ley núm.
156−97, del 10 de julio de 1997, los articulos 1, 20 y 65 de la Ley núm.
3726−53, sobre Procedimiento de Casación, de fecha 29 de diciembre de
1953, modifica− da por la Ley núm. 491−08, de fecha 19 de diciembre de
2008;
La CORTE, en audiencia pública del 31 de julio de 2013, estando pre−
sentes los magistrados Julio César Castaños Guzmán, presidente; Víctor
José Castellanos Estrella, Martha Olga García Santamaría y Francisco
Antonio Jerez Mena, asistidos del secretario;
Visto el auto dictado el 19 de marzo de 2018, por el magistrado
Fran− cisco Antonio Jerez Mena, presidente de la Sala Civil y
Comercial de la
Primera Sala. Suprema Corte de 5

Suprema Corte de Justicia, por medio del cual llama a los magistrados
Manuel Alexis Read Ortiz, Blas Rafael Fernández Gómez, Pilar Jiménez
Ortiz y José Alberto Cruceta Almánzar, jueces de esta sala, para
integrarse a esta en la deliberación y fallo del recurso de casación de que
se trata, de conformidad con la Ley núm. 926−35, del 21 de julio de
1935, reformada por el articulo 2 de la Ley núm. 294−40, de fecha 20 de
mayo de 1940, y después de haber deliberado los jueces signatarios de
este fallo;
Considerando, que en la sentencia impugnada y en los documentos
a que ella se refiere, consta: a) con motivo de la demanda en validez de
hipoteca judicial incoada por el Banco de Reservas de la República
Domi− nicana, contra Altagracia Petra Gil Beltré y José Antonio Noboa
Soriano, la Cámara Civil, Comercial y de Trabajo del Juzgado de Primera
Instancia del Distrito Judicial de Azua, dictó la sentencia civil 890, de
fecha 31 de julio de 2009, cuyo dispositivo copiado textualmente es el
siguiente: “PRIME- RO: Se declara buena y válida en cuanto a la forma la
presente demanda en Validez de Hipoteca Judicial, incoada por EL
BANCO DE RESERVAS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA, contra los

PRIMERA
señores ALTAGRACIA PETRA
GIL BELTRÉ Y JOSÉ ANTONIO NOBOA SORIANO, por haber sido hecha de
conformidad con La ley; SEGUNDO: En cuanto al fondo, se condena a los
señores ALTAGRACIA PETRA GIL BELTRÉ Y JOSÉ ANTONIO NOBOA
SORIA−
NO, al pago de la suma de DOS MILLONES DE PESOS (RD$2,000,000.00),
a favor del BANCO DE RESERVAS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA, más
los
intereses convencionales vencidos; TERCERO: Se valida el procedimiento
de Inscripción de Hipoteca Judicial Provisional, trabado por BANCO DE
RESERVAS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA, en fecha 04 de noviembre
del año 2008, en contra los señores ALTAGRACIA PETRA GIL BELTRÉ Y
JOSÉ ANTONIO NOBOA SORIANO, sobre los bienes inmuebles que se
descri− ben: 1).− SOLAR NO. 13, MANZANA 92, D. C. NO. 1, DEL
MUNICIPIO DE AZUA, CON UNA EXTENSIÓN SUPERFICIAL DE CIENTO
NOVENTA Y DOS PUNTO OCHENTA Y CUATRO (192.84M2), SEGÚN EL
DERECHO DE REGIS− TRO NO. 008−030, INSCRITO EN EL LIBRO EL DÍA 17
DE ABRIL DEL AÑO 2008, MATRÍCULA NO. 0500001586, DEL
REGISTRADOR DE TÍTULOS DE BANÍ, A NOMBRE DE ALTAGRACIA PETRA
GIL BELTRÉ; 2).− UNA PORCIÓN DE TERRENO DENTRO DEL ÁMBITO DEL
SOLAR NO. 3, MANZANA 101, D.
C. NO. 1, DEL MUNICIPIO DE AZUA, INSCRITO EN EL LIBRO NO. 56, FOLIO
12, EL DÍA 17 DE ABRIL DEL AÑO 2008, MATRÍCULA NO. 0500001586
Primera Sala. Suprema Corte de 5
CON UNA EXTENSIÓN SUPERFICIAL DE CIENTO NOVENTA Y OCHO
PUNTO
5 Boletín Judicial

VEINTIDÓS (198.22M2); CON LOS SIGUIENTES Y ACTUALES LINDEROS; AL


NORTE, CALLE 16 DE AGOSTO; AL ESTE, SOLAR NO. 13; AL SUR, SOLAR
NO. 24; Y AL OESTE, SOLAR NO. 2 Y sus mejoras consistente en una casa
de madera techada de zinc, amparada con la constancia anotada en el
Certificado de Título no. 10516, DEL REGISTRADOR DE TÍTULOS DE BANÍ,
A NOMBRE DE ALTAGRACIA PETRA GIL BELTRÉ, y en consecuencia, que−
de convertida en definitiva; CUARTO: Se declara ejecutoria la presente
sentencia, no obstante recurso en su contra y se comisiona para la no−
tificación de la misma, a la ministerial SAIRA V. MARTÍNEZ BELTRÉ, ordi−
nario de ésta cámara civil, comercial y de trabajo; QUINTO: Se condena
a los señores ALTAGRACIA PETRA GIL BELTRÉ Y JOSÉ ANTONIO NOBOA
SORIANO, al pago de las costas del procedimiento, a favor y provecho
del abogado concluyente, DR. JOSÉ ANTONIO CÉSPEDES MÉNDEZ, quien
afirma haberlas avanzado en su mayor parte; b) no conforme con dicha
decisión Altagracia Petra Gil Beltré, interpuso formal recurso de
apelación contra la indicada sentencia, mediante acto núm. 731−2009,
de fecha 5 de septiembre de 2009, instrumentado por el ministerial
Rafael A. Lemonier Sánchez, alguacil de estrados de la Cámara Penal del
Juzgado de Prime− ra Instancia del Distrito Judicial de Azua, siendo
resuelto dicho recurso mediante la sentencia civil núm. 114−2010, de
fecha 29 de julio de 2010, dictada por la Cámara Civil de la Corte de
Apelación del Departamento Judicial de San Cristóbal, ahora impugnada,
cuyo dispositivo copiado tex− tualmente es el siguiente: “PRIMERO:
Declara regular y válido en cuanto a la forma el recurso de apelación
interpuesto por la señora ALTAGRACIA PETRA GIL BELTRÉ, contra la
sentencia número 0890 de fecha 31 de julio de 2009, dictada por la
CÁMARA CIVIL, COMERCIAL Y DE TRABAJO DEL JUZGADO DE PRIMERA
INSTANCIA DEL DISTRITO JUDICIAL DE AZUA; SE-
GUNDO: En cuanto al fondo, y en virtud del imperium con que la ley
inviste a los tribunales de alza (sic), revoca, por las razones expuestas, en
todas sus partes la sentencia impugnada, y en cuanto al fondo, rechaza
la de- manda civil en “validez de hipoteca judicial” (sic), intentada por el
Banco de Reservas de la República Dominicana contra los señores
ALTAGRACIA PETRA GIL BELTRÉ Y JOSÉ ANTONIO NOBOA SORIANO, por
improcedente,
mal fundada y carente de base legal; TERCERO: Condena al Banco de Re-
servas de la República Dominicana, al pago de las costas, ordenando su
distracción a favor y provecho de los LICDOS. MARBEL MELLA E IVÁN
JOSÉ IBARRA M., quienes afirman haberlas avanzado en su totalidad;
CUARTO:
Primera Sala. Suprema Corte de 5

Comisiona al ministerial DAVID PÉREZ MÉNDEZ, alguacil de estrado de


esta Corte, para la notificación de la presente sentencia”;
Considerando, que la parte recurrente en su memorial de casación,
propone los medios de casación siguientes: “Primer Medio: Ausencia de
interpretación de las obligaciones derivadas del contrato y el objeto del
proceso. Consideraciones sugestivas. No le otorga al contrato de
hipoteca el alcance del mismo, violación de los articulos 141, 1134, 1135
y 1315 del Código Civil, en cuanto a la prueba. Falta de base legal.
Violación de principio constitucional contenido en el articulo 40, ordinal
15 de la Cons− titución Política de la República Dominicana, lo que no
está prohibido está permitido contenido en el articulo 40 ordinal 15 de
la Constitución Política de la República Dominicana; Segundo Medio:
No ponderación de las disposiciones de los articulos 48, 54, del Código
de Procedimiento Civil y 141 del Código de Procedimiento Civil (sic).
Falta de base legal. Razonamientos sugestivos del juzgador. Motivos
insuficientes. Ausencia de lógica en la decisión; Tercer Medio: Ausencia
de tutela de los derechos constitucionales de la recurrente. articulo 8, 38

PRIMERA
y 69 de la Constitución Po− lítica de la República Dominicana; Cuarto
Medio: Fallo ultra y extra petita. La parte recurrente planteó elementos
diferentes a los juzgados” (sic);
Considerando, que en su primer y segundo medios de casación, reu−
nidos para su examen por su vinculación, la parte recurrente, alega, en
suma, que la corte a qua se limita a determinar que la parte intimante
no le puso en condiciones de proceder a la inscripción de la hipoteca
convencional intervenida entre ellos, y obvia en la misma sentencia en
su página 6, en el inventario de documentos, precedido de la letra A),
establece dentro de los documentos que depositó la parte recurrente
está como medio de prueba el original del contrato de hipoteca, que de
haber estado inscrito, el mismo estuviese depositado en la oficina de
Registros de la Jurisdicción Inmobiliaria de la Provincia Peravia, oficina
competente, por lo cual desnaturaliza los hechos; que la corte a qua
emite un juicio de valor sin verificar las obligaciones que corresponden
a la deudora en cuanto al cumplimiento de su obligación; que la corte
a qua se atribuye competencia normativa al recomendar el uso del re−
ferimiento a la recurrente; que en la especie, estamos en presencia del
incumplimiento de una norma contractual donde la deudora otorga una
hipoteca en primer rango a favor del Banco de Reservas sobre el
inmueble de que se trata; que las normativas del articulo 48 y siguientes
del Código
5 Boletín Judicial

de Procedimiento Civil, constituyen las normativas por excelencia para


tomar medidas protectoras sobre los bienes del deudor cuando exista
peligro y urgencia; que el proceso se origina en el contrato de hipoteca
indicado, el cual no se puede ejecutar por no haber entregado la
recurrida el certificado de titulo duplicado del dueño, constancia
anotada;
Considerando, que continúa expresando el recurrente en su memo−
rial, que la corte recomienda de manera insólita, que se recurra por ante
el juez de los referimientos y que en caso de incumplimiento, se puede
condenar a un astreinte, lo que no se corresponde, puesto que los
jueces no pueden recomendar procedimientos; que esta aseveración
desborda el ámbito de actuación de los jueces, quienes están llamados a
interpretar las leyes y aplicarlas en los diferendos que conocen; que la
sentencia de marras ignora que las hipotecas son contratos reales sobre
inmuebles, que buscan garantizar el pago de un crédito, con carácter de
medidas conservatorias; que la condición indispensable es que el crédito
parezca justificado en principio, esto significa que no tiene que ser
totalmente cierto sino que tenga la apariencia de verosímil; que una
hipoteca puede ser autorizada en presencia de una obligación por
parte del deudor, en el presente caso, la deudora no ha negado la
existencia del contrato de préstamo, no obstante la medida puede ser
autorizada aún proviniendo de un crédito contestado, que no es el caso
de la especie; que las hipote− cas están acompañadas de un derecho de
preferencia y persecución que se ejerce sobre el precio del bien
inmueble o los bienes inmuebles sin permitir la aplicación de la ley
impuesta a otros acreedores, como son los quirografarios, la finalidad
principal es garantizar el crédito; que el banco no tenía la posibilidad de
proceder al embargo inmobiliario abreviado pues no disponía del
certificado de titulo del dueño; que el razonamiento emitido por la corte
a qua resulta ser una actuación asimilable al abuso de derecho, el que
dicha institución dejase acumular los intereses y con ello incrementar la
deuda; que este razonamiento resulta inconcebible, pues mejor podía
razonar en el hecho de que la deudora no había cumplido con las
cláusulas del indicado contrato, lo que pone en peligro el crédito
otorgado, dejándolo en condiciones de irrecuperable;
Considerando, que la corte a qua para fallar en el sentido en que lo
hizo, entendió en sus motivaciones, lo siguiente: “1. que como se lleva
dicho, los recurrentes alegan como fundamento de su recurso la
violación del debido proceso de ley en su perjuicio, alegando que el
Banco intimado
Primera Sala. Suprema Corte de 5

podía y no lo hizo, haber ejecutado la garantia hipotecaria mediante el


procedimiento de embargo inmobiliario; 2. Que si ciertamente y como
alega el Banco recurrido sin aportar la prueba de su aserto, la parte inti−
mante no le puso en condiciones de proceder a la inscripción de la
hipote− ca convencional intervenida entre ellos, y por esa razón, entre
otras, tuvo que valerse del procedimiento establecido por el articulo 48
del Código de Procedimiento Civil, no menos verdad es que, el mismo
ordenamiento jurídico procesal establece otros mecanismos procesales
para vencer la resistencia del deudor remiso en el cumplimiento de su
obligación, tales como es la institución del referimiento, pudiendo
apoderar a dicho juez a los fines de que este ordene mediante su
decisión el cumplimiento de la obligación asumida por el deudor, quien
puede condenar a dicho deudor al pago de un astreinte en caso de que
incumpla con la voluntad del deu− dor. Que en la especie y en la
demanda de que está apoderada esta Corte, el Banco de Reservas alega
que sus deudores están insolventados, y que el valor del inmueble dado
en garantia tiene un valor en mercado inferior al monto del préstamo

PRIMERA
otorgado, pero; 3. Es de principio que nadie puede prevalerse de su
propia falta, y en este sentido la práctica bancaria y la Ley 6186 de 1963,
establecen que las instituciones financieras podrán acordar préstamos
con garantia hipotecaria hasta el 80% del valor del inmueble. Que al
haber consentido dicha institución bancaria el préstamo en cuestión por
la suma de RD$2,000,000.00 (dos millones de pesos), ha de entenderse
que dicha institución tasó dicho inmueble y que se ajustó a las normas
que la rigen, disposiciones legales reiteradas Resolución No. (sic) de
fecha 09 de Enero del año 2001; 4. Que por otro lado, teniendo dicho
banco como lo tenía, la posibilidad, y ante el incumplimiento del deudor
de iniciar el procedimiento de embargo inmobiliario abreviado que
regula la misma Ley 6186 de 1963, resulta ser una actuación así asi−
milable al abuso de derechos, el que dicha institución dejase acumular
los intereses y con ello incrementar la deuda, cuando en el articulo
quinto del contrato intervenido entre ellas, fue estipulado que “la
deudora perderá el beneficio del término que le ha sido concedido y las
condiciones de pago establecidas…si este (la deudora) deja de cumplir
con cualesquie− ra de las obligaciones”. Que dicho banco señala, y ello
constituye en sí mismo una violación al contrato de referencia, y en
específico al articulo décimo cuarto del referido convenio, el cual
dispone que: “Autorización a entregar duplicados del dueño a el Banco
de la Deudora por medio del
5 Boletín Judicial

presente contrato, autoriza al Registrador de Títulos del Departamento


de Baní a entregar al Banco de Reservas de la República Dominicana,
después de procesadas las garantias hipotecarias, los duplicados que en
su calidad de propietario le corresponden, a los de que (sic) el Banco los
retenga en su poder hasta la total cancelación del crédito que le ha sido
otorgado el “hecho de que no se le entregara el duplicado del dueño
para ponerla en condiciones de poder inscribir su hipoteca”; 5. Que, y
como se ha dicho anteriormente, nadie puede prevalecerse de su propia
falta para deducir en su provecho un beneficio”; concluye la cita del fallo
atacado;
Considerando, que de las motivaciones transcritas precedentemente,
se infiere que la corte a qua procedió a revocar la sentencia de primer
gra− do que había acogido la demanda en cobro de pesos y validez del
procedi− miento de inscripción de hipoteca judicial provisional, bajo el
fundamento, en síntesis, de que el Banco de Reservas de la República
Dominicana, tenía a su favor una hipoteca convencional, según contrato
de fecha 11 de abril de 2007, y que constituía un acto de mala fe, según
señala dicha alzada, que el Banco ahora recurrente solicitara un auto al
juez de primera instancia para inscribir hipoteca judicial y
posteriormente demandar al fondo si ya tenía la garantia del mismo
inmueble convencionalmente; que también señala la alzada, que si el
Banco de Reservas de la República Dominicana, entendía que no podía
inscribir su contrato de hipoteca en el registro de titulos
correspondiente, lo que debía de hacer era ir al juez de los referi−
mientos y demandar a su deudora en entrega de titulo;
Considerando, que previo al análisis del criterio sostenido en la sen−
tencia impugnada, consignado en línea anterior, es oportuno señalar
que el recurrente expresa que no realizó la inscripción de la hipoteca
con− vencional contenida en el contrato de préstamo suscrito entre las
partes, porque la parte recurrida no le entregó el certificado duplicado
del dueño al momento de realizar la transacción; que a su vez la
recurrida, Altagracia Petra Gil Beltré, no demostró que haya entregado
en manos del Banco el referido titulo, el cual por ser una obligación a
cargo de la deudora, debió demostrar que dicha entrega había ocurrido,
lo cual no hizo;
Considerando, que si bien es cierto que las disposiciones del articulo
2209 del Código Civil, disponen que “no puede el acreedor proceder a la
venta de los inmuebles que no le hayan sido hipotecados, sino en el caso
de insuficiencia de los bienes que lo hayan sido”, consagrando el
principio
Primera Sala. Suprema Corte de 5

de que cuando se recibe una garantia inmobiliaria determinada, existe


una veda a perseguir otro tipo de ejecución hasta tanto no se produzca
la expropiación de la garantia, no menos cierto es que tal disposición
no aplica en la especie puesto que el alegato del recurrente es que el
contrato de hipoteca no pudo ser inscrito conforme el procedimiento
establecido por la ley, por no obtener de parte de su deudor el certifica−
do de titulo duplicado del dueño, y por tanto, no podía hacerse expedir
por ante registro de titulos, el correspondiente duplicado del acreedor
hipotecario; en consecuencia, al no tener el acreedor su garantia
inscrita, la hipoteca propiamente dicha, es del entendido de esta Corte
de Casa− ción, que nada impedía que el acreedor para seguridad de su
crédito, procediera a solicitar sobre los bienes de su deudor, tal y como
lo hizo, medidas conservatorias al tenor de las disposiciones de los
articulos 48 y 54 del Código de Procedimiento Civil, al no poder
formalizar válidamente la seguridad de su crédito;
Considerando, que en este mismo tenor, al entender la alzada que si
el acreedor quería inscribir su hipoteca, lo que tenía que hacer era

PRIMERA
requerir la entrega del certificado de titulos, y para ello podía acceder a
“…otros mecanismos procesales para vencer la resistencia del deudor
remiso en el cumplimiento de su obligación, tales como es la institución
del referimien− to, pudiendo apoderar a dicho juez a los fines de que este
ordene mediante su decisión el cumplimiento de la obligación asumida
por el deudor, quien puede condenar a dicho deudor al pago de un
astreinte en caso de que incumpla con la voluntad del deudor”, es
evidente que está imponiendo al recurrente una solución que la ley no lo
obliga a ello, puesto que acceder a la vía del referimiento en un caso
como el de la especie no es un mandato legal cuya no utilización pueda
considerarse un mal ejercicio de las vías procesales, como erróneamente
entendió la corte a qua;
Considerando, que, por otro lado, al establecer la corte a qua que
constituye una violación al contrato, el señalamiento del banco recu−
rrente, de la cláusula contractual que expresa: “Autorización a entregar
duplicados del dueño a el Banco de la Deudora por medio del presente
contrato, autoriza al Registrador de Títulos del Departamento de Baní a
entregar al Banco de Reservas de la República Dominicana, después de
procesadas las garantias hipotecarias, los duplicados que en su calidad
de propietario le corresponden, a los de que (sic) el Banco los retenga en
su poder hasta la total cancelación del crédito que le ha sido otorgado”;
5 Boletín Judicial

la simple lectura de dicha cláusula, la cual se encuentra citada de


manera textual por la alzada, no significa en modo alguno que al Banco
le habían entregado el titulo del inmueble hipotecado, sino que
implicaba la auto− rización de la propietaria deudora, Altagracia Petra
Gil, al registrador de titulos del Departamento Judicial de Baní, para que
una vez inscrita la hipoteca, procediera a entregar en manos del Banco
los duplicados que correspondan, pero es evidente, que si al registrador
no le entregan los titulos al momento de registrar la hipoteca
convencional, esta cláusula no podía ejecutarse, como ha ocurrido en la
especie;
Considerando, que, a mayor abundamiento, de conformidad con las
disposiciones del articulo 2213 del Código Civil: “No se puede proceder
a la expropiación forzosa de los inmuebles, sino en virtud de un titulo
auténtico y ejecutivo por una deuda cierta y líquida. Si la deuda fuere en
especies no liquidadas, serán válidos los procedimientos, pero no podrá
hacerse la adjudicación sino después de la liquidación”, texto legal de
cuya primera parte se infiere que un contrato de hipoteca cuya
inscripción no ha sido formalizada o concluida, no es por sí solo un titulo
auténtico y eje− cutivo que pueda dar lugar a iniciar un proceso de
embargo inmobiliario, por lo que ante la inexistencia del certificado del
duplicado del dueño y la imposibilidad de hacerse expedir el acreedor su
consabido duplicado del acreedor hipotecario, al tratarse de un
inmueble registrado, es obvio que el cobro de la deuda no se sostenía en
un titulo auténtico, exigido por la ley para que un proceso de
expropiación forzosa inmobiliar sea posible; que el crédito contenido en
el contrato debía ser convertido en cierto, líquido y exigible, y fue lo que
justamente hizo el recurrente al preten− der obtener una sentencia que
condene a la parte deudora al pago de lo adeudado, a la vez que
convertia en definitiva la hipoteca provisional inscrita mediante
autorización judicial;
Considerando, de todo lo anterior se infiere que nada impedía al
Banco de Reservas de la República Dominicana, ante la imposibilidad
de inscribir su crédito, como se ha dicho, de incursionar por otras vías
del derecho que le permitieran evitar que su deudora disipara los bienes
dados en garantia por efecto de no tener a su favor la hipoteca conven−
cional inscrita en tiempo oportuno; en tal virtud, al entender la corte a
qua que el recurrente, en su calidad de beneficiario de un contrato de
hipoteca, que no le había sido posible inscribir la garantia de su crédito
en los órganos de publicidad inmobiliarios, por no tener el certificado de
Primera Sala. Suprema Corte de 5

titulo que amparaba la propiedad del inmueble, no podía en esas con−


diciones, solicitar una hipoteca judicial provisional sobre los bienes de
su deudor para seguridad de su préstamo, es evidente ha desconocido
la posibilidad que tiene un acreedor cuando su crédito está en peligro
de tomar medidas conservatorias sobre los bienes de su deudor, sin que
por esta causa haya de inferirse un mal uso de las vías judiciales, como
erróneamente entendió la corte a qua; por tales motivos, la sentencia
impugnada adolece de los vicios denunciados en los medios objeto de
examen, por lo que la misma debe ser casada, sin necesidad de
ponderar los demás medios propuestos;
Considerando, que cuando la sentencia es casada por una falta pro−
cesal a cargo de los jueces como en el caso ocurrente, las costas pueden
ser compensadas, al tenor del numeral 3 del articulo 65 de la Ley núm.
3726−53 del 29 de diciembre de 1953, sobre Procedimiento de Casación.
Por tales motivos, Primero: Casa la sentencia civil núm. 114−2010,
de fecha 29 de julio de 2010, dictada por la Cámara Civil de la Corte de

PRIMERA
Apelación del Departamento Judicial de San Cristóbal, cuyo dispositivo
figura copiado en otro lugar de este fallo y envía el asunto por ante la
Cá− mara Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Departamento
Judicial de Santo Domingo, en las mismas atribuciones; Segundo:
Compensa las costas.
Así ha sido hecho y juzgado por la Sala Civil y Comercial de la
Suprema Corte de Justicia, como Corte de Casación, y la sentencia
pronunciada por la misma, en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán,
en su audiencia pública del 28 de marzo de 2018, años 175º de la
Independencia y 155º de la Restauración.
Firmado: Francisco Antonio Jerez Mena, Blas Rafael Fernández
Gómez, Pilar Jiménez Ortiz y José Alberto Cruceta Almánzar. Cristiana A.
Rosario V., Secretaria General.
La presente sentencia ha sido dada y firmada por los señores Jueces
que figuran en su encabezamiento, en la audiencia pública del día, mes y
año en él expresados, y fue firmada, leída y publicada por mí, Secretaria
General, que certifico.

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