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Blanquerna

Debido a la falta de datos biográficos del autor, se suele establecer que el Libro de
Evast y de Aloma y de Blaquerna su hijo (conocida popularmente como Blanquerna) Se
debía escribir entre los años 1276 y 1283. Propiamente, la novela consta de cinco libros
que significan alegóricamente las cinco llagas que sufrió Jesucristo y los cinco
estamentos, que, a juicio de Llull, debían regir la sociedad cristiana: el matrimonio, la
religión, el clero, el papado y la vida contemplativa. Esta lectura alegórica que se hace
explícita en el prólogo del libro acota claramente la intención de Llull de exponer de una
manera didáctica y atractiva para cualquier lector el ejemplo de Jesucristo, el
fundamentos de la fe cristiana y la proyección de estos valores en una sociedad más o
menos idealizada que, en este tránsito vital efímero, tiene la oportunidad de conseguir la
vida eterna junto a Dios o dejarse morir eternamente en el infierno.
En el primer libro, dedicado al matrimonio, el autor presenta una pareja acomodada
constituida por Evast y Aloma. Los dos cónyuges son un ejemplo de humildad para con
Dios y sus conciudadanos. Sin embargo, el destino les niega la posibilidad de ser padres,
un tema tópico en la obra de Llull y sobre todo en muchos de sus ejemplos. Finalmente,
gracias a los rezos de Aloma, Dios les concede un hijo: Blanquerna. A continuación, la
novela cuenta la manera más adecuada de educar a los hijos a partir de la tarea de Evast
y Aloma con Blanquerna. Cuando Blanquerna es mayor de edad y sus padres han
comprobado la capacidad intelectual y moral de su hijo, Aloma decide que ha llegado el
momento de cumplir un deseo que incubaba desde hacía tiempo: retirarse de la vida
social para poder dedicarse a la contemplación, legar sus bienes a Blaquerna y buscarle
una buena esposa. Evast, en cambio, se decanta para llevar este tipo de vida, pero sin
tener que irse de su casa. De todos modos, cuando comunican sus propósitos en
Blanquerna, el hijo les dice que él tiene la misma intención. Sus padres intentan hacer
cambiar de opinión al hijo e incluso Aloma le hace conocer Cana, hija de una vecina
viuda llamada Nastasi, con la intención de que se decida por la vida conyugal. Cana se
declara en Blanquerna, pero Blanquerna, aunque alguna duda, se mantiene firme en su
intención y consigue convencer a la joven para que emprenda también su camino. Así
pues, los padres asumen la voluntad del hijo, que marcha de casa. El matrimonio lega
sus bienes a un fraile y viven de la caridad de la gente,
El libro segundo, dedicado a la religión, narra las experiencias de Cana y
Blanquerna después de haber abandonado su hogar. Cana entra en un monasterio, a
pesar de los intentos de Nastasi para volver a casa. La joven llega rápidamente a abadesa
y rige el monasterio de manera ejemplar durante mucho tiempo. Por su parte,
Blanquerna se adentra en un bosque y cumple un recorrido alegórico por el palacio de
los diez mandamientos y con encuentros con personajes como Fe, Verdad,
Entendimiento y Devoción o el juglar de Valor y su Emperador. Luego Blanquerna es
tentado por una doncella que había sido raptada por un caballero, pero con la ayuda de
Dios consigue de ahuyentar su deseo lujurioso. Más adelante, Blanquerna se encuentra
con un falso religioso, Narpan, y, después de convencerlo del error en que había
caído, ambos entran en una abadía en que son ordenados. Aquí Blanquerna se dedica a la
enseñanza de sus compañeros y escribe elLibro de Ave María y en poco tiempo llega a
ser el abad de la congregación.
El tercer libro, dedicado a los prelados, comienza explicando como el Abad
Blanquerna llega a obispo y presenta varias reflexiones sobre la misión de los religiosos
en el mundo. El libro cuarto, dedicado al papado, narra como Blanquerna es elegido
papa de Roma, entre otras razones gracias al juglar de Valor. A continuación, Llull
describe el encuentro del Papa Blanquerna con un tal Ramón el Loco y como organiza el
gobierno de la iglesia en beneficio de los hombres y de Dios durante muchos
años. Finalmente, el libro quinto, dedicado a la vida contemplativa, el Papa Blanquerna
renuncia su cargo y decide al final de su vida cumplir su gran deseo de vivir en
soledad. Lejos del mundo Blanquerna emplea su tiempo en el estudio de Dios y escribe
dos libros: el  Libro de amigo y amado y el Arte de contemplación. La novela finaliza
con un enigmático epílogo en el que aparecen un juglar arrepentido y el Emperador que,
decidido a cambiar su vida, ha comenzado la búsqueda de la ermita de Blanquerna.
En definitiva, la primera novela de Llull ofrece una panorámica exhaustiva de los
problemas más importantes de la sociedad de su tiempo y plantea diversas soluciones
según los preceptos de la propia doctrina del mallorquín, en algunos momentos cercanas
a las ideas reformistas de las órdenes mendicantes. En conjunto la obra traza un
itinerario ideal individual y colectivo que tiene que solucionar los males de la sociedad
cristiana contemporánea a Llull y que debe servir de modelo de salvación por el
lector. Con el fin de forjar este marco, Llull toma, como hace habitualmente en las obras
con una más evidente vocación literaria, elementos de la tradición que adapta a sus
propósitos. En el caso del Blanquernason especialmente significativos los ecos a la gran
prosa artúrica, más marcadamente religiosa y mística, elaborada en los cenáculos
cistercienses durante la primera mitad del siglo XIII .

ARS MAGNA DE LLULL


publicado enMETALITERATURA Y ENSAYO Por RESEÑAS DE
ENCICLOPEDIAS 
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[Ars magna: compendiosa inveniendi veritatem]. Exposición y aplicación de la
técnica para la investigación y demostración de la verdad, cuyo autor es el filósofo,
místico y poeta catalán Ramón Llull (1233-1315/16), compuesta antes de 1277, para
presentar sumariamente la preceptiva expuesta más ampliamente en otras numerosas
obras. Se trata de una maciza construcción de mecánica lógica, en la cual los sujetos y
los predicados de proposiciones teológicas están dispuestos en círculos concéntricos,
cuadrados, triángulos y otras figuras geométricas, destinadas a grabar en la imaginación
la perfecta correspondencia y armonía de los tres órdenes que abrazan la universalidad
del ser: Dios, el hombre y el mundo.
En el centro de estos círculos se encuentra Dios, designado con la primera letra
del alfabeto; en torno a esta «idea imperial» se irradian dieciséis principios (en los es-
critos posteriores nueve), representados por letras y significando atributos divinos. Sir-
ven estas figuras para formar cuatro figuras principales y pueden combinarse de ciento
veinte maneras distintas, formando complicados procesos. Moviendo una palanca o un
manubrio o haciendo girar una rueda, las proporciones se disponen por sí mismas en
forma positiva o negativa. Esta especie de Álgebra o gramática lógica, llena con sus
diagramas muchos de los escritos de Llull, haciendo excesivamente pesada la lectura.
Pero este esquema gráfico es mecánico, tiende al fin secundario de facilitar la memoria,
no es más que la representación simbólica y popular de una filosofía, o mejor, de una
teosofía, cuyo elemento esencial, característico del pensamiento de Llull, fue la
identificación de la filosofía con la teología, que los filósofos árabes habían separado por
completo. Despojándola de su simbolismo, el Ars Magna es un método unitario y
deductivo para fundar la ciencia universal. El mismo Llull nos da una exposición
completa de su método de reducir todos los conocimientos humanos a un pequeño
número de principios, y a traducir todas las relaciones de las ideas mediante
combinaciones de figuras, «La inteligencia» nos dice Llull, «exige imperiosamente una
ciencia general aplicable a todos los conocimientos, una ciencia con principios
generalísimos, en los cuales queden implícitos los principios de las ciencias particulares,
a la manera como lo particular está implícito en lo general».
Como los principios absolutos (los atributos divinos) sólo pueden conocerse por
sus vestigios en las criaturas, el punto de partida del Ars Magna es el dato sensible. Pero
una vez que las «dignidades» (atributos) divinas son conocidas, la inteligencia desciende
de ellas a lo contingente; principios del ser, lo son también del pensamiento. El método
del Ars Magna coincide por consiguiente con el analítico-sintético de la escolástica de
puro estilo agustiniano. Con este motivo Llull se vio obligado a ampliar la lógica
aristotélica, y a admitir, además de las demostraciones «propter quid» y «quia» la de la
equivalencia de los actos de las «dignidades» divinas, por la que todas ellas concurren
igualmente a la actividad inmanente y a la acción de Dios fuera de sí. Así, por ejemplo,
si el mundo fuese eterno, la potencia de Dios tendría una extensión mayor que su
potencia e infinidad, que no son comunicables a las criaturas más que de manera finita;
eso no es posible: luego el mundo fue creado en el tiempo. Parece que Llull deba en
parte a Ricardo de San Víctor esa extensión de su lógica. Identificando la filosofía con la
teología, la razón y la fe, y usando su Ars Magna, Llull suprimió la distinción entre
natural y sobrenatural cayendo en un racionalismo místico que sin embargo mantuvo la
necesidad de la irradiación de la fe sobre el alma para hacerla capaz de alcanzar las
verdades más altas, incluso la de «que en Dios hay tres personas». Por otra parte, la fe,
para no permanecer ciega, tiene que ser ayudada y guiada por la razón. Este misticismo
racionalista, que tuvo en España gran difusión con el nombre de Lulismo fue condenado
por Gregorio XI en 1376 y más tarde por Paulo IV.

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